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Responsabilidad Parte General
Responsabilidad Parte General
UNIDAD IX
RESPONSABILDAD CIVIL
EL DEBER DE RESARCIR
FUNCION PREVENTIVA
La regulación clásica había caído en crisis hace mucho tiempo ya, pues la noción
de responsabilidad civil fue evolucionando hacia una consideración mucho más
moderna porque la mirada de la justicia se han puesto de lado de la víctima y así,
aparecieron las nociones de previsión, prevención y los deberes de seguridad y
garantía en diversos antecedentes jurisprudenciales, en los que se han resuelto
ciertos conflictos con fundamento en la necesidad de asumir una conducta tal que
se anticipe a la producción del daño, actuando con el debido cuidado a los fines
de evitar que el mismo se produzca.
Dentro del más elemental sentido común y como instinto natural del ser humano,
resulta preferible conservar y proteger los intereses valiosos en lugar de
recomponerlos después de su menoscabo , lo que hace inexplicable que en el
derecho de daños se haya conferido tanta atención a la reparación y tan poca a la
prevención
a) Medio ambiente
c) Residuos peligrosos
La ley 24.240 (que es de orden público, art. 65) consagra diferentes normas
preventivas orientadas a brindar una fuerte protección a los consumidores y
usuarios, entre las cuales se destacan:
• El Art. 52 bis norma el "daño punitivo" pero con un claro propósito disuasivo de
similares conductas dañosas: Al proveedor que no cumpla sus obligaciones
legales o contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez
podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en
función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso,
independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más
de un proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos
solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que
les correspondan.
Este deber genérico de prevención del daño impuesto por el artículo transcripto
enmarca de modo certero el principio de prevención con- - tenido en el artículo
4° de la ley 25.675 y toma exigible a toda persona, dentro del sistema de derecho
de daños en general —y del derecho de daños ambiental en particular—, una
conducta consistente en la evitación de perjuicios
Se consagra el deber general de actuar para evitar causar a las personas y a las
cosas un daño no justificado , es decir de adoptar las conductas positivas o de
abstención conducentes para impedir su producción o agravamiento . Ello así en la
medida que esa conducta dependa de la persona ,
y en base a los dos
parámetros: la buena fe y la razonabilidad , lo que
implica analizar las circunstancias de cada caso.
El inciso a, sienta la regla y el inciso b, proporciona las pautas para su evaluación ,
teniendo en cuenta que existe un derecho general a
no actuar y que únicamente cuando se configure un
abuso de ese derecho (lo que se relaciona con el parámetro de lo
razonable y la buena fe) puede haber responsabilidad por
omisión.
La pauta de valoración es la prudencia y razonabilidad , completadas con la buena
fe (art. 1710, inc. b), ya que hay deber de evitar el daño en cuanto depende de la
persona (art. 1710), lo que implica que es susceptible de ser interpretado
"normativamente", en cuanto le esté impuesto el control jurídico, o
"tácticamente" ,en cuanto tenga posibilidad de hacerlo . Una vez comprobada la
antijuridicidad de la conducta (la omisión o la acción dañosa) debe procederse al
análisis de la relación causal.
En términos generales puede decirse que existe el deber de actuar para evitar
pueda configurar un "abuso del
daños cuando la abstención
derecho de no actuar", situación que se presentará por regla cuando
una persona, sin riesgo de sufrir daños ni pérdidas, pueda con su accionar evitar
un daño a terceros
El ejercicio de esta acción preventiva tiene como finalidad evitar los perjuicios o
detener su continuidad si ya han comenzado a producirse . La pretensión
instaurada se dirige a reclamarle al juez que prohíba al demandado ocasionarle
daños previsibles, o que se abstenga de continuar produciéndolos, finalidad que
puede ser única o concurrir con el reclamo reparatorio de los perjuicio ya
causados. Para que sea exigible la adopción de medidas preventivas, es menester
que exista la efectiva posibilidad del sujeto de anticiparse al acaecimiento de las
consecuencias dañosas.
Como premisa, el juez deberá autorizar el proceso breve más idóneo y a los fines
de lograr que la tutela judicial sea efectiva, para quien teme por un daño futuro e
inicia una acción preventiva, se debe permitir el acceso a la jurisdicción a través
del trámite más abreviado que esté previsto.
Una medida posible, es el amparo, que constituye una acción expedita y rápida
frente a una lesión inminente o amenaza de ella, que provenga de autoridades
públicas o particulares (art. 43 de la Constitución Nacional). La amplitud con que
se ha concebido al amparo en la Carta Magna, permite que, en supuestos de
defensa de la competencia, del usuario y consumidor o en casos de bienes de
incidencia colectiva, o derechos y garantías individuales, sea posible la tutela
inhibitoria cuando hay una amenaza de una lesión inminente.
FUNCION RESARCITORIA
He dicho demasiado del deber de resarcir, es por eso que me limitare a decir,
que la función resarcitoria es el deber de reparar un daño, no justificado por el
ordenamiento jurídico causado por un hecho ilícito o por el incumplimiento de
una obligación PRE existente.
La reparación como función y finalidad del sistema consiste en dar satisfacción al
interés del acreedor que sufre daños.
Producido el perjuicio y si se verifican los otros presupuestos de la
responsabilidad (relación causal y criterio de imputación aplicable), nace un
crédito a favor de quien lo padece que consistente en su reparación.
El fin último del resarcimiento del daño, cual es el de volver las cosas al estado
anterior a la producción del mismo (art. 1083 del código anterior), resulta de
cumplimiento imposible en la mayoría-de los casos.
FUNCION PUNITIVA
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
PRINCIPIO DE NO DAÑAR AL OTRO
Significa "no dañar a otro", y ha sido elaborado en el derecho romano por
Ulpiano, para quien junto con "vivir honestamente" (honeste vivere) y "dar a
cada uno lo suyo" (suum ius cuique tribuere), conforma los tres principios
cardinales que fundamentan lo "justo" (ius) Ulpiano, D.1.1.10.1 (Di Pietro).
PRINCIPIO DE PREVENCION
En sintonía con el anterior principio —que lo comprende y desborda—, la
prevención también identifica, ordena y orienta al sistema en torno a la
adecuada contemplación de su eje: en este caso el mandato consiste
específicamente en anticiparse y evitar el acaecimiento del perjuicio.
Según Alterini, Ameal y López Cabana, en el moderno derecho de daños se
destaca una política legislativa encaminada al desarrollo de sistemas para
prevenir los daños, creándose mecanismos jurisdiccionales idóneos para lograr
anticiparse a ellos.
Se razona con acierto que si el sistema permaneciera impávido ante la
inminencia de un daño o de su agravación, si sólo se "activara" cuando se
produce el perjuicio, "importaría tanto como crear el derecho de perjudicar"
(Proyecto de 1998, "Fundamentos", n. 261).
Su importancia se ha ido incrementando a través de los años, y fruto de toda la
evolución alcanzó la categoría de principio rector, confiriéndole gran
importancia el nuevo Código a través de los arts. 1708 y 1710/13,
fundamentalmente el art. 1710 consagratorio del "deber de prevención del
daño".
PRINCIPIO DE RESERVA
Basándose en el Art. 19 de la Constitución, y 53, 1066, 1067, no hay deber ni
trasgresión, sin que una norma lo imponga. La gran diferencia, entre el ámbito
penal y el civil, es que en el primerota norma debe ser típica, y en el segundo
bastara que se encuentre reconocido dentro del ordenamiento jurídico.
PRINCIPIO DE BUENA FE
Los contratos deben celebrarse de buena fe, sin transgredir la moral y las buenas
costumbres, principios que tienen jerarquía constitucional.
PRELACION NORMATIVA
ART.1743
Derecho romano
El primer pie en el derecho romano para dar solución a los daños producidos, en
un primer orden, fue dado por la venganza y por la ley del talion, con su famosa
frase del “ojo por ojo”.
Luego nació, “la composición voluntaria”, en donde el victimario se ponía de
acuerdo con la victima de pagar un precio por el daño.
Luego las organizaciones políticas consolidaron su poder y dio nacimiento al
Estado, es este punto de la historia la forma de reparación del daño se baso en
una composición legal o forzosa, en donde el Estado determinaba el cuan Tun de
la reparación, a través de la determinación de una suma de dinero para cada
delito, el cual el ofensor debía pagar y el ofendido debía aceptar (ley de las XII
TABLAS).
Durante mucho tiempo en el derecho romano no se distinguió entre la
reparación penal o civil dando a entender que ran la misma cosa.
Edad media y el derecho Frances
Hacia fines del XVII hubo un cambio en el derecho de repara los daños por la
introducción del derecho canónico y del pensamiento ius iluminista racional.
Introduciendo dos ideas fundamentales:
Admisión de la culpa
Separación de la pena pública y la reparación del daño a la victima, con
carácter privado.
Años mas tarde en Francia, Domat determinaría en el codeé “No hay
responsabilidad sin culpa”.
En el Código francés, fijaba la culpa como único fundamento para la
responsabilidad civil reconociendo solamente y exclusivamente un factor de
atribución eminentemente subjetivo, la culpa. En este sentido, el citado autor
agrega, que "Todo el que viola el deber genérico de no dañar implícito en esta
norma es culpable, comete un acto ilícito y debe responder por el daño que
aquella hubiere sufrido".
No obstante, de la mano de la complejidad cada vez mayor de la vida en
sociedad y el acelerado ritmo de la época moderna, se fueron dando situaciones
que quedaban excluidas de este régimen y junto con ello, la existencia de
víctimas sin resarcir el daño que le habían provocado.
Crisis del sistema de la culpa
Llagada la revolución industrial trajo con si una evolución y mutación en la
sociedad. La consecuencia fue la introducción nuevos peligros para ella. Las
maquinas introducidas provocaron perjuicios en determinados sectores de la
sociedad en donde se veían dañadas por la peligrosidad de estos nuevos
productos o nuevas maquinas. A consecuencia se produjeron numerosos daños
que se escapaban del sistema unitario de la culpa.
El cambio de un Estado meramente observador a un estado dominante, trajo un
cambio a esta injusticia, la introducción de nuevos factores de atribución
llamados objetivos, los cuales dejaban de lado la concepción de culpabilidad. El
cambio se produjo primero en el derecho laboral y posteriormente en todo el
derecho privado. Así, se comenzaba a imponer el deber resarcitorio a favor de
las victimas cuando el concepto de culpa parecía rebasado.
La responsabilidad civil en el derecho Argentino.
Primera etapa: no hay responsabilidad sin culpa
Nuestro máximo legislador, Vélez Sarsfield, siguiendo al código francés va a
estructurar a la responsabilidad civil bajo la idea de la culpa. Sin culpa no hay
responsabilidad. La responsabilidad es subjetiva. Es así como nuestro Código
Civil receptó el postulado “no hay responsabilidad sin culpa” en su antiguo
artículo 1067 “no habrá acto ilícito punible para los efectos de este Código sin
que a sus agentes se le pueda imputar dolo, culpa o negligencia”. Con esa
fórmula queda en claro que en el sistema de Vélez no había responsabilidad
posible sin esa calificación reprensible del comportamiento del responsable: no
basta una contradicción material entre la conducta del sujeto y lo querido o
permitido por la ley, es indispensable que promedie una voluntad reprochable a
la que sea dable calificar como culpable “lato sensu”.
