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Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en pleno

Caja de Crédito de los Centros Comerciales c. Bagnat, Carlos A. • 03/08/1984

Publicado en: LA LEY 1984-C , 539


Cita online: AR/JUR/2677/1984

Buenos Aires, agosto 3 de 1984.


Cuestión: "Si en los casos de pagarés con la cláusula 'sin protesto', librados 'a
la vista' con lugar de pago en el domicilio del deudor, la carga de la prueba de
la presentación pesa sobre el acreedor o corresponde al deudor por aplicación
de lo dispuesto en el art. 50, párr. 4º del dec.-ley 5965/63".
Los doctores Quintana Teran, Anaya, Caviglione Fraga, Alberti Milberg, Rivera
y Bengolea dijeron:
I. La cuestión propuesta a este acuerdo plenario versa sobre la carga de la
prueba de la presentación de los pagarés caracterizados por ser vencederos "a
la vista" e incluir dispensa del protesto.
Debe señalarse, inicialmente, que será limitada la utilidad de una decisión
plenaria sobre aspectos relativos a la carga probatoria, pues si bien puede ser
sostenido que dicha carga, de entre las varias que aparecen durante el
proceso, deriva de la naturaleza de la relación sustancial sobre la cual verse el
debate judicial, cierta doctrina tan autorizada como esa predica que la carga
probatoria depende de la estructura concreta del debate provocado en cada
juicio por las manifestaciones iniciales del pretensor y del defendido. Si la
solución atinada fuera la recordada últimamente, y puesto que la decisión
plenaria es necesariamente anterior a los juicios donde habrá de ser aplicada,
su fuerza vinculante dependerá de la estructura de dichos pleitos determinada
por las arguciones de las partes. Esto no obsta a pronunciar voto en torno de la
doctrina aplicable generalmente en las ejecuciones provocadas por la
persecución de ese tipo de títulos (pagarés vencederos "a la vista" y con
dispensa de protesto), mas previene contra la aplicación mecánica de una
doctrina que habrá de ceder ante relaciones procesales continentes de
argumentos que es imposible prever anticipadamente y que determinen una
distinta solución.
Lo dicho hasta ahora implica que la cuestión en estudio ocurrirá generalmente
cuando tanto ejecutante como ejecutado procedieren en forma más o menos
simple y esquemática, que por lo tanto no habrá de provocar un casuismo
necesitado de atención específica por parte del magistrado sentenciante.
II. A) Estimamos que la carga probatoria en torno del tema de la presentación
para el cobro de la letra vencedera a la vista o de la falta de presentación de
ésta, con lo cual se habrá producido la caducidad de las acciones regresivas,
según mecanismo del art. 57, dec.-ley 5965/63, debe ser resuelta de acuerdo al
art. 549, párr. 2º del Código Procesal de nuestra jurisdicción: el excepcionante,
quien habrá afirmado la inhabilidad del título por causa de no haber sido
presentado, deberá asumir la carga de probar dicha omisión (carencia que es el
"presupuesto de hecho" de su excepción, señalado con igual sentido por el art.
377 del Cód. Procesal, párr. 2º).
B) Además del argumento procesal fundado en las normas invocadas, incide en
el mismo sentido una consideración emergente del derecho cambiario. La
presentación al obligado constituye, según la más generalizada doctrina, un
deber que pesa sobre el portador del instrumento; cuya omisión acarrea (1) la
pérdida de las acciones regresivas (dec.-ley 5965/63, art. 57, inc. c), y en el
caso de la letra "a la vista" acarrea también (2) la postergación del vencimiento
del crédito constituido por el monto de la letra hasta que dicho vencimiento
acaezca "ope legis" al año contado desde su fecha de emisión (dec.-ley citado,
art. 36, cláusula 2ª). Dicho protesto es la única prueba legal de la presentación,
insusceptible de ser suplida por ninguna otra evidencia (art. 63 "in fine", dec.-ley
5965/63). De donde se sigue que dispensar de constituir la prueba legal de esa
presentación equivale a dispensar de probarla en sí misma, pues están
prohibidos los medios supletorios.
