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Entre los motivos principales de la primera guerra son las manifestaciones

nacionales que protestaban mediante las “minorías nacionales” y los intereses


económicos y financieros (Renouvin, 1990: 2). Para alemanes, franceses y británicos la
guerra tenía como objetivo el salvaguardar los intereses de cada nación. Además, el otro
significado que encontraban era el pensamiento de recambio (Ferro, 1984: 28). Otro
aspecto que podemos encontrar de la guerra es su carácter imperialista, pues antes de
que se declarara la guerra en Europa ocurrieron cambios de líderes (Ferro, 1984: 49).
En este contexto, aumenta el poderío de Estados Unidos, Gran Bretaña va
decayendo en sus industrias y nacen otras competencias en otras naciones que no se
dejan dominar por este país. Entre esos países, podemos encontrar a Francia y a Bélgica, y
al final, fundamentalmente Alemania (Ferro, 1984: 49-50).
Alemania merece un caso aparte en ese sentido. Desde antes de la guerra, pudo
competir industrialmente a la par con Inglaterra. A la vez, mantenía el concepto alemán
de extenderse de manera de ultramar con fines de obtener mejores precios para su
producción o la búsqueda de nuevos mercados. Sin embargo, Alemania llega tarde al
repartimiento, pues casi todo África y sus alrededores estaban compartidos por las otras
potencias europeas. Una vez que tuvo una economía competitiva, no supo que hacer
porque carecía de mercados. Encontramos de esta manera, un futuro primer foco de
conflictividad: Inglaterra como país que quiere seguir manteniendo su hegemonía y una
nueva nación que quiere competir: Alemania (Ferro, 1984: 50-51).
Existieron además conflictos secundarios: el que puede ser Francia y Alemania (por
la expansión colonial).
Italia en un principio se iba a alinear con aquellos que estuvieran ganando, sin
embargo, siempre manejaron su concepción de una nación anexionista. Para poder
penetrar a la guerra, intento persuadir a sus ciudadanos con la propaganda (Ferro, 1984:
59-60).
Italia estuvo dividido en opiniones desde en principio; existía apoyo a los
Habsburgo por un lado y a los demócratas occidentales por el otro. Había también una
concepción pacifista, abanderada principalmente de la ultra izquierda con Mussolini como
estandarte en donde decía “abajo la guerra”. Aunque se basó en la neutralidad, con el
tiempo participó en la guerra, principalmente contra Austria, principalmente para la
recuperación de territorios. Sin embargo, también negociaba por el mismo motivo con
rusos. En definitiva, el gobierno italiano llevaba en simultáneo dos negociaciones. Más
adelante, Antonio Salandra (Primer ministro de Italia de la época) negocia secretamente
en Londres con los aliados el 26 de abril de 1915, considerado como el primer tratado
secreto de la Primera Guerra Mundial. Allí se establecía que Italia declararía la guerra a las
potencias centrales solamente si le daban Dalmacia, algo de Asia Menor y África (Ferro,
1984: 135-136).
ANTECEDENTES
Ya desde la participación de Napoleón, las naciones europeas se reconocían
mutuamente con autonomía y no querían dejarla de lado para mantener un orden entre
ellas. De esta manera, se puede observar como Gran Bretaña, Francia, Prusia y Rusia
siguieron al pie de la letra el Congreso de Viena de 1815 para mantener el mapa europeo
antes de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, Alemania
comienza a tener ascenso político y económico, mientras que a la vez sucede un descenso
del comercio industrial de Gran Bretaña. En este contexto también, se encuentra en
decaimiento la situación zarista rusa (Bejar, 2011: 58).
El imperio otomano también va perdiendo territorio principalmente en África y los
Balcanes, además de comenzar con las ideas patrióticas en la última zona ya mencionada.
Los conflictos en África y en los pueblos de los Balcanes estimulan el motivo para
comenzar a realizar una carrera armamentista. Por ejemplo, entre otros argumentos,
encontramos la crítica que hace Alemania a Francia para poder adueñarse de Marruecos
(Bejar, 2011: 58-59). En ese sentido, podemos encontrar una de las interpretaciones que
tenían franceses y alemanes de la guerra: la de las rivalidades imperialistas. Es decir,
