Está en la página 1de 26

1

UNIVERSIDAD TÉCNICA LUIS VARGAS TORRES

FACULTAD:

CIENCIAS ADMINISTRATIVA Y ECONÓMICAS

CARRERA:

CONTABILIDAD Y AUDITORIA

AUTOR:

CHEME HERNÁNDEZ JAIR PAUL

DOCENTE:

Abg. JOSE CORTEZ ALTAFUYA

TEMA:

ACCIONES CONSTITUCIONALES Y ORGANIZACIÓN DEL


ESTADO ECUATORIANO
2

ÍNDICE
¿Que son las acciones constitucionales? ....................................................... 3

¿Cuál es el objetivo de la acción constitucional? ........................................... 8

¿Qué garantiza una acción constitucional? ................................................... 16

¿Cómo está organizado el estado ecuatoriano? ........................................... 21

Referencias bibliográficas ............................................................................... 26


3

¿QUE SON LAS ACCIONES CONSTITUCIONALES?

La incorporación de la acción extraordinaria de protección como un medio de

tutela de derechos Constitucionales requiere, en primer lugar, comprender la diferencia

sustancial que existe entre lo legal y lo Constitucional, y que la presentación de esta

acción dentro de la justicia Constitucional puede llegar a tener efectos en toda decisión

judicial que no emane directamente de la Corte Constitucional. Esta diferenciación de lo

Constitucional y lo legal ha sido abordada por la jurisprudencia de dicho Organismo,

así, la Corte Constitucional para el periodo de transición dentro de la Sentencia No.

012-09-SEP-CC, caso Nro. 0048-08-EP, de 14 de julio de 2009, indicó: No se debe

confundir a la acción extraordinaria de protección como otra instancia judicial; de ahí

que la primera variable de este sistema concreto está dado por la especialización del

órgano para asuntos exclusivamente Constitucionales, por lo que la Corte

Constitucional no puede entrar a resolver cuestiones legales, sino que debe

direccionarse al análisis de la presunta violación de derechos Constitucionales y

normas del debido proceso, por lo que se debe realizar una diferenciación del papel

asumido por la Corte Constitucional frente a la justicia ordinaria (Corte Constitucional

del Ecuador, 2009).

Así queda claro; por lo tanto, que los jueces de la Corte Constitucional no

pueden actuar como jueces de instancia dentro de procesos que son conocidos en el

ámbito de la justicia ordinaria, no olvidando; sin embargo, que todos los jueces a nivel

nacional tienen el carácter de “jueces Constitucionales”, quienes están llamados a ser

garantes de los derechos, así como a conocer y resolver algunas garantías

jurisdiccionales, según lo determina la ley.


4

Es importante comprender, que antes del 2008, el Tribunal Constitucional

resolvía cuestiones de justicia Constitucional que hoy están dados a los jueces de

instancia; este tribunal mediante la conformación de salas integradas por tres jueces

constitucionales conocía; por ejemplo, las apelaciones de la acción de amparo

constitucional; sin embargo, no existía forma de presentar una acción de amparo frente

a una sentencia originada en esta misma garantía.

Estas consideraciones han ido repensándose y reorganizándose desde el

ámbito jurídico, así en el año 2008 la Constitución incorporó un medio a través del cual

las decisiones de los jueces de la justicia ordinaria podrían ser revisadas por los jueces

de la justicia constitucional o que conforman el Pleno de la Corte Constitucional; sin

embargo, esta revisión es estrictamente respecto a posibles vulneraciones de derechos

Constitucionales, así según los artículos 94 de la Constitución de la República del

Ecuador (en adelante, CRE) y 58 de la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y

Control Constitucional (en adelante, LOGJCC) el objeto de la acción extraordinaria de

protección es la tutela del debido proceso y los derechos Constitucionales que se

hayan violado en sentencias, autos definitivos o resoluciones con fuerza de sentencia,

por acción u omisión de la autoridad judicial. El artículo 62 de la LOGJCC establece

ocho numerales que deben ser cumplidos a fin de que la demanda de acción

extraordinaria de protección sea aceptada a trámite por la Corte Constitucional; de tal

manera, según dicha norma, la sala de admisión verificará: 1. Que exista un argumento

claro sobre el derecho violado y la relación directa e inmediata, por acción u omisión de

la autoridad judicial, con independencia de los hechos que dieron lugar al proceso; 2.

Que el recurrente justifique argumentada mente, la relevancia Constitucional del


5

problema jurídico y de la pretensión; 3. Que el fundamento de la acción no se agote

solamente en la consideración de lo injusto o equivocado de la sentencia; 4. Que el

fundamento de la acción no se sustente en la falta de aplicación o errónea aplicación

de la ley; 5. Que el fundamento de la acción no se refiera a la apreciación de la prueba

por parte de la jueza o juez; 6. Que la acción se haya presentado dentro del término

establecido en el artículo 60 de esta ley; 7. Que la acción no se plantee contra

decisiones del Tribunal Contencioso Electoral durante el período electoral; y, 8. Que el

admitir un recurso extraordinario de protección permita solventar una violación grave de

derechos, establecer precedentes judiciales, corregir la inobservancia de precedentes

establecidos por la Corte Constitucional y sentenciar sobre asuntos de relevancia y

trascendencia nacional.

