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Tema 2.

Epistemología : Conocimiento y verdad

TEMA 2. EPISTEMOLOGÍA:
CONOCIMIENTO Y VERDAD.

ÍNDICE

1. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.


1.1. ¿Qué es la epistemología?
1.2. Concepto y grados de conocimiento.

2. HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO.


2.1. Facultades o procesos cognitivos.
2.2. La abstracción como operación básica del conocimiento.

3. TEORÍAS SOBRE EL FUNDAMENTO Y EL ORIGEN DEL


CONOCIMIENTO.
3.1. Empirismo y Racionalismo.
3.2. Constructivismo de Kant.
3.3. El constructivismo en la neurociencia actual.
3.4. Epistemología evolucionista de Karl Popper.

4. LA VERDAD. TIPOS DE VERDAD.


4.1. Verdad de hechos.
4.2. Verdad de proposiciones.
A) Verdad de las proposiciones empíricas.
-a) Verdad como correspondencia.
-b) Verdad como coherencia.
-c) Verdad como utilidad.
B) Verdad de las proposiciones formales.

5. TEORÍAS SOBRE LA POSIBILIDAD Y LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO.

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Tema 2. Epistemología : Conocimiento y verdad

1. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.

1.1.¿Qué es la epistemología?

La moderna epistemología nos enseña que vivimos en una especie de Matrix.

Sin duda, muchas veces te habrás preguntado si algo que te han contado o has visto por la
televisión es realmente cierto o no, o cómo se sabe tal o cual cosa que has leído en un libro o en
Internet. O incluso te habrás planteado si podemos llegar a conocer la respuesta a todas nuestras
preguntas, o si, por el contrario, hay interrogantes que nunca podremos desvelar.
Existe una rama de la filosofía que se encarga de examinar todas estas cuestiones: la
epistemología o teoría del conocimiento. En ella se estudia todo lo referente a dicho concepto: qué se
entiende por conocimiento, cuáles son las herramientas de que disponemos para adquirirlo, y de qué
manera podemos clasificar los distintos tipos de conocimiento y si existen o no límites para el mismo. La
epistemología tiene una relación muy estrecha con la psicología (la ciencia que estudia la mente y la
conducta).

1.2.Concepto y grados de conocimiento.

El conocimiento es una explicación de la realidad que


nos permite comprenderla mejor: entender sus causas y
poder predecir algunas de sus consecuencias. En este
sentido, el conocimiento (propiamente dicho) es una forma
de saber que se puede distinguir de otras formas de saber o
grados de conocimiento. Según Platón, estos grados son:

-Opinión: Es una apreciación subjetiva de la que no


podemos decir que estemos seguros y que tampoco
podemos probar ante los demás. Se basa en nuestros
intereses, creencias, deseos.... pero no suele apoyarse en razones contundentes, y a menudo en ningún
tipo de razones (“yo opino que la filosofía es falsa. Porque sí, porque esa es mi opinión y punto”).

-Creencia. Podemos distinguir dos usos o tipos fundamentales:


• Uso dubitativo. Expresa que no estamos realmente seguros de la verdad de lo que afirmamos,
si bien poseemos razones importantes para afirmarlo (“yo creo en Dios aunque no esté seguro del todo,
porque me parece una injusticia que una persona muera joven de una muerte atroz y que todo se acabe
para ella”).
• Uso asertivo. En este segundo caso, hablamos de creencia cuando estamos seguros de algo,
aunque no tengamos suficientes pruebas para demostrarlo (“Estoy completamente seguro de que Dios
existe, porque la mayoría de la gente de muchas culturas distintas cree en Dios y eso no puede ser una
casualidad”).

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La creencia se diferencia de la opinión en que intenta aportar más razones o justificaciones que
ésta. Tanto la creencia como la opinión son subjetivas, pero la creencia es de algún modo más objetiva
que la religión. Podemos decir que la creencia se encuentra a medio camino entre la opinión y el
conocimiento, puesto que se trata de una cuestión de grados y no de todo o nada.

-Conocimiento racional (logos) o conocimiento propiamente dicho. Es una afirmación de la que


estamos seguros, pero que, además, podemos probar. Poder justificar racionalmente algo (dar razones)
es lo característico del conocimiento. Así, una afirmación deja de ser meramente subjetiva y pasa a ser
conocimiento objetivamente verdadero (aceptable por todos, no solo por mí). El ejemplo que da Platón
son las matemáticas.

OPINIÓN CREENCIA CONOCIMIENTO


RACIONAL
Seguro - + +
Justificable - - + +
Objetivo - - +

2. HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO.

2.1. Facultades o procesos cognitivos.

Herramientas del conocimiento.

