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El ENEMIGO #1, USTED MISMO

Romanos 6 es un capítulo que trata la importancia de la muerte y la resurrección


de Cristo en la vida del cristiano. El capítulo habla sobre la necesidad de morir por
el pecado y vivir a Dios. También destaca la gracia de Dios al dar la salvación
como un regalo gratuito, pero lo que requiere una respuesta de santificación y
obediencia a quienes la reciben.
Romanos 6:4 - "Por lo tanto, fuimos enterrados con él en la muerte a través del
bautismo, para que Cristo fue resucitado de los muertos a través de la gloria del
Padre, también vivimos una nueva vida". Este versículo destaca la importancia del
bautismo como un símbolo de muerte para el pecado y la resurrección para una
nueva vida en Cristo, que se enfatiza en el capítulo.
Romanos 6:11 - "Entonces también te consideras muerto para pecar, pero vivo
para Dios en Cristo Jesús". Este versículo enfatiza la importancia de reconocer la
muerte por el pecado y la necesidad de vivir para Dios en Cristo.
Romanos 6:14 - "Porque el pecado no los dominará, porque no estás bajo la ley,
sino bajo gracia". Este versículo destaca la libertad que tenemos en Cristo, que ya
no está siendo dominada por el pecado, sino por la gracia.
Romanos 6:23 - "Porque el salario del pecado es la muerte, pero el don libre de
Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor". Este versículo destaca la
gracia de Dios al darle la vida eterna como un don libre, pero también la gravedad
del pecado y la consecuencia de la muerte.
Romanos 6:6 - "Sabemos que nuestro viejo ha sido crucificado con él, para que el
cuerpo del pecado sea destruido, y ya no seremos esclavos del pecado".
Este versículo enfatiza la necesidad de deshacerse del viejo hombre, el pecado y
ser renovado en Cristo, que es el tema central de Romanos 6.
I. SINO MATAMOS AL VIEJO HOMBRE EL VIEJO HOMBRE NOS MATARA
A NOSOTROS.-
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos,
los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las
maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la
insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”
(Mr. 7:21-23)

“¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no


conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la
ley no dijera: No codiciarás.” (Ro. 7:7)
En la raíz de la codicia, en el núcleo de todo pecado se encuentra el egoísmo. El
egoísmo es opuesto al amor. Mientras que Lucifer fue creado con el don
sobrenatural del amor, un don que fue puesto en él por Dios Espíritu Santo (Ga.
5:22-23), en él se desarrolló el egoísmo y se convirtió en pecador.
Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la
mala conducta y el lenguaje perverso. Proverbios 8:13
“Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirá falso testimonio, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo.” (Ro. 13:9)
El amor de origen celestial es un principio que obedece la Ley de Dios

…Si me amáis, guardad mis mandamientos…Juan 14:15


. En cambio, el egoísmo que tuvo su origen en Satanás es opuesto a la Ley de
Amor. “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el
amor.” (Ro. 13:10)
Un Enemigo Interno
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son
del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es
muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de
la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas
vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” (Ro.
8:1-9)
En Romanos 8:1-9 el apóstol Pablo nos habla de un “enemigo interno”, un YO que
se encuentra en “enemistad contra Dios” y que “no se sujeta a la ley de Dios, ni
tampoco puede.” Esto no quiere decir que una persona está físicamente
imposibilitada de prestar una obediencia falsa, espuria o servil a la Ley de Dios.
Un hombre puede exteriormente guardar el Sábado del cuarto mandamiento sin
haber nacido de nuevo. Un hombre puede irse a vivir al campo sin haber nacido
de nuevo. Un hombre puede dar el diezmo sin haber nacido de nuevo. Un hombre
puede volverse vegetariano o vegano sin haber nacido de nuevo. Cuando la
Palabra de Dios dice “no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” está
hablando de la obediencia perfecta y perpetua, la santificación verdadera y
voluntaria, la única que es aceptable ante Dios.
Para poder entender por qué la Palabra de Dios nos insta a luchar contra este
terrible enemigo interno que es el pecado que mora en nosotros, y para poder
comprender cómo podemos salir vencedores en este conflicto, primero debemos
comprender cuál es su origen.
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya…”
(Gn. 3:15)
II. CRUCIFICA AL VIEJO HOMBRE, MUERE AL PECADO.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de
la verdad. 25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su
prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no
pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que
hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para
que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra
corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria
edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:22-29

“Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.”
(Ro. 7:20)
Por naturaleza, estamos enemistados con Dios. Por nosotros mismos no podemos
entrar en armonía con Dios. Dios debe obrar de manera sobrenatural para que
podamos luchar contra este enemigo interno y podamos volver a estar en armonía
con Dios y su Ley.
Pablo no fue la única pluma inspirada que escribió sobre este terrible enemigo en
las Santas Escrituras, sino que además tenemos a los reformadores del siglo XVI
en adelante, quienes también se concientizaron y escribieron sobre esta ardua
batalla contra el peor de los tiranos.
Pensé que el VIEJO HOMBRE había muerto en las aguas del BAUTISMO, pero
descubrí que el INFELIZ, sabia nadar y ahora tengo que matarlo todos los días.
Martin Lutero

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