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PROCESOS A LOS QUE ESTÁN SOMETIDOS LOS FÁRMACOS

ALUMNA:
KAREN LORENA CUENTAS GARCÍA

DOCENTE:
JHON JAIRO RODRÍGUEZ

CEPRODENT
ENFERMERÍA
II SEMESTRE
SAN ANTERO CÓRDOBA
2019

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INTRODUCCIÓN
La farmacocinética es el estudio de cómo el organismo procesa el fármaco. Se
estudian la absorción, la distribución, el metabolismo y la excreción (ADME) del
fármaco, además de la biodisponibilidad, determina cuán a menudo, en qué
cantidad, forma de dosificación y por cuánto tiempo debe administrarse para que
alcance y mantenga las concentraciones plasmáticas requeridas
En palabras simples es lo que el organismo hace sobre el fármaco.

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OBJETIVOS
 Conocer los procesos farmacocinéticos: absorción, distribución,
metabolismo y excreción.
 Identificar los parámetros para su cuantificación: biodisponibilidad,
volumen de distribución, vida media de eliminación.
 Conocer las condiciones fisiológicas y patológicas que determinan
variabilidad en los procesos farmacocinéticos.

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ABSORCIÓN Y VÍAS DE ADMINISTRACIÓN
La velocidad de absorción se puede modificar por factores propios del fármaco o
por factores propios del sitio de absorción.

Entre los primeros están la liposolubilidad y la constante de disociación, es decir,


si se ioniza o no. También está la concentración o dosis, que está dada por la
cantidad que existe en el tiempo cero de aplicación en el sitio de la administración
y que determina el gradiente que va a empujar la droga a través de la membrana.
Si se administra una cantidad muy pequeña, es probable que ese gradiente no se
establezca o que dure muy poco. Finalmente, es importante la forma farmacéutica,
que puede limitar la velocidad de la absorción. Por ejemplo, existen muchas
formas farmacéuticas que se pueden administrar por vía oral: solución, jarabe,
presentaciones en gel y sólidas, que incluyen cápsulas, tabletas, comprimidos,
pastillas y otras; cada una de ellas tiene una velocidad de desintegración distinta.
Es obvio que la solución no se desintegra, ya está disuelta, por lo tanto la
velocidad de absorción de una solución es mucho mayor que la de un comprimido,
que primero se debe desintegrar, lo que en general ocurre en el estómago, para
que la forma activa se disuelva en la fase acuosa intestinal y se absorba. La vía
sublingual es variable; por ejemplo, cuando se aplica nifedipino se punciona la
perla y se aplica, lo que equivale a administrar una forma líquida, mientras que el
Isordil (isosorbide) sublingual es una forma sólida. 

Entre los factores propios del sitio de absorción está la superficie de absorción; el
intestino es un ejemplo muy claro, ya que su gran superficie permite la rápida
absorción de medicamentos, al igual que los pulmones. La piel tiene el
inconveniente de que es una barrera y que las sustancias deben ser
extremadamente liposolubles para absorberse; los esteroides fluorados son muy
liposolubles y por eso se absorben por vía dérmica, mientras que la hidrocortisona
tiene muy mala absorción. La irrigación del tejido es otro factor importante, que
explica por qué la Aspirina, por ejemplo, no se absorbe en el estómago, porque
este órgano tiene poca irrigación, a diferencia del intestino; mientras mayor es la
velocidad del flujo sanguíneo en el intestino, mayor es la velocidad de absorción,
lo que ocurre en el estado postprandial. Muchos medicamentos se podrían
absorber más rápido sobre las comidas que antes de las comidas. Algunos se
tienen que absorber en ayunas, pero es por otras razones.

La velocidad de vaciamiento gástrico y la velocidad de tránsito intestinal también


afectan la velocidad de absorción; si el fármaco pasa con rapidez por el intestino,
no alcanza a entrar en contacto con la mucosa y sale intacto del tubo digestivo. La
presencia de enzimas metabolizantes es otro de los factores influyentes: si en la
mucosa intestinal existen estas enzimas, el fármaco no alcanzará la sangre, ya
que será inactivado por éstas. Por ejemplo, la adrenalina por vía oral no se
absorbe debido a la presencia de la monoaminoxidasa (MAO) intestinal, que la
degrada rápidamente; si no hubiese MAO intestinal se podría administrar por vía
oral. Lo mismo pasa con la insulina, es una proteína que es degradada por las

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enzimas pancreáticas. En cambio, el neosintrón, que es un anticoagulante, se
absorbe por vía oral sin problemas, tanto así que se llama anticoagulante oral, no
tiene el problema de que las enzimas pancreáticas o intestinales lo digieran.