ambos se sentían amenazados por considerarse enemigos hereditarios (Ferro, 1984: 32).
En la península balcánica se encontraban muchas comunidades de distintos
orígenes que convivían hacía mucho tiempo, sin embargo, los albanos se consideraban
como el pueblo originario de la zona. Esta mezcla de pueblos sucedía en su diferenciación
y cultural y espacial en la zona. En ese sentido, existían los eslavos del norte (croatas,
eslovenos y eslovacos) que estaban bajo el dominio de los Habsburgo, y los eslavos del sur
(Montenegro, macedonios, serbios) que pertenecían al imperio otomano. Además de
encontrar esta diferencia, también podemos apreciar que existían paralelismos religiosos,
en donde algunos eran católicos y otros practicaban la religión musulmana (Bejar, 2011:
59).
En 1912 sucede la primera guerra balcánica que constó en la expulsión de los
otomanos de la región. Macedonia fue repartida entre Serbia, Bulgaria y Grecia. Luego, se
creó Albania, que generó una complicación con los de Kosovo, pues ambos países
combatían para expulsarse mutuamente de ese territorio. Esta guerra produjo que Viena
vea con recelo cada vez a Serbia, a tal punto que un serbio asesina a Francisco Fernando
(futuro emperador de Austria) y a su esposa (Bejar, 2011: 60).
Entre los años 18140-1914 existen un conjunto de cambios sociales y económicos
que influyen en Europa. En ese sentido, podemos encontrar algunas crisis económicas, la
aparición y la desaparición que no duran más de una generación. Además, en los estados
laicos se observa una importante implicancia hacia la burocracia, es decir, aumenta la
cantidad de funcionarios estatales. La participación política de los ciudadanos en algunos
casos es nula y en otros casos no, es por ello que comienza a generar conflictos entre
aquellos individuos que no tienen participación política (Ferro, 1984: 21-22). Si nos
enfocamos en el poder militar, Alemania tenía un gran aparato militar en su gobernanza,
participaban los militares extensamente en las decisiones tomadas por el Estado. En
definitiva, generaban más nacionalismo. De esta manera, antes de comenzar la primera
guerra mundial, puso en marcha su aparato para poder estimular el pensamiento nacional
con el fin de lograr los intereses alemanes propuestos. En ese sentido, podemos afirmar
que Alemania siempre tuvo una concepción anexionista (Ferro, 1984: 41-42).
Las escuelas instaladas ya en Europa están enmarcadas en una concepción
positivista, es decir, enseñan la confianza hacia el progreso. Además, agregando el caso
anterior, podemos afirmar que una gran cantidad de ciudadanos está ausente de la
participación política de su región. La educación hace que se vea de otra manera la vida
social, se dé importancia a la higiene y se aumente las condiciones de vida de las personas,
pero no hace participar a la gran cantidad de personas en los asuntos políticos que le
competen. En definitiva “el habitante de la ciudad poco participa ya en lo sus asuntos del
Estado, de la provincia o de la comunidad; el campesino y él están en igualdad de
condiciones” (Ferro, 1984: 23). Respecto a la relación campo-ciudad, podemos afirmar
que el campo está a disposición de la ciudad porque a partir de lo que compre la ciudad se
mantendrá el campo. Se trabaja de esta manera en la concepción de un cambio de amo
(Ferro, 1984: 23).
En este contexto, existe entonces la migración o huida de millones de personas
hacia América. Están dispuesto dejar de lado lo que vivieron para comenzar de cero en
otro continente. Pocos son los que vuelven de América a Europa, considerando esta
acción como un fracaso. El estar en contra a las reglas políticas que ejercían en sus
poblados europeos produce otras formas de pensar, de esta manera comienza a nacer
una oposición sobre la autoridad, principalmente se establece la anarquía. En definitiva,
comienza a establecerse el socialismo o comunismo que tienen como meta la crítica y
análisis del capitalismo (Ferro, 1984: 24-25). Estas personas (consideradas revolucionarias)
lo que intentan es ser fuente de inspiración a toda la masa obrera. Tenemos por ejemplo
el caso de Lenin, que abogaba a tener un Estado centralizado, en donde los trabajadores
fueran soldados (Ferro, 1984: 25).

