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Presentación………………………………………………………………………3
Introducción………………………………………………………………………..4
Marco teórico……………………………………………………………………………
La Guerra Fría………………………………………………………………….5
¿Qué fue la guerra fría? ……………………………………………………...6
Causas de la guerra fría………………………………………………………7
Consecuencias de la guerra fría……………………………………………..8
Características de la guerra fría…………………………………………..…10
Factores latentes de la guerra fría……………………………………..……11
Fin de la guerra fría………………………………………………………………..12
El muro de Berlín…………………………………………………………………..13
La construcción………………………………………………………………...13
La caída…………………………………………………………………………14
La reunificación alemana…………………………………………………….14
La OTAN……………………………………………………………………………...15
La KOMINFORM……………………………………………………………………...17
Guerra fría en la historia occidental………………………………………………19
Plan Marshall………………………………………………………………….….21
Antecedentes……………………………………………………………….22
Rechazo Sovietico…………………………………………………………..23
Aplicación…………………………………………………………………….24
Consecuencias……………………………………………………………...26
La guerra fría en las relaciones internacionales:…………………………...29
Resumen………………………………………………………………….….29
Introducción……………………………………………………………….…30
Cambios Radicales…………………………………………………….……31
Posición de Europa…………………………………………………………32
Opciones de adaptación al cambio………………………………….…..33
Armas nucleares………………………………………………………….…35
Vaivenes de la guerra fría………………………………………………….….36
Consideraciones finales…………………………………………………….….42
Referencias………………………………………………………………….…...43
Presentación
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diferencias interpretativas de acuerdo a sus postulados más importantes, Cada
uno revela el ascenso de una corriente de acuerdo a las condiciones históricas
que lo permitieron y el vínculo existente entre estas, de manera que se pueda
observar el desarrollo histórico y sus contribuciones en torno al tema que se
analiza. Durante cuarenta y cinco años el constante enfrentamiento de las
superpotencias surgidas de la segunda guerra mundial, Estados Unidos y la
URSS, convirtió al mundo en escenario de potenciales batallas futuras: la
denominada “Guerra Fría”, por estos años, en el campo de las relaciones
internacionales, se produjo el traspaso de un mundo multipolar a un mundo
bipolar, el cual se caracterizó por la permanente amenaza de los dos polos de
poder que constituían este “nuevo orden mundial”. En este contexto de
confrontación ideológica, se era capitalista o comunista; los diferentes países del
denominado “Tercer Mundo” se reconocían dentro de uno u otro de los bandos en
particular, pasando a ser territorios periféricos en los cuales se desarrollaba
verdaderamente esta “guerra”.
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que incorporaba tecnología nuclear, se utilizó como un elemento de disuasión: un
ataque hacia el territorio de la potencia o sus aliados garantizaba una respuesta
inmediata e igualmente contundente hacia el rival. Esta política de destrucción
mutuamente asegurada marcó la psicología colectiva de varias generaciones que
vivieron con el temor a que las superpotencias desencadenaran una nueva guerra
mundial.
GUERRA FRÍA:
La guerra fría, que tuvo su inicio poco después de la Segunda Guerra Mundial
(1945) y la extinción de la Unión Soviética (1991) es la designación atribuida al
período histórico de disputas estratégicas y conflictos indirectos entre Estados
Unidos y la Unión Soviética, por la hegemonía política, económica y militar en el
mundo.
A pesar de que luchaban junto a los países del Eje Alemania, Italia y Japón
durante la Segunda Guerra Mundial, fueron tensas relaciones entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética.
Los diferentes sistemas económicos y políticos adoptados por los dos países eran
antagónicos y competidores. Por un lado, el capitalismo estadounidense y su
sistema político democrático; el otro, el comunista soviético bajo el gobierno
autoritario de Stalin desde 1922.
Con el fin de la guerra aproximándose, la relación entre los dos países era cada
vez más complicada y, cuando el conflicto de hecho terminó, ya era evidente que
la colaboración entre las dos potencias también había llegado a su fin.
El enemigo común, el nazismo, fue lo que mantuvo al lado del otro y, una vez
derrotado, cada país trató de hacer frente a sus propios intereses políticos,
económicos y territoriales.