Ahora vamos a determinar cuáles son los instrumentos de que disponemos para conocer la
realidad que nos rodea: dichas herramientas del conocimiento reciben el nombre de facultades o
procesos cognitivos. Entre ellos podemos destacar fundamentalmente los cinco siguientes: sensación,
percepción, memoria, imaginación y pensamiento. Veamos en qué consiste cada una de estos procesos,
tal como los estudia la psicología experimental:
-1) Sensación: es el resultado de la activación de los órganos sensoriales del organismo (vista,
oído, olfato, gusto, tacto). Los órganos sensoriales recogen estímulos del exterior (fotones, electrones,
moléculas) y los convierten en descargas eléctricas, que constituyen los impulsos nerviosos que luego
son enviados a través de los nervios hasta el cerebro. La sensación nos pone en contacto con la realidad.
-2) Percepción: este proceso tiene lugar en el cerebro, y nos permite construir representaciones
o imágenes mentales de la realidad a partir de los datos proporcionados por los sentidos. La percepción
organiza e interpreta los datos sensoriales, configurando así una imagen unitaria y coherente del objeto
externo. Esto es así porque no percibimos sensaciones aisladas, sino que construimos una imagen total –

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llamada “percepto”– que agrupa y combina lo que serían datos simples, como olores, colores, formas,
etc.
-3) Memoria: si la percepción nos permite formarnos imágenes mentales más o menos fieles de
la realidad, la memoria nos posibilita retenerlas y recordarlas en el futuro. Esta capacidad para retener
experiencias del pasado permite tanto el aprendizaje como nuestra continuidad e identidad como
personas. No obstante, con el tiempo, la huella que dejan nuestras experiencias se puede ir diluyendo,
de manera que se hace imposible el recuerdo. Entonces se produce el olvido, o incapacidad para
recuperar información almacenada en la memoria.
-4) Imaginación: es la capacidad de reproducir imágenes (en este sentido, está muy relacionada
con la percepción y la memoria), pero sobre todo de modificar y crear otras nuevas con mayor libertad y
espontaneidad. Hay dos tipos de imaginación: reproductora, cuando trata de representar la realidad
(imágenes que recrean paisajes, objetos, o gente conocida, por ejemplo); y creadora o fantástica, cuando
crea, inventa o anticipa nuevas imágenes, de modo que recrea un mundo diferente del real (imágenes de
seres de ficción, idealización de personas, etc.).
-5) Pensamiento: abarca un conjunto de operaciones mentales complejas como son:
 razón: capacidad de dar argumentos lógicos y coherentes para explicar la realidad,
 análisis: capacidad de descomponer un problema o situación en sus diversos elementos,
 síntesis: capacidad de reunir y relacionar elementos de diversas situaciones,
 inducción o generalización: capacidad de hacer afirmaciones generales a partir de casos
particulares y
 abstracción o formación de conceptos: es la capacidad de construir conceptos, es decir,
ideas abstractas como “manzana”, “árbol”, “humanidad”, “justicia”, etc... Es la operación
más básica del pensamiento.

2.2. La abstracción como operación básica del conocimiento.


En general se considera que el conocimiento de la realidad comienza con la experiencia o los
datos sensoriales que recibimos de esta. Ahora bien, la experiencia sensorial necesariamente tiene lugar
en un momento y un lugar determinados, y aquello que percibimos es algo concreto: este árbol, esta
mesa, esta persona... Es decir, la sensación y la percepción siempre se refieren a algo particular.
Sin embargo, a partir del conocimiento de un caso o varios casos particulares podemos aspirar a
un conocimiento de mayor alcance y con pretensión de objetividad (no solo poder afirmar: “este caballo
es mamífero», sino: “todos los caballos son mamíferos»). ¿Cómo es ello posible? Gracias a la operación
mental que conocemos como abstracción. Al abstraer “purgamos” un conocimiento de sus aspectos
particulares o circunstanciales. Por ejemplo, estamos haciendo abstracción del concepto de árbol si, al
observar muchos árboles concretos, hacemos la operación mental de no tener en cuenta (abstraer,
eliminar) las distintas tonalidades que en ellos hemos detectado, los diferentes tamaños que hemos
observado, las varias formas de hojas que hemos encontrado, los tipos de frutas que hemos visto, etc.
Esa abstracción es imprescindible para conocer qué es un árbol, es decir, para saber qué es lo común a
todos los árboles del mundo y qué es lo que distingue a todo árbol del resto de las cosas del mundo.

Árboles concretos Árbol abstracto (concepto)

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3. TEORÍAS SOBRE EL FUNDAMENTO Y EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO.

3.1. Empirismo y Racionalismo.

Aristóteles Locke Platón Descartes Kant Popper

Los filósofos discuten si hay que situar la base del conocimiento en los datos que nos aportan los
sentidos, o si por el contrario el fundamento del saber humano debe recaer en la razón. Esto ha dado
lugar a dos teorías opuestas:

-1) Empirismo: los empiristas (Aristóteles, Locke) defienden que el conocimiento debe partir
siempre de la experiencia de los sentidos y apoyarse en ella, si no quiere perderse en elucubraciones y
fantasías. Para un empirista, la verdad más evidente sería alguna sensación que estuviera
experimentando en ese momento (por ejemplo, “tengo frío»). Por tanto, el fundamento y origen del
conocimiento es la experiencia.
Según los empiristas, al nacer nuestra mente es una tabula rasa, es decir, una hoja en blanco.
Desde que nacemos y según vamos teniendo experiencias comenzamos a copiar contenidos en nuestra
mente, y al asociar unos con otros adquirimos el conocimiento. Por tanto, los empiristas rechazan que
haya ideas innatas: para ellos, solo existen las ideas adquiridas o aprendidas.

