actividades que funcionan con unos grupos y con otros no? ¿Son claros los enuncia dos de los manuales? ¿Existe el manual ideal? Con nuestra experiencia, ¿necesitamos una Guía del profesor?
Una secuencia didáctica es un grupo de actividades
encadenadas entre sí donde se enseña un contenido específico de manera progresiva. Las actividades intentan enseñar, dependiendo de su ubicación en la secuencia didáctica, una perspectiva del contenido, un “nivel” que allana el camino para acceder de manera segura al siguiente.
Como una secuencia didáctica debe trazar, a través de
sus actividades, un camino hacia la aprehensión del contenido enseñado, ésta no debe de carecer de una técnica y una estrategia específica para elaborarlas. Estas técnicas y estrategias deben construirse de antemano, pero no sin reconocer a los alumnos a los que se dirige. De manera diferente a las metodologías científicas, que plantean un método (camino) a priori que no debe modificarse, una secuencia didáctica no puede implicar el prejuicio de que todo el mundo aprende de igual manera y que, por tanto, es posible no tener en cuenta las peculiaridades de éstos a la hora de elaborarse. La edad, la cultura y la situación social son sólo algunas de estas “peculiaridades circunstanciales” que determinan el modo de aprender de cada alumno.
Por eso no es inusual observar que una secuencia
didáctica elaborada desde cierta estrategia, y haciendo uso de ciertas técnicas, parezca ser ideal para cierto grupo de alumnos y, en cambio, ser un desastre para otros. En tanto que la secuencia didáctica aspira a enseñar progresivamente un contenido a través de las experiencias que cada actividad imprime sobre el alumno, no debemos olvidar que toda experiencia sucede en unas circunstancias concretas. Los manuales, que ayudan al profesor a discernir correctamente qué contenidos son más básicos (en el sentido de generales o prioritarios) que otros, no pueden, a pesar de sus esfuerzos, captar las circunstancias concretas de la clase. Como si de un ejercicio hermenéutico se tratase, cada manual se interpretará de manera distintita, y es trabajo del profesor saber conducir dicha interpretación a un camino que garantice el aprendizaje correcto del contenido.
De modo que, para concluir, la experiencia y las
circunstancias que la envuelven no sólo nos hacen dudar de que haya un manual ideal, sino de lo peligroso que podría llegar a ser considerarlo. Pensar fuera de la temporalidad, de las circunstancias y experiencias pasadas que determinan a los alumnos, es creer que todo aquel que quede fuera de los caminos preestablecidos del aprendizaje “no vale” para aprender. No puedo defender dicha posición, sobre todo cuando dudo que el ser humano pueda alcanzar a redactar algo (aunque sea una guía de aprendizaje ideal) que no esté enmarcado en un horizonte temporal y cultural. Por otro lado, con el mismo motivo de que debemos fijarnos en las experiencias previas y en las circunstancias de los alumnos, creo que puede ser de ayuda una guía del profesor, donde, con motivo orientativo (y no como si fuera un credo), se pueden recopilar apreciaciones circunstanciales para tener en cuenta a la hora de elaborar una secuencia didáctica, mostrando que ésta siempre debe considerar a los alumnos a los que se dirige.