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Unidad 6

La responsabilidad: proviene del latín respondere que significa “constituirse en garantía” “dar
cada uno cuenta de sus actos”. La responsabilidad, según Alterini, puede ser entendida en
distintos sentidos:

- En una concepción amplia, se puede entender como responsable a todo aquel que
debe cumplir. Esta concepción abarca tanto la conducta debida, como la sanción si no
se adecua a ella.
- Otra postura califica como responsable al deudor que no ha cumplido su obligación y,
por lo tanto, está sujeto a las acciones del acreedor (ejecutarlo forzadamente, obtener
la ejecución por otro o reclamarle la indemnización). Este es el tramo de la
responsabilidad que tiene lugar a partir del incumplimiento de la conducta debida en
el tramo de la deuda.
- En sentido estricto, se dice responsable al sujeto que no ha cumplido su obligación y
está sujeto a las acciones del acreedor, que reclama indemnización. Esta es la
acepción más adecuada que se da al concepto, en cuanto implica el deber de reparar
el daño, injustamente ocasionado, jurídicamente atribuible, causado por el
incumplimiento (ya sea que resulte de un vínculo jurídico prexistente o bien en razón
de un hecho ilícito). Consiste entonces en la obligación de reparar todo daño causado
a otro, sin causa de justificación.

Funciones de la responsabilidad civil: Artículo 1708: las disposiciones de este título son
aplicables a la prevención del daño y a su reparación.

Función resarcitoria: si bien históricamente se otorgó a la responsabilidad civil una función


sancionatoria, no existiendo equivalencia material entre la infracción y el mal inferido al autor,
buscándose una acción represiva, esta ha sufrido una profunda transformación.

Hoy en día, la responsabilidad civil se concibe con una función netamente resarcitoria. Es el
daño sufrido por una persona lo que origina la obligación de responder en quien lo causa,
advirtiéndose que la indemnización no elimina ese perjuicio del mundo de los hechos, sino tan
solo sirve para desplazar las consecuencias económicas desfavorables, el peso económico del
daño, desde el patrimonio de la víctima hacia el de quien debe responder. Es decir, distribuir
las consecuencias económicas derivadas del hecho dañoso. Eso es resarcir.

Por lo tanto, la denominación responsabilidad civil, está siendo reemplazada por la de


“Derecho de daños”, “reparación de daños”, centrando su atención en la victima del daño
(quien reclama la indemnización) y desligándose de la culpa del agente del daño. Se deja de
lado el principio de que “no existe responsabilidad sin culpa”, puesto que puede haber
supuestos en los cuales no es posible encontrar un culpable y alguien será llamado a responder
por un factor de imputación completamente diferente de su culpa. El fundamento de la
responsabilidad deja de ser el acto ilícito de quien ocasiona el perjuicio, y pasa a ser el daño de
quien lo soporta.

Función preventiva: si bien el derogado Código Civil originariamente no contenía disposiciones


acerca de esta función, tras la reforma de la Ley 17.711 comenzó a tomar auge la doctrina de la
tutela civil inhibitoria, entendiendo por tal a la orden o mandato dictado por la autoridad
judicial, a petición de quien tiene fundado temor de sufrir un daño, y que va dirigido a quien se
encuentra en condiciones de evitarlo.
El CCCN ha incorporado la prevención del daño como función de la responsabilidad civil (art
1708). Principalmente, el deber de prevención del daño está consagrado en el artículo 1710:
toda persona tiene el deber, en cuanto a ella dependa, de: evitar causar un daño, adoptar de
buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca
un daño o disminuir su magnitud y no agravar el daño si ya se produjo. Se establece como
deber genérico que impone a toda persona el deber de prevenir el daño.