-2) Racionalismo: los racionalistas (Platón, Descartes) argumentan que, como los sentidos no
son siempre fiables, es la razón y no la experiencia la única que puede constituir un fundamento sólido
para el conocimiento. Por ello, un racionalista entiende que las verdades que podemos conocer de
manera más clara y evidente son siempre las que reconoce nuestra razón (2 + 2 = 4, por ejemplo).
Los racionalistas entienden que nuestra mente dispone de conocimientos desde el nacimiento.
Así, según ellos, no todas las ideas que poseemos proceden del aprendizaje a través de la experiencia,
sino que la mayor parte son innatas, es decir, se encuentran en nuestra mente al nacer.
La polémica entre ambas posiciones adquirió una gran importancia en la discusión filosófica de
los siglos XVII y XVIII, y aún continúa en la actualidad. Por ejemplo, hay biólogos y psicólogos empiristas
que consideran que el ser humano no nace con ningún conocimiento innato y que debe aprenderlo todo
a lo largo de la vida; por el contrario, hay biólogos y psicólogos racionalistas para quienes el ser humano
nace con muchos conocimientos y habilidades mentales innatas.
Pero hay una tercera posición que pretende superar y sintetizar las dos anteriores: el
constructivismo, cuyos dos máximos representantes son los filósofos Immanuel Kant y Karl Popper.
Defiende que el fundamento y origen del conocimiento es la suma de experiencia y razón, y que el
conocimiento está formado por ideas o conceptos construidos a partir de la experiencia de los sentidos y
de unas cuantas ideas o conceptos innatos.

EMPIRISMO RACIONALISMO CONSTRUCTIVISMO


(Aristóteles, Locke) (Platón, Descartes) (Kant, Popper)

Fundamento y origen Experiencia Razón Experiencia


del conocimiento (de los sentidos) + Razón

Contenidos Ideas adquiridas Ideas innatas Ideas o conceptos construidos.


del conocimiento (o aprendidas) principalmente mediante experiencia +
ideas o conceptos innatos

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3.2. Constructivismo de Kant.

Esquema del constructivismo kantiano.

Con la intención de superar el antagonismo entre las posiciones empirista y racionalista, en el


último tercio del siglo XVIII Immanuel KANT trató de formular una explicación que recogiera los aspectos
más válidos de ambas. Todavía hoy, en el siglo XXI, la teoría de Kant –conocida como constructivismo– no
ha sido superada en gran parte, aunque sigue teniendo bastantes críticos. Según Kant, el fundamento y
origen del conocimiento es tanto la experiencia de los sentidos, como unas cuantas ideas o conceptos
innatos (14, en total) que denomina “formas a priori” y que son necesarios para organizar los datos de
los sentidos. Los contenidos de nuestro conocimiento son ideas o conceptos construidos por nuestra
mente, a partir de la experiencia de los sentidos y de las 14 ideas o conceptos innatos. En el proceso del
conocimiento participan simultáneamente tres facultades humanas: sensibilidad, entendimiento y razón.

-Sensibilidad (o Sensación): Para poder alcanzar conocimiento, necesitamos recibir datos o


estímulos externos a través de los sentidos. Sin éstos no descubrimos nada nuevo y, por tanto, no
podemos lograr conocimiento alguno, porque conocer es alcanzar una información nueva, algo que
estaba oculto para nosotros.
Ahora bien, cualquier dato sensorial que nos llega desde el exterior de nuestra mente está
localizado en un punto del espacio y en un momento del tiempo. Así, la sensibilidad es la facultad que:
• Recoge los datos o estímulos externos.
• Sitúa esos datos en un espacio y un tiempo concretos. El espacio y el tiempo son conceptos
innatos que existen dentro de nuestra mente desde que nacemos: Kant los denomina “formas a priori de
la sensibilidad”. No podemos decir que el espacio y el tiempo existan en el mundo real, sino solo que
nuestra mente los crea para situar en ellos los estímulos que captamos a través de los sentidos.

-Entendimiento (Percepción + Abstracción): Los datos o estímulos que capta nuestra sensibilidad
son inconexos y están completamente deslavazados y desordenados. Por ejemplo, al ver un árbol
nuestra sensibilidad recibe muchos estímulos a la vez: las múltiples partes que constituyen el árbol, sus
formas y tamaños, las uniones entre ellos, los colores, los puntos de luz, etc. Es necesaria, por tanto, otra
facultad que pueda crear una síntesis, es decir, que pueda agrupar y ordenar esa diversidad caótica de

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estímulos. El proceso de síntesis es como armar un rompecabezas formado por miles de piezas, siendo
cada una de ellas un estímulo. A dicha síntesis Kant la denomina fenómeno empírico (“empírico” quiere
decir que proviene de la experiencia): el árbol que percibimos es un fenómeno empírico. En la psicología
y la neurociencia actuales, hablamos de “representación mental”.
Esta capacidad del entendimiento se debe a que trabaja mediante unas ideas o conceptos que ya
tiene incorporados desde que nacemos y que compartimos todos los seres humanos: Kant los denomina
“formas a priori del entendimiento” o Categorías. Las Categorías son conceptos innatos, es decir, no los
hemos aprendido (a diferencia de otros conceptos como “árbol”, “gato”, “casa”, etc.), y nos sirven para
ordenar y estructurar la información recogida por nuestros sentidos.
Por ejemplo, una de las Categorías del entendimiento (hay 12 en total) es la de sustancia u
objeto: gracias a ella podemos percibir la realidad como formada por objetos distintos, siendo cada
objeto una sustancia sólida, estable, permanente y con unos bordes que la delimitan. Asimismo,
podemos establecer relaciones de causa y efecto entre los fenómenos gracias a la Categoría de
causalidad, es decir, la idea innata de que todo lo que ocurre tiene una causa. Si no tuviéramos las
Categorías innatas de sustancia y causalidad, no podríamos distinguir unos objetos de otros (por
ejemplo, pensaríamos que una mesa es el mismo objeto que el suelo que la sostiene), o no
entenderíamos que meter la mano en el fuego es la causa de que nos quememos. En suma, sin las
Categorías innatas no podríamos conocer nada.

