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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

La Primera Guerra Mundial fue un acontecimiento bélico internacional, iniciado en Europa en


agosto de 1914, no sólo llegó a convertirse en una gran guerra total sino que trascendió al ámbito
mundial cuando intervinieron el él naciones situadas en otros continentes. Por primera ocasión en
la historia de la humanidad, una lucha armada incluía países muy alejados geográficamente,
además su evolución y desenlace dejaron una secuela de cambios trascendentales que afectaron
al mundo entero.

CAUSAS DE LA GUERRA.
Causas profundas:
La Gran Guerra, ocurrida entre 1914 y 1918, tuvo como causas profundas una serie de
acontecimientos (políticos, económicos, sociales, ideológicos) generados en Europa entre 1871 y
1914, los cuales fueron creando una situación sumamente tensa entre las potencias
hegemónicas, al grado de que cualquier circunstancia fortuita podía hacer estallar un conflicto de
grandes dimensiones.
La rivalidad imperialista: Al comenzar el siglo XX, Gran Bretaña había
empezado a ser desplazada de su posición de preponderancia como
potencia capitalista por el fuerte crecimiento industrial de Alemania, seguida
por Estados Unidos y Japón. A esta nueva rivalidad se le sumaban otras
naciones europeas como Francia, Austria-Hungría, Italia y los Países Bajos,
que continuaban desarrollando su capitalismo industrial en espera de
alcanzar la mayor porción en el reparto imperialista del mundo. Al mismo
tiempo, el exagerado crecimiento del capitalismo monopolista de aquella
época provocó la existencia de considerables excedentes de producción
que obligaban a los gobiernos a adoptar políticas cada vez más
proteccionistas, con lo que dificultaban la libre circulación de mercancías e intensificaban la
carrera competitiva por el predominio político económico sobre territorios estratégicos que les
permitieran contar con mercados exclusivos.
Esta situación generaba un constante temor de los gobiernos imperialistas ante la amenaza de
que les fueran arrebatadas las zonas geográficas bajo su influencia y se vieran entonces
obligados a ceder sus mercados a las potencias rivales. Por esta razón esos gobiernos decidieron
tomar dos medidas una de ellas gravitó en torno a la creación de un sistema de alianzas
diplomáticas con el propósito de evitar un nuevo conflicto armado, y la otra, aparentemente
contradictoria, consistió en el fomento de una industria de guerra impulsada por los avances de la
ciencia y la tecnología.
Sistema de alianzas: Tenían como propósito la creación de ligas diplomáticas que fortalecieran
las relaciones entre potencias capitalistas situadas en posiciones geográficas estratégicas, de
modo que se comprometieran a defenderse entre sí en caso de que cualquiera de ellas fuera
agredida por alguna de las naciones rivales. De esta manera, se formaron dos bloques contrarios,
los cuales buscaron equilibrarse internamente para protegerse de manera recíproca, uno de esos
bloques es la Triple Alianza, estaba integrado por Alemania, Austria Hungría e Italia y el otro, la
Triple Entente, fue compuesto por Gran Bretaña, Francia y Rusia.*
La paz armada: El sistema de alianzas permitió que Europa viviera una etapa de paz
relativamente larga, ya que desde 1870, las grandes potencias europeas habían logrado evitar
enfrentamientos bélicos, pero al mismo tiempo impulsaban fuertemente el crecimiento y desarrollo
de su industria de guerra, situación contradictoria que dio origen a que el periodo comprendido
entre 1871 y 1914 fuera recordado como la etapa de la paz armada. En relación muy estrecha
con el progreso industrial en aquella época de cambios acelerados y de interés personal por la
prosperidad económica, continuamente surgían nuevos descubrimientos científicos que
generaban innovaciones tecnológicas puestas al servicio de las fuerzas militares de las naciones.
Es notable el crecimiento del arsenal de guerra, no sólo en lo que se refiere al aumento de
material bélico, sino a la fabricación de nuevas armas, cada vez más potentes y mortíferas, y de
modernos medios de transporte que harían más eficiente la movilización de tropas en caso de un
posible enfrentamiento internacional. A esta carrera armamentista se le agregaba el enorme
desarrollo en los ejércitos de las potencias europeas con la prolongación del servicio militar y el
aumento del número de soldados, elementos que permitían a los jefes de estado, preparar
estrategias militares que les garantizaran la victoria. La Europa de comienzos del siglo XX se
preparaba para la guerra al mismo tiempo que, paradójicamente le temía y trababa de evitarla.