El artículo 1711 establece: la acción preventiva procede cuando una acción u omisión
antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es
exigible la concurrencia de ningún factor de atribución. Quien pretende la admisión de la tutela
inhibitoria debe acreditar que existe un riesgo cierto de que el daño se produzca, o de que se
agrave el ya producido. Además, la ilicitud exigida por la norma debe encuadrar en una
antijuridicidad formal, es decir, que el comportamiento sea violatorio de una norma específica
(si el constructor de un edificio está omitiendo las normas de edificación). Por último, no se
exige demostrar ningún factor de atribución, ya que esta exigencia podría llevar a la frustración
de la tutela inhibitoria, que tiene por finalidad anticiparse a perjuicios que aún no han
ocurrido, pero que es posible que sucedan.

Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención del
daño (protegiéndose también los intereses difusos y los colectivos). La sentencia debe
disponer, a pedido de parte o de oficio, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda, para evitar el daño.

Prelación normativa: en el ámbito de la responsabilidad civil, las normas del CCCN coexisten
con las previstas en varias leyes (por ejemplo, ley del consumidor), resultando una situación
conflictiva cuando dos o más normas sean aplicables a un mismo caso. Al respecto, el articulo
1709 fijo el orden de prelación en el cual serán aplicables estas normas:

- Las normas indisponibles del CCCN y de las leyes especiales (aplicándose primero las
de las leyes especiales)
- La autonomía de la voluntad.
- Las normas supletorias de la ley especial, y del Código.

Responsabilidad e imputabilidad: responsabilidad moral: una acción es imputable cuando se la


puede referir a la actividad de una persona, pero tal imputación no adelanta criterio acerca de
la responsabilidad del sujeto. Son tres juicios diferentes: un obrar es imputable a un sujeto
cuando puede ser atribuido a su conducta; ese sujeto es moralmente imputable si obro
voluntariamente y solo es jurídicamente responsable si lo que ha hecho transgrede el
ordenamiento jurídico.

Responsabilidad y carga: la obligación genera deberes, que consisten principalmente en


satisfacer una prestación patrimonial. La deuda que existe en una obligación, es un deber, pero
no todo deber es una deuda, sino solamente aquellos de contenido patrimonial a los cuales le
corresponde un correlativo derecho subjetivo creditorio.

Principios de la responsabilidad civil: son ciertas virtualidades básicas que sirven como
primeras premisas del sistema o como directivas del mismo:

- La relatividad de los dchos subjetivos: conforme a la constitución nacional en su art 14


los dchos allí consagrados deben ser ejecutados conforme a las leyes que reglamentan
su ejercicio, esto es una emanación del principio de relatividad.
- Principio de reserva: surge del art 19 de la Constitución Nacional y establece como
facultad de la persona física hacer todo lo que no le sea prohibido.
- Neminem laedere: se traduce al principio de “no dañar a nadie”. Se incrimina el daño
injusto.
- Se debe responder por los actos propios, no ajenos.
- Agravación del tratamiento para el dolo: el derecho no puede tratar a quien causa un
daño por falta de diligencia de igual forma a como trata a quien lo causa con dolo.
- Acta sunt servanda. Redus sic stanibus: las convenciones tienen fuerza obligatoria
equivalente a la ley general, se debe hacer honor a la palabra empeñada, siempre que
las cosas se mantengan como estaban al momento de contratar.
- Buena fe: importa un comportamiento leal, el comportamiento honesto, en la
celebración y cumplimiento del acto.

Responsabilidad contractual y extracontractual: en el derecho argentino se sostuvo desde


siempre, pacíficamente, que la responsabilidad contractual es aquella originada ante el
incumplimiento de una obligación preexistente, mientras que la responsabilidad
extracontractual o aquiliana (por la lex aquilia del derecho romano) nace de la comisión de un
hecho ilícito, en donde se viola del deber genérico de no dañar a otro.

En tal orientación el derogado Código Civil estableció un muro divisorio entre ambos ámbitos
de la responsabilidad, con normas y principios propios y aplicables para cada una de ellas.
Establecía así, que los hechos y omisiones en el cumplimiento de las obligaciones
convencionales, no están comprendidos en los artículos de este título (de las obligaciones que
nacen de los hechos ilícitos que no son delitos) si no degeneran en delitos del derecho
criminal.

