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¿Qué es la empatía y cómo desarrollarla?

¿Qué es la empatía?

Tal y como define la RAE (2019), es el sentimiento de identificación con alguien o la


capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Además, es uno de
los requisitos de la inteligencia emocional y está relacionada con la compresión, el
apoyo y la escucha activa.

Es la capacidad para entender los sentimientos y las emociones de una persona


incluso cuando lo está pasando mal. Es importante no confundirla con emociones
como la compasión, puesto que en este último caso la persona, aparte de ponerse en el
lugar del otro, también intenta ponerle fin a su sufrimiento. Es decir, la empatía es un
requisito para la compasión, pero la compasión implica también poner fin al sufrimiento
mientras que en la empatía no necesariamente.

¿Qué características tiene la persona empatía?

Para ser una persona empática hay que reunir una serie de características:

 Sensibilidad y sentir lo que otros sienten. Las personas empáticas son sensibles y


entienden los sentimientos de los demás. Sin embargo, en ocasiones esto puede ser
un arma de doble filo porque pueden sentirse obligados a involucrarse de manera
activa con el otro, aunque el conflicto no tenga que ver con ellos mismos.
 Les gusta escuchar. Escuchan de manera activa, es decir, no se limitan a oír lo que la
gente dice. Se concentran en lo que la otra persona les está diciendo, analizan el
porqué de que la persona se siente como se siente, lo legitiman y dan respuestas
acordes a ello.

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 No son extremistas. No creen que todo sea blanco o negro, saben que hay una
bonita gama de grises en medio. Por ejemplo, cuando les surge un conflicto no se
posicionan fácilmente, intentan buscar respuestas intermedias.
 Son respetuosas y tolerantes. Las personas empáticas respetan las decisiones de los
demás, aunque ellos no hubiesen tomado esas mismas decisiones. Por ejemplo,
María y Juan son hermanos. Juan se ha enfadado con sus padres porque no le han
apoyado en uno de los momentos más importantes de su vida. María a pesar de que
no habría actuado de la misma manera, respeta a Juan, es empática, entiende la
situación y le ofrece su apoyo.
 Entienden la comunicación no verbal. Se fijan tanto en el lenguaje verbal como en el
no verbal. Atienden a gestos, miradas, inflexiones y tonos de la voz, etc. Con lo
que consiguen no solo entender el mensaje verbal, si no extraer el mensaje emocional
que el lenguaje no verbal contiene.
 Creen en la bondad de las personas. Cuando conocen a alguien, aunque esa persona
tenga “mala fama”, presuponen que la persona es buena hasta que no les
demuestre lo contrario. Creen que la gente es buena por naturaleza.
 Pueden tener un estilo de comunicación pasivo. En ocasiones, el intentar entender a
los demás puede hacer que dejen de lado sus propios intereses y derechos. Por
ejemplo, en el caso de María, decide ser empática y apoyar a su hermano, aunque eso
le suponga tener un conflicto con sus padres.
 Hablan con cuidado. Miden siempre sus palabras porque saben que según cómo
digan las cosas pueden hacer daño a la otra persona. Intentan ser cuidadosos y
expresarse con tacto teniendo el menor impacto negativo en el otro.
 Entienden que cada persona es diferente. Comprenden que cada persona tiene unas
necesidades y que todos somos diferentes. Saben tratar a cada persona acorde a
sus circunstancias.

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Qué beneficios tiene la empatía

Los beneficios que tiene ser empático son muchos y muy buenos. Entre los principales
se encuentran: ayuda a sentirte mejor contigo mismo, ayuda en la resolución de
problemas, desarrolla las habilidades sociales, ayuda a tener respeto por el resto de
personas, ayuda a conectar mejor con otras personas, sube la autoestima propia, nos
hace ser respetables, ayuda a ser justos, ayuda a no juzgar a otros, fomenta el desarrollo
emocional, contribuye a la inteligencia emocional, etc.

 ¿Cómo fomentar la empatía?

