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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGOGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR


INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
EXTENSIÓN ACADÉMICA BARCELONA

ASIGNATURA: ORIENTACIÓN EDUCATIVA Y DIVERSIDAD

ENSAYO

Herramientas para el manejo y estimulo


adecuado del desarrollo socioemocional del
estudiante

Participantes:
Coúrbenas Dayamaury C.I. 14.320.317
Moreno Yasmeli C.I. 13.565.462
Pérez Marianyully C.I. 14.213.092
Vallejo Eudy C.I. 27.626.581

Facilitador:
Prof. Jesús Paraguan

Barcelona, Abril de 2023


El presente ensayo tiene como propósito, indagar sobre las Herramientas para el
Manejo y Estímulo Adecuado del Desarrollo Socioemocional del Estudiante.
En el último año escolar los estudiantes toman una serie de decisiones que, de
alguna manera, los enfrentan al contexto en el que se desenvuelven, pero también
hacia sí mismos. El temor al fracaso, a enfrentarse a un futuro incierto o a la presión
de cumplir las expectativas de los padres, con algunas preocupaciones que
desembocan en manifestaciones de ansiedad, impulsividad, agresividad, miedo o
evasión.
Algunos estudiantes asisten a terapias psiquiátricas, toman medicamentos,
reaccionan violentamente con los otros o no le encuentran sentido a su quehacer,
especialmente cuando los resultados obtenidos no son los esperados.
Consideran que ser competentes para la vida es obtener notas altas, destacarse por
alguna aptitud y ser reconocidos por los otros. Muchas veces se comparan con los
compañeros y es usual escucharlos decir que no saben qué quieren en la vida, no
saben para qué son buenos y que no creen en sus aptitudes porque no son exitosos.
Algunas veces la respuesta del adolescente frente a dichos estímulos es agresiva, a
la defensiva, impulsiva y los lleva a “salir” de los estados emocionales a través del
alcohol, juegos de video, redes sociales o drogas. Se nota que tienen pocas
herramientas para gestionar sus emociones, para lograr cambiar su estado de ánimo y
en general encontrar la ruta para hallar mayor bienestar.
La educación emocional y la inteligencia emocional, términos que comenzaron a
aparecer a mediados de los noventa, son dos caminos que, implementados en el
currículo, pueden proponer salidas más favorables para nuestros estudiantes.
Existen varios modelos que se han ido consolidando con los años, como el que
proponen Linda Lantieri y Daniel Goleman con CASEL (Colaboración para el
aprendizaje académico, social y emocional), un programa de aprendizaje socio
emocional que busca “mejorar la autoconciencia y la confianza en uno mismo,
dominar las emociones y los impulsos perturbadores y aumentar la empatía y la
colaboración” (Lantieri, pág. 15).
Esta propuesta abarca cinco grupos básicos de habilidades o aptitudes que son: la
autoconciencia, la autoconciencia social, autogestión, toma de decisiones y
habilidades personales que, con la práctica permiten perfeccionar la inteligencia
emocional.
La psicología positiva, que resuena desde el año 2000, contribuye a reforzar la
conversión de emociones positivas, la creación de bienestar emocional, la felicidad y
el fluir.
También está el Modelo Prime (Berkowitz, 2009) el cual le da importancia a la
formación del carácter impulsada por los maestros, que reúne seis principios que
tienen en cuenta la edad de desarrollo y los intereses de los estudiantes para
establecer un modelo liderado por los adultos, pero que fortalece, empodera y facilita
la toma de decisiones guiadas.
En esta propuesta, la formación de los maestros y equipo directivo es determinante
para generar un ambiente adecuado que permita que los estudiantes se empoderen en
la toma de decisiones, realicen ejercicios de autorreflexión, acuerdos y generar así un
ambiente escolar que permita poner en práctica los principios de la propuesta.
