Está en la página 1de 79

Estrategias del Enemigo en los Últimos Tiempos

Nuestra Misión
Llamados a traer el poder sobrenatural de Dios a esta generación. Estrategias del Enemigo en los
Últimos Tiempos Guillermo Maldonado
Primera Edición: Enero 2019
ISBN: 978-1-59272-862-6

Todos los derechos están reservados por el Ministerio Internacional El Rey Jesús / ERJ Publicaciones
Esta publicación no puede ser reproducida, alterada parcial o totalmente, archivada en un sistema
electrónico ni transmitida bajo ninguna forma electrónica, mecánica, fotográfica, grabada o de alguna
otra manera, sin el permiso previo, por escrito del autor.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Santa
Biblia, Reina-Valera 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988
Sociedades Bíblicas Unidas. Usadas con permiso. Las definiciones de las palabras en hebreo y griego
están tomadas de la versión electrónica de Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible, STRONG (©
1980, 1986, y asignadas a World Bible Publishers, Inc. Usadas con permiso. Todos los derechos
reservados, o Nueva Concordancia Strong Exhaustiva, © 2002 por Editorial Caribe, Inc., Nashville,
TN, o Vine Diccionario Expositivo del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, VINE, © 1999
por Editorial Caribe, Inc. Una División de Thomas Nelson, Inc., Publishers, Nashville, TN. Todos los
derechos reservados. Las definiciones de algunas palabras están tomadas de Wordreference.com, 2017,
que ofrece el Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa Calpe. http://www.wordreference.com.

Director del Proyecto: Andrés Brizuela

Editores: Jose M Anhuaman - Gloria Zura


Diseño de Portada: Danielle Cruz-Nieri
Categoría: Crecimiento Espiritual

Ministerio Internacional El Rey Jesús


14100 SW 144 Ave. Miami, FL 33186
Tel: 305.382.3171 - Fax: 305.382.3178
Impreso en los Estados Unidos de América

Contenido
Introducción 5
1. Las distracciones en los últimos tiempos 9
2. Las desilusiones en los últimos tiempos 33
3. La crítica en los últimos tiempos 53
4. Las traiciones en los últimos tiempos 65
5. Las tentaciones en los últimos tiempos 75
6. Las persecuciones en los últimos tiempos 97
7. Las acusaciones en los últimos tiempos 111 Acerca del Autor 127

Introducción
Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el
que persevere hasta el fin, éste será salvo. —Mateo 24:12-13

U
n día, sentados a las faldas del monte de los Olivos,

Jesús les dio a conocer a Sus discípulos algunas de las señales más
importantes de los últimos tiempos y cada una de ellas se están cumpliendo.
La segunda venida de Cristo se acerca. El enemigo sabe que el evangelio del
reino está siendo predicado a todos los confines de la tierra; conoce que el día
de su juicio está próximo, por eso anda enfurecido, buscando detener el
avance de los hijos de Dios en la tierra.

El diablo no puede conocer sus pensamientos, pero sí tiene paciencia para


estudiarlo y darse cuenta de cuál es su área débil; y por allí ataca. Son siete
las principales estrategias que utiliza: las distracciones, desilusiones,
tentaciones, persecuciones, acusaciones, traiciones y la crítica. Todas buscan
desgastar la vida espiritual, emocional y física de los cristianos.

Uno de los propósitos de este libro, gracias a la importante revelación que el


Señor me ha dado, es abrirle los ojos para que aprenda a percibir los planes
del enemigo en los últimos
EstratEgias dEl EnEmigo En los Últimos tiEmpos

tiempos; que deje de culpar a la gente por lo que le ocurre; que no se


desanime y, al contrario, cobre ánimo para reprender, atar y echar fuera al
diablo que actúa escondido tras un cuerpo humano. Usted aprenderá a hacer
frente a esas siete estrategias diabólicas que, básicamente funcionan en la
gente inmadura y en quienes carecen de discernimiento espiritual.

Una de las estrategias más usadas es la distracción, que aparentemente es


algo muy sencillo, pero tiene el objetivo de interponerse en nuestras vidas
para desenfocarnos y hacernos perder nuestro destino, llamado o propósito de
Dios. Ocurre lo mismo con las desilusiones, que vienen en forma de dardos
de fuego que el enemigo lanza en el momento de mayor vulnerabilidad y lo
llevan a la depresión, debilitan su fe y lo conducen a la angustia y al luto. Las
críticas, en cambio, son la compañía silenciosa de todo gran hombre o mujer
de Dios. Así que, si usted quiere ocupar puestos de liderazgo en la iglesia o
fuera de ella, debe estar preparado para recibir críticas y no permitir que ellas
lo detengan.

Las traiciones se cuentan entre las armas diabólicas más terribles, pues están
diseñadas para pararlo en seco. En este libro, dedico un capítulo completo a
hablar acerca de esta estrategia que proviene del mismo infierno. También
hablo de las tentaciones, que tienen su origen en los deseos corruptos del ser
humano, y con facilidad lo llevan a desobedecer a Dios. El enemigo siempre
tendrá una tentación hecha a la medida suya, para lanzarla en el momento
preciso, y el blanco será su área más vulnerable. Igualmente, las acusaciones
vienen para destruir su reputación y testimonio. Así que, si usted quiere
IntroduccIón
caminar en las bendiciones visibles de Dios debe estar atento porque la
persecución y la acusación vendrán.

La pregunta clave es, ¿cómo volver a enfocarnos, en medio de las


distracciones, desilusiones, tentaciones, persecuciones, acusaciones,
traiciones y la crítica que nos asedian a diario? Tenemos que aprender a
reenfocarnos, a fin de no perder las promesas de Dios. Recuerde que un
asunto temporal no puede estar por encima de uno eterno. A veces, cuando el
enemigo no puede distraer a alguien con la escasez, lo distrae con la
abundancia. Por eso, un sinnúmero de personas se distrae con el trabajo o el
negocio; por lo mismo, la iglesia debe permanecer enfocada en la segunda
venida de Cristo, porque ésa es la intención original de todo lo que hacemos.
Nada en su vida cambiará hasta que usted fije su mente en Dios. Una
mentalidad establecida en Él atraerá favor, gracia, oportunidad y destino. Sin
importar lo que esté pasando, Dios le ha dado las herramientas y el poder
para vencer. No permita que las estrategias que el enemigo usa lo detengan.
Usted está llamado a ir por encima y más allá de ellas. ¿Cómo? Lea este libro
y entréguele sus cargas a Cristo. Vuelva al primer amor por Dios y persevere
hasta el fin. ¡Declare las promesas de Dios sobre su vida y reciba Su libertad,
Su bendición y Su expansión!

Guillermo Maldonado
Ministerio Internacional El Rey Jesús

1 Las distracciones en los últimos tiempos


E

n más de una oportunidad le habrá pasado que cuando está más enfocado,
más comprometido, más en fue
go por Dios; cuando está a punto de recibir una recompensa, de alcanzar una
meta, de lograr un propósito, de llegar a un destino u obtener un
rompimiento… ¡De repente…! Algo ocurre que lo frena, que evita que logre
lo que tanto anhela. Quizá le ha pasado que una pequeña distracción
imprevista le desbarata, en un instante, todo aquello que le tomó mucho
tiempo construir. Aunque parezcan simples casualidades, como cristianos
debemos estar apercibidos de que son estrategias del enemigo. Precisamente,
la distracción es el arma que con mayor frecuencia usa el diablo contra el
pueblo de Dios. El maligno lucha con todas sus fuerzas para distraernos, a fin
de truncar nuestro propósito divino, impedir que tengamos acceso a la
revelación y al poder sobrenatural de Dios, y evitar que nos equipemos
espiritualmente para los últimos tiempos.

Muchos en la iglesia han caído en la trampa de la distracción; por eso no


salen a predicar el evangelio del reino ni a anunciar la segunda venida de
Cristo. Están distraídos; han perdido la convicción de quiénes son en Cristo,
de su llamado, propósito, asignación y metas. Han caído en la trampa favorita
del enemigo. Satanás está haciendo todo lo posible por retrasar la segunda
venida de Cristo, porque sabe que entonces, su tiempo habrá terminado, su
juicio será completado y vendrá su condenación final (vea Apocalipsis
20:10).

La distracción es la herramienta principal del enemigo en el tiempo final.

El enemigo usa las distracciones para desgastarnos y hacer que abandonemos


el “campo de batalla”. Esa estrategia la repite una y otra vez, porque sabe que
los seres humanos tendemos a rendirnos fácilmente ante una situación
prolongada o repetitiva. Por el contrario, si usted persevera y no se deja
vencer, el adversario terminará rindiéndose. Es importante saber que él
siempre usará algo que a usted lo atraiga o le resulte tentador; porque la clave
de la distracción es sacar provecho de una debilidad suya. Por eso, la
distracción lo mueve y lo desenfoca fácilmente, porque está hecha a su
medida.

Una distracción es todo aquello que aparece para desviar nuestra atención del
destino, meta, llamado y propósito que Dios tiene para nosotros. Es una
estrategia del enemigo para que siempre estemos dando vueltas en el mismo
lugar. Las distracciones suelen aparecer en forma de personas, cosas, lugares,
nuevas metas, problemas y hasta aparentes bendiciones. No todo lo que
parece ser bueno es bueno para usted. Lo realmente bueno para nosotros es
aquello que contribuye al avance y cumplimiento de nuestro propósito. No
siempre es fácil identificar lo que nos está distrayendo, así que debemos estar
alertas, permanecer enfocados en la meta y saber que estamos haciendo la
perfecta voluntad de Dios.

Propósito de las distracciones

Como hemos visto, toda distracción tiene el propósito de evitar que una meta
sea alcanzada, que una promesa de Dios sea recibida o que un destino sea
cumplido. A mayor escala, las distracciones siempre vendrán para que los
cristianos no cumplamos el propósito de Dios en la tierra. Es verdad que el
enemigo es un especialista en distraernos; pero, por muy tentadoras que
parezcan sus ofertas, nosotros tenemos la capacidad sobrenatural de resistir.
Si quitamos la vista de nuestra meta, aunque solo sea un segundo, corremos
el riego de dar pasos en falso y perder el objetivo.

Sabemos que a Dios nada lo distrae. Por eso, el escritor de la carta a la iglesia
en Filipo decía: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros
la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
Jesucristo recibió la revelación de Su propósito en la tierra, y se mantuvo
enfocado de principio a fin, porque sabía que si no lo hacía no podría cumplir
la voluntad del Padre.

Consecuencias de las distracciones


Como resultado de apartar o desviar nuestra vista de la meta y fijarla en las
distracciones, vienen numerosas consecuencias.

Entre otras podemos mencionar las siguientes:


● Perdemos el enfoque
● Retrasamos el progreso
● Nos volvemos improductivos
● Nuestras fuerzas se disipan
● Impiden que nos comprometamos
● No nos permiten alcanzar lo que nos ha sido prometido ● Nos aleja de
cumplir nuestro propósito y llamado

● Nos lleva a vivir como vagabundos; y sabemos que un vagabundo es


alguien que ha perdido su lugar en Dios y, por lo tanto, vive en el desierto.

Las distracciones funcionan en la gente inmadura y en aquellos que


carecen de discernimiento espiritual.

Cómo reenfocarse

En medio de las distracciones que nos asedian a diario, tenemos que aprender
a reenfocarnos, a fin de no perder las promesas de Dios. Solo así podremos
cumplir nuestro propósito en la vida, lograr nuestras metas y ser productivos.
Antes de pasar a dar algunos consejos acerca de cómo reenfocarnos, quiero
establecer qué es y qué produce el enfoque.

El enfoque es algo interno que nos lleva a dirigir la atención y el interés hacia
un determinado asunto. Podemos definirlo como el pensamiento que hace que
el objeto de nuestro enfoque sea más real. El enfoque es un imán que atrae
todo aquello en lo que usted fija su mente; atrae gente, lugares y cosas que
contribuyen a que se cumpla lo que estamos enfocando. Cuando está
distraído no atrae nada; su vida carece de resultados, no avanza ni produce
nada nuevo.

La ley de la atracción es un principio sobrenatural cuyo origen es Dios, por


eso Romanos 12:2 nos insta a tener la mente de Cristo. Usted nunca atraerá
algo sin tener un enfoque claro; quiere decir que, si su enfoque está anclado
en lo negativo, habrá una “atracción fatal”. Con la mente de Cristo
atraeremos la voluntad del Padre; de lo contrario atraeremos cosas que no
proceden de Él. ¿Solo está atrayendo cosas negativas o desgracias a su vida?
¿Está atrayendo lo que no quiere o lo que menos le gusta? Si es así, su mente
no está enfocada en las cosas de Dios, sino en algo malo. Por ejemplo, si
alguien piensa que no merece un buen trabajo, lo que atraerá serán malos
empleos, con poca paga, malos jefes, sin oportunidad de crecimiento,
etcétera.

Lo realidad que vive dentro determinará la realidad que se ve por fuera.

Cuando alguien no está consciente que el Espíritu Santo vive en su interior,


lo exterior se vuelve más real que lo que está dentro; y lo externo, por lo
general, es negativo. Cuando está consciente que Él está dentro de usted, lo
exterior no será lo real y siempre estará sujeto. Ejemplo: cuando el médico le
diagnostica a alguien que tiene una enfermedad incurable; si esa persona está
consciente que el Espíritu Santo vive en su interior, esa realidad de
enfermedad fácilmente será superada por la verdad suprema, según la cual,
Jesús en la cruz llevó todas nuestras enfermedades y dolencias, y por Su llaga
fuimos sanados.

El enfoque produce los siguientes efectos:

● Determina nuestra manera de pensar y fija nuestra mente


● Determina nuestra realidad
● Determina nuestra dirección en la vida y, por lo tanto, nuestro futuro
● Determina lo que hablamos a diario
● Determina qué ocupa y preocupa nuestra mente la mayor parte del tiempo
● Revela lo que somos por dentro y determina cómo seremos por fuera

Ahora, ¿cómo nos reenfocamos? ¿Cómo nos damos cuenta que algo nos está
distrayendo? ¿Cómo hacemos para no distraernos con asuntos, personas o
lugares que parecen importantes y demandan nuestra urgente atención?
Veamos ciertos consejos bíblicos que nos empoderan para vencer las
distracciones y quitarles la fuerza que ejercen sobre nuestra atención:

1. Discernir las distracciones

Si somos capaces de percibir las distracciones del enemigo, también nos


daremos cuenta que, cuando llega una distracción, es señal de que estamos a
punto de alcanzar un rompimiento o lograr una meta. ¿Qué persona o
situación lo está distrayendo de su propósito? Jesús nos advirtió: “Mirad
también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de
glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente
sobre vosotros aquel día” (Lucas 21:34). Al diablo le gusta enviar
distracciones para cargarnos, afanarnos y desenfocarnos.

Cuando una persona no tiene una convicción fuerte en su espíritu,


fácilmente se distrae.

En medio de la adversidad, lo único que nos sostiene es la convicción que


Dios nos ha dado para perseverar en una promesa, meta, propósito o destino;
eso nos ayuda a percibir toda distracción. La gente que se distrae fácilmente
no tiene —o ha perdido— la convicción de quién es, y cuál es su asignación
en la tierra. Cuando esto ocurre, se convierte en gente de doble ánimo. La
Biblia enseña: “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del
Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”
(Santiago 1:7-8). En cambio, cuando usted permanece enfocado, no está
abierto a cualquier cosa. Esa es la razón por la cual no puede estar disponible
para cierta gente, porque no forma parte de su enfoque.

Si quiere estar seguro que sabe discernir las distracciones del enemigo, debe
permanecer velando y orando. Eso lo hace sensible a la voz y a la presencia
de Dios, al mundo espiritual y a todo lo que sucede en él. Si estamos en
comunión continua con el Padre, Su Espíritu nos advertirá de cualquier
ataque o distracción que el enemigo esté enviando a nuestra vida. Jesús supo
discernir las distracciones que el enemigo le ponía delante porque estaba en
comunión permanente con el Padre. Un claro ejemplo lo vemos cuando Pedro
intentó disuadirlo para que no cumpliera Su propósito. “Entonces Pedro,
tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión
de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:
¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la
mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:22-23).

Jesús aprendió a discernir y deshacer las estrategias del enemigo en la tierra.


“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestra tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”
(Hebreos 12:1-2). Cuando la Biblia habla de “el gozo puesto delante de él” se
refiere a Su enfoque en la meta, a la convicción que tenía del propósito por el
cual el Padre lo había enviado a la tierra. Por eso, en la hora más dura de Su
vida, orando en Getsemaní, dijo: “… Padre, si quieres, pasa de mí esta copa;
pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Jesús no esperó
estar frente a la cruz para decidirse. Él se entregó voluntariamente a sus
captores para cumplir la voluntad del Padre. Así, durante el tiempo que pasó
entre Su apresamiento y Su crucifixión, nada pudo distraerlo de Su meta, por
duro que pareciera el camino. Él sabía a lo que iba y nada ni nadie iba a evitar
que cumpliera Su propósito.

Así, en ese estado mental de convicción y enfoque, Jesús miró la cruz y no


quitó la vista de ella. Nada hizo que Él mirara por encima de la cruz, ni que
fuera atrapado por las distracciones que el enemigo le puso —falsas
acusaciones, la traición de uno de sus discípulos, la posibilidad de usar Su
poder para bajarse de la cruz, etcétera—. De igual manera, el diablo siempre
pondrá delante de usted algo pequeño que se encargará de agrandarlo.
Aunque no lo crea, el enemigo es un experto magnificando cosas
insignificantes. Las distracciones pueden tomar la forma de una mentira a la
que usted es atraído, pero también puede ser parte de una verdad que se
conoce justo cuando está llegando a la línea final. El propósito es desviarlo
para que no llegue a la meta. A veces la oposición es tan feroz que debemos
permanecer alertas para no perder de vista la meta. Mi recomendación es que
no vea las circunstancias, sino la victoria que Dios le prometió. Jesús vio en
la cruz la salvación, y se mantuvo ajeno a toda distracción.

2. Reenfocarse en la intención original


Las distracciones, por lo general, desvían nuestra atención hacia cosas que,
aunque parezcan relevantes, no están relacionadas con la intención original
de Dios. Expliquemos esto con un ejemplo. Todo músico recibe su don del
Padre celestial con el propósito de que le adore; sin embargo, un día, un
músico recibe una oferta para tocar en la banda del cantante más famoso del
momento. Esto, aparentemente es algo bueno y parece una oportunidad de
crecimiento profesional. La pregunta es, ¿Tiene que ver con el propósito de
Dios? ¿Lo acerca más a su destino o lo desvía? Aquello que es la voluntad de
Dios trae paz y bendición al corazón y a su vida. Lo que lo desvía de Su
voluntad, por bueno que aparente ser, trae aflicción, conflicto, estrés, y
termina conduciéndolo a un callejón sin salida donde se pierde de vista el
destino. Otro ejemplo simple es cuando nos dejamos distraer por la
apariencia física de una persona. Mucha gente se dedica tanto a cuidar su
estado físico que éste se convierte en una prioridad, por encima del propósito
que Dios tiene para su vida. Tener un buen estado físico es importante, pero
no puede distraernos de la intención original de Dios. “Porque el ejercicio
corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues
tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8).

Un asunto temporal no puede estar por encima de uno eterno.

Muchas veces, cuando el enemigo no puede distraer a alguien con la escasez,


lo distrae con la abundancia. Por eso, sinnúmero de personas se distraen con
el trabajo. Conozco cristianos que cuando no tenían nada, servían a Dios con
fervor y devoción, diezmaban y ofrendaban de lo poco que tenían con alegría
y fe. Pero una vez que Dios los bendijo económicamente, dejaron de diezmar,
de servir, se desenfocaron de Dios y de la intención original. Ahora, el
enemigo los mantiene distraídos con una montaña de trabajo.

La iglesia debe permanecer enfocada en la segunda venida de Cristo,


porque esa es la intención original de todo lo que hacemos.

Como iglesia hay una intención original que no debemos perder de vista. Esa
intención original es la segunda venida de Cristo, la cual alinea el resto de
nuestras prioridades y nos protege de caer en distracciones. En este tiempo,
todas las asignaciones que vienen de Dios están relacionadas con el retorno
del Mesías en gloria y majestad. Si lo que lo mantiene enfocado no
contribuye a preparar el camino para esa venida, probablemente está siendo
distraído.