Existe una serie de tareas que se pueden realizar para fomentar la empatía. Te
mostramos algunas de las más importantes:

o Desarrolla la escucha activa. Fue descrita por Carl Rogers, se trata de una técnica de
comunicación que hace que sepamos escuchar y entender lo que la otra persona
nos dice y que a la vez sepamos transmitirle que lo hemos entendido. No se trata
solo de oír, sino de escuchar y entender. Es importante que desarrolles la escucha
activa porque como hemos visto es una característica de las personas
empáticas. Aprende a escuchar lo que los otros te dicen mientras que tratas de
entenderlo y ofreces un feedback (retroalimentación).
o Vive sin prejuicios. Como hemos visto, las personas empáticas son respetuosas,
tolerantes y no juzgan a los demás. Quizás no estés de acuerdo con las decisiones de
otras personas, pero tienes que tratar de tomar distancia y entenderlas, aunque tú
no hubieses actuado de la misma manera.
o Sigue pautas saludables. Concéntrate en las expresiones verbales y no verbales de la
otra persona, contesta de una manera adecuada, responde en un tono afectivo similar

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al de la otra persona, muestra interés por lo que te está contando, concéntrate en
lo que no expresa con palabras, etc. (Bados y García, 2011).
o Entiéndete a ti mismo. Para entender al resto de personas y ser empático con
ellas primero lo tenemos que serlo con nosotros mismos. Intenta entenderte,
conocerte y ser empático con tus propios sentimientos y acciones.

¿Ejercicio de empatía?

Te proponemos un ejercicio para que intentes aumentar tu empatía. Este ejercicio fue
propuesto por García-Grau, Fusté, Balaguer, Ruíz y Arcos (s.f.).

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En muchas ocasiones nos cuesta tener empatía con una persona en concreto. Por ello, te
recomendamos que pienses en esa persona y que cojas un papel para que puedas escribir
la respuesta a las preguntas que te planteamos. En cursiva te mostramos un ejemplo de
cómo tendrías que hacerlo.

1. Apunta el nombre de esta persona y la relación que tiene contigo.

Alicia es mi mejor amiga. Nos conocimos en el instituto cuando


éramos jóvenes y ha sido un gran apoyo durante muchos años de mi
vida.

2. Describe las situaciones en las que te resulta difícil ser empático con esta
persona.

Me cuesta entender cuando mi amiga pretende controlar cada cosa que hago y me
pregunta constantemente qué voy a hacer.

3. Describe qué hace la otra persona para que te resulte difícil ser empático con ella
(por ejemplo, actitudes, expresiones, etc.).

Me llama muchas veces al día y me pregunta incluso lo que voy a poner para comer.
Además, cuando nos sentamos al lado mira la pantalla de mi móvil para intentar ver
las conversaciones que tengo con otras personas. También me crítica cuando salgo
con otros amigos.

4. Describe lo que la actitud de la otra persona te hace sentir.

Me hace sentir mal porque me agobia y me siento cohibida para hacer según qué
cosas. Muchas de las cosas que me pregunta no tienen sentido para ella ni tendría
porqué saberlas.

5. Reflexiona acerca de por qué la otra persona podría estar actuando de la manera
que lo está haciendo.

Puede ser que Alicia tenga miedo a quedarse sola o a que le dé de lado si salgo con
otras personas.

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6. Piensa en qué situaciones tú actúas de la misma manera que esa persona.

Puede ser que yo actúe de la misma manera con mi hermana porque en ocasiones
me pongo celosa cuando sale con otras personas.

7. Adopta la forma de construir la realidad de la otra persona.     

Creo que ella piensa que la voy a dejar sola y que ya no voy a querer saber nada
más de ella.

Conclusiones
En resumen, la empatía es la habilidad que pueden tener las personas para ponerse en el
lugar de otros. Está relacionada con el apoyo, la compresión y la escucha activa. Las
personas empáticas saben escuchar, son sensibles, tolerantes, etc. Además, ser empático
tiene muchos beneficios, como el aumento de la autoestima o el desarrollo emocional.
La empatía se puede entrenar y desarrollar mediante la escucha activa, el respeto y una
serie de actividades y pautas.

