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PSICONEUROENDOCRINOINMUNOLOGÍA EN EL SISTEMA

CARDIOVASCULAR

El gasto cardíaco, el ritmo y la presión arterial, entre otros, son elementos


indicadores de la función cardiovascular, por ello, variaciones en el pulso y la
presión arterial, por ejemplo, se suelen utilizar como medidores fisiológicos de
la reacción emocional a diferentes estímulos, porque se sabe que las
emociones como el miedo, la ira, la alegría, etc. pueden modificarla), así como
la reacción de lucha-huida como respuesta al estrés. Al igual que ocurre en
otros sistemas, una respuesta de estrés intenso y prolongado, así como
algunos rasgos de personalidad, pueden producir alteraciones en el sistema
cardiovascular que lejos de convertirse en respuestas de ayuda para la
supervivencia, acaban produciendo lesiones estructurales permanentes y
progresivas El corazón tiene una rica inervación vegetativa, donde el sistema
nervioso simpático acelera la frecuencia cardíaca y el parasimpático la
disminuye. En estado de reposo predomina la respuesta vagal, con poca
actividad simpática, al contrario de lo que ocurre en las respuestas de alerta,
lucha y huida, de frío o de dolor, entre otras, donde se suele producir una
intensificación de la frecuencia y respuesta cardíaca. Debemos señalar que el
miedo, o mejor, la sensación intensa de miedo, es una emoción que tiene una
forma de respuesta particular pudiendo producir una reducción de la frecuencia
cardíaca al tiempo que disminuye la presión arterial, provocando así el síncope
emocional

A grandes rasgos podemos describir el estrés como uno de los grandes


factores implicados en los accidentes cerebrovasculares por esa activación del
sistema nervioso simpático que desencadena, que conlleva a su vez el
aumento de la frecuencia cardíaca y la vasoconstricción de las principales
arterias (la inervación de los músculos que las rodean dependen de esta rama
del sistema nervioso autónomo), y con ello el aumento de la presión arterial.
Para hacer frente a la respuesta inicial de alarma se constriñen las arterias
mesentéricas, que son las que riegan el tracto digestivo, y también las que
aportan sangre a la piel y los riñones, favoreciendo de este modo un mayor
flujo sanguíneo a la musculatura y el cerebro
Por otro lado, la puesta en marcha del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal
(HHS), de respuesta más lenta pero más duradera, en caso de continuar el
estímulo estresante, contribuirá al aumento de la concentración de lípidos en
sangre, lo que podrá facilitar también el desarrollo de las placas de ateroma.
Para dar respuesta a una situación de estrés el hipotálamo segrega el factor
liberador de corticotropina (CRF) al sistema circulatorio hipotalámico-pituitario.
En un plazo de 15 segundos aproximadamente, el CRF activa la pituitaria para
que libere la corticotropina (ACTH), que será la que, en unos minutos, una vez
alcance el torrente sanguíneo sistémico y llegue a las glándulas suprarrenales
provoque la liberación de los glucocorticoides para poder generar la respuesta
adaptativa a los estresores

Es el mantenimiento en el tiempo o la activación repetida la que provocará que


se pongan en marcha también la supresión de la actividad del sistema
inmunitario, el aumento de la irrigación gástrica y la aparición de sentimientos
asociados a los estados depresivos, así como un desgaste en el sistema
cardiovascular, que será el originador de patologías, por la facilitación de la
formación de las placas de ateroma. Los puntos de bifurcación presentes en la
red vascular, facilitadores del riego sanguíneo en todo el organismo, sufren un
gran desgaste por el aumento de las presiones mantenidas o repetidas que se
generan; éste puede degenerar en daño de la pared del vaso, y a estos puntos
se le adherirán los lípidos y ácidos grasos y colesterol que se vertieron al
torrente sanguíneo por la activación del eje (HHS), engrosando la pared
vascular y estrechando la luz del vaso. De entre todos los órganos, el corazón,
el cerebro y los riñones son los que parecen tener mayor índice de afectación,
de ahí la alta incidencia de anginas de pecho, infartos de miocardio, trombosis
cerebrales y fallos renales que encontramos secundarias a las situaciones de
estrés.

La respuesta cardiovascular de los sujetos es personal, e incluso en ellos


mismos variante en las distintas circunstancias, por la gran influencia que tiene
el aprendizaje previo del sujeto. Un ejemplo sería la eficacia de los reflejos
barorreceptores a la hora de acelerar o disminuir el ritmo. Durante el sueño
tenemos un estado de hipotensión, contrario al de la vigilia; la hipotensión
ortostática (producida al cambiar la postura de decúbito supino a la erecta) es
normal a la hora de despertar del sueño profundo, al salir de un baño caliente,
etc.

