Está en la página 1de 8

FORMAS FARMACÉUTICAS Y PLANTAS MEDICINALES

Las plantas medicinales, junto con otros remedios de origen animal y mineral,
constituyeron el primer arsenal terapéutico del que disponía el hombre para tratar sus
dolencias. Algunos de estos productos aparecían ya descritos en tablillas de arcilla
sumerias o en papiros egipcios, como el Papiro de Ebers.
Sin embargo, ya desde épocas ancestrales, estas plantas no eran administradas como tal,
sino que el hombre elaboraba preparados con el fin de mejorar su aplicación, favorecer su
conservación u ocultar alguna característica organoléptica desagradable. La preparación
de cataplasmas para favorecer las acciones locales, o el recubrimiento de píldoras con pan
de oro son algunos de estos ejemplos. Algunas de estas preparaciones, como las
infusiones, los emplastos y cataplasmas e incluso extractos realizados con vino, aparecen
ya descritas en textos de la antigüedad, indicando qué operaciones debían realizarse para
su obtención.
La industria farmacéutica actual utiliza estas mismas operaciones para obtener los
medicamentos a base de plantas medicinales, aunque gracias al nivel tecnológico
alcanzado actualmente, se ha podido mejorar la eficacia y calidad de estos procesos,
obteniéndose mejores rendimientos.
Las preparaciones clásicas se siguen elaborando en la actualidad, aunque la industria
farmacéutica está introduciendo cada vez más el uso de formas farmacéuticas como las
cápsulas, comprimidos y geles en la elaboración de medicamentos con plantas
medicinales. Sin embargo, estas formas clásicas se siguen preparando en las oficinas de
farmacia, para la elaboración de algunas fórmulas magistrales y preparados oficinales.

Operaciones tecnofarmacéuticas con plantas


En algunas ocasiones, algunas drogas se pueden administrar directamente al paciente,
como por ejemplo la aplicación tópica de hojas de col en caso de dolores reumáticos, la
administración de plantas como los berros, diente de león o achicoria en forma de
ensalada o la de las pipas de calabaza como fruto seco. Sin embargo, como regla general,
para elaborar un preparado o un medicamento a base de plantas, normalmente se tiene
que tratar previamente el material vegetal con el fin de conseguir una materia prima
adecuada para la fabricación de medicamentos.
Los procesos que se suelen realizar para preparar una droga pueden ser los siguientes:
a) Desecación. La desecación favorece la conservación adecuada del material. Consiste en
eliminar el agua de vegetación, por lo que los procesos metabólicos de descomposición
celular no pueden continuar. Existen varias formas para desecar el material vegetal,
aunque la preferida consiste en colocar las drogas sobre parrillas de madera y cubrirlas
con telas de lino, dándoles la vuelta cada dos días para evitar la aparición de moho.
Esta desecación se suele realizar en silos protegidos de la luz y aireados.
Sin embargo, este proceso puede ser lento para drogas ricas en agua, como las algas, o
para raíces. Las algas suelen secarse al sol. Las raíces y otros órganos duros se pueden
secar en estufas, a una temperatura moderada. Estas desecaciones no son adecuadas
para drogas ricas en aceites esenciales volátiles, debido a que se podría producir una
pérdida de principios activos.
b) Pulverización. La pulverización del material vegetal se utiliza para homogeneizar el
tamaño de partícula y mejorar la elaboración de medicamentos. Además favorece la
liberación de los principios activos desde la droga, al aumentar la superficie de
contacto y al producir la ruptura de estructuras celulares. Cuanto más pulverizada esté
la droga, mayor será la cesión de principios activos, aunque también será mayor la
posibilidad de descomposición de los mismos.
Este proceso se suele llevar a cabo con los llamados molinos. En función del tipo de
material, se utilizan unos molinos u otros. Los molinos de martillos o los de rodillos se
utilizan para fragmentar materiales duros. En estos molinos, el material es sometido a
impactos y compresiones, que fragmentan las drogas. Para las drogas fibrosas, se
utilizan molinos de cuchillas, que producen el corte y desgaste de las estructuras.
La pulverización puede ser más o menos intensa. Los productos resultantes pueden ser
trociscos de las drogas o polvos. Estas materias primas pueden ser ya utilizadas
directamente para elaborar un preparado con plantas, como puede ser un filtro para
infusión, aunque también se pueden usar para elaborar otras formas farmacéuticas más
complejas, como las cápsulas.
