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Módulo: Farmacocinética

Autor: Farm. Constanza Lemus


FARMACOCINÉTICA
En este módulo correspondiente a la farmacocinética, tiene como objetivo estudiar el
movimiento de los fármacos en el organismo y permite conocer su concentración en la
biofase, en función de la dosis y del tiempo transcurrido desde su administración, como
también evaluar los diferentes parámetros farmacocinéticos que pueden modificarse.

CONCEPTO
Para que un fármaco alcance una concentración crítica en la biofase, es preciso primero que
se libere de su forma farmacéutica, que después penetre en el organismo, sea transportada
en el plasma y se distribuya por los tejidos. Se denomina biofase al medio en el cual el fármaco
está en condiciones de interactuar con sus receptores para ejercer su efecto biológico, sea
este terapéutico o tóxico. Tan pronto como el fármaco se incorpora al organismo sufre,
además, procesos de eliminación que conducen a su progresiva desaparición de él. La
eliminación ocurre por mecanismos de metabolización, que convierten los fármacos en
productos más fáciles de eliminar, y por mecanismos de excreción.

Un fármaco es toda sustancia química utilizada en el tratamiento, la curación,


la prevención o el diagnóstico de una enfermedad, o para evitar la aparición de
un proceso fisiológico no deseado.

La concentración alcanzada en el plasma está, por lo tanto, condicionada a la liberación del


fármaco desde su forma farmacéutica y varía a lo largo del tiempo como resultado de un
equilibrio dinámico entre los siguientes cuatro procesos: absorción, distribución,
metabolismo y excreción.
La farmacocinética estudia estos procesos, que pueden resumirse con las siglas LADME
(liberación, absorción, distribución, metabolización y excreción). El esquema de la figura 1
resume el tránsito de los fármacos a través del organismo.

Figura1. Procesos LADME

En la práctica, las concentraciones tisulares resultan difíciles de medir, por ello, se utiliza el
curso temporal de las concentraciones plasmáticas de los fármacos para predecir su efecto.
Se obtiene así una curva que describe las variaciones de la concentración del fármaco en el
plasma desde su administración hasta su desaparición del organismo (figura 2). En esta
curva de niveles plasmáticos se aprecian varios parámetros importantes a definir:

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Concentración mínima eficaz (CME): concentración por encima de la cual suelen


observarse el efecto terapéutico.
Concentración mínima tóxica (CMT): concentración a partir de la cual suelen aparecer
efectos tóxicos.
Índice terapéutico: cociente entre la CMT y CME. Cuanto mayor sea esta relación, mayor
seguridad ofrece la administración del fármaco y más fácil es conseguir efectos terapéuticos
sin producir efectos tóxicos.
Período de latencia (PL): tiempo que transcurre desde el momento de la administración
hasta que se inicia el efecto farmacológico; es decir, hasta que alcanza la CME.
Duración de la acción: también denominada, tiempo eficaz, (TE), es el tiempo que transcurre
desde el momento en que se alcanza la CME y el momento en el que el nivel del fármaco
desciende por debajo de esta concentración.
Área bajo la curva de concentraciones plasmáticas (AUC): es una medida de la cantidad
de fármaco que llega a la sangre.

Figura 2. Curva de concentración plasmática


vs tiempo luego de una administración oral

ABSORCIÓN
La absorción comprende los procesos de liberación del fármaco de su forma farmacéutica,
su disolución, la entrada de los fármacos en el organismo desde el lugar de administración,
los mecanismos de transporte y la eliminación presistémica, así como las características de
cada vía de administración, la velocidad y la cantidad con que el fármaco accede a la
circulación sistémica y los factores que pueden alterarla.
La absorción de un fármaco, entendida en el sentido del paso de una membrana que separa
el exterior del interior del organismo, depende de las siguientes características:
Características fisicoquímicas del fármaco: comprende el peso molecular condicionado por el
tamaño de la molécula, la liposolubilidad y su carácter ácido o alcalino que, junto con su pKa
condicionan el grado de ionización de un fármaco. De estos factores depende el mecanismo
por el cual se produce la absorción y la velocidad a la que se realiza.

