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Reforzamiento diferencial: definición,

componentes y variantes1
Lic. Mauro Colombo2

Brenda es una niña de siete años que asiste a la escuela primaria. Presenta diversos problemas
de conducta que el análisis funcional indica están mantenidos por la atención de sus maestros,
entre los que se destacan gritar, lanzar útiles escolares al piso y proferir groserías a sus
compañeros. Sus maestros coinciden en la importancia que tiene su interés en los adultos, pero
consideran que debería expresarlo de otra manera y no por medio de esos comportamientos.

En sus terapias, Jonathan, quien tiene un diagnóstico de TEA, ante estímulos que desconoce
pregunta en forma repetida “¿Qué es?” Sus terapeutas, que responden cada pregunta, han
llegado a registrar hasta diez repeticiones sobre el mismo elemento. Es un objetivo deseable
que pregunte cuando encuentra algo en su contexto que desconoce, pero tanto el equipo como
la familia están de acuerdo en que constituye un exceso comportamental que repita la
pregunta en tantas oportunidades ante el mismo elemento.

Introducción
Dentro del repertorio de herramientas y procedimientos analítico-conductuales para la
reducción y/o eliminación de conductas problemáticas, existe una amplia gama de estrategias
que pueden ser aplicadas para dichos fines. Si bien aquellos basados exclusivamente en castigo
y extinción reportan beneficios, su utilización debe ser tomada con mucha cautela por las
siguientes razones (Bados y García- Grau, 2011):

- Frente a aquellos comportamientos mantenidos por una extensa y consistente


historia de reforzamiento, suelen aparecer otro tipo de conductas
emocionalmente desadaptativas, incluidas dentro del llamado pico o estallido de
extinción, que dificultan muchas veces el proceso de extinción
- En el caso del castigo, su aplicación suele acarrear una serie de efectos indeseados,
entre ellos escape, evitación, agresión y otras formas de contracontrol.
- Ni los procedimientos basados en castigo ni los basados en extinción enseñan
comportamientos alternativos por los cuales acceder a los mismos reforzadores
que los problemáticos.

Suponiendo que un niño ha aprendido a obtener la atención de sus padres por medio
de emitir gritos en forma aguda y frecuente. Diseñar una estrategia de castigo o poner bajo

1
Texto escrito para la Diplomatura en Análisis Conductual Aplicado en Trastornos del Neurodesarrollo,
dictada en la Universidad Abierta Interamericana. Buenos Aires, Argentina.
2
Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Especializado en ABA en Trastornos del
desarrollo.
extinción sus gritos ignorándolo eventualmente hará que deje de emitirlos; sin embargo, el
deseo de obtener atención por parte de sus progenitores permanecerá.

Otro punto que no puede dejarse de lado son las implicaciones éticas que
procedimientos basados en la extinción, pero en especial sobre el castigo, poseen. Dentro del
código de ética del Behavior Analyst Certification Board de hecho, los procedimientos basados
en castigos se encuentran limitados solamente a aquellos casos en donde las alternativas
basadas en el reforzamiento positivo se hayan agotado, y en donde la o las conductas pongan
en riesgo a uno mismo o a terceras personas (BACB, 2014).

Todas las consideraciones previamente analizadas han llevado a los analistas de


conducta a diseñar procedimientos de reducción de comportamientos desadaptativos que no
solo se ocupen de reducir aquellas conductas no deseables, sino que incrementen otros
socialmente adaptativos.

Reforzamiento diferencial
El reforzamiento diferencial es un procedimiento conductual en el cual una clase de
respuestas son reforzadas, a la vez que otra clase de respuestas que el organismo emite no se
refuerza, es decir, es puesta bajo extinción (Miltenberger, 2013; Cooper, Heron y Heward,
2017). Esto en términos prácticos significa que aquellos comportamientos puestos bajo
extinción (los problemáticos) desaparecen o reducen su frecuencia, intensidad y/o duración,
mientras que los reforzados aumentan la misma. Es por estas características un procedimiento
de modificación de conducta muy eficaz, utilizado en diversos ámbitos y ante variedad de
problemas. Es preciso mencionar que por sí mismo el reforzamiento diferencial no es un
procedimiento de enseñanza de nuevas conductas, sino que es deseable que aquellos
comportamientos a incrementar se den, al menos ocasionalmente. Lo que se hará es
incrementar la frecuencia con la cual se emitan. Para la enseñanza de nuevos
comportamientos existen otro tipo de estrategias como modelado, moldeamiento,
encadenamiento, entrenamiento en habilidades conductuales (Caballo, 1995; Colombo y
Panelli, 2020; Starke, 1987); los cuales pueden abandonarse luego de cumplida su labor para
reforzar diferencialmente alguna habilidad adquirida, en caso de no estar en el repertorio del
sujeto previamente.

