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La responsabilidad: proviene del latín respondere que significa “constituirse en garantía” “dar
cada uno cuenta de sus actos”. La responsabilidad, según Alterini, puede ser entendida en
distintos sentidos:
- En una concepción amplia, se puede entender como responsable a todo aquel que
debe cumplir. Esta concepción abarca tanto la conducta debida, como la sanción si no
se adecua a ella.
- Otra postura califica como responsable al deudor que no ha cumplido su obligación y,
por lo tanto, está sujeto a las acciones del acreedor (ejecutarlo forzadamente, obtener
la ejecución por otro o reclamarle la indemnización). Este es el tramo de la
responsabilidad que tiene lugar a partir del incumplimiento de la conducta debida en
el tramo de la deuda.
- En sentido estricto, se dice responsable al sujeto que no ha cumplido su obligación y
está sujeto a las acciones del acreedor, que reclama indemnización. Esta es la
acepción más adecuada que se da al concepto, en cuanto implica el deber de reparar
el daño, injustamente ocasionado, jurídicamente atribuible, causado por el
incumplimiento (ya sea que resulte de un vínculo jurídico prexistente o bien en razón
de un hecho ilícito). Consiste entonces en la obligación de reparar todo daño causado
a otro, sin causa de justificación.
Funciones de la responsabilidad civil: Artículo 1708: las disposiciones de este título son
aplicables a la prevención del daño y a su reparación.
Hoy en día, la responsabilidad civil se concibe con una función netamente resarcitoria. Es el
daño sufrido por una persona lo que origina la obligación de responder en quien lo causa,
advirtiéndose que la indemnización no elimina ese perjuicio del mundo de los hechos, sino tan
solo sirve para desplazar las consecuencias económicas desfavorables, el peso económico del
daño, desde el patrimonio de la víctima hacia el de quien debe responder. Es decir, distribuir
las consecuencias económicas derivadas del hecho dañoso. Eso es resarcir.
El artículo 1711 establece: la acción preventiva procede cuando una acción u omisión
antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es
exigible la concurrencia de ningún factor de atribución. Quien pretende la admisión de la tutela
inhibitoria debe acreditar que existe un riesgo cierto de que el daño se produzca, o de que se
agrave el ya producido. Además, la ilicitud exigida por la norma debe encuadrar en una
antijuridicidad formal, es decir, que el comportamiento sea violatorio de una norma específica
(si el constructor de un edificio está omitiendo las normas de edificación). Por último, no se
exige demostrar ningún factor de atribución, ya que esta exigencia podría llevar a la frustración
de la tutela inhibitoria, que tiene por finalidad anticiparse a perjuicios que aún no han
ocurrido, pero que es posible que sucedan.
Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención del
daño (protegiéndose también los intereses difusos y los colectivos). La sentencia debe
disponer, a pedido de parte o de oficio, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda, para evitar el daño.
Prelación normativa: en el ámbito de la responsabilidad civil, las normas del CCCN coexisten
con las previstas en varias leyes (por ejemplo, ley del consumidor), resultando una situación
conflictiva cuando dos o más normas sean aplicables a un mismo caso. Al respecto, el articulo
1709 fijo el orden de prelación en el cual serán aplicables estas normas:
- Las normas indisponibles del CCCN y de las leyes especiales (aplicándose primero las
de las leyes especiales)
- La autonomía de la voluntad.
- Las normas supletorias de la ley especial, y del Código.
Principios de la responsabilidad civil: son ciertas virtualidades básicas que sirven como
primeras premisas del sistema o como directivas del mismo:
En tal orientación el derogado Código Civil estableció un muro divisorio entre ambos ámbitos
de la responsabilidad, con normas y principios propios y aplicables para cada una de ellas.
Establecía así, que los hechos y omisiones en el cumplimiento de las obligaciones
convencionales, no están comprendidos en los artículos de este título (de las obligaciones que
nacen de los hechos ilícitos que no son delitos) si no degeneran en delitos del derecho
criminal.
Por su parte, el Código Civil y Comercial ha logrado unificar la responsabilidad civil, el deber de
reparar nace de ambos ámbitos y se rige por las mismas reglas, salvo contadas excepciones. Su
artículo 1716 indica: la violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme a las disposiciones de este
código.
Por ejemplo: la prescripción era una de las diferencias más importantes entre estos dos
ámbitos. Mientras que para la acción para reclamar daños en la responsabilidad contractual
tenía un plazo de prescripción de 10 años, en la órbita extracontractual el plazo era de 2 años.
El CCCN ha establecido un plazo común para los dos ámbitos: el reclamo de la indemnización
de daños derivados de la responsabilidad civil prescribe a los 3 años.
Ilicitud objetiva: a lo largo de los años se ha determinado que la ilicitud estaba compuesta por
dos elementos básicos:
Sin embargo, la tesis que sustenta la necesaria concurrencia en el ilícito civil de un elemento
subjetivo, ha sufrido los embates de una doctrina objetivista (a partir de la Revolución
Industrial, con el maquinismo), que considera suficiente para caracterizar al ilícito civil una
desviación de conducta o la transgresión de un deber impuesto por las normas jurídicas, sin
que haya lugar a interrogarse sobre el aspecto interno del agente.