Muchos medicamentos pueden ser transportados por un grupo de transportadores


inespecíficos, como la glicoproteína P, que transporta todas las moléculas que
encuentra y se ubica en múltiples sitios. En el intestino, estos transportadores se
ubican desde la luz intestinal hacia la sangre y se encargan de ingresar
sustancias; en la barrera hematoencefálica miran hacia la cara cerebral y extraen
sustancias desde el cerebro hacia la sangre, ya que aquí no entra nada; en el
riñón están mirando hacia la sangre, para extraer sustancias hacia la orina, es
decir, la función depende de la ubicación. En las células neoplásicas también
existen y pueden sacan los fármacos antineoplásicos desde la célula hacia la
sangre, lo que constituye un mecanismo de resistencia a estos fármacos. 

Cuando se administra un fármaco por vía oral se establece una concentración en


función del tiempo (la farmacocinética siempre es en función del tiempo). La
Figura 1 ilustra la evolución de las concentraciones plasmáticas en función del
tiempo, lo que explica varios procesos en forma simultánea: el de absorción, de
distribución y, por último, el de eliminación. A tiempo cero, cuando el paciente
toma la tableta o el comprimido, no hay droga en el sistema, por lo que la
concentración plasmática es igual a cero; a medida que se van estableciendo los
elementos absortivos van aumentando las concentraciones plasmáticas. En la
curva, esta velocidad de aumento es muy rápida al principio, ya que el incremento
en la concentración plasmática ocurre en un período muy corto debido al enorme
gradiente que impulsa la droga hacia la sangre, hasta que se llega a una meseta,
que está dada por el equilibrio entre la cantidad de fármaco que está ingresando al
organismo y la que está siendo eliminada, por lo que la concentración plasmática
se estabiliza. Luego, en el intestino se va acabando el fármaco, por lo tanto la
absorción disminuye, de modo que comienza a predominar el fenómeno fisiológico
de la eliminación y las concentraciones plasmáticas comienzan a descender. La
eliminación no es tan rápida como la absorción.

Además de la descripción de la curva, existen en ésta varios elementos


descriptivos, como el período de latencia, que es el tiempo que demora el fármaco
en alcanzar la concentración terapéutica mínima y, por lo tanto, el tiempo que
demora en ejercer su efecto. La concentración plasmática sigue subiendo por
sobre este nivel, pero después de un tiempo desciende y vuelve a quedar por
debajo; si el síntoma que se quiso tratar desapareció no es necesario repetir el
medicamento, pero si persiste se debe volver a administrar, aunque con
condiciones muy claras. Lo importante es que la dosis del fármaco no provoque
una velocidad de absorción tan grande que haga que las concentraciones
plasmáticas sobrepasen la línea punteada, ya que esto produciría concentraciones
tóxicas. En resumen, en la curva se observa la latencia, la duración del efecto, que
es el período en que se alcanzan las concentraciones terapéuticas mínimas y un

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techo, que es la concentración mínima tóxica. Esto, en dosis única; con dosis
sucesivas existen muchos elementos que complican la situación.

Figura 1. Curva de nivel plasmático en función del tiempo cuando se administra una dosis única por vía oral

La ruta afecta la velocidad de administración; la que proporciona mayor velocidad


de absorción es la endovenosa, porque permite obtener las concentraciones
plasmáticas en forma instantánea, a menos que el fármaco se administre en bolo
lento, pero eso es por otras razones. La vía intramuscular no proporciona
concentraciones plasmáticas instantáneas debido al retardo del proceso de la
absorción, pero como el sitio de administración está muy cercano a los vasos
sanguíneos la velocidad de absorción es bastante alta y depende tanto del
volumen como del sitio de la aplicación; no es lo mismo una inyección en el
deltoides que en el muslo, porque éste tiene más irrigación. Si se hace masaje
aumenta la irrigación y se acelera la absorción, las que también depende del
tamaño muscular, que permite mayor o menor volumen. La vía oral es lenta, pero
es cómoda, barata y tiene otra ventaja adicional: si se administra el fármaco en
exceso se puede retirar, lo que no se puede hacer con las vías venosa,
intramuscular o subcutánea.