Para no caer en la trampa de la distracción, necesitamos conocer la intención


original de Dios para cada uno de nosotros; de esa manera, si algo llegara a
distraernos, podemos reenfocarnos rápidamente. No obstante, para conocer
Su intención original, primero necesitamos tener clara nuestra identidad y
tener revelación de la paternidad de Dios. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos
aquí? ¿Quiénes somos para nuestro Padre celestial? ¿Quiénes somos en Él?
¿Cuál es nuestra asignación? ¿Estamos llamados a ser un pastor, apóstol,
profeta, maestro o evangelista? ¿O quizá un hombre o una mujer de Dios que
influencie el mundo de los negocios, la política, la moda, la educación, la
ciencia y las artes?

Hay un gran propósito para su vida del cual no puede distraerse. Necesita
reenfocarse en la intención original con la guía y el consejo del Espíritu
Santo. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).

3. Establecer o fijar una “manera de pensar”


Cuando está enfocado, el objetivo no puede esconderse de usted.

¿Qué es una “manera de pensar”? Podemos definirla diciendo que es la forma


como la mente piensa de continuo. Una manera de pensar es producida por
una mente fija, determinada o establecida, que ya no busca opciones ni tiene
que elegir entre otras posibilidades. Se establece a través de patrones que se
van fijando en la mente y la van definiendo hacia una sola opción. Cuando el
Espíritu Santo nos revela el propósito de Dios, cuando nos afirma en nuestra
identidad en Él y nos muestra los dones que nos ha dado para cumplir ese
propósito, nuestra mente se define, se establece y se enfoca en el destino
divino. Solo entonces comenzamos a producir frutos que permanecen.

La manera de pensar establece el enfoque. Una mente enfocada no está


abierta a cualquier cosa; tiene un espectro reducido. Esa es la razón por la que
no podemos abrirnos a cierta gente, porque no están dentro de nuestro
enfoque. No significa que carecemos del amor de Dios, o que despreciamos a
ciertas personas, sino que estamos determinados y no podemos hacer más de
lo que Dios nos ha mandado. Muchos creen que, porque son pastores deben
hacerlo todo; y si no lo hacen no tienen el amor de Dios o no aman a la gente.
¡Eso no es así!

Lo cierto es que cada uno de nosotros forma parte del cuerpo de Cristo, y está
llamado a cumplir una función única y diferente. Realizar cosas que no
fuimos llamados a hacer, significa distraernos y abandonar lo que sí debemos
hacer. Al diablo le gusta enviarnos distracciones de ese tipo. Muchas veces
son cosas que hay que hacer con urgencia; incluso hay algunas que el cuerpo
de Cristo está llamado a cumplir. Sin embargo, no todo debemos hacerlo
nosotros, porque terminaremos agotados, distraídos y frustrados. Es verdad
que hay mucho que hacer en la iglesia; pero no todo nos compete. Esto no le
da licencia para dejar de hacer lo que fue llamado a hacer, ni para abandonar
lo que es prioritario.

Cuando una persona no tiene una fuerte convicción, no es fiel a su


enfoque.

Los apóstoles de la iglesia primitiva mostraron un ejemplo de enfoque


cuando comenzaron a organizar la congregación en Jerusalén. “En aquellos
días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los
griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en
la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los
discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios,
para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete
varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a
quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración
y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:1-4).

En esos días la iglesia crecía exponencialmente y cada vez había más trabajo
que realizar y más gente que atender. Pero los primeros apóstoles tenían muy
clara su tarea y eso evitó que perdieran su enfoque, que era persistir en la
oración y en el ministerio de la Palabra. Ellos estaban llamados a mantenerse
buscando la presencia de Dios y a enseñar a los nuevos convertidos la
Palabra. Otros podían encargarse de atender las mesas y velar por las
necesidades físicas de la gente.

Así como ellos, yo también tengo muy clara mi tarea de buscar la presencia
de Dios, enseñar la Palabra revelada y llevar el poder sobrenatural de Dios a
esta generación. Por eso, el Señor me permite entrenar a un liderazgo para
establecer el reino y cuidar a la gente. Con ese fin he entrenado pastores,
evangelistas, profetas y maestros de la Palabra; y ellos a su vez entrenan
ancianos, diáconos, mentores y líderes. Todos responden ante mí por sus
asignaciones y se aseguran que nada pueda distraerlos de sus
responsabilidades principales.

La unción que fluye sobre mí está


determinada por el trabajo que hago. Si no permaneciera fiel a mi
enfoque, esa unción disminuiría.

Como apóstol, no puedo pasar mucho tiempo atendiendo los detalles del
ministerio, ni dando consejería a los miembros de la congregación. Y no es
que nunca lo haya hecho; lo hice por muchos años, pero llegó el momento en
que tuve que delegar esas tareas para enfocarme en cosas mayores. Mi
enfoque ahora es la visión global, el movimiento global del ministerio, a fin
de alcanzar e impactar mayor cantidad de gente con el evangelio del reino.

Lo anterior lo aprendí de Jesús. Él no alimentó a los cinco mil que lo seguían.


Su trabajo fue bendecir el alimento, hacer el milagro, pero los discípulos
tenían la tarea de servir a la gente. Para lograr esto, cada día fijo mi mente y
me mantengo enfocado en lo que me corresponde hacer. Cuando usted tiene
una manera de pensar fija, está predeterminado o preparado; quiere decir que
tiene una solución en mente antes que alguna situación surja. Si no está
preparado, apenas si tiene tiempo para reaccionar. Al tomar la decisión de ser
como Cristo en cada área de su vida, no reaccionará, sino que responderá
dentro del propósito, porque nada lo tomará por sorpresa, con la guardia baja.
Mucho de lo que hoy hago fue predeterminado o prefijado en mi mente; no
me tomó por sorpresa, porque ya estaba preparado.

Le doy otro ejemplo. Cuando alguien me hiere, yo ya estoy predeterminado a


perdonar; de lo contrario, las ofensas permanecerían en mí. Cuando Dios me
pide dar algo, yo estoy predeterminado a entregarlo. Con esto quiero decir
que no es algo accidental. Nada es un accidente cuando previamente lo
hemos planeado. Mi próxima pregunta para usted es, ¿en qué áreas siente que
su mente está fija y en qué áreas considera que le falta enfocarse más?

Debemos estar predeterminados a ser como Cristo en todas las áreas de


nuestra vida.

Nada en su vida cambiará hasta que usted fije su mente. Lo anterior aplica
tanto para lo bueno como para lo malo. Esto determina que una mentalidad
sea positiva o negativa. Si su mente se fija en lo bueno, atraerá lo bueno; pero
si se fija en lo malo, eso mismo atraerá. Así que, si quiere cambiar un área de
su vida, primero necesita cambiar su mentalidad. La diferencia entre la gente
rica y la gente pobre no es el dinero, sino su mentalidad. Por eso hay gente
tan pobre, que lo único que tiene es dinero, pero su mentalidad es de
limitación, escasez y acaparamiento; ellos, sin duda, son odres viejos. En
cambio, hay otros con mentalidad de progreso, crecimiento e innovación,
que, aunque en el momento no tienen los recursos, saben cómo conseguirlos.
Ellos son odres nuevos, porque siempre están dispuestos a expandirse, a ir
por más, a romper los moldes y salirse de lo convencional.

Todo el que fije su mente en prosperar, prosperará, porque Dios puso en el


ser humano la capacidad de reproducir lo mismo que hay en el cielo. Mire el
ejemplo de David, el pequeño pastor de ovejas que llegó a ser rey de Israel.
Por su pequeña estatura nadie creía en él, ni siquiera sus hermanos ni su
padre, pero él tenía una mentalidad de victoria y conquista; no veía la derrota
como algo posible. Ese muchacho tenía su mente fija en que, si Dios estaba
con él, tenía asegurada la victoria. Cuando la mente de David se estableció, él
se predeterminó y atrajo al gigante Goliat, a quien derrotó de manera no
convencional, con una honda y una piedra. Esa victoria lo sacó de detrás de
las ovejas a marchar al frente del ejército israelí y posteriormente a ocupar el
trono de Israel. Como él, usted también atrae oportunidades, gente y destino,
porque está predeterminado para lo bueno. ¿En qué está establecida su
mente? ¿Qué tipo de gente está atrayendo? Asegúrese de estar
predeterminado a atraer aquello que lo llevará a cumplir la voluntad de Dios.

Una mentalidad establecida en Dios atraerá favor, gracia, oportunidad y


destino.

Mi consejo final para usted en este capítulo es que fije su mente en el cielo.
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1). Si usted fija su mente
en el cielo, nada tendrá suficiente fuerza ni habrá engaño alguno que pueda
distraerlo. Jesús hacía todo lo que veía hacer al Padre porque Su enfoque
estaba puesto en Él. Nuestro enfoque tiene que ser el mismo de Cristo.

ACTIVACIÓN

Si este capítulo refleja su actual estado espiritual y emocional, lo invito a


hacer la siguiente oración conmigo para reenfocarse y alinearse con la
intención original de Dios:

“Amado Padre celestial, vengo delante de Tu presencia reconociendo que he


perdido el enfoque de lo importante y me he dejado distraer por el enemigo.
He perdido de vista mi llamado, propósito y destino. He perdido de vista Tu
presencia y Tu poder que me da la victoria en la vida. Me he vuelto
improductivo; he perdido mis fuerzas y me veo deambulando en el desierto,
sin dirección en la vida. Me arrepiento de todo corazón. Te pido que me
perdones y me devuelvas el gozo de Tu salvación. Necesito Tu gracia para
buscarte más en oración. Necesito la presencia de Tu Espíritu Santo en mí
para discernir las distracciones que el enemigo trae a mi vida. Me
comprometo a reenfocarme en Ti, en Tu propósito, en las metas que me he
fijado. Hoy fijo mi mirada en Ti, fijo mi mente en Tu Palabra y en Tus
promesas para lograr rompimiento en las áreas de mi vida donde el enemigo
ganó terreno a causa de mi pérdida de enfoque. A partir de hoy, y con la
ayuda de Tu Santo Espíritu, permaneceré enfocado en la intención original
del Padre, buscando las cosas de arriba, velando y orando para que la segunda
venida de Cristo sea en gloria y majestad. Todo esto lo declaro, ¡en el nombre
de Jesús! ¡Amén!”

TESTIMONIOS
Enfocada en Dios en medio de una terrible enfermedad

Una mujer de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), llegó a nuestro ministerio,


luego de haber visto nuestro programa de TV en su país. Ella nos compartió
este poderoso testimonio.

“Mi nombre es Lelesego, y soy de Dubái (Emiratos Árabes Unidos). Yo fui


guiada al Ministerio El Rey Jesús por el Espíritu Santo. Recuerdo que estaba
en mi casa mirando un programa de TV donde el apóstol Maldonado
predicaba, y el Espíritu de Dios me habló. Las dos primeras prédicas tuvieron
un fuerte impacto en mí y el Espíritu Santo me habló acerca de CAP.1
Tramité visa y pasaporte y viajé. Ya en la conferencia, recibí una impartición
poderosa de Dios. Sentí Su presencia y la convicción de la Palabra. ¡No podía
dejar de llorar! Él depositó en mí algo que cambiaría mi vida para siempre.
En ese tiempo, sin yo saberlo, estaba albergando en mi cuerpo una
enfermedad mortal. Al poco tiempo, me di cuenta que uno de mis senos se
veía más grande que el otro. Esto para mí significaba cáncer. Las estadísticas
me llenaban de miedo, porque 8 de 10 personas en mi familia habían sido
diagnosticadas con alguna forma de cáncer. Fui al médico y, efectivamente,
era cáncer de seno, grado 4. Era tan severo que la piel de mi seno ya
comenzaba a deteriorarse. Sin embargo, yo seguía tan impactada por lo que
Dios había hecho en mí durante CAP, que no quería distraerme ni
desenfocarme. Recuerdo que oí al enemigo susurrarme que moriría como
otros en mi familia. No negaré que eso me desanimó, pero no dejé de creer en
mi milagro. Oré y puse mi fe en Dios y Su poder para sanarme. Sabía que Él
me había permitido llegar a la conferencia para darme poder para pelear por
mi salud. A los dos días de buscar al Señor, ¡el bulto en mi seno desapareció!
Ese milagro no solo impactó mi vida, sino también a las enfermeras y
médicos en el hospital. Ellos testifican que en los años que llevan allí no
habían visto un milagro semejante. Poco después, comencé a caminar en
señales, milagros y maravillas, y comencé un ministerio en el hospital. Si me
hubiera quedado con la mentalidad de derrota nunca hubiera alcanzado mi
rompimiento. Yo no perdí el enfoque y me mantuve arraigada en Dios y Su
Palabra. Uno de los testimonios del ministerio en el hospital fue el de una
señora que iba a tener una cirugía a causa de un tumor cerebral. Yo oré por
ella un par de veces; cuando volví a visitarla, le habían dado de alta. ¡Dios la
había sanado y ya estaba de vuelta en casa con sus hijos! En otra ocasión, oré
por un hombre en estado de coma. Dos días después salió del coma y
abandonó el hospital completamente sano. He podido experimentar el poder
sobrenatural de Dios en mi vida y en la de otros a mi alrededor. Hoy en día,
enfermeras y médicos me llaman para orar por los pacientes de alto riesgo o
en condiciones terminales y Dios obra Su perfecta voluntad en ellos. Cada día
le doy gracias a Él por mantenerme enfocada, a pesar de las circunstancias. Si
hubiera perdido la fe en Él, tal vez seguiría lidiando con el cáncer o estaría
muerta. Agradezco la impartición que recibí del Ministerio El Rey Jesús, y le
doy ¡toda la gloria a Cristo!”
1 La Conferencia Apostólica y Profética (CAP) es organizada anualmente por el Ministerio
Internacional El Rey Jesús, y reúne durante tres días en Miami, más de 18,000 personas de más de 70
países.

Enfocado en Dios para dejar la mala vida

“Mi nombre es Yoasis y vivo en Miami, Florida (Estados Unidos). Puedo


decir que el enemigo atacó mi vida desde el inicio, porque estando aún en el
vientre de mi madre, el cordón umbilical se enrolló alrededor de mi cuerpo y
la falta de oxígeno me causó daños cerebrales. A medida que crecía pude ver
las consecuencias; por ejemplo, no podía memorizar información, incluso
tenía dificultad con ciertas palabras. Eso me causó muchos problemas de
aprendizaje, tanto que no llegué a terminar la escuela. Tuve que crecer sin
padre porque él murió joven, cuando yo apenas era un niño, y eso me hizo
sentir desalentado. Mi vida era un caos. Recuerdo que sentía tanto dolor por
dentro que solo quería hacerles daño a otros. Nadie sabía lo que yo pasaba y
lo enojado que me sentía. Peleaba con cualquiera que me faltara el respeto.
Con apenas doce años, me metí en las drogas, me involucré en pandillas y
comencé a robar casas, autos y muchas cosas más. Incluso, a esa edad me
inicié sexualmente. En la escuela secundaria conocí el boxeo y sentí que
finalmente era bueno en algo. Llegué a competir como amateur y gané varias
competencias, incluyendo el ‘Golden Gloves’ por el estado de Florida. Sin
embargo, un problema en mis piernas me sacó de la competencia. El boxeo
era lo único en lo que destacaba y ahora también lo había perdido. Muchos de
mis amigos progresaban, mientras mi vida seguía estancada. ¡Era un fracaso!
Con el tiempo mis piernas mejoraron, al punto que pude volver a entrenar.
Pero justo en ese tiempo tuve un accidente automovilístico. ¡No lo podía
creer! Cada vez que parecía que encontraba un propósito, chocaba con una
pared que me detenía. Comencé a tener pensamientos suicidas, a frecuentar
‘stripclubs’ y volví a consumir toda clase de drogas. El vacío era enorme. Mi
padre murió a los veinte años y yo me preguntaba si mi vida terminaría igual.
Mi madre era la única que oraba por mí, pero yo quería estar lejos de ella.
Para mi familia yo era la oveja negra. Me volví muy agresivo con ella;
abusaba, verbal y físicamente de mi madre, mi hermana y mi hermano. Nada
me detenía. Mi ira y enojo escalaban a niveles cada vez peores. Me hundía en
el pecado y me volvía más agresivo, lidiando siempre con el rechazo, el odio
y la depresión. Debido a mis peleas callejeras tenía fama de ser peligroso.
Nada calmaba mi sed de encontrar un propósito. A los veinte años me
arrestaron por robo y supe que algo tenía que cambiar. Me soltaron y volví a
lo mismo, pero comencé a buscar respuestas. En esos días, un muchacho vino
a hablar de Jesús a mi trabajo y me guió a hacer la oración de salvación. Yo
estaba drogado y borracho en ese instante, pero Dios hizo algo allí; sentí que
un enorme peso se levantaba de mis hombros, entonces decidí ir a la iglesia
con mi madre. Durante el servicio llegué a pensar que el predicador estaba
hablando específicamente de mí, por todas las cosas que decía. Cuando
hicieron el llamado para recibir al Señor y bautizarse, yo corrí al frente.
Apenas me bautizaron, sentí el amor de Dios y que mis pecados eran
perdonados. Por primera vez en mi vida, supe que era libre y entendí el plan
de Dios para mí. Dejé de fumar, dejé las drogas y las relaciones sexuales
ocasionales. Comencé a orar y a buscar a Dios con todo mi corazón. Sin
embargo, cuando apenas empezaba a crecer y a encontrar mi propósito, me vi
lidiando con las tentaciones. El enemigo intentó distraerme y desenfocarme
de Dios, y yo caí en la trampa. Volví a la promiscuidad y contraje una
enfermedad de transmisión sexual. Profundamente arrepentido, le pedí a Dios
que me perdonara. El Señor me redimió y me mostró Su amor; sanando mis
heridas, tratando con mi corazón. Unas semanas después, volví al médico y
las pruebas dieron negativo. ¡Estaba sano! A partir de allí, nunca más volví
atrás. Dios restauró la relación con mi familia y me prosperó. Antes no era
capaz de hablar en público, ahora, enseño y oro en la Casa de Paz.2 Con el
tiempo he ido creciendo en la intimidad con el Padre, en santidad y en mi
propósito. En las horas de tentación, me he mantenido firme gracias al poder
del Espíritu Santo. Luego de cinco años de espera, conocí a una mujer
temerosa de Dios a quien cuido y amo. Llevamos dos años de casados y ya
compramos nuestra casa; ahora tenemos planes de iniciar un negocio propio.
Puedo decir que estoy cosechando las recompensas de haberme mantenido
enfocado en el propósito de Dios. Estoy muy agradecido con nuestro Padre
celestial por Su bondad y amor con que me rescató y me salvó”.
2 Grupos que se reúnen semanalmente en las casas para orar y recibir enseñanzas de la palabra de Dios.

2 Las desilusiones en los últimos tiempos


A

unque sea una vez, todos hemos sido víctimas de desilusiones en la vida. Por
eso, las desilusiones están
en la lista de estrategias más frecuentes que el enemigo usa para desviar a los
cristianos de su destino y propósito. No les ocurre a pocos; al contrario,
podríamos decir que forman parte de la vida cotidiana de hombres, mujeres,
adultos, jóvenes y niños, en todas las latitudes de la tierra. Cualquiera se
desilusiona; no obstante, no podemos permitir que eso afecte nuestro espíritu,
porque corremos el riesgo de conformarnos a una nueva circunstancia que
nos conducirá al desánimo y la depresión. Superar la desilusión demanda
madurez emocional y espiritual, de ahí que, el propósito de este capítulo sea
ofrecer claves para salir victoriosos de las desilusiones que se puedan
presentar.

Qué es la desilusión

La desilusión es el desengaño, decepción e impresión emocional que se


experimenta cuando algo no responde a las expectativas que nos habíamos
creado. Es el estado de infelicidad producto del fracaso, la traición de una
persona de confianza, una meta no alcanzada o un anhelo demorado. Es, en
fin, un sentimiento de pérdida de esperanza por algo que esperábamos que
sucediera y no pasó. Nos desilusionamos cuando algo o alguien no nos
satisface; cuando estábamos a punto de lograr algo, y a último momento lo
perdemos porque se lo dan a otro.

La desilusión es la esperanza postergada, que nos hace perder la paz por


falta de realización personal.

Cuando una esperanza o expectativa no se cumple, la gente se envenena


mental, emocional, espiritual y físicamente, porque “la esperanza que se
demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido”
(Proverbios 13:12). Cuando sus sueños, visiones, oraciones, promesas y
profecías se demoran en llegar, su corazón se enferma; y eso, tarde o
temprano, repercute en su cuerpo en forma de dolencias. No quiero decir que
si tiene una desilusión se va a enfermar de inmediato, pero si no la resuelve,
se va acumulando y en algún momento el estado de su corazón se reflejará en
su cuerpo y emociones.

Los cristianos inmaduros no saben lidiar con las desilusiones de la vida.