III. Pensamos que esta conclusión posee rigor silogístico impecable. Sabemos
que ella suscita cierta turbación en algunos espíritus. Temen estos constreñir al
ejecutado a la producción de lo que piensan ser una "prueba diabólica",
constituida por la demostración de no haber acaecido algo transitorio y
circunstancial cual la presentación, concretada en los hechos en el apersonarse
de un sujeto individual en cierto domicilio, exhibir un papel y marcharse tras la
negativa de pago.
La presunta dificultad probatoria con la cual se predica no debe hacernos temer
respecto de la solución porque:
a) Esa dificultad presunta hubo sido querida por el sujeto que insertó en el título
la dispensa del protesto; y asumida también por quienes se hubieran obligado
en ese título. Nadie debiera quejarse de la dificultad de los medios supletorios
de aquello a lo cual renunció espontáneamente; y autorizada la cláusula por el
art. 50 del dec.-ley 5965/63, sus consecuencias no son objetables en derecho.
Recuérdese que la materia en juzgamiento es de índole patrimonial, y
disponible para los sujetos de derecho, por lo cual sería impertinente adoptar
una actitud tutelar propia del derecho de los incapaces.
b) Pero además esa prueba no es inalcanzable. El actor habrá declarado, o
será compelido a declarar, la fecha y el sitio en los cuales acaeció tal
presentación, de modo que el ejecutado podrá acreditar específicamente que
en ese momento del tiempo y en ese lugar de la plaza donde fuera exigible el
título nadie concurrió a presentarlos. La delimitación adecuada de la materia a
probar hace posible producir evidencia suficiente, y más porque el Código
Procesal admite las preguntas recíprocas y las presunciones (arts. 415 y 163,
inc. 5º, Cód. Procesal). La conducta del ejecutado constituirá por sí misma un
indicio, puesto que si por un lado será difícil creer que no haya ocurrido la
presentación cuando quien invocare tal omisión, tampoco pagare tras la
presentación implícita en la intimación de pago formulada por el oficial
diligenciante del mandamiento qué emiten los tribunales, por otra parte será
más fácil creer en la veracidad de la negativa expuesta por el ejecutado cuando
éste hubiera puesto en aplicación el mecanismo del depósito de la cambial no
presentada autorizado por el art. 45, dec.-ley 5965/63, o cuando depositare el
importe de la letra en el plazo del art. 73 del dec.-ley 5965/63 . Esto revela no
ser imposible la prueba negativa, cuando un deudor serio y diligente se
disponga a producirla.
El derecho común conoce otros supuestos que imponen la producción de
pruebas negativas a quienes intentaran contradecirlos, y ello está aceptado
pacíficamente hace más de un siglo (confr. arts. 500, 993 y 1016, Cód. Civil).
IV. Es necesario reiterar -aunque para los firmantes de este voto la cuestión
sea clara- que la dispensa del protesto no es igual a la dispensa de
presentación. Lo primero es exoneración de la prueba de haber cumplido la
diligencia; lo segundo es liberación de la diligencia misma. Se trata de extremos
inconfundibles; porque el segundo describe una conducta y la primera una
demostración.
V. Contestamos en concreto que la carga de demostrar la omisión de
presentación pesa sobre el ejecutado invocante de esta carencia para fundar su
excepción en el juicio ejecutivo.
El doctor Guerrero dijo:
Vuelve a convocarse el tribunal para resolver un recurso de inaplicabilidad de
ley planteado en temas cambiarios.
El fallo plenario dictado en autos "Kairus José c. Romero, Héctor" (Rev. LA
LEY, t. 1981-C, p. 281), cuya aplicación por la sala E a estas actuaciones,
provoca el presente llamado, dio la correcta interpretación a la cuestión
debatida.
