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Inteligencia emocional

Herramientas prácticas
• ¿Qué es Inteligencia Emocional?
• He aquí la gran cuestión: ¿es distinta la inteligencia emocional del
coeficiente intelectual?
• El Coeficiente Intelectual nos viene dado de manera genética y se
desarrolla cuando somos niños. Una vez llegados a la edad adulta el
CI se mantiene como se ha definido y no se puede desarrollar.
• la Inteligencia Emocional no nos viene marcada por carga genética,
sino que se empieza a desarrollar y tomar forma durante la infancia,
pero se sigue desarrollando a lo largo de toda la vida. Sobretodo si
trabajamos en ello.
• Mientras que el Coeficiente Intelectual es un número obtenido de
una prueba estandarizada (el test de inteligencia) que representa
las habilidades cognitivas y la habilidad para resolver y comprender
mediante el razonamiento, la Inteligencia Emocional se considera
poco medible, más intangible.
• Una persona emocionalmente inteligente es
aquella capaz de gestionar satisfactoriamente
las emociones para lograr resultados
positivos en sus relaciones con los demás.
• Conocer las propias emociones: El principio de Sócrates
“conócete a ti mismo” se refiere a esta pieza clave de la
inteligencia emocional: tener conciencia de las propias
emociones; reconocer un sentimiento en el momento en
que ocurre. Una incapacidad en este sentido nos deja a
merced de las emociones incontroladas.
• Todos nos vemos afectados por nuestras emociones que
influyen decisivamente en nuestra conducta y en nuestras
relaciones personales. Si no sabemos qué emoción nos está
empujando en un sentido u otro, vamos a tener muchas
dificultades para llegar a buen puerto. Es como conducir un
coche sin indicador de gasolina. Si no sabemos cuánta nos
queda, lo más probable es que más de una vez nos
quedemos tirados en medio de la carretera.
Conocer las emociones de otros.
• Entender las emociones de los otros requiere la voluntad
de poner atención a esos sentimientos, descifrarlos
interpretando los gestos, las expresiones faciales, los tonos
de voz y las cosas que dicen los otros. Implica empatizar
con su situación, entender lo que necesitan y
genuinamente desear lo mejor para los demás.
• Reconocer las emociones de los demás: Un don de gentes
fundamental es la empatía, la cual se basa en el
conocimiento de las propias emociones. La empatía es la
base del altruismo. Las personas empáticas sintonizan
mejor con las sutiles señales que indican lo que los demás
necesitan o desean.
• El conflicto y los malos entendidos entre las personas surgen de la falta de
empatía. Gracias a esta capacidad las personas pueden establecer lazos de
unión, para compartir experiencias y ofrecerse ayuda mutua. Rompe con
el egoísmo y el egocentrismo, producto de una sociedad competitiva y
cada vez más individualista. Que seamos más empáticos nos une para
que desarrollemos nuestras fortalezas.
• En muchas ocasiones hemos pensado que la empatía supone «ponerse en
la piel de la otra persona», sin embargo, esto no es posible por que cada
uno de nosotros va cargado con su propia experiencia, emociones y
forma de ver las cosas. No es posible que vivenciemos exactamente cómo
ha vivido la otra persona una experiencia específica. Lo que sí podemos
hacer es tratar de entenderla, comprender sus emociones y liberarnos de
algún modo de nuestro modo de pensar para no caer en los prejuicios, y
entender que esa persona va cargada de unas vivencias que le hacen
sentir de otra forma.
Establecer relaciones positivas.
• Las relaciones interpersonales están presentes desde nuestro nacimiento
hasta el fin de nuestros días, en cualquiera de los ámbitos en los que nos
movemos. Nos permiten sentirnos competentes en las más variadas
situaciones y obtener una gratificación social que nos aporta equilibrio
y felicidad. Necesitamos hacer nuevos amigos y mantener las amistades,
compartir nuestras experiencias con los demás y empatizar con las que
viven otros. Sentirse solo y aislado ocasiona un sufrimiento psicológico
muy difícil de manejar para cualquier persona.
• Entre las habilidades sociales que aprendemos desde niños se encuentran
las destrezas para hacer amistades y para abordar los sentimientos.