Establecida la responsabilidad civil bajo fundamentos subjetivos, la doctrina
nacional y extranjera se debatió entre el dilema de la dualidad o unidad de culpa:
¿existe una culpa contractual versus una culpa extracontractual?, o bien, ¿la
culpa es una sola aplicable a dos regímenes distintos? La expresión unidad o
dualidad de la culpa es un resabio de la doctrina francesa clásica que
circunscribía toda responsabilidad al concepto de la culpa y de allí el porqué de
una culpa contractual y una culpa aquiliana.
1. Dualidad de Culpas (culpa contractual y culpa extracontractual): para esta
concepción —considerada clásica— la culpa es una noción equívoca que
engloba dos conceptos distintos: la culpa contractual y la culpa
extracontractual o aquiliana, de acuerdo con que el reproche tenga una
obligación previa preestablecida o que no exista vinculación alguna
preexistente. Esta postura es la elegida por el codigo de Velez.
2. Unidad de culpas (una culpa, dos regímenes): esta concepción entiende
que la culpa es una idea unívoca que se aplica en el mismo sentido en el
ámbito de los contratos o de los hechos ilícitos: siempre supone la
violación de una obligación preexistente, que será la concreta y precisa
definida o la genérica de obrar con diligencia y prudencia que contempla y
sanciona la ley. Esta postura es la sostenida esencialmente por Planiol y
sus discípulos.
Segunda etapa: responsabilidad objetiva (ley 17711)
Las exigencias del mundo moderno comenzaron a dar cuenta de la insuficiencia
de que toda responsabilidad esté fundada en el factor de atribución subjetivo, es
así como la Teoría Objetiva del Riesgo Creado comenzó a tener cabida y a
presentar casos donde la responsabilidad no estaba basada exclusivamente en
el principio de la culpa.
En el Derecho argentino, esta teoría surgiría primero en el ámbito del derecho
laboral en la Ley de Accidentes de Trabajo Nº 9.688 y en materia de
responsabilidad extracontractual a través del Código Aeronáutico (ley 14.307).
Asimismo, en 1966 por ley se aprobó “La Convención de Viena sobre
Responsabilidad Civil por Daños Nucleares”, donde se establece la
responsabilidad del explotador por daños nucleares.
Armonizando la existencia de la responsabilidad objetiva “al lado” de la
originaria responsabilidad subjetiva, en principio se entendió que los
fundamentos de la responsabilidad como principio general seguían siendo
subjetivos pero —para ciertas situaciones excepcionales— se admitía como
principio complementario la noción objetiva del deber de resarcimiento,
independiente de toda idea de culpa cuya aplicación se limitaba a los únicos
supuestos de daños producidos a consecuencia del empleo de elementos
peligrosos o de actividad que amenazan la seguridad de los miembros del
cuerpo social.
Establecido así el régimen, la responsabilidad objetiva comienza a tener una
mayor utilización práctica pasando a ser la culpa el factor de atribución con
menos praxis. Es así como el paradigma cambia y se entendió que
cualitativamente ambos factores estaban en pie de igualdad, sin perjuicio que en
lo cuantitativo los factores objetivos prevalecían.
Tercera etapa: necesidad de unificación de la responsabilidad civil
En el derecho argentino, encontrándose los factores de atribución objetivos y
subjetivos en pie de igualdad, el eje de la responsabilidad civil argentina cambia y
pasa a ser el DAÑO. El desplazamiento de la culpa como eje del sistema acaecido
por el cambio de paradigma del siglo XX, hizo perder importancia a los debates
en torno a si la culpa era una o existía una culpa contractual y otra
extracontractual y el debate se centró en si la responsabilidad es una sola y tiene
dos órbitas (contractual y extracontractual) o si hay una responsabilidad
contractual versus una responsabilidad extracontractual. La responsabilidad con
factores objetivos o subjetivos podía darse así en casos de responsabilidad
contractual o extracontractual.
Cuarta etapa: unificación de la responsabilidad contractual y extracontractual en
Argentina
Los ecos de necesidad de unificación de la responsabilidad contractual y
extracontractual se hicieron realidad en los distintos proyectos de reforma en
Argentina.
En este sentido el Proyecto de Unificación Civil y Comercial de 1987, el Proyecto
de 1993, el Decreto del Poder Ejecutivo 468/1992 que surgió casi en simultáneo
con el anterior y el Proyecto de Código Civil y Comercial de 1998 unificaban la
responsabilidad trayendo normas comunes para ambas. La realización predicada
termina viniendo de la mano del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
Argentina, que entró en vigor en agosto del año 2015. En sus fundamentos se
estableció que
En materia de reparación y siguiendo a los proyectos anteriores, se recepta la
unificación de los ámbitos de responsabilidad contractual y extracontractual. Al
respecto, existe uniforme opinión doctrinal que ha sido expresada en distintos
encuentros científicos. El texto proyectado confiere unicidad al régimen
contractual y extracontractual. La tesis que se adopta es la unidad del fenómeno
de la ilicitud, lo cual no implica la homogeneidad, ya que hay diferencias que
subsisten. Con la solución que proponemos se unifican claramente los supuestos
que han generado dificultades serias, como ocurre con los daños a la persona en
el ámbito de la responsabilidad contractual (ej. responsabilidad médica).
Dualistas
En Francia en el siglo pasado se dio un interesante debate acerca de la unidad o
dualidad de culpa, polémica que giró en torno a dos normativas del Código de
Napoleón con distintas implicancias: el Art. 1137 que en materia contractual
somete a quien tiene la obligación de dar a tener todos los cuidados de “un buen
padre de familia”; y el Art. 1382 que en punto a hechos ilícitos hace responsable
del daño causado a todo el que haya obrado con culpa e imprudencia.
De tal forma, la apreciación por los jueces de la culpa estaría enmarcada dentro
de los límites del concepto del bonus pater familiae, o sea que se respondería por
la culpa leve in abstracto del derecho romano, en tanto que en el campo de lo
cuasi delictual los magistrados gozarían de una mayor amplitud de criterio para
juzgar las diversas circunstancias de las cuales habría de desprender la existencia
o no de culpa. Además se sumaría el hecho de que cada una de las culpas se
hallaría regida por reglas prácticas dispares.
Para algunos autores como AUBRY y RAU, DEMOLEMBE entre los extranjeros; y
DE GÁSPRI y BORDA entre los comentaristas de nuestro código, el concepto de
culpa no es unitario, sino dual, y deben considerarse dos clases de culpas: la
contractual y la extracontractual.
Se entiende por culpa contractual, la que se comete por las partes con motivo
del incumplimiento de un contrato, por negligencia, imprudencia, imprevisión,
etc.
La culpa extracontractual o aquiliana, en cambio, consiste en la violación de un
derecho ajeno causando un daño cometida por negligencia del agente, fuera de
toda relación contractual y que trae como consecuencia para el mismo, la
obligación de resarcir el perjuicio ocasionado.
Los argumentos de los partidarios de la postura dualista son los siguientes:
1. En la culpa contractual la conducta reprochable del obligado implica la
violación de una obligación preexistente. En la culpa extracontractual, en
cambio, no hay una obligación preexistente.
2. La culpa contractual se presume y no necesita ser probada por el acreedor,
pues el propio incumplimiento del contrato hace presumirla . La culpa
extracontractual no se presume y debe ser probada por el acreedor;
3. El carácter de la indemnización, en la culpa contractual, es resarcitorio , a
diferencia de la culpa extracontractual, que es sancionatorio;
4. En las obligaciones contractuales es necesaria la constitución en mora del
deudor, mientras que en la culpa extracontractual el deber de indemnizar
surge por la fuerza misma del hecho culposo, sin necesidad de
interpelación alguna;
5. La competencia de los jueces varía según se trate del incumplimiento de
un contrato o de la comisión de un ilícito. Así si la demanda se funda en la
primera el juez competente es el del lugar del cumplimiento de la
obligación, mientras que si la demanda se funda en un hecho ilícito el juez
competente es el del lugar en que acaeció el hecho;
6. La responsabilidad aquiliana es más amplia que la contractual, puesto que
para ser responsable de un hecho ilícito basta la edad de diez años, en
tanto que para los actos lícitos y la responsabilidad emergente de un
incumplimiento contractual, el descernimiento empieza recién a los
catorce años.
7. La extensión del resarcimiento es también distinta: en la culpa contractual
se indemnizan nada más que las consecuencias inmediatas y necesarias , en
tanto que en la culpa extracontractual se indemnizan las consecuencias
inmediatas y las mediatas previsibles;
8. 8. En cuanto a la prescripción, las obligaciones contractuales es de diez
años, mientras que la prescripción de una acción extracontractual es de
dos años.
Monistas
Frente a la postura inicial de la doctrina pluralista se alzó luego la de unidad de
las culpas, que fuera sostenida luego por DEFÈVRE en 1886. Su tesitura fu
combatida por LABRÉ en una nota jurisprudencial, y más tarde retomada en
sendas tesis doctorales por GRANDMOULIN y AUBIN, hasta que finalmente fue
acogida y auspiciada por Marcel PLANIOL quien transformo en su entusiasta
heraldo; lo cual influyo sobremanera entre los defensores de la dualidad,
quienes fueron cambiando de parecer y adoptando criterios muchos menos
radicales.
Según PLANIOL, la teoría de la pluralidad de la culpa carece de base y parte de
una apreciación ilusoria. El concepto de culpa es uno y teóricamente significa el
incumplimiento de una obligación preexistente, con la consiguiente
responsabilidad. Ahora bien, ambas se configuran tanto en la culpa contractual
como en la extracontractual; tanto en una como en otra hay incumplimiento de
una obligación preexistente, nada más que en una se trata de una obligación
contractual y en la otra de un deber legal, y en los dos casos existe el deber de
resarcir. Las diferencias que pueden darse en el régimen jurídico de una y otra no
basta para cambiar su naturaleza. Se trata simplemente de variantes en las
apreciaciones prácticas, perfectamente posibles en un instituto jurídico, sin que
por ello se fraccione su esencia misma.
Esta tendencia constituye hoy absoluta mayoría de opiniones en nuestro país,
habiéndose plasmado incluso en los proyectos de unificación legislativa civil y
comercial, que estructuraban un régimen único para ambas categorías.
La doctrina que sostiene esta postura ha esgrimido diversos argumentos a favor
de la tesis; los principales son los siguientes:
1. No es exacto que una culpa sea un elemento configurativo del incumplimiento
imputable y la otra sea la fuente de la obligación resarcitoria: ambas son fuente y
elemento de la imputabilidad, a la vez.
