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Introducción
En relación con diversas enfermedades, la dieta ha sido identificada como uno de los
factores de riesgo implicados en su origen o desarrollo, y que son susceptibles de
modificación. Entre las enfermedades oculares destacan, por su frecuencia y gran repercusión
en la calidad de vida de las personas que las padecen, las cataratas, la degeneración macular
asociada a la edad (DMAE), la retinopatía diabética y el glaucoma. Hay numerosos estudios
relacionando la dieta con las cataratas, la DMAE y la retinopatía diabética. En los últimos
años se han potenciado los estudios con diversos componentes de la dieta en la DMAE,
abriéndose interesantes expectativas para mejorar la calidad de vida de las personas que tienen
esta enfermedad.
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muerte celular de células de la retina y crea puntos de pérdida en la visión central. Es la
principal causa de ceguera legal, irreversible, en población mayor de cincuenta años en el
mundo occidental, pero a pesar de ello, es una enfermedad bastante desconocida por la
población. Este desconocimiento impide poner en práctica una serie de medidas que permitan
evitar factores de riesgo y prevenir esta enfermedad, especialmente entre aquellos que
presentan una predisposición genética a padecerla o debido a la edad avanzada.
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Existen numerosas pruebas que muestran mecanismos a través de los cuales, la luteína
y la zeaxantina protegerían la retina del deterioro provocado por diversas fuentes. Los
resultados de estudios epidemiológicos y experimentales son consistentes y existe
plausibilidad biológica para estos compuestos en la retina. Estas pruebas, junto con los
resultados de estudios de intervención en curso, podrían permitir su consideración como
nutrientes esenciales en determinadas situaciones.
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Luteína y zeaxantina: mecanismos de acción
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administración. A medida que se fueron aplicando, a sujetos control, protocolos similares
para objetivos definidos, se observó que en la mayoría de los sujetos, la suplementación
con luteína provocaba un aumento de las concentraciones de luteína en suero y en la
mácula (medida por la densidad del pigmento macular) en un período de tiempo similar y
esto se produce a la vez que se presentaba la mejoría en indicadores clínicos relacionados
con la enfermedad (agudeza visual), lo que nos da información sobre las dosis, período de
tratamiento y métodos para valorar la eficacia (Olmedilla Alonso, 2007).
En 2004 se publicaron los resultados de un estudio con luteína (10 mg/día, 1 año)
en sujetos con DMAE atrófica (estudio LAST), obteniendo un aumento en la densidad del
pigmento macular (está formado por luteína y zeaxantina), así como una mejoría en la
agudeza visual, sensibilidad al contraste y recuperación tras pruebas de deslumbramiento.
En cuanto a la progresión de la enfermedad, no hubo avance de la DMAE durante los 12
meses de estudio en ninguno de los tres grupos. El estudio LAST indica que ciertos signos
característicos de la DMAE (ej. metamorfopsia, dificultad de recuperación tras el
deslumbramiento, alteraciones en el fotorreceptores-epitelio) aparecen bastante antes de los
signos oftalmoscópicos, y por ello, en ausencia de curación actualmente, cualquier
intervención terapéutica que retrase el tiempo de pérdida de visión central, podría tener un
significativo impacto sobre la calidad de vida (Ritcher et al., 2004).
La luteína y zeaxantina son compuestos de interés para personas con DMAE ya que
pueden aumentar la densidad del pigmento macular, con la probable mejoría de la agudeza
visual y sensibilidad al contrate y por tanto de calidad de vida. En base a la gran información
generada en los últimos años sobre contenido en alimentos y en suero, estudios
epidemiológicos e in vitro, estudios de intervención en sujetos control y en pacientes, con
diversos objetivos, se pueden considerar como deseable mantener una concentración de
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luteína en suero en el rango entre 34 y 60 µg/dl (Granado et al, 2003), el cual es alcanzable
por medio de una ingesta media de 6mg/día (cantidad asociada con un menor riesgo de
DMAE) mediante el consumo de complementos alimenticios o la ingesta habitual de
alimentos ricos en luteína que nos permita asegurar un aporte algo mayor que la cantidad
anteriormente indicada ya que la biodisponibilidad (cantidad de compuesto que ingerimos con
el alimento, pero que es absorbida) a partir de alimentos es variable (el consumo medio de
luteína y zeaxantina en la dieta europea es de 3 mg/día) (O’Neill et al., 2001).
En los últimos años, se ha sugerido que la luteína puede ser considerada como nutriente
esencial de forma condicional, ya que si se elimina de la dieta se produce una disminución de
su nivel en sangre y aparecen anormalidades estructurales y funcionales en la retina, siendo
todo ello corregido por medio de su aporte. En el organismo humano, las mayores
concentraciones de luteína y zeaxantina se encuentran en la mácula y existen datos que
muestran una actividad biológica, llevada a cabo por varios mecanismos de acción en la
retina. Hay numerosos estudios observacionales que muestran como las concentraciones
elevadas en sangre o en ingesta de estos compuestos se asocian con una menor prevalencia de
DMAE, resultados que se han repetido en trabajos in vitro y en animales, y aunque no hay
siempre consistencia en los resultados de los mencionados estudios (hay en la bibliografía
expuestas razones que lo explican), los resultados son más consistentes cuando se realizan
estudios de intervención tanto en sujetos control como en pacientes. Los estudios in vitro
sugieren mecanismos de acción que implican interacciones con las vitaminas E y C, y otros
antioxidantes, así como también con los segmentos externos de los fotorreceptores. Estudios
en primates muestran que al eliminar la luteína de la dieta se producen anormalidades en la
retina similares a las drusas. Si más estudios clínicos muestran que estos carotenoides
reducen la progresión de la DMAE o de otras degeneraciones de la retina, la luteína y
zeaxantina cumplirían los criterios para que fuesen considerados, en humanos, como
nutrientes condicionalmente esenciales (Semba y Dagnelie, 2003).
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Bibliografía
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Figura 1.- Necesidades de nutrientes: metabólicas, nutricionales y recomendaciones dietéticas
(Olmedilla y Granado, 2000)
Necesidades
Biodisponibilidad metabólicas
Objetivos
de salud
Prevención
enfermedad crónica
Necesidades
Biodisponibilidad metabólicas
Objetivos
de salud
Prevención
enfermedad crónica
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Figura 2.- Estructura de los carotenoides utilizados en estudios de intervención en la
DMAE
CH3 OH
CH3 CH3 CH3 CH3
CH3 OH
CH3 CH3 CH3 CH3
Zeaxantina
CH3
CH3 CH3 CH3 CH3
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Tabla 1.- Estudios controlados y aleatorizados con micronutrientes en la DMAE.
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