Introducción
A comienzos de agosto de 1914 comienza la “la gran guerra”, sin embargo, existió
entre 1904 y 1914 posibles amenazas de guerras puntuales mundiales. Entre otras
podemos ver entre 1905-1906 cuando Francia quiso conquistar Marruecos y se lo impidió
Alemania. Como se ha mencionado anteriormente, además tuvo mucha importancia el
sentimiento nacional que tomaban sus protestas mediante la participación de “minorías
nacionales”, pero también se expresaba el nacionalismo en el interés de expansión de
grandes Estados nacionales. Se debe agregar además los intereses financieros (Renouvin,
1990: 3)
La mentalidad de los estados mayores era que necesitaban poner su ejército para
combatir en esta guerra, es por ello que tenían que aumentar sus recursos y empezar a
mover grandes masas de soldados cuando se encontraban en una situación de paz, es por
ello que se comenzó a instalar la importancia del armamento, produciendo una carrera
armamentista (Renouvin, 1990: 3)
También se tuvo en cuenta la propaganda nacionalista (Renouvin, 1990: 3). Esto se
puede apreciar en el ámbito educativo. Por ejemplo, en la guerra de 1870, en los libros de
prusianos, consideraban al enemigo que provenía del este, es por ello que el niño que se
educaba en la escuela veía la supremacía del águila prusiana ante el gallo galo en sus
dibujos. De esta manera, a la larga produce un patriotismo francés (Ferro, 1984: 35). Los
niños alemanes tienen dos frentes para combatir, pues en su educación nacional les
enseñan que “el mercantilismo francés y el odio francés se unen a las ambiciones de los
rusos en contra del pobre Imperio Alemán” (Ferro, 1984: 36).
Hay registro que consideran que la guerra no era esperable, es decir, consideraban
que no se iba a realizar. Por ejemplo el 12 junio de 1914 un embajador decía en Francia:
“estoy lejos de imaginar que en este momento haya en el aire algo que represente una
amenaza para nosotros; todo lo contrario” (Renouvin, 1990: 3). Pero, quince días más
tarde asesinan al archiduque heredero de Austria-Hungría Francisco Fernando en manos
de un bosnio en Sarajevo. Esto producirá una crisis social europea que establecerá la
primera guerra mundial. (Renouvin, 1990: 3).
El gobierno austríaco acusa al serbio por ser cómplice del asesinato y la policía
austríaca envía a Belgrado (Serbia) agentes para investigar sobre el asesinato. Sin
embargo, los serbios rechazaron esta situación y fue así como el imperio austro-húngaro
le declara la guerra a Serbia el 28 de julio. Este conflicto (austro-serbia) produjo a la vez un
conflicto austro-ruso y luego se convierte de índole europeo. Alemania se interpone
exigiendo a Rusia que quite sus medidas de movilización de Europa. Luego Francia, aliada
de Rusia, comienza a entrometerse en la guerra. El 10 de agosto, Alemania le declara la
guerra a Rusia. Bélgica quiebra su neutralidad y de esta manera se entromete Gran
Bretaña para pelear con Francia y Alemania (Renouvin, 1990: 4), pues “con el atropello de
Bélgica solo se había conseguido forzar a Gran Bretaña a ponerse de lado de Francia y
Rusia” (Navarro, 2004: 219). De esta manera, podemos apreciar que Gran Bretaña no iba a
participar de la guerra sino que hasta que Bélgica fue amenazada (Navarro, 2004: 214).
Además, Inglaterra tenía otros intereses para poder participar en la guerra. En ese
sentido, analizaban la situación muy detalladamente. Nace en su mentalidad la
concepción de realizar una expedición de forma colonial. Tuvieron en mente atacar a
Turquía que era uno de los aliados más débiles. Entre sus otros objetivos, al combatir al
Turquía, los aliados tendrían la zona despejada para la captación de municiones, material
y refuerzos. De hecho, también este combate serviría en beneficio a los rusos porque
Nicolás II estaba teniendo problemas con los turcos en el Cáucaso (Ferro, 1984: 129-130).
Inglaterra también tuvo su participación en la denominada Campaña de
Mesopotamia. El objetivo principal era llegar a los pozos de petróleo de Irak, algo que más
adelante esto fracasó (Ferro, 1984: 133-134).
Se generaron de esta manera dos bandos: los Imperios Centrales (Alemania y
Austria-Hungría) y las potencias de la Entente (Francia, Rusia y Gran Bretaña), que éstos
últimos se unieron en setiembre de 1914 mediante un pacto (Renouvin, 1990: 5). La
motivación de Austria en 1914 fue que durante la crisis de ese año, había una “misión
histórica” en donde se pretendía recuperar la categoría imperial que se había perdido
(Navarro, 2004: 215). Sin embargo, se debe tener en cuenta que la triple entente ya
estaba formada antes de que comience la guerra, principalmente por los conflictos que se
situaban en África y los Balcanes, además de la victoria de Tokio hacia los rusos a
principios del siglo XX (Bejar, 2011: 59).
Era evidente que el combate en la guerra dependía de los medios militares y
navales y esto está vinculado estrechamente con la cantidad de los armamentos y la
producción de ellos. Para ello, era necesario grandes recursos económicos para la
producción, además de tener una voluntad de los soldados y una mentalidad colectiva que
los avalara (Renouvin, 1990: 5).
Había una diferencia respecto a los soldados y los armamentos. Los rusos tenían
problema de trasladar soldados porque tenían una red ferroviaria muy pequeña, mientras
que los alemanes contaban con la mejor artillería, ametralladoras y vehículos móviles.
