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Esto pasó hace mucho mucho tiempo, en 1810.

Buenos Aires no era una gran ciudad sino una pequeña aldea.
Las calles no estaban asfaltadas. La mayoría eran de tierra y unas pocas estaban empedradas. No había
edificios como hoy. Solamente habían casas que eran bajas. ¡Ah! una cosa más. No existían los kioscos con
golosinas.
Cerca de donde vivía el Virrey estaba la plaza del pueblo. Allí vendía empanadas y pastelitos la pequeña
Feliciana. A veces la ayudaba su amigo Pedro. ¡La ayudaba a venderlas y también a comerlas!
Entre los pobladores de Buenos Aires estaban los criollos y los españoles. Los criollos habían nacido aquí, en el
país. Ellos querían ser libres. Para eso eso el Virrey (que era un hombre gobernado por el rey de españa) debía
dejar de gobernar. No seria fácil lograrlo.
Para eso los criollos debian organizarse para conseguir la libertad sin que el Virrey se enterara.
Los criollos deseaban mucho la idea de un gobierno propio. Por eso lo hablaban en sus casas, donde nadie
podía escucharlos. En aquella época, la gente se reunía mucho en sus hogares a conversar y a tomar
chocolate.
En esa época no existían otras diversiones: ni el Cine, ni la televisión, ni los juguetes electrónicos. Esas
reuniones se llamaban tertulias.
Los hombres de la aldea mas importantes decidieron pedirle al Virrey una reunión para hablar sobre el tema
del gobierno propio. El Virrey no pudo decirles que no, porque aquellos hombres eran fuertes. Así que se hizo
una reunión muy grande, en el Cabildo de la ciudad.
El Cabildo era la casa donde se discutían los asuntos principales de la aldea. Esa reunión fue la más importante
que se hizo allí. Ocurrió un 22 de Mayo de 1810 y concurrieron algunos vecinos de la ciudad.
La reunión fue difícil porque el Virrey y los criollos no se ponía de acuerdo. Luego de largas horas, votaron
para saber cuánta gente quería que el Virrey dejara de gobernarlos. ¿Y saben que? ¡Y la mayoría quería eso!
El día 25 de Mayo, todo el pueblo se reunió frente al Cabildo. Llovía mucho, pero no importaba. Querían pedir
la renuncia al Virrey de una vez por todas.
La gente del pueblo, muy ansiosa, esperaba noticias del Cabildo. Impacientes algunos gritaban: “El pueblo
quiere saber de qué se trata”. ¡Eso! ¿Qué esta pasando ahí adentro?
Aunque Feliciana y Pedrito querían vender sus empanadas y pastelitos, no pudieron, porque la gente estaba
más entusiasmada recibiendo de los patriotas unas cintas (esas cintas eran blancas y celestes). Con esas
cintas, los criollos se reconocían como un gobierno patrio, y asi se diferenciaban de los españoles.
Luego de un rato, algunos de los hombres reunidos en el Cabildo se asomaron por el balcón. Desde allí le
comunicaron a la gente que habían conseguido la libertad! El Virrey había renunciado.
Habían formado el primer gobierno patrio. Y todos gritaron juntos VIVA LA PATRIA, VIVA!

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