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TEMA 10 - LA DICTADURA FRANQUISTA ENTRE 1959-1975: ASPECTOS

SOCIALES, POLÍTICOS Y ECONÓMICOS - BLOQUE 11

INTRODUCCIÓN

Entre 1959 y 1973, la economía española creció a un ritmo sin precedentes en la historia del
siglo XX. España se integró, en esta época, al reducido grupo de los países industrializados,
aunque su nivel de renta por habitante se mantuvo inferior. Este crecimiento económico fue el
resultado de la incorporación de España a la ola de prosperidad que estaba viviendo los demás
países de Europa occidental tras la II Guerra Mundial.

El desarrollismo económico se convirtió en un arma propagandística del régimen franquista,


pero también en el origen de una nueva conflictividad social. En efecto, el cambio económico
determinó una transformación profunda de la sociedad española e impulsó la difusión de
nuevas actitudes y pautas de comportamiento. Sin embargo, esta evolución económica y social
no estuvo acompañada de grandes reformas políticas, y el franquismo se mantuvo como una
dictadura, enquistada en el inmovilismo político e incapaz de democratizarse.

1. ASPECTOS POLÍTICOS

La ascensión política del almirante Carrero Blanco significó el reforzamiento en el seno del
gobierno de los tecnócratas vinculados al Opus Dei en detrimento de las familias tradicionales
del régimen (falangista, militares y católicos), aunque siempre se intentó mantener un cierto
equilibrio entre ellos. El objetivo de estos gobiernos se orientó esencialmente hacia la
promoción del desarrollo económico, pero también hacia una renovación política que
implicase la modernización de la administración, la legislación y las instituciones del país. Su
programa se centraba en la creencia de que la prosperidad económica de la población
cimentaría la paz social y supliría la falta de libertades y de participación política de la sociedad
española. De este modo se esperaba consolidar el franquismo a través de reformas legislativas
y de una mejora del bienestar social que modernizasen la imagen de la dictadura sin variar su
carácter profundamente antidemocrático.

La nueva orientación del gobierno hizo necesario un impulso legislativo para modernizar las
instituciones, apaciguar las tensiones sociales y canalizar las crecientes discrepancias entre las
familias del régimen. En primer lugar, se procedió a una recomposición de las instituciones y
de las leyes represivas de la posguerra que dejaban los delitos de oposición al régimen en
manos de la jurisdicción militar. Para suavizar esta situación, en 1963 se creó el Tribunal de
Orden Público, que remitía los delitos políticos a esta jurisdicción civil aunque ello no significó
una disminución de la represión.

En 1966, Fraga promovió una Ley de Prensa, que suprimía la censura previa y permitía la
publicación de nuevas revistas periódicas y de libros hasta aquel momento prohibidos, pero
fijaban un sistema de multas y suspensiones para penalizar a las publicaciones que superasen el
margen de tolerancia permitido.

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En 1967 se aprobó la Ley de la Seguridad Social que amplió la cobertura social con cargo del
Estado (seguro de enfermedad, vejez, viudedad…, empezando así la construcción de un cierto
Estado del bienestar, aunque con un gran retraso respecto a Europa y con un sistema fiscal que
toleraba el fraude generalizado.

También se aprobó la Ley de Libertad Religiosa a partir de la cual se reconoció la igualdad de


todas las religiones y la libertad de práctica.

En el mismo año se promulgó la Ley Orgánica del Estado, aprobada por referéndum, que
pretendió ser una recapitulación de todas Leyes Fundamentales anteriores. Era una especie de
pseudoconstitución en un intento de satisfacer las exigencias de los países democráticos.
Confirmaba la institución monárquica del régimen y concretaba las funciones de los órganos del
Estado, manteniendo la concentración de los poderes del dictador, pero introduciendo la
separación entre el jefe del Estado y el presidente del gobierno.

En 1969, Franco designó a Juan Carlos de Borbón como su sucesor, con el título de príncipe de
España. Este nombramiento provocó un agravamiento de las tensiones entre los tecnócratas y
falangistas. Los primeros apostaban por Juan Carlos de Borbón como una garantía de
renovación, mientras los segundos pretendían impulsar las instituciones del Movimiento como
base del desarrollo del régimen y situaba la cuestión monárquica en un segundo término.

Las tensiones entre los falangistas y tecnócratas en el gobierno estallaron públicamente en 1969
con el caso Matesa cuando las denuncias por corrupción salpicaron a los ministros
tecnocráticos. Este escándalo tuvo consecuencias políticas importantes, ya que provocó la
expulsión de los sectores más tecnócratas del gobierno al que se les responsabilizó del aumento
de la conflictividad social.

En 1973, Carrero Blanco fue nombrado presidente del gobierno, convirtiéndose en la persona
clave para mantener la unión de todas las familias franquistas y asegurar la continuidad del
régimen después de la muerte de Franco. Pero los planes quedaron truncados cuando fue
asesinado por ETA en Madrid.

A partir de este momento, la fractura entre quienes apostaban por la permanencia del régimen
a toda costa, aunque fuese incrementando la represión (inmovilistas), y quienes apuntaban
hacia la necesidad de un cambio progresivo creando asociaciones políticas dentro del
Movimiento (aperturistas) fue haciéndose cada vez mayor. Los sectores más ultras, que se
oponían a cualquier transformación y defendían el carácter inalterable del alzamiento,
afianzaron sus posiciones. Formaba el llamado bunker, que agrupaba a mandos militares, viejos
falangistas y algunos políticos radicales.

En enero de 1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro que pretendía
unir a aperturistas e inmovilistas. Presentó en la Cortes un programa de signo aperturista hacia
un mayor pluralismo político: prometió una nueva Ley Municipal que permitiese la elección de
alcaldes y de las diputaciones provinciales, anunció reformas sindicales y una nueva ley sobre
asociaciones políticas. Pero pronto se evidenció que las reformas prometidas no eran sino un
formalismo con poco contenido real y que el régimen era incapaz de democratizarse. Los
sectores ultraderechistas denunciaron el inminente peligro de destrucción del régimen, por lo

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que Arias, con Franco ya gravemente enfermo, se decantó hacia el inmovilismo. Esto provocó
que los ministros aperturistas salieran del gobierno.

En cuanto a la oposición del franquismo, la protesta de los trabajadores fue el principal foco de
oposición al régimen a partir de la década de 1960, cuando las huelgas y las reivindicaciones
obreras crecieron en intensidad. Las autoridades franquistas actuaban sobre ellas con métodos
puramente represivos.

En 1964 surge el sindicato clandestino Comisiones Obreras (CCOO) como organización


alternativa al sindicato oficial. Era un sindicato independiente y democrático que impulsaba la
lucha laboral (salarios, condiciones de trabajo…) y política (libertad sindical, derechos civiles, …).
Su táctica fue entrar en las organizaciones del régimen y aprovechar los cauces oficiales para
organizar a los trabajadores. A finales del franquismo era el sindicato más importante.

Las protestas universitarias cobraron fuerza a partir de 1965. Los actos de protestas se repetían
frecuentemente y el régimen respondía con cargas policiales, detenciones, cierre de los centros
universitarios… El movimiento estudiantil ya no se detuvo hasta el final del régimen y era el
síntoma más claro de que el régimen no contaba con el apoyo de la juventud.

La difusión de los postulados reformistas del Concilio Vaticano II y la preocupación por las
injusticias sociales propiciaron, dentro de la Iglesia católica, de actitudes críticas con la
dictadura.

En 1974, por iniciativa del PCE, se constituyó en París la Junta Democrática de España, que
integraba Comisiones Obreras, numerosos partidos de izquierda e incluso personalidades de la
derecha democrática. Propugnaban la formación de un gobierno provisional que implantase un
régimen democrático y la adopción de medidas como la amnistía, libertades políticas y sindicales
la legalización de los partidos políticos.

Junta Democrática

En 1975, el PSOE, liderada ya por Felipe González, impulsó la Plataforma de Convergencia


Democrática con la ayuda de la Democracia Cristiana, de la UGT, el PNV, Con un programa muy
similar al propuesto por la Junta, ruptura democrática con el régimen tras la muerte del dictador.
Ambos se unirían durante la transición en la Coordinación Democrática (Platajunta).

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Plataforma de Convergencia Democrática

En los últimos años de la dictadura se produjo también un recrudecimiento de la violencia


política. Por una parte, ETA incrementó sus atentados, y apareció un terrorismo
ultraizquierdista que tuvo sus principales referentes en el FRAP y el GRAPO. El franquismo
respondió con una intensificación de la represión.

Con Franco agonizando, el gobierno tuvo que hacer frente al conflicto de Sahara. En 1973, el
Frente Polisario (formación nacionalista de los saharauis) reivindicaba su independencia. España
optó por aceptar la descolonización y permitir un referéndum de autodeterminación en el
territorio. En 1975 el rey Hassan II de Marruecos organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica
del territorio que movilizó a decenas de miles de civiles. Ante el peligro de un conflicto bélico
con Marruecos, España optó por claudicar y entrega en Sahara a Marruecos y Mauritania.

La Marcha Verde

El 20 de noviembre de 1975 fallecía el dictador dejando el régimen que el gobernó con mano
de hierro en plena descomposición interna y aislamiento internacional. Tanto él como sus
partidarios estaban convencidos de que todo quedaba «atado y bien atado», y de que el nuevo
rey, Juan Carlos I, continuaría las líneas políticas del 18 de julio. Pero los acontecimientos
inmediatos a su muerte demostraron la voluntad del rey de avanzar hacia una democracia, y
que la dictadura franquista era inviable más allá de la muerte de Franco.

2. ASPECTOS ECONÓMICOS

El Plan de Estabilización llevado a cabo por el gobierno tecnócrata a finales de los cincuenta,
sentó las bases para el crecimiento de la economía española en los años sesenta. Su objetivo

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era poner fin al excesivo intervencionismo estatal de los años precedentes y suprimir los
obstáculos a la liberación comercial financiera. Sin embargo, produjo de inmediato una fuerte
recesión económica que provocó un incremento del paro y aumento de emigración a Europa.
También se originó un crecimiento desigual de los sectores productivos y el aumento de
desequilibrios regionales. Pero las medidas que contenía terminaron por tener un efecto
positivo, ya que se redujo la demanda interna, la inflación, y se estabilizaron los precios.

De esta manera en 1961 la economía española estaba ya relanzada pero también fruto de una
etapa de prosperidad económica mundial. España se va a beneficiar al recibir del exterior
grandes divisas generadas por: el turismo, que se convirtió en la primera industria nacional, el
dinero que era enviado por los emigrantes españoles instalados en los países más
desarrollados (Alemania, Francia, Suiza), y la introducción masiva de capital extranjero.

Gobierno Tecnócrata

Para coordinar y orientar este proceso expansivo se pusieron en marcha los Planes de
Desarrollo Económico y Social. En total se promulgaron tres planes de vigencia cuatrienal (1964-
67, 1968-71, 1972-75) y para supervisarlo se creó una Comisaría del Plan de Desarrollo y se
nombró a López Rodó como comisario.

Se trataba de una planificación económica de carácter indicativa con la finalidad de impulsar


desde el Estado el crecimiento de la economía española (marcaban la dirección de las
inversiones prioritarias y estimulaba la iniciativa privada mediante ventajas fiscales o
crediticias). La planificación pretendía solucionar las deficiencias de la industria e intentaba
reducir los desequilibrios económicos regionales promoviendo nuevas industrias en lugares
poco industrializados.

En líneas generales dicha planificación fue un fracaso ya que se daba más prioridad a los
rendimientos de los grupos cercanos al poder que a los intereses económicos generales. El
mayor logro fue dotar a la iniciativa privada de infraestructura (carreteras, electrificación,
refinerías de petróleo, etc.) y productos básicos (acero, carbón, etc.) que permitieron el
crecimiento industrial en el marco de la favorable coyuntura económica.

En 1970, España se había transformado en un país industrializado. Las mejoras en la


productividad permitieron bajar los precios y esto favoreció el aumento de las exportaciones.
También contribuyó al aumento de los salarios y éste, a su vez, al crecimiento de las compras.

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El desarrollo económico fue frenado por la crisis mundial de 1973 producida por la rápida e
imprevista subida de los precios del petróleo impuesto por la OPEP. Afectó con especial
gravedad a España debido a la enorme dependencia energética del país. También provocó el
descenso del número de turistas y la consiguiente caída de los precios y el descenso de las
exportaciones debido a la depresión internacional. Se produjo también el regreso a España de
miles de trabajadores que se quedaron sin trabajo.

3. ASPECTOS SOCIALES

El desarrollo económico produjo importantes transformaciones socioculturales. La


modernización social comenzó por un gran aumento de la población, con un notable
crecimiento de índice de la natalidad. El crecimiento demográfico y el desigual reparto de la
riqueza intensificaron el progreso migratorio que el régimen promovió para favorecer el
trasvase de mano de obra a la industria y servicios. La emigración tomó dos caminos diferentes:
hacia las ciudades industriales (Madrid, País Vasco, Valencia y Barcelona) y hacia países
europeos como Alemania, Francia, Suiza o Bélgica. Esa emigración exterior constituyó una
válvula de escape para el régimen, ya que hubiera sido incapaz de proporcionar empleo a todos
ellos. Pero estaban interesados en controlar a esos emigrantes para lo que se creó el Instituto
Nacional de Emigración (1957).

El movimiento migratorio tuvo sus consecuencias en el proceso urbanizador, pues mientras


amplias zonas rurales se despoblaban, las ciudades crecían a un ritmo vertiginoso y, en muchos
casos de forma caótica. Muchos barrios nacieron y crecieron mal equipados con viviendas
precarias proliferando el chabolismo.

El tránsito de una economía agraria a otra industrial y de servicios provocó una transformación
muy importante de las estructuras socioprofesionales de la población. Estos cambios supusieron
la definitiva consolidación en España de una sociedad capitalista industrializada, en la que los
sectores asalariados eran amplios y diversificados, al tiempo que la clase media aumentaba su
peso social de manera considerable.

También se produjo una profunda transformación hacia unas pautas sociales y morales y unos
hábitos culturales propios de las sociedades modernas e industrializadas:

• El aumento del poder adquisitivo hizo posible la entrada de España en la denominada


sociedad de consumo, que se vivió con gran intensidad. Los hogares empezaron a
equiparse con frigoríficos, televisores, aparatos de cocina. También se popularizó el
automóvil, sobre todo el SEAT 600, de producción nacional.
• También se llevó a cabo una remodelación de todo el sistema educativo con la Ley
General de Educación que supuso un aumento de la población escolarizada, desde la
enseñanza primaria a la universidad y un aumento de las inversiones del Estado en la
enseñanza. El alfabetismo disminuyó de manera drástica hasta alcanzar los niveles de
los países más avanzados a la vez que tenía lugar una progresiva democratización del
sistema educativo con la incorporación de un buen número de estudiantes de familias
obreras y de clase media baja.
• La estructura familiar empezó a experimentar cambios significativos, ya que la familia
amplia de tradición rural se fue sustituyendo por la familia nuclear (padres e hijos) típica
del mundo urbano e industrial.

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• La mujer empezó a abandonar su papel tradicional de madre y esposa para
incorporarse al mundo de los estudios y al trabajo remunerado, sobre todo en
actividades administrativa o de servicio.
• La renovación de la Iglesia que siguió al Concilio Vaticano II tuvo un gran impacto en
España e influyó decisivamente en un sector de la Iglesia española que comenzó a
distanciarse del régimen y a alinearse junto a los sectores sociales que reclamaban su
democratización. Estos cambios en la Iglesia se produjeron en un contexto de creciente
secularización y de disminución de su influencia en todos los ámbitos de la sociedad.

Seat 600

En resumen, el progreso social y el cambio de pautas culturales, en vez de fortalecer el régimen


debilitaron sus apoyos sociales, creando un nuevo tipo de oposición que reclamaba la
democratización del régimen, libertades políticas y sindicales, y una sociedad más abierta en
consonancia con los nuevos movimientos culturales europeos.

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