Además, los Imperios Centrales contaban con grandes cantidades de personas para enviar
a combatir que podían ser abastecidos más fácilmente. Se utilizó en algunos casos el
voluntariado para alistarse en la guerra, como lo aplicó Gran Bretaña que con el comienzo
de la guerra comienza a descender, es por ello que optan por decretar el servicio militar
obligatorio (Renouvin, 1990: 5-6).
Respecto a la neutralidad, había que tener mucho cuidado. Todo país que se
encontraba neutro en Europa sabía que el no participar en la guerra iba a producir
cambios en los territorios del continente que influiría más adelante en el equilibrio de las
potencias (Renouvin, 1990: 6).
Las fuerzas económicas son pequeñas invertidas en la guerra porque la consideran
que será corta, pero una vez que se enteran que es larga deben cambiar todo su
pensamiento sobre la guerra. De esta manera, era necesario que la población civil tenga
asegurada su alimentación, y luego aparece la escasez de mano de obra porque todos los
hombres de edad laboral están en algún frente combatiendo (Renouvin, 1990: 7-8).
Gran Bretaña como Francia tienen el dominio del mar gracias a su superioridad
naval. De esta manera, mantienen a los Imperios Centrales alejados de mar realizando un
bloqueo que les impide tener artículos alimenticios y materias primeras. De esta manera,
se puede concluir que Alemania es el país más perjudicado, pues necesita realizar un
racionamiento de alimentos desde 1915 (Renouvin, 1990: 8). A fines de 1914, se establece
una importancia de guerra denominada batalla de los puertos. Los alemanes solamente
contaron con un poco de costa que estaba ubicada en suelo holandés que utilizaría para el
hostigamiento hacia Gran Bretaña (Navarro, 2004: 220).
Respecto a lo moral se comienza a pensar que existen grupos de población en
donde ver a los extranjeros del Estado como un peligro porque no comparten el lenguaje
ni la cultura ni tampoco recuerdos históricos. Otro motivo puede ser que el Estado en su
afán de conquista territoriales los incluyó, lo que se define entonces como “minorías
nacionales”. Estas minorías se pueden observar en Rusia en donde existían polacos,
letones y lituanos, mientras que Austria-Hungría presentaba checos, polacos, ruletos, etc.
Otro argumento que existe es el ideal de la internacionalista del socialismo. Estas dos
ramas atentaban contra la cohesión social (Renouvin, 1990: 8-9). Si nos enfocamos hacia
la doctrina socialista podemos decir que sus jefes estaban influenciados ante el
patriotismo, pues “el sentimiento nacional había sumergido de golpe el ideal de
solidaridad internacional de las clases obreras” (Renouvin, 1990: 9).
En el sentido de la ideología, podemos afirmar que muchos alemanes estaban de
acuerdo con la guerra. Había expresiones como que “la guerra es uno de los medios que
se vale Dios para el progreso” o el mismo Nietzsche cuando afirmaba que los conflictos
entre naciones son la principal belleza de la Historia”, también se pueden encontrar
relatos pro bélicos en palabras de Heráclito (Navarro, 2004: 218).
En algunos casos, los hombres consideraban que ir a la guerra iba a producir un
mejoramiento en sus vidas. Francia por ejemplo, luego de pasar por la “bella época” entre
1900 y 1914 se puede ver como que hay un estado de confort, en donde todos pueden
acceder a elementos materiales, impulsados principalmente por medios de la prensa, etc.
Se aspira a escalar socialmente. Sin embargo, en este período de poder “satisfacerse”, los
jóvenes consideran una especie de desidia, vacío espiritual. Una falta de insatisfacción en
la que viven, pues afirmaban que “si bien poseemos todos los elementos de una vida
bella, no podemos organízalos en una acción inmediata, que nos tomase en cuerpo y alma
y nos arrojase fuera de nosotros mismos. Esta acción solo permitiría un hecho: la guerra”
(Ferro, 1984: 29). En definitiva, en el relato anteriormente mencionado, encontramos
como ven la guerra como una oportunidad, una aventura al viaje, al movimiento de esa
“seguridad” y porque no, en un futuro, al regreso victorioso (Ferro, 1984: 29).
La participación de Italia en la guerra también se puede observar cómo era el
pensamiento de las personas en aquel entonces. La prensa local jugó un papel importante
motivando a los italianos a la participación bélica. El principal argumento era que los
nacionalistas querían tener un bautismo de sangre, en donde los libros de historia italiana
en un futuro demuestren que su nación fue partícipe de la gran guerra, dejando de lado
que su virtud territorial fue gracias a la diplomacia o a las armas extranjeras (Ferro, 1984:
136).
Esto quiere indicar que la guerra tenía el mote de liberadora, porque libera
energías y establece una atención en alemanes, franceses y británicos. La alegría de
marchar hacia la guerra no es tan notoria en Rusia. Sin embargo, se debe tener en cuenta
que también había un mote de patriotismo, pues cada ciudadano que participaba en la
guerra llamaba a su deber de su nación (Ferro, 1984: 30).
A su vez, existe la noción de que la guerra será corta. Consideraban los países
europeos que no iba a durar más que una estación. Se tiene la concepción de que la
guerra constará simplemente de dos o tres grandes batallas, es por ello que las
discusiones entornan en cómo armar los frentes o la artillera que se aplicaría (Ferro, 1984:
64-67)