Acciones como presentarse, establecer una conversación, participar en
actividades comunes, pedir u ofrecer ayuda, hacer cumplidos o
disculparse, así como expresar afecto, son básicas para poder
comunicarnos de manera satisfactoria en nuestro entorno más inmediato.
Asimismo, desde pequeños se nos debe enseñar otras técnicas, como el
autocontrol, pedir permiso, saber responder ante signos de hostilidad,
evitar problemas o abordar situaciones algo más límites, como un
problema, una pelea, una acusación o una negociación.
• Existen unos pilares básicos para que generemos la posibilidad de
mantener relaciones positivas con las personas que nos rodean. En
primer lugar, tenemos que desprendernos de la idea que consiste
en quien bien te quiere te hará sufrir. Las relaciones que están
basadas en el amor y el cuidado no tienen nada que ver con el
sufrimiento.
• Las vinculaciones positivas tiene más que ver con: Un apego sano
• El apego es la necesidad que tenemos de estar con la otra persona.
Cuando esa necesidad se vuelve dependiente, ya no estamos con la
otra persona por elección propia, sino porque entendemos que el
ser con el que nos relacionamos está ahí para satisfacernos,
atendernos y resolver nuestras carencias. Un apego lo
suficientemente sano supone reciprocidad y una vinculación
enriquecedora para ambas personas, sin exigencias que cohíben la
libertad.
Regular las emociones.
• Hemos de tener en cuenta que las emociones empujan a la acción.
Es dificilísimo no dejarse llevar por ellas, porque cuando actuamos
como nos «pide el cuerpo» experimentamos mucha satisfacción.
Por ejemplo, cuando vemos a alguien que hace algo que nos
desagrada, nos da gran satisfacción afearle a esa persona sus actos,
criticarle, y a veces incluso insultarle. Cuando estamos furiosos,
gritar, o golpear algo o a alguien, libera la tensión y produce placer.
• Si dejamos que nuestras emociones se apoderen de nuestro ser,
nuestra mente dejará de funcionar racionalmente, estaremos a
merced de lo que sintamos en cada momento, tomando decisiones
completamente impetuosas y nada reflexivas.
• Además, cabe destacar que aprender a controlar nuestras
emociones también nos proporcionará herramientas sociales; y es
que cuando uno comprende de dónde nacen sus emociones y cómo
manejarlas, desarrolla también una habilidad de lo más interesante,
la empatía. Así, en un futuro, cuando identifiquemos una emoción
determinada en otra persona sabremos cómo comportarnos con
ella y como aconsejarle o consolarle.
• La persona que sabe regular las emociones no
las esconde ni las reprime, pero encuentra la
forma adecuada de expresarlas, evitando caer
en enfrentamientos continuos y crearse una
legión de enemigos.
• Confianza en uno mismo:La confianza en nosotros mismos
nos ayuda a sentirnos preparados para hacer frente a las
experiencias de la vida. Cuando estamos seguros de
nosotros mismos, tendemos a acercarnos a la gente y a las
oportunidades, no a alejarnos de ellas. Y, si las cosas no
funcionan al principio, la seguridad en nosotros mismos nos
ayuda a probarlo de nuevo.
• Cuando una persona carece de seguridad en sí misma,
ocurre justamente lo contrario. Es mucho menos probable
que pruebe cosas nuevas y que trate de comunicarse con
un desconocido. Si fracasa en algo la primera vez, es muy
poco probable que lo vuelva a intentar. Una falta de
seguridad o de confianza en uno mismo puede impedir que
una persona alcance su pleno potencial.
• Esta confianza en uno mismo y motivación
para llevar adelante los proyectos e ideas
propios es importantísima para conseguir
resultados y llegar donde queremos llegar.
Unida a la capacidad de entender las
emociones propias y ajenas es un arma de
extraordinaria potencia.
Desarrollo de la inteligencia emocional
• La teoría más generalizada es que incrementar el cociente
intelectual es prácticamente imposible. Por eso la mayoría de
cursos y terapeutas han apostado por aumentar la inteligencia
emocional, aparentemente mejorable con la práctica.
• La capacidad para gestionar nuestras emociones y las de los demás
no varía mucho durante nuestra vida. Según la evidencia científica,
los factores más determinantes parecen ser la educación recibida,
genes, y experiencias infantiles.