A veces, cuando no sabemos lidiar con las desilusiones, tratamos de negarlas


o cubrirlas. Lamentablemente, eso no las resuelve; es como esconder la
basura bajo la alfombra y pretender que nadie la ve. Otras veces, ni siquiera
podemos explicarlas, porque no siempre están relacionadas con algo malo
que otro haya hecho, sino con expectativas que nosotros mismos nos
trazamos, las cuales no logramos alcanzar. Usualmente no tenemos una
respuesta a eso, ni forma de evitarlas. ¡Simplemente suceden!

Yo me he sentido desilusionado por gente, cosas y circunstancias; me he


sentido traicionado; he sentido que las expectativas que tenía con alguien o
algo, o los planes que había trazado no se cumplieron. Como todos, tuve que
madurar y aprender a lidiar con la desilusión para evitar que me paralice.
Hace muchos años, decidí no quedarme estacionado en la desilusión. Desde
entonces, voy a la presencia de Dios y le entrego todas esas decepciones.
Miro a Cristo que fue desilusionado, negado y traicionado por quienes
amaba; me libero y sigo adelante.

Todos hemos sido desilusionados, pero también nosotros hemos


desilusionado a los demás.

El enemigo tomará ventaja de la situación que usted esté atravesando para


envenenar su mente con dardos de fuego, con pensamientos que lo lleven a
desilusionarse. Personalmente, he tenido grandes pérdidas y decepciones en
la vida, y me he sentido vulnerable, mental, emocional y físicamente. En esos
momentos, lo único que me ha sostenido ha sido la palabra de Dios. Por
ejemplo, cuando leo Efesios 6:16, que dice: “Sobre todo, tomad el escudo de
la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”, recuerdo
que debo declarar la Palabra y fortalecer mi fe.

El diablo le enviará pensamientos a su mente para que dude de lo que Dios ha


dicho. Si está atravesando por una situación como esta, pregúntese: ¿Qué está
diciendo Dios en el ahora? ¿Qué mensaje me traen los dardos de fuego del
maligno? ¿Qué reporte creeré, el de Dios o el del diablo? ¡Yo he aprendido a
no cuestionar a Dios! Por eso, cada vez que una desilusión golpea mi
corazón, solo pienso en Su bondad. De una cosa estoy seguro, y es que Él es
bueno. Si algo no se cumple, si aún no ha sucedido o si algo sale mal, no es
culpa de Dios sino mía, del enemigo o quizá forma parte de las aflicciones
que tenemos que vivir en la tierra; porque Dios es bueno. “Por tanto: Así ha
dicho Jehová el Señor: No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que
la palabra que yo hable se cumplirá, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 12:28).

Un asunto no resuelto envenenará su corazón y se convertirá en una


mentalidad desde la cual calificará todo lo demás.

Propósito de las desilusiones

El enemigo siempre traerá desilusiones a nuestra vida con el claro propósito


de desgastar nuestras fuerzas y robarnos la fe. Satanás sabe que sin ella no
podremos caminar en lo sobrenatural; apenas si podremos hacerlo en lo
natural. Las desilusiones tienen como propósito llevarnos al estancamiento
espiritual y apartarnos de Dios. Además, cuando vivimos desilusionados, no
podemos cumplir el propósito original de Dios y nos volvemos irrelevantes
en el reino.

La desilusión es una de las estrategias que el enemigo usa para


desgastarnos, porque sabe que su final está cerca.

Consecuencias de las desilusiones


● Las desilusiones causan desánimo
● Abren la puerta a la depresión, la tristeza y el dolor ● Matan nuestras
expectativas y apagan la fe ● Enferman el corazón, el alma y el cuerpo.

El ciclo de la desilusión

Para comenzar, definamos un ciclo como el conjunto de eventos que siguen


un mismo patrón o secuencia y que se repiten cada cierto tiempo. De acuerdo
con esta definición, ¿ha vivido usted algún tipo de circunstancias que se
repite cada cierto tiempo? ¿Ha notado que siguen un mismo patrón? Si esto le
ha ocurrido o le está sucediendo, es porque está en medio de un ciclo. Toda
circunstancia, situación problemática o mal acontecimiento tiene un ciclo, y
ese ciclo tiene un punto de inicio, pero también un punto final.

En la vida hay muchos eventos o comportamientos cíclicos. Algunos son


iniciados por la obediencia y la guía divina. Otros, en cambio, comienzan con
el pecado, la desobediencia y la rebeldía, en la mayoría de los casos como
consecuencia de haber cedido a los deseos de la carne. Cuando esto sucede,
debemos esperar que el ciclo termine o que Dios obre para interrumpirlo y
nos dé una segunda oportunidad si nos arrepentimos. Sin embargo, hay otro
tipo de ciclos en los que Dios simplemente le permite al enemigo actuar en
contra nuestra, a fin de formar nuestro carácter, aumentarnos la fe o
enseñarnos algo. En casos como esos, lo único que podemos hacer es
perseverar en la fe, sabiendo que Jesús nos dará la victoria.

Toda circunstancia o problema tiene fecha de expiración.

Cada ciclo requiere una medida de fe, sobre todo si se trata de circunstancias
adversas. Cuando vencemos, Dios nos da un mayor nivel de fe. “…Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra
completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”
(Santiago 2:1-4).

El ciclo de toda desilusión incluye desánimo, tristeza, dolor, depresión y


muerte.

Ningún estado depresivo viene por sí solo. Toda depresión tiene su origen en
una desilusión, que lo lleva al desánimo como producto de la tristeza y dolor
que se prolongan en el tiempo y atraen al espíritu de muerte. Como dije antes,
las desilusiones prácticamente forman parte de la vida de cualquier persona,
de ahí que sea preciso tener un plan de contingencia para cuando comience
ese ciclo.

Qué es la depresión

La depresión es un síndrome caracterizado por una tristeza profunda,


abatimiento y disminución de las funciones síquicas. Cuando llegamos a ese
punto, el enemigo nos encierra en un callejón sin salida, ya que abandonamos
la fe y la esperanza, al considerar que no tenemos nada que buscar en el
futuro. Es una muerte mental, la cual es prerrequisito para la muerte física. A
partir de ese momento, la persona pasa a tener una mentalidad dura y rígida;
se vuelve como si fuera de concreto y se predispone para la autodestrucción.

Cuando alguien se deprime, su mente queda fija en el pasado y se siente


incapaz de vivir el “aquí y ahora”, que es el eterno presente, el mismo tiempo
en que percibimos el mover de Dios. En el futuro viven las expectativas; allí
no hay decepciones, porque ese tiempo aún no lo estamos viviendo. En
cambio, las desilusiones están ancladas al pasado, que es el lugar donde la
mente deprimida permanece estacionada. Por eso, la estrategia de las
desilusiones es una de las más usadas por el enemigo en los tiempos finales,
porque su objetivo es robarnos la esperanza, matarnos la fe y destruir nuestro
propósito en Dios (vea Juan 10:10).

La depresión es un yugo del enemigo para encerrarnos en la


desesperanza.

La depresión se alimenta de ambientes y empuja a las personas a cambiar su


mentalidad, de optimismo a pesimismo. Fácilmente caen en un ciclo de
conformidad y se acomodan a las circunstancias, problemas, depresiones y
falta de renovación. Quienes viven en depresión se estancan, viven
paralizados y se niegan a cambiar. En el ciclo de la desilusión, las personas
pasan del desánimo a una depresión profunda y permanente que los convierte
en suicidas potenciales. Si usted reconoce que está en depresión, abandone
ahora mismo esos lugares y ambientes, y corte con el ciclo de la
conformidad, porque su vida está en serio peligro.

La base de la fe es la expectativa. Cuando la depresión toca una vida,


acaba con sus expectativas y apaga su fe.

Cuando alguien está deprimido, abre puertas para que entren enfermedades,
dolencias, opresiones demoniacas, etcétera. No podemos bajar la guardia en
ningún instante porque, apenas lo hacemos, el enemigo ataca. Los demonios
saben cuándo usted está velando y orando y cuándo no; por eso, atacan en el
momento de mayor debilidad espiritual. Debemos velar en todo tiempo
conforme a la Palabra, “derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). La Biblia nos muestra el caso del
profeta Elías, un hombre de Dios que realizó la proeza de derrotar a
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que estaban bajo el mando de
Jezabel, la esposa de Acab, rey del norte de Israel. Ella, furiosa por la
matanza de sus profetas, amenazó de muerte a Elías. “Y él se fue por el
desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando
morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que
mis padres” (1 Reyes 19:4). Todo comenzó con una desilusión, pensando que
él era el único profeta que quedaba en Israel, cosa que no era verdad (vea 1
Reyes 18:4). Pero se amedrentó de tal manera que cayó en estado depresivo,
a tal punto que lo único que quería era morirse.

¿Por qué un hombre con semejante unción y poder se deprimió, justo después
de una victoria tan contundente? Es evidente que algo lo desilusionó. Quizá
el hecho de que, a pesar de la aplastante victoria, su enemiga principal —
Jezabel— seguía siendo reina y estaba empeñada en acabar con él. Sin
embargo, más allá de la causa de su desilusión, podemos concluir que si el
hombre que oró a Dios para que cayera fuego del cielo (vea 1 Reyes 18:37-
38) y luego oró por lluvia (v.42-46) y en ambos casos Dios le respondió… Si
Elías pasó por esto, entonces cualquiera de nosotros también puede sentirse
desilusionado, triste, frustrado y hasta querer morirse. Después de eso, Elías
nunca más volvió a ser el poderoso profeta que antes era, porque se quedó
estancado en la desilusión y eso lo llevó a la depresión. Así acabó su
ministerio.

La depresión es un punto de entrada para los demonios.


Claves para salir de las desilusiones

La desilusión no es un estado en el que debamos permanecer. Por encina de


que tengamos buenas razones para sentirnos así, debemos levantarnos,
sacudirnos y liberarnos de ella. No podemos conformarnos porque, de
hacerlo, perderemos nuestro propósito y nos volveremos irrelevantes. Si éste
es su estado, debe sacudirse de todo espíritu de desilusión. Estos son algunos
consejos que lo invito a seguir:

1. Identificar la causa de su desilusión

¿Está desilusionado? ¿Está decepcionado de la gente, de ciertas cosas, lugares


o circunstancias adversas? ¿Ha perdido un trabajo, una relación importante
para usted, o la posibilidad de estudiar y tener una carrera profesional? ¿Se ha
sentido decepcionado de su esposo, de su esposa, de sus hijos o de sus
padres? ¿Lo han desilusionado en la iglesia, sus líderes, sus pastores o los
hermanos?

Hay expresiones típicas que nos llevan a reconocer cuando alguien está
desilusionado. Por ejemplo, con frecuencia comenta, “ya no puedo más”,
“estoy a punto de dejarlo todo”, “ya no puedo continuar”, “hasta aquí llegué”,
“estoy al final de mis días”, y muchas otras. Por lo mismo, es importante
identificar las causas de las desilusiones, porque así podemos entregarle a
Dios esas situaciones y ser sanos.

2. Reconocer la expectativa errada y arrepentirse

Algunas personas se casan abrigando falsas expectativas acerca de lo que en


realidad es el matrimonio; por eso, a medio camino se decepcionan y
terminan en divorcio. A veces esperamos que la esposa o el esposo nos hagan
felices, llenen el vacío de nuestro corazón y, cuando eso no ocurre, nos
desilusionamos. Esa es una falsa expectativa, porque es imposible que un
hombre o mujer llene ese vacío que solo Dios puede llenar. Otros llegan con
falsas expectativas a la iglesia, y cuando ven que sus expectativas no se
cumplen, se ofenden, se sienten heridos y dejan de congregarse. Eso termina
alejándolos de Dios. Igualmente, en la iglesia hay gente que espera que el
pastor se dedique exclusivamente a ellos. Quieren depender del hombre,
cuando en realidad están llamados a depender de Dios. Ponen tanta
expectativa en el hombre, sin saber que solo Dios los puede llenar.

Debemos saber discernir si nuestras expectativas son realistas o no.

Asimismo, hay gente que se decepciona de Dios. Lo culpan y acusan de todo


lo que no marcha bien en sus vidas. Según ellos, pese a haber hecho de todo,
no han recibido la respuesta que esperaban; por eso están decepcionados. Y
es que cuando la decepción penetra nuestras defensas espirituales, no siempre
asumimos la responsabilidad de nuestras acciones y solemos culpar a Dios de
lo que nos sucede. Por eso es importante recordar a cada instante que Dios es
bueno. Si algo no sale bien, no es Su culpa, no fue Su equivocación, no es
que Él tenga que cambiar. ¡No! ¡Somos nosotros quienes debemos cambiar!
Por eso debemos arrepentirnos, alinearnos con Él y cerrarle la puerta al
enemigo.

Es crucial aprender a lidiar con las desilusiones o asuntos de la vida cristiana.


Sin embargo, si una decepción llegara a instalarse en nuestro corazón, la
mejor manera de resolverla es arrepintiéndonos delante de Dios por haber
abrigado alguna expectativa errada. Tenemos que arrepentirnos por haberle
dado lugar al enemigo y haber permitido que los “dardos de fuego del
maligno” lleguen a nuestra mente. Recuerde que el diablo no hace el trabajo
solo; cada vez que una de sus estrategias funciona, es porque nosotros hemos
abierto puertas y le hemos permitido entrar a nuestra vida.

3. Establecerse en la bondad de Dios


Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia.
—Salmos 118:1

Las veces que he pasado por desilusiones en mi vida, que me he visto


enfrentado a alguna pérdida, crisis, decepción o desánimo, me he rehusado a
acusar a Dios y a cuestionarlo. Sé que nuestro Padre celestial es perfecto y
nada malo hay en Él. Solo pienso en las veces que Él ha sido bueno conmigo,
en las veces que me salvó, que me rescató de las manos de mis adversarios y
me libró de las balas enemigas. Él me sanó de una enfermedad en el hígado,
me protegió en lugares peligrosos, y tantas otras veces me ha mostrado Su
fidelidad, Su misericordia, pero sobre todo Su bondad.

Por eso y muchas otras cosas que me faltarían páginas para agradecerle, me
rehúso a permanecer en un estado de desilusión. Lo seguiré sirviendo hasta el
último de mis días. No puedo culparlo ni acusarlo, porque eso me alejaría
más de Él y me hundiría más en la decepción. Reconozco que el problema
jamás está de Su lado. Él es bueno, y por eso lo adoro, lo amo y le sirvo con
todo mi corazón.

Cómo podría culpar a Dios, si lo único que me ha hecho es bien.


4. Liberarse de todo espíritu demoniaco

Siguiendo con mi propio testimonio puedo decir que, por el hecho de haber
vivido todas esas decepciones, a mi vida entraron espíritus de depresión,
tristeza, dolor, desánimo y muerte, queriéndome hacer caer en ese ciclo
destructivo. Lo que hice fue someterme a Dios, resistir al diablo y no aceptar
más sus engaños, hasta que terminó huyendo de mí (vea Santiago 4:7). Me
sumergí en la sangre de Cristo y me liberé de todo espíritu demoniaco. Por
eso, con conocimiento de causa puedo ahora decirle que, si está atravesando
situaciones similares, no ceda más terreno al enemigo. Renuncie a todos esos
espíritus y ordéneles que se vayan de su vida, ¡ahora mismo, en el nombre
poderoso de Jesús, el Hijo de Dios!
ACTIVACIÓN

Hay sueños, visiones, oraciones y profecías que se cumplirán en esta


temporada. Vienen de Dios y están en usted. Este es el tiempo de
cumplimiento de todas las cosas. La Palabra de Dios está en su corazón y lo
prepara para las circunstancias inesperadas de la vida. No deje que el dolor, la
pérdida ni las desilusiones ocupen en su corazón el lugar que le corresponde a
la Palabra. No puede renunciar a esos sueños, visiones, profecías y promesas.
Mientras se cumplen, siga creyendo en la bondad de Dios y alábelo, porque
Él ha sido bueno con usted.

Hay tanto por qué vivir y muy poco por qué desanimarse.

Si ha permitido que las desilusiones le roben la fe, si ha perdido la paz, si ha


tenido expectativas irreales o algo que no resultó como esperaba; si ha
seguido con el ciclo de la desilusión y hoy se encuentra en depresión, yo le
animo a cortar ese ciclo abriéndole la puerta para que, entre el Espíritu Santo,
sane su corazón y libere su alma de las opresiones del enemigo.

Haga la siguiente oración conmigo y deje que la unción del Espíritu de Dios
pudra todo yugo de opresión, depresión y desesperanza:

“Padre celestial, Tú que tienes el poder para borrar todo dolor, tristeza y
depresión, hoy vengo delante de Ti reconociendo que he entretenido y
aceptado malos pensamientos. Esos dardos de fuego que el enemigo envió a
mi mente tuvieron efecto porque yo los permití. Por eso, hoy me arrepiento y
te pido perdón también por los momentos en que me sentí desilusionado de
Ti, ya que la falta está sobre mí; nunca sobre Ti. Reconozco Tu bondad y te
alabo porque eres bueno y Tu misericordia es para siempre. Me aferro a esa
misericordia y paciencia con que me amas, me esperas y me guías a restaurar
mi alma, mi corazón, mi cuerpo, mi potencial y mi propósito. Me sumerjo en
la sangre de Cristo y renuncio, en el nombre de Jesús, a todo espíritu de
tristeza, dolor, desánimo, soledad, depresión y muerte. Me declaro libre de
todo plan del enemigo para destruir mi vida, propósito y destino. No me dejo
vencer por las desilusiones, sino que me preparo para perdonar toda ofensa,
traición y decepción que venga a mi vida. Resisto al enemigo y corro a la
cruz de Cristo, sabiendo que ¡en Jesús soy más que vencedor! ¡Amén!”
TESTIMONIOS
De la desilusión a la depresión, y de allí a la salvación

El siguiente es el testimonio de Laura Sanjuro, una mujer que forma parte de


nuestro ministerio en Miami, Estados Unidos. Las decepciones en su vida la
habían llevado a una profunda depresión y ella ya veía el suicidio como la
única salida. Pero Dios llegó a tiempo para salvarla:

“Recuerdo que mi familia practicaba la Santería y hacía ceremonias


espirituales todo el tiempo; así que yo crecí pensando que eso estaba bien.
Durante mi adolescencia sufrí abuso, y a lo largo de mi vida tuve relaciones
abusivas. Creyendo que la única manera de tratar mi condición eran las
drogas, empecé a consumir cocaína, aunque solo fuera para poder salir de la
cama. Comencé a tener muchos cambios de humor y luché con la depresión
por tanto tiempo, según puedo recordar. Eso me llevó a pensar en quitarme la
vida; de hecho, lo intenté tres veces sin éxito. Yo sentía que estaba muerta;
no sabía qué hacer y el dolor me consumía. Por más de diez años, usé más de
una decena de pastillas al día.

Mi hermana era la única que me entendía porque Su propio hijo se había


suicidado por depresión. Ella creía en Dios y me guió a recibir a Cristo en mi
corazón. Comencé a conocer de Dios en una iglesia bautista; pero seguía
lidiando con la depresión. Durante una crisis traté de provocarme una
sobredosis con pastillas antidepresivas. Después de esa recaída, volví a rendir
mi vida a Dios. Oraba para que Él no me dejara caer en los mismos patrones
destructivos. En medio de esa lucha, mi confianza estaba puesta en Dios. Mi
hermana se aseguró de que recibiera cuidados profesionales; así que visité
cuanto psicólogo me recomendaron, pero cada día estaba peor. Tuve otra
recaída y un nuevo intento de suicidio; y aunque no sabía mucho de Dios,
sabía que Él me amaba y me sostenía. Mi condición empeoró al punto que ya
no quería salir de la cama ni bañarme. Entonces, mi hermana me llevó a
rastras al hospital donde empezaron a tratarme con pastillas para la depresión
y la bipolaridad. En 2017 vine al Ministerio El Rey Jesús, y cuando el apóstol
llamó a las personas con depresión para orar por ellas, pasé adelante y pude
sentir la unidad de la iglesia orando por mí. Dios no solo restauró mi vida y
mi salud, también me dio identidad a través de Su amor.

Yo nunca había sentido el amor de Dios, pero al fin lo conocí a través del
Espíritu Santo. Después de recibir la impartición del liderazgo de la casa,
finalmente puedo decir que soy libre. Hoy tengo mi propio negocio. ¡Dios ha
sido bueno conmigo! No puedo esperar a ver lo que me depara el futuro;
tengo expectativas de bien. Llevo cuatro años de libertad y Dios nunca me ha
decepcionado. En medio de mis desilusiones, pude verlo en todo. Él nunca se
rindió conmigo. ¡Ha sido tan fiel! Hoy soy una nueva persona gracias a Él.
Ahora camino en mi propósito y ayudo a liberar a otros de la depresión. Dios
restauró cada una de mis relaciones: con mis hijos, con mi familia y con Él.
¡Gracias Abba por lo que has hecho en mi vida! No estaría viva si no fuera
por Tu infinito amor”.