CONFLICTOS. PLANES DE GUERRA.


Alemania quiere realizar una gran ofensiva con Francia penetrando el suelo neutro
de Bélgica. Luego de esta victoria, pretendían enfocarse en Rusia. Consideraban que la
guerra iba a ser corta (seis meses), entonces consideraban que luego de lidiar con Francia,
con algunas batallas en el oriente, se acabaría completamente la guerra (Renouvin, 1990:
11). Respecto a la guerra corta, se puede establecer también que todo el mundo así lo
creía, de tal manera (Navarro, 2004: 218). Los alemanes, de esta manera, invaden Bélgica
para luego atacar Francia. Una vez que se acabara esta “guerra rápida”, los alemanes se
enfocarían a los rusos (Navarro, 2004: 218-219).
El balance de la campaña de 1914 sostiene que falló la concepción alemana de una
guerra corta. De esta manera, los comandantes alemanes tuvieron que mentalizarse para
llevar una lucha “a dos frentes”. Esto indicaba también la inversión económica. En ese
sentido, Francia y Gran Bretaña tienen una ventaja porque tienen costa (Renouvin, 1990:
14).
Una vez comenzada la guerra, los imperios centrales contaban con un gran
armamento, algo que padeció Rusia que tenía un atraso económico cuando entró a la
guerra. Sin embargo, a pesar de esta situación, los rusos fueron un peligro constante en
las fronteras Austria-Hungría (Ferro, 1984: 121-122). Cabe destacar, según lo mencionado,
que Rusia padeció grandes pérdidas militares. Se asume que tuvieron el doble de pérdidas
según los alemanes. Nicolás II (zar ruso) era optimista al afirmar que se iba a realizar un
ataque a Hungría en verano, sin embargo, las palabras de su Mayor general decían todo lo
contrario: “sin municiones ni fusiles la ofensiva no podrá ser reanudada entre dos o tres
meses (…). El Estado mayor alemán puede llevar a la frontera 400 trenes diarios, mientras
que los rusos no pueden llevar más de 90, y, por tanto, hay que renunciar a tomar la
ofensiva” (Ferro, 1984: 122-123).