Por su parte, el Código Civil y Comercial ha logrado unificar la responsabilidad civil, el deber de
reparar nace de ambos ámbitos y se rige por las mismas reglas, salvo contadas excepciones. Su
artículo 1716 indica: la violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme a las disposiciones de este
código.

Por ejemplo: la prescripción era una de las diferencias más importantes entre estos dos
ámbitos. Mientras que para la acción para reclamar daños en la responsabilidad contractual
tenía un plazo de prescripción de 10 años, en la órbita extracontractual el plazo era de 2 años.
El CCCN ha establecido un plazo común para los dos ámbitos: el reclamo de la indemnización
de daños derivados de la responsabilidad civil prescribe a los 3 años.

Presupuestos de la responsabilidad: para la configuración de la responsabilidad civil se


requiere de la presencia de una serie de elementos o presupuestos esenciales que deben
acreditarse para que nazca en el dañador el deber de responder: Antijuridicidad – Daño -
Relación de causalidad - Factores de imputación o atribución (subjetivos u objetivos)

Antijuridicidad (incumplimiento objetivo):

Ilicitud objetiva: a lo largo de los años se ha determinado que la ilicitud estaba compuesta por
dos elementos básicos:

- Ilicitud objetiva: es la conducta desenvuelta en contradicción con la permitida o


impuesta por el ordenamiento jurídico. Contradicción de la conducta con el
ordenamiento jurídico.
- Ilicitud subjetiva: además de ser contraria objetivamente al ordenamiento jurídico, la
conducta del hombre debe ser culpable para ser ilícita. Se requiere de dolo o culpa del
agente. De no ser así, no sería imputable al sujeto.

Sin embargo, la tesis que sustenta la necesaria concurrencia en el ilícito civil de un elemento
subjetivo, ha sufrido los embates de una doctrina objetivista (a partir de la Revolución
Industrial, con el maquinismo), que considera suficiente para caracterizar al ilícito civil una
desviación de conducta o la transgresión de un deber impuesto por las normas jurídicas, sin
que haya lugar a interrogarse sobre el aspecto interno del agente.

Gran parte de este profundo cambio se debió a que el eje del sistema se trasladó de la culpa,
al daño. Además, aparecieron numerosos supuestos donde se responde sin culpa, o incluso sin
voluntariedad: la posibilidad de que el acto ilícito este constituido no solo por un hecho
humano, sino también por el hecho de cosas o animales, o la posibilidad de que exista
responsabilidad por actos lícitos, por ejemplo.

La antijuridicidad es entonces la contradicción entre la conducta y el ordenamiento jurídico en


su totalidad comprensivo este de leyes, costumbres relevantes, e incluso también, las
convenciones privadas, ya que el contrato posee fuerza de ley, consagrándose la
antijuridicidad en el ámbito contractual frente al incumplimiento de los deberes jurídicos que
derivan de él.

Código civil y comercial: la postura objetivista fue ya adoptada por la Ley 17.711, todo acto
será antijurídico cuando cause un daño injusto, más allá de que la actividad previa en la cual se
origine ese daño sea licita. El daño en sí mismo está impregnado de ilicitud, es ilícito, al ser
contrario al ordenamiento jurídico, a menos que exista una expresa causa de justificación que
lo autorice. Artículo 1717: cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica
si no está justificada.

Modos de obrar: la infracción puede ser llevada a cabo mediante un acto positivo, por
ejemplo, hurtar (actos de comisión), o por hechos negativos que en sí mismos no constituyen
infracción, pero cuyo resultado es ilícito, como la madre que no alimenta al hijo y muere
(comisión por omisión) o mediante una omisión a una conducta que estaba impuesta,
resultando entonces ilícita tal omisión (actos de omisión)

Causas de justificación: el artículo 1718 trata expresamente a las causas de justificación de la


acción u omisión dañosa, que excluyen la nota de antijuridicidad en ella:

- Ejercicio regular de un derecho: cuando el derecho ha sido ejercido en forma regular


por su titular (no abusiva), aun cuando ocasione un daño a otro, no existirá
antijuridicidad en la conducta.
- Legítima defensa: propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado,
frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no provocada. El tercero que no fue
agresor ilegitimo y sufre daños como consecuencia del ejercicio de la legitima defensa,
tiene derecho a una reparación plena.
- Estado de necesidad: quien causa un daño, para evitar un mal, actual o inminente, de
otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un 3ro, si el peligro no se origina en
un hecho suyo. El hecho estará justificado únicamente si el mal que se evita es mayor
que el causado.
- Consentimiento del damnificado: se da cuando la víctima consiente el daño sufrido,
“no existe injuria (lesión) para quien ha consentido”, siempre y cuando los derechos o
intereses en juego sean de libre disposición por quien consiente.
- Asunción de riesgos: la exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de
peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad, salvo que ella pueda
calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe el nexo causal. Asumir un
riesgo no implica consentir un daño, no hay aceptación alguna de un daño, sino solo
exponerse a un daño eventual. No excluye entonces la antijuridicidad, aunque pueda
alegarse al tratarse la causalidad, revistiendo un supuesto de ausencia de
responsabilidad en razón de un hecho imputable a la propia víctima.

Factores de atribución: a través de ellos se adquiere el fundamento que determinará el deber


de una determinada persona a resarcir el daño injusto sufrido por la víctima. Son un juicio de
valor que determina que persona debe responder frente a un daño, a quien se le debe atribuir
dicho menoscabo.

El artículo 1721 dispone que la atribución de un daño al responsable puede basarse en factores
objetivos o subjetivos. Y que, ante la ausencia de normativa, el factor es la culpa. Sin embargo,
cuando el deudor deba obtener un resultado determinado en una obligación (de resultado), su
responsabilidad será objetiva (1723)

Culpabilidad: no podemos hablar de culpabilidad (dolo y culpa) sin antes hacer referencia a la
imputabilidad, que implica la participación voluntaria de la persona en el evento dañoso. La
culpabilidad presupone la imputabilidad, es decir, que la persona haya actuado con intención,
discernimiento y libertad y que haya podido prever las consecuencias dañosas de un obrar.

Culpa: el artículo 1724 la define al establecer que consiste en la omisión de la diligencia debida
según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar.
Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión.

Puede entonces manifestarse de tres maneras:

- Imprudencia: cuando el sujeto actúa en forma precipitada e irreflexiva, sin prever las
consecuencias que podría ocasionar con su conducta. Por ejemplo: quien maneja a
excesivas velocidades.
- Negligencia: que consiste en no haber adoptado la debida diligencia para evitar la
producción de un daño. Se trata de una conducta omisiva. Por ejemplo: el cocinero
que deja la llave de gas abierta.
- Impericia: incapacidad de quien, por su trabajo o profesión, se supone capacitado para
adoptar recaudos técnicos que impidan la producción de un daño. Por ejemplo: el
abogado que presenta fuera de termino una contestación de demanda, por
desconocer que existía un plazo para ello.

Elementos de la culpa: se caracteriza por la presencia de dos elementos negativos:

- Ausencia de intención de dañar: el resultado dañoso no ha sido buscado por el sujeto,


ni tampoco este se ha conducido con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
- Omisión de la conducta debida (positiva o negativa): se ha obrado como no debió
hacerse o se ha ejecutado una actividad cuando se debió abstener de realizarse, para
evitar un daño.
Unidad y pluralidad de la culpa: culpa civil y culpa penal: se ha discutido antiguamente acerca
de si la culpa constituye un concepto unitario o si, en cambio, debía a hablarse de una culpa
penal y de una culpa civil.

Sin embargo, esta discusión ha sido superada. La dualidad de la culpa civil y la culpa penal es
descartada, sosteniéndose que la culpa es un concepto unitario, idéntico tanto en el derecho
penal como en el derecho civil. La culpa es una sola, y se presenta de idénticas maneras.