-Razón (Pensamiento): Para Kant, la Razón es una facultad de la mente humana que nos lleva a
plantearnos el porqué de las cosas de manera constante. Como la cadena de los sucesivos “porqués”
tiende a hacerse infinita, y nuestra Razón no puede pensar la infinitud, eso la lleva a crear lo que Kant
llama “ideas metafísicas”; es decir, ideas que no tienen su origen en la experiencia, pero a las que
inevitablemente recurre el ser humano para explicarse la realidad. Tales ideas son sobre todo tres: la
idea de Alma (que intenta explicar por qué somos seres racionales), la idea de Dios (que intenta explicar
por qué existimos y qué nos ocurrirá tras la muerte) y la idea de Libertad (que intenta explicar por qué
podemos elegir y tomar decisiones). Kant llega a la conclusión de que no puede haber conocimiento
sobre esas entidades metafísicas, ya que no tienen su origen en la experiencia. Por tanto, la Razón no
puede ni afirmar ni negar su existencia. Pero es inevitable pensar en ellas.
En conclusión, Kant afirma que racionalistas y empiristas acertaban y se equivocaban en parte:
ya que sin experiencia no hay conocimiento, como sostenían los empiristas, pero sin las formas a priori
(ideas o conceptos innatos de la sensibilidad y el entendimiento) el conocimiento tampoco es posible. El
ser humano construye su propio conocimiento del mundo con ayuda tanto de la experiencia sensible
como de las formas a priori. Este conocimiento del mundo, formado por lo que Kant llamaba
“fenómenos empíricos” y hoy en día llamamos “representaciones mentales”, no es una simple copia del
mundo sino una construcción, es decir, una creación de nuestra mente.

Para los empiristas, en cambio, nuestro conocimiento del


mundo es una mera copia de éste y no una construcción, una copia
que aprendemos o adquirimos gracias a nuestra experiencia a lo
largo de toda la vida. Para los racionalistas, nuestro conocimiento
del mundo también es una copia de éste, solo que es innata y
heredada en lugar de haber sido aprendida. Podemos afirmar que
hoy en día, en pleno siglo XXI, el constructivismo de Kant es la
teoría dominante en epistemología, así como en la psicología y las
neurociencias. No obstante, sigue conviviendo con posturas
empiristas y racionalistas más o menos matizadas.
La psicología del desarrollo ha estudiado experimentalmente si los bebés poseen los conceptos innatos
o “formas a priori” de los que hablaba Kant. La psicóloga Eleanor Gibson usó el llamado “precipicio
visual”, consistente en una mesa cubierta con un mantel de cuadros que llega hasta el suelo, que está

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también cubierto con el mismo estampado de cuadros. Una superficie de cristal transparente se
extiende por encima de la mesa y del suelo. Los niños de entre 6 y 14 meses no se atreven a gatear por
encima del cristal, sobre la parte que deja ver el suelo, incluso cuando sus madres los llaman desde el
otro lado. Los resultados del precipicio visual indican que las claves del espacio y la profundidad están
bien establecidas poco después del nacimiento, y probablemente sean innatas tal como señaló Kant.

Los psicólogos han encontrado que los niños llegan al mundo con un entendimiento básico de
qué son los objetos y cómo se comportan, pero que, a la vez, ese entendimiento es incompleto y que,
sobre esos fundamentos, se va completando gracias a la maduración del cerebro y a la experiencia. En
un experimento, bebés de 3 meses veían cómo un balón se dirigía hacia otro, pero el segundo balón se
movía antes de que el primer balón chocase con él. Para los bebés, igual que para los adultos, esta
acción a distancia es sorprendente porque viola la relación de causa y efecto (el movimiento de un
objeto debe ser causado por otro objeto que choque con él). En el experimento, los bebés miraban
fijamente el balón que se movía solo y succionaban más veces su chupete, lo que era una señal de que
estaban sorprendidos. Esto indica que los bebés comprenden muy tempranamente el concepto de la
causalidad, y que probablemente éste sea innato.

3.3. El constructivismo en la neurociencia actual.

Algo importante que señala Kant es que los seres humanos no conocemos cómo es el mundo
realmente, sino sólo cómo lo percibimos. A partir de los datos de nuestros sentidos, nuestro
entendimiento les aplica las Categorías y construye fenómenos, es decir, la imagen mental de una mesa,
un árbol, una casa, etc., y es esto lo único que percibimos, no los objetos mismos. La psicología y la
neurociencia actuales han dado la razón a Kant: nosotros no percibimos directamente los objetos del
mundo, sino las representaciones mentales de esos objetos construidas por nuestros cerebros. Es decir,
yo no veo directamente esta mesa, esta hoja de papel, esta habitación, etc., sino que veo son imágenes o
representaciones mentales que sólo existen dentro de mi cerebro, y que son una copia más o menos fiel
de los objetos del mundo exterior. Podemos decir que, como en la película Matrix, no percibimos el
mundo real sino una simulación o un mundo virtual creado por nuestro cerebro. ¿Cómo podemos saber,
entonces, que hay un mundo real fuera de nuestro cerebro o nuestra mente? Y si ese mundo real existe,
¿cómo podemos saber que nuestras representaciones mentales se parecen a él?
La filosofía actual recurre a la física y la neurociencia para dar respuesta a estas preguntas. En
primer lugar, asumimos que existe un mundo exterior porque tiene que haber algo que sea la causa de
nuestras representaciones mentales: esa causa son estímulos externos, que son partículas elementales

