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ARTÍCULOS DE COSTUMBRES

D E

EL TUNANTE
(Abelardo N . Gamarra)

f«2

Librería Francesa Científica.—E. Rosay, editor


Calle de la Merced 632!y 634

l_l MA-191Q
SIN PREÁMBULOS

Publicar en un solo volumen todos nuestros


artículos de costumbres, habría sido demasiado
costoso para el editor y para el lector: por esto
hemos resuelto publicarlos por series, en varios
tomos, comenzando por los no coleccionados
hasta hoy.
EL AUTOR.
Neüocito redoodo

Tres caballeros, que pudieran llamarse de


industria, sino hubiera quiénes los llamaran de-
centes, sólo p o r q u e nadie los ha pillado sustra-
yendo p o r t a m o n e d a s , aunque n o llevan desde la
suela de los z a p a t o s , hasta la cinta de los s o m -
breros una hilacha que no r e s p o n d a á u n a de
t a n t a s habilidades practicadas con dineros fis-
cales, sostenían la más original de las c o n v e r s a -
ciones: decía u n o :
— Desengáñense UU., pensar aquí en agricul-
t u r a , es c o m o pensar en boberías: m e t a U. un
capital y refúndase h a s t a viejo en una hacienda;
es verdad que, á la larga, deja a l g o ; pero es m u y
inseguro, y, sobre t o d o , m u y m o r o s o .
— M e parece mejor las minas, replicó el o t r o ;
n o p o r cierto, aquellas de romperse la crisma en-
tre los cerros, esa es o t r a estupidez c o m o la agri-
cultura: las minas que me g u s t a n son las de sin-
d i c a t o : uno no se mueve de la capital, es c o s a de
periódicos, de acciones, de gerencia de uno mis-
mismo y de desembolso de t o d o s ; si se g a n a , se
cubre el riñon, bóbilis bóbilis; y si se pierde, lo
que es la gerencia queda á flote; s ó l o se escapa el
sueldo, cuando desaparece el negocio.
H a b l a r o n así sobre comercio, industrias,
6—

etc., etc.; t o d o tenía peros, p o r lo cual el tercero,


que se h a b í a l i m i t a d o á escuchar, c o n c l u y ó :
— M e alegro que lleguemos á donde í b a m o s :
aquí el negocio m á s r e d o n d o es el de mi candida-
t u r a : esto de la c a n d i d a t u r a es, a m i g o s m í o s ,
uno de esos filones que durante n o p o c o s a ñ o s
pueden ser e x p l o t a d o s maravillosamente; y al
cual p o n d r á n siempre la puntería los más prác-
ticos: se arriesga el pelo y el bienestar queda ase-
g u r a d o , p a r a los que pertenecen al feliz empre-
sario, h a s t a la milésima y última generación.
Presidente hemos tenido, en una de estas re-
publiquetas, de p o r acá de Sud América, que vi-
v i ó y murió sin sucesión; pero t u v o una tía, ¡ a y
qué t í a ! , de la familia de los canchaluques, c o n
más paítentela que t o d a s las tribus de Israel: la
tía, los hermanos de la tía, los primos de la tía,
los tíos de la tía, los hijos de los hermanos de la
tía, los nietos de esa tía, los bisnietos de la tal
tía, los parientes de la tía, los paisanos de esa
tía, los a m i g o s , los prójimos, los compadres, los
ahijados, los ahijados de los ahijados, los c o m -
padres de los compadres, los parientes de los p a -
rientes, t o d i t i t a la vía láctea de la tía, m a m a
del E s t a d o , c o m o la polilla de la madera, las
h o r m i g a s del dulce, la gusanera de la podre; la
genealogía de esta p a c h a l a n g a se ha multiplica-
d o prodigiosamente, t a n t o que n o es más que
nazca uno en aquella republiqueta que t e n g a la
nariz, una oreja, el pelo, las pestañas parecidas
en a l g o á la tía de aquel m a n d a t a r i o de t a n pri-
vilegiada c o r o n t a , para que se le busque destino,
ipso factó, esto si el cura que lo bautiza n o es
también de la familia, lo que prueba la b o n d a d
del negocio.
L o que conviene es estudiar:
1° C o m o puede prestigiarse el a s u n t o ; es
decir, hacerse la presdigitación del a s u n t o , mejor
—7 -

dicho, p o r q u e este, ante t o d o , es asunto de muchí-


sima presdigitación;
2 ° C ó m o se organizará la c o m p a ñ í a anóni-
m a de los que tomen las acciones, porque esto
h a y que hacerlo p o r acciones, entre c o m p a d r e s ; y
3° C o m o se conseguirá hacer entrar e n j u e -
g o á los que manejan el p a n d e r o ; son los tres re-
quisitos decisivos del c h o c o l e o ; esto es tan viejo,
t a n m a n o s e a d o y t a n corriente, que si necesitó
sabiduría el primer inventor del sistema, al pre-
sente b a s t a un p o c o de curiosidad, de aquí que
si n o conviene que a l g u n o de los tres n o s lance-
m o s , n o faltará un Gerónimo que se resigne á
m a m a r s e ciento y t a n t o s mil soles p o r llevar la
gerencia, mientras n o s o t r o s d i b u j a m o s .
— P o r partes, v e a m o s el a s u n t o , p o r partes,
dijo, frotándose las m a n o s el segundo: has dicho
que primero h a y que prestijiar el a s u n t o , que
darle l l a m a t i v o , c o m o si dijéramos, que llenarlo
de colgandijos, c o m o los quitasueños: tienes ra-
zón, nuestros c o m p a t r i o t a s en m u c h o se parecen
á los salvajes: p o r unas cuantas m a r i t a t a s , espe-
j i t o s , vidrios, c o l g a j o s , aretes falsos, cuchilli-
t o s , que les ofrece cualquier aventurero, dan el
o r o en pepitas, ó el c a u c h o , que vale m á s que el
o r o ; pues echaremos á r o d a r ¡la defensa del país!,
¡la inmigración!, ¡la irrigación!, cualquier c o s a
de b u l t o y de o p o r t u n i d a d , t o d a s estas son m a -
ritatas que tienen g a n c h o , haremos un revuelto
de a l g o así c o m o grandes cosas en grandes pers-
pectivas, lo soplaremos p o r lo b a j o , lo h a r e m o s
correr á m o d o de m o n e d a en circulación, tendre-
m o s un periódico que h a g a b o m b o , á bien que
d e s a l m a d o s entre los periodistas n o faltan; pero
se me ocurre una dificultad; las gentes, algunas
hablan de doctrinas, quieren credos, p r o g r a m a s
de principios.
— T a t a t a t a , ¿'en eso te paras? ¿Qué princi-
—8 —

p í o s necesitas ó cuál doctrina? ¿Qué credo te


precisa, el de los apóstoles ó el credo simarrón?
Echa en la talega t o d o s los credos y t o d a s las
doctrinas, t o d o s los principios y t o d o s los fines,
c o m o en cajón de sastre y al son que te toquen
baila.
Son liberales? pues diles que vas á quemar al
A r z o b i s p o ; son católicos? pues ofréceles una ca-
pilla al C o r a z ó n de Jesús en c a d a esquina.
Se la dan de emprendedores, de industriales,
de comerciantes? habíales de C o m p a ñ í a de Va-
pores, de ferrocarriles en p r o y e c t o , de caminos,
promete el cielo con las m a n o s , que en esto las
mujeres se parecen á los partidarios: creen en
cuanta cuchufleta les sabe mentir el pircunchan-
te; esto de doctrinas y de principios y de teorías
es aquí c o s a de cuerda; n o se necesita sino m a ñ a
y esto de que el fraile más fraile pase p o r liberal,
es c o s a tan corriente ó viceversa que n o h a y pa-
ra que hacer capítulo de semejante candidez.
— Así es que estamos llanos en la primera
parte.
¿Y la segunda?
— L a segunda es más fácil.
Una vez que los compadres se convencen de
que p o r el lado de la prestidijitación puede tener
a v i a d a el negocio, los accionistas se presentarán
voluntarios, c o m o que n o h a y p a r t i j a en que me-
tiendo menos sea posible redondear m á s : esta es
una simple y sencilla regla de c o m p a ñ í a ; que se
aplica con t o d a claridad.
Suma de capitales, es á la g a n a n c i a ó perdi-
da, c o m o lo que puso el primero es á lo que salga.
S u p o n g a m o s que tú pones mil soles, pues
bien: suma de capitales es á la ganancia ó pérdi-
da, c o m o mil soles es á la recaudación de un
muelle p o r c u a t r o años; s u p o n g a m o s que pones
d o s mil, la misma fórmula: suma de capitales es
- 9

á la ganancia ó pérdida, c o m o d o s mil soles á la


alcabala de tal ó cual cosa, p o r c u a t r o a ñ o s .
— Y si p o n g o diez mil?
— H o m b r e , si pones diez mil, eso y a fuma en
pipa; de diez mil p a r a arriba, la formulita es m á s
sencilla; suma de capitales, es á la g a n a n c i a ó
ó pérdida c o m o diez mil soles es á la legación que
se te antoje, c o n más el c a r g o vitalicio de repre-
sentante p o r donde quieras, y el c o l o c a m i e n t o
de t o d a la familia, c o m o plaza supuesta d o n d e
gustes, en la planilla de soplones, si son d e m a -
siado inútiles, ó finalmente en su casa, c o n pre-
t e x t o de la comisión que te parezca.
— Y si n o t e n g o más que el pellejo y n o p o n -
g o m á s que el pellejo?
— Es lo m i s m o que si pusieras diez mil soles,
si es que vives, si mueres, la fórmula se modifica,
según la viuda ó las hijas que dejes, y su estado
de fealdad, á las que meterá b a j o el ala alguno
de los sobrevivientes de á diez mil.
— Y si pudiera dar cincuenta mil soles, cien
mil soles?
— ¡Cascaritas!: suma de capitales es á la g a -
nancia ó pérdida c o m o cien mil soles pueden ser
al estanco del aire p o r c u a t r o a ñ o s : necesitando
respirar c u a t r o millones de habitantes, saca la
cuenta, á c e n t a v o p o r día, en c u a t r o a ñ o s de mi
gobierno.
Este es un negocio r e d o n d o , redondito y que
tiene sobre t o d o s los o t r o s la ventaja de que en
los o t r o s h a y que sudar m u c h o , h a y que arries-
g a r también m u c h o y que sujetarse á un t a n t o
p o r ciento m á x i m o , que puede hacer triplicar y
h a s t a quintuplicar un capital, es cierto, pero
aquí porque tú metes u n o , metes á t o d a la sacra
y sacas p o r uno c u a n t o puedes, fuera de lo que
saca c a d a uno de los de la sacra; y sólo tú pusis-
tes uno y los demás n o ponen m á s que lengua
T. 19 s.—2.
— 10 —

y uñas; lengua p a r a decir que te pierdes de vista,


y uñas p a r a p r o b a r que ellos son los que se pier-
den de vista, de allí que, arrancados de los más
arrancados, y c a l a t o s de los más c a r a p a c h o s ,
pasen á gente de c o l g a j o s y pinta diaria y tela y
alamares.
" Sésamo, ábrete " y la C a j a Fiscal chorrea
á cántaros: no h a y m á s qtte encostalar.
Son unos c u a n t o s meses de sustos y de bulla:
un p o c o de tensión nerviosa, y en seguida casita
p r o p i a , callejones, viajecito á Europa, tertulias
cuotidianas; la z a m b a a r m a d a á l a m o d i s t a ; los
hijos, c a d a ñ a t o c o n siete a m a s , coche particu-
lar, dedicatorias de t o d o orden, dinerito en el
b a n c o , acciones aquí, allá y en t o d a s partes, el
hijo d i p u t a d o , el sobrino d i p u t a d o , t o d o s dipu-
t a d o s y escupiendo p o r el colmillo.
— V a m o s á la tercera parte: los que manejan
el p a n d e r o .
E s t a tercera parte es muy corriente y los me-
dios de c o n t a r con ella son m u y fáciles. C u a n d o
no h a y arriba un h o m b r e verdaderamente supe-
rior, sino " un c o r a z ó n tal cual y una a l m a de
estas que se usan " , t o d o se reduce á p a t a ; m e t a
U. p a t a , mucha p a t a y el o t r o n o h a y c u i d a d o
de que meta mucho h o m b r o .
— Veo que eres un c a n d i d a t o , c o m o m a n d a -
d o hacer p a r a los tiempos: t i e m p o práctico, p o -
sitivista y real; tu candidatura es la viable.
— Y si no es la mía y a he dicho que n o falta-
rá quien quiera c a r g a r con las alforjas, estos
países están hundidos h a s t a la coronilla; se en-
cuentran divinamente preparados p a r a eme los
v i v o s h a g a n su a g o s t o , y c o m o estamos entre
familia, les hablo á ustedes sin ambajes.
C u a n d o en un país el encumbramiento al m a -
nejo de sus destinos es a l g o así c o m o acuerdo
de aventureros ó de jugadores á la mala; c u a n d o
—n —
sobre las ruinas de un cementerio d o n d e descan-
san nuestros maj^ores ó sobre el c a m p o de b a t a -
lla en que t o d a v í a ensangrentada y en girones
se halla nuestra bandera, allí sobre t o d o eso rei-
na la crápula y se t r a m a n los conciliábulos del
n e g o c i o ; cuando n a d a habla, ni la historia, ni la
desgracia, ni las p l a g a s , ni las catástrofes, ni la
conciencia, c o n v e n g a m o s que se acerca un dilu-
vio.
— P e r o c o n v e n g a m o s también, dijeron los
d o s que oían, lanzando l a carcajada m á s desver-
g o n z a d a , que h a y que exclamar en trio c o r e a d o .
" Después de mí " lo que tú sabes.
Un ministro

Qué es un Ministro? (en P e l a g a t o s , p o r su-


puesto).
Un h o m b r e al que lo ponen tieso p o r algu-
nas semanas.
En consecuencia, n o h a y nadie que n o sirva
para Ministro.
Triunfo de nuestra d e m o c r a c i a criolla en la
política criolla, que no es tal política ni tal n a d a ,
sino la m a ñ i t a de algunos g a r r a m u y .
Un ministro, en el f o n d o es un buen sujeto:
que sube modestamente ó á llenar el hueco de un
sillón, 6 á l o que aquí l l a m a m o s aseguratam,
e m p o t r a r á la parentela y ladearse p a r a una de
las mil c a n o n g í a s en que viven y reinan los que
designamos c o n el calificativo de rumiantes.
Ün Ministro siempre sube m u y despacito:
sale de donde n o se piensa y c u a n d o menos se le
espera.
Es un aparecido, uno de esos h o m b r e s que
llegan c o m o caídos del techo.
" Aunque a g e n o p o r c o m p l e t o , dice en su no-
t a de aceptación, á t o d a s las cuestiones políticas
y á t o d o s los p a r t i d o s , y sin saber de lo que se
t r a t a ( c o m o si dijera sin saber leer ni escribir)
creo deber de ineludible p a t r i o t i s m o , aceptar el
h o n r o s o c a r g o c o n que V. E, ha querido favore-
- 13 -

cerme; y, en tal virtud, puede V. E. ordenar que


los 5 0 0 suis comiencen acontarse desde la fecha " .

Para servir á S. E.
Mucha Mecha.

Un Ministro, como se vé, no tiene necesidad


de nada para aceptar una cartera, como no se
tiene necesidad más que de guardar el número,
cuando se echa la suerte.
Todos estamos en la bola.
Un Ministro hemos dicho es un buen sujeto:
su aparición arriba, por eso solo toma de nuevo
á la familia: es la única en la que produce sensa-
ción.
— Con que ya eres Ministro, le dice la seño-
ra, poniéndole la mano sobre el hombro, cuando
regresa de jurar: conque ya te han hecho minis-
tro? La infeliz quisiera besarlo: para las muje-
res, es aquí el triunfo de los hombres.
— Pero, como ha sido eso? agrega ingenua,
mente alguna tía.
— Vaya, pues, te felicito, dice la suegra.
Por fin, sale la madre y arrojándose al cuello
del flamante señor Ministro, se echa á llorar, co-
mo Magdalena, repitiendo: ¡Ministro! ¡Minis-
tro! y los muchachos van corriendo hasta la co-
cina, gritando: ya mi papá es Ministro! y la zam-
ba cocinera, sin dejar el cucharón, patulequean-
do, avanza hasta la sala, y dice:
— Vaj a pue, lo solicito, lo solicito.
r

(" Que mi amor la solicita " ) .


El cholo que barre el traspatio, el ama, etc.,
asomados á la mampara de la cuadra, se con-
tentan con mirar al señor Ministro, mientras su
señoría ¡rechóncholes! nada en agua rosada, son-
riente, complacido, hueco, esponjado, por mucho
que pretende disimularlo.
— 14 —

Después de la familia, comienzan á llegar los


amigos.
— Qué quieren ustedes, n o s lia t o c a d o el tur-
n o : no he p o d i d o negarme: me han c o m p r o m e t i -
d o ; h a y cosas en las que uno n o puede decir n ó .
— P o r supuesto.
— Así lo comprendemos.
— Además, si los hombres c o m o tú se niegan...
— L o dicho.
— V a m o s á ver, v a m o s á ver.
— L o harás bien, estoy seguro = t o d a s las
cuestiones son claras.
— Así me parece.
— Ño es que así te parece, sino que así s o n .
— Exactamente.
Y tras los primeros, vienen los segundos; y
siguen los a b r a z o s y apretones de m a n o s .
Y el c r i a d o v a haciendo circular el azafata-
z o c o n vinos y licores.
— A tu salud, c h o l o .
— H e r m a n o , á tu salud.
— P o r q u e lo h a g a s bien.
— P o r q u e te portes.
— Salud.
— Salud.
— ¡Qué cosas!
Después ele los a m i g o s , v a n llegando los que
tienen asuntitos pendientes; y sigue la cuerda de
las felicitaciones, y se despiden los más pruden-
tes, y quedan los í n t i m o s y los pechugones.
L a mesa se cuadruplica.
En la mesa n o falta algunos planes.
" Conviene que h a g a s esto, lo o t r o y lo de
más allá " : c a d a comensal tiene su plan.
El Ministro oye y dice, entre misterioso y
magestuosamente: " t o d o se h a r á , t o d o se ha-
rá " : tiene también su plan.
Después de la c o m i d a , se regresa al salón y
- 15 —

se i m p r o v i s a la tertulia: las niñas cantan, alguien


t o c a el violín; 3' mientras la familia se divierte,
c o m o mientras el pueblo a g u a n t a , el Ministro
se secretea con el que lo ha subido, ó c o n los de
la ruedita, que f o r m a r á n su camarilla de consulta.
El ruido de la música y el bullicio de la ter-
tulia, apenas dejan percibir p a l a b r a s sueltas.
— P o r supuesto. No s o y t a n candido. Ve-
remos. Y a lo sé.
A las doce, termina la tertulia; y á las doce y
media, entra la parte técnica del a s u n t o : la con-
versación c o n la señora.
Es aquí donde se desarrolla íntegro el plan 3'
p r o g r a m a de su señoría.
Aquí es d o n d e se t r a z a el camino y se dá las
últimas pinceladas al c u a d r o .
— N o te fijaste c ó m o vino F u l a n o ?
— N o has o í d o lo que dijo Zutano?
— No sabes lo que quiere M e n g a n o ?
— M a ñ a n a hay que hacer esto, lo o t r o , &.
Su señoría t o m a el sueño alas 5 de la m a ñ a n a .
A las 11 que se levanta, es t o d o un h o m b r e
público, listo p a r a entrar en c o m b a t e .
No le queda o t r a c o s a que hacer que enman-
pararse, n o dejarse ver sino de los de la cuerda
y no m o v e r una pestaña sin permiso de S. E.
Venga la crisis c u a n d o le dé la g a n a .
Así c o m o p a r a entrar n o h u b o necesidad de
n a d a , p a r a salir s ó l o será preciso que diga S. E.:
y a es h o r a .
El señor Ministro elevará su renuncia, en los
siguientes términos:
" P o r razones de salud, h a g o formal, seria é
irrevocable renuncia de la cartera que V. E. tu-
v o á bien confiarme, y en la que no he a g o t a d o
medio p o r corresponder á las elevadas miras de
V. E. Agradeciendo pues á V. E. la señalada
distinción que en t o d o m o m e n t o me ha dispen-
- 16 -

sado V. E.; espero que V. E. no ignore que vivo


eu la calle tal, número cuantos, por si pudiera
Y. E. volver á necesitarme para cualesquiera de
las seis carteras ó para todas juntas. Cuente
V. E. con que tengo mi plan y soy de V. E su
afectísimo.
Mucha Mecha ".

Mi hombre regresa á su rincón tan fresco co-


mo una lechuga.
Los periódicos le crujen á derecha é izquierda.
Allí me las den todas.
El Ministro hace tanto caso de los periódi-
cos, hoy que está abajo, como ayer que se encon-
traba arriba.
Apunta en su foja de servicios; " Ministro
en tal fecha " , para cuando se muera.
Un Ministro es casi como si dijéramos un
costeo.
Un hombre que se atufa su poco, y al que le
llega su turno en la mosonada política.
T . 1¡» s.—3.
La visita de un Subpref ccto

¿Qué es una visita oficial?


P a r a un empleado público, es lo eme una fun-
ción de g r a c i a para cualquier artista.
P a r a el pueblo, es un engaña b o b o s ; p a r a la
m a g e s t a d de la ley, una farsa.
Cuántas clases de visitas oficiales c o n o c e m o s ?
D o s : las civiles y las religiosas. L a s prime-
ras pueden ser políticas, militares, etc.; las se-
gundas, son únicamente episcopales.
Ejemplos: la de S. E. a d o n d e quiera; la del
Ministro de Guerra á los cuarteles; la de un Ins-
pector de Instrucción á los colegios; la de los se-
ñores Obispos á sus diócesis.
¿En qué se distinguen estas visitas?
Primero: en que se anuncian c o n la debida
anticipación, á fin de que t o d o el m u n d o se pre-
pare p a r a llenar el expediente.
Segundo: en que, durante la visita, el que la
practica parece un Señor de los M i l a g r o s , p o r el
zahumerio que recibe y los turrones que circulan
en t o r n o s u y o .
Tercei'o: en que, después de la visita, queda
t o d o en peor e s t a d o .
— 19 —

¿En qué tiempo se suelen practicar las visitas?


En d o s estaciones bien m a r c a d a s : c u a n d o se
quiere b o m b o , ó c u a n d o se quiere tener eso que
aquí llaman buscas legales.
V a m o s á la descripción de la m á s corriente
de las visitas.
L a visita del Subprefecto.
E s t a m o s , v. g:, en el pueblo de P e l a g a t o s ,
capital de la provincia C a r a p a c h a , una de esas
provincias d o n d e reina la p o b r e z a b a j o t o d a s
sus manifestaciones, t a n t o que h a y h a s t a aque-
lla p o b r e z a madre de nuestros males: la pobreza
de espíritu.
El señor Subprefecto, que es t o d o un Sargen-
t o M a y o r de caballería, más c a l a t o que un chu-
rre pelado de L a m b a y e q u e ; pero, eso sí, c o n o c e -
d o r á las dereehas de t o d o s los pies p o r d o n d e
cojean nuestros ministros y demás padrinos de
su destino, recibe c a r t a de la señora, que está
en L i m a , concebida, la c a r t a , p o r supuesto, en
los siguientes términos:
" M i queripo M a ñ u c o : n o s has t e n i d o c o n el
credo en la b o c a , pues ese periódiquito de los
diablos que le llaman " L a Integridad " dijo
que se decía que iban á c a m b i a r al Ministerio:
figúrate, hijito, Carmen (esta Carmen es una de
las hijas buenas m o z a s que tiene) fué á ver á su
p a d r i n o ; Peta (esta Peta es una hermana de la
mujer del m a y o r ) se fué derechito donde el c o m -
padre; ña Chabela (esta ñ a Chabela es u n a bea-
t a a m i g a de la c a s a ) se s o p l ó d o n d e el Canóni-
g o : tú sabes lo que es ella c u a n d o se s o p l a donde
el C a n ó n i g o , tú conoces al C a n ó n i g o ; M a r i c u c h a
(esta M a r i c u c h a es la hija menor del M a y o r ) c o -
rrió d o n d e su m a d r i n a (esta m a d r i n a es esposa
del ministro número c i n c o ) ; el j o v e n Alberto ¡tan
bueno! (este Alberto t a n bueno, es e n a m o r a d o de
l a hija m e n o r ) apenas se enteró de nuestros a p u -
— 20 —

ros,dij o que Je hablaría al n u e v o M i n i s t r o , pues de-


cían que iba á ser d o n F u l a n o : q u e perdiéramos cui-
d a d o . Y a te d i g o , t o d o s , t o d o s c o m e n z a m o s á m o -
vernos. L o q u e es y o agarré mi m a n t a y derechito
me fui donde el que t ú sabes. Entre paréntesis,
que bien están! hijo: si vieras la casa, n o l a c o -
nocieras: a l f o m b r a nueva; muebles nuevos; c o r -
tinas nuevas; la han c a m b i a d o de arriba a b a j o ,
y las hijas, las hijas eso sí que es lujo: casi
t o d o s los días tienen tertulia. L a casa es un
Jubileo. Dicen que se han hecho p a g a r lo que
nunca, y que el sujeto tiene buscas que le faltan
m a n o s . Ella me hizo que la a c o m p a ñ a r a á
sus c o m p r a s : g a s t a m o s un platal. Después fui-
m o s al b a n c o , figúrate! y qué atenciones p o r t o -
das partes: n o a n d u v i m o s sino en coche, y, según
ella m i s m a me confesó, han desempeñado t o d a s
sus prendas, l i b r a d o las hipotecas que tenían; le
han p a g a d o á d o n M e n g a n o , que los tenía ahor-
c a d o s , y tienen en el b a n c o n o se c u á n t o , fuera
de d o s casas que v a n á c o m p r a r , y de un r a n c h o
que han c o m p r a d o en cabeza de la hermana: y a
te d i g o , los m u n d o s . Así me dijo ella: — hija, si
una no se asegura en esta vez, y a n o h a y c u a n d o .
Es necesario n o ser candida, peor es que se lo lle-
ve o t r o : s ó l o de tal c o s a tenemos 3 0 0 soles libres.
M e h a b l ó de tí y me dijo: dile á tu m a r i d o
que n o sea b a b o s o , que se asegure y que te lo
mande, y a lo oyes, eme me lo mandes: t ú puedes
dar p l a t a al diario, a g r e g ó , ó poner una casa de
j u e g o y vivir h o n r a d a m e n t e de t u t r a b a j o s o de-
más son candideces. Y o he hecho destinar á mi
hijo m a y o r en tal parte; al o t r o , en tal o t r a ; mis
sobrinos están t o d o s c o l o c a d o s ; el m a y o r d o m o
p a s a revista, mi c u ñ a d o g a n a , sus hijos lo mis-
m o , y h a s t a y o me he metido en ciertos asuntos
que, si siguen c o m o están, me saco mis diez mil,
c o m o medio.
- 21 -

C o n qué, figúrate, y con ciento y t a n t o s s o -


les de sueldo! Ni suenan ni truenan, calladito
están reuniendo sus busquitas y y a son ricos.
No dejes de escribirles, porque y a tu sabes.
No te olvides de la cholitá que les has ofrecido;
mándales hacer el jato, y, si puedes, el j a r r i t o de
p l a t a . C o n esta gente h a y que quedar bien, de
cualquier m o d o .
¡Ah! me o l v i d a b a decirte que la mesada, hijo,
n o n o s alcanza p a r a n a d a : tu sabes que confor-
me la ven á uno la t r a t a n .
Maricucha n o tiene s o m b r e r o . Chabela quie-
re b o t a s , y o t e n g o la m a n t a m a l o g r a d a . Afloja,
hijo, afloja; y a sabes que tu negra te quiere y
que te e x t r a ñ a m u c h o .
Termino aquí, p o r q u e a c a b a n de dar las cua-
t r o y el correo se cierra.
C h o l i t o , cuídate m u c h o y no te olvidas de tu
Juana.
Ojalá pudieras m a n d a r a l g o p a r a el quince,
que es el s a n t o de las Cuñas.
Tulla, tulla, tulla.
Juana Caspiroleta, tu pirguncha, negro faci-
neroso ".
El Sargento M a y o r lee esta c a r t a , se tuerce
los b i g o t e s y comienza á pasearse en el saloncito
de su despacho, mientras algunos indios, acurru-
c a d o s , permanecen en el corredor, viendo caer el
a g u a c e r o , m a s c a n d o silenciosamente su c o q u i t a .
Que h a r e m o s ? dice p a r a su c a p o t e : esto de
que metan á cabildo los animales que v a g a n pol-
las calles, apenas deja 6 6 10 reales diarios; t o -
m a r c o n s c r i p t o s y aflojarlos p o r p l a t a deja,
pero es expuesto, si se repite m u c h o : b a s t a con
los quince del o t r o día. Meterle m a n o al Muni-
cipio, n o es conveniente t o d a v í a .
El señor Subprefecto se pasea de arriba a b a -
- 22 —

j o , vuelve á leer la c a r t a de su mujer y vuelve


nuevamente á sus planes.
¡Hombre! e x c l a m a de p r o n t o ¡qué idea! una
visita á la provincia; y sin m á s vacilar. A ver,
agrega, d a n d o un g r i t o .
V e n g a U. a c á , barajo.
— Usía?
— Vaj-a U. á llamar á d o n Ardiles. (Este
d o n Ardiles es el que hace de Secretario).
— Dónde estará, señor?
— Búsquelo U. d o n d e ñ a Schurumbco.
Na Schurumbeo es una chichera, la m á s fa-
m o s a del lugar.
N o t a r d a en presentarse el Secretario, que es
un m o c e t ó n de s o m b r e r i t o á la pedrada, p o n c h o
elegante y o j o s de guajruro.
Tiene buena letra, sirve de balde y se rebus-
ca c o m o puede.
— Señor, dice, con la m i r a d a b a j a y hecho
t o d o orejas.
— P o n g a U. u n a circular á los g o b e r n a d o r e s ,
diciéndoles que el lunes s a l g o á la visita; p ó n g a -
les U. o t r a circular á los Alcaldes p a r a que a p r o n -
ten lo que les corresponde: h á g a m e U. u n a n o t a
p a r a el Prefecto, d a n d o parte, y u n a c a r t a p a r a
L i m a á quien U. sabe que h a y que darle cuenta
de t o d o : dígale U. en la c a r t a que mi o b j e t o es
arreglar la cuestión de la c a n d i d a t u r a y que des-
canse en mí.
El Secretario se quita el p o n c h o y queda en
traje de carácter: sin chaleco y sin c o r b a t a ; la
camisa de noche buena y un saco de casinete de
seis a ñ o s de edad, c o r t o de m a n g a s , sin b o t o n e s
y de s o l a p a y cuello c o l o r oque.
Mientras el Secretario llena su misión, e l S u b -
prefecto, saliendo al corredor, dice al barajo: —
V a y a U. á llamar al Gobei-nador,
El que, c o m o si hubiese estado tras de la
puerta, se presenta, semi-cabizbajo y a t e n t o .
— El lunes s a l g o á la visita: vea U. la muía
del cura; o t r o caballo más p a r a mi, d o s bestias
de c a r g a p a r a mis baúles; o t r a más p a r a el al-
mofrez; o t r a p a r a el ordenanza. P o r supuesto
que o t r a p a r a a l g o de fiambre. Vea U. si consi-
gue una buena bestia para, el Secretario, y, c o m o

El Subprefceto impartiendo sus órdenes

la M a r í a nos ha de a c o m p a ñ a r , (esta M a r í a n o
es de las tres de que habla la S a g r a d a Escritura
sino una M a r í a que le adereza el timbvchc al se-
ñ o r Subprefeeto, el timbnche es una especie de
chupe ó s o p a ) ; que vean también una bestia m á s
p a r a que lleve su c a m a .
— P o r t o d o , señor Usía, repite el g o b e r n a -
d o r , quince bestias.
- 24 -

— Si puede U. conseguir algunas de remuda,


no sería m a l o .
— C o m o n ó , Useñoría, y el G o b e r n a d o r sale,
a c o m p a ñ a d o de los b a r a y o s y demás alguaciles,
resuelto á echar p a l o á t o d o títere que t e n g a un
maturrango.
Distribuye á su gente, esa m i s m a tarde ó n o -
che, á manera de pelotones de cuatreros, y n o
deja chacra sin registrar: aquí perjudica á d o s
infelices transeúntes, que p o r desgracia h a b í a n
hecho pascana, y les quita las únicas bestias en
que llevan su c a r g a ; allá arrea con las c u a t r o
yeguas que sirven p a r a que o t r o p o b r e trille su
t r i g o ; d e s m o n t a m á s allá al indio que v a de
guía de un viajero y arrea con c u a n t o caballo,
muía y burro encuentra: n o se escapa ni el c a b a -
llo c o j o del más anciano leñatero.
Después que encorrala las bestias 3^ que las
pone b a j o buena g u a r d i a 3' custodia, sin darles,
p o r supuesto, media r a m a de alfalfa, se echa á
quitar monturas, aparejos 3 sobrecargas; aquí
T

v a n hasta las c o y u n t a s del infeliz labriego, y, de


paso, los requisadores ranfuñan j á q u i m a s y de-
saparecen laceaderas, que es u n a maravilla.
L o s pobres damnificados, a g r u p a d o s á la en-
t r a d a del corral de bestias, c o m o almas del Pur-
g a t o r i o , p r o c u r a n cohechar á los guardianes,
mientras los animales relinchan de hambre, la-
men el suelo ó levantan los h o c i c o s p a r a r a p a r
el techo de p a j a cercano ó la b a r d a de su corral,
d a n d o vueltas sin saber el a l t o h o n o r que se les
a g u a r d a en la visita administrativa republicana
democrática que v a n á realizar.
T e r m i n a d a la operación de las bestias, el g o -
b e r n a d o r y los suyos se lanzan á o t r a diligencia:
la de buscar gallinas, recolectar huevos y hacer
pelar cti3 es para el fiambre de Su Señoría.
7
- 25 -

Cra, era, era, las gallinas a m a r r a d a s de las


p a t a s c o m o r a c i m o s a l a d o s ; cui, cui, cui, los cu-
yes m e t i d o s en talegas de lana de d o s en d o s ó
de c u a t r o en c u a t r o , desfilan á la casa del Gober-
n a d o r , d o n d e la señora de este personaje consti-
tucional h a de pasarles revista, d e j a n d o p a r a
cría en casita el g a l l o m á s crestón, la gallina
m á s papuja, el cui m á s ruco, y algunas docenas
de huevos p a r a el ponche de chicha, que es la de-
licia de la a u t o r i d a d gubernamental.

E s c o g i e n d o las mejores b o r r e g a s para S. S.

Su Señoría firma, entretanto, las n o t a s , y no


03 e ni el relincho de los caballos, ni el curureo de
r

los cuyes, ni menos el c l a m o r de los infelices ciu-


d a d a n o s de P e l a g a t o s . Sólo llegan á sus o í d o s
el rechinar del sable que el ordenanza limpia es-
meradamente y el cascabeleo de las espuelas con
que v á á r a s g a r los hijares de la muía del señor
cura, y en el f o n d o de su alma la v o z de su mujer
que, desde Lima, le dice: aprieta, M a n c o , aprie-
t a ; mira que la C o n s t i t u c i ó n n o s favorece y que,
si n o s a c a m o s el vientre de mal a ñ o , tendrás que
T. 1? s.—4.
- 26 -

volver á dar vueltas p o r los portales, hecho una


mecha y con tu t a r r o de u n t o c o m o b a r r i g a de
coneja recién parida.

II

L i s t o el fiambre de Su Señoría y reclutada


gente p a r a que conduzca la carga, sale nuestro
S a r g e n t o M a j - o r , en a r r o g a n t e muía, que n o le
ha c o s t a d o un c e n t a v o y lujoso apero, que t a m -

L a salida de Su M a j e s t a d

p o c o le pertenece. F o r m a n parte de su c o m i t i v a :
el Secretario, el ordenanza, la M a r í a del timbu-
chc y, pare U. de c o n t a r . Esta es la parte oficial.
A c o m p á ñ a n l e , además, h a s t a las afueras de
P e l a g a t o s : el Gobernador, el Alcalde, el Cura, el
hacendado en c u y a casa dan de comer á la a u t o -
ridad, algunos dueños de b o d e g a s , en las que
a c o s t n m b r a hacer la mañana, y d o s ó m á s b o -
rrachitos de oficio, trapisondistas y g a n c h o s
para la soltura de presos ó la absolución de cons-
criptos.
- 27 —
Su Señoría se encuentra en media mona;
pues, mientras se h a ensillado las bestias y se h a
despachado la carga, c o n los arrieros en ayunas,
la a u t o r i d a d y su c o m i t i v a la han p a s a d o lujan-
d o schacta, p a r a evitar resfriados.
Qué Pacha de Siete Colas, ni que B a j á de
cuarenta alforjas p o d r í a compararse con el aire
de soberbia que v a m o s t r a n d o el Subprefecto,
que ha estrenado ese d í a un rico p o n c h o de vicu-
ña, bufanda elegante } o t r a s prendas, t o d a s
t

fruto de su venalidad.
E c h a d o hacia atrás, con el sombrero h a s t a
los o j o s , la bufanda h a s t a las narices, ni m á s ni
menos que las t a p a d a s del t i e m p o del coloniaje,
apenas responde, con ligera inclinación de cabe-
za, al humilde saludo que, con el sombrero h a s t a
el suelo, le dirigen los infelices transeúntes.

Viendo partir al Subprefecto

Así a t r a v i e s a l a p o b l a c i ó n 3' le dejaremos ca-


m i n a r haciendo cruces, ó sea interrumpiendo ca-
d a c u a r t o de l e g u a l a m a r c h a , p a r a l e v a n t a r el
c o d o con l a c o m i t i v a .
- 28 —
C u a n d o se ha perdido de v i s t a y P e l a g a t o s
ha vuelto á su silencio sepulcral, las gentes se
ven unas á o t r a s , c o m o pudieran verse en una
enfermería a l g u n o s d e s g i a c i a d o s víctimas de
mortífero e m p a c h o .
¡Qué sosiego el que experimenta el pueblo,
libre de aquel sultancito de á real y medio!
P o r lo b a j o se cuchichea y se compadece á
los lugares que va á visitar la a u t o r i d a d ; y las
gentes más cultas exclaman:— " ¡ qué país, señor,
quepáis! E s t o n o s e c o m p o n e ni el díadeljuicio " .
El Subprefecto, entre t a n t o , se h a despedido
de sus a c o m p a ñ a n t e s , que c o m o unos l o n g i n o s
regresan en crápula desecha, y sigue su c a m i n o ,
pensando en la c a r t a de su mujer.

L a gente huyendo á esconderse por las quebradas

Algún indio que h a v i s t o salir la c o m i t i v a y


que v a al pueblo d o n d e debe llegar el Subprefec-
t o v a p a r t i c i p a n d o la noticia, y los pastores ale-
jan sus m a n a d a s del t r á n s i t o ; y los que tienen
bestias las arrean hasta las quebradas más p r o -
tundas; 3 la gente huye, c o m o si un emisario hu-
r
- 29 —

biera dicho á todos", allí viene el v ó m i t o n e g r o ,


le a c o m p a ñ a la fiebre amarilla, el cólera, la vi-
ruela m a l i g n a y la tuberculosis p u l m o n a r .
¡Huye la gente, de la visita Constitucional y
de la a u t o r i d a d !
En el pueblo de los ratapiches, capital del
primer distrito de P e l a g a t o s , h a y una especie de
p a v o r , se h a anunciado la llegada del Subprefec-
t o y es sabido que p a r a tales c a s o s , las o b r a s de
misericordia que practica, s o n las siguientes:
1." El Concejo tiene que p a g a r t o d o lo que
c o m a el Subprefecto y su c o m i t i v a , p a r a lo que
se realiza un medio saqueo en el vecindario; pues
h a s t a las bestias de los visitadores serán s o l t a -
das en el alfalfar del Sursuncorda: algún l a b o -
rioso y pacífico vecino: el h o m b r e más h o n r a d o
del pueblo;
2.° El Concejo tiene que p a g a r 1 0 soles p o r
derechos de visita, costumbre a r r a i g a d a desde
ab eterno;
3.° N o puede pasar el Suprefecto sin e n a m o -
rarse de a l g o y sin hacerse obsequiar ese a l g o .
De manera que el G o b e r n a d o r p o r un l a d o ,
el Síndico del Concejo p o r o t r o , y sus adláteres,
barren el pueblecito y lo dejan c o m o patena.
H a y que acarrear las ollas del vecindario p a r a
la c o c i n a del alojamiento del Subprefecto y arrear
c o n t o d a s las mujeres del l u g a r p a r a que atien-
d a n á esa cocina.
T o d o se vuelve escobas.
L l e g a la a u t o r i d a d : salen á recibirla los prin-
cipales, unos á pié y o t r o s á c a b a l l o . En la casa
que h a de servirle de alojamiento h a y b o t i j a s de
chicha preparadas c o n anticipación, á c o s t a de
los pulmones de las indias, que molieron la jora.
A la entrada del pueblo se ve banderitas de pe-
d a z o s de t r a p o y arcos de flores y ramajes; n o
falta una que o t r a danza, ni repiques y cohetes,
- 30 —
t o d o á costillas del vecindario. P o r fin se a p e a
el Subprefecto, entre la multitud boqui-abierta,
y la b a n d a del pueblo; es decir, un violín una
t r o m p a , un redoblante y un viejo clarinete, eje-
cuta c o m o a g a s a j o y p a r a echarla de que está
enterada de los adelantos de Lima, l a música de
los tres R a t a s , de ' ' L a Gran V í a " , s a l u d a n d o

Saliendo á recibir á Su Señoría

así al gran pericote y demás g a t o s de la Subp <> r

fectura; y p o r último, el más a d e l a n t a d o mucha-


cho de la escuela, le dirige la siguiente alocu-
ción:
" Exorno., I l t m o . y R d m o . señor:

'' Desde el plausible m o m e n t o en que t u v i -


m o s la dicha de saber vuestro feliz arribo á este
pueblo, nuestros c o r a z o n e s , cual o t r a s t a n t a s
p i r a s , ardieron en frenético e n t u s i a s m o : v o s
- 31 -
sois, ilustrísimo señor, cual el dulce Mesías que
venís á l e v a n t a r n o s de la p o s t r a c i ó n en que y a -
cen sumidas c o m o en negra l o n t a n a n z a , las ge-
neraciones que contempláis. Os recibimos pues,
c o m o el m a n á del pueblo escogido, y os presen-
t a m o s reverentes, p o r vuestro feliz alumbramien-
t o , t o d o s los v o t o s de lo m á s recóndito del a l m a
h u m a n a , p o r q u e el Divino H a c e d o r o s colme de
venturanza y bienandanza, que es, señor Subpre-
fecto ilustrísimo, t o d a nuestra esperanza, que se
alcanza en este día de b o n a n z a . l í e dicho " .
El Subprefecto, que en esto de retóricas es un
Sancho P a n z a , se tuerce los b i g o t e s , muy o r o n -
d o y p o r debajo exclaman algunos que han o í d o
el discurso, felicitando al o r a d o r .
— " ¡Qué rico c h o l o ! "

C o r r i d a de t o r o s en h o n o r del Subprefecto

P a s a en seguida su señoría á la mesa 3^ des-


pués á la más c ó m o d a 3' deliciosa de las c a m a s ,
la del sibarita y el o c i o s o : r o n c a allí c o m o un
chancho, á cuerpo gentil, y sueña en Lima, en la
época en que estaba á tres dobles y un repique,
le da una pesadilla feroz y á no ser por el orde-
nanza, que le despierta, Su Señoría pasara, de se-
guro, muy mala noche.

