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EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Y LA VERDAD

EPISTEMOLOGÍA:
La rama de la Filosofía que se encarga de estudiar el conocimiento se denomina Epistemología o teoría
del conocimiento. En ella se estudia todo lo referente a dicho concepto: qué se entiende por conocimiento,
cuáles son las herramientas de que disponemos para adquirirlo y qué grado de fiabilidad nos ofrece cada una
de ellas, así como de qué manera podemos clasificar los distintos tipos de conocimientos y si existen límites
o no para el mismo.
Se plantea cuestiones como: ¿Se puede alcanzar un saber verdadero? ¿Cómo podemos distinguirlo de las
opiniones cambiantes y poco fiables? ¿De qué forma puedo obtener un conocimiento seguro? ¿Cuál es el
origen del conocimiento? ¿Qué herramientas nos permiten conocer? ¿Cuál de estas herramientas me
permiten obtener certeza y fiabilidad? ¿Cuál es el límite del conocimiento?

1.- CONCEPTO Y GRADOS DEL CONOCIMIENTO.


Aunque todos entendemos intuitivamente qué significa conocer algo, definirlo rigurosamente resulta más
difícil de lo que parece.
El conocimiento es una explicación de la realidad que nos permite comprenderla, entender sus causas y
poder predecir algunas consecuencias. En este sentido, el conocimiento es una forma de saber que se
distingue de otras formas de saber o grados del conocimiento.
Opinión: Es una apreciación subjetiva de la que no podemos decir que estamos seguros y que tampoco
podemos probar ante los demás. Suele ser una valoración de la realidad, o de cómo debería ser, que se basa
en nuestros intereses, creencias, deseos..., pero que no suele apoyarse en razones contundentes. Por ejemplo:
en un accidente, si alguien comentara: “no he visto nada, pero para mí que la culpa ha sido del
conductor del coche grande porque la gente que conduce coches pequeños es más prudente” al decir esto
estaría expresando una opinión.
Creencia: En el concepto de creencia podemos distinguir dos usos o tipos fundamentales:
a) Uso dubitativo: Expresa que estamos realmente seguros de la verdad de lo que afirmamos: es decir
que albergamos dudas acerca de su cumplimiento, si bien poseemos razones importantes que apuntan que las
cosas son de una determinada manera. Por ejemplo: alguien explica a la policía que vio el accidente y les
cuenta lo sucedido, pero avisa de que todo pasó tan rápido que no está seguro de equivocarse.
b) Uso asertivo: En este segundo caso, hablamos de creencia cuando estamos seguros de algo,
aunque no tengamos suficientes pruebas para demostrarlo. Precisamente la incapacidad para demostrarlo
es lo que lo diferencia del auténtico conocimiento. En el ejemplo del accidente, la policía puede estar
convencida de lo que ha sucedido, por experiencias pasadas, sin poderlo demostrar ante un juez.
Conocimiento: Es una creencia de la que estamos seguros, pero que, además, podemos probar.
Poder justificar racionalmente algo (dar razones) es lo que caracteriza al conocimiento. Así, la creencia deja
de ser meramente subjetiva y pasa a ser conocimiento objetivamente verdadero (aceptado por todos, no solo
por mí).

2.- HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO.


Otro de los aspectos fundamentales de la epistemología es determinar cómo se adquiere el
conocimiento; es decir, determinar cuáles son los instrumentos de que disponemos para conocer la
realidad que nos rodea. Dichas herramientas del conocimiento reciben el nombre de facultades
cognitivas, entre las cuales podemos destacar las siguientes:

LA PERCEPCIÓN, que nos pone en contacto con la realidad y nos permite construir representaciones de
ésta a partir de los datos que nos proporcionan nuestros sentidos. La percepción organiza e interpreta los
datos sensoriales, configurando así una imagen unitaria y coherente del supuesto objeto externo. Esto es de

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esto modo, pues no percibimos sensaciones aisladas, sino que construimos una imagen total, la cual agrupa y
combina lo que serían datos simples, como olores, colores, tactos, etc.

LA MEMORIA nos permite retener y recordar en el futuro las imágenes que la percepción nos proporciona.
Esta capacidad para retener experiencias del pasado posibilita el aprendizaje así como nuestra identidad y
continuidad como personas. No obstante, el tiempo puede ir diluyendo la huella que dejan nuestras
experiencias produciendo el olvido, o incapacidad para recuperar información almacenada en la memoria.

LA IMAGINACIÓN es la capacidad de representar mentalmente situaciones, personas o cosas que no se


ofrecen en aquel momento a la percepción sensible. Con la imaginación podemos modificar y crear imágenes
nuevas con mayor libertad y espontaneidad. Por ello, puede decirse que hay dos tipos de imaginación, o que
ésta tiene dos funciones: reproductora, cuando trata de representar la realidad (imágenes que recrean paisajes,
objetos, o gente conocida, por ejemplo); y creadora o fantástica, cuando recrea, inventa o anticipa nuevas
imágenes, de modo que recrea un mundo diferente del real (imágenes de seres de ficción, personas
idealizadas, etc.).

LA INTELIGENCIA es la capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para


resolver problemas. Etimológicamente significa “saber elegir”, por lo que de acuerdo con el origen del
término, esta capacidad que nos permite procesar la información y comprenderla ha de servirnos para
escoger la mejor opción cuando tenemos delante varias posibilidades para hacer frente a un determinado
problema o una determinada situación. En el caso de los humanos, la inteligencia adquiere una cualidad
distinta a la de los animales, pues la nuestra se apoya en la capacidad simbólica, que posibilita el uso de un
lenguaje articulado y la abstracción mental. Es evidente que estos cuatro elementos no están desligados entre
sí, sino que suelen trabajar conjuntamente, retroalimentándose, en el proceso del conocimiento.