Nacionalismos: La ideología nacionalista, que adquirió gran fuerza en los primeros años del
siglo XIX con motivo de las invasiones napoleónicas, se fue acrecentando en todos los pueblos
por diferentes razones. En las naciones imperialistas, los avances tecnológicos y el desarrollo del
capitalismo fomentaban entre sus habitantes un orgullo nacional que justificaba la rivalidad con el
resto de las potencias, aunado a un sentimiento de superioridad hacia los pueblos no
industrializados, en la medida en que podían dominarlos e imponerles sus condiciones
económicas y políticas. Por otra parte, entre los pueblos dominados el nacionalismo tomaba
formas libertarias, aumentadas por el hecho de ver su territorio hecho presa de la rivalidad
imperialista y expuesta a servir de campo de batalla en el caso de un enfrentamiento armado
entre las potencias rivales. Este último enfoque del nacionalismo constituirá el fundamento de un
incidente que serviría de pretexto para desencadenar el conflicto europeo que llegó a alcanzar
dimensiones mundiales.
La propaganda: Conocedores del sentimiento nacionalista de sus pueblos, los gobiernos de las
potencias europeas se valieron de los medios de difusión para estimular el crecimiento de ese
nacionalismo que, ligado al odio contra los países rivales, dispusiera el ánimo de la población en
contra de éstos en el caso de sobrevenir una guerra. Este tipo de propaganda se convirtió en un
factor de tensión más que preparaba el camino para llegar al estallido de un conflicto
internacional, en el que se vería envuelta una generación de jóvenes europeos a quienes no les
había tocado todavía la experiencia de vivir una situación de guerra.
Causas circunstanciales o inmediatas:
Las crisis marroquíes y balcánicas: La atmósfera de paz que Europa vivió entre 1871 y 1914
se limitaba a las relaciones entre las naciones poderosas, ya que en otros territorios cercanos se
vivía una severa crisis política relacionada con la rivalidad imperialista. En ese tiempo, los
territorios de Marruecos y los Balcanes, constituían las zonas de mayor fricción en los momentos
en que las grandes potencias industriales, principalmente Inglaterra y Alemania, entablaban una
feroz competencia por la búsqueda de nuevos recursos y mercados. En estos territorios
estratégicos se desató a principios de siglo XX una serie de crisis políticas que sirvieron de
pretexto a las potencias europeas para poner a prueba el equilibrio de fuerzas entre los dos
bloques del sistema de alianzas. Pero la crisis de mayor transcendencia, por la influencia directa
que tendría en la Gran Guerra europea, fue la ocurrida en los Balcanes a partir de octubre de
1908, cuando Austria-Hungría se anexó los territorios de Bosnia Herzegovina, a los que
administraba como colonias desde hacía treinta años. Serbia protestó ante la agresión austríaca y
pidió la ayuda de Rusia, pero este país no estaba en condiciones de enfrentar por sí solo una
nueva guerra después de la derrota que había sufrido en el enfrentamiento con Japón en 1905.
Los serbios recurrieron entonces a la Inglaterra y Francia para solicitarles ayuda, Francia se les
negó argumentando que la invasión austriaca en los Balcanes no amenazaba sus “intereses
vitales”, en tanto que Inglaterra solo brindó su apoyo diplomático para tratar de evitar un conflicto.
En consecuencia Serbia tuvo que aceptar la anexión de Bosnia Herzegovina al Imperio Austro
Húngaro como algo inevitable.
A partir de este acontecimiento las relaciones ente Austria Hungría y Serbia se volvieron más
tensas y en Serbia surgieron sociedades secretas formadas por ultranacionalistas que deseaban
liberarse de los Habsburgo y alcanzar una unidad de todos los pueblos eslavos. En 1912, Serbia
se unió a Bulgaria para constituir la Liga Balcánica, bajo la protección de Rusia, con el doble
propósito de prevenir una nueva ocupación por parte de Austria Hungría y liberar a los pueblos
eslavos del sur que todavía estaban bajo el dominio del Imperio Otomano. Poco tiempo después
Grecia y Montenegro ingresaban a la Liga Balcánica, con lo cual consiguieron vencer al Imperio
Otomano, influyendo en su proceso de desintegración. Después de esta victoria Bulgaria atacó a
sus antiguos aliados de la Liga, pero fue vencida por Serbia, que se fortaleció con este nuevo
triunfo al cuadruplicar su territorio. La nueva situación de Serbia preocupó al gobierno austriaco,
que empezó a prepararse para enfrentar un posible ataque de ese país. La última fase de la crisis
balcánica dio comienzo en junio de 1914 con el llamado Incidente de Sarajevo, motivo
circunstancial que encendería el polvorín político de Europa. Este
hecho tuvo lugar el 28 de ese mes en la capital de Bosnia, cuando
el príncipe heredero de la Corona austrohúngara, Francisco
Fernando, fue asesinado junto con su esposa cuando realizaban
una visita a la ciudad de Sarajevo con el propósito de demostrar el
dominio de la dinastía Habsburgo sobre esa región de población
eslava, incorporada recientemente al Imperio Austro Húngaro.
