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D E
EL TUNANTE
(Abelardo N . Gamarra)
f«2
l_l MA-191Q
SIN PREÁMBULOS
Para servir á S. E.
Mucha Mecha.
la M a r í a nos ha de a c o m p a ñ a r , (esta M a r í a n o
es de las tres de que habla la S a g r a d a Escritura
sino una M a r í a que le adereza el timbvchc al se-
ñ o r Subprefeeto, el timbnche es una especie de
chupe ó s o p a ) ; que vean también una bestia m á s
p a r a que lleve su c a m a .
— P o r t o d o , señor Usía, repite el g o b e r n a -
d o r , quince bestias.
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II
L a salida de Su M a j e s t a d
p o c o le pertenece. F o r m a n parte de su c o m i t i v a :
el Secretario, el ordenanza, la M a r í a del timbu-
chc y, pare U. de c o n t a r . Esta es la parte oficial.
A c o m p á ñ a n l e , además, h a s t a las afueras de
P e l a g a t o s : el Gobernador, el Alcalde, el Cura, el
hacendado en c u y a casa dan de comer á la a u t o -
ridad, algunos dueños de b o d e g a s , en las que
a c o s t n m b r a hacer la mañana, y d o s ó m á s b o -
rrachitos de oficio, trapisondistas y g a n c h o s
para la soltura de presos ó la absolución de cons-
criptos.
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Su Señoría se encuentra en media mona;
pues, mientras se h a ensillado las bestias y se h a
despachado la carga, c o n los arrieros en ayunas,
la a u t o r i d a d y su c o m i t i v a la han p a s a d o lujan-
d o schacta, p a r a evitar resfriados.
Qué Pacha de Siete Colas, ni que B a j á de
cuarenta alforjas p o d r í a compararse con el aire
de soberbia que v a m o s t r a n d o el Subprefecto,
que ha estrenado ese d í a un rico p o n c h o de vicu-
ña, bufanda elegante } o t r a s prendas, t o d a s
t
fruto de su venalidad.
E c h a d o hacia atrás, con el sombrero h a s t a
los o j o s , la bufanda h a s t a las narices, ni m á s ni
menos que las t a p a d a s del t i e m p o del coloniaje,
apenas responde, con ligera inclinación de cabe-
za, al humilde saludo que, con el sombrero h a s t a
el suelo, le dirigen los infelices transeúntes.
C o r r i d a de t o r o s en h o n o r del Subprefecto
III
Suma t o t a l S. 1,680
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Mil seiscientos ochenta soles, limpios de pol-
v o y paja, p a r a su señoría, amén de las buscas
del Secretario, de la M a r í a la del timbache, del
ordenanza, y de la pallaqueada que con t a n plau-
sible m o t i v o hacen los g o b e r n a d o r e s , los algua-
ciles, los barajos y hasta los arrieros, á quienes
n o se d á una m a l a peseta p o r su t r a b a j o .
Una p l a g a de l a n g o s t a s h u m a n a s n o barrería
mejor una provincia. T o d o p a r a ordenar que se
limpie u n a iglesia; que se t a p e u ñ a raja y p a r a
encarcelar á veinte ó más infelices, callando p o r
d e c o r o las averías mujeriles.
IV
Querida chola:
C o m o hay t i p o s de individuos, h a y t i p o s de
familias, que se generan de igual manera, se de-
senvuelven y viven con h á b i t o s idénticos, for-
m a n d o lo que se pudiera llamar familias vetera-
nas, pues se mantienen en perpetua c a m p a ñ a .
S u p o n g a m o s u n a abuelita y u n a nieta, p o -
bre vieja que tiene historia, y m á s p o b r e nieta
que no p u d o conocer madre, porque la dejó p e -
queñita; ni padre, p o r q u e fué un calavera al que
desnucó un caballo en un día de carnaval.
L a abuelita teniendo casa y c o m i d a , gracias
á un pequeño s o c o r r o que le envían del e x t r a n -
g e r o , recoge á la nieta y la cría c o n t o d a la ter-
nura de que son capaces las abuelas: le consien-
te t o d a s sus travesuras; le fomenta t o d o s sus
caprichos y, c u a n d o la chiquita p a s a á llevar
traje de cola, la p o b r e abuelita cabrestea á las
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procesiones, las noches buenas, las tertulias ca-
seras y á c u a n t a parte quiere la m u c h a c h a .
L a p o b r e vieja cabecea en algún rincón, mien-
tras la niña se divierte, y á fuerza de t a n t a di-
versión le sale p o r allí, c o m o caído del techo, un
n o v i o : el m á s pelado de los que con ella tienen
amistad; pero eso sí, el que mejor baila y tiene
más esperanzas de subir.
Este pichón de n a d a , es el que con el t i e m p o
viene á ser el Sargento M a y o r y Subpi'efecto de
que n o s h e m o s o c u p a d o .
C a s a d o s el hambre con la necesidad; muerta
la abuela; terminada la mesadita y d á d o s e prin-
cipio á los p a r t o s ; de la c a m p a ñ a de buscar n o -
vio, p a s a la infeliz j o v e n á la de s o p o r t a r nece-
sidades.
Que y a se destinó el m a r i d o y h u b o c o n que
p a g a r un mes de casa; que y a se quedó en media
calle y h u b o que deber a ñ o y medio; que y a lo
volvieron á destinar y se p u d o vivir en ventana
de reja y c o m p r a r muebles, que y a perdió el des-
tino y h u b o que empeñar h a s t a la camisa.
Unas veces con m a n t a de v a p o r y b o t a s cala-
das; y o t r a s c o n m a n t a de merino y chancletas;
y entre que se les muere un hijo, y h a y que hacer
suscrición p a r a enterrarlo, y les nace o t r o y es
p a d r i n o el primer Ministro eme se encuentra á la
m a n o , ó algún Excelencia de esos que necesitan
c o m p a d r e s , p o r aquello de do'ut apoies, el hecho
es que las muchachas crecen; que las muchachas
son b o n i t a s ; que la mujer del Subprefecto, que
casó j o v e n c i t a , aún tiene buenas b a r b a s ; y que
la familia está m o n t a d a al sistema de peripecias;
es decir, al de comer c u a n d o hay, y al de santi-
guarse c u a n d o n ó .
C o n o c e n t o d a s las aplicaciones de la t a r s a n a
y saben que c o n medio de pescado, no sólo un
g a t o se puede mantener.