3.- EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO


En general, a pesar de que entre los filósofos solemos encontrar diferentes puntos de vista, se considera que
el conocimiento de la realidad comienza con la experiencia o con los datos sensoriales que recibimos de
esta. Ahora bien, la experiencia sensorial necesariamente tiene lugar en un momento y un lugar determinado,
y aquello que percibimos es algo concreto: este árbol, esta mesa, este niño… Es decir: la percepción siempre
se refiere a algo singular, particular. Sin embargo, a partir del conocimiento de un caso o varios casos
particulares nosotros podemos aspirar a un conocimiento de mayor alcance y con pretensión de objetividad
(no solo podemos afirmar, por ejemplo, “mi perro es mamífero” sino “todos los perros son mamíferos”).
¿Cómo es posible esto? Gracias al proceso mental que conocemos como abstracción. La abstracción es una
operación mental que consiste en considerar por separado aquello que realmente no lo está, prescindiendo del
resto. Es mediante un proceso de este tipo como se construyen los conceptos. Por ejemplo: de “este blanco”
abstraigo “blanco”; y de “blanco”, “rojo”, “amarillo”, etc., abstraigo algo común a todos ellos: “color“. De
este modo construyo una representación mental: el concepto, el cual va acompañado del término
correspondiente (“color”, “colour”, “Farbe”, etc., según sea mi idioma)
Otro ejemplo: si al considerar muchos árboles hago la operación de abstraer (considerar por separado) las
distintas tonalidades de colores que he detectado, los diferentes tamaños que he visto, la variedad de las
formas de hojas que he ido encontrando, los diferentes tipos de frutos, etc., y trato de considerar solamente
qué es un árbol, es decir, qué es lo común a todos los árboles del mundo y qué es lo que distingue a todo
árbol del resto de las cosas del mundo, estoy construyendo un concepto. Por medio de los conceptos
seleccionamos los rasgos o características que son comunes a una pluralidad de objetos prescindiendo de
aquellas características que no comparten todos ellos. Otro ejemplo: el concepto de “perro” recoge las
características que son comunes a todos los perros y deja fuera aquellas otras características que no son
comunes a todos los perros (hay perros grandes, medianos y pequeños, los hay de diferentes colores, de
diferentes razas, etc., pero todos ellos son perros). El pensamiento humano se caracteriza por la utilización de
conceptos. Un ser humano adulto posee una amplia red de conceptos, pero siempre es posible la construcción
de conceptos nuevos. Esto es fundamental para la ampliación de nuestros conocimientos. Los progresos
científicos, por su parte, siempre van a acompañados de la creación de nuevos conceptos.

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4.- LA BASE DEL CONOCIMIENTO

Los filósofos discuten, no obstante, si hay que situar la base del conocimiento en los datos que nos aportan
los sentidos, o si, por el contrario, el fundamento del saber humano ha de recaer más bien en la razón.
Los llamados empiristas entienden que la razón es clave para desarrollar el conocimiento, pero defienden
que el conocimiento racional debe partir siempre de los datos aportados por los sentidos y apoyarse en ellos,
si no quiere perderse en elucubraciones y fantasías. En cambio, los racionalistas argumentan que, como los
sentidos no son siempre fiables (en muchas ocasiones nos engañan), es la razón y no la experiencia sensorial
la única que puede constituirse legítimamente como una base sólida para el conocimiento.

Un punto de discusión constante entre empiristas y racionalistas radicará también en si existen o no


contenidos en nuestra mente cuando nacemos. Según los primeros, tal como afirmaba John Locke
(1632-1704) (usando una metáfora tomada de Aristóteles), al nacer nuestra mente es una tabula rasa, una
hoja en blanco. A partir de que nacemos y según vamos teniendo experiencias comienzan a grabarse
contenidos en la mente, y al ir relacionando unos con otros vamos construyendo el conocimiento. Por tanto,
rechazaban que hubiera ideas innatas. Los racionalistas entendían, por contra, que nuestra mente sí dispone
de contenidos desde el principio (según ellos, no todas las ideas que poseemos proceden del aprendizaje a
través de la experiencia o son creadas por nosotros, sino que algunas se encuentran en nuestra mente al
nacer). La polémica entre estas dos posiciones adquirió una gran importancia para la filosofía durante los
siglos XVII y XVIII.

– La epistemología kantiana:

Con la intención de superar el antagonismo entre ambas posiciones, en el último tercio del siglo
XVIII Immanuel Kant trató de formular una explicación del proceso de conocimiento que recogiera
los aspectos que le parecieron más válidos tanto de los racionalistas como de los empiristas. Las
teorías epistemológicas formuladas después de Kant la han tomado como referencia y han entrado
en discusión con ella. De ahí su importancia. Según Kant, en el proceso de conocimiento participan
simultáneamente tres facultades humanas: sensibilidad, entendimiento y razón.

LA SENSIBILIDAD

Para poder alcanzar conocimiento necesitamos recibir datos externos. Sin estos no descubrimos nada nuevo
y, por tanto, no podemos lograr conocimiento alguno (pues podemos decir que conocer es alcanzar una
información nueva, algo que estaba oculto para nosotros. Esta capacidad humana de recibir sensaciones que
proceden del exterior, y de captarlas y retenerlas con vistas a descubrir verdades nuevas, se llama
sensibilidad. Ahora bien: cualquier percepción que, por medio de los sentidos, nos llega desde el exterior de
nuestra mente es de algo que se halla localizado en un punto del espacio y ubicado en un momento exacto de
la línea del tiempo. El espacio y el tiempo son, así, los recipientes en los cuales nuestra sensibilidad recoge
los datos que se hallan fuera de nuestra mente. Sin una posición espacial y un valor temporal nada puede ser
procesado por nuestra mente. Así, la sensibilidad es una facultad que:
● Recoge los datos externos
● Ubica esos datos en un lugar y un momento concretos
(Según Kant, el espacio y el tiempo no son propiedades de las cosas, sino que son las condiciones subjetivas
que hacen posible la experiencia: son algo “puesto” por la sensibilidad en el acto de conocer. Fuera del
sujeto, el espacio y el tiempo no son nada)

