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Entrevista a Congrains (Giancarlos Stagnaro - Johnny Zevallos, 2006)
Entrevista a Congrains (Giancarlos Stagnaro - Johnny Zevallos, 2006)
MUY CONSCIENTEMENTE1
Precisamente, iniciamos la conversación por el más reciente de sus libros: 999 palabras
para el planeta Tierra, donde el argumento roza con la ciencia ficción. Una nave
espacial alienígena causa una polémica colectiva entre las naciones de la Tierra, al
encargarles la redacción estricta de un artículo de 999 palabras que describa y
explique la civilización humana. La novela versa sobre nuestra imposibilidad para
ponernos de acuerdo sobre el contenido del texto.
999 palabras… plantea la posibilidad de vida en otros planetas, pero sobre todo a
partir de la búsqueda de inteligencia extraterrestre. ¿Cuál es el sentido de la
aparición en nuestro planeta de la nave editora?
Parto de una cosa lógica. Si se ha desarrollado vida inteligente, es lógico que alguna
inteligencia superior inicie el proyecto de una enciclopedia intergaláctica que incluya a
los planetas con vida inteligente. Por eso, la novela comienza cuando encuentren
planetas con esta característica y lo inviten a poner su página en la gran enciclopedia
intergaláctica.
Al comienzo de la novela hay algo como una pugna en la que se mete Estados Unidos.
Esta nave espacial no tripulada llega al norte de Nazca para invitarnos justamente a
participar en la enciclopedia. Los norteamericanos la localizan con satélites. El
embajador norteamericano se entrevista con el presidente peruano y le dice que se
quieren llevar la nave espacial a Estados Unidos, con la intención de desarmarla y de
extraerle toda su tecnología (aunque esto no lo dice). En compensación, Estados Unidos
le regalará al Perú un submarino nuclear. El presidente peruano rechaza totalmente la
propuesta. Aquí funciona esa idea tan absurda de los estadounidenses para trasladar la
nave a una base secreta, desarmarla y extraerle sus secretos tecnológicos.
Sin embargo, cualquier intento de haber atacado a la nave espacial hubiera podido crear
—esto no se dice en la novela— la destrucción del planeta. A lo que me refiero es que
999 palabras… es una sátira porque hasta los homosexuales quiere que se mencione en
el artículo una pequeña nota a favor de ellos diciendo que el placer erótico se obtiene
tanto por vía heterosexual como por vía homosexual, los gitanos reclaman que se les
1
Entrevista extraída de la página web: www.elhablador.com.
reconozca como nacionalidad, las mujeres arman una cadena en Internet exigiendo que
el artículo sea redactado tanto por hombres y mujeres, etcétera…
Por supuesto, es una de las premisas que fluye de la novela. Creo que si esto se diera en
la realidad, seríamos incapaces de escribir el artículo, porque la nave espacial nos pone
como condición que tenga 999 palabras, que es la cuota para todos los planetas y que se
ha escrito en absoluto consenso. O sea, que no sea escrito desde el punto de vista
occidental u oriental, sino que sea desde el punto de vista que guste a toda a la
humanidad, por ejemplo, que guste a palestinos y judíos (risas).
También podemos plantear otra lectura: hasta tratar de resolver los antagonismos
sociales, económicos, étnicos y culturales quizá sea la utopía absoluta del hombre,
la más imposible de alcanzar. Siempre vamos a estar en permanente desacuerdo…
Hay desacuerdos entre padres e hijos, porque el hijo que se deje llevar por el padre de la
mano se jode. El hijo tiene que romper un poco con la familia, desprenderse o apoyarse
en ella para pegar un salto e ir mucho más lejos. En mi caso, mi madre ultracatólica me
traumatizó cuando me dijo que uno de sus ideales era que yo fuera miembro de la
Acción Católica. Además, yo estudié en los maristas de San Isidro y era consciente de
que los hermanos eran gente que no sabía dónde estaba parada. Españoles pobrísimos
que en realidad se habían metido en la hermandad para huir un poco del hambre de la
guerra civil española. Pero eran unos ignorantes. Me acuerdo haber escrito cuentos en
secundaria, habérselos dado a un hermano y éste, tan cretino, me dijo que les faltaba la
moraleja final (risas). Ahora, yo soy ateo.