La depresión en el ministerio

“Soy el pastor Elías Luccas, de Brasil. Años atrás, yo estaba en una situación
muy mala, en todos los sentidos: económica, familiar, ministerial y
físicamente. Mi iglesia estaba muerta, mis prédicas eran aburridas, tenía muy
pocos miembros y yo sentía que no estaba haciendo nada. La verdad es que
no sabía cómo levantar mi congregación. Me sentía muy enfermo. Era una
situación tan estresante para mí que caí en una depresión muy fuerte y así
viví más de tres años.

Un día, sintiéndome muy estresado y desesperado, empecé a buscar ayuda


contra la depresión en internet. En medio de todo, encontré el anuncio de una
conferencia en Brasil en la que el apóstol Guillermo Maldonado iba a
participar. En ese momento, oí la voz de Dios animándome a ir a ese evento,
a ver al apóstol. Yo no sabía quién era él, solo sabía que Dios me había dicho
que fuera y que no cerrara los ojos, que estuviera atento a todo lo que iba a
pasar allí. Pero no tenía dinero para ir y faltaban apenas cuarenta días. Me
sentía enfermo, deprimido, muy estresado y sin dinero. Sin embargo, antes de
los cuarenta días, Dios me proveyó todo el dinero y me sanó físicamente.
Dejé de sentirme enfermo y deprimido. Fue como si Dios me hubiese
inyectado una dosis de energía y esperanza para ir a esa conferencia.

Cuando llegué, el grupo de adoración New Wine estaba tocando y, por


primera vez en mi vida, vi la gloria de Dios. ¡Su presencia se derramó en ese
lugar y ocurrieron grandes milagros! Ahí Dios me mostró lo que Él puede
hacer, y me dijo: ‘Elías, así quiero usarte a ti’. A partir de ese momento, Dios
me transformó por completo y mi ministerio cambió radicalmente. Aprendí lo
que es el movimiento sobrenatural; pero, sobre todo, aprendí a descansar en
Dios. Cuando viajé a conocer el Ministerio El Rey Jesús, Dios me liberó del
estrés y la depresión. Me enseñó a dejarle todo el trabajo a Él. Aprendí a
dejar al Espíritu Santo moverse libremente; aprendí que Él es quien sana,
quien libera y quien provee. Eso quitó un gran peso de mi espalda y me dio
descanso. Ya no me siento estresado, ni preocupado; hago mi trabajo como
hombre y trato de servir a Dios siendo un excelente pastor, pero dejando que
Dios sea Dios, y que me use para sanar a los enfermos. Desde que sigo la
visión de El Rey Jesús, mi ministerio ha experimentado un crecimiento que lo
ha llevado de 120 miembros a más de 2000, y ahora tenemos una iglesia más
grande. Le doy gracias al apóstol Guillermo Maldonado y a la profeta Ana
Maldonado, por enseñarme a caminar en lo sobrenatural y a darle libertad al
Espíritu Santo. Le doy gracias a Dios porque me quitó de encima toda carga
de enfermedad, estrés y depresión que me estaba matando. ¡Todo honor y
toda Gloria sean para Cristo Jesús! ¡Amén!”

3 La crítica en los últimos tiempos

A
lo largo de la historia podemos comprobar que, nada grande o significativo se
ha logrado sin haber recibido críticas. La gente a menudo rechaza lo nuevo,
lo diferente, lo que no entiende o le causa incomodidad; y comienza a
criticarlo. Así ocurre en todas las áreas del quehacer humano; en la ciencia,
los deportes, la sociedad en general, y claro, también sucede dentro de la
iglesia. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia nos muestra el mismo
patrón, donde cada hombre que hizo la voluntad y el propósito de Dios tuvo
que afrontar la crítica. Lo mismo sucede hoy. Cada hombre y mujer que
quiere caminar en lo sobrenatural, y hacer grandes obras para Dios es
criticado. Por lo mismo, si usted no está dispuesto a recibir fuertes críticas, ni
intente hacer nada para Dios.

La crítica es la compañera silenciosa del hombre de Dios.

Muchos creyentes y líderes con frecuencia dejan el ministerio, la iglesia, el


llamado y el trabajo en el reino, porque le tienen miedo a la crítica o porque,
habiendo sido criticados, no quieren seguir enfrentándose a eso. Cuando yo
comencé a ministrar liberación fui muy criticado por otras iglesias de mi
ciudad; luego, cuando defendí el ministerio de la mujer en la iglesia, también
fui criticado; cuando comencé a predicar e impartir la paternidad espiritual, la
crítica fue tremenda contra mí. Cuestionaban mis intenciones al convertirme
en padre espiritual para los creyentes de mi congregación. Y cuando extendí
esa paternidad a tantos pastores alrededor del mundo, la crítica se incrementó.
Esto ha sido una constante en mi ministerio. Si me hubiera detenido ante la
crítica, no hubiera logrado todo lo que Dios me ha asignado a establecer en la
tierra, en mi generación.

Cada verdad que Dios me ha llamado a restaurar en la iglesia de Cristo, como


la paternidad, lo sobrenatural, la prosperidad financiera, la adoración y los
milagros en general, me ha costado ser muy criticado, porque muchos
creyentes no entienden la verdad en su estado original. Para entender una
verdad divina, primero hay que experimentarla y, luego, recibir su revelación.
Solo así, alguien puede recibirla. De lo contrario, la rechaza y la censura,
porque no la entiende. Yo he tenido que pagar el precio de la crítica para que
otros puedan recibir una verdad. Hoy, hay miles prosperados, recibiendo los
beneficios y bendiciones de esas verdades, porque yo acepté el riesgo de ser
criticado. Entre los beneficiados hay muchos que antes me criticaban, pero
luego de recibir esa verdad se convirtieron en parte de los que ahora me
defienden.

Qué es la crítica

Criticar es hablar mal o en contra de lo que otra persona está haciendo o


dejando de hacer, de lo que dice, de lo que enseña, de sus intenciones y
motivos. Todos podemos tener una opinión, pero la crítica es un pensamiento
expresado en palabras y acciones, que trabaja activamente contra aquello que
se quiere atacar. La Biblia la llama murmuración. La crítica es una obra de la
carne; no es algo que provenga de Dios ni que tenga justificación bíblica (vea
Filipenses 2:14). La crítica puede abrir la puerta a un espíritu demoniaco que
contamina, no solo a quien critica, sino a quienes lo oyen. En la iglesia
también hay personas carnales que, en cuanto ven algo que no entienden o no
les cae bien, comienzan a criticar, a murmurar contra el liderazgo, contra los
hermanos, produciendo mal ambiente y división. En la iglesia, la crítica
podemos relacionarla a un hombre carnal y natural, que habla mal o en contra
de un hombre espiritual. Esto se debe a que ambos viven en mundos
diferentes, porque “…el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque
se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

La crítica es la marca que distingue a quien está haciendo algo


sobrenatural.

Cuando hacemos la obra del Señor, siempre vamos a tener la crítica de los
creyentes carnales que no entienden las cosas espirituales, porque no tienen
discernimiento. Cuando estamos en la voluntad de Dios, la crítica de la gente
nos muestra que su punto de vista es natural. En el Antiguo Testamento, en
los libros de Esdras y Nehemías, vemos la historia de los judíos que habían
vuelto del exilio a reconstruir el templo en Jerusalén. Los judíos que estaban
al norte de Israel, que habían quedado después de que muchos habían sido
llevados cautivos, no entendían que Dios mismo era quien había comenzado
la restauración de Su pueblo y de Su adoración; por eso criticaban e
intimidaban a los que habían venido de lejos, enviados por Dios, para la
reconstrucción del templo. Ellos no estaban bien (Nehemías 1:3), pero aun así
criticaban (Nehemías 4:1-3). Esto hizo que muchos de los que reparaban los
muros se debilitaran ante la crítica y la oposición, y dejaran de construir.

La crítica es la prueba número uno de la madurez de un líder; si usted


no está maduro, la crítica lo paralizará y lo destruirá.

El líder inmaduro no sabe cuál es su identidad en Dios; todavía es muy


emocional. La alabanza y la crítica lo mueven y no puede mantenerse firme
en la voluntad de Dios; no tiene una relación madura con el Espíritu Santo y
tampoco discierne los ataques del enemigo. Por eso se enoja y se ofende con
la gente. Cuando lo critican, se entristece, se enoja, se avergüenza y abandona
la obra para no seguir siendo criticado.

En el caso de la reconstrucción del templo de Jerusalén, la crítica retrasó la


obra, muchos se desanimaron y dejaron de trabajar. Pero Zorobabel,
Nehemías y Esdras, hombres de Dios maduros y seguros de la voluntad del
Señor, lideraron al pueblo hasta la reconstrucción total del templo y la
restauración de la adoración a Jehová, el Dios de Israel. No se dejaron
detener por la crítica, sino que perseveraron en lo que Dios les había
encomendado.

Una de las señales de madurez en el liderazgo es que somos capaces de


manejar la crítica.
Cuál es el propósito de la crítica

Algo que debemos tener muy claro quienes servimos a Dios en el tiempo
previo a la segunda venida de Cristo, es que la crítica es una de las estrategias
del enemigo en los últimos tiempos. Si no tenemos esto presente, no
podremos lidiar correctamente con ella. El propósito principal de la crítica es
robarnos la fe, paralizarnos, detenernos y evitar que hagamos algo para Dios.
Si usted no hace nada para Dios, si no hace nada por ganar gente para Cristo,
para que sean libres, sanos y transformados, nadie lo va a criticar. Se requiere
que haga algo para que la crítica venga a su vida.

El diablo usará a la gente para criticarlo cuando usted esté haciendo algo
diferente.

Hay gente que el diablo incita para criticar a los hijos de Dios y ellos ni
siquiera se dan cuenta que están siendo usados. Otros critican simplemente
porque son carnales. No conocen a Dios ni al hombre de Dios; así que solo
hablan porque ellos mismos no son capaces de discernir el mundo espiritual.
Usted no le preste su boca al diablo para criticar a los hombres y mujeres de
Dios que están haciendo algo para extender el reino.

En ocasiones, la crítica comienza en nuestra propia casa, iglesia o nación. Las


personas más cercanas, en las que más confiamos, que se supone que están
llevando la carga con nosotros y que saben que estamos haciendo la voluntad
de Dios, a veces se suman a las críticas por no estar de acuerdo con algo en
particular. Esto le sucedió a Moisés con sus hermanos. “María y Aarón
hablaron contra Moisés… porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron:
¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por
nosotros? Y lo oyó Jehová… Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí
que María estaba leprosa como la nieve...” (Números 12:1-2, 10). Dios no
mira con agrado la crítica contra los líderes que Él ha elegido.
La iglesia está dejando de ser un organismo espiritual y se está volviendo
cada vez más carnal, natural y emocional. Pero Dios es todopoderoso y no
dejará que Su plan se detenga por causa de quienes no entienden y critican.
En los tiempos finales veremos levantarse una iglesia complaciente, adaptada
a quien no quiere compromiso; una iglesia emocional y sin poder espiritual,
que lucha contra lo sobrenatural o simplemente ignora el poder de Dios. Las
críticas de quienes no entienden las cosas del Espíritu han hecho retroceder a
muchos hombres y mujeres, quienes prefieren dejar de manifestar el poder
sobrenatural de Dios por medio de milagros, señales y maravillas, antes de
exponerse a ser criticados.

Yo elijo ser criticado por hacer algo, que ser ignorado por no hacer
nada.
Cómo lidiar con la crítica

La solución es simple, aunque no siempre sencilla. Si usted quiere


permanecer en la voluntad de Dios no puede prestar atención a quienes lo
critican, ni dejarse guiar por sus opiniones. Lo mejor es seguir estos consejos:

● Ignorar la crítica.
● No dejar de hacer lo que Dios nos ha mandado. ● No responder a la crítica.

“Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. Di


mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no
escondí mi rostro de injurias y de esputos. Porque Jehová el Señor me
ayudará, por tanto, no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un
pedernal, y sé que no seré avergonzado…” —Isaías 50:5-7

Si no quiere ser criticado, deje de hacer todo lo que está haciendo; así, la
gente no le dirá nada. El éxito, el poder, los milagros, lo sobrenatural y la
grandeza, atraen la crítica. Si quiere hacer la voluntad de Dios debe asumir
que la crítica será su compañera permanente; además, debe prever qué hará
ante ella. ¿Está dispuesto a ser criticado por hacer la voluntad de Dios? ¿Está
dispuesto a pagar el precio por lo sobrenatural, por manifestar milagros
creativos, prosperidad, crecimiento y todo lo que Dios quiere darles a Sus
hijos? ¿Está dispuesto a perder su reputación por Jesús, por sanar al enfermo,
liberar al cautivo y predicar las verdades del reino de Dios? ¿Está dispuesto a
preparar el camino para la segunda venida de Cristo?
ACTIVACIÓN

Si usted ha sido o está siendo criticado por hacer la voluntad de Dios y eso lo
ha detenido de seguir obedeciendo lo que Él le ha encomendado, necesita
tomar una decisión hoy. ¿Dejará que la crítica le robe la fe y lo detenga; o la
ignorará y seguirá adelante cumpliendo la voluntad de Dios? Si elige
continuar, haga la siguiente oración conmigo:

“Amado Padre, Señor Dios Todopoderoso, vengo delante de Ti reconociendo


que he dejado que la crítica me detenga y me robe la fe para manifestar Tu
poder sobrenatural en cada área de mi vida y ministerio. Hoy me arrepiento
de haber permitido que el enemigo me detenga; hoy tomo la decisión de
cumplir Tu voluntad en mi generación. Me libero de todo espíritu de temor,
vergüenza y desánimo. ¡Me declaro libre y empoderado para vencer! Hoy
decido ignorar la crítica y seguir adelante con las verdades que has revelado
para este tiempo, para Tu pueblo y el avance de Tu reino. No me detendré, no
me amedrantaré ni me avergonzaré, porque Tú estás conmigo y me ayudarás.
El enemigo está vencido porque mayor es el que está conmigo que el que
viene contra mí. Yo me fortalezco en el poder de Tu fuerza, en el nombre de
Jesús, y sigo adelante. ¡Amén!”

Por otro lado, si usted ha estado criticando a un hombre o una mujer de Dios,
o a un ministerio, solo porque hacen o predican verdades que usted no
entiende, necesita arrepentirse hoy y pedirle a Dios revelación. Haga
conmigo, la siguiente oración:

“Padre celestial, te doy gracias por Tu amor. Te doy gracias porque, a pesar
de nuestras rebeliones, Tú sigues manifestando Tu amor y poder en medio de
nosotros. Si yo no he entendido una verdad que Tú has estado manifestando
en la tierra y he criticado a Tus profetas, hoy me arrepiento y te pido perdón.
Te ruego que me reveles aquella verdad que no he podido ver. No quiero
murmurar contra algo que Tú estás haciendo; no me quiero equivocar. Hoy,
renuncio a todo espíritu de crítica, de destrucción y de iniquidad. Me declaro
libre de toda influencia del enemigo y me alineo a Tu voluntad y Tus
verdades. Revélame aquello que no he podido ver y déjame experimentar Tu
poder en esa área. Yo me levantaré en defensa de esa verdad y la voy a
proclamar para que otros también la puedan experimentar y recibir
bendiciones en sus vidas, sus finanzas, su salud, su familia, su ministerio y
mucho más. ¡En el nombre de Jesús!”

TESTIMONIOS
La crítica contra la prosperidad en mi ministerio

Yo he sido muy criticado en muchas áreas, pero particularmente en el área de


las finanzas. Los religiosos, dentro de la iglesia, han descargado mucha
crítica sobre mí y mi liderazgo, porque somos un ministerio que prospera en
todas las áreas. Eso no es lo único que yo predico —yo predico todo el
consejo de Dios—, pero hay quienes me conocen solo por eso. Lo que pasa
es que el espíritu religioso, el de crítica y el de pobreza andan juntos. La
gente critica lo que no puede producir. Como ellos no ven la prosperidad en
sus vidas, la critican. Me han llamado ladrón, falso profeta, falso apóstol,
mentiroso y mucho más. Me han acusado de robarle los diezmos a la gente,
de engañarla para quedarme con su dinero. Sin embargo, todo lo que he
hecho es enseñar al pueblo a caminar en los principios bíblicos de la
prosperidad y empoderarla para salir de la miseria y la escasez. Muchos de
ellos no tenían casa, otros no tenían trabajo; ahora tienen su propio negocio y
son prósperos, porque le creyeron a Dios, que es quien prospera. Muchos
jóvenes no habían terminado la escuela, no sabían qué iban a hacer de sus
vidas; ahora tienen sus títulos, son profesionales, aportan a la sociedad y
prosperan en todo lo que emprenden. Muchos de ellos fueron los primeros en
prosperar en su familia, porque había una maldición de pobreza que se
rompió al conocer la verdad de que Jesús también pagó por su prosperidad.
Tengo cientos de testimonios de gente que ha sido prosperada en todas las
áreas por el conocimiento bíblico que les he enseñado y los testimonios de las
personas que le han creído a Dios, a pesar de las críticas. Yo decidí correr el
riesgo; decidí ignorar las críticas y obedecer a Dios; porque si les hubiera
puesto atención, habría dejado de enseñar la revelación de que Dios quiere
prosperar a Su pueblo.

La crítica no detuvo a este empresario

“Mi nombre es Jamil Dib y vengo de México. Mi camino con el Señor no ha


sido fácil. Comencé a conocerlo en 1997, pero me comprometí realmente con
Él en 2016. En México era dueño de un club nocturno que iba muy bien
económicamente; hasta que el gobierno decidió cerrarlo porque estaba
creciendo demasiado. Vine a Miami por un par de días a ocuparme de un
restaurante que tenía aquí, el cual no andaba bien. Teníamos dificultades
hasta para pagar la renta. Allí conocí al apóstol Guillermo Maldonado, en mi
restaurante. Ese día, él me dio lo que hoy sé que es una palabra profética. Me
dijo que llegaría a tener cien restaurantes. Yo no pude recibir esa palabra por
completo ya que no tenía mucha fe. De hecho, yo criticaba a los hombres de
Dios y también la idea de lo sobrenatural. No sabía qué hacer con los
problemas que tenía y, poco después, caí en la trampa del enemigo y
comencé a beber. Me aparté de Dios por unos cinco años. Me llené de deudas
y los acreedores querían mi vida. Yo no sentía que tuviera un propósito. Dos
años más tarde, fui a un Encuentro Sobrenatural en México. Allí, un líder del
Ministerio El Rey Jesús me explicó que volver mi vida a Dios implicaría
pasar por una liberación total. Para ese tiempo yo no creía que la guerra
espiritual pudiera ayudarme, pero sabía que necesitaba buscar a Dios una vez
más. Mi esposa nunca había cesado de buscar a Dios. Tenía una casa de paz
en México (grupo de personas que se reúnen en las casas para orar y aprender
la Palabra) y oraba sin cesar, agarrada firmemente de la palabra de Dios y Sus
promesas. Cuando me mudé a Miami, empecé a buscar a Dios nuevamente y
le entregué mi vida una vez más. A partir de allí, Dios me hizo libre por
completo. He podido ver su fidelidad a través de Sus promesas. Ahora soy
dueño de unos setenta restaurantes, algunos de ellos en Miami. Dios no se
rindió conmigo en ningún punto de mi vida. He podido mantener mi caminar
con Cristo a pesar de las críticas que vinieron como consecuencia de buscar a
Dios. ¡Ahora sé que Dios es fiel y siempre lo será!”

4 Las traiciones en los últimos tiempos


H

asta ahora hemos visto cómo las distracciones, las desilusiones y la crítica
son algunas de las armas
estratégicas que el enemigo está usando con ímpetu en los últimos tiempos,
para atacar a la iglesia en general y a cada cristiano en particular. Su finalidad
es demorar, obstruir o evitar que preparemos el camino para la segunda
venida de Cristo. Satanás sabe que su fin es inminente. Desde que Jesús lo
venció, muriendo en la cruz y resucitando al tercer día, el enemigo trabaja
incesantemente para evitar que llegue la hora de su juicio. Ahora, sabiendo
que su final se acerca, está intensificando su ataque, de manera que solo
quienes permanecen velando y orando, pueden advertir sus fechorías y estar
listos para darle la estocada final.