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Características de la preparación farmacéutica: para que el fármaco se absorba, debe estar


disuelto.
Características del lugar de absorción: depende de la vía de administración. En general, la
absorción será tanto más rápida cuanto mayor y más prolongado sea el contacto con la
superficie de absorción. Algunas características son: la superficie y el espesor de la
membrana, el flujo sanguíneo que mantiene el gradiente de concentración; en la
administración oral el pH del medio y la motilidad gastrointestinal, y en la administración
intramuscular o subcutánea, los espacios intercelulares.
Sin embargo, desde un punto de vista de los efectos de los fármacos, es más importante la
biodisponibilidad, entendida como la velocidad y cantidad de fármaco que llega a la
circulación sistémica. La absorción no es más que un elemento de esa biodisponibilidad, pero
deben tenerse en cuenta otros factores como la eliminación presistémica que se produce en
el llamado fenómeno de primer paso hepático. Se entiende por fenómeno de primer paso
hepático la metabolización del fármaco, tanto en la pared gastrointestinal como en el hígado
a donde llega a través de la vena porta, de modo que una fracción de fármaco queda
metabolizada antes de llegar a la circulación sistémica. La eliminación presistémica explica
la baja biodisponibilidad de algunos fármacos, a pesar de que su absorción gastrointestinal
sea completa. También explica que la dosis de estos fármacos por vía oral deba ser
notablemente mayor que la administración por vía intravenosa ya que no existe efecto
primer paso hepático, debido a que el fármaco ingresa directamente al torrente sanguíneo y
está disponible para ejercer su acción, es decir, se encuentra 100 % biodisponible.

La biodisponibilidad de un fármaco indica la velocidad y la cantidad de la


forma inalterada de un fármaco que llega a la circulación sistémica y, por lo
tanto, está disponible para acceder a los tejidos y producir un efecto.

Vías de administración
Para que los fármacos se pongan en contacto con los tejidos y órganos sobre los que actúan
deben atravesar la piel y las mucosas (absorción mediata o indirecta) o bien ha de producirse
una efracción de estos revestimientos (administración inmediata o directa) Tabla 1.
Vías inmediatas Vías mediatas
O directas O indirectas
Intradérmica Oral
Subcutánea Sublingual
Intramuscular Rectal
Intravenosa Respiratoria
otras Dérmica Tabla 1. Clasificación de las vías de
otras administración

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Las vías más utilizadas son las mediatas o indirectas y, dentro de estas, la oral es la más
frecuente (la que trataremos en este módulo).
La vía oral es cómoda, barata y unipersonal, adecuada para el tratamiento crónico. Requiere
voluntad y capacidad de deglución, y no debe utilizarse cuando el fármaco irrite la mucosa o
el paciente esté inconsciente, se haya sometido a una intervención quirúrgica o presente
vómitos que contraindiquen esta vía.
La absorción por vía oral, ocurre en la mucosa del estómago y del intestino. Usualmente por
un proceso de difusión pasiva, condicionado por la naturaleza de los fármacos y por las
diferencias de pH. En principio, los ácidos débiles encuentran en el jugo gástrico, que es
prácticamente una solución de ácido clorhídrico, un medio adecuado para absorberse ya que
favorece la forma protonada del ácido al desplazar el equilibrio de ionización hacia la forma
no ionizada. La mayoría de los fármacos son bases débiles y se absorben mejor en el medio
básico intestinal ya que el equilibrio de ionización de una base se desplazaría a la forma no
protonada que es la liposoluble. En realidad, el pH no es el determinante principal de la
absorción de los fármacos en el aparato gastrointestinal. La enorme superficie de las
vellocidades y microvellosidades del íleon, y la gran vascularización del epitelio de la mucosa
del intestino delgado son decisivas, y la mayoría de los fármacos se absorben allí.
Existen dos grandes mecanismos de transporte de fármacos a través de la membrana;
transporte pasivo y transporte activo (figura 3). El mecanismo más utilizado por los fármacos
es el transporte pasivo y esto se debe a que las moléculas por su lipofilia son capaces de
disolverse en la membrana celular, y las que por su tamaño pueden pasar por los poros
siguiendo la ley de Fick ( establece que la velocidad de difusión a través de una
membrana es directamente proporcional al gradiente de concentración de la sustancia
a ambos lados de la misma, a su tamaño y a su liposolubilidad e inversamente
proporcional al espesor de la membrana). Estos procesos no requieren energía, no son
selectivos ni saturables y no se inhiben por otras sustancias.
Las moléculas polares atraviesan, sin embargo, la membrana celular gracias a la existencia
de proteínas transportadoras o sistemas transportadores, que fijan a la molécula y la
transportan de un lado a otro. Si el transporte se realiza a favor de un gradiente
electroquímico y no requiere energía, se habla del proceso de difusión facilitada, pero cuando
el paso se realiza contra gradiente, existe además un requerimiento energético que convierte
el proceso en un transporte activo. Las móleculas de gran tamaño requieren que se ponga en
marcha procesos de endocitosis y exocitosis para poder atravesar las membranas.