El gobierno austrohúngaro, suponiendo que las autoridades de Belgrado (capital de Serbia)
tenían alguna responsabilidad en el atentado, trató de aprovechar la oportunidad para eliminar a
Serbia. Así Austria, apoyándose en Alemania, que la incitaba a proceder energéticamente, envió
un severo ultimátum al gobierno serbio, que éste consideró inaceptable porque una de las
condiciones atentaba contra la propia soberanía nacional. Esta negativa condujo al rompimiento
de relaciones diplomáticas entre los dos países, en tanto que Rusia advertía a gobierno austriaco
que no permanecería neutral en el caso de un ataque contra Serbia.
El gobierno de G. Bretaña, preocupado por problemas políticos internos causados por los
separatistas irlandeses, trató de evitar el estallido de un conflicto internacional apelando al
arbitraje diplomático, para lo cual convocó a una conferencia internacional, pero la propuesta
británica fue rechazada por Alemania, aparentemente interesada en precipitar los
acontecimientos hacia el conflicto armado. El 28 de julio de 1914, Austria Hungría declaró la
guerra a Serbia y en seguida, Rusia movilizó sus tropas contra el ejército austrohúngaro sin llegar
a romper relaciones con ese imperio, prometiendo retirarse si se cambiaba el ultimátum dirigido a
Serbia. Inglaterra intervino de nuevo para evitar una guerra y propuso que Austria ocupara
Belgrado como garantía y aceptara mientras tanto la negociación de un compromiso con las
grandes potencias. Pero la nueva propuesta también fue rechazada, en este caso por el gobierno
austríaco, por lo que Rusia se vio obligada a declarar la guerra y el día 30 de julio movilizó sus
ejércitos contra Alemania y Austria Hungría. El 1 de agosto Alemania declaraba la guerra a
Rusia. En esos momentos, el conflicto bélico se planteaba entre estos tres países. Pero dos días
después el gobierno alemán también le declaraba la guerra a Francia, que se negaba a aceptar
las condiciones de neutralidad.
Hasta entonces, el gobierno británico no había adoptado una posición definitiva con respecto a
las declaraciones de guerra de sus aliados, pues consideraba que podía mantenerse al margen
del conflicto si éste se limitaba a un asunto entre Austria Hungría y Rusia, lo que hizo confiar a los
alemanes en que G. Bretaña no intervendría directamente en el conflicto armado. Sin embargo, la
situación cambió cuando el 4 de agosto, los alemanes pusieron a práctica sus planes de invasión
contra Francia a través de Bélgica, país todavía neutral. Fue entonces cuando Inglaterra declaró
la guerra a Alemania, al negarse ésta a escuchar las advertencias inglesas sobre el respeto a la
neutralidad. Por otra parte Japón, que buscaba ampliar su zona de influencia en China del norte
trató de evitar un enfrentamiento con la Entente y con Estados Unidos y declaró la guerra a
Alemania el día 23 de agosto. De esta manera el sistema de alianzas, creado para mantener la
paz, precipitaba el comienzo de la Gran Guerra Europea.

CONTENDIENTES Y ARMAMENTO
Se enfrentan en los comienzos del conflicto Rusia, Francia, Inglaterra, Serbia y Bélgica con
Alemania y Austria Hungría. Italia, al no satisfacer Viena sus reivindicaciones adriáticas, se
proclama neutral, Rumania, Bulgaria y Grecia son solicitadas por los dos campos y esperan un
momento propicio para decidirse. Turquía se identifica sin titubeos con Alemania, a la que le ligan
en los últimos años lazos estrechos, pero no se atreve a entrar en el conflicto inmediatamente.
Es la primera guerra en la que participan casi simultáneamente las principales potencias del
mundo. Los beligerantes son potencias industriales, que se ven precisadas a llamar a la población
rural para incrementar el número de sus soldados o para ocupar los puestos vacios en las
fábricas, de esta forma el déficit alimentario llega a ser grave y los contendientes dependen del
abastecimiento exterior, al tiempo que se moviliza a mujeres para el transporte y el trabajo en las
fábricas e incluso se solicita mano de obra en los países neutrales.