En este capítulo quiero hablarles de otra estrategia demoniaca que, por lo


común que se ha hecho, no alcanzamos a ver cuán diabólica es; me refiero a
la traición. Este espíritu está metido en todas las esferas de la sociedad,
incluso en la iglesia. Personalmente, la traición ha sido uno de los ataques
más duros que he tenido que afrontar durante los años que llevo en el
ministerio. Mucha gente en quienes mi esposa y yo llegamos a confiar
plenamente, terminaron traicionándonos de la peor manera. Solo la búsqueda
continua de la presencia de Dios hizo posible que nos sobrepusiéramos y
entendiéramos por qué suceden las cosas. Jesús dijo: “Muchos tropezarán
entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán” (Mateo
24:10).

No hay nada peor que invertirse en gente que resulta ser ilegítima.
Qué es la traición

En sus lenguajes originales, la Biblia traduce la palabra traición de la


siguiente manera: en hebreo, la Concordancia Strong (Strong, 2002), usa el
término maál (H4603/04), que significa actuar encubierta o traicioneramente,
hacer iniquidad, rebelión, traición, transgresión, falacia e infidelidad; en
griego, la misma fuente usa el vocablo prodótes (G4273), en el sentido de
entregar a alguien en manos de otro (del enemigo). Por su parte, el
Diccionario Expositivo Vine (Vine, 1999), haciendo referencia a Lucas 6:16
específicamente le asigna el término prodótes a Judas, “prácticamente como
un título”.

La traición es una de las heridas más dolorosas y profundas que alguien


pueda pasar en la vida y, por lo general, viene de gente cercana. Si uno de
afuera nos traiciona, el hecho duele, pero es más tolerable que si lo hace
alguien a quien conocemos y que gozó de nuestra amistad. Cuando una
persona cercana nos traiciona, entregándonos en manos de nuestros
enemigos, el dolor es infinito. La traición es una de las ofensas más difíciles
de perdonar y una de las situaciones de las que cuesta reponerse. Usted creía
que ese individuo era su amigo, su hijo o hija espiritual, su discípulo o su
hermano en quien podía confiar; pero resulta que en su corazón solo había
envidia, interés egoísta y desprecio. ¡Eso duele mucho!
Jesús tuvo una experiencia similar con uno de Sus discípulos: Judas Iscariote.
El nombre “Iscariote” deriva del hebreo y quiere decir “hombre de Queriot”
Según esto, Judas vení¬a de Judá, ya que Queriot era una población cerca de
Hebrón, al sur de Judá, mientras los otros discí¬pulos eran naturales de
Galilea; y eso posiblemente lo llevó a sentirse rechazado. Judas andaba con
Jesús, pero nunca se sintió parte de Su discipulado; esto lo demuestra el
hecho de que los evangelistas no se refieren a él, excepto cuando traiciona al
Maestro. Sin embargo, Jesús creyó en él y lo hizo parte de su círculo íntimo.
Judas vio al Hijo de Dios obrar milagros, señales y maravillas; vio Su amor y
Su compasión por la gente; Su poder y autoridad ante la enfermedad, la
muerte, la opresión demoniaca, y las fuerzas naturales. Judas vio la gloria de
Dios, pero su corazón nunca fue transformado; por eso traicionó al Hijo de
Dios. “Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare,
ése es; prendedle” (Mateo 26:48).

Muchos son tocados por Cristo, pero no cambiados.

Jesús le confió las finanzas de Su ministerio a Judas, pero el discípulo que


solía comer de su mesa, lo traicionó. Si algo bueno podemos hallar en esto es
que, sin Judas, Jesús nunca hubiera ido a la cruz y Su propósito no se habría
cumplido. Los “Judas” siempre van a llegar a nuestra vida y nos dejarán
marcas dolorosas, pero sus acciones deben hacernos volver nuestros ojos a la
cruz.

Para mí fue duro sufrir la traición de la gente y de algunos líderes de la


iglesia. Por años los levanté y los convertí en hijos e hijas espirituales, me
invertí en ellos, les di todo lo que tenía y, al final, resultaron ser bastardos. A
unos los rescaté de la calle, luego de encontrarlos hundidos en el pecado y en
la peor condición; a otros los saqué de la religión, otros más llegaron sin
identidad y yo les impartí conocimiento, revelación, unción, fe; les confié
gente y los llevé a cumplir su llamado. El ministerio que mi esposa y yo
fundamos restauró su familia, los amó, los alimentó, los liberó y, luego de un
tiempo, ellos se pusieron en nuestra contra y nos traicionaron de diferentes
maneras. Aunque eso fue doloroso, entendimos que Jesús sufrió mucho más;
eso nos llevó a no rendirnos, y decidimos perdonar, olvidar las traiciones y
seguir haciendo la obra para la cual el Señor Jesucristo nos llamó.

Cuál es el propósito de la traición


Como sabemos, nada hace el enemigo que no tenga un propósito definido.
Estamos en medio de una guerra espiritual entre dos reinos: el reino de la luz
por un lado y el reino de las tinieblas por el otro. En esta guerra, Satanás —el
diablo, el acusador y engañador—, usa la traición entre cristianos con el fin
de destruir a ambas partes, tanto a quien traiciona como al traicionado. A
quien traiciona lo destruye sembrando iniquidad en su corazón, que lo hace
perder su comunión con Dios. Al traicionado lo destruye amargando más y
más su corazón, haciéndolo perder su llamado, destino e influencia;
enfermándolo de falta de perdón, hasta que termina abandonando todo.

El propósito de la traición es detenernos y evitar que cumplamos el


llamado de Dios en nuestra vida.

Si usted no sana su corazón y se libera de la traición, será difícil que se


vuelva a levantar. El plan del enemigo es distraerlo, desilusionarlo y
criticarlo, para finalmente, pararlo por completo y así evitar que cumpla la
voluntad de Dios en su vida. En ocasiones, el enemigo atacará su mente con
dardos de fuego, en forma de pensamientos de culpa y rechazo, atribuyéndole
todo lo malo que ocurre, que nadie lo quiere o que no valoran su esfuerzo y
dedicación. Si usted les da cabida a esos pensamientos, el próximo paso será
que pierda la pasión por su llamado, que éste se vuelva irrelevante y termine
abandonando el ministerio. Si la culpa o el rechazo tocan su corazón,
arrepiéntase delante de Dios por cualquier error y sacúdase de esos espíritus
del infierno que quieren detenerlo.

A lo largo de los años he sido traicionado muchas veces, pero el Señor ha


sido bueno conmigo. Cuando alguien me ha traicionado, Dios siempre ha
traído a nuestro ministerio una persona mejor, un líder más ungido, con más
poder, incluso uno más fiel.

Cómo lidiar con la traición

Podemos lidiar con la traición de manera simple, aunque debo reconocer que
no siempre es tan fácil como parece. Para combatir la traición y que el
enemigo no logre su plan, necesitamos aprender a practicar el perdón como
un estilo de vida. Si no perdonamos, nos estancamos, nos separamos de Dios
y el enemigo gana. Solo perdonando a los que nos traicionan, como lo hizo
Jesús, podemos desarmar los planes del enemigo y seguir adelante en nuestro
propósito divino en esta tierra.

No podemos permanecer heridos ni ofendidos, con dolor en el corazón.


Necesitamos perdonar, soltar esa carga y dejarla ir. Si usted ha sufrido una
traición tras otra, es porque el enemigo está tratando de desgastarlo. No deje
que eso suceda. Hay un propósito y un llamado, un destino de Dios para su
vida. Si se había permanecido enredado en la trampa de la traición, tiene que
levantarse y terminar la carrera. Dios es bueno y Su gracia está sobre usted.
No se detenga. ¡Levántese y perdone! ¡Tome fuerzas y termine bien su
carrera!

ACTIVACIÓN

Si usted ha sido traicionado por personas cercanas a su corazón, si cree que


no puede seguir adelante y está pensando en abandonar el ministerio, su
hogar, su trabajo, empresa o estudios, dele una oportunidad al Espíritu Santo
para que sane su corazón y le traiga entendimiento de los planes del enemigo.
Aunque el diablo quiera detenerlo y use las traiciones para que dejemos
abandonado todo, hoy, el Señor quiere sanar su corazón. Él quiere darle
gracia para perdonar y fuerzas para seguir adelante. Si se identifica con esta
situación, haga la siguiente oración conmigo:

“Señor Jesús, Tú que viviste todas las formas de traición, abandono y


desilusión con las personas que más cerca estaban de Ti y aun así no te
rendiste, sé que me puedes entender hoy a mí. Siento que ya no tengo fuerzas
para seguir, me cuesta creer en la gente, porque la traición de los más amados
de mi corazón me ha herido profundamente. Pero sé que tengo un propósito
que cumplir en la tierra; que hay gente que tengo que alcanzar con Tu amor,
Tu poder y Tu Reino; y no puedo dejar todo abandonado. Tú me rescataste
para que vaya a rescatar a otros, me sanaste y liberaste para que vaya a sanar
y liberar a otros. Hoy decido perdonar a todas esas personas que me
traicionaron, robándome la fe en la gente y en la posibilidad de cumplir mi
propósito. Hoy decido perdonar y entregar en tus manos todo el dolor de mi
corazón. Sáname Padre amado, libérame de todo espíritu de amargura,
resentimiento, rencor y odio. Renueva en mí la fe para creer y las fuerzas para
levantarme y seguir avanzando el Reino; seguir predicando, seguir llevando
Tu amor y Tu poder a la gente. Te doy gracias por Tu obra en mi vida. En el
nombre de Jesús, me declaro sano, libre y fortalecido por Tu Espíritu Santo.
¡Amén!”

TESTIMONIOS
Venció la tentación y recibió su recompensa

“Mi nombre es Jorge. A los once años, me hicieron un ritual de santería y me


convertí en santero. Cuando cumplí doce años, empecé a fumar marihuana
junto a un primo y también probamos la cocaína. A los quince años comencé
a fumar cigarros y a vender droga. A los veinte años, sufrí una pérdida
irreparable. Mi papá, un hombre de 59 años, murió de un ataque al corazón.
Había tanto amor en su corazón, así que fue un impacto muy grande para mi
madre, para mi hermana de crianza y para mí. Era un luto muy fuerte.
Hundido en el dolor, empecé a consumir cocaína en grandes cantidades;
comencé a apostar compulsivamente y eso me llevó a otro hecho grave.
Traicioné la confianza de mi madre de la peor manera. Ella había reunido
32.000 dólares para dar el pago inicial de una casa, tratando de salir adelante
sola, sin mi padre. Yo le robé ese dinero y, en dos meses, lo jugué en las
apuestas y lo perdí todo. Cuando mamá se enteró, sintió un dolor muy
grande. ¡Yo también me sentí mal por el dolor que le estaba causando! No
podía entender por qué había hecho algo tan malo. Era adicto y esa adicción
me había llevado a traicionar a la persona que más amaba. Yo les pedí ayuda
a todos los santos que tenía, a los muertos; incluso, le oré a Dios y comencé a
ir a la iglesia. Un día, alrededor de las siete y media de la mañana, sentía una
gran lucha interna, entre ir a la iglesia o quedarme a consumir drogas. Yo
decía: ‘Si voy otra vez y compro más droga, yo no voy a ir esta tarde a la
iglesia’. Estaba ahí, luchando entre las ganas de ir a la iglesia y el deseo de
fumar más; hasta que, de repente, sentí que el techo se estremeció. Las
paredes, el piso, todo se estremecía de una manera sobrenatural. Al mismo
tiempo, oí una voz de trueno que venía del cielo, pero que me hablaba
tranquilo. Me dijo: ‘Acuérdate que esta noche tienes una cita con Dios. Eso
me dejó estático. No sentí miedo, pero sí respeto. Yo sabía que eso no era
normal. Uno cuando está en esa vida escucha voces así, porque hay una
paranoia; pero esta no era una voz extraña, era la voz de Dios. Ese día tuve
un encuentro sobrenatural con Dios. Él se manifestó en mi cuarto y yo supe
que algo había pasado. De manera sobrenatural, Él me liberó de la adicción y
se manifestó en mi vida. ¿Cómo pasó? ¡No lo sé! Lo que sí sé es que se me
quitaron los deseos de consumir piedra, marihuana, cocaína, alcohol, cigarro,
¡y todo! Además, cambió mi carácter, mi forma de pensar y me llevó a
madurar. ¡Fue una transformación de adentro hacia afuera! Hoy en día soy un
hombre nuevo. Estoy casado, y sirvo al Señor con mi familia. Tengo mi
negocio propio que cada día prospera más. Ahora, Dios nos usa a mi esposa y
a mí para cambiar y transformar la vida de muchas otras personas”.

5 Las tentaciones en los últimos tiempos


D

esde el principio Dios nos creó con propósito, nos bendijo y nos dijo: “Llenad
la tierra, y sojuzgadla”
(vea Génesis 1:28). Debido a ese decreto salido de la boca del Padre, nada
puede suceder aquí sin la intervención de un hombre. Solo alguien con un
cuerpo humano puede ejercer autoridad en este planeta; por lo tanto, el diablo
es ilegal en la tierra. Por esa razón él tiene que buscar un cuerpo físico para
expresarse en este ámbito. Esto no es sencillo, porque requiere que el hombre
voluntariamente abdique o renuncie a la autoridad que Dios le dio, y le ceda
el derecho legal al enemigo.

Recordemos que, gracias a la obra redentora de Jesús en la cruz, Satanás está


derrotado, desarmado, destronado y destruido. Al enemigo no le queda más
opción que recorrer la tierra como un fugitivo, en busca de un cuerpo físico
que le permita hacer sus fechorías. Nada puede hacer sin que el hombre se lo
permita. Por eso, a diario le presenta una gama de tentaciones, con el
propósito de que se aleje de Dios, para poderle robar la autoridad que el
Creador le dio, y doblegar su voluntad.

El único poder legal que tiene Satanás es el de tentar, perseguir y acusar.

No es de extrañarse que una de las estrategias de Satanás para los últimos


tiempos sea, tentar al hombre para que caiga en pecado y, de esta manera,
esclavizar su voluntad. Él es el tentador, el perseguidor y el acusador de
nuestros hermanos, y usa estas estrategias para desgastar a los santos. El
enemigo tiene poder para hacer esto, pero no tiene autoridad. Es nuestra
desobediencia a Dios la que lo autoriza a usar nuestra humanidad. Cuando
cedemos a la tentación le damos autoridad al diablo sobre nuestra vida;
entonces puede usar nuestro cuerpo para hacer sus obras de maldad sobre la
tierra.

La tentación es la forma más baja de ataque diabólico.

En este tiempo final, el enemigo está usando todas sus armas para desgastar a
la iglesia. No obstante, quienes se desgastan son los casuales, los no
comprometidos, los religiosos, los tradicionales, los permisivos y aquellos
que duermen en lugar de velar y orar. Se desgastan quienes no tienen aceite
en sus lámparas y, por tanto, no están apercibidos. Cuando Cristo venga y
quieran irse con Él, será demasiado tarde. Esto les sucedió a las vírgenes
insensatas, en la parábola de las diez vírgenes que leemos en Mateo 25. Ellas
no tomaron consigo aceite para sus lámparas, mientras que las sensatas sí lo
hicieron. Todas se quedaron dormidas; pero cuando vino el novio, las
sensatas se levantaron y arreglaron sus lámparas, mientras que “…las
insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras
lámparas se apagan” (Mateo 25:8); pero las sensatas no les dieron, para no
quedar todas sin aceite.

Así, “…mientras ellas [las insensatas] iban a comprar, vino el esposo; y las
que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”
(v.10). Corremos un riesgo demasiado alto cuando nos quedamos dormidos
sin aceite en nuestras lámparas, por no haber velado ni orado. De la misma
manera, corremos riesgo cuando no percibimos las estrategias del enemigo,
pues no sabremos cómo responder ni estaremos equipados para resistir la
tentación.

El plan del enemigo es desgastarnos a través de la tentación.


Qué es la tentación

La tentación es el poder para seducir a alguien a desobedecer a Dios y pecar


contra Él. Todos somos tentados en un área u otra; incluso Jesús fue tentado.
Ser tentados no es pecado, pero sí es pecado caer en tentación. Por eso, la
Escritura dice: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque
cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman” (Santiago 1:12). Aquí, el verbo “soportar” es la
traducción del griego jupoméno (G5278) que significa “permanecer,
quedarse, resistir, tener entereza, perseverar, soportar, sostener, sufrir”. La
carta de Santiago también nos enseña que Dios no tienta, sino que el diablo es
el tentador. “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de
Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino
que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido” (vv.13-14). La tentación es una prueba dura y difícil, frente a la
cual debemos tener entereza para no caer.

La tentación no es pecado, pero sí es pecado caer en ella.

Jesús fue tentado en todo; por eso Él nos comprende y se compadece de


nosotros cuando somos tentados. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que
no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en
todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). Nosotros
tenemos moral y voluntad propia. Quiere decir que el enemigo no puede
llevarnos a hacer lo que se le antoje, porque no tiene autoridad para eso,
como vimos al comienzo de este capítulo. No obstante, siempre anda al
acecho, buscando nuestro momento de mayor debilidad para hacernos caer en
una de sus trampas. Respecto a esto, Pedro nos advierte: “Sed sobrios, y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).

Propósito de las tentaciones

El enemigo persevera en tentarnos usando aquello que más nos gusta, con el
ánimo de desgastarnos y llevarnos a pecar. Sus mayores armas son la astucia
y la persistencia; pero carece de creatividad. Siempre hace lo mismo, y lo
repite una y otra vez hasta desgastar la resistencia humana.

El propósito de la tentación es seducirnos para desobedecer a Dios.

Jesús también pasó por esto. Cuando les anunciaba a Sus discípulos lo que
iba a padecer a mano de los principales sacerdotes, y empezaba a hacerlos
partícipes de Su próxima muerte y resurrección, Pedro “comenzó a
reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino
en las de los hombres” (Mateo 16:22-23).
En Getsemaní, Jesús también luchó para no caer en tentación. El último y
más duro acto de Su propia voluntad fue hacer la voluntad del Padre,
sabiendo que su destino era la cruz. Él fue tentado a salvarse a Sí mismo, a
auto protegerse, a rechazar el deseo divino de entregarlo como Cordero santo,
en sacrificio por todos los pecados de la humanidad. Finalmente, Él rindió Su
voluntad y así cambió la historia y el rumbo de la humanidad. “Padre, si
quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se
le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” (Lucas 22:42-43).

Si lo hizo con Jesús, el enemigo también lo puede hacer con nosotros. No


deje que le mienta; él tratará de seducirlo para que, en lugar de hacer la
voluntad de Dios, haga la suya o la de alguien más. Jesús no cayó en la
trampa del enemigo; usted tampoco ceda a esa tentación. Debemos aprender a
morir a nosotros mismos y a hacer la voluntad de Dios para poder ver Su
gloria en la tierra, en nuestra generación y en las venideras.

Bases de la tentación

¿En qué se basan las tentaciones para ser tan difíciles de resistir? ¿Por qué
necesitamos la fuerza sobrenatural de Dios para no caer en ellas? Todas las
tentaciones se basan en alguno de estos elementos:

■ Un engaño

Esto significa que el enemigo le dirá una verdad a medias o le disfrazará una
mentira, para que usted crea que le irá bien cediendo a la tentación. Le
prometerá algo que al principio le parecerá muy bueno, pero al final traerá
maldición a su vida, porque lo separará de Dios. Es la misma estrategia que el
enemigo usó en el Edén. Dios le había dicho a Adán que no comieran del
fruto prohibido, porque si lo hacían morirían; “entonces la serpiente dijo a la
mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”
(Génesis 3:4-5).

De lo anterior aprendemos que, la peor muerte para el hombre no es la física


sino la espiritual, la que nos separa de nuestra comunión con Dios. ¡Esa es la
muerte eterna! Eso fue lo que les sucedió a Adán y Eva, quienes al instante
fueron separados del Padre y desterrados de Su presencia. Sus ojos
espirituales fueron abiertos y conocieron el mal, perdieron la inocencia, le
entregaron el control de sus vidas al enemigo y se convirtieron en esclavos
del pecado, el cual hasta hoy alcanza a todas las generaciones. En un instante,
su voluntad quedó anulada y toda su autoridad se la entregaron al enemigo.

A diario hay tanta gente cayendo en tentación y perdiendo su comunión con


el Padre. Algunos hasta mueren físicamente. Esto viene como consecuencia
de haber creído las mentiras de Satanás. Son engañados; y lo que les pareció
bueno terminó rompiendo su relación con el Padre.