En la mayoría de los modelos propuestos de la membrana plasmáticas, las moléculas de


lípidos y proteínas se mantienen unidad por enlaces no covalentes y los lípidos se
disponen en dos capas, orientándose los fosfolípidos de forma perpendicular al plano de
la membrana, con sus grupos polares hacia el exterior e interior celular, y con las largas
cadenas hidrocarbonadas hidrófobas de los ácidos grasos enfrentadas hacia dentro de
la bicapa. Esta disposición confiere estabilidad.

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Figura 3. Mecanismos de transporte


de fármacos.

DISTRIBUCIÓN
La distribución estudia el transporte del fármaco dentro del compartimento sanguíneo y su
posterior penetración en los tejidos.
Transporte de los fármacos en la sangre
Las moléculas de un fármaco son transportadas en la sangre disueltas en el plasma, fijadas
a las proteínas plasmáticas o unidas a las células sanguíneas.
Es muy frecuente que los fármacos interaccionen con las proteínas del plasma. Ello
condiciona en gran medida sus efectos farmacológicos. En este sentido, la albúmina es la
proteína plasmática más importante, puesto que es la más abundante y la que tiene mayor
superficie y capacidad de fijación a sustancias exógenas.
La unión de los fármacos a las proteínas del plasma podría considerarse un proceso
reversible y sigue la ley de acción de masas.
Los fármacos no producen efectos biológicos como consecuencia de su unión a las proteínas
plasmáticas, pero esta unión permite el transporte y almacenamiento del fármaco y
constituye uno de los mecanismos más importantes del organismo para el mantenimiento
de los niveles plasmáticos y de las acciones farmacológicas. Solo el fármaco libre difunde a
los tejidos diana y a los órganos de metabolismo y excreción, ya que la fracción unida no
atraviesa el endotelio capilar con facilidad (Figura 4). El fármaco unido se va liberando
paulatinamente para alcanzar un equilibrio con la fracción libre a medida que esta va a
teniendo acceso a los distintos órganos. En ocasiones, la propiedad de unirse a las proteínas
del plasma favorece, además, la solubilidad de los fármacos en él.

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Figura 4. Distribución de los fármacos

El grado de unión de los fármacos a las proteínas plasmáticas es muy variable. Algunos se
unen muy poco y otros mucho. Diversos factores pueden, además, alterar dicha unión. Ésta
puede disminuir si se reduce la concentración de proteínas. Los fármacos que se unen en alta
proporción pueden ocasionar problemas de sobredosificación en situaciones de
hipoalbuminemia ya que se produce un aumento en las concentraciones plasmáticas del
fármaco libre, pudiendo llegar a la CMT y con la consiguiente aparición de los efectos
adversos. Las RAM (reacciones adversas a medicamentos) lo podemos definir según la
OMS, como una "reacción nociva y no deseada que se presenta tras la administración de
un medicamento, a dosis utilizadas habitualmente en la especie humana para prevenir,
diagnosticar o tratar una enfermedad, o para modificar cualquier función biológica".
La unión de los fármacos a las proteínas plasmáticas es, además de poco específica. Las
sustancias endógenas o los fármacos con características fisicoquímicas semejantes son, a
veces, capaces de competir con el fármaco en cuestión por los puntos de fijación a la proteína.
Esta interacción farmacológica supone una elevación de las concentraciones plasmáticas
activas del fármaco desplazado, que puede conllevar toxicidad como si existiese
sobredosificación.

La administración de dos fármacos con alta unión a proteínas plasmáticas, produce un


tipo de interacción farmacocinética, donde el fármaco con mayor afinidad a la proteína
se unirá, desplazando al otro fármaco. Esto genera un aumento en las concentraciones
plasmáticas del fármaco desplazado (aumenta la vida media del fármaco) las cuales
pueden superar las concentraciones mínimas tóxicas (CMT). Esto aún es más peligroso si
el fármaco desplazado presenta bajo índice terapéutico.