Otro modelo que es importante mencionar, es el pentagonal de competencias
emocionales propuesto por Bisquerra (2009), el cual establece cinco grandes bloques
que son: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía personal,
competencia social y competencias para la vida y el bienestar; que integrados al
modelo educativo a nivel metodológico permiten intervenciones puntuales para que
los estudiantes pongan en práctica sus competencias emocionales (Bizquerra, 2009,
pág. 146).
Si bien existen muchos modelos, los mencionados anteriormente son los más
relevantes y han servido como base para estructurar currículos y estrategias de
educación emocional en muchas instituciones educativas a nivel mundial. Ofrecen
rutas claras para formar a estudiantes y maestros, generar ambientes educativos que
permiten poner en práctica la toma de decisiones, la empatía y la autorreflexión, entre
muchas otras cosas, y educan en la práctica.
No obstante, nuestros estudiantes han mostrado que necesitan estrategias puntuales
dada la edad y el momento en el que se encuentran, pues su ritmo es otro. Algunas
veces hay tanta información teórica que se vuelve difícil la práctica y dilata la
intervención frente a los adolescentes, otras veces, los procesos de transformación
requieren más tiempo, más aún cuando ello implica movilizar al profesorado a
comprender el modelo, mirarse a sí mismos y creer en la propuesta.
A partir de los modelos que han surgido a lo largo de estos años, se pueden aplicar
distintas herramientas que permiten hacer conciencia y gestionar de una manera
adecuada las emociones, puntualmente en las situaciones que día a día movilizan a
nuestros estudiantes, con intervenciones enfocadas y claras.
Como se mencionó anteriormente, los procesos de transformación pueden llevar
más tiempo e implican una movilización del profesorado, aspectos que no son
compatibles con los tiempos que manejan los adolescentes y la manera como
resuelven sus asuntos, más aún cuando no han iniciado un proceso de educación
emocional en años anteriores.
Se nota que la regulación emocional y conciencia emocional en un periodo corto
de tiempo, son dos pilares básicos que se pueden empezar a poner en práctica con los
estudiantes a través de ejercicios guiados que les permiten conectarse con la
autonomía, establecer relaciones más positivas, empoderarse, tomar decisiones más
conscientes y tener más en cuenta al otro. Pero también enseñarles que los problemas
se vuelven más grandes cuando no se maneja la mente, cuando no se hace un alto
para respirar.
A continuación, se presentan algunas recomendaciones puntuales que se pueden
llevar a la práctica en clases de hora y media, al menos una vez por semana o en los
espacios de dirección de grupo, si los hay:
 Ejercicios contemplativos y de respiración: con ellos se busca que los estudiantes
sientan más el cuerpo, paren el ritmo del día a día, se conecten interiormente y se
ubiquen en tiempo presente, y todo aquello que les enseñe a manejar el ritmo
respiratorio y contemplar su interior. Dichos ejercicios deben ser guiados por
profesores o personas que tengan experiencia y formación en ello.
 Ejercicios de aceptación y resiliencia: a través de meditaciones guiadas, evocar una
situación que me ha traído alguna mala experiencia. Durante el proceso, reconocer lo
que siento, abrazarlo, aceptar y dejar fluir. Se busca transformar experiencia
negativas en positivas y comprender que se tiene el poder de cambiar los estados
emocionales.
 Diario emocional: tiene como objetivo registrar los cambios, alteraciones, emociones
y situaciones que desencadenan reacciones en ellos, tanto positivas como negativas.
Con ello se abre el espacio para reconocer las propias emociones y las de los demás,
identificar qué situaciones detonan emociones positivas y negativas, escribir lo que
surja, dibujar, y expresarse con creatividad.
 Ponerle nombre a los sentimientos y emociones. Pueden escribirse en el diario o
ubicarse en el cuerpo, bien sea con material de trabajo o después de la meditación.
Con ello se busca mostrarles que el cuerpo tiene un registro de las emociones y que es
importante aprender a escucharlo.