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L a familia se c o m p o n e del Sargento M a y o r
en disponibilidad y con despachos e x t r a v i a d o s ;
de la señora de buenas b a r b a s ; c u a t r o m u c h a -
chas buenas m o z a s y un p a r de m a t a p e r r o s , que
hacen el servicio de ir á la calle p o r lo que se ne-
cesita en casa, m u c h a c h o s insolentes con las her-
manas, refunfuñadores c o n la madre y s ó l o o b e -
dientes á los coscorrones del S a r g e n t o M a y o r ,
H a y también un g a t o , que c u a n d o faltan pe-
ricotes en casa v a á buscarlos en la vecina; un
perrito lanudo, que unas veces está arrellenado
sobre la falda de u n a de las niñas, y o t r a s , en la
cocinería del b a r r i o , sentadito m i r a n d o con t a -
m a ñ o s o j o s á los c a r g a d o r e s c u a n d o se desayu-
nan, perrito lleno de cintas y cascabeles; p e r o
que, con cintas y t o d o , á las diez de la noche se
escapa y vá á olfatear los m o n t o n e s de b a s u r a
de media calle.
Otra d é l a s niñas tiene un canario, que se
parece á la reina m o r a — que á veces c a n t a y á
veces llora — finalmente los m a t a p e r r o s tienen
un par de gallos, g a l l o s c o n los que ejecutan
multitud de combinaciones: unas veces los c a m -
bian p o r p a l o m a s , o t r a s p o r conejos, después
nuevamente p o r gallos; de repente los venden y
se a r m a n á las cuchillas finas, las carteritas, los
relojes de nickel.
— De d ó n d e has s a c a d o esto, m u c h a c h o ? ex-
clama la madre e n c o n t r a n d o algún prendedor.
— De dónde? de mis g a l l o s .
— De dónde sacaste, tu, p a r a ir á t o r o s y al
teatro ?
— De dónde he de sacar? responde el o t r o :
mi ajiseco que lo vendí.
— Así es que y a no h a y gallos?, interrumpe
alguna de las hermanas,
— ¡Tan b o n i t o s ! a g r e g a o t r a .
— 41 —
— T e n e m o s o t r o s mejores, contestan á d ú o
los m a t a p e r r o s .
— C ó m o otros?
— P o r supuesto.
Y en efecto, al día siguiente cantan y ale-
tean e n t r a b a d o s en un rincón de la cocina d o s
gallos hermosísimos.
L o s m u c h a c h o s hacen c o n los gallos, lo que
algunos c o n las plazas supuestas: v a r i t a m á g i -
ca de embuche; y t a n a c o s t u m b r a d a está la fa-
milia á ver las transformaciones de los g a l l o s ,
que h a y ocasiones en que sirven h a s t a p a r a las
necesidades de casa.
L a madre los vende á escondidas de los m u -
chachos, estos refunfuñan, patean y arman gres-
ca; pero nuevos gallos, c o n distinta pluma, traen
el día menos pensado.
Otras veces las hermanas ofrecen c o m p r a ,
regalan a l g o á los m a t a p e r r o s y echan m a n o de
los g a l l o s p a r a un día de s a n t o .
A los d o s días, nuevos gallos cantan en la c o -
cina.
Es xm cambalacheo interminable, una presti-
j i t a c i ó n mágica, fruto de ciertos m a l o s h á b i t o s ,
que la madre disimula, que las hermanas callan
y de que el padre no se d a p o r notificado.
¡Qué angustias las que frecuentemente s o -
p o r t a esta familia!
T o d o s le fían, h a s t a que se destine el jefe.
A veces el jefe se v a fuera de L i m a en busca
de a l g o , y entonces se presentan los visitantes:
de esos jóvenes, buenos unos, lanzas los m á s ,
que andan á caza de chicas buenas m o z a s ; y d a
principio la batalla del corte y t a n t e o : las m u -
chachas á querer a m a r y entregarse en b r a z o s
de los e n a m o r a d o s , y la vieja á capearlos y á
c o l o c a r l o s en el disparadero.
P a s e o aquí, paseo allá, invitaciones; almuer-
T.—1? s.—6.
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citos en huertas; c o m i d a s en el c a m p o ; c o p a s
p o r m a y o r y menor y regalitos.
Así en estas alzas y b a j a s de fortuna y en es-
t o s cambiantes, llega, c o m o h e m o s v i s t o , nuestro
S a r g e n t o M a y o r á Subprefecto, p r a c t i c a la visi-
t a y remite los mil y pico de m o r l a c o s , fruto de
su buena administración.
Llegan las letras y el o r i t o , una semana an-
tes del c a r n a v a l .
El lunes reciben d o s de los e n a m o r a d o s de
las muchachas la siguiente c a r t i t a :
" C h o l i t o , n o sabes c u a n t o te quiero; ayer,
después que te fuiste, n o pude salir á la v e n t a n a ,
p o r q u e llegó d o n Federico y y a sabes que n o pue-
d o descuidarme c o n mi hermana; pero m a ñ a n a
saldré, n o dejes de venir, p o r q u e t e n g o que h a -
blarte: creo que v a m o s á p a s a r un c a r n a v a l á
nuestro g u s t o . T e n g o muchas g a n a s de m o j a r t e ' ' .
Tu dije.
Otra:
Tulla, s ó l o tulla. A.
V a á librarse la b a t a l l a c a m p a l de los a m o r e s .
L a madre, c o n el p r o d u c t o de las buscas del
S a r g e n t o M a y o r , está a r m a d a á las fichas, y c o -
mienza la distribución.
— N o es posible a g u a n t a r m á s t i e m p o en
esta casa, dice una de las niñas.
— E s o es, a g r e g a o t r a , tu, m a m á , lo ofrecis-
te p a r a c u a n d o recibieras dinero.
— 43 —
cristal se a g i t a n c o n m o v i e n d o t o d o s los c o r a -
zones " .
— ¡Bravo!, ¡ b r a v o ! , ¡bravo!, chin-chin (las
copas).
— 4-5 —
" S í señores, me abrumáis c o n v u e s t r o s
a p l a u s o s : traen á mi alma bienandanza, y p o r
eso o s invito á t o d o s á t o m a r p o r este p a r a í s o ,
en que t o d o es e n c a n t o , t o d o d o n o s u r a , t o d o
virtud, t o d o suavidad, t o d o delicia, t o d o g u s t o ,
t o d o c o n t e n t o , t o d o dicha, t o d o placer, t o d o
n o sé que i b a á decir ( c o m o que está t o d o b o r r a -
cho).
P o r el Subprefecto de P e l a g a t o s , señores. "
Uraaaaü (los h o m b r e s ) : Urriia (las muje-
res).
L a mujer del Subprefecto se enjuga una lá-
grima.
No hay que llorar, le dice su vecino, cruzan-
d o su c o p a c o n la de ella, mientras los e n a m o r a -
d o s estrechándose una m a n o b a j o la mesa y c o n -
t i n u a n d o su t a c t o de rodillas, apuran su c o p a
del brindis, que es bien llena y h a s t a verte Cris-
to mío.
A la c o m i d a sigue el baile, al baile la m a l a
noche, á la m a l a noche el curar la cabeza.
Resultado: los m o z o s salen el miércoles de
ceniza á las seis de la m a ñ a n a , c o m o s o l d a d o s
d e r r o t a d o s , pelicaídos, ojerudos, c o n el cuello de
los chaqués arriba, oliendo a v i n o y á chisguetes.