EL ENTENDIMIENTO

Los datos percibidos que capta nuestra sensibilidad son inconexos. Al percibir, por ejemplo, una mesa roja,
la sensibilidad recibe, en una ubicación espacial y en un momento temporal, muchos estímulos
simultáneamente: los materiales de los que está hecha, las formas y tamaños de estos, la unión entre ellos, su
color, etc. Es necesaria, por tanto, otra facultad que pueda crear una síntesis, es decir, reunir y ordenar esa
diversidad caótica de percepciones. Y la facultad encargada de “realizar” esa unión es el entendimiento
humano. Esta capacidad del entendimiento de ordenar los datos que proceden de la experiencia y generar

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dicha síntesis es posible debido a que trabaja mediante unos conceptos predeterminados que ya tenemos
incorporados desde que nacemos y que compartimos con todos los seres humanos: las llamadas categorías.
Las categorías son conceptos o estructuras innatas, es decir, que no hemos aprendido (a diferencia de otros
conceptos, los empíricos, que son generalizaciones tomadas de la experiencia, como “árbol”, “casa”, “perro”,
etc), sino que forman parte de nosotros desde el nacimiento y nos sirven para estructurarlas informaciones
que recogen nuestros sentidos. Por ejemplo, una de estas categorías (son 12 en total) es la de sustancia.
Gracias a ella, según Kant, percibimos la realidad como algo constituido por objetos, pues dicha categoría es
la responsable de que agrupemos varias sensaciones como manifestaciones de una misma realidad o
sustancia. Asimismo, el establecimiento de relaciones de causa y efecto entre los distintos fenómenos viene
dada por la categoría de causalidad: ella posibilita que podamos conectar unos fenómenos con otros en
determinadas condiciones. Sin las categorías nuestra imagen del mundo resultaría completamente diferente:
de hecho, no podemos ni imaginarnos cómo sería, pues ellas también establecen el modo como opera nuestra
imaginación.

LA RAZÓN

En Kant la palabra razón tiene un significado específico: si la sensibilidad sitúa todo lo que llega
bajo unas coordenadas espaciotemporales, y el entendimiento lo estructura según unas determinadas
categorías, la razón nos lleva a pensar sobre los fundamentos o los primeros principios de lo que
experimentamos.
La razón es aquello que nos induce a plantearnos el porqué de las cosas de manera incesante. Así,
a cada respuesta que obtenemos de por qué sucede esto o lo otro, la razón nos invita a preguntarnos
nuevamente cuál es la explicación de la causa que hemos encontrado. Como la cadena de sucesivos
“porqués” tiende a hacerse infinita, y nuestra razón no puede pensar la infinitud, eso la lleva a
generar lo que Kant llama las “ideas metafísicas” (las ideas son tres: Alma -unifica nuestra
experiencia interna-, Mundo -unifica nuestra experiencia externa- y Dios -ambas esferas se reducen
a una mediante la idea de Dios-). Las ideas metafísicas no tienen su origen en la experiencia, pero el
ser humano recurre inevitablemente a ellas para explicarse la realidad.
Dichas ideas metafísicas responden a la necesidad de la razón de contestar a las siguientes
preguntas: 1. ¿En qué medida tenemos libertad a la hora de actuar?
2. ¿Qué sentido le podemos encontrar al mundo? ¿Existe algún futuro para mí tras la muerte?
3. ¿Hay una entidad universal o realidad cósmica que otorgue unidad a todo lo que existe?
Sin embargo, según Kant, a pesar de que la razón construye las ideas metafísicas, cuando tratamos
de emplear nuestro entendimiento para demostrar alguna cosa sobre ellas nos topamos siempre con
una dificultad: al intentar aplicar las categorías del entendimiento sobre dichas ideas, como estas se
refieren a entidades que no están situadas en el espacio y en el tiempo, es decir, como quedan al
margen de la facultad de la sensibilidad, resulta que las categorías no pueden funcionar
adecuadamente y acaban demostrándonos tanto una cosa como su contraria; es decir, generan
contradicción y no aportan conocimiento.
De este modo, Kant llega a la conclusión de que no puede haber conocimiento sobre las entidades
metafísicas, pues la razón no puede ni afirmar ni negar su existencia, por más que sea inevitable
pensar en ellas cuando nos planteamos las preguntas fundamentales. Por supuesto, podemos pensar
(considerar estas ideas en la mente) en las grandes cuestiones metafísicas -Dios, el alma, el mundo
(su origen, su finalidad…)-, pero nada podemos conocer acerca de ellas. Lo que más cabe aquí es la
creencia, no el conocimiento. La crítica de Kant a la metafísica fue, como se ve, demoledora. De
alguna manera, racionalistas y empiristas acertaban y se equivocaban a la vez: sin experiencia no
hay conocimiento (empiristas), pero sin las categorías (conceptos innatos del entendimiento) este
tampoco es posible.