1915
Se continua las batallas con “la carrera hacia el mar”. Se debe actualizar las formas
de batalla. En ese sentido, se debe desarrollar una artillería que sea capaz de lanzar “tiros
curvos”, porque se han modificado las condiciones de combate. Además, se aplica la
utilización de las granadas y la aviación es utilizada para fotografiar las posiciones
enemigas (Renouvin, 1990: 16). De esta manera, podemos afirmar que se modificó la
táctica de batalla. Desaparece la caballería y es sustituida por la aviación y la artillería. Se
utilizó la cortina de fuego que se aplicaba siempre que la línea de infantería avanzaba
(Navarro, 2004: 221).

Elementos de batalla
Referido sobre los elementos de batalla, podemos apreciar que tuvieron que actualizarse
algunos mecanismos. El tiro del cañón por ejemplo era muy horizontal, mientras que
Joffre (militar francés) estaba en la búsqueda de una creación de mortero que fuera
bastante accesible para moverse. Algo que también tuvo esta guerra fue la red de
alambrada. En este caso, los soldados tenían pinzas para cortarla pero eran escasas, es por
ello que algunos generales decían que debían cortarlo hasta “con los dientes” para poder
avanzar (Ferro, 1984: 166-167). A finales de 1914 existió una nube de gases asfixiantes en
Europa. Luego los ingleses perfeccionaron los tanques y la aviación, además la
participación de los submarinos (Navarro, 2004: 221). En ese sentido, los submarinos
fueron aplicados por Gran Bretaña contra los submarinos alemanes. De esta manera, los
ingleses cortaban los alimentos que provenían para abastecer Alemania (Navarro, 2004:
229).
Como se ha mencionado, el gas fue una herramienta sumamente utilizada en este
conflicto bélico, algo que produjo la reacción de otros elementos como la granada y que a
la larga aumentando la apuesta generaban que la guerra fuese más atroz. El gas se
quedaba estancado en algunos casos en el territorio y mismo el país que lo lanzaba no
quería seguir avanzando en el territorio debido a sus implicancias de salud. En algunos
casos, el viento jugaba en contra y traía los efectos del gas a aquellos que lo habían
lanzado. Se aplicó también el lanzallamas, un individuo que era temido por un lado pero
un blanco fácil debido a su mochila de combustible por el otro (Ferro, 1984: 167-168).
Se valora en aquel entonces, antes de la guerra, la bayoneta y el sable. Pero más
adelante, se empezó a aplicar la caballería. Se van aplicando nuevas estrategias bélicas,
como por ejemplo se le comienza a dar más importancia a la artillería y a la aviación. Sin
embargo se impondrá el tanque como el elemento supremo, vencedor de trincheras y
alambrados (Ferro, 1984: 173-174).
En 1916 se establece una estrategia de desgaste (Renouvin, 1990: 18). Luego de
que pasara dos años y medio de la guerra, las batallas de desgaste hicieron que cada vez
haya más muertos y heridos, a tal manera que se preguntaban los países si en verdad era
necesaria la guerra, pues “a lo largo de la Gran Guerra, las potencias europeas pusieron
toda su inventiva en el desarrollo de armas y estrategias de combate. La guerra se hizo
más sangrienta, y a la vez, mucho más mortífera” (Navarro, 2004: 221). El desgaste, el
tomar a mucha gente para que vaya a combatir, se puede apreciar en las palabras de un
mariscal francés cuando describía lo siguiente de la guerra con su respectiva crítica:
“nunca he oído tantas tonterías… atacar, atacar, se dice pronto, pero es lo mismo que
intentar derribar a puñetazos un muro de piedra (…) [se considera que] la única manera
de acertar y tener éxito es hacer que se mate gente” (Ferro, 1984: 126). En ese sentido, se
considera que en esta basta se tiene que roer, es decir, desgastar. Mientras el General
francés Joffre consideraba que estaba “royendo” al ejército enemigo, un militar inglés,
crítico a este procedimiento afirmaba que “esas tentativas no tenían resultados más
eficaces que los de un ratón royendo una caja fuerte de acero” (Ferro, 1984: 126).
De esta manera, la idea patriótica que estuvo al comienzo de la guerra fue
decayendo, sin embargo el sacrificio nacionalista continuó presente. De esta manera,
aparecen dos formas de analizar la guerra. La primera consta en que los métodos
aplicados por los políticos y la conducción militar hacen mal su trabajo, dirigiendo la
opinión pública hacia una crítica gubernamental. Por otra parte, se preguntan si no es
demasiado el esfuerzo que hacen los Estados para combatir en esta guerra (Renouvin,
1990: 23).
En 1917 en Europa se producen movilizaciones que se llevan puesto a tres
imperios europeos: por un lado el de los Romanov en Rusia, el imperio alemán y los
Habsburgo en Austria-Hungría. Al realizarse la revolución rusa con el descenso de los
zares, se realiza la toma de poder de los bolcheviques. Además, este año es bisagra
porque también sucedió la participación de Estados Unidos en la guerra (Bejar, 2011: 63-
65)
Con el paso del tiempo, se cambió la ideología hacia la guerra. En principio se trata
de un patriotismo (Navarro, 2004: 226-228). Existió de esta manera una “unanimidad
patriótica”, es decir, en el contexto de la guerra, Europa sufre un freno en lo que refiere a
lo industrial y lo agrícola. Eso va generando que cada nación europea genere un proceso
de victimización, en donde consideran que reina la envidia entre las naciones que
observan con malos ojos la prosperidad que sumergen entre los estados (Ferro, 1984: 33).
Y de manera interna, todas las naciones tuvieron en cuenta lo denominado “unión
sagrada”, que vendría a ser una postergación de los conflictos nacionales internos de cada
estado para enfocarse fundamentalmente en los intereses de la guerra (Bejar, 2011: 62).
Luego, con el paso del tiempo, se buscó la conservación de la independencia. Para ello, se
implementaron grandes intervenciones de propaganda, en donde estimulaban las
ideologías racionales para alentar los soldados en batalla. Los “periódicos de frente” eran
folletos explicativos en donde describían las situaciones en las cuales se encontraban los
soldados. Intentaban mezclar el humor y lo informativo. Esto produce que las grandes
potencias (Francia, Gran Bretaña y Alemania) enviaran a sus escritores y profesores a las
trincheras para que pudieran describir de manera propagandística lo que sucedía allí
(Navarro, 2004: 226-228).
Con el paso del tiempo, todos los países participantes de la guerra se van
bajándose las contiendas, es por ello que en definitiva, “la guerra parecía haber quedado
reducida a un duelo a muerte entre Alemania y Gran Bretaña, en la que Francia y Austria
hacían de padrinos, aunque perdiendo lo mejor de su juventud” (Navarro, 2004: 229).

