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Psicología Comunitaria local y particular, siguiendo los aconteci-

mientos situados en una materialidad determinada.

cuaLquIer reLacIón con La reaLIDaD es pura


coIncIDencIa...

No se puede desatar un nudo sin saber


cómo está hecho
Aristóteles

un psicólogo egresado de nuestras universidades, “pueda manejarse


en su vida con una mejor comprensión de los procesos sociales de

modelo más completo del ethos profesional” (p.11). Ahora bien,


si este fuera un objetivo de la formación de pre grado, se minimi-
zaría (ya que evitarlo es imposible), por un lado, la confusión que
produce al recién graduado enfrentarse a una realidad que no fue
explicada por tantos libros estudiados durante tantos años y, por el
otro, evitaría con diferentes estrategias muchas veces
traspoladas, cuyos resultados (de ser positivos) estarían más del lado
de la coincidencia

Cabe resaltar que este apartado no es un relato de investigación;


-
periencia como ex alumna, profesional y docente.
Si partimos de la premisa de que los tiempos demandan que cada

integral de los pueblos, cabe preguntarse cómo hacer coherentes las


acciones educativas con las concepciones que se buscan desarrollar
(Restrepo, 2003, p.1).
Desde el año 2008 tengo la oportunidad de estar frente a la cá-
tedra de Salud Pública y desde el 2011, de la cátedra de Psicología
Comunitaria, de la carrera de Psicología de Salta. Esto implica un
doble desafío: en primer lugar, porque ambas áreas de conocimien-
to son nuevas para los alumnos, generando cierta resistencia a su
apropiación; en segundo lugar, la hegemonía clínica instalada fuer-

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sobre otras posibilidades del ser psicólogo más allá del consultorio.
Sumado a esto, la realización de las prácticas de los alumnos
(que son voluntarias) se torna una empresa titánica, en la cual vamos
contra reloj, donde la burocracia instalada hace que los permisos,
seguros, acuerdos internos y convenios con las instituciones ocupen
la mayor parte del cuatrimestre, por lo cual, el tiempo operativo

sus resultados son satisfactorios al comprobarse año tras año los


cambios subjetivos tanto en los alumnos como en las instituciones
y barrios donde se desarrollan.
Desde la cátedra consideramos que los procesos de formación
universitaria no pueden pensarse de manera aislada a los procesos
sociales, políticos y culturales que acontecen a nivel local. Sin perder
de vista la compleja tarea de la formación profesional, la universidad
tiene la responsabilidad de construir espacios que ofrezcan no sólo
herramientas instrumentales, sino también aspectos teóricos–con-
ceptuales que tengan en cuenta la diversidad de pensamiento, donde

una transformación que apunte a realizar e impulsar procesos de


cambios oportunos para superar los diferentes obstáculos que se
presentan, sobre todo en lo respectivo a la brecha existente entre el
ámbito académico y la realidad.
La docencia universitaria comprometida implica un trabajo de retos

sobre el trabajo individual y colectivo es una herramienta fundamental


para construir alternativas creativas y aportar a la formación y no
sólo a la información.
Es necesario para el docente y los responsables de llevar adelante
esta tarea pedagógica, que la formación teórica vaya acompañada
con la práctica. Una práctica que acerque al alumnado a la realidad
social de su provincia y país de una manera comprometida, que le
permita una dialéctica entre lo que se lee en los libros y las vivencias

construir. Esto posibilita a los futuros profesionales un darse cuenta,


comprender que no todos los ámbitos son equivalentes, homogéneos,
a-históricos, plausibles de investigar como objeto.

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Por esto es que los diferentes instrumentos formativos deben
materializarse en prácticas que privilegien una acción política de la
profesión; de esta manera, la formación académica no se limitaría
sólo a transmitir conocimientos, sino que privilegiaría el desarrollo
de diferentes procesos como parte de la formación. Procesos entre
los cuales encontramos la contextualización de la realidad psicoso-
cial, económica y cultural en donde se desarrollan las prácticas, su
constante dialéctica con la teoría y la construcción del conocimiento
como su resultado, el compromiso profesional en la apuesta al cambio

activamente, como ser ético–político, a la sociedad.


Sebastián Bertucelli dice al respecto:
La universidad tiene que embocar el camino primero, para lo cual
tiene que preparar la pared para que la pintura tome; dejar de pintar
sobre otras pinturas anteriores sin saberlo. Así pinta arriba de otra,
y de otra y de otra, capas superpuestas, así cada pintada nueva es
cada vez más difícil de realizar (Bertucelli, 2006, p. 11).
La sobredemanda, el desborde de las problemáticas psicosocia-
les, exige una mirada más integral que la que se está proponiendo

enseñanza académica; la falta de espacios de prácticas en el ámbito

cada vez más difíciles de sostener.

El viejo racionalismo que suponía que, una vez comprendida y


aprendida la “teoría”, las prácticas serían deducidas de esas infor-
maciones y surgirían naturalmente, sigue vigente en la formación
académica; y es posible distinguir entre aquellas teorías que se
proponen como “ideales”, de aquellas otras que es posible abstraer
observando la forma de actuar. Desafortunadamente, los esfuerzos

“experiencias de terreno” no siempre fueron fáciles ni simples, y


estos desencuentros tuvieron un efecto de empobrecimiento tanto

p. 8).
El lugar de la práctica se convierte en una apuesta para lograr
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aquello que nos proponemos día a día, los que creemos que un cam-
bio en los paradigmas clásicos es necesario, urgente e inaplazable.
La falta de trabajos de campo y espacios de investigación (tanto
-
mación en el ámbito comunitario produce desfasajes en terreno,
reproduciéndose en peligrosas prácticas en donde, muchas veces,
aparece un desplazamiento puro, indiscriminado de lo clínico a lo
comunitario, del espacio privado a lo público. Desconociendo, de

que lo que determina el efecto y el encuentro con los otros en este


espacio no son tanto los ideales teóricos sino las prácticas y las
acciones que esas teorías exponen.