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La parte oriental ocupada por los soviéticos, se convirtió en el área de influencia
de la Unión Soviética.
En poco tiempo, los partidos comunistas locales, apoyados por la URSS, pasaron
a ejercer el poder en esos países. Establecer las llamadas democracias populares
en Albania, Rumania, Bulgaria, Hungría, Polonia y Checoslovaquia.
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nuclear, y un conflicto armado directo significaría el fin de los dos países y,
posiblemente, de la vida en nuestro planeta. Pero ambos acabaron
alimentando conflictos en otros países como, por ejemplo, en Corea y en
Vietnam.
gracias a la ussr quedo sumida en una crisis económica por invertir tanto
en gastos militares y dejar a un lado la producción de bienes de consumo.
eso junto con la caída del régimen comunista en Europa hizo que se
desmoronara una de las mayores potencias mundiales en esos tiempos.
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entre ellos estuvo la guerra de corea y la guerra de Vietnam
se derrumbó el comunismo
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La primera parte de la Guerra fue la carrera de armas, donde había un
concurso de armas entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, con el
objetivo principal de demostrar quién tenía más potencia de fuego.
Durante el período de la Guerra, los EE.UU. y la URSS también se
involucraron en otras guerras directas.
La guerra fría también se extendió hacia el espacio, con la llamada carrera
espacial.
La Guerra entra Estados y la Unión Soviética fue un combate que generó
una división global entre dos lados: capitalistas y comunistas.
Se Creó la OTAN
El principal hito que simbolizaba la Guerra Fría fue la caída del muro de
Berlín, que durante casi 30 años dividió la capital alemana en el lado
socialista y capitalista. El Muro de Berlín fue derribado por los propios
ciudadanos alemanes el 9 de noviembre de 1989.
Este periodo vislumbró una guerra estratégica, política y científica. Se dio una
disconformidad entre ambas naciones tanto en la creación de nuevas tecnologías
y armamento, como en la conquista del espacio exterior. Si bien las condiciones
en los tiempos de la Guerra Fría eran otras, la división geopolítica imperante en el
mundo dependía del dominio de la extinta URSS (modelo de referencia para
futuros estados socialistas) y Estados Unidos. La actualidad muestra que dicha
atribución no está tan marcada como en aquella época, pero los hechos recientes
muestran que el fin de la beligerancia dista mucho de ser un caso cerrado. Está
claro que las diplomacias entre Rusia y Estados Unidos se encuentran en una
posición delicada, los diferentes movimientos estratégicos dan a pensar que la
guerra sigue latente, la tensión entre una nación y otra ha escalado más de la
cuenta. El caso de Edward Snowden, la situación en Siria y la crisis de
Ucrania han inducido a que las relaciones entre EE. UU. y Rusia comiencen a
recordar a los años duros de la Guerra Fría; esperando ese momento que acabe
con los años de pactos y negociaciones que han sostenido, pero sus intereses
contrastados suelen impedirlo, y eso crea tanto riesgos como oportunidades para
terceros.
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La falta de democracia, el atraso económico y la crisis en las repúblicas soviéticas
acabaron por acelerar la crisis del socialismo a finales de la década de 1980.
La caída del Muro de Berlín fue un marco que simbolizó la muerte de los
regímenes socialistas en el Este europeo. En octubre de 1990 las dos Alemanias
fueron finalmente unificadas. Igualmente, la desintegración de la Unión Soviética
inauguró un nuevo período en la historia mundial.
EL MURO DE BERLÍN:
Solo días antes de este acontecimiento, los berlineses, tanto occidentales como
orientales, mantenían la sensación de que esta muralla de 155 kilómetros de
extensión era infranqueable e indestructible.
Sin embargo, ocurrió. El muro cayó tras una serie de hechos políticos y sociales
desencadenantes y provocó la euforia de los alemanes y de ciudadanos de otras
partes del mundo que se enteraban del suceso a través de los cables de noticias o
imágenes trasmitidas por satélite
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fría, el entonces alcalde del Berlín occidental, Walter Momper, dijo en un discurso:
"Anoche el pueblo alemán fue el pueblo más feliz del mundo".