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Vinculo positivo: Aprender a ser entrenadores emocionales

El siglo XXI ha sido testigo de un cambio sustancial en nuestra forma de vincularnos,


generada por una profunda transformación de nuestros vínculos. Entre las
transformaciones más importantes, encontramos que la manera de relacionarnos se ha
visto fuertemente influenciada por los grandes avances tecnológicos.

A raíz de lo anterior surge la duda, ¿Cómo podemos favorecer un vínculo positivo entre
nosotros? ¿Cómo podemos mejorar el trato entre familiares, hijos y/o compañeros? Creo
que la solución debe tomar como punto de partida la base proporcionada por la
experiencia profesional y el desarrollo del conocimiento actual.

Lo anterior nos lleva a pensar en el primer concepto: el vínculo positivo. ¿Qué es el


vínculo positivo?, tengo la convicción de que el vínculo positivo es una oportunidad
exclusiva de entregar la experiencia de ser cuidado y enseñar a cuidar a otros,
constituyéndose como las bases de las relaciones interpersonales y siendo una expresión
de la unión de las personas, una unión irrepetible e imprescindible. Gracias a éste
vínculo positivo, se optimizan las principales fuentes de desarrollo afectivo y social.
Asimismo, puede ser visto como una serie de acciones ineludibles de interacción social,
que siguen a las personas durante su viaje por la vida, así como también, permanecerá
como un puente directo de aprendizaje emocional y empático.

Vínculo Positivo en la relación padre-hijo

Quisiera
enfocar este artículo a una de las áreas específicas relacionadas con este concepto de
vínculo positivo, a saber, la relación que establecen padres e hijos. Ello, porque los
vínculos familiares primarios son relevantes a lo largo de toda la vida adulta, razón por
la cual es menester considerar y ser conscientes de la gran necesidad que tienen los hijos
de sus padres, y también, entender que los hijos no sólo son “el futuro”, como
normalmente se dice, sino que también son el presente, y que siempre los padres serán
un referente emocional, y como tal, influyen en la vida de otra persona de forma directa.

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En esta especie de transferencia vivencial, contenida en este intercambio de relaciones,
los padres tienen el gran desafío de formular las condiciones necesarias para un vínculo
sano y adecuado con sus hijos, desafío que pretende formar relaciones sanas y
empáticas entre padres e hijos, y también en lo que respecta a todo tipo de relaciones.

Para poder establecer una relación positiva, deberemos considerar algunas premisas, a
saber, considerar la importancia que los padres tienen en la vida de sus hijos y como
estos hijos necesitan padres activos y sensibles frente a cada etapa y proceso de cambio
de sus vidas. Para aquello, será necesario implicarse emocionalmente con ellos,
brindarles tiempo, y dedicarles  experiencias acordes con sus necesidades, que les
permitan tener un rol activo dentro del hogar.
Como segundo momento, u otra de las acciones que los padres deberían considerar, es
el trabajo exclusivo hacia protagonizar el amor y el cariño en la relación con sus hijos,
es decir, que los padres sean capaces de expresar de forma concreta aquello que sienten
por los hijos, a través de gestos y acciones emocionales.

Involucrarse en las necesidades, etapas y emociones de los hijos cobrará importancia en


una relación positiva, ya que los padres deben escuchar aquello que los hijos van
descubriendo del mundo, y cómo los hacen participar en sus vidas.

Asimismo, verbalizar frases contenidas de mensajes de protección, seguridad y afecto


de manera incondicional, generando una estabilidad emocional en los hijos. Esto
requiere que los padres no condicionen el amor y la protección que están dispuestos a
otorgar a los hijos durante toda su vida.

Ciertamente, es fundamental implementar un sistema comunicativo funcional, que


permita sostener una comunicación fluida y directa, en donde se diga lo que se quiere
decir y no lo que se espera que el otro adivine.

En definitiva, debemos saber utilizar nuestra capacidad desde lo más humano que
tenemos, aquello que nos hace modestamente sabios, esa capacidad reflexiva que sólo
es posible a través de un trabajo dedicado, para dar protagonismo a relaciones mediadas
de cariño.