Todos los críticos coinciden en que con Lima hora cero se funda la narrativa
urbana en el Perú. Es la primera vez que la ciudad entra en la literatura peruana.
¿Usted comparte esta afirmación?
Sí, pero no creo que yo tenga que llevarme todo el mérito, está repartido con Julio
Ramón Ribeyro (Los gallinazos sin plumas).
Este libro se publicó 2 o 3 años antes, lo cual no le quita el mérito a Ribeyro. Por
ejemplo, en el cuento “Lima hora cero”, se describe la manera en que el migrante
ocupa un terreno. El siguiente, “Los Palominos”, trata sobre la excursión de una
familia de una casa. “El niño de junto al cielo” es el descubrimiento del caos y el
engaño de la ciudad…
Lo que me llama la atención es que estableces una secuencialidad en Lima hora cero,
que de hecho no tuve intención de buscar. Jamás fue idea mía, pero me parece que esa
forma de enfocarla es muy válida y que para mí es todo un descubrimiento. No había
visto esta secuencia, siempre como cuatro cuentos bastante independientes en el
universo de Lima… Ahora, en cuanto a “El niño de junto al cielo”, el cuento
“oficializado”, en el sentido de que aparece en todas las antologías, eso me parece pura
pereza mental de los antologadores, porque para mí no es el mejor cuento. Mi mejor
cuento es “Domingo en la jaula de cera”, que no aparece en Lima hora cero, sino en una
antología del cuento hispanoamericano.
¿Qué tan fuerte ha sido influjo del neorrealismo en estos primeros libros?
Evidentemente fui marcado por dos autores: John Steinbeck (Las viñas de la ira) y
Erskine Caldwell (El camino del tabaco). También veía cine italiano. Sin embargo, creo
que más fuerte era la realidad de Lima en esos años, porque veo en éstos esa mirada
neorrealista, hasta naturalista, para revelar la miseria moral de la gente.
También hay otro elemento de premonición, esta vez de tipo ecológico. Un gran amigo
mío, Gregorio Martínez, encuentra que “Kikuyo” —no el libro sino el cuento— trata
sobre el reino vegetal en pugna con el mundo humano. Cuando yo lo escribí, la idea de
ecología no existía. De hecho, el primer libro que se escribe en el mundo sobre esta
problemática se titula Primavera silenciosa, de Rachel Carson.
¿Pero hubo alguna suerte de influencia o aspecto que despertó ese interés en la
vida de los migrantes?
No hubiera escrito estos libros si no fuera por la tremenda influencia que yo recibí: la
figura periodística de Alfonso Tealdo. Él creó dos revistas muy importantes que, por lo
menos en mi caso, tuvieron un impacto determinante: una se llamaba Ya y la otra Pan,
publicaciones de crítica social muy avanzada. El cuento “Lima hora cero” está inspirado
en una nota que sale en Ya acerca de una invasión junto al Rímac. Eran revistas en los
antípodas de Etiqueta Negra o Gatopardo. Otra figura capital, que se portó muy
generosamente conmigo, fue Sebastián Salazar Bondy. Él y Juan Mejía Baca me
apoyaron mucho para promover mi obra.
Mejía Baca sí, pero estoy hablando de él como promotor cultural. Cuando llega Borges
a Lima, Mejía Baca, en una iniciativa inconcebible para un librero de esa época, reúne a
un grupo de escritores, entre ellos yo, y nos reunimos con Borges en la cafetería que
quedaba en la esquina de la librería de Juan Mejía Baca, en los jirones Azángaro con
Cusco, mirando hacia el parque Universitario.