Gran parte de este profundo cambio se debió a que el eje del sistema se trasladó de la culpa,
al daño. Además, aparecieron numerosos supuestos donde se responde sin culpa, o incluso sin
voluntariedad: la posibilidad de que el acto ilícito este constituido no solo por un hecho
humano, sino también por el hecho de cosas o animales, o la posibilidad de que exista
responsabilidad por actos lícitos, por ejemplo.
Código civil y comercial: la postura objetivista fue ya adoptada por la Ley 17.711, todo acto
será antijurídico cuando cause un daño injusto, más allá de que la actividad previa en la cual se
origine ese daño sea licita. El daño en sí mismo está impregnado de ilicitud, es ilícito, al ser
contrario al ordenamiento jurídico, a menos que exista una expresa causa de justificación que
lo autorice. Artículo 1717: cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica
si no está justificada.
Modos de obrar: la infracción puede ser llevada a cabo mediante un acto positivo, por
ejemplo, hurtar (actos de comisión), o por hechos negativos que en sí mismos no constituyen
infracción, pero cuyo resultado es ilícito, como la madre que no alimenta al hijo y muere
(comisión por omisión) o mediante una omisión a una conducta que estaba impuesta,
resultando entonces ilícita tal omisión (actos de omisión)
El artículo 1721 dispone que la atribución de un daño al responsable puede basarse en factores
objetivos o subjetivos. Y que, ante la ausencia de normativa, el factor es la culpa. Sin embargo,
cuando el deudor deba obtener un resultado determinado en una obligación (de resultado), su
responsabilidad será objetiva (1723)
Culpabilidad: no podemos hablar de culpabilidad (dolo y culpa) sin antes hacer referencia a la
imputabilidad, que implica la participación voluntaria de la persona en el evento dañoso. La
culpabilidad presupone la imputabilidad, es decir, que la persona haya actuado con intención,
discernimiento y libertad y que haya podido prever las consecuencias dañosas de un obrar.
Culpa: el artículo 1724 la define al establecer que consiste en la omisión de la diligencia debida
según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar.
Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión.
- Imprudencia: cuando el sujeto actúa en forma precipitada e irreflexiva, sin prever las
consecuencias que podría ocasionar con su conducta. Por ejemplo: quien maneja a
excesivas velocidades.
- Negligencia: que consiste en no haber adoptado la debida diligencia para evitar la
producción de un daño. Se trata de una conducta omisiva. Por ejemplo: el cocinero
que deja la llave de gas abierta.
- Impericia: incapacidad de quien, por su trabajo o profesión, se supone capacitado para
adoptar recaudos técnicos que impidan la producción de un daño. Por ejemplo: el
abogado que presenta fuera de termino una contestación de demanda, por
desconocer que existía un plazo para ello.
Sin embargo, esta discusión ha sido superada. La dualidad de la culpa civil y la culpa penal es
descartada, sosteniéndose que la culpa es un concepto unitario, idéntico tanto en el derecho
penal como en el derecho civil. La culpa es una sola, y se presenta de idénticas maneras.
La única diferencia existente entre la culpa en el ámbito civil y en el ámbito penal, radica en el
modo de apreciarla. En el derecho penal la culpa es apreciada con un mayor rigor, ya que el
sistema centra su enfoque en el autor del hecho. Así, por ejemplo, la culpa jamás puede ser
presumida en el derecho penal, lo que si se acepta en el ámbito civil.
En el derecho argentino se abandonó tal teoría, la cual fue rechaza expresamente por Vélez,
considerándola innecesaria puesto que el magistrado era el que decidiría el asunto sometido a
su conocimiento de acuerdo a las circunstancias que se presenten en el caso concreto.
No obstante, el juez puede distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con
la diligencia debida, ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla.
Dispensa de la culpa: se entiende por tal a todo acuerdo tendiente a eximir al deudor de toda
responsabilidad por su incumplimiento culposo. El CCCN nada dispone acerca de estas
cláusulas. La tendencia actual indica que, si la cláusula apunta a eximir totalmente de
responsabilidad al deudor que incumple culposamente, debe ser considerada nula, puesto que
carecería de razón de ser la obligación, estando el deudor facultado a decir a su antojo si
cumple o no. Si se trata de cláusulas limitativas de la responsabilidad, estas son válidas, en
tanto no afecten derechos indisponibles, la buena fe, leyes imperativas o sean abusivas.
Culpa de la víctima: el artículo 1729 dispone que la responsabilidad puede ser excluida o
limitada por la incidencia de un hecho del damnificado en la producción del daño. En ciertos
casos, el sujeto realiza actos de altruismo, el cual le produce un daño. En principio, no
corresponde considerarlos como culpa de la víctima, debiendo entonces el beneficiario del
acto, resarcir el daño producido (algo similar ocurre con el auxilio benévolo)
Culpa concurrente: se da cuando se conecta la culpa del damnificado con la del autor del
hecho. Si la culpa del damnificado es posterior a la del autor del hecho, este último solo
responde en la medida de su responsabilidad. Si ambas culpas concurren, se asignará
responsabilidad según la gravitación de cada culpa.