N o p o d í a invertirse mejor el dinero de la des-
v e n t u r a d a provincia.
Remedio» casero»
d o , j i p a que j i p a , a c a b a p o r arrodillarse y p o r
caer p a r a n o levantarse m á s .
El correista afloja la cincha, quita la m o n t u -
rita, sin sudaderos, se la echa á las espaldas,
j u n t o con la alforja de comunicaciones y de en-
c a r g o s , y, r e m a n g a d o s los calzones, c o n t i n ú a su
m a r c h a hasta la cueva p r ó x i m a , entre las s o m -
bras de la tarde y los ú l t i m o s chicotazos de la
tempestad que aún n o ha cesado.
Se acurruca al pie de la peña, se arma con la
c o q u i t a y así duerme r e c o s t a d o sobre la alforja.
Al día siguiente continúa su m a r c h a , dejando
encargadas en la choza m á s p r ó x i m a la m o n t u -
rita3 el b o z a l , y 3 a entrada la noche llega al pue-
7 r
b l o , m u e r t o de h a m b r e y s u d a n d o c o m o un j í b a r o .
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A la entrada le ha c o n v i d a d o felizmente un
p o t o de chicha su c o m p a d r e el sillero, al que, sin
m i r a m i e n t o alguno h a dejado registrar el p a q u e -
te y t o m a r l o s p e r i ó d i c o s que ha creído c o n v e -
niente p a r a saber las novedades.
II
Señor d o n F u l a n o C h a s c a m o r r o s o .
Chungalmajada.
M u y señor m í o :
El señor d o c t o r X . , se h a interesado v i v a -
mente p o r q u e n o lo muevan á usted de su pues-
t o ; y t e n g o encargo de decirle que pierda usted
t o d o cuidado: lo que conviene es servir al d o c t o r
y portarse en las elecciones.
De usted, afectísimo y S. S.
Cnñaza N. 1.
— Vas á ir c o n el c o r r e o .
— Sí será, señor.
— Conoces el camino ?
— Preguntaré, señor.
— Bueno, pues, el d o m i n g o entrante estarás
de vuelta.
— C ó m o n o , mi señor.
— 61 —
— V a y a U., pues.
— H a s t a la vuelta, mi señor.
El indio v a primero á su casa, allí se está
d o s días y después sale c o n el correo, p a r a repe-
tir al regreso la escena que llevamos descrita al
comienzo.
Á veces en medio de estos laberintos, llega el
visitador, y p o r lo general h a y que poner una c o -
pa más y que m a t a r algunas gallinas, p a r a las
p a c h a m a n c a s que el Sr. Subprefecto h a de des-
pavilar con este su antiguo c o n o c i d o de L i m a ,
que redacta el informe pidiendo á lo m á s aumen-
t o de sueldo p a r a el administrador y a c o m p a -
ñ a n d o una a c t a firmada p o r t o d o s los c o m p a -
dres y padrinos de éste, y h a s t a p o r t o d o s los
damnificados, pues en diciendo " f i r m e n " el Sub-
prefecto, j u s t o s y pecadores echan la rúbrica.
Con lo que sigue la rueda y t o d o s v i v i m o s en la
gloria.
La Escuela
El maestro de escuela en P e l a g a t o s es un
h o m b r e que vive p o c o menos eme de la caridad
pública: un mendigo que, en vez de salir de puerta
en puerta á pedir limosna, a g u a r d a que lo s o c o -
rran c o m o buenamente puedan algunos infelices
padres de familia.
N o m b r a d o con el haber misérrimo de 10 so-
les mensuales, percibe esta pensión ir nomine,
porque la tarasca primera, segunda, tercera ó
cuarta dá buena cuenta de la partida de instruc-
ción; ó los vales que se le o t o r g a alguna vez l o -
g r a vender á persona influyente, á diez p o r uno,
puede calcularse, gracias á este sistema de p a g o :
el sueldo fijo del desventurado en d o s ó c u a t r o
reales mensuales.
El traje del maestro corresponde á la magnefi-
cencia de su sueldo; viste en los días de t r a b a j o
cotón de lana } chaqueta de corte, c o n más re-
r
^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^
' 4
c o n un b r a z o t r a t a n d o de señalar el Cielo y el
o t r o inclinado p a r a besar la tierra; m á s acá, á
manera de estacas, p e d a z o s de cruces que el tiem-
p o h a destruido; p o r t o d a s partes más cruces
f o r m a d a s de pedazos de leña a m a r r a d o s con chi-
llines, único t r i b u t o que la gente del c a m p o pue-
de dejar en el sepulcro de sus deudos; y al pie de
esas estacas y al rededor de esas cruces, deshe-
chas en astillas, vense p l a n t a d a s siemprevivas,
manzanilla del c a m p o , ó c o n g o n a s silvestres; y
aquí y allá y p o r t o d a s partes bosquecillos de
sunchos ó de r o s a c o m ú n , cubriendo sepulturas
y d a n d o s o m b r a á la g r a m a silvestre, que c o n
buen a b o n o crece cual verde cabellera; y d e v o -
r a n d o tranquilamente esta g r a m a uno que o t r o
asno a b a n d o n a d o p o r viejo é inservible á su p r o -
pio destino, caídas las orejas y pelada la piel en
señal de sus largas fatigas; algún caballo c o n -
t e m p o r á n e o del b o r r i c o , desorejado y macro,
descolado y sin crin, hecho t o d o un escaño; y
p o r entre las p a t a s de estos a p e r g a m i n a d o s cua-
drúpedos, multitud de chanchos, con m á s piques
en las c o r v a s y m á s rengos y esqueletizados eme
el burro y eme el caballo.
N a d a t u r b a la paz de estos sepulcros, pues si
á veces relincha el viejo rocinante, casi n o puede
rebuznar su c o m p a ñ e r o , y los chanchos osean sin
siquiera refunfuñar. P r o n t o caerán estos infeli-
ces, los cóndores vendrán desde centenares de
leguas y limpiarán sus huesos, p a r a que más t a r -
de blanqueen j u n t o á una calavera una quijada,
y á l a d o de u n a tibia, un casco p e g a d o á su cani-
lla, que m o s t r a r á su pelo en el achurrascado pe-
llejo; los cochinos revolverán las o s a m e n t a s y
pedazos de bestias con pedazos de h o m b r e , cas-
cajos del suelo y fragmentos de tejas f o r m a r á n
esos ásperos retazos de suelo sobre los que, p a r a
n o pisar la humedad, en los entierros que se ha-
- 69 —
cen de mañana, ha de colocarse el señor cura;
gangoseando el responso y echando agua bendita
sobre la tierra que cubre al muerto fresco, y sobre
los huesos de racionales y de bestias, que se re-
vuelven en la superficie, calcinados por el sol de
medio día y empapados en lluvia cuando arre-
cian las tempestades.