Sí, en el bar Palermo he conocido y he estado con Alejandro Romualdo, Pepe Bonilla,
Carlos Eduardo Zavaleta. En esa época todavía estaban los del grupo Narración:
Eduardo Gonzáles Viaña, Juan Morillo…
En el momento de la escritura eras metódico o tenías también tu momento de
relajo, te ibas a hacer tertulia…
Nunca he sido bohemio, por razones de salud. Soy asmático, el trago me hace mucho
daño. Siempre llevaba una vida muy metódica y sana gracias al asma.
Otra labor de promoción ocurrió con los diarios, que empezaron a escoger a los
jóvenes escritores de entonces. Lo llamativo es que se propusieron ideas de
avanzada en medios supuestamente vinculados a la oligarquía de entonces…
Lo que sí se ha mantenido en estos 50 años es que Lima ha crecido, pero las condiciones
de vida se mantienen casi similares. A diferencia de que ahora ha surgido una serie de
urbanización media informal que ha deformado un poco los proyectos urbanísticos de
Lima y los crecimientos de una ciudad de manera mas ordenada. No se ha llegado a un
consenso social.
Ejemplo: he estado en Chincha hace poco y me he enterado de algo que me ha dejado
absolutamente patas arriba: en esta ciudad existen 11 canales de televisión y en Nazca,
4. Aparentemente uno puede montar un canal de televisión con 10 mil soles. Acabo de
estar en un canal de televisión de Nazca, donde me hicieron una entrevista: es una sala
con una cámara, una mesa con un par de sillas y punto final. Ahora ya no se necesitan
los grandes estudios de antes. Lo más fastidioso sería la licencia, pero creo que la
regalan. Once canales de televisión para una ciudad como Chincha es absurdo, aberrante
e ilógico. Es la informalidad absoluta.
Al mismo tiempo, y tomando en cuenta que vengo de residir durante 14 años en Bolivia,
noto que el Perú es cada vez más formal. Lima es cada vez una ciudad más formal. Me
llama la atención que los taxistas me obliguen a ponerme el cinturón de seguridad, cosa
que no existe en Bolivia. Toda una serie de síntomas que están acercando a Lima a
estándares chilenos, donde las cosas se hacen como deben hacerse, a pesar de que soy
antichileno.
¿Crees que hemos pasado por una especie de montículo histórico-intelectual? ¿Una
involución?
Razones de exilio.
En todo este tiempo, ¿cómo veías el panorama literario del Perú fuera de él?
Dejaste de escribir, te alejaste de todo… ¿Qué tal te fue en esos años de interregno
fuera de Lima?
Me he hecho esta pregunta muchas veces. Creo que ha habido mucho afán exploratorio
y mucha intuición de supervivencia. Soy muy consciente de que si me hubiera quedado
a vivir en el Perú, hubiera terminado muerto por cualquier operación represiva. Para mí,
tanto o mas que la literatura, la actividad política ha sido un polo de atracción muy
fuerte. Descubrí que en el Perú no podía vivir sin actividad política. De quedarme,
hubiera sido senderista y, de hecho, hubiera muerto, porque yo no era de los me
quedaba boca a boca, sino de los que pasaba a la acción.
Pero claro. Se asaltó una sucursal bancaria que quedaba en la Universidad Agraria de La
Molina. Todos los que participamos, directa o indirectamente, como fue mi caso,
caímos presos.
¿Era para recaudar fondos?
¿Y estuviste encerrado?
¿Te interrogaron?
Sí, pero fui el último en caer. Cuando me atrapan, descubro que la Policía sabía todo el
rollo. No me tuvieron que sacar nada más.
Después de eso salgo con libertad condicional. En 1963, me voy, aunque anteriormente
ya había viajado. He pasado ¾ de mi vida adulta fuera del Perú: México, Cuba,
Venezuela, Colombia, Argentina, Chile. Me considero, más que peruano,
latinoamericano. Creo que muy pocas personas pueden decir eso.
