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Inteligencia emocional

Cuando hablamos de inteligencia emocional (IE), nos referimos a la habilidad de entender,


usar y administrar nuestras propias emociones en formas que reduzcan el estrés, ayuden a
comunicar efectivamente, empatizar con otras personas, superar desafíos y aminorar
conflictos

Es decir, debemos ser capaces de entendernos a nosotros mismos y a los demás. No en


vano el ser humano es una especie altamente social, por lo que disponemos de una rica
faceta emocional que expresa nuestros estados internos de diversas maneras y nos hace
capaces de conectar con ellos. Desperdiciar este tipo de información sería perder capacidad
para responder a las exigencias del día a día viviendo en sociedad ya que gran parte de
nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones.

El psicólogo estadounidense Daniel Goleman, quien inicialmente habla de este concepto,


señala que los principales componentes que la son los siguientes:

1. Autoconocimiento emocional:

Conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen en


nuestro comportamiento.

Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando estamos en un
estado psicológico poco equilibrado. Tanto si nos encontramos demasiado alegres y
excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las decisiones que tomemos estarán
mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días,
hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más
sencillo poder valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales.

2. Autocontrol emocional (o autorregulación)

Permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar


por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles
son efímeras y cuáles son duraderas, así como en ser conscientes de qué aspectos de una
emoción podemos aprovechar y de qué manera podemos relacionarnos con el entorno.

Esta se centra en el desarrollo de la capacidad para manejar sentimientos adversos y


adaptarse a cambios. Las personas que dominan la autorregulación son buenas para la
resolución de conflictos, la rapidez de reacción y la gestión de responsabilidad o liderazgo

3. Automotivación

Enfocar las emociones hacia objetivos y metas, nos permite mantener la motivación y
establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es
imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que valorar el
ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.

4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)


Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las señales
que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal.
La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que pueden expresar mediante
signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una reacción fisiológica, un tic) nos puede
ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos
relacionamos.

Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso para
comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas empáticas
son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)

Se trata de ser capaz de interactuar correctamente con quienes nos rodean,


independientemente del lugar y la situación. La verdadera comprensión emocional implica
algo más que la comprensión de nuestras propias emociones y los sentimientos de los
demás, también tiene que ver con ser capaz de poner en práctica esta información en
nuestras interacciones y comunicaciones diarias. En el ejercicio de estas facultades se
obtienen habilidades como la escucha activa y la comunicación asertiva verbal y no verbal.

¿Qué características tienen las personas con alto grado de IE?

● Analizan sus emociones y las escuchan, no solo se limitan a sentirlas.


● Conocen sus sentimientos y no los reprimen: estas personas son auténticas y
sinceras, ya que expresan sus sentimientos de forma clara.
● Analizan sus proyectos y sueños: no viven en un sueño constante, sino que saben
razonar sobre lo que sienten y si alguna meta puede ser alcanzada o no.
● Tienen un balance constante en sus acciones: saben que todo tiene su lado bueno o
malo, por lo que dirigen su atención a las cosas que pueden solucionar o que
pueden ser de utilidad para ellos mismos.
● Cuando una persona los altera o algo en su entorno no sale como lo tenían
planeado, analizan qué pudieron haber hecho mal y qué cosas mejorar a futuro. No
se concentran en algo que no pueden controlar.
● Son autocríticos con sus acciones: las emociones no los controlan, ellos controlan lo
que deciden hacer con ciertas emociones y reconocen cuando algo se les fue de las
manos.
● Se fijan en las emociones de otras personas: intentan ser siempre empáticos con
sus semejantes para saber cómo expresan sus emociones. Así, se relacionan mejor
con los demás.
● Se motivan a sí mismos constantemente: estas personas se emocionan cuando
sucede algo que les gusta o realizan una acción determinada. No se enfrascan en
por qué ya no les motivan cosas antiguas, sino que buscan siempre renovar su
emoción con nuevas experiencias.

Comunicación asertiva
Estilo de comunicación en el que expresas tus ideas, sentimientos y necesidades de forma
directa, segura, tranquila y honesta, al mismo tiempo que eres empático y respetuoso con
las otras personas. Es una forma de comunicarte diplomática y equilibrada en la que
compartes tu punto de vista y defiendes tus derechos, al mismo tiempo que tienes en
cuenta los sentimientos de los demás y respetas sus creencias y derechos. Y lo haces
tomando responsabilidad por tus emociones, sin cargarte con la responsabilidad de otros y
sin culparlos, ni juzgarlos.