III

Quien no ha visto el amanecer en un pueble-


cito de la sierra, no ha contemplado un cuadro
delicioso: primero el canto del zorzal, desde los
alisos más altos, cuando comienza á despuntar
el alba; en seguida el bullicio de los jilgueros, co-
mo risa de niños, cuando el día clarea; después
las pichuchangas saludándose de tejado á teja-
do, conversando en su idioma armonioso; más
tarde, a los primeros rayos del sol, los guancha-
eos, de pecho colorado, como globos de fuego,
sobre los cogollos del maíz, haciendo estremecer
la planta, cuando se recogen sobre sí mismos
para silvar más alto, y al estremecimiento del
cantor haciendo caer como lluvia de brillantes
gotas el rocío que va á humedecer más el collay;
hasta los gallinazos, esos feos y repugnantes ani-
males, abiertos en cruz con sus alas de azabache,
para recibir de lleno los primeros rayos del sol,
parecen figuras alegóricas colocadas en las cum-
breras de las casas, sobre el rojo tejado ó el plo-
mizo techo de paja, y muy especialmente en la
rústica torrecilla del lugar; después las manchas
de luz, en variantes diversas, según los cerros y
el sembrado; y por las quebraditas, cuesta arriba,
como inmensos copos de algodón, vaporosa y
suave la neblina, subiendo lentamente como si
se recogieran del campo y se fueran arrollando
en caprichosas ondulaciones blondas enredadas
entre el ramaje: nada de viento, nada de sol que
abrasa, nada de olor que mortifica: todo suave,
tranquilo, de aroma delicioso, de la flor que se
- 33 —

entreabre, del terrón que se h a deshecho p o r la


humedad, de los frutos que m a d u r o s c a y e r o n en
la noche; y el mujido de la v a c a chiquereada y el
l a m e n t o de su becerro cerca del a r r o y o m u r m u -
r a d o r : t o d o respira sencillez y e n c a n t o : t o d o es
feliz en la naturaleza, únicamente los pobres ha-
bitantes, gracias á la honradez cacareada de
nuestros g o b i e r n o s y á sus m a g n a n i m i d a d e s y
a l t a sabiduría, despiertan sin que la c a m i s a les
llegue al cuerpo.
El señor Subprefecto se h a puesto de pié, h a
t o m a d o su c o p ó n de pisco, su t a z a de té y una
pierna de gallina p o r desaj^uno, y ceñida la espa-
da, esa espada que j a m a s vieron los chilenos y
sólo una que o t r a casa de p r é s t a m o , se prepara
á visitar la p o b l a c i ó n , d a n d o comienzo p o r la
iglesia.
— P o r qué n o barren este templo? dice en t o -
no sentencioso, es necesario que lo b a r r a n .
— Si señor, Useñoría, su merced, así se hará
señor, eontesta el sacristán, c o n las llaves del
t e m p l o y t e m b l a n d o de pié á cabeza.
De la iglesia p a s a á la cárcel. Allí mira el te-
c h o , las paredes y el suelo, c o m o quien busca al-
gún agujero; descubre una ancha aunque super-
ficial r a j a d u r a y e x c l a m a encolerizado.
— Qué es del G o b e r n a d o r ?
— Señor, Useñoría, su merced
— Qué significa esa raja?
— E s a raja, señor
— Qué quiere decir esa raja?
— Señor
— V a m o s , p o r qué está allí esa raja?
— Taitito
— C o n qué n o ha v i s t o U. la raja?
— Useñoría
— Pues p o r esa r a j a irá U. á la cárcel: que
T. 1? s — 5 .
- 34 -
metan adentro á este picaro, y que pague una
m u l t a de50 soles.
— Pero, señor
— ¡Silencio! — qué n o sabe U. que la ley p r o -
hibe las rajas? y d a n d o un pescozón a r r o j a p a -
tas arriba al G o b e r n a d o r , mientras los aflijidos
circunstantes c o n t e m p l a n b o q u i a b i e r t o s la raja
m o t i v o de la cólera del Sargento M a y o r .
De la cárcel p a s a á la escuela, en la que halla
n o una raja sino diluvio de rajas, c o m o que es
una casa vieja que amenaza aplastar al m a e s t r o
y á los doce cholitos, que n o tienen una m a l a
cartilla en que leer.
— Y o haré efectiva la c o n t r i b u c i ó n de las es-
cuelas! exclama, pensando y a en ese n u e v o recur-
so de reunir dinero.
De la escuela p a s a al p a n t e ó n , d o n d e queda
más m u d o que los m u e r t o s .
En seguida se echa á pasear el pueblo y á t o -
m a r c o p i t a s en los bodeguines, sin a b o n a r ni me-
dio. P a r a eso está el Secretario que á la salida
dice al dueño: pase U. la cuentecita al señor sín-
dico, lo que equivale á decir: á las almas bendi-
t a s del s a n t o p u r g a t o r i o .
De este m o d o recorre el hijo de su madre t o -
d o s los distritos, pueblo á pueblo: la p r o v i n c i a
tiene 60 pueblos, á 10 soles c a d a uno son 6 0 0
o j o s de buey, c o m o una l o m a .
P a r a n o entrar en descripciones. Cuenta de
la visita:
Derechos de visita S. 600
V a l o r de d o s muías riquísimas.. 400
Un jato 80
Un pellón s a m p e d r a n o 100
P o r soltura de a l g u n o s presos y
multas 500

Suma t o t a l S. 1,680
- 35 —
Mil seiscientos ochenta soles, limpios de pol-
v o y paja, p a r a su señoría, amén de las buscas
del Secretario, de la M a r í a la del timbache, del
ordenanza, y de la pallaqueada que con t a n plau-
sible m o t i v o hacen los g o b e r n a d o r e s , los algua-
ciles, los barajos y hasta los arrieros, á quienes
n o se d á una m a l a peseta p o r su t r a b a j o .
Una p l a g a de l a n g o s t a s h u m a n a s n o barrería
mejor una provincia. T o d o p a r a ordenar que se
limpie u n a iglesia; que se t a p e u ñ a raja y p a r a
encarcelar á veinte ó más infelices, callando p o r
d e c o r o las averías mujeriles.

IV

E s t a es la tierra de las pachillas: n o h a y


aquí empleadito que n o cuente c o n doscientas
pachillas y cuatrocientas cuñas. Es así c o m o
v e m o s t o n t o s de capirote, bestias que p o r p o c o
n o son de carga, y, lo que es peor, picaros que
han estado en la cárcel ó que son dignos del P a -
n ó p t i c o , desempeñando destinos públicos, sin
que h a y a forma ni manera de quitarles la t r o n -
cha. Y v i v i m o s tan conformes y s o m o s t a n t o -
lerantes c o n este modus mamandi de las gentes,
que c a d a día en las administraciones que se dicen
h o n r a d a s , c o n las administraciones h o n r a d a s ,
p o r las administraciones h o n r a d a s y sobre las
administraciones h o n r a d a s , campean y medran,
c o m o sartas de pejerreyes ó p a r v a d a s de gavila-
nes, mejor dicho decenas de decenas de a l t o s y
pequeños hombres de pachillas.
Unos á o t r o s v i v i m o s t a p á n d o n o s las uñas
en convencionalismo criminal, ya consciente ó
inconscientemente, c o m o si se t r a t a r a de un ne-
g o c i o común. Qué e x t r a ñ o , pues, que nuestro
Subprefecto, después de haber m e r o d e a d o á sus
— 36 —
anchas y de haber r a s p a d o las ollas de su p r o -
vincia p a r a entalegar lo r a s p a d o , t o m e la p l u m a
y, con o r t o g r a f í a desconocida y en letra de mu-
c h a c h o de escuela, escriba á su mujer la siguiente
carta:

Querida chola:

" C o m o te dije en el correo p a s a d o , estaba


y o visitando la provincia. Nos ha ido m u y bien:
algo se h a r e c o g i d o .
" Te m a n d o una letra p o r 8 0 0 soles. C o n
don Manuel Chupajeringas, comerciante de este
lugar, te m a n d o también una libra de o r o ; el que
lleva además una cholita y u n c h o l i t o : la cholita
p a r a la mujer del señor A,; el cholito p a r a la co-
madre también del señor A.; el jato p a r a nuestro
c o m p a d r e y un p o n c h o de vicuña que le tenía
ofrecido á su Secretario.
" Te llegarás d o n d e tu pariente el coronel B.
y le darás las espuelas de p l a t a que te m a n d o .
Llégate también á la imprenta d o n d e el señor
C , salúdalo y entrégale la correspondencia que
le envío, pregúntale lo que vale y p a g a . Después
de que se publique, a n d a donde el a m i g o D., a l
que le llevarás el s o m b r e r o de p a j a que me encar-
g ó ; y si te quiere p a g a r , no le recibas n a d a , rué-
gale sí que se empeñe p a r a que vea al señor E. 3 r

h a g a reproducir con su buen c o m e n t a r i o la c o -


rrespondencia. En la imprenta F. escribe el s e -
ñ o r G., búscalo, es mi a m i g o , y dile que á ver si
publica a l g o respecto de mi visita: sé que ese pe-
riódico es de los de arriba. M e v o y á hacer pu-
blicar en los periódicos de esta localidad un buen
artículo, el mismo que h a r á s reproducir p a g a n -
d o , en la imprenta H., cuidando que el señor I.
lo lleve al Presidente. No será m a l o que el día
de tu s a n t o reunas en casa á los señores J., K.,
— 37 —
L,, M . , N., N., O., P. y O., que sabes son buenas
pachillas. Págale lo que le debernos al pulpero
y si quieres puedes ir á Chorrillos con la familia.
Que si n o me mueven, haré o t r a visita á fin de
a ñ o ó algunas o b r a s públicas que hacen falta en
este lugar, y hay fondos. C u a n d o te hablen de
candidaturas hazte la desentendida, n o conviene
comprometerse, porque quizá nos p a s e m o s á úl-
t i m a h o r a . Aquí t o d o s son unos candidos, y á
los principales los tengo en el bolsillo. C o m o
donde un d o n Juan Bembas, que es el h o m b r e
más pudiente, c a s a d o con una serrana m á s fea
que Picio, pero que tiene haciendas. Sus hijas
son unas cholitas ridiculas, que me sirven de c o s -
teo. A p r o p ó s i t o , m á n d a m e u n o s p a ñ u e l i t o s ó al-
g o que pueda regalarles. El cura de aquí es muy
aficionado á la c o p a , lo mismo que el juez, así es
que nos p e g a m o s unas de primera. A h o r a esta-
m o s en las fiestas del pueblo, y o s o y C a p i t á n de
una tarde de t o r o s .
'* El d o l o r que tenía á la cintura se me h a
q u i t a d o totalmente, c o n unos b a ñ o s que h a y p o r
aquí m u y buenos, y t o m a n d o una r a m a que me
dan en lugar de té.
" Si pudiera, las haría venir á t o d a s ustedes
porque la v i d a es muy b a r a t a y la gente m u y in-
feliz.
" Saluda á los ele casa y no dejes de visitar
á quien tú sabes.
Tu
Pedro Mangansuervas, "

L a señora de M a n g a n s u e r v a s cumple al pie


de la letra los encargos del Sargento M a y o r , y
en más de c u a t r o periódicos se lee corresponden-
cias encomiásticas y panegíricos dedicados á la
" a u t o r i d a d m o d e l o " , " al h o m b r e o b r e r o " , al
" p r o g r e s i s t a Subpi-efecto de P e l a g a t o s " ; felici-
— 38 -
t a n d o al Gobierno, felicitando á P e l a g a t o s y fe-
licitando al M a n g a n s u e r v a s , llamándole el
" h o m b r e de la s i t u a c i ó n " , " e l entusiasta Sub-
p r e f e c t o " , la " d i g n a a u t o r i d a d " .
Merced " á su t i n o " , á " s u s acertadas me-
d i d a s " , al " c e l o d e s p l e g a d o " , á "su honra-
dez"! y al " h a b e r s e s a b i d o d a r á q u e r e r " en
t o d a la provincia, se v a á implantar una escue-
la taller ( a h ! aquí son m u y fuertes p a r a las es-
cuelas talleres) y m u y p r o n t o quedará termina-
d o un c a m i n o (aquí s o m o s también m u y fuertes
p a r a los c a m i n o s ) , p o r las m o n t a ñ a s de P e l a g a -
t o s , el cual conducirá derechito á C o n s t a n t i n o -
pla. P o r lo t a n t o , á este Subprefecto de C o n s -
t a n t i n o p l a , aunque se le quisiera desconstantino-
politanizar, el que lo desconstantinopolitanizare
buen d e s c o n s t a n t i n o p o l i t a n i z a d o r será.

C o m o hay t i p o s de individuos, h a y t i p o s de
familias, que se generan de igual manera, se de-
senvuelven y viven con h á b i t o s idénticos, for-
m a n d o lo que se pudiera llamar familias vetera-
nas, pues se mantienen en perpetua c a m p a ñ a .
S u p o n g a m o s u n a abuelita y u n a nieta, p o -
bre vieja que tiene historia, y m á s p o b r e nieta
que no p u d o conocer madre, porque la dejó p e -
queñita; ni padre, p o r q u e fué un calavera al que
desnucó un caballo en un día de carnaval.
L a abuelita teniendo casa y c o m i d a , gracias
á un pequeño s o c o r r o que le envían del e x t r a n -
g e r o , recoge á la nieta y la cría c o n t o d a la ter-
nura de que son capaces las abuelas: le consien-
te t o d a s sus travesuras; le fomenta t o d o s sus
caprichos y, c u a n d o la chiquita p a s a á llevar
traje de cola, la p o b r e abuelita cabrestea á las
- 39 —
procesiones, las noches buenas, las tertulias ca-
seras y á c u a n t a parte quiere la m u c h a c h a .
L a p o b r e vieja cabecea en algún rincón, mien-
tras la niña se divierte, y á fuerza de t a n t a di-
versión le sale p o r allí, c o m o caído del techo, un
n o v i o : el m á s pelado de los que con ella tienen
amistad; pero eso sí, el que mejor baila y tiene
más esperanzas de subir.
Este pichón de n a d a , es el que con el t i e m p o
viene á ser el Sargento M a y o r y Subpi'efecto de
que n o s h e m o s o c u p a d o .
C a s a d o s el hambre con la necesidad; muerta
la abuela; terminada la mesadita y d á d o s e prin-
cipio á los p a r t o s ; de la c a m p a ñ a de buscar n o -
vio, p a s a la infeliz j o v e n á la de s o p o r t a r nece-
sidades.
Que y a se destinó el m a r i d o y h u b o c o n que
p a g a r un mes de casa; que y a se quedó en media
calle y h u b o que deber a ñ o y medio; que y a lo
volvieron á destinar y se p u d o vivir en ventana
de reja y c o m p r a r muebles, que y a perdió el des-
tino y h u b o que empeñar h a s t a la camisa.
Unas veces con m a n t a de v a p o r y b o t a s cala-
das; y o t r a s c o n m a n t a de merino y chancletas;
y entre que se les muere un hijo, y h a y que hacer
suscrición p a r a enterrarlo, y les nace o t r o y es
p a d r i n o el primer Ministro eme se encuentra á la
m a n o , ó algún Excelencia de esos que necesitan
c o m p a d r e s , p o r aquello de do'ut apoies, el hecho
es que las muchachas crecen; que las muchachas
son b o n i t a s ; que la mujer del Subprefecto, que
casó j o v e n c i t a , aún tiene buenas b a r b a s ; y que
la familia está m o n t a d a al sistema de peripecias;
es decir, al de comer c u a n d o hay, y al de santi-
guarse c u a n d o n ó .
C o n o c e n t o d a s las aplicaciones de la t a r s a n a
y saben que c o n medio de pescado, no sólo un
g a t o se puede mantener.
- 40 —
L a familia se c o m p o n e del Sargento M a y o r
en disponibilidad y con despachos e x t r a v i a d o s ;
de la señora de buenas b a r b a s ; c u a t r o m u c h a -
chas buenas m o z a s y un p a r de m a t a p e r r o s , que
hacen el servicio de ir á la calle p o r lo que se ne-
cesita en casa, m u c h a c h o s insolentes con las her-
manas, refunfuñadores c o n la madre y s ó l o o b e -
dientes á los coscorrones del S a r g e n t o M a y o r ,
H a y también un g a t o , que c u a n d o faltan pe-
ricotes en casa v a á buscarlos en la vecina; un
perrito lanudo, que unas veces está arrellenado
sobre la falda de u n a de las niñas, y o t r a s , en la
cocinería del b a r r i o , sentadito m i r a n d o con t a -
m a ñ o s o j o s á los c a r g a d o r e s c u a n d o se desayu-
nan, perrito lleno de cintas y cascabeles; p e r o
que, con cintas y t o d o , á las diez de la noche se
escapa y vá á olfatear los m o n t o n e s de b a s u r a
de media calle.
Otra d é l a s niñas tiene un canario, que se
parece á la reina m o r a — que á veces c a n t a y á
veces llora — finalmente los m a t a p e r r o s tienen
un par de gallos, g a l l o s c o n los que ejecutan
multitud de combinaciones: unas veces los c a m -
bian p o r p a l o m a s , o t r a s p o r conejos, después
nuevamente p o r gallos; de repente los venden y
se a r m a n á las cuchillas finas, las carteritas, los
relojes de nickel.
— De d ó n d e has s a c a d o esto, m u c h a c h o ? ex-
clama la madre e n c o n t r a n d o algún prendedor.
— De dónde? de mis g a l l o s .
— De dónde sacaste, tu, p a r a ir á t o r o s y al
teatro ?
— De dónde he de sacar? responde el o t r o :
mi ajiseco que lo vendí.
— Así es que y a no h a y gallos?, interrumpe
alguna de las hermanas,
— ¡Tan b o n i t o s ! a g r e g a o t r a .
— 41 —
— T e n e m o s o t r o s mejores, contestan á d ú o
los m a t a p e r r o s .
— C ó m o otros?
— P o r supuesto.
Y en efecto, al día siguiente cantan y ale-
tean e n t r a b a d o s en un rincón de la cocina d o s
gallos hermosísimos.
L o s m u c h a c h o s hacen c o n los gallos, lo que
algunos c o n las plazas supuestas: v a r i t a m á g i -
ca de embuche; y t a n a c o s t u m b r a d a está la fa-
milia á ver las transformaciones de los g a l l o s ,
que h a y ocasiones en que sirven h a s t a p a r a las
necesidades de casa.
L a madre los vende á escondidas de los m u -
chachos, estos refunfuñan, patean y arman gres-
ca; pero nuevos gallos, c o n distinta pluma, traen
el día menos pensado.
Otras veces las hermanas ofrecen c o m p r a ,
regalan a l g o á los m a t a p e r r o s y echan m a n o de
los g a l l o s p a r a un día de s a n t o .
A los d o s días, nuevos gallos cantan en la c o -
cina.
Es xm cambalacheo interminable, una presti-
j i t a c i ó n mágica, fruto de ciertos m a l o s h á b i t o s ,
que la madre disimula, que las hermanas callan
y de que el padre no se d a p o r notificado.
¡Qué angustias las que frecuentemente s o -
p o r t a esta familia!
T o d o s le fían, h a s t a que se destine el jefe.
A veces el jefe se v a fuera de L i m a en busca
de a l g o , y entonces se presentan los visitantes:
de esos jóvenes, buenos unos, lanzas los m á s ,
que andan á caza de chicas buenas m o z a s ; y d a
principio la batalla del corte y t a n t e o : las m u -
chachas á querer a m a r y entregarse en b r a z o s
de los e n a m o r a d o s , y la vieja á capearlos y á
c o l o c a r l o s en el disparadero.
P a s e o aquí, paseo allá, invitaciones; almuer-
T.—1? s.—6.
— 42 —
citos en huertas; c o m i d a s en el c a m p o ; c o p a s
p o r m a y o r y menor y regalitos.
Así en estas alzas y b a j a s de fortuna y en es-
t o s cambiantes, llega, c o m o h e m o s v i s t o , nuestro
S a r g e n t o M a y o r á Subprefecto, p r a c t i c a la visi-
t a y remite los mil y pico de m o r l a c o s , fruto de
su buena administración.
Llegan las letras y el o r i t o , una semana an-
tes del c a r n a v a l .
El lunes reciben d o s de los e n a m o r a d o s de
las muchachas la siguiente c a r t i t a :
" C h o l i t o , n o sabes c u a n t o te quiero; ayer,
después que te fuiste, n o pude salir á la v e n t a n a ,
p o r q u e llegó d o n Federico y y a sabes que n o pue-
d o descuidarme c o n mi hermana; pero m a ñ a n a
saldré, n o dejes de venir, p o r q u e t e n g o que h a -
blarte: creo que v a m o s á p a s a r un c a r n a v a l á
nuestro g u s t o . T e n g o muchas g a n a s de m o j a r t e ' ' .
Tu dije.

Otra:

" N e g r i t o , c u a n t o me haces sufrir! ¡ a y ! eres m u y


i n g r a t o : ¡ay! n o estás c o n t e n t o c o n t u negra
¡ay!; pero y o te p r o b a r é c u a n t o te a m o el d o m i n -
g o ¡ay! Arregla c o n t u s a m i g o s eso y n o dejes
h o y de escribirme l a r g o , l a r g o , m u y l a r g o . ¡Ay! "

Tulla, s ó l o tulla. A.

V a á librarse la b a t a l l a c a m p a l de los a m o r e s .
L a madre, c o n el p r o d u c t o de las buscas del
S a r g e n t o M a y o r , está a r m a d a á las fichas, y c o -
mienza la distribución.
— N o es posible a g u a n t a r m á s t i e m p o en
esta casa, dice una de las niñas.
— E s o es, a g r e g a o t r a , tu, m a m á , lo ofrecis-
te p a r a c u a n d o recibieras dinero.
— 43 —

— H o y saldremos á buscar casa, r e s p ó n d e l a


señora.
— Y y o traje, que necesito.
— Que necesitamos, p o r si a c a s o , a g r e g a n
todas.
— A t o d a s se les c o m p r a r á .
— Y h a b r á que c o n t r a t a r un p o c o de cerveza.
— Y que ver un pianista.
— Y que c o m p r a r chisguetes.
— Y que ver una cocinera, ante t o d o .
— Y p l a t o s que faltan.
— Y mantel.
— Y un a p a r a d o r .
— Antes que n a d a los vestidos de b a ñ o : y o
n o me quedo sin bañar.
— Y mi l a v a t o r i o .
L a m a d r e sonríe, m o v i e n d o la cabeza, 3' d a
principio á la faena. Trajes, peinetas, p o l v o s ,
olores: el lujo p o r delante. L a v a t o r i o , a p a r a -
dor, servicio: la p r o s a v a en seguida. E n t r a des-
pués el despilfarro: cerveza, conservas, v i n o s y
demás comestibles y bebestibles; finalmente chis-
guetes, g l o b o s , papel p i c a d o , p o l v o s de o r o , de
p l a t a y de brillantes, y coche p a r a ir y venir al
comercio con los a t a d o s .
De los mil y pico de soles, gracias si queda el
pico, p a r a t a p a r algunos agujeros.
C o n semejante p r e p a r a t i v o , juzgúese la inva-
sión de los e n a m o r a d o s y sus a m i g o s el d o m i n -
g o de carnaval.
Antes de entrar en casa, los compinches se
distribuyen la tarea.
— T ú c a r g a s á la vieja.
— T ú á la tía.
— Ustedes á las amiguitas, 3- n o s o t r o s á las
muchachas.
— Si a l g u n o se queda sin parte, que busque
á la cocinera.
— 44 —

— A bien que el viejo está en los q u i n t o s in-


fiernos, y, h a y que a p r o v e c h a r la o c a s i ó n .
Distribuida así la faena: se r o m p e los fue-
g o s , v a c i a n d o un chisguete de á sol en (las es-
paldas de la señora, y ésta, p o r su parte, una b o -
tella de a g u a florida en las narices del m á s can-
dido.
Del a g u a f l o r i d a , al l a v a t o r i o ; de aquí á la ti-
na, y de la tina al c a ñ o . C o m o quien dice, de la
sala al c u a r t o de dormir, y del c u a r t o de d o r m i r
al c o m e d o r .
C o m o de c o s t u m b r e , á las 4 de la tarde se
suspenden los fuegos y d a principio el cerveceo.
A las 6 t o d o s á la mesa, á descuartizar el
p a t o c o n arroz y á beber el vino á c o p a llena:
" Caballeros, e x c l a m a de p r o n t o el m á s cun-
da, pido la p a l a b r a .
" En este m o m e n t o placentero, n o puedo de-
j a r de brindar p o r el a m i g o ausente, p o r el dis-
tinguido jefe, t a n p u n d o n o r o s o c o m o conspicuo,
p o r la a u t o r i d a d m o d e l o , c u y o s preclaros hechos
repercuten en la prensa de la república. En nues-
t r o s salvajes pueblos del interior se necesita t a -
lento singular p a r a captarse la v o l u n t a d gene-
ral, y eso es lo que ha sabido hacer el benemérito
jefe, el cumplido s o l d a d o , el heroico patricio, el
a b n e g a d o , el b r a v o , el ejemplar padre de esta fa-
milia, en que la virtud resplandece cual fulguran-
te estrella, y brilla seductora en la frente de la
señora A., digna m a t r o n a ; de la señorita B., la
Venus incomparable; de la señorita C , la deidad
del Olimpo; de la señorita D., ángel descendido'
del Cielo; y de la señorita E., flor de perfumado
pensil, virgen deletérea, p a l o m a cu\ as alas de r

cristal se a g i t a n c o n m o v i e n d o t o d o s los c o r a -
zones " .
— ¡Bravo!, ¡ b r a v o ! , ¡bravo!, chin-chin (las
copas).
— 4-5 —
" S í señores, me abrumáis c o n v u e s t r o s
a p l a u s o s : traen á mi alma bienandanza, y p o r
eso o s invito á t o d o s á t o m a r p o r este p a r a í s o ,
en que t o d o es e n c a n t o , t o d o d o n o s u r a , t o d o
virtud, t o d o suavidad, t o d o delicia, t o d o g u s t o ,
t o d o c o n t e n t o , t o d o dicha, t o d o placer, t o d o
n o sé que i b a á decir ( c o m o que está t o d o b o r r a -
cho).
P o r el Subprefecto de P e l a g a t o s , señores. "
Uraaaaü (los h o m b r e s ) : Urriia (las muje-
res).
L a mujer del Subprefecto se enjuga una lá-
grima.
No hay que llorar, le dice su vecino, cruzan-
d o su c o p a c o n la de ella, mientras los e n a m o r a -
d o s estrechándose una m a n o b a j o la mesa y c o n -
t i n u a n d o su t a c t o de rodillas, apuran su c o p a
del brindis, que es bien llena y h a s t a verte Cris-
to mío.
A la c o m i d a sigue el baile, al baile la m a l a
noche, á la m a l a noche el curar la cabeza.
Resultado: los m o z o s salen el miércoles de
ceniza á las seis de la m a ñ a n a , c o m o s o l d a d o s
d e r r o t a d o s , pelicaídos, ojerudos, c o n el cuello de
los chaqués arriba, oliendo a v i n o y á chisguetes.
N o p o d í a invertirse mejor el dinero de la des-
v e n t u r a d a provincia.
Remedio» casero»

Ojalá n o le duela á Ud. nunca la rabadilla,


n o teniendo médico á quien llamar.
— ¡ A y ! le dirá á su mujer de Ud. la primer
vieja que encuentre p o r la calle, así estuvo el hi-
j o del m a r i d o de la c o m a d r e de Francisca.
— Y con qué s a n ó ?
— C o n la raíz blanca del ajo m a c h o : sóbele
Ud. la raba tres veces al día: antes de la salida
del Sol; c u a n d o el Sol llega al medio día; y cuan-
d o está c a y e n d o la tarde; y verá Ud.
Viene su mujer, y le n a r r a el encuentro, échase
á buscar la dicha raíz, y d a principio á las s o b a -
das. El tal a j o m a c h o p o r p o c o no le hace á Ud.
un hijo m a c h o , produciéndole un enronchamien-
t o y comezones de padre y m u y señor m í o .
L a p o b r e mujer a l a r m a d a p o r las c o m e z o -
nes, vuelve á preguntar, qué será bueno p a r a
ellas.
— P a r a las comezones? dice l a cocinera, n o
h a y c o m o el c o g o l l o de la siempreviva: se a g a -
rra, se muele, se echan d o s g r a n i t o s de maíz
b l a n c o , u n a g o t i t a de limón, c u a t r o b a r b a s de
chivo c a p ó n y la p u n t a del cuerno del siervo; se
a g a r r a y se f r o t a bien bien, m a ñ a n a y tarde,
dándole de beber al enfermo el a g u a de la pimpi-
nela, el toronjil y la manzanilla.
- 47 —

Échese Ud. á buscar el cuerno del siervo y las


b a r b a s del c h i v o c a p ó n .
Entre la recaudera y su m a r i d o , llegan á con-
seguirlos adminículos, y Ud., infeliz mártir de d o -
lores y comezones, se somete al t r a t a m i e n t o de
la cocinera; pero ni se a m i n o r a n los dolores, ni se
quita la c o m e z ó n .
— Imposible, dice la lavandera, ¡ qué b a r b a -
r i d a d ! las b a r b a s del chivo son calientes: el se-
ñ o r lo que necesita es cosas frescas; así estuve y o
con unas comezones que n o me dejaban, h a s t a
que vino el m a r i d o de mi c o m a d r e , y l e d i g o á U d .
que en d o s p a s a d a s , c o m o con la m a n o .
— En d o s p a s a d a s de qué?
— ¡ A h ! qué b r u t a soy, del berro, c o n la raíz
de chicoria y el n i t r o : n o h a y c o m o el nitro.
Se d á á beber en ayunas, después de persig-
narse.
L a señora envía p o r los berros y el nitro y
Ud. se persigna y h a s t a reza c o n la señora lo que
se le a n t o j a : el brevaje le relaja el e s t ó m a g o y j a
r

tiene Ud. tres capellanías á cuestas.


Continúan las consultas caseras y las recetas
idem.
" Q u e le den el r a b o del cui ó las orejas del
pericote b l a n c o . "
" Q u e se busquen las flores del h i g o , c o n la se-
milla del p l á t a n o g u i n e o . "
Ni el cui tiene r a b o , ni flor el h i g o , ni el plá-
t a n o semilla.
" Eso es de calor, y así estuvo el n i e t c de la
madre del t í o de mi abuela la tuerta. "
" Le ha de haber penetrado el frío, necesita
cosas calientes: cuidado que v a y a á c o m e r carne
de puerco: el puerco es un veneno. "
" Que le den a g u a de churgapes. "
Comienzan los remedios cochinos.
- 48 —
" El sebo de la r a t a pelada, c o n las uñas del
alacrán."
" E l buche de la gallina c o n mantequilla r a n -
cia. "
Y entran los remedios pestíferos.
" L o s orines del zorrillo c o n la porquería del
p e r r o . " ( ¡ Qué c o c h i n o ! )
Y vuelven los remedios fragantes.
" L a s flores del jazmín del c a b o , c o n l a m a d r e
selva y el clavel. "
Y entran los minerales.
" L a piedra imán y el a g u a del fierro cal-
deado. "
P a s o á los místicos.
" L a v a r a de San José, la y e r b a ele la Virgen:
tres h o j i t a s . "
En seguida los supersticiosos.
" Que lo s o b e una niña que esté p a r a casarse,
ó le p o n g a la m a n o tres veces una recién emba-
razada. "
L o s colores; " l a l a n a prieta y el a l g o d ó n
paco."
L o s líquidos; " e l a g u a de m o t e ; el j u g u i t o de
las hojas del aire. "
L o s sólidos; en fin, Ud. se embaula la crea-
c i ó n b a j o t o d a s sus formas y manifestaciones:
viejas y m o z a s , caseros y sirvientes, t o d o s re-
cetan.
No falta gente que le d i g a á su mujer de Ud.
" N i ñ a , llévese de mi mal consejo: c ó r t e s e l a
p u n t a de las trenzas y métalas, sin que el señor
l o sepa, debajo de la c a m a , rocéelo Ud. c o n la le-
che de sus pechos, y c u a n d o esté d o r m i d o tápelo
Ud. con su camisa de dormir, echándole tres ve-
ces el v a h o ; enciéndale Ud: una l a m p a r i t a á San
José y amárrelo Ud. c u a n d o lo cure c o n sus li-
S a s
-"
Este medicamento medio místico, medio a m o -
- 49 -
r o s o , medio p a g a n o y medio cristiano, seduce la
i m a g i n a c i ó n de la p o b r e mujer y, el día m e n o s
p e n s a d o , amanece Ud. c o m o u n a M a r i c a c o n fus-
t a nes.
Así se muere Ud., ó así sana: si lo primero, l a
señora dice: " p o b r e c i t o : c o n qué resignación t o -
m a b a las b a r b a s del c h i v o ! " si lo segundo:
" agradece, dice, á mis pobres trenzas;" entre tan-
t o ni lo u n o ni lo o t r o : la misteriosa naturaleza
p r o d u j o lo que debía, y Ud. murió ó vivió p o r q u e
t u v o el pescuezo duro ó la p a t a fácil de estirar.
L o s pelos de la cabra, la p u n t a de oreia del
pericote, el c o g o l l o a g a r r a d o p o r m a n o de d o n -
cella, las uñas del g a t o recién n a c i d o , las muelas
del v e n a d o , el nido de la culebra, la cola de la g a -
t a c a p a d a , la cresta del gallo pelado, las pati-
t a s de la cucaracha M a r t i n a , la cascara del hue-
v o del gilguero, el resuello de la alicuya, las plu-
m a s del cargache, el piruro de piedra azul, los
o j i t o s de la t o r c a z , etc., etc., son adefecios que
n o pueden tener virtud ninguna.
Municipalidad

¡ Qué a n t o j o , qué ansiedad, qué desespera-


ción, qué angurria de las gentes de este lugar p o r
ser municipales! Sería menester que hubiera t a n -
t o s puestos en el Concejo, c o m o habitantes tiene
P e l a g a t o s , p a r a dejar satisfecha la aspiración
de t o d o s .
En el diluvio de calamidades que aflijen á es-
te país, la casa consistorial es c o m o el arca en
que t r a t a n de salvarse los g a m o n a l e s de P e l a g a -
t o s , c o n sus mujeres, sus hijos, y las mujeres de
sus hijos; e m b a r c a n d o á t o d o s los animales pu-
ros é impuros de la familia; n o ciertamente p o r -
que h a v a n estudiado las necesidades públicas y
el c l a m o r o s o estado decadente de la localidad,
sino p o r q u e tienen perfectamente deletreadas las
necesidades particulares de c a d a uno, y n o hallan
p a r a ellas o t r o remedio que embarcarse p a r a
apechugar c o n la t a j a d a .
D o s son, en la actualidad, los móviles que
empujan á las gentes á la ranfuña de los p u e s t o s
municipales: el primero, disponer de influencia
p a r a tener c o m o d a r a l g o á los que sean sus c o -
rreligionarios políticos; y antes que éste, el p o d e r
a g r e g a r al m o d o de vivir de c a d a u n o , t o d a s las
buscas y rebuscas que p r o p o r c i o n a el c a r g o de
m i e m b r o de esta c o r p o r a c i ó n de lanzas, en que
se pierden de v i s t a h a s t a los alguaciles.
- 51 —
En P e l a g a t o s n o se c o m e sino carne de c h i v o
y el v i g i l a d o r de este c a m a l , que suele ser el m á s
c a m o t e de la cofradía, desde que se hace c a r g o
del puestecillo, tiene gratis los riñoncitos de t o -
d o s los c a b r i t o s , y c o m e n seco diario él y su p a -
rentela, sin desembolsar un cuartillo, amén de
los riñoncitos r e d o n d o s y lucientes, que p o r tales
ó cuales m a m a d a s suelen aflojar los m a t a n s e r o s
p a r a mejor sazón del seco del señor municipal.
N o h a y p u e s t o en la municipalidad de Pela-
g a t o s que n o t e n g a m á s salidas de escape que
P a l a c i o , n o h a y uno s ó l o sin docientas m a m a -
das: h a s t a el inspector de corrales d o n d e se suele
sembrar flores, tiene p a r a su casa y las de sus
a m i g o s , ramilletes, r a m o s y c o r o n a s , cruces y li-
ras y canastillos y canastas, de las mejores, sin
g a s t a r un c e n t a v o .
N a d a decimos, p o r supuesto, del que vigila
fiestas, que, amén de mil regalos, tiene privilegio
de soplarse en c u a n t o f a n d a n g o hay grande ó pe-
queño él y su quinta generación.
Después de estos rebuscadores á la minuta,
tenemos á los galifardos de las e o n t r a t a s ; á los
e n c a r g a d o s de o b r a s públicas, los cuales se llevan
á casa la m i t a d de los materiales, c o m o a d o b e s ,
ladrillos, maderas de construcción, pinturas, has-
t a c l a v o s . Dividen el i m p o r t e de los t r a b a j o s c o n
sus ahijados los negociantes del Concejo y se
constituyen una entradita extra de 4, 8, 1 0 , 1 5
ó m á s miles de soles, según el adefesio que p r o -
yectan p a r a el vecindario.
E s t o s viven c o m o Penelope, tegiendo y des-
tegiendo, c o m p o n i e n d o y d e s c o m p o n i e n d o la
población.
El tesorero, c o m o el g u s a n o metido en su ca-
pullo, c o m p r a sueldos p o r segunda m a n o , y usa
un tira y afloja con los dineros del c o m ú n , \ se d a r

tales trazas, que, sin que lo huela nadie, de la


- 52 -
noche á la m a ñ a n a , apercolla capital y a m a r r a
en la p u n t a de su pañuelo las libras esterlinas,
c o m o quien no es c a p a z de quebrar un p l a t o .
T o d o es gansería y corrupción t a n artística-
mente c o m b i n a d a s , que m á s se diría que es un
Concejo de prestidigitadores q u e d e representan-
tes del p u e b l o .
El que cuida de las casas de empeño, después
del usurero, es el m i m a d o de la fortuna, p o r q u e
escoge c o m o un b a r b e c h o las mejores alhajas,
las más b o n i t a s prendas, que adquiere á h u e v o y
sin más que hacer un p o c o de la vista g o r d a con
los abusos de los que exprimen á los necesitados.
El maestro de higiene y los señores químicos
¡uf! el mejor vinito, las conservas m á s deli-
cadas, el c o g n a c fino, etc., etc., etc.; mientras el
diablo se lleva al vecindario envenenado p o r
1.000,000 y 4 0 0 , 0 0 0 brebajes y p o r 2 0 0 . 0 0 0 , 0 0 0
de causas de insalubridad.
P a s a d a s de n a v a j a m o c h a , pases de b a n d o l a ,
fórmulas, apariencias, m u c h o de n o t a s , circula-
res y p a l a n g a n a d a s escritas; y en el f o n d o la
a b o m i n a c i ó n m á s inconcebible, el descuido más
craso, la i g n o r a n c i a m á s a b s o l u t a .
E s o sí, g r a v a m e n h a s t a el aire que se respira;
y multa p o r quita allá esas pajas, al chino, al
p o r d i o s e r o , á t o d o aquel que n o tiene p a d r i n o s
y el f a v o r i t i s m o entronizado y hecho rey; nadie
en su p u e s t o ; pero t o d o s c o l g a d o s de la caja:
sueldos á m a n o s llenas p a r a una cáfila de o c i o -
sos que n o salen del rutinarismo sempiterno, ca-
da cual p r o c u r a n d o llenar el expediente de la
mejor manera posible, sin cuidar p a r a n a d a de
a v a n z a r una línea en el c a m i n o del p r o g r e s o .
El Correo

En medio de truenos y r e l á m p a g o s , b a j o una


de aquellas tempestades que parecen presagiar
el fin del m u n d o , c a l a d o de a g u a h a s t a la médu-
la de los huesos, en caballejo más para la o t r a
que p a r a esta, trenzándose de flaco y d a n d o res-
balones c o m o b o r r a c h o , v a el indio correista,
conduciendo en una m a l a alforja de lana, á un
l a d o , los paquetes de comunicación; y á o t r o , los
mil e n c a r g o s de la familia del administi-ador del
pueblo y el fiambrito, envuelto en su schucshuna.
De n a d a ha servido el o t r o p o n c h o ó el peda-
zo de c o b i j ó n , que lleva al anca p a r a cubrir las
b o c a s de la alforja: el a g u a que cae á torrentes,
y el granizo que chicotea p o r derecha é izquier-
da, han penetrado en las alforjas y han hecho
s o p a las cartas y los impresos.
En la tierra p r o d u c t o r a del c a u c h o , y á la
que vienen ingentes cantidades de tela de esa ri-
ca sustancia, n o se ha conseguido t o d a v í a , ni
siquiera un mal encerado que libre á la corres-
pondencia de los b a ñ o s á que se halla sujeta.
— Buenas tardes, t a i t a y .
— Adiós, a m i g o . ¿De dónde bueno?
— 54 —
— De la c o s t a n o m á s , señor.
— Eres peón de alguna hacienda.''
— Correista n o m á s , señor.
— Ah! tú eres el correista?
— E s o n o m á s , señor.
— C u á n t o te p a g a n ?
— Recluían n o m á s , t a i t a ; empuña n o m á s
G o b e r n a d o r , y m a n d a n o más p o r c o r r e o , cárcel
n o m á s ofreciendo.
— P e r o tu caballito y a n o puede.
— Dejaré n o m á s en la cuesta.
— N o quieres un t r a g u i t o ?
— Ojalá dieras, mi señor.
El pasajero saca su botella y se la brinda al
correista.
— A d i ó s , hijo.
— A d i ó s , pues, señor.
—El pasajero aplica las espuelas á su cabal-
g a d u r a , y c o n t i n ú a p o r aquellas soledades, v o l -
viendo la cara y viendo al p o b r e indio abrir y ce-
rrar las piernas c o m o d o s remos, t a l o n e a n d o en
v a n o al caballejo, que c o n la cabeza , caída, las
orejas sueltas, la m i r a d a b a j a 3 la j e t a c o l g a n -
r

d o , j i p a que j i p a , a c a b a p o r arrodillarse y p o r
caer p a r a n o levantarse m á s .
El correista afloja la cincha, quita la m o n t u -
rita, sin sudaderos, se la echa á las espaldas,
j u n t o con la alforja de comunicaciones y de en-
c a r g o s , y, r e m a n g a d o s los calzones, c o n t i n ú a su
m a r c h a hasta la cueva p r ó x i m a , entre las s o m -
bras de la tarde y los ú l t i m o s chicotazos de la
tempestad que aún n o ha cesado.
Se acurruca al pie de la peña, se arma con la
c o q u i t a y así duerme r e c o s t a d o sobre la alforja.
Al día siguiente continúa su m a r c h a , dejando
encargadas en la choza m á s p r ó x i m a la m o n t u -
rita3 el b o z a l , y 3 a entrada la noche llega al pue-
7 r

b l o , m u e r t o de h a m b r e y s u d a n d o c o m o un j í b a r o .
- 55 -
A la entrada le ha c o n v i d a d o felizmente un
p o t o de chicha su c o m p a d r e el sillero, al que, sin
m i r a m i e n t o alguno h a dejado registrar el p a q u e -
te y t o m a r l o s p e r i ó d i c o s que ha creído c o n v e -
niente p a r a saber las novedades.