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(átomos, fotones, electrones) que impactan sobre nuestros órganos de los sentidos. Por ejemplo, los
rayos de sol, que están formados por fotones o energía lumínica, rebotan en un árbol y llegan hasta
nuestros ojos. Las células de la retina del ojo convierten la energía del rayo solar en señales o impulsos
nerviosos, que recorren el nervio óptico hasta llegar al cerebro. Éste interpreta las señales nerviosas que
le han llegado desde el ojo, y construye una imagen o representación mental del árbol. En suma,
nuestros sentidos convierten los estímulos externos en señales nerviosas que llegan a nuestro cerebro, y
a partir de dichas señales nuestro cerebro construye asombrosas imágenes mentales del mundo en color
y 3D.

3.4. Epistemología evolucionista de Karl Popper.


¿Y cómo sabemos que las imágenes mentales construidas
por nuestro cerebro reflejan fielmente cómo es el mundo? Aquí la
Teoría de la Evolución de Darwin nos ayuda a dar una respuesta, y
junto con la teoría de Kant constituye la llamada Epistemología
Evolucionista, desarrollada por el físico y filósofo Karl Popper (s.
XX). Según este importante pensador, los seres humanos y los
animales tenemos que construir imágenes mentales del mundo que
sean adaptativas, porque de lo contrario ya nos hubiéramos
extinguido. Si nuestra percepción del mundo fuera una alucinación,
no podríamos encontrar los recursos que necesitamos, ni podríamos
escapar de los depredadores y otros peligros. Así pues, aunque
nuestra imagen del mundo no sea exactamente como el mundo
real, tiene que ser lo suficientemente fiable para permitirnos
sobrevivir y tener descendencia.
También es necesario que, como decía Kant, desde nuestro
Orrorin (hace 7 millones de años) nacimiento tengamos una serie de conceptos innatos, que hemos
heredado de nuestros antepasados: las formas a priori del tiempo, el
espacio, la sustancia o el objeto, la causalidad, etc. Gracias a estos conceptos innatos, podemos organizar
y dar sentido a la inmensa cantidad de estímulos que reciben nuestros sentidos, agrupándolos en forma
de objetos situados en un espacio y un tiempo.
La selección natural favoreció a aquellos animales que ensayaron, por un medio u otro, las
posibles conductas que podían adoptar antes de ejecutarlas. De esa manera, la conducta real de ensayo
y error pudo ser reemplazada, o precedida, por una conducta de ensayo y error imaginada o
representada mentalmente. Por ejemplo, si un simio como el Orrorin (hace 6 millones de años) debía
bajar de un árbol y cruzar a pie un tramo de sabana antes de llegar a un árbol con comida, podía en
primer lugar ensayar mentalmente la conducta que iba a ejecutar. En vez de lanzarse sin más a campo
abierto, observaba atentamente los alrededores del árbol, buscando alguna señal de depredadores.
Luego calculaba mentalmente la distancia hasta el otro árbol y cuánto tiempo le podía llevar recorrerla. A
continuación se imaginaba las posibles opciones que podría elegir si aparecía algún depredador, como un
león o un tigre de dientes de sable: podría volver al mismo árbol, meterse en el río o correr más rápido
hasta el próximo árbol. Sólo si el simio percibía y conocía su entorno de forma realista, sin ilusiones ni
engaños, tenía alguna posibilidad de sobrevivir y transmitir sus genes a la descendencia. Por eso la
selección natural favoreció aquellas habilidades mentales que reflejaban la realidad externa de forma
fiable y segura.

El constructivismo de Popper, que combina Kant y Darwin, afirma que nuestros sentidos pueden
informarnos sobre el mundo real porque la evolución nos ha dotado de un conocimiento a priori e
innato, que llevamos en nuestros genes. En última instancia, podemos estar razonablemente seguros de
que percibimos y conocemos el mundo que nos rodea de una manera confiable, aunque esté lejos de ser
exacta. De lo contrario, ya nos habríamos extinguido. En última instancia, nuestras mentes crean una
simulación o realidad virtual, pero esta tiene que ser lo bastante similar a la realidad auténtica como

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para permitirnos sobrevivir y transmitir nuestros genes a nuestra descendencia. Por tanto, vivimos en una
especie de Matrix construida por nuestros cerebros, pero esta Matrix no es una simple alucinación.

Matrix.

4. LA VERDAD. TIPOS DE VERDAD.

El concepto de “verdad” es polisémico, es decir, tiene varios significados. Consideramos que hay
hechos y objetos que son verdaderos o auténticos (verdadera madre, perlas de verdad). Pero, también,
consideramos que nuestras afirmaciones o proposiciones pueden ser ciertas o verdaderas en “Es verdad
que María y Juan fueron al cine”, “Es verdad que 3 + 2 es 5”, la verdad se aplica a una oración y no a un
hecho. Por esta razón, vamos a distinguir dos tipos de verdad: verdad de hechos y verdad de
proposiciones.