Además ambas suponen la preexistencia de una obligación anterior: contractual
en un caso, legal en el otro; y ambas son elementos configurativos de la
inejecución y producen como efecto la responsabilidad por el daño causado.
2. El sistema probatorio es el mismo: en las obligaciones contractuales no es
necesario probar la culpa del deudor cuando se trata de obligaciones que
consisten en un hecho positivo. Basta entonces con demostrar la existencia de la
obligación y al deudor le incumbirá probar su cumplimiento o justificar el
incumplimiento. En cambio, cuando se trata de una obligación contractual que
consiste en un hecho negativo, en una abstención, al acreedor le corresponde
probar que el deudor ha violado la abstracción debida. Se trata simplemente del
juego de las leyes de la prueba. Lo mismo ocurre en las obligaciones
extracontractuales, con la diferencia de que como la mayor parte de estas
consisten en abstenciones, que debe cumplir el agente, al acreedor le incumbe
probar que el obligado no a cumplido el deber legal de abstenerse de cometer el
acto ilícito;
3. En cuanto a la diferencia del carácter de la indemnización o sea que en un caso
es resarcitoria, y en el otro sancionatoria, COLMO rechaza el argumento y
sostiene enérgicamente que el derecho civil no se trata de sanciones penales,
sino del resarcimiento de daños: el concepto de pena es ajeno el derecho civil
hasta por definición.
4. Respecto de la constitución en mora, la diferencia pretendida tampoco es tal,
en las obligaciones de no hacer el deudor incurre en mora desde el momento
mismo en que comete el hecho del que debía abstenerse y sin necesidad de
interpelación; en los casos de responsabilidad delictual en general el deber
originario es un hecho negativo, siendo por ello que , como en cualquier
obligación de no hacer, la responsabilidad nace con el incumplimiento del deber,
que torna de por si innecesaria la interpelación.
5. Tampoco es exacto que la competencia varíe según la materia contractual o
extracontractual de la responsabilidad, ya que en efecto el lugar en que se
comete el hecho ilícito es el hecho en el cual el deudor u obligado no cumplió el
deber legal que da nacimiento a su obligación de reparar el daño causado, o sea
que tanto en este caso como en el de responsabilidad por incumplimiento de
contrato, la regla general sobre competencia es la misma: debe conocer el juez
del lugar en que la obligación debió cumplirse.
6. En punto a capacidad se ha observado que cuando se habla de capacidad
contractual y delictual se alude a dos supuestos diversos: la primera se refiere a
la formación o nacimiento de la norma contractual; mientras que la segunda
presupone la existencia de una norma obligatoria, que impone un deber jurídico,
y nada tiene que ver pues con la creación de la norma, y la delictual sobre su
violación.
7. El distinto rigor en el resarcimiento en modo alguno basta para escindir el
concepto de culpa. Hay tan solo una diferencia puramente modal. Lo mismo
cabe decir en cuanto a las otras variantes accesorias que se suelen señalar.
Durante muchos años este problema de dualidad y unidad de culpa fue motivo
de innumerables debates, esta distinción proviene más que nada de derecho
romano que legislaba por un lado la responsabilidad contractual y por otro la
responsabilidad extracontractual, distinción aceptada por el Código Francés y en
consecuencia, al ser fuente de obligaciones para el Código de Vélez era de
esperar que Vélez siguiera este criterio.
1. Fundamento de la responsabilidad
Mientras que el deber general de no dañar liga entre sí a todas las personas , la
obligación es un vínculo específico que constriñe a uno o algunos sujetos a
cumplir cierta conducta en relación a otro u otros, en todos los casos
determinados o determinables. En este último tipo de deberes calificados, la
responsabilidad no deriva entonces de la calidad de dañador, sino de la de
deudor de la obligación. Asimismo, contrariamente a lo que acontece en la
esfera extracontractual, donde el factor de atribución viene ligado a las
circunstancias en que el daño fue producido (por el hecho del hombre —con o
sin intención de dañar—, con cosas, por el riesgo o vicio de la cosa, por el hecho
de un dependiente, etc.); en el ámbito contractual, aquél depende simplemente
del alcance de lo debido en cada caso por el solvens.
2. Configuración de la antijuridicidad
El discernimiento se adquiere a los catorce años para los actos lícitos, y a los diez
para los ilícitos.
Se ha dicho que estos distingos “resultan diluidos no bien se acepta que toda
vez que el discernimiento implica una facultad elemental de valoración, es obvio
que esa facultad no se tiene invariablemente para cualquier acto, de lo cual se
sigue que los límites precisos trazados por la ley pueden tener zonas de
coincidencia”. Sin embargo, siendo nuestro sistema “rígido” en cuanto a la
determinación de la edad en que se adquiere discernimiento para cada clase de
actos, esas “zonas de coincidencia”, que tal vez podrían presentarse en los
hechos, son ignoradas por el cartabón legal, que se inclina en cambio por un
binario “a todo o nada”, según que se tenga o no la edad requerida para los
actos lícitos o ilícitos.
4. Consecuencias resarcibles
Suele señalarse como una de las distinciones más significativas entre las dos
órbitas, la relativa a los plazos de prescripción liberatoria. Mientras que, en los
supuestos de responsabilidad aquiliana, la acción para reclamar el resarcimiento
prescribía a los dos años (art. 4037, CC) , en la esfera contractual se aplica el
término genérico de diez años (art. 4023), salvo excepciones.
7. La mora
2. Configuración de la antijuridicidad
OBLIGACION DE SEGURIDAD
Contractual
Tacita.
Secundaria y autónoma.
De resultado y excepcionalmente de medios.
La generalización de la obligación de seguridad en las relaciones de consumo
Las normas Infra constitucionales marchan en esa misma dirección. La ley
24.240, especialmente después de sus sucesivas reformas, cuenta con valiosos
instrumentos: la obligación de seguridad en sentido estricto (artículo 5°); el
deber de advertencia (artículo 6°) y la responsabilidad por el vicio o riesgo de la
cosa comercializada o por el servicio prestado (artículo 40, reincorporado por la
ley 24.999).
La obligación de seguridad significó la incorporación de un factor objetivo de
atribución en el campo contractual, cuya fundamentación se apoyó en el
principio general de la buena fe. La noción, que guarda una notoria proximidad
con el concepto de riesgo creado -propio de la responsabilidad extracontractual,
tradicionalmente fue reconocida en un grupo reducido de contratos cuando las
características de sus respectivas prestaciones imponían al deudor la obligación
de velar por la persona o los bienes del acreedor. Hoy, esta idea se encuentra
superada al menos en el ámbito del estatuto de defensa del consumidor, donde
es posible reconocer la generalización de la obligación de seguridad, en tanto se
tiende a privilegiar la tutela de la salud e integridad física de los consumidores y
usuarios, como una forma de prevención de daños pero con evidentes
repercusiones en orden a la reparación. Una clara manifestación del fenómeno al
que aludimos se observa en nuestra Constitución Nacional, donde el artículo 42,
introducido por la Reforma de 1994, consagra a la seguridad como uno de los
derechos fundamentales de los consumidores y usuarios.
El contenido de la obligación de seguridad, en el marco de las relaciones de
consumo, supone de manera principal incorporar al mercado productos seguros
conforme a las exigencias normativas y a las expectativas legítimas del
consumidor.
Los 'deberes de advertencia', 'de sustitución' y 'de retiro o recuperación' a cargo
del proveedor como manifestaciones de la seguridad debida
Una herramienta de vital importancia para garantizar la seguridad de los
consumidores y usuarios la constituye el deber de información en su concreción
de 'advertencia'. La advertencia significa poner a disposición del consumidor la
información necesaria y suficiente para alertarlo de los riesgos que pueden
entrañar un producto o servicio, con el propósito de evitar daños.
Adviértase que el título del artículo 6 de la ley 24.240 parece limitar el 'deber de
advertencia' a las cosas o servicios riesgosos, incluidos los servicios públicos
domiciliarios. Sin embargo, del texto de la citada disposición surge que la
'advertencia' no debe circunscribirse a las cosas o servicios que resultan en sí
mismos riesgosos, sino que alude a todos los casos en los cuales su utilización
suponga un riesgo para la salud o integridad física de los consumidores o
usuarios. Con este alcance, la 'advertencia' no queda limitada al ámbito de las
cosas o servicios riesgosos sino que es exigible cualquiera sea la naturaleza del
producto comercializado; de lo que se trata es que el consumidor utilice la cosa
o servicio adquirido sin exponerse a sufrir daños evitables mediante una
adecuada información.
Tipo de peligrosidad en los bienes o servicios
Refiriéndose al grado de peligrosidad de los productos y servicios, se destaca que
puede distinguirse entre aquellos de peligrosidad inherente (latente) y los de
peligrosidad adquirida (en razón de un defecto). Los primeros, contienen un
riesgo intrínseco vinculado a su propia naturaleza o modo de funcionamiento. Los
segundos, son aquellos que presentan un defecto, bien de fabricación, de diseño o
de información.
Peligrosidad inherente
CONCEPTO
La antijuricidad es la acción u omisión , que causa un daño no debidamente
justificado, por la violación del deber de no dañar al otro o por el incumpliendo
obligacional preexistente.
CAMPO CONTRACTUAL
CAMPO EXTRACONTRACTUAL
Art 1710:
A. evitar causar un daño no justificado;
B. adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas
razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su magnitud;
si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un
tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor
de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento
sin causa;
C. no agravar el daño, si ya se produjo
Art 1716: Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado,
conforme con las disposiciones de este Código.
Art 1749: Sujetos responsables. Es responsable directo quien incumple una
obligación u ocasiona un daño injustificado por acción u omisión.
El CCC se inclina de manera manifiesta por la llamada antijuricidad material,
según la cual la simple violación del principio de “no dañar al otro”, implica
ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados. La nueva
norma se inscribe en los postulados que viene sosteniendo la CSJN en diversos
pronunciamientos, según los cuales el alterum non laedere tiene jerarquía
constitucional. En otras palabras, la mera causación de un daño a otro ya de por
si constituye una conducta antijurídica. Y la calificación de antijurídica
desaparecerá si se configura alguna causal de justificación. Es la llamada
antijuridicidad material.
Clasificación de la antijuricidad
• Antijuridicidad formal/material
• Actos de violación positivos/negativos
• Ilicitud objetiva/subjetiva
• Actos ilícitos propiamente dichos y actos ilícitos potenciales
Antijuridicidad formal y material
La antijuridicidad materia es cuando un hecho es contrario a derecho en general,
esto es, a un deber jurídico genérico. En cambio la antijuridicidad formal es
cuando un hecho es contrario a derecho en concreto, esto es, que se está violando
una ley específica. En la actualidad en nuestra legislación se opto por una
antijuricidad material, es decir que el hecho dañoso puede ser contrario a todo el
ordenamiento jurídico, comprendidos por los principios no tipificados, al
contrario de la antijuricidad formal que para que el hecho sea caratulado como
antijurídico debe existir una norma estricta que así lo diga o lo tipifique.