Nueva narrativa.
Después de estar adscrito a una vertiente realista, ¿cómo pasas a escribir estas
nuevas novelas?
La prueba está en este libro (señala el que tiene Johnny Zevallos). Se lo vendí
personalmente a esta persona, cuando tenía 20 años.
Vuelvo a ella a través de una obra menor, inédita en este momento, llamada Gallinita
portahuevos, un juguete literario, un contrapunto hombre-mujer en torno a la relación
personal de ellos, que comienzan con mucho antagonismo y concluyen enamorándose.
El libro en sí es muy bonito y lo publicaré el año entrante. Es a todo color y contiene 56
manualidades hechas por esta pareja. Acá hay una manualidad y aquí esta el comentario
de él y después el de ella, a manera de contrapunto sobre su relación y cómo va
evolucionando. Además, yo aparezco porque los contrato para que me hagan el libro de
manualidades. Ellos me juzgan a mí como editor. Es un libro de lectura muy breve,
porque son 56 introspecciones y la gracia está en que ellos terminan conviviendo porque
tienen que trabajar juntos haciendo las manualidades. El hecho de trabajar juntos,
hombre y mujer, es toda una invitación a pasar de lo laboral a la posición horizontal (
risas ).
Gallinita porta huevos es una novela corta. Ellos dos son estudiantes de la Universidad
La Cantuta y ambos viven en pueblos jóvenes de Chosica. Ellos van una vez por semana
a mi departamento de San Isidro para entregarme las manualidades que han hecho y las
explicaciones de cómo deben hacer el futuro lector para desarrollar la manualidad. En
cuanto al título, es la primera manualidad que ellos hacen: una canasta forrada
acolchada para poner huevos, pero también funciona una doble lectura.
Claro, porque el espacio que ocupan las manualidades, es mucho mayor que el del texto.
Cada introspección cuenta con determinado número de palabras. Al mismo tiempo, hay
toda una trayectoria de dos desconocidos que terminan siendo marido y mujer. En la
realidad, cuando yo los contrato ya son pareja, pero e imagino lo que hubiera pasado,
porque es bien jodido hacer un viaje de Chosica a Lima un vez por semana y estar
sentados en la combi y no llegar a cierto grado de afinidad. Además, para hacer la
manualidad, tenían que trabajar una semana en la casa de él y otra semana en la casa de
ella. A lo laboral se aúna lo erótico. Además, quien asume la iniciativa sexual es ella en
cierta forma.
Comienza con un preámbulo muy alegórico: se está jugando final de la Copa del Mundo
entre Argentina y Chile en el Estadio Nacional del Perú. A este partido clave asiste
Dios, el Dios católico, acompañado por Buda y Giordano Bruno, por recomendación del
arcángel Gabriel. Dios esta disfrazado de anciano pobre. Frente a él está Satanás, que
quiere que Argentina o Chile sufrieran una goleada, porque Satanás quería enfrentar a
ambos países, pero el partido termina en empate.
¿Y no se van a penales?
Hay una falla en cuanto a la estructura futbolística. Satanás asiste acompañado por
Francisco Pizarro, Torquemada, Hernán Cortez (yo soy muy critico de la conquista
española, soy antihispanista), Escrivá de Balaguer, George W. Bush y Adolfo Hitler.
Los hechos se sitúan en el año 2075, cuando Paraguay ha sido absorbido por Brasil y
Bolivia ha sido integrada a Argentina, por lo que desaparecen como naciones
independientes. Esto ha creado un desequilibrio geopolítico perjudicial para Chile, que
ocupa la provincia de Mendoza en un guerra relámpago, sin muertos ni heridos, y
plantea la siguiente figura a los argentinos: les devuelvo Mendoza, pero que Bolivia siga
siendo independiente, que Argentina no crezca tanto. Cuando está a punto de ocurrir
una verdadera guerra en serio entre Argentina y Chile, las Naciones Unidas convierten a
Mendoza —el departamento de Mendoza en jerga argentina— en un protectorado, o
sea, una tierra neutral que no es ni argentina ni chilena. Este es el marco histórico
ficcional de la novela.