He aprendido que incluso cuando no se tiene elección, la elección puede ser uno mismo,
por lo tanto, es fundamental protagonizar los vínculos desde lo más positivo posible,
marcando la infancia de los hijos con amor y dedicación, tarea que debe comenzar hoy.

El objetivo de estudio y la tarea global de la psicología infantil busca dar respuesta al


favorecimiento del desarrollo integral y del vínculo sano y positivo entre padres e hijos.
Objetivo que también marca el interés terapéutico, velando por los principios básicos de
convivencia en todo orden de relaciones.

Tengo plena convicción las personas, a lo largo de nuestra vida, olvidaremos aquello
que nos dijeron y aquello que hicimos, pero no lo que nos hicieron sentir. Por tanto,
relevo la importancia del vínculo positivo y su detallado trabajo que debemos realizar
diariamente en ello. Es fundamental que los padres tengan presente que son referentes
emocionales y que depositan en sus hijos las pautas de relaciones primarias.

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¿Qué es el vínculo positivo?
El vínculo positivo puede ser considerado como un prisma a través del cual las
personas le dan sentido a lo que viven, una especie de lente de observación del mundo,
que permite ir transmitiendo formas de relaciones sanas y protagonizadas de respeto y
cariño. De esta manera, constituye una especie de legado o herencia, que se transmite
emocionalmente. De ahí, surge la necesidad de preguntarse: ¿Qué es lo que quiero legar
yo? ¿Qué es lo que quiero que forme la herencia que transferiré?, como hijo, como
padre, como esposo. Esa es la pregunta que movilizará la forma del cambio. Aquel es el
inicio de una reflexión sensiblemente humanizada. Detenernos será altamente
fundamental, entendiendo que somos los actores principales, secundarios y extras de
nuestra vida. Queda en nuestras manos activas, posibilitar vínculos positivos y gestarlos
desde el inicio de la vida.
Considero que existen múltiples formas posibles de favorecer una relación positiva y
estar al servicio emocional del otro. Esa es una tarea que muchos psicólogos
emprendimos y promovemos constantemente, para que cada padre pueda ser
el  entrenador emocional  de sus hijos, lo que significa ayudarles a sostener y sentir las
emociones que van descubriendo día a día, siendo un ejemplo de gestación emocional,
dejando expresar una relación permitida de emociones. Lo anterior quiere decir que
tanto padres como hijos podrán ser capaces de ubicar y llamar por nombre a sus
emociones, y sabrán que una emoción puede tener múltiples expresiones,
implementando una riqueza de vocabulario afectivo, que impactará en las acciones y
resoluciones de la vida de cada niño.
Finalmente, la tarea de los padres es acompañar a sus hijos y detenerse en la tarea
mayor, que es pensar y actuar, dedicándose entera y cariñosamente hacia ellos.

No es posible olvidar, que los padres son los referentes emocionales en los primeros
años de los hijos, y que es misión de los padres cuidar ese espacio simbólico emocional.
Es trascendental generar entornos donde la alegría importe y prevalezca por sobre otras
emociones. Lo anterior, puede idearse como una escuela de vida en el hogar, donde los
hijos florecerán… y los padres lo pasarán mucho mejor.

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Cómo vincularse sanamente con los demás

En Psicología Positiva consideramos que los vínculos interpersonales son una de las
fuentes más poderosas para crear una felicidad real y sostenible. Veamos hoy cómo
mejorar la calidad de nuestros lazos.

 ¿Por qué los demás importan? Las relaciones con los demás nos proporcionan una
conexión emocional, apoyo, seguridad, impactan positivamente sobre nuestro bienestar
emocional y nuestra salud psíquica.