Díganme LIcencIaDa... ¿y ahora qué?


el caso de la residencia de Psicología comunitaria

donde nuestros pies caminan”

Desde 1999, existe en la provincia de Salta una residencia desti-


nada a psicólogos que buscan seguir formándose, desde la dialéctica

ética ante las problemáticas psicosociales de las comunidades: la


Residencia de Psicología Comunitaria, que depende de la Dirección
de Primer Nivel de Atención del Ministerio de Salud Pública de la
provincia de Salta.
La Residencia de Psicología Comunitaria evolucionó de manera

interrogante para los que comenzamos con este desafío. Pertenez-


co a esa primera camada, donde tuve la oportunidad de sentirme
acompañada en mis prácticas tanto por la instructora, Cristina Flores
Blasco, como por mis compañeras de cohorte, junto a las cuales

En la actualidad, me encuentro como instructora, regresando a


una residencia enriquecida, con integrantes con experiencias previas
y diversas en lo comunitario

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vínculos y redes que fueron tejiéndose con otros actores (compañeros,
comunidades, grupos y psicólogos comunitarios de otras provincias
y países).
La constante de este espacio de formación a lo largo de los años
es la apuesta a una forma de entender y hacer psicología que tiene
premisas que le son propias y locales. Una intervención comuni-
taria que tiene como pilar fundamental fomentar la igualdad y la
transformación social, a partir de la participación comunitaria, en
procesos que tienen como base los vínculos, las necesidades sentidas,
el respeto a los saberes previos y la horizontalidad en las relaciones

Nuestra línea de trabajo se fundamenta, por un lado, en un que-


hacer sostenido en el contexto de las comunidades y, por el otro,
en el campo de la formación académica, manteniendo una tensión
permanente tanto en lo que respecta al compromiso con las comu-
nidades como con la disciplina.

espacios de intercambios y de aprendizajes continuos, que permiten


describir, relatar y compartir las teorías–en–acción que impregnan
las prácticas, los conocimientos que surgen de ellas y reconocer los
saberes que las sustentan.
La situación argentina actual, coyunturalmente, demanda de
manera paradójica a profesionales que puedan responder, hoy más
que nunca, desde una posición ético–política que no puede ocultarse
detrás de una neutralidad valorativa o, en otro extremo, detrás de
una posición político–partidaria que nos llevaría inevitablemente a
atentar contra la autonomía que intentamos promover.
Teniendo en cuenta esto, necesitamos hacer un ejercicio de pla-

y de cara a la realidad, y desde una perspectiva que respete y se


comprometa con los derechos humanos de todos los ciudadanos.

nuestro momento De InFLexIón...

Nietszche

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En sus comienzos, ingresamos cuatro psicólogos; al año si-
guiente, el cupo se redujo a tres. En el año 2007 intentaron cerrar
la Residencia para destinar esos cargos a residencias médicas súper

y evitar su concreción a partir de la activación de nuestras redes,


tanto provinciales como nacionales.

hasta ahí no dimensionamos el impacto de nuestras actividades en


los diferentes espacios por donde transitamos. En la búsqueda de una
solución al intento de cierre, nos encontramos y re–encontramos con
compañeros (de Residencia, equipos de salud, etc.), con vecinos de
los barrios donde estuvimos trabajando y con colegas de diferentes
provincias y países, con los que aún mantenemos fuertes lazos de
colaboración, intercambios, discusiones y con quienes aprendimos
y seguimos aprendiendo. Doce años después, no sólo recuperamos
el cupo perdido, sino que lo aumentamos a cinco.
A partir de este acontecimiento, consideramos necesaria una

de esta manera, organizamos diferentes espacios de encuentros, que


posibilitaron la discusión y el análisis de los quehaceres cotidianos,

Congreso Nacional de APS (2008), en ambos casos con una convo-


catoria que superó nuestras expectativas y en donde se legitimó el
trabajo comunitario de todos aquellos actores que se encontraban y
encuentran trabajando en los barrios del país, muchas veces invisi-
bilizados o no reconocidos. Importantes espacios para compartir y
fomentar los vínculos, analizar desde dónde hablamos y cómo nos
posicionamos ante las problemáticas que sufren las comunidades
más relegadas de nuestro país.

un psIcóLogo comunItarIo en eL prImer nIveL De


atencIón: una moDaLIDaD De trabaJo

construido, es un camino para pasar de la intervención


al encuentro, de la imposición al diálogo.

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Cordero Rodríguez y Romero

Cada uno de los residentes que ingresa al sistema se incorpora


al equipo de un Centro de Salud de la capital salteña, el cual será
su lugar de trabajo durante toda su formación, es decir, tres años.
En los Centros de Salud, los psicólogos comunitarios trabajan
siguiendo dos pilares fundamentales:
como eje del Sistema de Salud argentino.
Teniendo en cuenta sus componentes y dimensiones característi-
cos, entre los cuales se encuentran la interdisciplina y la intersec-
torialidad, el respeto a la cultura, el compromiso, la comunidad
como integrante activo de nuestras acciones y la concepción de
salud como derecho humano fundamental.
, como guía en
el trabajo comunitario. Teniendo como objetivo primordial la
transformación social a partir de la conformación de un equipo
comunitario, con la mirada puesta en las necesidades de la co-
munidad.
De esta manera, la Psicología Comunitaria en Salta va construyen-
do su modo de hacer en el trabajo en terreno, al tiempo que inserta

comunitarias desarrolladas a lo largo de estos años, así como los


numerosos trabajos presentados en foros, encuentros y congresos,
ilustran este aspecto.
En estos años fuimos puliendo estrategias, corrigiendo errores y
añadiendo nuevos temas, en función de lo que vamos aprendiendo,
de la incorporación de profesionales–residentes con experiencias
anteriores, de redes con psicólogos comunitarios de otros lugares, y
de supervisores que concurren ad honorem y que dedican su tiempo
a mejorar cada día la calidad de las intervenciones que se llevan a
cabo desde la Residencia (tanto clínicas como comunitarias), al igual
que todos aquellos que transitan por los espacios teóricos, dejándo-
nos una riqueza inigualable a partir de sus trabajos y experiencias.

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Los tiempos metodoLógicos deL proceso comunitario
“No es posible acceder a una realidad fuera de los

puede dividir el proceso comunitario que llevan a cabo los residentes


en tres grandes momentos: el diagnóstico de situación (que incluye
diagnóstico institucional y comunitario), la
comunitario y la y, por último, la salida
del proceso.

el diagnóstico de situación: conocer Para intervenir


Cuando alguien ingresa a cualquier institución, desconoce muchas
veces las lógicas propias y las dinámicas internas de ese lugar; es
aquí donde se hace patente el concepto de conocer para intervenir.
Cualquier intervención que llevemos a cabo implica una presencia
institucional, esto nos obliga a entender de la práctica institucional y
cómo ésta se desarrolla desde los distintos parámetros que supone.
No podemos estar seguros de haber llegado a entender el sentido
y la función de una institución si no somos capaces de conocer su
incidencia sobre las personas que trabajan y concurren a ella. Como
esta incidencia es una parte integrante de la misma, toda interpretación
debe hacer coincidir la objetividad del análisis con la subjetivación
de la experiencia vivida.
(...) incorporarme a la dinámica del Centro de Salud, implicó un