La única diferencia existente entre la culpa en el ámbito civil y en el ámbito penal, radica en el
modo de apreciarla. En el derecho penal la culpa es apreciada con un mayor rigor, ya que el
sistema centra su enfoque en el autor del hecho. Así, por ejemplo, la culpa jamás puede ser
presumida en el derecho penal, lo que si se acepta en el ámbito civil.

Antecedentes históricos: clasificación y gradación de la culpa:

En el Derecho Romano se elaboró la teoría de la prestación de la culpa, que distinguía tres


especies de culpa:

- Culpa grave: que consistía en no comprender lo que cualquiera habría comprendido, e


implicaba una enorme desaprensión (confundida a veces con el dolo)
- Culpa leve: en abstracto (inobservancia de los cuidados que debía observar, por
ejemplo, un buen padre de familia) o en concreto (omisión de la diligencia que el
deudor debe poner en sus propios asuntos)
- Culpa levísima: tomaba como arquetipo a un superhombre, el muy buen padre de
familia, de manera que la más mínima desatención significaba culpa.

En el derecho argentino se abandonó tal teoría, la cual fue rechaza expresamente por Vélez,
considerándola innecesaria puesto que el magistrado era el que decidiría el asunto sometido a
su conocimiento de acuerdo a las circunstancias que se presenten en el caso concreto.

Apreciación de la culpa: al hablar de “apreciar” se hace referencia a la forma en que debe


analizarse si ha existido o no reproche subjetivo en la conducta del agente. Así, la culpabilidad
puede apreciarse:

- En abstracto: comparando la conducta que está siendo juzgada en un caso concreto


con un patrón tipo, como un buen padre de familia.
- En concreto: prescindiendo de todo parámetro de comparación, dejando librada a la
prudente valoración judicial la apreciación, atendiendo a las circunstancias.

En nuestro derecho argentino, puede decirse que el sistema de apreciación es mixto: el


magistrado debe examinar primer el caso concreto, sobre la base de la naturaleza de la
obligación y las circunstancias de persona, tiempo y lugar. Principalmente las circunstancias
personales del sujeto deben ser tenidas en cuenta, para estimar el mayor o menor deber de
previsión que pesaba sobre el sujeto. Con los elementos concretos el juez conformará un tipo
abstracto de comparación, conforme a la situación particular, que represente la conducta que
debió haber realizado. Y de la confrontación de lo real y de lo debido, surgirá si hubo o no
culpa.

Culpa precontractual e in contrahendo: se presenta siempre antes de perfeccionado un


contrato, periodo en el cual pueden suceder varios accidentes. Por ejemplo: el caso del
interesado en la compra de un automóvil, cuando lo está probando.
Prueba de la culpa: el principio general sostiene que la carga de la prueba de los factores de
atribución y de las circunstancias eximentes corresponde a quien los alega (artículo 1734) por
lo que la culpa, debe ser probada por la víctima del daño.

No obstante, el juez puede distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con
la diligencia debida, ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla.

Dispensa de la culpa: se entiende por tal a todo acuerdo tendiente a eximir al deudor de toda
responsabilidad por su incumplimiento culposo. El CCCN nada dispone acerca de estas
cláusulas. La tendencia actual indica que, si la cláusula apunta a eximir totalmente de
responsabilidad al deudor que incumple culposamente, debe ser considerada nula, puesto que
carecería de razón de ser la obligación, estando el deudor facultado a decir a su antojo si
cumple o no. Si se trata de cláusulas limitativas de la responsabilidad, estas son válidas, en
tanto no afecten derechos indisponibles, la buena fe, leyes imperativas o sean abusivas.

Culpa de la víctima: el artículo 1729 dispone que la responsabilidad puede ser excluida o
limitada por la incidencia de un hecho del damnificado en la producción del daño. En ciertos
casos, el sujeto realiza actos de altruismo, el cual le produce un daño. En principio, no
corresponde considerarlos como culpa de la víctima, debiendo entonces el beneficiario del
acto, resarcir el daño producido (algo similar ocurre con el auxilio benévolo)

Culpa concurrente: se da cuando se conecta la culpa del damnificado con la del autor del
hecho. Si la culpa del damnificado es posterior a la del autor del hecho, este último solo
responde en la medida de su responsabilidad. Si ambas culpas concurren, se asignará
responsabilidad según la gravitación de cada culpa.