Si bien al hablar de reforzamiento diferencial estamos haciendo mención a un


procedimiento aplicado de modificación conductual, el mismo hunde sus raíces en el análisis
experimental del comportamiento (AEC), tanto en el estudio con animales no humanos (López
y Bruner, 2009; Flores-Aguirre y Mateo-Morfín, 2009; González Vilchez, 2015) como con
animales humanos (Morales Chainé y Santoyo Velasco, 2015). La importancia de esta
comunicación bidireccional entre los ámbitos experimental y aplicado radica tanto en que
desde el AEC pueden derivarse conocimientos y estrategias que podrán ser aplicados en la
mejora de la vida humana en general; así como desde ABA se desprenden interrogantes y
cuestionamientos que deberán ser retomados desde el análisis experimenta con posterioridad.

Dentro de las variaciones más estudiadas y utilizadas que el reforzamiento diferencial


puede adoptar para la reducción de problemas de conducta, podemos encontrar:

- Reforzamiento diferencial de conductas alternativas (RDA)


- Reforzamiento diferencial de conductas incompatibles (RDI)
- Reforzamiento diferencial de otras conductas (RDO)
- Reforzamiento diferencial de tasas bajas (RDTB)

A continuación, serán descritas cada una de ellas.

Reforzamiento diferencial de conductas alternativas (RDA)


En el RDA se refuerza la ocurrencia de una alternativa deseable al problema de
conducta, aunque este comportamiento no necesariamente es incompatible con el
problemático (Cooper, Heron y Heward, 2017). Una intervención en este caso utilizaría el
tiempo en el cual se da la conducta problema, para reforzar la alternativa, que como se dijo a
nivel topográfico no es incompatible con la respuesta que es extinguida. El reforzamiento
diferencial de conductas alternativas o RDA, es un procedimiento similar al de conductas
incompatibles, como se verá en el próximo apartado, aunque no igual.

Un ejemplo de RDA podría ser el asignar a dos jóvenes que han tenido discusiones
entre sí a realizar alguna tarea que requiera la cooperación por parte de ambos. El reforzador
en este caso se dará por la finalización de la misma y por los pasos previos bien logrados. Si
bien el trabajar en un proyecto en común no es incompatible con discutir, de hecho es factible
que para lograr acuerdos en algunos puntos difieran en su opinión y debatan, sería esperable
que los comportamientos cooperativos por un fin común, reduzcan aquellos que originan la
intervención. Es decir, aumentan las conductas de cooperación a la par que se reducen las de
discusión.

Una variante de RDA que reviste especial importancia es aquella en la que la respuesta
reforzada es una conducta de comunicación. Este tipo de RDA se conoce como ​reforzamiento
diferencial de la comunicación o ​entrenamiento en comunicación funcional (Carr y Durand,
1985; Carr, McConnachie, Levin et al., 1993). En el mismo, el sujeto que presenta la conducta
problema aprende una que es funcionalmente equivalente, es decir, que posee la misma
función que el comportamiento problemático. En tanto el alternativo produce las mismas
consecuencias que producía el comportamiento problemático, este último deja de emitirse. A
su vez, las contingencias naturales de reforzamiento (el acceder a lo comunicado por parte de
la comunidad oyente) producen que la conducta comunicativa se mantenga en el tiempo
(Skinner, 1957).
Al entrenamiento en comunicación funcional lo podemos considerar, como se dijo,
una forma de RDA en lugar de un reforzamiento de conducta incompatible, por las razones
expuestas a continuación. Supongamos el caso de un niño donde la conducta a disminuir sea
un golpe de puño que da a sus padres, que el análisis funcional ha determinado posee la
función de pedir galletitas (reforzamiento social positivo). Durante la intervención se ha
enseñado al pequeño a verbalizar la palabra “galles”, el comportamiento alternativo que será
reforzado por sus padres entregándoles las mismas. No obstante, puede suceder en algunos
momentos, en especial al comienzo de la enseñanza, que el pequeño diga galles mientras en
simultáneo golpea a uno de sus progenitores. Por supuesto que este tipo de comportamiento
no debería ser reforzado si queremos extinguir los golpes de puño. No obstante, sirve para
clarificar la distinción entre una conducta alternativa (un pedido, en este caso) de una
incompatible, donde no podrían ejecutarse ambas al mismo tiempo.
Como en cualquier intervención basada en análisis del comportamiento, el análisis
funcional es la herramienta imprescindible para determinar la función del comportamiento
problemático, y a partir de allí en qué tipo de comunicación será en la que se entrene al sujeto.
Definido eso, si la función del comportamiento era llamar la atención, se entrenará alguna
forma no disfuncional de hacerlo. Si la función era escapar de alguna demanda, por ejemplo,
se reforzarán pedidos apropiados de escape. Esto lleva a otra de las posibilidades que ofrece el
RDA como procedimiento de modificación de conducta, y es la posibilidad de trabajar tanto en
comportamientos que estén mantenidos por reforzamiento positivo como por reforzamiento
negativo.

