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Diversidad e inclusión
14 de Diciembre de 2023
La otredad en relación al poder y donde se ve implicado
INTRODUCCIÓN
En el presente informe, nos abocamos a un análisis que fusiona dos fuerzas aparentemente
opuestas pero profundamente entrelazadas: la otredad y el poder. Por ello, analizamos las
capas de significado que rodean a la otredad, examinando cómo ésta se ve moldeada,
influenciada e, inevitablemente, involucrada en dinámicas de poder.
Esto, con el fin de comprender cómo la percepción del "otro" se entremezcla con las
complejas estructuras de poder que dan forma a nuestras interacciones sociales, mostrando
las complicaciones que definen cómo vivimos hoy en día.
DESARROLLO
En el texto “El otro en las ciencias sociales” Eduardo Gruner nos plantea que, a la hora de
designar a alguien o algo como un absoluto “Otro”, ya no puedo saber nada sobre él, puesto
que el conocimiento supone la posibilidad de comparación. Es decir, que es imposible
conocer lo otro del otro sin caer en comparaciones, semejanzas, diferencias, ideologías
Dado a que, para que el Otro sea realmente un “otro” respecto de mí, se tiene que
establecer una muy compleja dialéctica de semejanzas y diferencias. Porque, sin
semejanza, no puedo comparar; y sin diferencia, ya no estoy hablando del Otro sino de un
reflejo de mí mismo.
Cuando yo califico al otro de diferente, a alguien que no soy yo, me pongo en el lugar, de
omnisciencia o de omnipotencia divina, que distribuye a gusto semejanzas o diferencias.
Por esto, propone que incluso, el acto de enunciar quién es un “Otro”, un “Diferente”, es ya
ejercer consciente o inconscientemente ese poder.
El problema es qué clase de poder circula en los discursos que coloca a ciertos sujetos en
la posición institucional, de poder físico, de poder cultural, o simplemente de poder de
enunciación que califica la semejanza o la diferencia.
De este modo, menciona un importante ejemplo que refleja el problema que ha habido en
relación a las ciencias sociales cuando se ha intentado estudiar otras sociedades, dado a la
gran tendencia de tratarlas como si les faltara aquello que nosotros tenemos. Así, se cae en
la dificultad de analizarlas desde la propia organización, social y económica; lo cual conduce
a catalogarlas en falta, inferiores, privativamente, con ausencias o errores.
Por esta razón es importante el papel que juega la cultura tanto en el poder como
mencionamos anteriormente, como en la transformación de las diferencias, por esto
debemos comprender la dimensión de la palabra “cultura”, como así también la de los
significados y las prácticas adquiridas en la vida social, que nos muestra el potencial de la
diversidad humana y nos sirve para comprender cómo condiciones diferentes pueden
conducir a cambios mayores o menores en el tiempo. Por ello, dice Hannerz, que “cultura”
debe servir para problematizar las cuestiones de fronteras y mixturas que hay en la vida
social, en los modos de pensar y de actuar. De tal forma que la identidad es fabricada y
refugiada por la cultura, el tener identidad es una forma de ser aceptado y recibido, como
también el hecho de sentirse integrado a la sociedad se convierte en un deseo y una
necesidad.
Es decir, que es importante hablar del poder, pero ¿a qué nos referimos con poder o
“dispositivo del poder”? Este último es una manera metafórica de poner en manifiesto los
tres elementos básicos que hacen que el poder funcione: la fuerza o violencia, el discurso
del orden y el imaginario social, las cuales, si bien son instancias distintas, no son
independientes en su interior.
En primer lugar, la fuerza es el elemento constitutivo del poder, el que lo produce, pero esta
no funcionaría por sí sola si no existiesen en el dispositivo las otras instancias para
garantizar la continuidad del poder conquistado o instituido.
Mientras que, el discurso del orden es un espacio de racionalidad. Pertenece al ámbito del
conocimiento, de la teoría, y las representaciones sociales (abogados, jueces, intérpretes y
glosadores de los códigos y las leyes hacen su obra).
Por último, el imaginario social, es una estructura simbólica de las sociedades y sus
prácticas: como ceremonias, banderas, rituales, cánticos e himnos, distribución de espacios,
reliquias, rangos y prestigios, y otras de no menos variado tipo como diplomas, apelación a
los ancestros, tumbas. Es decir que es el dominio de valores y credibilidades de una
realidad a las que estas prácticas y símbolos se refieren y constituyen a la vez. El
imaginario social interpreta a las emociones, a la voluntad y a los sentimientos.
Asi tambien, Foucault presenta al cuerpo como el lugar en el que se da el cruce entre lo
individual y lo social, entre lo personal y lo político: como la región más específica y visible
del emblema feminista. En gran parte de la obra de Foucault está presente esta
reconsideración del cuerpo en su especificidad histórica y social, al ser el emplazamiento en
el que el poder se inviste y opera, sin ser apenas percibido. Lo característico del castigo es
que éste revela las distintas maneras en las que el cuerpo puede ser objeto de poder. Ahora
ya no se trata de castigar provocando un daño físico a los individuos, sino de reeducarlos y
reinsertarlos en la sociedad, con etiquetas, modelos de ser, y limitaciones por medio de
ideales.
En consecuencia, el sistema punitivo deja de situar al cuerpo como el centro de su
actividad, para hacerlo sobre el alma. “No tocar ya el cuerpo, o lo menos posible en todo
caso, y eso para herir en él algo que no es el cuerpo mismo.”
El género regula y agrupa, bajo una consistencia sustancial, todas aquellas multiplicidades
a las que Foucault aludía en su texto. Por consiguiente, el género no es una mera etiqueta
inocua, meramente descriptiva e inofensiva, sino que se erige como un ideal normativo.