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reconocerme a mi misma en un ámbito nuevo y como parte de un
equipo de trabajo, en el rol profesional de psicóloga comunitaria.
Al principio me sentía un poco desorientada, todo era muy nuevo.
No sabía en qué sector del Centro de Salud ubicarme y me daba la
sensación que estaba interrumpiendo las tareas cotidianas de las
agentes sanitarias o del personal administrativo. Pero a medida
que el equipo me fue incluyendo en algunas actividades y empecé
a salir a terreno, me fui adaptando al lugar, a las actividades y al
ritmo de la institución1.
Consideramos como entrada del proceso, el primer contacto que
tenemos con la comunidad: el diagnóstico de situación, el cual inclu-
ye por un lado, un conocimiento institucional, entendiendo junto a
Ulloa (1996), que

(Ulloa, 1996, p.8); en este caso, Ministerio de Salud


Pública y sus instituciones. Por otro lado, implica la necesidad de
un conocimiento de la comunidad; el área de responsabilidad del
Centro de Salud al cual nos sumamos.
Es el punto de partida necesario que nos permitirá realizar un
trabajo interdisciplinario e intersectorial y tomar contacto con otros,
encontrándonos con las diversas miradas existentes: en un determi-

demandas particulares y una dinámica de relaciones de poder, for-


mas de relacionarse y negociar, toma de decisiones y búsqueda de
soluciones a sus problemas.
Esta aproximación (nunca acabada) se realiza a partir de técnicas
cualitativas y cuantitativas. Los instrumentos más utilizados son la
observación participante, las entrevistas, los grupos de discusión,
la cartografía social, la fotoetnografía y el cuaderno de campo; los
cuales se utilizan por nuestra parte, con una mirada “ingenua”, sin

suyo y donde vienen desarrollando actividades, posicionamientos y


procesos desde hace tiempo, buscando soluciones a sus problemas
de una manera particular y que desconocemos. Así mismo, se utili-
zan técnicas de recolección cuantitativas como encuestas, datos de
planillas, historias clínicas y censos poblacionales. Se suman, para
1 Extracto de Diagnóstico Institucional, Ana L. Herrando (2009).

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enriquecer la mirada, la co–construcción de la historia de la comu-

-
ción de los actores sociales y redes sociales.
trasmitir sobre la población del área de responsabilidad, es una

(Aragone, 2009)2.
Una vez saturada la información, se realizan las categorizaciones

La categorización de lo recogido cobra sentido cuando se adquiere


la imagen de lo observado como un sistema.
Desde el comienzo ya se es parte de estas instituciones y grupos,
por lo tanto es recomendable que este paso se realice al principio
de la inserción en los mismos; observando y participando en los
espacios y prácticas de los observados. Esto posibilita la integración
en la vida cotidiana de estos grupos, conocer las normas internas,

de manera habitual. Por lo tanto se logra una doble acción: se observa


participando de la cotidianidad y se participa siendo conscientes que
esa involucración promueve observaciones que nos acercan más a las
prácticas que se llevan a cabo en ese espacio particular y diferente.
Durante estos seis meses, el equipo fue asimilando mi presencia
en sus espacios y logré conocer el funcionamiento in situ de cada
servicio, compartiendo el trabajo cotidiano. Esto resultó muy rico
tanto para recolectar datos, como para insertarme en el grupo de
la institución. Y fue fundamental para conocer cómo se trabaja
(Giménez, 2008)3.
Realizado este paso, es imprescindible compartir con la institu-
ción y la comunidad los datos recogidos. La devolución tiene un
doble objetivo: retornar, debidamente sistematizada y elaborada, la
información que nos aportaron los actores involucrados y obtener
sus reacciones y comentarios, incorporando, nuevamente, su punto
de vista a nuestra interpretación de los datos. Se trata de restituir a
la gente (enriquecida) una información que le pertenece.
2 Extracto de Diagnóstico Comunitario, Florencia Aragone.
3 Extracto de Diagnóstico Institucional, Soledad Gimenez.

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Dentro del equipo de salud durante estos meses fui consolidando
mi lugar comprendiendo que el volverse parte, implica también
otro tipo de conocimiento, desplegando y sosteniendo vínculos. A
partir de ellos se fueron articulando las oportunidades locales de
trabajo con una mirada crítica promotora del compromiso con el
trabajo interdisciplinario y en equipo (Bisdorff, 2011)4.
Por lo tanto el momento de diagnóstico no está completo hasta
que se realiza este paso, el cual representa un trabajo previo de or-
ganización del material, síntesis y categorización de la información,
espacios y momentos de discusión con todas aquellas personas o
instituciones que participaron en el proceso de diagnóstico y circu-
lación de la palabra; momento que permitirá escuchar las voces de
los implicados.
Al realizar la devolución, fue de gran impacto para las personas,
tanto niños como jóvenes y adultos darse cuenta que en los barrios
no hay placitas y muy pocas canchas de fútbol. Estos son espacios
-
pacio que valoran, y los jóvenes propusieron poder construir una
con ayuda de los padres y el gobierno (Vila, 2011)5.

discusiones, replanteos y revisión de objetivos y propuestas, en


-
mente hablando. “A partir de este diagnóstico de situación y de las
instancias de devoluciones correspondientes, se abrieron diferentes

la comunidad” (Caillou, 2011)6.

equiPo comunitario
A partir de este diagnóstico de situación, realizado, compartido
y discutido, se comienza a pensar en cómo trabajar conjuntamente
en la búsqueda de soluciones a las problemáticas que surjan.
Entendemos por equipo comunitario al grupo de personas impli-
cadas en el proceso de intervención comunitaria, en un ámbito de

4 Extracto de Proceso Comunitario, Verónica Bisdorff.


5 Extracto de Proceso Comunitario, Verónica Vila.
6 Extracto Proceso Comunitario, Lourdes Caillou.

40
etc.), con una tarea en común y con acuerdos respecto a la lectura
de la realidad. La conformación del equipo de trabajo comunitario
(representantes institucionales, líderes formales e informales, no-
sotros) es una pieza clave para el desarrollo y la dinamización de

donde se dan relaciones horizontales y de circulación de la palabra


(Ulivarri, 2011, p.166).
El

con los que se cuenta, cómo se desenvuelven las personas que viven
en el lugar, su ámbito laboral, sus fortalezas y debilidades, límites
y posibilidades.
Considero importante destacar el momento particular de este pro-
ceso, en el que el camino diario va construyendo la vía junto con
otros, quienes participan tan activamente como uno en el proceso
de intentar un espacio superador, en el que se facilite el encuentro,
en el que se construya el equipo comunitario (Schell, 2009)7.
Un párrafo aparte es la consideración de lo que entendemos
por comunidad, la cual será diferente en tanto sean diferentes los
actores, sus objetivos y, por ende, sus miradas. Por ejemplo, desde
la Residencia consideramos como comunidad un grupo con el que
emprenderemos un camino, un proceso que se dará como algo nuevo
o al que nos sumaremos; en cambio, el equipo de salud, la entiende
como la población que se encuentra dentro del área de responsabi-
lidad, delimitada previamente.
Por lo tanto, antes de hablar de la comunidad, como algo homo-
géneo, preferimos pensar en las comunidades coexistentes, con las
que nos vamos encontrando en este transitar de lo comunitario, de