Reforzamiento diferencial de conductas incompatibles (RDI)


Si bien siempre que se hable de reforzamiento diferencial se estará haciendo referencia a
procedimientos con una doble vertiente, reducir ciertos comportamientos e incrementar
otros, cada variante tiene sus particularidades. En el caso del RDA, el reforzamiento se da ante
un comportamiento alternativo al que se desea reducir y/o eliminar. En el RDI, en cambio, se
establece específicamente una conducta incompatible con aquella puesta bajo extinción
(Martin y Pear, 2008). Por ejemplo, es físicamente imposible estar parado y sentado al mismo
tiempo. Suponiendo el caso de un niño que cuando se pone de pie en el salón de clases
obtiene la atención de sus docentes, es decir que estaría recibiendo reforzamiento social
positivo por este comportamiento, una intervención basada en RDI podría ser interrumpir este
reforzamiento obtenido por estar de pie, a la vez que se aplica reforzamiento a una conducta
incompatible con ésta, como el permanecer sentado.

Es importante en el RDI tener en cuenta el objetivo de la intervención conductual,


además del o los comportamientos que se reforzarán y extinguirán. Retomando el ejemplo del
párrafo anterior, si en el caso del niño que pasa mucho tiempo parado en el salón de clases se
aplica un RDA, es decir se refuerzan conductas alternativas a estar parado, podría suceder que
el pequeño no permanezca de pie, pero sí recostado en el suelo (Martin y Pear, 2008), con lo
cual continuaría recibiendo reforzamiento social positivo por parte de sus docentes y por una
conducta alternativa, pero probablemente no se lograrían otros objetivos adicionales de la
intervención, como que aprenda de sus clases y que no sea un distractor para compañeros y
maestros.

Aunque algunos autores ubican a RDI como una variedad de reforzamiento diferencial
de conductas alternativas (Miltenberger, 2014), otros lo colocan como una variante propia
(Martin y Pear, 2008; Cooper, Heron y Heward, 2017). Si son procedimientos distintos o son
variantes del mismo es un debate lícito. La realidad es que en ocasiones es difícil establecer
con precisión si el comportamiento elegido para reforzar es incompatible con el extinguido, o
solo una alternativa al mismo. Al respecto, Cooper, Heron y Heward (2017) puntualizan que si
la conducta <<alternativa>> seleccionada no puede ocurrir simultáneamente con la
problemática, el procedimiento en cuestión debe considerarse como RDI.

Existen una serie de consideraciones a tener en cuenta a la hora de seleccionar un


procedimiento de RDA o RDI (Miltenberger, 2013; Cooper, Heron y Heward, 2017):