Por vía rectal la curva es más irregular que como se representa en la Figura 2,
porque la absorción rectal es errática y puede dar concentraciones muy altas o
subterapéuticas en el mismo paciente y con la misma presentación; sin embargo,
en ocasiones es la única vía disponible, como ocurre con un niño que convulsiona
y en el que no se logra obtener una vía venosa, en cuyo caso se puede administra
diazepam por vía rectal, con buena absorción, aunque de todos modos errática.
Esto se debe a que la ampolla rectal tiene doble irrigación: en la mitad inferior el

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drenaje venoso va a dar a la circulación sistémica, es decir, a la vena cava y de
ahí al resto del organismo; en cambio, la porción superior de la ampolla rectal y
sigmoides drena a la vena porta, por lo tanto el fármaco debe pasar primero por el
hígado antes de llegar a la circulación sistémica. Las proporciones de fármaco que
alcanzan una u otra irrigación nunca son constantes, por lo que la absorción es
errática y por esta causa no es la mejor vía, pero a veces es la única disponible.
Funciona mejor con fármacos que tienen un índice terapéutico muy amplio.

Figura 2. Relación entre nivel plasmático y vía de administración

Biodisponibilidad: El concepto de biodisponibilidad es fundamental para


entender los procesos que ocurren tras la administración oral de un fármaco. La
biodisponibilidad es el porcentaje de fármaco administrado que alcanza la
circulación sistémica; si se administra a un paciente un fármaco por vía oral, parte
de ese fármaco se va a perder en forma insoluble, otra parte va a ser
metabolizada en el intestino, otra parte va a ser metabolizada en el hígado y sólo
una fracción va a alcanzar la sangre: ésa es la fracción biodisponible, es decir, la
fracción capaz de ejercer el efecto. Cuando se ingiere un comprimido de
propanolol de 80 mg para controlar la hipertensión arterial, solamente 25% de esa
dosis alcanza la circulación plasmática y el resto se metaboliza en el hígado, pero
este efecto metabólico hepático ya está calculado, de modo que ese 25% que
alcanza la circulación sistémica es suficiente para provocar el efecto terapéutico.
Por lo tanto, la biodisponibilidad depende, en primer lugar, del grado de absorción.

La biodisponibilidad depende también de la eliminación de primer paso, la que


depende del metabolismo intestinal o hepático. Eso explica que la nitroglicerina se
deba administrar por vía sublingual, ya que en este caso el efecto de primer paso
es cercano a 90% y el 10% restante no es suficiente. Las presentaciones
comerciales de Isordil sublingual son mucho menores que las de Isordil

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mantención, que toman los pacientes cada ocho horas, porque el que se va a
tomar por vía oral tiene que tener una dosis muy alta para provocar el efecto, por
el efecto de primer paso; la vía sublingual permite evitar ese efecto y llegar más
rápido al sistema donde se desea que actúe el fármaco. En cuanto a la vía
inhalada, en algunos casos de reanimación hay que instilar adrenalina por el tubo
endotraqueal, porque llega de inmediato al corazón y no se va a metabolizar,
aunque la adrenalina es un mal ejemplo, porque no se administra por vía oral,
pero existen muchos otros fármacos, como el salbutamol, que si se administra una
dosis excesiva igual llegan a la circulación sistémica, aun cuando el salbutamol
oral se metaboliza en el hígado. Las dos estrategias que se pueden utilizar para
sobrepasar el efecto de primer paso son: utilizar una vía diferente o elevar la
dosis.

DISTRIBUCIÓN
Una vez que el fármaco ingresa al torrente sanguíneo, queda en el mejor vehículo
para que lo distribuya a lo largo y ancho del organismo. Hasta el momento no hay
fármacos inteligentes, es decir, la Aspirina se distribuye por igual en todo el
organismo, aunque la persona tenga el dolor en la cabeza o en el hombro.