 Ejercicios de expresión y conocimiento de sí: explorar con música, pintura, escritura,
entre otros, los gustos de los estudiantes, con qué se sienten cómodos, y qué les
permite expresarse libremente para conectarse con su interior.
 Ejercicios de relajación y tomar distancia de la personalidad: tienen como objetivo
callar la mente y el ego, y para ello se recomienda armar legos, dibujar o cualquier
actividad que los concentre y no los obligue a competir.
 Retroalimentación: es fundamental. En el proceso se pueden establecer cambios,
reflexiones y permiten enfocar las actividades hacia los objetivos de búsqueda de
bienestar y educación emocional. Escuchar las reflexiones marca el ritmo de las
intervenciones y permite que el grupo se sensibilice frente a los otros. Aquí no hay
jerarquías, el profesor o el guía pueden abrirse en las actividades para mostrarse
empáticos y facilitar el proceso.
Está claro que la finalidad de la educación de hoy debe centrarse en dar
herramientas a los estudiantes para la vida. Una herramienta fundamental es la
educación que parte del conocimiento y regulación de las emociones, que son señales
de nuestra existencia y que determinan quiénes somos y lo que hacemos todos los
días. Los maestros, como replicadores emocionales, tienen la gran responsabilidad de
trabajar en nosotros mismos.
Las habilidades socioemocionales, lo que los psicólogos llaman rasgos de la
personalidad y los economistas definen como habilidades no cognitivas,
comprenden lo que comúnmente conocemos como carácter.
La investigación internacional muestra tres grupos de habilidades necesarias para
los jóvenes.
Están, desde luego, las habilidades cognitivas que ayudan a comprender hechos e
ideas complejas, como lectura, matemáticas y resolución de problemas. Siguen
las técnicas, asociadas con la producción de bienes o servicios.
Y en un sitio “intermedio” se ubican los comportamientos, actitudes y rasgos de
personalidad como la persistencia, el autocontrol, la curiosidad, la conciencia, la
determinación y la confianza en sí mismo.
Estas habilidades socioemocionales permiten:
 Entender y regular las emociones
 Sentir y mostrar empatía por los demás
 Establecer y desarrollar relaciones positivas
 Tomar decisiones responsables
 Definir y alcanzar metas personales
Entonces preguntamos, ¿dónde se adquieren esos rasgos de la personalidad?
Algunos dirán que nacen con ellos, que se construyen “a lo largo de la vida”, que
son heredados. Lo importante es señalar que también pueden cultivarse en las aulas:
los estudios indican que están determinados por el reforzamiento social (positivo o
negativo) y que es fundamental abordarlas a edades tempranas porque:
 Mejoran el desempeño académico
 Generan un clima escolar positivo
 Propician trayectorias laborales exitosas
 Previenen situaciones de riesgo en los jóvenes como: embarazo adolescente,
abandono escolar, adicciones y violencia
Durante la educación media, los estudiantes atraviesan por cambios físicos que
afectan su desarrollo emocional y social. Están propensos a desarrollar conductas de
riesgo y toman decisiones trascendentes para su vida sin contar con las herramientas
adecuadas. El desarrollo de las habilidades socioemocionales desde los primeros años
de vida puede ayudarlos a elegir mejor sobre su futuro.
Aprender a manejar nuestras emociones es algo fundamental en nuestro día a día.
La inteligencia emocional se encarga de enseñarnos y para ello estas son algunas de
las principales herramientas que emplea.
1) Autoconciencia
Consiste en analizar la capacidad de conocimiento que cada individuo tiene de sí
mismo, a fin de establecer el contacto con nuestros propios sentimientos y poderlos
diferenciar entre ellos con el objetivo de orientar nuestra conducta a lo que
necesitamos y deseamos.
Las personas que poseen una mayor comprensión de sí mismos y una más clara
certeza de sus diferentes emociones saben dirigir y manejar mejor y de forma mucho
más eficaz sus propias vidas.