Dolo: posee diferentes acepciones según el ámbito en el cual se haga referencia a este
instituto:

- Vicio de la voluntad: ligado al concepto de engaño provocado por un sujeto a fin de


inducir a equivocarse a la otra parte de un acto jurídico, destruyendo de tal modo su
voluntad jurídica. Es toda aserción de lo falso o disimulación de lo verdadero, que se
emplea para celebrar un acto jurídico.
- Como factor de imputación de la responsabilidad: se configura por la producción de un
daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
Este concepto comprende entonces: el dolo directo (intención de dañar como
finalidad inmediata del agente), dolo indirecto (el daño final es resultado de una
conducta ejecutada con una finalidad diferente, pero voluntariamente vinculada con la
acción) y el dolo eventual (el sujeto no tiene la voluntad concreta de dañar, pero no
descarta que se pueda producir el daño y, a pesar de ello, continua adelante con su
acción)

El dolo eventual se diferencia de la culpa con representación ya que en esta el sujeto culpable
actúa con la esperanza de que el daño no se producirá, confía en su pericia, en sus habilidades,
pero si se presenta el resultado dañoso, deja de obrar.

Malicia: la malicia (o inejecución maliciosa de una obligación) consiste precisamente en la


inejecución deliberada de la deuda, configurativa del dolo en el incumplimiento contractual.

Culpa grave y dolo: si bien la distinción de los tipos de culpa ya no es aceptada, hay ciertos
tipos de culpa que demuestran una máxima desaprensión y que deben ser asimiladas al dolo,
para evitar que se eluda las responsabilidades emergentes del dolo probando que no existe,
por haber habido una máxima desaprensión.

Prueba: el dolo también debe ser probado por quien lo alega, y no puede presumirse,
pudiendo emplearse toda clase de medios probatorios. Salvo la confesión del autor doloso, la
prueba ha de surgir de las circunstancias que rodeen al acto.

Dispensa del dolo: implica que el deudor se reserve la facultad de incumplir dolosamente la
obligación, sin que ello le irrogue responsabilidad. Toda cláusula que establezca la dispensa
anticipada del dolo será nula. Sin embargo, nada impide renunciar a los efectos del dolo ya
producido, ya que el acreedor puede renunciar a los efectos resarcitorios ante el
incumplimiento doloso del deudor.

Factores objetivos de atribución de la responsabilidad: aquellos que prescinden de todo


reproche subjetivo, y son atributivos de responsabilidad en razón a diferentes fundamentos.
Se conciben de forma negativa, es la responsabilidad que nace sin que haya culpa del
responsable.

Teoría del riesgo: remisión unidad 8.

Abuso de derecho: el artículo 10 establece: el ejercicio regular de un derecho propio o el


cumplimiento de una obligación no pueden constituir como ilícito ningún acto. La ley no
ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraria los fines del
ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las
buenas costumbres. El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio
abusivo y, si correspondiere, procurar la reposición al estado de hecho anterior y fijar una
indemnización.

Exceso en la normal tolerancia de vecinos: el CCCN dispone que las molestias que ocasionan el
humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o inmisiones similares por el ejercicio de
actividades en inmuebles vecinos, no puede exceder la normal tolerancia de los vecinos. Según
las circunstancias del caso, los jueces pueden disponer la remoción de la causa de la molestia o
su cesación y la indemnización de los daños.

Garantía: remisión unidad 3.

Equidad: consiste en un juicio de valor que realizan los magistrados al momento de resolver
una causa, aplicando el criterio general de justicia, en el caso concreto. El artículo 1750
establece que el autor de un daño causado por un acto involuntario (sin intención,
discernimiento y libertad) responde por razones de equidad.