Antijuricidad positiva y negativa
Es positiva cuando la ley prohíbe la ejecución de un acto y el agente lo ejecuta (ej.
No atravesar la calzada con semáforo rojo), pero también quedan comprendidos
en los actos positivos las omisiones en que se incurre, a veces, en la acción. La
llamada comisión por omisión: en la mala praxis, el médico que en la operación
tensa demasiado un órgano y luego no lo libera para evitar el daño definitivo.
El acto de violación es negativo cuando la ley ordena la ejecución de un acto que
el agente omite realizar. Por ej. La ley ordena poner bandejas en los edificios en
construcción para evitar lesiones a los transeúntes o heredades contiguas.- en
edificios en construcción, utilizar elementos de protección y procedimientos
seguros.- Otro ej.: contratar un ingeniero responsable en seguridad- etc.
Ilicitud objetiva y subjetiva
Es objetiva cuando se transgrede una norma del ordenamiento jurídico,
independientemente de que haya o no culpa en dicho acto. Por el contrario, es
subjetiva cuando se actúa con culpa o negligencia.
Toda conducta que objetivamente no sea conforme a la prescripción legal es en
sí misma ilícita, independientemente de la culpa.
Subsume la ilicitud en la culpa, conformando así la ilicitud subjetiva, de donde la
ilicitud, al identificarse con la culpa, no constituye un elemento diferente y
autónomo,. Como dijimos, esta es una excepción a la regla, que indica que la
ilicitud es independiente de la culpa.
Actos ilícitos propiamente dichos (actos propios) y actos ilícitos potenciales (actos
de terceros o de cosas).
Los primeros son actos cuya ilicitud se configura porque el hecho en sí mismo es
contrario a la ley y causa daño a otro, ya sea porque el agente actúe con culpa,
con dolo o ejerciendo antifuncionalmente sus derechos, o porque el uso que de la
cosa se hace viola los límites de la normal tolerancia entre vecinos . En tanto que
los segundos son actos en que el daño es el resultado del actuar de una persona
dependiente de otra por la que ésta debe garantía, o del empleo de una cosa con
riesgo, o de la actuación involuntaria de un sujeto inimputable en las
circunstancias fácticas que lo hacen responsable, cualquiera de esos hechos es
también ilícito, en el sentido de que tales actos constituyen la fuente de la
obligación de resarcir el daño. Pero no son actos ilícitos porque violen la ley, sino
porque al conjugarse con otros factores extrínsecos al acto mismo, la ley impone
el deber de no dejar sin resarcimiento el daño que se ocasiona: Su ilicitud es
potencial.
Conclusión
En nuestro ordenamiento jurídico actual se ha escogido una antijuricidad material
y objetiva. Será material porque es atípica, ya que no será necesario que el hecho
dañoso este descripto en una norma o ley , sino que solo es necesario que violente
algún principio del ordenamiento jurídico en su totalidad y conjunto. Por otro
lado, la antijuricidad será objetiva porque se transgrede una norma del
ordenamiento jurídico, independientemente de que haya o no culpa en dicho
acto.
JUSTIFICACION DE LA ANTIJURICIDAD
ASUNCION DE RIESGOS
La asunción de riesgos
Siguiendo estas ideas, el artículo en comentario establece con toda claridad que
la exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no
justifica el hecho dañoso, ni exime de responsabilidad. Así, el ordenamiento
impide entonces, que la supuesta asunción o aceptación de riesgos por la
víctima sea aducida para excusar la responsabilidad del dañador —o de los
responsables indirectos—, o bien para excluir la aplicación de un factor de
atribución objetivo expresamente establecido por la ley.
Cabe aclarar que la exclusión prevista en el art. 1719 CCyC no se aplica a los daños
causados entre jugadores que practican determinados deportes (fútbol, rugby,
boxeo, etc.). En esos supuestos, hay acuerdo en que los participantes asumen la
posibilidad de sufrir ciertos daños derivados de los riesgos propios del deporte
en cuestión y, por tal razón no se responde por los perjuicios que aparezcan
como una contingencia posible del desarrollo normal del juego (por ejemplo,
patada en un pie al disputar por la pelota durante un partido de fútbol), sino solo
de los excesivos o extraordinarios (en el mismo ejemplo, un puñetazo en la
cabeza). Esta conclusión no podrá fundarse en una supuesta aceptación de los
riesgos del juego (lo prohíbe la norma en comentario), sino en la autorización
esta-tal de tales deportes y de las reglas que los rigen, o en el consentimiento del
damnificado (art. 1720 CCyC).
El segundo párrafo del art. 1719 CCyC se refiere a los denominados “actos de
abnegación o altruismo”, es decir, los supuestos en los cuales la víctima del daño
se expone voluntariamente a una situación de peligro para salvar la persona o
los bienes de otro (por ejemplo, quien ingresa en un inmueble incendiado para
rescatar a sus ocupantes, y sufre quemaduras). La previsión tiene el sentido de
excluir la posibilidad de considerar que ese acto pueda constituir un hecho del
damnificado que dé lugar a la ruptura total o parcial del nexo de causalidad, en
los términos del art. 1729 CCyC.
El cumplimiento y El incumplimiento
El deudor asume el
Las obligaciones nacen para ser cumplidas.
deber de ejecutar la prestación de forma voluntaria,
de buena fe, y en el tiempo y modo convenido con
el acreedor. Ese cumplimiento voluntario debe
conducir a satisfacer el interés del acreedor y a
extinguir el vínculo jurídico y, por ende, a liberar al
deudor. Este fenómeno se denomina cumplimiento. El cumplimiento está
definido en el Art. 865 del CCC: “Pago es el cumplimiento de la prestación que
constituye el objeto de la obligación”. El pago consume el vínculo jurídico,
satisface el interés del acreedor y libera al deudor (Art.880, CCC).
¿Cuándo HAY INCUMPLIMIENTO?
hay incumplimiento cuando el deudor no
En cambio,
ajusta su conducta al comportamiento debido y
asumido frente al acreedor. El incumplimiento importa una lesión
al derecho del acreedor al contravenir la conducta debida. Por esa razón, lo
ubicamos en el plano de la antijuridicidad.
INCUMPLIMIENTO ABSOLUTO
a) ● Extinción de la obligación.
El incumplimiento relativo
La ejecución defectuosa.
Existe cuando el deudor ejecuta la obligación de una forma que presenta
desajustes respecto de la forma en que se encontraba inicialmente programada.
La inexactitud puede estar vinculada con el objeto, con los sujetos, con los
requisitos del pago, con el lugar o con el tiempo del cumplimiento de la
obligación. Por ejemplo, una empresa se compromete a colocar un ventanal en
una construcción, pero éste queda mal colocado.
El cumplimiento retrasado
Existe cuando el deudor cumple tardíamente la obligación, que es susceptible de
ser cumplida tardíamente (a diferencia de aquellos supuestos de plazo esencial
que, como vimos, quedan alcanzados por el incumplimiento absoluto por
frustrar definitivamente el interés del acreedor). Es decir que, pese al retardo
del deudor, la obligación es susceptible de ser cumplida tardíamente y continúa
siendo útil para satisfacer el interés del acreedor. El vínculo perdura pese a la
dilación temporal del cumplimiento. Como la obligación aún es susceptible de
ser cumplida, el vínculo subsiste y el deudor debe cumplir. Dentro de este tipo de
incumplimiento relativo, se torna relevante el instituto de la mora.
LA MORA xxxxx
¿Qué ES LA MORA?
c) ● Cooperación del acreedor (debe cooperar con el deudor para que éste
pueda cumplir, de lo contrario podría haber mora del
acreedor)
La constitución en mora
Principio general: mora automática (mora “ex re”)
El principio general de nuestro sistema es la mora automática, es decir, la
constitución en mora por el mero transcurso del tiempo . El art. 886 del CCC
dispone:
La mora del deudor se produce por el solo transcurso del tiempo fijado para el
cumplimiento de la obligación.
Dentro de este principio general, a excepción de las que destacaremos en el
siguiente apartado, podemos encontrar:
La interpelación
¿Qué ES LA INTERPELACION?
Requisitos Extrínsecos:
1. Cooperación del acreedor
2. Ausencia de incumplimiento del acreedor (si la obligación es reciproca,
es necesario que acreedor ofrezca cumplir con su prestación)
Debe realizarse una vez que la obligación sea exigible.
Intereses Moratorios
Art. 768 Intereses moratorios.
A partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes. La tasa se
determina:
a) por lo que acuerden las partes;
b) por lo que dispongan las leyes especiales;
c) en subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central.
Los intereses moratorios se devengan, ipso iure, a partir de la mora, por expresa
disposición legal. En efecto, en la norma se establece que el deudor moroso
debe tales intereses. Se establecen tres criterios para determinar la tasa: pacto
de partes (no debe inducir a identificarlo con el punitorio), el fijado por leyes
especiales, y en subsidio es el Banco Central quien debe establecerla mediante
reglamentaciones. En caso de ser excesivos, se aplica el artículo 771 del Código.
Es importar que los intereses moratorios empiezan a correr, por un lado en los
hechos ilícitos, desde el momento que se produce el daño por el hecho daño so y el
incumplimiento obligacional desde que el cumplimiento de la prestación es
exigible y no se realiza del modo acordado.
TEORIA DE LA IMPREVISION
UNIDAD XI
DAÑO
Derechos afectados
1. Derechos de incidencia colectiva
2. Derechos individuales homogéneos
3. Derechos subjetivos
4. Intereses no reprobados por el ordenamiento jurídico.
DAÑO RESARCIBLE
Para que se responda por el daño, es decir, que el mismo sea resarcible se deben
establecer ciertos requisitos que establece en el artículo 1739 el CCC:
Requisitos.
Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o
indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente.
Es importante destacar que estos requisitos son tanto para los daños
patrimoniales como para los daños extrapatrimoniales.
• CIERTO
La existencia del daño, ya sea actual o futuro, debe ser cierta o sea deber ser
constatada para poder condenarse al pago de la indemnización correspondiente.
El perjuicio no deja de ser cierto por no ser actual ni ser líquido. Puede ser un
daño futuro es decir no realizado aun al momento del hecho o aun al momento de
la sentencia. Ese daño futuro es indemnizable si es cierto o se tiene certidumbre
que existirá y su monto susceptible de ser determinado o apreciado
judicialmente.
PERSONAL
• SUBSISTENTE
El daño no debe haber desaparecido en el momento en que debe ser resarcido, si
así fuera, se imponen algunas previas distinciones, para establecer si corresponde
o no que el autor del acto ilícito deba asumir la reparación:
1. Si la propia víctima ha transformado el daño en su entidad, costeando la
reposición o reparación de la cosa destruida o deteriorada, el daño
subsiste en el patrimonio de aquella y debe ser indemnizado.