Con razón en las tardes cantan tan triste-
mente las pischuchangas en las tapias, y en las
lomas vecinas se oye como clamor, el balido de
las ovejas y como un ¡ a y ! eterno la andarita de
los pastores.
El Rocoto
el m i l a g r o de que n o cambien á p a p á , al m i s m o
t i e m p o que se c o m p r a c o r o n a y m a n t o p a r a
Nuestra Señora de las M a m a d a s , se a r m a n las
niñas á los trajes de seda y alguna vez c o m p r a
la señora una alhajita, ó el señor un c r o n ó -
metro.
Así vive el socio de Beneficencia, que amén
de su curul entre los de la cofradía, suele llegar
también á los a l t o s puestos de la República y en
ellos, c o n t i n u a n d o la vida p i a d o s a á que está
a c o s t u m b r a d o , dulcemente ejercita la caridad
del número u n o .
Cocinas ij cocineras
• i*
ojos.
—Qué h o r a se-
rá, Ju amicho?
— Y a será y a
la m a d r u g a d a ;
no hace r a t i t o
que he ido á ver
las bestias y y a
e s t a b a n can-
t a n d o los t o g a -
mes.
El indio en-
v u e l t o en su
p o n c h i t o de la
cintura á los
pies, se anua
antes de la venida del día.
Al fin clarea y á la luz del alba se ve c o m o de
m á r m o l el -jaisaje, ha g r a n i z a d o durante t o -
- 87 -
EN LA PROVINCIA
E s o s soberbios t r o g l o d i t a s , c u a n d o llegan
al pueblo tienen t o d a s las atenciones, m o n o p o -
lizan t o d o s los bebederos, y barren, en j a r a n e t a s
con las hijas de la gente media; y en lúbricos bai-
les, que fomentan entre lo que llaman las pri-
meras familias, se entregan al sibaritismo m á s
completo.
¿Quién les v á á decir una palabra?
— Ya patearon á don Fulano.
— Y a se s a c a r o n á la hija de d o n Z u t a n o .
— Y a le quitaron su mujer á M e n g a n o .
H é aquí las n o v e d a d e s de las gentes c u a n d o
los Churgapes ó los Cungules se presentan en
las fiestas de P e l a g a t o s .
Ojalá que ese salvajismo de vida coi-respon-
diera á cierta virilidad ó cierto carácter p a r a
los grandes hechos: son g u a p o s p a r a abalearse
entre ellos; g u a p o s p a r a pelear las alcaldías,
g u a p o s p a r a cansar la mejor muía en una cues-
t a ; g u a p o s p a r a sostener tres 6 c u a t r o noches
de tuna; g u a p o s p a r a servir c o m o perros á sus
partidarios de Lima; pero el día que el g r i t o n a -
cional estremece la tierra, y la b o t a del enemigo
extrangero ultraja el suelo, ese día refunden las
muías en las entrañas de los cerros; a m a r r a n las
talegas c o n d o s ó c u a t r o coche ñudos y g u a r d a n
el pellejo con el m a y o r c u i d a d o ; p a r a eso son
los indios, que p o r sartas envían de recluta, y
los pobres que n o tienen padrinos.
Después de estas d o s familias p o d e r o s a s , n o
hay en P e l a g a t o s o t r a c o s a que gente infeliz
á merced del a b u s o de t o d o el m u n d o .
Sale, pues, Juan P i c h ó n de L i m a con cartas
mil de recomendación p a r a Churgapes y Cungu-
les, 3 c o n cartas de ofrecimientos regios de es-
r
sa se llena de curiosos.
El periodiquito decía:
BIENVENIDA.—Hoy, á las c u a t r o de la t a r d e ,
h a llegado á nuestro a m a d o suelo, el eminente
jurisconsulto d o c t o r d o n Juan P i c h ó n : tan dis-
tinguido personaje tiene t o d a s las cualidades de
un buen juez, pues c o m o dice Cicerón (aquí u n a
largar cita de Cicerón) deseamos que la b a l a n z a
de Ástrea sea manejada sabiamente, pues c o m o
dice P l a t ó n (aquí o t r a cita de P l a t ó n ) . N a d a
hay p a r a un pueblo tan benéfico c o m o un m a -
g i s t r a d o íntegro, pues c o m o dice San B o r o n -
d ó n (aquí o t r a cita de San B o r o n d ó n ) . Es p o r
esto que desde lo m á s recóndito del a l m a felici-
t a m o s al preclaro d o c t o r con las palabras de
C a t ó n (aquí las p a l a b r a s de C a t ó n ) . Y felicita-
m o s á P e l a g a t o s de t o d o c o r a z ó n , c o m o diría
Flacmarión (aquí o t r a frase de F l a c m a r i ó n ) .
Cholitos de regalo
G u a r d a d o r a s , económicas, l a b o r i o s a s , acti-
v a s , m a d r u g a d o r a s , sobrias, sólo viven preocu-
p a d a s del t r a b a j o .
En las graneles festividades, cuando se dirige
de un pueblo á o t r o , m o n t a los mejores caballos,
que maneja c o n gallardía y sin temor, y en los
- 110 -
bailes del pueblo arrastra el mejor g r o , calza la
b o t a m á s elegante y lleva los dedos c u a j a d o s de
brillantes.
Si se ofrece g a s t a r , e r o g a r , o b l a r p a r a a l g o
p i a d o s o ó p a t r i ó t i c o , no se para, en pelillos, ni
espera que el m a r i d o le dé para salir airosa: se
suscribe p o r p r o p i a cuenta, generosamente, c o n
el doble ó triple de lo que e r o g a cualquier h o m -
bre; es puntillosa, delicada. El m a y o r insulto p a -
ra estas tres clases de mujeres, es llamarlas
ociosas.
Luce buenos colores, carnes macizas, cutis
fresco, cabellera lustrosa, fuerza en el c o r a z ó n y
en las formas. Sus o j o s tienen el brillo de los líru"
pidos manantiales, sus cabellos retintos se pare-
cen á las alas del t o r d o ; su color, más que de flo-
res, es de frutas: mejillas c o m o c a s c a r a de melo-
c o t ó n , labios c o m o café m a d u r o y entre-abierto,
lleno de j u g o y suavidad. L a salud y la vida en
himno viviente á la naturaleza.
Tipos de Imprenta
E L DIRECTOR A LA VOLÁSTICA
LOS SUELDOS
LOS LOCALES
LA SUBVENCIÓN
L a subvención es c o m o si dijéramos l a s a r n a
perruna, el gálico, cristalino, la elefantiasis.
El m o n s t r u o de la prensa.
