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Universidad de San Carlos de Guatemala

Centro Universitario del Norte


Carrera de Orientación Vocacional y Laboral
Práctica III

Docente: Claudia Catalán Reyes

Castigo como herramienta de corrección y sus efectos


secunarios

Jennifer Josselin Toc Chomo


Carné: 201841213

Cobán, A.V. 11 de agosto de 2023.


Introducción

El empleo de castigos físicos en la crianza de los hijos es una práctica extendida por todo el
mundo, y en nuestro país se observa frecuentemente. Aquí se emplea el término crianza
para significar la educación que recibe una persona en su infancia y adolescencia por parte
de sus padres o tutores.

El castigo se define como la aplicación de un estímulo negativo para reducir o eliminar una
conducta determinada. Muchos consideran que, en su forma leve, el castigo físico es útil
para enseñar al niño lo que significa "no" y para que se comporte apropiadamente. También
para protegerlo de un peligro mayor ante urgencias. Sin embargo, hay evidencia de que el
castigo físico, cuando alcanza niveles de maltrato, se asocia años después a riesgo elevado
de presentar comportamientos violentos y psicopatología.
Objetivos

 Conocer la manera en que funciona los castigos en un ser humanos en base a una
investigación con el fin de comprender de que manera hacer uso de el sin dañar la
integridad de cada ser humano.

Objetivos específicos

 Definir con base en una amplia investigación literaria el concepto de castigo y los
efectos o consecuencias en los seres humanos.
 Elaboración de recomendaciones dirigido para padres de familia o tutores para esta
manera de moderar la conducta de los niños sea de una mejor manera sin dañar la
integridad del niño.
castigo como una herramienta de corrección y efectos secundarios

Procedimiento para disminuir la frecuencia de una conducta, se consigue cuando la


conducta es seguida de la retirada de un reforzador positivo (dejar a un niño sin comer
porque ha pintado las paredes) o es seguida de un reforzador negativo, de un estimulo
aversivo (golpear al niño en la nalga por haber pintado las paredes). Los castigos, a través
de la aplicación de estímulos aversivo, van acompañados de una respuesta emocional por lo
que no aconseja su uso en humanos.

El castigo es uno de los conceptos centrales para la psicología conductista. Se trata de una
técnica de modificación de conducta cuya finalidad es la de disminuir o extinguir la
repetición de un comportamiento. Es, así mismo, un concepto que sido constantemente
retomado e incluso criticado por algunas disciplinas fuera de la psicología, así como por
subdisciplinas dentro de ésta; especialmente por la pedagogía, la psicología educativa, la
psicología clínica y también la psicología organizacional, entre otras.

En el lenguaje coloquial, el término “castigo” también se ha extendido y se ha cargado con


distintos significados, que con frecuencia lo utilizan como sinónimo de daño emocional o
físico. Es por esto que hablar de “castigo” puede tener algunas variaciones según quién
utiliza el concepto, y puede así mismo dar pie a distintas confusiones. En este artículo
veremos específicamente qué es el castigo en la psicología de tradición conductista
(especialmente en el condicionamiento operante), y cómo se utiliza.

Efectos secundarios del castigo

El castigo tiene como consecuencia la disminución de la probabilidad de que se repita la


conducta a la que sigue. El castigo en niños persigue suprimir una serie de actuaciones
indeseadas. Sus principales ventajas son dos. Por un lado, tiene un efecto muy rápido y, por
otro, elimina comportamientos inadecuados y reorganiza los deseados. Sin embargo, el
castigo en niños produce una serie de efectos secundarios posteriores que muchas veces no
son contemplados por los adultos. Esta serie de reacciones, principalmente de naturaleza
emocional y conductual, nos hacen pensar que quizá no sea la mejor manera de terminar o
disminuir la frecuencia del mal comportamiento.
El castigo es una medida de control que se utiliza desde el nacimiento de la raza humana,
pero es en estos últimos años cuando el estudio de sus consecuencias a corto y largo plazo
han generado un enriquecedor debate que está sorprendiendo a la sociedad en general y a
los padres/madres en particular.

Pero... ¿en qué consiste el castigo? En realidad, existen varias modalidades de aplicación
(castigo positivo, coste de respuesta, tiempo fuera…), que se resumen en: o bien se retira un
reforzador (estímulo que al menor le resulta agradable) tras la aparición de la conducta
problema o bien se aplica un estímulo aversivo (p.ej. reprimenda verbal) cuando el niño/a
emite un comportamiento desadaptativo o inadecuado. A simple vista, no parece una
práctica peligrosa… entonces... ¿por qué los psicólogos se empeñan en especificar que debe
utilizarse con cautela? A continuación, se exponen las consecuencias positivas y negativas
de su empleo como método de corrección conducutal:

PROS:

- Enseña al menor que determinadas conductas no son aceptadas y tienen consecuencias


punitivas dentro del hogar.