Cabe indicar que autores como Albuja (2016) han planteado con antelación la

discusión respecto al límite que debe existir entre una acción de protección y una

acción subjetiva o de plena jurisdicción, pero solo en el plano de su fundamentación.

No obstante, se busca conocer si puede la acción de protección interrumpir el plazo de

caducidad de la acción subjetiva o de plena jurisdicción en el Ecuador, así como,

replantear el razonamiento teórico que tienen los tribunales contenciosos administrativo

sobre la no interrupción del plazo de caducidad de la acción subjetiva. Para cumplir con

el objetivo se recurre a las sentencias y resoluciones de la Corte Nacional de Justicia,

la Corte Constitucional de Ecuador y el ex Tribunal Constitucional del Ecuador que

regulan la dogmática de la caducidad, así como las leyes y código nacionales que

regulan el objeto de la acción de protección y la acción subjetiva. A partir del análisis

dogmático del derecho procesal administrativo y constitucional y el respectivo cruce de


6

contenidos de esta normativa se establecerá la conveniencia o no de que la caducidad

se interrumpa bajo un escenario determinado.

Debido a la imposibilidad de delimitar de manera clara en el momento en que se

está frente a un acto administrativo que desconoce derechos en la esfera constitucional

y en la esfera legal, lo que a su vez genera que no exista certeza sobre la vía judicial

que debería optarse (acción de protección o acción subjetiva), la propuesta del

presente ensayo busca dar solución a este problema. Esto consiste en la posibilidad de

que al justiciable le opere la caducidad en la vía ordinaria por cuestiones que no le son

imputables, a saber, la demora en la sustanciación de la apelación de una acción de

protección que tuvo una sentencia favorable en primera instancia.

Ecuador ha contemplado garantías jurisdiccionales de plano constitucional

desde antes de 2008. La acción de protección ya se había cuestionado el plazo de

caducidad para el ejercicio de la acción subjetiva o de plena jurisdicción por ocasión de

la interposición de un recurso constitucional de amparo; hecho que fue tantas veces

analizado (con profundidad) y resuelto por la justicia. Se tiene, por ejemplo, el

caso Hidalgo Yanchapaxi contra el Municipio de Quito (2006), la Corte Nacional de

Justicia (CNJ) expuso:

Una resolución administrativa no constituye providencia judicial que requiera de

un término para ejecutoriarse y que dicha ejecutoria puede no producirse o prolongarse

por la interposición de un recurso o de una solicitud de aclaración o ampliación, sino

que causa estado cuando no es susceptible de recurso alguno en la vía administrativa,

como fue el caso de la acción de personal impugnada; y, por tanto, el hecho de haber

planteado un amparo constitucional respecto de dicha resolución o acto administrativo,


7

no causa la suspensión del término para la presentación de la demanda contenciosa de

plena jurisdicción.

La doctrina ecuatoriana es coherente con lo señalado en la jurisprudencia.

Para Guerrero España en 2020 confirmo que la acción de amparo guarda mayor

relación con las actuales medidas cautelares antes que con la acción de protección. La

misma observación tuvo López en 2012, para quien a partir de la acción de protección

existe una acción de fondo, situación que no se daba con el amparo constitucional ni

con las actuales medidas cautelares. Por último, Cervantes en (2020, hizo un análisis

del desarrollo histórico de la garantía de amparo a raíz de su reconocimiento en 1997,

lo señaló como un antecedente inmediato de las medidas cautelares:

La concepción de amparo como una acción cautelar constitucional es propia de

los desarrollos legislativos de 1997 y constitucionales de 1998 y son, por tanto, el

antecedente inmediato de las medidas cautelares que recoge la Constitución de la

República de 2008”.

El artículo 173 de la CRE señala que: “Los actos administrativos de cualquier

autoridad del Estado podrán ser impugnados, tanto en la vía administrativa como ante

los correspondientes órganos de la Función Judicial”, mientras que la LOGJCC

establece, en su artículo 42, numeral 2, por causal de improcedencia de la acción de

protección: “Cuando el acto administrativo pueda ser impugnado en la vía judicial, salvo

que se demuestre que la vía no fuere adecuada ni eficaz”. Es de vital importancia la

salvedad que establece la ley sobre la falta de idoneidad y eficacia de la vía judicial

ordinaria (al menos en cuanto tiene que ver para cuestionar actos administrativos),
8

pues de no haberse previsto así, las acciones de protección nunca se podrían ejercer

en razón del precepto constitucional ya citado.