Se comienza trabajando juntos; y antes que el grupo se transforme


en equipo debe acontecer un proceso, un aprendizaje, que generará
la capacidad del funcionamiento en común. El equipo deriva en una
integración organizada y contextualizada, adecuada a cada lugar y
sostenida en una actitud de cooperación.
En la búsqueda de la inclusión de los miembros desde las posi-
7 Extracto Proyecto Comunitario, Karina Schell.

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bilidades particulares de cada uno, se planteó la amplitud de los
espacios de participación, entendiendo que la misma no responde
al número de personas presentes en las reuniones, sino a las accio-
nes que cada miembro pudiera llevar a cabo, respondiendo a los
objetivos entre todos consensuados (Schell, 2010)8.
La conformación de este espacio no se da sin resistencias, ya que
en él se juegan relaciones de poder, intereses propios y múltiples
demandas. Por esto es importante no apurar esta construcción, ya que
en el afán de llegar a un acuerdo puede suceder que no escuchemos
a aquellas personas a las cuales les cuesta poner su voz en conside-
ración, arriesgarse más allá de lo que diga el grupo, desarmándose
toda posibilidad de dialogar.
En este proceso de incorporación a la toma de decisiones, las
personas y los grupos adquieren autonomía y capacidad para ac-
tuar y mejorar su situación, cambiar su realidad. En un proceso de
participación comunitaria, el protagonismo es de la comunidad.
El equipo de Atención Primaria es un recurso más, junto al resto
de los servicios presentes en el territorio” (Villa Iturrieta, 2008)9.

estratégica, participativa, con una temática particular, que tendrá que


ver con las necesidades que ese grupo considere como prioritaria.
“Así, nuestra intervención supone un importante componente: el
-

(Delaporte, 2008)10.
Es un momento de negociación, en donde se plasma como desafío
-
grantes, de una u otra manera, estarán involucrados y comprometidos.
(...) se fueron vislumbrando ciertos fenómenos grupales que nos
hablan de un grupo en conformación, como por ejemplo: cohesión

espacio, acuerdos internos, con una dinámica propia de apertura,

fortalecerse el espacio en sí mismo, a instituirse como tal adquiriendo


un sentido particular para los integrantes (Zurita, 2009)11.
8 Extracto Proyecto Comunitario, Karina Schell.
9 Extracto Proyecto Comunitario, Carolina Villa Iturrieta.
10 Extracto Proyecto Comunitario, Silvina Delaporte.

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De esta manera, la construcción de la demanda y del proceso
comunitario no es una sumatoria de pedidos formulados, sino mas
bien el producto del interjuego de las diversas subjetividades.
El rol del psicólogo comunitario en esta instancia podría ser
pensado como de facilitador y catalizador; por un lado, podemos

bajo el brazo, que


será presentado en cada reunión de trabajo. Sin embargo, estamos en
condiciones de facilitar y dinamizar dichas intervenciones. Tampoco
debe caer en la trampa de considerarse como un miembro más de
la comunidad: no somos uno más de la comunidad, pero ponemos
nuestros conocimientos y un saber hacer particular al servicio de
la misma y trabajamos sobre las potencialidades de cambio y trans-
formación.
Al implicarnos en la acción, nuestro saber se suma, complemen-
tando los esfuerzos de la comunidad. Aportamos una metodología
de trabajo: desnaturalizando, problematizando, dinamizando, etc.,
un saber hacer que facilita este encuentro de múltiples posiciones.
Dar lugar a las diferentes opiniones, necesidades, expectativas,

el poder, presente en toda relación humana, posibilitará el desplie-


gue de las distintas subjetividades presentes respecto a una misma
realidad objetiva.
Siguiendo las consideraciones de García González (1994),

en conjunto los objetivos de intervención y aportando estrategias


pertinentes, manteniendo la coherencia y consonancia entre los
distintos elementos.
Reiff, en la década del setenta, consideraba a la intervención
comunitaria como una prueba de fuego, ya que es el espacio donde

conceptuales adoptados; así como también se manifestarán los errores


y aciertos, en “terreno”.

11 Extracto Proyecto Comunitario, Valeria Zurita.

43
salida del Proceso
E. Sánchez, al responder a la pregunta de cómo y cuándo debe
Ponerle

se va apuradito” (Sánchez, 2001, p. 9). Teniendo en mente esto, una


cuestión real de la Residencia es que sí tenemos una fecha límite

los ex residentes no son absorbidos por el Sistema), sin embargo,


esto no lo desconoce el equipo desde el primer momento.
La salida la entendemos como uno de los tiempos metodológicos
del proceso. Supone la responsabilidad frente a la intervención en
el sentido de que no somos nosotros los que cerramos el proceso
comunitario, pero sí somos nosotros los que, a veces, nos retiramos

nuestra partida desate y genere múltiples movimientos. En muchas


ocasiones pueden ser aperturas a nuevas fases del proyecto y/o em-
pujes a mayores campos de autonomía. Esta salida no debería ocurrir
aleatoriamente, sino responder a un tiempo particular del proceso.
Es complicado encontrar en estos momentos un cierre, porque a
medida que los procesos parecen cerrarse, en realidad sucede una
transformación de los mismos. Evidenciando su carácter dinámico,
aparecen nuevos obstáculos, nuevos recursos, otros actores se
suman y otros se pierden en el acontecer de los proyectos de los
que me siento parte (Avila, 2008)12.

para la toma de decisiones. Hablamos de evaluación de proceso y


de resultados que lo lleva a cabo el equipo comunitario. Evaluar
conjuntamente el tiempo compartido, lo que fue posible y aquello
que hizo obstáculo, es un camino. La metodología debe ser acorde
a la manera en la que la intervención se fue desplegando, no es
tiempo para imponer ideas de lo “debe seguir siendo”, pero si para

12 Extracto de proceso de salida del proceso comunitario, Solana Avila.

44
explicitar posiciones, perspectivas de futuro en especial quiénes van
a sostener el camino a seguir.
Debemos tener en claro que el objetivo de la intervención
comunitaria es la construcción de un proceso político, de toma de
poder por parte de la población y organización de la comunidad,
que va más allá de cubrir exclusivamente las necesidades mediante
proyectos y actividades. Si no existe visión de proceso, el cual se

cuando se terminen los recursos o cuando nos vayamos.

