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https://psicologiaymente.com/clinica/entrenamiento-reemplazo-agresion
Leyton, C., Mella, C., Salum-Alvarado, S., Saracostti, M., Sotomayor, B., de-Toro, X., & Muñoz, L. L.
(2021). Estrategias de intervención socioeducativas para promover el compromiso escolar. Revista
Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación-e Avaliação Psicológica, 2(59), 191-205.
Para ello se basaron en partes de otros modelos ya existentes, con el objetivo de lograr una técnica
que reuniera los puntos fuertes de todos ellos. Por ejemplo, una de las características que utiliza
proviene nada menos que de Jean Piaget, y es el trabajo por pares, de manera que el adolescente
pueda aprender de un igual, pues los estudios demuestran que prestan más atención cuando es
así.
Aunque no es la técnica utilizada de forma mayoritaria en todos estos centros, sí que es una de las
principales y poco a poco está ganando mayor popularidad, por lo que los profesionales creen que
es un avance prometedor de cara a conseguir que las personas que sufren de comportamientos
agresivos encuentren las herramientas que necesitan para lograr sustituir dichas conductas por
otras.
Vamos a ver ahora cada una de las tres fases de manera detallada.
La primera fase del entrenamiento de reemplazo de agresión tiene que ver con la enseñanza de
habilidades sociales. En este caso, los autores Glick y Goldstein tomaron parte de la teoría de
Albert Bandura para su modelo. La cuestión es que, al trabajar las habilidades sociales, se pretende
modificar la parte más conductual de las personas con carácter agresivo, especialmente los
adolescentes.
Muchas de estas personas carecen de dichas habilidades sociales y por lo tanto su tendencia es a
recurrir a la violencia de manera natural. Por lo tanto, parece lógico pensar que, si les
proporcionamos esas herramientas, su tendencia a la conducta violenta debería verse disminuida.
También le servirá para anticiparse a un diálogo que se prevé tenso por cualquier razón, sin
necesidad de perder los estribos y por supuesto sin llegar a la agresión jamás. Aprenderá a no
dejarse llevar por la presión de su grupo de iguales. Igualmente, adquirirá la capacidad para hacer
valer su posición desde la calma cuando recibe una acusación injusta. Por supuesto, también
comprenderá la importancia de prestar su ayuda a otras personas.
Cada sesión se centra en una de estas habilidades sociales en concreto y analiza los pensamientos
y las acciones que incluyen, enseñándole al adolescente que está participando en el
entrenamiento de reemplazo de agresión cómo debe actuar conforme a esas enseñanzas. Para
hacer más fluido el aprendizaje, se les pide que piensen en situaciones pasadas.
2. Control de la ira
El objetivo es que los jóvenes aprendan a enfrentarse a situaciones que anteriormente les
enfadaban, de una manera nueva, en la que no experimenten esas sensaciones. Para ello, se
trabaja la cadena de control de la ira. La cadena comienza por los estímulos desencadenantes, que
pueden venir del propio sujeto o bien del exterior. A raíz de ellos, se pueden observar señales del
enfado que está por venir, como la activación fisiológica.
Una vez detectadas dichas señales, el sujeto ha de ser consciente y tratar de reducir la ira
mediante tres mecanismos diferentes: en primer lugar, una serie de respiraciones profundas,
después, realizar una cuenta atrás y, por último, visualizar escenarios que resulten agradables para
la persona. Se trata de quitar el foco del estímulo estresor y llevarlo a un lugar mucho más
apacible.
El adolescente seguirá recordándose a sí mismo que es capaz de controlarse y dominarse. Pensará
además qué ocurriría si perdiera el control. Además, se tratará de efectuar una habilidad prosocial
en lugar de la antisocial que hubiera realizado si no hubiera controlado la cadena de la ira gracias al
entrenamiento de reemplazo de agresión. Una vez pasada la situación, evaluará el desarrollo de la
misma.
3. Razonamiento moral
La última de las fases del entrenamiento de reemplazo de agresión trata sobre el razonamiento
moral, es decir, sobre la parte cognitiva. A través de este aprendizaje se pretende que los jóvenes
adquieran una nueva perspectiva moral acerca de sus actos. Para ello se va a trabajar
fundamentalmente sobre cuatro errores de pensamiento que son los que generalmente llevan a
adquirir una dimensión de la moralidad que no encaja con la realidad.
El primero de ellos es el pensamiento egocéntrico. Tiene que ver con todas las rumiaciones del
tipo “todo lo malo me ocurre a mí”, “a los demás solo les pasan cosas buenas”, “soy muy
desgraciado”, “tengo muy mala suerte”, etc.
El segundo pensamiento es aquel en el que se da por hecho que la peor opción es la que va a
suceder siempre, denotando un gran pesimismo.
El tercer error de pensamiento es el que hace que la persona culpe a los demás y por lo tanto
asuma un locus de control externo. La culpa siempre va a ser de los otros, así que, en
contraposición, él va a ser siempre una víctima de las acciones de los demás y de la sociedad, que
le empujan a actuar de esa manera, pues no le dan otra alternativa.
Por último, nos encontraríamos con el etiquetado erróneo o bien la minimización, que le sirve al
individuo para justificar sus acciones. Por ejemplo, robar o ejercer la violencia contra los demás,
amparándose en que mucha gente también lo hace.
Esta fase del entrenamiento de reemplazo de agresión está formada fundamentalmente por los
conocimientos que Lawrence Kohlberg plasmó en su obra acerca de las etapas del desarrollo
moral, otra muestra más del trabajo de recopilación que los creadores de esta técnica realizaron,
para unificar diferentes teorías que les permitiera componer un sistema eficaz para el control de la
agresividad, especialmente durante la adolescencia.
Fuente: https://psicologosenlinea.net/9963-entrenamiento-de-reemplazo-de-agresion.html