La soledad no elegida puede llegar a ser muy desesperante, pero a veces sin darte
cuenta, eres tú mismo el que va creando ese abismo, alejándote de los demás,
escogiendo personas que no son agradables o siendo intolerante. Recuerda, está en tus
manos generar el cambio y te voy a ayudar en el proceso con estos puntos a tomar en
consideración.
Respeto mutuo
No siempre pensarán igual, pero tener derecho a compartir lo que cada uno piensa sin
ser atacado por el otro ayuda a construir una relación sólida. El respeto también implica
comprender los espacios individuales, no querer cambiar al otro y hablar sin críticas
destructivas.
Comunicarse asertivamente
Aprender a escuchar sin estar ocupado pensando en qué vas a responderle a esa persona.
Decir sin miedo lo que piensas, con firmeza pero sin imponerse. Tienen derecho a ser
diferentes.
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Emociones dañinas a raya
La ira, el egoísmo, la competencia, la envidia, la agresividad y también la desconfianza,
debilitan los vínculos. Así que si te encuentras sintiendo algo de esto, es mejor que
intentes comprender cuál es la raíz de esa emoción y trabajes de inmediato sobre ello.

 Empatía

Debes ser capaz de reconocer los sentimientos del otro, de lograr ponerte en su lugar y
respetar sus necesidades y gustos. Siempre y cuando exista de la otra parte el mismo
respeto, todo puede intentar comprenderse. Las relaciones positivas son equitativas, tú
das, pero también debes recibir. Cuando uno de los dos brinda más que la otra parte,
puede sentirse mal y ese vínculo no llegará a ser sanador.
 
Manejar las discusiones de manera constructiva
Es inevitable que ante personas distintas surjan conflictos, debes hablar las cosas en el
momento oportuno, no dejes pasar lo que te molesta, sé abierto en el dialogo, no temas
pedir algo
o marcar límites. Recuerda de no atacar a tu interlocutor, estas charlas deben ser con
cuidado de no herir susceptibilidades.
Una actitud positiva
No siempre esperes lo peor de los demás, no todos quieren atacarte o abusarse de tu
confianza. Comienza a ser abierto y tener criterio con quienes te rodean. Busca personas
optimistas que te apoyen, tú mismo se constructivo con los demás a la hora de elogiar y
alegrarte por las victorias ajenas.

 Habilidades sociales:

Son también nuestras aliadas a la hora de conocer nuevas personas o mantener vínculos
saludables.
El lenguaje no verbal influye mucho en cómo los demás te interpretan. Puedes ser
alguien muy dulce, pero si tu mirada es muy fría y tu cuerpo se muestra tenso y a la
defensiva, los demás podrían leerte como una persona antipática.
Debes intentar mirar a tu interlocutor a los ojos o en la zona superior del rostro, la
mirada es el complemento de una conversación, si el otro se da cuenta que lo estás
mirando lo entiende como señal de que estás prestando atención.
Sonreír es señal de simpatía y calidez, facilita la comunicación. Presta atención a cómo
está tu cuerpo, ¿encoges tus hombros? ¿cierras los puños? ¿tu cuerpo se muestra
demasiado tensionado?
Los gestos que haces con tus manos o cabeza son importantes también, muestra las
manos abiertas, no cruces los brazos, deja que tu interlocutor vea que estás atento y
receptivo ante la comunicación.
Es tan importante el contenido de tu mensaje como la manera en que lo
transmites. Muchas veces querrás ofrecer una idea distinta o un argumento válido, pero
si tu mensaje es hiriente, prepotente o dicho de un modo agresivo, por más razón que
tengas, tu interlocutor se pondrá a la defensiva y no estará de acuerdo en nada de lo que
digas o tal vez ni te escuche. Sé claro, firme y sobre todo respetuoso a la hora de
comunicar algo al otro.

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¿Qué puedes hacer para actuar de una manera más asertiva?
Valorarte, no enojarte por cualquier nimiedad, evita amenazar a los demás, no ignores a
los demás, admite tus errores y equivocaciones. No temas decir lo que sientes ni pedir
explicaciones.
Espero que estos pequeños consejos puedan ayudarte a la hora de establecer relaciones
más sanas con los demás. Practica estos consejos y amplía tu red social de una manera
positiva.