La sIstematIzacIón. eL pasaJe DeL regIstro aL reLato


y a su InterpretacIón

“Todos nosotros sabemos algo.


Todos nosotros ignoramos algo.
Por eso, aprendemos siempre”.
Paulo Freire

Para poder explicar el sentido de la experiencia es importante no


sólo describirla sino también interpretarla. La sistematización busca
reconstruir, documentar e interpretar las experiencias, favoreciendo
la comprensión de los fundamentos implícitos o explícitos que sus-
tentan las prácticas, privilegiando los saberes y el punto de vista de
los participantes que las desarrollan.
En este camino es difícil constatar los alcances en relación a
un cambio social a largo plazo. Pero este es un buen motivo para
sistematizar los aprendizajes obtenidos a partir de las prácticas, apos-
tando porque las metodologías comunitarias son las más adecuadas
para una trasformación que busca la equidad y justicia social y la
inclusión de sectores más desprotegidos. Este momento nos obliga
a pensar y replantear nuestras prácticas permanentemente.
-
diciona y determina la inequidad en los barrios de nuestra provincia

los ciudadanos; tenemos que encontrar la mejor manera de comprobar


si algunas relaciones de poder se van alterando, si los que fueron “la
voz” de los que no se les permite expresarse abren esos espacios,
otorgándoles a quien le corresponde su propia voz. En los procesos
45
comunitarios necesitamos revisar si las personas se sintieron más
creativas, escuchadas, respetadas, ciudadanos; si se mejoraron sus
vínculos y su posición en las relaciones sociales locales.
Si seguimos pensando que lo cuantitativo es lo más efectivo
para medir los progresos, los éxitos, los avances, desaciertos, etc.,
perderemos en gran medida la posibilidad de transitar junto a otros
este espacio de posibilidades, encuentros, allí donde los números no
llegan a explicar lo que acontece.
Todo esto sin perder de vista al momento de trabajar con equipos
comunitarios que tratamos con personas, y no con algo abstracto y
homogéneo, con posibilidades de generalizaciones y objetivaciones.
-
cables y medibles.

La aps De ayer y De hoy en eL ámbIto De La saLuD


púbLIca provIncIaL
Al mismo tiempo que se lleva a cabo el proceso comunitario,
los residentes se suman a las actividades interdisciplinarias de cada
Centro de Salud, proyectos y programas de promoción y prevención,
ateneos, reuniones de equipo, atención clínica, entre otros. Dichos
espacios muchas veces son incentivados y generados por los mismos
residentes, a partir de la devolución de los diagnósticos institucio-
nales y comunitarios.
Muchos son los desafíos planteados a los profesionales que de-

los psicólogos, se torna indispensable un redimensionamiento de su


objeto, de sus instrumentos de trabajo y de sus actividades, como
también la posibilidad de pensar alternativas metodológicas y técni-
cas que permitan buscar soluciones para los problemas cotidianos.
Efectivamente, las necesidades en materia de salud se van trans-
formando y requieren nuevas prácticas, nuevos abordajes; modelos
de explicación y análisis más complejos y formas de intervención
más amplias y participativas.
Siguiendo a Dimenstein (2001), un -
fesional hegemónico y la reorientación de su modelo asistencial
individual así como el establecimiento de acciones intersectoriales
46
y de asociación con otros profesionales y con la comunidad” (p.
2), permitirá una mayor capacidad resolutiva del Sistema de Salud.
La oferta de servicios congruentes con la realidad epidemiológica
de la población, en correspondencia con las problemáticas sentidas
por la comunidad y un compromiso ético para con los pobladores
es una necesidad que se impone.
Sin embargo, al momento de trabajar en los Centros de Salud y
Hospitales, nos encontramos con innumerables obstáculos en relación

discutida anteriormente, que no permite muchas veces plantear la

Frecuentemente, los psicólogos comunitarios, sobre todo aquellos


que no se encuentran ya incluidos en la Residencia, se ven presionados
por la demanda de servicios psicológicos, en muchas ocasiones de
corte tradicional: la atención a problemas individuales. Esto resulta

y diseño de las intervenciones, tiempo que puede parecer para otros


agentes de salud hasta ocioso. Por otra parte, pueden verse forzados
o impulsados a poner en práctica programas de intervención irrele-
vantes e incluso frívolos que en absoluto contribuirán a los supuestos
objetivos a satisfacer.
Al intervenir en el proceso salud/enfermedad se debe tener en
cuenta toda la complejidad y singularidad de los individuos y colec-
tividades, a través de prácticas compartidas por todos aquellos que
integran el equipo de salud: personal administrativo, agentes sanita-
rios, enfermeros, médicos, trabajadores sociales, psicólogos, etc. “De
esta manera, la propuesta de interdisciplinaridad se torna condición

para la calidad de los servicios de salud” (Dimenstein, 2001, p. 3).


La provincia de Salta tiene una historia particular con respecto a
la estrategia de APS como eje organizador de la Salud Pública. Una
13
sobre
la modalidad de inclusión de los psicólogos en el Sistema de Salud

47
el ámbito de Primer Nivel de Atención.
A partir de 1978 se pone en marcha el Programa de Salud Rural,

interdisciplinarios siguiendo los lineamientos de lo que será más


tarde conocido como el eje rector de la Salud Pública: la Atención
Primaria de la Salud (APS), iniciándose en algunas zonas del inte-
rior de la provincia e incorporándose gradualmente las demás áreas.
Este modelo se implementó en el norte de nuestro país en un mo-
mento particular de la Salud Pública a nivel mundial: efectivamente,
se estaba llevando a cabo en Rusia, la Conferencia Internacional sobre
, un evento de trascendencia histórica,
organizada por la OMS y UNICEF. La Declaración de Alma–Ata
implicaba un radical giro en las modalidades de trabajo en el ámbi-
to de la salud, ya que movilizaría a todos los países para poner en
marcha un proceso mundial que llevase al cumplimiento, progresivo

Si bien este no es el espacio para desarrollar profundamente esta


temática, surgen algunas cuestiones que son necesarias por lo me-
nos dejar asentadas; por ejemplo, la impaciencia de lograr algunos
resultados tangibles en lugar de trabajar sobre los difíciles procesos
de cambio, que derivó en la distorsión del concepto y la práctica
alejadas de la original APS (que tiene que ver con la exigencia de
productividad y atención individualizada sobre el trabajo comunitario
como uno de sus efectos); el surgimiento de la APS selectiva, la
descentralización entendida de una manera particular, etc.
Siguiendo con la investigación, el relato de los psicólogos que
comenzaron a trabajar durante esta época muestra cómo la práctica

la demanda psicosocial.
-

13 El resumen de esta investigación se encuentra incluido en el libro: Montero, Maritza y Serrano,


(2011). Historias de la Psicología Comunitaria en América Latina.