Identificar la conducta incompatible/alternativa​. Dado que los procedimientos de


reforzamiento diferencial no son procedimientos de enseñanza, el comportamiento alternativo
o incompatible debe estar aunque sea con una muy baja ocurrencia, en el repertorio del
sujeto. Si la persona no es capaz al momento de comenzar la intervención de realizar esta
conducta, el RDI y el RDA probablemente no sean los mejores procedimientos para
seleccionar, y haya que pasar primero por alguna estrategia de enseñanza, como por ejemplo
el moldeamiento. A su vez, de ser posible este comportamiento debe requerir igual o menor
esfuerzo que el problemático. Teniendo en cuenta la competencia entre conductas y que una
de las variables involucradas en la misma es el minimizar el esfuerzo de respuesta para acceder
al reforzador, el seleccionar conductas alternativas/incompatibles aumentará las
probabilidades de que el RDI o RDA funcionen. Otro aspecto que debe considerarse es que en
el ambiente natural el sujeto debe poder hallar reforzamiento por el comportamiento a
incrementar. Si, por ejemplo, se enseñara a un sujeto con déficits en la comunicación a
solicitar un control remoto por medio de un sistema de comunicación basado en intercambios
de imágenes, pero no hubiera nadie que supiera usar este sistema en su vivienda, las
probabilidades de emitir la conducta problema no disminuirían seguramente.

Definir aquellos comportamientos no deseados​. Tan importante como operacionalizar


aquellos comportamientos a incrementar, es hacer lo mismo con aquellos a disminuir o
extinguir. Que estos no estén correctamente definidos dificultará la implementación, al haber
posibles desacuerdos entre distintas personas encargadas acerca de cuando se presentan las
conductas inapropiadas. Se sugiere para este punto evitar etiquetas generales y ambiguas
como “berrinche”, “contesta mal”, “agresivo”; y en cambio recurrir a descripciones objetivas
de los comportamientos, como por ejemplo “tira del pelo”, “grita groserías” (especificando
cuales son consideradas groserías previamente) o “muerde su mano”.

Seleccionar reforzadores potentes​. Puede suceder en RDI y RDA que el mismo reforzador que
ya no aparezca ante la conducta problemática vaya a ser contingente frente al
comportamiento adaptativo. En estos casos, el análisis funcional del comportamiento habrá
permitido generar hipótesis que indiquen cuál es dicho reforzador. Pero también podría
suceder que se utilicen otros reforzadores, en cuyo caso habrá que identificarlos por otros
métodos, como las ​evaluaciones de preferencias ​(Virués-Ortega et al., 2014). Existen distintos
procedimientos que ayudan a señalar que estímulos pueden ser potenciales reforzadores, así
como también indican el gradiente de interés que la persona muestra hacia ellos, entre ellos el
procedimiento de operante libre, de evaluación de estímulo único, de evaluación por pares de
estímulos y de evaluación de estímulos múltiples, con y sin reposición.

Reforzar el comportamiento de manera inmediata y consistente​. Además de ser necesario


identificar el reforzador que se utilizará en el RDI o RDA, independientemente que sea el
mismo que mantiene la conducta problemática o no; es fundamental reforzar inmediatamente
y de forma sistemática la ocurrencia de la conducta apropiada. Si el reforzamiento se demora
demasiado, se puede terminar reforzando una conducta que no es la objetivo. Por otro lado, si
el reforzamiento no es sistemático, es decir, no recibe reforzamiento cada vez que ocurre, lo
más probable es que no se incremente la conducta deseable como se espera. El reforzamiento
entonces debe ser continuo en la fase inicial de la intervención.

Eliminar el reforzamiento de la conducta no deseada​. El éxito del reforzamiento diferencial


consistirá en que la conducta alternativa/incompatible reporte una mayor tasa de
reforzamiento que la problemática. Entre dos comportamientos que compiten por un mismo
reforzador, prevalece aquel que es reforzado en mayor tasa, magnitud y/o inmediatez. En
aquellos casos donde el reforzamiento de la conducta problemática no pueda ser eliminado
por completo, como pueden ser conductas autoagresivas mantenidas por atención y las cuales
dependiendo la gravedad es imposible ignorar por completo, este contraste entre tasa,
magnitud e inmediatez debería producir que el comportamiento deseado aumente. En
situaciones ideales, lo que debería darse igualmente es un retiro completo del reforzador de la
conducta problemática. Esto implica estar atento a todos los ambientes, estímulos y personas
frente a los cuales puede presentarse.

Usar el reforzamiento intermitente para mantener la conducta objetivo​. Una vez que los
comportamientos deseados empiezan a presentarse de manera consistente y los inapropiados
escasamente, es factible pasar de un programa de reforzamiento continuo a uno intermitente.
Este pasaje hará que la conducta apropiada sea más resistente a la extinción, propiciando
mayores posibilidades de éxito a la intervención de RDI/RDA.

