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En este contexto, la economía soviética se encontraba en una encrucijada, y fue

Mijaíl Gorbachov quien enfrentó este dilema. Se planteaban dos opciones: mantener la

ejecución de una economía planificada bajo un sistema extensivo, lo que implicaría una

disminución considerable del crecimiento, o adoptar un sistema intensivo mediante la

incorporación de tecnología y capital para seguir siendo competitiva a nivel mundial.

Gorbachov optó por la segunda opción, y aquí radicó esencialmente la Perestroika.

Mientras tanto, en el Bloque Occidental, la economía estadounidense demostró mayor

capacidad de adaptación frente a los eventos globales. Tras la crisis petrolera, flexibilizó

su modelo de desarrollo y estableció una sólida cooperación con el capital internacional.

Este cambio se vio acompañado por una alteración en la política estratégica hacia el

bloque soviético con la administración de Ronald Reagan, adoptando una naturaleza

más agresiva representada por la iniciativa conocida como "la guerra de las galaxias"

(IRI, 2007, p. 4).

Este conflicto consistía en la creación de un escudo espacial con satélites para

prevenir que los misiles soviéticos alcanzaran Estados Unidos. En este contexto, se

gestó una competencia cada vez más desigual, donde Estados Unidos consolidaba su

poder global mientras la Unión Soviética se sumergía, perdiendo a sus satélites,

disolviendo el Pacto de Varsovia en 1989 con la unificación alemana y finalmente

desapareciendo como Estado en 1991. Simultáneamente, los países del Tercer Mundo

buscaban integrarse en el mercado mundial, solicitando créditos para su modernización,

pero enfrentando dificultades debido a las altas tasas de interés impuestas por

organismos financieros internacionales. Estos préstamos exigían la estabilidad

monetaria, ajustes estructurales en la economía y el aumento de las exportaciones como

ejes para dirigir las políticas de los Estados de estos países tercermundistas (IRI, 2007,

p. 4).
a) Causas de la Guerra Fría

I. Desconfianza entre Estados Unidos y la Unión Soviética:

La Segunda Guerra Mundial, si bien alió temporalmente a Estados Unidos y la

Unión Soviética contra el Eje, no eliminó las profundas desconfianzas

ideológicas y políticas entre ambos países. Divergencias sobre el futuro de

Europa y el control de áreas estratégicas avivaron tensiones, sentando las bases

para el surgimiento de la Guerra Fría.

La desconfianza latente entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a pesar de su

cooperación efímera durante la Segunda Guerra Mundial, se manifestó como un

elemento determinante en el surgimiento de la Guerra Fría. Según Fred Halliday,

"la paradoja de la colaboración y la persistente desconfianza entre Estados

Unidos y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial sentó las bases

para un futuro conflicto" (Halliday, 1993, p. 20). Esta paradoja, evidenciada por

la colaboración táctica pero también por las crecientes divergencias ideológicas

y estratégicas, estableció un terreno fértil para las tensiones que se desarrollarían

en las décadas posteriores.

Las tensiones se centraron en divergencias cruciales sobre el futuro de Europa y

el control de áreas estratégicas, marcando así un precursor fundamental para la

Guerra Fría. Como afirma Halliday, estas tensiones fueron "un precursor

fundamental del surgimiento de la Guerra Fría" (Halliday, 1993, pp. 20-21). La

falta de consenso sobre la reconstrucción de Europa, la formación de gobiernos

autónomos en Europa del Este y las diferentes visiones políticas y económicas

contribuyeron a la consolidación de una desconfianza arraigada, definiendo así


el curso de las relaciones entre las dos superpotencias y dando forma al conflicto

bipolar que caracterizaría la segunda mitad del siglo XX.

II. Competencia ideológica entre el capitalismo y el comunismo:

La incompatibilidad fundamental entre las ideologías capitalista y comunista

sirvió como combustible para el conflicto. Mientras Estados Unidos abogaba por

la democracia y la economía de mercado, la Unión Soviética promovía el

socialismo y la planificación centralizada. Esta divergencia ideológica se tradujo

en rivalidades geopolíticas y la búsqueda de influencia global.

La competencia ideológica entre el capitalismo y el comunismo fue el motor

fundamental que impulsó el conflicto de la Guerra Fría. Como sostiene

Hobsbawm, la Guerra Fría no solo fue una lucha por el poder, sino también una

confrontación de ideas antagónicas: "la Guerra Fría fue una batalla ideológica

entre dos sistemas opuestos: el capitalismo defendido por Estados Unidos y el

comunismo promovido por la Unión Soviética" (Hobsbawm, 1998, p. 45). Esta

incompatibilidad ideológica se tradujo en una serie de rivalidades geopolíticas y

en la búsqueda incesante de influencia a nivel global por parte de ambas

superpotencias.

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