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TEORÍAS DEL CONOCIMIENTO

1.- TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE PLATÓN


A Platón lo tenemos que englobar en la corriente racionalista Idealista.
Para poder explicar la diferencia entre el saber verdadero y la opinión, utilizó “el símil del pasaje
de la línea”, incluido en su libro La República. En su libro ofrece una representación alegórica de su
teoría dualista sobre el conocimiento: opinión (Doxa) o ciencia (Episteme).
El conocimiento, según este símil, es como una línea que podemos dividir en dos partes y que
representan los dos tipos de conocimientos:
​ La primera parte de la línea corresponde al conocimiento sensible, que se capta con los
sentidos y genera opinión. Este conocimiento se adquiere en el mundo sensible y por lo
tanto es imperfecto y engañoso, por eso se denomina opinión “Doxa”. Es un tipo de
conocimiento que está sujeto a falsedad y error.
​ El conocimiento de la segunda parte de la línea en cambio representa el conocimiento
inteligible, que se alcanza mediante la razón y que es el único que constituye un saber
auténtico y valioso. Este conocimiento se adquiere en el mundo inteligible y consiste en
captar las “Ideas” mediante la razón. Este es el único saber, el que podemos llamar
ciencia “Episteme”. Platón creía que podíamos captar las ideas porque, aunque las
hayamos olvidado, éstas se encuentran en nuestro interior.

Llamaba reminiscencia al proceso mediante el cual podemos captar las Ideas con ayuda del
diálogo filosófico. Para Platón el conocimiento, realmente es el recuerdo de las ideas. Por lo
que conocer es recordar.

Mundo sensible
El tipo de conocimiento que podemos adquirir en el mundo sensible es: Opinión o Doxa, este tipo
de conocimiento posee dos grados: 1º grado es la imaginación: da lugar a las conjeturas que
Platón relaciona con mitos, historia, literatura...estos conocimientos son un reflejo de una realidad
vivida. El 2º grado son las creencias: son enunciados que me conducen a falsedad o error. Platón
incluye aquí a la Física, porque ésta estudia objetos reales del mundo sensible y como estos son una
copia imperfecta de la verdadera realidad, los enunciados que hagamos serán falsos.
El paso del mundo sensible al mundo inteligible lo hace el alma mediante la razón.
Mundo inteligible:
Representa el uso de la razón.

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Ideas: inteligencia intuitiva, la observación de la verdadera realidad.
Tipos de conocimiento: Ciencia o “Episteme”, conocimiento universal que conducen a la verdad.
¿Cómo conocemos según Platón? ¿Cómo adquirimos conocimientos verdaderos? Una vez que
nuestra alma consigue conocer la idea de Bien (mediante la dialéctica: proceso por el cual el
filósofo accede al mundo inteligible), los sentidos nos servirán para evocar el recuerdo (la
reminiscencia) de las ideas, obteniendo así el conocimiento.

2.- TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE ARISTÓTELES


Se afirma que es el padre de la corriente del conocimiento empirista. Aristóteles no compartía la
teoría de las Ideas de Platón. Afirma que no existe más mundo que el de la experiencia, el que nos
presenta nuestros sentidos. Para él la verdadera realidad está constituida por los seres del mundo
sensible que podemos percibir. Sin embargo, argumenta que, aunque el conocimiento parte de la
observación de los casos particulares, que captan nuestros sentidos, debemos realizar un proceso
más, pues si no lo hacemos nuestro conocimiento será limitado e imperfecto. Es por ello que
debemos realizar lo que denomina proceso de abstracción inductiva pues nos permitirá ir más allá
de lo particular para captar lo universal, lo común, la esencia compartida por todos los seres.
¿Cómo alcanzamos entonces el conocimiento?
El conocimiento comienza con la observación de casos particulares y posteriormente lo eleva
hasta lo general a través de las abstracciones de lo particular (separo aquellos aspectos particulares
del objeto que observo, prescindo de ellos y me quedo sólo con lo que comparten de común, lo que
se puede generalizar) esto es, me quedo con la esencia, con su aspecto formal.
Es por esto que Aristóteles distingue distintos niveles de conocimiento en el proceso de
abstracción inductiva:
1º nivel: sensación = es el conocimiento que se produce cuando tanto hombres como animales
perciben algo particular.
2º nivel: Memoria = se produce cuando recuerdo sensaciones particulares. Se produce tanto en
hombres como en animales.
3º nivel: Experiencia = Propia de los seres humanos, depende de la coordinación racional del
individuo. Por ejemplo: saber que las hojas de eucalipto son buenas para el resfriado.
4º nivel: Entendimiento = Propia de los seres humanos que conocen lo universal, por ejemplo:
saber por qué esa planta cura tal enfermedad. Es este conocimiento universal el que da lugar a la
ciencia.
La ciencia, por tanto, es el estudio de los universales, de las esencias, de las formas, según
Aristóteles. Este estudio sigue un proceso inductivo, va de lo particular a lo general.
Ej.: Sometemos a altas temperaturas uno a uno todos los metales conocidos. Observamos que en
todos los casos el metal se dilata. De ahí concluimos que “el calor dilata los metales” pero ¿qué
pasaría si apareciese un metal que no conocíamos, con el que no hemos experimentado, y no se
dilata?
Abstracción inductiva: Proceso que permite extraer la esencia común a los individuos
particulares de la misma especie. De este modo se puede obtener un conocimiento universal
mediante generalización.
Aristóteles distinguía varios tipos de ciencias: Teoréticas (Física, matemáticas), Prácticas (Ética
y Política) y Productivas (medicina, música...).