4.1. Verdad de hechos.


Para algunos filósofos, es preciso distinguir entre realidad auténtica, los objetos y hechos del
mundo tal como son realmente (por ejemplo, cómo es realmente una amapola), y realidad aparente, la
forma como aparece o se manifiesta esta realidad (por ejemplo, la amapola es roja para nosotros y
violeta para las abejas).
La distinción entre realidad y apariencia ha sido objeto de una larga polémica en la historia de la
filosofía. Sin embargo, ha predominado la concepción que considera que las apariencias son ocultaciones
de la realidad. Las cosas no son como parecen (los objetos no empequeñecen cuando se alejan, el bastón
no se dobla cuando se sumerge en agua...). Las apariencias nos engañan y ocultan la auténtica realidad,
pues no nos dejan ver cómo son realmente las cosas.
Según esta concepción, la verdad se identifica con la realidad auténtica, en oposición a la
realidad aparente; es decir, los hechos verdaderos son los hechos auténticos frente a los aparentes o
engañosos. Por ello, se entiende la búsqueda de la verdad como un proceso de desvelamiento de lo
auténtico.

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En el ámbito físico, podemos decir que la apariencia es el mundo tal y como lo percibimos. Por ejemplo, el
parque con árboles de la foto de la izquierda es apariencia, ya que es como se nos aparece a nosotros, los seres
humanos, como una imagen mental en nuestro cerebro (o, en términos de Kant, como un “fenómeno empírico”).
Pero la realidad auténtica –como dijo el físico Arthur Eddington– está oculta tras esa apariencia y es invisible para
nosotros, aunque probablemente se parezca bastante a la foto de la derecha: una nube de billones de partículas
elementales (átomos, fotones, neutrones, electrones) girando vertiginosamente en el vacío a velocidades
próximas a la de la luz. La realidad auténtica no tiene colores, sabores, olores, formas ni textura, y ni siquiera es
sólida y estable ya que está en continua transformación. Es nuestro cerebro el que, partiendo de los estímulos (las
partículas elementales) captados por nuestros sentidos, y con ayuda de conceptos innatos como el espacio, el
tiempo y la casualidad (las “formas a priori” de Kant), construye el mundo en color y 3D que percibimos.

En el ámbito psicológico, muchos están de acuerdo con la neurociencia cognitiva moderna en que nuestra
conciencia y estados mentales (percepción, memoria, imaginación, pensamiento) son en realidad procesos
neurológicos: es decir, vastos conjuntos de neuronas que se disparan simultáneamente y producen señales o
impulsos nerviosos, que son descargas electroquímicas que transmiten información. Nuestros estados mentales
(percepciones, imágenes, recuerdos, pensamientos, sentimientos, etc.) serían una mera apariencia, y la auténtica
realidad es la de nuestras neuronas.

En el ámbito social y cultural, las ideas y creencias son solo apariencias. Por ejemplo, ¿por qué en la India
está prohibido matar y comer carne de vaca? La explicación habitual dice que la causa es la creencia hindú de que
las vacas son animales sagrados. Pero, como ha señalado Marvin Harris, esta explicación no explica nada, porque
la creencia en el carácter sagrado de las vacas es una mera apariencia. La realidad auténtica es que las vacas se
utilizan como vehículo de tracción para tirar de carros y arados, por lo que resultan esenciales para la economía
agrícola de la India. Por tanto, las ideologías y creencias no son las que explican las cosas, pues no son más que
apariencias; la realidad auténtica son los modos de producción, que son materiales, como la agricultura con arados
tirados por ganado vacuno en la India.

4.2. Verdad de proposiciones.

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Aristóteles Hegel W. James

La verdad no solo se atribuye a la realidad, sino, sobre todo, a las afirmaciones que hacemos
acerca de ella. Así entendida, la verdad sería una propiedad que pueden tener nuestras proposiciones.
Ahora bien, podemos diferenciar dos tipos de proposiciones, por lo que también podemos distinguir dos
tipos o clases de verdad:
-Proposiciones empíricas: afirman o niegan algo acerca del mundo. Tienen contenido empírico,
que se puede contrastar con la experiencia. Por ejemplo, “El Ebro pasa por Zaragoza» o “El tabaco
produce cáncer».
-Proposiciones formales: no tienen contenido empírico. No dicen nada acerca del mundo, sino de
las relaciones entre símbolos. Por ejemplo, “3 elevado al cuadrado es 9” o “En el plano, la recta es la
distancia más corta entre dos puntos”. El número “pi”, la línea recta o el cuadrado no existen en el
mundo real, sino que son solo símbolos formales; así, no podemos decir: “Este fin de semana me
encontré al número ‘pi’ andando por la calle”, o “el otro día, a la entrada del instituto, me topé con un
cuadrado, no con un objeto cuadrado, sino con el cuadrado”.

-A) Verdad de las proposiciones empíricas.


Respecto a la verdad de las proposiciones que afirman algo de los hechos del mundo, existen
varias teorías:
-1. Teoría de la correspondencia. Considera que una proposición es verdadera cuando hay una
adecuación entre lo que la proposición expresa y la realidad a la que se refiere. Por ejemplo, “María y
Juan fueron al cine» es una proposición verdadera si María y Juan fueron al cine, y es falsa si no fueron.
El primero que propuso esta teoría fue Aristóteles. Sin embargo, aunque esta teoría es muy intuitiva y de
sentido común, no consigue decir en qué consiste exactamente esta correspondencia entre el lenguaje y
la realidad.
-2. Teoría de la coherencia. Considera que una proposición es verdadera si no entra en
contradicción con el resto de las proposiciones aceptadas o consideradas verdaderas. Por ejemplo, la
proposición “Si sigues hacia el horizonte, llegarás al fin del mundo” es falsa porque contradice
numerosas proposiciones verdaderas (por ejemplo, “La Tierra es redonda”). El filósofo que propuso esta
teoría fue Hegel.
-3. Teoría de la utilidad. Considera que una proposición es verdadera si su puesta en práctica tiene
resultados positivos; en cambio, una proposición falsa es aquella cuyas consecuencias son negativas. Así,
una teoría verdadera sobre el SIDA será aquella que permita curarlo. William James fue el principal autor
de esta teoría.