La construcción:
Es por esta razón que la noche del 12 de agosto de 1961 las autoridades de la
RDA decidieron levantar un muro provisional y cerrar 69 de los 81 puntos de
control que existían a lo largo de línea que dividía a la ciudad en dos.
Con el paso de los años, el muro, que inicialmente fue construido con ladrillos,
acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura,
con un interior formado por cables de acero para aumentar su resistencia.
La caída:
La caída del muro tuvo su origen en la apertura de las fronteras entre Austria y
Hungria en mayo de 1989. El primero de esos países pertenecía al bloque
occidental mientras que Hungría era parte del bloque conocido como la cortina de
hierro, países cuyos regímenes estaban bajo la influencia soviética.
Ante esta apertura, cada vez más alemanes orientales viajaban a Hungría para, a
través de esa ruta, pedir asilo en las distintas embajadas de la República Federal
Alemana. Esto molestó al gobierno de la alemania oriental y empezó a poner
restricciones. Fue entonces que miles de alemanes del este empezaron a
manifestarse en varias ciudades de la RDA exigiendo la libre circulación en la
frontera. Las protestas obligaron al gobierno a anunciar que el paso hacia el oeste
estaba permitido. Era el 9 de noviembre de 1989.
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Sin embargo, el hecho desencadenante fue la confusión de un portavoz del
gobierno en una conferencia de prensa en la que, con el afán de calmar los
ánimos de la población, daba a conocer la nueva norma que permitía salir del país
sin requisitos previos.
Reunificación alemana:
Esa misma noche, miles de personas se agolparon en los puntos de control para
cruzar a Berlín occidental. Una confundida guardia fronteriza que no tenía órdenes
precisas de cómo actuar, dejó pasar a los primeros berlineses del este, quienes
fueron recibidos al otro lado -entre abrazos y gestos efusivos de bienvenida- por
una multitud de alemanes occidentales que habían llegado al lugar enterados de la
noticia.
LA OTAN:
Además de las citadas operaciones, tenemos que subrayar que otras de las más
importantes que ha llevado a cabo la OTAN desde sus inicios son, por ejemplo, la
llamada Fuerza Deliberada durante el desarrollo de la Guerra de Bosnia o la Deny
Flight, también durante el mencionado conflicto bélico.
LA KOMINFORM:
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experiencias entre los partidos comunistas. Era la sucesora de la
antigua Komintern, acrónimo ruso de "Internacional Comunista", que había sido
disuelta por Stalin durante la Segunda Guerra Mundial.
Una delegación del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) visitó Moscú
en diciembre de 1948, para presentar una solicitud de ingreso en el Kominform.
Sin embargo, Stalin rechazó esta posibilidad argumentando que el partido no
estaba aún "suficientemente maduro". En aquel momento el SED operaba en
la Zona de ocupación soviética, pero tras la creación de la República Democrática
Alemana (RDA) fue finalmente admitido.
La Kominform sirvió como instrumento a las órdenes del gobierno de Moscú ante
el desafío occidental concretado en la doctrina Truman y el Plan Marshall. Sin
embargo, la Kominform asistió al primer gran cisma en el mundo comunista:la
Yugoslavia de Tito fue acusada de desviacionismo de la doctrina marxista-leninista
y expulsada el 28 de junio de 1948.El político comunista francés Charles
Tillon llegó a definir al Kominform como un una pequeña "Internacional"
camuflada, siempre dirigida desde Moscú.
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En Bucarest editaba el periódico ¡Por una paz duradera, por una democracia
popular! en varios idiomas, entre ellos, el español. Con el inicio de
la desestalinización iniciada tras la muerte de Stalin en 1953 y el acercamiento
de Nikita Jrushchov a la Yugoslavia de Tito, la Kominform deja de tener relevancia,
para ser disuelta en abril de 1956.
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en la que muchos observaron a los Estados Unidos y la Unión Soviética como dos
imperios moralmente comparables.
En los últimos años de la Guerra Fría se hicieron esfuerzos para llegar a una
síntesis pos-revisionista, y desde el final de la guerra fría, la escuela post-
revisionista ha llegado a ser predominante. Entre los historiadores post-
revisionistas más destacados encontramos a John Lewis Gaddis y Robert Grogin.