Nota: semivida de eliminación o vida media del fármaco (T1/2): tiempo que tarda la
concentración plasmática de un fármaco en reducirse a mitad. Presenta una relación
inversa a la constante de eliminación.

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ELIMINACIÓN
Se denomina eliminación el proceso por el que una sustancia pasa desde el medio interno al
exterior.
La concentración activa del fármaco en el organismo humano disminuye como consecuencia
de dos mecanismos: la metabolización y la excreción. Los fármacos liposolubles, aunque se
filtren por el riñón, se reabsorben y deben metabolizarse (principalmente en el hígado) a
metabolitos más polares. Estos metabolitos, junto con los fármacos hidrosolubles, se
excretan principalmente por el riñón y la bilis. La mayoría de los fármacos se eliminan, en
mayor o menor proporción, por ambos mecanismos. Las características de eliminación de un
fármaco son importantes en el momento de elegir el fármaco adecuado en función de la
duración del efecto y del número de tomas deseadas, así como para valorar los factores que
pueden alterarlas.
Metabolización
Nuestro organismo contempla a los fármacos como sustancias extrañas, por lo que un
elevado porcentaje son transformadas bioquímicamente mediante reacciones enzimáticas
para obtener metabolitos que puedan ser eliminados. La mayor parte de los sistemas
enzimáticos que contribuyen al metabolismo o biotransformación de los fármacos se
localizan en el retículo endoplasmático y en la fracción citosólica de las células. En los
mamíferos los encontramos en todos los tejidos, pero principalmente en el hígado, que
funciona como el principal órgano metabolizador (Figura 5).

Figura 5. Metabolismo

Por lo tanto, la metabolización es un proceso de reacciones químicas que transforman el


fármaco en sustancias distintas a la original llamadas metabolitos.
Las enzimas biotransformadoras se caracterizan por metabolizar compuestos químicos
diferentes, tener baja especificidad de sustrato y ser promovida su síntesis- inducción- por
otras moléculas, fármacos incluídos.
Las reacciones involucradas en el proceso de metabolización son múltiples y diversas, y en
general puede considerarse que tienen lugar en dos fases (Figura 6). Las reacciones de fase
I o de funcionalización consisten en reacciones de oxidación y reducción, que alteran o crean
nuevos grupos funcionales, así como reacciones de hidrólisis, que rompen enlaces ésteres y
amidas liberando también nuevos grupos funcionales. Estos cambios producen en general

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un aumento en la polaridad de la molécula y determinan algunos o varios de estos


resultados: a) inactivación; b) conversión de un producto inactivo en otro activo, en cuyo
caso el producto original se denomina profármaco; c) conversión de un producto activo en
otro también activo, cuya actividad aprovechable con fines terapéuticos puede ser
cualitativamente similar o distinta de la del fármaco original, y d) conversión de un producto
activo en otro activo, pero cuya actividad resulta tóxica. Las reacciones de fase II son
reacciones de conjugación, en las cuales el fármaco o el metabolito procedente de la fase I se
acopla a un sustrato endógeno, como el ácido glucurónico, el ácido acético o el ácido
sulfúrico, aumentando así el tamaño de la molécula, con lo cual casi siempre se inactiva el
fármaco y se facilita su excreción; pero en ocasiones la conjugación puede activar el fármaco
(p. ej., formación de nucleósidos y nucleótidos).

Figura 6. Fases del metabolismos de los fármacos.

En definitiva, los productos resultantes tienden a ser compuestos polares, hidrosolubles y,


por lo tanto, más fácilmente expulsables por la orina y por la bilis.
De lo expuesto se desprende que los procesos de metabolización, junto con los de excreción,
tienden a reducir la concentración del fármaco en el plasma y en la biofase de manera que
sus respectivas constantes contribuyen a definir la constante de eliminación (Ke).

La constante de eliminación (Ke) indica la probabilidad de que una


molécula de un fármaco se elimine del plasma de una forma global. Así,
cuanto más rápida sea la eliminación del fármaco, mayor será la
constante de eliminación y más pequeña será su semivida de eliminación.