Formula

Otros tips

1. Evita las palabras negativas: Aunque tengas algo “malo” que decir, intenta usar
palabras positivas y respetuosas. En este sentido, un error que se suele cometer es
emplear expresiones negativas para echar la culpa a los demás, descalificar al otro,
distorsionar la realidad o sentirte una víctima de la situación. Estas acciones te
pueden perjudicar más que beneficiar. Así que presta atención a la manera en que
expresas las emociones para evitar conflictos.
2. Ordena las ideas: Si tienes dificultades para decir lo que sientes, una buena idea es
anotar lo más importante en un papel. De esta manera podrás seguir un orden, y
cuando te “vayas por las ramas” podrás regresar al punto de partida o donde te
hayas quedado.
3. Emite el mensaje en primera persona: Cuando incluyes a alguien más en el mensaje
estás dando por sentado que conoces lo que siente u opina. A veces, este hábito
puede ser contraproducente o convertirse en un problema. Por ello, es mejor hablar
desde una propia y única perspectiva que, en definitiva, es la que deberías conocer
más a fondo.
4. Espera el momento adecuado: Deja de lado la impulsividad que, a veces, trae varios
dolores de cabeza. En cambio, analiza qué situación concreta es propicia para
hablar y, sobre todo, para conseguir el efecto deseado. No solo para la otra persona,
sino también para ti. Lo mejor es estar con la mente fría, sereno, relajado y confiado.
Espera hasta que eso suceda, y luego comienza la conversación.
5. Presta atención a la comunicación no verbal: Cuando hablas con alguien, comunicas
cosas de forma consciente e inconsciente con el cuerpo y el rostro. Sin quererlo,
mueves las manos, te tocas la nariz, desvías la mirada, etc. Y eso puede ayudarte o
no cuando estás frente a una persona.En esta línea, para expresar las emociones
puedes aprovecharte de ese lenguaje no verbal. ¿Cómo? Usándolos a través de una
postura, una voz segura o unos gestos más tranquilos. Incluso, aunque estés
nervioso, puedes demostrar otra cosa con prestar más atención a los movimientos
corporales.

Importancia de IE

Además del intelecto y la capacidad de razonar que permiten al individuo solucionar


problemas, resulta aún más importante el desarrollo de la inteligencia emocional
para alcanzar el éxito personal y la felicidad. La inteligencia emocional no es una
capacidad estática, sino que varía a lo largo de la vida y el individuo puede
mejorarla con el paso del tiempo.

La habilidad para reconocer, comprender y expresar las propias emociones y las de


otras personas es una facultad que se puede desarrollar y potenciar. De hecho, es
una capacidad fundamental para el buen crecimiento de una persona, para
mantener buenas relaciones interpersonales, poder enfocarse en metas y objetivos
y tolerar y superar los momentos de crisis.

Responsabilidad

Del latín responsum, que significa “obligación”, la responsabilidad es un valor moral


y cualidad de las personas que cumplen con sus obligaciones y promesas al tiempo
que son consecuentes con sus actos y aceptan las consecuencias de sus
conductas, elecciones y comportamientos.

La cualidad de ser responsable significa cuidar de sí mismo y de los demás, en


respuesta a la confianza que las personas depositan entre nosotros. Cuando somos
responsables, estamos expresando el sentido de comunidad y de compromiso que
asumimos con los demás. Por tanto, encontrándose en cualquier ámbito de nuestra
realidad, es uno de los principios más fundamentales para relacionarnos con
nuestro entorno de una forma plena

La responsabilidad es un valor y una práctica ética, ya que impacta en la vida


familiar, académica, laboral y ciudadana.

Una persona responsable asume las consecuencias de sus acciones. Por ejemplo,
cuando una persona daña accidentalmente un objeto ajeno y se dispone a repararlo
o sustituirlo por uno nuevo.

También se dice que alguien es responsable cuando cumple con sus deberes de
manera oportuna y eficiente. Por ejemplo, es responsable una persona puntual en
su trabajo, que lleva a cabo las tareas y objetivos asignados de la mejor manera
posible.

Y toma decisiones de forma consciente, pensadas y razonadas de una forma


integral.

La responsabilidad abarca muchos aspectos de la vida, por eso se habla de


diversos tipos de responsabilidad, hablaremos acerca de algunos de ellos:

1. La responsabilidad académica es aquella que desarrollamos para con


nuestra educación. Un estudiante responsable es capaz de esforzarse en
estudiar y de cumplir con sus obligaciones académicas ya que adopta un
compromiso consigo mismo y con el futuro que a corto, medio o largo plazo
desea tener.
2. Por responsabilidad civil entendemos aquel valor que empuja a una persona
a resarcirse del impacto negativo que sus acciones han tenido en terceras
personas. Ya sea de forma voluntaria o involuntaria, hay veces que podemos
hacer daño a nivel emocional o físico a otra persona. Siendo responsables,
buscaremos la forma de reducir su dolor o compensar la situación, habiendo,
por supuesto, pedido perdón y no habiendo huido de las consecuencias de
nuestros actos.
3. Por responsabilidad social entendemos aquella modalidad de la misma que
nos hace adoptar compromiso para con la sociedad en conjunto. Así pues,
una persona responsable socialmente es aquella que actúa acorde a las
normas y valores morales que imperan en su sociedad para que su
comportamiento no atente contra las libertades ajenas.
4. Por responsabilidad afectiva entendemos aquella virtud que debe imperar en
las relaciones interpersonales, especialmente en el ámbito de la pareja, que
nos hace comunicar nuestros sentimientos y expectativas de una forma
comprometida. Responsabilizarnos del respeto por la relación y de las
emociones de la persona con quien compartimos un proyecto de vida.
5. Por responsabilidad laboral entendemos aquel valor que hace que la persona
se comprometa con su trabajo y con todo aquello relacionado con su entorno
profesional. Ya sea desde el punto de vista del empleado o del empleador,
ser responsable laboralmente implica comprometerse con nuestro trabajo,
asumir las consecuencias de nuestros errores y maximizar el rendimiento de
la empresa sin olvidar el bienestar de nuestros compañeros, superiores o
subordinados.

¿Cómo ser disciplinado?

1. Establece tus metas y plan de ejecución

Escribe tus metas con palabras concisas y desde una perspectiva positiva, piensa
en lo que representan en tu vida y luego establece fechas para alcanzarlas y
ejercitar un ritmo constante. Es importante que si no logras alguna meta no te
juzgues, toma la experiencia y regresa siempre a tu disciplina, las recompensas
llegarán.

2. Reconoce las áreas de oportunidad para ser disciplinado

Todos tenemos un talón de Aquiles que provoca algún efecto particular en nosotros.
Ya sea dormir más en las mañanas, comer comida chatarra o ser adictos a algún
programa de televisión, todos contamos con obstáculos a la hora de cumplir con
nuestras metas.

Es importante que puedas reconocer cuál es tu punto débil y así trabajar en él. La
disciplina debe ejercitarse constantemente, se desarrolla poco a poco como un
músculo. No te asustes si al principio tienes una disciplina “débil” ¡siempre puedes
trabajarla! y poco a poco notarás que se vuelve más natural en ti.
Ser consciente de tus debilidades también te permitirá conocer tus fortalezas,
recursos personales y límites, lo que hará que te transformes en la mejor versión de
ti mismo.

3. Identifica tu motivación

Para ser disciplinado este es un punto muy importante, ¿Cuál es la razón por la que
cada día te levantas? El motor que te mueve a alcanzar tus metas. Este combustible
es muy importante para lograr todos tus sueños, la voluntad tiene un vínculo directo
con nuestro quehacer diario, es la razón por la que queremos lograr nuestros
objetivos. La motivación nos permite conectarnos con nuestra voluntad y fuerza
interior. Para reconocerla solo tienes que mirar hacia adentro, entender tus anhelos
más profundos y el porqué de las cosas.

4. Aprende a manejar la procrastinación

5. Avanza con pasos pequeños

Un error muy común cuando buscamos ser disciplinados es enfocarnos en todo lo


que tenemos que hacer. Esta situación termina por ponernos en un estado de alerta
y con el stress vemos todo con menor claridad. ¡Alcanza tus metas a través de
pequeños pasos! En lugar de intentar cambiar todo en un día, enfócate en solo una.
No puedes ser una persona diferente de la noche a la mañana, disfruta y abraza el
proceso.

6. Establece una rutina

Es importante que te organices y administres tu tiempo conscientemente, establece


una rutina que contemple los quehaceres del día, incluye tareas de trabajo,
compras, limpieza, ejercicio, tiempo de recreación y descanso. Recuerda que,
aunque en un inicio no salga perfecto, siempre puedes mantenerte firme, ir paso a
paso y ser disciplinado a lo largo del tiempo.

7. Prémiate por tu disciplina

Después de lograr una o varias metas piensa en algo que quieras darte como
recompensa cuando lo logres, esto puede servir como motivación, te hará sentir tu
propio apoyo y te dará una razón para concentrarte. No celebrar tus logros podría
estar afectando tu capacidad de desarrollar nuevos hábitos, establecer mejores
relaciones y alcanzar tus objetivos personales y profesionales; es muy importante
que festejes y celebres tu esfuerzo, esto te ayudará a seguir motivado y fortalecer
cada vez más tus hábitos.
Y aunque es cierto que el hecho de ser responsable es, en gran parte, un rasgo de
la personalidad, no debemos olvidar que también es un hábito y que, como tal,
puede (y debe) trabajarse.

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