Más que atribuir la responsabilidad del inicio de la guerra fría a alguna de las
superpotencias de entonces, los historiadores post-revisionistas se centran en
temas como la mutua desconfianza, las mutuas falsas percepciones y
reactividades, y las responsabilidades compartidas entre las dos superpotencias.
Tomando elementos de la escuela realista de las relaciones internacionales, los
historiadores postrevisionistas aceptan la política estadounidense en Europa,
como la ayuda a Grecia en 1947 y el Plan Marshall.
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Plan Marshall
Las ayudas del plan se dividieron entre los países receptores sobre una base más
o menos per cápita. Se dieron cantidades mayores a las grandes potencias
industriales, ya que la opinión dominante era que su reactivación sería esencial
para la prosperidad general de Europa. Aquellas naciones aliadas recibieron algo
más de ayuda per cápita que los antiguos miembros del Eje o que se habían
mantenido neutrales. El mayor receptor de dinero del Plan Marshall fue el Reino
Unido, que recibió el 26 % del total, seguido de Francia con el 18 % y la nueva
Alemania Occidental con el 11 %. En total 18 países europeos se beneficiaron del
plan. A pesar de que se le había prometido durante la guerra y se le ofreció, la
Unión Soviética se negó a participar en el programa por temor a la pérdida de
independencia económica; con su negativa también bloqueó la posible
participación de países de Europa del Este, como Alemania Oriental o Polonia. Al
plan pronto se le criticó la poca importancia dada a la recuperación de ciertos
sectores estratégicos europeos para favorecer la entrada de empresas
estadounidenses y el temor a que los países europeos se convirtieran en estados
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clientelares y dependientes de EE. UU. Estados Unidos desarrolló programas
similares en Asia, pero bajo otras denominaciones.
Antecedentes:
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que a los estadounidenses todavía no les había sido resarcida cuando entraron en
la Segunda Guerra Mundial en 1941.
Rechazo soviético:
Aplicación
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Las primeras partidas importantes de la ayuda fueron a parar a Grecia y a Turquía
en enero de 1947. Estos dos países estaban considerados la primera línea de la
lucha contra la expansión comunista, y ya se encontraban recibiendo ayuda
económica en el marco de la Doctrina Truman. Al principio, el Reino Unido
también había aportado dinero para apoyar a las facciones anticomunistas, pero
debido a su situación económica tuvo que pedir a los Estados Unidos que
continuaran solos. La ACE empezó formalmente a ayudar a los dos países en julio
de 1948.
El dinero del Plan Marshall fue transferido a los gobiernos europeos, si bien la
administración se ejercía de forma conjunta entre el gobierno local y la ACE.
Había un comisario de la ACE en cada capital europea, generalmente un
prominente empresario estadounidense, que aconsejaría al gobierno en el
proceso. Se fomentó el gasto conjunto entre varios países y se crearon diferentes
comisiones de funcionarios, empresarios y sindicatos para examinar la economía y
determinar dónde hacía más falta la ayuda.
El Plan Marshall sirvió en gran parte para comprar productos procedentes de los
Estados Unidos. Al haber prácticamente agotado sus reservas monetarias durante
la guerra, la ayuda del Plan Marshall representaba una de sus pocas vías para
importar bienes del exterior. En un primer momento los europeos adquirieron
productos de primera necesidad, como víveres y combustible, pero lentamente
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empezaron también a importar bienes necesarios para la reconstrucción, que era
la finalidad principal del Plan. Posteriormente, bajo la presión del Congreso y con
el inicio de la Guerra de Corea, una parte importante de la ayuda se destinó al
reforzamiento de los ejércitos. De los 13 000 millones de dólares aportados por los
Estados Unidos a mediados de 1951, 3400 se gastaron en materias primas y
productos semimanufacturados, 3.200 en comida, lienzo y fertilizantes, 1900 en
maquinaria, vehículos y equipamiento y 1600 en combustible.46
Otra iniciativa de la ACE bastante más barata, pero no por ello poco efectiva, fue
el Programa de Asistencia Técnica. El programa reunía grupos de ingenieros e
industriales europeos y los llevaba a los Estados Unidos a visitar minas, fábricas y
fundiciones para que pudieran copiar los adelantos tecnológicos en Europa. Al
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mismo tiempo, unos cuantos centenares de consejeros técnicos estadounidenses
fueron enviados a Europa.