2) Autocontrol
El autocontrol emocional nos da la capacidad de poder demorar la satisfacción y
de poder obtener refuerzos a medio y largo plazo demorando las gratificaciones
momentáneas y así poder sofocar la impulsividad que en algunos momentos tanto nos
perjudica.
Con mayor autocontrol podemos autorregular nuestras emociones y sentimientos y
ser más prácticos socialmente, en momentos generadores de estrés o en aquellos
momentos que "se necesita tener la cabeza fría".
3) La motivación
La motivación y la emoción no nos deja indiferentes, sea cual fuere, nos moviliza
hacia algún sitio. La motivación es una fuerza que nos impulsa, nos da energía
adecuada para emprender y alcanzar las metas que nos propongamos. Y las
emociones nos dan información sobre nosotros mismos y nuestros estados de ánimo,
porque son reacciones de informaciones que recibimos del exterior y nos hacen
reaccionar. Por eso en casi todos los órdenes de la vida la motivación y la emoción
son claves de cualquier logro y progreso. La motivación puede ser intrínseca o
extrínseca, dependiendo de si viene generada de uno mismo o de tu entorno, pero está
demostrado que la automotivación es la que mayor satisfacción genera, y de la que
poseemos mayor control.
4) La empatía
La empatía consiste en entender la realidad existencial del "otro", "ponerse en su
lugar", "caminar en sus zapatos"... intentando ponerse a uno mismo entre paréntesis
dejando a un lado nuestras creencias, valores, experiencias, siendo lo más neutro y
abiertos posibles.
Con ello podemos para detectar las señales externas que nos indican lo que
necesitan o quieren los demás. Esta habilidad emocional es fundamental en las
relaciones sociales, en las relaciones con los demás y en la vida.
5) Las habilidades sociales
Las habilidades sociales son, junto con la empatía, la capacidad que podemos tener
y aprender las personas para manejar y desenvolvernos de forma adecuada en las
relaciones con los otros, y dirigirnos hacia la dirección que se desee ya sea buscando
un acuerdo, conocer a una persona o ayudar a un ser querido.
A modo de resumen, en general, la inteligencia emocional es aquella cualidad que
te permite interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar situaciones difíciles y
de conflicto, fortalecer vínculos afectivos, establecer una empatía social, controlar los
impulsos y mantener niveles adecuados de humor.
Como docentes tenemos que aprender a fortalecer habilidades, conocimientos y
actitudes para mejorar tu práctica docente y contribuir al logro de los aprendizajes
relacionados a las áreas de desarrollo personal y social de niños, niñas y adolescentes,
propiciando el control y regulación de sus emociones para mejorar sus relaciones
sociales y su capacidad para resolver desafíos de su vida diaria.
Se proponen las estrategias mas pertinentes para promover en el aula, en conjunto
con los estudiantes, acciones que permitan crear un ambiente de tranquilidad y
seguridad.
Se abordarán estrategias a partir de los lenguajes artísticos (plástico, musical y
dramático, entre otros) que permitan a los niños, niñas y adolescentes, expresar sus
sentimientos y emociones través de sus creaciones artísticas.
El juego y la gramificación, también son utilizados como herramientas de
integración social y apoyo emocional.
Se ofrecen temas relacionados con el Juego pues es una actividad vital en el
desarrollo intelectual, emocional y social del ser humano, especialmente durante la
infancia, etapa en el que se desarrollan las capacidades físicas y mentales
contribuyentes en gran medida a adquirir y consolidar patrones de comportamiento,
relación y socialización.
Hay tres niveles diferentes en los cuales se manifiesta una emoción:
neurofisiológico, conductual, cognitivo. Por ejemplo cuando una persona está
furiosa experimenta taquicardia, tiene un comportamiento agresivo (grita, insulta) y
siente vivencia subjetiva de la ira. Las emociones producen reacciones
psicofisiológicas (respiración, pulso, secreciones, presión sanguínea). También suele
darse comunicación no verbal y expresiones corporales.