Los factores que afectan la distribución son los mismos que ya se han descrito:
liposolubilidad; grado de ionización; irrigación sanguínea, es decir, si un órgano
tiene una alta irrigación sanguínea el fármaco se va a distribuir en él, de
preferencia. Otros factores que afectan la distribución son, la unión a las proteínas
plasmáticas y la afinidad por los tejidos. En el plasma y los tejidos los fármacos
van acompañados de las proteínas en mayor o menor proporción y se establece
una competencia entre las proteínas del plasma y las proteínas tisulares; la
distribución del fármaco va a depender de quién gane en esa competencia: si las
proteínas tisulares atraen con mayor facilidad o avidez al fármaco, éste no va a
permanecer en la sangre, sino que va a pasar a los tejidos; si, por el contrario, la
afinidad del fármaco por las proteínas de la sangre es mayor, se quedará allí.

El fármaco que está unido a las proteínas plasmáticas y tisulares es


farmacológicamente inerte, a menos que las proteínas tisulares sean los
receptores; pero si está atrapado por otra proteína indiferente, no funciona. Un
ejemplo es la digoxina, que tiene una gran afinidad por las proteínas tisulares y se
acumula en el músculo esquelético, que es mucho más grande que el corazón;
sólo una pequeña porción de la digoxina va a llegar a las proteínas receptoras que
existen en el corazón y determinan su efecto terapéutico, el resto se distribuye en
el músculo esquelético, en forma homogénea, ya que la digoxina tampoco es
inteligente, y no ejerce función alguna. La afinidad por los tejidos determina el
fenómeno de acumulación y permite explicar el parámetro de volumen aparente
de distribución.

La distribución no siempre es uniforme debido a que hay barreras, de las cuales la


principal es la barrera hematoencefálica. Se habla de la barrera placentaria, pero

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en realidad ésta no existe; si así fuera, las mujeres embarazadas podría tomar
cualquier medicamento, en cambio sólo pueden tomar penicilina y paracetamol,
porque todo lo demás pasa al niño. Lo que sí es cierto es que la placenta tiene
actividad metabólica, por lo que puede metabolizar en cierta medida algunos
fármacos, pero no lo suficiente como para constituir una verdadera barrera, como
la barrera hematoencefálica.

La distribución tiene distintos tiempos y sigue un modelo multicopartimental (Fig.


3). La absorción va a llevar el fármaco al compartimiento general, central, que es
la sangre y eso incluye también a los órganos de alta perfusión: corazón, pulmón,
cerebro e hígado, donde se va a establecer un equilibrio dinámico entre lo que hay
en la sangre y lo que hay en esos órganos; pero también hay un equilibrio
dinámico entre lo que hay unido a las proteínas y lo que está libre, porque el
fármaco no está unido 100% a las proteínas, algo tiene que estar libre en la
sangre y pasar a los tejidos; lo que se mueve es el fármaco libre, no el unido a las
proteínas. El fármaco que sale a los tejidos ingresa al tejido intersticial, donde
establece interacciones con las proteínas correspondientes y algunas de esas
proteínas pueden ser las encargadas de mediar su mecanismo de acción; también
puede pasar a depósitos hísticos, por ejemplo, el músculo es depósito hístico de la
digoxina.

Figura 3. Modelo de distribución bicompartimental

Cuando se administra tiopental a un paciente para inducir anestesia, el fármaco


dura en el organismo 96 horas en promedio, aunque su efecto dura minutos.
¿Cómo se explica que el tiopental, a pesar de durar 96 horas, no deje al paciente
anestesiado durante 96 horas? Esto se explica porque, una vez que se inyecta el
tiopental, éste va a los órganos de alta perfusión, como el cerebro y, como es muy
liposoluble, no tiene problemas con la barrera hematoencefálica: llega, entra y
actúa, pero también se va rápido, porque la irrigación sanguínea lo lava con

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rapidez y lo lleva hacia el tejido adiposo, donde se queda guardado, sin funcionar;
luego sale con lentitud hacia la sangre, continúa hacia el riñón y, finalmente, se
elimina, por eso dura tanto tiempo. En otras palabras, existen fenómenos de
distribución, uno rápido y uno lento; el fenómeno de distribución rápida ocurre en
un compartimiento que cumple con la característica de rápida irrigación; el lento
tiene lenta irrigación, por lo tanto las concentraciones plasmáticas que va a
mantener el tiopental desde ahí son muy bajas.

