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Aunque todo el mundo creyó que sería breve, la Primera Guerra Mundial se
prolongó por espacio de cuatro años (1914-1918). Tras una fase de
estancamiento en que la muerte de centenares de miles de soldados en las
trincheras apenas movió los frentes, en 1917 los Estados Unidos entraron
en la guerra en apoyo del bando aliado, que resultaría a la postre el
vencedor. Las tensiones de la guerra propiciaron en octubre de 1917 el
triunfo de la Revolución Rusa, la primera de las revoluciones socialistas,
que se convertiría en referencia para las organizaciones y partidos de la
clase obrera en el siglo XX. Con la devastación demográfica y económica
ocasionada por la Primera Guerra Mundial se inició el declive de la Europa
occidental en favor de nuevas potencias emergentes: los Estados Unidos,
Japón y la URSS.
La Europa de 1914
Ciertamente, la única arma eficaz contra las trincheras era la artillería, pero
ni siquiera los bombardeos de saturación podían garantizar una ruptura del
frente, ya que eran contrarrestados por la mayor eficacia de las medidas de
protección personal y la complejidad de la red defensiva, que incluía el
escalonamiento en profundidad de las fuerzas de reserva. Sin embargo,
mientras los frentes se mantenían incólumes, las trincheras registraban
espantosas carnicerías. Después de cada batida de la artillería, el terreno
quedaba arrasado, cubierto de hombres destrozados o mutilados. Las
trincheras se convirtieron en un infierno porque, además, las condiciones
higiénicas eran deplorables; el abastecimiento, insuficiente; y la tensión,
insoportable. El uso intensivo de armas como los gases letales obligó
además a los soldados a luchar con unas máscaras que reducían la
visibilidad e intensificaban su angustia.
La Segunda Guerra Mundial, en efecto, fue una nueva «guerra total» (como
lo había sido la «Gran Guerra» o Primera Guerra Mundial, 1914-1918),
desarrollada en vastos ámbitos de la geografía del planeta (toda Europa, el
norte de África, Asia Oriental, el océano Pacífico) y en la que gobiernos y
estados mayores movilizaron todos los recursos disponibles, pudiendo
apenas ser eludida por la población civil, víctima directa de los más
masivos bombardeos vistos hasta entonces.
Mussolini y Hitler
Sin embargo, para los fascistas, las formaciones comunistas y los sindicatos
obreros eran poco menos que agentes de Moscú, es decir, una conjura
organizada por enemigos exteriores para debilitar a la nación. Este
inequívoco y furibundo anticomunismo acabaría resultando clave en su
acceso el poder. Su mensaje no sólo caló paulatinamente entre las legiones
de descontentos que había dejado tras de sí la guerra, sino que, en los
momentos decisivos, el fascismo recibió el apoyo de las clases dominantes,
temerosas de una revolución social como la que había liquidado la Rusia de
los zares en 1917.
En mayo de 1940, Hitler lanzó una tercera ofensiva, esta vez contra
Francia, que resultaría en una victoria tan aplastante como las de Polonia y
Escandinavia: bastó poco más de un mes para que toda Francia quedase
bajo el control efectivo de Alemania. Convencidos de que, al igual que en la
Primera Guerra Mundial, el conflicto iba a dirimirse en las trincheras, los
generales franceses habían reforzado las fronteras (Línea Maginot), pero
descuidaron la región de las Ardenas, considerando que sus bosques y
montañas eran intransitables para las unidades blindadas del Reich.
Siguiendo el plan del general Erich von Manstein, el Estado Mayor escogió
precisamente las Ardenas como punto de paso hacia Francia. El 10 de mayo
de 1940, las fuerzas alemanas iniciaron los ataques sobre Holanda y
Bélgica, y cuatro días más tarde, el grueso del ejército alemán caía sobre
Francia desde las Ardenas, haciendo inútil la Línea Maginot. Con uso masivo
de divisiones de tanques (Panzer) y de unidades especializadas como las de
paracaidistas y la aviación (Luftwaffe), que destruían puntos claves, las
tropas alemanas se lanzaron sin impedimentos sobre el Canal de la
Mancha, dejando embolsadas las tropas británicas y francesas en la zona
de Dunkerque. Inexplicablemente, los alemanes detuvieron durante su
avance dos días, dando tiempo a que franceses e ingleses pudiesen
completar, el 4 de junio de 1940, el reembarco de sus efectivos (más de
trescientos mil soldados) hacia Gran Bretaña.
Hitler en París, pocos días después de la ocupación (23 de junio de 1940)
Como aliado de Alemania e Italia, países con los que había sellado el Pacto
Tripartito de 1940, Japón había comenzado a ocupar algunas colonias
británicas, francesas y holandesas del Asia Oriental con la ayuda, en
muchos casos, de los nacionalistas nativos. El expansionismo del militarista
Imperio japonés chocaba con los intereses de los norteamericanos, que
bloquearon las exportaciones de petróleo y acero y congelaron los activos
japoneses en el país, entre otras sanciones económicas.