La pulverización se puede llevar a cabo también tras la congelación del material con
nitrógeno líquido (criomolido), mediante el cual se favorece la fragmentación de la
droga y la ruptura de las células por acción de cristales de agua citoplasmáticos.
c) Tamización. Tras la pulverización del material, podemos obtener partículas de la
droga de muy distinto tamaño. En ocasiones puede ser que sólo interesen aquellas
partículas de unas dimensiones determinadas, por lo que se deben separar de las
sobrantes. Para lograr este objetivo, se suele trabajar con una serie de tamices en
cascada, de luz de malla decreciente, que van a separar las partículas de la droga en
fracciones de tamaño.
d) Mezclado. Los medicamentos a base de plantas medicinales pueden estar constituidos
por una sola droga vegetal, aunque es muy común que se mezclen distintas drogas que
potencien o complementen sus actividades. También se pueden añadir distintos tipos
de excipientes, como agentes adherentes, incrementadores de volumen, conservantes y
otros. Para elaborar estos productos compuestos, se debe realizar un mezclado
homogéneo y adecuado de los distintos componentes.
El mezclado homogéneo depende de varios factores. Se necesita que los fragmentos de
las drogas tengan un tamaño y un peso parecido. Además, se debe realizar en ausencia
de humedad y con la droga perfectamente desecada, ya que si no, se podría producir la
adhesión del material a las paredes de la mezcladora y entre sí. También es importante
controlar el tiempo de mezclado. Debe ser el adecuado, ya que si es demasiado
pequeño o demasiado grande, se puede producir la ruptura de la homogeneidad.
El mezclado se realiza con mezcladoras. Pueden ser móviles, que consisten en un
recipiente cerrado de distinta forma que gira sobre un eje, o inmóviles, cuyo cuerpo no
se mueve pero tienen en el interior un sistema, como hélices o una corriente de aire,
que produce la mezcla de los materiales.
e) Extracción. Existen multitud de productos elaborados con extractos de plantas. Un
extracto es un preparado de la droga vegetal que contiene sólo aquellos principios
activos solubles en el medio extractivo utilizado. Los extractos se preparan de forma
general poniendo en contacto la droga con un disolvente. En el disolvente quedarán los
principios activos solubles de la droga, hasta que se logre un equilibrio de
concentraciones entre el medio líquido y la droga.
La eficacia de la extracción depende de multitud de factores, entre los que podemos
destacar:
− Naturaleza de la droga. Las estructuras de la droga determinan el acceso de
principios activos al disolvente. En drogas duras, ricas en elementos lignificados,
esta extracción puede verse dificultada.
− Tamaño de partícula de la droga. Como se comentó en el punto de la pulverización,
a menor tamaño de partícula, mayor superficie de contacto entre la droga y el
disolvente, y por tanto, mayor acceso de los principios activos al medio líquido.
− Naturaleza del disolvente. Al disolvente sólo acceden las sustancias solubles en él,
por lo que en función de su polaridad se produce un mayor o menor acceso de
principios activos.
− Cantidad de líquido extractor. Cuanto más disolvente se utilice, mayor cantidad de
principios activos podremos disolver.
− Tiempo de contacto. A mayor tiempo de contacto, mayor capacidad tendrá el
disolvente para alcanzar el equilibrio de concentraciones de principios activos con
la droga.
− Temperatura. La extracción a alta temperatura favorece la disolución de principios
activos en el disolvente. Sin embargo, se debe tener en cuenta que existen principios
activos termolábiles, que se descomponen a altas temperaturas.
Existen distintos procedimientos de extracción. En ellos, se modifica el tiempo de
contacto, la cantidad de disolvente y la temperatura del proceso. Cada uno presenta un
rendimiento distinto.
− Maceración. Consiste en poner la droga vegetal en contacto con el disolvente a
temperatura ambiente y durante varios días. Se pueden obtener tinturas, aceites,
extractos glicólicos o vinos.
− Digestión. Es una maceración llevada a cabo en agua a una temperatura de unos 30-
50 ºC. El aumento de la temperatura permite obtener el extracto en un período que
oscila de varios minutos a horas. Se obtienen los digestos.