• No es que no puedas desarrollar tu inteligencia emocional, pero
para hacer cambios profundos deberás dedicarle tiempo y
esfuerzo.
• Eso sí, la inteligencia emocional parece mejorar con los años, ¡de
ahí el dicho de que la gente madura con la edad!
• Tips para regular las emociones.
• Pensemos por ejemplo la tristeza.
Ejercicio para desarrollar empatía.
• Soy otro
• El objetivo de este ejercicio son: aprender a reconocer sentimientos
y emociones de los otros. Trabajar las diferencias, las similitudes y
los conflictos que pueda haber en el grupo, reforzando actitudes de
buena convivencia, respeto y tolerancia.
• Desarrollo: cada participante escogerá una prenda de ropa o
complemento (abrigo, bufanda, bolso, gafas, guantes, pañuelo,
gorro, etc.) de otra persona y se lo pondrá encima.
• Con la prenda puesta le pediremos que nos describa lo que siente,
qué sensaciones tiene y que nos hable sobre qué saben de su
compañero/a.
• Elige a una persona al azar e intenta imaginar lo que la mueve a
hacer lo que hace y cómo lo hace.
• Un buen momento para este tipo de ejercicio es cuando paseas,
cuando estas en un transporte público, de compras en unos grandes
almacenes o centro comercial, en una estación de tren, en el
aeropuerto, en una cafetería. Estos lugares son ricos en escenas que
nos pueden servir para poner en práctica nuestra empatía. Fíjate en
alguien o en un grupo, observa lo que hacen e imagina que hay
detrás de esa conducta, piensa en las dificultades que puede tener
en su día a día, en cuales pueden ser sus miedos.
• Puedes hacerlo también recordando alguna situación vivida en el
pasado Y ayudarte de la técnica de las 3 columnas: anota en una
columna qué es lo que ha ocurrido realmente, los hechos; en la
segunda columna registra cuál es tu opinión al respecto y en la
tercera como crees que lo ve la otra persona, que opina ella.
• Tips para establecer relaciones sociales sanas.

Acepta a los demás: no juzgues. Proporciona a tus amigos espacio para cambiar,
desarrollarse y cometer errores. Fomenta que tus amigos se sientan con libertad para
expresar sus emociones. No menosprecies ni hagas burla de lo que otra persona piensa
o siente.

No compitas: no dejes que la amistad se convierta en una batalla sobre quién gana más
dinero o quién tiene la casa más bonita. En vez de ello, admira el talento de tus amigos y
celebra su buena fortuna.

Escucha: pregunta qué está pasando en la vida de tus amigos. Deja saber a la otra
persona que están atendiendo lo que dice mediante el contacto visual, el lenguaje
corporal y comentarios ocasionales positivos. Cuando los amigos comparten detalles de
las situaciones difíciles o de malas experiencias, sé empático pero no proporciones
consejos a no ser que tu amigo te lo pida.

Respeta los límites: mantén de forma confidencial cualquier información personal que
tu amigo comparta contigo. Intenta no hacer preguntas que les puedan hacer sentirse
incómodos.
Confianza en uno mismo
• Habla sin miedo de tus inseguridades, no las enmascares ni las escondas:
A la hora de manejar nuestras inseguridades podemos hacerlo de manera
positiva (acepto mis debilidades, puedo hablar de ellas, lucho por
cambiarlas y así voy madurando) o de manera negativa (enmascarándolas
a través de celos, envidias, chantajes, acoso, maltrato, etc.). Lo apropiado
es declarar en voz alta nuestras inseguridades al tiempo que nos
comprometemos con el cambio de aquello que nos hace daño, por
ejemplo: “Soy inseguro con mi físico, pero poco a poco voy ganando más
confianza y me gusto cada vez más”, “Me pongo muy nervioso al hablar
con mi jefe así que voy a tener que trabajar duro para no sentirme tan
inferior a su lado”, “Me da miedo conducir el coche, pero estoy dedicando
media hora al día a practicar”, etc.