En cambio, todo esto deja de ser natural si nos referimos a otra circunstancia
como pueda ser la labilidad neurovegetativa que algunos individuos presentan
y que hace que estas respuestas se produzcan de un modo en exceso
frecuente; en el otro extremo se sitúa la respuesta exagerada y poco
adaptativa, que de ser funcional y transitoria termina por producir una
degeneración y patología cardiovascular

Es una reacción semejante a la que se produce cuando practicamos ejercicio,


tenemos un cambio postural brusco, estornudamos, etc. Es una respuesta
adaptativa ante un aumento de la demanda de presión arterial, que se
convierte en desadaptativa cuando se produce con demasiada frecuencia y
ante estímulos que no necesitan de la misma, como puedan ser los estados de
ansiedad y estrés emocional, donde no es infrecuente que se acabe
desarrollando una enfermedad coronaria, con todo lo que ello conlleva de
gravedad de pronóstico. Suelen ser pacientes con dificultad para expresar sus
emociones, reprimidos y temerosos, y en ocasiones hostiles con gran
necesidad de calor humano y afecto.

La mala regulación emocional del estrés, la ansiedad, la inestabilidad subjetiva


y determinados tipos de personalidad, como la “tipo A” (hiperactividad, excesiva
ambición social y competitividad, alto grado de agresividad a menudo
contenida, hostilidad, sensación continua de falta de tiempo, impaciencia,
tendencia a hablar rápido y alto y con tensión muscular y facial, etc.), entre
otros, también influye en el desarrollo de esta patología

Estas características socio-psicológicas se sabe que generan una


vulnerabilidad para enfermar, pero se piensa que también los mismos estados
negativos que provoca la enfermedad, con alta incidencia de estrés, las
pruebas a las que se deben ver sometidos, así como los procedimientos
terapéuticos, se convierten en factores sumatorios y confluyentes

Patologías coronarias
Taquicardias, patologías coronarias y estados de hipotensión e hipertensión
suelen ser algunas de las respuestas cardiovasculares más frecuentes ante las
emociones, siendo la taquicardia paroxística una de las principales
manifestaciones fisiológicas, y consecuencia directa de la estimulación
catecolaminérgica

Dentro de la incidencia de infarto de miocardio es frecuente descubrir que se


produce tras confrontaciones interpersonales activadoras de sensaciones de
frustración y angustia o tras periodos de un grado excesivo de autoexigencia y
mala gestión del tiempo y las propias fuerzas y limitaciones, así como tras
importantes cambios en la organización vital.

Otro aspecto importante determinante del buen funcionamiento del sistema


cardiovascular, a nivel fisiológico, es la buena circulación coronaria,
fundamental para satisfacer las necesidades del músculo cardíaco. En este
sentido, aunque se sabe que las buenas condiciones de cuidados y hábitos de
vida tienen un papel muy importante, las emociones y la salud psíquica del
sujeto también juegan un rol determinante, es decir, el hábito tabáquico, el
consumo de alcohol, la alimentación rica en grasas y triglicéridos, la falta de
ejercicio físico, etc., son factores de riesgo que tienen una alta influencia en el
desarrollo de arterioesclerosis coronaria, entre otras patologías, presentes en
ambos sexos, aunque con algunas diferencias fisiológicas, ya que según los
estudios las mujeres tienen las arterias coronarias más finas y también
diferentes propiedades electrofisiológicas y composición plaquetaria. Aunque
no hay que olvidar el componente genético, la aparición en edades cada vez
más tempranas de estas patologías secundarias a esos estilos de vida
inadecuados, está llamando la atención en aumento entre los investigadores.

Medidas como dejar de fumar, evitar las grasas en la dieta, la práctica de


ejercicio físico y buena organización del descanso son tan importantes como un
buen control y manejo de la ansiedad, la obsesión, la impulsividad, el
reconocimiento de las necesidades de afecto, etc., y en definitiva, un correcto
manejo de las emociones.

Hipertensión
La hipertensión es una de las patologías que más secuelas y enfermedades
provoca ya que un gran número de crisis cardíacas y accidentes
cerebrovasculares son consecuencia de estados hipertensivos, agudos o
mantenidos en el tiempo, y se estima que uno de cada cuatro adultos de más
de 25 años la padece, pero de todos ellos, sólo en el 20% de los casos es
posible descubrir el motivo o la causa real de esa hipertensión, que suele ser
renal, endocrina o por obstrucción de las arterias. El otro 80% conforma lo que
se conoce como hipertensión esencial, primaria o idiopática, cuyo comienzo es
insidioso y su desarrollo progresivo. Síntomas como mareos, zumbidos de los
oídos, irritabilidad y cefaleas son característicos, y entre sus consecuencias
más directas está el envejecimiento prematuro de las arterias, con la afectación
colateral que ello conlleva de distintos órganos como el corazón, cerebro o
riñones, que son los más afectados. Al inicio del proceso, este estado
hipertensivo se equilibra a costa de un aumento del gasto cardíaco, con sus
correspondientes consecuencias.