Programar la generalización​. Cualquier intervención puede fracasar si no es generalizada, es


decir, si no se da en otros ámbitos, frente a otros estímulos y con otras personas que los de
enseñanza o implementación. En el caso de un niño con dificultades en el habla, el cual ante el
pedido de jugo de naranja gritaba y se autolesionaba, la conducta alternativa “quiero juego”
puede no perdurar en el tiempo si no se planea en qué forma generalizarse a todos los
ambientes donde antes presentaba las inapropiadas. La generalización es uno de los aspectos
más críticos de toda intervención, y jamás puede esperarse que simplemente suceda. En casos
como el del ejemplo, enseñar respuestas ​funcionalmente equivalentes,​ constituye una
generalización de la respuesta en tanto por medio de comportamientos topográficamente
distintos obtiene los mismos reforzadores (Stokes & Baer, 1977), y sería un resultado deseado
de los procedimientos analizados.

Reforzamiento diferencial de otras conductas (RDO)


A diferencia de los procedimientos mencionados en los apartados anteriores, en el
reforzamiento diferencial de otras conductas, se aplica reforzamiento luego de un período de
tiempo o ante una situación determinada en el que la conducta problemática no se produjo.
Esto significa que, en contraste con el RDI y el RDA, no se identifica en este caso una conducta
alternativa que reforzaremos cada vez que se dé mientras extinguimos la inapropiada, sino que
la sola ausencia de conducta problema, luego de pasado el lapso definido como objetivo,
permite acceder a la persona al reforzamiento.

Básicamente, en el RDO se aplica reforzamiento por no responder (Reynolds, 1961). Es


debido a esto que también al RDO suele llamárselo ​reforzamiento diferencial de respuesta
cero o ​entrenamiento de omisión (Weiher y Harman, 1975; Martin y Pear, 2008). Dentro del
RDO existen dos tipos de variantes, de acuerdo a como se estipule el criterio de omisión de la
conducta problemática y como presente el reforzador:

- RDO de intervalo
- RDO de momentos específicos

En el primer caso, el reforzador aparece si no se presenta la conducta problemática


durante un intervalo de tiempo, previamente especificado. Así, si se estipula que un pequeño
que suele proferir groserías permanezca por un lapso de 10 minutos sin emitir ninguna, luego
de ese lapso tendrá acceso al reforzador que se haya definido con anterioridad. En aquellos
casos donde durante este lapso aparezca una o varias groserías (o la conducta problema, a
nivel más general), el tiempo vuelve a comenzar desde 0. Así, el objetivo de esta intervención
es que paulatinamente estos intervalos de tiempo se extiendan, siempre teniendo acceso al
reforzador. En la medida en que esto sucede, la conducta problemática va reduciendo su
frecuencia en la misma medida en que se van prolongando los intervalos. En el caso del RDO
momentáneo, la aparición del reforzador dependerá de la ausencia de la conducta
problemática en momentos específicos.

El RDO presenta algunas diferencias con respecto a los dos procedimientos descritos
con anticipación. En caso de implementarlo, las siguientes consideraciones deben ser tenidas
en cuenta (Miltenberger, 2014):

Identificar el reforzador de la conducta problema​. Como en todas las variantes de


reforzamiento diferencial, extinguir la conducta problemática es uno de los objetivos de la
intervención. Para esto, el análisis funcional continúa siendo la herramienta de elección, la cual
ayudará a determinar cuál es el reforzador al cual se accede mediante la conducta problema, y
el cual será preciso retener ante la emisión de esta (Mazaleski, Iwata, Vollmer, Zarcone y
Smith, 1993). Si el problema de conducta se sigue reforzando no dejará de presentarse aunque
se refuerce también la no presentación del mismo. Si no es posible retener el reforzador en
este caso, el RDO no es un buen procedimiento a seguir, porque probablemente no reporte
buenos resultados.

Seleccionar el reforzador que será utilizado por la ausencia del problema de conducta​. Dado
que la otra cara del reforzamiento diferencial es reforzar conductas no problemáticas (o en
RDO, la ausencia de las mismas), debe elegirse un reforzador lo suficientemente potente. Las
consideraciones presentes en RDI y RDA respecto de las evaluaciones de preferencias para
detectar potenciales reforzadores, son pertinentes para el RDO también.