La Entente dispone de una enorme superioridad en población, en materias primas y en facilidades
de acceso a las grandes rutas marítimas, pero los imperios centrales se habían preparado con
mayor meticulosidad para la guerra. Las tropas alemanas son disciplinadas, están bien provistas
de artillería pesada y de armas automáticas. El Estado mayor alemán tiene en su cartera desde
1905 el llamado Plan Schlieffen, el cual, previendo la lentitud de la movilización rusa, dispone un
ataque rápido en el Oeste para atender en una fase posterior el frente Este, es el que va a aplicar
Moltke. En principio, el potencial militar de la Entente es más débil. El ejército ruso carece de
infraestructura logística par una movilización rápida, Inglaterra no ha establecido el servicio militar
obligatorio y en consecuencia no posee suficiente número de soldados, Francia, que va a sufrir el
choque inicial, es una nación menos poblada, menos industrializada y con armamento menos
moderno que Alemania.
Guerra de países industriales y de alto nivel de tecnificación, va a caracterizarse por sus
innovaciones en el armamento. Los alemanes poseen fusiles de disparo continuo y automático, la
ametralladora va a cambiar los sistemas de combate en 1915, los gases asfixiantes, utilizados por
los alemanes este mismo año, parecen un arma decisiva, pero las potencias de la Entente la
neutralizan con la producción rapidísima de máscaras antiguas. Aparecen los primeros aviones
pero todavía juegan un papel más importante especialmente en misiones de observación, los
dirigibles como los zeppelines germanos. En el mar los submarinos llegan a desempeñar
misiones claves, más que en combates en las tareas de bloqueo. Los primeros tanques carecen
todavía de maniobrabilidad, pero en contraposición los camiones para traslado de tropas de
infantería y armas revolucionan las tácticas, mediante la posibilidad de efectuar maniobras
envolventes a una velocidad hasta entonces impensable.

DESARROLLO DE LA GUERRA.
El transcurso de la Primer Guerra Mundial presenta dos fases sucesivas. La primera, derivada
directamente del Incidente de Sarajevo, comprende un lapso de casi tres años, entre agosto de
1914 y marzo de 1917, y compromete de manera directa sólo a las potencias europeas en
conflicto. La segunda fase da comienzo en marzo de 1917 (cuando la lucha se convierte en
“mundial” con la intervención militar de Estados Unidos en los campos de batalla europeos y el
abandono de la neutralidad de algunos países de Iberoamérica a favor de los aliados de la
Entente) y termina en noviembre de 1918, fecha en que concluye la guerra.

La fase europea
La Guerra de Movimientos (1914)
Siguiendo las previsiones del Plan Schlieffen, basado en el cálculo de que el ejército ruso
necesitaría varias semanas para colocar en el frente toda su potencia, los alemanes atraviesan
Bélgica y se lanzan sobre Francia empujando a los ingleses hacia Mons y a los franceses hacia
Charleroi. La batalla de las fronteras revela el error de cálculo del Estado Mayor francés sobre los
efectivos germanos. Moltke continúa la penetración y el gobierno francés abandona París. El 2 de
setiembre las vanguardias alemanas llegan a Senlis, a 25 kilómetros de la capital francesa. El
contraataque, planificado por Joffre, se concentra en el Marne, donde se ha colocado el ala
derecha alemana. Los alemanes corrían el peligro de ser desbordados, de ver cortadas sus
comunicaciones. La batalla de Marne supone el fracaso de Plan Schlieffen y provoca la
sustitución de Moltke por Falkenhayn como generalísimo alemán.
Fracasado el avance, los alemanes inician las batallas de Flandes, la carrera hacia el mar,
ocupando sucesivamente Ypres, Gante y Brujas. Aseguran así sus comunicaciones a través de
las llanuras belgas, pero a cambio de renunciar al hundimiento francés. Un frente de 800
kilómetros desde la costa del canal de la Mancha a la frontera suiza señala la situación de los
ejércitos. En el Oeste ha fracasado el plan de movimientos en profundidad de los alemanes.