− Percolación. Este proceso se realiza en recipientes denominados percoladores, de
forma cónica, en los que se introduce la droga pulverizada dispuesta en capas
compactas. El disolvente (agua o alcohol) se introduce gota a gota por la parte
superior, atravesando la droga y disolviendo los principios activos. El percolado
obtenido se recoge por la parte inferior. El proceso dura varias horas, pero
conseguimos agotar casi completamente a la droga de principios activos, debido a
que nunca se alcanza un equilibrio, pues el disolvente está en constante renovación.
− Infusión. Consiste en poner en contacto la droga vegetal con agua a una
temperatura cercana a la de ebullición, dejando en reposo durante un breve período
de tiempo, que oscila entre segundos y minutos. Se obtiene una infusión. Para
materiales con aceites esenciales, se recomienda tapar el recipiente para evitar que
los compuestos volátiles puedan evaporarse.
− Decocciones. La decocción es una infusión, en la que el material vegetal se pone en
contacto con agua en ebullición durante varios minutos, e incluso horas. Se logra la
extracción completa de todos los principios activos solubles, pero no es un método
adecuado para drogas con principios termolábiles. Se suele utilizar para drogas
duras. El preparado obtenido se denomina decocto o cocimiento.
Una vez preparado el extracto, se debe filtrar para eliminar las partículas que han
accedido al disolvente, pero no se han disuelto.
Los extractos obtenidos se denominan líquidos. Si evaporamos parcial o totalmente el
disolvente, obtenemos extractos de distinta densidad. Pueden obtenerse extractos más
o menos fluidos, hasta llegar a la desecación total, que da lugar a un extracto seco.
Existe un proceso de extracción específico para drogas con principios activos volátiles,
denominado en arrastre de vapor. Consiste en hacer pasar una corriente de vapor de
agua o alcohol sobre la droga, que arrastrará los principios activos solubles, sin
alcanzarse altas temperaturas.
Una vez obtenido un extracto, se puede emplear directamente como medicamento o se
puede preparar una forma farmacéutica con él.

Preparados galénicos con plantas


Un preparado galénico es una sustancia medicamentosa que puede ser administrada
directamente al paciente, pero que carece de una forma farmacéutica definida como tal,
siendo administrado a una dosis poco exacta. Debido a que los márgenes terapéuticos de
las plantas son muy altos, se han utilizado mucho estos preparados en Fitoterapia, ya que
no existe un riesgo demasiado alto de que se produzca una sobredosificación. De esta
forma, las dosificaciones con los preparados galénicos se suelen medir en tazas o
cucharaditas por ejemplo, mientras que en un medicamento se indica exactamente la dosis
que debe administrarse.
Entre las ventajas de estos preparados galénicos podemos destacar que son sencillos de
elaborar, y más económicos que un medicamento. Estas formas medicamentosas han sido
preparadas tradicionalmente, y en muchas ocasiones no se precisa que la persona tenga
una instrucción determinada para su obtención. Por esta razón, muchas veces se realizan
por el propio usuario en su casa, como en el caso de las infusiones.
Sin embargo, tienen varios inconvenientes. En primer lugar, cuando la persona no tiene
una formación especializada se pueden producir fácilmente errores en su elaboración. Esto
puede dar lugar a una ausencia de eficacia, como en el caso de realizar infusiones a altas
temperaturas con drogas ricas en principios activos termolábiles. También tenemos que
tener en cuenta que estos preparados no suelen llevar en su formulación agentes
conservantes o antioxidantes, por lo que su vida media es baja, lo que hace que deban
utilizarse inmediatamente tras su preparación. Finalmente, estos preparados no suelen ser
tan elaborados como una forma farmacéutica, lo que dificulta en ocasiones el
enmascaramiento de características organolépticas desagradables.
Existen multitud de preparados galénicos de plantas medicinales. Se pueden clasificar en
función de su vía de administración y de su consistencia.
Los preparados galénicos más utilizados se administran por vía oral. Dentro de esta vía, se
utilizan sobre todo formas líquidas resultantes de procesos extractivos sobre el material
vegetal. Entre estas formas líquidas podemos destacar:
a) Infusiones. Como ya hemos apuntado antes, se preparan por la acción de agua caliente
sobre el material vegetal, dejando reposar durante varios minutos. La infusión se suele
realizar sobre drogas blandas, como hojas o flores. Es probablemente uno de los
preparados más antiguos que existen, siendo utilizadas ya en épocas prehistóricas.