TEORÍAS DE LA VERDAD DE PROPOSICIONES

-1) Teoría de la correspondencia: las proposiciones verdaderas se corresponden con los hechos. “El gato está
sobre la estera” es una proposición verdadera porque hay un gato sobre la estera:

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-2) Teoría de la coherencia: las proposiciones verdaderas son coherentes entre sí. “El gato está sobre la estera” es
una proposición verdadera porque es coherente o no se contradice con otras proposiciones verdaderas:

- 3) Teoría de la utilidad: las proposiciones verdaderas son las que “funcionan”.


“El gato está sobre la estera” es una proposición verdadera porque me resulta
útil, pues me permite saber, entre otras cosas, que:
-Para acabar con el ratón de la cocina, debo buscar al gato en la estera.
-Es hora de dar de comer al gato.
-Si quiero usar la estera, tengo que quitar al gato.
-No puedo quemar la estera porque el gato está sobre ella.
-Si la estera pesa tanto, es porque el gato está encima.
Etc.

¿Cuál de estas teorías sobre la verdad es la correcta? La mayoría de los filósofos piensan que las
tres teorías son correctas, dependiendo de los casos. Muchas proposiciones empíricas se aceptan porque
se corresponden con la realidad (por ejemplo, “la Tierra gira alrededor del Sol”). Pero otras muchas
proposiciones empíricas de las ciencias y la filosofía se aceptan porque son coherentes y útiles, y no
porque sepamos que se corresponden o no con la realidad. Por ejemplo, la termodinámica cuántica se
acepta porque es coherente con la termodinámica y con la física cuántica, y porque a la vez es útil ya que
nos permite comprender muchos fenómenos físicos. La epistemología constructivista de Kant se acepta
porque es coherente con la neurociencia y la psicología actuales, y porque resulta útil para comprender
cómo percibimos y conocemos el mundo.
Es importante tener clara la distinción entre las verdades de hechos y las verdades de
proposiciones. En general, la “verdad de hechos” puede sustituirse por el término “auténtico”; en
cambio, la “verdad de proposiciones” puede sustituirse por el término “cierto”. Por ejemplo, si decimos
“la evolución de las especies es verdadera”, estamos enunciando una verdad de hechos; si decimos “la

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Tema 2. Epistemología : Conocimiento y verdad

teoría de la evolución de Darwin es verdadera”, estamos enunciando una verdad de proposiciones. Es así
porque la evolución de las especies es un hecho, mientras que la teoría de la evolución de Darwin es una
teoría o un conjunto sistemático de proposiciones.

-B) Verdad de las proposiciones formales.


Como las proposiciones formales no dicen nada acerca de la realidad, su verdad no puede
consistir en la correspondencia con esta ni en la utilidad de su aplicación. Así, en las proposiciones
formales, el único sentido que puede tener la verdad es como coherencia. Una proposición como “3
elevado al cuadrado es 9» solo puede ser verdadera si no entra en contradicción con el resto de las
proposiciones aceptadas en las matemáticas. Por ejemplo, “3+4=7” es una proposición verdadera porque
no se contradice con las proposiciones “4+3=7”, “7-4=3”, “7-3=4”, “(3x1)+(4x1)=(7x1)”, etc.

5. TEORÍAS SOBRE LA POSIBILIDAD Y LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO.

Descartes Pirrón de Elis Kant Protágoras Nietzsche

Son varias las teorías o posturas que se han formulado sobre la posibilidad y los límites del
conocimiento:
-1) Dogmatismo: Es la posición filosófica según la cual podemos adquirir un conocimiento
absoluto y definitivo, y con absoluta certeza. Además, defiende la posibilidad de llegar a conocerlo todo.
Esta es la actitud más optimista dentro de la filosofía. Uno de los filósofos que ha sido considerado
dogmático, en este sentido, es el filósofo racionalista Descartes.
-2) Escepticismo. Es la posición opuesta al dogmatismo. Niega que sea posible cualquier tipo de
conocimiento. No hay nada que podamos conocer con una mínima seguridad o certeza. Pirrón de Elis (s.
III a. C.) es considerado el primer escéptico.
-3) Criticismo. Es una postura intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo. Para los
pensadores críticos, como Kant, el conocimiento es posible (a diferencia de lo que afirman los
escépticos). Sin embargo, este no es incuestionable y definitivo (como defienden los dogmáticos), sino
que es provisional y debe ser revisado y criticado continuamente para detectar posibles errores.
-4) Relativismo. Es la postura que niega la existencia de una verdad válida en cualquier tiempo y
lugar. Por esta razón, rechaza la pretensión de un conocimiento objetivo y universal, y considera que solo
existen opiniones particulares y válidas en un determinado contexto social, cultural e histórico. El sofista
Protágoras (siglos V- IV a. C.) es considerado uno de los padres del relativismo.
-5) Perspectivismo. Aunque tiene varios aspectos en común con el relativismo, se diferencia en
uno fundamental: no niega la existencia de una verdad objetiva y universal. Según el perspectivismo,
cada sujeto o cada grupo de sujetos conoce desde un punto de vista o una perspectiva particular; por
tanto, tiene una visión parcial de la realidad. Esta visión no es falsa y, además, es insustituible, porque
toda perspectiva capta un aspecto importante de la realidad. Así pues, todas las perspectivas son
parcialmente verdaderas, y la unión de todas ellas sería la verdad universal. Nietzsche fue el principal
defensor de esta teoría.
¿Cuál de estas cinco teorías es la correcta? Muchos filósofos y científicos actuales consideran que
las posturas más válidas son el criticismo y el perspectivismo. El dogmatismo no se corresponde con la
realidad: las ciencias también se equivocan y a menudo corrigen y revisan sus teorías. El escepticismo y