La manifestación neurofisiológica de las emociones se da en respuestas como
taquicardia, sudoración, vasoconstricción, tono muscular, etc. Las emociones residen
en el Sistema Nervioso Central, que es el encargado de hacerlas conscientes.
En el Sistema Límbico se encuentra el sustrato neural de las emociones. Los
neurotransmisores y las hormonas están implicados en los procesos emocionales. El
Sistema Nervioso Vegetativo y el Sistema Nervioso Periférico Somático también
juegan un papel importante.
Recientes investigaciones en neuroendocrinología y neuroquímica han posibilitado
un conocimiento de las relaciones entre la percepción subjetiva de las emociones y
los correlatos neurofisiológicos.
La observación del comportamiento del individuo permite inferir qué tipo de
emociones está experimentando. El lenguaje no verbal, principalmente las
expresiones del rostro y el tono de voz, aportan señales de bastante precisión. Las
expresiones faciales surgen de la actividad combinada de unos 23 músculos, cuyo
control voluntario es bastante difícil.
Sin embargo, siempre es posible “engañar” a un potencial observador. Siguiendo
el impulso dado por Darwin, recientemente han resurgido los estudios sobre la
expresión facial y la comunicación no verbal.
El componente cognitivo o vivencia subjetiva es lo que a veces en el lenguaje
ordinario se denomina sentimiento. Este componente hace que califiquemos un
estado emocional y le demos un nombre. El etiquetado de las emociones está limitado
por el dominio del lenguaje.
Dado que la introspección a veces es el único método de llegar al conocimiento de
las emociones. Estos déficits provocan la sensación de “no sé qué me pasa”. Lo cual
puede tener efectos negativos sobre la persona. De ahí la importancia de una
educación emocional encaminada, entre otros aspectos, a un mejor conocimiento de
las propias emociones.
Las emociones no son ni buenas ni malas, sino que constituyen un ámbito central
de la experiencia de cual las personas no son siempre son plenamente conscientes. En
este sentido, las emociones permiten al individuo un reconocimiento más
significativo de lo que le sucede y por lo mismo una vivencia más plena. Además,
conectarse con todas las emociones permite ser capaz de vincularse empáticamente
con la experiencia de otras personas.
Un desafío para los adultos respecto del aprendizaje socioemocional de niños y
adolescentes es generar situaciones que favorezcan bienestar, lo cual se asocia a la
experiencia de emociones positivas. Como plantea Labrador (2009), en el prólogo del
libro de Fernández Abascar (2009), las emociones han estado presentes en la
psicología clínica especialmente desde su dimensión negativa, como la ansiedad, la
desesperanza, el miedo, la depresión y en mucho menor medida en su dimensión
positiva, como el optimismo, la felicidad.
Es posible que esto se haya reflejado también en el área de la psicología
educacional, donde el énfasis se encuentra puesto más en los déficits que en las
competencias. Las emociones negativas surgen cuando no se ha alcanzado algo que
se deseaba conseguir, se produce una pérdida o hay una amenaza en el horizonte, en
tanto que las positivas dan cuenta de algo alcanzado y producen felicidad.
Las emociones negativas son más precisas en sus causas y orienta a una acción
concreta; por ejemplo, el niño que tiene miedo al colegio, sabe qué le causa ese miedo
y tratará de evitar, en la medida de lo posible, asistir a la escuela.
Con frecuencia, en el contexto escolar se provocan emociones negativas; por
ejemplo, de forma inconsciente, se puede inocular mucho estrés en los niños, lo que
termina por producir rechazo al colegio o alguna asignatura específica.
En cambio bajo los efectos de una emoción positiva las personas tienden a actuar
en forma menos egocéntrica, a tener más comportamientos prosociales; por lo tanto,
la generación de contextos en que se susciten respuestas emocionales positivas
tendencias a producir en los niños un efecto de acercamiento hacia sus profesores, sus
pares, y hacia el aprendizaje.
