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las palabras nuestras de cada dîa, las unicas utiles para unos personajes que
se conforrnan con designar el mundo y renuncian a cambiarlo.
Y ahora la segunda observaciôn. L,No les llama a ustedes la atenciôn la
cantidad de escritores espafioles que, llegados a cierta edad, publican su
autobiograffa, sus diarios, su libro de memorias? Bueno, esto que ahora
nos parece normal no lo era hace muy pocos afios. Recuerdo que cuando
Carlos Barral publicô sus dos primeros volumenes de memorias hubo
quien dijo que ese género no formaba parte de nuestra tradiciôn literaria,
que eso estaba bien en los ingleses y en gente como ellos, pero no en los
espafioles. Se trata, en efecto, de un fenômeno relativamente insôlito, y
no puedo sino relacionar esta tendencia con esa invasiôn del yo a la que
vengo refiriéndome: esos géneros constituyen la consagraciôn del yo, la
coronaciôn de ese yo que habla de sf mismo y de sus propias experiencias.
Las cosas, ya lo he dicho, han cambiado en muy poco tiempo, y no
sôlo los escritores de cierta edad se han lanzado a publicar sus diarios sino
que también los mas jôvenes hacen algo parecido con sus dietarios. Unos
nos ofrecen su experiencia vital, otros su experiencia intelectual, y de
repente se dirfa que esa palabra, experiencia, ha pasado a erigirse en una de
las claves de la literatura actual.
En una época como la nuestra eso tampoco puede extrafiar. En una
época como la nuestra, en la que las experiencias tienden a la mas absoluta
y generalizada uniforrnidad: por las noches vemos la televisiôn; un dfa a la
semana cogemos el coche y aguantamos con resignaciôn las inacabables
colas del hipermercado; los veranos nos decidimos a hacer uno de esos
viajes unicos y apasionantes que al mismo tiempo que nosotros realizan
varios millones de turistas unicos y apasionados...
A lo mejor ocurre que, si nos interesan tanto las experiencias ajenas,
las vidas de los otros, es precisamente porque nos preguntamos cômo se
las arreglan para conferir algun sentido a su propia vida y su propia
experiencia. Ahf va una pregunta: L,Cômo se las arreglan ustedes para no
sentir el tremendo peso del vacfo cada vez que se encuentran ante el
televisor o en la inacabable cola del hiperrnercado?
Pero el auge del género autobiografico no acaba ahf, en la creciente
aficiôn de los escritores (y también de los lectores) por este tipo de libros,
y me atreverfa a decir que incluso las novelas tienden a asimilarse a ese
género. Digo esto con conocimiento de causa porque también a mf, como
novelista, me gusta moverme dentro de un tipo de ficciôn que podrfamos