2. Si El daño puede haber sido reparado por un tercero, en ese caso se
producen los efectos de la subrogación.
3. Si el daño es reparado por el responsable antes de dictar la sentencia,
desaparece la responsabilidad y extinguiendo la obligación .
DAÑO PATRIMONIAL
Daño emergente
Refiere al costo de la reparación necesaria del daño causado y a los gastos en los
Son los gastos
que se ha incurrido en ocasión del perjuicio.
ocasionados o que vallan a ocasionar, como
consecuencia del evento dañoso y que el perjudicado
-o un tercero- tiene que asumir. Comporta un empobrecimiento del patrimonio
en sus valores actuales.
Lucro cesante
Consiste en la frustración
de una ganancia o de la utilidad
que haya dejado de percibir sea la victima del acto ilícito, o el
acreedor de la obligación por la falta del oportuno cumplimiento. En uno u otro
caso se impide el enriquecimiento legítimo del patrimonio.
Quedan afuera del concepto las utilidades eventuales que el damnificado podria
haber ganado con posterioridad del siniestro en el caso de no haberse
producido.
Para que el daño sea resarcible, esa ganancia frustrada, debe surgir como una
probabilidad objetiva del curso legal de las cosas y las circunstancias del caso o
negocio jurídico concreto que se trate.
Se necesita prueba fehaciente del lucro cesante para ser indemnizado.
Compensación del lucro con el daño o compensación de beneficios.
Implica computar las consecuencias perjudiciales y también las beneficiosas que
tienen relación causal adecuada con el hecho antijurídico. (ej., deducir el gasto
de combustible que no se eroga con motivo de no utilizar el automotor mientras
dure la reparación).
No se compensa la indemnización por muerte con el seguro de vida o pensión
que reciba la viuda por la muerte, debido a la ausencia de relación causal
adecuada. En el caso, el acto ilícito ha sido “ocasión” del daño, pero no la causa
del pago de dichas indemnizaciones o pensiones que se originan en un contrato
de previsión y el pago de la prima.
Perdida de chance
TIPOS DE VALUACION
La valuación del daño puede ser legal, convencional o judicial.
• Valuación legal: también es conocida como valuación tarifada o limitada.
En estos casos la ley fija la indemnización, en regímenes que casi siempre
establecen responsabilidad objetiva, como los accidentes nucleares,
accidentes aeronáuticos, ruptura del contrato de trabajo, accidentes de
trabajo. Este tipo de fijación del daño tiene además la característica de ser
casi siempre una responsabilidad limitada. Esta valuación resulta de las
leyes que prevén topes máximos o mínimos para supuestos en ellas
contemplados
• Valuación convencional: cuando la ley no fija el monto del resarcimiento,
las partes pueden establecerlo convencionalmente, ya sea por un acuerdo
anterior a la existencia del daño o por un acuerdo posterior.
En el primer caso las partes pactan la cláusula penal. En el segundo, las
partes convienen directamente el monto del resarcimiento del daño
producido, y si éste fuese dudoso o litigioso, lo acuerdan por vía
transaccional.
• Valuación judicial: si las partes no acuerdan el monto de la indemnización
y ella tampoco es fijada por la ley, corresponderá al juez en la sentencia
que dicte, determinar el importe del resarcimiento, siempre que este
acreditada la existencia del perjuicio, aunque no estuviere justificado su
monto. El juez debe al momento de dictar sentencia basarse en lo alegado
por las partes en base de una reparación integral, en especie o por
equivalente y el mismo se va a medir con el valor que tengan los bienes
afectados por el daño.
Diferencias entre valorar y cuantificar el daño.
Valorar el daño es determinar su existencia y determinar su entidad cualitativa,
es decir, si tiene carácter patrimonial o extrapatrimonial o ambas y además su
alcance determinando una obligación de valor.
Una ves desarrollado este ejercicio se debe pasar a la cuantificación del daño, el
cual consiste en determinar la indemnización pecuniaria o en especie.
VALUACION JUDICIAL
VALUACION JUDICIAL
PAGO EN ESPECIE
Tiene por objeto hacer volver las cosas al estado anterior al menoscabo;
constituye normalmente una obligación de "hacer", p. ej., brindar atención
médica para paliar una dolencia, reparar un guardabarros destruido;
La reparación en especie puede ser definida como la indemnización a través de la
reposición al estado anterior del hecho dañoso al damnificado de este.
El perjudicado tiene la facultad de optar por el "reintegro específico" cuando
resulta posible, reposición al estado anterior que en ciertos casos apareja gran
utilidad.
En materia de daños ambientales por ejemplo la reparación en especie resulta un
mandato constitucional, pues como todos los habitantes tienen derecho a gozar
de un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano, se establece la
prioritaria "obligación de recomponer" (art. 41, CN); por ejemplo primero
corresponde recuperar o restaurar la zona contaminada y recién luego la
indemnización de los perjuicios ocasionados.
En materia de "accidentes de trabajo y enfermedades profesionales", también
resulta una imposición legal, pues las ART (empresas aseguradoras de riesgos de
trabajo) deben brindar en primer lugar los servicios médicos para la
rehabilitación del trabajador.
Si se trata de una afectación del honor y reputación de una persona, la
retractación y la publicación de la sentencia resultan instrumentos idóneos para
reparar en especie pues se orientan a paliar —parcialmente— los efectos
disvaliosos que sufre el ofendido (art. 1740 in fine y 1770 in fine, CCyCN).
Requisitos de la reparación en especie.
1. A pedido de parte interesada
2. La reparación en especie debe ser posible
3. La reparación en especie no debe significar un abuso del derecho.
4. No debe ser de aplicación la facultad judicial de atenuar la
indemnización por razones de equidad.
PAGO EN DINERO
determinación de un
Establece que debe ser evaluada mediante la
capital, de tal modo que sus rentas cubran la
disminución de la aptitud del damnificado para
realizar actividades productivas o económicamente
valorables, y que se agote al término del plazo en que razonablemente pudo
continuar realizando tales actividades.
Por lo pronto cabe señalar que esta norma aparejará problemas en un primer
momento, pues no se cambia de la noche a la mañana toda una cultura arraigada
en la discrecionalidad.
Es menester contextualizar o circunscribir a las circunstancias del caso concreto,
de manera de "medir" el efectivo alcance del daño ocasionado. Son pautas
válidas las condiciones personales de la víctima, su situación socioeconómica,
familiar, etcétera.
DAÑO ESTÉTICO
Originariamente se consideraba que la afectación de la estética solamente era
reparable si se trataba de "modelos", es decir, personas que trabajan o
"explotan" su buena figura o silueta. Con impronta patrimonialista se admitía la
repercusión desde el plano de los ingresos económicos afectados.
Pero dicha menguada juridicidad fue objeto de rápidos cuestionamientos, quizá
los propios de una sociedad en la que frecuentemente se priorizan los valores
estéticos por sobre los éticos, por lo que se amplió fuertemente el marco de su
reconocimiento.
Constituye una forma de lesividad que afecta las posibilidades de afirmación
del individuo en la esfera social, derivada de la degradación de su aspecto.
Afecta la "belleza" del sujeto, pero debido a sus componentes subjetivos y las
consecuentes dificultades para su "medición", se estima suficiente el daño de la
"armonía propia" del cuerpo del sujeto.
Aun cuando afecte a partes usualmente no visibles del cuerpo, hiere la integridad
corporal del sujeto, vulnera su "identidad corporal", el derecho a mantener su
cuerpo tal como estaba, de la manera en que se lo reconoce como propio.
Las cicatrices que no pueden ser eliminadas por vía de tratamiento quirúrgico
representan un claro ejemplo de este perjuicio. Procede su reparación en
cualquier parte del cuerpo, aunque por cierto no tiene la misma incidencia
dañosa una visible lesión en el rostro que la existente en una parte que
usualmente permanece oculta.
El Código Civil y Comercial no menciona a este perjuicio expresamente como sí lo
hace con otros daños que tipifica específicamente (nominados). No obstante, no
hay duda que resulta un daño indemnizable pues afecta a "la persona" (art. 1737),
más concretamente a su "integridad personal" (art. 1738).
Se trata de un perjuicio que puede repercutir tanto en la esfera patrimonial
como extra-patrimonial, y carece de autonomía conceptual.
Es dable que incida negativamente en la esfera emocional del sujeto, en su faz
espiritual, por el desequilibrio que se genera en la armonía individual y personal
(y que se plasma en "su" cuerpo).
En este caso, el deterioro físico puede no aparejar perjuicio alguno para la
realización de actividades de contenido económico , por lo que debe ser
contemplado como daño espiritual (moral), puede constituir una vertiente
agravadora del mismo.
Pero el daño estético también puede impactar en el terreno patrimonial del
sujeto, al afectar posibilidades laborales, presentes y futuras.
En este caso se produce una mengua en la capacidad laborativa o de producción
de ganancias (lucro) del sujeto, al influir negativamente —de manera
directa o indirecta— en su posición y relacionamiento con terceras personas.
Así entonces se enmarca en la llamada incapacidad psicofísica, y resulta
"medible" por vía de experticia pericial médica
Lo importante de este artículo es que todas las lesiones están comprendidas, si
hacer diferencia de su fuente contractual o extracontractual. La lesión para ser
indemnizada debe ser permanente, lo que quiere decir, que dure para toda la
vida.
El daño puede ser físico o síquico (fobias, miedos, etc.), la incapacidad puede ser
total o parcial.
ACUSACION CALUMNIOSA
Artículo 1771. En los daños causados por una acusación calumniosa sólo se
responde por dolo o culpa grave.
El denunciante o querellante responde por los daños derivados de la falsedad de la
denuncia o de la querella si se prueba que no tenía razones justificables para creer
que el damnificado estaba implicado.
La acusación calumniosa es un daño contra el honor del damnificado . Se
configura cuando el sujeto es acusado falsamente de un delito ante la justicia
penal y tiene que defenderse, luego se comprueba la falsa imputación del delito.
La acción calumniosa produce un gran daño moral, sin embargo también produce
un daño patrimonial porque se deberá afrontar los gastos de defensa.
Luego se requiere para que sea indemnizable la acción calumniosa culpa grave o
dolo del denunciante. La culpa grave es el grado más alto de actuar sin la debida
diligencia o imprudencia. Por su parte el dolo es la total falta de interés por los
derechos o de los demás o es la realización del daño con total intención.
DAÑO EXTRAPATRIMONIAL
Bustamante define daño moral como la lesión en los sentimientos que
determinan dolor o sufrimiento físico, inquietud espiritual o agravio a las
afecciones legítimas, y en general toda clase de padecimientos in susceptibles
de apreciación pecuniaria.
es una modificación
PIZARRO ha precisado que el daño moral
disvaliosa –anímicamente perjudicial- del espíritu…,
que se traduce en el modo de estar de la persona
diferente de aquel en que se encontraba antes del
hecho, como consecuencia de este.