■ Nuestros deseos carnales

Para fines de entendimiento podemos decir que, el enemigo se alimenta de


carne corrupta, tal como lo hace un ave de rapiña. Cuando no estamos llenos
del Espíritu Santo, estamos en la carne; y eso nos hace presa fácil del
enemigo. Cualquier área de nuestra vida —mente, emociones, voluntad,
espíritu o cuerpo— que no está bajo el control e influencia del Espíritu Santo
se convierte en “carne”; y por allí vendrá la tentación, porque “…cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” (Santiago
1:14).

A esa clase de deseo inmundo e insaciable la Biblia lo llama


“concupiscencia”, que proviene del griego epidsumía (G1939), que significa
“codicia, deseo y pasión por lo prohibido”. En lenguaje moderno lo llamamos
“lascivia”, que es un hambre desmedida, una pasión desenfrenada, un deseo
pervertido, malo, corrupto y dañino. Es la concupiscencia la materia prima
que el diablo usa para seducirnos, tentarnos y hacer que abortemos el plan de
Dios.

¿Cómo sabe el enemigo con qué tentarnos? Antes de responder, debemos


establecer que Satanás no es Dios, ni tiene Sus atributos; por lo mismo, no
conoce nuestros pensamientos ni deseos. Lo que hace es observar y
estudiarnos para descubrir qué nos enciende, qué nos enoja, qué nos mueve,
qué nos impulsa y nos hace reaccionar. Es un especialista estudiando nuestro
carácter, nuestros hábitos, nuestra herencia generacional, etcétera. Cuando
identifica nuestras debilidades, trae la tentación adecuada para satisfacer
nuestros deseos; algo que encaja perfectamente con ese deseo oculto que hay
en nuestro interior.
La fuerza de una tentación siempre será proporcional a la intensidad del
deseo que hay en nuestro interior.

Si deseamos algo desenfrenadamente, la tentación se fortalecerá. Pero si


sometemos nuestra carne y controlamos ese deseo, la tentación perderá
poder. Por ejemplo, si deseamos a una persona del sexo opuesto, ese deseo
está dentro de nosotros. Jesús fue terminante acerca de este tema: “Pero yo os
digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella
en su corazón…” (Mateo 5:28). Si usted no cae a la primera tentación, el
enemigo seguirá insistiendo una y otra vez, porque sabe que el deseo está
oculto en su interior.

Aunque en la naturaleza caída del hombre el deseo esté latente, quien ha


muerto a la carne no caerá en la tentación. Si usted mira a una mujer para
desearla, eso revela que el deseo está en su interior; así que el enemigo lo
seguirá tentando hasta conseguir su objetivo. Cuando Satanás trae una
tentación de continuo, es porque ha detectado la lascivia, la carne, el deseo
desmedido que hay en su interior. Por eso, debemos crucificar la carne y
nuestros deseos. La Escritura afirma que “…los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24).

“Carne” es todo aquello que carece de la influencia del Espíritu Santo.

Cuando nuestro deseo es carnal, es muy fácil ser atraídos al pecado, porque la
fuerza de la tentación siempre será proporcional a la medida de ese deseo. Si
no existiera el deseo malo en nuestro interior, Satanás jamás tendría
influencia sobre nosotros. Nadie cede ante algo que no desea; pero si cede, es
porque el deseo está allí, en su interior. De hecho, sabemos que hemos sido
libres de iniquidad porque el deseo por lo malo desaparece. Si todavía
tenemos ese deseo, la concupiscencia está presente y aún no hemos sido
libres.

¿Está siendo tentado ahora? ¿En qué áreas está siendo tentado? ¿Qué es lo
que el enemigo le trae a la mente de continuo? ¿Inmoralidad? ¿Desánimo?
¿Deseos de abandonar su familia, su trabajo o su ministerio? ¿Tiene
pensamientos suicidas? ¿Le vienen ideas de matar o lastimar a alguien?
¿Planea robar algo? ¿Le gustaría divorciarse? ¿Está a punto de tirar la toalla y
rendirse? ¿Está considerando cometer adulterio o fornicación? ¿Está siendo
tentado a dejar al Señor? ¿Se siente atraído a comprometer la verdad? En
cada uno de estos casos, debemos conocer la raíz de la tentación. ¿Por qué
entró ese deseo malo? ¿Por qué se alojó en nuestro interior? Con el poder del
Espíritu Santo debemos arrancar de raíz esos deseos inmundos, antes que el
enemigo logre su cometido. Conocer la verdad nos ayudará a lidiar con el
problema. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

■ Nuestros cinco sentidos

Toda tentación entra por alguno de nuestros sentidos naturales. Eva fue
tentada a través de los cinco sentidos: tacto, olfato, oído, gusto y vista; todos
estuvieron involucrados en el primer pecado de la humanidad. Por eso, la
Biblia recomienda: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que
hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:15-
16).

La tentación no viene de un día para otro; al igual que el árbol tiene un


ciclo, la semilla de la tentación crece y se hace más fuerte, hasta que un
día cosechamos sus frutos.

Toda tentación comienza con una sugerencia, la cual sigue a un estímulo


sensorial. Usted ve, oye o toca y, luego, una sugerencia llega a su mente en
primera persona; diciendo, por ejemplo, “¿por qué no hacerlo?”, “será solo
una vez”, “nadie se va a enterar”, “nadie se dará cuenta”. Ese pensamiento
vuelve una y otra vez, hasta que se fija como una manera de pensar definida,
y un día esa persona cae en la trampa de la tentación.

Debemos estar conscientes que, cualquier tentación que no venzamos, se


fortalecerá. Cuanto más nos aferremos a la carne, más feroz se volverá la
tentación. Cuanto más nos volvamos a Dios, más fácil será vencerla. Estamos
viviendo en la era de la tecnología y las redes sociales; cada día nuestros
sentidos están expuestos a la tentación, pornografía, drogas, inmoralidad,
brujería, miedo, incredulidad, duda, depresión, etcétera. Debemos estar
conscientes de esto; y velar y orar para no caer en tentación.

Es fácil caer en las tentaciones sexuales, porque entran por nuestros ojos
y se alojan en el alma.
La tentación de Jesús

El enemigo es un experto cumpliendo nuestros deseos por medio de una


tentación hecha a nuestra medida. La primera vez que Satanás tentó a Jesús
en el desierto, lo hizo apelando a cumplir uno de Sus deseos humanos.
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el
diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo
hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas
piedras se conviertan en pan” (Mateo 4:1-3). En ese momento, el hambre era
la debilidad humana que Jesús estaba experimentando. No es que comer sea
un deseo malo, pero sí lo es cuando queremos saciar una necesidad natural,
abandonando el ejercicio espiritual del ayuno. Jesús no había comido, así que
era una tentación física obvia. Ese fue el instante que el diablo aprovechó
para entrar en escena; pues era el momento de mayor debilidad física del Hijo
de Dios hecho hombre. De la misma manera, nosotros debemos aprender a
decir no a los deseos físicos, orgánicos y naturales, para darle lugar al
Espíritu Santo.

Le pregunto, ¿cuál es su realidad en este momento? ¿Es la comida más real


que el Espíritu Santo? ¿Es el sexo más real que el Espíritu Santo? ¿Es la
enfermedad más real que el Espíritu Santo?

Personalmente, he sido tentado en todo: dinero, sexo, orgullo, fama y tantas


otras cosas; pero bendito sea el Señor Jesús que me ha guardado y me ha
dado la gracia para vencer. Una de las mayores tentaciones que el enemigo
me ha sugerido es abandonar el ministerio; sobre todo cuando la gente me ha
herido o traicionado. He sido tentado a criticar, a defenderme, a hacer valer
mis derechos, pero por la fuerza del Espíritu Santo he renunciado a las
tentaciones para seguir el mandato de Jesucristo.

Cómo vencer la tentación

Hay algunas claves para vencer la tentación. Repito, por la gracia de Dios
camino en ellas todos los días y he podido probar su eficacia. Una cosa sé, y
es que el Señor nos promete recompensas si vencemos la tentación. Santiago
1:12 llama “Bienaventurado” a quien soporta la tentación; y le asegura que
“cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman”.

Las siguientes son algunas de esas claves:


1. Rendir nuestros deseos carnales

Si el deseo es el problema, tenemos que saber qué hacer con él; porque
Satanás sabe bien cómo utilizarlo en nuestra contra. Mientras él sepa que
tenemos un deseo malo que no podemos controlar, sabrá también cuándo
traernos la tentación. Si el deseo no es crucificado o rendido, en cualquier
momento surgirá. Así que no se aferre a él. ¡Ríndalo! ¡Crucifíquelo!

Cuando el deseo es rendido y crucificado, Dios lo toma.Una vez que ese


deseo es removido, la tentación cesa.

Cuando Dios quita ese deseo malo de nosotros, nuestro deseo por Él y por Su
presencia aumenta. A medida que tenemos menos de nosotros mismos,
tendremos más de Dios; más fe, más unción, más poder, más favor, más
santidad, más amor, más gozo y más paz. Pero es importante saber que Dios
no puede tomar nuestros deseos si no se los rendimos.

¿Cuál es su deseo impuro? ¿Está deseando drogas, alcohol, comida en


exceso, sexo ilícito, autocompasión, soledad, dinero mal habido, orgullo,
depresión, ataduras del alma, amargura, tristeza, aflicción, desánimo o
pensamientos suicidas? Jesús llevó todo deseo a la cruz y pagó por nuestros
pecados. No hay condenación para quienes rendimos nuestros deseos a Dios.
Él jamás invadirá ni manipulará nuestra voluntad; nosotros tomamos la
decisión. Debemos morir a nosotros mismos como un acto de nuestra propia
voluntad. Si la tentación sigue viniendo a nuestra vida es porque el deseo
sigue allí, latente. Debemos remover el deseo, rindiéndolo y crucificándolo.
¡Esa es la cura definitiva!

La batalla termina cuando rendimos nuestra voluntad.


2. Resistir la tentación

El Nuevo Testamento asegura que recibiremos corona de vida si soportamos


la tentación y resistimos la prueba (vea Santiago 1:12). La Biblia traduce
como “resistir”, el vocablo griego dókimos (G1384) que significa ser
aprobado, tener condición aceptable y poner resistencia ante una prueba.
Todo requiere un esfuerzo de nuestra parte. Dios hace la parte sobrenatural de
liberarnos, pero nosotros, una vez libres, debemos hacer el esfuerzo de
resistir y seguir pasando la prueba. Si lo hacemos, el enemigo sabrá que ya no
tiene poder sobre nosotros y huirá.

Esto es algo absolutamente personal. Cada uno tiene su lado débil; por eso, lo
que es tentación para uno no lo es para el otro. El enemigo no le traerá a
usted la misma tentación que a su hermano o vecino, sino aquella que sea una
debilidad para su carne. Esa es la razón por la cual usted debe resistir su
propia tentación. Yo no la puedo resistir por usted, porque su deseo no es el
mío. El deseo de su prójimo no es el suyo, así que usted tampoco puede
resistir por él.

Cuando la tentación llega, Dios le da la estrategia para derrotarla.

No importa cuán grande sea la tentación, Dios le dará Su gracia para soportar
la tentación, resistirla, vencerla y hacer que el enemigo huya de su vida. La
Escritura nos enseña que, “no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea
humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que
podáis soportar” (1 Corintios 10:13).

3. Velar y orar

Jesús nos enseñó a orar para no caer en tentación: “…Y no nos metas en
tentación, más líbranos del mal” (Lucas 11:4). Esta es una oración de
vigilancia permanente, que viene como consecuencia de nuestra actitud de
“velad y orad”, establecida en Mateo 26:41.

Charles Spurgeon,3 el célebre predicador inglés, hablando acerca de la frase


“no nos metas en tentación”, nos deja cuatro poderosas lecciones que
podemos resumir así: La primera es que nunca debemos jactarnos de nuestra
propia fortaleza, ni decir: oh, yo nunca voy a caer en esas insensateces y
pecados. La segunda es que tampoco debemos desear la prueba; quiere decir
que por ninguna razón debemos desear ser afligidos o probados, sino que
debemos orar, “no nos metas en tentación”. La tercera enseñanza es, no
acercarnos a la tentación; porque el hombre que ora: “no nos metas en
tentación”, y luego va a ella, es mentiroso delante de Dios. La última es que,
si alguien le pide a Dios que no lo meta en tentación, tampoco debe conducir
a otros allí.

“No nos metas en tentación”, es en realidad la oración de un hombre


arrepentido que no quiere volver al pecado. Aquí, la voluntad del hombre está
involucrada. El enemigo presenta la tentación, pero uno es quien decide si la
toma o la resiste. ¿Cómo lo hace? Por medio de velar y orar para estar fuertes
en el espíritu antes que llegue el ataque.

En mi libro, “Oración de rompimiento”,4 establezco que “cuando no velamos,


estamos dormidos espiritualmente”. No velar es “ser insensibles a lo que está
sucediendo a nuestro alrededor. Peor aún, es ser fríos e indiferentes ante la
presencia de Dios; es romper el vínculo de comunión con Él, mostrando
apatía o falta de interés por las cosas del Espíritu, lo cual resulta en
desconexión, separación y distanciamiento de Él”. Explico en el mismo libro
que, “Velar es un complemento de orar, donde uno condiciona al otro. No es
posible orar sin estar alerta, y no es posible velar sin el respaldo de la oración.
Cuando velamos, nada nos toma por sorpresa, porque nuestros sentidos
espirituales están vigilantes”.
3 Charles Haddon Spurgeon, sermón 1402 “No nos metas en tentación”. Tomado de
http://www.spurgeon.com.mx/sermon1402.html
4 Maldonado, G. (2018). Oración de rompimiento. New Kensington, PA: Whitaker House

Yo hago la oración del Padre nuestro cada día, para mi propia vida, porque
las tentaciones vienen a diario y quiero estar prevenido. Jesús nos dejó una
clave para no caer en esta estrategia del enemigo: “Velad y orad, para que no
entréis en tentación…” (Mateo 26:41).

Cuando velamos y oramos, vemos en el espíritu y podemos vencer la


tentación.

Cuando velamos en oración, Dios nos muestra lo que el enemigo está


planeando; de esta manera, podemos percibir lo que intenta hacer. El diablo
no sabe que Dios nos está mostrando su actividad; por eso, podemos destruir
sus obras en oración y estar listos para resistir cuando venga la tentación. Si
velamos y oramos, no caeremos en su trampa, porque estaremos prevenidos.

4. Depender del Espíritu Santo


Cuando la tentación venga nos tiene que encontrar caminando en el Espíritu,
no deleitándonos en la lascivia de la carne. Jesús venció la tentación con la
Palabra, con la fuerza del Espíritu Santo y con dominio propio. Hay deseos
que no provienen del corazón de Dios, pues son malos, corruptos, pervertidos
y nos separan de Él. Quizá ahora usted está pasando por un valle de sombra y
de muerte; se siente mal cada vez que satisface los deseos pervertidos de la
carne, y quiere ser libre. ¿Qué debe hacer? Rendir ese deseo a Dios. Él lo
tomará y hará de usted un ser libre, tal como originalmente fue creado.

El Espíritu Santo tiene que ser más real que la tentación.

Si está luchando contra tentaciones que nadie conoce, si lucha consigo mismo
o contra los deseos carnales que pugnan por manchar su santidad y separarlo
de Dios, hoy el Espíritu Santo está aquí para liberarlo, ¡en el nombre de
Jesús! Cuando usted fija su mirada en la cruz, todo deseo carnal desaparece,
porque los demonios pierden su poder. Cuando ellos miran la obra terminada
de Jesús en la cruz y ven nuestros deseos crucificados, recuerdan que hace
más de dos mil años fueron derrotados. Por eso debemos llevar todo
pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo; someter nuestra voluntad al
Espíritu Santo y dejar que Su fuerza nos sustente.

ACTIVACIÓN
Si se siente tentado por un deseo malo y quiere vencerlo, haga conmigo esta
oración de rendición:

“Padre, en el nombre de Jesús, me acerco a Ti como Tu hijo y te pido que


tengas misericordia de mí. Hoy decido entregarte mis deseos y rendirte mi
voluntad. Crucifico todo deseo corrupto y perverso dentro de mí. Escudriña
cada parte de mi ser, de mi corazón y líbrame de todo deseo malo. Nadie sabe
de esto, pero Tú lo conoces todo. Libérame Señor de los deseos y pecados
con los que estoy lidiando en secreto. Me humillo ante Ti. Transforma mi
corazón. Declaro que soy libre, ahora. Hoy comienza a salir de mi vida todo
deseo inmundo. Jesucristo tomó cada deseo corrupto y carnal y lo clavó en la
cruz. ¡Esos deseos quedan cancelados y terminan para siempre, ahora, en el
nombre de Jesús!”

Ahora, permítame orar por usted:


“Padre, en el nombre de Jesús, ato todo poder demoniaco y todo espíritu que
influencia la vida de la persona que está leyendo este libro. Ato todo espíritu
demoniaco que influencia sus pensamientos, emociones y voluntad. ¡Salen
ahora en el nombre de Jesús! Toda fortaleza satánica se rompe. Las cadenas y
ataduras se rompen ¡ahora! ¡Usted es libre, en este instante! El Espíritu Santo
remueve cada deseo corrupto, en el nombre de Jesús. Ahora, declaro que Tú
la fortaleces para resistir al enemigo y la haces libre, en el nombre de Tu Hijo
amado, Jesús. ¡Amén!”

La señal de que usted ha sido libre es que ya no tiene más deseos


corruptos.
TESTIMONIO

José Peña, quien vive en Miami, Florida, junto a su esposa Heydi, tiene un
poderoso testimonio de las recompensas de sacrificar los deseos de la carne y
rendir su voluntad a Dios:

“Yo crecí en un hogar católico, pero mi familia era disfuncional. Nunca


tuvimos una figura masculina a quien acudir como padre. Toda mi vida vi a
los predicadores, evangelistas y pastores como farsantes. Al crecer, fui
desarrollando mi propia manera de vivir y de pensar. Mi mentalidad se formó
con muchos paradigmas que me llevaron a vivir en escasez y lleno de
rencores. Comencé a probar drogas y toda forma de escape, las cuales me
llevaron a sentirme sin dirección. Consumí drogas desde los quince hasta los
veintitrés años. Un día, buscando un trabajo nuevo, me encontré con un
conocido que hacía mucho no veía. Él me explicó cómo había logrado no
solo comenzar una nueva vida, sino también crecer como persona y dejar las
adicciones por completo. Se veía como una persona totalmente nueva,
¡cambiada! No sabía qué pensar, pero, dentro de mí se encendió una chispa
de curiosidad y decidí ir con él a lo que ahora sé que es una Casa de Paz
(reunión semanal en una casa donde se comparte la Palabra y se ministra el
poder de Dios). No creía que eso fuera para mí, pero seguí asistiendo. Allí vi
cómo Dios se movía en la vida de la gente con adicciones y estilos de vida
destructivos, y comencé a buscar a Dios. Cuando fui a un servicio de la
iglesia, pude ver milagros sobrenaturales. No salía de mi asombro cuando
veía el poder de Dios obrando ante mis ojos. Eso me llevó a recibir a Jesús
como Señor y Salvador. Un día, al volver a casa, empecé a experimentar
ataques del enemigo. De repente, sentía deseos de consumir drogas y alcohol
otra vez; sin embargo, sabía que los milagros que había visto no los iba a
encontrar en otro lugar y eso me detenía. Cada vez que sentía esos deseos de
salir a los clubes y consumir drogas empecé a buscar más de Dios. De alguna
manera sabía que el enemigo me perseguiría. De hecho, hasta me llamaban
viejos amigos para invitarme a salir y consumir drogas. En momentos como
esos, me recordaba a mí mismo que Dios estaba en control y que lo que había
sentido en aquel servicio no lo iba a sentir otra vez, si volvía a mi antiguo
estilo de vida. Tenía que morir a mi carne y dejar atrás los caminos del
mundo. Pronto, esos deseos comenzaron a dejar mi cuerpo y empecé a crecer
espiritualmente. Desde el día que le dije sí a Dios he podido caminar en mi
propósito y llamado. Hoy puedo ver los frutos de mi sacrificio. Veo a Dios
moverse no solo en mi vida sino en la de mucha gente a mi alrededor, incluso
en mi familia, a través de mi testimonio. Hoy soy una nueva creación en
Cristo, libre de lascivia, pornografía, fornicación, drogas, alcohol y tantas
cosas más que Dios removió de mi vida por Su amor y gracia. Mi esposa
también pasó por un proceso de liberación al venir a Cristo. Ella enfrentaba
gigantes, como el espíritu de lesbianismo y adicción a las drogas, pero hoy es
libre. Ambos estamos muy agradecidos a Dios por lo que ha hecho y cómo
nos ha transformado en Su presencia. Permanecemos unidos en Cristo,
muertos a la carne. Sabemos que cada oposición, acusación y tentación en
nuestra vida nos ha llevado a mayores victorias. Desde el principio hemos
visto a Dios moldearnos a Su imagen y semejanza. Hemos sido atacados de
incontables maneras, pero siempre hemos vencido por el poder de la sangre
de Cristo y por nuestro testimonio. Después de casarnos, tuvimos nuestro
primer ataque. Mi esposa fue diagnosticada estéril. La tentación clara era
desanimarnos y dejarlo todo; pero sabíamos que el enemigo no tenía derecho
legal para ganar esa batalla, así que nos pusimos de acuerdo en oración y
ahora tenemos dos hijos. Dios ha sido fiel y le damos la gloria a Él todos los
días. Hoy nos paramos en Su Palabra y en nuestro testimonio para mostrarle a
la gente que Dios es fiel, y que Él usará a nuestro favor lo que el enemigo
planeó para mal. ¡Te amamos Padre celestial por Tu amor eterno! ¡Amén!”