En el Este, en los últimos días de agosto y primeros de setiembre, los alemanes derrotan a los
rusos en Tannenberg y en los Lagos Masurianos en la Prusia oriental. Aquí descubre Hindenburg
la capacidad como táctico de su lugarteniente Ludendorff. Pero estos éxitos tienen dos
contrapesos los austríacos retroceden en Galitzia y los Balcanes, y Moltke carece de refuerzos en
el Oeste, tras ser detenido en el Marne. Los rusos habían sufrido graves pérdidas pero habían
contribuido al no hundimiento del frente francés. En agosto el Japón declara la guerra a Alemania
y en pocos días ocuparon sus posesiones en China y el Pacífico. Turquía entra en la guerra como
aliado de Alemania en noviembre y bombardea los puertos rusos de Odessa Sebastopol. A
finales de 1914 se vislumbra que la guerra va a ser larga.
La Guerra de Posiciones (1915-1916)
Una lección ha dejado el año 1914, la supremacía de las posiciones defensivas sobre la
penetración ofensiva. Puesto que ningún ejército tiene potencial suficiente para romper, se
impone la edificación de posiciones estáticas. Y surgen las trincheras. Se excavan kilómetros de
fosos, se consolidan con sacos terreros, se refuerzan con casetas de cemento. Las
ametralladoras, las armas más útiles en la defensa de posiciones que en el asalto, deciden las
tácticas de una guerra defensiva. En 1915 aparecen los gases asfixiantes y lanzallamas, y en
1916 los primeros tanques, pero las nuevas armas no resultarán decisivas para romper las
posiciones. Mientras en occidente los alemanes han quedado frenados en proyecto de avanzar
hacia París, en el Este obtienen éxitos sucesivos sin ningún resultado decisorio. Porque si era
verdad que los rusos habían perdido un cuarto millón de hombres en la región de Corltz, no lo era
meno que los alemanes no podían avanzar indefinidamente por los helados espacios
continentales rusos. Así lo comprendió Falkenhayn.
En mayo de 1915 tras sopesar las ventajas territoriales que le prometen los aliados, Italia entra en
el conflicto al lado de las potencias de la Entente. Y nuevos beligerantes amplían las dimensiones
del conflicto, Bulgaria apoya a los centrales, Rumania a los occidentales.
Estabilizados los frentes, se ensaya la estrategia del pueblo débil. Es preciso descubrir un punto
donde se puede desgastar la potencia enemiga en una batalla de larga duración, para afrontar en
una fase posterior la penetración decisiva. Con estos planteamientos en el año 1916 debe
considerarse operación clave la de Verdún – Somme. Para los alemanes el punto débil francés se
localizaba en Verdún, para el Estado Mayor francés el eslabón débil germano se situaba en el
Somme. A partir de febrero de 1916 los alemanes atacaron en oleadas sucesivas, pero el general
Petain, empleando la red ferroviaria parisina, traslada refuerzos en los momentos precisos. En la
cruenta batalla de diez meses perecieron cerca de setecientos mil hombres entre los dos bandos.
Pero los alemanes no pudieron romper y el camino hacia París permaneció infranqueable. Desde
julio se inician ofensivas en Somme que obligan a los germanos a retirar cuerpos de ejército de
Verdún.
Segunda fase
La crisis de 1917
El año 1917 se va a caracterizar por tres acontecimientos: la intervención de los Estados Unidos
en el conflicto, la retirada de Rusia después de la revolución y una crisis profunda, de cansancio,
que afecta a todos los países.
En enero el presidente Wilson había proclamado su propósito de neutralidad, en febrero rompe
sus relaciones diplomáticas con Alemania. El 2 de abril el Congreso de los Estados Unidos
declara la guerra a Alemania. Este cambio de actitud fue provocado por el bloqueo alemán. Ya
desde 1915 existía bloqueo teórico, pero se reducía a simples pronunciamientos verbales. En
enero de 1917 Alemania declara en estado de bloqueo las costas inglesas y francesas y amenaza
con hundir a los neutrales que transporten mercancías con este destino. El 19 de marzo el vapor
Vigilantia es hundido con su tripulación. Sería éste el casus bellis. Pero la decisión de la
intervención en la guerra europea no está provocada simplemente por fricciones y
enfrentamientos en el océano. El comercio de los Estados Unidos con Inglaterra y Francia era
muy intenso, para posibilitar los pagos la Banca Morgan se había otorgado a los dos gobiernos
créditos ilimitados. La guerra submarina suponía una amenaza para muchas empresas de
exportación norteamericanas. Un gesto diplomático desafiante, el telegrama Zimmerman, en el
que el gobierno alemán promete apoyo a México para recuperar las tierras que los Estados
Unidos le habían arrebatado, colma el vaso. La intervención de los Estados Unidos supuso el fin
de la angustia financiera inglesa y francesa, ya que se acordaron anticipos de estado a estado por
una cantidad de diez mil millones de dólares: el bloqueo contra Alemania se estableció con mayor
eficacia, los estados de América Latina comenzaron a apoyar a los aliados con mayor decisión,
las enormes reservas demográficas e industriales de los Estados Unidos terminaron reflejándose
en la marcha de las operaciones.