Aquel fallo en su 2º apartado determinó que "quien invoque la falta de
presentación de los documentos al cobro tiene la carga de la prueba de tal
inobservancia".
Tal conclusión resulta aplicable a cualquier título que se haya librado con la
cláusula sin protesto cualquiera sea su vencimiento.
De acuerdo con autorizada doctrina de los autores que pertenecen a corrientes
legislativas, diferentes según apliquen las disposiciones de la ley uniforme o
similares incorporadas a su sistema normativo o que, por el contrario, hagan
aplicación de normas anteriores a la citada ley uniforme, analizaremos las
distintas concepciones respecto del protesto.
Así bastará recordar lo dicho por Huguet y Campaña ("La letra de cambio", Ed.
Giner, Madrid, 1969), refiriéndose al sistema del Código Español, diferente al
de la ley uniforme de Ginebra:
"El protesto es un requerimiento que por medio de notario dirige el tenedor de
una letra a la persona o personas directa o inmediatamente obligadas por ella.
Llámase protesto porque el tenedor protesta contra el incumplimiento de alguna
obligación esencial".
"Todo protesto tiene dos objetos: hacer constar en documento fehaciente e
irrecusable el incumplimiento de alguna obligación resultante del contrato de
cambio y hacer constar que el tenedor no ha consentido ni ha querido consentir
en el incumplimiento sobrevenido. De esta suerte, cuantos perjuicios provienen
de no haberse aceptado o pagado a tiempo la letra, caen sobre la persona que
con su negligencia o culpa los motivó, pero en manera alguna sobre el tenedor
que con la debida diligencia ha protestado. De ello se infiere la gran importancia
que tiene el protesto y, por consiguiente, la necesidad absoluta en que el
tenedor se halla de no descuidarlo por razón alguna" y sin demora".
Coincidentemente se manifiesta Cervantes Ahumada ("Títulos de crédito", Ed.
Porrúa, México, 1969), comentando la ley mexicana, similar en mucho a la ley
uniforme:
"El protesto es un acto de naturaleza formal, que sirve para demostrar de
manera auténtica, que la letra de cambio fue presentada oportunamente para
su aceptación o para su pago. Las letras a la vista sólo se protestarán por falta
de pago, pues como dichas letras vencen en el momento de su presentación,
no son protestables por falta de aceptación".
"El protesto se levantará contra el girado o los recomendatarios, en caso de
falta de aceptación, y en caso de protesto por falta de pago, contra el girado-
aceptante o sus avalistas. Debe practicarse el protesto en el lugar de
presentación de la letra para su aceptación o para su pago. Si la persona contra
quien debe levantarse el protesto no es encontrada, dice la ley que el acto
podrá entenderse con sus dependientes, criados, o con algún vecino. Esto,
porque la finalidad del protesto, es como ya se dijo, comprobar auténticamente
que la letra fue presentada en tiempo oportuno".
"El único caso en que el protesto no es necesario es el caso en que el girador
exima al tenedor de la letra de la obligación de protestarla, insertando en el
texto del documento la cláusula 'sin gastos', 'sin protesto', u otra equivalente.
Solamente el girador, dice al art. 141, puede insertar tales cláusulas. La razón
es que el girador es el creador de la letra, y él sabe si es conveniente o no que
ésta se proteste. En algunos casos, no será conveniente el protesto porque la
letra sea por pequeña cantidad, la que resultaría muy oneroso aumentar con los
gastos del protesto; y en otras ocasiones, el girador, por estar en continuos
tratos con el girado, podrá tener interés en que la letra no se proteste, porque él
puede estar enterado oportunamente de si la letra fue atendida o no, o porque
quiere evitar al girado el descrédito o molestias que el protesto origina. En los
casos de letras no protestables, si a pesar de la cláusula el tenedor protesta la
letra, los gastos del protesto serán por su exclusiva cuenta".