6 Las persecuciones en los últimos tiempos


U
nos días después de haber resucitado, Jesús se les apareció a Sus once
discípulos en un monte de Gali
lea, y allí les dio la gran comisión de ir por el mundo a predicar el evangelio a
toda criatura, bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, y hacerlos discípulos (vea, por ejemplo, Mateo 28:16-20; Marcos
16:14-18; Lucas 24:36-49; Juan 20:19-23). No obstante, los primeros
cristianos se sentían tan bien, que se negaban a abandonar Jerusalén, como si
el evangelio solo fuera para los judíos. Hasta que un día “hubo una gran
persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron
esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria” (Hechos 8:1).

En aquel entonces, Dios permitió esa persecución de la iglesia, para que en su


huida otras ciudades también conocieran el evangelio del reino. En términos
modernos podríamos decir que, aquel día, la iglesia entró en “modo de
expansión”. El gran derramamiento del Espíritu Santo empezó a tomar lugar.
Jesús ya lo había previsto; por eso los bendijo diciendo, “Bienaventurados los
que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino
de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo” (Mateo 5:10-
11).

Sin embargo, la persecución es otra de las formas de ataque que el enemigo


usa para atentar contra los santos. Lo que el enemigo nunca imaginó es que
Dios tomaría ventaja de esa estrategia para avanzar Su Reino. Por eso, no
podemos dejar que la persecución nos detenga.

Qué es la persecución

En el idioma griego con que fue escrito el Nuevo Testamento se usan dos
términos para referirse a la palabra “persecución”. Uno de ellos es dióko
(G1377) que significa “padecer persecución, huir, perseguir”; el otro es
dslípsis (G2347) que significa “presión, estrechez, aflicción, angustia y
tribulación”. Para la iglesia de Cristo, persecución es toda forma de aflicción,
presión, angustia y tribulación que sufrieron los primeros cristianos por
predicar el evangelio, sanar a los enfermos y libertar a los oprimidos por el
diablo. Esa misma forma de persecución se extiende hasta nuestros días y es
una de las más fieras estrategias que Satanás emplea a fin de evitar que el
reino de los cielos avance en la tierra. La persecución viene por dos razones
principales:

1. Por hablar la verdad

En otras palabras, el enemigo siempre va a oponerse a que la verdad de Cristo


sea predicada, porque ésta es la única forma como el reino de los cielos
avanza con violencia, y la segunda venida de Cristo es anunciada al mundo.
Mantenernos en la verdad desarma al enemigo. La Escritura promete que
cuando permanecemos establecidos en la verdad, “Ninguna arma forjada
contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en
juicio. Ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí
vendrá, dijo Jehová” (Isaías 54:17).

Quienes hablan la verdad siempre serán perseguidos en todas las áreas; más
aún cuando se trata de hablar la verdad suprema de Dios. Conozco líderes
que, ante la primera amenaza de persecución, retroceden y dejan de predicar
acerca de valores del reino como la prosperidad, los milagros, lo
sobrenatural, la liberación, la paternidad de Dios, la identidad divina, y tantas
otras cosas. Ellos deben saber que, conforme a los estándares del reino, son
considerados traidores y cobardes. Incluso, he visto a varios de ellos perder la
unción. Así que, aunque nos persigan, ¡jamás nos apartemos de la verdad!

Donde usted se detiene y deja de hablar la verdad, allí comienza a perder


unción y termina su influencia.

Job nunca retrocedió y jamás dejó de decir la verdad. Fue tanta su lealtad,
que Dios lo bendijo dándole el doble de lo que había perdido. “Y quitó
Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó
al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10). De modo que, si
usted está siendo perseguido ahora, ¿qué piensa hacer? ¿Retrocederá o
seguirá adelante?
Yo he sido perseguido por predicar verdades divinas como la liberación, la
paternidad, lo sobrenatural, lo apostólico, la prosperidad, el rompimiento a
través de la oración y el ayuno, los milagros, etcétera. Llevo en mi espalda las
marcas de la persecución. He sido perseguido en muchas partes del mundo;
sin embargo, a mi favor tengo el hecho de no haber sido perseguido por
mentiroso ni ladrón; sino por predicar las verdades del reino. “Así que,
ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por
entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se
avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 Pedro 4:15-16). No podemos
predicar un mensaje que comprometa la verdad.

Cuando calla una verdad de Dios, usted pierde autoridad para operar en
ella, y eso lo hace retroceder ante Dios mismo.

Los sentimientos no son la verdad. La verdad no tiene nada que ver con
nuestro estado físico ni con el estado de ánimo. Por ejemplo, yo he estado
enfermo y he tenido que ministrar milagros. Eso no cambia la verdad. ¡Y la
verdad es que Dios sana! La gente se ha sanado y liberado, aun cuando yo
seguía enfermo, luchando y creyendo por mi propia sanidad. Si yo hubiera
tomado mis circunstancias como excusa para no predicar la verdad, estaría
afirmando que la verdad depende de mí y de cómo me siento; y eso no es
cierto.

La diferencia entre la opinión y la verdad es que la opinión es subjetiva, y


puede ser cambiada; sin embargo, nada puede cambiar la verdad, porque ésta
siempre prevalece. La opinión no tiene sustancia, mientras que la verdad es el
nivel más alto de realidad. Cuando alguien me dice que la gente está
hablando esto y aquello, yo pregunto, ¿quién es esa gente específicamente?;
porque quiero conocer de dónde procede lo que hablan. Cuando nos dicen
algo, debemos tener sutileza para discernir si la gente nos está dando una
opinión o nos está diciendo la verdad.

El hombre malo persigue al justo a causa de la verdad, pero la justicia de


Dios viene sobre los malos a causa de la iniquidad.

2. Porque la bendición se hace visible

Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya
dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora
en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con
persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. —Marcos 10:29-30

Hay un nivel de bendición que nos hace brillar y es la que recibimos de Dios
por haber dejado todo por Él. Esa bendición de “cien veces más” es visible y
grandiosa; es una mega bendición. Dios promete bendecirnos cuando
dejamos todo por Él para avanzar Su Reino, pero también nos advierte que
eso traerá persecución. El diablo no persigue lo que no puede ver. Pero hay
un nivel de bendición, evidentemente pública, que atrae la atención de
Satanás. Por ejemplo, la bendición de Job. “Su hacienda era siete mil ovejas,
tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y
muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales”
(Job 1:3). Todos conocían acerca de Job, hombre temeroso de Dios. Cuando
el enemigo lo persiguió y casi acaba con su vida, él fue doblemente
prosperado. Su visible prosperidad fue la evidencia de que él era justo.

La Escritura nos muestra que, al alcanzar cierto nivel de bendición,


comenzamos a atraer persecución. Jesús llamó a ese nivel el “ciento por uno”.
Cuando usted no es perseguido, es porque no está haciendo nada relevante, ni
resulta una amenaza para el diablo y sus propósitos; por eso él lo deja
tranquilo. Asimismo, cuando una iglesia es pequeña y carece del poder de
Dios, nadie dice nada; pero apenas comienza a crecer, se levanta la
persecución contra ella. Cuando su nombre es conocido, como el de Job,
sobre todo por la prosperidad que Dios le da, entonces el espíritu religioso y
el espíritu de pobreza se levantan. La gente influenciada por esos espíritus no
tolera que seamos prosperados en las áreas financiera, emocional, familiar o
ministerial, porque quieren que el pueblo de Dios viva en miseria. Le
pregunto, ¿está dispuesto a caminar en una mega bendición? Entonces
prepárese a ser perseguido.

Cuando usted es perseguido por ser bendecido, también es responsable


de seguir obedeciendo a Dios.

Como ministerio, alimentamos al pobre, vestimos al desnudo, mantenemos


orfanatos, emprendemos misiones evangelísticas, organizamos cruzadas de
sanidad, milagros y liberación; llevamos el mensaje de Dios por radio,
televisión, internet, libros, manuales y folletos. Por eso Satanás nos persigue
con falsas acusaciones, con la intención de detenernos. Cuando alguien no es
perseguido, es porque seguramente nada está haciendo que incomode al
enemigo. No podemos predicar un evangelio liviano, que sobe el pecado, que
no confronte al pecador con su redentor, que disfrace la verdad o comprometa
el mensaje del reino de Dios. Tampoco podemos dejar de testificar acerca de
la bondad de Dios ni esconder la bendición para evitar ser perseguidos.

El propósito de la persecución

La meta de toda persecución es frenar o detener el avance, la expansión, la


multiplicación y las bendiciones del reino de Dios sobre Sus hijos. Sabemos
que vamos progresando, por el nivel de persecución que recibimos. Una de
las maneras como el diablo puede detenernos legalmente, es a través de la
persecución. Si bien el enemigo no puede tocarnos porque Dios nos protege,
la persecución se convierte en una distracción. Su fin es evitar que
avancemos el reino y alcancemos nuestras bendiciones.

A mayor incremento de poder y bendición, mayor será la persecución.


Cómo lidiar con la persecución

Debemos ser sabios y discernir las persecuciones del enemigo en los últimos
tiempos. Estos son algunos consejos acerca de cómo lidiar efectivamente con
la persecución:

■ No prestarle atención

Cuando la persecución viene por hacer la voluntad de Dios y avanzar Su


reino, ésa es solo una forma de distraernos para evitar que progresemos y
recibamos nuestra bendición. Debemos llegar al punto de tener la “piel
bastante gruesa”, para que la persecución no nos moleste ni nos detenga.
“Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto, no me avergoncé; por eso
puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado” (Isaías
50:7).

Cuando usted es perseguido, no puede darse el lujo de detenerse. Debe


predicar más, dar más, orar más, ganar más almas; porque el propósito del
enemigo es detenerlo y usted no puede permitir que eso suceda. ¡Dios está de
su lado! ¡Prosiga hacia la meta!

Estar listos para la batalla■

Ante la persecución del enemigo, debemos estar seguros de que estamos


cubiertos por la sangre de Cristo y listos para la guerra espiritual. Es
importante entender que, en el ámbito del espíritu, la persecución significa
guerra. Por lo tanto, no podemos ir contra las personas, “porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

El apóstol Pablo le escribió a Timoteo, su hijo espiritual, diciendo: “Este


mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías
que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia” (1
Timoteo 1:18). Si estamos decididos a arrebatar almas al infierno, bautizar
creyentes y hacer discípulos para extender el reino de Dios, debemos estar
conscientes de que estamos sumergidos en una guerra espiritual; por lo tanto,
debemos militar la buena milicia, y pelear la buena batalla de la fe.

No retroceder de la verdad■

Debemos seguir creyendo y predicando la verdad. Recuerde que nada puede


detener la verdad de Dios, porque ella está por encima de todo. Aunque
parezca que el enemigo gana terreno, nosotros debemos seguir empujando y
buscando la expansión del reino. Jesús es el camino, la verdad y la vida (Juan
14:6).

■ Levantar el escudo de la fe

La fe es el escudo que detiene la persecución. Así, todo ataque que el


enemigo envíe contra nosotros se desarmará. Si perdemos la fe,
sucumbiremos ante los ataques del enemigo. Por tanto, perder la fe no es una
opción.

Con humildad puedo decir que Dios bendice las obras que nuestro ministerio
emprende con fe; y ésa es una señal de que Él está con nosotros. Si
estuviéramos equivocados, ¿por qué Dios nos bendeciría? Hacemos lo que
manda Su palabra: oramos, ayunamos, damos; ganamos almas por millones;
alimentamos a los pobres, las viudas y los huérfanos; vestimos al desnudo,
sanamos al enfermo, liberamos a los que han sido esclavizados por el diablo;
restauramos familias; entrenamos y empoderamos discípulos; y aún todo lo
que Él nos da, alcanza para bendecir a otros ministerios en Estados Unidos y
alrededor del mundo.
Quiero terminar este capítulo retándole a seguir avanzando el reino de Dios
con amor, denuedo y valentía; sin importar las persecuciones que el enemigo
quiera plantear. Jesús dijo que toda bendición viene con persecución. Yo
peleo a diario por mi bendición. Mi pregunta es, ¿está usted dispuesto a
luchar por la suya?

No critique mi cosecha si no conoce mi semilla. No critique mi gloria si


no conoce mi historia.

ACTIVACIÓN

Si usted está enfrentando persecución por causa de Cristo, si el enemigo ha


levantado el infierno entero en su contra para detenerlo, necesita hacer esta
oración:

“Amado Padre celestial, te doy gracias por darme a conocer la verdad acerca
de las persecuciones que vienen a mi vida por hacer Tu voluntad, avanzar Tu
reino y recibir Tu bendición. Gracias por todas las bendiciones que traes a mi
vida, porque Tú bendices a quienes enfrentan la persecución por Tu causa. Te
pido perdón si me he detenido ante la persecución, si he dejado que el
enemigo me asuste con sus amenazas, si no he permanecido en la verdad.
Hoy me declaro libre del miedo a las amenazas y persecuciones de Satanás y
decido permanecer y empujar más para el crecimiento del reino. Voy a orar
más, predicar más, manifestar más Tu poder sobrenatural y recibir Tus
bendiciones, sin culpa ni vergüenza. Ato toda lengua mentirosa y desato
juicio de lo alto, mientras yo sigo trabajando por Tu causa, predicando las
verdades de Tu Palabra y obedeciendo todo lo que me envías a hacer. Me
declaro bendito, en salud, gozo y paz, alineado con Tu voluntad y protegido
por Tu mano, en el nombre de Jesús. ¡Amén!”

TESTIMONIOS
La persecución de una iglesia en Cuba

La iglesia del apóstol Mario Álvarez, en Cuba, era apreciada como un gran
ministerio en su país, con cerca de ochocientos miembros, hasta que vino la
persecución. Sin embargo, el diablo no los pudo detener. Este es su
testimonio:
“Con una iglesia considerada grande, nosotros sentíamos que no estábamos
progresando; hasta que nos dimos cuenta que faltaba el poder sobrenatural de
Dios en nuestro ministerio y en nuestra vida. Enfrentábamos mucha
oposición, porque lidiábamos con brujos, médiums, pobreza y una dictadura
gubernamental. Todo lo que el enemigo puede usar para oprimir a la gente,
nosotros lo teníamos como nación. Sabíamos que necesitábamos hacer algo,
pero no sabíamos qué. No conocíamos la paternidad espiritual, hasta que
entramos en contacto con el Ministerio El Rey Jesús. Gracias a la cobertura
de esa casa apostólica, empezamos a ver el rompimiento. Después de ser
entrenados, equipados y empoderados, la liberación y la impartición
empezaron a transformarnos. Mi esposa comenzó a fluir en la intercesión,
mis hijos se comprometieron con sus llamados. Nuestro ministerio creció a
más de tres mil miembros y más de setenta iglesias bajo cobertura. Sin
importarnos la persecución, hoy nuestro ministerio sostiene 22 iglesias, sin
ayuda económica externa, pese a todos los inconvenientes que eso significa
en nuestro país, y las malas condiciones financieras. Hemos sido perseguidos
por el gobierno y también por otras iglesias, pero Dios se ha movido de
manera poderosa a nuestro favor y hemos prevalecido. Pese a la persecución,
hoy somos un ministerio respetado. Dios muestra Su amor por Su pueblo,
restaurando vidas, trayendo encuentros sobrenaturales con Su presencia a
través de nuestros servicios. Incluso, hemos visto oraciones respondidas que
han servido de testimonio, y han afectado y cambiado el estado actual de
nuestro país. Tan pronto nos conectamos con el apóstol Maldonado, supimos
que habíamos encontrado más que un ministerio, un hogar y un padre
espiritual. La impartición me llevó a conocer más a Dios, a crecer en mi
relación con Él y a desatar Su poder a través de mi vida. Empezamos a ver
gente liberada de toda clase de brujería, que llegaba rendida a los pies de
Jesús. Gente de todos los rangos, en el ámbito demoniaco, venían a Cristo. A
causa de los milagros y la resurrección de muertos, recibimos todo tipo de
acusaciones, ya que el poder sobrenatural de Dios impactaba a la gente. Por
ejemplo, un día una joven nos llamó porque su abuela había muerto en el
hospital, y después que oramos, la abuela resucitó estando ya en la morgue.
Otro joven murió en un accidente con su moto, pero unos miembros de
nuestra congregación que estaban cerca oraron por él, y el muchacho volvió a
la vida, para la gloria de Dios. Ese milagro impactó a mucha gente de nuestro
país, incluso a algunos con altos cargos en el gobierno. Luego de
documentarlo ese testimonio fue transmitido en televisión. Pero a medida que
nuestro ministerio crecía, veíamos que los niveles de persecución y acusación
también crecían. Mucha gente de nuestra congregación comenzó a ser
perseguida en su trabajo; ingenieros, médicos y abogados fueron despedidos
de sus empleos por creer en el poder sobrenatural de Dios. Sin embargo, ellos
permanecieron fieles a Dios, más allá de toda oposición del gobierno. Hoy,
juntos, continuamos el movimiento que Dios comenzó en nuestra vida,
gracias a Su poder. Él nos ha sostenido, cuidado y respaldado. Dios ha
permanecido fiel y el enemigo no nos ha podido detener. Le damos gracias a
Dios por el Ministerio El Rey Jesús y por todo lo que esta iglesia ha hecho en
nuestras familias, ministerio y país. ¡Gracias Padre por confiarnos Tus
planes!”

Así como el apóstol Mario, en Cuba, hay muchos líderes e iglesias en países
donde el evangelio es perseguido, y los cristianos encarcelados, maltratados y
hasta torturados por predicar la verdad del evangelio del reino. ¿Por qué no
retroceden? Porque saben —por el nivel de persecución que reciben—, que el
reino de los cielos está avanzando y las fortalezas del enemigo están cayendo.
Oremos por ellos para que su fe no mengüe. Levantemos sus brazos en
oración para que sean fortalecidos en medio de la persecución y que la luz del
evangelio brille cada vez más fuerte en esos lugares de oscuridad. Señor, que
venga Tu reino y Tu gobierno a cada lugar de la tierra. Te lo pedimos en el
nombre poderoso de Jesús, el Hijo de Dios. ¡Amén!

7 Las acusaciones en los últimos tiempos


L

as falsas acusaciones ocurren con mayor frecuencia de lo que suponemos y su


propósito es desgastar
al pueblo de Dios. Como vimos previamente, el diablo es la fuente de toda
mentira y falsedad, un pecado aparentemente simple, pero que se opone
totalmente a Dios, quien es la verdad. La Escritura nos enseña que cuando el
acusado está parado en justicia, haciendo la voluntad de Dios, quienes lo
acusan falsamente se convierten en hijos del enemigo. Incluso los señala con
claridad diciendo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de
vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla
mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44).

La acusación es la forma más alta de ataque que el enemigo está usando en


los últimos tiempos. Precisamente, una de las personalidades de Satanás es
ser “el acusador” de los hermanos. De ahí que, la Escritura afirma: “Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su
Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que
los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apocalipsis 12:10).

Las acusaciones son el último recurso del enemigo.

El nombre “Satanás” tiene raíz hebrea y significa “acusador” o “adversario”.


En el principio él era el adversario de Dios; luego, se convirtió en el
adversario del hombre; y cuando Jesús vino a la tierra, también se hizo
adversario de Jesús. En definitiva, es el adversario del reino. Como no puede
actuar directamente, utiliza los cuerpos de ciertos individuos para acusar a los
santos. Por consiguiente, nuestra lucha no debe ser contra los que acusan,
sino contra el ser sin cuerpo que actúa tras ellos. La pregunta es, ¿qué
personalidad prefiere usted? ¿La de la verdad, que procede de Dios, o la de la
mentira, que proviene del acusador?