Señala Quintana que no se debe confundir la subsidiariedad con la residualidad

ya que “en el primer caso se trata de una prueba a cargo del accionante para

demostrar la falta de idoneidad y eficacia de la vía judicial, mientras que la residualidad

obliga a que previo a la acción de protección se intenten las vías ordinarias. A criterio

de dicho autor la acción de protección no es ni subsidiaria ni residual, criterio que ha

sido reforzado por la Corte Constitucional (2019), que tiene línea jurisprudencial

consolidada respecto de los distintos fines que persigue cada vía de impugnación y, por

tanto, cada una de ellas es adecuada ante distintos escenarios:

La acción de protección y la acción subjetiva en la vía contencioso-administrativa

persiguen fines distintos, mientras la primera tiene por objeto el amparo directo y eficaz

de los derechos reconocidos en la Constitución, la segunda busca tutelar los derechos

e intereses en las relaciones jurídicas con las administraciones públicas.

Por ejemplo, en España, dice Serra en (2014), que la reforma a la Ley Orgánica

del Tribunal Constitucional puede declarar la invalidez de un acto administrativo.

¿Cuál es el objetivo de la acción constitucional?

Según la literatura general en esta temática, dentro de los sistemas de

jurisdicción constitucional existentes se destacan principalmente dos bloques: los

sistemas de jurisdicción difusa y los sistemas de jurisdicción concentrada. El primero se

inspira en la experiencia norteamericana, y el segundo en la tradición austriaco-

kelseniana. Sin embargo, cabe destacar que cierto sector de la doctrina chilena es
9

contrario a la utilización de la dicotomía “difuso” o “concentrado” (la que algunos

califican de “ruinosa”), pues se pretendería utilizar estos opuestos teóricos, para

explicar una múltiple variedad de instituciones, que a su juicio son muy difíciles de

clasificar Ruiz-Tagle Vial, 1999, También se ha hablado de una progresiva fusión de

sistemas de control jurisdiccional “difuso” y “concentrado”.

Sin embargo, “esta concepción cambió radicalmente desde el momento de la

creación de la cuestión de constitucionalidad que pueden promover los jueces

ordinarios ante el Tribunal Constitucional; cuestión de constitucionalidad [que] se

introdujo en la Constitución austriaca con la reforma de 1929 y [que] luego fue

incorporada por la mayoría de los sistemas de justicia constitucional europeos” Bordalí

Salamanca, 2006. Así, como también lo explicaremos luego, se admiten, por ejemplo,

un control difuso con Tribunal Constitucional (Portugal) y sistemas en que los jueces

plantean la cuestión de inconstitucionalidad (Italia).

En este contexto, los tribunales ordinarios europeos comenzaron a analizar la

constitucionalidad de las leyes que han de aplicar a decisiones en casos particulares,

que luego deberán remitir, vía cuestión de constitucionalidad, al Tribunal Constitucional

para su dictamen, no pudiendo, en consecuencia, el juez ordinario declarar por sí

mismo la inconstitucionalidad de la ley; asunto que es diferente a la función de los

jueces en el modelo de “control difuso” de los Estados Unidos, en donde es este mismo

juez ordinario quien realiza la declaración de inaplicabilidad y no de inconstitucionalidad

de la ley, correspondiéndole esta última función a la Corte Suprema Federal. Como

expresa García de Enterría y Martínez-Carande (1988) : “Frente al llamado ‘control

difuso’ americano, que implica que todos los jueces están habilitados para inaplicar las
10

leyes cuando las juzgan contrarias a la Constitución (multiplicidad de control en el que,

sin embargo, pone orden el principio stare decisis, que vincula los Tribunales inferiores

a la jurisprudencia de la Supreme Court), el sistema kelseniano configura un ‘control

concentrado’, confiado a un solo Tribunal, el Tribunal Constitucional, único habilitado

para declarar la inconstitucionalidad de una ley y al cual deberán dirigirse los tribunales

que estén en trance de aplicar dicha ley, los cuales, de este modo, carecen del poder

de inaplicar las leyes inconstitucionales por sí mismos”

En contraposición al carácter difuso-concreto del sistema norteamericano -que

nace vinculado indisolublemente a la noción de control concreto-, el sistema

concentrado aparece ligado a la noción de control abstracto, en términos que el modelo

norteamericano “puede definirse como una forma de control difuso, incidental y

declarativo, en tanto que la Verfassungerichtsbarkeit, en su concepción originaria, se

presenta como un control concentrado, principal y constitutivo” (Pizzorusso, Volpe,

Sorrentino, y Moretti, 1981)

En resumidas cuentas, la determinación de si una cuestión es de

constitucionalidad o de mera legalidad es una de las claves en esta materia. Será de

legalidad todo aquello que el juez pueda resolver de acuerdo a la Constitución, en uso

de los elementos de interpretación lógico y sistemático, eligiendo la opción

hermenéutica más acorde con la Constitución. Cuando, a fortiori, esta vía no entregue

un resultado hermenéutico acorde con la norma constitucional, surgirá una cuestión de

constitucionalidad, al ser necesario impugnar un precepto legal. Esta aparentemente

clara frontera no tiene tal carácter en materia de derechos fundamentales, pues el rol

del legislador a este respecto lo hace delimitar, establecer condiciones y supuestos de


11

ejercicio, limitaciones, etc., por lo cual el contenido de tales derechos subjetivos no

puede ser evaluado ni determinado prescindiendo de su ley regulatoria.