La industria editorial ha muerto, ya nadie lee libros, no se editan. Sin embargo, los
libros antiguos adquieren precios monstruosos porque hay una elite que comienza a
revalorarlos justamente porque han desaparecido. La narrativa oral comienza a cobrar
auge. El personaje del narrador de historias es un pata de origen boliviano, pero de
nacionalidad argentina, que se gana la vida narrando un cuento real: “La pata del mono”
, de W.W. Jacobs. Él arriba a Mendoza. Para todo esto, ha ocurrido otro fenómeno:
Argentina ha resuelto sus problemas económicos alimentando a la India , dándole carne,
trigo y maíz. A cambio de eso, la India ha conseguido que Argentina abra las puertas a
la migración. El país se está llenando de emigrantes hindúes que, además, se están
llevando de encuentro a los verdaderos argentinos. Los porteños de plata comienzan a
irse de Argentina. He recogido un poco del éxito que tuvieron los japoneses y los chinos
acá en el Perú.
Aunque eso está pasando en Argentina. Han emigrado coreanos y otros orientales,
aunque los locales desconfían bastante de ellos…
Recuerdo que cuando visitaba los colegios acá en el Perú, observé que en la unidades
escolares los primeros puestos estaba ocupados por los chicos peruanos de apellido
japonés, más que de apellido chino. Los hindúes comienzan a triunfar en Argentina
porque tienen una ética diferente a la latinoamericana. Además, van a argentina a
romperse, a trabajar, no a bailar tango ni ver a River.
Además, le dice que todas las universidades importantes están conectadas y que artista
que meta la pata políticamente es segregado por toda la red. Ahora, Cómpanis jamás se
metía con la política. Recibe esto como un pedido muy insólito, pero descubre en el
periódico que en la víspera de su presentación hay un filósofo catalán que ha sido
contratado por la Universidad del Cuyo para que dicte una conferencia que se llama
pensar a partir del punto cero. El catalán es una mezcla, un híbrido de Michel Foucault,
Noam Chomsky y Abimael Guzmán (risas).
Al día siguiente, el trío llega al hotel, pero sólo él entra. Consigue que el catalán acepte
la participación de estos dos amigos, o sea, son tres conversando con el filósofo. Hay
una parte muy importante de la novela en la que se da muchas versiones geopolíticas de
confrontación Occidente-Oriente. Por ejemplo, Cómpanis plantea que lo que ha
ocurrido en Mendoza es la primera guerra entre Estados Unidos y la India a través de
Chile y Argentina.
Pero en ese tiempo, en Madrid (España) asesinan al líder político chileno más
importante de izquierda, un tal Ramón Parran, cuyo único apoyo que tenía era el
catalán. Prácticamente lo sacan para poderlo asesinar al chileno en España sin que
ocurra ninguna voz importante
No, de conseguir su silencio por sacarlo de España. A todo esto, en Chile ocurren
disturbios muy importantes por la muerte de Ramón Parra, que es como decir —no me
gusta la comparación— un Haya de la Torre. Era presidenciable, además.
Pero este líder de izquierda se opone a la guerra…
Sí, pero eso no aparece porque ni siquiera el líder chileno figura en la novela. Termina
la reunión, los chicos tienen que irse, pero la policía agarra al chico acusándolo de
posesión de droga. Lo llevan a una comisaría y a las 2 horas aparece ahorcado. A la
chica, un camión de la Coca Cola la atropella.