Cartel creado para promover el Plan Marshall en Europa. En el cartel puede leerse
Cualquiera que sea el clima sólo juntos alcanzamos la prosperidad.
El Plan Marshall finalizó, tal y como estaba previsto, en 1951. Todos los esfuerzos
de prolongarlo toparon con los gastos crecientes de la Guerra de Corea y el
rearme. Además, y si bien el factor fundamental fueron los gastos de Corea, los
republicanos, más hostiles al Plan, habían incrementado su representación en las
elecciones al Congreso de 1950 y se opusieron duramente. En cualquier caso,
siguieron llegando a Europa otras formas de ayuda.
Por otra parte, hay quien piensa que los efectos políticos del Plan Marshall podrían
ser casi tan importantes como los económicos. El Plan facilitó que las naciones
europeas flexibilizaran las medidas de austeridad y el racionamiento, reduciendo
el descontento y aportando estabilidad política. La influencia comunista en Europa
Occidental se redujo considerablemente, y a lo largo de la región los partidos
comunistas fueron gradualmente perdiendo popularidad en los años siguientes al
Plan Marshall. Las relaciones comerciales entre las dos costas atlánticas
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favorecieron la creación de la OTAN, que incluso sobreviviría durante la Guerra
Fría. Además, la no participación de Europa del Este fue uno de los primeros
síntomas claros de que el continente ya estaba dividido en dos áreas de influencia
enfrentadas.
Pese a que algunos historiadores modernos sostienen que los elogios al Plan
Marshall son exagerados, en general se tiene una visión positiva y se ha
considerado que un proyecto similar podría ayudar a otras áreas en el mundo.
Tras la caída del comunismo hubo varias propuestas para crear un "Plan Marshall
para Europa del Este" que ayudase a revitalizar la región. Otros han propuesto un
Plan Marshall para África o incluso el vicepresidente de los Estados Unidos, Al
Gore, llegó a sugerir la creación de un "Global Marshall Plan" (Plan Marshall
Mundial).
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En cuanto a la recuperación económica alemana, se debió en parte a la ayuda
económica que aportó el Plan Marshall, pero también se considera que uno de los
factores fundamentales fue ajeno al Plan, y consistió en la reforma monetaria
realizada en 1948 y que reemplazó el Reichsmark por el marco alemán como
moneda de curso legal, y que sirvió para detener la inflación desorbitada. Este
cambio de moneda, que sirvió para fortalecer la economía alemana, había sido
prohibido expresamente durante los dos años en los que estuvo en vigor la
directiva de ocupación JCS 1067. Esa política económica se enmarcó dentro del
conjunto de políticas implementadas por el canciller alemán Ludwig Erhard en su
programa económico de recuperación. Llevó a cabo una política liberal, basada en
la eliminación de la planificación centralizada y en la restauración de la economía
de mercado en Europa, huyendo de la planificación extrema que había imperado
durante la época nacionalsocialista. El Plan Marshall fue, por tanto, uno más de
los distintos factores que impulsaron la recuperación alemana. En cualquier caso,
en Alemania todavía sigue vivo el mito del Plan Marshall. Según la obra de Susan
Stern titulada Marshall Plan 1947–1997 A German View, muchos alemanes
todavía creen que Alemania fue la exclusiva beneficiaria de las ayudas del plan, y
que consistía en un regalo sin contraprestación de grandes sumas de dinero,
siendo el único responsable de la recuperación económica alemana en la década
de los años 50.