El desarrollo de las emociones positivas resulta esencial a la hora de buscar la
felicidad. Al respecto, Labrador (2009) propone algunas claves para conseguir la
felicidad:
a) Desarrollar y mantener relaciones sociales significativas y sanas;
b) Mantenerse ocupado en aquello que nos hace disfrutar;
c) Perseverar en la consecución de metas significativas;
d) Organizar y planificar la propia vida;
e) Reducir las expectativas y aspiraciones;
f) Tener un pensamiento optimista;
g) Centrarse en el presente;
h) Aceptar y valorarse a sí mismo.
Cabe destacar que, aun cuando se privilegia la idea de que el contexto emocional
debe ayudar a los niños a asociar el contexto escolar con emociones agradables y que
produzcan bienestar, esto no obsta a que el contexto escolar se haga cargo de
situaciones difíciles, dolorosas y críticas, de manera que puedan entregar contención
emocional, consuelo y apoyo cuando los eventos negativos suceden.
Frente a las experiencias dolorosas de los niños en sus experiencias cotidianas, el
contexto escolar debe ser capaz de transformarse en un tutor de resiliencia, un ámbito
que capacite a los niños para enfrentar y superar las situaciones adversas (Cyrulnik.
2009).
Tradicionalmente, la educación ha puesto el énfasis en el desarrollo cognitivo
(saber), ignorando, en gran medida, el desarrollo emocional. La educación emocional
surge a mediados de los años noventa con la intención de contribuir a dar respuesta a
las necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas en las materias
académicas ordinarias. En estos años se va pasando del saber al saber hacer, lo que ha
llevado a resaltar la importancia de las competencias básicas. Este cambio es muy
importante para la práctica educativa.
La educación emocional, además de contribuir al desarrollo de las competencias
emocionales, se propone crear un clima emocional positivo en el aula, favorable al
aprendizaje y al bienestar.
El clima de aula y el clima de centro son una consecuencia de las emociones que
viven las personas en un contexto educativo y que tiene repercusiones en el proceso
de aprendizaje y en el rendimiento académico.
El profesorado juega un papel muy importante en la creación de climas
emocionales, por lo que el primer destinatario de la educación emocional es el
profesorado.
«Conócete a ti mismo» aparecía en el frontispicio del templo de Delfos y este fue
el lema adoptado por Sócrates. Sin embargo, desde entonces la educación se ha
centrado en conocer el mundo exterior y olvidamos conocernos a nosotros mismos.
Entrar en la interioridad abre puertas al autoconocimiento, autoestima, autonomía,
responsabilidad, juicio crítico, toma de conciencia de valores, criterios morales, toma
de conciencia de la propia responsabilidad, buscar un sentido a la vida, valores,
transcendencia, etc., que son aspectos importantes para el desarrollo personal y social.
La educación emocional es una llamada de atención sobre la importancia de
conocerse a uno mismo.
Continuamente estamos recibiendo estímulos que nos producen tensión emocional.
Esos estímulos pueden ser estresores del trabajo, conflictos familiares, noticias
(guerras, violencia, desastres naturales, hambre, tortura, etc.), interrupciones, reveses
económicos, pérdidas, enfermedades, etc.
La tensión emocional puede adoptar la forma de irritabilidad, desequilibrio
emocional, problemas de relación, ansiedad, estrés, depresión, etc. La frecuencia con
que se producen estos fenómenos merece más atención de la que se le está prestando
actualmente.
El consumo de ansiolíticos y antidepresivos no ha cesado de aumentar a partir de
mediados del siglo XX. Las estadísticas sobre este tipo de consumo son realmente
espectaculares y son un indicador de los problemas emocionales que sufre la
sociedad. Desde la educación emocional se pretende abordar la dimensión preventiva
de estos fenómenos.