Vínculo docente-alumno: relación bidireccional

La relación o vínculo dentro del aula entre el docente y el educando es uno de


los aspectos a analizar y organizar por parte del docente, de tal motivo Libaneo, C.
(1991) lo menciona como una situación a tener en cuenta para obtener mejores
procesos de enseñanza. En esta interacción se pueden destacar dos factores
determinantes de este vínculo: un aspecto relacionado a la comunicación de los
contenidos y tareas por parte del docente llamado aspecto cognoscitivo y un
aspecto referido al vínculo emocional y a las normas de convivencia para crear un
ambiente de trabajo adecuado. Siguiendo con el pensamiento del autor, en el transcurso
de enseñar y aprender se da un proceso cognoscitivo, donde hay un intercambio, una
trasmisión de conocimientos y asimilación. El docente debe tener en cuenta ciertas
condiciones, al alumno como centro de la clase, una propuesta basada en contenidos y
propósitos a desarrollar a lo largo de ella. Los docentes deben tener en cuenta la edad,
capacidades y formas de entendimiento de los alumnos. Así del mismo modo los
niños tienen la disposición y potencialidad de aprender e intercambiar conocimientos
con el docente de acuerdo a su grado de desenvolvimiento de acuerdo a la edad.
Cuanto mejor sea la forma de comunicarse, el maestro con sus alumnos, de manera
clara y sencilla, el vínculo será más positivo, así como también al momento de
escuchar e interactuar fluidamente, teniendo en cuenta que es una relación
bidireccional. Los recursos lingüísticos son de gran relevancia en este punto, con un
maestro que hable adecuadamente, con capacidad de explicación, utilizando
variaciones en la voz y explicar a los alumnos qué se espera de ellos para las
actividades fomenta un mejor vínculo. (Libaneo, 1991). En el vínculo social y afectivo
entre docentes y alumnos Libaneo, C. (1991) propone que este no debe ser un vínculo
familiar, si no por el contrario abocado a la totalidad del grupo, teniendo en cuenta que
hay niños que necesitarán atención especial. Propone al maestro como quien ejerce
autoridad en el aula, debido a sus cualidades y preparación. Esta autoridad se funda en
la autonomía del alumno, buscando un alumno autónomo e independiente, considerando
un docente con dominio en los contenidos a enseñar, el control del grupo y la forma de
evaluación, su sensibilidad y sentido de lo justo, la seguridad en el desenvolvimiento
orientando a sujetos activos, autónomo, conscientes de su propia construcción de
conocimientos. De esta manera el trabajo docente permitirá acompañar las
actividades de los alumnos, guiando a través de planificaciones bien determinadas
con todos sus componentes, incluyendo la motivación de los alumnos y normas de
convivencia que permitan el control de la clase. Bisquerra, R. (2011), plantea la
importancia de ese vínculo entre docentes y alumnos, de la educación emocional en los

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centros de enseñanza y la posibilidad de formación permanente de los educadores.
Cuando estos promueven y desarrollan en el aula la educación basada en emociones, los
educadores son percibidos por sus alumnos como ejemplos a seguir e imitar. De tal
modo, esto genera un clima áulico de “respeto y confianza” con los educandos. Cuando
los niños sienten un clima armónico actúan con mayor seguridad. Por ello el educador
tiene un papel fundamental de intermediario con el conocimiento y con los vínculos
en el aula, teniendo cualidades empáticas y flexibles ante las posibles situaciones
de carácter abierto, dando lugar a la participación activa en el proceso de
aprendizaje.
Gold, A. (2015) plantea que existen aspectos de carácter vincular que son muy
complejos y de ellos dependen el impacto que puede tener en las emociones. Todas
esas personas que logran impactar son considerados según el autor cómo “agentes
de salud mental”, los primeros agentes son la familia y en el siguiente orden los
educadores. Estos últimos tienen una gran importancia debido a su vínculo con la
psiquis del niño en desarrollo y el trabajo diario. Este impacto puede ser tanto
positivo cómo negativo, teniendo en cuenta la posibilidad del docente del control, el
manejo de información y el desarrollo de emociones. Cuando un docente logra para
un alumno ser significativo, probablemente tenga un alto nivel de transformarse en
agente de salud mental, logrando el aumento del autoestima de sus alumnos, percepción
de habilidades propias y el valor atribuido como ser humano. Una percepción del niño
de ser amado, aceptado, atención a sus necesidades, comunicación adecuada,
autorregulación de estrategias, respeto, empatía y tiempo dedicado, entrelaza esos
vínculos, impactando emocionalmente. Este impacto no se da en todos los maestros,
quienes sí lo logran son los llamados “agentes de salud mental”. Para que se origine un
ambiente positivo, deben vincularse desde un clima que promueva el fortalecimiento,
una habilidad para crearlo es un buen desarrollo comunicativo. El niño no sólo se ve en
ese caso favorecido con los conocimientos, sino que también incrementa habilidades
sociales y de regulación emocional. De acuerdo a Bisquerra, R. (2011), la
autorregulación emocional en los niños es procesada de diversas maneras y no siempre
de la manera más adecuada, es decir que produzca situaciones armónicas, por tal motivo
el niño debe de poder expresar sus emociones y para que sea posible, los educadores
deben dar garantía de ello brindándole la oportunidad de expresarse y fortaleciendo esas
aptitudes con la creación de estrategias de aprendizaje que posibiliten la
resolución pacífica de conflictos, creando un ambiente armonioso.
Trabajo colaborativo