b) Decoctos o cocimientos. Se obtienen al someter el material vegetal a la acción del agua
hirviendo durante un período superior al de las infusiones. Se utilizan
fundamentalmente para drogas como semillas, cortezas o raíces.
c) Macerados. Se preparan poniendo en contacto la droga con un disolvente a
temperatura ambiente. En función del disolvente utilizado, se pueden elaborar:
− Tinturas. El disolvente utilizado es el alcohol. La graduación del alcohol depende de
la propia droga. Como regla general, se utilizará alcohol de 70º. Sin embargo, en el
caso de drogas resinosas se deberá usar alcohol de 90º, mientras que para drogas
ricas en saponinas no debe de pasar de 45º. Se recomienda tomarlas diluidas,
utilizando unas 15-25 gotas (equivalente a 1 ml) en un vaso de agua.
La presencia del alcohol puede limitar la utilización de estos preparados en
determinados pacientes, como pueden ser los niños o personas con problemas de
alcoholismo.
Las tinturas se conservan bien, debido a la presencia de alcohol, que evita el
sobrecrecimiento bacteriano. Sin embargo, presentan una mala estabilidad,
apareciendo en ocasiones procesos de turbidez y precipitación.
− Glicerolados. Los glicerolados se preparan sustituyendo el alcohol por glicerol, lo
que permite su utilización por todos aquellos pacientes en los que el uso del alcohol
esté contraindicado. Se recomienda también que se diluyan previamente para su
utilización.
d) Tisanas o tés. Son fundamentalmente infusiones, aunque también pueden ser decoctos
o macerados, edulcorados con azúcar, miel o un edulcorante artificial. Aparte de sus
fines medicinales, tienen una gran importancia en alimentación, utilizándose como
fruitivos.
Las formas tópicas han sido también muy utilizadas en el pasado. Sin embargo, su
preparación suele ser más compleja, por lo que actualmente no suelen utilizarse
demasiado. Estos preparados tópicos pueden ser líquidos o semisólidos. Entre ellas
podemos encontrar:
a) Líquidas.
− Aceites medicinales. Consisten en un aceite que lleva disueltos los principios activos
de una droga. Para elaborarlos se maceran las drogas a utilizar con un aceite común
durante un período de algunas semanas. Se pueden utilizar aplicándose
directamente mediante masajes o como materia prima para elaborar pomadas. El
aceite actúa como vehículo de los principios activos y además como emoliente e
hidratante de la piel, favoreciendo el funcionamiento de la misma y la penetración
de principios activos.
− Aceites esenciales. Son líquidos oleosos obtenidos por extracción por arrastre de
vapor sobre plantas aromáticas. Sus principios activos son volátiles, por lo que
deben almacenarse en recipientes herméticos para evitar la pérdida de las
sustancias medicinalmente activas. Estos aceites esenciales se administran por vía
tópica mediante friegas, sobre todo para calmar dolores de tipo artrítico y muscular,
aunque también se pueden administrar mediante inhalación o por vía oral diluidos.
Se debe tener precaución con estos preparados, pues normalmente los aceites
esenciales presentan compuestos neurotóxicos como la tuyona, que pueden dar
lugar a irritabilidad, nerviosismo e insomnio, sobre todo en niños pequeños y
lactantes. Por este motivo, se recomienda no utilizarlos por vía oral en estos niños ni
sobrepasar las dosis diarias recomendadas.
− Gargarismos. El gargarismo es un preparado de administración bucofaríngea,
formado por una infusión ligeramente concentrada por evaporación del agua, que
se aplica a temperatura tibia manteniéndolo en la garganta, sin tragar. Se utilizan
para el tratamiento de faringitis y heridas faríngeas, por lo que se suelen preparar
con plantas astringentes como la agrimonia, emolientes como la malva, antisépticas
como el tomillo o antiinflamatorias como la manzanilla.
− Compresas. Son formas líquidas que se aplican sobre la piel mediante una tela de
algodón, tapándose a continuación. Se pueden administrar en frío o en caliente,
necesitándose en este caso reemplazar la compresa cuando se enfríe. Tienen el
inconveniente de que el paciente debe estar tumbado durante la administración,
para evitar que se caigan. Se utilizan sobre todo para tratar dermatitis y heridas
cutáneas de mala cicatrización, para lo que se suelen formular con plantas
astringentes, y para aliviar contusiones y otras mialgias.