Resumen
22
Introducción
Con la caída de la URSS, Estados Unidos gozó del monopolio que le confiere ser
“la única gran potencia” y se convirtió en el abanderado del capitalismo y en el
promotor de genuinas políticas de dominación global que son dignas de ser
consideradas de una ilimitada ambición. Parafraseando a Eric Hobsbawm, esta
conducta de la política norteamericana puede denominarse “la megalomanía
estadounidense”. [HOBSBAWM, 2007, 37]
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además el proceso de cambio no ha sido tan rápido. Es muy posible que
asistamos a la emergencia de un largo período subterráneo de usura del duopolio
nuclear norteamericano-soviético, ya conocido en reducidos cenáculos políticos de
Washington y Moscú. A lo anterior viene a sumarse la crisis interna del universo
comunista, donde aparecen demandas populares de carácter democrático. En
tercer lugar, por fin parecen superarse los efectos de la II Guerra Mundial y los
planteamientos reduccionistas de la guerra fría. Todo está preparado, en
consecuencia, no sólo para una transformación del escenario mundial, sino
también para que se incorporen otros actores al reducidísimo reparto de los dos
protagonistas solitarios: la República Popular China, si consigue imponerse a la
grave crisis que la convulsiona y que en fin de cuentas también se inserta en el
proceso liberalizador que agita a los sistemas comunistas; Japón, cuya
superioridad tecnoeconómica está fuera de discusión; la Comunidad Europea,
nuevo modelo de gran potencia sobre fórmulas integracionistas, llamada a
desarrollar una importante y dinámica política exterior.
Posición europea:
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opciones son variadas. La óptica mediterránea, como flanco sur de una hipotética
guerra generalizada, debe sustituirse, con todas las cautelas que se quiera, por
otra de paz en un mar que tiene dos continentes ribereños. La Comunidad, por el
peso de sus miembros latinos, ha de estar presente en Centro y Suramérica. Pero
el gran reto comunitario se encuentra en la llamada Europa del Este,
denominación geográfica que encubre uno de los efectos más perversos de la Il
Guerra Mundial. El enemigo, aquel bloque monolítico, descubre ahora su
fragilidad, o quizá su artificiosidad. ¿Budapest está más próxima de Viena o de
Bucarest? ¿Varsovia se encuentra en las mismas coordenadas que Berlín Este?
¿Dónde están los enemigos de Gorbachov, en la República Democrática Alemana
o en la República Federal? El desafío no reside en apostar por la disgregación de
un bloque tan débil, sino en trabajar a favor de una Europa distinta, cimentada en
la cultura, en la economía, en la historia y en la paz. No se trata de innovar, sino
de aplicar y desarrollar el espíritu y la letra del Acta Final de la Conferencia de
Helsinki de 1975: la cooperación y la seguridad europeas.
Es fácil entender que no se trata de una política para pocos años; las grandes
opciones, los designios superiores, tienen por fuerza que englobarse en empeños
totales en cuya consecución han de comprometerse varias generaciones de
europeos. En este plazo largo, si se quiere resolver de manera positiva, resulta
obvio que la misma Comunidad Europea se verá obligada a realizar adaptaciones
que la adecuen a las nuevas circunstancias. Al final del trayecto se alza una
Europa en paz y sin separaciones; una Europa que deberá afrontar, entre sus
grandes desafíos, la reorganización del corazón continental, con una Alemania
unida en su centro. Lógicamente, una Europa única y diversa en sus
circunstancias diferenciadoras, incluidas también sus opciones políticas concretas,
pero sin nacionalismos ni particularismos. El espacio en donde de una vez y para
siempre se demuestre sobre el terreno la indisolubilidad de la teoría y de la
práctica de los derechos humanos y la complementariedad de las libertades
formales y de las materiales.
25
Al final de estas líneas no puede faltar la mención a nuestro país. España llegó
muy tardíamente al proyecto europeo; tanto al Consejo como a la Comunidad. Lo
hizo en circunstancias exteriores poco propicias: el debate y la protesta sobre la
instalación de los euromisiles, que motivó una acerba polémica interna sobre
nuestra permanencia en la Alianza Atlántica. Los 40 años de dictadura y la
delicadeza del proceso de transición a la democracia prolongaron durante años el
diseño de una política exterior de largo alcance. Pero pese a todo, España se
incorporó a las relaciones internacionales, y en el transcurso de muy poco tiempo
lo que era desapacible en Europa se abre a perspectivas optimistas. Nuestro país
es uno de los 12 Estados sobre los que se edificará el espacio único europeo.