Por último refiriéndose a la ley uniforme de Ginebra, Supino y De Semo ("De la
letra de cambio y del pagaré cambiario - Del Cheque", vol. I, Ed. Ediar, S. A.,
Buenos Aires, 1950), sostienen:
"Las legislaciones cambiarías, en general, establecen el principio de que la
negativa de la aceptación o del pago debe comprobarse mediante un acto
solemne: el protesto, precisamente por las serias consecuencias que tales
acontecimientos producen a los coobligados en regreso".
"El protesto, por tanto, es sólo un medio para comprobar uno u otro de los
hechos señalados y un medio especial, un acto público solemne, propio de la
forma cambiaría, que no podría sustituirse por otros medios probatorios. Justo
es que así sea; el rigor cambiario, la necesidad de facilitar la circulación del
título, exigen que el incumplimiento de las obligaciones cambiarias se
compruebe con un medio de prueba simple, preciso, uniforme y que posea los
caracteres de publicidad, tal como es el protesto. Protesto significa, por tanto,
declaración legal de un hecho; protestativo, no protesta o reserva de un
derecho como podría hacer creer su nombre y como lo han considerado
algunos autores".
"El portador incurre en caducidad de la acción de regreso de omitir la
presentación de la letra, cuando ella lleve la cláusula 'sin gastos', 'sin protesto' u
otro equivalente. Sabemos que a diferencia del Código italiano, que
consideraba como no escritas tales cláusulas, la nueva ley admite su validez.
En tal caso, era necesario referirse a la inobservancia, no de los términos para
el protesto, sino de los referentes a la presentación. Se observa también que la
ley dispone que la omisión del protesto en virtud de las cláusulas citadas, no
dispensa al portador de la obligación de presentar la letra dentro de los
términos prescriptos".
Las opiniones transcriptas son contestes en cuanto que la función del protesto
es comprobar mediante un medio auténtico la presentación del documento a fin
de resguardar los intereses de los obligados de regreso.
Ahora bien, cuando un obligado de regreso inserta una cláusula de dispensa de
protesto está eximiendo de la obligación de probar la presentación al tenedor
legitimado del título.
Carece, por tanto de asidero lógico imponerle la carga de la prueba de la
presentación cuando se lo exime de la utilización del medio idóneo establecido
por el legislador para probar tal extremo.
Quien dispensa la utilización de un medio de prueba no puede pretender que se
utilice otro menos certero a riesgo de impedirle la prueba.
Esta conclusión aplicable a los supuestos de obligados de regreso, resulta
también ajustada para el supuesto de autos en el que el librador del pagaré
aunque obligado directo, dispensó la obligación de levantar el protesto.
Ello así por cuanto las cláusulas derogatorias introducidas por el librador
benefician a todos los obligados cambiarios pues integran el derecho literal del
título.
Y aunque el suscriptor del pagaré no pueda prevalerse de dicha cláusula, pues
no está autorizado a ponerla (art. 50, dec.-ley 5965/63) ya que sólo pueden
hacerlo los obligados de regreso, los que hayan negociado el título en tales
condiciones han quedado obligados de acuerdo al tenor literal del derecho
cactáceo.
No impide tal solución el hecho de que se trate de un título con vencimiento
relativo pues lo único que importa es en ellos la presentación para
considerarlos vencidos (art. 36, dec.-ley 5965/63), si son a la vista, o para
computar el plazo, si son a días vista; y la falta de presentación debe probarse
por quien la alegue.
La crítica referida a la dificultad de la prueba negativa se vuelve en contra de
los propios críticos pues, como se sostiene, no puede pedírsele a quien se lo
exime de la prueba idónea que busque una tan convincente e idónea como la
que se le ha eximido de producir.
Por ello, consecuentemente con lo resuelto en el plenario Kairus, contestamos
que: "En los pagarés con cláusula sin protesto, librados a la vista con lugar de
pago en el domicilio del deudor, la carga de la prueba de la presentación pesa
sobre el que la alegue, en el caso de autos, el deudor".