La Fundación Española del Corazón (2017) establece que las cifras para
considerar una presión arterial normal serían de 120/129 mmHg para la
sistólica y 80/84 mmHg para la diastólica. Se considera "alta" cuando la tensión
sistólica se sitúa entre 130/139 mmHg y la diastólica entre 85/89 mmHg. En las
personas que padecen diabetes estos valores cambian y se considera alta
cuando pasan de 140/85 mmHg.

Reiser y Bakst aportan la interesante correlación de la respuesta hipertensiva


ante situaciones de estrés, establecida como respuesta a un mecanismo de
condicionamiento autonómico producido en la infancia. Cuando el niño
pequeño llora como respuesta a una situación estresante, se produce un
aumento de la presión intratorácica, con disminución del retorno ventricular y
del gasto cardíaco. Como mecanismo compensatorio, la frecuencia cardíaca y
la resistencia periférica aumentan, pudiendo mantener de este modo la
perfusión de los órganos vitales. Si esta forma de reacción neurovegetativa es
reproducida y reforzada en otros momentos a lo largo de su desarrollo, puede
llegar a producirse un fenómeno de condicionamiento operante, donde la
reacción hipertensiva quedará asociada a la experiencia de situaciones de
estrés y a la expresión de emociones.
Hipotensión

La presión arterial es muy sensible a todo estímulo capaz de provocar


respuestas emocionales, tanto referida a la hipertensión como a la hipotensión.
Con relación a la hipotensión y el síncope vasovagal debemos saber que
hechos tales como el dolor intenso, las lesiones tisulares, la anemia y la
reducción del volumen sanguíneo en general, la vasodilatación periférica, el
calor, la ingesta excesiva del alcohol, entre otras circunstancias, son
predisponentes a su aparición, pero también la excitación emocional,
provocando en el sujeto una disminución del flujo sanguíneo cerebral
incompatible con los valores necesarios para el mantenimiento de la
consciencia; se pierde el tono muscular, pero lo normal es que el sujeto se
recupere de forma espontánea en unos pocos segundos. En el aspecto
fisiológico lo que ocurre es que, si al principio, en la fase prodrómica, la presión
arterial y el pulso pueden tener un ligero ascenso reactivo y preparatorio para la
reacción del cuerpo, en seguida, sigue un descenso rápido y brusco de la
presión arterial, llegándose al desmayo cuando ésta desciende a 60 mm de
mercurio; la frecuencia cardíaca, también suele disminuir cayendo por debajo
de las 30 pulsaciones por minuto, todo ello reflejo del bloqueo parasimpático
del marcapasos cardíaco

Fenómeno de Raynaud

El fenómeno de Raynaud, que es una afección que se presenta sobre todo en


las zonas frías, y sobre todo en mujeres, aunque se cree que afecta entre el
3% y el 5% de la población general. Quienes que lo padecen sufren de
episodios de isquemia transitoria en las extremidades de los miembros
superiores, manifestada clínicamente por el cambio de coloración digital, de
palidez cianótica a rojo intenso. Debe su nombre a Maurice Raynaud, ya que
fue el primero es describir este fenómeno, y se cree que se debe a la
vasoconstricción de arterias y arteriolas, siendo la manifestación clínica de un
problema generalizado vasoespástico, frecuente en pacientes que padecen de
migrañas y esclerodermia.

1. Gómez AMS. emocional y salud en estudiantes universitarios” [Internet].


Ucam.edu. [citado 2021]. Disponible en:
http://repositorio.ucam.edu/bitstream/handle/10952/2378/Tesis.pdf?
sequence=1&isAllowed=y
2. Pérez Martín OG, Vega García IG. Inmunología en el humano sano.
Psiconeuroendocrinoinmunología. [Internet]. La Habana: Ecimed; 2017.
Disponible en:
http://www.bvs.sld.cu/libros/inmunologia_humano_sano/indice_p.htm
3. Solomon G, (2005). Psiconeuroinmunología: Sinopsis de su historia,
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http://www.biocognitive.com/pdf/psiconeuroinumologia%.pdf. Eiguchi K,
& Sonería, S. 2002. Psiconeuroinmunoendocrinologia en enfermedades
autoinmunes. Archivos de Alergia e Inmunología Clínica 33 (1): 8-16

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