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3.- TEORÍAS DEL CONOCIMIENTO EN LA FILOSOFÍA MODERNA
A partir del siglo XVII el tema del conocimiento se convirtió en una de las preocupaciones
centrales de la filosofía. El problema que ocupaba a los pensadores de la época era el del origen, la
validez y los límites del conocimiento humano.
En general, la mayor parte de los filósofos de la Edad Moderna se pueden situar en dos grandes
corrientes: RACIONALISMO Y EMPRIRISMO. Junto a ellas aparece una nueva corriente que
intenta unificar a ambas y que ha pasado a la historia con el nombre de IDEALISMO
TRASCENDENTAL
Ambas corrientes compartían una visión parecida sobre el contenido de lo que conocemos.
Conocer, para estos pensadores, consiste en tener contenidos mentales. De acuerdo con esta
visión, las ideas que tenemos en la conciencia son representaciones mentales de la realidad. La
diferencia entre ellas surgirá a la hora aclarar cómo obtenemos las ideas. ¿de dónde surgen nuestras
representaciones mentales? Los racionalistas consideran que para alcanzar un conocimiento seguro
debe partirse de la razón. En cambio, los empiristas piensan que la única manera de conseguir
conocimientos válidos es a partir de la experiencia.
3.1.- EL RACIONALISMO
El racionalismo es una corriente filosófica según la cual la razón debe ser el punto de partida
para alcanzar conocimientos seguros.
La mayor parte de los filósofos racionalistas vivieron en el continente europeo durante los siglos
XVII y XVIII. Algunos destacados racionalistas son Descartes, Leibniz y Spinoza.
Los racionalistas creen, en general, que los sentidos no son fiables porque pueden engañarnos.
La razón en cambio sí puede proporcionarnos conocimientos fiables, porque existen algunas
verdades innatas que todos tenemos desde nuestro nacimiento y que son absolutamente seguras.
(semejanza con Platón). La verdad no proviene de la experiencia, sino que se capta de manera
inmediata mediante la intuición.
El modelo de conocimiento en el que se inspiran los racionalistas son las matemáticas (el
conocimiento se fundamenta en unas pocas verdades que se consideran incuestionables y que se
denominan axiomas. A partir de los axiomas, los matemáticos obtienen otras verdades mediante un
proceso de deducción). Deducción: procedimiento que permite pasar de unas verdades generales a
otras particulares. Las matemáticas utilizan procedimientos deductivos cuando demuestran un
teorema a partir de ciertos axiomas.

El objetivo de los racionalistas era extender este procedimiento deductivo a todo el campo del
conocimiento humano. Creían que era posible construir un saber completo partiendo de las verdades
evidentes e innatas de la razón. Para lograrlo era imprescindible seguir un método adecuado, un
camino que permitiese descubrir la verdad y evitar el error. Tanto Descartes como Leibniz aspiraban
a sentar las bases de una “ciencia universal”. Pretendían obtener el conocimiento de una verdad
atemporal, al margen de toda consideración concreta (histórica, social o personal), una verdad
eterna e inmutable que nos ofreciera la esencia de la realidad, proponiendo un claro alejamiento de
lo concreto, de lo personal, de lo vital.
3.2.- EL EMPIRISMO
Mientras en el continente europeo se desarrollaba el racionalismo, en las islas británicas surgió
una corriente filosófica denominada empirismo. Los principales representantes son: Hobbes, Locke,
Berkeley y Hume. El enfoque de éstos es totalmente diferente a los racionalistas. Para los empiristas
la única fuente de conocimiento válida es la experiencia. Todo lo que conocemos proviene de la
experiencia. A partir de las experiencias elaboramos nuestras ideas y todo cuanto sabemos. De
acuerdo con esta concepción niegan la existencia de ideas innatas. Al nacer no tenemos ninguna

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idea, porque todas las ideas sin excepción provienen de la experiencia.
El modelo de conocimiento en el que se inspiran los empiristas es el de las ciencias naturales,
como la física o la química. Estas ciencias se basan en la experimentación y, según los empiristas,
elaboran sus leyes mediante la inducción. Los empiristas confían en este método para construir el
conocimiento.
La experiencia es el origen, pero también el límite del conocimiento. Por eso los empiristas
cuestionaron que se pudiese conocer aquello que de lo que no tenemos experiencia: la vida tras la
muerte, Dios, o bien, cualquier hecho futuro.
Inducción: Procedimiento que parte de verdades particulares para obtener resultados universales
mediante el proceso de generalización.
EL IDEALISMO TRASCENDENTAL
Enmanuel Kant, filósofo alemán de la época de la Ilustración, consideraba que todo pensamiento
era un intento de responder a tres preguntas: ¿qué puedo conocer? ¿qué debo hacer? ¿qué me cabe
esperar?
En cuanto a lo que al conocimiento se refiere (la respuesta a la primera pregunta), Kant,
impresionado por los avances científicos de su tiempo trató de investigar el fundamento que hacía
posible la ciencia. Se planteó si lo que le permitía a las matemáticas y a la física progresar tanto
tenía algo que ver con la forma en que la mente humana conoce la realidad.
Su teoría del conocimiento se conoce como IDEALISMO TRASCENDENTAL, pero la
innovación de esta teoría en lo que se ha conocido como “GIRO COPERNICANO”, pues sitúa al
sujeto y no al objeto de la experiencia en el centro del conocimiento. Lo explicamos a
continuación:
Con la intención de superar el antagonismo entre el empirismo y el racionalismo, recogerá ambas
influencias, para afirmar que sin la experiencia no hay conocimiento (da la razón a los empiristas),
pero sin las categorías (conceptos o estructuras innatas) del entendimiento, tampoco es posible
construirlo(racionalismo). Pensaba que la razón humana también tenía un papel importante, como
afirmaban los racionalistas, en la construcción del conocimiento.
Kant mantiene que la experiencia nos proporciona el contenido o materia de nuestros
conocimientos, pero es la razón del sujeto la que se encarga de organizar estos contenidos
dándoles forma.
Basándonos en esto, en su libro “Crítica de la Razón Pura” (1781), trata de averiguar cuáles son
los límites del conocimiento humano, estudiando para ello en detalle el funcionamiento de nuestras
facultades: la sensibilidad, el entendimiento y la razón. Afirma que ellas son las encargadas de
que los seres humanos podamos conocer la realidad. Explica cómo hace nuestra mente con la
caótica información que nos llega a través de los sentidos.
​ La sensibilidad: es la capacidad humana de recibir sensaciones que proceden del exterior,
captarlas y retenerlas. Las sensaciones irrumpen en mi mente de forma caótica, pero yo soy
capaz de ordenarlas gracias a mis estructuras a priori (espacio-tiempo). Pues sin una
posición espacial y un valor temporal mi mente no puede procesar nada.
La sensibilidad se encargará de recoger los datos del exterior y ubicarlos en un espacio tiempo.
Es el sujeto el que introduce el espacio y el tiempo en las percepciones. Ambos son anteriores a la
experiencia por eso los denomina “formas a priori”.
​ El entendimiento: Los datos de la sensibilidad son inconexos. Es necesario ordenar los
estímulos que me llegan por separado (sabor, color, textura, aroma...). Al ordenarlos se
construye lo que Kant llama “fenómeno empírico” ( sería el objeto tal como se nos aparece,
la realidad que se muestra a mis sentidos). El entendimiento se encarga de construirlo.