El Estado adoptará medidas de acción afirmativa que promuevan la igualdad

real en favor de los titulares de derechos que se encuentren en situación de

desigualdad. 3. Los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los

instrumentos internacionales de derechos humanos serán de directa e inmediata

aplicación por y ante cualquier servidora o servidor público, administrativo o judicial, de

oficio o a petición de parte.

El admitir que un Estado tiene una Constitución democrática, significa el

reconocer la vigencia de los principios de la Soberanía Popular, la División de Poderes

(de Funciones) y las garantías a las libertades públicas y ciudadanas, hecho que sin

mayores problemas lo aceptan los actores políticos, los empresarios, los gobernantes,

los legisladores, en fin, la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, solo cuando estas

concepciones se las dota de sentido y se las concibe como una realidad se pueden

optimizar sus mandatos y materializarlas en las vivencias de un pueblo. La Constitución

de la República, en su artículo 88, establece que la acción de protección tiene por

objeto el amparo directo y eficaz de los derechos reconocidos en la Constitución,

cuando los actos u omisiones de cualquier autoridad pública no judicial supongan la

privación del ejercicio de los derechos constitucionales. En esta misma línea, la Ley

Orgánica de Garantías; Jurisdiccionales y Control Constitucional dispone en su artículo

39 que esta garantía jurisdiccional tiene por objeto el amparo directo y eficaz de los

derechos reconocidos en la Constitución y tratados internacionales sobre derechos

humanos, que no estén amparados por otras acciones constitucionales.; Asimismo,


12

esta Corte Constitucional, respecto a la acción de protección, ha señalado que; ". es la

garantía idónea y eficaz que procede cuando el juez efectivamente verifica una real

vulneración a derechos constitucionales, con lo cual, no existe otra vía para la tutela de

estos derechos que no sean las garantías jurisdiccionales. No todas las vulneraciones

al ordenamiento jurídico necesariamente tienen cabida para el debate en la esfera

constitucional ya que para conflictos en materia de legalidad existen las vías idóneas y

eficaces dentro de la jurisdicción ordinaria.

El reconocimiento de los derechos y garantías establecidos en la Constitución y

en los instrumentos internacionales de derechos humanos, no excluirá los demás

derechos derivados de la dignidad de las personas, comunidades, pueblos y

nacionalidades, que sean necesarios para su pleno desenvolvimiento.

El contenido de los derechos se desarrollará de manera progresiva a través de

las normas, la jurisprudencia y las políticas públicas. El Estado generará y garantizará

las condiciones necesarias para su pleno reconocimiento y ejercicio. Será

inconstitucional cualquier acción u omisión de carácter regresivo que disminuya,

menoscabe o anule injustificadamente el ejercicio de los derechos.

El más alto deber del Estado consiste en respetar y hacer respetar los derechos

garantizados en la Constitución. El Estado, sus delegatarios, concesionarios y toda

persona que actúe en ejercicio de una potestad pública, estarán obligados a reparar las

violaciones a los derechos de los particulares por la falta o deficiencia en la prestación

de los servicios públicos, o por las acciones u omisiones de sus funcionarias y

funcionarios, y empleadas y empleados públicos en el desempeño de sus cargos. El

Estado ejercerá de forma inmediata el derecho de repetición en contra de las personas


13

responsables del daño producido, sin perjuicio de las responsabilidades civiles, penales

y administrativas. El Estado será responsable por detención arbitraria, error judicial,

retardo injustificado o inadecuada administración de justicia, violación del derecho a la

tutela judicial efectiva, y por las violaciones de los principios y reglas del debido

proceso. Cuando una sentencia condenatoria sea reformada o revocada, el Estado

reparará a la persona que haya sufrido pena como resultado de tal sentencia y,

declarada la responsabilidad por tales actos de servidoras o servidores públicos,

administrativos o judiciales, se repetirá en contra de ellos.

Art. 83.- Son deberes y responsabilidades de las ecuatorianas y los

ecuatorianos, sin perjuicio de otros previstos en la Constitución y la ley:

1. Acatar y cumplir la Constitución, la ley y las decisiones legítimas de autoridad

competente.

2. Ama killa, ama llulla, ama shwa. No ser ocioso, no mentir, no robar.

3. Defender la integridad territorial del Ecuador y sus recursos naturales.

4. Colaborar en el mantenimiento de la paz y de la seguridad.

5. Respetar los derechos humanos y luchar por su cumplimiento.

6. Respetar los derechos de la naturaleza, preservar un ambiente sano y utilizar

los recursos naturales de modo racional, sustentable y sostenible.