Estipular el intervalo inicial del RDO​. Para la elección de este intervalo, es preciso tener en
cuenta la frecuencia del problema de conducta. Si este es muy frecuente, el intervalo deberá
ser corto. El objetivo en la elección del tiempo es que el sujeto acceda a una alta tasa de
reforzamiento por la no emisión de la conducta problema. Suponiendo que la conducta de un
niño de golpear se produzca cada 10 minutos en promedio, en principio debería establecerse
un intervalo menor, para que así el pequeño tenga mayores posibilidades de acceder al
reforzador. En la medida que la frecuencia general vaya disminuyendo, este lapso podrá
extenderse en forma gradual.

Retirar el reforzador cuando el problema de conducta se presente y presentarlo cuando el


problema esté ausente​. El éxito del procedimiento estará en la sistematicidad del mismo, al
extinguirse una conducta por su no reforzamiento. En los casos donde la intervención no sea
aplicada por los terapeutas, sino por madres, padres, maestros y/u otro tipo de personas, será
imprescindible el asesoramiento en estos principios (reforzamiento y extinción), ya que de otra
manera el procedimiento no funcionará.

Si el problema de conducta aparece durante un intervalo, comenzar de nuevo​. El objetivo del


procedimiento es reducir la frecuencia de un comportamiento, a partir de prolongar los
períodos de tiempo en los cuales se produce. Para tal fin, será preciso respetar los intervalos
de tiempo previamente fijados.

Incrementar la duración de los intervalos​. En la medida que el sujeto cumple con los criterios
establecidos de tiempo sin presentar la conducta problema, estos pueden prolongarse
gradualmente. De esa forma, la frecuencia del comportamiento problema se irá reduciendo.

Reforzamiento diferencial de tasas bajas (RDTB)


Existen determinados comportamientos que por su naturaleza no es posible o
deseable que desaparezcan del todo, sino que se considera aceptable una reducción de los
mismos. En una situación de enseñanza en el aula, es aconsejable que los alumnos participen e
intenten dar las respuestas correctas cuando sus docentes las solicitan. Sin embargo, si hubiera
un niño que en cada ocasión que la docente interroga, responde, constituiría un exceso
comportamental que en términos sociales no se lo considera apropiado, ya que no da lugar a
otros a responder, por ejemplo. En un caso así, el reforzamiento diferencial de tasas bajas
(RDTB) es un procedimiento adecuado para implementar. No sería beneficioso tampoco que
este alumno ya no participe en clase, sino que simplemente se buscaría una reducción en la
frecuencia de sus intervenciones escolares.

Ferster y Skinner (1957, citado en Cooper, Heron y Heward, 2017, P. 563) hallaron en
laboratorio que la presentación de reforzador como consecuencia de una respuesta, la cual
había sido precedida por intervalos de tiempo cada vez mayores sin respuesta, produjo una
disminución en la tasa total de esa misma respuesta. A diferencia del RDO, donde los
intervalos se van extendiendo pero se refuerza la ausencia de conducta, en el RDTB el
reforzamiento es contingente a un tipo de respuesta y no a otra, pero el objetivo es mantener
la misma en niveles más bajos de los cuales se viene emitiendo. Por esa razón si bien son
considerados ambos variantes de reforzamiento diferencial, también son procedimientos
distintos tanto en cuanto a su implementación, como en cuanto a sus objetivos.

Dentro de la literatura se pueden hallar distintas variantes del RDTB (Deitz, 1977),
entre ellas:

- RDTB de sesión completa


- De intervalos
- De respuestas espaciadas

RDTB de sesión completa​. En esta variante, se especifica un criterio de respuestas para un


lapso de tiempo, y el reforzamiento se da si la cantidad de respuestas es igual o menor a lo
especificado con antelación. Retomando el ejemplo del alumno que responde ante cada
pregunta planteada por sus docentes, el RDTB de sesión completa podría aplicarse si al mismo
se le comunica al comienzo de la hora de matemáticas, por ejemplo, que tiene un máximo de
de tres preguntas para responder, ante lo cual accederá a un reforzador, elegido y comunicado
por el maestro/instructor previamente, y teniendo en cuenta las consideraciones de
evaluaciones de preferencias previamente señaladas. Si el pequeño cumple este criterio,
obtiene el reforzador. Si supera las tres preguntas, no accede al mismo.