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¿Cómo lo hace? Lo hace gracias a unos conceptos predeterminados que ya tenemos
incorporados desde que nacemos “las categorías a priori”. Son conceptos o estructuras
innatas, que no hemos aprendido y que nos sirven para estructurar la información que
recogen los sentidos. Al aplicar la categoría ya soy capaz de crear un concepto.
¿Cómo surgen los conceptos del entendimiento? Kant creía que en el proceso intervienen dos
elementos. El contenido de los conceptos son los datos de la sensibilidad. En cambio, la forma que
permite organizar esos datos y darles sentido no procede de la experiencia, sino que la aporta mi
propia mente.
Creía que ciertos conceptos fundamentales o categorías, tales como el de sustancia o el de
causalidad, eran categorías del entendimiento. Esto quiere decir que la causa o sustancia no forman
parte de la realidad externa, sino que son elementos aportados por el sujeto para dar sentido a lo que
percibimos. (Innatas).
​ La razón: es la capacidad de pensar. Una vez creados los conceptos, intento establecer
relaciones más generales y puedo explicar mayor número de fenómenos e intento crear
universales. Esta aspira a establecer conocimientos generales partiendo de los conceptos
elaborados por el entendimiento. Según Kant, los seres humanos tenemos la tendencia
natural a buscar grandes explicaciones para todo lo que sucede, por eso nuestra razón tiende
a sintetizar los conceptos del entendimiento.
El estudio realizado en su obra Crítica de la Razón Pura, permitió a Kant establecer qué es lo
que podemos conocer, cuál es el límite de nuestro conocimiento. Según afirma no podemos
conocer lo que está más allá de la experiencia. Sólo podemos captar lo que se nos muestra, de
acuerdo a la forma en que funcionan nuestros sentidos y nuestra mente. Llama fenómeno a esta
realidad que aparece ante nosotros. Insiste en que no podemos captar la realidad en sí misma,
porque sólo podemos captar los fenómenos. El noúmeno, la realidad en sí misma no está a nuestro
alcance, así pues, nuestro conocimiento está limitado.
Su teoría del conocimiento también es importante porque estableció que el sujeto juega un papel
relevante en el conocimiento. La realidad nos ofrece el contenido de lo que conocemos, pero somos
nosotros quienes aportamos el espacio, el tiempo y las categorías que incluyen la de la sustancia o
de causa.
Este cambio de perspectiva inaugurado por Kant tuvo una gran repercusión en la filosofía
posterior. Los filósofos anteriores habían considerado que nuestro conocimiento dependía
enteramente de los objetos que percibimos. Kant, en cambio, consideró que la clave para
comprender cómo conocemos está en el propio sujeto y en los elementos que nuestra mente aporta
al conocimiento. El propio Kant señaló la importancia de este radical cambio de perspectiva,
comparando su propia teoría con la forma en que Copérnico había cambiado el punto de vista en la
astronomía.

EL CONOCIMIENTO Y LA VERDAD

CRITERIOS DE VERDAD.

¿Te has preguntado alguna vez cómo puedes distinguir lo verdadero de lo falso? Si lo piensas el
problema es más difícil de lo que parece.
En ciertas sociedades suele considerarse verdad aquello que afirma alguien que goza de cierto
prestigio dentro de ella (criterio de autoridad). También se aceptan como verdaderas aquella

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creencia que han perdurado por tradición a lo largo de los años y que siempre se han transmitido de
generación en generación.
Esta interpretación no admite críticas ni cuestionamientos racionales, pero la filosofía se
caracteriza por emplear la razón, y ha tratado de encontrar otras formas de acercarse a la verdad.
Intenta ir más allá de las apariencias. Esto nos lleva a hablar de la Metafísica.
Si queremos diferenciar lo verdadero de lo falso, necesitaremos aplicar algún modo de juzgar
que nos permita determinar qué es la verdad. En la historia del pensamiento se han usado diferentes
procedimientos para determinar qué es verdadero y qué es falso. A estos procedimientos los
denominamos CRITERIOS DE VERDAD.

A.- La verdad como correspondencia o adecuación.

En base a este criterio se establece que algo es verdadero si existe una correspondencia entre lo
que se afirma en la proposición y la realidad, y sólo se puede determinar su validez por
contraposición con la experiencia. Comprobamos la verdad contrastando con los hechos y las
observaciones. Esta teoría, fue expuesta por Aristóteles (s. IV a.C.), sitúa la verdad en acuerdo o
adecuación entre el pensamiento y la realidad. Parece algo de sentido común, pero está
presuponiendo dos premisas fundamentales:

a) Existe una realidad objetiva independiente a nuestro pensamiento.


b) El pensamiento puede acceder a esta realidad externa a él y concordar con ella.

Ej.: tengo una bandera en mi casa. Esta mesa es verde. Cuando llueve cae agua.
Tenemos también la afirmación de Aristóteles en su Metafísica: “Decir de lo que es que no
es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, y de lo que no
es que no es, es verdadero”.

B.- La verdad como evidencia.