Lo anterior ilustra el hecho de que la distribución inicial del fármaco depende del
flujo sanguíneo de cada tejido y de la capacidad de acumularse en ese tejido;
pero, independiente de si la irrigación es alta o baja, la salida del fármaco depende
de la permeabilidad y de la afinidad por el tejido. Si el fármaco es muy liposoluble,
tendrá afinidad por el tejido lipídico. Sin embargo, la afinidad es reversible, es
decir, el fármaco que pasó a los tejidos y se encontró con su proteína no va a
quedar pegado para siempre, porque daría un efecto a perpetuidad; la afinidad es
reversible y depende de la concentración plasmática, la cual depende, a su vez,
de la velocidad con que se está absorbiendo y de la velocidad con que se está
eliminando el fármaco. Si se está eliminando rápido, lo que está en los tejidos se
va a la sangre para poder recuperar el depósito sanguíneo, con la consecuencia
final de que va a ser excretado. 

En la Figura 4 se ilustra lo que ocurre cuando se aplica un fármaco por vía


intravenosa, en bolo: se adquieren concentraciones plasmáticas altas, o máximas,
en forma instantánea, debido a que el fármaco se diluye instantáneamente en todo
el organismo; desde ese momento la concentración plasmática baja rápidamente,
ya que el fármaco se está distribuyendo, saliendo de la sangre a los tejidos; como
la concentración plasmática inicial es mucho más alta, debe salir hacia los tejidos,
esté unido o no a las proteínas.

Figura 4. Modelo de distribución bicompartimental. Gráfico semilogarítmico de las concentraciones


plasmáticas en relación con el tiempo

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El fármaco se distribuye primero en los tejidos de más alto flujo; después, cuando
se alcanza el equilibrio entre la concentración plasmática y la concentración
tisular, porque cesa la administración del fármaco, comienza a predominar el
fenómeno de eliminación, que es un fenómeno mucho más lento, porque hay muy
poca droga en el plasma, de modo que la velocidad con que se elimina el fármaco
es lenta. Esta fase no sólo incluye la eliminación, sino también la distribución a los
tejidos poco perfundidos; por ejemplo, el tiopental pasa del cerebro al tejido
adiposo, lo que también ocurre con lentitud, porque se establece un equilibrio
entre tejido adiposo y plasma, lo que amortigua la caída de las concentraciones
plasmáticas, ya que lo que cae por eliminación es reemplazado por lo que sale del
tejido adiposo.

METABOLISMO
El sitio principal del metabolismo de los fármacos es el hígado. Aunque los
fármacos suelen inactivarse al ser metabolizados, los metabolitos de algunos de
ellos presentan actividad farmacológica, a veces incluso mayor que la de su
precursor. Una sustancia inactiva o débilmente activa que da lugar a un
metabolito activo se denomina profármaco, en especial cuando ha sido diseñada
para dirigir más eficazmente la forma activa a su destino.
Los fármacos pueden ser metabolizados por oxidación, reducción, hidrólisis,
hidratación, conjugación, condensación o isomerización; sea cual fuere la vía
elegida, el objetivo es facilitar su excreción. Existen enzimas metabólicas en
muchos tejidos, pero son especialmente abundantes en el hígado. La velocidad
del metabolismo de los fármacos no es igual en todos los individuos. En algunos,
el metabolismo puede ser tan rápido como para impedir que se alcancen
concentraciones sanguíneas y tisulares terapéuticamente eficaces; en otros
puede ser muy lento, con lo cual dosis normales pueden provocar efectos
tóxicos. La velocidad del metabolismo de los fármacos en los distintos individuos
depende de factores genéticos, enfermedades concomitantes (especialmente las
enfermedades hepáticas crónicas y la insuficiencia cardíaca avanzada) e
interacciones farmacológicas (sobre todo las que implican inducción o inhibición
del metabolismo).
En muchos casos, el metabolismo de los fármacos comprende dos fases. En las
reacciones de fase I se forma, modifica o elimina (oxidación, reducción o
hidrólisis) un grupo funcional; estas reacciones no son de carácter sintético. Las
reacciones de fase II consisten en la conjugación con sustancias endógenas (p.
ej., ácido glucurónico, sulfato, glicina); estas reacciones son de carácter sintético.
Los metabolitos que se forman en las reacciones sintéticas son más polares y
por lo tanto más fáciles de excretar por vía renal (en la orina) o hepática (en la
bilis) que los que lo hacen en las reacciones no sintéticas. Algunos fármacos sólo
experimentan reacciones de fase I o de fase II; por lo tanto, la numeración de las
fases es una clasificación funcional, no secuencial.
Frecuencia