− Baños de ojos. Son soluciones extractivas líquidas que se utilizan en frío sobre la
conjuntiva ocular y palpebral. Permiten la limpieza de los ojos y párpados, y la
administración de principios activos para tratar casos de conjuntivitis, orzuelos y
blefaritis. Se usan mucho plantas astringentes y antisépticas, como la eufrasia, o
antiinflamatorias como la manzanilla.
A pesar de todo esto, el uso de estos baños oculares está en entredicho debido a la
posibilidad de producir alergias que empeoren la conjuntivitis, por la presencia de
polen en las infusiones.
b) Semisólidas.
− Bálsamos. Los bálsamos son preparados muy oleosos, producidos por los troncos
de ciertas plantas ante agresiones de su corteza. Entre los más utilizados aparecen
los de Tolú y Perú, de la especie Myroxylon balsamum y el benjuí, de distintas
especies del género Styrax. Debido a su gran viscosidad y a su buena adhesividad a
la piel (que se mejora al añadir cera de abejas), se administran para el tratamiento
de afecciones dermatológicas, ya que son antisépticos y cicatrizantes.
− Cataplasmas. Las cataplasmas son preparaciones semisólidas obtenidas al mezclar
drogas vegetales trituradas con agua caliente, hasta formar una pasta viscosa. Se
puede añadir harina de linaza o patata como espesante. Esta pasta se envuelve en
un trapo y se aplica lo más caliente posible sobre la piel del paciente, pero sin llegar
a quemar, tapándose a continuación con un trapo de lana, para que mantenga el
calor. En ocasiones se ha utilizado barro como vehículo de las drogas vegetales.
Estas cataplasmas son emolientes, analgésicas y antiinflamatorias locales, por lo que
se usan en caso de dolores reumáticos y afecciones dérmicas.
Un tipo especial de cataplasma es el sinapismo, que consiste en una cataplasma
hecha con harina de mostaza negra (Brassica nigra). Este sinapismo se utiliza como
rubefaciente, produciendo una irritación local que puede aliviar procesos dolorosos
o congestivos.
Otra vía utilizada para administrar preparados de plantas medicinales es la vía pulmonar,
destinada exclusivamente al tratamiento de afecciones broncopulmonares como la
bronquitis o las infecciones respiratorias. Se utilizan las plantas en forma de vahos, siendo
muy típicos los de eucalipto. El vaho es una forma de tipo niebla, constituido por una fase
externa gaseosa, que corresponde al aire, y una interna líquida, que se forma por gotículas
de agua evaporada que llevan disueltas los principios activos de plantas.
Esta forma es muy utilizada para plantas ricas en aceites esenciales volátiles, como el
eucalipto o el pino, aunque también se puede utilizar para plantas mucilaginosas como la
altea o la malva. Para preparar un vaho, se añade la droga a un recipiente con abundante
cantidad de agua caliente. El paciente coloca la cabeza encima y aspira los vapores. Se
recomienda tapar la cabeza y el recipiente con un trapo grande, para evitar la difusión de
todo el vapor.
En ocasiones se han utilizado aceites esenciales inhalados directamente.

Formas farmacéuticas y plantes medicinales


La inclusión de una sustancia medicamentosa de plantas medicinales en una forma
farmacéutica, da lugar a un medicamento de plantas medicinales. Un medicamento tiene
una forma definida y una posología determinada y exacta.
A pesar del amplio uso tradicional de los preparados galénicos, la necesidad de
elaborarlos justo antes de la administración hace que estas sustancias medicamentosas no
sean muy utilizadas por la industria farmacéutica y que ésta prefiera la preparación de
medicamentos de plantas medicinales, o la elaboración de materias primas para la
obtención posterior de un preparado oficinal.
Las ventajas de las formas farmacéuticas se refieren fundamentalmente a su gran calidad,
debido a que se fabrican siguiendo una serie de procesos perfectamente estandarizados, y
están sometidas a un control de calidad para asegurar su seguridad y calidad. Además, el
contenido de principios activos puede estar estandarizado, permitiendo una igualdad de
efectos tras dosis repetidas. De igual manera, al presentar conservantes y antioxidantes, y
debido a los procesos tecnológicos de obtención, tienen una estabilidad grande, que
permite su conservación durante largos períodos de tiempo. Finalmente, la administración
es más cómoda y permite enmascarar caracteres organolépticos desagradables.
