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La aviación militar
comprende los medios materiales y humanos que conforman la fuerza aérea de
una nación. El concepto de aviación militar implica la utilización de
las aeronaves (aviones y helicópteros) con fines bélicos, ya sea para atacar al
enemigo como para brindar apoyo a las fuerzas propias, dentro de un marco
táctico y estratégico dado.
La aviación militar abarca también todo lo que está relacionado con los vuelos de
ataque y de defensa, de reconocimiento y vigilancia, de transporte, de rescate, y
otros similares, así como los sistemas de control y seguimiento de estos,
apoyados de otros medios tácticos de defensa
Aviones de ataque
Los aviones de ataque, tal como su nombre lo dice, son aeronaves
específicamente diseñadas para destruir objetivos enemigos en la
superficie, tanto terrestre como marítima.
Bombarderos
Los bombarderos son aviones diseñados para transportar una carga bélica
determinada y lanzarla sobre un objetivo, ya sea en tierra o en el mar,
teniendo muchas veces para ello que adentrarse en espacio aéreo
dominado por el enemigo.
Aviones de combate polivalentes
El cazabombardero es un avión caza que además de poder asumir la
función de defensa aérea, sirve como plataforma de ataque al suelo
El Convenio de París de 1919 estableció las bases para la regulación del espacio
aéreo en el Derecho Internacional Público, incluyendo la extensión del espacio
aéreo. En particular, el artículo 1 del Convenio establece que "el espacio aéreo por
encima del territorio de cada uno de los países signatarios se considerará como
reserva exclusiva del Estado sobre cuyo territorio se encuentra situado". Esto
significa que cada Estado tiene el derecho soberano de controlar el espacio aéreo
que se encuentra sobre su territorio y de establecer leyes y regulaciones para
gestionar su uso. La extensión del espacio aéreo en el Convenio de París de 1919
no se limita a una altura específica, sino que se considera que se extiende
indefinidamente hacia arriba. Sin embargo, la Convención del Espacio Exterior de
1967 establece que el espacio ultraterrestre comienza a una altitud de 100
kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Además, el artículo 2 del Convenio de
París de 1919 establece que cada Estado tiene el derecho exclusivo de autorizar o
prohibir la entrada de cualquier aeronave extranjera en su territorio. Esto significa
que cada Estado tiene la autoridad para decidir quién puede entrar en su espacio
aéreo y bajo qué condiciones.
En general, el Convenio de París de 1919 sentó las bases para la regulación del
espacio aéreo y estableció principios importantes para la gestión del espacio
aéreo y la aviación civil a nivel mundial. Estas disposiciones han sido ampliadas y
complementadas por otros tratados y acuerdos internacionales, como el Convenio
sobre Aviación Civil Internacional de 1944 y la Convención de Chicago de 1944.
El Convenio de París de 1919 no estableció alturas específicas en cuanto a la
extensión del espacio aéreo. En su lugar, el artículo 1 del Convenio establece que
"el espacio aéreo por encima del territorio de cada uno de los países signatarios
se considerará como reserva exclusiva del Estado sobre cuyo territorio se
encuentra situado". Esto significa que la soberanía del Estado se extiende hacia
arriba, desde el territorio terrestre hasta una altura indefinida, aunque
generalmente se considera que la extensión del espacio aéreo termina a una
altura de 100 kilómetros.
El Convenio de París de 1919 estableció las bases para la regulación del espacio
aéreo en el Derecho Internacional Público, incluyendo la extensión del espacio
aéreo. En particular, el artículo 1 del Convenio establece que "el espacio aéreo por
encima del territorio de cada uno de los países signatarios se considerará como
reserva exclusiva del Estado sobre cuyo territorio se encuentra situado". Esto
significa que cada Estado tiene el derecho soberano de controlar el espacio aéreo
que se encuentra sobre su territorio y de establecer leyes y regulaciones para
gestionar su uso. La extensión del espacio aéreo en el Convenio de París de 1919
no se limita a una altura específica, sino que se considera que se extiende
indefinidamente hacia arriba. Sin embargo, la Convención del Espacio Exterior de
1967 establece que el espacio ultraterrestre comienza a una altitud de 100
kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Además, el artículo 2 del Convenio de
París de 1919 establece que cada Estado tiene el derecho exclusivo de autorizar o
prohibir la entrada de cualquier aeronave extranjera en su territorio. Esto significa
que cada Estado tiene la autoridad para decidir quién puede entrar en su espacio
aéreo y bajo qué condiciones.
En general, el Convenio de París de 1919 sentó las bases para la regulación del
espacio aéreo y estableció principios importantes para la gestión del espacio
aéreo y la aviación civil a nivel mundial. Estas disposiciones han sido ampliadas y
complementadas por otros tratados y acuerdos internacionales, como el Convenio
sobre Aviación Civil Internacional de 1944 y la Convención de Chicago de 1944.
El Convenio de París de 1919 no estableció alturas específicas en cuanto a la
extensión del espacio aéreo. En su lugar, el artículo 1 del Convenio establece que
"el espacio aéreo por encima del territorio de cada uno de los países signatarios
se considerará como reserva exclusiva del Estado sobre cuyo territorio se
encuentra situado". Esto significa que la soberanía del Estado se extiende hacia
arriba, desde el territorio terrestre hasta una altura indefinida, aunque
generalmente se considera que la extensión del espacio aéreo termina a una
altura de 100 kilómetros.
El Convenio de París de 1919 sentó las bases para la regulación del espacio
aéreo y estableció principios importantes para la gestión del espacio aéreo y la
aviación civil a nivel mundial. Estas disposiciones han sido ampliadas y
complementadas por otros tratados y acuerdos internacionales, como el Convenio
sobre Aviación Civil Internacional de 1944 y la Convención de Chicago de 1944,
que han establecido alturas específicas para la operación de aeronaves. Por
ejemplo, la Convención de Chicago estableció que las aeronaves comerciales
deben volar a altitudes superiores a 1.000 pies sobre terreno y a altitudes
superiores a 10.000 pies sobre áreas habitadas.