Tecnológicamente se ha avanzado mucho a lo largo del siglo XX. Pero por lo que
respecta a las emociones estamos atrofiados. El analfabetismo emocional se
manifiesta de múltiples formas: conflictos, violencia, ansiedad, estrés, depresión, etc.
Esto se da a lo largo de toda la vida, pero tiene una virulencia particular durante la
edad escolar.
La violencia es una de las grandes lacras de la humanidad. Muchas veces es
consecuencia de la incapacidad para regular la ira (rabia, enfado, furia, cólera, odio).
El analfabetismo emocional está muchas veces presente en las manifestaciones de
violencia descontrolada. Solamente la regulación de la ira como estrategia para la
prevención de la violencia ya justificaría dedicar tiempo, esfuerzos y formación a la
educación emocional.
En la educación, cada vez se ve más claro que el rol tradicional del profesorado,
centrado en la transmisión de conocimientos, está cambiando.
Actualmente se dan como mínimo dos fenómenos interrelacionados que obligan a
este cambio de rol: la obsolescencia del conocimiento y las tecnologías de la
información y la comunicación. Esto abre un escenario donde el alumnado adquiere
conocimientos en el momento que los necesita, a través de medios tecnológicos.
En función de esas tecnologías, el rol del profesorado cambia y pasa de la
transmisión de conocimientos a la relación emocional de apoyo en los procesos de
aprendizaje. Esto va a suponer un reciclaje en profundidad del profesorado. Uno de
los aspectos importantes de este cambio consiste en la capacidad del profesorado para
contener y canalizar las emociones de los estudiantes.
Al integrar el aprendizaje socioemocional en la estructura del día escolar, los
educadores pueden ayudar a los estudiantes a perfeccionar sus habilidades y
mentalidad existente para ayudarlos a tener éxito en la escuela y en el mundo en
general. El desarrollo de las habilidades socioemocionales depende del contexto, la
cultura y la interacción de los estudiantes con diferentes entornos.
Por tanto, es importante que las actividades relacionadas con el Aprendizaje
Socioemocional en el aula se centren en ayudar a los estudiantes a aprender,
desarrollar y practicar habilidades que tendrán que aplicar tanto en casa como en sus
comunidades.
El enfoque de integración del aprendizaje socioemocional guía a los educadores a
cómo integrarlo en el currículo y practicarlo en las rutinas diarias del aula. Usando
este enfoque, los maestros pueden apoyar el desarrollo de habilidades
socioemocionales en los estudiantes de maneras que son aplicables en varias áreas de
sus vidas, más sostenibles en el tiempo y flexibles para cambiar objetivos y
prioridades a lo largo de la vida. Este enfoque sirve como un recurso impactante para
apoyar y promover a los estudiantes al aprendizaje permanente.
Recomendamos un enfoque holístico para la integración del aprendizaje
socioemocional que logre un equilibrio entre ambientes, relaciones, instrucción,
modelado, práctica y momentos de enseñanza, en lugar de enfatizar una acción más
que las demás.
Los profesores que integran con éxito el Aprendizaje Socioemocional en el aula
integran todos los componentes anteriores y disciernen cuándo sería más provechoso
enfatizar un componente en un momento dado. Hacerlo proporciona a los estudiantes
múltiples oportunidades para aprender, observar, practicar y desarrollar
continuamente habilidades socioemocionales.
Para concluir, se hace el siguiente planteamiento
Los retos para implementar las herramientas para el menejo y estímulo
socoemocional dentro de las aulas son en su mayoría de carácter sistémico porque la
educación emocional es el resultado de las interacciones de todos los actores de la
organización educativa: alumnos, docentes, administrativos, directivos y en muchos
casos integrantes de familia.
Por lo anterior, es imposible que en un ensayo, se puedan presentar todas las
herramientas para su fomento en las aulas, sin embargo, la aportación que brinda este
ensayo consiste estructurar diversas técnicas en un marco teórico sólido que permita
la planificación de estrategias para el desarrollo general de las herramientas
socioemocionales en los
Bibliografía
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