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El sistema oxidativo del microsoma hepático (reacción de Fase I), es el más utilizado en el
metabolismo de fármacos, tanto por la variedad de reacciones oxidativas a que da lugar como
por el número de fármacos que lo utilizan. El sistema se encuentra en la fracción
microsómica del hígado, que corresponde a las membranas que conforman el retículo
endoplásmico liso; por lo tanto, para llegar hasta estas membranas e interactuar con los
elementos que en ellas asientan, los fármacos deben tener cierto grado de lipofilia.
La principal enzima que interviene es una monoxigenasa llamada citocromo-P450. En la
actualidad ya se han caracterizado más de 150 formas diferentes, que constituyen una super
familia genética. Casi todos los tejidos de mamíferos, especialmente el hígado e intestino
delgado, poseen uno o más de estos citocromos que se localizan en varias organelas, aunque
principalmente lo hacen en el retículo endoplásmico y en las mitocondrias. Aunque algunas
de las formas de citocromo P-450 son específicas de un determinado sustrato, la mayoría de
ellas y en particular las del retículo citoplásmico catalizan gran número de reacciones
metabólicas a la vez. Asimismo, un mismo sustrato puede ser metabolizado por más una de
estas formas.
La mayoría de los procesos metabólicos de los fármacos utilizan sólo unas pocas formas de
citocromoP-450, siendo las formas CYP2D6 y CYP3A4 las más usadas; de hecho, el CYP3A4
representa el 60 % del total de citocromo P-450.
Factores que modifican la metabolización de los fármacos
De los cuatro procesos cinéticos, es la biotransformación la que más sometida se encuentra
a la acción modificadora de factores muy diversos: a) temporales, como la edad; b) genéticos,
como el sexo y el control genético de la dotación enzimática; c) fisiológicos, como el
embarazo; d) ambientales, en función de la exposición a contaminantes ambientales; e)
dietéticos, en función del tipo de dieta consumida y de los contaminantes alimentarios; f)
estados patológicos, como la insuficiencia hepática, y g) interacciones con otros fármacos
capaces de modificar el metabolismo.
Así se explica que sean los procesos de biotransformación los principales responsables de
las variaciones interindividuales en los niveles plasmáticos tras una misma dosis y de las
variaciones en el curso del tratamiento en un mismo enfermo.
Estimulación del metabolismo de los fármacos: inducción enzimática
En el curso de la evolución, el hombre y otras especies de mamíferos han ido desarrollando
la capacidad de metabolizar gran cantidad de sustancias químicas, de modo que la exposición
crónica a un contaminante ambiental o a un fármaco provoca en diversos tejidos un
incremento en la actividad metabolizante de la fracción microsómica, esto es un tipo de
interacción farmacocinética. Este aumento, es consecuencia de una estimulación específica
de la síntesis de ciertos sistemas enzimáticos, fenómeno denominado inducción enzimática.
Las enzimas cuya síntesis es inducible pertenecen a las familias de las monooxigenasas
citocromo P-450, las glucuronil transferasas y las glutatión-transferasas. Las sustancias

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inductoras alteran la expresión de enzimas individuales, aumentando de manera selectiva la


capacidad de metabolizar los fármacos. Aunque este aumento del metabolismo de
determinadas sustancias es una respuesta del organismo para facilitar su detoxificación y
eliminación, algunas sustancias químicas son metabolizadas produciendo compuestos
tóxicos, por lo que el proceso de inducción enzimática puede aumentar la toxicidad de dichas
sustancias.

La inducción enzimática es un tipo de interacción farmacocinética, donde un fármaco


estimula la síntesis de novo de enzimas metabolizadoras, generando como consecuencia
de ello, una disminución en las concentraciones plasmáticas (y de su semivida de
eliminación) de los fármacos sustratos de dichas enzimas y una posible dificultad en
alcanzar la CME y por lo tanto de lograr un efecto terapéutico.