Los doctores Barrancos y Vedia y Veiras dijeron:
Es reiterada la doctrina de la sala A, que integramos, en el sentido de que quien
dispensa del protesto al portador del documento a la vista, lo dispensa también
de acreditar la presentación oportuna, y de allí que la ley disponga que el
incumplimiento de la obligación de presentar la letra en los términos prescriptos
debe ser probado por quien lo invoca contra el portador (art. 50, párr. 4º, dec.-
ley 5965/63; conf., entre otros, "Banco de Crédito Argentino c. Spalter, Jorge O.
y otros s/ ejec." "Caja de Crédito Vicente López Coop. Ltda. c. Iglesias, Roberto
y otros s/ ejec.", ambos del 19 de noviembre de 1982). Por lo demás nos
remitimos en lo pertinente a nuestro voto en el plenario "Kairus, José c.
Romero, Héctor y otro", del 17 de junio de 1981.
En consecuencia, votamos el tema del plenario en el sentido de que en el
supuesto allí previsto, la carga de la prueba pesa sobre el deudor.
Los doctores Viale, Morandi, Williams y Martiré dijeron:
1. El llamado a plenario según resulta del texto del temario que ha sido puesto
a consideración de este tribunal se refiere a pagarés librados a la vista con
cláusula sin protesto y con lugar de pago en el domicilio del deudor.
La contradicción que llevó a que se concediera el recurso de inaplicabilidad de
ley por decisión de la sala A de este tribunal, corriente a fs. 50, se concretó al
criterio disímil en resolver la cuestión entre la sala B en los autos "City Bank N.
A. c. Gey, Jorge R. y otros" con sentencia del 9 de febrero de 1982 (Rev. LA
LEY, t. 1982-D, p. 30) y lo resuelto por la sala E en las presentes actuaciones a
fs. 39 y con fecha 29 de octubre de 1982.
Dados los términos en que se encuentra redactada la alternativa puesta a
decisión plenaria no cabe duda alguna de que al expresarse, en una de ellas si
"corresponde al deudor por aplicación de lo dispuesto en el art. 50, párr. 4º del
dec.-ley 5965/63" la prueba de la presentación; ello no significa otra cosa que
una pretendida extensión de la solución que este tribunal, con la disidencia de
la sala B, resolvió en el plenario "Kairus, José c. Romero y otros s/ ejec." (Rev.
LA LEY, t. 1981-C, p. 281).
2. En oportunidad de emitir su voto en dicho plenario, el doctor Morandi aclaró
que en el precedente citado de la sala B, que sirvió para fijar la contradicción,
se tomó el fallo recaído en "Fernández de Sarquiz, Estela M. c. Quintana, Juan
C. y otros" (E. D., t. 67, p. 344 -Rev. LA LEY, t. 1976-D, p. 217-), que se
sustentaba en un pagaré que, si bien contenía la cláusula sin protesto, estaba
extendido a la vista.
En razón de la amplitud del llamado a plenario se analizó, no sólo el supuesto
del vencimiento absoluto del pagaré, sino que, también, se hizo extensivo a las
demás formas de vencimiento previstas por el art. 35 del dec.-ley 5965/63, y
que fueran desarrolladas por el doctor Williams en el voto que emitiera en el
citado acuerdo plenario del 17 de junio de 1981.
Tanto por lo expresado en aquella oportunidad por la sala B en los términos de
que dan cuenta los referidos votos, en lo relativo al carácter de la presentación
en los títulos de crédito y, en especial, en la letra de cambio y pagaré, carácter
que también se puso de relieve en el cheque con motivo del plenario del 4 de
agosto de 1981, en los autos "Walach, Oscar A. c. Glaubach, Roberto A. y otra"
(E. D., t. 95, ps. 271 y sigts. -Rev. LA LEY, t. 1981-C, p. 576-), nos lleva a
remitirnos a lo allí dicho y afirmado en el sentido de la obligatoriedad de la
presentación por parte del portador del título, aun cuando el documento lleve la
cláusula sin protesto.