II

L a administración del pueblo es una tiende-


cita, en la que vende chicha la mujer del adminis-
t r a d o r y, c o m o de costumbre, está llena de v a -
dulaques.
— Eche usted o t r o medio, ña C a t a .
— A ver u n a c o c h a d a de esa del rincón, M a -
riquita.
— T o m a , pues, C a t a , y pásale al c o m p a d r e .
El administrador, r e m a n g a d o el p o n c h o y
puesto el s o m b r e á la pedrada, t é m p l a l a vihuela,
c o n los o j o s c o m o g u a i r u r o s , y se c o m p o n e el
pecho p a r a s o l t a r una marinera.

« Recuerdo que siendo chico


me dio un besito Melchora;
cómo me lo diera ahora
que me sabría tan rico.»

— M a n d a preguntar, mi prtrón, dice un m u -


c h a c h o que entra, si dizque h a b r á llegado el c o -
rreo.
— N o ha llegado n a d a , c o n t e s t a la mujer del
a d m i n i s t r a d o r , enojada, c o m o si le preguntaran
p o r su p a d r a s t o .
— P a r a qué le respondes, dice el administra-
d o r : n o ves que ese es nuestro enemigo?
— Y si te v o t a c o m o á ñ o Menegildo?
— Qué v a á v o t a r , h o m b r e , qué v a á v o t a r :
á tu Pepe naides lo v o t a .
- 56
— C u i d a d i t o , c o m p a d r e ? o b s e r v a o t r o de la
jarana.
— Lea usted, h o m b r e , esa c a r t a , lea usted l o
que es mischque:

Lima, enero 1." de 1898.

Señor d o n F u l a n o C h a s c a m o r r o s o .

Chungalmajada.

M u y señor m í o :

El señor d o c t o r X . , se h a interesado v i v a -
mente p o r q u e n o lo muevan á usted de su pues-
t o ; y t e n g o encargo de decirle que pierda usted
t o d o cuidado: lo que conviene es servir al d o c t o r
y portarse en las elecciones.
De usted, afectísimo y S. S.
Cnñaza N. 1.

— Y a lo ves, h o y n o le entrego ni sus c a r t a s ,


ni sus periódicos á ese que ha m a n d a d o pregun-
t a r y que se jimda.
En esto llega el correista.
— Y a y a , c h o l o , p o r fin pareces; dice el admi-
nistrador: si te habrás o l v i d a d o t o d o s los encar-
g o s de la niña.
— T o d o está ahí, señor.
— A ver, á ver: t o d a s las mujeres se lanzan á
la alforja y p o r desatar el paquete de e n c a r g o s
desatan el de comunicaciones: n o i m p o r t a , a r r o -
jan los paquetes p o r a l t o y los concurrentes los
recojen.
— V a m o s á ver las novedades, dice u n o , r o m -
piendo las ligaduras de un impreso.
— Esta c a r t a parece ele d o n F u l a n o , o b s e r v a
otro.
— P a r a a c á , p a r a acá, dice el a d m i n i s t r a d o r .
- 57 —
— Aja: a h o r a sí que c a y ó , dice o t r o : aquí es-
t á la n o t a que quería leer el Subprefecto.
— P a r a acá, p a r a acá, continúa el adminis-
trador.
— C ó m o pesa esta cartita: aquí debe haber
chochoca.
— Échala p a r a acá.
— E s t a c a r t a a p o s t a r í a que es del J o r o b a d o .
— No se la sueltes.
— Si le escribirán á ña M a j o m a ?
— Busca, busca, esa c a r t a n o s interesa.
— Aquí h a y una encomienda.
— Échala p a r a acá: busca la c a r t a del Sonso
Garramuy.
Mientras los cumpas espulgan la correspon-
dencia, vuelven uno, d o s , c u a t r o muchachos á
preguntar:
— ¿ H a llegado el correo ?
— No es h o r a de correo, contesta el adminis-
t r a d o r : nadie ha llegado.
Y el correo está allí, t o d o el m u n d o lo sabe.
L a mujer del administrador, entre t a n t o , lla-
m a á uno de sus hijos y escogiendo las cartas
del Subprefecto, las del G a m o n a l p o r quien o b t u -
v o el destinito su m a r i d o , y las de sus amistades,
echa m a n o , así m i s m o , de los periódicos que gus-
t a ^ bien acondicionaditos y envueltos en un pe-
d a z o de los muchos periódicos que h a y en casa,
sin estar suscrita á ninguno, lo despacha, mien-
tras los demás quedan sujetos á la m u y real v o -
luntad del administrador y de sus c o m p a ñ e r o s
de j a r a n a , que abren las cartas y destrozan los
Xoaquetes de impresos, c o m o quien abre y destro-
za maíz en m a z o r c a .
A la luz macilenta de velita de sebo, se i m p o -
nen de lo que mejor les parece, y hacen y desha-
cen c o m o de c o s a propia.
— P a r a que muevan á este Pepe, repite el ad-
T . — 1 » s.—7
- 58 -

ministrador, lian de demandar fuerza. T o d o es-


t á cabal, dice al correista, que sacudiendo su al-
forja, vuelta de revez, 3^ echándose al h o m b r e el
p o n c h i t o m o j a d o , sale p a r a ir en busca ele su fa-
milia, que vive d o s leguas más allá del pueblo.
C o m o la chupa continúa, al día siguiente no
se abre la administración 3 c o m o almas del pur-
r

g a t o r i o dan vueltas cerca de la tienducha los que


n o están en gracia del ahijado del t a g a r o t e que
g o z a de influencia.
— Pero, qué n o h a y h o m b r e s de bien en este
p u e b l o ? pregunta un forastero, testigo de seme-
jantes a n o m a l í a s .
— L o s h a 3 , y e s t á n p r o p u e s t o s y señalados p o r
r

repetidas veces; pero n o h a y f o r m a de a c a b a r


con las recomendaciones: la administración pu-
blica es un encadenamiento de compadres, con-
t r a lo que n o vale el c l a m o r a n g u s t i o s o de la ;\'a-
ción. D o n F u l a n o es recomendado p o r don Zu-
t a n o y mientras n o se muera éste ó no lo tumbe
o t r o Gobierno, ese don F u l a n o es una estaca, un
b r a m a d e r o eme no h a y poder h u m a n o que quite
de su sitio.
En la tarde del segundo día, c u a n d o el admi-
nistrador está con la fuerza ele " / a perseguidora'"
y haciendo parar una olla de papas y o t r a de
huevos duros, con t o d o s los compadres, la mu-
jer abre la tiendecita y viene á despachar el
correo.
— Periódicos p a r a don A ?
— No h a y .
— Cartas para don B ?
— N o hay.
— Eneomienda p a r a d o n C ?
— No h a venido.
— Es imposible eme no vengan periódicos.
— Búsquelo U. pues, en mi seno.
- 59 —

— Pero si y o estoy suscrito desde hace y a


seis meses.
— Y y o qué cuenta t e n g o .
— E s t a carta me la d a U. abierta.
— L a a b r á abierto pues el a g u a c e r o .
— En este paquete faltan impresos.
— Yo no sé, así vinieron d e s a t a d o s .
— No h a y c a r t a para mí ?
— No hay.
— Ni p a r a mí t a m p o c o ?
— Tampoco.
— Y este sobre c o n mi nombre que v e o r o t o en
el suelo ?
— M é t a m e U. pues á la cárcel.
— Pero d ó n d e está su m a r i d o de U. que es el
admininistrador ?
— Estará pues donde le dé su g a n a .
— Jesús, qué b r a v a está ña C a t a : ojalá que
le dure.
— Sí, me ha de durar, pues, bien hecho y CJds.
se han de a m o l a r , catar.
En esto llega el Subprefecto, y c o m o nadie lo
lleva, se retiran los que han venido p o r sus c o m u -
nicaciones y salen á la escena las hijas de ña C a -
ta, unas chinas de pollerón de t a l c o s , vincha de
terciopelo, chapudas c o m o melocotones y g o r d a s
c o m o las del c u a d r o " L o s funerales de Atahual-
p a " : salen las chinas, a c o m o d á n d o s e el rebo-
zo y frunciéndose c o m o si estuvieran s a b o r e a n d o
manzanas verdes.
El Subprefecto viste de militar, pero c o n s o m -
brero de paja y chicotillo.
— Qué ha sido de la vida de Uds?, dice, g o l -
peándose la b o t a con la punta del chicotillo.
— Aquí, pues, señor, esperándolo.
— De veras que hace su friecito : sirva U.
d o ñ a C a t a , "una libra", ( u n a libra es una
c o p a c o m o un v a s o ) ; y t o d o o j o s entre M a r i .
— 60 —

quita y Michuca, comienza su señoría el requete


conrreschpe.
Y ese día se despacha el correo, y mientras
siguen las c o p i t a s van llegando los vecinos con
su correspondencia.
En la noche, a c o m o d a n las mujeres las car-
t a s ; pero no h a y correista.
— Que saquen d é l a cárcel, dice el Subprefecto,
á ese cholo que m a n d a r o n preso de la j a l e a .

— Vas á ir c o n el c o r r e o .
— Sí será, señor.
— Conoces el camino ?
— Preguntaré, señor.
— Bueno, pues, el d o m i n g o entrante estarás
de vuelta.
— C ó m o n o , mi señor.
— 61 —
— V a y a U., pues.
— H a s t a la vuelta, mi señor.
El indio v a primero á su casa, allí se está
d o s días y después sale c o n el correo, p a r a repe-
tir al regreso la escena que llevamos descrita al
comienzo.
Á veces en medio de estos laberintos, llega el
visitador, y p o r lo general h a y que poner una c o -
pa más y que m a t a r algunas gallinas, p a r a las
p a c h a m a n c a s que el Sr. Subprefecto h a de des-
pavilar con este su antiguo c o n o c i d o de L i m a ,
que redacta el informe pidiendo á lo m á s aumen-
t o de sueldo p a r a el administrador y a c o m p a -
ñ a n d o una a c t a firmada p o r t o d o s los c o m p a -
dres y padrinos de éste, y h a s t a p o r t o d o s los
damnificados, pues en diciendo " f i r m e n " el Sub-
prefecto, j u s t o s y pecadores echan la rúbrica.
Con lo que sigue la rueda y t o d o s v i v i m o s en la
gloria.
La Escuela

El maestro de escuela en P e l a g a t o s es un
h o m b r e que vive p o c o menos eme de la caridad
pública: un mendigo que, en vez de salir de puerta
en puerta á pedir limosna, a g u a r d a que lo s o c o -
rran c o m o buenamente puedan algunos infelices
padres de familia.
N o m b r a d o con el haber misérrimo de 10 so-
les mensuales, percibe esta pensión ir nomine,
porque la tarasca primera, segunda, tercera ó
cuarta dá buena cuenta de la partida de instruc-
ción; ó los vales que se le o t o r g a alguna vez l o -
g r a vender á persona influyente, á diez p o r uno,
puede calcularse, gracias á este sistema de p a g o :
el sueldo fijo del desventurado en d o s ó c u a t r o
reales mensuales.
El traje del maestro corresponde á la magnefi-
cencia de su sueldo; viste en los días de t r a b a j o
cotón de lana } chaqueta de corte, c o n más re-
r

miendos que la capa del estudiante, calzones


idem y z a p a t o s de c o r d o b á n , fuera de los que
buscan el aire libre algunos dedos.
L a alimentación del maestro es t a n frugal
c o m o la de un penitente cristiano: un p o c o de
schacae, (harina de ¿irverjas ó sea c a l d o , en c u y o
f o n d o nadan d o s ó tres pedacitos de carapeho);
d o s ó tres p u ñ a d o s de cancha y algunas p a p a s
sancochadas.
El lecho del maestro es c o m o el traje y la
alimentación: sobre b a r b a c o a de saúcos, unos
cuantos pellejos, y por t o d o a b r i g o un cobijón.
Este lecho se halla situado en un c u a r t u c h o
al que penetra luz y viento p o r t o d a s partes:
t a n t o por los agujeros del tapial c u a n t o p o r las
anchas abras de l a puerta y el terrado sin t o r t a .
El maestro hemos dicho que es el m e n d i g o
más decente de la localidad.
No hay que emplear mucha tinta p a r a des-
cribir el plantel: los muchachos se sientan c o m o
pueden en el corredoi-cito de la vieja casucha,

^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^

' 4

El Subprefecto visitando ¡a Escuela

que no tiene más habitaciones que la que sirve


de c u a r t o de dormir, o t r a salita de depósito de
las pobrezas del maestro, y una cocinita sin puer-
ta, con paredes de champa y techo de cortadera,
con más g o t e r a s que remiendos los pantalones
del maestro.
— 64 —

Media pirca aquí, resto de un paredón allá,


el cerco de un corral ajeno más allá, c o n entrada
ancha y libre p a r a el tráfico de los b u r r o s y c o -
chinos p o r t o d a s partes, trazan el c u a d r o que n o
puede llamarse p a t i o ni corralón, ni n a d a .
En el c o r r e d o r c i t o , c o m o dejamos dicho, los
alumnos se sientan c o m o pueden: unos sobre pie-
dras en m o n t o n c i t o ; o t r o s sobre pedazos ele a d o -
bes; los más elegantes en tongos de maguey con
su pellejito r a p a d o en el asiento, y muchos en el
suelo, sobre su p o n c h o .
Allí c a d a muchacho lee en lo que puede: d o s
ó tres en vieja tablilla, más mugrienta que man-
tel de cocina; o t r o s en fragmentos de cartas li-
m o s n e a d a s á los patrones; quienes en periódicos
llegados p o r casualidad; cuales en cartillas c o m o
aparejos.
Papel p a r a escribir n o se c o n o c e : t o d o s usan
la penca, c o r t a n de los cercos del c a m p o pedazos
de hojas de m a g u e y y el maestro en muschcas de
piedra les distribu3^e tinta que sabe fabricar con
semilla de tajo y colpa; c o n su cuchillito m a n g u -
rrero t a j a las plumas de aves, siguiendo el m é t o -
d o de la época de Abascal: gran t a j o d i a g o n a l ,
g a v i l á n derecho, gavilán izquierdo, endidura al
medio y sobre p u n t o desigual. L o s r a b o s de las
gallinas p a g a n el p a t o en la casa de los alumnos
p a r a la provisión de plumas, c o n t e m p o r á n e a s de
los rifles de chispa, del calzón de chicote y del t a -
pabalazo.
Quince ó veinte cholitos f o r m a n el t o t a l de los
alumnos, mientras quinientos ó cuatrocientos
pasan delante de la escuela arriando sus g a n a -
d o s , harapientos y c o n el pie en el suelo t r a s los
pastores andrajosos.
Demás es decir que estos a l u m n o s j a m á s rin-
den examen, leen h a s t a d o n d e les esposible; escri-
ben h a s t a sacar la letra del maestro, que e s a r r o -
— 65 —
g a n t e y buena; aprenden la cuenta también has-
t a donde sabe el m a e s t r o , y son despedidos sin
más certificado que un "va3^a, pues, c h o l o , n o te
olvides, pues, de tu m a e s t r o " .
Rezan el bendito antes de salir de la escuela
cuotidianamente, y la d o c t r i n a t o d o s los sá-
bados.
Allí n o se sabe d ó n d e se halla el Perú; qué es
la P a t r i a ; ni si su bandera es r o j a ó azul.
En materia de banderas sólo conocen los
alumnos las de t r a p o punzó, que señalan en las
casas del pueblo donde se vende chicha, y las de
t r a p o b l a n c o , que señalan d o n d e se vende p a n .
L a canción nacional, es un m i t o : los cholitos
n o saben más canción que aquella que dice:

Por el cerro verde


Bajan las ovejas
Unas trasquiladas
Y otras sin orejas.

Es decir, la que pinta al v i v o c o m o se clasifi-


can los habitantes de P e l a g a t o s en t r a s q u i l a d o s
y mochos.
Frecuentemente falta leña en la cocina del
m a e s t r o y ese día es de fiesta, pues los mucha-
chos dejan sus pencas, sus tablillas, y se esparra-
m a n p o r los c a m p o s á pallaquear chamisas;
o t r a s veces falta yerba p a r a los c u a t r o ó cinco
cuyes que el m a e s t r o g u a r d a p a r a su s a n t o , y los
cholitos van á buscar collay en los c a n t o s de las
chacras de maíz; y así limosneando p a s t i t o , ayu-
dan á vivir al desgraciado, al que de vez en cuan-
d o regalan d o s ó c u a t r o chiclayos, un almucito
de cebada, una schuschunita de c h o c h o s , un p e c o
de ñuña y alguna vez el matecito de chicharrón
y el frito con cancha con manteca.
Si el maestro se enferma lo asisten c o m o pue-
T.—13 s.—8.
- 66 —
den las madres de sus m u c h a c h o s ; y si se muere,
lo envuelven en su c o b i j ó n , lo cosen c o n una g u a -
t o p a , lo velan c o n mechas c o l o c a d a s en algunas
callanas, c a v a n su sepultura en el P a n t e ó n de
P e l a g a t o s y lo t a p a n l l o r a n d o : " u y uy u y el
maestrito; y a se a c a b ó mi m a e s t r i t o . "
Y la escuela queda desierta, p o r q u e n o se en-
cuentra o t r o limosnero que tenga la paciencia y
resignación del difunto:
El aguacero a c a b a c o n su casita y en breve
pedazos de paredones sirven de refugio, entre m a -
torrales de chinaques y zarzas, á los b u r r o s que
v a g a n sueltos y á los murciélagos que hacen su
madriguera b a j o los derruidos alares; y c u a n d o
algún chusec lanza en la oscuridad de la noche
su g r i t o siniestro: " ¡Jesús! exclaman las gentes;
el alma del m a e s t r i t o ! " y le rezan un padre
nuestro.
El C e m e n t e r i o

Un corral en el que se a m o n t o n a n muertos,


t a l es el cementerio de P e l a g a t o s .
Le circundan, a t r e c h o s , pedazos de pared de
t a p i a c o n anchas rajaduras y d e s m o r o n a m i e n t o s .
Entre pedazo y pedazo de pared, se ve, c o m o re-
miendos, pircas mal hechas, sobre las eme crecen
raquíticas algunas pencas de m a g u e y ; al pie de
estas pircas, forman m o n t í c u l o s los m a r c o s y las
zarzas; t r e p a n d o p o r entre ellas, h a s t a sobre las
t a p i a s , las espinosas mutiflores, siempre llenas
rositas en ramilletes; una que o t r a cauracasha,
malamente a r r a i g a d a sobre las t a p i a s , crece
lánguida, más repleta de espinas que de c a r n o -
sidad: c o m o planta hecha de espinazos de t o l l o .
El terreno, á fuerza de ser m o v i d o y removi-
d o , es c o m o el de los viejos r a s t r o j o s , etn^a tierra
cansada se h a a b a n d o n a d o p o r estéril; gruesos
m o n t o n e s de tierra, grandes 3 pequeños, parece
T

que cubrieran cadáveres echados b o c a arriba y


c u y o s abdómenes dilatados, antes de su descom-
posición, hubieran hinchado la tierra que los
cubre.
Aquí un rogorcito de piedras, p o r enti-e las
que la flor de m u e r t o enseña sus rosas amarillas,
de o l o r acre y de hojas sin j u g o ; allá una cruz vie-
j a ladeada c o m o b o r r a c h o que n o puede moverse,
— 68 -

c o n un b r a z o t r a t a n d o de señalar el Cielo y el
o t r o inclinado p a r a besar la tierra; m á s acá, á
manera de estacas, p e d a z o s de cruces que el tiem-
p o h a destruido; p o r t o d a s partes más cruces
f o r m a d a s de pedazos de leña a m a r r a d o s con chi-
llines, único t r i b u t o que la gente del c a m p o pue-
de dejar en el sepulcro de sus deudos; y al pie de
esas estacas y al rededor de esas cruces, deshe-
chas en astillas, vense p l a n t a d a s siemprevivas,
manzanilla del c a m p o , ó c o n g o n a s silvestres; y
aquí y allá y p o r t o d a s partes bosquecillos de
sunchos ó de r o s a c o m ú n , cubriendo sepulturas
y d a n d o s o m b r a á la g r a m a silvestre, que c o n
buen a b o n o crece cual verde cabellera; y d e v o -
r a n d o tranquilamente esta g r a m a uno que o t r o
asno a b a n d o n a d o p o r viejo é inservible á su p r o -
pio destino, caídas las orejas y pelada la piel en
señal de sus largas fatigas; algún caballo c o n -
t e m p o r á n e o del b o r r i c o , desorejado y macro,
descolado y sin crin, hecho t o d o un escaño; y
p o r entre las p a t a s de estos a p e r g a m i n a d o s cua-
drúpedos, multitud de chanchos, con m á s piques
en las c o r v a s y m á s rengos y esqueletizados eme
el burro y eme el caballo.
N a d a t u r b a la paz de estos sepulcros, pues si
á veces relincha el viejo rocinante, casi n o puede
rebuznar su c o m p a ñ e r o , y los chanchos osean sin
siquiera refunfuñar. P r o n t o caerán estos infeli-
ces, los cóndores vendrán desde centenares de
leguas y limpiarán sus huesos, p a r a que más t a r -
de blanqueen j u n t o á una calavera una quijada,
y á l a d o de u n a tibia, un casco p e g a d o á su cani-
lla, que m o s t r a r á su pelo en el achurrascado pe-
llejo; los cochinos revolverán las o s a m e n t a s y
pedazos de bestias con pedazos de h o m b r e , cas-
cajos del suelo y fragmentos de tejas f o r m a r á n
esos ásperos retazos de suelo sobre los que, p a r a
n o pisar la humedad, en los entierros que se ha-
- 69 —
cen de mañana, ha de colocarse el señor cura;
gangoseando el responso y echando agua bendita
sobre la tierra que cubre al muerto fresco, y sobre
los huesos de racionales y de bestias, que se re-
vuelven en la superficie, calcinados por el sol de
medio día y empapados en lluvia cuando arre-
cian las tempestades.
Con razón en las tardes cantan tan triste-
mente las pischuchangas en las tapias, y en las
lomas vecinas se oye como clamor, el balido de
las ovejas y como un ¡ a y ! eterno la andarita de
los pastores.
El Rocoto

En un lugar t e m p l a d o , cerca de una casita,


c u y o techo de p a j a los a ñ o s han dejado c o m o
cabeza de negro m o t i l ó n , frente p o r frente de su
pequeño corredor, y c o m o a d o r n o del patiecito
rústico, crece la m a t a de r o c o t o , sembrada p o r
la m á s vieja de la casa: sus largas r a m a s , d o b l a -
das en arco, forman un v a s t o pabellón; penden
de c a d a u n a de ellas d o s ó tres frutos amarillen-
t o s unos, verdes o t r o s , r o j o s los m á s .
De entre el ramaje del r o c o t o se alza un carri-
zo, que lleva en su parte superior a m a r r a d o s al-
g u n o s t r a p o s viejos, que el viento a g i t a sin ce-
sar, c o m o la m a n g a d e s g a r r a d a de un pordiose-
r o , c u y a m a n o se extendiera p a r a pedir miseri-
cordia: es el espantajo, que aleja á los p á j a r o s
l l a m a d o s r o c o t e r o s , los cuales, desde los alisos
vecinos, miran ele s o s l a y o el a p e t i t o s o manjar.
Debajo del r o c o t o , en la tierra hecha p o l v o
p o r las p a t a s de las gallinas, se revuelca, a c o s -
t a d a de l a d o , la clueca, haciendo saltar piedreci-
llas que picotea la bulliciosa m a n a d a de pollue-
los, que hacen ruido c o m o de m a n o j o de cascabe-
les; y el señor g a l l o , crestonazo y b a r b u d o , t o m a
s o m b r a , descansando sobre una p a t a .
A d o s p a s o s del r o c o t o corre la acequia cris-
talina, y cerca de ella, el h e r m o s o a n d a i m a r c o ,
— 71 —
entre cuyas r a m a s se entrelaza el purpuro, c o n -
fundido c o n los bejucos.
A la s o m b r a de ese árbol, escarmena la cabeza
de lanietecita, la vieja que sembró el r o c o t o , mien-
tras su hija g o l p e a los pañales del recién n a c i d o , al
p i é d e u n c h o r r i t o que ha f o r m a d o c o n una penca.
El viejo, marido de la abuela, c o n el cotón
d e s a b r o c h a d o , remangadas las m a n g a s , l a b r a

pausadamente con la azuela el tongo en que de-


be sentarse; y su j'erno, en el p a t i o , a r r o j a d o el
p o n c h o á un l a d o y l e v a n t a d a el ala del sombre-
r o de jipe sobre la frente, hecho un m a r de sudor,
v o l t e a n d o en el carrillo la b o l a de c o c a y el hacha
manejada á d o s m a n o s , raja un inmenso t r o n c o ,
haciendo retumbar los cerros vecinos á c a d a
g o l p e de hacha.
M á s ó menos, son las d o s de la tarde.
— T e n g o mucha sed, dice el f a t i g a d o leñador,
- 72 -

limpiándose la frente c o n el p o n c h o , y dejándose


caer sentado sobre u n a piedra.
— M a r í a ? dice el viejo,
— Ta} tay ?
r

— L l a m a á t u mama, agrega; g r i t a á los


c h o l i t o s , dale la v o z á Juancho, que está en el bar-
becho, y ven á echar un p o c o de chicha.
M i n u t o s después c a d a cual ha puesto su asien-
t o f o r m a n d o corralito : el uno sobre un t r o n c o :
el o t r o sobre una piedra; el viejo en su tongo nue-
v o y las mujeres sobre blancos pellejos se c o l o c a n
al rededor de la schuschuna tendida sobre el suelo.
M a r í a arranca de la m a t a tres ó c u a t r o r o -
c o t o s , trae la schicra de sal y a m o n t o n a las p a -
pas que estaban hirviendo en la cocina.
El viejo, sin ningún preámbulo, muerde el
m á s hermoso r o c o t o v i o p a s a á su m u j e r , e m b a -
r r á n d o l o en sal; las mujeres pelan las p a p a s , y el
r o c o t o circula d a n d o c a d a cual su caschcada. An-
tes que termine la vuelta ,María presenta el m á s
grande p o t o de chicha, que, n o o b s t a n t e su g r a n
t a m a ñ o , n o alcanza p a r a la sed de d o s personas.
Beben h a s t a que se hartan, y en seguida di-
ciendo t o d o s : Dios se lo pague, se levantan p a r a
c o n t i n u a r sus tareas.
Algunas veces, en las fiestas, vienen partidas
de danzantes ó pallas á beber la chicha de esta
familia, y antes y después de bebería danzan en
el pequeño p a t i o , llenando de p o l v o al r o c o t o , y
e s p a n t a n d o con los maichiles y quiyayas á las
gallinas que vuelan al corral y v a n á refugiarse
b a j o las angusachas y los chinaques.
L a planta del r o c o t o se parece á la del capu-
lí y el fruto es semejante al pimiento: es el m á s
j u g o s o , de mejor o l o r y más picante de los ajíes:
su c o l o r es amarillo caña, r o j o s u b i d o ó verde al-
falfa, suave, suavísimo, c o m o el seno de la mujer
amada.
Lln socio de Beneficencia

P e r s o n a a c o m o d a d a : padre de numerosa fa-


milia, ( h a s t a de d o s ) : político viejo, metido á s o -
cio c o m o las mujeres de cuerda, cansadas del
C h i v a t o , se meten á hermanas del C o r a z ó n de
cualquier s a n t o ; ó c o m o las más veteranas se
meten á m a t r o n a s .
Un buen sujeto, en la apariencia.
Apacible y m a ñ o s o .
P u n t u a l á las sesiones, e x a c t o en el desempe-
ñ o de su r a m o , i d o l a t r a d o p o r las hermanas de
c a r i d a d , de g r a n influencia en las regiones oficia-
les, p o d e r o s o en el seno de la comunidad benefi-
cente.
E x p e r t o en t o d a s las t r a m o y a s , práctico en
t o d o s los enjuagues, n o se le siente; pero su o m -
nipotente decisión es sin igual.
Este buen señor, al que t o d o s ceden la vereda
en la calle, con el m á s profundo respeto, casi c o n
la misma veneración que al ver pasar al más vie-
j o de la comunidad de los Descalzos, sin que na-
die le diga n a d a , ha c o l o c a d o á t o d o s sus p a -
rientes y á los parientes de sus parientes, desde
la primera h a s t a la última generación, pudién-
dosele creer, p o r el número de destinos d e q u e ha
— 74 —

dispuesto, c o m o al jefe de la tribu de las p a c h a -


langas ó de las angusachas; y tiene a l o j a d a s c ó -
m o d a m e n t e en centenares de casas de la venera-
ble institución, á centenares de c o m a n d i t a r i o s
que p a g a n un h u e v o y sub-arriendan p o r decenas
de soles, gente n o p o r cierto i n v a l i d a d a p a r a el
t r a b a j o ó familias de p o c a renta, gente que g o z a
de semejante gollería, n a d a m á s que p o r su linda
cara; es decir, p o r la linda c a r a de la principal
de la familia.
¡ A h ! el señor d o n M a g n á n i m o es p a r t i d a r i o
decidido de las hermosas caras: p o r eso p a r a
cualquier empeño, p a r a merced cual quieta, h a y
que m a n d a r alguna buena m o z a c o n la soli-
citud.
Y es persona m u y seria, sumamente seria, en
e x t r e m o seria: incapaz de quebrar un p l a t o .
El socio de Beneficencia tiene a d i c i o n a d a s
t o d a s las o b r a s de misericordia en este orden:
Dar de comer al hambriento,—(si tiene reco-
mendación).
Dar de beber al sediento,—(si time recomen-
dación).
Vestir al desnudo,—(sitiene r e c o m e n d a c i ó n ) .
Sin recomendación, n o hay p a r a el socio de
Beneficencia caridad posible.
El huérfano, el amenté, el m o r i b u n d o , el ca~
cláver del infeliz, deben llevar su cartita, si es que
buscan a m p a r o en este m a g n a t e dispensador de
gracias.
P a r a hablar, p a r a exponer a l g u n a petición,
p a r a implorar s o c o r r o , ¡ qué de vueltas y c o n t r a -
vueltas, cuántas dificultades y t r o p i e z o s !
L a puerta de este San Vicente de P a u l a c o n
talegas, sólo se halla de p a r en p a r á t o d o m o -
m e n t o y á t o d a h o r a , p a r a los p o d e r o s o s , p a r a
- 75 -

los ahijados ó p a r a los que pueden meterle la


m a n o : tiene un tino p a r a éstos, un o l f a t o
que antes de que resuellen les adivina el pensa-
m i e n t o , los t r a t a de servir, y tal y así c o m o ca-
d a cristiano se dice que tiene un ángel que lo
g u a r d a , el socio de Beneficencia tiene algún a l t o
cunda, ó d o s ó tres e n c a r g a d o s de mantenerlo
c o n t r a viento y marea, allá en las altas regiones
de sus m a y o r e s enemigos.
P o r eso, suban ó caigan los g o b i e r n o s , los
b o t e n á b a l a z o s ó los cuelguen c o m o á los Gutié-
rrez, el socio de Beneficencia permanece c o m o pe-
trificado, c l a v a d o , r e m a c h a d o , incrustado en su
puesto.
Y ¡ a y ! del que piense siquiera t o c a r el faldón
de su levita, c o m o p o r c o n m o c i ó n eléctrica se p o -
nen de pie desde el Director h a s t a el p o r t e r o de
los hospitales: t o d o s se extremecen, a p i ñ á n d o -
se c o m o en c u a d r o , y p a s a n d o la v o z al hormi-
guero se a p r o n t a n p a r a la defensa, y si la c o s a
apura, cargan sobre el o s a d o que pretendió
t o c a r la magestad de la levita, y que se con-
fiese porque lo hunden á él y á su quinta gene-
ración.
C o m o el g o r g o j o entre los m o n t o n e s de tin-
g o , vive el socio de Beneficencia entre los inmen-
sos caudales de la institución: sin ruido, c o m o si
viviera en el o t r o m u n d o , feliz, acurrucado, b a j o
la c a p a del bien público, a b r i g a d i t o , ni suena ni-
truena: es c o m o la s o m b r a que se desliza.
No maneja un s ó l o c e n t a v o , p o r sus m a n o s
limpísimas no p a s a medio real: n o hace cristia-
namente o t r a c o s a que firmar cuentas; pero fir-
m a c o n tal sabiduría, que después de diez, doce ó
veinte años de firmas, le sale u n a casita, un calle-
j ó n , alguna hermosa p r o p i e d a d .
Y en c o n c e p t o de s a n t o .
— 76 -

P a r a él es un martirio semejante tarea; pero


n o la suelta, p o r t o d o el o r o del m u n d o .
¡ Es t a n dulce vivir haciendo el bien; es t a n
grande pasarla dedicado perpetuamente al des-
empeño de la caridad evangélica! sobre t o d o de
aquella que comienza p o r casa y ¿qué" c o -
sa m á s bella que estar en el p r o p i o pellejo ejerci-
t a n d o eternamente t a n a u g u s t a virtud; qué di-
cha p a r a cualquier pichón que ir e n c a ñ o n a n d o
p o c o á p o c o ; quel piacherí p a r a el c a r a p a c h o c o -
nejo que entrar a su agujero y echar pelo p o r t o -
das partes, salir después al Sol, bien orejón y
bien l a n u d o , á saltar sin ruido, c o n el r a b i t o tie-
so y los o j i t o s de guairuro ?
El socio de beneficencia es el h o m b r e m á s re-
g a l a d o , el m á s a g a s a j a d o , el que tiene m á s aten-
ciones: en las procesiones lleva el g u i ó n ; en las
fiestas de t a b l a se le d á asiento de preferencia y
la cera mejor l a b r a d a ; c o m o que el m a n t o , la c o -
r o n a , la alfombra, las arañas del templo fueron
c o m p r a d a s p o r su rúbrica, n a d a m á s que p o r su
rúbrica.
N o t a n t o los pobres, c u a n t o los s a n t o s vi-
ven r e c o n o c i d o s al socio de Beneficencia. El
h o m b r e es p a r t i d a r i o decidido del culto: ingen-
tes cantidades c o n s a g r a á las imágenes, p o r in-
termedio de algunas personas p i a d o s a s , que n o
tienen o t r o oficio que su d e v o c i ó n .
¡ Y c ó m o se entienden entre el socio de Benefi-
cencia y el d e v o t o ! Regularmente s o n c o m p a -
dres.
A m b o s tan amables, t a n buenos, t a n inofen-
sivos é insinuantes.
C u a n d o las gentes los ven j u n t o s , es p o r q u e
se a p r o x i m a la fiesta.
¡ L a fiesta!
P a l a b r a m á g i c a , que alegra á las familias de
u n o y o t r o , p o r q u e siempre que la Virgen hace
- 77 -

el m i l a g r o de que n o cambien á p a p á , al m i s m o
t i e m p o que se c o m p r a c o r o n a y m a n t o p a r a
Nuestra Señora de las M a m a d a s , se a r m a n las
niñas á los trajes de seda y alguna vez c o m p r a
la señora una alhajita, ó el señor un c r o n ó -
metro.
Así vive el socio de Beneficencia, que amén
de su curul entre los de la cofradía, suele llegar
también á los a l t o s puestos de la República y en
ellos, c o n t i n u a n d o la vida p i a d o s a á que está
a c o s t u m b r a d o , dulcemente ejercita la caridad
del número u n o .
Cocinas ij cocineras

Una h a b i t a c i ó n espaciosa, con d o s ó tres hor-


n o s de diversos t a m a ñ o s , un estrado de adobes
y negrura y ollín p o r t o d a s partes.
De las vigas cuelgan los j a m o n e s puestos á
ahumar y las angarillas, ó sea r o d a d e l a s de be-
j u c o , c o m o platillos de balanzas, angarillas en
las que se a m o n t o n a n los mates y las guischllas,
y se g u a r d a los cachipotos, (depósito de cuero
en que se conserva la sal, y que se hace v a c i a d a s
que han sido las criadillas ele las reses).
Al pie de las angarillas, y en el c e n t r o de la
1

cocina, sobre el suelo, se c o l o c a n las tulipas,


graneles piedras de igual t a m a ñ o , tres de las cua-
les b a s t a n p a r a sostener una olla.
Según el número de ollas, es el de las tulipas;
y según la familia es el de las ollas.
Una ha3 indispensable, permanente e i n a m o -
r

vible: la olla de a g u a caliente, de la cjue se saca


a g u a p a r a t o d o s los guisos y p a r a t o d o s los la-
vados.
A l a d o de las tulipas; pero en a l t o , están los
batanes: uno grande p a r a t o d a clase de harinas
con formidables chungos, ó sea piedras de grani-
t o en f o r m a de sandía o b l o n g a ; y o t r o chico,
p a r a moler ají.
- 79 -
Al rededor de los fogones nunca faltan d o s ó
m á s chinas auxiliares de la cocinera, á que se le
l l a m a la sonsa ó la opa, á causa de sus signos de
imbecilidad: y esa o p a ó esa sonsa es la que se
h a b u s c a d o p a r a el oficio que más agilidad, pul-
critud, g u s t o é inteligencia necesita: los o p a s
son los a m o s .