El trabajo colaborativo, en un contexto educativo, constituye un modelo de


aprendizaje interactivo, que invita a los estudiantes a construir juntos, lo cual demanda
conjugar esfuerzos, talentos y competencias, mediante una serie de transacciones que
les permitan lograr las metas establecidas consensuadamente. Más que una técnica, el
trabajo colaborativo es considerado una filosofía de interacción y una forma personal de
trabajo, que implica el manejo de aspectos, tales como el respeto a las contribuciones
individuales de los miembros del grupo.

En la Tabla 1 se presentan algunas de las conceptualizaciones sobre trabajo


colaborativo que se encuentran en la literatura especializada, con el propósito de

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apreciar sus aspectos constitutivos; entre los que más se destacan están la autoridad, la
negociación y los procesos de diálogo que se dan al interior del grupo, la reciprocidad,
la responsabilidad y las relaciones sociales.

Conceptualizaciones de trabajo colaborativo.

Para, el trabajo colaborativo posee una serie de características que lo diferencian del
trabajo en grupo y de otras modalidades de organización grupal. Algunas de ellas son
las siguientes:

Se encuentra basado en una fuerte relación de interdependencia entre los diferentes


miembros del grupo, de manera que el alcance final de las metas concierna a todos sus
miembros.

Hay una clara responsabilidad individual de cada miembro del grupo para el alcance
de la meta final.

La formación de los grupos en el trabajo colaborativo es heterogénea en habilidades y


características de los miembros; en el trabajo tradicional de grupos, estas son más
homogéneas.

Todos los miembros tienen su parte de responsabilidad para la ejecución de las


acciones en el grupo.

La responsabilidad de cada miembro del grupo es compartida.

Se persigue el logro de objetivos a través de la realización (individual y conjunta) de


tareas.
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Existe una interdependencia positiva entre los sujetos.

El trabajo colaborativo exige de los participantes habilidades comunicativas,


relaciones simétricas y recíprocas, así como un deseo de compartir la resolución de las
tareas.

Según [2], para poder entender el concepto de trabajo colaborativo como


metodología, es preciso detenerse en el encuadre teórico que sustenta este modelo de
enseñanza. Si se parte de la idea de que un proceso pedagógico está impregnado de
habilidades sociales y que la comunicación es inherente en todo grupo humano, la
construcción colectiva de los aprendizajes a través del diálogo se mantiene presente a
través de los tiempos. Trabajar en el aula, para fines comunes, utilizando las estrategias
adecuadas, hace que los estudiantes vayan desarrollando estrategias interpersonales y
altos niveles de pensamiento para un profundo conocimiento del contenido.

