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Gestión Del Cambio JBC 2017 - C13
Gestión Del Cambio JBC 2017 - C13
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Este tema está desarrollado extensamente en mi libro Responsabilidad social.
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Una reacción típica cuando se menciona la responsabilidad social es algo así “¡esta em-
presa no es de caridad!” y no se profundiza más. Es un ejemplo del bloqueo mental que se
produce cuando alguien dice a priori, “no puedo” o “no se puede” (lo que sea: ser responsable
o estudiar una carrera…). Aquí se puede apreciar con claridad cómo el lenguaje condiciona
la conducta.
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En cuanto a las empresas, podemos citar a María de los Ángeles Gil (2003, p.
50): “La empresa, en el desarrollo de sus funciones, se proyecta más allá de
sí misma e incide así en todo el sistema social que le rodea”.
Entonces, desde el punto de visión sistémica que impregna este libro, la res-
ponsabilidad social es una palanca para lograr cambios permanentes en un
sistema, por ejemplo, puede ser el propósito que el trabajador se está haciendo
de cuidar su integridad física para no afectar a sus hijos.
Recuérdese que cada uno de nosotros normalmente está donde quiere estar.
Ya aprendimos (supone el autor) que no somos víctimas de las circunstancias
sino dueños de nuestro destino.
Productividad
Podemos establecer una relación directa entre responsabilidad social y valor
agregado, porque definitivamente con la responsabilidad social se crea ri-
queza. Luego podemos agregar otra palabra: productividad, base de la renta-
bilidad económica y social.
Una faceta de la responsabilidad social es el necesario avance hacia la pro-
ductividad y la eficiencia, haciendo cada vez mejor lo que hacemos bien. Co-
rregir lo que está mal es obvio, aunque no tan obvio, porque hay organizacio-
nes que parecen haber internalizado las malas prácticas.
Se trata de un mandato social de creación de riqueza, porque debemos admi-
nistrar con eficiencia y efectividad los bienes que tenemos a cargo, como en
la parábola de los talentos (Mt. 25,14). No es suficiente con mantener algo,
porque tal vez los recursos que ahí se emplean podrían invertirse en otras
tareas con mayor impacto. Es decir, hay que considerar el costo de oportuni-
dad.
256 Juan Bravo C.
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Si los motivos son otros, tales como robos de productos o de tiempo, mal trato entre em-
pleados o cualquier forma de acoso, entonces el despido debe ser inmediato, porque sería una
irresponsabilidad mantener en la organización a esa clase de personas.
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Se trata de Nolberto Troncoso, en un banco transnacional, quien comentó con emoción su
caso en un curso cerrado dictado por el autor (Universidad de Chile, octubre de 2002), donde
participaban 25 ejecutivos de ese banco. El resto de los participantes confirmó la veracidad
de los comentarios. En el mismo banco existían varios otros ejemplos de evitar desvincular.
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BancoEstado (Chile), donde la dirección ha promovido la práctica de evitar despedir, in-
corporándola en el rediseño de los procesos.
258 Juan Bravo C.
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En El mundo feliz, relata que un experimento de tener solamente Alfas+ (personas super-
dotadas) derivó en guerras que acabaron con toda la población del territorio asignado.
260 Juan Bravo C.
Hacernos responsables
Los costos sociales son concretos, reales y los asumen personas con nombre
y apellido. Si se evitaran dejaría de filtrarse tanta riqueza. Aquí hay amplia
oportunidad de abordar pequeños proyectos con una rentabilidad social es-
pectacular: cien veces lo invertido, mil veces y más, todo por… hacernos res-
ponsables.
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VAN social
En el desarrollo de proyectos debemos incorporar en forma rutinaria y obli-
gatoria el cálculo del VAN social (VAN = Valor Actual Neto o beneficio actual
de un proyecto de inversión) como complemento del VAN interno del pro-
yecto.
Es algo que ya está sucediendo, poco a poco se toma conciencia del impacto
en el medio producto de las mejoras internas, como, por ejemplo, un cambio
que evita a los clientes cuentacorrentistas tener que desplazarse a las sucursa-
les del banco, así se ahorran millones de horas que pueden destinarse a labores
productivas y se crea valor social (VAN social). Por ejemplo, en un banco el
VAN interno de un proyecto de ese tipo era de alrededor de US$ 200.000 a
cinco años plazo. El VAN social, considerando el mismo plazo fue de US$
5.000.000 (surge de valorar el tiempo de las personas a US$ 2 por hora).
Esta es la característica de la responsabilidad social, un pequeño esfuerzo in-
terno (que además normalmente genera beneficios) provoca grandes efectos
en el VAN social (o riqueza social o Bien Común).
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Los llamados Yuppies en el Wall Street de los 80 hacían un juego de evitar inversiones
en las empresas para mejorar los resultados de corto plazo y vender rápidamente las acciones
a inversionistas incautos, encandilados con utilidades anuales superiores al 20%. Luego veían
desaparecer su inversión al quebrar la empresa. No es tan diferente a elevar artificialmente
ganancias como sucedió con los créditos hipotecarios incobrarles en Estados Unidos en 2008
y que originó la crisis Subprime o, más cercano, la crisis de tiendas La Polar en Chile en 2011
con las repactaciones no convenidas de créditos vencidos que no se reflejaban como pérdidas.
262 Juan Bravo C.
13.8. Compensaciones
Cuando las personas están perdiendo su tiempo esperando ser atendidos, hay
un costo individual y social grande. Justo es que la respectiva institución que
ha decidido fabricar pobreza se responsabilice por ello. Puede sonar duro de-
cir que “ha decidido” cuando no ha hecho nada, sin embargo, no decidir es
una forma de decisión, con el agravante de la comodidad.
Se puede proponer que al menos se considere una renta promedio (digamos
de US$ 1.000) y facilitar que esas instituciones devuelvan a los clientes el
valor del tiempo que les hicieron perder por diseños ineficientes, porque un
mínimo de equidad es definir reglas del juego que obliguen a la institución a
absorber su propia ineficiencia en lugar de traspasársela a los usuarios.
En realidad, el autor espera fomentar la eficiencia más que los pagos de estas
instituciones irresponsables. En todo caso, una propuesta que parece tan utó-
pica ya tiene una implementación en Argentina (Diario El Mercurio de San-
tiago, 13 de febrero de 2003, A6): “En Río Negro, el consumidor es rey. La
justicia de esa provincia argentina ratificó la validez de una ley que obliga a
los bancos y otras entidades que realizan trámites de pagos y cobros al público
a no hacer esperar a los usuarios más de 30 minutos. La ley establece multas
de entre 191 y 3.184 dólares para la entidad que no cumpla”.
Lo más probable es que una señal de este tipo llevara rápidamente a diseñar
procesos más eficientes y humanos, sin necesidad de provocar empobreci-
miento. ¡Esto es real! Veamos cifras grandes: si en Chile cinco millones de
personas pierden 100 horas al año esperando ser atendidos, esto significa qui-
nientos millones de horas perdidas, que a US$ 6 son 3.000 millones de dólares
destinados a fabricar pobreza.
En Chile, poco a poco se toma conciencia y se comienzan a ver experiencias
de mayor productividad pública y privada, por ejemplo, los avances de ven-
tanilla electrónica, el apoyo al emprendimiento, las facilidades para obtener
diversos certificados, los avances para simplificar la contabilidad y las decla-
raciones de impuestos, renovación expedita de licencias de conducir, bonos
médicos electrónicos, el aporte de www.chileatiende.cl y más.
Son pequeños avances que con el tiempo se pueden materializar en realiza-
ciones de más amplio alcance.