René Descartes, filósofo francés, pensaba que el criterio de verdad adecuado no podía ser el de
correspondencia. La aplicación de su método: la duda metódica, lo llevó a desconfiar hasta de la
existencia de lo que lo rodeaba. ¿Y si las cosas que veía y lo rodeaban eran producto de un sueño?
Lo mejor sería buscar una verdad absolutamente cierta e indudable, algo para lo cual no valía el

criterio de correspondencia. Pensaba que el criterio de verdad adecuado era el de evidencia, pues
la verdad debe ser evidente e indudable. Será verdadero aquello que no contenga el más
mínimo motivo de duda.

En base a este criterio algo indiscutiblemente verdadero cuando lo captamos mediante la


intuición intelectual. La intuición nos permite alcanzar ciertas verdades fundamentales de forma
clara y distinta.
Su primera verdad indiscutible es su afirmación: “Pienso, luego existo”.

Ej.: Por dos puntos cualesquiera sólo puede pasar una recta.
Principios lógicos como “No es posible que se den A y no A al mismo tiempo”

C.- La verdad como coherencia o no contradicción.

Es el criterio considera que una proposición es verdadera si no entra en contradicción con el


resto de las proposiciones aceptadas. Si ya tenemos afirmaciones que consideremos verdaderas, la
nueva también lo será si es coherente (no contradicción) con las que ya sabemos. De acuerdo con
este criterio una afirmación es verdadera cuando no es contradictoria y cuando puede encajar

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adecuadamente con el resto de las afirmaciones que consideramos válidas. Lo contrario no es
pensable.

Ej.: “El número 17 es primo”. Sabemos que los números primos son aquellos que son
divisibles por 1 y por ellos mismos. Como el número 17 cumple con esta condición,
resulta que esta afirmación es coherente con nuestro saber matemático. Por eso
decimos que es verdad.

D.- La verdad como consenso.

La teoría consensual de la verdad tiene a su principal defensor en Habermas, filósofo alemán del
siglo XX. Este criterio tiene una clara inspiración política y democrática. Afirma que la verdad es el
acuerdo de una mayoría tras un diálogo en el que todos estén en igualdad de condiciones a la hora
de decidir.
Según este filósofo, el fundamento para afirmar que algo es verdadero está en el acuerdo
resultante de un proceso de diálogo.

Ej.: La afirmación que hoy consideramos científicamente válidas han sido


establecidas mediante el debate, la crítica y la revisión de los expertos dentro de la
comunidad científica. Lo que los científicos consideran verdadero es aquello sobre lo
cual han logrado ponerse de acuerdo mediante el diálogo y el consenso.

E.- La verdad como éxito. El Pragmatismo


La verdad coincide con lo útil, con el éxito, es decir, aquello que conduce a resultados positivos.
Por ejemplo, es un hecho que nunca una teoría científica es totalmente verdadera puesto que
siempre se verá superada con el tiempo por una teoría mejor. Sin embargo, a pesar de ello,
consideramos a nuestras teorías actuales como verdaderas porque nos “sirven”, porque
utilizándolas conseguimos poner satélites en el espacio, curar enfermedades o fabricar
ordenadores.
Ej.: La preposición “la democracia es mejor sistema político que la dictadura” se
considera verdadera por los beneficios que se derivan de adoptar aquel sistema, tales
como mayores libertades o pluralismos político no porque exista un “acuerdo
científico” al respecto.

ACTIVIDAD:
Indica el criterio de verdad que se utiliza en los siguientes argumentos:

​ “Hasta hace poco los científicos consideraban que no había habido apareamientos entre los
neandertales y los humanos modernos. En la actualidad la comunidad científica mantiene
que sí que los ha habido y que un 4% de nuestro ADN proviene de los neandertales”.

​ “Todos los veranos suben las temperaturas, entonces todos los veranos hace más calor”.

​ “Según Adolf Hitler la raza aria es superior a todas las demás, lo que justifica la política de
higiene racial”.

​ “Dos magnitudes iguales a una tercera son iguales entre sí”

​ “Al observar Saturno con el telescopio comprobó que era verdad que estaba rodeado por
anillos”

​ El descubrimiento de ese fármaco fue muy discutido hasta que se confirmó que combatía

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parcialmente el virus”.

​ “En la actualidad pocos son los científicos que considera que el desarrollo científico
vinculado al desarrollo tecnológico no supone un problema ético”.

● “La caza de ballenas debe seguir realizándose porque no solo su carne es demandada, sino
que posibilita el estudio científico.

POSIBILIDAD DE CONOCIMIENTO

Para los pensadores críticos el conocimiento es posible; sin embargo, este no es incuestionable y
definitivo, sino que debe ser revisado y criticado continuamente para detectar posibles
falsificaciones y errores. Aunque prácticamente no ha habido ningún filósofo que no haya ejercido
la crítica, ésta se convierte en actitud predominante a partir del siglo XVIII, gracias a Hume y Kant.
Criticar es para Kant “llevar ante el tribunal de la razón”. Esto significa que la razón es la guía
última – el juez supremo- del ser humano. Que, por tanto, es preciso que el ser humano se atreva a
pensar y no crea sino aquello que racionalmente (conforme a pruebas o razones) piense que puede
creer. Renunciar al uso de la propia razón sólo puede deberse a la inaceptable pereza o cobardía.

Escepticismo y Dogmatismo

Los criterios de verdad nos permiten determinar qué es lo que distingue lo verdadero de lo falso.
Sin embargo, los filósofos también se han planteado si es posible conocer la verdad con certeza.
¿Somos los seres humanos capaces de alcanzar la verdad?

​ El Escepticismo es una teoría filosófica que surge en Grecia, aproximadamente en el siglo


V a. C. de la mano de filósofos Sofistas. En general esta corriente defiende que la verdad es
incognoscible, que no está al alcance del ser humano distinguir entre lo verdadero y lo falso.
Esta postura conduce a la parálisis intelectual (no es preciso investigar nada pues no
podemos conocer la verdad).