7. Promover el bien común y anteponer el interés general al interés particular,

conforme al buen vivir.


14

8. Administrar honradamente y con apego irrestricto a la ley el patrimonio

público, y denunciar y combatir los actos de corrupción.

9. Practicar la justicia y la solidaridad en el ejercicio de sus derechos y en el

disfrute de bienes y servicios.

10. Promover la unidad y la igualdad en la diversidad y en las relaciones

interculturales.

11. Asumir las funciones públicas como un servicio a la colectividad y rendir

cuentas a la sociedad y a la autoridad, de acuerdo con la ley.

Art. 84.- La Asamblea Nacional y todo órgano con potestad normativa tendrá la

obligación de adecuar, formal y materialmente, las leyes y demás normas jurídicas a

los derechos previstos en la Constitución y los tratados internacionales, y los que sean

necesarios para garantizar la dignidad del ser humano o de las comunidades, pueblos y

nacionalidades. En ningún caso, la reforma de la Constitución, las leyes, otras normas

jurídicas ni los actos del poder público atentarán contra los derechos que reconoce la

Constitución.

Art. 88.- La acción de protección tendrá por objeto el amparo directo y eficaz de

los derechos reconocidos en la Constitución, y podrá interponerse cuando exista una

vulneración de derechos constitucionales, por actos u omisiones de cualquier autoridad

pública no judicial; contra políticas públicas cuando supongan la privación del goce o

ejercicio de los derechos constitucionales; y cuando la violación proceda de una

persona particular, si la violación del derecho provoca daño grave, si presta servicios
15

públicos impropios, si actúa por delegación o concesión, o si la persona afectada se

encuentra en estado de subordinación, indefensión o discriminación.

Art. 89.- La acción de hábeas corpus tiene por objeto recuperar la libertad de

quien se encuentre privado de ella de forma ilegal, arbitraria o ilegítima, por orden de

autoridad pública o de cualquier persona, así como proteger la vida y la integridad física

de las personas privadas de libertad.

Según se ha establecido en el Manual Critico de Garantías Jurisdiccionales

Constitucionales, este principio tiene dos consecuencias prácticas (Cordero & Yépez,

2015): podría plantearse en proceso judicial, administrativo o acto privado pese a que

exista norma inferior expresa. Por ejemplo, en un proceso de inquilinato, el arrendatario

invoque el derecho humano a la vivienda, frente a la acción de desahucio, sin tener en

consideración las excepciones planteadas en la ley de la materia. O en un proceso

penal, el procesado, pide sustitución de la medida de prisión preventiva, invocando

derecho a la salud de sus hijos; y, (ii) se puede iniciar acción para tutelar el derecho

ante falta de norma infra-constitucional. De tal forma que un juez no puede rechazar la

acción que tiene como objeto proteger un derecho constitucional, con la excusa de que

no se ha desarrollado su contenido.

La Constitución actual, en diversos artículos hace referencia a la “dignidad de las

personas, comunidades, pueblos y nacionalidades” (Constitución del Ecuador, 2008),

reconociendo a todos aquellos derechos humanos que se deriven de la dignidad,

aunque no se encuentren establecidos en la carta magna, lo cual se aleja de la teoría

positivista, en la cual se reconocían a los derechos por su existencia expresa en el


16

texto. Este principio va de la mano con el derecho de resistencia, contemplado en el

art. 98 de la Constitución del Ecuador.

¿Qué garantiza una acción constitucional?

En ese artículo se hace referencia a principios básicos del ordenamiento

procesal, como son el debido proceso y el acceso gratuito a la justicia, a los cuales

deberán sujetarse todos los procesos, en conjunción con los principios de inmediación,

celeridad y tutela judicial efectiva.

Jorge Zavala Egas, señala: Toda persona puede exigir los derechos de

protección, de los cuales son sus titulares, cuando un derecho subjetivo reconocido por

el Derecho le es afectado y así poder reaccionar mediante acciones administrativas o

judiciales. Tales derechos de protección que viabilizan las acciones reaccionales son el

derecho a la jurisdicción o tutela administrativa o judicial efectiva.

Ávila Santamaría ha indicado: "La Constitución vigente tiene un vínculo directo

entre los derechos y la organización del Estado. Este vínculo se evidencia, sobre todo,

en las garantías; pero, además, todas las instituciones del Estado en el ejercicio de sus

facultades han de cumplir los deberes del Estado en el ámbito de su competencia y

entre todas han de crear las condiciones para el buen vivir".

Para José García la tutela judicial efectiva es el derecho al libre acceso a los

jueces y tribunales de justicia, obtener un fallo, a que el fallo se cumpla a fin de que el

ciudadano afectado sea repuesto en su derecho y compensado si hubiere lugar a ello

por el daño sufrido.