En Rusia, los sufrimientos de la guerra contribuyeron a la caída del régimen zarista. En noviembre
se firma un armisticio y en febrero de 1918 la paz de Brest-Litovsk. Pero Alemania, no muy
confiada en la retirada rusa, mantuvo un millón de hombres en el frente oriental.
El cansancio de los combatientes se percibe en todos los países. En Francia los soldados
intentan dirigirse a París y Pétain ha de restaurar la disciplina con gran energía. Una
consecuencia de la paz con Rusia es al mayor presión alemana sobre el frente italiano, donde
obtiene la victoria de Caporetto.
El retorno de las grandes ofensivas (1918)
La desaparición del frente del Este permite a Ludendorff disponer de más efectivos e iniciar una
gran ofensiva (marzo) en la Picardía, donde se abre una brecha de 80 kilómetros entre los
ingleses, que se repliegan hacia los puertos del Noroeste y los franceses, que intentan cubrir un
camino de París. Los aliados comprenden que deben unir sus esfuerzos y crean un mando único,
cuya dirección se encomienda al francés Foch. Una segunda ofensiva de Ludendorff ha de
detenerse por falta de reservas suficientes.
Por su parte, Foch inicia en junio una serie de ofensivas simultáneas y con cierta sorpresa
comprueba la debilidad de las líneas alemanas. El material de guerra norteamericano había
producido ya la inferioridad germana y su hundimiento es muy rápido. El 8 de agosto en
Montdidier el declive alemán es claro, en setiembre Ludendorff declara imposible la resistencia, el
11 de noviembre se firma el armisticio. Dos días antes ha huido Guillermo II y se ha proclamado la
República de Berlín.*

Etapa final
Los Tratados de PAZ
El 18 de enero de 1919 comenzaron en París las conferencias internacionales de paz, en las que
solamente participaron los vencedores ya que por primera vez en la historia de los tratados
internacionales se negaba la participación a los países vencidos. Además, Rusia no fue invitada
por los Aliados a participar en las negociaciones de paz para no correr el riesgo de que se
extendieran las ideas comunistas del nuevo gobierno soviético. La decisión definitiva
correspondió a los representantes de las potencias sobresalientes: G. Bretaña, Estados Unidos,
Francia, Italia y Japón, quienes ratificaron los acuerdos.
No resultó fácil para los conferenciantes llegar a una resolución, porque en el nuevo reparto
territorial cada nación tenía intereses particulares que de alguna manera afectaban a las demás y
por lo mismo, se buscaba que los tratados satisficieran a todos los vencedores y dejaran a
Alemania totalmente derrotada, para evitar una nueva guerra. Al establecer los tratados de paz,
los Catorce puntos de Wilson no fueron aceptados en su totalidad por el resto de los
conferenciantes, porque las propuestas del presidente estadounidense defendían la soberanía
nacional y la autodeterminación de todos los pueblos, tanto vencedores como vencidos, a lo cual
se oponían las potencias europeas triunfadoras que no querían desaprovechar la oportunidad de
dejar las Potencias Centrales fuera del reparto imperialista del mundo, e incluso pretendían
excluirlas de la política internacional aunque fuera temporalmente con el propósito de evitar toda
posibilidad de revancha. Después de varios días de discusiones y deliberaciones, durante los
cuales se establecieron algunos acuerdos menores, se llegó al documento más importante y
definitivo, el Tratado de Versalles, firmado el mes de enero de 1919, por el que se hacía
responsable de la Gran Guerra a Alemania, imponiéndole severas condiciones, y se creaba
además la Sociedad de Naciones con base en la propuesta de Wilson.
Las principales condiciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles fueron las
siguientes:
● El país germano perdía todas sus colonias, que serían entregadas a las potencias
vencedoras.
● Se ratificarían las fronteras en beneficio de Francia a la que se le devolverían Alsacia y
Lorena, Bélgica, Dinamarca, Polinia y Lituania.
