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Unidad I Bases biológicas de la ecología

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1.6.1 Factores abióticos

Los factores abióticos determinan que ciertos organismos se encuentren o no en un ecosistema. Las
condiciones abióticas que permiten la vida de los organismos de las diferentes especies tienen que
ver con su fisiología, es decir, su funcionamiento interno. A la vez, su fisiología determina su grado
de tolerancia y sus requerimientos ante condiciones abióticas particulares.
La fisiología de cada organismo está determinada por un conjunto de reacciones orgánicas muy
complejas que las fuerzas evolutivas han “modelado” a lo largo de miles de años. Como resultado, se
dice que los organismos están adaptados a su ambiente. Por ejemplo, muchos crustáceos (grupo al
que pertenecen los camarones, los cangrejos y los acociles) están adaptados para vivir en las condicio-
nes de salinidad variable de los estuarios o desembocaduras de ríos. Estos animales han evolucionado
en tales ambientes durante millones de años, y su fisiología ha adquirido los rasgos que les permiten
enfrentar las condiciones abióticas que prevalecen en esos ecosistemas.
Los factores que constituyen el medio ambiente abiótico pueden ser recursos o condiciones. Los
recursos son elementos del ambiente que los organismos usan o consumen, y al hacerlo, disminuyen
la disponibilidad de los mismos. Por ejemplo, para una planta, el agua es un recurso; al absorberla a
través de sus raíces, disminuye la cantidad disponible para otras plantas. En contraste, las condiciones
son factores del medio que los organismos perciben o experimentan, y que no implican el consumo.
Un ejemplo claro es la temperatura, condición ambiental que afecta el funcionamiento de los organis-
mos por su efecto directo sobre los procesos fisiológicos.
A continuación revisaremos los principales factores abióticos.

Temperatura
La temperatura y la humedad son los factores más importantes que determinan la distribución
de las especies de organismos en nuestro planeta. Estos dos factores determinan el clima de una
región.
La temperatura varía en función de muchos factores. En principio, la temperatura depende de la
manera en que inciden los rayos solares sobre la superficie terrestre. Como es evidente, esta condición
cambia no sólo durante el día, sino también a lo largo del año y entre sitios ubicados a distinta latitud.
Las regiones más cercanas a los polos son más frías que las regiones próximas al ecuador, donde los
rayos solares inciden de manera casi perpendicular durante todo el año (figura 1.5). La temperatura
también varía con la altitud; las cumbres de las montañas son más frías que las zonas que se encuen-
tran a nivel del mar. Finalmente, la temperatura depende de la cercanía a cuerpos de agua: las zonas
que se encuentran muy alejadas del mar o de grandes lagos tienen una temperatura más extremosa que
las regiones cercanas a esos cuerpos de agua.
Según la forma en la que los organismos se ven afectados por la temperatura exterior, distingui-
mos a los endotermos, que son capaces de regular su propia temperatura a través de un metabolismo
muy activo que genera calor, y los ectotermos, cuya temperatura depende de las condiciones térmicas
del medio ambiente. Los mamíferos y las aves, por ser organismos endotermos, pueden vivir en con-
diciones de temperatura muy variada y aclimatarse con relativa facilidad a cambios térmicos. Entre
los animales ectotermos encontramos a los reptiles, los anfibios, los peces y todos los invertebrados
(moluscos, artrópodos, anélidos, celenterados, etcétera). Además, todas las plantas, los hongos y los
microorganismos son ectotermos. Puesto que la temperatura interna de estos organismos casi siempre
es la misma que la del medio, sus posibilidades de vivir en regiones con temperaturas demasiado frías
y demasiado calientes son limitadas.

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