Puede manifestarse de diversa manera: sufrimiento o pena, malestar, menoscabo
de la paz, tranquilidad, ánimo, alegría de vivir, etcétera.
Teorías
Teoría negatoria
Una parte de la doctrina niega que el daño espiritual o moral sea indemnizable.
Estos doctrinarios fundamentan:
1. Que el daño espiritual es hipotético.
2. Importaría un enriquecimiento sin causa para el damnificado.
Teorías que reconocen el daño extrapatrimonial.
El damnificado directo
El Código Civil y Comercial establece como principio que la reparación del daño
moral compete únicamente al damnificado directo, exactamente igual que el
Código Civil.
El damnificado indirecto
Pero en caso de muerte y de "gran discapacidad" se amplía notoriamente la
legitimación, solución que estimamos acertada: basta con citar —por ejemplo—
el dolor que experimentan los padres ante los severos daños incapacitantes
permanentes sufridos por su hijo menor de edad (que puede ser aún mayor que
cuando fallece), o en el que padece la concubina ante la muerte de su pareja-
compañero de toda la vida, etcétera.
Se legitima el reclamo iure propio como damnificados indirectos , según las
circunstancias, a los ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes
convivían con aquél recibiendo trato familiar ostensible, solución que importa
recoger sabiamente los frutos del Proyecto de 1998, su fuente en la materia.
En el caso de muerte, quien reclama no lo hace en carácter de heredero sino a
título propio. La solución del Código Civil que limitaba el reclamo a los
"herederos forzosos" no resultaba atendible pues el problema aquí no es de
orden sucesorio. Si la víctima de daño moral muere con posterioridad (sea por el
mismo hecho o por otro), aquí el reclamo se formula iure hereditatis.
El caso de la "gran discapacidad" de la víctima directa constituye una novedad,
legitimándose a reclamar también al damnificado indirecto, es decir, al sujeto
que "sufre por ver sufrir" a otro. Se trata de una decisión totalmente acertada.
La nueva norma no determina cuándo la incapacidad alcanza naturaleza
semejante.
Para una postura, la víctima debe perder toda posibilidad de sentir o moverse por
sí misma (López Herrera); cabe detenerse en la enorme afectación que tiene lugar
si el damnificado requiere asistencia permanente en actos cotidianos
elementales como vestirse, asearse, comer, satisfacer sus necesidades
fisiológicas, etcétera.
Deben siempre evaluarse las circunstancias del caso, y resulta conveniente que
se determine con basamento científico a partir de qué porcentaje de minusvalía
mínima (piso) es dable reputar alcanzado el supuesto legal de "gran
discapacidad". Es la solución que evitará la arbitrariedad enmascarada de
discrecionalidad judicial. Resulta un parámetro atendible lo dispuesto por la Ley
de "Riesgos del Trabajo" 24.557 que considera incapacidad permanente total
cuando es igual o superior al 66%.
La transmisión de la acción
Del mismo modo que lo establecía el artículo 1099 del código derogado la acción
resarcitoria por daño moral sólo es transmisible a los sucesores si fue deducida
en vida por el causante, es decir, si en el caso de que el damnificado no halla
caído en gran incapacidad, solo se heredara la accion si este la interpuso antes
de fallecer.
CONCLUSION
Para cerrar la bollilla es importante hacer una distinción y una reflexión entre los
dos bloques de daños, el daño patrimonial y el daño extrapatrimonial. La
diferencia entre estos dos daños es muy fina, dado que cada una es la cara de una
misma moneda.
El daño patrimonial, sin lugar a dudas, puede derivar en un daño
extrapatrimonial y viceversa también, un daño extrapatrimonial puede llegar a
derivar en un daño patrimonial. Es decir, un daño que sufre un sujeto, el cual tiene
como efecto una incapacidad invalidante para las labores diarias que realizaba,
sin lugar a dudas tenemos aquí un daño patrimonial con su correlato en el daño
emergente, lucro cesante y la perdida de chance, pero sin embargo, supongamos
que el sujeto era un apasionado por su trabajo y este entra en un estado de
depresión por no poder realizarlo, es aquí, que tenemos un daño
extrapatrimonial a consecuencia de un daño patrimonial. Ahora bien, desde el
otro lado, supongamos que una madre pierde a un hijo en un accidente, nadie
dudaría del daño extrapatrimonial que le causa la perdida de un hijo a una madre,
sin embargo, derivado de la perdida de su hijo, esta madre se ve afectada en su
salud mental, la cual la invalida para desarrollar sus tareas laborales diarias, aquí
vemos un daño patrimonial derribado de un daño extrapatrimonial. La valuación
del tipo de daño dependerá de cada caso en concreto.
Por lo tanto, puede existir tanto daño patrimonial como extra patrimonial, en los
casos de daños a la salud psicofísica, al honor, al proyecto de vida, por daño
estético, etc.
UNIDAD XII
RELACION DE CAUSALIDAD
• Las consecuencias de un
CONSECUENCIAS INMEDIATAS.
hecho que acostumbran a suceder según el curso
natural y ordinario de las cosas. Por ejemplo; vender
vacas enfermas a un pastor, y éstas mueren.
PREVISIBILIDAD CONTRACTUAL
Art 1730. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser
previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso fortuito o
fuerza mayor exime de responsabilidad, salvo disposición en contrario.
CARACTERES
• Imprevisibilidad. Aquello
que el hombre medio no está
en condiciones de saber que normalmente
ocurre de acuerdo al curso natural y ordinario de
las cosas.
Inevitabilidad. El hecho debe ser imposible de evitar, o irresistible. La
imposibilidad de evitar un hecho debe reunir los siguientes caracteres:
1) Total
2) Definitiva
3) Absoluta
4) Física o moral
UNIDADES XIII
FACTORES SUBJETIVOS
fundamental es la
En los factores subjetivos de atribución lo
valoración de la conducta de la persona que ha
cometido el hecho dañoso injustificadamente. Esta
valoración puede realizarse a través de la culpa o el dolo.
TIPOS DE DOLO
Dolo directo
La intención del agente se evidencia con la finalidad inmediata en su conducta.
Dolo indirecto
El daño final es el resultado de una conducta que fue ejecutada con una finalidad
diferente, pero voluntariamente afrontada con la acción.
Dolo eventual
El agente realiza su conducta con total indiferencia a la producción de las
consecuencias dañosas que puede provocar su proceder. Aquí el posible
resultado no es el perseguido por aquel, pero se lo representa internamente y
desdeña las posibles consecuencias perjudiciales con su obrar.
PRUEBA DEL DOLO
El dolo debe ser probado por quien alega.
EFECTOS DEL DOLO
1. En las obligaciones solidarias, el incumplimiento doloso de uno de los
deudores no es soportado por los demás co deudores.
2. El dolo agrava las consecuencias a reparar, como puede admitirse en
supuestos de previsibilidad contractual.
3. Elimina la posibilidad de aplicación de la equidad.
4. Provoca la resolución parcial o total del contrato, cuando el
incumplimiento es intencional.
DISPENSA O RENUNCIA DEL DOLO Y LA CULPA
La dispensa o la renuncia del dolo esta prohibida solo es posible renunciar a los
efectos del dolo ya producido.
LA CULPA
APRECIACION DE LA CULPA
La culpa se aprecia atendiendo a las circunstancias de persona, tiempo y lugar.
(Art. 1724).
Hay que ponderar la diligencia o cuidado que el caso concreto imponía,
atendiendo a:
1) A la naturaleza de la obligación
No es la misma diligencia la que cabe exigir a quien debe transportar áridos
desde una cantera hacia una obra en construcción, que aquella que debe
observar el porteador que se obliga a transportar un valiosísimo cuadro de
Renoir o al Toro Campeón de la Exposición Rural de Palermo.
2) A las circunstancias de persona
Ej. Profesional en el ámbito de su incumbencia. La diligencia será juzgada con
mayor severidad.
La falta de diligencia de un médico es menos excusable que la de una enfermera
o una persona sin conocimientos en medicina.
3) A las circunstancias de tiempo y lugar
Ámbito espacial y temporal.
- No es la misma prudencia la que resulta exigible a un conductor que circula de
día por ruta seca, que a quien lo hace de noche, por ruta con hielo o nieve en su
superficie.
- No es la misma diligencia la que cabe exigir a un médico obstetra que atiende
un parto en condiciones normales, que a aquel que debe hacerlo en
circunstancias excepcionales que dificultan su actividad (ej., en ascensor
detenido por falta de suministro eléctrico)
MODELOS DE CONDUCTA EXIGIBLE
Hay que ponderar la diligencia o cuidado que el caso en concreto imponía,
atendiendo a la naturaleza de la obligación, y a las circunstancias de persona,
tiempo y lugar
Apreciación de la culpa
Apreciar la culpa es determinar si en el caso concreto ha mediado o no este
reproche subjetivo en la conducta del agente.
Comparar con:
✓ El buen padre de familia (Derecho francés, derecho italiano)
✓ La persona razonable (“the reasonable person”, E.E.U.U,)
✓ Las diligencias exigibles del tráfico (Derecho alemán)
Se valora la culpa comparando la conducta desplegada por el sujeto con el
módulo ideal de referencia, con prescindencia de las condiciones personales del
agente y de las circunstancias concretas de tiempo y lugar.
Se hace una prudente valoración judicial, tomando en cuenta la propia persona
del deudor (o agente del hecho ilícito extracontractual) con sus virtudes y
defectos, y lo que era exigible conforme a la naturaleza de la obligación y las
circunstancias concretas de persona, tiempo y lugar.
Se prescinde de parámetros abstractos de comparación.
Ambos sistemas debieran complementarse.
El sistema argentino es, a la vez, abstracto y concreto. (PIZARRO).
La culpa debe juzgarse tomando en cuenta la naturaleza de la obligación (ej.
deber de cuidado y diligencia que impone trasladar un valioso caballo pura
sangre de carrera o el cuadro de un famoso pintos es mayor que el que deriva de
trasladar un caballo de tiro común o el cuadro de un pintor desconocido), la
calidad de las personas del deudor y acreedor (no puede exigirse el mismo grado
de diligencia a un médico, a una enfermera o a un lego a la hora de suministrar
una sustancia tóxica a un tercero), la prudencia y el pleno conocimiento de las
cosas, exigibles en el caso concreto.
APRECIACIÓN EN ABSTRACTO
APRECIACIÓN EN CONCRETO
Este discernimiento entonces requiere de dos pasos:
1) variable concreta - se investiga la conducta del sujeto en el caso específico, lo
que hizo y cómo lo hizo, en captación desprovista de valoración;
2) variable abstracta - se identifica la naturaleza del deber violado ("no dañar a
otro") o de la obligación incumplida (ej. el contrato y sus particularidades
objetivas), encarnados en todo caso con un "modelo" de conducta impuesto;
3) resultado - del confronte de ambas se arriba a la conclusión si el sujeto hizo o
no lo que se esperaba y debía.