S ó l o se consulta la paciencia, el aguante, una


bestia capaz de resistir á los tres más formida-
bles elementos: el fuego, el aire y el a g u a .
L a sonsa es una india de b r a z o s fornidos y
c u a d r a d a de arriba a b a j o , con una cabeza c o m o
un cerro, j a m á s peinada y j a m á s limpia, cabeza
clásica, típica, monumental, enorme, l a t a n g o s a .
L a sonsa suele ser medio idiota y general-
mente desfigurada p o r d o s ó cuatro cotos, que á
m o d o de cabezas peladas le rodean el cuello dán-
dole aspecto repugnante.
Sin e m b a r g o , esta mujer tiene hijos y los tie-
ne de padres desconocidos, c o m o ponen del vien-
- 80 —

t o las gallinas, desembaraza del misterio esta


desgraciada,
Cerca de la c o c i n a tiene su cuchitril: unos
cuantos pellejos y algún mal c o b i j ó n c o n que se
abriga. Para ella no h a y más m u n d o que la c o -
cina, ó el c h o r r o de a g u a de donde v a á cargarla
p a r a la b o t i j a del rincón.
Cuántas veces me he detenido á c o n t e m -
plar á estas desgraciadas sin Dios, patria, ni h o -
g a r , c o m o figuras a u t o m á t i c a s , t o s t a n d o lapas
de cancha ó moliendo almudes de schamhar, c o n
la impasibilidad de los péndulos de un reloj, ara-
p o s a s , mugrientas, desgreñadas, incansables, le-
v a n t a d a s al alba, sepultadas de Enero á Enero
en la cocina. Ellas n o tienen sueldo, ellas n o tie-
nen n a d a : condenadas á perpetuo b a t á n , comen
y clan de comer t o d a su vida.
Si se enferman, es c o m o si se enfermara una
muía; se le cura, y á la cocina. Si se muere, p o r
p o c o n o se le b o t a c o m o á perro: se le lleva en
una parihuela y se la a r r o j a al abrá de d o s v a r a s
que se hace c a v a r en el panteón, b a j o algunos
chinaques.
No sale la s o n s a de la rutina de sus p o t a j e s :
caldo de carnero con p a p a s p o r la m a ñ a n a y
timbuche y c h o c h o c a con carne p o r la tarde, u n o
que o t r o revuelto con ají c o m o diablos, y papas
paradas p o r m a y o r y menor, cancha y m o t e .
Si le duele la b a r r i g a , se la soban con el sopla-
d o r bien caliente.
De vez en c u a n d o el a m a cascarrabias le arri-
m a con t a m a ñ a raja de leña una paliza c o m o
quien apaleara á un almofrez, y la desgraciada,
c o m o los b u r r o s de los a g u a d o r e s , se frunce y j i -
p a , a r r o j a n d o sus lagrimones en silencio.
Un guischllazo, un t i s o n a z o , son el pan c u o -
tidiano de t a n infeliz ser, el más digno de c o m p a -
sión en una casa.
— 81 —

L a manteca y la leña se p r o d i g a en las coci-


nas de la sierra.
En la c o s t a no a n d a mejor la c o s a . Aquí no
h a y h o r n o ni f o g ó n en el suelo; la cocina e c o n ó -
mica y la elevada chimenea ocupan la h a b i t a -
c i ó n m á s reducida, no h a y angarillas, ni estrado
de a d o b e s , pero sí multitud de tablitas; y-So.bre
ellas, cajas mugrientas c o n papelitos llenos de
especerías, algún t a r r o viejo destinado á la sal,
y cacerolas y ollas m u y limpias p o r dentro, pero
renegridas p o r fuera.
El m a c a c o ó la z a m b a f u m a d o r a de puchos,
sostituyen á la sonsa de marras: el chino j u e g a
y la z a m b a se e m b o r r a c h a : s a n c o c h a d o y bis-
tek p o r la m a ñ a n a ; y s o p a y a s a d o p o r la tarde;
m o n d o n g u i t o , c a r b o n a d a , p a t i t a s , torrejas de
pigricias de p l á t a n o y pare usted de c o n t a r .
El chino, la z a m b a ó el negro hechos c o m o
c o c h a m b r e s : fumando y aderesando, c a n t a n d o y
echando verbos, sin escrúpulo alguno.
En la casa del extrangero la c o s a es m u y
distinta: desde la puerta de la cocina, se n o t a el
c a m b i o de costumbres: t o d o albea, á pesar del
h u m o : las cacerolas parecen sacadas de la vidrie-
r a del almacén, dentro y fuera brillan sin una
m a n c h a : t o d o en su lugar, n a d a d e s t a p a d o ni
sucio. L a sal en t a r r o de cristal trasparente; ca-
d a especería en su eajita de porcelana, ni una
m o s c a p a r a d a sobre n a d a , c o m o que el bruñido
es perfecto.
El cocinero con su g o r r a blanca, su delantal
idem, limpia y albeando la camisa, sujetos los
p u ñ o s c o n jebes, c o m o los c o n t a d o r e s de o r o en
l o s b a n c o s , irreprochable en t o d o su traje, vesti-
d o de exprofeso p a r a la cocina, c o m o un n o v i o
p a r a la ceremonia nupcial, listas sus bandejas
y c a d a c o s a c o n su cosa, procede á la operación
c o n t a n t a finura, c o m o los diestros prestidigita-
T . — 1 » s.—9.
— 82 —
clores al manejo de sus cuviletes, y ve usted l a s
salsas c o m o cremas p r o v o c a t i v a s y los r a m i t o s
y las n a r i g a d a s de esto ó aquello a r r o j a d a s aquí
y allá con la p u n t a de los cuchillos: t o d o c o n la
herramienta y n a d a c o n las m a n o s .
El fuego g r a d u a d o c o n tino, y el aderezo fri-
t o c o n cálculo preciso, esparce el perfume tenta-
~~éor y hace abrir la apetencia á la sola a p r o x i m a -
ción: n a d a n e g r o , n a d a c h o r r e a d o . Es la c o c i n a
del extrangero c o m o un l a b o r a t o r i o en que un
sabio se o c u p a de hacer sus ensayos: el a g u a n o
salpica, el h u m o n o se ve, luz y o b j e t o s brillan y
esparcen alegría.
Y si esto es á la h o r a de preparar: á la h o r a
de servir es un encanto: c a d a costillita v a envuel-
t a en elegante papel p i c a d o , c a d a c a m a r ó n pues-
t o sobre ramillete de yerbas a r o m á t i c a s .
Aquí se ve arte, combinación, esmero, inspi-
ración, diríamos, p a r a confeccionar la c o s a m á s
insignificante; y desfilan las fuentes á la mesa
c o m o caprichos culinarios, r e n o v a d o s t o d o s los
días y a c o n d i c i o n a d o s siempre bien. Es que el
extrangero h a c o m p r e n d i d o , p o r los a ñ o s de cul-
t u r a que tiene, que el h o m b r e n o vive p a r a c o -
mer, pero que necesita c o m e r p a r a vivir; sabe
que comer n o es encostalar, sino nutrirse, y que
la higiene debe comenzar p o r la cocina.
La Paseana

Tres clases de alojamientos tiene el viajero


en P e l a g a t o s : la casa de hacienda; la c h o z a de
los pastores y la cueva.

Acerca de la primera, n a d a tenemos que de-


cir. Quien quiera que sea el transeúnte: un faci-
neroso ó un sabio, á t o d o s se les hospeda, sin
preguntar siquiera su nombre; á t o d o s se les
ofrece buena mesa y mejor c u a r t o de dormir;
forraje y pesebrera p a r a la c a b a l g a d u r a , sin
exigirlas gracias.
Es la hospitalidad costumbre general de
hacendados, que se complacen en manifestarse
generosos, apesar de los fiascos sufridos.
— 84 —
En la choza del indio n o falta t a m p o c o un
r i n c o n c i t o , ni b a j o su curahita donde a m a r r a r

• i*

el caballejo; y si se muestra arisco y receloso, es


p o r q u e suelen t r a t a r l o c o m o á bestia: p o r q u e

se lo exigen de v a l d e , y p o r q u e se profesa la creen-


cia de que h a y que pedírselo á p a t a d a s .
L a p a s c a n a monumental, es la cueva: t i p o
— 85 —

del alojamiento n a t u r a l , del p r i m i t i v o a l o j a -


miento de los que v a n de uno á o t r o l a d o del
territorio, p o r montes y serranías.
S u p o n g a m o s que después de haber a n d a d o ,
á l o m o de muía, doce leguas, l l e g a m o s á l a
cueva, e m p a p a d o s h a s t a las orejas, á eso de
las seis de la tarde; n o s d e s c a b a l g a m o s , c o n n o
p o c a dificultad, pues c a d a pie parece un b a n c o ,
y n o tenemos fuerza ni p a r a quitarnos el p o n -
cho, que pesa d o s a r r o b a s , á causa de la lluvia,
ni p a r a sacudir el s o m b r e r o , p o r cuyas faldas
desdobladas caen los rezagos del aguacero.
L a cueva es una g i g a n t e s c a a b r a horizon-
tal, en la base de uno ele aquellos cerros c u y a
cumbre c o r o n a d a de nieve se pierde entre las
nubes: allí hombres y animales n o s refundimos,
poniendo el almofrés en el f o n d o de la ancha
grieta, r o d e a d o de las m o n t u r a s y de los apare-
j o s . El arriero, c o n los pies en el suelo y reman-
g a d o s los pantalones h a s t a las rodillas, lleva
las bestias á la hojeada cercana, p a r a que rapen,
si es que pueden, el pajonal, mientras n o s o t r o s ,
reuniendo carqttitas y achupallás, encendemos
el fuego, entre d o s ó más tulipas p a r a calentar
el fiambre.
Y a llegada la noche, esa noche siniestra de
la puna, n o tarelaremos en sentarnos sobre la
c a m a p a r a d e v o r a r el caldito de papaseca, el
pedazo ele gallina ó el cui c o n las arberjas en-
vueltas en ají c o l o r a d o .
¡Con qué g u s t o el arriero, en cuclillas, muer-
de el r o c o t o ligeramente u n t a d o en sal, y s a b o -
rea la ñuña con manteca que le t o s t ó su m u -
jercita!
Concluida la merendona, el p a t r ó n se mete á
la c a m a y fuma departiendo con el arriero, que
a c o m o d a d o sobre los sudaderos se arma, cha-
chando la saludable c o c a .
- 86 -

— ¿A qué h o r a llegaremos, Tuanucho?


— Será, p a t r ó n , sol a l t o .
— Llegaremos temprano?
— C u a n d o n o , p a t r o n c i t o : las muías pican
bien.
— L a s has a m a r r a d o con cuidado?
— A m a r r a d a s están, señor: la prieta apeala-
d a y á la lucma le he echado un cocheñudo, que
aunque jale n o lo desatará.
Así h a b l a n d o el p a t r ó n , se queda d o r m i d o ,
mientras el indio continúa c o q u i a n d o h a s t a
m u y a v a n z a d a la noche.
A la m a d r u g a d a , el p a t r ó n despierta y d a
la v o z .
—Juan?
—Señor.
El indio pare-
ce que n o hubie-
ra p e g a d o los >

ojos.
—Qué h o r a se-
rá, Ju amicho?
— Y a será y a
la m a d r u g a d a ;
no hace r a t i t o
que he ido á ver
las bestias y y a
e s t a b a n can-
t a n d o los t o g a -
mes.
El indio en-
v u e l t o en su
p o n c h i t o de la
cintura á los
pies, se anua
antes de la venida del día.
Al fin clarea y á la luz del alba se ve c o m o de
m á r m o l el -jaisaje, ha g r a n i z a d o durante t o -
- 87 -

d a la noche, y fuera de la cueva no h a y un p a l -


m o de tierra que n o esté cubierto de nieve.
H a y que poner los huesos de p u n t a , que
ensillar la mulita, que soplar nuevamente la
candela, que calentar un p o c o de a g u a , que t o -
m a r un p o c o de té y que m o n t a r .

Allí se queda la cueva con sus paredes de


r o c a v i v a , su suelo p o l v o r o s o , sus m a n o j o s
de paja seca y sus f o g o n c i t o s sin brazas; cer-
ca de de ella corren los deshielos que reuni-
d o s hacen el torrente lejano: ni un ave, ni un
churgape h a b i t a entre las grietas de la r o c a
sombría.
Acurrucado el h o m b r e b a j o el gigantesco
peñón p a r t i d o en corte diagonal, ha p a s a d o mi-
r á n d o l o c o m o si fuera á desplomarse. C u a n d o
se aleja de él lo ve c o m o crecer, c o m o surgir,
c o m o levantarse lentamente dilatándose p o r t o -
d o s sus flancos. De c o r t a distancia causa p a v o r
aquella mole m o n s t r u o s a , tras la que el Sol ape-
nas se atreve á despuntar.
— 88 —
Se v a c a m i n a n d o y el cerro colosal parece
que siguiera á su huésped.

L e g u a s de leguas hay que a n d a r p a r a dejar


de ver el m o n t e ; y aún así, á las tres de la tarde,
h o r a de los tremendos aguaceros, se ve t o d a v í a
la cresta negra, sobre la que las nubes se a g o l -
pan, la cubren p o r c o m p l e t o , y de entre ellas se
desprenden c o m o cintas de luz los r a y o s que
cruzan en t o d a s direcciones, d e s a t a d a la tem-
pestad.
Juan Pichón

¡Qué d i á l o g o el que se estableció en casa de


l a familia de Pichón, el día en que sé t r a t ó de
elegirle carrera!
— N o , señor, exclamó la madre, y o quiero que
Juanito sea a b o g a d o .
— Pero, hija, si Juanito es un p o c o escaso,
o b s e r v ó el padre, golpeándose la frente.
— No i m p o r t a : más escaso eres tú, y p o r
p o c o n o fuiste Ministro con el c o m p a d r e Z.
— Ser Ministro, es más fácil que ser a b o g a d o ,
mujer, p a r a ser a b o g a d o se necesita estudios.
— Aqui no se necesita estudios p a r a n a d a ,
borrico.
— M e j o r será que lo dediquemos al c o m e r c i o .
— Sí?, c o m o tú tienes t a n t a p l a t a para p o -
nerle un almacén
— A l m a c é n ! a l m a c é n ! que comience p o r ser
dependiente.
— ¡ No f a l t a b a m á s !
— L o m a n d a r e m o s á u n a chacra.
— A n d a tú, si g u s t a s : mi hijo, qué lizura!
— L o que más le conviene es un oficio.
— M e j o r sería b a r r e d o r de calles ó ladrón de
c a m i n o s , te parece?
— Pero, mujer.
— A b o g a d o he dicho y a b o g a d o tiene que ser
— 90 —

— V a y a , pues, que sea a b o g a d o . ( E s t a s m u -


jeres, señor, estas mujeres, que la han d a d o p o r
que sus hijos sean a b o g a d o s , médicos, Ministros ó
Presidentes de la República, refunfuñó el m a r i d o . )
— L a señora c o g i ó la m a n t a y se fué ella
misma á matricularlo: empeñó sus aretes, ven-
dió una sortijita, prestó p l a t a y vistió de pies á
cabeza á nuestro j o v e n universitario:
— ¡Que v o l a salió el pobre!
— M a c h a c a b a c o m o un d e m o n i o , lo aplaza-
ban t o d o s los años; pero él dale con el estudio.

El abuelo de Juan Pichón

A pesar de su brutalidad, n o tenía un pelo


de t o n t o , c o m o que aquí esa es la regla gene-
ral^ b r u t o s p o r m a y o r y menor; candidos.... ni
noticias; de manera que, a d u l a n d o á los profe-
sores y cabuleando de a ñ o en a ñ o , fué venciendo
— 91 —

el t r a b a j o ; y p o r fin, c o n tina tesis escrita p o r


un a m i g o de la casa, se recibió de bachiller.
¡ Qué g u s t o p a r a d o ñ a M a n o n g a el día que
e s t o sucedió!
— Y a lo vés, ñ o Silverío?, dijo á su m a r i d o ,
¿ ya lo vés ? M i Juan es Bachiller!
El padre se encogió de h o m b r o s , c o m o di-
ciendo: ¿ p o r qué y o también n o me habré g r a -
duado ?
P a s ó á la práctica en el estudio del d o c t o r
d o n Juan Manuel García C a r a b o b o y Siete Ge-
ringas, y á los d o s años h u b o cervezeo en la ca-
s a de P i c h ó n y sueltesito de crónica que dijo:
"JURAMENTO. — H o y ha prestado j u r a m e n -
t o , ante la E x c m a . Corte Suprema, el estudioso
y recomendable j o v e n Juan Pichón, uno de los
mejores pichones de San Carlos.
Deseamos al g r a d u a d o el m á s venturoso
porvenir. "
— No lo ves ?, Calafate, v o l v i ó á decir la m a -
dre á su m a r i d o : n o lo vés, tío P e l m a s ? Y a está
de a b o g a d o .
— De hecho p a s ó este reverendo c a m o t e , me-
d i o sacrón, eso sí, y más que medio busca vida,
a l número de esos a b o g a d o s que se están con
la b o c a abierta viendo defender pleitos y sin que
les caiga ni un cliente de J u z g a d o de P a z , a b o -
g a d o s vírgenes, que conocen el papel sellado
por noticias y que sin e m b a r g o de tener venta-
nita de reja y plancha ajena, viven c o n los b r a -
zos cruzados, leyendo novelitas y h a b l a n d o de
política: a b o g a d o s á cuerpo gentil, v a c í o s de
mente y de bolsillo.
Un día, este miembro de ese cuerpo de letra-
d o s indefinidos que p a r a n a d a sirve, dijo en la
mesa.
— Caracoles! Si tuviera un empeño, me ha-
ría n o m b r a r Juez ele l a . Instancia de P e l a g a t o s .
— 92 —
E m p e ñ o , dijo ? si e s t a m o s en la tierra de los
empeños: L a madre v o l v i ó á cojer la m a n t a
y a n d u v o de Herodes á P i l a t o s : vio á los jueces,
á los vocales, al Prefecto, al M i n i s t r o , al T o d o
P o d e r o s o ; y n o c o n t e n t a c o n sus súplicas per-
sonales, o b t u v o cartas de recomendación del
P a d r e Eterno y de la Santísima Trinidad, y re-
m o v i e n d o Cielo y Tierra consiguió que á P i -
chón, á ese c a l a b a z o v a c í o , sin práctica y sin
n a d a lo n o m b r a r a n Juez de l a . Instancia de Pe-
l e g a t o s , p o s p o n i e n d o á multitud de p e r s o n a s
de mérito y sobre la cabeza de t o d o s los que se
hicieron cruces al ver á Juan P i c h ó n en terna.
C o n c u a n t o g u s t o leyó en alguna crónica:
" PELAGATOS. — C o n esta fecha el Dr. Juan
P i c h ó n h a sido n o m b r a d o Juez de l a . Instancia
de P e l a g a t o s : felicitamos al inteligente d o c t o r
Pichón; felicitamos al Supremo Gobierno, felici-
t á n d o n o s p o r nuestra parte p o r t a n a c e r t a d o
nombramiento. "
Este suelto lo hizo redactar el m i s m o P i -
chón y lo llevó, p o r supuesto, personalmente á
las imprentas.
— No lo v é s ? , Jurumalla, v o l v i ó á decir l a
madre, que j a m á s o l v i d a b a la o p o s i c i ó n de su
m a r i d o , n o lo vés?, T a i t a Candelejas, y p a s ó á
p r e p a r a r el equipaje.
— No seas candido, le dijo, al a c o m o d a r l e
las camisas, asegúrate, busca, mira que en la
sierra son m u y b r u t o s . Y o vi c o m o se fué el hijo
de las Lanzas y h o y y a tienen casa p r o p i a , y él
les manda de t o d o . P o r lo p r o n t o n o te olvides
de mi cholita y una mujer p a r a que sirva en la
cocina. Ya t u vez c o m o e s t a m o s :
El d o c t o r , que necesitaba p o c o s apuntes y
que n o había v i s t o en casa o t r a c o s a que bus-
cas y pellejerías: sin escuela de p r o b i d a d y adies-
t r a d o p a r a la mamandurria, p a r t i ó á su j u d i c a -
— 93 —
tura, c o m o pudiera partir una l a n g o s t a de c a m -
p o árido á l o s floridos s e m b r a d o s de u n a tierra
de promisión,
C o n el mismo placer c o n que los cóndores
se ciernen sobre las dilatadas punas de P e l a g a -
t o s , ó los cernícalos cruzan p o r sus quebradas,
así emprendió la m a r c h a nuestro flamante juez,
llevando p o r amanuense á u n o de esos f a m o s o s
come-tinta del P a l a c i o de Justicia, especie de
g a n c h o que, á manera de Cicerone, iba a servir
al señor juez p a r a g u i a r l o p o r el intrincado la-
berinto de la cábula.

EN LA PROVINCIA

D o s familias se disputan la preponderancia


en la provincia: la familia de los Churgapes, y la
de los Cungules: son las d o s ruedas sobre las
que andan los intereses del lugar: ruedas cons-
tituidas de m a n e r a tal, que si la u n a j i r a p a r a
adelante, la o t r a jira para atrás: nunca se les vé
dar vuelta en un mismo sentido.
A h o r a ñaupas, estas familias tuvieron, re-
cién se fundó la población, desavenencia p o r v a -
ra y media de terreno; de esta desavenencia n a -
ció un pleito, y de este pleito algunos asesina-
t o s , y el o d i o á muerte que se j u r a r o n Churgapes
y Cungules.
C a d a una de estas familias tiene sus padri-
n o s en L i m a , y según sea el c o l o r político de
e s t o s padrinos, es el de ellas.
Si un Churgape es a u t o r i d a d , t o d o s los
Churgapes lo son.
Churgapes ó Cungules hay que llegan h a s t a la
representación nacional, y c u a n d o esto sucede,
p a n que rebanar tiene l a o t r a familia, p o r q u e
se eteniiza de representante el Churgrape que en-
— 94 —

t r a al C o n g r e s o , quien consigue que el S u b p r e -


fecto, el Juez y tuti quanti sean de su carnada.
Tenemos pues estos d o s factores de la dis-
c o r d i a lugareña, y c o m o en el pueblo los que n o
son parientes de los Churgapes es p o r que lo son
de los Cungules y al revés, los que n o son c o m -
padres de los Cungules es p o r que son a h i j a d o s
de los Churgapes, y al que se l l a m a á indepen-
diente se lo suerben entre unos y o t r o s , hé aquí
que h a s t a los forasteros tienen que enrolarse en
las filas de estos gandules, cuj'as gracias se re-
ducen: á dar de p a l o s al m á s p i n t a d o , sin que
nadie les diga n a d a ; á despachar ó hacer despa-
char al o t r o m u n d o al que puede servirles de
e s t o r b o ; á quitarle á los infelices sus p r o p i e d a -
des y a disponer de vidas y haciendas con a b s o -
luto despotismo: ellos son los reyes chiquitos 3 r

ellos abusan de lo que quieren 3* c o m o quieren.


Ver á un Churgape en su hacienda es ver un
caballero feudal de los m a s refinados de la E d a d
Media. El p a l o y el l á t i g o , son m o n e d a corrien-
te allí.
¡Ay! del p o b r e indio que se atreve á. tener un
buen caballo ó algún o b j e t o de v a l o r ; ¡ay! del
que n o saluda c o n los o j o s fijos en el suelo, las
m a n o s j u n t a s y el s o m b r e r o b a j o del b r a z o ; ¡ají
de la p o b r e madre que tiene una hija b u e n a m o -
za ó de aquella que lo es: n o h a y f o r m a de que
escape de las caricias del p a t r ó n : así andan en-
tre la p e o n a d a y p o r los c a m p o s multitud de
c h o l i t o s , que s o n la vera efigie del Señor, y que
sin e m b a r g o visten h a r a p o s .
P a r a esto y p a r a esquilmar á los que tie-
nen l a desgracia de ser sus subditos, se pintan;
así es c o m o j u n t a n dinero y c o m o lucen los es-
tribos chapeados y las muías y los caballos
arrogantes: n o dejando sin infamar ni el lecho
de sus criados...
- 95 —

E s o s soberbios t r o g l o d i t a s , c u a n d o llegan
al pueblo tienen t o d a s las atenciones, m o n o p o -
lizan t o d o s los bebederos, y barren, en j a r a n e t a s
con las hijas de la gente media; y en lúbricos bai-
les, que fomentan entre lo que llaman las pri-
meras familias, se entregan al sibaritismo m á s
completo.
¿Quién les v á á decir una palabra?
— Ya patearon á don Fulano.
— Y a se s a c a r o n á la hija de d o n Z u t a n o .
— Y a le quitaron su mujer á M e n g a n o .
H é aquí las n o v e d a d e s de las gentes c u a n d o
los Churgapes ó los Cungules se presentan en
las fiestas de P e l a g a t o s .
Ojalá que ese salvajismo de vida coi-respon-
diera á cierta virilidad ó cierto carácter p a r a
los grandes hechos: son g u a p o s p a r a abalearse
entre ellos; g u a p o s p a r a pelear las alcaldías,
g u a p o s p a r a cansar la mejor muía en una cues-
t a ; g u a p o s p a r a sostener tres 6 c u a t r o noches
de tuna; g u a p o s p a r a servir c o m o perros á sus
partidarios de Lima; pero el día que el g r i t o n a -
cional estremece la tierra, y la b o t a del enemigo
extrangero ultraja el suelo, ese día refunden las
muías en las entrañas de los cerros; a m a r r a n las
talegas c o n d o s ó c u a t r o coche ñudos y g u a r d a n
el pellejo con el m a y o r c u i d a d o ; p a r a eso son
los indios, que p o r sartas envían de recluta, y
los pobres que n o tienen padrinos.
Después de estas d o s familias p o d e r o s a s , n o
hay en P e l a g a t o s o t r a c o s a que gente infeliz
á merced del a b u s o de t o d o el m u n d o .
Sale, pues, Juan P i c h ó n de L i m a con cartas
mil de recomendación p a r a Churgapes y Cungu-
les, 3 c o n cartas de ofrecimientos regios de es-
r

t o s ; y según c o m o a n d a el pandero, así se resuel-


ve á elegir entre los unos; que le preparan ca-
sa, y los o t r o s , que le m a n d a n bestias y arrieros.
- 96 —
L a llegada del señor Juez á P e l a g a t o s es c o -
m o la entrada del Señor de la C a ñ a .
H a s t a d o s ó tres leguas fuera de la ciudad
vienen Churgapes y Cungules en sus mejores
bestias, p r o v i s t o s de licores: entre la c o m i t i v a
se distinguen, p o r su comedimiento, los m á s
a f a m a d o s tinterillos, y los escribanos en b o m -
ba.

. A la puerta de las casuehas de los indios y


en las encrucijadas del camino n o faltan g r u p o s
de infelices, de entre ellos n o p o c o s c o n la b o c a
abierta inclinándose reverentes.
A la entrada del pueblo se anuncia la l l e g a -
d a del Juez eon cohetes de arranque, y el p o b r e
sacristán echa á vuelo las c a m p a n a s , ni más ni
menos que el d o m i n g o de R a m o s .
— H a t r a í d o c a r t a del Presidente! exclama
uno.
— T o m a sus c o p i t a s , a g r e g a alguien.
—Oiga? responde una mujer.
Y mientras el pueblo c o m e n t a á su manera,
— 97 —
el Juez echa pié á tierra y vienen á visitarlo el
señor Cura, el Alcalde y los vecinos m á s n o t a -
bles, viene también la b a n d a de música } la ca- r

sa se llena de curiosos.

— ¿ Sabe U. que esto no es c o m o nos decían?


dice al oído del Juez su escribano de L i m a . E s t a
gente es m u y cariñosa! y qué b a r a t o es aquí t o -
d o ! me parece que estamos bien.
— A s i l o creo, responde el Juez, t a n satisfe-
c h o c o m o su adlatere.
N a d a falta á S. S. en efecto: desde la c a m a
h a s t a la despensa, t o d o es de lo mejor, y lo que
m á s le gusta.es el servicio de mesa: t o d o de pla-
ta.
— C ó m o quisiera tener o t r o igual p a r a m a n -
darlo á m a m á , dice.
Un Churgape a n o t a este a n t o j o , mientras
un Cungul a c a b a de obsequiar á S. S. la m a g -
nífica muía que ha m o n t a d o .
M á s t a r d a el Juez en manifestar su a g r a d o
p o r tal ó cual o b j e t o , que en a n o t a r l o algún
Churgape.
C u a n d o se vá á a c o s t a r le dice el escribano:
T . — 1 ? s.—10.
— 98 —

—Lo que Ud. no sabe es que ya tengo los


cholitos que encargó la señora.
— Es posible?
— Y el servicio de plata.
— Cómo?
—Comiendo: cree Ud. que me chupo el dedo?
El Juez escribe su primera carta en los si-
guientes términos:

" Mi querida mamá:

" Llegamos sin novedad alguna: te aseguro


que si El Tunante hubiera estado por aquí ¡qué
tipos los que te presentara! no te puedes imagi-
nar las fachas y fechas de esta gente; cada mu-
jer es un adefecio, y cada hombre un costeo,
¡Qué tarros, hija, los que por aquí se usa y qué
levas! El Cura me vino á visitar con bufanda, y
el Alcalde traía una cadena lo menos de dos li-
bras de peso.
" Me han regalado una muía y un magnífico
sombrero de paja.
" Zanguijuela te haconseguido los cholitos y
un servicio de plata. Si esto es llegando ¿qué se-
rá dentro de un par de meses?
" Yo no sé como la gente vive en Lima. Esta
es, hija, una tierra de bendición: una gallina va-
le un real; huevos ocho por medio; papas la car-
ga vale cuatro reales y así.
" Siempre vendrás á convalecer por estos
mundos.
" He notado que se bebe mucho. Zanguijue-
la está en bomba desde que llegó.
" Mándame un revólver, porque me dicen
que esta gente es medio alevosa cuando uno sale
por la noche; y aunque los señores Churgapes
me han dado un buen guarda-espaldas, como
— 99 —

estos señores tienen sus pleitos c o n los señores


Cungules, pudiera ser que s o b r e v e n g a a l g o .
" El Juez es aquí un Dios, c o n que, y a puedes
figurarte.
T u hijo—Juan Pichón."

" P t a . — H a s que digan a l g o en los periódicos


de mi recibimiento: te m a n d o lo que h a dicho el
periodiquito de aquí: quítale un p o c o los elo-
gios. "

El periodiquito decía:
BIENVENIDA.—Hoy, á las c u a t r o de la t a r d e ,
h a llegado á nuestro a m a d o suelo, el eminente
jurisconsulto d o c t o r d o n Juan P i c h ó n : tan dis-
tinguido personaje tiene t o d a s las cualidades de
un buen juez, pues c o m o dice Cicerón (aquí u n a
largar cita de Cicerón) deseamos que la b a l a n z a
de Ástrea sea manejada sabiamente, pues c o m o
dice P l a t ó n (aquí o t r a cita de P l a t ó n ) . N a d a
hay p a r a un pueblo tan benéfico c o m o un m a -
g i s t r a d o íntegro, pues c o m o dice San B o r o n -
d ó n (aquí o t r a cita de San B o r o n d ó n ) . Es p o r
esto que desde lo m á s recóndito del a l m a felici-
t a m o s al preclaro d o c t o r con las palabras de
C a t ó n (aquí las p a l a b r a s de C a t ó n ) . Y felicita-
m o s á P e l a g a t o s de t o d o c o r a z ó n , c o m o diría
Flacmarión (aquí o t r a frase de F l a c m a r i ó n ) .

DIEZ AÑOS DESPUÉS

H a n , trascurrido diez a ñ o s desde que J u a n


Pichón se hizo c a r g o de su j u d i c a t u r a : el barniz
de Lima ha desaparecido y se ve en c a m b i o en él
la lana de P e l a g a t o s .
El señor Juez es un h o m b r e de anchas espal-
— 100 —

das, pulmones p o d e r o s o s , buen e s t ó m a g o y m e -


j o r vejiga: lleva los o j o s i n y e c t a d o s de sangre, la
v o z r o n c a , la nariz c o l o r a d a , el pelo l a r g o y mal
r e c o r t a d o , la b a r b a desgreñada y aspecto de j a -
rana.
Sus pantalones c o n dificultad se le sujetan á
la cintura; entre el chaleco y ellos, con frecuencia,
a s o m a la indiscreta camisa, f o r m a n d o un rebu-
j ó n ; completa su traje un ancho s a c o , en c u y o s
bolsillos j a m á s falta a l g o p a r a el e s t ó m a g o , y
un s o m b r e r o de p a n z a de b u r r o c o l o c a d o á lo
mozo malo.
El señor Juez se levanta á la seis de la m a -
ñana, h o r a en que suelen venir á visitarlo el
Cura y algunos c o m p a d r e s , c o n los que, en m a n -
g a s de camisa, sin dejar el c u a r t o de dormir, des-
pachan los tres c u a r t o s de b o t e l l a que siempre
queda sobre la mesita de noche: á esto llaman " el
corte."
A las o c h o sale á dar una vueltecita p o r la
plaza, y hace estacionen la tienda del bodeguero
m á s acreditado, donde en charla amigable, entre
él y o t r o s de su d e v o c i ó n , se t o m a el biter y se
juegan diez ó doce c o p i t a s , lo que el señor Juez
l l a m a " l a sumilla del e x p e d i e n t e " .
A las diez v a á almorzar en casa de su c o m -
padre T a l , u n o de los p o d e r o s o s del pueblo, p o r
supuesto, y lo primero que se pone en la mesa es
la j a r r a de chicha p a r a S. S.: "el c o m p a d r e n o
puede estar sin su c h i c h i t a " dice la señora de ca-
sa, que cuida de tener b o t i j a permanente.
A las doce al d e s p a c h o .
Bien enchichado, visa los expedientes, dejan-
d o que el escribano d i s p o n g a c o m o de c o s a
suya.
El fuerte del Juez son los juicios criminales
- 101 —

y los deslindes: c a d a deslinde es c o m o una visi-


t a de Subprefecto: S. S. barre c o n lo que puede,
amén de fijar los linderos m a s ventajosamente
p a r a aquel que le p a g a m á s . C a d a juicio crimi-
nal es u n a v e t a en la que c o r t a á cincel y sin mi-
sericordia: el asesino m á s f a m o s o , el l a d r ó n de
caminos m á s c o n o c i d o , el criminal m á s d i g n o
del P a n ó p t i c o , c o n dar al escribano 2 0 0 , 4 0 0 ,
5 0 0 ó m á s soles divisibles entre S. S. y él, es a b -
suelto inmediatamente.
C o n esto y c o n n o m b r a r jueces de paz á los
que son de su c a m a n c h a c a , p a r a lo que suele
decir también: " n o h a y n o m b r a m i e n t o , n o ha-
biendo vénganos" y se rasca la p a l m a de la m a -
n o , c o n esto, decimos, y c o n n o m b r a r á los de su
círculo, el señor Juez tiene una renta de 5 0 0 y
mil soles mensuales, fuera de obsequios y de fra-
gilidades.
En cometer t o d o género de venalidades, de
la manera más descarada y temeraria, pasa en
el despacho h a s t a las c u a t r o . A esta h o r a deja
al escribano haciendo de las suyas y el se v a á
picantear, a c o m p a ñ a d o de lo m á s perdido del
pueblo.
Así a n d a este H e l i ó g a b a l o , padre de la lu-
juria, primo hermano de B a c o y sobrino de C a -
c o , á n o m b r e y en representación de la ley, a g o -
b i a n d o á los infelices, favoreciendo picaros, dan-
d o alas á los que medran con el pueblo y sacrifi-
c a n d o á c u a n t o s tienen la desgracia de caer en
sus m a n o s .
Le temen y le odian.
Tiene chacras, propiedades en la ciudad y mi-
nas, es Juez y defiende muchas veces á las d o s
partes: cuenta con el a p o y o de los de cabeza c o -
l o r a d a , que lo hartan á regalos y se p a s a la v i d a
de un sibarita.
- 102 -
A su lado, crecen y se multiplican los escri-
bas y fariseos; es decir los papelistas y los agen-
tes de pleitos de peor calidad: es como el jefe de
numerosa cuadrilla de bandoleros: no tiene más
ideal que sus vicios y personifica en la provincia
todas las corrupciones.
No le importa el clamor de los desgraciados,
ni hace caso de lo que dicen.
Cuenta con altos personajes, cuyos intereses
políticos secunda y alardea de su influencia.
Los cholitos

P a r a el niño indio, n o lia llegado la miseri-


c o r d i a del m o v i m i e n t o general en f a v o r de las
criaturas: nace c o n el signo de la desgracia y
está destinado á ser esclavo: se le emplea en ser-
vicio de las casas de los patrones en el pueblo,
donde p o r lo general en c a m b i o del p l a t o de
c o m i d a y de la r o p a , con que cubren su desnu-
dez, se les t r a t a c o n una dureza inquebrantable:
p a l o , l á t i g o , coscorrones, son el pan nuestro de
c a d a día.
L a ira de las niñas mujeres de la familia
" d e c e n t e " que los tiene; el mal genio de la p a -
t r o n a , desfogan en las costillas de los cholitos ó
de las chinitas, de los cholos ó de las chinas
del servicio, c u y o s cuerpos acardenalados m á s
de una vez podrían servir p a r a un reconocimien-
t o de juicio criminal.
L o s a p o d o s más denigrantes; las injui'ias
más soeces; son el v o c a b u l a r i o en la intimidad
del t r a t o que se suele emplear con los pequeños
indios de servicio.
C u a n d o n o sirven en los pueblos, los envían
de regalo á la c o s t a , y en la c o s t a son m u y c o n -
t a d a s las familias que dan t r a t o racional á
los criados: se les tilda de b r u t o s , de ladrones,
- 104 —
ele hambrientos, y haraganes; quieren que sin que
nadie les hubiera enseñado, sepan hacer c u a n t o
seles m a n d a , se les t r a t a c o n menosprecio y
siempre con dureza.

Cholitos de regalo

Entre tan general miseria, se destaca p o r su


infortunio el hijo del p a s t o r y los infelices cuida-
dores de chanchos en las haciendas.
El hijo del p a s t o r , que nace, más ni menos
que los hijos de las ovejas, á la intemperie,que crece
sujeto á la escasez más espantosa y al m a y o r
de los desamparos, c u a n d o llega á las 7, 9 ó 10
años, sale tras la m a j a d a á vijilarla con los pe-
rros escuálidos, en medio de las tempestades.
L o s pastores de chanchos son aún m á s in-
fortunados: hechos pedazos, sin r o p a s entre los
zarzales, lastimadas sus carnes, llenos los pies
— 105 —
de piques, hasta n o p o d e r caminar sino defec-
t u o s a m e n t e , v a n tras la m a n a d a de cerdos
famélicos, que p o r buscar que comer serían ca-
paces de saltar sobre púas ardientes, y sujetos
á la misma intemperie de los pastores de ovejas,

tienen además de los guijarros p a r a sus pies


desnudos, las púas de las pencas 3' los garfios
de los tañíales, que, c o m o la c o r o n a de espinas
en la cabeza de Cristo, se clavan en sus carnes
curtidas p o r el sol y apenas cubiertas con h a r a p o s .
La mujer en el Interior

Terminadas las batallas de la independen-


cia, quedaron d o s grandes problemas p o r resol-
ver en las repúblicas sudamericanas: el de su or-
ganización política; y el de la constitución de sus
respectivas nacionalidades, sobre la base de sus
p o b l a d o r e s naturales. A m b o s problemas conti-
núan t o d a v í a irresolutos: el primero lleva cami-
n o y buen camino en alguna que o t r a repúbli-
ca, c o n t i n u a n d o en las más en un estado verda-
deramente deplorable; el segundo ha sido afron-
t a d o briosamente por naciones c o m o la Repúbli-
ca Argentina, que, siguiendo el consejo de sus es-
tadistas, y llevando á c a b o la porfía de Alberdi,
progresar es p o b l a r , ha l e v a n t a d o la c o m p u e r t a
y dejado inundar su suelo p o r torrentes huma-
nas, que, á b o r b o t o n e s , se derraman en diferen-
tes direcciones.
En el Perú se ha tenido y se tiene aún una
m a s a de p o b l a c i ó n fuerte, v i g o r o s a é inteligente,
c u y a depresión y aniquilamiento viene realizán-
dose desde la conquista acá, tan cruel en aquella
época, c o m o d a p i a d a d a durante el coloniaje y
en la actualidad de la república.
¿ C ó m o subsiste t o d a v í a á pesar del alcohol,
de la ignorancia y la opresión? Es verdadera-
mente admirable: atribuímos la resistencia de
- 107 -

esa raza á las cualidades de la mujer: la india n o


bebe, n o es alcohólica; ella se alegra, sigue al in-
d i o en sus fiestas, baila y c a n t a c o n él, pero n o
bebe; ella le elabora la chicha en sus festejos, y
se la vende en los caseríos y pueblos; ella, c u a n -
d o está preso ó cuando hace la v i d a de s o l d a d o ,
introduce en la cárcel ó en el cuartel la tripa lle-
n a de aguardiente, y es él que se la t o m a c o n los
a m i g o s . Esa relativa abstinencia de la india y
su seno prolífico, hace que v a y a aún s o b r e n a d a n -
d o aquella raza en el naufragio de su aniquila-
miento decretado; muere c o m o s o l d a d o el indio,
p o r q u e es el único sobre el cual pesa c o n t o d o su
r i g o r el servicio militar; y muere c o m o peón,
p o r q u e son arreados á millares á las m o n t a ñ a s
insalubres ó conducidos á la fuerza al t r a b a j o de
los ferrocarriles; mueren alevosamente á cente-
nares, y, sin e m b a r g o , es t o d a v í a numerosa la
p o b l a c i ó n indígena, que no es ni c o n m u c h o de
gente despreciable p o r su raquitismo ó imbecili-
d a d ; es fueite, es resistente, es hábil y relativa-
mente sobria.
Atribuímos á la mujer muchas de las buenas
condiciones del h o m b r e .
V e á m o s l o gráficamente en los diferentes m a -
tices, en los más claros que la mujer, que la india
ofrece, desde lo más puro de la raza, ó sea la in-
dia de la estancia, h a s t a la de pueblo, h a s t a su
transformación en mestiza, g r a c i o s a y buena,
h a s t a su última evolución en blanca, p a t r o n a ó
hacendada.
No se comprende c ó m o con un elemento tan
rico en condiciones de vida, j a m á s se h a y a inten-
t a d o su mejoramiento ni su constitución defini-
t i v a p a r a la formación de la nacionalidad.
Son tres las categorías en que yjuede clasifi-
carse á la mujer del interior: la campesina, la que
p o d r í a m o s llamar la jornalera, la india de raza
— 108 -
pura; viene después la comerciante, la mestiza,
y, finalmente, la p a t r o n a , la hacendada, la p r o -
pietaria, la blanca chola.
En ninguna de estas tres clases, se c o n o c e la
ociosidad,
P a r a conocer á la primera b a s t a salir á l o s
caminos, ó visitar los c a m p o s , y allí se le ve c o n
sus vendimias y e n d o al pueblo ó a r r o j á n d o l a se-
milla en el surco, cutipando el maíz, v e n t e a n d o
las arvejas, etc., recojiendo Ja leña.
Ninguna vive m a n o sobre m a n o , atenida al
m a r i d o ó esperando del h o m b r e el pan nuestra
de c a d a día: es la c o m p a ñ e r a del peón, c o n el que
c o m p a r t e las faenas del c a m p o .