Afortunadamente también, por encima de entusiasmos militaristas poco
comprensibles y quizá todavía peor explicados, tendremos que participar en la
reducción de armamentos de todo tipo y de efectivos militares que nos
corresponderá como miembros de la Alianza Atlántica. Por encima de comentarios
detallistas o de oportunismos partisanos, la presidencia española del Consejo de
Ministros de la Comunidad Europea ha realzado nuestra política exterior y ha
vigorizado nuestra acción diplomática. Ha sido la ocasión para reforzar nuestra
presencia en Oriente Próximo, una constante de nuestra acción exterior, solidaria,
activa y pasivamente con el pueblo palestino. Por contra, en Centro y Suramérica
resulta sumamente laborioso el diseño de una visión de conjunto que deje atrás
viejos resabios, comprendidos fastos y conmemoraciones que, legítimamente,
pueden ser mal interpretados; hoy por hoy, y durante largo tiempo, nuestra acción
diplomática, nuestra política de Estado en la América de habla hispana sólo tiene
un nombre: cooperación; que por fin cuenta con un instrumento, la agencia
recientemente creada a este efecto; sería imperativo, no ya aconsejable, que no
falten recursos para la cooperación y que mucho menos se le recorten los ya
menguados; en América nuestra diplomacia, para ser eficaz, debe contar
imprescindiblemente con una importante dimensión social. También puede hacer
algo España, cuando le llegue su momento histórico, en la acción colectiva de
solución pacífica no sólo de conflictos, sino también de contenciosos: nuestras
relaciones con Marruecos inexorablemente deberán conocer una dimensión de
26
negociación colectiva en la que, de una o de otra forma, tendrá que estar presente
el problema gibraltareño.
Armas nucleares:
En último lugar, frente a la Europa del Este, en la dinámica del desarme y de una
seguridad nacional que jamás sea ofensiva, España debe alinearse con aquellos
países más propicios a las posturas de distensión, como últimamente ha hecho
con respecto a la República Federal de Alemania y los misiles nucleares de corto
alcance. La negativa cada vez más generalizada a las armas nucleares en Europa
debería enlazar fácilmente con nuestra opción por la desnuclearización del
territorio nacional y por nuestra firma al pie del tratado de No Proliferación. En este
plano no caben posiciones ambiguas.
Por lo demás, España, posiblemente por no tener contenciosos de ningún tipo con
los países del Este, por su no participación en los dos grandes conflictos europeos
de nuestro siglo, e incluso por determinadas afinidades culturales, puede
desempeñar un papel más libre y menos comprometido que otros Gobiernos de
Europa occidental en esta hora de la distensión. El que en Varsovia y en Budapest
se evoque la fórmula española de transición a la democracia no es factor
despreciable en una diplomacia de acercamiento. A fin de cuentas mucho se
puede ganar y nada se pierde si nuestra acción exterior apuesta por un futuro
distinto; muy idealista, si se quiere, pero más en consonancia con un mundo
interdependiente que deja en el pasado el túnel negro de la guerra fría, de la
bipolaridad rígida y de la amenaza permanente del holocausto nuclear.
• Se tomará como punto de partida la clasificación que Fred Halliday realiza sobre
la Guerra Fría. Siguiendo la misma se puede decir que este período se divide en
cuatro etapas centradas en el análisis de la relaciones Estados Unidos- URSS: 1,
la Primera Guerra Fría (1946 1953); 2, el período de antagonismo oscilatorio
27
(19531969); 3, distensión (1969 1979); y por último, 4, la Segunda Guerra Fría,
desde 1979 en adelante.
• Fase 1: “Primera Guerra Fría”: Durante esta etapa ni el este ni el oeste pudieron
predominar uno sobre el otro, de modo que su desenlace quedó inconcluso debido
a la paridad de fuerzas en ambos lados.
• Fase 4: “Segunda Guerra Fría”: Esta etapa estuvo signada nuevamente por un
fuerte tendencia ideológica que giraba en torno de considerar al enemigo como un
amenaza para toda la humanidad. [HALLIDAY, 1984,23
• Una clara diferencia entre la Primera y la Segunda Guerra Fría radica en que
esta última careció completamente de todo tipo de negociación y no hubo
discusión acerca del control de armamentos
• Sin embargo, uno de los contrastes más notorios entre las dos Guerras Frías lo
constituyó la nueva perspectiva que Europa tomaba en el escenario mundial:
ahora el Tercer Mundo se perfilaba como el nuevo lugar en disputa.