De lo anterior, surge el constructo de aprendizaje colaborativo. Este se sustenta en


enfoques cognitivistas. Si se parte de una enseñanza centrada en el estudiante, cómo
promueve el constructivismo, se tiene cuenta lo que pasa al interior de cada aprendiz,
pero también la forma conjunta y social de promover los aprendizajes nuevos y
engancharlos con los que ya existen para crear una estructura de pensamiento cada vez
más pertinente con los procesos de enseñanza y aprendizaje. No solo importa el
producto; son importantes también los procedimientos y rutas para la consecución de
nuevos saberes. De ahí la referencia al constructivismo social como el eje central de este
enfoque. Sin embargo, cabe destacar que no se trata solamente de un enfoque centrado
en el estudiante. De acuerdo con [10], se requiere reforzar y entender la necesidad de
“desplazar la responsabilidad de los aprendizajes a los propios estudiantes que
necesariamente pasa a convertirlos en sujetos activos de la construcción y gestión de su
propio conocimiento”. Es, ir estimulando la autogestión de los conocimientos y el
control de los aprendizajes en manos de los mismos estudiantes.

El aprendizaje colaborativo según [11] es un sistema de interacciones cuidadosamente


diseñado, que organiza e induce la influencia recíproca entre los integrantes de un
equipo. Se desarrolla a través de un proceso gradual en el que cada miembro y todos se
sienten mutuamente comprometidos con el aprendizaje de los demás, generando una
interdependencia positiva que no implique competencia. El aprendizaje colaborativo se
adquiere a través del empleo de métodos de trabajo grupal, caracterizado por la
interacción y el aporte de todos en la construcción del conocimiento. En el aprendizaje
colaborativo el trabajo grupal apunta a compartir la autoridad, a aceptar la
responsabilidad y el punto de vista del otro, y a construir consenso con los demás.

“El aprendizaje colaborativo es un resultado del trabajo colaborativo” [2]. Como se


ha venido exponiendo en las líneas anteriores, este último es una técnica que se centra
en el razonamiento para el pensamiento divergente o pensamiento de la creatividad, a
través de actividades de aprendizaje basadas en el principio de la socialización didáctica
y la interdependencia positiva entre los aprendices. Esa interdependencia es el corazón
de las actividades colaborativas que definen la colaboración y transforman el trabajo
grupal en trabajo en equipo. Para lograr una interdependencia positiva entre los
estudiantes, organizarlos en grupos y decirles que trabajen juntos puede no ser
suficiente [12].

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Dada su habitual confusión, cabe mencionar que el aprendizaje colaborativo se
diferencia del cooperativo. En este último, se hace una división marcada de la tarea que
cada miembro debe realizar, y la responsabilidad del desarrollo de construcción de
saberes recae fundamentalmente en el profesor. En cambio, con el primero, el
colaborativo, las metas son comunes a lo largo de todo el proceso y la autogestión de los
conocimientos se hace cada vez más evidente. Como lo expone [13], “cada paradigma
representa un extremo del proceso de enseñanza-aprendizaje que va de ser altamente
estructurado por el profesor (cooperativo) hasta dejar la responsabilidad del aprendizaje
principalmente en el estudiante (colaborativo)”. Ambos tipos de aprendizaje,
cooperativo y colaborativo, se fundamentan en el constructivismo. Sin embargo, el
cooperativo responde a la vertiente piagetiana y el colaborativo al enfoque sociocultural
[14].

Para incorporar en el aula el trabajo colaborativo como una estrategia didáctica para
la enseñanza-aprendizaje, y, que como se mencionó anteriormente, redunde en un
aprendizaje colaborativo, se hace necesaria la utilización de técnicas que lleven a la
práctica la estrategia.

Las Técnicas de Aprendizaje Colaborativo (TAC), más comunes y las que vayan
surgiendo de la experiencia educativa, según [3], pueden organizarse en categorías que
comparten aspectos fundamentales, a pesar de que las líneas divisorias no son precisas.
Esta organización se muestra en la Tabla 2.

Tabla 2.
Categorías de TAC.

Es importante destacar que cada TAC representa un propósito o un enfoque


particular. Sin embargo, no son competencia entre sí o mutuamente excluyentes, por el
contrario, son complementarias. De hecho, en la práctica, una estrategia didáctica

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basada en trabajo colaborativo se puede componer de enfoques y recursos de varias
TAC.

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