● Se obligaba a Alemania a pagar una indemnización por los daños y gastos causados por la
guerra, para lo cual se establecía una comisión especial encargada de determinar, al cabo
de dos años, la cifra total de dinero que debería ser pagada. Además se obligaba a
entregar una parte de su marina mercante, a construir en un lapso de cinco años 200 mil
toneladas de buques armados para las potencias aliadas, así como entregar a éstas una
determinada cantidad de ganado, material ferroviario y carbón.
● Se disponía la liberación de los prisioneros de guerra y la entrega de más de 800
criminales de guerra que serían juzgados por las naciones afectadas. De entre éstos se
exigía la entrega del emperador Guillermo II.
● Se prohibía a Alemania poseer un ejército mayor a 100 mil hombres y tener servicio militar
obligatorio, además de forzarla a reducir considerablemente su armamento, en adelante no
contaría con submarinos ni con aviación militar, de manera que su escuadra de guerra se
reducía a unas cuantas naves. Se le obligaba también a desmilitarizar la zona fronteriza
con Francia, en donde no podría tener tropas ni construir fortificaciones.

En setiembre de 1919 se firmó el tratado de paz con Austria, a la que se hizo también
responsable de la guerra, por el que se limitaba su ejército al tiempo que se le obligaba a
reconocer la separación completa de Hungría y la liberación de las diversas minorías étnicas
(checos, yugoslavos, eslavos, rumanos) para que formaran naciones independientes, con lo cual
se atendía una de las propuestas de Wilson. Austria se vio obligada también a ceder a Italia
algunos territorios, se le prohibió asimismo que se integrara a Alemania, e incluso que se
considerara como Estado alemán. Hungría también fue señalada como responsable de la guerra
por haber pertenecido al imperio austriaco y se le obligó a ceder algunos territorios a favor de los
países vencedores. Bulgaria y Turquía, que participaron en la guerra al lado de las Potencias
Centrales, también perdían algunos territorios que serían repartidos entre Gran Bretaña y Francia.

CONSECUENCIAS INMEDIATAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.


CONSECUENCIAS POLÍTICAS.
En el plano internacional, el final de la guerra produce una división política y un nuevo tipo de
relaciones enmarcado en la Sociedad de Naciones, que se estableció con la esperanza de que la
diplomacia lograra impedir el estallido de otra guerra. Dentro de la nueva división política es
importante destacar el derrumbamiento definitivo de los grandes imperios territoriales de Europa
occidental y central, que absorbían pueblos de distinto origen étnico, los cuales tuvieron la
oportunidad de convertirse en naciones independientes acogiéndose al principio de
autodeterminación tomado de la doctrina Wilson.
Con respecto al nuevo tipo de relaciones internacionales, el fin de la guerra hizo desaparecer la
alianza entre los países de la Entente, lo cual volvió a poner en primer plano los intereses
imperialistas de cada nación, manifiestos ya en las discusiones que se presentaron durante las
conferencias de paz, sobre todo porque el progreso económico de Estados Unidos y Japón,
acrecentado gracias a la guerra, ofrecía una nueva forma de competencia internacional a la que
ahora se agregaba el nuevo Estado comunista soviético surgido de la Revolución Rusa.
Es importante hacer notar la oposición que encontraron las propuestas de paz de Wilson por
parte de las naciones europeas vencedoras, porque tal circunstancia está ligada con la negativa
posterior del Senado estadounidense a ratificar las clausulas del Tratado de Versalles,
puntualizando el hecho de que las potencias europeas, aun cuando no estuvieran completamente
de acuerdo con los Catorce Puntos, si habían estado dispuestas a aceptar precisamente el que
se refería a la formación de la Sociedad de Naciones, lo cual habría de significar que Estados
Unidos se vería comprometido en los problemas y en las guerras de estos países, por lo tanto, en
función de esta política aislacionista del Senado estadounidense y en virtud de que no fueron
aceptadas las modificaciones a la cláusula de formación solicitadas por sus senadores, el
gobierno de Estados Unidos rechazó finalmente el Tratado de Versalles y se negó a ingresar a la
Sociedad de Naciones. Posteriormente, este país firmó por separado tratados de paz con
Alemania, Austria y Hungría.
En los países vencidos, la situación política interna se caracteriza principalmente por el
derrumbamiento definitivo de las monarquías absolutas, unido al desplazamiento del poder
dinástico y de la nobleza de sangre, en un mundo profundamente transformado que
necesariamente tiene que dejar atrás las obsoletas estructuras del Antiguo Régimen.
Aprovechando la debacle de las instituciones políticas y la agudización de los problemas sociales
en estos países, van tomando auge los grupos socialistas, respaldados ahora desde la Rusia
Soviética, y esto da origen a nuevos y serios enfrentamientos internos.