Dolo: posee diferentes acepciones según el ámbito en el cual se haga referencia a este
instituto:
El dolo eventual se diferencia de la culpa con representación ya que en esta el sujeto culpable
actúa con la esperanza de que el daño no se producirá, confía en su pericia, en sus habilidades,
pero si se presenta el resultado dañoso, deja de obrar.
Culpa grave y dolo: si bien la distinción de los tipos de culpa ya no es aceptada, hay ciertos
tipos de culpa que demuestran una máxima desaprensión y que deben ser asimiladas al dolo,
para evitar que se eluda las responsabilidades emergentes del dolo probando que no existe,
por haber habido una máxima desaprensión.
Prueba: el dolo también debe ser probado por quien lo alega, y no puede presumirse,
pudiendo emplearse toda clase de medios probatorios. Salvo la confesión del autor doloso, la
prueba ha de surgir de las circunstancias que rodeen al acto.
Dispensa del dolo: implica que el deudor se reserve la facultad de incumplir dolosamente la
obligación, sin que ello le irrogue responsabilidad. Toda cláusula que establezca la dispensa
anticipada del dolo será nula. Sin embargo, nada impide renunciar a los efectos del dolo ya
producido, ya que el acreedor puede renunciar a los efectos resarcitorios ante el
incumplimiento doloso del deudor.
Exceso en la normal tolerancia de vecinos: el CCCN dispone que las molestias que ocasionan el
humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o inmisiones similares por el ejercicio de
actividades en inmuebles vecinos, no puede exceder la normal tolerancia de los vecinos. Según
las circunstancias del caso, los jueces pueden disponer la remoción de la causa de la molestia o
su cesación y la indemnización de los daños.
Equidad: consiste en un juicio de valor que realizan los magistrados al momento de resolver
una causa, aplicando el criterio general de justicia, en el caso concreto. El artículo 1750
establece que el autor de un daño causado por un acto involuntario (sin intención,
discernimiento y libertad) responde por razones de equidad.
Esta última postura es la adoptada por el CCCN al definir al daño resarcible: hay daño cuando
se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por
objeto a la persona, el patrimonio o un derecho de incidencia colectiva.
Tanto el derogado Código Civil, como el actual CCCN se han inclinado por la teoría de la
causalidad adecuada, que limita las consecuencias por las cuales se debe responder, ya que
de lo contrario sus repercusiones tienden al infinito: son reparables las consecuencias dañosas
que tienen un nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto
disposición legal en contrario, son reparables las consecuencias inmediatas (acostumbran a
suceder conforme al curso natural de las cosas) y las mediatas (conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto) previsibles. Se tiene en cuenta entonces, la causa próxima, la causa
adecuada y la equivalencia de condiciones (este último implica el método de la supresión
hipotética)
Modos de actuación: una causa física puede actuar en la generación del efecto de distintas
maneras: por impulsión (en el cual la cantidad y cualidad del efecto varían según la cantidad y
la cualidad de la causa. Por ejemplo: la bola de billar). Por disparo (el efecto es invariable, ni su
cantidad ni su cualidad varían según la cantidad y cualidad de la causa. Por ejemplo: la chispa
que hace estallar el polvorín) Por desenvolvimiento (la cantidad del efecto depende de la
cantidad de la causa, pero esta no influye sobre la cualidad de aquel. Por ejemplo: la
distención gradual de un resorte que hace funcionar un juguete de cuerda.)
Causa, condición y ocasión: causa es lo que produce el efecto. Condición: no produce el efecto
por si, sino que de alguna manera lo permite o descarta algún obstáculo. La condición es
inactiva, es un estado yacente e inerte de cuya presencia depende la capacidad operativa de la
causa y la medida de su eficacia, pero ella por sí sola no produce cambio alguno. Por ejemplo:
en el nacimiento de la planta, la causa es la semilla, pero hay condiciones como la humedad, el
calor, que llevan a dicho nacimiento. La ocasión se limita a favorecer la operatividad de la
causa eficiente.
La concausa: la operatividad de una causa puede ser desplazada o desviada por otra que actúe
junto con ella, en este caso existe una concausa. Por ejemplo: en el supuesto de culpa
concurrente de la víctima que opera como concausa del daño.
Presunciones: una vez probados por la victima el título y la causa física del daño, rigen las
presunciones. Las presunciones de causalidad sirven para aligerar la prueba (la que le incumbe
producir al damnificado) y se dan en niveles. Por ejemplo: a nivel de adecuación, cuando se
responde por todas las consecuencias previsibles. A nivel de culpabilidad (presunción de haber
obrado con culpa) o de responsabilidad (por ejemplo, la cláusula penal se debe, aunque el
deudor pruebe que el acreedor no ha sufrido perjuicio alguno)