En este orden de ideas nos permitimos reproducir las conclusiones a que
arribara en el considerando 16 en el cual se expresó: "Las consideraciones
precedentes, nos llevan a distinguir en la presentación de los títulos cambiarios
cualquiera sea su forma de vencimiento: 1º la obligatoriedad de la presentación
a los efectos de requerir el pago de la letra de cambio al girado o aceptante, o
al suscriptor en el pagaré (arts. 40, 41 y 103); 2º la presentación como
presupuesto de las acciones cambiarías, de manera tal que no constituye
formalidad necesaria para la acción directa mientras que a ella está sujeto el
nacimiento de la acción de regreso (arts. 30, 47 y 57), si se inserta la cláusula
sin protesto; 3º la obligación de presentación del título a los fines de la
constitución en mora del obligado cambiario ya se trate de acción directa, ya de
acción de regreso (arts. 30 y 52); 4º la presentación al pago coincide con la
presentación en mora y los supuestos en que se ha decidido que existe aquella
son necesarios y suficientes para ésta".
En lo que hace al cheque, papel o efecto de comercio girado siempre a la vista
(arts. 23, dec.-ley 4776/63), remitimos a lo ya expresado en los consids. 6ª, 11 y
12 del fallo plenario del 4 de agosto de 1981.
3. De reiterarse con relación a los pagarés a la vista la doctrina aceptada y no
compartida por la sala B en el citado plenario "Kairus", se daría la circunstancia,
adelantada por el doctor Williams, en el sentido de que al sostenerse que la
dispensa del protesto exoneraba de la presentación no sólo quebrantaba el
texto expreso del 4º párr. del art. 50 en cuanto establece que la cláusula sin
protesto "no libera al portador de la obligación de presentar la letra de cambio
en los términos prescriptos, ni de dar los avisos", sino que viene a destruir un
principio genérico y común de la teoría general de los títulos de crédito y, en
especial, del derecho cambiario, como es la función de presentación de todo
título de crédito que hace al carácter propio del mismo por cuanto responde a la
naturaleza jurídica de las obligaciones que incorpora al documento desde el
lado activo como pasivo (Williams, J. N., "Títulos de crédito", ps. 46 y 47 y ps.
89/95, 2ª edición).
Hemos señalado que quien suscribe un título de crédito sabe que los
acreedores son intercambiables y la determinación del sujeto activo sólo se
formaliza mediante la presentación del documento en oportunidad del
vencimiento. En otros términos, el ejercicio del derecho está jurídicamente
subordinado a la presentación del título y ello es así cualquiera fuera el título de
crédito de que se trate.
4. Sin perjuicio de lo que ya se expresara en los plenarios citados sólo nos cabe
agregar que sin presentación no existe portador legitimado activamente así
como desaparece la legitimación pasiva.
Es por ello que nos permitimos recordar expresas disposiciones legales que
reafirman el carácter necesario e insustituible de la presentación.
El Código Civil italiano de 1942 precisa, en su art. 1992, que: "El poseedor de
un título de crédito tiene derecho a la prestación indicada en el mismo contra
presentación del título, siempre que esté legitimado en las formas prescriptas
por la ley".
La ley mejicana de 1932 dice en su art. 17: "El tenedor de un título tiene la
obligación de exhibirlo para ejercitar el derecho que en él se consigna". La ley
peruana de 1967, en el art. 16 expresa: "El título valor debe ser presentado por
su tenedor legítimo para exigir las prestaciones que en él se expresan", en el
Código de Comercio de Guatemala de 1970, en el art. 389 se lee: "El tenedor
de un título de Crédito para ejercer el derecho que en él se consigna tiene la
obligación de exhibirlo y entregarlo en el momento de ser pagado". El art. 624
del Cód. de Comercio de Colombia de 1971 estatuye que: "El ejercicio del
derecho consignado en un título valor requiere la exhibición del mismo", texto
que reproduce el art. 6º de la ley uruguaya de 1977.