• Descubre qué pensamiento te provoca inseguridad: Existen infinidad de
pensamientos erróneos, a los cuales les llamamos pensamientos
distorsionados, que se caracterizan por ser involuntarios, automáticos… y
surgen en momentos en los que tenemos el ánimo bajo. Lo primero, y más
importante, es reconocerlos y tomar conciencia de que no son racionales
para, a continuación, empezar a debatirlos y cambiarlos, con el fin de
adquirir otra filosofía de vida. Algunos de estos pensamientos podrían
ser: “nadie me quiere”, “no le resulto interesante a nadie”, “todo el mundo
habla mal de mí”, “no conseguiré nada en la vida”, “no valgo como
persona”…
• EMPIEZA A PRACTICAR EL EGOÍSMO SANO: Aunque socialmente se nos
ha inculcado que el término egoísmo va asociado a algo negativo, ser
egoísta de una manera sana es algo necesario para valorarnos a nosotros
mismos. Debemos darle importancia a lo que nos apetece, a lo que
queremos, a lo que necesitamos... para después, también si nos apetece,
satisfacer las necesidades de los demás. Primero vamos nosotros y luego
van los demás.
• EXPRESA LO QUE PIENSAS Y SIENTES: Habla en primera persona de lo que
piensas y de cómo te sientes. No tengas miedo a generar un conflicto o
malas opiniones. Dale importancia a tus sentimientos y ese miedo
desaparecerá. Asertivamente podemos decir todo lo que queramos, sin
faltar al respeto a la otra parte. Esto hará que nos identifiquemos con
nuestra personalidad que se va forjando y aumentará la seguridad en
nosotros mismos.
• VALÓRATE, QUIÉRETE, CUÍDATE: Empieza por valorar todo lo que puedas
de ti. Escribe en un papel cómo eres, tus defectos y virtudes y dedica un
tiempo a pensar únicamente en tus virtudes. Otros ejercicios podrían ser
los siguientes: Intenta encontrar evidencia en contra de esos
pensamientos tan negativos que tienes hacia ti mismo, por ejemplo, si
crees que eres un mal padre, detente a pensar en todas aquellas
situaciones en las que te has comportado como un padre fabuloso y
apúntalas en un papel. Concédete un baño con sales aromáticas después
de un día estresante de trabajo. No te castigues, permítete disfrutar y
cuídate.
• APRENDE A DECIR QUE NO Y TOMA DECISIONES EN BASE A TU CRITERIO:
Atrévete a decir que no a propuestas o a ideas de los demás, sin justificarte
demasiado. Así los demás sabrán que tienes unos límites y no recurrirán al
chantaje o a la manipulación contigo. Toma decisiones en base a lo que quieres, a
lo que te apetece, y asume sus consecuencias. Aunque al principio sientas rareza,
es normal. Tolérala y verás como, poco a poco, te irás sintiendo más libre y más
seguro.
• ACTÚA “COMO SI”: En teatro es una gran herramienta para practicar diferentes
roles. Crea un personaje que ya tenga la seguridad que deseas y dale vida en tu día
a día. Actuar “como si” hará que los cambios vengan más rápidos. Puede parecer
una tontería pero es una técnica con mucha validez y fiabilidad. “Actúa como si
fueras una persona segura de ti misma, como si te gustaras, como si tu físico te
encantara, como si te vieras guapa. Actúa como si disfrutaras al conducir el coche,
como si estuvieras tranquilo al reunirte con tu jefe”. No implica dar una versión
falsa de ti mismo, sino ir verbalizando un cambio en cómo te ves (o te gustaría
verte) para que, poco a poco, vayan cambiando tus pensamientos. Primero
actuamos “como si” fuéramos personas seguras y así lo verbalizamos para que,
posteriormente, nuestros pensamientos se vayan acoplando a esa nueva visión de
nosotros mismos.
• Temperamento y carácter.
• El temperamento viene a ser la materia prima que sirve de pilar y base para la
conformación del carácter y la personalidad.
• Según los especialistas, es innato, puede tener muchos rasgos heredados y es
inmodificable (lo que no significa que no pueda moldearse mediante la práctica).
• Para facilitar su comprensión global, el temperamento ha sido clasificado en
cuatro tipos:
• Temperamento sanguíneo: alegres, optimistas, les gusta estar en compañía;
tienen calidez. Su modo de actuar privilegia los sentimientos más que el análisis
racional. Cambian de parecer con facilidad, y les cuesta la disciplina formal, ya
que privilegian el placer inmediato.
• Temperamento flemático: son propensos a comportarse tranquilos y serenos,
con perseverancia y cierta racionalidad para enfocarse en sus metas y objetivos.