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La velocidad del metabolismo de casi todos los fármacos a través de cualquier
vía tiene un límite máximo (limitación de la capacidad). Sin embargo, a las
concentraciones terapéuticas de la mayoría de los fármacos, sólo se encuentra
ocupada una pequeña fracción de los sitios metabólicos enzimáticos, por lo que
la velocidad del metabolismo aumenta al hacerlo la concentración del fármaco.
En esta situación, se dice que nos encontramos ante una eliminación (o cinética)
de primer orden, y en ella la velocidad del metabolismo del fármaco es una
fracción constante de éste que permanece en el organismo (es decir, el fármaco
presenta una semivida específica).
Por ejemplo, si en el instante cero el organismo contiene 500 mg del fármaco,
transcurrida 1 hora y en virtud del metabolismo podrían quedar sólo 250 mg, y
transcurridas dos horas, 125 mg (por lo que la semivida sería 1 hora). Sin
embargo, cuando se encuentran ocupados la mayor parte de los centros
enzimáticos, el metabolismo se produce a su velocidad máxima, y esta última no
se modifica en proporción a la concentración del fármaco; en su lugar, se
metaboliza una cantidad fija de fármaco por unidad de tiempo (cinética de orden
cero). En este caso, si en el instante cero el organismo contiene 500 mg del
fármaco, esta cantidad puede haberse reducido a 450 mg transcurrida una hora,
y a 400 mg transcurridas dos horas (lo que indica una eliminación máxima de 50
mg/h, sin que exista una semivida concreta). Al ir aumentando la concentración
de fármaco, el metabolismo evoluciona de una cinética de orden uno a una de
orden cero.

Conjugación: La formación de glucurónidos es la reacción de fase II más


importante y es la única que se lleva a cabo en el sistema de enzimas
microsomales del hígado. Los glucurónidos se secretan en la bilis y se eliminan
en la orina. La conjugación aumenta la solubilidad de la mayoría de los fármacos
y facilita su excreción renal. La conjugación con aminoácidos como glutamina o
glicina produce conjugados que se excretan con facilidad por la vía urinaria, pero
no biliar. El envejecimiento no afecta la formación de glucurónidos. Sin embargo,
en los neonatos, la conversión a glucurónidos es lenta, y potencialmente acarrea
efectos graves (p. ej., como con el cloranfenicol).
La conjugación también puede consistir en acetilaciones o sulfoconjugaciones.
Los ésteres de sulfato son polares y se excretan fácilmente en la orina. El
envejecimiento no afecta estos procesos.

EXCRECIÓN DE LOS FÁRMACOS


Los riñones son los órganos principales para la excreción de sustancias
hidrosolubles. El sistema biliar colabora también en la excreción siempre y
cuando el fármaco no sea reabsorbido a partir del tubo digestivo. En general, la
contribución del intestino, la saliva, el sudor, la leche materna y los pulmones a la
excreción es pequeña, excepto en el caso de la exhalación de los anestésicos
volátiles. La excreción a través de la leche materna puede afectar al lactante que
es amamantado.

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El metabolismo hepático a menudo incrementa la polaridad de los fármacos y su
hidrosolubilidad. De esta forma, los metabolitos resultantes suelen excretarse
más fácilmente.