Noción de solidaridad: Alterini indica que el criterio de solidaridad es un mecanismo idóneo


para asegurar la realización individual en el contorno social. El seguro es un instituto adecuado
para ello, ya que el asegurador que cubre el daño de un asegurado, lo hace solventado por el
pago de la masa de asegurados, distribuyéndose entonces el daño individual, entre todos.
Además, cuando quien resulta demandable no está asegurado, seria de utilidad la creación de
fondos de garantía, principalmente para casos de actividades riesgosas. Por último, en casos
excepcionales como catástrofes, debe ser el Estado quien asuma y distribuya los daños entre
los contribuyentes.

Daño: el daño puede ser comprendido en dos sentidos diferentes:

- En sentido amplio, daño es la lesión a cualquier derecho subjetivo.


- En sentido estricto, la lesión debe recaer sobre ciertos derechos subjetivos cuyo
menoscabo genera una sanción patrimonial, genera responsabilidad. Y daño
merecedor de resarcimiento es aquel que implica la lesión a un derecho merecedor de
protección, conforme al ordenamiento jurídico.

Esta última postura es la adoptada por el CCCN al definir al daño resarcible: hay daño cuando
se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por
objeto a la persona, el patrimonio o un derecho de incidencia colectiva.

- Daño actual y futuro: daño actual es el ya ocurrido al tiempo en que se dicta la


sentencia. Daño futuro es el que todavía no ha sucedido, aunque su causa generadora
ya existe. Este último puede tratarse de un daño cuyas consecuencias se han de
evidenciar con posterioridad a la sentencia judicial, o de un daño continuado. Por
ejemplo: privación de futuras ganancias.
- Patrimonial y extrapatrimonial: el daño es patrimonial cuando repercute en el
patrimonio, de manera directa o indirecta. Habrá daño siempre que se causare a otro
perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, directamente sobre las cosas de su
dominio o posesión, o indirectamente por el mal hecho a su persona o sus derechos o
facultades. El daño patrimonial comprende: daño emergente, lucro cesante y perdida
de chance. En cambio, el daño extrapatrimonial o moral es aquel que tiene proyección
moral, que repercute en la subjetividad, en los sentimientos de la persona, en su
espíritu. Por ejemplo: la destrucción de un recuerdo de familia, genera tanto un daño
material, como un daño a los sentimientos.
- Común y propio: es común cuando lo habría sufrido cualquier persona a causa del
incumplimiento. Es propio el que lo sufre solo un acreedor determinado. Por ejemplo:
en la pérdida de un libro, el daño común es el valor del libro, el propio se daría si el
libro estaría dedicado.
- Intrínseco y extrínseco: es intrínseco cuando se proyecta en el bien sobre el cual recae
la prestación. Es extrínseco cuando se refleja en otros bienes del acreedor.
- Moratorio y compensatorio: es moratorio el daño derivado del cumplimiento tardío,
del estado de mora. Es compensatorio el derivado de la inejecución absoluta,
definitiva.
- Inmediato, mediato y remoto: es inmediato el que deriva del incumplimiento en sí
mismo. Es mediato el que resulta de una conexión de un hecho con un acontecimiento
distinto. Es remoto el que tiene una conexión lejana, de 3er grado con el hecho
generador.
- Previsible e imprevisible: es previsible cuando empleando la debida diligencia se haya
podido preverlo. Es imprevisible cuando no ha podido ser previsto, pese a tomar la
debida diligencia.
- Daño al interés positivo y negativo: al interés positivo abarca todo lo que el acreedor
hubiese obtenido si la obligación se hubiera llevado a cabo normalmente. Se mira
hacia el futuro, a la situación en la que estaría si la obligación se hubiera cumplido
normalmente. Al interés negativo implica aquel daño padecido por el acreedor en
razón de haber creído en la eficacia del negocio, y que no lo hubiera sufrido si la
obligación no se hubiese generado. Se mira hacia el pasado. Por ejemplo: los daños de
resolución por incumplimiento, o los daños precontractuales, si un sujeto con miras a
concretar una compra, viaja a otra provincia, y le venta fue cancelada repentinamente
por el vendedor.
Causalidad: causa eficiente designa la relación que existen entre un hecho (el incumplimiento)
y los resultados que derivan de él. La existencia de un nexo causal entre la conducta u omisión
de un sujeto y un hecho dañoso, constituye uno de los presupuestos esenciales.