Las consecuencias clínicas de la inducción enzimáticas pueden ser: 1- Cuando el metabolito


de un fármaco es inactivo, la inducción enzimática produce una disminución en la intensidad
y/o la duración del efecto del fármaco cuyo metabolismo es inducido. 2- Si el metabolito es
la forma activa terapéutica del fármaco, su inducción enzimática provocará un aumento de
dicha actividad, y si el metabolito produce un efecto tóxico, la inducción aumentará su
toxicidad.
Inhibición del metabolismo de los fármacos
Las enzimas biotransformadoras pueden también ser inhibidas por diversos productos,
incluídos los fármacos. Un fármaco puede reducir o inhibir el metabolismo de otro cuando
ambos se metabolizan por sistemas enzimáticos comunes. Dada la escasa especificidad de
las enzimas oxidativas microsomales en relación con sus sustratos, resulta fácil la ocupación
del centro activo de la enzima, lo cual produce, en general, una inhibición competitiva. La
consecuencia clínica es un aumento en la actividad farmacológica, incluída la toxicidad, que
desgraciadamente, es la consecuencia más frecuente, ya que se alcanzan concentraciones
plasmáticas por encima de la CMT manifestándose por la aparición de efectos adversos.
Excreción
Se denomina excreción de fármacos a la salida de éstos y de sus metabolitos desde el sistema
circulatorio al exterior del organismo. Las vías de excreción principales son el riñón, el
pulmón y el sistema hepatobiliar.
El riñón es el órgano más importante para la excreción de la mayoría de los fármacos, y el
pulmón lo es para los gases y fármacos volátiles. Las sustancias excretadas eliminadas en las
heces son principalmente fármacos ingeridos no absorbidos y no reabsorbidos o metabolitos
excretados en la bilis y no reabsorbidos en el tubo intestinal. Vías de menor cuantía son las
glándulas salivales, el colon, las glándulas sudoríparas, las mamas, las glándulas lagrimales,
el pelo y la piel.

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Excreción renal
Es la vía más importante de excreción de los fármacos, siendo particularmente relevante
cuando se eliminan de forma exclusiva o preferente por esta vía, en forma inalterada o como
metabolitos activos. Por el contrario, es poco importante en los fármacos que se eliminan
principalmente por metabolismo, aun cuando una parte sustancial de sus metabolitos
inactivos se eliminen por el riñón. La cantidad final de un fármaco que se excreta por la orina
es la resultante de la filtración glomerular y de la secreción tubular, menos la reabsorción
tubular (Figura 7).

Figura 7. Excreción renal

La filtración glomerular se produce en los capilares del glomérulo renal, que poseen
abundantes poros intercelulares por donde pasan todas las moléculas, excepto las de gran
tamaño y las unidas a las proteínas plasmáticas. Como consecuencia, la filtración aumenta
cuando disminuye la unión de los fármacos a las proteínas plasmáticas.
La secreción tubular puede ser activa o pasiva. El transporte activo utiliza proteínas
transportadoras de sustancias endógenas. Hay un sistema de transporte activo para aniones
orgánicos (p. ej., penicilina, probenecida, salicilatos o ácido úrico) que pueden competir
entre sí y otro para cationes orgánicos que compiten igualmente entre sí. La secreción pasiva
se realiza en la parte más proximal del túbulo renal a favor de un gradiente de concentración.
La reabsorción tubular se produce principalmente por difusión pasiva cuando la
reabsorción de agua en el túbulo proximal aumenta la concentración de fármaco en su luz,
invirtiendo el gradiente de concentración. La reabsorción pasiva depende de la
liposolubilidad del fármaco y, por lo tanto, del pH de la orina que condiciona el grado de
ionización. La alcalinización de la orina aumenta la eliminación de ácidos débiles, como
barbitúricos o salicilatos, mientras que la orina ácida favorece la eliminación de bases
débiles, como las anfetaminas o quinidina.

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Factores que alteran la eliminación


En la tabla 2 se resumen los factores individuales, ambientales, patológicos y yatrogénicos
que pueden influir en la eliminación de los fármacos.
Los factores que reducen la función renal y/o hepática, sea por inmadurez, involución,
enfermedad o interacciones, reducen el aclaramiento de los fármacos, es decir, se disminuye
la probabilidad de que una molécula se elimine por unidad de tiempo (Ke) aumentando la
vida media del fármaco (T1/2) y por ello se alcanzan niveles estables más altos que pueden
ser tóxicos (se alcanzan la CMT) y dan lugar a la aparición de las reacciones adversas a
medicamentos (RAM).

El aclaramiento (Cl) de un fármaco por un órgano indica la capacidad de ese


órgano para eliminarlo. Se expresa mediante el número de mililitros de plasma
que el órgano aclara (es decir, de los que elimina totalmente el fármaco) en la
unidad de tiempo. A mayor Ke, mayor es el Cl.

Tabla 2. Factores que alteran la eliminación de los fármacos.

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Bibliografía.
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