Las inmensas deudas que Inglaterra había contraído con Estados Unidos y
el triste papel de Francia en la guerra habían dejado sin voz a la devastada
Europa. La desafiante actitud de Stalin y el inicio de la «Guerra Fría»
empujaron decididamente a Estados Unidos a situar bajo su órbita la
Europa occidental (incluida Grecia y los vencidos: Italia y la nueva
República Federal Alemana) y sustraerla a la influencia de los partidos
comunistas europeos y de la Unión Soviética. En 1947, el presidente
Truman aprobó el Plan Marshall, así llamado por su promotor, el secretario
de Estado George Marshall. En el fondo, el plan diseñaba una reconstrucción
favorable a los intereses de los Estados Unidos, pues preservaría la
demanda europea de productos americanos; pero aquella sabiamente
administrada lluvia de millones, invertida fundamentalmente en
infraestructuras, dio un gran impulso a la economía europea, que en sólo
doce años rebasó los índices de producción de 1939. Perdido el liderazgo
político, la Europa occidental lograría, al menos, recuperar el protagonismo
económico.
Churchill, Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta (1945)
Se le conoce como Primera Revolución Industrial después de que años más tarde
se produjera una nueva revolución industrial, conocida como Segunda Revolución
Industrial. En los siglos XX y XXI se produjeron la Tercera Revolución Industrial y
la Cuarta Revolución Industrial, respectivamente.
Antes de continuar y como dato curioso, cabe destacar que en esta fecha tuvo su
origen la publicidad como disciplina.
La máquina de vapor fue la base sobre la que se asentó todo el desarrollo que
vino propiciado como consecuencia de la Revolución Industrial. Este invento fue
posible gracias a algunos elementos, como la existencia de combustibles como el
carbón o el hierro.
Causas políticas
Por una parte, la Revolución burguesa del siglo XVII había triunfado, dándose con
ello la abolición del sistema feudal. El sistema se basaba en una monarquía que
había desechado el absolutismo que se daba en otros países europeos.
Como consecuencia, Inglaterra vivió una época de estabilidad, sin sobresaltos
revolucionarios y con unas mayores libertades civiles.
Causas socioeconómicas
Causas geográficas
Al igual que las causas que llevaron a la Revolución Industrial, las consecuencias
se dejaron notar en diferentes ámbitos. Así pues, en resumen, las consecuencias
de la Primera Revolución Industrial, se pueden dividir en tres bloques.
Por otra parte, las ciudades comenzaron a crecer de forma muy importante. Si la
llegada de población rural a las ciudades fue una de las causas de la Revolución
Industrial, este fenómeno se multiplicó posteriormente. Al mismo tiempo que la
mecanización del campo caminaba pareja a la introducción de nuevas tecnologías,
aumentaba la mano de obra excedentaria.
Las sociedades occidentales y gran parte del planeta beben directamente de aquel
fenómeno, que significó unos cambios sin precedentes. La economía, los medios
de transportes y de comunicación e, incluso, las estructuras sociales no serían las
mismas si Inglaterra no hubiese albergado aquella revolución.
De hecho, muchos hablan de un “corto siglo XX” para referirse al ciclo iniciado por
la Revolución Rusa de 1917 y cerrado por la Caída de la Unión Soviética en 1991.
La Revolución de Febrero
La Revolución de Octubre
El plan ideado por los bolcheviques fue tomar el poder del país durante el II
Congreso de los Sóviets, catalogando cualquier intento en su contra de un acto
contrarrevolucionario.
Se instauró el Comité Militar Revolucionario de Petrogrado (CMR), controlado por
los bolcheviques, otorgándoles todo el control de la fuerza y arrinconando así en poco
tiempo al Gobierno provisional, al cual le fue arrebatado formalmente el poder en
pocas semanas. Sin embargo, los enfrentamientos continuaron a lo largo de Rusia en
diversas etapas.
Con el poder bajo el mando de los bolcheviques, se llevaron a cabo las votaciones de
la Asamblea Constituyente Panrusa, en la que los Socialistas Revolucionarios
resultaron vencedores por un amplio margen (380 escaños), seguidos por los
Bolcheviques (168 escaños) y luego el resto de los partidos.
Renuentes a entregar el poder a la Asamblea Constituyente, que Lenin consideraba
menos democrática que los sóviets, los Bolcheviques iniciaron una campaña alegando
que la suya era “una democracia superior” y a través de una serie de enfrentamientos
encendieron la mecha de la Guerra Civil venidera. Así se disolvió en enero de 1918
la Asamblea Constituyente legítimamente electa y se expulsó los sóviets a los
partidos socialistas la primavera siguiente.
Lenin contribuyó al pensamiento marxista y fue uno de los más grandes revolucionarios.