P a r a conocer á la. segunda, n o h a y m á s que


recorrer las calles de un pueblo, p a r a verla t r a s
el m o s t r a d o r comerciando ó tejiendo, deshilando
ó b o r d a n d o . Sirve de intermediaria entre la m u -
- 109 -
j e r de la primera clase y la última, vende á ésta
lo que le encarga aquélla, ó revende á aquélla lo
que h a c o m p r a d o á ésta.
L a p a t r o n a es ia mujer de la primera socie-
d a d en los pueblos, la que no desdeña despepitar
a l g o d ó n con p r o p i a m a n o , la que m o n t a á c a b a -
llo, v a á la hacienda y ordena las siembras, las
cosechas, las cuentas de g a n a d o ; la que presen-
cia el despacho de cargas, vigila á los arrieros,
sube á los terrados, escoge las semillas, dirige
los t r a b a j o s con actividad é inteligencia,
¿Quién de ellas n o tiene un buen cofre de al-
hajas? ¿A cuál falta el servicio de plata?

G u a r d a d o r a s , económicas, l a b o r i o s a s , acti-
v a s , m a d r u g a d o r a s , sobrias, sólo viven preocu-
p a d a s del t r a b a j o .
En las graneles festividades, cuando se dirige
de un pueblo á o t r o , m o n t a los mejores caballos,
que maneja c o n gallardía y sin temor, y en los
- 110 -
bailes del pueblo arrastra el mejor g r o , calza la
b o t a m á s elegante y lleva los dedos c u a j a d o s de
brillantes.
Si se ofrece g a s t a r , e r o g a r , o b l a r p a r a a l g o
p i a d o s o ó p a t r i ó t i c o , no se para, en pelillos, ni
espera que el m a r i d o le dé para salir airosa: se
suscribe p o r p r o p i a cuenta, generosamente, c o n
el doble ó triple de lo que e r o g a cualquier h o m -
bre; es puntillosa, delicada. El m a y o r insulto p a -
ra estas tres clases de mujeres, es llamarlas
ociosas.
Luce buenos colores, carnes macizas, cutis
fresco, cabellera lustrosa, fuerza en el c o r a z ó n y
en las formas. Sus o j o s tienen el brillo de los líru"
pidos manantiales, sus cabellos retintos se pare-
cen á las alas del t o r d o ; su color, más que de flo-
res, es de frutas: mejillas c o m o c a s c a r a de melo-
c o t ó n , labios c o m o café m a d u r o y entre-abierto,
lleno de j u g o y suavidad. L a salud y la vida en
himno viviente á la naturaleza.
Tipos de Imprenta

E L DIRECTOR A LA VOLÁSTICA

No se concibe en P e l a g a t o s un Director sin


importancia, c o m o n o se concibe un m a e s t r o de
ceremonias sin ínfulas.
Directores hemos c o n o c i d o , y muchos, que
p o d í a n contarse en el número de los infelices,
pero eso sí, con t o d o el t o n o y las riquisitorias
de un Girardín.
" El Director lo m a n d a " ; " l o ha o r d e n a d o
el D i r e c t o r " ; " el Director está h o y c o m o un de-
m o n i o " ; " e l Director está c o m o unas pascuas " :
frases son t o d a s estas que, desde la puerta de
la imprenta, h a s t a el último rincón del taller, c o -
rren, á manera de contraseñas, y pasan de b o c a
en b o c a , p a r a prevenir á la gente.
A veces se le ve inclinado sobre su mesa, s ó -
lo, meditabundo, en p o s t u r a académica, r o d e a -
d o de papeles y libros.
Qué medita?
Qué p r o b l e m a de trascendencia le tiene así
preocupado?
Qué asunto nacional, qué a l t o interés de la
sociedad ó del h o m b r e le inquieta?
Nadie se atreve á interrumpirle,
L o s empleados pasan j u n t o á la puerta de
— 112 -

puntitas y poniendo el d e d o en la b o c a , anuncian


al que llega ó al que levanta a l g o la v o z , que allí
está el Director, y que probablemente se o c u p a
de resolver un asunto m u y i m p o r t a n t e : tantísi-
m o s asuntos de los que están sobre el tapete, p a -
ra la santa misión del periodista.
Pues n a d a de eso: rarísimo será que se ocupe
de semejantes c o s a s .
El señor Director está r e d a c t a n d o , n a d a me-
n o s que, un tirito que debe salir en la crónica; ó
aplicando algún v a p u l e o en el c o m u n i c a d i t o ofi-
cial, para frotoconi^ar al enemigo político, que
lo está t r a b a j a n d o de algún m o d o .
El Director tiene m á s enemigos políticos que
pelos, c o m o que la política es su g r a n c a m p o de
batalla, su terreno, su encrucijada 3 su palenque,
r

Y qué política esta, p o r su p u e s t o , de sube y b a -


j a , quita y p o n , mete y saca, t u m b a y r e m a n g a :
política casera, llena de intríngulis y de recove-
cos, que sería zarzal p a r a los Salisbury y que es,
paraíso terrenal p a r a este personaje rarísimo,
que sabe de t o d o , que c o n o c e á t o d o s y que en
t o d o y p o r t o d o j u e g a en las grandes c o m b i n a -
ciones y negocios.
Su presencia en la imprenta es c o m o la de
esos espantajos que se c o l o c a n en las chacras p a -
ra a h u y e n t a r l o s pájaros, a l g o que funciona c o m o
la s o m b r a , c o m o el ser invisible.
El Director tiene familia,
¡Ah! ¡La familia del Director!
Otra potencia.
Sus hijos ó sus sobrinos ó aunque sea sus en-
tenados, participan del derecho de p r o s a del se-
ñ o r Director, y entran y salen á la imprenta c o n
un airesito de d o m i n i o , que es c o m o p a r a m a t a r -
los á bostezos.
" M i t í o ; mi p a p á " .
L o s parientes del Director, son c o m o los p a -
- na -

rientes del Presidente; cacarean el parentesco á


cada rato.
El Director, c o m o el león de la fábula, tiene,
p o r supuesto, la m a y o r t a j a d a en el r e p a r t o : p a -
ra él n o h a y a p u r o s : la caja debe estar bien p r o -
vista y disponible en cualesquier m o m e n t o .
El Director pide lo que quiere y t o m a lo que
le d a la g a n a .
T o m a también la primicia de las mejores fies-
t a s y los mejcres espectáculos.
Después del palco de la Municipalidad, es el
p a l c o del Director; y ¡ay! de la c o m p a ñ í a que n o
se l o reserve.
N o se le hace revista; ó si se le hace, quedan
crucificados desde el primer cantante h a s t a el úl-
t i m o violín de la orquesta.
H e m o s dicho que el Director, es una p o t e n c i a
y esta potencia tiene sus pachillas.
El a m i g o del Director, p o r ejemplo.
Este sujeto, persona de su m á s íntima c o n -
fianza, es c o m o si fuera el dueño m i s m o .
El a m i g o del Director tiene gratis el periódi-
c o en casa y d r a g o n e a de vez en c u a n d o en el
p a l c o ó en el asiento del cronista.
C u a n d o el Director dice aprieta, el a m i g o del
Director dice machuca; y c u a n d a el Director dice
afloja, el a m i g o del Director dice desata.
¡Ay! del cronista, si p o r casualidad se resba-
la el a m i g o del Director.
— H o m b r e , p o r qué n o escribe Ud. c o n t r a esa
m a l a c o s t u m b r e de arrojar cascaras en la vereda?
H o m b r e , c u á n d o escribe Ud. sobre las cas-
caras?
H o m b r e , qué bien se ha a c o r d a d o Ud. de las
cascaras.
H o m b r e , de t o d o se o c u p a Ud. m e n o s de las
cascaras.
P o r fin habla á su a m i g o y el Director, son-
T.—1» s.—11.
— 114 -

riendo, da la orden: ponga Ud. algo sobre la


cantaleta.
Por este orden son todas las futilezas del
amigo del Director, que siempre se sale con la
suya.
Y es que quien manda manda: el Director es
el Director y todo el mundo boca abajo: tiene la
omnipotencia de su real voluntad y con decir ya
no necesito de sus servicios, adiós pan nuestro
de cada día. ¡Este bendito pan, tan amargo pa-
ra todos los de la imprenta! ¡tan suculento y
tan sabroso para el Director!

LOS SUELDOS

Nada hay tan mal remunerado aquí como el


trabajo intelectual.
No la habilidad sino la habilería, es lo único
que medra; la destreza, la maña, á la sombra del
periódico, para el mayor trascanchulleo; pero el
trabajo real y efectivo: lo que llamaríamos el su-
dor de la frente de los que escriben, cae como so-
bre roca de pedernal, sin hacer brotar más que
angustias.
Desde el llamado redactor, hasta el mas hu-
milde repórter, todos tienen lo bastante para
morirse de hambre.
¿Y por qué tamaña baratura?
Por el exceso de la mercadería. Como aquí
todos escribimos, hay tres millones de redacto-
res, que se contentan con cualquier cosa, porque
en Pelagatos, felizmente, se puede vivir con cual-
quier cosa.
A la comodidad de no comer, júntaselo de la
prosita: por echarla de redactores de cualquier
parte se las pelan. Necesidad de prosa, y muy po-
ca de pan, influyen poderosamente para hallar
escritores á topetones.
De aquí que se hayan visto y no hace mucho,
redactores, que llegaron á personajes, que pasa-
ban revista como celadores de esquina en un pe-
riódico oficial.
De aquí que todos los sábados viera este ser-
vidor de Uds. á un excelente sujeto, un hombre
de talento; pero modesto, hacer como de centine-
la á la puerta de una imprenta, aguardando que
el señor Director, un camotón monumental, or-
denara le dieran los ocho soles semanales que
era el sueldo de nuestro amigo, que al apurar un
bíter en el hermoso salón del Club Francés nos
dijo cierto día.
—Si no fuera esto, señalándose los puños y
el cuello de la camisa, me moriría de hambre.
— Qué quiere Ud. decir?
—Que en casa, coso cuellos y puños y que con
esto vivo.
30, 4 0 , 50, 80, 100 soles, sueldo de redacto-
res principales; es decir, hasta editoriales á real.
10, 20, 4 0 soles, sueldo de cronista, es decir,
crónica hasta de á centavo.
Corrector; yunque permanente, que con la
mirada clavada sobre columnones feroces, casi
sin almorzar, sin comer, ni dormir, ni rascarse,
día y noche, máximum 80 soles!
Qué serán los repartidores, por supuesto, y
la demás gente menuda; pero todos están confor-
mes, todos viven alegres, y orgullosos, hay como
hipnotización bajo los techos de los periódicos;
y no sólo que viven satisfechos sino que, á seme-
janza de las mujeres que no dicen su edad, los re-
dactores de periódicos no confiesan su sueldo:
De esta baratura de artículo resultan los re-
dactores ad honorem ó redactores de entradita.
Largue Ud. la tarjeta y le lloverán revistas
- 116
gratis; quiere decir que las imprentas n o p a g a n
al crítico que c o n su especialidad busca g l o r i a y
p r o v e c h o , son t o d o s los empresarios de t o d o s los
espectáculos, desde la ópera hasta los títeres y
desde los t o r o s h a s t a el p a l o ensebado, los que
a b o n a n la redacción de sus revistas.
Es un do ut aplaudas perfectamente original.
C o m o los ferrocarriles suelen l a r g a r también
el a g u a , v i a j a b a u n a señora c o n una libreta que
alguien se la prestó en imprenta.
— Señora, le dijo el boletero, esta libreta n o
es de Ud.
—Si señor, mia es.
—Pero aquí dice: repartidor.
—Es que
—¿Tambiénes Ud. r e p a r t i d o r a / Es o t r a c o s a ;
a g r e g ó el boletero, sonriendo.
Y si esto sucede en la capital ¿que será en las
provincias?
E s o debe ser un c o s t e o .

LOS LOCALES

I m a g i n e m o s que t r a t a m o s de fundar un pe-


riódico.
Pues b u s c a m o s un c o r r a l ó n , un t a m b o , una
casa de Beneficencia de las más averiadas, algu-
na finca en pleito, que n o s la puedan d a r á hue-
v o , ó c o m o si dijéramos alguna tasajera p a r a se-
car cocopa.
En ese local, húmedo y o s c u r o , s o m b r í o y
desmantelado, p r o c e d a m o s á levantar telares y
á poner manparones y m a m p a r i t a s , y á dividir
y subdividir las habitaciones, con tabiques, c o m o
galleras; e n c a j o n a m o s al Director en un sucucho,
c o n su carpetita elegante, su estante con unos
c u a n t o s librejos de consulta, le h a c e m o s arreglar
— 117 -

un saloncito ele recibo, en el que quepan h a s t a


media docena de sujetos, p a r a las grandes reu-
niones, y ya tendremos lo mejor de la casa.
En seguida, tras la sala del Director, en o t r o
agujero, c o l o c a m o s una mesita, aunque sea de
las de j u g a r r o c a m b o r , y allí instalamos al se-
ñ o r redactor principal.
M e t e m o s á los cronistas en algún entresuelo,
ó c o s a parecida, c o n su mesón y sus periódicos,
su tinajita de a g u a , sobre ladrillo p u r o , y sin
m á s mueblería que unas cuantas silletas c o j a s .
L a administración puede instalarse cerca de
la puerta de calle, ó debajo de la escalera: b a s t a -
rá p a r a ella d o s v a r a s de terreno, en uno de cu-
y o s rincones p o d e m o s c o l o c a r la cajita de fierro.
C o m o n o han de venir á c o n t r a t a r avisos, sino
ele vez en c u a n d o , pues el único m o v i m i e n t o dia-
rio de avisos, es el de las defunciones y los c o m u -
nicados, (uno que o t r o p r ó j i m o al d í a ) , b a s t a r á
c o n un p a r de silletas, p a r a t a n numerosas visi-
tas.
El taller puede ser el t r a s p a t i o , cubierto c o n
un p o c o de calamina y algunas t a b l a s viejas; es-
c a l e n t a s p o r aquí, c a j o n c i t o s p o r acullá, g r a d i -
t a s , tropezones, humedad, negrura, braqueteti-
t o s de g a s , desaseo, clavitos en los pilares p a r a
que los operarios cuelguen su saco ó su sombre-
r o ; y allá en el f o n d o de un c o r r a l i t o , ó tras al-
gún r e c o d o , el escusado general, repleto de in-
mundicia, fétido y empapelado al natural, desde
el suelo h a s t a la techumbre; el m á s soberbio la-
b o r a t o r i o de t o d a clase de microbios, á bien que
p o r aquí j a m á s hade llegar el inspector de Higie-
ne: una semi-posilga, en la que puedan h a b i t a r
c ó m o d a m e n t e unos c u a n t o s millares de insectos,
y p o r b a j o del que correteen, en deliciesa huelga,
infinidad de r a t a s .
E s t o , si deseáramos tener imprenta grande:
— 118 -
que p a r a u n a pequeña, c o n alguna tienda ó casi-
t a muy vieja, e s t a r í a m o s del o t r o l a d o .
P o r supuesto, p i n t a n d o p o r fuera al óleo y
t a p a n d o las lacras interiores, c o n t o d o el a p a r a -
t o de decencia que n o pase del p a t i o .
L o s p o b r e s diarios n o han sido sino tiendas
provisionales de c a m p a ñ a : t o l d o s , b a j o los que
se han b a t i d o nuestros mejores h o m b r e s públi-
c o s , que h a n i d o dejándolos, t r a s p a s á n d o l o s ó
alquilándolos, p a r a que o t r o s los remienden y
sigan manteniendo c o n puntales,
T a l vez esa falta de luz y de aire, esa especie
de c a m a r o t e s en que se han encerrado p a r a t r a -
bajar los h o m b r e s de pluma, h a b r á influido en la
falta de vuelo de la prensa, pues n o debe ser lo
m i s m o p a r a un músico, ponerse á c o m p o n e r b a -
j o las amplias b ó v e d a s de una soberbia catedral,
que b a j o el techo de las iglesias de la sierra, cua-
j a d a s de nidos de murciélagos ó de cargaches,
llenas de g o t e r a s y de s a n t o s descoloridos.

LA SUBVENCIÓN

L a subvención es la m a r c a que se le pone al


periodista, c o m o la que se p o n e al g a n a d o , n o
s ó l o p a r a distinguirlo de los demás periodistas,
sino de los demás m o r t a l e s .
Periodista s u b v e n c i o n a d o , es periodista m a r -
c a d o , periodista que lleva tizne, ó al que le han
c o r t a d o las orejas, un periodista m o c h o , un c a -
chílugo, un vendido, un esclavo, un desgraciado,
c o n t o d o el t a l e n t o m á s descomunal que se le su-
p o n g a : es una eminencia c o n lepra.
Es menos que un d o m é s t i c o intelectual: una
máquina de decir lo que le conviene al que le
paga.
Vivir de subvención, es c o m o e n g o r d a r del
— 119 -

puchero de los descalzos; es ir c o n la l a t i t a á d e -


terminadas h o r a s á recibir el c u c h a r o n a z o , entre
limosneros y v a g o s .
L a s subvenciones son directas é indirectas:
directas las que se largan sin escrúpulo; " p a r a
d o n F u l a n o de T a l " ; en la p a r t i d a de e x t r a o r d i -
narios; indirectas, las que vienen á título de pu-
blicaciones ó de t r a b a j o s que se m a n d a n hacer.
L o que p o d í a c o s t a r diez soles, impreso en
una prensa independiente, se envía á tal periódi-
c o , aceptándose la planilla ó cuenta que él pase;
200.
L a s subvenciones suelen venir de arriba ó de
a b a j o s : subvenciones de arriba, cuantas l a r g a el
Ejecutivo p a r a que se diga: o r a p r o n o b i s .
H i z o este disparate;
Ora p r o n o b i s .
H i z o aquel z a m b u m b e o :
Ora p r o nobis.
F u n d i ó á medio Perú:
Ora p r o n o b i s .
Esas son las subvenciones de arriba, las de
t o d o lo a l t o , las que chorrean grueso, las que
caen c o m o de saco descosido, de mil en mil, has-
t a doscientos mil y h a s t a un millón, según los
tiempos y según la t a r a s c a .
L a s p o r lo b a j o , son las que largan las em-
presas, los negociantes, las instituciones, so pre-
t e x t o de publicación de d o c u m e n t o s ó de a v i s o s ,
p a r a tener a m a r r a d i t a la lengua del v o c e r o del
público, p a r a hacerse echar b o m b o , p a r a tener
quien ó quienes defiendan: esas subvenciones v a -
rían, desde lo que se afloja en redondos, con la
m a y o r puntualidad, h a s t a las libretitas de g o -
llerías; pequeños gajes que adormecen el criterio
y hacen somnolente la conciencia: dulcificaciones
de pluma, pequeños o r a p r o nobis que se hace
entonar al menudeo.
— 120 —

L a subvención es c o m o si dijéramos l a s a r n a
perruna, el gálico, cristalino, la elefantiasis.
El m o n s t r u o de la prensa.
En las provincias hay también esa carachita:
los Prefectos y los Concejos han llevado esa en-
fermedad. Aquí se l a r g a el a g u a p o r anchas y
c ó m o d a s c o m p u e r t a s , á b o r b o t o n e s , en chorrera
s o n o r a , allá la c o s a se hace p o r chisgueteadas,
p o r pequeñas lamidas; aquí se cucharea, allá se
r a s p a ; aquí se llena la b a r r i g a y allá el c u a j o :
aquí d a t o r o z ó n , allá schttcaque: los que aquí
forman la j a u r í a son lucios y regordetes p o d e n -
cos y sabuesos que tienen pulmones p a r a aullar
á m á s y mejor; los de allá son pobres canschttles,
l a t a n g o c i t o s churres, que con r a b o entre piernas
apenas tienen resuello p a r a ladrar b a j o las p a t a s
del caballo de la a u t o r i d a d .
¡Qué desgraciado es el lugar ó el país en que
a b u n d a la prensa de m a m a d e r a !
Allí se vive de p u r o convencionalismo: la gen-
te se desayuna c o n mentiras y duerme en el mun-
d o de las ilusiones.
Se vive p o r q u e se resuella, pero n o p o r q u e se
aliente de Belleza, de Verdad, ni de Bien.
Se vive p o r q u e se dice que se vive, n o p o r q u e
se sienta la vida.
Se vive c o m o en un p a r o x i s m o . N o h a y sa-
lud, n o hay, conciencia de que se vive.
L a subvención es la brujería, el c h a m i c o , la
sugestión, el h i p n o t i s m o .
L a subvención es la cocaína, elcloral, la m o r -
fina.
L a subvención, p o r eso, después de calmar y
adormecer concluye p o r m a t a r .
L a subvención, es el veneno a d m i n i s t r a d o en
inyecciones.
L a subvención es el t a b a c a z o que dan á los
dueblos los que se los quieren fumar.
- 121 -
Cuando h a b í a horcas se r e n t a b a verdugos:
pues los subvencionados son otra laya de verdu-
gos: más alevosos, mucho más temerarios, infi-
nitamente más desalmados: aquellos se monta-
ban sobre los h o m b r o s del a h o r c a d o y lo acaba-
b a n de estrangular; éstos se montan sobre la
opinión pública a p o y a d o s , sostenidos, sujetos
p o r la m a n o s del que les p a g a y con el cinismo
más grande, la hacen agonizar.
El que subvenciona; y el s u b v e n c i o n a d o , s o n
d o s t i p o s de criminales, d o s alevosos que se j u n -
t a n c o m o el asesino y el puñal. Dueños de las en-
crucijadas, el u n o á la distancia o b s e r v a el efecto
de la operación del o t r o ; y este p r o c u r a hacerlo
bien p a r a tener derecho de alargarle la m a n o .
El uno mide el t i r o , calcula el efecto, precisa
la puntería; el o t r o , asesta el g o l p e , tiende la red
entre las s o m b r a s , pone el sebo p a r a que c a i g a
el pez.
Son d o s aliados que se adivinan el pensa-
miento: d o s confabulados que se interpretan á
las mil maravillas: media palabra, un g e s t o b a s -
t a n para dar alcance al articulo de actualidad.
Dos conveniencias unidas p o r la necesidad,
p o r varias necesidades.
Donde hay prensa subvencionada tiene el
h o m b r e de bien que hacer de cuenta que c a m i n a
en un d e s p o b l a d o .
Pesadas en una balanza las causas del hun-
dimiento de la República: la subvención pesaría
t a n t o , c o m o t o d a s las demás j u n t a s .
C u a n d o las gentes, queriendo darse cuenta
de nuestras desgracias, dicen: *'la prensa ha he-
cho m u c h o d a ñ o ' "
" L a s u b v e n c i o n a d a " , c o n t e s t a m o s , p a r a des-
lindar responsabilidades y poner las cosas en su
sitio.
T* - l * s . — 1 2 .
— 122 —
Aun n o se d a cuenta el pueblo de lo que quie-
re decir el tráfico del pensamiento, la subasta de
las conciencias.

PERIÓDICOS LITERARIOS É ILUSTRADOS

F e n ó m e n o d i g n o de o b s e r v a c i ó n es el siguien-
te: nuestros periódicos que de literatura se ocu-
pan, aparecen y desaparecen en la escena, c o m o
cosas dé novelería: c o n m u c h a bulla á la salida y
c o m o cohete que se a h o g a á lo menos pensado
de su ascenso; sin e m b a r g o , sucede esto en un
país aficionadísimo á versos, muy d a d o á la lec-
tura de novelas y en el que b a s t a p a r a p r o b a r
tal afición el sin número de gentes que se suscri-
ben á un periódico, n a d a más que p o r el folletín;
y los buenos reales que hacen las casas editoras
de o b r a s p o r entregas.
N a d a g u s t a m á s en esta tierra, p o r o t r a p a r -
te, que la figura; es p o r eso que no h a y quien n o
se h a y a i n t r a t a d o p a r a hacer publicar su es-
t a m p a en periódicos ilustrados.
¿ P o r qué no ha sido posible aquí a r r a i g a r
un periódico literario, ó un periódico ilustrado ?
P o r el gran c o s t o de su producción.
El público quiere bueno y los editores de pe-
riódicos literarios ó ilustrados no se han imagi-
n a d o que eso cuesta.
Querer tener periódico ilustrado ó literario
r e d a c t a d o p o r afición, es c o m o querer vestirse de
regalo.
P a r a fundar un periódico de esa clase, se ne-
cesita: 1.° Un h o m b r e de talento que lo dirija y
al que n o se le pague c u a t r o reales; 2.° Varios
escritores escogidos que lo redacten; pero tenien-
d o presente la empresa que son también m o r t a -
les y que comen c o m o los demás, mejor que los
— 123 —

demás, cotí más buen g u s t o que los demás; 3.°


Una buena administración, h o n r a d a y bien ren-
t a d a , inteligente, a c t i v a y que sepa lo que tiene
entre m a n o s ; 4.° T o d o un artista ó t o d o s los ar-
tistas que se pueda p a r a interpretar c o m o se de-
be, y con la p r o n t i t u d y o p o r t u n i d a d que es me-
nester, el pensamiento de los que sepan escribir;
5.° Un capital descansadito p a r a meterlo en el
asunto, sin pensar en g a n a r 2,000 p o r ciento; y
6.° Un g r a d o de cultura b a s t a n t e en el público,
capaz, en primer lugar, de suscribirse, y b a s t a n t e
decente p a r a comprender que el que se suscribe á
un periódico debe p a g a r l o , c o m o se p a g a el pan
y t o d o aquello que c o s t á n d o l e á o t r o su t r a b a j o
n o hay p o r q u e nos lo den de bóviles.
Uno s o l o de estos requisitos que falte, b a s t a
p a r a que nazca muerto el género de publicación
de que n o s o c u p a m o s .
Esa ha sido la causa p o r la cual han t r o n a -
d o centenares de periódicos literarios ó ilustra-
d o s : alguna ó varias de tales condiciones han
faltado: c u a n d o n o ha sido el Director c a m o -
te, han sido los redactores de fiado.
De donde lo que no lo ha hecho la tijera, n o
habiéndolo querido hacer los que sabían, lo ha
hecho esa m a n a d a de literatos ambulantes á los
que más t a r d a usted en pedirles una c o m p o s i c i ó n
que ellos en mandarle un costal, gente que es
chorrera de versos ó b o r b o t ó n de composiciones
en p r o s a : que escribe p a r a t o d o y sobre t o d o , á
los que n o les cuesta escribir; y que j o r o b a n al
primero eme encuentran, leyéndole sus p r o d u c c i o -
nes, de las que algunas se parecen al p r ó l o g o de
una o b r a de cierto literato que c o m p a r a d o con
la H i s t o r i a de César Cantri, c o m o dijo Suárez
L a c r o i x , resultaba la Historia un t e l e g r a m a .
L o s aficionados e m p a l a g o s o s y los escritores
de b o m b o son p a r a los periódicos literarios lo
- 124 —
que las g a r r a p a t a s p a r a el g a n a d o : lo entecan y
lo consumen.
Y v a y a usted á deshacerse de ellos: se p e g a n
c o m o las espinas de t u n a .
L o s que saben escribir n o escriben, ó n o les
d a la g a n a de escribir.
E n t r e g a d a s , pues, las publicaciones literarias
ó ilustradas á las m a n o s de pecadores, h a n d a d o
al traste c o n la literatura y c o n el Arte.
H e m o s v i v i d o de literatura p o r d i o s e a d a : pi-
diendo c o m p o s i c i o n c i t a s á los a m i g o s ; y c o m o
t o d o t r i g o es limosna, hemos a c o g i d o c u a n t o
buenamente n o s h a n querido dar, ofreciendo así
periódicos de desperdicios, c o m o los Descalzos su
puchero.
L o s r e t r a t o s p o r p a g a , han d e g r a d a d o las
ilustraciones: los escritos p o r b o m b o han ido
h a s t i a n d o al público.
A m b a s cosas son la prostitución del Arte.

E L SUSCRITOR PELUDO

Tenemos, el suscritor religioso, que p a g a c o n


escrupulosidad y c o n a g r a d o .
Después de esta c a t e g o r í a , que constituye la
clase h o n r a d a de la especie, viene el suscritor re-
molón, que g u s t a del periódico, que también p a -
g a ; pero que se parece á las n o v i a s , que p a r a d a r
el sí d a n tres mil vueltas.
E n t r a en seguida el suscritor amable, el que
•con la m a y o r frescura se acerca á la oficina, sa-
l u d a c o n familiaridad, coje un periódico, lo d o -
b l a y, c o m o si tal c o s a , lo c o l o c a en su faltrique-
r a , diciendo: " a h o r a lo veremos " .
El suscritor pechuga es o t r o de la especie:
éste vive al aguaite del puesto, de la peluquería,
la b o t i c a ó la vecindad, y n o bien llega el perió-
— 125 —

etico, frotándose las m a n o s se lanza, c o m o si fue-


r a el dueño, l o coje y, sin venia de nadie, se re-
p a n t i g a en un asiento y se p o n e á leer, c o m o si
le c o s t a r a su dinero; ó bien lo d o b l a c o n c u i d a d o
y lo lleva á su casa.
A l g u n o s de estos h a y que n o c o n t e n t o s c o n
leer ellos, lo prestan, y entra aquí el suscritor de
segunda mano, que estropea la hoja, la ensucia,
le r o m p e algún pedazo, y la devuelve c u a n d o n o
la t o r n a á prestar al suscritor sin gracia, que es
aquel que lee el artículo que o y e recomendar y
q u e c u a n d o le reclaman el periódico d i c e : — " f r a n -
camente, n o me acuerdo d o n d e lo he puesto " .
H a y además los suscritores invisibles, seres
que el espiritismo aún n o h a clasificado y que
deberá c o l o c a r probablemente entre los espíritus
malignos y los burlones. H a b i t a n entre las b a -
lijas ó se ocultan entre las estafetas, y sin fijarse
p a r a n a d a : 1." en que desprestigian al c o r r e o ;
2.° que perjudican á terceros, d á n d o l a de gracio-
sos, birlan los ejemplares.
Sobre t o d a s estas gerarquías de suscritores,
está el suscritor que tiene pelos: el suscritor pe-
ludo.
El pechuga, el de segunda mano, el sin gra-
cia y el invisible, son á veces gente que n o tiene
c o m o a b o n a r la suscrición y que apela á a r t i m a -
ñas pai'a leer devalde
Son los z á n g a n o s de la colmena en que hacen
de abejas los suscritores religiosos.
El suscritor peludo es el f a m o s o .
Generalmente disfruta de c o m o d i d a d e s y tie-
ne c o m o p a g a r diez suscriciones; más, p o r malig-
nidad, defecto de configuración, manía, tacañe-
ría ó estudiado resabio, tiene el h á b i t o de río p a -
g a r periódicos, sin e m b a r g o de tener la c o s t u m -
bre de suscribirse á t o d o s .
El suscritor peludo es el panegirista de l a
- 126 —
prensa; es el a m i g o de las libertades públicas;
p a r t i d a r i o de la instrucción y d e c l a m a d o r ince-
sante c o n t r a " l a s c o s a s de esta t i e r r a " . N o
bien sabe que algún p r ó j i m o va á fundar un pe-
riódico.
— Soberbio, a m i g o m í o , le dice, s o b e r b i o ,
cuente usted c o n un suscritor: si usted g u s t a
y hace c o m o el que quiere a b o n a r a d e l a n t a d o ,
un a ñ o ó d o s . Y o soy, a g r e g a , panegirista siu^o:
] qué periódico el que n o s v a usted á d a r !
— Gracias, señor peludo.
— No hay de que, y el decidido p r o t e c t o r se
despide a b r u m a n d o al p o b r e periodista con ex-
clamaciones y elogios.
Sale el periódico, p a s a un número y o t r o , v a
el c o b r a d o r doscientas veces.
— " Y o n o sé c o m o fué qué p a s ó "
Lo déla "Gran Vía".
Pero encuentra el peludo al periodista y le
dice, p a l m e á n d o l o ó estrechando su m a n o con
sonrisa de íntimo regocijo:
— ¡Qué bueno, a m i g o mío, qué bueno ! y sin
d a r l u g a r á respuesta, parte dejando al periodis-
t a estupefacto.
El c o b r a d o r repite las visitas y el peludo n o
suelta; sin e m b a r g o vuelve á encontrar al perio-
dista, y, c o n profético acento, le repite:
— Siga usted, a m i g o mío, siga usted: ese es
el c a m i n o ; así me g u s t a , siga usted, siga usted.
El c o b r a d o r t o r n a á ver al peludo, y éste
t o r n a á encontrar al periodista.
— Así, así, en ese temple, eso es lo que necesi-
t a m o s : ñeque, querido a m i g o , ñeque, siga usted,
siga usted.
— Pero
— Y a sé lo que me v a usted á decir: n o h a g a
usted c a s o , a m i g o m í o , a g r e g a con misterio,
— 127 —

¿ quién hace caso de prisiones c u a n d o se tiene de


parte al pueblo ? Siga usted, siga usted.
— Pero que pueblo, ni que prisiones si
— Y a le entiendo á usted, interrumpe, si a l g o
le sucede, aquí e s t a m o s p a r a eso los a m i g o s , y
d a n d o un apretón de m a n o s parte el peludo co-
m o un tren.
El c o b r a d o r sobre el peludo y éste sobre el
periodista, desde la vereda del frente ó al p a s o .
— L o felicito á usted, y a he leído eso, bien,
bien, aquí lo llevo, y hace c o m o que a g a r r a a l g o
en la faltriquera.
— Qué será eso que lleva allí? pregunta c o n
malicia, y el periodista se encoge de h o m b r o s
p o r q u e n o sabe lo que es e s o .
El peludo puede también llamarse suscritor
guapeador, porque n o tiene o t r a s p a l a b r a s que
estas:
" A d e l a n t e ! B r a v o ! m a g n í f i c o ! excelente!
así me g u s t a ! ñeque, pulso, c a l i d a d ! d u r o ! fir-
me ! valiente! ese es el t o n o ! así debe escribirse!
Siga usted, siga usted.
Entre t a n t o , no se da p o r notificado, y el p o -
bre c o b r a d o r t a l o n e a y el peludo p a g a en li-
sonjas falsas, en mentidas palabras y en frases
que n o siente, el importe del diario cuyas plani-
llas se a b o n a n en dinero c o n t a n t e . Con " l o fe-
licito y lo a p l a u d o y lo p a l m o t e o y rae d e s h a g o y
me a t o r t o l o y me l a m o y me s a b o r e o y g o z o y
me alfeñico y endulzo y me amartelo " , llena el
expediente el peludo, y cree que el periodista es
algún espíritu puro ó algún canario que se p a g a
de alpiste.
D a d o á luz el primer número de un periódico
y cumplido el primer mes, se m a n d a n los recibos,
y comienza la de apretar.
— Vuelva usted luego.
— Dése usted una vueltecita.
— 128 —

— Bórreme de la lista.
— P o r qué n o lo sacan más grande.
— P o r qué n o lo sacan m á s chico.
— P o r qué n o lo sacan más l a r g o .
— P o r qué n o lo sacan m á s a n c h o .
— P o r qué n o lo han puesto m á s b a r a t o .
— P o r qué está t a n frío.
— P o r qué está tan caliente.
C a d a peludo presenta u n a objeción.
Mientras t a n t o , el ó r g a n o de publicidad c o n -
tinúa y los cajistas c o b r a n su t r a b a j o , el papel y
la tinta, demandan g a s t o s ; los suscritores dicen
debo y los empresarios dicen p a g o .
P a s a d o s tres meses, y a n o existe ni la centé-
sima parte de los suscritores, t o d o s se han c o n -
f o r m a d o c o n leer de p r e s t a d o , y esto, preguntan-
d o antes — ¿ H a y a l g o de bueno en el papel ?
A* lo que se llama " a l g o de bueno " , es que se
raje á ño sutano, que se entre en p u g n a c o n las
autoridades, que se les descubra las m a t a d u r a s
á los p r ó j i m o s , que el periódico, en una p a l a b r a ,
olvide su misión, y se transforme en un libelo.
Y si á los redactores los ponen en chirona, ó
los revientan, el que m u c h o hace, habla p o r l o
bajo.
— ¿ Quién le m a n d a meterse con nadie ?
El c o r o n a t u s de la o b r a es que ese periódico
que con avidez fué a c o g i d o , que c o n mil dificulta-
des fué f o r m a d o , y que s o l o molestias ha o c a s i o -
n a d o , v á p o c o á p o c o languideciendo.
Y lo más lindo es el c o r o de c o m e n t a r i o s que
vienen tras la desaparición.
— " Si bien decía y o , j qué i b a á d u r a r ! "
— " A q u í no d u r a n a d a p o r falta de c o n s t a n -
cia".
Siendo así que lo que aquí n o dura no es p o r
falta de constancia sino p o r s o b r a de peludos.
— 129 —

SOPLONES DE PLUMA

Una z a m b a de callejón, pare un sietemesino;


ó á una desventurada del C h i v a t o se le tuerce al
nacer un hijo y nace j o r o b a d o ; ú o t r a tía recoje
p a r a criar con a m a al hijo que u n a hermana
t u v o de padre que j a m á s quiso reconocerlo, y la
madre se mueretísica;y la tía,sin recursos,cría al
s o b r i n o enclenque, entre limosneando y s o l t á n -
d o l o á media calle.
El hecho es que y a t u e r t o , y a m a n c o , y a c o j o ,
v i s c o , j o r o b a d o , ó revelando en su físico alguna
deformidad: z a m b o t r o m p u d o ; chino cholo,
" b l a n c o s u c i o " , c o m o le llamaran las gentes des-
de chico, el tal sacalahua, m o j i n o , ó siete castas
sale habilucho, y en la escuela despunta con esa
habilidosidad que fuera buena sino descansara
' en una naturaleza contrahecha y en una alma
a t r a v e s a d a : un ser lleno de o d i o p a r a sus seme-
j a n t e s , que en lugar de piedad tuvieron burlas ó
menosprecio p o r el tal desdichado, que al haber
n a c i d o en Esparta le hubieran, p o r deforme, c o n -
denado á la muerte.
El m a l p a r i d o , es, pues, m a l o p o r debilidad
de naturaleza; y m a l i g n o , p o r rechazo de vengan-
za á la burla ó al menosprecio público.
P e r o el c o n t r a h e c h o , que es el orgullo de su
mama, ó de la parienta que lo cobija, sigue dan-
d o señales de aprovechamiento en la escuela del
b a r r i o , y sale c o m o puede, del colegio, d o n d e
estudia á tirones primer a ñ o de instrucción me-
dia y no puede estudiar más, p o r q u e el pariente
que lo socorría, sucumbe, y tiene que comenzar á
buscarse la v i d a , principiando p o r ser a c o m o d a -
d o r en alguna casa de prostitución, ó p o r g a n a r
pesetas llevando cartitas á sus p r o p i a s herma-
nas ó á las hermanas del vecino,
- 130 —

Aparece en el habilucho, en este p e r i o d o , la


propensión á hacer versecitos y la afición á la
lectura.
Lee lo que puede y c o m p o n e , t a m b i é n , lo que
puede.
Adulón p o r naturaleza, siempre a n d a pegán-
dose á los que tienen a l g o : comienza á despuntar
en él el instinto de la bellaquería, hace brindis
en las j a r a n a s , recita versos, unos ajenos y
o t r o s s u y o s en las tertulias de confianza; y se
hace el bufón de los truhanes de b a r r i o , que
le llevan y traen p a r a que diga g r a c i a s de alma-
naque y p a r a que amenize t o d a reunión de me-
dio pelo.
Aprende á t o c a r piano y c o n este m o t i v o
aprende también á chupar; y chupa el contrahe-
cho c o m o u n a lechuza; y así t o r c i d o ó j o r o b a d o
se la comienza á dar también de g u a p o , lo cual
es un costeo, p o r q u e llega vez que las cuer-
das le a g a r r a n de los pelos y le sacuden de lo
lindo, ó algún j a r a n i s t a , de malas p u l g a s , c o n
un par de moquetes, p o r p o c o le c o m p o n e lo
macro.
Comienza á c a r g a r revólver, que á c a d a ra-
t o se lo quitan p a r a enviarlo á la peña p o r m o -
zonada.
Pero ya es literato, y a f o r m a parte de una
sociedad de " d e c a d e n t e s " en la que c a d a socio
se cree un p o r t e n t o , y á título de e n t r a d o r pisa
las redacciones de los periódicos y firma c o n
s e u d ó n i m o s artículos de insulto p a r a los que
le c o n v i d a n la c o p a , ó poesías sin sentido c o m ú n ,
que ponderan sus p a n i a g u a d o s y que él se c o m -
place en leer en l o s bebederos.
En estas circunstancias, surge un g r a n de-
sacuerdo entre el país y el g o b i e r n o : plumas mer-
cenarias de soplones de a l t a escuela, t o m a n la
defensa de t o d a s y c a d a u n a de las atrocidades
- 131 —
y de las barbaridades y de las m o n s t r u o s i d a d e s
del Gobierno; y plumas generosamente inspira-
d a s , hacen la defensa de los intereses del pueblo:
n o b a s t a al Gobierno la a l t a pandilla, necesita
del a l e v o s o a n ó n i m o de ese c o n t r a e c h o malnaci-
d o , c u y o saludo rehuyen t o d o s y al que ningu-
n o acepta en su h o g a r , y lo alquila.
El habilucho charlatán, t a n v a c í o de cerebro
c o m o suelto de lengua, que n a d a tiene que per-
der, absolutamente, sale c o m o un h i d r ó f o b o , y,
g a r a n t i z a d o p o r la impunidad, a p o y a d o decidi-
d a m e n t e p o r el Gobierno, n o respeta n a d a y col-
m a de ultrajes, de infamias y calumnias á los
defensores del pueblo, en un periodicucho eme
t i t u l a ''El H a z m e reír" p o r el cual p a g a buenos
soles la caja fiscal, y que entre los imbéciles y
entre los adulones tiene gran resonancia.
El s o p l ó n ele pluma se entela, g a s t a libras, y
d r a g o n e a de m o z o alegre, c u s t o d i a d o p o r la p o -
licía y r e s g u a r d a d o de p a t i a d u r a s , se le lleva á
las comisarías p o r escándalos; pero p o r una
puerta entra y p o r o t r a sale. ¡Es de los escrito-
res del Gobierno!! F o r m a la b a j a estofa de
soplones de pluma; es del elemento á través
del cual puede medirse los alcances de quienes
los o c u p a n .
L o s soplones de pluma, aparecen en el fra-
g o r de las crisis políticas, son c o m o el gálico
cristalino en el cuerpo de las administraciones
corrompidas.
Los extranjero» de agua dulce