El Género como la sustancia constante, invariable e idéntica a sí misma, que se manifiesta
a través de ciertos actos particulares: disposiciones corporales, gestos, tendencias, hábitos,
etc.
El poder todavía necesita del cuerpo para
hacer efectivo su dominio, ya que, en última
instancia, su principal herramienta -el género,
en este caso- sólo puede realizarse en la
medida en que se incorpora materialmente,
de un modo manifiesto y palpable.
Se trata de reconocer que nuestra propia
identidad no es del todo nuestra, en la
medida en que depende de ciertas
convenciones sociales y culturales que nos
trascienden. Es entonces cuando nos damos
cuenta que lo que se buscaba desvelar es la
sexualización y objetualización de nuestros cuerpos, o el control sobre nuestro modo de
vestir, hasta la aterradora inseguridad que todas sufrimos -e incluimos aquí también a las
minorías sexuales- cuando caminamos de noche por la calle. Este veto del espacio público
ya no se entiende en un sentido político tradicional, sino cotidiano y ordinario, que hace
referencia a cómo, ya no sólo nuestros cuerpos, sino también los lugares que ocupamos,
inclusive en soledad, están impregnados por relaciones de poder.
El poder circula en espacios imperceptibles, en espacios inimaginados, impensados,
también en el ámbito de lo doméstico, desde el propio cuerpo, y es a partir de allí que
sostenemos y reproducimos desigualdades, discriminaciones, diferencias funcionales al
poder. Un poder que ya no es unidireccional, en la medida en que no emana de la figura del
monarca, sino que se bifurca por todos los recovecos de la sociedad.
En relación a esto, el autor Anibal Quijano, plantea que América Latina fue hace 500 años el
espacio original y el tiempo inaugural de un nuevo patrón de poder, históricamente
específico, cuya colonialidad se va constituyendo y desenvolviendo en torno de dos ejes
históricos: el primero es aquello que le
da origen, es la producción de un modo
de clasificación y de desigualación en
los miembros de la especie, un término
que hoy usamos como raza.
El concepto de raza es un constructo
mental producido en el momento mismo
en que comienza la violencia de la
conquista y destrucción que tuvo lugar
en lo que hoy llamamos América Latina.
Mientras que, la colonización es un
patrón de poder, que establece el
concepto de raza, el cual se forma a
partir de Colón, la invasion y el genocidio, tomando como fundamento lo europeo como
modelo aspiracional superior.
Las dinámicas de poder, control y explotación que surgieron a raíz de la colonización
europea en América continúan afectando a las sociedades contemporáneas. Como así
también se refleja el poder de un Otro en la libertad de la opción entre las diversas
orientaciones culturales, y sobre todo en la libertad para producir, criticar, cambiar e
intercambiar culturalmente, como socialmente. Todo esto es parte del proceso de liberación
social de poder organizado como desigualdad, discriminación, explotación y dominación.
Es por ello, que destaca que la igualdad social no puede ser alcanzada si creemos en la
raza, ya que divide la sociedad imponiendo diferencias. Por lo que, se busca descolonizar,
es decir, liberar la producción de conocimiento, reflexión y comunicación, donde se tiende a
minimizar lo externo, y las formas de otras culturas se convierten en inferiores.
En relación a esta idea de descolonización, consideramos importante mencionar a modo de
ejemplo un movimiento importante que ha surgido en los últimos tiempos, el de "Identidad
Marrón", que es pensada como una construcción política y como una categoría de análisis,
la cual denuncia el racismo existente en Argentina.
Es una organización civil conformada por personas marrones de ascendencia indígena,
migrante y campesina, que denuncia el racismo estructural que existe en el país y la región.
De modo que, se opone al discurso existente e idea de que Argentina es blanca y
homogénea, discurso el cual es usado incluso como una forma de expresar “superioridad”
por sobre otros pueblos, culturas o países. Por lo que, es aquí donde se da el racismo,
implicando la negación de personas indígenas, la extranjerización de descendientes de
pueblos originarios y la racialización de estas personas.
CONCUSIÓN
En conclusión, podemos considerar el poder como algo que nos atraviesa, tanto en lo
individual, como en lo colectivo. A lo largo de la historia se ha impuesto ante nosotros lo
correcto y lo incorrecto, quienes hacen respetar la ley, aquellos que tienen el poder, a
quienes nos hemos acostumbrado a temer, o respetar. Inconscientemente hemos hecho
costumbre el asignar etiquetas, el dividirnos, detallarse, y encasillar en diferentes rótulos, lo
que nos hace olvidar que todos compartimos la misma etiqueta, la de seres humanos, seres
sociales que comparten la habilidad de pensar, vincularse y sentir.
Lo trabajado nos llevó a recordar la alegoría de la caverna de Platón en donde uno, de
todos los hombres de la caverna, decide salir de esa especie de opresión para generar un
cambio, para poder liberarse y así ver otro tipo de realidad para poder comparar, criticar y
saber que existían otras opciones además de la caverna y las sombras reflejadas en la
pared, que existía un afuera lleno de cosas nuevas por descubrir y conocer.
Es así como este informe ha logrado en nosotros como estudiantes un cambio personal,
completo y lleno de comprensión sobre cómo actuamos, como debemos dirigirnos y
expresarnos frente a aquellas diferencias impuestas que nos dividen y limitan, ya que, si
hubiera inclusión no existiría la palabra diversidad. Como futuros psicólogos debemos
trabajar para que esto cambie, para que toda la sociedad e incluso nosotros, aprendamos
dia a dia a quitarnos aquel poder, en el que reproducimos desigualdad, salir de la caverna y
liberarnos.
Bibliografía
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