En las provincias hay también esa carachita:
los Prefectos y los Concejos han llevado esa en-
fermedad. Aquí se l a r g a el a g u a p o r anchas y
c ó m o d a s c o m p u e r t a s , á b o r b o t o n e s , en chorrera
s o n o r a , allá la c o s a se hace p o r chisgueteadas,
p o r pequeñas lamidas; aquí se cucharea, allá se
r a s p a ; aquí se llena la b a r r i g a y allá el c u a j o :
aquí d a t o r o z ó n , allá schttcaque: los que aquí
forman la j a u r í a son lucios y regordetes p o d e n -
cos y sabuesos que tienen pulmones p a r a aullar
á m á s y mejor; los de allá son pobres canschttles,
l a t a n g o c i t o s churres, que con r a b o entre piernas
apenas tienen resuello p a r a ladrar b a j o las p a t a s
del caballo de la a u t o r i d a d .
¡Qué desgraciado es el lugar ó el país en que
a b u n d a la prensa de m a m a d e r a !
Allí se vive de p u r o convencionalismo: la gen-
te se desayuna c o n mentiras y duerme en el mun-
d o de las ilusiones.
Se vive p o r q u e se resuella, pero n o p o r q u e se
aliente de Belleza, de Verdad, ni de Bien.
Se vive p o r q u e se dice que se vive, n o p o r q u e
se sienta la vida.
Se vive c o m o en un p a r o x i s m o . N o h a y sa-
lud, n o hay, conciencia de que se vive.
L a subvención es la brujería, el c h a m i c o , la
sugestión, el h i p n o t i s m o .
L a subvención es la cocaína, elcloral, la m o r -
fina.
L a subvención, p o r eso, después de calmar y
adormecer concluye p o r m a t a r .
L a subvención, es el veneno a d m i n i s t r a d o en
inyecciones.
L a subvención es el t a b a c a z o que dan á los
dueblos los que se los quieren fumar.
- 121 -
Cuando h a b í a horcas se r e n t a b a verdugos:
pues los subvencionados son otra laya de verdu-
gos: más alevosos, mucho más temerarios, infi-
nitamente más desalmados: aquellos se monta-
ban sobre los h o m b r o s del a h o r c a d o y lo acaba-
b a n de estrangular; éstos se montan sobre la
opinión pública a p o y a d o s , sostenidos, sujetos
p o r la m a n o s del que les p a g a y con el cinismo
más grande, la hacen agonizar.
El que subvenciona; y el s u b v e n c i o n a d o , s o n
d o s t i p o s de criminales, d o s alevosos que se j u n -
t a n c o m o el asesino y el puñal. Dueños de las en-
crucijadas, el u n o á la distancia o b s e r v a el efecto
de la operación del o t r o ; y este p r o c u r a hacerlo
bien p a r a tener derecho de alargarle la m a n o .
El uno mide el t i r o , calcula el efecto, precisa
la puntería; el o t r o , asesta el g o l p e , tiende la red
entre las s o m b r a s , pone el sebo p a r a que c a i g a
el pez.
Son d o s aliados que se adivinan el pensa-
miento: d o s confabulados que se interpretan á
las mil maravillas: media palabra, un g e s t o b a s -
t a n para dar alcance al articulo de actualidad.
Dos conveniencias unidas p o r la necesidad,
p o r varias necesidades.
Donde hay prensa subvencionada tiene el
h o m b r e de bien que hacer de cuenta que c a m i n a
en un d e s p o b l a d o .
Pesadas en una balanza las causas del hun-
dimiento de la República: la subvención pesaría
t a n t o , c o m o t o d a s las demás j u n t a s .
C u a n d o las gentes, queriendo darse cuenta
de nuestras desgracias, dicen: *'la prensa ha he-
cho m u c h o d a ñ o ' "
" L a s u b v e n c i o n a d a " , c o n t e s t a m o s , p a r a des-
lindar responsabilidades y poner las cosas en su
sitio.
T* - l * s . — 1 2 .
— 122 —
Aun n o se d a cuenta el pueblo de lo que quie-
re decir el tráfico del pensamiento, la subasta de
las conciencias.
F e n ó m e n o d i g n o de o b s e r v a c i ó n es el siguien-
te: nuestros periódicos que de literatura se ocu-
pan, aparecen y desaparecen en la escena, c o m o
cosas dé novelería: c o n m u c h a bulla á la salida y
c o m o cohete que se a h o g a á lo menos pensado
de su ascenso; sin e m b a r g o , sucede esto en un
país aficionadísimo á versos, muy d a d o á la lec-
tura de novelas y en el que b a s t a p a r a p r o b a r
tal afición el sin número de gentes que se suscri-
ben á un periódico, n a d a más que p o r el folletín;
y los buenos reales que hacen las casas editoras
de o b r a s p o r entregas.
N a d a g u s t a m á s en esta tierra, p o r o t r a p a r -
te, que la figura; es p o r eso que no h a y quien n o
se h a y a i n t r a t a d o p a r a hacer publicar su es-
t a m p a en periódicos ilustrados.
¿ P o r qué no ha sido posible aquí a r r a i g a r
un periódico literario, ó un periódico ilustrado ?
P o r el gran c o s t o de su producción.
El público quiere bueno y los editores de pe-
riódicos literarios ó ilustrados no se han imagi-
n a d o que eso cuesta.
Querer tener periódico ilustrado ó literario
r e d a c t a d o p o r afición, es c o m o querer vestirse de
regalo.
P a r a fundar un periódico de esa clase, se ne-
cesita: 1.° Un h o m b r e de talento que lo dirija y
al que n o se le pague c u a t r o reales; 2.° Varios
escritores escogidos que lo redacten; pero tenien-
d o presente la empresa que son también m o r t a -
les y que comen c o m o los demás, mejor que los
— 123 —
E L SUSCRITOR PELUDO
— Bórreme de la lista.
— P o r qué n o lo sacan más grande.
— P o r qué n o lo sacan m á s chico.
— P o r qué n o lo sacan más l a r g o .
— P o r qué n o lo sacan m á s a n c h o .
— P o r qué n o lo han puesto m á s b a r a t o .
— P o r qué está t a n frío.
— P o r qué está tan caliente.
C a d a peludo presenta u n a objeción.
Mientras t a n t o , el ó r g a n o de publicidad c o n -
tinúa y los cajistas c o b r a n su t r a b a j o , el papel y
la tinta, demandan g a s t o s ; los suscritores dicen
debo y los empresarios dicen p a g o .
P a s a d o s tres meses, y a n o existe ni la centé-
sima parte de los suscritores, t o d o s se han c o n -
f o r m a d o c o n leer de p r e s t a d o , y esto, preguntan-
d o antes — ¿ H a y a l g o de bueno en el papel ?
A* lo que se llama " a l g o de bueno " , es que se
raje á ño sutano, que se entre en p u g n a c o n las
autoridades, que se les descubra las m a t a d u r a s
á los p r ó j i m o s , que el periódico, en una p a l a b r a ,
olvide su misión, y se transforme en un libelo.
Y si á los redactores los ponen en chirona, ó
los revientan, el que m u c h o hace, habla p o r l o
bajo.
— ¿ Quién le m a n d a meterse con nadie ?
