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Yo soy un hombre sincero

de donde crece la palma,


y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes;
en los montes, monte soy.

Versos sencillos
José Martí

Texto Nº 2
—¿Has oído, Maille? —dijo el presidente al aludido.
—He oído, pero no tengo dinero para pagar.
—Tienes ganados, tienes tierras, tienes casa. Se te embargará uno de tus ganados, y como tú
no puedes seguir aquí porque es la tercera vez que compareces entre nosotros por ladrón,
saldrás de Chupán inmediatamente y para siempre. La primera vez te aconsejamos lo que
debías hacer para que te enmendaras y volvieras a ser hombre de bien. No has querido. Te
burlaste del yaachishum. La segunda vez tratamos de ponerte bien con Felipe Tacuche, a quien
le robaste diez carneros. Tampoco hiciste caso del alli-achishum, pues no haz querido
reconciliarte con tu agraviado y vives amenazándole constantemente (...).

Ushanan jampi
Enrique López Albujar

Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, ambas piezas sin almidón,
iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda. Era un atuendo de ocasión. De no
haber sido por la llegada del obispo se habría puesto el vestido de caqui y las botas de montar
con que se iba los lunes a El Divino Rostro, la hacienda de ganado que heredó de su padre, y
que él administraba con muy buen juicio aunque sin mucha fortuna. En el monte llevaba al
cinto una 357 Mágnum, cuyas balas blindadas, según él decía, podrían partir un caballo por la
cintura.

Crónica de una muerte anunciada


Gabriel García Márquez

Cleanto: Deseamos hablaros de casamiento, padre. HArpAgón: También es de casamiento de


lo que quiero hablar. Elisa: ¡Ay! ¡Padre mío!
Harpagón: ¿A qué viene ese grito? ¿Qué os asusta, hija mía: el dicho o el hecho?
Cleanto: A ambos puede asustarnos el casamiento, según el modo en que lo entendéis; y
sospechamos que nuestros sentimientos no andan conformes con vuestra elección.
Harpagón: Tened paciencia. No os alarméis. Se lo que os conviene y ni uno ni otro hallaréis de
que quejarse en lo que pretendo hacer. Para empezar. Decidme:
¿Habéis visto a una joven llamada Mariana, que vive no lejos de aquí?
Cleanto: Sí, padre.

El avaro – Moliere
La mayor parte de ellos fueron víctimas del impetuoso Ares, y el que yo estimaba más que
todos, el que salvaba de los peligros a la ciudad y a nosotros, le has matado tú cuando
defendía a su patria: Héctor. Por él vengo ahora a las naves aqueas, y traigo con este objeto un
rescate inmenso. Respeta, Aquiles, a los dioses y apiádate de mí en recuerdo de tu padre. Aun
soy más digno de compasión, porque he tenido el ánimo de hacer lo que nadie ha hecho en la
tierra: besar la mano del matador de su hijo.

La Iliada
Homero

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