17

En la Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las

víctimas de delitos y del abuso del poder, determina que las víctimas tendrán derecho a

los mecanismos de la justicia así como una pronta reparación del daño que hayan

sufrido por medio de procedimientos judiciales y/o administrativos, debiendo ser

expeditos, justos, poco costosos y accesibles, evitando demoras innecesarias en la

resolución de las causas y en la ejecución de los mandamientos o decretos que

concedan indemnizaciones a las víctimas.

Araujo Oñate. Señala que, Bajo esos criterios, el derecho a la tutela judicial,

garantiza el acceso a la justicia y a un debido proceso, con la finalidad de logar un

control de las actuaciones administrativas que puedan vulnerar los derechos de los

ciudadanos.

Según Juan Benalcázar el derecho a la tutela judicial efectiva se puede

garantizar, mediante el acceso a la justicia: i) que sea gratuito, ii) no se encuentre

mermado por formalidades procesales, siempre y cuando las faltas de estas

formalidades no impliquen un cambio sustancial en la resolución del proceso, conforme

lo señala el artículo 169 de la Constitución y el principio pro actione;) imparcial y ágil: y,

iv) que las resoluciones lleguen a ser ejecutadas.

El debido proceso es un derecho fundamental de todas las personas, sin

exclusión alguna, y no se encuentra limitado únicamente a los que forman parte de la

función jurisdiccional. En virtud a lo cual, se puede reconocer que tiene un doble

carácter, al ser un derecho subjetivo respecto a la exigibilidad de los derechos

fundamentales, y constituye un derecho objetivo, debiendo ser respetado

institucionalmente por la finalidad social y colectiva de justicia que busca.


18

Esta garantía, busca impedir la realización de actividades arbitrarias por parte de

operadores de justicia o funcionarios administrativos, con la intención de dotar de

certeza jurídica a los sujetos, en torno a las situaciones jurídicas consolidadas, así

como predictibilidad respecto de sus expectativas legítimamente fundadas.

Se presumirá la inocencia de toda persona, y será tratada como tal, mientras no

se declare su responsabilidad mediante resolución firme o sentencia ejecutoriada.

Constituye una garantía del proceso penal, significando que “en el proceso

penal, la carga de la prueba pesa sobre el acusador”, teniendo este ultimo la carga de

destruir el estado de inocencia connatural de toda persona. Así Diez Picazo, señaló

(Recurso de amparo Nº 386/1982 (R.A.-145), 1983) “toda persona a quien se impute la

comisión de un delito ha de presumirse inocente en tanto en cuanto no se aporten

pruebas suficientes de su culpabilidad” (1983).

Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un acto u omisión que, al momento

de cometerse, no esté tipificado en la ley como infracción penal, administrativa o de

otra naturaleza; ni se le aplicará una sanción no prevista por la Constitución o la ley.

Sólo se podrá juzgar a una persona ante un juez o autoridad competente y con

observancia del trámite propio de cada procedimiento.

Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un acto u omisión que, al momento

de cometerse, no esté tipificado en la ley como infracción penal, administrativa o de

otra naturaleza; ni se le aplicará una sanción no prevista por la Constitución o la ley.

Sólo se podrá juzgar a una persona ante un juez o autoridad competente y con

observancia del trámite propio de cada procedimiento.


19

Mediante este principio, se realza la irretroactividad de las leyes, dejando de ser

una regla legal para ser una garantía Constitucional, la misma que no puede ser

quebrantada ni por juez o legislador.

La Profesora uruguaya Bemardette Minvielle ha definido la prueba ilícita como

''un medio de prueba obtenido fuera del proceso en violación de derechos

constitucionales, principalmente, los que integran la categoría denominada derechos a

la personalidad".

Por su parte Alex Carocca Pérez, en su artículo denominado Una primera

aproximación al tema de la prueba ilícita en Chile, conceptúa la prueba ilícita como

"aquella obtenida con infracción de cualquier derecho fundamental, reconocido a nivel

constitucional en nuestro país, ya sea directamente o por remisión a los tratados

intencionales sobre Derechos Humanos".

De lo expuesto, se puede indicar, que esta garantía no corresponde al término

de “prueba ilícita”, por cuanto esta última no incluye las prohibiciones probatorias. La

garantía constitucional, es mucho más amplia, las pruebas deben ser obtenidas o

practicadas sin vulnerar los derechos fundamentales del imputado o terceros; los

cuales se encuentran reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales.

Según Juan Fernández Carrasquilla, si la nueva ley es favorable al reo, debe

aplicarse, pero si es desfavorable, continuara aplicándose la ley vieja, a manera de

ultra actividad; esto, aunque los hechos se hayan realizado con anterioridad a su fin de

vigencia.
20

Como se ha indicado anteriormente, la constitución del año 2008, es una carta

garantista, cuyo fin es garantizar los derechos reconocidos individual y colectivamente,

y defender a estos de todos los poderes; las garantías normativas son nuevas dentro

de la Constitución, estableciéndolas como parte de las garantías constitucionales.