En el Renacimiento aparecen otros autores como Montaigne (1533-1592) que afirman que
el conocimiento y especialmente el relativo a asuntos humanos, es demasiado cambiante
para defender algo con absoluta seguridad.

Para un escéptico, la verdad absoluta es inalcanzable. Lo máximo que podemos llegar a


conocer son afirmaciones probables o verosímiles, pero nunca podemos tener la completa
seguridad de estar en posesión de la verdad.

​ l Dogmatismo es la posición filosófica según la cual podemos adquirir conocimientos


E
seguros y universales, y tener absoluta certeza de ello. Además, defiende la posibilidad de
ampliar progresivamente nuestros conocimientos. Un defensor de esta posición es René
Descartes. Afirmaba que, con un buen método, como hace la ciencia, la razón sería capaz de
proporcionar conocimientos válidos y universal acerca de todo lo que se proponga. Esto
supone una confianza ilimitada en nuestra capacidad de conocer.
Este dogmatismo radical conduce a quien lo defiende a considerarse en posesión de la
verdad absoluta, rechazando de plano cualquier asomo de crítica o de disensión. Tal es el
caso de todos los fundamentalistas religiosos, entre los que se hallan los sectores más
ortodoxos del catolicismo, judaísmo, islam...

*un dogma es un principio firme y cierto sobre el que se puede construir el conocimiento.

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Relativismo y subjetivismo

Tratando de buscar la verdad, sobre cualquier tema, nos podemos encontrar con todo tipo de
opiniones, a menudo incluso contradictorias. Ante esta situación resulta muy difícil tratar de
encontrar una verdad única y común para todos. ¿Acaso la verdad absoluta no existe?

Llamamos relativismo a la teoría que afirma que no existe una verdad universal y absoluta. Los
defensores de esta postura creen que lo que consideramos verdadero o falso es relativo, porque
depende del punto de vista, así como del momento y del lugar en el que nos situamos. Por eso no
podemos afirmar que haya una única verdad para todo el mundo. Según los relativistas cada cual
tiene su verdad, y es tan válida como la de cualquier otro.
El sofista Protágoras es uno de los primeros relativistas de los que tenemos noticia. Creía que las
propiedades que le atribuimos a las cosas no están en ellas mismas, sino que son producto de
nuestra valoración. Por ejemplo: una misma bebida puede parecer a unos amarga y a otros dulces,
a unos fría y a otros caliente. Es por ello que Protágoras decía que “el hombre es la medida de
todas las cosas”, ya que en su opinión todo lo que afirmamos sobre la realidad depende de
nuestro particular punto de vista.

Los relativistas suelen considerar que la interpretación de la verdad depende de la cultura, las
costumbres, la educación y las creencias generalmente aceptadas en un tiempo y un lugar
determinado.
Lamamos relativismo a la teoría según la cual no existe ninguna verdad universal y absoluta. Existe
a la verdad, pero tiene una validez limitada, no es una verdad única, objetiva. No se trata de tener opiniones
diversas, el relativismo aparece cuando decimos que esas opiniones son verdaderas y nos atrevemos a
calificar de erróneas al resto.

Para Los subjetivistas, cada uno de nosotros tiene su propia verdad personal, por lo que resulta
imposible encontrar verdades eternas y universales.

A menudo el escepticismo suele ser ligado al relativismo. Pero cuidado, para un escéptico, lo
recomendable es suspender el juicio, absteniéndose de hacer afirmaciones rotundas y limitándose a
ofrecer nuestra opinión, que puede estar equivocada. Los relativistas, en cambio, afirman que las
cosas que consideramos verdaderas o falsas dependen de las creencias y opiniones entendidas en
nuestro entorno. El relativismo considera que la verdad depende del momento y del lugar, por lo
que algunas cosas que para nosotros son verdad podrían ser mentira para otras personas en otro
lugar u otro tiempo.

El Perspectivismo

Defienden que el hecho de que la verdad presente aspectos variables según las personas, los
momentos o lugares, no quiere decir que la verdad no exista, ni que cada uno tenga la suya. Para
un filósofo perspectivista sí que existe la verdad, pero ésta solo puede contemplarse desde una
perspectiva concreta, que condiciona la forma en que la percibimos. La verdad se da siempre
desde las circunstancias en las que yo me veo inmerso, desde mi propia vida. La realidad es
siempre captada desde las circunstancias en las que se halla inmerso el yo. Un ejemplo que pone
Ortega y Gasset puede ayudar a entenderlo de un modo muy gráfico:

(…) “Mirada la sierra desde Madrid no es lo mismo que mirada desde Segovia. ¿Cuál es la mirada
verdadera, la visión verdadera? No tiene sentido esta pregunta, como si se pretendiera tener una visión

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"única" de las dos vertientes que no es posible bajo ninguna consideración. Quien mira la sierra desde
Madrid tiene una visión tan verdadera de ella como quien la ve desde Segovia, por lo que las dos
perspectivas de la sierra son verdaderas. Sin embargo, dice Ortega, las dos miradas, las dos
perspectivas, se complementan, siendo cada una de ellas distinta e insustituible. Es precisamente esa
complementariedad de las perspectivas lo que aleja la posición perspectivista de Ortega del relativismo
y el escepticismo. (...)”
El perspectivismo pretende resolver el conflicto, admitiendo el carácter múltiple y cambiante de
la realidad de la que es posible tener, pues, múltiples perspectivas, pero considerando también que
esa multiplicidad puede ser "unificada" mediante algún principio rector, al que se refiere Ortega al
hablar de la complementariedad de las perspectivas. La verdad será, pues, el resultado progresivo de
la unificación de las perspectivas.

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