- Ayuda a socializar al infante, esto es, a desenvolverse en una sociedad que sanciona
aplicando castigos que pueden desestabilizar el equilibrio biopsicosocial (p.ej. Si llega tarde
al trabajo de forma continuada, será despedido).

- Delimita los roles dentro de la familia, es decir, la interacción entre padres/madres como
figuras de autoridad, lo que permitirá al niño/a generalizar el status a otros contextos como,
por ejemplo, la escuela (donde la decisión última está en manos de los profesores).

- Mediante el aprendizaje vicario (observacional), el infante observa las consecuencias que


tiene para un tercero emitir determinadas conductas, y se previene de manifestarlas (p.ej.
Un niño ve que castigan a su compañero de clase por pintar voluntariamente su mesa con
acuarelas, por lo que aprende que no puede manchar el mobiliario a propósito).

CONTRAS:

- Cuando se castiga, es importante que el niño comprenda cuál es el motivo, explicándoselo


con un lenguaje adaptado a su nivel madurativo. El error que suele cometerse es el de
castigar "irreflexivamente", fruto de una intensa reacción emocional (p.ej. sentir ira,
frustración, decepción, etc.), por lo que el menor debe asimilar forzosamente algo que no
comprende, teniendo como consecuencia probable que vuelva a emitir la conducta que se
desea reducir y/o eliminar. Es necesario evitar creencias falsas, como que el menor ha de
comprender porqué se le castiga puesto que fue reprendido con anterioridad por un
comportamiento similar y/o que debe recordar todos los avisos previos ante la emisión de la
misma conducta. Esta forma de proceder sólo retrasa la reaparición de la conducta
problema.

El castigo genera emociones desagradables para el menor (miedo, ira, tristeza,


vergüenza…), que pueden conllevar la evitación de la persona y/o situación que ha
asociado a esas sensaciones (p.ej. Negarse a ir a la escuela para evitar ser castigado y
sentirse "tonto").

- El castigo no vincula, sino que fomenta otras conductas consideradas socialmente


sancionables: mentir para evitar consecuencias, evitar al castigador, omitir información por
no saber si su conducta fue o no correcta y puede ser castigado (disminución de la
comunicación)…

- Si se trata de un menor excesivamente sensible y/o con predisposición genética a sufrir


trastornos mentales, el castigo continuado y mal aplicado (p.ej. la sanción física) puede
generar emociones tan intensas (como culpa y/o ansiedad) que repercuten en el equilibrio
psicofisiológico del menor dando lugar al desarrollo o intensificación patologías
psiquiátricas.
Conclusiones

La principal función del castigo es la de reducir los delitos. El segundo tipo de teoría es la
teoría retributiva. Esta teoría tiene muchas versiones, pero su tesis central es que el castigo
está justificado porque el culpable ha cometido voluntariamente un acto indebido y se jerse
el castigo de manera a que se corrija la conducta.

Recomendaciones

1.  Mostrar y decir. Enseñe a los niños la diferencia entre lo bueno y lo malo con
palabras y acciones calmadas. Sea un ejemplo de la conducta que usted quiere ver
en sus niños.

2. Ponga límites. Aplique reglas que sean claras y coherentes que sus niños puedan
seguir. Cerciórese de explicar estas reglas en términos apropiados para la edad que
ellos puedan entender.

3. Determine consecuencias. De forma calmada pero firme explique las


consecuencias de no comportarse bien. Por ejemplo, dígale que, si no recoge sus
juguetes, usted los guardará y no podrá jugar con ellos el resto del día. Manténgase
listo a cumplir lo establecido de inmediato. No se dé por vencido, devolviendo los
juguetes después de unos minutos. Sin embargo, recuerde, que no debe quitarle algo
un niño que realmente necesite, como es el caso de una comida.

4. Escuche bien lo que dicen. Escuchar es importante. Deje que su niño termine su
argumento antes de ayudarlo a resolver el problema. Esté atento por señales de
comportamientos que siguen ciertos patrones, por ejemplo, cuando el niño siente
celos. Hable con su niño al respecto en lugar de enfocarse solo en el castigo.

5. Preste atención. La forma más efectiva de disciplinar a los niños es ponerles


atención, para fomentar los buenos comportamiento y desalentar los malos.
Recuerde, todos los niños quieren que sus padres les presten atención.
6. Si va castigar su hijo: el niño tiene el derecho y como padre tiene el deber de
explicarle la razón por la cual está siendo castigado.

Bibliografía

Gutiérrez, G. S. (2009). Teorías de niñas y niños sobre el castigo parental. Aportes


para la educación y la crianza. Revista Electrónica" Actualidades Investigativas en
Educación", 9(2), 1-29.

Fernández, M. Á. R., García, M. I. D., & Crespo, A. V. (2012). Manual de técnicas


de intervención cognitivo conductuales. Desclée de Brouwer.

López, M. H. (2008). Prevención de la violencia infantil-juvenil: estilos educativos


de las familias como factores de protección. Revista Internacional de Psicología y
Terapia Psicológica, 8(1), 73-84.

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