El c o r o n a t u s de la o b r a es que ese periódico
que con avidez fué a c o g i d o , que c o n mil dificulta-
des fué f o r m a d o , y que s o l o molestias ha o c a s i o -
n a d o , v á p o c o á p o c o languideciendo.
Y lo más lindo es el c o r o de c o m e n t a r i o s que
vienen tras la desaparición.
— " Si bien decía y o , j qué i b a á d u r a r ! "
— " A q u í no d u r a n a d a p o r falta de c o n s t a n -
cia".
Siendo así que lo que aquí n o dura no es p o r
falta de constancia sino p o r s o b r a de peludos.
— 129 —
SOPLONES DE PLUMA
L a administración, lo que l l a m a m o s el g o -
bierno, es m a l o : m a l o , porque carece de fuente
legal originaria; y m a l o , p o r el criterio que lo in-
forma.
No h a y civismo real y efectivo, ni menos ese
a m o r , ese anhelo, ese afán, aquella noble aspira-
ción á enaltecer y engrandecer al país.
Se t o m a c o m o expediente el Bien; pero sólo
se persigue el interés.
L o s señores P a r d o han e q u i v o c a d o absolu-
tamente el camino: pudieron y debieron reac-
cionar c o n t r a los m é t o d o s d e p r a v a d o s y viejos,
pudieron y debieron abrir anchos y nuevos h o -
rizontes á t o d a s las actividades, á t o d a s las as-
piraciones nacionales; y no han hecho sino per-
feccionar y retinar t o d o lo a n t i g u o ; p a r a ellos el
Gobierno es c o m o una hacienda, con p a t r ó n , e m -
pleados y peones: el p a t r ó n m a n d a , y eso se ha-
ce: sólo al p a t r ó n debe suponérsele omniciente,
o m n i p o t e n t e y omnipresente, y él s o l o , si .se au-
senta, puede y debe dejar en su lugar al que le
parezca y con los que le parezca; y así viene el
- 141 -
c a n d i d a t o que se llama oficial, quién, p o r su
parte, ha sintetizado en una frase desgraciada
el principio fundamental de su administración.
" L a conveniencia, está sobre la justicia'':.
Nace de aquí una falsa organización de ser-
vicios y de o b r a s , que en apariencia son una
g r a n c o s a y en el f o n d o una calamidad. Nuestros
administradores' son grandes efectistas: decoran
con admirable maestría: p a r a los que ele lejos
ven las cosas, cuan admirables creaciones! pero
cuánta infelicidad de telones adentro.
C a d a ministerio es una g l o r i a ; c a d a depen-
dencia ó creación de ministerio una maravilla.
El que t o m a los Boletines, los papeles en que
se registran los decretos y los reglamentos, los
informes y los pro\ ectos, fruto de la concepción
r
alientos de p r o g r e s o , p o r el se v a á H u a c a -
china la p r o d i g i o s a laguna p a r a multitud de d o -
lencias.
Grau e s t a b a en Arica.
Era el 2 9 de Setiembre, día de su cumpleaños.
Sus c o m p a ñ e r o s de á b o r d o ' q u i s i e r o n ofrecer-
le, con ese m o t i v o , una c o m i d a íntima. Se h a b í a
recibido orden de salir aquel día, y antes de veri-
ficarlo pensaron reunir en t o r n o del ilustre mari-
n o unos p o c o s a m i g o s de los que m á s religioso
cariño le g u a r d a b a n . Se hizo el p r e p a r a t i v o y á
las cinco de la tarde, media docena de caballe-
ros, de los de tierra, estrechaban la m a n o de los
c o m p a t r i o t a s del intrépido Huáscar, que c o m o
u n a niña b o n i t a , m e j o r dicho, c o m o la niña de
los o j o s de Grau, se e n c o n t r a b a gallardamente
a c o n d i c i o n a d o , v o t a d a su o b r a muerta, alige-
r a d a su a r b o l a d u r a , p i n t a d i t o de n u e v o , buen
m o z o y elegante, c o m o s a r c ó f a g o artísticamente
p r e p a r a d o p a r a conservar las cenizas del mari-
n o más grande que ha tenido la América.
Demás será decir que fué servido el primer
coktail en la cubierta, p a r a respirar á p u l m ó n
abierto el "aire p u r o y sin m a l i c i a " c o m o decía
Grau á su j o v e n a m i g o el marino mercante Juan
Boisé, aludiendo al aire del m a r .
El M o r r o , ese formidable pedestal de B o l o g -
nesi, se alzaba delante de l o s o j o s c o n su b i c o l o r
y su a r m a s ; y allá, sobre la cumbre, se o í a el t o -
que de las bandas-de guerra y la lista de cinco,
— 155 —
corno el alarido del p u ñ a d o de leones que despe-
dían a l ' a u d a z c o m p a ñ e r o encerrado en una cas-
c a r a de nuez.
Apesar de la alegría de los espíritus, c o m o
n o hay a d i ó s que n ó sea triste, se pudiera decir
que é r a l a escena melancólica: el m a r sereno, d o r -
m i d o c o m o fiera á los pies de su d o m a d o r ; el pe-
ñ ó n imponente; sobre las cabezas el infinito de
los cielos; en el horizonte, la esperanza.
A las cinco y media, t o d o s estaban á la me-
sa, bulliciosa y alegre, sin etiqueta ni formalis-
mos.
Grau era h o m b r e sencillo, b o n d a d o s o , sin
afectación ni apariencia; f o r m a d o en el t r a b a j o ,
hecho en el mar, c o m o Cincinato en el c a m p o ;
nunca pareció o t r a c o s a que el más bueno de los
corazones y el más humilde de los h o m b r e s .
A su l a d o , los pobres estaban á sus anchas;
de m o d o que hasta los marineros que hacían el
servicio, aunque respetuosos y e x a c t o s , t o d o s
f o r m a b a n un c o n j u n t o de a m i g o s que bufonea-
ban y reían, b r i n d a b a n y se complacían e n j u g a r
con las frases, dirigiendo á porfía sus cumplimien-
t o s al h o m b r e que encarnaba t o d o el orgullo de
la patria.
De p r o n t o se o y ó un alarido y a l g o c o m o el
a g o l p a m i e n t o de la marinería p o r un l a d o de la
c u b i e r t a : Grau deja la servilleta, se levanta y
sube precipitadamente p o r la escalera del salón,
T o d o s a g u a r d a n silenciosos, el bullicio prosigue.
Grau regresa en breves instantes.
—Tienen razón, exclama, los hombres de m a r
n o p o d e m o s sustraernos á los presagios; es una
candidez; pero la tripulación está inquieta.
—¿Qué p a s a ?
—Una tontería: a b r a z a d o ala quilla de nues-
t r o buque, p o r el lado de p r o a , a c a b a de apare-
cer un l o b o , aullando, c o m o perro sin dueño, y
- 156 —
esto p a r a la gente, es c o m o un signo de desgra-
cia.