Graduación o gradación de la culpa
Antiguamente, en el derecho romano, se distinguían distintos grados de culpa…
CULPA GRAVE:
Consistía en actuar con la mayor desaprensión, en no comprender o prever lo
que cualquiera habría comprendido o previsto, en omitir adoptar las
precauciones más elementales.
CULPA LEVE:
Una culpa más débil.
En el régimen actual no se recepta la idea de distinguir tipos de culpa. Pero, hay
algunas normas en las que se hace referencia a la “culpa grave” como factor de
atribución.
Ejemplo. Acusación calumniosa art. 1771.
Prueba de la culpa
Art. 1734: Prueba de los factores de atribución y de las eximentes. Excepto
disposición legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y de las
circunstancias eximentes corresponde a quien los alega.
REGLA → La culpa no se presume.
Debe ser probada por quien alega su existencia.
Eximentes en los factores de atribución subjetivos
Causas de inculpabilidad debidamente invocadas y fundadas:
1) Error de hecho esencial (arts. 256 y 266)
2) Violencia o intimidación (art. 276)
3) Prueba de un obrar diligente. Un obrar apropiado, en función de las
circunstancias de persona, tiempo y lugar.
RESPONSABILIDAD DIRECTA.
En este tema se comienza con una norma que precisa los conceptos en un
sistema de responsabilidad civil que comprende tanto el ámbito contractual
como extracontractual. Por ello es responsable directo tanto quien incumple
una obligación como quien causa un daño injustificado.
“Art. 1749 Sujetos responsables. Es responsable
directo quien incumple una obligación u ocasiona un
daño injustificado por acción u omisión”.
En la responsabilidad directa, el deber de reparar es impuesto a quien causó un
daño por su hecho propio culposo o doloso, o bien al deudor de una obligación
incumplida, ya sea que ese incumplimiento haya sido materializado por él mismo
o por terceros.
De acuerdo al hecho que genera el deber de reparar, suele clasificarse a la
responsabilidad en directa e indirecta. Mientras que en este segundo caso se es
responsable por el hecho de otro (como sucede en los arts. 1753 a 1756), en el
primero se responde por el hecho propio: la obligación de reparar es impuesta a
quien causó el daño por una acción u omisión suyas.
Como lo indica la norma en comentario, el incumplimiento de una obligación
también da lugar a responsabilidad directa, pero no porque haya sido
necesariamente el deudor quien incumplió por su propio hecho —pues bien
podría haberlo hecho un tercero que aquél puso a ejecutar la prestación en su
lugar—, sino porque en virtud del principio de efecto relativo de las obligaciones
y los contratos (art. 1201) el incumplimiento, cualquiera sea el hecho que lo
materialice, es siempre imputable al deudor.
Incumplimiento de una obligación
De conformidad con lo establecido en los artículos 1716 y 1746, el incumplimiento
es el presupuesto indispensable para que exista responsabilidad del deudor de
una obligación. Probada la existencia de un incumplimiento, y de daños que están
en relación de causalidad adecuada con él , habrá responsabilidad del solvens,
salvo que éste demuestre, a su vez, que la obligación se ha extinguido por algún
motivo, y en particular por imposibilidad de cumplimiento en los términos de los
artículos 955 y 1732 del Código434
Ahora bien, dado que el incumplimiento se define por contraposición a lo que el
obligado debía hacer para cumplir —pues consiste en "el comportamiento
opuesto a aquel en que se concreta el cumplimiento, y en consecuencia, falta de
ejecución, o ejecución inexacta de la prestación"—, para determinar su
existencia es preciso establecer, en cada caso, qué era "lo debido" por el deudor.
Esto conduce necesariamente a la conocida
clasificación de las obligaciones "de medios" y "de
resultado", que se encuentra implícita en los artículos 774, 1008, 1252, 1723
y 1768. Si el deudor asumió una obligación de medios —esto es, comprometió
simplemente un plan de conducta diligente, tendiente a satisfacer el interés del
acreedor, pero sin asegurarlo—, entonces la configuración del incumplimiento
requiere de la prueba de su culpa, en los términos del artículo 1723. Si, en cambio,
se comprometió un resultado —es decir, se garantizó la satisfacción del interés
del acreedor—, se aplica el artículo 1723, y el deudor responde ante la mera falta
de consecución del resultado, con independencia de toda culpa de su parte.
Producción de un daño extrecontractual por acción u omisión dolosa o culposa
El segundo caso de responsabilidad directa mencionado por el artículo que se
comenta abarca los daños que causa una persona por su acción u omisión. Para
comprender claramente los alcances de esta categoría, es preciso efectuar
algunas precisiones.
Ante todo, está claro que este segundo supuesto se refiere a los casos de
responsabilidad extracontractual, es decir, aquellos en los cuales el perjuicio no
se produce como consecuencia del incumplimiento de una obligación
preexistente entre el dañador y la víctima. De lo contrario, nos encontraríamos
ante la primera categoría ya analizada (incumplimiento de una obligación).
En segundo lugar, cabe resaltar que la ley se refiere a quien causa "un daño
injustificado", es decir, sin que medie una causa de justificación del hecho
dañoso (ars. 1716 a 1720).
En tercer término, si en la producción del daño intervienen cosas riesgosas o
viciosas, o si el perjuicio se produce como consecuencia de una actividad
peligrosa, se aplican los artículos 1757 a 1759 —que estructuran un régimen de
responsabilidad objetiva—, razón por la cual el supuesto previsto por el artículo
1749 abarca los daños causados sin cosas (por el cuerpó "desnudo": golpes de
puño, empujones, etc.; o sin contacto físico: injurias, divulgación no consentida
de la imagen, intrusión en la intimidad, traba indebida de medidas cautelares,
etc.), o con el empleo de cosas que, por responder dócilmente al obrar humano,
no son riesgosas ni viciosas (cosas "instrumentales").
En este punto cabe recordar que el Código ha suprimido la categoría del daño
"con la cosa" que contemplaba el artículo 1113 del código derogado, razón por la
cual, cuando en la producción del perjuicio intervienen cosas , sólo caben dos
opciones: o se considera que ellas son riesgosas —lo que suscita la aplicación de
los artículos 1757 a 1759—, o bien se entiende que no lo son, y que, si han tenido
algún rol en la producción del daño, ha sido como instrumentos del hombre . En
este último caso se aplica el artículo que ahora se comenta.
Aunque el Código no lo diga expresamente, está claro que el factor de atribución
aplicable en el caso que se está analizando no puede ser otro que el dolo o la
culpa. Es que ninguna norma del Código —con excepción del artículo 1750,
referido al supuesto especial de los daños causados por actos involuntarios—
prevé un factor objetivo para los daños causados por el hecho propio, lo que
toma aplicable el artículo 1721, a cuyo tenor en ausencia de normativa específica
el factor de atribución es la culpa. Por lo demás, es claro que este supuesto es el
equivalente a los que contemplaban los artículos 1109 y 1072 del código
derogado.
PROFECIONES LIBERALES
UNIDADES XIV
FACTORES DE ATRIBUCION OBJETIVOS
LA GARANTIA
Los padres por los daños causados por los hijos (incluye el caso de
tutores, curadores y los establecimientos que tienen a su cargo personas
internadas).
Daños en "ejercicio"
Son perjuicios ocasionados por el dependiente en el marco de la ejecución de las
funciones encomendadas, los daños reconocen allí su causa fuente o eficiente;
es decir, los daños se producen en la realización del
encargo requerido por el principal, conducta
orientada estrictamente al cumplimiento de la orden
impartida. Por ejemplo, el chofer que daña a un pasajero mientras realiza
el recorrido predeterminado.
Quedan comprendidos aquí los supuestos de "mal ejercicio", ejercicio "abusivo" o
"aparente", pues a pesar que en cada caso el dependiente contraría órdenes
recibidas, responsabiliza al principal pues frente a terceros se presentan como
cumplidos dentro de las funciones encomendadas. Por ejemplo:
• El empleado de la empresa de transporte ferroviario que, ante el insulto de
quien pretende comprar un pasaje, sale de la boletería y lo aporrea (mal
ejercicio);
• El chofer que utiliza el rodado en beneficio propio y en contra de la expresa
orden del principal (abusivo o aparente)
Daños en "ocasión"
Los daños pueden ser cometidos por el dependiente fuera del cumplimiento
estricto de las funciones encomendadas , casos en los que si bien su desarrollo o
ejecución no constituye la causa eficiente del perjuicio, brindan la "ocasión”.
Existen dos posturas para decidir si promedia "vinculación razonable", pero cabe
adelantar que son más diferenciables en la teoría que en la práctica:
• restringida - el desempeño de la función encomendada debe constituir un
antecedente necesario o imprescindible para la producción del perjuicio; sin el
encargo no hay perjuicio.
• postura amplia - estima suficiente que la función encomendada sólo "facilite" la
ocurrencia del perjuicio, es decir, brinde la "oportunidad", sin que deba revestir
carácter de indispensable.
En el segundo caso la conexión causal evidentemente es menor, más tenue, pero
suficiente para comprometer la responsabilidad del principal. Ésta es la posición
mayoritaria hoy día, y es la acertada.
Algunos ejemplos resultarán ilustrativos:
• existe vinculación suficiente si el chofer de colectivo, luego de una discusión
de tránsito con otro automovilista por recíprocos encierros, desciende del
rodado y lo lesiona al golpearlo con un palo; también en los supuestos de acoso
sexual, hostigamiento y abuso de poder del jefe, en el marco de una postura
complaciente de la empresa.
• por el contrario, no existe causalidad razonable o adecuada si el chofer de
colectivo, aun valiéndose del recorrido habitual impuesto por el principal,
detiene su marcha para comprar cigarrillos y hiere al kiosquero que le entregó
mal el vuelto.
LEGITIMACIÓN PASIVA
EL TUTOR O CURADOR
Con una deficiente y confusa redacción que conducirá a disímiles soluciones
jurisprudenciales, el art. 1756 el CCyCN distingue la responsabilidad de los padres
de la que comprometen los tutores y curadores.
En efecto, por lo pronto cabe recordar que la tutela está destinada a brindar
protección a la persona y bienes de un niño... cuando no haya persona que ejerza
la responsabilidad parental (art. 104), mientras que la curatela se dirige a cuidar a
la persona y los bienes de la persona incapaz y tratar de que recupere su salud
(art. 138), y ambas se disciernen judicialmente.
El primer párrafo del art. 1756 establece que Los delegados en el ejercicio de la
responsabilidad parental, los tutores y curadores son responsables como los
padres por el daño causado por quienes están a su cargo, pero este rigor y
asimilación de regímenes es tan solo aparente.
La liberación del tutor y curador se produce si acreditan que les ha sido imposible
evitar el daño: el término resulta desacertado, pues técnicamente constituye
caso fortuito, ruptura del nexo causal, que siempre constituye límite del deber
de responder, lo que tornaría superfluo o sobreabundante la previsión genérica
del art. 1730, CCyCN.