48
verticalista y de docencia, así mismo no se medía el impacto.

tratamiento” (Psicóloga).
Un terreno nuevo y desconocido para muchos de ellos aparece
en el horizonte de su práctica profesional, que sumado a la poca o
casi nula formación de grado sobre el tema, en lugar de paralizarlos
y retraerlos a la seguridad del consultorio, los impulsó a reunirse

necesidades y demandas de la población.

la mano al documento de Alma Ata” (Psicóloga).


Cabe aclarar que fue un momento particular para la Salud Públi-
ca en la provincia, ya que el Programa de Salud Rural, a cargo del
Dr. Tanoni, tenía un fuerte aliado en su apuesta al recurso humano,
con características hoy prácticamente desaparecidas: una formación
obligatoria en lo que respecta a la Salud Pública (se becaba a todos
los profesionales en la Escuela de Salud Pública perteneciente a la
UBA, en Buenos Aires); dedicación exclusiva, un sueldo conside-
rablemente llamativo y una ideología clara con respecto al trabajo
intersectorial e interdisciplinario, entre otras cosas.
En la provincia se registran experiencias de psicólogos que
trabajaron, sobre todo, en el interior y que sistematizaron las inter-
venciones de más de 15 años con interesantes impactos locales. En
estos sectores el eje inicial remitía a trabajar sobre las barreras de

tenían con respecto a los servicios de salud (o inversamente, los


servicios con respecto a las comunidades). Esto implicó múltiples
desafíos: construir el rol del psicólogo en espacios socio–culturales
para los cuales no prepara la universidad, revisar marcos teórico–
conceptuales, las distancias entre los contextos de producción, el
trabajo interdisciplinario e intersectorial, etc.
Por supuesto que esto no se dio sin resistencias por parte de los
diferentes cuerpos profesionales, sobre todo en el ámbito hegemónico
asistencial. Los obstáculos existían, como ahora, pero se daban más
49
que nada desde el sector privado; en cambio, ahora se lo observa
también en la mayoría de los trabajadores del sector público.
Como es de todos conocido, en la década del noventa las relaciones
entre el Estado y la sociedad argentina se transformaron profunda-
mente a través de cuatro procesos centrales: las privatizaciones, la
desregulación, la descentralización y la focalización. Esto repercutió
profundamente en la Salud Pública nacional; obviamente, nuestra
provincia no fue ajena a este proceso.
-
nales, se fortalece la asistencia intramuros y la productividad

de cada uno”
de Atención).

Recursos Humanos de Nivel Central del Ministerio de Salud Públi-


ca (la Lic. en Psicología Olga Marelli), se suma a las Residencias
provinciales, la de Psicología Comunitaria.
-

una apertura del psicólogo a la comunidad; como otro modo de

del Programa de Salud Mental de Primer Nivel de Atención).


El impacto de la inclusión de las Residencias de Psicología Co-

las evaluaciones trimestrales de los agentes sanitarios las eva-


luaciones de todos los servicios” (Supervisor del Primer Nivel
de Atención).
50
En el 2005, y en consonancia con el Plan Federal de Salud
2004–2007, se crea el Programa Médicos Comunitarios, el cual se
presenta como una oportunidad de capacitación interdisciplinaria,
al que acceden psicólogos, en su mayoría, que ya trabajaban en
el campo de lo comunitario (sobre todo en las primeras cohortes).

recurso humano en una Salud Pública devastada es el Programa


Fortalecimiento, dependiente del Ministerio de la Nación; integrado
por psicólogos, nutricionistas y asistentes sociales cuyo poco claro
objetivo fue trabajar desde tres problemáticas detectadas previamente:
prevención en adicciones, nutrición y violencia, a partir de talleres,
asistencia individual y trabajo con las escuelas. Ambos programas
coexistieron sin articulación, lo que impactó fuertemente en las comu-
nidades, en donde las acciones se superpusieron, creando confusión
y sentimiento de malestar entre los ciudadanos, considerados como
objeto de prácticas desarticuladas.
Debido a la muy baja remuneración que ofrecía este Programa,
entre otras cosas, ingresaron muchos profesionales recién recibidos,
sin experiencias previas en el trabajo comunitario, lo que sumado
a la falta de supervisión directa y Programa docente, terminó por
hacer insostenible este espacio. Los becarios de este Programa fueron
incorporados tres años después al Programa Médicos Comunitarios.
Durante el año 2011, a partir de una decisión gubernamental, se
incorpora a todos los becarios del Programa Médicos Comunitarios
al Sistema de Salud Pública como agentes permanentes; sin embargo,

por el mismo Estado que los expulsa, quedando de esta manera por
fuera del Sistema de Salud. Este conocimiento adquirido a partir
de una práctica enriquecida con supervisiones, muchas veces es
aprovechado por instancias privadas u otras provincias. Quedan para
analizar las causas y consecuencias de esta decisión.

tensIones que aparecen en La práctIca


Existen múltiples tensiones al momento de trabajar en el ámbito
comunitario, tensiones que deben ser tenidas en cuenta sobre todo
en la formación continua de los profesionales que desarrollan sus