H a n nacido aquí, viven aquí, tienen sus m u -


jeres aquí, sus hijos son de aquí, y es m á s que
p r o b a b l e que l o s entierren aquí, sin e m b a r g o
n o son de aquí.
" E s t e p a í s " ; "en este p a í s " , " l a s c o s a s de
este p a í s " , dicen, m u y sueltos de huesos, c o m o
si dijeran: esta Luna, en esta L u n a : las cosas de
la L u n a .
L o s e x t r a n g e r o s de a g u a dulce tienen su m o -
d o de p a s a r , c o m o los chimbadores de los rios
tienen su m o d o de vadearlos.
Crujan t o d a s las instituciones de la Repú-
blica, vénganse a b a j o t o d a s las g a r a n t í a s ; llé-
vese el diablo á la Nación, c o n tal que la c o s a
n o los ajuste directamente (en c u y o c a s o á l o
m á s refunfuñarán) n o les i m p o r t a .
M a s c a r , esta es su g r a n filosofía.
En el silencio de la noche, c u a n d o u n o via-
j a y se detiene á la orilla de los grandes charcos,
se o y e únicamente el castañeteo de los picos de
los p a t o s silvestres, que a t r a p a n entre el a g u a
lo que pueden: así, en el profundo silencio de la
Libertad, y en este gran c h a r c o nacional, se o y e
s ó l o el mascar de los e x t r a n g e r o s de a g u a
dulce.
Ejercer sus derechos de c i u d a d a n o , p a r a
— 133 —

mantener la soberanía de la Nación, llaman


ellos meterse en política, dicen que es ensuciar-
se: n o entienden p o r política sino las porquerías
que ven ó que oyen referir.
Pregúnteles usted qué clase de política quie-
ren, déjelos usted florear h a s t a que suden; que
le digan qué clase de h o m b r e s necesitamos,que ex-
presen sus ideales, y c u a n d o concluyan invíteles
Ud. á realizar esa política, á buscar á esos h o m -
bres, los extrangeros de a g u a dulce, que de p u -
r o s a b i d o s se pierden, comprendiendo que p a r a
i m p l a n t a r esa política y encumbrar á esos h o m -
bres h a y que luchar más, m u c h o m á s que p a r a
dejar correr la b o l a y seguir c o n lo que v i v i m o s
a c o s t u m b r a d o s , se escurrirán p o r l a tangente y
le saldrán c o n las antífonas más originales,
p o r n o decir c o n claridad: y o quiero patria; pe-
r o que n o me cueste; patria p o r la que o t r o s de-
rramen su sangre y su dinero y en l a que y o y
los m í o s continuemos m a s c a n d o sin molestia, le
dirán que " t o d o es inútil"; que "nada se p u e d e "
y c o m o el enfermo que se v o l t e a á la pared y
avienta el t r a s p o n t í n p a r a que le apliquen las
l a v a t i v a s , resignadamente, se c o n f o r m a n c o n
cualquier b i t o c a z o .
L o s extrangeros de a g u a dulce, h o m b r e s p o -
sitivistas si los hay, adiestran, n o educan, á sus
hijos, ó para la abstención resabiosa, matrera,
s o l a p a d a y profundamente egoísta; ó si los m u -
c h a c h o s tienen inclinaciones p o r la cuerda los
dejan enfilarse, p o r q u e convencidos de que los
picaros prosperan, han b u s c a d o una p a l a b r a
a c o m o d a t i c i a ; prefieren que sus hijos " n o sean
c a n d i d o s " ; es decir, que prefieren que sean pica-
ros.
L o s países que reciben corrientes p o d e r o s a s
de inmigración; los países que reciben p o r cente-
nares gente fuerte, inteligente, emprendedora
— 134 —
v a n p o r su puesto á p a s o s de jigante.á las g r a n -
des é inmortales c o n q u i s t a s del p r o g r e s o .
L o s países á los que llega c o m o v a r a d o un
e x t r a n g e r o útil, c a d a cinco ó seis a ñ o s y del
cual salen, h u y e n d o c o m o de un hospital, fami-
lias enteras; y en los cuales s o l o se multiplican,
cruzan y se p r o p a g a n , c o m o las angusachas, l o s
e x t r a n g e r o s de a g u a dulce ¿á d o n d e irán?
" Y o n o me m e t o " . " U d , n o se m e t a " : " N o s o -
t r o s n o nos m e t a m o s " . "Que ellos se m e t a n " .
C o n j u g a c i ó n de los e x t r a n g e r o s de a g u a
dulce.
Un pueblo que vive, sin cohesión, sin ideales,
sin dirección, sin hacienda, sin g a r a n t í a s de nin-
gún género, sin p o d e r ni voluntad para cumplir
sus c o m p r o m i s o s , en c o m p l e t a ignorancia ' y en
a b s o l u t o fanatismo intransigente, n o p o d r á es-
perar de la acción c o m b i n a d a de t a n t o s elemen-
t o s n o c i v o s , sino resultados contraproducentes:
el descrédito, el menosprecio, la pérdida del te-
rritorio, la intervención extrangera, en una p a -
labra; la muerte nacional é internacional.
No es Gobierno d i g n o de tal n o m b r e el que
se concreta al mantenimiento del orden de c o -
sas a l c a n z a d o ; sino el que lo mejora, el que a m -
plía los limpios canales p o r donde la riqueza
pública circula; el que ensancha los horizontes
de las aspiraciones legítimas; el que robustece los
o r g a n i s m o s sociales; el que p r o c u r a , p o r t o d o s los
medios posibles, a u m e n t a r la vitalidad y las
energías. Ni t a m p o c o merece el n o m b r e de p u e -
blo el,que no t r a b a j a activamente, el que n o crea
el que n o acumula, el que no estudia, el que n o
aspira, el que n o c o n t r i b u y e con p o d e r o s o es-
fuerzo y á n i m o firme á hacer un buen Gobierno;
es decir, el que no contribuye individual y colec-
tivamente al engrandecimiento de la patria.
Pinceladas de viaje 1

0UE HAY DE NUEVO

Salgo de mi patria, y me parece que saliera


de una prisión: que v i d a t a n estrecha; cuan p o -
ca amplitud; c u á n t o e g o í s m o y mezquindad!
"¿Qué ha\' de n u e v o ? " He aquí la p r e g u n t a
sempiterna, en la casa y en las calles de L i m a
"¿Qué h a y de n u e v o ? " ; y no salimos de allí.
Que llegaron los americanos, (2) pues á pre-
g u n t a r p o r los americanos.
Que e m b o r r a c h a r o n á un b u r r o , que c o m p r a -
ron un m o n o ; que se p e g a r o n varias m o n a s ; que
hubieran querido ver ensartar en la plaza de
Aeho á Bonarillo y á t o d o s los t o r e r o s y m o n o s
sabios; ¡qué gracia! ¡ay, qué gracia!
Y con esto tenemos comidilla p a r a nueve
días; y á los nueve días, pasan los americanos,
c o m o p a s a r o n Sáenz Peña, y Pidal, y R o o t , y
v o l v e m o s á la preguntita de marras,
"¿Qué hay de n u e v o ? "
Y no salimos de allí: c o m o las g a v i o t a s que
á saltitos v a g a n sobre la p l a y a a g u a i t a n d o lo
(1) No habiendo p o d i d o recopilar l o d o s los artículos que hemos
publicado de nuestro viaje á Buenos Aires; alguna idea darán de él los
contenidos en este libro.
(2) Saliendo del Perú p o c o s días después de haber llegado al
Callao la escuadra americana.
— 136 —
que la m a r arroja, así los habitantes de L i m a ,
los habitantes del Perú, v i v i m o s c o n nuestro
¿qué h a y de nuevo? á c a z a de noticias, n o p a r a
enmendarnos, n o p a r a corregirnos, n o p a r a me-
j o r a r nuestra vida, ni nuestra condición, sino
p a r a satisfacer una curiosidad b a n a l y entrete-
ner el t i e m p o , m a t á n d o l o en los portales ó en
nuestras reuniones caseras.
C a n s a d o de ese " ¿ q u é h a y de n u e v o ? " , que
me llevaba m u e r t o aquí, v o y á ver qué hay de
nuevo fuera, n o t a n t o en ese Chile, t a n limítrofe
de n o s o t r o s , c u a n t o en aquella República Ar-
gentina, de que t a n t a s lenguas se hacen c u a n t o s
la visitan.
Desde luego, puede decirse, p o r regla general;
que t o d o el que se e m b a r c a es un t i p o ; el c a m b i o
de hábitos; las necesidades y exigencias del via-
je; el traje m i s m o hace de los m á s un verdade-
r o m a m a r r a c h o , y de los menos, una cosa ele-
g a n t e y simpática. L a g o r r i t a a p l a s t a d a y cur-
si, que n o á t o d o s les sienta bien; los tules de
s o m b r e r o y los e n v o l t o r i o s de las señoras p a r a
resguardar la g a r g a n t a y el cutis, que á las vie-
j a s las hace m o n a s y á las j ó v e n e s les d a cara de
m a l a noche, t o d o hace de la gente de á b o r d o u n a
colección de tipería.
Salvo el a g u a 3 los cascarones, se puede de-
r

cir que uno viaja de c a r n a v a l .


Si fuéramos á describir u n o p o r u n o nuestros
t i p o s de á b o r d o , h a r í a m o s sonreír á m á s de
c u a t r o ; un viajero, c o m p r e n d e m o s , que ne-
cesita una cartera verde p a r a leerla en " p e t i t
c o m i t é " , de sobremesa y entre hombres.
Y después ¡las rarezas de los viajeros!
V i a j a b a c o n n o s o t r o s , v g . u n a g r i n g a flaca
c o m o un "estoquefiche", c o n un m a r i d o g o r d o
c o m o un rinoceronte.
- 137 -
— Ves esa mujer sable? n o s p r e g u n t ó un
a m i g o , que desde E u r o p a v i a j a b a c o n ella.
— Y que?
— En que crees que se o c u p a tal escopeta?
Pues, en comer: fígate.
En efecto, la g r i n g a m a s c a b a .
— Pero qué come, día y noche?
— Tutiíruti.
— Se me ocurre una c o s a : los muchachos,
después que mascan bien el tutifruti, el r e z a g o
lo pegan en los pelos de algún a m i g o . ¿Donde
p e g a r á el tutifruti este arco de violín?
P e r o , v a m o s á nuestros tipos.
Queremos comenzar p o r un ser noble, p o r
un h o m b r e m o d e s t o , pero d i g n o de u n a medalla
el 28 de j u l i o : p o r el C o j i t o del Callao, p o r ese
pobi-e, casi d o b l a d o en d o s , que c o n un gran p a -
quete de pei-iódicos b a j o un b r a z o , y s a l t a n d o
c o n la muleta, c o m o p á j a r o , con un s o l o pie. n o
h a y v a p o r que salga p a r a el Sur ó Norte que n o
le vea escaleras arriba ó g u a r d a a b a j o , p r e g o -
n a n d o su mercadería: L A PRENSA, " E l C o m e r -
cio" y el C o j i t o p o r entre las piernas de
los cargadores, y entre el barullo de los fleteros,
se cuela, va y viene, entra y sale, y circula desde
las primeras h o r a s de la tarde, hasta que se t o c a
la señal de p a r t i d a . El v a p o r y a v a á andar; ya.
parece que ha l e v a n t a d o anclas; t o d o s los que
vuelven á tierra saltan y se acumulan en los b o -
tes, y el C o j i t o , c o m o si tal c o s a , sigue con su
pregón de venta: L A PRENSA, " E l C o m e r c i o " . . .
De p r o n t o se l o t r a g a n las s o m b r a s ; y, sí á
través de ellas se le busca, n o es difícil ver un
m o n t o n c i t o de gente, y á manera de a s t a de
bandera gallardamente levantada, la muleta del
C o j i t o , c o m o una bandera de t r a b a j o
Y cuidado c o n ofrecerle una limosna.
Alguien le ofreció medio sol.
- 138 —
— N o t e n g o vuelto, le dijo el C o j i t o ,
— Es que te lo r e g a l o .
— Regalo?...No, señor, y o puedo t r a b a j a r :
tómese usted su medio sol
— Cómo!
— C o m i e n d o , replicó el C o j i t o c o n entereza.
— P e r o si te quiero dejar los cinco reales.
— No disputaremos, repuso el C o j i t o : t o m e
usted sus cinco periódicos, y dejándoselos, rápi-
damente, dio d o s saltos, siguiendo su p r e g ó n :
" L A PRENSA", "El Comercio".
H e allí un h o m b r e .
M o d e s t o , l a b o r i o s o y h o n r a d o ¿A c u á n t o s
sostendrá con su t r a b a j o ?
Salimos del Callao en tarde triste; á c o m p á s
de una m a r c h a fúnebre: eran c o n d u c i d o s al ce-
menterio los restos de un americano de la flota
guerrera.
L a vida del h o m b r e ! que sabe donde nace,
pero que i g n o r a d o n d e descansarán sus restos:
de las orillas del Missouri ó de los confines de
Norte América, h a s t a el Cementerio de Baquí-
jano .joven t o d a v í a , y sin haber v i s t o la tem-
pastad de fuego de su escuadra, entre cuyas lla-
m a r a d a s pensaría a h o g a r s e ; ó á c u y o resplan-
d o r pensaría entonar el himno de su p a t r i a ; p e -
ro t o d o es igual, al fin y al c a b o . H a muerto
sin m a t a r : mejor; h a caído c o m o las h o j a s que el
viento arranca. Al quitarnos el s o m b r e r o ante
el carro fúnebre, n o s parecía que s a l u d á b a m o s á
la única majestad verdadera: la de las s o m b r a s .
Después, p o c o s pero buenos y leales a m i g o s ,
que venían á despedirnos h a s t a á b o r d o .
Subir á la cubierta, antes de que el v a p o r
salga del Dársena, y levar anclas, salir c o m o
quien se resbala lentamente, ver los s o m b r e r o s y
los pañuelos de los que desde tierra n o s envia-
b a n su adiós, hé aquí la prirhera impresión. Lúe-
— 139 —
g o la caída d é l a tarde: nuestro San L o r e n z o c o n
sus celajes 3* sus nubes resplandecientes. P o r fin
la oscuridad; y aquí la flota americana, c o m o
una serie de andas de una proseción llena de luz
y detenida en curso p a r a hacer o r a c i ó n ; en t o r -
n o , n u m e r o s o s buques mercantes a p a g a d o s , se-
mejando pedazos de r o c a s á flor de a g u a ; 3' allá,
en tierra, las lucesitas del Callao, casi c o m p a r a -
bles á fuegos fatuos en algún cementerio.
H o r a s después, anclas arriba y á partir.
Antes de partir, v i m o s las l a n c h a s - a u t o m ó
viles de los buques americanos, p i n t a d a s de
b l a n c o , limpias c o m o una jo3 a y rápidas c o m o
r

un celaje, y v i m o s también la lancha de la capi-


tanía: c a c a r a ñ a d a 3- vieja, c o m o la lancha de un
pontón.
¡ L o s americanos! Pero n o aprendemos n a d a
de los americanos. M e dicen que S. E. c u a n d o
correspondió la visita del Almirante, fué en un
cucurucho parecido al de la capitanía.
Nuestra tierra!
El c o m e d o r de un buque n o s parece el refec-
t o r i o de un colegio, lleno de estudiantes ceremo-
niosos.
De sobremesa, el primer día apenas si se pue-
de charlar. N o s l e v a n t a m o s á las nueve, u n o s
c u á n t o s paseos p o r la cubierta y á las 10 á la c a -
m a , p a r a n o dormir, p o r supuesto: el balance,
el ruido, qué se y o . Amanecimos en Cerro Azul,
b a j o la misma perspectiva: cerros p l o m i s o s , un
p o c o de b r u m a , viejos lanchones c o n mil sacos
de azúcar y una buena c a r g a de ron, lo que d a -
rá p a r a t o d o el día de embarque. M e j o r , así p o -
dremos en la m a ñ a n a escribir las primeras c a r i -
llas, p a r a enviarlas á tierra t e m p r a n o , repitien-
d o lo que al principio: s a l g o de mi patria, y me
parece que saliera de una prisión. ¿Y c ó m o n o
pensar así?
140
En el Perú conviene considerar tres cosas, la
administración, el pueblo y la naturaleza.

L a administración, lo que l l a m a m o s el g o -
bierno, es m a l o : m a l o , porque carece de fuente
legal originaria; y m a l o , p o r el criterio que lo in-
forma.
No h a y civismo real y efectivo, ni menos ese
a m o r , ese anhelo, ese afán, aquella noble aspira-
ción á enaltecer y engrandecer al país.
Se t o m a c o m o expediente el Bien; pero sólo
se persigue el interés.
L o s señores P a r d o han e q u i v o c a d o absolu-
tamente el camino: pudieron y debieron reac-
cionar c o n t r a los m é t o d o s d e p r a v a d o s y viejos,
pudieron y debieron abrir anchos y nuevos h o -
rizontes á t o d a s las actividades, á t o d a s las as-
piraciones nacionales; y no han hecho sino per-
feccionar y retinar t o d o lo a n t i g u o ; p a r a ellos el
Gobierno es c o m o una hacienda, con p a t r ó n , e m -
pleados y peones: el p a t r ó n m a n d a , y eso se ha-
ce: sólo al p a t r ó n debe suponérsele omniciente,
o m n i p o t e n t e y omnipresente, y él s o l o , si .se au-
senta, puede y debe dejar en su lugar al que le
parezca y con los que le parezca; y así viene el
- 141 -
c a n d i d a t o que se llama oficial, quién, p o r su
parte, ha sintetizado en una frase desgraciada
el principio fundamental de su administración.
" L a conveniencia, está sobre la justicia'':.
Nace de aquí una falsa organización de ser-
vicios y de o b r a s , que en apariencia son una
g r a n c o s a y en el f o n d o una calamidad. Nuestros
administradores' son grandes efectistas: decoran
con admirable maestría: p a r a los que ele lejos
ven las cosas, cuan admirables creaciones! pero
cuánta infelicidad de telones adentro.
C a d a ministerio es una g l o r i a ; c a d a depen-
dencia ó creación de ministerio una maravilla.
El que t o m a los Boletines, los papeles en que
se registran los decretos y los reglamentos, los
informes y los pro\ ectos, fruto de la concepción
r

de nuestros Aladinos, creería encontrarnos más


a v a n z a d o s que los E s t a d o s Unidos.
P e r o el que, pacientemente, con meditación y
c o n juicio, v a y a c o s a p o r c o s a o b s e r v a n d o , es-
t u d i a n d o , pensando, concluirá p o r indignarse,
p o r enrojecerse de coraje, ó p o r llorar.
¡Qué calamidad en lo íntimo
El pueblo es bueno; casi se le p o d r í a llamar
infeliz.
F o r m a la base de ese pueblo la inmensa r a -
za indígena, c u y o infortunio n o puede ser m á s
grande. El pueblo es dócil, v i g o r o s o é inteligen-
te. No o b s t a n t e el a b a n d o n o y los medios de
corrupción que se ponen á su alcance, que le r o
deán c o m o llamarada de incendio, es infinita-
mente sufrido y predispuesto al bien.
En ese pueblo h a y que lamentar m u c h o la
perversión de criterio á que lo ha c o n d u c i d o el
estudiado ardid de los gobernantes.
— 142 -
Crédulo, b o n a c h ó n ó resabioso, j u z g a p o r la
apariencia, se deja llevar p o r la apariencia, y
hasta santifica maldades, p o r q u e su candidez le
hace creer que es p a t r i o t i s m o disculpar ó disi-
mular los enormes a b u s o s de la administración
pública.
L o s sabidos, que conocen el flaco de ese pú-
blico, le dan p o r ese l a d o , y fomentan sus creede-
ras c o n sabiduría admirable.
Si del pueblo deeendemos á la n a t u r a l e z a , n o
hay c o m o ponderar la g r a n d i o s i d a d de este país:
rios, mares, suelo, t o d o es e m p o r i o latente de
c u a n t o puede constituir la fortuna del h o m b r e ;
en c u a n t o r a m o se puede imaginar: p a r a la pes-
ca, p a r a la agricultura, p a r a la minería, p a r a
t o d o : el Perú es u n a nacionalidad estupenda;
caucho, petróleo, cobre, o r o , p l a t a , c u a n t o se
desee y c u a n t o se quiera, se halla en magnitud
tal, que e x p l o t a d a c o n acierto, en t o d a la escala
á que pueda d a r margen, el m u n d o se quedaría
absorto.
C o m o dijo perfectamente H u m b o l d t , que "el
Perú era un mendigo s e n t a d o sobrs un b a n c o de
oro."
No v a m o s , p o r supuesto, á describir t o d a la
c o s t a del Perú; relataremos, á saltos, a l g o de lo
que llega á nuestros o j o s á lo lejos, pues el v a -
p o r c a m i n a paralelamente á la e o s t a , y ni permi-
te ver sino sus sinuosidades plomisas, y casi
siempre envueltas en neblina: así v e m o s los v a -
lles cercanos á Cerro Azul y T a m b o de M o r a y
Jas fértiles tierras de las cercanías de P i s c o .
En aquesta región desaparecen p o r inter-
v a l o s las colinas p l o m i s a s y se ve la planicie á
nivel del m a r c o n l a v e g a de un río c a u d a l o s o .
Algunas haciendas c o m o M a t a r a t o n e s se dejan
ver perfectamente c o n sus murallones t e r r o s o s ,
143 -
y más á lo lejos, d i v i s a m o s p o r fin á Pisco, que
es uno de los puertos de m á s v i d a y demás

alientos de p r o g r e s o , p o r el se v a á H u a c a -
china la p r o d i g i o s a laguna p a r a multitud de d o -
lencias.

Antes de la llegada á Pisco, viene la pregun-


t i t a consabida, de que si habrá paracas ó de si
no habrá p a r a c a s , vientos que remueven al mar
— 144 -
y que hacen desagradable é i n c ó m o d o el desem-
barque.
No h a b í a p a r a c a s ; pero si habia un m a r re-
vuelto de las grandes avenidas del río,
avenidas que habían l a d e a d o un estribo del
puente y que a m e n a z a b a n c a r g a r c o n Pisco.
En Pisco t u v i m o s el a g r a d o de recibir la vi-
sita de a m i g o s que n o s son m u y queridos, y c o n -
t i n u a m o s m a r a b a j o , viendo la m i s m a melancó-
lica p e n d e r í a , h a s t a L o m a s , que sin interrum-
pir la m o n o t o n í a del paisaje, trae á la m e m o r i a
el recuerdo de esas empresas en p r o y e c t o , de las
que se h a b l a m u c h o , á r a t o s , y que después pare-
cen pasar á mejor vida, ó á u n a situación seme-
jante á la de los s a n t o s padres, c o n d e n a d o s á
permanecer en el L i m b o .
L a irrigación de las p a m p a s de Ñ o c o
El cobre de Pisco
L a Bella Unión
Si t o d a s estas negociaciones se hubieran plan-
t e a d o c o n acierto y realizado con é x i t o . ( L a Be-
lla Unión) n o estaríamos frente á L o m a s , viendo
cuarenta casas, m á s ó menos, a m o n t o n a d a s , y
p o r t o d o ser viviente p o r sus calles, un h o m b r e ,
u n a mujer y un b u r r o !
L o m a s , b a j o el p u n t o de v i s t a comercial, es
p o c a c o s a aunque pudiera ser m u c h o ; pero L o -
m a s c o m o paisaje, c o m o t e m a p a r a lienzo de Es-
pier, nuestro p i n t o r de marinas, es a l g o muy
original.
Desprendidos algunos t r o z o s de r o c a s que
en g r a n espacio de la ribera avanzan sobre el
m a r , f o r m a n d o g r u p o s , dejan p o r entre ellas c o -
rrer las a g u a s , c u y o s b o r b o t o n e s de espuma rue-
dan unos t r a s o t r o s , ó se r o m p e n y extienden
sobre las peñas c o m o albas g a s a s de seda: este
es el primer plano del c u a d r o ; el segundo, lo for-
m a el pueblecito, c o n sus r a n c h o s maltrechos,
— 145 —
sus casas nuevas, c o n techos de zinc r o j o y u n a
g r u t a , á manera de b o c a m i n a , que parece ser-
vir de capilla á las d e v o t a s ; , el tercer p l a n o pue-
de formarlo una l o m a d a lejana, en la que se ve,
c o r t a n d o el horizonte, centenares de cruces de
t o d o s t a m a ñ o s , indicando la ciudad de los muer-
t o s . P o r ú l t i m o , en la lejanía, una l o m a c o m o
un inmenso t ú m u l o de bronce; t o d o esto esca-
l o n a d o , mientras á la izquierda del pueblo se ve
l a extensa p l a y a , muy parecida á la de A n c ó n , 3-
p o r ella c a m i n a n d o á m o d o de h o r m i g a s , u n o s
tras o t r o s , alguna p a r t i d a de burritos, arreada
p o r infeliz indígena.
P o d r í a n f o r m a r parte del primer p l a n o , en
alguna acuarela, la lancha de la capitanía, con
sus marineros vestidos de blanco, algún lanchón
de c a r g a con sus indiosremeros e n m a n g a s de ca-
misa; 3^un b o t e c i t o á la vela, c o m o p a t o tendido
al sol y con una ala l e v a n t a d a , tra3'endo preci-
pitadamente al " M é x i c o " u n a s c u a n t a s corbinas
frescas.
P o c a s h o r a s p a r a m o s frente á Lomas:: debía-
m o s caminar t o d o el día y t o d a la noche, p a r a
llegar en la m a ñ a n a á M o l i e n d o .
En la m a ñ a n a del 29 llegamos á M o l i e n d o y
p u d i m o s recordar á nuestro profesor de Gramá-
tica, el infoi'tunado p o e t a d o n Manuel Adolfo
García, con sus ejemplos siempre en verso.

" A q u í , retiembla la tierra;


allá, r e b r a m a la mar;
altísima c a t a r a t a ,
zumba, y despéñase a l l á "

L o s que conocen la reventazón del Salto del


Fraile, y a pueden darse cuenta de lo que es el
desembarcadero de M o l i e n d o : c o l u m n a s d e l a b a -
sa que se levantan p o r t o d a la ribera y que se
T. 1?—s. 15
— 146 —
estrellan con más fuerza en el e m b a r c a d e r o , cer-
ca del cual, á la distancia, se ve una r o c a c o m o
la cabeza de la esfinge egipcia, ó mejor dicho, c o -
m o la de un g i g a n t e s c o león agonizante, cuyas
fauces se llenaran de espuma.
En c u a n t o á la p o b l a c i ó n : aquí los b a ñ o s , u n
p o c o retirados del pueblo, á la derecha, luego la
ciudad, con sus casas a m o n t o n a d a s ; más lejos el
lazareto, y m u c h o más allá, c o m o en L o m a s , el
cementerio, sin muralla y d e s o l a d o , c o m o t o d o
cementerio fuera de L i m a . A r i g o r del ardiente
sol deben momificarse p r o n t o t o d o s los sepulta-
d o s en v e r a n o . Un h o m b r e y una mujer b a j a b a n
la pendiente en aquella m a ñ a n a triste; eran pa-
dres sin duda, que a c a b a b a n de dejar b a j o la tie-
rra al único hijo de sus entrañas.
P o r este puerto han salido, desde que fueron
descubiertas las minas de S a n t o D o m i n g o ,
3 2 . 0 0 0 , 0 0 0 de soles, de los que si han q u e d a d o
en el país d o s millones, n o han q u e d a d o m á s . Es
así c o m o n o s t r a b a j a n los a m i g o s americanos,
que g o z a n de t o d a s las franquicias y de t o d a s
las gollerías que quieren. Ni siquiera v a t o d o el
o r o de S a n t o D o m i n g o á la casa de m o n e d a de
L i m a . Y que o r o aquel! Casi n a t i v o .
No fué m u c h o el m o v i m i e n t o de embarque y
desembarque del " M é x i c o " en M o l i e n d o , un pa-
sajero de primera, que i b a h a s t a Arequipa y al-
g u n o s de cubierta, ele los cuales al descender la
escala se fue al a g u a u n o , salvándose m i l a g r o s a -
mente, y unas cuántas toneladas de c a r b ó n . P a -
re usted de c o n t a r , amen de unas cuantas latas
de alcohol: t o d o combustible.
L o s que b a j a r o n en M o l i e n d o n o s refirieron
que el r o m p e o l a s c o n t i n u a b a t r a b a j á n d o s e ; que
había c u a t r o trenes de c a r g a que salían diaria-
mente de i d a y c u a t r o de vuelta, h a s t a Arequi-
p a , y que había uno de pasajeros, t a n t o de ida
— 147 —
c o m o de regreso; que la c a r g a permanecía a m o n -
t o n a d a , g r a n parte á la intemperie, entre ella
5 0 , 0 0 0 quintales de harina que p r o b a b l e m e n t e
se m a l o g r a r á ; que necesitaron estampillas y
que tuvieron que irlas á buscar en los quintos
a p u r a d o s , porque s o l o , á nuestras gentes puede
ocurrírseles que el correo esté en la luna y las es-
tampillas en las estrellas. Este mal se deja sen-
tir á, d o s p a s o s fuera de L i m a .
P o r fin regresaron nuestros c o m p a ñ e r o s á
b o r d o , algunos de ellos bien m o j a d o s , c o m o que
las olas rompen sobre el muelle y lo anega.
En la noche c o n t i n u a m o s á Uo, á c u y o puer-
t o l l e g a m o s á las cinco de la m a ñ a n a .
Nos hallamos á la entrada del departamen-
t o de M o q u e g u a , uno de los que más sufrieron
durante la guerra; que fué victima de las inun-
daciones el 90 y que después ha sufrido sequía
permanente.
L a ruina de M o q u e g u a h a sido grande: has-
t a sus olivares han sido aniquilados en más de
la mitad y pasarán seis a ñ o s h a s t a que vuelvan
á producir.
Uo es una bahía lindísima: figurémonos un
arco perfecto cuj-a cuerda tuviera 6 kilómetros;
á lo l a r g o de esta cuerda c o l o q u e m o s capri-
chosamente, en g r u p o s , ó unos en seguida de
o t r o s , pequeños a m o n t o n a m i e n t o s de r o c a , pa-
recidos á los cerritos de escoria que se le-
v a n t a n artificialmente en los jardines, y h a g a -
m o s que un batallón de niños con sus paletitas
de j u e g o arrojen olas al rededor de esos macete-
r o s , que en lugar de contener geranios, alhuce-
m a s ó m a r g a r i t a s , lucen sus crestas blanqueci-
nas, c o m o los higos a z u c a r a d o s sus blancas confi-
turas; en vez de m a r figurémonos un g i g a n t e s c o
estanque, pues esa es la bahía de Uo. A h o r a ese
m a r no tiene sus riberas s ó l o de arena, las tiene
— 148 -
también de r o c a viva, que f o r m a grandes t a s a s ,
pequeños puentes, canales de diverso t a m a ñ o , y
tinas de pequeñísima profundidad, en las que
criaturas y ancianos pueden bañarse á su s a b o r ;
esos son los b a ñ o s de U o . P o n g a usted en esas
tinas unas cuantas lindas m o q u e g u a n a s en tra-
je de b a ñ o , y t u r b a de m u c h a c h o s zabuidores, y
he allí lo pintoresco.
De al a r c o , que h e m o s supuesto de seis ki-
l ó m e t r o s en la parte central, una cuerda de kiló-
metro y medio, de terreno arenisco, pero duro, y
lijeramente inclinado, resguarde usted esa lla-
nura por una colina suave 3 p o c o elevada, y dí-
r

g a m e qué hermosísima p o b l a c i ó n la que allí se


puede formar, la que allí se f o r m a r á algún día....
P o r a h o r a , n o ha,y sino unas cuantas casas
de madera, al estilo de las de A n c ó n , pero c o n te-
chos en tiiera: t o d o s c o l o r c a o b a , y en esas casas
viven 9 0 0 ó á lo m á s 1 0 0 0 habitantes: t o d a la
p o b l a c i ó n es nueva y limpia, tiene a g u a , que
viene del río y puede tenerla en cantidad, cuidan-
d o de formar estanques y de abrir p o z o s artesia-
nos.
Tiene un hotel medianamente servido y una
buena agencia acreditada.
L a placita de m e r c a d o de U o , es c o m o p a r a el
pueblo: con u n a mesa para, carnicería y algu-
nas p a r a la venta de verduras y fruta.
C o n o c i m o s también la iglesia, pues b a j ó c o n
n o s o t r o s el señor Lastarría, que n o p o d í a dejar
de oír misa, c o m o que pertenece á lo selecto del
p a r t i d o c o n s e r v a d o r chileno.
Mientras el señor Lastarría o í a misa, veía-
m o s n o s o t r o s j u g a r carnestolendas. Una m o r e -
na llevaba en g r a n c a n a s t a al b r a z o , p a r a la
venta: papeles encarrujados, f o r m a n d o pequeñas
m a r i p o s a s , a b a n i q u i t o s japoneses, colas ele p a t o ,
flores, h o j a s etc,; c a d a j u g u e t e de estos llevaba
— 149 -
al reverso, en el centro, una pegapega, adherida
al juguete con g o m a , pues, p o r la pegapega se le
a r r o j a á una niña una m a r i p o s a , una-flor, una
h o j a de colores y queda prendida sin ensuciar ni
lastimar la r o p a , y es mejor que chisguetes y ser-
pentinas.
Uo está l l a m a d o á un gran porvenir: tiene
h a s t a construido p o r la Naturaleza un hermo-
so dique, que es c u a n t o más se puede decir.
P a s a m o s t o d o el día anclados en este p u e r t o
excelente, viendo su m a r cubierto á manchas de
infinidad de hostiones, o y e n d o el bullicio de sus
p á j a r o s t a n gritones c o m o las b a n d a d a s de lo-
r o s en los maizales de las quebradas, y cerca del
" M é x i c o " , á manera de z a m b o s braceadores,
partidas de bufeos y l o b o s que correteaban c o -
m o disputándose una presa.
Supimos que se han descubierto cerca de Uo
p o d e r o s o s yacimientos de sal, que se han remiti-
d o á Australia, p o r vía de prueba. También exis-
te cerca un criadero de o s t r a s .
No llueve maná en el Perú, sólo p o r la per-
versidad de sus hombres.
Arica

E s t a m o s frente al M o r r o : al pie del peñón


las a g u a s r o m p e n sus espumas c o m o en collar de
perlas; y á partir de la casa de Bolognesi, que es-
t á en la falda, en lo m á s a l t o de la falda, se ex-
tiende la ciudad hacia la izquierda, con sus casas
pintorescas y el v e r d o r de sus alamedas, c o m o
una guirnalda de flores.
Subió á b o r d o el médico chileno, b a r b ó n y
fuerte c o m o un chápiro de Gascuña, hizo aplicar
la desinfección azufrada á las b o d e g a s , y, a t o r a -
d o s p o r el h u m o , los infelices de cubierta subieron
h a s t a la toldilla c o n sus niños. E r a la gente de
t r a b a j o que v o l v í a á Iquique, la pobre gente de
la huelga e s c a p a d a á la m a t a n z a de Renard.
Pobres!
Y t a n t í s i m o m e n d r u g o a h i t o de buscas é hin-
c h a d o de dinero mal adquirido E s t a n o pue-
de ser la vida.
Nuestro a m i g o P r o a ñ o fué el primero en in-
sinuarnos b a j a r á tierra, quería hacer una pere-
grinación patriótica.
P r o n t o ascendíamos aquella misma cuesta,
que vio trepar silencioso y m e d i t a b u n d o á B o l o g -
nesi, antes de la última j o r n a d a .
Aquí hubiéramos deseado traer á t o d a esa
t u r b a de l e p r o s o s o s de espíritu, que han e x p l o t a -
151 —

cío u n o s , y que o t r o s n o han sabido ó n o han


querido comprender, el único medio de l a v a r tan-
tísima sangre derramada, p a r a volver al suelo
p a t r i o este peñón, sobre el que v e m o s flamear el
pabellón chileno
L a moralidad pública.
Sin esta, la bandera chilena se alzará c a d a
vez más alta, y no serán T a c n a y Arica las úni-
cas cautivas; pero, asi se t o m e d é l o s pelos á nues-
t r o s dirigentes y se les estrelle c o n t r a el peñón
de Bolognesi, de la tortilla desús cráneos n o sal-
drá sino podredumbre
Qué de recuerdos cruzan p o r nuestra m e n t e !
y c u a n t o s nombres y c u a n t o s personajes pasan
en el cinematógrafo de nuestros i n f o r t u n i o s !
Han p a s a d o tantísimo años y t o d a v í a nues-
t r a reconstitución es un sueño
Arica es una población b o n i t a : sus casas re-
cuerdan algunos ranchos del B a r r a n c o ; la igle-
sia, p o r fuera, se parece á la de la Recoleta de
L i m a ; se sube á ella por una pequeña gradería y
tiene en sus atrios laterales d o s jardines. En la
parte interior está limpia c o m o un espejo, y hay
á la entrada un s a r c ó f a g o que g u a r d a los huesos
de los chilenos. L a parte de fuera está p i n t a d a
de r o j o y b l a n c o , y las torres de negro, c o m o si
duelo la cubriera.
En la casa que fué de Bolognesi funciona la
Beneficencia peruana.
F u i m o s ala R e c o v a y al Correo. El m e r c a d o ,
c u y o edificio es de antes de la guerra, es bien ven-
tilado y regularmente surtido; entre la fruta, los
melocotones son exquisitos y las peras.
El coi'reo es una calamidad: un p a t i o de em-
p e d r a d o viejísimo, luego un salón dividido en
d o s c o m p a r t i m e n t o s : parte p a r a el público, y el
resto p a r a la oficina. S u p o n g a m o s un m o s t r a -
d o r , y sobre él unos casilleros, c o l o r ají manteca.
— 152 —
En la parte central del m o s t r a d o r un buzón las-
timoso.
En el p a t i o , algunos tableros p a r a las listas
de cartas rezagadas, y en la pared del frente, pin-
t a d o de azul oscurísimo, un a v i s o de " E l Mercu-
rio " y el " Z i g - Z a g " y algunos papeles viejos
p e g a d o s á la pared. Esta pared c u a r t e a d a y en-
señando su rajadura enorme, 3^ t o d a s las demás
c a c a r a ñ a d a s y mugrientas.
Va3 a un c o r r e o !
T

P a s a m o s después al Club Arica, que tiene su


salón de recibo, su idem de lectura, y en el t r a s -
p a t i o , un j u e g o de b o c h a s . En el salón de recibo
h a y un piano y allí, u n a vez reunidos, el presi-
dente del Club señor C o r n e j o , y gran número de
j ó v e n e s y artesanos de Arica, fuimos a g a s a j a d o s
con un v a s o de c h a m p a g n e , 3 se p r o n u n c i a r o n
r

algunos brindis, y se ejecutó al piano el himno


patrio.
Es necesario estar al pie del M o r r o , ver al
pueblo ariquen o a g o l p a d o á la reja del salón del
Club, y observar el recogimiento con que se oía
nuestro himno, p a r a comprender t o d a la hermo-
sura que encierra.
V o l v i m o s á recorrer la p o b l a c i ó u , 3^ al pasar
p o r una tenducha, en la que había reunidos v a -
rios t r a b a j a d o r e s , les v i m o s ponerse de pie y, le-
v a n t a n d o sus s o m b r e r o s , lanzar un ¡viva el Perú!
tan estremecedor c o m o entusiasta.
El p u e b l o !
Siempre el pueblo generoso y a l t i v o .
— " A q u í , señor Tunante, nos dijo uno de ellos
saliendo del g r u p o , n o s o m o s n o s o t r o s los más
p a t r i o t a s , son nuestros hijos: esos que comien-
zan á h a b l a r . "
Nos l i m i t a m o s á abrazar á nuestro c o m p a -
t r i o t a , envolviendo en esa d e m o s t r a c i ó n de cari-
ñ o y respeto á Arica y T a c n a .
— 153 —
El v a p o r n o nos d a b a t i e m p o .
N o s l i m i t a m o s á saludar c o n el pensamiento
al suelo de Vigil, al pie de cuya e s t a t u a hubiéra-
m o s querido depositar algunas flores.
En varias de las calles de Arica h a y viejos
sauces, eme dan vista á la p o b l a c i ó n , y en su pla-
za un j a r d í n que es un pequeño parc[ue.
El t i p o general de los p o b l a d o r e s es peruano.
Desde Arica c o m e n z a m o s á ver el billete que
nos recordó los peores tiempos del Perú.
A las d o s de la tarde a b a n d o n á b a m o s el
puerto y lentamente nos alejábamos del M o r r o ,
de aquel M o r r o que h a debido venir á ver Que-
rol, p a r a hacernos un m o n u m e n t o más sencillo,
m á s severo y g r a n d i o s o , c o r o n a d o p o r la figura
de un héroe y n o p o r la de un infeliz que se des-
ploma.
Un recuerdo

ÚLTIMO CUMPLEAÑOS DE GUAU

Grau e s t a b a en Arica.
Era el 2 9 de Setiembre, día de su cumpleaños.
Sus c o m p a ñ e r o s de á b o r d o ' q u i s i e r o n ofrecer-
le, con ese m o t i v o , una c o m i d a íntima. Se h a b í a
recibido orden de salir aquel día, y antes de veri-
ficarlo pensaron reunir en t o r n o del ilustre mari-
n o unos p o c o s a m i g o s de los que m á s religioso
cariño le g u a r d a b a n . Se hizo el p r e p a r a t i v o y á
las cinco de la tarde, media docena de caballe-
ros, de los de tierra, estrechaban la m a n o de los
c o m p a t r i o t a s del intrépido Huáscar, que c o m o
u n a niña b o n i t a , m e j o r dicho, c o m o la niña de
los o j o s de Grau, se e n c o n t r a b a gallardamente
a c o n d i c i o n a d o , v o t a d a su o b r a muerta, alige-
r a d a su a r b o l a d u r a , p i n t a d i t o de n u e v o , buen
m o z o y elegante, c o m o s a r c ó f a g o artísticamente
p r e p a r a d o p a r a conservar las cenizas del mari-
n o más grande que ha tenido la América.
Demás será decir que fué servido el primer
coktail en la cubierta, p a r a respirar á p u l m ó n
abierto el "aire p u r o y sin m a l i c i a " c o m o decía
Grau á su j o v e n a m i g o el marino mercante Juan
Boisé, aludiendo al aire del m a r .
El M o r r o , ese formidable pedestal de B o l o g -
nesi, se alzaba delante de l o s o j o s c o n su b i c o l o r
y su a r m a s ; y allá, sobre la cumbre, se o í a el t o -
que de las bandas-de guerra y la lista de cinco,
— 155 —
corno el alarido del p u ñ a d o de leones que despe-
dían a l ' a u d a z c o m p a ñ e r o encerrado en una cas-
c a r a de nuez.
Apesar de la alegría de los espíritus, c o m o
n o hay a d i ó s que n ó sea triste, se pudiera decir
que é r a l a escena melancólica: el m a r sereno, d o r -
m i d o c o m o fiera á los pies de su d o m a d o r ; el pe-
ñ ó n imponente; sobre las cabezas el infinito de
los cielos; en el horizonte, la esperanza.
A las cinco y media, t o d o s estaban á la me-
sa, bulliciosa y alegre, sin etiqueta ni formalis-
mos.
Grau era h o m b r e sencillo, b o n d a d o s o , sin
afectación ni apariencia; f o r m a d o en el t r a b a j o ,
hecho en el mar, c o m o Cincinato en el c a m p o ;
nunca pareció o t r a c o s a que el más bueno de los
corazones y el más humilde de los h o m b r e s .
A su l a d o , los pobres estaban á sus anchas;
de m o d o que hasta los marineros que hacían el
servicio, aunque respetuosos y e x a c t o s , t o d o s
f o r m a b a n un c o n j u n t o de a m i g o s que bufonea-
ban y reían, b r i n d a b a n y se complacían e n j u g a r
con las frases, dirigiendo á porfía sus cumplimien-
t o s al h o m b r e que encarnaba t o d o el orgullo de
la patria.
De p r o n t o se o y ó un alarido y a l g o c o m o el
a g o l p a m i e n t o de la marinería p o r un l a d o de la
c u b i e r t a : Grau deja la servilleta, se levanta y
sube precipitadamente p o r la escalera del salón,
T o d o s a g u a r d a n silenciosos, el bullicio prosigue.
Grau regresa en breves instantes.
—Tienen razón, exclama, los hombres de m a r
n o p o d e m o s sustraernos á los presagios; es una
candidez; pero la tripulación está inquieta.
—¿Qué p a s a ?
—Una tontería: a b r a z a d o ala quilla de nues-
t r o buque, p o r el lado de p r o a , a c a b a de apare-
cer un l o b o , aullando, c o m o perro sin dueño, y
- 156 —
esto p a r a la gente, es c o m o un signo de desgra-
cia.
— Que niñería, e x c l a m a a l g u n o .
— L o s a b e m o s , a m i g o m í o , contesta el ilus-
t r a d o Ferrer; pero t e n g o plena seguridad, agre-
g a b a j a n d o muchísimo la v o z , que el C o m a n d a n -
te lleva y a c o m o u n a l á g r i m a caída en el c o r a z ó n .
En efecto, Grau, desde aquel m o m e n t o silen-
cioso y c o m o recogido sobre sí mismo, se hubie-
ra dicho que elevaba alguna plegaria á la dulce
memoria de sus padres; una i n v o c a c i ó n misterio-
sa al h o n o r de su p a t r i a ; un postrer j u r a m e n t o á
su b a n d e r a .

El M o r r o de Arica

L a c o m i d a c o n c l u y ó sin animación; l o s ami-


g o s se retiraron: c a d a cual fué á su puesto; y á
las seis de la t a r d e , c o n las primeras s o m b r a s de
l a noche, el Huáscar levantó anclas, se estreme-
ció o r g u l l o s o , p a l p i t ó sobre la superficie de l a s
a g u a s , con aquel aliento p o d e r o s o que lo anima-
b a , endió el mar con su quilla, y, dejando su blan-
ca estela, c o m o la c a u d a de un c o m e t a , se per-
dió entre las s o m b r a s , p a r a n o v o l v e r m á s , lle-
v a n d o en sus entrañas, t o d o el c o r a z ó n del Perú.
Pisagua

L l e g a m o s á P i s a g u a de noche, y era mejor


que así llegáramos, pues de día el puerto es p o c o
pintoresco. Pisagua es una p o b l a c i ó n levanta-
d a sobre peñas, y resguardada p o r un cerro em-
p i n a d o y feo; sus calles de altos y b a j o s , recuer-
dan las de las ciudades de nuestra sierra. Esas
circunstancias, unidas al p o c o aseo, han t r a í d o
desgracias á Pisagua: el incendio y la bubónica,
han q u i n t a d o la población.
Nos alegró llegar en la noche, p o r q u e la
ciudad ofrecía el aspecto de un nacimiento, con
el a l u m b r a d o vacilante de sus calles escalona-
das. El tren entra en la ciudad haciendo un zig
zag, simulando una cinta de luz que se desenvuel-
ve en el cerro.
A b o r d o llegaban los ecos de una b a n d a de
músicos que ofrecían retreta.
El " M é x i c o " debía hacer c a r b ó n y con-
cluir su carguío á las 9 p. m. A las 11 la oscuri-
d a d era profunda, n o se veía sino las lucesitas le-
j a n a s de la ciudad, y detrás del cerro, de vez en
c u a n d o , golpes de luz rápida é instantánea, efec-
t o de alguna tempestad en la cordillera. Allá la
m a j a d a de ovejas a p i ñ a d a en la quincha sintien-
d o caer sobre sus l o m o s el a g u a en inmensa c a -
t a r a t a ; y cerca de la m a j a d a la choza, y b a j o
ella la india c o n sus hijos y los perros canschules
t o d o s flacos y hambrientos. T o d o s en aquel in-
menso d e s a m p a r o , sin la misericordia de nadie;
— 138 -
y, aquí unos c u a n t o s pasajeros sentados en l a
cubierta de un v a p o r , envueltos en las tinieblas
de la noche o y e n d o á l o s t r a b a j a d o r e s del c a r b ó n
entonar una " arequipeña " , que n o era y a ni el
triste y a r a v í de M e l g a r , ni la dulce cancioneta
española, sino a l g o intermedio.
P a s ó la noche y al amanecer pudimos ver
P i s a g u a con un m a r tranquilo y en él á los cúre-
les, que saltaban perseguidos p o r p a r v a d a s de
gaviotas.
Subió á b o r d o el señor Justo P. Cusicanqui
C. teniente coronel del ejército b o l i v i a n o , que iba
á Chile llevando d o s niños al colegio.
Con gran sagacidad nos manifestó que lleva-
ba á sus niños á Chile, p o r que el clima de L i m a
no les era muy favorable. No creímos que era el
clima, sino la calidad de los planteles: su relaja-
ción disciplinaria, p o r un laclo; y su deficencia
puesta de manifiesto p o r los j u r a d o s del a ñ o es-
colar que ha t e r m i n a d o .
Sin ir muy lejos, p a r a nadie es un secreto el
desorden eme reina en Guadalupe, c u y o crédito
ha ido en progreción decrecente, día á día, c o m o
t a m p o c o ignoran muchos la inconveniencia en
o t r o s planteles, de profesores que se g a n a n más
de lo necesario, ó que andan o c u p a d o s solo en
a t r a p a r á los niños de buena p a g a , cuidando
más-del negocio que de la enseñanza.
Y si en L i m a el desastre es palpable, fuera ele
L i m a las cosas andan un p o c o peor, salvo h o n -
rosas excepciones; más t o m a n d o en c o n j u n t o el
desarrollo intelectual de la República, puede de-
cirse que es d e s a s t r o s o . Relajación, rutinarismo
é incapacidad.
A l g o h a b l a m o s sobre política boliviana, y n o s
fué g r a t o oir los buenos anuncios de la adminis-
tración pública p r ó x i m a á inaugurarse p o r el
— 159 -
d o c t o r Guachalla, y del p a s o firme y certero de
la que concluye.
No es la paz en S o l i v i a íruto de un c o n v e n -
cionalismo mantenido p o r el poder y s o p o r t a d o
p o r el pueblo: es la paz que descansa en el con-
vencimiento de los hombres, es la conciencia ciu-
d a d a n a , a r r a i g a d a en ella p o r las o b r a s ; c o m o
n o es el c a n d i d a t o , p r ó x i m o á subir al poder, una
personalidad impuesta, un h o m b r e de " m e d a la
g a n a " del Gobierno, agresivo é intemperante,
metido en centenares de negocios, á v i d o de rique-
za; sino un estadista sereno y preparado en la
tolerancia y el alejamiento de las pasiones b a n -
derizas: su p r o g r a m a está sintetisado en esta
frase: " p r o v i d a d en t o d o , y justicia p a r a t o d o s "
b a s t a p a r a hacerlo querido, además, que de-
p a r t a m e n t o p o r d e p a r t a m e n t o ha a n o t a d o las
necesidades principales de c a d a uno, no á su an-
t o j o , queriendo hacer ferrocarriles p o r donde le
apunte las narices, sino p o r donde sabe son fac-
tibles; y además ha ofrecido modificar ese p r o -
g r a m a según y c o m o lo quieran los pueblos inte-
resados en su p r o p i o p r o g r e s o : es, pues, un p r o -
g r a m a esencialmente d e m o c r á t i c o , sagasmente
formulado y juiciosamente escrito.
Dá en él papel preferente á la oposición
y á la libertad de la prensa: cifra el acierto de
su g o b i e r n o en el c o n t r o l que ejersa aquella; y en
las advertencias que esta le sujiera, asi sea a p a -
s i o n a d a y aun virulenta. Quiere decir que Boli-
via vá á tener, pues, un m a n d a t a r i o , c o m o lo
necesitan estas repúblicas, c u y a vida depende
t a n t o de los g o b i e r n o s : este c a n d i d a t o recuerda
a l g o d é l o s mejores tiempos de una república, al-
g o que n o encamina á un materialismo g r o s e r o ,
sino que cifra la existencia en la dignidad. ( 1 )

(1) Fue inmensa pérdida p a r a Bolivia, la muerte del estadista á


que n o s referimos.
Iquique

M á s que un p u e r t o de m a r , parece Iquique


una ciudad situada en la v e g a de un río c a u d a -
loso.
C u a n d o llegamos h a b í a m á s de veinte b u -
ques de vela, una nave de guerra y d o s v a p o r e s ;
el eme p a s a b a al Sur y el que venía p a r a el Norte.
Iquique tiene 4 2 , 0 0 0 h a b i t a n t e s , según el
censo ú l t i m o : posee un buen colegio a m e r i c a n o ,
v a r i o s o t r o s de h o m b r e s y de mujeres, y uno
de Padres Salesianos; d o s t e a t r o s , un h i p ó d r o -
m o , un v e l ó d r o m o , un magnífico cuartel militar
y casas c o m o las meiores del C a l l a o . Su ca-
lle principal " B a q u e d a n o , recuerda la g r a n calle
" L i m a " . Grandes almacenes de t o d o género de
artículos y m u c h o m o v i m i e n t o comercial.
B a j a m o s y fuimos al C o r r e o , m u y inferior al
del Callao c o m o edificio, aunque m u y bien servi-
d o p o r mujeres j ó v e n e s y corteses.
Del C o r r e o quisimos ir á visitar al señor Bi-
llinghurst, que o c u p a una casa pequeña pero c o n -
fortablemente arreglada. Le e n c o n t r a m o s ave-
j e n t a d o , aunque lleno de v i g o r y en la plenitud
de su carácter. Nos hizo p a s a r á sn escritorio,
que es un v a s t o salón cuyas c u a t r o paredes se
hallan cubiertas p o r grandes anaqueles de libros
y sobre multitud de mesas y mesitas de diverso
— 161 -
t a m a ñ o , se ve rimeros de folletos y periódicos en
ese desorden natural p a r a los h o m b r e s de estu-
dio: un retrato de cuerpo entero de don Guiller-
m o , 3' algunos de menor t a m a ñ o , entre ellos el
del d o c t o r Ouimper.

Nuestra conversación fue c o r t a y reducida,


t o d a á los recuerdos de la guerra y á los despil-
farres e c o n ó m i c o s de la nación. Don Guillermo
conserva aquel defecto capital de la franqueza,
tan estimada p o r los que vivimos a c o s t u m b r a -
d o s á decir la verdad sin ambajes, y tan incon-
veniente p a r a la generalidad de nuestras gentes,
t a n g a z m o ñ a s c o m o d a d a s á vivir de la zolape-
ría y la mentira.
H a b l a b a con calor, se exaltaba con p a t r i o -
t i s m o , se p o n í a de pié y disertaba c o m o si h o m -
bres y cosas estuvieran ante n o s o t r o s .
Cree en la reconstitución del Perú, pero en-
c a m i n a d o y alentado p o r un ideal, m a n e j a d o
c o n orden; piensa que en L i m a y fuera de L i m a
T. l * - s . 1 7
— 162 —
n o falta elemento bueno, que se retrae y que puede
ser útil en una a c t u a c i ó n nacional clara y h o n -
r a d a , y confía en un porvenir grande y p r ó s p e r o .
L a m a ñ a n a a v a n z a b a y aún teníamos que
hacer algunas visitas. Nos despedimos del señor
Billinghurst y c o n t i n u a m o s p a s e a n d o Iquique.
F u i m o s al " C l u b P e r u a n o " , en el que encon-
t r a m o s al señor Os.sío, que n o s hizo pasear el lo-
cal, magníficamente s i t u a d o y espléndidamente
i n s t a l a d o . Este club tiene 2 0 0 m i e m b r o s .
De allí p a s a m o s á " C a v a n c h a " , que es c o m o
si dijéramos L a P u n t a , en el C a l l a o . En C a v a n -
cha hay un Recreo, que recuerda al " E s t r a s b u r -
g o " de Lima, y en ese recreo h a y una p l a t a f o r m a
que se interna en el m a r y en la que se halla el
comedor.
Allí n o s sentamos con un buen g r u p o de t a -
r a p a q u e ñ o s y extranjeros; t a r a p a q u e ñ o s c o m o el
j o v e n Ernesto Devéscovi que sabe ser regio anfi-
t r ó n , y extranjeros c o m o el jefe de la casa Welch,
alemán, que recuerda á L i m a c o m o á un primer
amor.
Entre los que c o m í a n en C a v a n c h a , n o falta-
ban algunos que estuvieron t o d a v í a con la cha-
ya encima.
Desde Arica al Sur el carnaval se l l a m a cha-
ya y c u a n d o se j u e g a , particularmente, c u a n d o se
p a s a p o l v o s p o r la cara, se a c o m p a ñ a el a c t o
c o n la p a l a b r a chaya. L a chaya es, pues, sinóni-
m o de c a r n a v a l .
El martes, j ó v e n e s y señoritas de familias c o -
nocidas v a n al Páreme; ellas disfrazadas y ellos
al descubierto y se anima la chaya á chisgueta-
zo.limpio y serpentina suelta. Se j u e g a desde
las 8 has las once de la noche, mientras vina ban-
d a d a retreta. A las 1 1 las parejas se dirijen á
l a casa Capella, que es el Klein de Iquique. y allí
permanecen h a s t a las doce cenando ó t o m a n d o
- 163 —
refrescos. A las 12 sapac ucucha urcachami, sa-
p a c oveja parescliante. L a parte femenina y los
hombres serios van á casita y la juventud que se
levanta á las 4 p. ni., c o m o decía Juan de A r o n a ,
v a al t e a t r o municipal, donde se f o r m a la j u e r g a ,
el baile de máscaras de la gente de buen palmi-
t o . Es un baile que p o d e m o s llamar d e s a f o r a d o ,
Describamos el traje de una bailarína: zapati-
t o s de razo y media de seda c o l o r carne, sujeta
con ligas anchas y negras, que señalan el comien-
zo de la pantorilla; calzones que parecen drusas
de b a ñ o , eme dejan ver las pureza de las formas,
pollerita equitadora, s o b r e - fustanes de seda; y de
la cintura arriba un monillo endiablado, abierto
p o r detrás desde la cintura y dejando p o r delan-
te un escote desmesurado. E s t a b a c a n t e que ha-
ce su entrada s a l u d a n d o la chaya c o n champag-
ne, á las 2 de la m a d r u g a d a está completamente
ebria y baila, cueca 3^ echa verbos, b r a m a \ cae á T

tierra. Aquello, á fuer de alegre llega á ser re-


pugnante; pero tal es la maldad h u m a n a .

L a Cueca

No t o d a s las bailarinas del t e a t r o son bacan-


tes, desde luego, pero n o faltan horizontales reri-
— 164 —
nadas que son el escándalo del c u a d r o . H e m o s
t r a t a d o de describir lo m á s n o t a b l e
Mientras las de la cuerda se desguazan así,
el pueblo baila la c u e c a , a p u r a n d o la chicha
baya.
El almuerzo c o n c l u y ó á las once, y á las d o s
r e g r e s á b a m o s á nuestra j a u l a flotante p o r aque-
lla bahía c o m o un remanzo.
Desde aquí comienza el verdadero tráfico del
sur. Se e m b a r c a r o n muchos niños y niñas que
volvían á sus colegios de S a n t i a g o .
Antofasta

E x puerto de Bolivia, casi tan i n c ó m o d o c o -


m o M o l i e n d o y f o r m a d o c o m o este p o r una c o n -
veniencia personal: tenía Melgarejo un s o b r i n o
que poseía un fundo cerca de este lugar, y el inte-
rés del sobrino prevaleció sobre el interés de la
nación, y es así c o m o v e m o s allá calles con m a g -
níficas vereditas y empedradas, las calles de los
concejales, y hechas una desdicha las demás.
A n t o f a g a s t a de feo aspecto c o m o paisaje, de
calles rectas y alineadas, c o n buenas construccio-
nes, es una p o b l a c i ó n de 3 5 , 0 0 0 habitantes en
que la c o l o n i a peruana es de 1 3 , 8 0 0 , casi t o d a
inscrita en la Sociedad de Beneficencia.
A nuestra llegada había quince buques mer-
cantes y siete vapores.
L a plaza atraviesa p o r la crisis nacional y
especial de la localidad; diez y nueve oficinas h a -
bían suspendido sus t r a b a j o s , á nuestro p a s o
a c a b a b a n de quebrar d o s casas fuertes y el pá-
nico estaba a p o d e r a d o del comercio. L l e v a n d o
o r o , y adquiriendo d a t o s seguros, era el momen-
t o de c o m p r a r en esa plaza g r a n número de ar-
tículos que p o d r í a n tener en L i m a precios m u } '
remuneradores.
Oímos hablar, á p r o p ó s i t o de negocios, de la
i m p o r t a n c i a que p o d r í a tener introducir c o c a en
- 166 —
Iquique, p a r a las p e o n a d a s de la p a m p a , en la
que peruanos y b o l i v i a n o s 3' aún chilenos chac-
chan: se ha hecho la prueba c o n é x i t o , c o n c o c a
c o m p r a d a en la casa Acharan de Trujillo al pre-
cio de $ 1 8 . 5 0 quintal; es verdad que en la que-
b r a d a delaOroj^a ha llegado á pagarse h a s t a 4 0 .
L o s fleteros de A n t o f a g a s t a atenidos al m o -
vimiento del puerto, abusan mucho 3' c o b r a n
h a s t o 20 pesos chilenos p o r persona que llevan
y traen de tierra.
En A n t o f a g a s t a tiene establecida una sucur-
sal " E l M e r c u r i o " de S a n t i a g o , c o m o tienen esta-
blecidos o t r o s periódicos sucursales en varios lu-
gares chilenos: periódicos t o d o s de gran f o r m a t o ,
su precio 10 centavos números sueltos, los mu-
chachos vendedores dé periódicos suben á b o r d o ,
lo que e s t r a ñ a m o s en M o l i e n d o . " E l Zic Z a c "
manígfico periódico ilustrado, de la empresa de
" E l M e r c u r i o " de S a n t i a g o , se vende también
p o r los muchachos. En Arica se publica un pe-
riódico chileno y en Iquique o t r o , ninguno trae
noticias del Perú. En Iquique ha c o m e n z a d o á
publicarse un pequeño semanario ilustrado con
el n o m b r e de " R i t m o s " .
A c a b a m o s de saber que un b a n c o ha despedi-
d o á t o d o s sus empleados principales, p o r los
créditos excesivos que h a b í a n abierto c a u s a n d o
al b a n c o un descalabro,
Es p o r eso que p o r t o d o s estos m u n d o s ha-
cen elogios del p a t r ó n de o r o del Perú: es aquí
donde lo comprenden, lo aplauden y se desespe-
ran al ver que les será imposible establecer la sa-
nidad de la m o n e d a ; pero sea dicho de p a s o , la
crisis los aflije; pero la afrontan c o n brío 'y ras-
trean muchos negocios y muchas empresas.
En A n t o f a g a s t a suben cuarenta pasajeros de
primera clase y se cree que llegaremos á Valpa-
raíso c o m o sardinas.
Coquimbo

No h a b í a m o s pensado descender á tierra en


C o q u i m b o ; pues h a b í a m o s pasado Caldera y
H u a s c o sin vajar.
C o q u i m b o tiene 1 5 , 0 0 0 h a b i t a n t e s , puede de-
cirse que no está f o r m a d o más que p o r una ca-
lle l a r g a y o t r a menor paralela, a m b a s sobre
plano de insencible declive á lo largo d é l a p l a y a ;
las callejuelas perpendiculares que caen sobre es-
t a s calles suben al cerro, f o r m a n d o en él c o m o
una población de cabras, semejante á muchos
pueblos de nuestra sierra. En las calles princi-
pales se ve casas de dos 3' tres pisos de cons-
trucción moderna pero viejas; las demás son b a -
j a s , pequeñas y feas. L a población está muy
descuidada: vieja es la pintura de las paredes,
m á s viejas las veredas de cimiento r o m a n o y vie-
j í s i m o el empedrado central de piedra menuda.
H a y , p o r su puesto, mucho movimienta c o -
mercial y muchas tiendas de negocios. 3' muchos
escritorios; pero se conoce que es esta p o b l a c i ó n
patriarcal. Su pequeño parque inglés parece un
parque c a l v o y en la parte descubierta se veía
aún, ho3 , 8 de marzo, los rezagos de papeles de
r

carnaval, c o m o si ayer hubieran j u g a d o los ve-


cinos.
— 168 —
T o d o huele á vejez y á descuido.. Hay un
tren que vá á la Serena, ¡ Qué tren ! Tiene p a s a -
jeros de primera y de tercera: estos últimos v a n
p o c o menos que en jaulas, y los de primera en
unos carros que parecen fúnebres, y que p o r fuera
están c a c a r a ñ a d o s : este tren parece de los fun-
dadores de C o q u i m b o . En t o d o s ellos viaja un
gendarme.
V i m o s también r o d a r aquí carretas de d o s
ruedas, haladas p o r bueyes flacos, y coches ca-
mastrones, por caballos malucos. A l g o bueno
nos l l a m ó la atención: una m a n a d a de v a c a s le-
cheras que salían de su establo: n o s recordó las
que hemos visto en las haciendas del señor V a -
lladares y que son Heereford, si mal n o recorda-
m o s , parecidas á las que lleva la m a r c a de su
mantequilla especial.
A l m o r z a m o s en el " R o y a l " , que es el mejor
hotel de C o q u i m b o , y c u y o salón recuerda á los
hoteles del Callao. Nubes de m o s c a s invadían el
c o m e d o r , aunque blancos cortinajes caen sobre
sus ventanas. El almuerzo fué confortable: s o -
p a de mariscos con leche; c a m a r o n e s al natural,
n o mejores que los de L i m a é inferiores á los del
valle de T a m b o ; c o n g r i o en aceite y perdices
con petit pois. L o s c o n g r i o s fresquecitos y b a -
ratísimos: tres reales un c o n g r i o de media v a r a .
H a y también en este puerto un pescado delicadí-
simo: el pichibueno. C o m o vino del país se n o s
sirvió un blanco "Izquierdo r e s e r v a d o " estilo
Sauterne bastante bueno.
El pan m a s a c o t u d o ; aunque italiano.
C o m o á b o r d o venía c o n n o s o t r o s un curita,
p a s ó á la iglesia á decir misa. El t e m p l o es feo y
desmantelado: las mujeres, t o d a s de m a n t a , en-
tran p o r la puerta principal y los hombres a v a n -
zan al c o s t a d o de la iglesia c o m o p o r un corre-
d o r de huerta y penetran á la nave derecha del
- 169 -
templo, que es una sala separada del altar m a -
y o r p o r una b a r a n d a : ni los h o m b r e s ven á las
mujeres, ni estas á los hombres. C o m o nadie
a c o s t u m b r a pararse á la salida, n o s pusimos á
distancia á ver los palmitos coquimbeños: u n a
que o t r a " v a l í a la p e n a . " Eso si, desde que se
pisa el Sur se comienza á ver los ojazos y las
cejas espesas, aquel o j o particular con más fiere-
za que dulzura y menos s o ñ a d o r que idealista,
o j o s grandes, pero muy expresivos; o j o s reserva-
d o s y que b a j o sus s o m b r a s ocultan su fuego;
o j o s que atraen y se hacen admirar; o j o s de n o -
che profunda y tenebrosa; o j o s que s u p o n e m o s
callados en la vida corriente; pero que se abri-
rán c o m o cofres de ébano repletos de brillantes
en m o m e n t o s de pasión: tentadores, deslumbra-
dores, capaces de llevar hasta el crimen. M u c h o
o j o se precisa con estos o j o s para estudiarlos:
son o j o s especiales. ft
Valparaíso

E] 9 amanecimos en V a l p a r a í s o . El amane-
cer fué precioso. A la izquierda, se alzaba el sol,
con sus p a l m a s de luz extendidas sobre los ce-
r r o s ; y la niebla, c o m o jirones de g a s a , se desdo-
b l a b a suavemente sobre la parte b a j a de la ciu-
dad, y entre las pequeñas quebradas. Aquí y
allá, en t o d a la extensión de la bahía, que es muy
grande, se alzan edificios en g r u p o s , que tre-
p a n h a s t a las cumbres. L a Escuela Naval, en-
tre un bosque y en lo más a l t o de una colina,
semeja un castillo de m a r m o l . D o m i n a n d o t o -
d o el paisaje cerros redondos en sus cimas y de
pendientes rápidas, sostienen aquí y allá p o r t o -
das sus planicies y en sus concavidades casas y
palacetes, que parecen incrustados en la r o c a :
g r a t o es el p a n o r a m a , que de noche debe parecer
á la distancia, una serie de castillos de luces ele
bengala.
B a j a m o s á tierra p o r un muelle i n c ó m o d o ,
c o m o t o d o s los muelles de Chile, p a s a n d o cerca
de los diques y p o r entre más de treinta vapores
mercantes y sin número de buques de vela y de
embarcaciones menores.
Aquí está Chile, con su primer puerto de
2 0 0 , 0 0 0 habitantes, c o n tres grandes jirones de
calles en la parte b a j a y un sin número de t r a s -
- 171 -
versales, que suben á los cerros, á los que se as-
ciende también p o r funiculares, servicio atendi-
d o p o r mujeres, previo el p a g o de treinta centa-
v o s papel. Tienen estos funieulai'es triple eleva-
ción que el del B a r r a n c o en el Perú.
En los extensos jirones de la parte b a j a se ve
centenares de casas c o m o las del paseo C o l ó n ó
las de la Colmena, y centenares de almacenes c o -
m o los mejores de L i m a ; muchos b a n c o s c o n edi-
ficios c o m o el del Perú y Londres; sastrerías á
tutiplén é imprentas c o m o la de "El M e r c u r i o " y
" E l C h i l e n o " de edificio el primero m a j e s t u o s o .
El p a v i m e n t o n o es malo sino viejo; de a d o q u í n
de piedra la parte central y de grandes losas las
veredas. Al reedificarse lo m u c h o destruido cree-
m o s que se regularizará mejor las construcciones
y que se hará un reparo t o t a l de p a v i m e n t o , c o n
lo que quedará brillantemente remozada esta ciu-
dad de g r a n m o v i m e n t o comercial y que tiene lin-
d o s paseos entre los que descuella Viña del M a r .
El clima de Valparaíso es excelente, y aunque
su servicio higiénico deja a l g o que desear prés-
tase mucho p a r a la limpieza su plano inclinado
y tiene a g u a manígfica que viene de una laguna
artificial y se halla bien filtrada.
L o s tranvías andan por lo general repletos,
las mujeres están encargadas de la cobranza,
son elétricos, y se detienen al paso p a r a que su
b a ó baje el pasajero. C o b r a n p o r el viaje 7 cen-
t a v o s y medio.
L o s coches son muy amplios, pero el servi-
cio es menos bueno que en Lima, aunque se ve
h a l a n d o de ellos, caballos de regular alzada y
bien tenidos.
Aquí se ve el t i p o chileno fuerte y a c t i v o y el
de la mujer de c o l o r p a j a y la de c o l o r blanco
r o s a d o c o m o las rosas faberio. Y las h a y herma-
— 172 -
sas, n o hay duda, en abundancia, multiplicán-
dose las ñ a t a s .

Muy al p a s o recorrimos la p o b l a c i ó n , que


tiene hoteles c ó m o d o s y elegantes, con asensores
y comedores p a r a los que h a y qne vestir de eti-
queta, aunque p a r a comer bien conviene buscar
un restaurant.
Al pasear la ciudad visitamos el parque mu-
nicipal que recuerda la Quinta Hereen de L i m a y
en el que r e c o n o c i m o s algunos mármoles de nues-
t r a Exposición, c o m o r e c o n o c i m o s en una pla-
zuela, a c h a t a d o y mal puesto, nuestro h e r m o s o
Neptuno que fue del parque exterior de nuestro
P a l a c i o de la Exposición.
Viña del Nar

A tres ó cuatro kilómetros de Valparaíso, es-


t á Viña del M a r ; pero no hay que suponer que se
necesite caminar esos t a n t o s kilómetros en des-
p o b l a d o p a r a dai'se con aquel balneario; n o , des-
de Valparaíso arranca el tranvía eléctrico, que
v a p o r un ancho camino á cuya izquierda se ha-
lla la lonja ribereña, que se estrecha ó se ensan-
cha y que v a serpenteando; y á la derecha una
serie de cerros de p o c a elevación, de diversas al-
t u r a s y formas; cerros separados p o r hendiduras
que simulan quebradas caprichosas de p o c a an-
chura y de menos profundidad. En la lonja se
ve m u r o s a l t o s de piedra, sobre a r y o l o m o pasa
el ferrocarril de L i m a á Santiago, y casas de t o -
d a forma y construcción; se ve, también, en par-
tes, l e v a n t a d o el suelo c o m o en lai'gas l o m a s
cubiertas de flores silvestres amarillas 3" anaran-
j a d a s en abundantes 3 c o p o s o s m a n o j o s , 3' en
r

partes alamedas que van orillando el c a m i n o .


L a avenida es ancha y d a paso al tranvía \-
á los carruajes, carretas y automóviles. A la de-
recha hemos dicho que los pequeños cerros se su-
ceden terrosos ó graníticos, cubiertos en parte
p o r cactus, pencas y ramajes silvestres, p o r entre
los que serpentean caminos ó ascienden escale-
ras de madera, con multiplicados descansos, y
— 174 —
entre jardines que parecen colgantes, ó entre b o s -
quecillos artificiales, casas de caprichosa cons-
trucción.
Así es t o d o el camino h a s t a que se llega á
Viña del M a r : se recorre sucesión de l o m a d a s ,
que v a n á morir en la p l a y a , y sobre las cuales,
entre jardines, c o m o los rosales de H e r o u a r d , en
el B a r r a n c o , la M a r g a r i t a de Solari ó los par-
ques de Hereen, en Lima, se alzan verdaderos pa-
lacios y edificios suntuosos 3^ elegantes, c o m o el
rancho de L e t o n a , el de Sousa y los ele los G o -
d o y , de la calle de L i m a , en Choreillos, ó bien de
piedra monumental, c o m o la casa de Dubois, de
la calle de B a q u í j a n o . M á s aún; en lo a l t o de las
colinas, r a s g a n d o el azul del cielo con sus esfinjes
de a l a b a s t r o , se ve verdaderos castillos feuda-
les, desde los que se contempla el mar.
El t r a n v í a se detiene en una p l a t a f o r m a de-
lante del Gran H o t e l ; allí se apea uno 3 t o m o c o -
r

che para descender p o r o t r a avenida pintoresca


h a s t a el lugar de b a ñ o s , antes del cual existe u n a
laguna, en la que v i m o s bebiendo a g u a á unas
cuantas v a c a s .
P o r aquella avenida v a n 3' vienen carruajes
particulares de t o d a s clases y t a m a ñ o s , graneles
y pequeños a u t o m ó v i l e s , eme conducen á lo más
elegante ele Valparaíso y S a n t i a g o ; se ve t a m -
bién numerosos caballeros en magníficos c a b a -
llos de t r o t e y uno que o t r o paseante á pie.
Ha3 también en c o r t a s calles, entre parque y
r

parque y entre palacet y palacet, chalet y regio


alcázar, sucursales de ricos almacenes y escrito-
rios, lo que d a m á s brillo 3 animación y hace
r

m á s pintoresca aquella magnífica m o r a d a de la


gente pudiente. En los b a ñ o s h a y un techo cubier-
t o de plantas, una r u m a d a en esqueleto, b a j o la
cual, en bancas, se sientan los paseantes, mien-
- 175 -
tras los niños juegan en la plajea, á lo l a r g o de la
que ( y esta m o d a puede establecerse en A n c ó n )
se ve t o l d o s en forma de g o r r a s de criatura, á lis-
t a s blancas y rojas, b a j o los cuales sombrean las
familias sobre la fresca arena.
Del b a ñ o regresamos al Gran Hotel, v a s t o
edificio de d o s pisos, con grandes p a t i o s , c o m e -
dores muy espaciosos, escaleras anchas y c ó m o -
das, un mamgfico parque á la s o m b r a de c o r p u -
lentos fresnos y o t r o s árboles que los a ñ o s han
a g i g a n t a d o , con glorieta para festivales, come-
d o r interior, sala de billar, biblioteca con peque-
ñas mesas de lectura y mesitas para familia en
uno de sus más anchos comedores. Trepan al
techo, en abanicos, unas cuantas enredaderas, y
á través de ellas se ve en el p a t i o brillar t o d o s
los verdes en anchas hojas limpias y relucientes,
c o m o si fueran de esmalte.
Tienen razón los chilenos de estar orgullosos
de su Viña del Mar, que sólo necesita u n a con-
servación más prolija: cambiar algunas barra-
cas del camino por casitas de c a m p o p a r a el pue-
b l o ; vigilar uno que o t r o rezago de basura y me-
j o r a r sus arboledas. A l g o viejo y descuidado se
n o t a , revelando la indolencia de nuestra raza:
m a y o r vegetación, limpieza perfecta, árboles que
en la estación de verano, ,si se deshojan, no mues-
tren sus rezagos, y tendrán ios porteños una c o -
sa completa y digna de m o s t r a r al extraniero
c o m o población m o d e l o .
Si n o hay peligro en mantener aquella lagu-
na, falta bordear bien sus riberas y fomentar en
ella la cría de aves, c o m o cines y p a t o s españo-
les, garsas rosadas y o t r o s animales adecua-
dos.
Si las aguas son malsanas, petróleo con ellas
v á secarlas.
— 176 —
En invierno, cuando se visten las l o m a s , y se
cubren los cerros, 3 se limpian las quebraditas,
r

entre la esmeralda cíela vegetación y el p l o m o de


la r o c a , ¡ que hermosos se deben destacatar esos
edificios, llenos de mármoles y bronces, c o n sus
bloques relucientes sobre sus c o l u m n a t a s y sus
labraduras c o m o encajes. Y el m a r , el inmenso
m a r , c o m o un espejo, al pie de esos esplendidos
tremau.
De Valparaíso á Buenos Aires

El 1 1 de M a r z o á las 5 y media de la t a r -
de salimos de Valparaíso: salimos viendo el mar
á nuestra izquierda y á la derecha la falda de
los cerros; un mar triste, h o n d o en sps riberas
y sin que nadie se bañe en ellas: en la lejanía del
horizonte nosparecía ver con lamente t o d a aque-
lla ribera de nuestro mar de Chorrillos, Barranco
y Miraflores, mar clemente y benigno, en cuyas
orillas juegan y se bañan los niños del pueblo;
m a r pintoresco por los verdes ramajes que a d o r -
nan los b a r r a n c o s sobre los que se ve las bonitas
poblaciones en formación, y en ellas nuestros ca-
m a r a d a s , nuestras amigas y cuantos seres nos
son queridos. Pensamos entonces en la frase de
M m e . Stae-1: "viajar, es uno de los placeres más
tristes de la v i d a "
C u a n d o desapareció la pla}-a, se perdió el
mar y nos metimos tierra adentro, entre el cla-
ro oscuro délas primeras horas de la noche, ape-
nas pudimos distinguir que a v a n z á b a m o s p o r
una cuenca pobre y desmantelada. Alguien nos
dijo que n o t a r d a r í a m o s en atravesar uno de los
valles m á s fértiles y notables de Chile, en el que
hay viñedos de consideración y así suponíamos
que sería: la noche era oscura y nada p o d í a m o s
percibir.
T. 1* - s . J 9
— 178 —
Después de ligeras p a r a d a s en estaciones se-
cundarias, llegamos á Llallay; donde d e b í a m o s
cambiar de tren: dejar el que seguía á Santia-
g o y subir al que iva p a r a la cordillera; unos
p o r aquí, y o t r o s por allá, y entre los pasajeros
vendedores de periódicos con su g r i t o ininteligi-
ble y las vendedoras de canastas de peladillos
frescos 3^ suaves c o m o mejillas de buenas m o -
zas chilenas; 3^ luego prevención y á partir, en la
misma oscuridad, quebrada arriba, para llegar
á Jas 10 de la noche á los Andes, penúltima p a -
r a d a del tren de l a d o de Chile. Allí b a j a m o s en
a g i t a d a carrera, p a r a g a n a r alojamiento en el
nuevo hotel Sud-América.
N o s parecía haber llegado á una g r a n h a -
cienda del Perú, en la que se nos a l o j a b a . H a -
bía que levantarse á las 4 de la m a ñ a n a p a r a
volver al tren. A las c u a t r o t o d o el m u n d o so-
bre la perpendicular y al tren: se sigue el de los
Andes á Juncal, p o r un desfiladero estrecho y
paisaje m o n ó t o n o . A las 10 llegamos á Juncal
última estación chilena, 3^ aquí la n o v e d a d de
cambiar de l o c o m o c i ó n p a r a t r a s m o n t a r la c o r -
dillera: éramos 1 8 9 pasajeros de primera clase y
algunos de segunda, entre ellos n o p o c o s inmi-
grantes españoles é italianos, que, a b a n d o n a n -
d o Chile, decían: " v a m o s á los Buenos aires".
El transporte se hace á muía ó coche: lo
que m á s guste: t o d o es un sacatripas, porque el
p a s o de las muías es t r o t ó n , 3' h a y que caminar
al escape; y en los coches un z a n g o l o t e o de fri-
quite á c a d a vuelta de r e c o d o .
— " Q u e queréis ¿ l o coche ó m u í a ? " se o y e
repetir á los a c o m o d a d o r e s ; y u n o s entran de
c u a t r o en c u a t r o en los carruajes y o t r o s se lan-
zan á las muías.
Desde luego, conviene aconsejar á las seño-
ras y á los ancianos, que no piensen en t o m a r e&-
- 179 —
t o s z a n g o l o t e o s : los serranos que aún n o liemos
v o l t e a d o p o r completo la esquina de B e j a r a n o
s o m o s los únicos un p o c o bien p a r a d o s en esta
h a z a ñ a ; porque a c o s t u m b r a d o s á nuestros cues-
t ones de la sierra, esto nos parece t o r t a s ó pan
p i n t a d o : los demás ó se van p o r las orejas de la
muía ó prefieren andar á pie. ¡Infelices inmi-
grantes ! Nos d a b a pena ver á una mujer c o n
su niño en los brazos y a c o m p a ñ a d a de d o s h o m -
bres, esposo y padre, p o r aquellos senderos;