RDTB de intervalo​. Aquí se subdivide una sesión de entrenamiento en distintos intervalos, en


los cuales se tendrá acceso al reforzador al final de cada uno, solo si se cumple con el criterio
previamente establecido. Si se supera el criterio establecido, se interrumpe la sesión (sin
acceso al reforzador) y se comienza una nueva desde 0. En consonancia con los ejemplos
escolares analizados, si la hora de matemáticas consta de una duración de 40 minutos, la
misma podría dividirse en 4 intervalos de 10 cada uno. Si se establece un criterio por intervalo
de 2 preguntas respondidas, el estudiante obtendrá el reforzador al final de 10 minutos, solo si
responde entre 0 y 2 preguntas. Si por el contrario, en alguno de ellos responde más,
inmediatamente se le notifica y se inicia un nuevo intervalo.

RDTB de respuestas espaciadas​. En esta variante la aplicación del reforzador se da como


consecuencia de una respuesta, que como mínimo está separada de la anterior en una
cantidad de tiempo previamente especificada. El ​tiempo entre respuestas o TER (Cooper,
Heron y Heward, 2017) es el término que se utiliza para conceptualizar el lapso entre dos
conductas. Existe una relación inversa entre TER y la tasa total de conductas. En tanto mayor
frecuencia de conductas hay en un período de tiempo, menor es el tiempo entre respuestas.
Por el contrario, cuando mayor es el tiempo entre respuestas, menor la cantidad total de la
conducta objetivo emitida. Si una persona acude al baño cada 10 minutos (TER10´) en el lapso
de una hora habrá ido unas 6 veces. Ahora, si lo hace cada 30 minutos (TER30´), en el mismo
lapso lo habrá hecho solo 2. Es decir, el comportamiento se redujo significativamente.
Siguiendo el ejemplo del estudiante que responde todas las preguntas, el docente podría
aceptar su respuesta solo cuando haya pasado cierta cantidad de tiempo con respecto a la
anterior, previo aviso al pequeño, potenciando así el efecto de la intervención.

Cooper, Heron y Heward (2017) señalan una serie de pautas que es conveniente tener
en cuenta a la hora de seleccionar algunas de las variantes de RDBT para una intervención.

Reconocer las limitaciones de este procedimiento​. Si lo que se busca es reducir uno o varios
comportamientos en forma rápida, este no es el procedimiento indicado, ya que suele ser
lento. La misma precaución si lo que se desea es reducir conductas autolesivas, hetero
agresivas o que supongan algún tipo de peligro para uno mismo o terceros.

Seleccionar el RDBT más adecuado. De los tres RDBT analizados, solo el de respuestas
espaciadas proporciona el reforzamiento de forma contingente a la conducta. En los de sesión
completa e intervalos, el reforzamiento no es contingente a la conducta, sino a la finalización
de la sesión o intervalo, respectivamente. A su vez, en estos dos últimos no es necesario que
ocurra la respuesta para que se acceda al reforzador, sino simplemente haber cumplido con el
criterio durante la sesión o intervalo, de acuerdo a cual se haya utilizado. Por otro lado, en los
RDTB de respuestas espaciadas y de intervalo se accede al reforzador con mayor velocidad que
en el de sesión completa. Esto puede ser especialmente ventajoso frente a problemas de
conducta graves, por lo cual es una variable a tener en cuenta en esos casos.

Conclusiones
Los procedimientos basados en reforzamiento diferencial son una familia de
intervenciones que en esencia tienen en común el poner bajo extinción una o varias conductas
consideradas inapropiadas para el sujeto y/o terceros, y reforzar la emisión de otras
alternativas, incompatibles o incluso la no emisión de la conducta problemática.

Es muy versátil tanto en la forma en la que puede aplicarse como en los ámbitos
donde puede ser de utilidad, destacando instituciones escolares, centros médicos y el hogar,
entre otros. Cada una de las variantes descritas posee ventajas y características propias, que es
preciso tener en cuenta a la hora de diseñar una intervención eficaz para reducir
comportamientos problemáticos. También, dependiendo de los objetivos planteados, cada
variante tiene limitaciones que no deben dejarse de lado en el proceso de selección de
procedimiento. De acuerdo a las metas planteadas, puede revestir importancia el hecho de
reforzar un comportamiento alternativo de uno incompatible, por ejemplo, o no desear una
eliminación completa de una determinada respuesta, sino quizás una reducción en la misma.
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