51
prácticas en el Sistema de Salud.
La formación continua, la supervisión y acompañamiento de
prácticas de los profesionales que trabajan en las instituciones de
salud son prácticamente inexistentes; prácticas que son exigidas,
muchas veces, desde los técnicos a cargo de los programas de nivel
superior del sistema. Se dice qué hacer, pero no hay un seguimiento

estratégica. Cada equipo de los Centros de Salud (muchas veces a


partir de un voluntarismo que, por otro lado, es cada vez menor)
debe ver cómo, en el camino, va solucionando los escollos, muchas
veces a tientas. Lo que termina sucediendo es que los equipos se
desgastan y abandonan rápidamente los intentos de responder a una

nuestro
lugar en la actividad comunitaria, por un lado, y el lugar de las
comunidades en nuestras intervenciones, por el otro. En realidad,
no son dos cuestiones diferentes, sino que se entrecruzan y confor-
man un punto más en la red de complejidades que implican esta
modalidad de trabajo.
En el trabajo cotidiano, entendemos al rol de un psicólogo comu-
nitario como aquel en donde se resiste a una relación asimétrica, que
incluye al otro en una relación horizontal, en la que el diálogo y la
integración forman parte inseparable de la posición epistemológica
en que se fundamenta la Psicología Comunitaria.
Esta modalidad de trabajo no siempre resulta sencilla, sobre
todo cuando intentamos incluir a otros actores, por ejemplo, los
miembros del equipo de salud del cual formamos parte. Un obs-
táculo a esta propuesta está representado por el rol construido en
la formación previa que recibimos a lo largo de nuestras carreras,
la cual se orienta a formar un profesional cuya manera de conocer
e intervenir se caracteriza por una posición de experto, cuya labor
guarda aún estrechos lazos con el modelo asistencialista y que se
decir las
cosas, en la forma de dar consejos no solicitados, y muchas veces
órdenes y retos, o está acompañada por actitudes paternalistas. En
todos los casos, pareciera que el objetivo es diferenciarnos, desde
la educación y la hegemonía, en sujetos–objetos de intervención.
52
Desde hace un tiempo, el ámbito comunitario, las comunidades,
son elegidas como lugar privilegiado para múltiples acciones. Se
encuentran bombardeadas -
les, etc. y, muchas veces, éstas se superponen; sin posibilidades de
compartir, dialogar, negociar. Esto lleva al desgaste, no sólo de los
recursos sino de las modalidades de participación de los vecinos,
aumentando el descreimiento, la falta de interés y el desgano de las
personas por escuchar lo que tienen que decir los “interventores”.
Muchas veces, cuando la gente no participa, se sacan conclusiones

no hacer nada... sin tener en cuenta que ese bombardeo no los deja
inmunes, ni es sin consecuencias.
Por otro lado, nos encontramos con una cuestión importante:
desde dónde comenzamos a trabajar, desde qué marco y desde qué
temáticas. Aparecen diferentes posicionamientos:
salud física... salud comunitaria... trabajo comunitario...
Como se desarrolló más arriba, al comprometernos con la comu-
nidad escogemos los temas en conjunto, a partir de la conformación
de un equipo comunitario, entendido como aquel en donde vecinos,
instituciones y todos aquellos interesados en el cambio social, pueden

Ese , seguramente no es nuevo, seguramente se


intentaron encontrar soluciones; pero no se pudo, hubo obstáculos
que no se pudieron sortear, o faltaron herramientas para hacerlo.
En el equipo comunitario, se abrirá otra vez el juego, y juntos, en

y donde todos tengan la posibilidad de hacerse escuchar, compartir,


-
ciones, con el aporte del saber de todos los implicados. La apuesta
es a los saberes compartidos, el conocimiento situado, el respeto
y la tolerancia, el desafío a las relaciones de poder existentes, las
negociaciones y, sobre todo, al diálogo.
Entonces, en función de las necesidades que surjan en ese espacio
de encuentro, implementaremos una forma de trabajar en la cual
renunciamos al rol de experto, aspirando transmitir parte de nuestro

53
conocimiento a los miembros de la comunidad, en el intento de romper
con viejos moldes, tendientes a mantener la distancia separadora entre
, interventores e intervenidos.
Y aquí nos encontramos con que todos los análisis estadísticos
y/o epidemiológicos, realizados a partir de diferentes tipos de inves-
tigaciones, sólo tienen valor si se los considera como un dato más,
que se reunirán con los saberes de los demás; que nuestro interés
por determinada problemática psicosocial (surgida de los análisis que
realizamos desde afuera): drogas, violencia, embarazos adolescentes,
etc., es eso: nuestro.
Si nosotros, desde nuestras priorizaciones, nuestras escalas de
valores, consideramos que dichos trastornos, problemas, factores
de riesgo, de vulnerabilidad, son el problema de esta comunidad y
por lo tanto, acudimos a su implicación, a que participen, en nuestro
proyecto para mejorar su vida, nos podemos encontrar con dos cosas:
por un lado, una comunidad que se convoque y escuche paciente-
mente lo que tenemos que decir, pero que no se sienta parte de lo
que decimos, o que ni siquiera se acerque a nuestra reunión o taller.
Por otro lado, muchas veces, cuando logramos conformar, luego de
mucho tiempo de familiarizaciones mutuas, un equipo comunitario, los
problemas que surgen poco tienen, en apariencia, con las problemáticas
psicosociales que creemos que son las que padecen los vecinos. Una
vez que se puede escuchar las voces de los que viven en los barrios,
que nos comprometemos a trabajar con lo que les acontece y que
consideran son sus problemáticas, seguramente nuestras propuestas,
planteamientos, cobrarán mayor sentido para ellos.

se relaciona con una actitud, con una disposición y, en todo caso,


con una serie de pautas que orientan la labor comunitaria. De allí se
derivan aspectos que se orientan a determinar el trabajar
y hacerlo, desprendiéndose de todo ello un cómo hacer.
Cada uno de los actores llega a ese momento con su propia historia,

respectivas formas de interpretar la realidad.

ver con las anteriores, es que no trabajamos en el aire. Dependemos


de alguna instancia, en este caso, desde un marco institucional: el
54
Ministerio de Salud Pública. No es lo mismo trabajar en el ámbito
privado que en el público, no es lo mismo trabajar en un hospital que
en un Centro de Salud, ni en una escuela. En cada caso, las estrategias
y las técnicas empleadas serán diferentes. Cada institución cuenta
con una serie de pautas y normativas propias, las cuales responden a
objetivos enmarcados dentro de una concepción que les da sentido.
Cuando trabajamos en un Centro de Salud u Hospital Rural, el
contacto con las personas se da de manera directa, sin intermediarios.
A esto se suma la estrategia eje del trabajo en un Primer Nivel de
Atención, la APS. Tal estrategia se encuentra cada vez más relega-
da, en función de priorizaciones institucionales de productividad,
asistencialismo, asistencia puertas adentro, para responder a requeri-
mientos que nos sobrepasan, a nosotros y a los vecinos. Por lo cual,
nos sentimos impelidos a renovar el compromiso con la APS, que
equivale directamente a renovarlo frente a las comunidades para y

una empresa; menos que menos, para nuestro gobierno, cuya Consti-
tución habla de una salud y educación pública, gratuita, para todos.
Martín Baró (1986) nos dice:

se puede actuar al margen de ellos” (p. 16); de allí una Psicología


política y comprometida se torna un debate ineludible en esta época,
en donde el individualismo nos lleva muchas veces al ostracismo y
a la pura teorización.