CONSECUENCIAS ECONÓMICAS.
La consecuencia económica más destacada consiste en el cambio que se experimenta en el
ámbito mundial, cuando Europa tiene que ceder su puesto hegemónico a Estados Unidos, no sólo
a causa de las enormes deudas contraídas sino también por las considerables pérdidas
materiales que sufrió durante el desarrollo del conflicto. El costo de la guerra significó para
Francia el 30% de su riqueza nacional, para Inglaterra el 32%, para Italia un 26%, Alemania
perdió el 22% y Estados Unidos sólo un 9%. Sin embargo, Alemania resultó ser la más
perjudicada en virtud de que las pérdidas de guerras significaron un serio retroceso en su avance
industrial, pues antes del conflicto se había acercado ya, de forma paralela a Estados Unidos, al
nivel de desarrollo económico que tenía Inglaterra. Pero las economías británica y francesa
sufrieron también cuantiosas pérdidas y daños en su infraestructura.
Por otra parte, en contra de lo que pudiera esperarse, la adquisición de nuevos territorios no
representó un beneficio inmediato para los países europeos vencedores, sino que les planteó
nuevos problemas a superar en el momento en el que debieron iniciar una recuperación que se
prolongaría varios años, en medio de las crisis económicas que se presentarían en la década
siguiente como preludio de una gran crisis posterior.

CONSECUENCIAS SOCIALES.
El costo más alto del conflicto armado fue sin lugar a dudas el de la pérdida de vidas humanas.
Aunque ni siquiera hoy, a principios del siglo XXI es posible establecer cifras del todo confiables
acerca del número de bajas, se estima que de los 65 millones de hombres movilizados murieron
cerca de 10 millones. Alemania perdió un millón 800 mil, Francia un millón 400, G. Bretaña casi
750 mil, Rusia, la nación que sufrió la muerte de más soldados, cerca de dos millones 300 mil. En
el caso de Estados Unidos, su entrada tardía en la guerra supuso que de un total de tres millones
800 mil combatientes fallecieran 114 mil. En conjunto, se estima que la Primera Guerra Mundial
provocó un promedio de 5509 bajas de soldados por día. Pero no debe olvidarse las bajas de
civiles, que fueron muy elevadas en algunos países. Se calcula que el conflicto, por causas
directas o indirectas provocó la muerte de dos millones de rusos y de 800 mil alemanes y en
Rumania, donde la población sufrió en gran medida por razones de ocupación militar, hubo una
cantidad de muertes civiles similar a la de Alemania.
Las secuelas del conflicto bélico afectaron profundamente a los sobrevivientes quienes resultaron
dañados psicológica, moral y económicamente, además de quedar resentidos contra sus
gobernantes que los habían alentado y empujado a una situación de guerra como no la había
vivido pueblo alguno. Sobra decir que el sentimiento mayor se daba entre la población de las
Potencias centrales, cuya indignación creció y generó en algunas personas un peligroso deseo de
venganza cuando se conocieron las cláusulas de los tratados de paz, que ponían de rodillas a los
antes poderosos imperios alemanes y les negaban la posibilidad de llegar a unificarse en una sola
nación, como había sido el anhelo de los pueblos germanos mucho tiempo atrás.
La situación social y económica generada por la guerra en todos los países europeos
involucrados llevó a la organización de movimientos de protesta por parte de las clases
trabajadoras, que demandaron el respeto a sus derechos y el mejoramiento de sus condiciones
de vida. Estas organizaciones obreras eran semejantes a las que se habían formado antes de la
guerra, pero una de ellas constituía una novedad y fue producto directo de la lucha armada: el
movimiento feminista que surgió como consecuencia de la incorporación de la mujer al trabajo
industrial, para la ausencia de los hombres enviados al frente. Este movimiento demandaba la
creación de leyes que protegiesen a la mujer no sólo en los aspectos laborales, sobre los que se
pedía igualdad de derechos que los hombres, sino también en lo concerniente a la maternidad y
legislación sobre la familia, el divorcio y el aborto. La simple mención de esas peticiones sirve de
ejemplo acerca de la importante transformación que se estaba dando en la mentalidad de las
sociedades europeas como resultado de la guerra, transformación que se reflejó en todos los
ámbitos: en las instituciones familiares, la educación, el arte, la tecnología, y en todos los
elementos de la cultura occidental colocada, por razones históricas, a la vanguardia del mundo.

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