Teniendo en consideración lo manifestado por HOBBES y LOCKE en torno al

origen del estado y sistema jurídico estatal, se puede concluir que ambos creían

necesarias las leyes, por cuanto ellas iban a permitir que las personas ejerciten su

derecho sin despojar de derechos al otro alcanzando la realización personal y armonía

social.

Las garantías normativas, encuentran su sustento en los derechos humanos y

su exigencia, así como en el sistema de jerarquía normativa; entendiendo que este

último permitirá coherencia entre las normas, de tal forma, que toda norma secundaria

o inferior debe ser conforme con el texto constitucional.

Las garantías normativas, encuentran su sustento en los derechos humanos y

su exigencia, así como en el sistema de jerarquía normativa; entendiendo que este

último permitirá coherencia entre las normas, de tal forma, que toda norma secundaria

o inferior debe ser conforme con el texto constitucional.

Los derechos y las garantías se han convertido en una problemática en la

sociedad actual. Cada uno de los individuos lucha constantemente por el respeto a sus

derechos y libertades que le han sido reconocidas en la Carta Magna, lo cual va a la

par con la limitación de los derechos que pueden efectuar los gobernantes en el uso de

su poder.
21

¿Cómo está organizado el estado ecuatoriano?

En general está constituido por las autoridades que dirigen, controlan y

administran las instituciones del Estado. La conducción política general o ejercicio del

poder del Estado se realiza por un tiempo determinado.

El Estado ecuatoriano se organiza en forma de República y se gobierna de

manera descentralizada.

La Constitución reconoce un gobierno centralizado (función ejecutiva, función

legislativa, función judicial, función electoral y función de transparencia y control social)

y otro descentralizado conformado por los gobiernos autónomos (región, provincia,

cantón y parroquia). Así mismo, establece que en todos los niveles de gobierno se

conformen instancias de participación integradas por autoridades electas,

representantes del régimen dependiente y representantes de la sociedad del ámbito

territorial de cada nivel de gobierno, que funcionarán regidas por principios

democráticos.

Constitución de la República del Ecuador.

Art. 1.- El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social,

democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se

organiza en forma de república y se gobierna de manera descentralizada.

La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la

autoridad, y se ejerce a través de los órganos del poder público y de las formas de

participación directa previstas en la Constitución.


22

Los recursos naturales no renovables del territorio del Estado pertenecen a su

patrimonio inalienable, irrenunciable e imprescriptible.

En la década de los cuarenta y cincuenta, se multiplicaron las autonomías

administrativas y sobre todo presupuestarias legalmente establecidas. La

administración del cinco veces Presidente de la República, Velasco Ibarra, “estuvo

principalmente orientada a lograr una centralización política y administrativa del país”

(Pérez, 2001: 25).

Estas tendencias, se han mantenido hasta la década de los noventa, y se

expresan con más claridad en los procesos modernizadores del gobierno de Sixto

Durán Ballén (1992 a 1996), con la promulgación de la Ley de Modernización del

Estado, Privatizaciones y Prestación de Servicios Públicos por parte de la Iniciativa

Privada (1993), como base jurídica de las privatizaciones e hilo conductor de la

creación del Consejo Nacional de Modernización del Estado (CONAM), concebido

como la delegación del poder político, económico, administrativo o de gestión de los

recursos tributarios del gobierno central a los gobiernos seccionales; y, la Ley de

Descentralización del Estado y Participación Social (1997), “que intentó llevar a la

práctica la descentralización, sin resultados efectivos, y curiosamente solo en el año

2001, se dicta el Reglamento a la Ley de Descentralización y Participación Social, con

lo que se dio un pequeño impulso al proceso descentralizador”

(Castro, 2016: 305). Estos procesos, no son ajenos a la Constitución de 1998,

en tanto y en cuanto, se establece un modelo para la administración del Estado y su

representación política, señalando que:


23

El Estado impulsará mediante la descentralización y la desconcentración, el

desarrollo armónico del país, el fortalecimiento de la participación ciudadana y de las

entidades seccionales, la distribución de los ingresos públicos y de la riqueza. El

gobierno central transferirá progresivamente funciones, atribuciones, competencias,

responsabilidades y recursos a las entidades seccionales autónomas o a otras de

carácter regional.

Según Fausto Giraldo, Vivimos una situación compleja, instituciones que gobiernan el

país con total descrédito como consecuencia de la incapacidad, corrupción, ausencia

de políticas públicas que solucionen necesidades de los habitantes y la encarnizada

lucha política por el reparto del poder; así también, la población, en particular los

sectores sociales organizados, promueven una permanente acción reclamando y

exigiendo atención.

Entonces, ¿podemos o no afirmar que en el Ecuador hay un “Estado Fallido”?, es decir,

las instituciones existen porque la ley lo dice, más no porque se cumpla en derecho con

su ejercicio eficaz de gobernanza y atención a la población, pues existen expresiones

concretas que podrían llevar a afirmar esta realidad.