Si confrontamos la doctrina y las legislaciones que integran el llamado derecho
continental con el derecho anglosajón citado en el consid. 18 del plenario
"Kairus", observamos y reiteramos las diferencias sustanciales existentes entre
ambos en cuanto a la exigencia de la presentación por el primero y la
posibilidad de dispensa convencional de la misma en el segundo.
5. Ratifica la conclusión a que se arriba si tomamos en consideración la
aplicación de la cláusula salvo encaje en la cuenta corriente mercantil (art. 779,
inc. 1º, Cód. de Comercio).
En efecto, entendemos, que la cláusula salvo encaje no constituye un efecto de
la cuenta corriente mercantil sino que es aplicación de los principios relativos a
los papeles o efectos de comercio. Más todavía, el contra-asiento, efectuado
por aplicación de la cláusula salvo encaje no es otra cosa que una verdadera
acción o recurso cambiario extrajudicial ejercitado por el cuenta correntista
receptor respecto del remitente frente a la falta de pago del documento (Hamel,
"Banques et operations de banque", t. I, núm. 431, París, 1933; Huet, "De la
contrepassation en compte courant del Effets impayés en cas de Faillite de
l'une des parties", p. 111, París, 1938; Brunelat, "La protection du banquier en
cas de faillite du remettant en compte courant", p. 146, Francia, 1964, Vasseur
y Marin, "Les comptes en banque", t. I, p. 298, París, 1966).
Por consiguiente, en concordancia con el carácter reconocido al contra-asiento
es necesario que éste se ejercite en la forma y en los plazos previstos por la ley
para los recursos cambiarios.
En consecuencia, debe tenerse presente que el contra-asiento sólo es posible,
si se ha levantado el protesto por parte del receptor para comprobar la falta de
aceptación o de pago al vencimiento, a menos que el título lleve la cláusula
"retorno sin gastos" o "sin protesto", en esta última circunstancia el receptor
sólo podrá asentar desde el vencimiento cuando la presentación resultó
infructuosa, en cuyo caso deberá justificar la falta de pago por medio de "todas
las piezas útiles que posea" (Vasseur y Marin, op. cit., núm. 300).
6. Las consideraciones precedentes nos llevan a reiterar que la extensión de la
doctrina del plenario "Kairus" a los pagarés a la vista, con cláusula sin protesto,
constituye un avance más en la destrucción de un principio sobre el cual se
sustenta la teoría general de los títulos del crédito.
Por lo expuesto, votamos en el sentido de que en los pagarés, con cláusula sin
protesto, librados a la vista, con lugar de pago en el domicilio del deudor, la
carga de la prueba de la presentación, recae sobre el portador.
Por los fundamentos del acuerdo que precede se resuelve que: "En los casos
de pagarés con la cláusula 'sin protesto', exigibles 'a la vista', con lugar de pago
en el domicilio del deudor, la carga de probar la omisión de la presentación
pesa sobre el ejecutado invocante de esa carencia".
Como la sentencia recurrida se ajusta a este pronunciamiento, se la mantiene.
Se deja constancia que se encuentra vacante la vocalía 15.- Juan C. F.
Morandi. - Jaime L. Anaya. - Edgardo M. Alberti. - Fernando N. Barrancos y
Vedia. - Carlos Viale. - Manuel Jarazo Veiras. - Jorge N. Williams. - Eduardo
Martiré. - Juan C. Quintana Terán. - Bindo B. Caviglione Fraga. - Eduardo M.
Milberg. - Julio C. Rivera. - Helios Guerrero. - Juan C. Bengolea. (Sec.:
Alejandro Quíntela).

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