Sin embargo, no todo acabó ese mismo año, sino que duró unos diez años (1789-
1799) de cambios violentos y organización popular, durante los cuales se
dictaminaron los primeros derechos universales del ser humano, se le arrebató a
la Iglesia Católica mucho del poder que detentaba y se redactó la primera
constitución republicana de la historia occidental.
El rigor del absolutismo. El absolutismo daba a los reyes todo el poder político, legal
y económico, sin que se les pudiera contradecir en ningún sentido, lo cual les hizo
también responsables de los desastres económicos que ocurrieran, fuera o no
realmente su responsabilidad.
Las desigualdades del régimen feudal. Se estima que de los 23 millones de
habitantes de la Francia de la época, apenas 300 mil pertenecían a las clases
privilegiadas de la aristocracia o del clero. La gran masa restante era pueblo llano con
menores derechos y posibilidades.
La miseria y marginación del pueblo llano. Las condiciones de vida del pueblo llano
eran paupérrimas: hambre, marginación, enfermedad, trabajo esclavizante y ninguna
perspectiva de ascenso social o de mejoría.
Las ideas de la Ilustración. Las ideas respecto a la igualdad entre los hombres y la
fe en la razón de filósofos y escritores como Voltaire, Rousseau, Diderot
o Montesquieu, influyeron enormemente sobre la mentalidad de la época, forjando las
aspiraciones a un sistema social más moderno y menos influenciado por la Iglesia y
la religión.
Consecuencias de la Revolución Francesa
Fin del orden feudal. Se acabó con la monarquía y con la separación de la sociedad
en clases fijas e inamovibles: aristocracia, clero y siervos. Así, renació la república
como sistema de gobierno en Occidente.
Proclamación primera de los derechos humanos universales. El lema de libertad,
igualdad y fraternidad condujo a la redacción de la primera ley de derechos humanos
sin distinción de raza ni credo ni nacimiento.
Influencia en las colonias americanas. Las colonias americanas de Europa vieron
en la Revolución Francesa un ejemplo a seguir y sus ideales marcaron huella en sus
propios procesos de independencia.
Ascenso del bonapartismo. El ascenso de Napoleón Bonaparte y su imperio
francés, así como las guerras europeas que le sucedieron, pusieron fin a este período
histórico.
REVOLUCION BURGUESA
En otras palabras, los burgueses son aquellas personas que suelen poseer
propiedades y cierto capital acumulado. Esto, a diferencia de la clase obrera o los
estratos más bajos.
Las revoluciones burguesas se llevaron a cabo desde finales del siglo XVIII,
siendo el ejemplo más representativo la Revolución francesa de 1789 (se dieron
posteriormente otras revoluciones en Francia a inicios de siglo XIX). Lo mismo
sucedió en otros países europeos y en América con la independencia de las
colonias.
Conviene aclarar, antes de terminar, que antes del siglo XVIII se dieron otros
movimientos que pueden considerarse como revoluciones burguesas precoces,
como la Guerra de los ochenta años (1568-1648). Esta determinó la
independencia de los Países Bajos respecto a la corona española.
Otro ejemplo es la revolución inglesa de 1646, que se saldó con la pérdida del
poder absoluto por parte del monarca inglés, en 1668. Así, se marcó el inicio de la
democracia parlamentaria británica que conocemos.
REVOLUCION ATLANTICA
El término “Guerra Fría” fue acuñado por el escritor inglés George Orwell (1903-
1950) en 1945, en su ensayo “You and the Atomic Bomb” (“La bomba atómica y
tú”) publicado en el diario Tribune.
Esto no significa que fuera un conflicto menor, o que no tuviera un inmenso costo
humano. De hecho, la Guerra Fría involucró a gran parte del mundo, al cual dividió
en dos bloques enfrentados, a lo largo de sus más de 40 años de duración.
Abarcó, entre otros conflictos, la segunda parte de la Guerra Civil China (1946-
1949), la Guerra de Corea (1950-1953), la Guerra del Sinaí (1956), la Guerra de
Vietnam (1955-1970) y la Guerra Afgano-Soviética (1979).
Desde Revolución Rusa, Estados Unidos intentó frenar el avance del comunismo.
Los antecedentes de la Guerra Fría datan de inicios del siglo XX, según algunos
autores en la competencia entre el Imperio Ruso y los Imperios Occidentales por
la hegemonía política y económica, en lo que tuvo mucho que ver la Primera
Guerra Mundial.
De hecho, fue en 1917 cuando inició el enfrentamiento entre capitalismo y
comunismo, en el marco de la guerra civil rusa y la posterior Revolución de
Octubre que depuso el gobierno de los zares e instauró en su lugar la primera
nación socialista de la historia. Los Estados Unidos intervinieron en dicho conflicto,
a favor del Movimiento Blanco y en contra del Ejército Rojo revolucionario.
La Guerra Fría se cobró millones de vidas en los conflictos bélicos que provocó.
Gorbachov realizó cambios que impulsaron la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética.