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Amar al que te ama es fácil, pero ¿qué hay de los que te lastiman?

¿Estarías
dispuesto a amarlos también?
I. Observa lo que la Biblia dice al respecto:
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero
yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e
injustos. Mateo 5:44-45 (RVR)
Los fariseos creían que debían amar sólo a los que los amaban, así como a veces
nosotros lo interpretamos o creemos que es lo justo, pero Jesús nos dijo: “amén a
sus enemigos”.
II. Una tarea difícil de sobrellevar…
Cuán difícil es comprender la razón por la que debemos amar a quienes nos han
lastimado, y hasta creemos que es injusto dar la otra mejilla, pero, aunque no nos
guste, es lo correcto.
Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la
capa, déjale que se lleve también tu camisa. A cualquiera que te pida algo, dáselo,
y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Hagan ustedes con los demás
como quieren que los demás hagan con ustedes.
Lucas 6:29-31 (DHH)
Dios nos enseñará a amar verdaderamente si le amamos a Él por encima de las
circunstancias, y con ese mismo amor podremos amar a todos, ya sea que, según
nuestro parecer, los consideremos buenos o malos.
 Amar al que te ama solamente, es limitarse a cumplir la ley de Dios
 De acuerdo a nuestra capacidad humana es muy difícil pagar el mal con el
bien. De ahí nace la pregunta ¿por qué debemos amar a nuestros
enemigos?
 Hay dos razones para ello. Una es simplemente porque Dios lo dijo, pero la
otra es porque Dios nos amó primero.
 Si has sido gravemente ofendido y te cuesta perdonar, te animo a
presentarte delante de Dios, sólo Él podrá sanar tu herido corazón y llenarte
con su amor.
En conclusión, amar a nuestros enemigos no significa permitirles que continúen
haciéndonos daño, sería un verdadero fracaso; sino, es mostrarles a través de
nuestras vidas al verdadero amor (Jesús) con que fuimos rescatados de la muerte
eterna.
Amar al que te ama puede ser sencillo, pero amar al que te hiere es un reto
difícil de sobrellevar ¿estás dispuesto a hacerlo?.
Pelear la buena batalla de la fe significa que permanecemos en la Palabra por
medio de la fe, independientemente de lo que sentimos o lo que entendemos.
Jesús dice, “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos.” Juan 8:31.
III. No dejes gobernar al pecado
Está escrito, “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”
Romanos 12:21. Tenemos pasiones y deseos que nos dicen lo contrario. Nuestro
razonamiento humano dice: “Esto es imposible; tus deseos harán lo que quieran
conmigo; te aplastarán”, etc. Aquí tenemos una exhortación de Pablo: “Así también
vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que
lo obedezcáis en sus concupiscencias.” Romanos 6:11-12.
Pelear la buena batalla de la fe significa que nos mantenemos firmes en la Palabra
y en el poder del Espíritu, considerándonos muertos a nuestros sentimientos y a
nuestro razonamiento humano, no dejando reinar al pecado en nuestro cuerpo
mortal obedeciendolo en sus concupiscencias. Tenemos que hacer lo que Jesús
dice: Tomar nuestra cruz cada día y negarnos a nosotros mismos. (Lucas 9:23)
Pablo dice lo mismo: “Mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis.” Romanos 8:13.
Esto no sucederá si no hay lucha ni sufrimiento. Pedro dice así: “Puesto que Cristo
ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo
pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado…” 1
Pedro 4:1. Por tanto debemos sufrir en la carne si queremos salir del pecado. La
carne sufrirá si por el Espíritu llevamos a la muerte lo que de la carne quiere
levantarse, así nuestros deseos no podrán gobernar sobre nosotros. Si no
padecemos en la carne, el pecado reinará, y nuestra conciencia sufrirá.
IV. La buena batalla: ¿libertad o esclavitud?
La mayoría de la gente no quiere reconocer esta lucha y este sufrimiento. Muchos
predicadores usan sus habilidades para presentar la vida cristiana como lo más
fácil y gloriosa posible. Explican cómo Jesús ya ha hecho todo, de tal modo que
nosotros ya no tenemos que hacer nada. Dicen: “Jesús ha sufrido por nosotros; Él
murió por nosotros y nos ha redimido por completo. Solo debemos creer en que
terminó su obra, y automáticamente tendremos una vida vencedora. Mientras
adoremos a Jesús, vendrá el Espíritu que leemos en Gálatas 5:22.”
Pueden proclamar “Libertad plena” en Cristo a pesar de ver que las personas a las
que sirven continúan viviendo en todo tipo de pecados, y que ellos mismos no
tienen victoria. Aman el dinero, la envidia y la fornicación. Han entrado en la
libertad falsa y han convertido la gracia en libertinaje. (Judas 4). No pueden
soportar la sana doctrina porque han apartado sus oídos de la verdad y se
volvieron a las fábulas. (2 Timoteo 4:2-4)
V. Pelea la buena batalla: un llamado a la acción
Aquellos que quieren ser fieles a la verdad saben que vivir una vida en victoria en
las virtudes de Cristo no es algo que viene automáticamente. Por eso las
Escrituras hablan de un camino estrecho, hablan acerca de la cruz y la
abnegación – sufrimiento y muerte. Las Escrituras están llenas de serias
exhortaciones. De palabras como “ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor…” Filipenses 2:12. “Esforzaos a entrar por la puerta angosta…” Lucas
13:24. “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello…” 1 Timoteo 4:7.
“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe
virtud…” 2 Pedro 1:5. “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme
vuestra vocación y elección…” 2 Pedro 1:10. Jesús envió el Espíritu Santo
precisamente para que tengamos poder para luchar la buena batalla de la fe.
Sin embargo, cuando se pelea esta batalla, a fin de permanecer en Su Palabra y
buscar la santificación que se pregona, la gente exclama: “¡Esclavitud! ” ¡lucha en
tu propia fuerza! ¡Quieres ser santificado! etc. Ellos son enemigos de la cruz de
Cristo. Tu lo ves a través de su conducta. (Filipenses 3:18-19) Esta es la razón por
la cual no tienen comunión entre sí como el Padre y el Hijo. A pesar de esto, no
quieren reconocer lo que está escrito en Santiago 4:1-4. Se apartaron de la verdad
a la mentira. Ellos no son sanos en la fe. (Tito 1:13)
Sanas exhortaciones
¡Escuchemos la fe y la sana doctrina, al igual que las sanas exhortaciones de
Pablo!
“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la
fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa
mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la
buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da
vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión
delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión,
hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Timoteo 6:11-14.

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