Desde la larga noche neoliberal, la revolución ciudadana, el morenismo y hoy lassismo,

se ha denunciado la corrupción en los poderes; cohecho, concusión, coimas,

sobreprecios, tráfico de influencia, diezmos, falsificación y uso doloso de documentos,

venta de cargos, entre otros. A esto se suma el cinismo de normalizar el cobro doloso

de comisiones por obras y de manifestar que cuando roben lo hagan bien, es decir sin

dejar rastro.
24

Existe un órgano judicial y una ley ineficientes, no se sanciona el delito, al contrario, de

forma cómplice, se libera a delincuentes con la aplicación de medidas sustitutivas y

habeas corpus, reducción de penas a políticos corruptos y narco traficantes. Jueces y

fiscales están involucrados en actos de corrupción y tráfico de influencias, varios

incididos por mafias.

La criminalidad, delincuencia organizada e inseguridad están por encima de todo nivel

socio político, no menos de quince hechos de sicariato se suceden a diario, así

también, asesinatos, homicidios y feminicidios. Nuevos tipos de actos criminales se han

incorporado en la agenda delictiva: vacunas extorsivas, secuestro, guerras campales

de bandas narco delictivas en zonas comerciales y urbanas, ciudades como Guayaquil,

Esmeraldas, Santo Domingo, entre otras, son tierra de nadie, hoy consideradas entre

las más peligrosas del país y la región.

Mafias, terrorismo y narco tráfico se apoderan del espacio físico, la niñez, adolescencia

y juventud es reclutada para estos grupos. La influencia de la delincuencia organizada

llega hasta niveles de gobierno en el Ejecutivo, Asamblea, Cortes, Consejos, Entidades

Autónomas, Fuerzas Armadas y Policía, entre otras.

Ramiro Ávila (Los derechos y sus garantías, 2011), ha manifestado que las garantías

normativas tienen algunas características; siendo: (1) Primarias: establecidas las

normas, surten de eficacia inmediata, entendiéndose por obligatorio su cumplimiento,

pero frente a la violación se torna necesario la integración y aplicación de las garantías

secundarias, como mecanismos jurídicos diseñados para el cumplimiento de las

primarias. Por ejemplo: existe el derecho a la libertad de movimiento, esta garantía


25

normativa obliga a la Policía a abstenerse de realizar detenciones arbitrarias. Pero si un

policía lo realiza en encontrar a esa persona en actitud sospechosa, entra a ejercitarse

una garantía secundaria, que pretende dirigir o corregir algún error que pudiere

efectuar el policía. Aquella garantía secundaria y de carácter jurisdiccional se llama

hábeas corpus.

Al señalar a los órganos con “potestad”, la carta magna hace referencia a la función

legislativa y ejecutiva, considerando que sus potestades normativas nacen de la

Constitución. Adicional a esto, se puede mencionar a los consejos municipales, quienes

tienen la facultad de expedir ordenanzas, y a los ministros quienes realizan acuerdos y

resoluciones (4) Formales: Esto se da basado en la expedición normativa, la misma

que debe ser acorde a derecho. El análisis del sistema normativo es netamente formal.

La formalidad, se podrá constatar por el reconocimiento del derecho válido. Para que el

derecho pueda ser aplicado, debe nacer de la autoridad competente y mediante un

procedimiento previsto.

Materialidad: esta característica complementa la formalidad de las normas. Señalando

que las normas no solo deben ser expedidas por la autoridad competente y cumplir los

procedimientos constitucionales y legales para su expedición; sino que deben ser

respetuosas de los derechos.


26

Referencias bibliográficas

Alexy, R. (2008). Teoría de los Derechos Fundamentales. » Alfonso Rodriguez, O.

(2001).

La presunción de inocencia. Bogota: Ediciones Juridicas Gustavo Ibanez. » Araujo

Oñate, R. (2011).

Acceso a la justicia y tutela judicial efectiva. Colombia. » Ávila Santamaría, R. (2011).

Los derechos y sus garantías. Quito. » Bastidas, D. (2009).

Apuntes sobre los derechos de proteccion en la Constitucion de la Republica del

Ecuador.» Benalcázar Guerrón, J. C. (2007).

Derecho Procesal Administrativo Ecuatoriano. Ecuador: Fund. Andrade & Asociados. »

Bustamante, R. (2001).

Derechos fundamentales y proceso justo. Lima. » Carocca Perez, A. (2000).

Una primera aproximacion al tema de la prueba ilicita en Chile. » Comité DESC. (s.f.).

OG No. 3, párr. 9. » Constitucion del Ecuador. (2008). » Convencion Americana de

Derechos Humanos. (s.f.).

» Convención Americana sobre Derechos Humanos. (1969). » Cordero, D., & Yepez, N.

(2015). Manual (critico) de Garantias Jurisdiccionales Constitucionales. Quito:

Fundacion Regional de Asesoria en Derechos Humanos (INREDH).

También podría gustarte