Excreción renal: La mayor parte de la excreción de los fármacos se lleva a cabo


mediante excreción renal. Aproximadamente un quinto del plasma que llega a los
glomérulos es filtrado a través de los poros del endotelio glomerular, casi toda el
agua y gran parte de los electrolitos son reabsorbidos de forma pasiva y activa
hacia el torrente circulatorio en los túbulos renales. Sin embargo, los compuestos
polares, entre los que se encuentran la mayoría de los metabolitos de los
fármacos, no pueden difundir de nuevo hacia la sangre y son excretados, a no
ser que existan mecanismos específicos de transporte para su absorción (p. ej.,
como en el caso de la glucosa, el ácido ascórbico o las vitaminas B).
La excreción renal de fármacos disminuye con el envejecimiento a los 80 años,
la depuración suele encontrarse reducida a la mitad del valor a los 30 años.
El manejo renal de los fármacos se rige por los principios del paso
transmembrana. Los que se encuentran unidos a proteínas plasmáticas
permanecen en el torrente circulatorio; el filtrado glomerular sólo contiene
fármaco libre. Las formas no ionizadas de los fármacos y de sus metabolitos
tienden a ser reabsorbidas con facilidad a partir de los líquidos tubulares.
El pH de la orina oscila entre 4,5 y 8,0, y puede afectar de manera importante la
reabsorción y la excreción de los fármacos porque el pH de la orina determina el
estado de ionización de un ácido o base débil. La acidificación de la orina
aumenta la reabsorción y disminuye la excreción de los ácidos débiles, y por el
contrario, reduce la reabsorción de las bases débiles. La alcalinización de la
orina produce el efecto inverso. En algunos casos de sobredosis, se pueden
aprovechar estas propiedades para promover la excreción de ácidos o bases
débiles; p. ej., se puede alcalinizar la orina para promover la excreción de ácido
acetilsalicílico. El grado en el que afectan los cambios en el pH urinario a la
velocidad de eliminación de un fármaco depende de la contribución de la vía
renal a su eliminación total, de la polaridad de la forma no ionizada y del grado
de ionización de la molécula.
La secreción tubular activa en el túbulo proximal interviene de manera importante
en la eliminación de muchos fármacos. Este proceso requiere aporte de energía
y puede ser bloqueado mediante inhibidores metabólicos. Cuando la
concentración del fármaco es alta, la secreción mediante este tipo de transporte
tiene una capacidad limitada (transporte máximo); cada sustancia tiene un valor
de transporte máximo característico.
Los aniones y los cationes son transportados mediante diferentes mecanismos.
Normalmente, el sistema secretor de aniones elimina metabolitos conjugados
con glicina, sulfato o ácido glucurónico. Los diferentes aniones compiten entre sí
por este mecanismo de secreción. Este fenómeno competitivo puede ser
explotado terapéuticamente; p. ej., el probenecid bloquea la secreción tubular de
penicilina, que normalmente es rápida, lo que causa concentraciones de
penicilina más elevadas y persistentes. El sistema de transporte de cationes

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permite la secreción por parte de los túbulos renales de cationes o bases
orgánicas (p. ej., pramipexol, dofetilida); este proceso puede ser inhibido con
cimetidina, trimetoprima, proclorperacina, megestrolo ketoconazol.

Excreción biliar: Algunos fármacos y sus metabolitos son excretados en gran


medida en la bilis. Para ellos es necesario un sistema de transporte activo, ya
que son transportados a través del epitelio biliar en contra de un gradiente de
concentración. Cuando la concentración plasmática del fármaco es alta, este
sistema de transporte puede alcanzar una velocidad máxima (transporte
máximo). La excreción de sustancias con propiedades fisicoquímicas parecidas
puede dar lugar a fenómenos de competitividad.
Los fármacos que suelen excretarse por vía biliar son aquellos con un peso
molecular > 300 g/mol y que contienen grupos polares y lipofílicos; la excreción
de moléculas más pequeñas suele ser despreciable. La conjugación facilita la
excreción biliar, en especial si se produce con ácido glucurónico.
Se denomina ciclo enteropático a la reabsorción intestinal hacia el torrente
circulatorio de un fármaco secretado en la bilis. El sistema de excreción biliar
elimina sustancias del organismo sólo si el ciclo enterohepático no es completo,
es decir, si parte del fármaco excretado no es reabsorbido en el intestino.

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CONCLUSION

Teniendo en cuenta la información anterior descrita se podría concluir


que para la selección y dosificación de cualquier medicamento es
importante conocer su comportamiento de acuerdo a los principios
farmacocinéticos y las variaciones de los mismos que se pueden
presentar.

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BIBLIOGRAFÍA

MED WAVE
Revista Biomédica Revisada Por Pares
Expositor: Juan Diego Maya
Filiación:
Instituto de Ciencias Biomédicas, Facultad de Medicina, Universidad de Chile,
Santiago, Chile

MANUAL MSD VERSION PARA PROFESIONALES


Por  Jennifer Le , PharmD, MAS, BCPS-ID, FIDSA, FCCP, FCSHP, Skaggs
School of Pharmacy and Pharmaceutical Sciences, University of California San
Diego

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