Entre sus inconvenientes, cabe destacar que son productos más caros y con los que, en
ocasiones, es más frecuente la aparición de una sobredosis, debido a que se pueden
administrar cantidades mayores de principios activos que con los preparados galénicos.
Las formas farmacéuticas, al igual que los preparados galénicos, se pueden clasificar según
su vía de administración y su estado. Las más utilizadas, al igual que los preparados
anteriores son las aplicadas por vía oral, aunque en ocasiones, y para determinados
procesos, también se utiliza mucho la vía tópica.
Dentro de las formas farmacéuticas orales tenemos:
a) Sólidas.
− Comprimidos. Son formas farmacéuticas obtenidas por la compresión de un polvo o
un granulado.
− Cápsulas. Son formas farmacéuticas constituidas por un receptáculo de gelatina
relleno de un material sólido (polvo, granulado) o incluso líquido. Pueden ser
duras, con una cubierta de gelatina, o blandas, también denominadas perlas, en las
que la cubierta es de glicerogelatina.
b) Líquidas.
− Jarabes. Es una disolución acuosa con los principios activos de la planta, y saturada
de sacarosa, que va a favorecer la conservación. Debido a su agradable sabor, están
especialmente indicados para niños. Además, el azúcar produce un efecto
demulcente sobre la mucosa faríngea, por lo que se utilizan mucho en caso de
afecciones respiratorias. Se pueden administrar directamente con una cucharilla o
diluidos en agua.
Al presentar grandes cantidades de sacarosa en su composición, no deben ser
administrados a pacientes diabéticos, salvo que la sacarosa sea sustituida por otro
edulcorante como el sorbitol.
− Elixires. Son soluciones diluidas en un disolvente hidroalcohólico. Debido a la
presencia de alcohol, tienen un tiempo de conservación prolongado. Sin embargo,
se debe evitar su administración en niños y pacientes con dependencia alcohólica.
Las formas tópicas también se utilizan bastante a menudo para el tratamiento de
afecciones dérmicas o locales. Algunas de las formas farmacéuticas tópicas más utilizadas
para fabricar medicamentos de plantas son:
a) Semisólidas.
− Pomadas. Son emulsiones de fase externa oleosa, muy viscosas, hasta formar una
pasta. Debido a su gran viscosidad presentan una gran adherencia sobre la piel.
Estas formas favorecen el paso de principios activos a través de las capas córneas de
la piel.
Aunque han sido muy utilizadas, presentan varios inconvenientes. Manchan la ropa
y además, debido a su carácter graso, su aplicación puede resultar desagradable. Se
recomienda aplicarlas sobre la piel herida con mucho cuidado, ya que no se
extienden bien y su fricción podría producir dolor. No se deben aplicar sobre
quemaduras, ya que al ocluir el fragmento de piel sobre el que se administran
aumentan la temperatura local y producen dolor.
− Geles hidrófilos. Se forman por la dispersión de polímeros de ácido acrílico en una
disolución acuosa o hidroalcohólica. Al contrario que las pomadas, presentan una
buena extensibilidad, y la evaporación del disolvente da lugar a una sensación de
frescor, por lo que se pueden aplicar sobre piel herida o quemaduras. Además, su
aspecto es muy agradable. Se utilizan sobre todo para el tratamiento de venas
varicosas y pesadez de piernas.
Su principal inconveniente es que presentan numerosas incompatibilidades con
sustancias catiónicas.
b) Líquidas.
− Colirios. Son soluciones o suspensiones esterilizadas de aplicación sobre la mucosa
corneal. Se utilizan como descongestionantes y antisépticos, en caso de
conjuntivitis. Se debe intentar mantener la esterilidad de la solución, por lo que se
recomienda que la boquilla del frasco no roce los ojos. Una vez abierto el envase, su
caducidad es muy pequeña.
− Colutorios. Son soluciones hidroalcohólicas de aplicación mediante gargarismos y
lavados bucales. Suelen utilizarse para tratar afecciones dentales, orales o faríngeas.
No se recomienda la ingestión del preparado.
− Soluciones nasales. Son soluciones administradas en las fosas nasales en forma de
gotas nasales o de nebulizados. Se utilizan como descongestivos nasales.
A parte de que estas formas farmacéuticas son las más habituales, no debemos olvidar
otras que fueron muy utilizadas en épocas anteriores, como los linimentos, lociones,
enemas o supositorios, aunque en la actualidad, muy pocos medicamentos se formulan
bajo estas formas.

También podría gustarte