Tanto el derogado Código Civil, como el actual CCCN se han inclinado por la teoría de la
causalidad adecuada, que limita las consecuencias por las cuales se debe responder, ya que
de lo contrario sus repercusiones tienden al infinito: son reparables las consecuencias dañosas
que tienen un nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto
disposición legal en contrario, son reparables las consecuencias inmediatas (acostumbran a
suceder conforme al curso natural de las cosas) y las mediatas (conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto) previsibles. Se tiene en cuenta entonces, la causa próxima, la causa
adecuada y la equivalencia de condiciones (este último implica el método de la supresión
hipotética)

Modos de actuación: una causa física puede actuar en la generación del efecto de distintas
maneras: por impulsión (en el cual la cantidad y cualidad del efecto varían según la cantidad y
la cualidad de la causa. Por ejemplo: la bola de billar). Por disparo (el efecto es invariable, ni su
cantidad ni su cualidad varían según la cantidad y cualidad de la causa. Por ejemplo: la chispa
que hace estallar el polvorín) Por desenvolvimiento (la cantidad del efecto depende de la
cantidad de la causa, pero esta no influye sobre la cualidad de aquel. Por ejemplo: la
distención gradual de un resorte que hace funcionar un juguete de cuerda.)

Sucesión y relación de hechos: Los acontecimientos ocurren en diversos momentos, y esta


diversa temporalidad puede darse como una mera sucesión de hechos (uno ocurre después
del otro, sin relación) o como relación entre ellos. La causalidad importa una relación
necesaria entre antecedente y consecuente, entre causa y efecto.

Causa, condición y ocasión: causa es lo que produce el efecto. Condición: no produce el efecto
por si, sino que de alguna manera lo permite o descarta algún obstáculo. La condición es
inactiva, es un estado yacente e inerte de cuya presencia depende la capacidad operativa de la
causa y la medida de su eficacia, pero ella por sí sola no produce cambio alguno. Por ejemplo:
en el nacimiento de la planta, la causa es la semilla, pero hay condiciones como la humedad, el
calor, que llevan a dicho nacimiento. La ocasión se limita a favorecer la operatividad de la
causa eficiente.

Concurrencia de varios a la producción de un resultado:

La concausa: la operatividad de una causa puede ser desplazada o desviada por otra que actúe
junto con ella, en este caso existe una concausa. Por ejemplo: en el supuesto de culpa
concurrente de la víctima que opera como concausa del daño.

Causalidad conjunta, acumulativa y disyunta: en estas situaciones la consecuencia final puede


ser imputada a varios sujetos. Es conjunta cuando varias personas cooperan al mismo
resultado. Por ejemplo: coautores de un delito. Acumulativa cuando la pluralidad de
intervinientes actúa de tal modo que cada uno de sus actos, independientes entre sí, habrían
producido el mismo daño en el caso de haber sido obrados aisladamente. Por ejemplo: dos
empresas arrojan a un rio sus desechos, y los desechos de cada una de las empresas,
aisladamente considerados, son venenosos. Y disyunta si el hecho es atribuible a una u otra
persona de manera excluyente.
Causalidad separable: no se suman responsabilidades cuando cada uno de dos intervinientes
provoca una parte determinada del daño, perfectamente separable, respondiendo cada uno
por su propio daño, que sería la mitad del total.

Presunciones: una vez probados por la victima el título y la causa física del daño, rigen las
presunciones. Las presunciones de causalidad sirven para aligerar la prueba (la que le incumbe
producir al damnificado) y se dan en niveles. Por ejemplo: a nivel de adecuación, cuando se
responde por todas las consecuencias previsibles. A nivel de culpabilidad (presunción de haber
obrado con culpa) o de responsabilidad (por ejemplo, la cláusula penal se debe, aunque el
deudor pruebe que el acreedor no ha sufrido perjuicio alguno)

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