Entonces, les propone a los asistentes contar el cuento en ronda. Él comienza a contar el
cuento hasta cierta parte y el que quiere de los ocho levanta la mano y cuenta el tramo
siguiente. Cada uno se tapa la boca para decir he terminado y que otro siga la narración.
En otras palabras, el cuento que relataba como artista individual es contado
colectivamente. Pero, de improviso, la chica con la perturbación mental deforma el
cuento y lo horroriza mucho más de lo que ya tiene. Y al final, la chica hace una crisis
psicótica.
El hermano la tiene que llevar al hospital y se queda el narrador de cuentos solo con la
chilena. Cómpanis va al hospital por un acto de responsabilidad, como sintiendo que su
cuento ha ocasionado esto, pero de repente cae una lluvia de periodistas. Para esto, las
enfermeras estaban sobornada por los periodistas para informar de cualquier caso
insólito así como un policía puede estar sobornado por los periódicos chichas para
informar de cualquier accidente calamitoso. Total, los periodistas comienzan a acusar a
Cómpanis. Luego de librarse de los periodistas, el narrador de historias y la chilena
terminan en la cama. A todo esto hay un elemento que no les he contado: en Chile se ha
creado la iglesia católica nacional que ha canonizado a Pinochet (risas).
¿San Augusto?
También hace milagros. Al día siguiente, el narrador y la chilena soportan otra lluvia de
periodistas, pero Cómpanis llega a la conclusión de que lo van a matar y se fuga de
Mendoza. La chilena lidera un grupo de extrema izquierda. Había sido amante de Parra.
Ha huido a Mendoza porque un miembro de su grupo clandestino ha caído en manos de
la Policía. Hay un riesgo que lo hayan obligado a cantar pero él no suelta nada. Lo
torturan en el cuarto de los alaridos (una metáfora muy bonita). La chilena está en
Mendoza con un nombre supuesto. Ella es bisnieta de un importantísimo escritor
chileno, Manuel Rojas.
En el nivel de intriga política funciona como una novela que denuncia una guerra
imperialista. En eso se inscribe el petitorio de los pueblos indígenas que
mencionas…
El catalán propicia un movimiento junto a una organización ecuatoriana para una
indemnización de España y Portugal por los daños de la invasión, conquista y
explotación de América. Están consiguiendo firmas en toda América Latina a través de
organizaciones para interponer, ante la Corte Internacional de La Haya esta demanda de
indemnización que deben pagar Portugal y España a los pueblos indígenas.
Balance final.
Es mi intención.
No (risas).
¿Crees que pueda haber mayor empatía de los jóvenes con tus nuevos libros?
Me parece que hay una figura que opaca un poco a todos los demás, que es la de Mario
Vargas Llosa. Me parece que la literatura peruana ha agarrado bastante prestigio gracias
a Vargas Llosa y Bryce. Creo que hay una utilización de ese prestigio y esto que no
salgo por parte de Jaime Bayly.
¿Venimos asistiendo por fin a una ampliación del campo literario, a una diversidad
de propuestas?
¿Pero no crees que el paradigma de Vargas Llosa esté un poco en declive? Eso se
siente con los epígonos y no se percibe su diferencia con el original…
Diría que hay un desgaste, por ejemplo, que se comprueba en Travesuras de la niña
mala. Además, es un título muy poco afortunado en relación con las grandes novelas de
Vargas Llosa: Conversación en la Catedral, La ciudad y los perros y La tía Julia y el
escribidor. A más oficio (Vargas Llosa publica cada año), tal vez menos temática
trascendente.
Esto contribuye más a un mosaico que a una unidad. Es el caso de Eduardo Gonzáles
Viaña o el mismo Gregorio Martínez y tantos otros. Todos tuvieron que salir. Y eso
implica abrirse a nuevos flujos. Por qué cerrarse a esa mirada demasiado peruanista de
la literatura peruana. Trato de abrirme, no sé cómo lo vean, pero creo que lo estoy
logrando.