La supervIsIón entenDIDa como acompañamIento


Por otro lado, no debemos olvidar la importancia que revisten
las supervisiones de las prácticas, que hacen a la formación conti-
nua. Y esto no sólo en el ámbito clínico, sino también en el social,
comunitario.
Siguiendo a Graciela Tonon (2004) de Costa Rica, la supervisión
es un proceso teórico–metodológico que tiene como objetivos el
aprendizaje de nuevos conocimientos y habilidades, necesarios para

impacto afectivo y emocional que genera en el supervisado la aten-


ción de cada situación en la cual hubiera actuado profesionalmente.

55
La supervisión trabaja con lo cotidiano en tanto categoría cen-
tral, teórica y empírica, dado que lo cotidiano es el piso donde se
reproducen las relaciones sociales. Es un esfuerzo de abrochar la
práctica con sentidos teóricos y transformar la teoría a partir de las
experiencias de manera que nos permita imprimir en nuestro hacer
algo diferente, y al mismo tiempo ir moldeando nuestro rol en cada
proceso (Avila y Ulivarri, 2009).
-
frentamiento conjunto ante la angustia por la tarea, lo desconocido,
la incertidumbre que genera trabajar con otros, poner el cuerpo,
ingresar a la cotidianidad de las comunidades, sentimientos de impo-
tencia ante la multiplicidad de situaciones consideradas “sin salida”,
desconcierto ante la burocratización de la salud, etc.
El trabajo comunitario presenta innumerables situaciones de incer-
tidumbre: si la técnica preparada resultará adecuada a quienes concu-
rran efectivamente a la reunión, el éxito o fracaso de la convocatoria

desde el particular escenario que puede establecerse en momentos


preelectorales hasta el partido de fútbol del equipo preferido por el
barrio). El desconcierto ante la dependencia de múltiples factores
que tiene el trabajo en terreno y la complejidad de la realidad con
la que trabajamos, algunas veces nos deja inermes.
Morin, en 1990, que necesitamos archipiélagos de certeza
para navegar en este océano de incertidumbres. Nuestros “archipiéla-
gos de certeza” consistirían entonces en lineamientos teóricos, pistas
acerca del posicionamiento que debemos y deseamos sostener. El
espacio de supervisión o acompañamiento, convoca a la revisión,
al ejercicio de apertura de sentidos. Se hace necesario volver sobre

conceptual que utilizamos (Avila y Ulivarri, 2009).

reFLexIones sobre La étIca en eL trabaJo comunItarIo


Somos conscientes de que estos temas no pueden agotarse sin el
trabajo y la deliberación sistemática en torno a los mismos. Sin em-
bargo, consideramos que los problemas y cuestionamientos sobre los

56
fundamentales de la disciplina, y su vinculación con la docencia es
por demás evidente. La supervisión y acompañamiento en todos los
casos es sumamente necesaria para no perdernos en los intentos de
ayudar al otro. Y eso no sólo para la práctica privada, sino también
para los espacios públicos, donde año tras año ingresan profesionales
que no tuvieron la oportunidad durante su carrera de participar en

La creciente demanda de espacios de trabajos en el ámbito so-


cial y comunitario dobla esta exigencia. Si deseamos atender esta
demanda y a la vez lograr una transformación social con la plena
participación de todos los ciudadanos, debemos mantener una mirada
crítica sobre la actividad docente, de supervisión y acompañamiento,

las transformaciones socioculturales.


Toda institución, gubernamental y no gubernamental, debería
tener supervisores que ayuden a pensar las prácticas que realizan los
psicólogos. Lo comunitario está de moda, nos toca a nosotros poder
superar este momento, y posibilitar que sea más que eso, que no
queden vaciados de sentido este y otros conceptos, convirtiéndose
en un modo de hacer, de ser psicólogo, sin olvidar nuestro juramento
y nuestra ética profesional.

sino que de una manera u otra tiene como referente a comunidades


o grupos, la cuestión ética se vuelve difusa; la protección de identi-
dades sociales, del bienestar grupal o colectivo, tiende a estar fuera
de los códigos de ética de la disciplina.
Ignacio Dobles Oropeza (2000), en Costa Rica, presenta en su
texto sobre la ética en el trabajo comunitario, una serie de interro-
gantes a los cuales debemos saber responder: ¿Cómo se establece la
relación entre teoría y práctica? ¿Qué aspectos metodológicos entran

son las consecuencias–deseadas y reales– de la intervención de los


psicólogos? ¿Qué tipo de relaciones se establecen entre psicólogos
y pobladores? ¿Qué responsabilidades se asumen?
Para el psicólogo costarricense, la dimensión ética “no puede ser
-
57
lógica, la teórica o epistemológica” (p.4). Agregaría también a la
formación del recurso humano, una vez ingresado a este ámbito. Una
formación que también va más allá de la formación de pre grado,

“una investigación

regir sus propios destinos” (p. 204), proceso que debe procurar la
autonomía, la participación democrática y la justicia distributiva.
Para terminar, me gustaría retomar una frase de Enrique Safor-
cada, (2007):
-
tos y destrezas profesionales al servicio de nuestras comunidades
y países; igualmente, son una gran coyuntura para que nosotros
podamos aprehender realidades humanas y construir conocimien-
tos importantes gracias a las características y saberes de nuestras
comunidades (p.1).

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60
vIDa Intensa, saLuD y saLuD mentaL.
aLgunos aportes DesDe La psIcoLogía
comunItarIa1
Omar Barrault

Querer vivir nos obliga a pensar.


Lopez Petit

debe replantear la estructura y modelo económico


sino reconstituir la cosmovisión de la cultura de
la vida.
Fernando Huanacuni Mamani

Hoy en día parece que pretender salud y salud mental es algo


tan reglado como un juego de mesa. Las cartas ya están tiradas, las
economías dispuestas, los jugadores preparados. Los “recursos” o
agentes de salud, profesionales y no profesionales “saben lo que
tienen que hacer”. Está todo dispuesto... para no gastar una vida.
Podemos enunciar una primera hipótesis al respecto.

Ya en distintos momentos mencionamos que existen condiciones de


producción de subjetividad que no contribuyen a generar condiciones
de bienestar en las comunidades y vecinos con quienes trabajamos.

adversidad. ¿Podemos atribuirnos falta de conocimiento a esta altura


de la historia y de las tecnologías de comunicación? Sí podemos

desigualdades económico-sociales.
sometimiento2: asentada en la idea de

de encuentro y desencuentro con vecinos, y compañeros de andar.

61

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