— Que niñería, e x c l a m a a l g u n o .
— L o s a b e m o s , a m i g o m í o , contesta el ilus-
t r a d o Ferrer; pero t e n g o plena seguridad, agre-
g a b a j a n d o muchísimo la v o z , que el C o m a n d a n -
te lleva y a c o m o u n a l á g r i m a caída en el c o r a z ó n .
En efecto, Grau, desde aquel m o m e n t o silen-
cioso y c o m o recogido sobre sí mismo, se hubie-
ra dicho que elevaba alguna plegaria á la dulce
memoria de sus padres; una i n v o c a c i ó n misterio-
sa al h o n o r de su p a t r i a ; un postrer j u r a m e n t o á
su b a n d e r a .
El M o r r o de Arica
L a Cueca
E] 9 amanecimos en V a l p a r a í s o . El amane-
cer fué precioso. A la izquierda, se alzaba el sol,
con sus p a l m a s de luz extendidas sobre los ce-
r r o s ; y la niebla, c o m o jirones de g a s a , se desdo-
b l a b a suavemente sobre la parte b a j a de la ciu-
dad, y entre las pequeñas quebradas. Aquí y
allá, en t o d a la extensión de la bahía, que es muy
grande, se alzan edificios en g r u p o s , que tre-
p a n h a s t a las cumbres. L a Escuela Naval, en-
tre un bosque y en lo más a l t o de una colina,
semeja un castillo de m a r m o l . D o m i n a n d o t o -
d o el paisaje cerros redondos en sus cimas y de
pendientes rápidas, sostienen aquí y allá p o r t o -
das sus planicies y en sus concavidades casas y
palacetes, que parecen incrustados en la r o c a :
g r a t o es el p a n o r a m a , que de noche debe parecer
á la distancia, una serie de castillos de luces ele
bengala.
B a j a m o s á tierra p o r un muelle i n c ó m o d o ,
c o m o t o d o s los muelles de Chile, p a s a n d o cerca
de los diques y p o r entre más de treinta vapores
mercantes y sin número de buques de vela y de
embarcaciones menores.
Aquí está Chile, con su primer puerto de
2 0 0 , 0 0 0 habitantes, c o n tres grandes jirones de
calles en la parte b a j a y un sin número de t r a s -
- 171 -
versales, que suben á los cerros, á los que se as-
ciende también p o r funiculares, servicio atendi-
d o p o r mujeres, previo el p a g o de treinta centa-
v o s papel. Tienen estos funieulai'es triple eleva-
ción que el del B a r r a n c o en el Perú.
En los extensos jirones de la parte b a j a se ve
centenares de casas c o m o las del paseo C o l ó n ó
las de la Colmena, y centenares de almacenes c o -
m o los mejores de L i m a ; muchos b a n c o s c o n edi-
ficios c o m o el del Perú y Londres; sastrerías á
tutiplén é imprentas c o m o la de "El M e r c u r i o " y
" E l C h i l e n o " de edificio el primero m a j e s t u o s o .
El p a v i m e n t o n o es malo sino viejo; de a d o q u í n
de piedra la parte central y de grandes losas las
veredas. Al reedificarse lo m u c h o destruido cree-
m o s que se regularizará mejor las construcciones
y que se hará un reparo t o t a l de p a v i m e n t o , c o n
lo que quedará brillantemente remozada esta ciu-
dad de g r a n m o v i m e n t o comercial y que tiene lin-
d o s paseos entre los que descuella Viña del M a r .
El clima de Valparaíso es excelente, y aunque
su servicio higiénico deja a l g o que desear prés-
tase mucho p a r a la limpieza su plano inclinado
y tiene a g u a manígfica que viene de una laguna
artificial y se halla bien filtrada.
L o s tranvías andan por lo general repletos,
las mujeres están encargadas de la cobranza,
son elétricos, y se detienen al paso p a r a que su
b a ó baje el pasajero. C o b r a n p o r el viaje 7 cen-
t a v o s y medio.
L o s coches son muy amplios, pero el servi-
cio es menos bueno que en Lima, aunque se ve
h a l a n d o de ellos, caballos de regular alzada y
bien tenidos.
Aquí se ve el t i p o chileno fuerte y a c t i v o y el
de la mujer de c o l o r p a j a y la de c o l o r blanco
r o s a d o c o m o las rosas faberio. Y las h a y herma-
— 172 -
sas, n o hay duda, en abundancia, multiplicán-
dose las ñ a t a s .
El 1 1 de M a r z o á las 5 y media de la t a r -
de salimos de Valparaíso: salimos viendo el mar
á nuestra izquierda y á la derecha la falda de
los cerros; un mar triste, h o n d o en sps riberas
y sin que nadie se bañe en ellas: en la lejanía del
horizonte nosparecía ver con lamente t o d a aque-
lla ribera de nuestro mar de Chorrillos, Barranco
y Miraflores, mar clemente y benigno, en cuyas
orillas juegan y se bañan los niños del pueblo;
m a r pintoresco por los verdes ramajes que a d o r -
nan los b a r r a n c o s sobre los que se ve las bonitas
poblaciones en formación, y en ellas nuestros ca-
m a r a d a s , nuestras amigas y cuantos seres nos
son queridos. Pensamos entonces en la frase de
M m e . Stae-1: "viajar, es uno de los placeres más
tristes de la v i d a "
C u a n d o desapareció la pla}-a, se perdió el
mar y nos metimos tierra adentro, entre el cla-
ro oscuro délas primeras horas de la noche, ape-
nas pudimos distinguir que a v a n z á b a m o s p o r
una cuenca pobre y desmantelada. Alguien nos
dijo que n o t a r d a r í a m o s en atravesar uno de los
valles m á s fértiles y notables de Chile, en el que
hay viñedos de consideración y así suponíamos
que sería: la noche era oscura y nada p o d í a m o s
percibir.
T. 1* - s . J 9
— 178 —
Después de ligeras p a r a d a s en estaciones se-
cundarias, llegamos á Llallay; donde d e b í a m o s
cambiar de tren: dejar el que seguía á Santia-
g o y subir al que iva p a r a la cordillera; unos
p o r aquí, y o t r o s por allá, y entre los pasajeros
vendedores de periódicos con su g r i t o ininteligi-
ble y las vendedoras de canastas de peladillos
frescos 3^ suaves c o m o mejillas de buenas m o -
zas chilenas; 3^ luego prevención y á partir, en la
misma oscuridad, quebrada arriba, para llegar
á Jas 10 de la noche á los Andes, penúltima p a -
r a d a del tren de l a d o de Chile. Allí b a j a m o s en
a g i t a d a carrera, p a r a g a n a r alojamiento en el
nuevo hotel Sud-América.