Valoran la precisión a la hora de pensar y hacer. Suelen ocultar sus enfados y
hasta ocultar sus emociones, por lo que a veces se las observa como algo frías.
Frecuentemente son tímidos y evitan ser centro de atención o sostener rasgos de
liderazgo que los exponga demasiado.
• Temperamento colérico: enérgicos, proactivos, con tendencia al hacer y
emprender. Firmes en sus convicciones, confían en sus propios criterios y suelen
confrontar con los demás. Les gusta ejercer posiciones de liderazgo y poder. A
veces son inflexibles, lo que los lleva a polemizar o generar enfrentamientos.
• Temperamento melancólico: sensibles, creativos, perfeccionistas, perseverantes
y algo introvertidos. Les cuesta tomar decisiones por su tendencia a querer que
todo salga impecable y por la inseguridad de perder el control. a pasar. Suelen
tener tendencia a la tristeza o melancolía subyacente.
Carácter.
• Mientras que con el temperamento nacemos y es el
cimiento de lo que seremos en la vida, el carácter
resulta del trabajo de moldear ese primer rasgo inicial.
Así, el carácter es modificable, educable, adquirido y se
puede modelar y controlar en sus diversas
manifestaciones externas.
• Generalmente se conforma la base del carácter en la
niñez y la adolescencia, a través de las relaciones, la
educación, la interacción social y las experiencias.
• Tener un carácter más fuerte.
Piensa para hacer y no hagas para pensar.
Un impulso puede definirse como una conducta que se hace
manifiesta guiada por una sensación emocional. Las emociones son
naturales en las personas, pero es importante que aprendamos a que
éstas no dirijan nuestra conducta. Cuando aparece una emoción, es
importante identificarla, conocerla y aprender a manejarla de la
manera más adecuada para uno mismo.
El acto impulsivo aparece como respuesta a la primera experiencia
emocional, antes incluso de reconocer esa emoción o dejarla
desarrollarse. Normalmente los actos impulsivos traen consecuencias
negativas que el sujeto no desea. Cuando actuamos por impulsos,
normalmente experimentamos después la sensación de habernos
equivocado o precipitado en nuestra actuación.
Diario emocional
• Registra tus emociones en un diario emocional. Por extraño que te
pueda parecer dedicar un tiempo al final del día a escribir las
emociones que hemos sentido y qué las ha causado nos será de
gran ayuda en su control. Digamos que nos haremos expertos en
nuestras emociones, el modo en que nos afectan según lo que nos
suceda y cómo solemos reaccionar a determinadas circunstancias.
• Atención plena
• Reúne pensamientos que te despierten una emoción concreta y
trata de mantenerla durante un rato sin juzgarla, solo siéntela. Este
ejercicio resta algo de poder a las emociones negativas. Si bien hay
algunas que no son agradables, el experimentarlas durante un rato
de forma consciente te hace ver que realmente no puede hacerte
tanto daño como creías. Para este ejercicio también puedes utilizar
un libro, una película o música que evoquen la emoción elegida.
• Aprende a no dejarte llevar por tus emociones.
A la hora de tomar decisiones importantes, no te
dejes dominar por tus emociones y haz que la razón
tome el control de la situación. Practica la cualidad
de carácter de DOMINIO PROPIO vs desenfreno.
• Enfócate en lo positivo.
Todo lo que vivimos tiene un propósito aunque no
siempre lo podamos ver. Tarde o temprano
descubrirás el aprendizaje que obtuviste de esa
situación.
Determinar cuando vale la pena enojarse
• Una manera de clasificar el enojo es en dos: sano e insano. Uno
pone en alerta ante las injusticias y ayuda a poner límites y
soluciones pacíficas, mientras que el otro es destructivo y daña las
relaciones con los demás.
• ¿En qué es distinto el enojo sano versus insano? Como regla
general, es insano cuando crea problemas en lugar de soluciones.