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• Paul Kennedy explica esta diferencia de la siguiente manera: “la segunda
característica importante de la Guerra Fría fue su continua escalada lateral desde
Europa hacia el resto del mundo. Por consiguiente, era sumamente improbable
que las disputas de Rusia con Occidente sobre problemas europeos quedasen
geográficamente limitados a este continente, especialmente porque los principios
que se discutían eran de universal aplicación: autogobierno contra seguridad
nacional, liberalismo económico contra planificación socialista, etc. Más importante
aún, la propia guerra había causado un enorme grado de turbulencia por la
situación mundial de 1945”.
• En cuanto al Tercer Mundo (África, Asia y América Latina), según los autores, no
pueden considerarlo como una estructura coherente debido a su heterogeneidad
sino que lo suponen como una categoría analítica con algunos rasgos compartidos
como su conflictividad interna y las pretensiones de algunas elites oligárquicas o
militares.
• Tanto Eric Hobsbawm como Paul Kennedy coinciden en que en los setenta
acontecen cambios importantes en el esquema bipolar. Si bien ambos bloques
29
mantenían sus zonas de influencia, no se gestaba un verdadero choque abierto de
sus Fuerzas Armadas que implicara una guerra, sino más bien un intento por parte
de las mismas de continuar manteniendo la hegemonía dentro de sus bloques.
“(...) y en contra de la ideología y de la retórica de Guerra Fría, habían actuado
partiendo de la premisa de que la coexistencia pacífica entre ambas era posible.”
30
partidarios de la intervención –militar inclusive- en Cuba y los sostenedores del
principio de No Intervención en los asuntos internos de otros estados que
entendían que se trataba de un problema entre Cuba y Estados Unidos.
• Entre los primeros estaban los países del Caribe, Centro América y Colombia. Y
entre los segundos figuraban México, Brasil, Chile y la Argentina (salvo el sector
militar).
• En los años ochenta se dan dos cuestiones de suma importancia, por un lado
comienza la paulatina integración del mundo soviético a la economía mundial, y
por otro, las propias necesidades de esa integración hacían que en la URSS se
produjeran cambios dentro de su estructura. Como lo indica Simonoff, la URSS se
beneficia con la crisis petrolera la cual le permite tener muchas ganancias por la
exportación de petróleo hacia occidente, a su vez se plantea un cambio en su
forma de producción, la economía planificada soviética era un modelo extensivo,
es decir un sistema que despilfarra recursos humanos y naturales.
31
siendo una economía competitiva para el resto del mundo. Optó porla segunda
opción y en esto consistió básicamente la Perestroika.
• Mientras tanto los países del Tercer Mundo trataban de integrarse en el mercado
mundial, pidiendo créditos para su modernización que les fueron muy difíciles
debido a las altas tasas de interés que impuestas por los organismos financieros
internacionales. Para el otorgamiento de estos préstamos, estos últimos van a
exigir la estabilidad monetaria, un ajuste estructural en la economía y el
crecimiento de las exportaciones como eje por el cual los Estados de los países
tercer mundistasdebían “encarrilar” sus políticas.
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pobres se incrementaba día a día. Por un lado, se puede observar un fenómeno
de fragmentación de los espacios nacionales; por el otro, comienza una etapa en
la cual se van a crear diversas organizaciones que marcan un camino hacia la
integración regional
Consideraciones finales:
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•Varios autores manifiestan que el nuevo orden internacional es de naturaleza
unipolar, haciendo alusión al poderío estadounidense. Este trabajo desmitifica esta
teoría y en cambio propone pensar que hoy vivimos en un orden internacional uni-
multipolar. Estados Unidos no está solo, sino que apoya sus políticas en un
sinnúmero de organizaciones internacionales (Consejo de Seguridad, la ONU, la
OTAN, el FMI) para poder llevarlas a la práctica. Como lo indica Hobsbawm,
Estados Unidos necesita aliados aunque sea por el hecho de la existencia de
bases militares en el extranjero...
34