N o s parecía haber llegado á una g r a n h a -
cienda del Perú, en la que se nos a l o j a b a . H a -
bía que levantarse á las 4 de la m a ñ a n a p a r a
volver al tren. A las c u a t r o t o d o el m u n d o so-
bre la perpendicular y al tren: se sigue el de los
Andes á Juncal, p o r un desfiladero estrecho y
paisaje m o n ó t o n o . A las 10 llegamos á Juncal
última estación chilena, 3^ aquí la n o v e d a d de
cambiar de l o c o m o c i ó n p a r a t r a s m o n t a r la c o r -
dillera: éramos 1 8 9 pasajeros de primera clase y
algunos de segunda, entre ellos n o p o c o s inmi-
grantes españoles é italianos, que, a b a n d o n a n -
d o Chile, decían: " v a m o s á los Buenos aires".
El transporte se hace á muía ó coche: lo
que m á s guste: t o d o es un sacatripas, porque el
p a s o de las muías es t r o t ó n , 3' h a y que caminar
al escape; y en los coches un z a n g o l o t e o de fri-
quite á c a d a vuelta de r e c o d o .
— " Q u e queréis ¿ l o coche ó m u í a ? " se o y e
repetir á los a c o m o d a d o r e s ; y u n o s entran de
c u a t r o en c u a t r o en los carruajes y o t r o s se lan-
zan á las muías.
Desde luego, conviene aconsejar á las seño-
ras y á los ancianos, que no piensen en t o m a r e&-
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t o s z a n g o l o t e o s : los serranos que aún n o liemos
v o l t e a d o p o r completo la esquina de B e j a r a n o
s o m o s los únicos un p o c o bien p a r a d o s en esta
h a z a ñ a ; porque a c o s t u m b r a d o s á nuestros cues-
t ones de la sierra, esto nos parece t o r t a s ó pan
p i n t a d o : los demás ó se van p o r las orejas de la
muía ó prefieren andar á pie. ¡Infelices inmi-
grantes ! Nos d a b a pena ver á una mujer c o n
su niño en los brazos y a c o m p a ñ a d a de d o s h o m -
bres, esposo y padre, p o r aquellos senderos;
" A c u é r d a t e que a n d u v i m o s
p o r montes y serranías;
y cuando tenías sed,
de mis lágrimas b e b í a s . "
L a t u m b a de San Aiartín
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lilisiifiilHiil
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Í5 Y
- * 1 *
1 a s a m o s á la t u m b a d é l a a m i g a que duer-
me en la capilla de la familia Puch, y c u y o s res-
t o s se está p r o y e c t a n d o trasladar á Salta su lu-
g a r natal. '
— 193 —
J u a n a M a n u e l a Gorriti fué la fundadora en
L i m a de las " v e l a d a s l i t e r a r i a s " , centro de cul-
tura d i g n o de la sociedad más refinada; ella allí,
en la conversación, c u y o arte poseía, y a c o n sus
anécdotas, y a con sus pensamientos sueltos, di-
fundía lo bueno y lo útil.
L a s polémicas o d i o s a s que se suscitaban en
la prensa, las envidias, la sulfuraban; " p e r o si
todos cabemos " e x c l a m a b a , censurando
la o d i o s i d a d .
" C u a n d o a l g o bueno sepas de alguien, p r o -
c l á m a l o , c u é n t a l o " , decía.
L o s restos de la escritora de " S u e ñ o s y rea-
lidades " descansan en un sepulcro que tiene for-
m a de capilla, que es lo más c o m ú n en este ce-
menterio.
Casi frente al sepulcro de la señora Gorriti se
vé un mausoleo m u y significativo: la figura lo di-
rá t o d o .
Una e s t a t u a de m á r m o l , t a m a ñ o natural, en
actitud de saltar á tierra: es un o b r e r o , lleva
puesta la blusa garibaldina, la c o r b a t a garibal-
dina, y á travez del cuello de la blusa entreabier-
t a , se vé el pecho desnudo del t r a b a j a d o r ; la c a -
bellera en ligero desorden flota al viento, alta la
frente 3' en la fisonomía pintadas la audacia y l a
juventud, c o n un pié atrás y o t r o adelante, lleva
en la m a n o derecha su g o r r a de t r a b a j o , que le-
levanta, c o m o si c o n ella estuviera s a l u d a n d o á
la República Argentina.
T r a s él se vé t o d a s las herramientas del al-
bañil, y una gran carretilla, que llevaren grandes
letras el título de una de las o b r a s de Smiles:
"Ayúdate".
Es la t u m b n de un inmigrante, que habiendo
llegado á la Argentina, sin m á s que su v i g o r ,
T. 13 s. 2 1
- 194 —
luchó y murió, dejando u n o s c u a n t o s millones
de soles Fué su v o l u n t a d que lo represen-
t a r a n en actitud de pisar este país.
¡ Qué grande y que simbólico !
Multitud de operarios conservan limpios los
sepulcros y mantienen el cementerio en el mejor
e s t a d o de conservación.
¿ Quién cuida de estas cosas ?
L a Beneficencia, que n o es aquí el estado m a -
y o r de ningún p a r t i d o político, que no constitu-
ye una m a m a d a , y á donde n o se envía á l o s ami-
g o s á pasar buena vida.
L a Beneficencia de Buenos Aires está forma-
d a p o r señoras, y es perfectamente a u t ó n o m a :
maneja millones y tiene b a j o su dependencia t o -
das las instituciones nobles.
Desde la época de R i v a d a v i a se deja á la mu-
jer el ejercicio de la c a n d a d , y con este gran p a s o
ha conseguido la Argentina d o s cosas: m á x i m u m
de pureza en el manejo de la renta, p o r la calidad
de las m a t r o n a s que forman el cuerpo directivo } r
i
La nota triste
T. i a s . 22
De ganadería
Por hectárea
P o r hectárer
Guido Spano
ra conservarlas."
" ¿ E s concebible, es aceptable que tres ó cua-
t r o centenares de profesionales de esa política
tengan poder é influencia para prevalecer sobre
el resto del país, que es t o d o el país, á término
de imponer la ley de sus apetitos á la c o m u n i ó n
nacional ? ¿ P o r qué ? La imposición es efectiva.
T o d o s la sentimos: el gremio de fabricantes de
escrutinios fraudulentos, l o puede t o d o ; los gre-
mios industriales, comerciales, empresarios, p r o -
pietarios, jornaleros, son cero á la izquierda en
las deliberaciones del g o b i e r n o y del a b u s o .
" Es un o p r o b i o p a r a la república que tres ó
cuatro centenares constituidos en sindicatos elec-
torales, alzados c o n t r a las le3'es, a b s o r b a n 3-
avasallen la vida pública de la Nación, inmolan-
- 224 —
d o á sus apetitos t o d o lo que h a y de respetable,
de grande, de representativo, de cultura y de ri-
quezas dentro de nuestras f r o n t e r a s . "
T a l es el m o d o de j u z g a r del periódico argen-
tino, que tiene más prestigio en el Perú, y cu3 'os i
A L B E R T O Q U I M P E R
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T. 19 - s . 2(1
Comercio peruano-argentino