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Tema 2. Epistemología : Conocimiento y verdad

el relativismo son contradictorios: si no podemos conocer nada, entonces tampoco podemos conocer
que no conocemos nada; si todo conocimiento es relativo, entonces decir que “todo conocimiento es
relativo” también es relativo. Sólo el criticismo y el perspectivismo son coherentes y además parecen
corresponderse con la realidad.

Hay un cuento tradicional de la india que ilustra muy bien lo que es el perspectivismo: el cuento de los seis
ciegos y el elefante. Veámoslo.

Érase una vez seis hombres sabios que vivían en una pequeña aldea. Los seis eran ciegos. Un día, alguien
llevó un elefante a la aldea. Ante tamaña situación, los seis hombres buscaron la manera de saber cómo era un
elefante, ya que no lo podían ver.
– Ya lo sé – dijo uno de ellos–. ¡Palpémoslo!
– Buena idea – dijeron los demás–. Así sabremos cómo es un elefante.
Dicho y hecho. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia delante
y hacia atrás.
– El elefante es como un gran abanico – dijo el primer sabio.
El segundo, tanteando las patas del elefante, exclamó:
– ¡Es como un tronco de árbol!
– Ambos estáis equivocados – dijo el tercer sabio y, tras examinar la cola del elefante, exclamó-: ¡El elefante
es como una soga!
Justamente entonces, el cuarto sabio que estaba palpando los colmillos bramó:
– ¡El elefante es como una lanza!
– ¡No!, ¡no! –gritó el quinto–. Es como una roca (el quinto sabio había estado palpando el costado del
elefante).
El sexto sabio esperó hasta el final y, teniendo cogida con la mano la trompa del elefante dijo:
– Estáis todos equivocados, el elefante es como una serpiente.
– No, no. Como una soga.
– Serpiente.
– Una roca.
– ¡Estáis equivocados!
– ¡Estoy en lo cierto!
– ¡Que no!
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas, sin ponerse de acuerdo sobre
cómo era el elefante.

¿Quién tenía la razón y quién estaba equivocado? Pues todos tenían parte de razón, y todos estaban
equivocados al pensar que cada parte era el todo. Cada uno de los ciegos percibía el elefante desde su perspectiva,
y si los seis hubieran puesto en común sus perspectivas hubieran descubierto la verdad: “el elefante es a la vez
como un gran abanico, un tronco de árbol, una soga, una lanza, una roca y una serpiente; pues el elefante consta
de seis partes distintas, cada una de las cuales es como uno de dichos objetos”.

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Tema 2. Epistemología : Conocimiento y verdad

Perspectiva neurobiológica: cerebro. Perspectiva psicológica: mente.

Por ejemplo, en el estudio de la mente y el cerebro hay dos perspectivas aparentemente


contradictorias: la neurobiológica, según la cual los procesos mentales (recordar, pensar, imaginar, etc.)
no son más que procesos cerebrales; y la psicológica, para la que los procesos mentales tienen una
cualidad subjetiva que los hace distintos de los cerebrales.
¿Cuál de las dos perspectivas es la correcta? Según el perspectivismo, las dos posturas son
parcialmente verdaderas, sólo que abordan la cuestión desde dos perspectivas diferentes. La
neurobiología adopta la perspectiva de la Tercera Persona (mira el cerebro desde fuera, a través de
cirugía o de escáneres), mientras que la Psicología adopta la perspectiva de la Primera Persona (mira el
cerebro desde dentro y no desde fuera, es decir, el propio cerebro se observa a sí mismo). La verdad
universal y objetiva sería la unión de ambas perspectivas: la mente es el cerebro visto en primera
persona, y el cerebro es la mente vista en tercera persona.

Según el criticismo, esta verdad universal y objetiva no es una verdad absoluta y definitiva,
sino provisional y aproximada. No es lo mismo “verdad universal” que “verdad absoluta”: una verdad
universal es la que es válida para todos los seres humanos, mientras que una verdad absoluta no solo es
válida para todos los seres humanos sino que además es definitiva, perfecta, incuestionable y con una
probabilidad de certeza del cien por cien, por lo que no necesita ninguna corrección o revisión. El
criticismo niega que existan verdades absolutas, pero no niega la existencia de verdades universales, que
no son perfectas sino sencillamente las mejores explicaciones de las que disponemos hasta la fecha. Con
cada nuevo descubrimiento estas verdades deberán corregirse, revisarse y modificarse. Por ejemplo, la
teoría de la evolución tal como fue propuesta por Darwin tenía muchos aciertos, pero también errores e
insuficiencias (como la falta de una teoría de la herencia), que fueron corregidos más tarde por la
llamada teoría sintética de la evolución o neodarwinismo.

Darwin y la evolución.

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