Pero consideramos que su correcta interpretación impone asignarle otro
alcance. En un esquema subjetivo como el consagrado, esta causal exoneratoria
debe ser entendida como la exigencia de una especial diligencia por parte del
tutor y curador, que en rigor es la propia que demanda la naturaleza de los
cuidados que requiere un menor de edad, o un insano, por lo que corresponde
aplicar la sabia disposición contenida en el art. 1725, CCyCN. Es decir, que los
curadores o tutores responderán por el sistema subjetivo de culpa o dolo.
Si los daños son causados por menores de entre 10 y 17 años, el propio menor,
imputable por contar con capacidad para distinguir o comprender la ilicitud de
los actos que realiza, compromete su responsabilidad personal con fundamento
subjetivo.
Establecimientos comprendidos
En relación con ellos, cabe señalar que la inclusión de la referencia a que la
responsabilidad del titular surge “cuando hallen o deban hallarse bajo el control
de la autoridad escolar”, según una primera interpretación, restringe el universo
de establecimientos comprendidos aquellos en los que se imparte educación
dentro del sistema de la ley 26206, o sea, la inicial, primaria o secundaria.
En efecto, una primera interpretación sostiene que el régimen del CCyCo., al
haber limitado la responsabilidad educativa mientras los alumnos se hallen o
deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar, excluyen de ella a las
colonias de vacaciones, las llamadas “escuelas de verano” que se dedican a las
prácticas de actividades físicas, muchas veces organizadas por los clubes o
entidades deportivas, los institutos de enseñanza artística, etc., que no forman
parte del sistema educativo.
No cabe duda de que permanecen excluidas de la norma -al igual que en el
régimen de la L. 24830- las tareas de apoyo escolar de las denominadas
“maestras particulares”, que prestan sus servicios personalizados en ámbitos
privados -sea el domicilio propio o del alumno-.
En cambio, creemos que el término “autoridad escolar” debe ser interpretado
en forma amplia y que no debe excluirse a los institutos o centros de apoyo que
se hayan organizado empresarialmente para brindarlo.
Asimismo, entendemos que deben quedar comprendidos los establecimientos en
los que se imparte enseñanza artística, de idiomas, educación física, siempre que
exista la organización empresarial, que en nuestro criterio sigue siendo la pauta
definitoria del establecimiento comprendido.
En cambio, descartamos la aplicabilidad de la norma a los gimnasios, que tienen
una finalidad distinta de la educativa, y que persiguen el entrenamiento o
esparcimiento, pero que no imparten enseñanza ni existe una autoridad a cargo
de los menores.
El artículo 1767 del CCyCo. No distingue entre instituciones de gestión pública o
privada, ni por la existencia de contraprestación por parte de los alumnos, por lo
quedan comprendidos en la norma tanto los establecimientos en que la
educación se recibe gratuitamente como los de pago. Ello así, siguiendo la
elemental regla interpretativa de que “allí donde la ley no distingue no debemos
distinguir”, se entiende comprendidas ambas. Ello sin perjuicio del tratamiento
que impone la nueva ley 26944 de responsabilidad del Estado, que abordaremos
en adelante.
Personas por las que responde el titular del establecimiento educativo y frente a
quienes se responde
Los titulares de los establecimientos educativos responden por los daños
causados por sus alumnos menores. Ya no interesa si tienen más o menos de 10
años, sino únicamente que revistan la calidad de alumnos y, a la misma vez, que
sean menores de edad. Ha perdido interés el debate acerca del período etáreo en
que se encontrase el autor del daño. Concordamos con Pizarro y Vallespinos que
resulta indiferente que el alumno menor esté o no emancipado, pues la
minoridad no desaparece por matrimonio, sino que se sujeta a un régimen
distinto de capacidad que carece de influencia en orden a la responsabilidad por
daños, ya sea activa o pasiva.
Se responde por los daños que los alumnos causen a sus compañeros, los
docentes y el personal del establecimiento educativo y frente a los terceros ajenos
al establecimiento educativo. No hay distinción alguna al respecto: todas las
víctimas de daños causados por alumnos están legitimadas para valerse de la
presunción de responsabilidad.
También el titular del establecimiento, al igual que en el régimen establecido por
la ley 24830, responde por los daños sufridos por los alumnos menores.
Actividades comprendidas
La responsabilidad del titular de establecimientos educativos alcanza a todos los
daños causados o sufridos por los alumnos mientras se hallen sujetos a la
autoridad educativa o deban hallarse sujetos a ella, conforme a la redacción
impresa a la norma.
Es un presupuesto de la aplicabilidad de la norma que el menor haya entrado al
ámbito de control de la autoridad escolar. Por ello, comprende los daños
causados o sufridos, aun en los casos en que, habiéndose sometido al control de
la autoridad escolar, el alumno se haya sustraído en forma subrepticia a ella o
fue autorizado en forma ilegítima a retirarse del ámbito escolar. Por lo tanto, ha
de responder en los casos en que el alumno se haya “escapado” del ámbito
educativo.
En cambio, el titular del establecimiento no responde si el alumno no ha
ingresado al establecimiento sin aviso o autorización de sus padres, o sea, en los
supuestos denominados vulgarmente como “hacerse la rata”. El
establecimiento no ha asumido el control sobre el comportamiento del menor ni
su cuidado. El menor no se encuentra bajo dicho control y, en consecuencia, no
existe esta responsabilidad basada en el control de la autoridad escolar.
No es esencial que las actividades se desarrollen dentro del establecimiento,
aunque es lo normal, sino que estén vinculadas al proceso educativo, sean clases,
actividades de esparcimiento, descansos, prácticas deportivas, excursiones,
visitas guiadas o acompañadas por docentes, viajes de estudio, campamentos,
etc., en tanto sean organizadas por la autoridad educativa. No están
comprendidos en este ámbito de responsabilidad los viajes de celebración de fin
de curso que no se organicen por la autoridad escolar.
El eximente de la responsabilidad del titular del establecimiento educativo
La norma -al igual que lo hacía la redacción impresa por la L. 24830– contempla
únicamente el caso fortuito. Ello así, en principio, los criterios que se formaron al
amparo de dicha norma parecen seguir teniendo vigencia a la luz de la actual.
La carga de prueba
En el contexto del CCyCo., la carga de la prueba de los factores de atribución y
de las eximentes se discierne respectivamente sobre quien los alega, conforme a
lo dispuesto por el artículo 1734 del CCyCo.; de modo que el accionante debe
acreditar que el daño ha sido causado o sufrido por un alumno -hecho que pone
en juego el factor de atribución de la responsabilidad del titular- y este debe
aportar la prueba de que el hecho es producto de un caso fortuito, mediante la
acabada prueba de sus caracteres: imprevisibilidad, inevitabilidad y extraneidad
al riesgo de empresa asumido.
Con respecto a la relación causal imputativa -o sea, de que el daño ha resultado
de la actividad educativa- debe tenerse presente que este tipo de
responsabilidad se encuentra presumida, por lo que encuadra en la excepción
prevista por la norma del artículo 1736. En efecto, acreditado el origen de la
fuerza dañadora por el tercero ajeno víctima del daño o el sufrimiento del daño
por el alumno, la única prueba para liberarse el titular de la responsabilidad es la
ruptura del nexo causal que la ley presume.
Deben distinguirse los casos en que se presenta causa ignorada de los supuestos
en que existe caso fortuito. Cuando la causa permanece ignorada, la presunción
de causalidad presumida coloca el daño a cargo del titular del establecimiento,
mientras que la liberación solo proviene de la prueba acabada de que el daño no
está conectado causalmente con la actividad escolar. Por ello, es razonable
entender que la enfermedad preexistente del alumno que se manifiesta en el
ámbito educativo a raíz de un hecho inocuo constituye un caso fortuito, que
exime al titular.
RIESGO CREADO
APROXIMACION
La ley determina que el dueño o guardián de cosas riesgosas o peligrosas, o
realiza actividades, que por su naturaleza o circunstancias generan riesgos para
terceros, deben como contrapartida responder por los daños que generen. Es
decir,el riego creado es el factor de atribución
objetivo, que se abstrae totalmente de la
culpabilidad, por el cual llama responder, por el daño
injustamente causado, a la persona que sea dueño o
guardián de la cosa riesgosa o peligrosa o que realice
actividades, que por su naturaleza o circunstancias
de su realización, signifiquen un riego o peligro de
para las personas o para sus bienes .
Esta introducción de estos elementos peligrosos en la sociedad se autoriza
porque en cierta medida traen beneficios para la comunidad, sin embargo, se
determina que el caso de producción de un daño, injustamente causado, se
deberá reparar el daño por las personas indicadas anteriormente.
EQUIDAD
Reparación de los daños por quien evita que se produzca un daño mayor a un
tercero (estado de necesidad).
El estado de necesidad —que se distingue de la legítima defensa por cuanto en
este caso el perjudicado es una persona ajena al hecho— se configura cuando
una persona causa un daño para evitar otro mayor, actual o inminente, al que ha
sido extraña, y que amenaza al agente o a un tercero. De acuerdo a lo prescripto
por el inciso c, del artículo en comentario, el agente debe encontrarse frente a
una situación de peligro que él no ha contribuido a causar , y que genera la
amenaza, para él o para un tercero, de sufrir un mal (un daño) actual o
inminente. La única posibilidad de evitar ese daño debe ser la producción de otro
de menor entidad; en tal caso, si el agente opta por causar este último perjuicio
habrá obrado en legítima defensa. y su acción no será antijurídica (v. gr., quien
para salvar la vida de otra persona que está en un edificio incendiado destroza la
puerta y una ventana del inmueble lindero, único modo seguro de ingresar a
aquel lugar).
Cabe resaltar que la ley dispone que el hecho se halla justificado únicamente si el
mal (el daño) que se evita es mayor que el que se causa. Razón por la cual no
rige la justificación si ambos daños son de igual entidad.
Finalmente, y siguiendo la opinión de la doctrina ampliamente mayoritaria, el
Código establece expresamente que pese a configurarse los presupuestos del
estado de necesidad el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida
en que el juez lo considere equitativo. Se trata de un caso de responsabilidad por
acto lícito, pues aunque el hecho dañoso está autorizado por la ley se debe una
indemnización, que puede no ser plena en función de las circunstancias. Cuando
el beneficiado por el daño causado en estado de necesidad es un tercero, éste
deberá la indemnización, al menos en la medida de su enriquecimiento (art. i719.
segundo párrafo in line, aplicado analógicamente).
• Que con ese ejercicio anti funcional del derecho se haya ocasionado un
daño injusto a un tercero.
BIBLIOGRAFIA
Manual de Calvo Costa.
Manual de Responsabilidades de Pizarro.
Manual de Derechos de Daños de Fernando Ubiria.
Manual de Responsabilidad Civil de Federico Ossola.
Código Civil y Comercial de la Nación de Ricardo Lorenzetti.
Código Civil y Comercial de la Nación Infojus.
Artículos varios de Internet.
Apuntes y clases de cátedra.