Las personas con enojo insano tienen fuertes reacciones de ira en
promedio una vez cada tercer día, sus enojos duran por varios
minutos, horas e incluso días o más. Conservan en su mente la
situación que les hizo enojar, especialmente porque se trató de algo
muy injusto, según su punto de vista, por lo cual guardan rencores y
sufrimiento. La intensidad de su enojo alcanza niveles más altos de
los que tendría la mayoría de la gente ante la misma situación
• A diferencia del enojo insano, el sano es útil para
detectar injusticias, resolver problemas y cumplir
metas positivas a largo plazo. El enojo sano tiene una
intensidad controlable que nos activa para encontrar
soluciones de forma constructiva. Las soluciones
consideran tu punto de vista y, al mismo tiempo, el
punto de vista de otros individuos. En el marco del
enojo sano, construyes soluciones para cuidar de ti y lo
que quieres, mientras que también cuidas de las
personas que amas, propiciando el diálogo o
alternativas que satisfagan ambas partes. No es que
una persona esté bien y la otra mal, podría ser solo un
desacuerdo o diferentes perspectivas.
• La siguiente técnica requiere trabajo y mucha
practica, sería buena idea que en primer lugar
seas consiente de que cosas o situaciones te
hacen enojar y como has reaccionado.
• Supongamos que hay una situación
desencadenante que podría molestarte. Antes de
reaccionar pregúntate ¿Vale la pena enojarme
por esto? Si la respuesta es no, pues ya te toca
trabajar contigo que desencadeno que esa
situación te afectara de esa manera.
• Pero si la respuesta es sí.
• Pregúntate ¿Cuál es problema y que es lo
quieres obtener? ¿Qué solución buscas? Y Lo
siguiente es ¿cómo vas a manifestar esta
molestia?
• Características de la Comunicación Asertiva
• Como comunicación asertiva
denominamos aquella mediante la cual
logramos manifestar a los otros de forma
simple, clara y oportuna, lo que sentimos,
queremos o pensamos.
• La comunicación asertiva es una habilidad social
de gran valor, que está asociada a la inteligencia
emocional y a la capacidad para comunicarse de
manera armoniosa y eficaz con los demás.
• En este tipo de comunicación no es necesario
recurrir a la agresividad para comunicar nuestras
ideas, pero tampoco implica que nos retraigamos
o nos encerremos en una actitud pasiva o dócil
que nos impida comunicar lo que sentimos.
• Así, en la comunicación asertiva ha de privar
siempre el equilibrio: se trata de comunicar de
manera clara y objetiva nuestro punto de vista,
nuestros deseos o nuestros sentimientos, con
honestidad y respeto, sin menoscabar, ofender o
herir al otro o a sus ideas u opiniones.
• Por ejemplo, en una situación incómoda, como pedirle
a un amigo que te devuelva el dinero que le prestaste,
podría procederse de tres maneras distintas:
• Agresiva: se le exige que pague el dinero lo antes
posible sin escuchar o admitir excusas o justificaciones,
incluso se puede echar mano de insultos o de motes
desagradables.
• Pasiva: se le dice que no importa si no puede pagar
todavía, y se le insiste en que no se preocupe.
• Asertiva: se le recuerda que aún no ha pagado el
dinero, se escuchan sus razones, y se busca redefinir
una fecha en que sea posible el pago.
• Análisis de soluciones
• En ocasiones, es adecuado ayudar al análisis de
posibilidades respecto a la solución de los
problemas identificados, dándose cuenta de
algunos factores de la situación que no han sido
mencionados, incluyéndolos en sus comentarios
o preguntas pero teniendo cuidado de no opinar
sobre lo que debe hacer. Se trata de ayudarlo a
considerar los factores y posibilidades diversas
que no se hayan tenido en cuenta.
• Técnica de la pregunta asertiva
• Es contestar a nuestro receptor con una pregunta
que pone en positivo lo que se está discutiendo
dando además al cliente la oportunidad de
afrontar en el mismo sentido la crítica o dificultad
que nos haya planteado.
• Ejemplo:
• – Al final no me ha servido de nada.
– ¿Qué cree que podríamos hacer para que esto
no volviera a ocurrir?
• Conclusion:
• “La inteligencia emocional es una forma de
interactuar con el mundo que tiene muy en
cuenta los sentimientos, y engloba habilidades
tales como el control de los impulsos, la
autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la
perseverancia, la empatía, la agilidad mental.
Ellas configuran rasgos de carácter como la
autodisciplina, la compasión o el altruismo, que
resultan indispensables para una buena y creativa
adaptación social”. (Daniel Goleman)

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