Búsqueda de la paz
Finalizando 1916 se comienza a buscar entre los países la idea de la paz. En ese
caso, el presidente de Estados Unidos Wilson estaba buscando una medicación mediante
su participación. Sin embargo, esto no iba a ser posible porque Alemania ya había
obtenido muchos territorios y no quería volver atrás. Mediante una carta, Wilson les pedía
a los países de los Imperios Centrales que evacúen sus militares de Serbia y Montenegro,
Bélgica, Lituania y Francia, y que debían aceptar una “reorganización europea”. De esta
manera, sucedería que el “mapa de guerra” se modificara (Renouvin, 1990: 25).

INTERVENCIÓN DE ESTADOS UNIDOS


Antes de la participación en la guerra, Estados Unidos se declaraba de forma
neutral. Sin embargo, en 1914 la demanda de material de guerra y alimenticio por parte
de Gran Bretaña y Francia era constante. Solamente eran estos países porque Alemania,
como ya se ha mencionado, estaba aislado en su “carrera hacia el mar”. Un año más
tarde, Estados Unidos comienza a dar dinero a ambos países, es decir, comienza a ser
prestamista y proveedor de ambos países (Renouvin, 1990: 31).
Un hecho importante en la intervención de los Estados Unidos es la guerra
submarina tratada contra Alemania. De esta manera, el neutralismo norteamericano pasó
a ser tendencioso hacia la triple entente. En definitiva, en 1917, Wilson anuncia la ruptura
de relación diplomática con Alemania, porque consideraba que el ataque de submarinos
atacaba contra la libertad de los mares. Se debe agregar además, que el conflicto
submarino producía a Estados Unidos una pérdida para los americanos en el sentido de
que no podían llevar la mercancía a Gran Bretaña y Francia, se llenaban los almacenes y
no podían facturar. Al no poder vender, se atascaban los campos de algodón y así
sucesivamente perjudicando la prosperidad de Estados Unidos. De esta manera, Wilson
decide que los barcos que lleven mercadería a Europa tengan cañones para su defensa
(Bejar, 2011: 63).
En este sentido, también jugó la lógica del enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Alemania prometió una alianza con México con el fin de poder recuperar los territorios
que había perdido por la anexión hacia Estados Unidos en 1845 (Texas, Nuevo México y
Arizona). Se decodifica el documento que había enviado Alemania a México y el congreso
de Estados Unidos lo publica en su país a generar adeptos (Renouvin, 1990: 32-33).
La participación de Estados Unidos para la triple entente genera cuatro ventajas
fundamentales. La primera es la naval, la segunda es la económica, pues comienza a
embargar a países que eran neutrales de América del Sur y que no querían participar,
obligándolos a que participen, luego viene una financiera debido a los préstamos y por
último la moral, pues genera superioridad en la mentalidad colectiva (Renouvin, 1990: 33).
Sin embargo, se debe tener en cuenta que la intervención de los Estados Unidos
ocurre en 1917. La primera causa es por la propaganda y la segunda por la economía. La
propaganda residía en que si Alemania vencía a Gran Bretaña, en un futuro iría contra
Estados Unidos. Mientras que económica porque los banqueros norteamericanos habían
otorgado créditos a Gran Bretaña y Francia y si perdían la guerra no iba a rescatar el
dinero. De esta manera, en 1918, el presidente norteamericano Thomas Wilson envía
soldados americanos a Francia (Navarro, 2004: 230-231).
Norteamérica estaba estrechamente vinculada con los aliados de la triple entente
de forma comercial como de forma económica, pues le había dado empréstitos. Además,
la guerra submarina los vinculaba porque los alemanes les había provocado un conjunto
de hundimientos de barcos americanos generando pérdidas humanas (Bejar, 2011: 65).
La entrada de Estados Unidos a la Guerra marcó un desbalanceo rotundo a
beneficio de la triple entente (Bejar, 2011: 65).