Qué es la acusación

Acusar es señalar a alguien como responsable de una falta, sin tener base para
inculpar, ni saber si aquello es verdad o no. Es un chisme malicioso usado
con el fin de manchar el nombre y testimonio de alguien. Por lo general, el
acusador no confronta personalmente, sino que usa la murmuración para que
todos alrededor lo sepan, pero nunca acusa de frente. Es una posición
bastante peligrosa y debemos estar atentos para no convertirnos en
acusadores usados por Satanás.

Cuando la gente acusa a alguien mintiendo, acusa directamente a Dios.


Los propósitos de toda acusación son:
■ Destruir su testimonio

Si su reputación es destruida, usted deja de ser creíble. Una vez que su


credibilidad es dañada, ¿quién creerá su palabra?, ¿quién comprará su
producto?, ¿quién escuchará su mensaje? El enemigo quiere minar su
reputación y su credibilidad hasta destruirlas. Desafortunadamente, hay gente
siendo usada por el diablo para detenernos. La credibilidad de una persona es
tan importante que, en Estados Unidos, por ejemplo, uno puede demandar a
alguien que pretenda destruir su nombre.

Matar su influencia■

Dios nos ha dado una esfera de influencia y una medida de gobierno, pero la
gente responde a eso por la confianza y credibilidad de quien la porta. Por eso
Pablo dijo a los corintios: “…nosotros no nos gloriaremos desmedidamente,
sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar
también hasta vosotros” (2 Corintios 10:13). El propósito de la acusación es
matar la influencia de una persona inocente; si la confianza en ella es
destruida, su influencia y capacidad de gobierno perderán fuerza. El Señor
juzgará a quienes tratan de matar la influencia de los cristianos verdaderos,
cuya única culpa es trabajar por avanzar el reino de Dios.

■ Cuestionar su fe

Todo lo que cuestiona su fe en Dios, lo lleva a dejar de creer en Él. Tarde o


temprano usted comienza a preguntarse cosas como, ¿realmente lo dijo Dios?
¿Qué hizo usted mal? ¿Por qué viene tanto problema? Esto fue lo mismo que
sucedió en Edén: “…la serpiente era astuta, más que todos los animales del
campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os
ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1). La fe de Eva
estaba intacta, hasta que la serpiente comenzó a cuestionarla.

De la misma manera, el enemigo suele venir con astucia, trayendo


acusaciones para llevarnos a cuestionar nuestra propia fe en Dios, o en los
líderes que Él ha puesto para guiar a Su pueblo. (Vea, por ejemplo, Números
12, donde Moisés es acusado por sus propios hermanos). Las acusaciones,
además, vienen para que dejemos de creer en el milagro que estamos
esperando. Si el enemigo logra que cuestionemos nuestra fe, jamás
recibiremos ese milagro, ni ninguna de las bendiciones que Dios tiene para
nosotros.

El propósito de toda acusación es lograr que usted deje de creer por


aquello que está creyendo.
Esta estrategia también ha sido desplegada contra mí. El enemigo ha traído
acusaciones a mi vida; y con ellas han venido la culpa y los
cuestionamientos. En alguna ocasión me pregunté: ¿Qué estoy haciendo mal?
Hasta llegué a dudar de no haber hecho las cosas conforme me las
encomendó el Señor. Luego comprendí que esto ocurre porque los dardos de
fuego del maligno siempre tienen como destino la mente del ser humano. Si
el enemigo logra hacerlo dudar, le robará la bendición.

Detener la obra de sus manos■

Al igual que las anteriores estrategias del enemigo, las acusaciones tienen el
fin claro de detenernos, de evitar que edifiquemos a los santos, que sanemos
al enfermo, liberemos al cautivo y extendamos el reino de Dios. Por eso,
tenemos que decidir qué hacer frente a las acusaciones que el enemigo
levanta contra nosotros mintiendo. ¿Qué hará usted? ¿Dejará de creerle y de
servir a Dios? ¿Dejará de moverse en lo sobrenatural? ¿Abandonará la visión
de Dios? ¿Ha pensado en cuántas personas dejarían de conocer a Dios si
usted renuncia a predicar el evangelio del reino? O, ¿cuántos enfermos
morirán si usted deja de orar por ellos y ministrar milagros?

Uno de los propósitos por los que la Biblia trata este tema, es para que
sepamos cómo conducirnos cuando alguien acusa a las personas que nos
están ayudando a avanzar el reino de Dios en la tierra. Si usted es un pastor y
ha delegado parte del trabajo en gente que usted ha formado y Dios ha
levantado para ayudarle, no puede admitir livianamente acusaciones contra
ellos. Pablo aconsejaba a Timoteo acerca de esto diciendo: “Contra un
anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos” (1 Timoteo 5:19).
Esto quiere decir que, si el enemigo está levantando falsas acusaciones, éstas
no deben admitirse de buenas a primeras; aunque es importante investigar
para llegar a la verdad.

■ Asesinar su carácter

“Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que


estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo
mató” (Génesis 4:8). Así como Caín asesinó a Abel por envidia, muchos hoy
levantan falsas acusaciones contra quienes agradan a Dios, porque sienten
envidia de sus bendiciones. El enemigo usa a la gente para matar y asesinar
su carácter, para que no sigan confiando en usted. El diablo siempre está
tratando de dañar su reputación y destruir su carácter, para que así, nadie lo
apoye ni lo siga en el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Cómo lidiar con las acusaciones

Así como hemos visto que hay distintas estrategias que el enemigo está
usando en este último tiempo, para oponerse a que la iglesia de Cristo avance
y extienda el reino de Dios; así también hay diferentes maneras de prevenir
los ataques del maligno, y de responder a cada uno de ellos. ¿Qué debemos
hacer?

■ No responder a las acusaciones

“Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas


cosas te acusan. Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se
maravillaba”respondió; de modo que Pilato se maravillaba” 5). Jesús nos da
ejemplo de cómo hacer frente a las falsas acusaciones. El diablo quiere que
usted responda. Tratará de provocarlo para que lo haga, de la misma forma
como tentó a Jesús para que argumentara con él en el desierto; sin embargo,
Jesús solo respondió con la Escritura. “Pero [a Pilato] Jesús no le respondió
ni una palabra” (Mateo 27:14). Cuando usted permanece en silencio, no niega
ni acepta, ni les da relevancia a las acusaciones. Así, el diablo solo depende
de sus propias palabras. No caiga en la tentación de reaccionar y entrar en la
discusión. Él tergiversará sus palabras y las usará para sus fines perversos,
como lo hizo en Edén “…¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo
árbol del huerto?” (Génesis 3:1).

El diablo se frustra cuando usted no responde, porque él solamente


puede trabajar con sus respuestas.

Cuando alguien lo acusa, lo que el diablo busca es poner en boca de la gente


algo que a usted le moleste. Sin embargo, si usted posee la verdad,
permanecerá tranquilo. “Bienaventurados sois cuando por mi causa os
vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque
así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5:11-12).
Así que, si sabe que lo están acusando injustamente, ¿para qué se defiende?
■ Bendecir a los que nos acusan

Cristo nos dio la clave para vencer. Lo mejor que podemos hacer contra
quienes nos acusan es bendecirlos y orar por ellos. “Pero yo os digo: Amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44). Eso
mantendrá nuestro corazón puro y libre de rencores y ofensas, y no
perderemos la presencia de Dios en nuestra vida, ni Su respaldo a nuestro
trabajo por el reino.

La señal de que hemos perdonado a nuestros acusadores es que los


podemos bendecir.
■ Pararse firme

En el libro de los Hechos, vemos cómo los discípulos de Cristo fueron


acusados por los mismos judíos, quienes buscaban matar su influencia y
destruir su testimonio. “Aconteció en Iconio que entraron juntos en la
sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud
de judíos, y asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y
corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se
detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor,
el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen
por las manos de ellos señales y prodigios” (Hechos 14:1-3).

Cuando la oposición vino, los apóstoles no salieron huyendo ni dejaron de


predicar el evangelio del reino. Aunque los religiosos envenenaron la mente
del pueblo, los apóstoles se mantuvieron firmes en Jerusalén. No huyeron,
sino que se quedaron allí por largo tiempo predicando, liberando y haciendo
milagros en el nombre de Jesús, y la mano del Señor estaba con ellos.
Tiempo después, Pablo exhortaría a los efesios a estar firmes ante las
asechanzas del diablo, diciendo: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar
firmes” (Efesios 6:13).

En medio de la más grande acusación, suceden los más grandes milagros


y rompimientos.

■ Condenar toda lengua mentirosa


“Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se
levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su
salvación de mí vendrá, dijo Jehová.” (Isaías 54:17). La palabra “forjada” es
la traducción del vocablo hebreo yatsár (H3335) que significa moldear algo o
darle forma, en este caso, hasta que se convierta en un arma. Pero si obedece
a Dios, Él no permitirá que esa arma ni ninguna otra le hagan daño. Esas
armas, pueden incluir las palabras de acusación que vienen contra nuestra
vida.

En el mismo versículo de Isaías, el Señor nos da la potestad de condenar toda


lengua mentirosa. Preste atención que no dice que Él las va a condenar, sino
que dice que nosotros debemos hacerlo. Pero recuerde que no puede hacer
esto a la ligera; ni porque alguien no está de acuerdo con usted. Sí debe
hacerlo cuando hay lenguas que lo juzgan, lo condenan mintiendo y lo
maldicen; ésas son las lenguas que usted debe condenar. Si usted es una
persona justa, tiene el derecho legal de cancelar con su boca toda palabra de
acusación que provenga de quienes pronuncian juicio contra su ministerio, su
familia, su negocio, etcétera; y de condenar esas lenguas mentirosas.

Cómo identificar las lenguas mentirosas

Es importante que identifiquemos las lenguas que se levantan en juicio contra


los hijos de la luz. ¿Cuáles son esas lenguas de las que habla la Escritura?

■ Toda lengua que se opone al justo.

“Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo cosas duras
con soberbia y menosprecio” (Salmos 31:18). Si usted es justo, tiene derecho
a condenar las lenguas mentirosas que se levantan en su contra, porque es
herencia de los siervos de Dios. Cuando estamos parados en justicia ante el
Señor, podemos condenar toda lengua mentirosa que se opone a nosotros.
Ésta es la autoridad con la que Jesús reprendió al diablo en el desierto. Pero
recuerde que, si no estamos parados en justicia, todo juicio que declaremos se
volverá contra nosotros. Por lo mismo, debemos ser justos, sabios y tener
temor santo y reverente de Dios.

Sus derechos vienen de estar alineados a Dios en posición de justicia.


■ Toda lengua que se opone a su propósito en la tierra.
Si usted está cumpliendo el propósito de Dios en la tierra, el Señor está de su
lado y lo defenderá: “Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh
Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus manos” (Salmos
138:8). Toda persona que hable contra el propósito que Dios le ha dado,
recibirá su pago de Dios porque atenta contra Él mismo y Su voluntad.

La lengua de juicio que se opone al avance del■


evangelio.

Cuando predicamos el evangelio, el enemigo levanta gente que comienza a


acusarnos con mentiras y falsos testimonios. Debemos estar preparados y
saber que la solución no es defendernos, sino condenar la lengua mentirosa,
como lo hizo Pablo con Elimas: “Pero les resistía Elimas, el mago (pues así
se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces
Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos,
dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de
toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora,
pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol
por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y
andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el
procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina
del Señor” (Hechos 13:8-12). El versículo es claro. Nos muestra a Pablo
reprendiendo al mago y —guiado por el Espíritu Santo— declarando juicio
contra él por un determinado tiempo. Mire también que lo llamó “hijo del
diablo”, porque así ve Dios a quienes acusan a los hombres y mujeres que
cumplen el mandato de Cristo.

Toda lengua que juzga a un hombre de Dios. ■

En el mundo hay mucha gente que está enferma, oprimida y débil, porque el
Señor ha traído juicio sobre ella por haber juzgado a un hombre o mujer de
Dios. Otros han muerto de alguna enfermedad terminal, accidentes, etcétera.
En muchos otros casos sus vidas están destruidas, porque acusaron a un
hombre de Dios, en lugar de orar por él y bendecirlo. La Biblia es clara al
decir: “No toquéis…a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (Salmos
105:15).

Como personas justas, tenemos derecho a pronunciar el juicio de Dios.


Entre quienes predican el mensaje de la gracia, muchos se han dado a la tarea
de remover el juicio de Dios de sus prédicas. No obstante, yo creo que Dios
es un Dios de gracia y misericordia, pero también de juicio. A medida que
nos acercamos a los últimos tiempos, vemos que la persecución y la
acusación sobre los ministerios sobrenaturales se intensifica. Si queremos
seguir avanzando, debemos estar listos para condenar esas lenguas. Solo
necesitamos estar seguros de estar viviendo en justicia delante de Dios; de
otra manera, el juicio se volverá contra nosotros. Cualquiera que entienda de
justicia y gobierno puede declarar un juicio de Dios. La ley del Señor nos da
el derecho de hacerlo, pues esos juicios son señales de los últimos tiempos y
forman parte de la experiencia de los apóstoles. Estas manifestaciones se
harán más frecuentes en los días finales.

En los últimos tiempos, los ministerios sobrenaturales son el blanco de


falsas acusaciones del enemigo.

ACTIVACIÓN

Si usted ha estado siendo atacado por el enemigo con acusaciones falsas que
amenazan destruir su testimonio, matar su influencia, detener la obra de sus
manos, asesinar su carácter y llevarlo a cuestionar su fe, este capítulo fue
escrito para usted. Quiero que me acompañe a orar a Dios para que todo lo
que el enemigo planeó para mal, Dios lo torne para bien. Ore conmigo:

“Señor y Padre celestial, vengo ante Tu presencia en el nombre de Jesús, a


darte gracias por la obra terminada en la cruz del Calvario. Corro a Ti Señor,
porque el enemigo ha traído fuertes ataques contra mi vida. Me están
acusando injustamente y mi única culpa es predicar el evangelio del reino,
sanar a los enfermos y liberar a los cautivos por el diablo, en el nombre de
Jesús. Siento que estas acusaciones me debilitan y mi fe desmaya. Hoy,
voluntariamente, decido perdonar a quienes me acusan y persiguen y, por el
contrario, bendigo sus vidas. Te pido que seas Tú quien me defienda mientras
yo, parado en Tu justicia, y en el nombre de Jesús, condeno toda lengua
mentirosa que se levanta contra mí en juicio. Declaro que Tu paz llena mi
corazón y el Espíritu Santo me llena de poder, fe y osadía para seguir
predicando Tu mensaje y demostrando Tu poder sobrenatural. Perdono y
bendigo a quienes me han acusado injustamente; declaro que Tú tratas con
ellos y que el fruto de la obra de mis manos aumenta en favor de Tu reino.
Gracias Padre amado, porque siempre estás conmigo y nunca me abandonas.
Amén”

TESTIMONIOS

Julio Fuentes, quien reside en la ciudad de Miami (Estados Unidos), tiene un


testimonio poderoso que quiero compartir con ustedes:

“Toda mi vida pude hacer lo que quería. Desde muy joven comencé a ir a los
clubes de striptease y a malgastar el dinero. Un día, estando en el mundo, me
encontré a un evangelista en la playa que me habló cosas de mi vida que solo
yo sabía. Me quedé sorprendido al ver que alguien había estado pendiente de
mis andanzas. En ese tiempo, yo estaba envuelto en robo de identidad y
estafas de todo tipo. Mentir era parte de mi negocio, así que no sabía cómo
alguien podía decirme la verdad acerca de mi vida. Practiqué todas las formas
de fraude durante cinco años, falsificando números de seguro social y
manipulando a la gente para estafarla. Un día, luego de ese encuentro con el
evangelista, me trajeron al Ministerio El Rey Jesús a un servicio de jóvenes.
Después de ese servicio, no volví a ser el mismo; pude sentir a Dios moverse
en mi corazón. Comencé a sentir que algo cambiaba en mí, mientras veía a
otros, también allí, ser impactados con Su presencia. Después de ese
encuentro, mi vida cambió, pero aun así no me resultaba fácil
comprometerme con Dios por completo. Empecé a decirle a la gente lo que
había visto, pero debido a mi estilo de vida mi familia se rehusaba a creer en
mi cambio. Me llamaban mentiroso y ladrón, y creían que el ministerio era
así también. Mi familia me desanimaba, pero Dios vio más allá de las
acusaciones y creyó en mí. Hoy, le doy la gloria a Dios porque por Su amor y
gracia pude perseverar. Manteniéndome firme en Sus promesas, comencé a
caminar en mi propósito y Él abrió las puertas para que pudiera tener mi
propia empresa, que hoy se conoce como IDIA Inc. A través de ella, he
podido viajar a diversos países del mundo acompañando a mi padre
espiritual. He visto a la gente transformada por el poder de Dios y liberada de
fortalezas demoniacas, enfermedades, maldiciones generacionales y mucho
más. Ahora, Dios me usa como líder en este ministerio, impactando gente de
la ciudad y el mundo con mi testimonio. A través de la visión del ministerio,
Dios también me ha usado para traer a mi familia a los pies de Cristo,
después de ver el fruto del cambio radical en mi vida. Ahora, ellos reciben la
misma impartición de la casa y ven la fidelidad de Dios en mi vida. Mi
familia ahora se alimenta de los libros y prédicas del ministerio y están
creciendo en el Señor, cada día. Lo que el enemigo trató de usar para
dañarme, ahora se ha convertido en el peldaño para que mi familia pueda ver
el fruto de la fidelidad de Dios. Mi nueva vida es un testimonio para ellos, a
través del ayuno, la oración y de buscar al Señor a diario, pasando por encima
de las persecuciones, pruebas y acusaciones. Todo el fruto en mi vida ha sido
una evidencia para ellos y ahora, en lugar de acusarme, me empujan para que
siga creciendo más y más. Hoy, soy una nueva creación en Cristo y un
testimonio vivo de Su gloria. Gracias al fruto de cambio en mi vida, mi
familia pudo tener un encuentro con Dios y saber que Él es real. Dios me
mostró, a través de ellos, que incluso en tiempos de acusación, es posible ver
Su gloria”.

Acerca del Autor


El Apóstol Guillermo Maldonado es pastor principal y fundador del
Ministerio Internacional El Rey Jesús (King Jesus International Ministry), en
Miami, Florida, una iglesia multicultural, considerada entre las de más rápido
crecimiento en los Estados Unidos. El Rey Jesús, está fundamentada en la
Palabra de Dios, la oración y la adoración, y actualmente tiene una
membresía cercana a las diecisiete mil personas. El Apóstol Maldonado es
padre espiritual de casi 350 iglesias esparcidas a través de Estados Unidos,
Latinoamérica, Europa, África, Asia y Nueva Zelandia, las cuales forman la
Red del Movimiento Sobrenatural (antes llamada la Red Apostólica Vino
Nuevo), que en conjunto congregan más de 600 mil personas. La formación
de líderes de reino y las manifestaciones visibles del poder sobrenatural de
Dios distinguen a este ministerio, cuya membresía constantemente se
multiplica.

El Apóstol Maldonado, uno de los autores de mayor éxito en ventas a nivel


nacional, ha escrito más de cincuenta libros y manuales, muchos de los cuales
han sido traducidos a diferentes idiomas. Entre sus libros más recientes
podemos citar, Ayuno de Rompimiento, Cómo caminar en el poder
sobrenatural de Dios, El reino de poder, Encuentro divino con el Espíritu
Santo, La gloria de Dios, Liberación sobrenatural, Oración de rompimiento y
Transformación sobrenatural, todos los cuales están disponibles en español e
inglés. Además, él predica el mensaje de Jesucristo y Su poder de redención,
a través de su programa internacional de televisión, Lo sobrenatural ahora
(The Supernatural Now), el cual se transmite a través de las cadenas TBN,
Daystar, Church Channel y otras cincuenta cadenas de TV, alcanzando e
impactando potencialmente más de dos mil millones de personas alrededor
del mundo.

El Apóstol Maldonado tiene un doctorado en consejería cristiana de Vision


International University y una maestría en teología práctica de Oral Roberts
University. Actualmente vive en Miami, Florida, junto a Ana, su esposa y
socia en el ministerio, y sus dos hijos, Bryan and Ronald.
Si este libro ha sido de bendición para usted, su familia o su ministerio, le agradecemos que nos envíe
sus comentarios. Si tiene un testimonio de lo que el poder de Dios ha hecho en su vida, comuníquese
con nosotros al Teléfono 305-382-3171 o

escríbanos a:
elreyjesus.org/compartir
Ministerio Internacional El Rey Jesús 14100 SW 144 Ave. Miami, FL 33186
Tel: 305.382.3171 - Fax: 305.382.3178
ventas@elreyjesus.org

También podría gustarte