FINAL DE LA GUERRA
En ese sentido, mediante la influencia del presidente Wilson, se dictamina la paz.
Estas condiciones de paz fueron realizadas en París, en donde solamente participaron los
vencedores, dejando de lado los vencidos. De esta manera, los vencidos solamente
tuvieron que acatar las condiciones que las condiciones demandaban. Este tratado de paz
es llamado como Tratado de Versalles. La redacción de este tratado contó con militares
expertos e historiadores, pero a la hora de realizarlo falló en la concepción que implicaría
en un futuro las condiciones del tratado. En el tratado se establece la creación de una
“nueva Polonia”, una Checoslovaquia ficticia, aparece Yugoslavia, se extiende Rumania y
se achica Hungría, mientras que se trata de empequeñecer Alemania y Austria (Navarro,
2004: 230-232). En definitiva, “no hubo paces negociadas. Los vencidos declarados
culpables del conflicto bélico, debieron someterse a las condiciones impuestas por los
vencedores: pérdidas de territorios, restricciones a las fuerzas armadas y pago de
indemnización de guerra” (Bejar, 2011: 68).
Se le dijo que Alemania debía pagar económicamente las pérdidas de los otros
países y a la vez se le exigió un férreo control a sus ejércitos militares para que se pudiera
controlar una posible voluntad de invasión. Esto da la pauta de un debilitamiento del país.
En el Báltico por ejemplo se establecen nuevos países (ver anexo b. 69), y Turquía no
debió pagar indemnizaciones bélicas, extendiéndose hacia el oriente (Bejar, 2011: 67-69).
Como conclusión de la guerra, podemos afirmar que para encararla, las naciones
se tomaron en serio lo referido a la guerra, de tal manera que empezaron a realizar en sus
países conjuntos de reformas pro bélicas. Por ejemplo, en Gran Bretaña se realiza un
gabinete de guerra y en Alemania se establece una organización económica dedicada a lo
bélico más concentrada. Indirectamente, para que se obtenga mayores beneficios, Gran
Bretaña comienza a nacional las minas de carbón y los ferrocarriles, además del
racionalismo de la comida. Todo esto influenciado para obtener beneficios hacia la
empresa bélica. Alemania por ejemplo, crea el Departamento de las Materias primas en
1914 (Bejar, 2011: 66).

OBRERISMO Y NACIONALISMO
Mediante la influencia de Marx y de Engels a mediados del siglo XIX, existió una
unión entre grandes masas de trabajadores. En su trabajo “el manifiesto comunista”
afirmaba que en el sistema capitalista en el cual estaban viviendo no tenían lugar para los
obreros, es decir, no tenían patria. De esta manera, se intentaban organizar mediante una
internacionalista proletaria en donde todos los obreros del mundo eran considerados
como hermanos. En esta organización, la solidaridad fue una pieza fundamental como
también la negación al nacionalismo. Esto sucedía porque los anarquistas pensaban que
no se podía defender una patria que era “fabricada” por burgueses. En definitiva, “la
predicación de la solidaridad y de las ideas internacionalistas, de las que serían muestras,
sucesivamente, la aparición de la I y de la II internacional, se vincularían a las ideas
pacifistas” (Navarro, 2004: 233).
El pacifismo estaba determinado en que las guerras eran originarias por un
conjunto de contradicciones y tensiones que encontraba el sistema capitalista. Y como
estaban enmarcados en este sistema, solamente serían beneficiados algunos sectores del
capitalismo, dejando de lado la masa obrera, que eran utilizados como “carne de cañón”
en los conflictos bélicos. En definitiva, la guerra no era representativa de la clase obrera, y
por lo tanto, debía acabar. De esta manera, se comienzan a realizar periódicos, análisis y
reuniones sobre el pacifismo (Navarro, 2004: 234).
En definitiva, podemos concluir que “el pacifismo y el internacionalismo se
confundieron con el individualismo y el patriotismo” (Ferro, 1984: 30).

BIBLIOGRAFÍA
Bejar, M. (2011) Historia del siglo XX. Argentina. Siglo Veintiuno.
Ferro, N. (1984). La gran guerra. Argentina. Hyspamerica
Navarro, F. (dir.) (2004). Las guerras mundiales en Historia Universal. Madrid. Salvat.
Renouvin, P. (1990). La Primera Guerra Mundial. España. Oikos-tau

ANEXO

b. 63
b. 69

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