" A c u é r d a t e que a n d u v i m o s
p o r montes y serranías;
y cuando tenías sed,
de mis lágrimas b e b í a s . "

Así se busca el pan de la vida, pero ¡ quién sa-


be si más tarde serán dueños de algún palacio en
Buenos Ayres
L o s coches son carruajes cerrados completa-
mente del l a d o de los caballos y de los c o s t a d o s
y solo abiertos totalmente en su tercera cara; los
pasajeros se sientan frente á frente, de m o d o que
v a n de c o s t a d o no con la cara mirando de fren-
te al c a m i n o , c o m o el cochero ó c o m o el que vá en
el pescante: algún viajero que no tiene más puesto
que elegir y ese recibe t o d o el aire de frente y v á
envuelto en la p o l v a r e d a infernal que se levanta
desde que se parte hasta que se llega á la o t r a
estación.
C a d a carruaje es halado p o r cuatro caballos
y aquí conviene aplicar unas cuantos c o c a c h o s á
nuestros infelices paisanos, que han dejado cri-
minalmente desaparecer la raza de nuestro ca-
ballo criollo.
E s t o s caballos valientes y animosos que se
t r a g a n la cuesta y p u n a d é l a cordillera llevando
á las v o l a n d a s los coches, n o son ningunos c a b a -
— 180 —
líos n o r m a n d o s : son, ni más ni menos que, el v a -
liente caballo andaluz, el hijo del árabe, el padre
de nuestro caballo criollo, de aquel c u y o t i p o a d -
m i r a m o s , sin entenderlo, en el bronce b a j o la
figura elegante de B o l í v a r ; ese caballo es el mis-
m o que recorre estas cuestas abriendo t a m a ñ a s
narices y b a ñ a n d o en sudor h a s t a mojarse los
cascos: caballo de g r a n alzada, c o m o los anti-
g u o s santeños y los de Galpón en C h a n c a y . ¡ In-
felices! í b a m o s pensando en los que han dejado
perder esta raza en el Perú. ¡ Ah infelices ! y pen-
s a m o s t a m b i é n al ver estos valientes animales
que trepan p o r una gradiente de 1 2 ó más p o r
ciento al vuelo, resoplando los aires y b a t i e n d o
sus crines c o m o banderolas negras, en aquel o t r o
crimen de llevarlos escuálidos, indefensos y vie-
j o s á la pica!! ¡Oh b á r b a r a Lima!!
N a d a tenemos que decir de las muías, que son
fuertes y grandes.
C a m i n a b a en un coche una española, t i p o de
aquella mujer declarada p o r Balzac la primera
del m u n d o ; era del pueblo y v i a j a b a en el pescan-
te; dentro del coche iban c u a t r o españoles, y el
m á s j o v e n llevaba guitarra: ver á la p a i s a n a y
principiar á camelarla t o d o fué uno ¡ v a y a si era'
linda!
T o m a m o s el coche delantero y p u d i m o s se-
guir la escena: el galán comenzó p o r las petene-
ras ¡ ole! y el español echaba versos que d a b a fie-
bre, y la española fruncía el entrecejo 3 se p o n í a
r

c a d a vez más indignada: llegó él h a s t a sacar la


m a n o p o r entre la tela del coche pretendiendo
t o c a r el vestido de la viajera. Así fué la c o s a
h a s t a el primer descanso; allí ínter c a m b i a b a n
caballos, b a j ó la mujer de su pescante 3^ l l a m ó á
su m a r i d o .
— M i r a , le dijo, búscame o t r o pescante, que
- 181 -
aquí viene en er coche un m a r c i a d o , eh?: ese, y
señaló al galán.
— Y o mal educado? oígasté, y o t e n g o la edu-
cación p o r a r r o b a s , lo sabe?
— Se conoce.
— Y o le puedo enseñar á usté, oye?
— Que h a de enseñar á naides, h o m b r e . Quie-
re U. que le diga una cosa?, replicó la mujer p o -
niéndose en j a r r a s .
— Dígala.
— Pues, señor d o n educao, lo menos que le
puedo isir es que cuando alguno d i g a e s t r o p a j o
U. debe c o n t e s t a r presente, eh?
L o dijo c o n t a n t a zandunga, que t o d o s echa-
m o s á reír: el m o z o se sonrió y ella también: ha-
bía que seguir el c a m i n o .
L a m a r c h a p o r el desfiladero era de lo m á s
pintoresco, p o r q u e se veía p o r el z i g - z a g serpen-
t e a n d o carruajes y muías, el g r i t o de los ma\~o
rales y el de los arrieros, que dirigían la p i a r a
que conducía el equipaje, repercutido entre los
cerros y multiplicado p o r el eco, d a b a al cuadro
un aspeeto d i g n o del lienzo.
A b a j o los a b i s m o s : aquí el c a m i n o ancho y
pendiente; m á s allá el cerro desprovisto de vege-
t a c i ó n ; y en las cumbres, los picos negros c o n
sus grandes t r o z o s de nieve, algunos caídos s o -
bre c o l u m n a t a s de r o c a , c o m o blancas garzas
inmóviles; el cielo azul, de un azul transparente,
y en él alguna nube solitaria, c o m o guedeja de
a l g o d ó n suspendida sobre el pico m á s a l t o .
A las doce llegamos á la cumbre, t r a s m o n -
t a m o s la cordillera y r o d a n d o al escape llegamos
á la una de la tarde á la primera estación del fe-
rrocarril argentino,
Allí h a y un hotel, en el que p a s a m o s á al-
m o r z a r y desde donde comenzamos á comer un
pan riquísimo. M u c h a m o s c a en el tal hotel,
— 182 —
casi t a n t a s c o m o en C o q u i m b o . P e d i m o s el vi-
n o de M e n d o z a , el mejor vino blanco de M e n d o -
za,, m u y inferior á los de la c a m p i ñ a de L i m a \-
s ó l o c o m p a r a b l e á algunos de los blancos de
Chincha.
Después de almorzar, o t r a vez al tren, p a r a
seguir p o r una h o n d o n a d a árida y que á trechos
n o s recuerda el c a m i n o de Chosica, en su parte
cercana al pueblo; llegamos á una pequeña esta-
ción, en la cjue parece que h a y b a ñ o s termales,
allí existía un c a m p a m e n t o de ingleses ingenie-
ros y t r a b a j a d o r e s de la línea de la cordillera,
uno de ellos con la nariz c o m i d a , a c o m p a ñ a d o
de su esposa, argentina, t i p o hermoso, un p o c o
pequeña, g o r d i t a y de cuerpo hecho á t o r n o .
A c a b á b a m o s de dejar el país ele las ñ a t a s , en
Chile a b u n d a n las ñ a t a s , p a r a entrar en el de las
narices b o r b ó n i c a s , las perfiladas y las de c a b a -
llete; es n o t a b l e el c a m b i o de narices, pues si ha\'
ñ a t i t a s en la Argentina corresponden sus narices
á las alevosas naricitas de Sevilla, t e n t a d o r a s ,
g r a c i o s a s , pasionales, que inflan sus ventanas á
impulso de las emociones y que un t a n t i c o levan-
t a d a s encierran el secreto del deleite: eso dicen
Jos entendidos.
P a s a m o s también del roto de fisonomía ale-
v o s a á la del g a u c h o b o n a c h ó n , alegre, desprendi-
d o , un p o c o r u d o ; pero atrayente y c o m u n i c a t i v o .
C o n t i n u a m o s la marcha y llegamos á Men-
d o z a de noche y seguimos de noche, c a m b i a n d o
de tren; dejamos el de vía a n g o s t a , m o l e s t o s o en
extremo, p a r a pasar al de vía ancha, con c a m a -
rotes p a r a dormir, c o m o á b o r d o , c o n gran c o -
che c o m e d o r , coche de descanso para fumar y
coche de descanso p a r a señoras; t o d o m u y lim-
pio y bien tenido; pudimos, desde que p i s a m o s
la Argentina oir en la estación de M e n d o z a pre-
g o n a r los periódicos bonaerenses con t o d a clari-
— 183 —
d a d c o m o en Lima; n o t a m o s así mismo cierta
similitud de t i p o s ; no nos parecían t a n estrañas
las fisonomías aquí c o m o en Chile, y quien sabe
si los defectos mismos nos son igualmente c o -
munes.
N a d a p o d e m o s decir de M e n d o z a , que p a -
ra n o s o i r o s p a s ó c o m o una ciudad encantada.
Ni aún puede a b a n d o n a r el coche p a r a b a j a r á
la estación, porque el tiempo era muy c o r t o . N o s
metimos al c a m a r o t e , t a n a t o r a d o s de p o l v o c o -
m o un bif teck a p a ñ a d o en harina de galleta,
pues t o d o el t r a y e c t o de Juncal á M e n d o z a se
pasa envuelto en una nube. Creíamos libertar-
n o s en el tren pero el m o z o n o s dio la nueva
que el p o l v o seguiría h a s t a llegar á Buenos Ai-
res, sin cesar día y noche, en un t r a y e c t o de m u -
cho más de mil y t a n t o s kilómetros. H á g a m e
Ud. p a t r i a !
C u a n d o despertamos n o s hallábamos en ple-
na p a m p a argentina; el espectáculo es de g r a n -
diosidad m o n ó t a n a ; ni el a s o m o de una colina,
ni rastros de una piedra, ni una ave, ni o t r a c o -
sa que el inmenso pastal y alguna vez cerca de
alguna estancia ó de alguna estación del tren uno
que o t r o arbolillo, c o m o nuestro g u a r a n g o ; y
v o l v i m o s á ver el t i p o del a n t i g u o caballo argen-
tino, que t a n t o nos recuerda al hermoso caballo
santeño; que bien se t r a g a r í a aquesta p a m p a c o n
su p a s o g a t e a d o ó su soberbio p a s o llano nues-
t r o caballo que recorre los arenales con la g a -
llardía de un n a d a d o r . Se censurará siempre c o -
meter el error profundo en el país permitiendo la
desaparición del caballo criollo, t a n valiente, t a n
noble, t a n hermoso; c o m o se ha cometido un cri-
men permitiendo la desaparición de las yeguas
que se enviaron de la Argentina,
¡Oh tierra de la desdicha y h o m b r e s de la
ineptitud c o m p r o b a d a !
— 184 —
El p a s t o es una g r a m a especial de esta tie-
rra, fácil p a r a humudecerse: en muchas estancias
se ha s e g a d o , raleando la semilla de alfalfa que
mejora muy notablemente los p r a d o s y eme n o
crece á m u c h a altura; y en t o d a aquella inmensi-
dad de c a m p o n o se ve una sola tapia, t o d o está
dividido p o r a l a m b r a d o s ; y aquí se ve una ye-
guada y m á s allá, puntas de g a n a d o que pacen
en los p r a d o s artificiales; y p o r doquiera, en pilo-
nes, el forraje ensilado.
Ni el g a n a d o caballar, ni el v a c u n o , es de lo
mejor: se ve razas menesterosas, caballejos de
ciento en c a r g a , y g a n a d o v a c u n o parecido á
nuestro g a n a d o ; pero se ve m a r c a d a m e n t e la
gran tendencia al cruzamiento, y á c u a n t o ha
m e j o r a d o tocio g a n a d o y se v á propendiendo á un
t i p o de perfeccionamiento: es el c u i d a d o , la p a -
ciencia, la solicitud, la afición que así van t r a s -
f o r m a n d o las crías y produciendo sobre t o d o en
g a n a d o v a c u n o el mejor Durhan, Erefor, etc., que
dejan encantado al viajero.
De trecho en trecho; en aquel p a m p ó n desco-
munal, se ve estaciones t o d a s nuevas, de ladri-
llo y cemento, que recuerdan la casa ele la hacien-
d a Infantas en el tra3 ecto del ferrocarril de An-
?

cón; y aquí y allá millones de durmientes, miles


de rieles, más miles de ruedas y p l a t o f o r m a s y
t r a b a j a d o r e s con sus c a m p a m e n t o s provisiona-
les, tendiendo líneas en t o d a s direcciones.
T o d o es nuevo y t o d o es grande en este t r a -
y e c t o ; t o d o i n d í c a l a fermentación del t r a b a j o .
P o r supuesto que es mucho cuento tener este bis-
cochuelo de tierra, en el que un h o m b r e puede m a -
nejar un a r a d o de cincuenta rejas, c o m o un niño
puede resbalar un trinche sobre una fuente ele
m a n j a r b l a n c o : esta es una m a m a d e r a estupenda;
esto es hallar la c a m a hecha; p o r eso en estos
fundos se vaten los patrones en hermosas v i c t o -
— 185 —
rías, en carretelas pintorescas, en a u t o m ó v i l e s 3-
hasta podrían corretear con z a p a t o s de r a z o ; es-
t a es la más mullida de las alfombras, el más
suave de los mantillos, 3' aquí caben algunos mi-
llones de hombres 3' algunos cuatrillones de g a -
n a d o de t o d a clase. Uno se cansa de este m a r de
verdura: de estas leguas de t r i g o , de s o r g o y de
forrajes. P a r a el pincel, el p a n o r a m a es m a t a -
dor; pero la escena tiene infinitos c u a d r o s capri-
c h o s o s y originales: el abrevadero, las casuchas
al rededor de la estación, la carretela, el arboli-
t o solitario y el c a m p a m e n t o , etc., etc. Aquí t a m -
bién, a c a b a d a s las " V i d a l i t a s " muerto el " g a t o " ;
desaparecidos los bailes y los c a n t o s de los tiem-
p o s bravios, han de aparecer o t r o s c a n t o s y o t r o s
bailes, pues las faenas del t r a b a j o , las alegrías
del t r a b a j o , n o pueden pasar sin su música; y así
c o m o la lengua h a b l a d a tiene su c a n t o , su t o n a -
dilla original, que se ha p e g a d o al g r i n g o y que
el g r i n g o ha entremezclado con el c a n t o de su
país; así los versos populares 3^ las músicas p o -
pulares, han de modificarse, han de incrustarse 3^
trasfomiarse con los versos y músicas de o t r a s
naciones.
V o l v i ó á caer la noche, y á la luz de la luna
p a s a b a n c o m o fantasmas alamos, casas, estacio-
nes y pueblecitos cercanos á Buenos Aires. Así
p a s ó P a l e r m o m i s m o , y de repente nos hallamos
en la estación de la metrópoli; de la que salimos
en coche,, con dirección á la Avenida M a y o ; la
espléndida Avenida M a y o , que dicen los que co-
nocen París que recuerda sus boulevares, y que
con su brillante iluminación, nos recordó el pa-
seo C o l ó n iluminado á la llegada de Saenz Peña:
casas de tres y c u a t r o oisos, almacenes con vi-
drieras que parecen de pedrerías, anchas veredas
llenas de mesitas p a r a t o m a r refrescos, miles de
gentes, c o m o en nuestras noches buenas, en t o r -
T. 13—S.20
— 186 —
n o de ellas, una g r a n extensión de vereda á ve-
reda, y p o r ella a v a n z a n d o carruajes, a u t o m ó v i -
les y bicletas unas tras o t r a s ; al fin de la aveni-
d a el edificio monuental del nuevo palacio del
C o n g r e s o ; y al principio la plaza de M a y o y el
regio palacio de Gobierno: t o d o g r a n d e y esplen-
d o r o s o . Allí n o s a l o j a m o s , en el mejor hotel de
la Avenida, que en breve p a s a r á á ser de tercer
orden, pues un millonario argentino está hacien-
d o construir un hotel de o c h o pisos á estilo de
los de Nueva Y o r k .
C u a n d o ustedes vengan, espero que se alojen
en él.
Y o me v o y á d o r m i r s o ñ a n d o en nuestro Pe-
ni ¡tan desgraciado!
Junto á las tumbas

C o m o peruanos, al pisar el suelo a r g e n t i n o ,


¿cuál debía ser nuestra primer v i s i t a ?
A la t u m b a de San Martín, de aquel que, tre-
m o l a n d o el pabellón nacional en la plaza de Li-
ma, p r o c l a m ó la independencia del Perú: allí de-
b í a m o s ir, primero que á ninguna parte, p o r q u e
si hay a l g o que vive en nuestro espíritu c o m o un
a m o r s a g r a d o , es el culto p o r nuestros proceres.
Ojalá en el Perú n o se hubiera t r o n c h a d o p o r
c o m p l e t o t o d a la educación nacional, en el h o -
g a r , en el colegio, y en la vida civil, el a m o r al
bien y el culto á la virtud n o pasarían de fingi-
d o convencionalismo. L o s grandes h o m b r e s de
nuestra independencia nos dieron una lección o b -
j e t i v a y allí quedó. Conforme se fueron alejan-
d o y se fueron muriendo, se fué a p a g a n d o su luz
radiante y principió á clarear esa luz falsa que ni
alumbra ni abriga, ni fecunda: la luz de la men-
tira.
L a teoría que ha debido seguirse, la que aún
se puede seguir, reanimándola, es sencillísima
L a historia nacional está constituida p o r
una c o m p l i c a d a herencia de glorias, de virtudes,
de errores, de violencias, sacrificios y crímenes,
de noble desprendimiento y de censurable codi-
— 188 -
d a , de a u t o r i t a r i s m o cruel y b a j o servilismo; de
libertad y dignidad, de luz y de s o m b r a . Si en
nuestra m a n o están los destinos de nuestra pa-
t r a patria, ¿ qué debemos hacer ?
¿ C o n t i n u a r e m o s rindiendo paiñas á la cruel-
dad y á la violencia, al fanatismo y á la opre-
sión, la tiranía que engendra la revuelta, la re-
presión brutal, el favoi-itismo y la arbitrariedad?
P r o l o n g a r e m o s en el presente y p a r a el porvenir
la barbarie manifestada p o r la intolerancia y el
d e s p o t i s m o ? Nos solidarizaremos con las n a t u -
ralezas inferiores, p a r a quienes el pensamiento
libre es una rebelión y una amenaza el ejercicio
del derecho? ¿ 0 bien, simpatizaremos con los
que han luchado p o r la libertad, con los que han
difundido la cultura, con los que han p r o m o v i d o
á c o s t a del sacrificio de sus conveniencias, de
su tranquilidad y ele su vida, los p r o g r e s o s que
permiten á nuestro país llamarse nación civili-
zada ?
En cualquier parte que t o m e m o s la H i s t o r i a
patria, hemos de hallarnos con hombres valero-
sos y a b n e g a d o s que han l u c h a d o p o r fundar el
orden, p o r i m p l a n t a r reformas y p r o m o v e r ade-
l a n t o s , p o r establecer m á s libertades, más igual-
dad, y m á s justicia; y h o m b r e s b a j o s , estrechos
ó egoístas, que, francamente a b o m i n a r o n t o d o
progi-eso, y t o m a r o n filas entre los retrógi-ados,
que j a m á s creen llegado el m o m e n t o de innovar,
y nunca encuentran p r e p a r a d o al país p a r a las
soluciones del p r o g r e s o .
H a y que elegir entre unos ú o t r o s , t o m a n d o
la elección desde el m o m e n t o en que unos cuan-
t o s p a t r i o t a s esforzados se atrevieron á romper
las cadenas del coloniaje, es así c o m o p o d e m o s
a d o p t a r u n a actitud ele solidaridad y c o l a b o r a -
ción con esos h o m b r e s á quienes la razón, la j u s -
ticia, la libertad y el derecho dieron fuerza p a r a
— 189 -
no esperar que el país estuviera p r e p r a d o , que es
la disculpa y p a r a p e t o de los r e t r ó g r a d o s .
" S ó l o es digno del nombre de p a t r i o t a , aquel
eme está resuelto á experimentar el vituperio, la
ruina, el alejamiento de sus a m i g o s , antes que
traicionar á la verdad, á la justicia, ni á la vir-
tud."
Así pensando, llegamos á l a t u m b a de San
Martín,

L a t u m b a de San Aiartín

E n t r a n d o p o r la puerta lateral de la cate-


dral, se vé al frente, en lo que llamaríamos una
capilla de la nave, un m o n u m e n t o , sobre d o s ba-
ses cuadradas superpuestas, y ele l a s q u e la supe-
rior lleva en cada lado una estatua simbólica;
t r a b a j a d a en m á r m o l , s o b r e e s t á s e g u n d á b a s e
se vé alzarse al s a r c ó f a g o de bronce, que lleva en
su parte superior los arreos militares del héroe.
Solo el 25 de m a y o se abre la reja de esta ca-
pilla 3' se puede leer 3- examinar ele cerca las ins-
— 190 -
cripcioties y los bajo-relieves. P o r lo que se vé
del m o n u m e n t o , es sencillo y austero, c o m o fué
la v i d a del g r a n h o m b r e .
L a catedral, que, p o r su parte, es t a m b i é n
b a s t a n t e sencilla, n o parece sino un g r a n t e m -
plo de m á r m o l destinado á g u a r d a r n a d a m á s
que aquel m o n u m e n t o .
Aquí los t e m p l o s puede decirse que n o se
abren sino los d o m i n g o s , p a r a la celebración de
la misa, así es que c u a n d o fuimos á la catedral,
eran las 10 d é l a mañana, n o había en ninguna
de sus naves ni una alma, nadie, excepto el sa-
cristán que sacudía los altares, y el peregrino
que, desde las plajeas del Rimac, h a b í a venido á
depositar una siempreviva en la t u m b a del pro-
cer.
San Martín, después de este m o n u m e n t o , n o
tiene o t r o eme su estatua ecuestre, en la que ni la
calidad, ni la escultura del c a b a l l o corresponden
al b r a v o s o l d a d o de los Andes, B o l í v a r es quien
está admirablemente bien en nuestra plaza de la
Inquisición: fáltale á San M a r t í n un m o n u m e n t o
que exprese su índole, que traduzca bien su ca-
rácter, que c o r r e s p o n d a á s u m o d e r a c i ó n , su p r o -
bidad, y demás cualidades excepcionales que hi-
cieron de él una figura única.
Salimos pensando en t o d o esto, y n o s enca-
m i n a m o s al cementerio de la Recoleta.
Debemos decir que este es el viejo cementerio
que n o t a r d a r á n en clausurar, porque tienen JÍI
en fabricación un cementerio nuevo, que, c o m o
t o d o lo nuevo en Buenos Aires, h a b r á de ser m o -
numental.
Después de visitar la t u m b a del procer, quisi-
m o s ir también á ver la del f u n d a d o r del p a r t i d o
radical argentino, c u y o r e t r a t o t e n í a m o s en nues-
t r a casa; queríamos visitar igualmente el sepul-
cro de una a m i g a querida, de una excelente a m i -
- 191 -
g a del Perú, de la escritora Juana M a n u e l a G o -
rriti; y con ese o b j e t o n o s dirigimos al p a n t e ó n
de la Recoleta; el viejo panteón de Buenos Aires,
menos hermoso que el de Lima. Nuestro cemen-
terio es a l g o que hace h o n o r á M a t í a s M a e s -
tre que lo ideó. No tiene el cementerio de Bue-
nos Aires la capilla c o n su Cristo de alabas-
t r o , ni su administración o c u p a el c o m p a r t i m e n -
t o adecuado c o m o en Lima. En el cementerio b o -
naerense apenas hay vegetación, y los mausoleos
se hallan tan a g l o m e r a d o s que más bien parece
un depósito donde t o d o s ellos estuvieran j u n t a -
d o s p a r a ser después conducidos á o t r o lugar
de m a j ' o r espacio y de mejor distribución. H a y ,
sin e m b a r g o , t u m b a s monumentales, o b r a s de
arte valiosas y de mérito.
Além descansa, bajo la b ó v e d a del mausoleo
monumental de bronce y m á r m o l , elevado á la
memoria de los que perecieron en la revolución
de Julio, en que fué derrocado el g o b i e r n o prodi-
t o r i o d e j u á r e s Celman, y puesto en orden es-
te país de tan g r a n d i o s o porvenir. Aristóbulo del
Valle, el C a s o s argentino, defendió brillantemen-
te en la tribuna parlamentaria, aquel gran m o -
vimiento de opinión pública, del cuál había sido
a p ó s t o l y factor Leandro N, Além.
Dos s o l d a d o s de bronce, custodian esa t u m -
b a ; y se destacan sobre el primer cuerpo del m o -
numento.
Nos detuvimos á pensar, de cuánta abnega-
ción y eme cúmulo de virtudes y de sacrificios se
necesita p a r a hacer fructificar la semilla del bien:
t o d a esta prosperidad y este florecimiento en
Buenos Aires, no hubieran venirlo sin la sangre de
los que reposan b a j o este m o n u m e n t o : las r e v o -
luciones, n o son sino el estrago del m o v i m i e n t o
e v o l u t i v o : el salto d é l a valla: la erupción del v o l -
cán.
- 192 -
A b a n d o n a m o s pensativos aquella t u m b a , s o -
bre la que parecía destacarse la figura alta v
Ja barba hasta el pecho, del tribuno" del pueblo,
del radical convencido, del p a t r i o t a L e a n d r o N.
Alem.

liiiBifiiBMsl
lilisiifiilHiil

iHsisBiiii

Í5 Y

- * 1 *

Dr. Leandro N. Ale*in.

1 a s a m o s á la t u m b a d é l a a m i g a que duer-
me en la capilla de la familia Puch, y c u y o s res-
t o s se está p r o y e c t a n d o trasladar á Salta su lu-
g a r natal. '
— 193 —
J u a n a M a n u e l a Gorriti fué la fundadora en
L i m a de las " v e l a d a s l i t e r a r i a s " , centro de cul-
tura d i g n o de la sociedad más refinada; ella allí,
en la conversación, c u y o arte poseía, y a c o n sus
anécdotas, y a con sus pensamientos sueltos, di-
fundía lo bueno y lo útil.
L a s polémicas o d i o s a s que se suscitaban en
la prensa, las envidias, la sulfuraban; " p e r o si
todos cabemos " e x c l a m a b a , censurando
la o d i o s i d a d .
" C u a n d o a l g o bueno sepas de alguien, p r o -
c l á m a l o , c u é n t a l o " , decía.
L o s restos de la escritora de " S u e ñ o s y rea-
lidades " descansan en un sepulcro que tiene for-
m a de capilla, que es lo más c o m ú n en este ce-
menterio.
Casi frente al sepulcro de la señora Gorriti se
vé un mausoleo m u y significativo: la figura lo di-
rá t o d o .
Una e s t a t u a de m á r m o l , t a m a ñ o natural, en
actitud de saltar á tierra: es un o b r e r o , lleva
puesta la blusa garibaldina, la c o r b a t a garibal-
dina, y á travez del cuello de la blusa entreabier-
t a , se vé el pecho desnudo del t r a b a j a d o r ; la c a -
bellera en ligero desorden flota al viento, alta la
frente 3' en la fisonomía pintadas la audacia y l a
juventud, c o n un pié atrás y o t r o adelante, lleva
en la m a n o derecha su g o r r a de t r a b a j o , que le-
levanta, c o m o si c o n ella estuviera s a l u d a n d o á
la República Argentina.
T r a s él se vé t o d a s las herramientas del al-
bañil, y una gran carretilla, que llevaren grandes
letras el título de una de las o b r a s de Smiles:
"Ayúdate".
Es la t u m b n de un inmigrante, que habiendo
llegado á la Argentina, sin m á s que su v i g o r ,
T. 13 s. 2 1
- 194 —
luchó y murió, dejando u n o s c u a n t o s millones
de soles Fué su v o l u n t a d que lo represen-
t a r a n en actitud de pisar este país.
¡ Qué grande y que simbólico !
Multitud de operarios conservan limpios los
sepulcros y mantienen el cementerio en el mejor
e s t a d o de conservación.
¿ Quién cuida de estas cosas ?
L a Beneficencia, que n o es aquí el estado m a -
y o r de ningún p a r t i d o político, que no constitu-
ye una m a m a d a , y á donde n o se envía á l o s ami-
g o s á pasar buena vida.
L a Beneficencia de Buenos Aires está forma-
d a p o r señoras, y es perfectamente a u t ó n o m a :
maneja millones y tiene b a j o su dependencia t o -
das las instituciones nobles.
Desde la época de R i v a d a v i a se deja á la mu-
jer el ejercicio de la c a n d a d , y con este gran p a s o
ha conseguido la Argentina d o s cosas: m á x i m u m
de pureza en el manejo de la renta, p o r la calidad
de las m a t r o n a s que forman el cuerpo directivo } r

p o r q u e en rebusques n o entra la nrujei'; segundo


darle una ocupación que la aleja p o r c o m p l e t o
de la beatería: aquí existe la mujer religiosa que
se santigua deberás al pasar frente á una igle-
sia, la que vá á misa los d o m i n g o s ; pero n o se
c o n o c e la que entra y sale y corretea, v á y viene
con la correa ó el breviario p a r a arriba y a b a j o
celebrando fiestas, haciendo repicar c a m p a n a s ,
m o n i g o t e a n d o y haciendo v i d a de confesiones.
Aquí la mujer o c u p a su t i e m p o en obras de bene-
ficencia, que son las infinitas, pues se ve j u n t a r
c u a t r o con un p r o p ó s i t o ele caridad, y esas cua-
t r o entran á formar parte y depender del gran
centro beneficente,
— 195 —
Así los asilos, los lugares de misericordia s o n
amplios y generosamente atendidos. Nadie ha-
ce lavar su r o p a de balde á costillas de infelices
reclusas; á nadie le b o r d a n gratis; ni tiene rega-
lías y buscas á título de beneficente. L a mujer
argentina ha comprendido su papel, y lo desem-
peña con p r o v i d a d y grandeza.

i
La nota triste

L a Avenida M a y o es en categoría, c o n rela-


ción á las calles d é l a g r a n capital, lo que M e r c a -
deres á las de L i m a .
El forastero ó el transeúnte, tiene p a r a des-
cansar en ésta, c o m o en t o d a s las espléndidas
avenidas, c ó m o d o s y multiplicados asientos.
Sentados e s t á b a m o s , distraídos con el trafa-
g o de las gentes, que iban y venían á pié, en c o -
che, bicicleta, tranvías y a u t o m ó v i l e s , m u y par-
ticularmente en estos últimos, que se cruzan bra-
m a n d o c o m o becerros en retozo.
De p r o n t o una m a n o se p o s ó cariñosamente
en nuestro h o m b r o .
Era un c o m p a t r i o t a recién llegado.
— ¿Usted p o r aquí, querido a m i g o ? le eligi-
m o s p o n i é n d o n o s de pié.
— Y a lo vé usted, nos c o n t e s t ó .
— Pero ¿ q u é ha venido usted á h a c e r ? ¡ Y
desde el C u z c o ! ¡ tan lejos!
— L o mismo que e s t a m o s haciendo m u c h o s :
emigrar: buscar t r a b a j o ,
— Pero ¿ aquello n o está tan p r ó s p e r o ?
— ¡ T a n p r ó s p e r o ! Usted lo sabe mejor que
yó.
— Y o n o sé n a d a , a m i g o mío.
— Pero no ha v i s t o usted, la semana pasa-
— 197 -
d a , llegar, también, de una de las provincias de
P u n o , u n a familia entera; padre, madre, niños,
t o d o s buscando ambiente más propicio y g a r a n -
tías más efectivas? ¿ N o ha visto usted r e g a d o s
desde Pisagua á Valparaíso, jóvenes y h o m b r e s
en busca ele t r a b a j o ; n o ha c o n s t a t a d o usted
que h a y en A n t o f a g a s t a " o c h o c i e n t o s " peruanos
e m i g r a d o s en la ciudad y "tres m i l " en las ofici-
nas ? entonces ¿ que me pregunta usted ?
— Es que creía que usted viajaba por placer.
— P o r el mismo placer que tocios los que ape-
sar de los o d i o s , aumentan día á día p o r G u a y a -
quil, L a P a z y Chile.
Entre las curiosidades de la é p o c a ninguna
más saltante que el sin número de c o m p a t r i o t a s
que a b a n d o n a n el país "floreciente"; que dejan
"1 a a b u n d a n c i a " p a r a venir á saborear el sa-
b r o s o pan de la proscripción; y es lo más curioso
que á esa tierra que a b a n d o n a n , " p o r su p r o s -
peridad los propios h i j o s " no quieran ir ni á pa-
los los argentinos, p o r ejemplo; y eso que los
b o m b o s internacionales están en buenas m a n o s
y los boletines con figuritas y r e t r a t o s se repar-
ten á tutiplén.
Y o le p o d r í a asegurar que si á más ele cuatro
extranjeros se les facilitara el regreso; y si á la
mitad de los peruanos se le brindara facilidad
p a r a emigrar, s ó l o quedarían allá los destina-
dos De t a n profundo mal, nadie se quie-
re d a r cuenta: los é x o d o s preocupan en t o d o
país tan profundamente á los estadistas, que es
efecto de esa preocupación el restringimiento n o -
table de la inmigración italiana. ¿ C ó m o d é l o s
E s t a d o s Unidos no emigran sino los hombres de
negocios ?
De un país " f a l t o de p o b l a c i ó n " , " e s c a s o "
de brazos, " o r d e n a d o " y " próspero " es un ver-
— 198 —
cladero fenómeno que se salga ¿' p o r qué emigran
de nuestra tierra? ¿ E l clima es m a l o , a c a s o ?
— Nó.
— El suelo ¿es p o b r e ?
— Menos.
— L a p o b l a c i ó n , exhuberante ?
— Tampoco.
— Entonces ¿ p o r qué emigran ?
— Siéntese usted 3' conversemos.
Nuestro c o m p a t r i o t a t o m ó asiento.
— V e a m o s , le dijimos ¿ que tenemos en el in-
terior ?
— Una m a y o r í a de pueblo que es indio, " p o n -
g o " , "semanero", " p e ó n " , soldado, t o d o , más ó
menos, c o r t a d o p o r la misma tijera; á esa ma3^o-
ría se le hace t r a b a j a r á palos en los ferrocarriles,
en las o b r a s públicas ó en las particulares; sin g a -
rantías, estímulo, ni c o s a que lo v a l g a , y con el
a t r o z convencimiento de que el infeliz n o repor-
t a utilidad alguna, lo cual es tan heroico que á
la verdad se necesita que el h á b i t o sea naturale-
za p a r a t r a b a j a r sin la espectativa del p r o v e c h o
personal, que es el m á s p o d e r o s o acicate de la
actividad h u m a n a . Y apesar de esa condición
tan triste, el indio t r a b a j a en tan v a s t a escala,
que p o d e m o s afirmar que t o d o c u a n t o p o s e e m o s
lo debemos á sus inagotables esfuerzos, desde la
casa, h a s t a el alimento. Con esa e x p l o t a c i ó n lle-
v a d a á c a b o durante siglos, sin que n a d a p a -
ra atenuarla h a y a influido el p a s o del coloniaje
á la república, los mestizos hemos sido, y conti-
n u a m o s siendo unos desalmados: n o p o d e m o s
vivir sin oxilar entre d o s explotaciones: la ex-
p l o t a c i ó n de los dineros de la caja fiscal, y la del
t r a b a j o del indio.
Esa es la m a y o r í a ¿ y la minoría p o b l a n a ?
t r a b a j a de cualquier m o d o , en u n comercio redu-
cido ó en artes mecánicas que apenas dan p a r a
- 199 -
vivir; después tenemos tino que o t r o que hace al-
g o y se llama don Fulano de Tal fluctuando
una j u v e n t u d despierta, fuerte y hábil, que m a t a
el t i e m p o maleándose, f o r m a n d o , en no p o c o nú-
mero, a l g o así c o m o una b a g a m u n d e r í a m a t o -
na. Algunos, rompiendo la corriente, a b a n d o n a n
la madriguera y n o saben donde irse á topetear:
si es á Lima, necesitan más cartas de recomen-
dación y empeños que pelos; y si es á las m o n t a -
ñas, van propiamente á aventurar. El resto, la
pasa disponiendo de la rentita y bienes de la be-
neficencia; de las entraditas municipales; de lo
que produce el colegio ó del hormiguero de la p o -
lítica: jefatura de zona, visitadurías, recaudadu-
rías y demás araganerías y compraderías h a b i -
das y p o r haber, celebrando la fiesta del pueblo
y t o d o s los s a n t o s del vecindario.
L a s g a r a n t í a s , échelas usted á la espalda:
ó es usted de la c a m a n c h a c a y puede caminar
p o r las calles; ó no l o e s , y entonces tiene que emi-
grar.
Si p a s a m o s á L i m a ¿ q u é tenemoe? un m o n -
t ó n de sociedades anónimas, muchas de ellas t r o -
nadas, sin que resuelle nadie; y o t r a s , viviendo
p o r m i l a g r o ; comercio lánguido, incierto, asus-
tadizo, vida cara, casa más cara; vida amenaza-
d a p o r bubónicas, fiebres, tisis y Métase us-
ted á buscar t r a b a j o .
A p r o p ó s i t o : a c a b o de dejar en Chile, emi-
g r a d o , á uno de nuestros mejores escritores, un
j o v e n de talento, que ha hecho t o d o lo posible
p o r n o caer en el c a r t a b ó n de la empleomanía.
Este j o v e n se p r o p u s o t r a b a j a r p o r su cuenta, y
es divertida la odisea de sus ensayos, pues esa es
o t r a : n o hay sino d o s ó tres salidas p a r a nuestra
ocurrencia criolla: "criar gallinas, los huevos
son caros, los traen de la sierra; si se produjeran
en Lima, se llenaría usted de p l a t a " dicen.
— 200
" L a gallina p a p u j a d a , pone huevos á m a n a -
da."
Pues á buscar esas gallinas, nuestro a m i g o
se cabuleo unas doce y se hizo regalar una polla-
da americana; reunió cincuenta gallinas, alquiló
una casita huerta en el Cercado y se constituj^ó
en ella; barrió, regó, p r e p a r ó nidos, a c o n d i c i o -
n ó bebederos y después de muchas fatigas y es-
peranzas, comenzó el moquillo y principió la tem-
pladera. Nuestro a m i g o dejó el negocio, pues á
pensar en o t r o .
" L a leche y la carbonería son las que dejan
un p l a t a l " , pues, A fiar c a r b ó n y á buscar cán-
t a r o s de lata, c a n d a d o s 3' llaves p a r a que no se
roben la leche: nuestro a m i g o , c o m o un fogone-
r o , á vender él m i s m o el carbón y á esperar el
" l í q u i d o elemento " en Viterbo.
L a leche siempre salía a g u a d a y el carbón
cuando no venía con cisco, traía unos pedrones
c o m o derrumbes de San Cristóbal, la tiendecita
le c o s t a b a un platal; el barrio era m a l o , y el ne-
g o c i o d a b a apenas p a r a p a g a r la tienda 3^ p a r a
que el comerciante comiera chafainita en una
f o n d a de chinos.
A o t r o n e g o c i o : " r e p a r t i r recado á d o m i -
cilio".
Ni lo piense usted le dijeron, porque desde
que aquí h a y quienes " a c o s t u m b r a n " y m u y de-
centes n o p a g a r cae;*, menos p a g a r á n el recado.
Vio el a m i g o que t o d o negocio pequeño era im-
posible y fué á buscar la vida á Chile.
Entre t a n t o los de la d e v o c i ó n con c u a t r o ,
cinco, o c h o destinos c a d a u n o ; y familias ente-
ras, de capitán á paje, t o d o s adentro: Y eche
usted a u m e n t o de sueldos; y gracias, y pensiones
al c o n t r a p u n t e o , d o s mil, cinco mil, diez mil,
veinte mil; y allá van extraordinarios y créditos
y paseos de d i p l o m á t i c o s ; y si vienen huelguis-
- 201 -
t a s fusilados p o r carniceros; á o t r a esquina c o n
ellos: o t r a vez a la misma tierra, á buscar el p a n
del emigrado: 3^ p o r las calles de L i m a , c a d a s á -
b a d o , sartas de limosneros
— Pero se funda asilos.
— ¡ A s i l o s ! pero ¿ qué es el asilo ? en primer
lugar, el peor síntoma, y en segundo, que n o re-
suelve n a d a ; es un expediente a c o m o d a t i c i o , c o n
el que crej'endo hacer bien á t o d o s , n o se hace
bien á nadie. L a gran m a s a de público que vi-
ve ignorante de este engaño: creerá que la p o -
breza ha desaparecido, ó se ha a m e n g u a d o p o r -
que n o la ve p o r las calles; y al asilado se le s o -
meterá ala crueldad de una beneficencia reglamen-
t a d a y fría: n o se p o n d r á m a n o en el remedio de
la pobreza: se concretará más bien á sostenenerla;
á alimentarla hipócritamente, fomentando el m o r -
b o s o estado abúlico, que la m a y o r parte de las
veces la ha engendrado: n o se v a á la defensa del
p o b r e sino á la del pudiente. Hipocresía que c o -
je al desvalido y le dice: te s o c o r r o p a r a que n o
molestes; te recluyo, n o para protejerte sino p a -
ra protejer á los o t r o s . Al enfermo en el hospi-
tal se le cura p a r a devolverle la salud, la fuerza,
la vida. El miserable es también un enfermo
pero, en fin, n o nos separemos del t e m a : agregue
usted esa, vida atingida, falsa, y tendrá usted la
razón clarísima de la creciente emigración de que
n o se dá cuenta nadie. Y v a y a usted á decir
allá estas cosas, se lo comen á usted á insulto
limpio, ó á vileza p a g a d a por el Gobierno.
— ¡ Es verdad ! es la n o t a triste; pero, con-
suélese usted con el consuelo de mi abuela.
¡¡ C u a n d o se a b r a el Canal!!!

T. i a s . 22
De ganadería

H a b r á l l a m a d o la atención eme aún de esta


tierra n o h a y a dicho p a l a b r a de stt ganadería:
n o se puede soplar hacer limetas. L a cuestión
g a n a d e r a es aqtií la primera ele las cuestiones, y
p a r a orientarse, se necesita l a r g a permanencia en
el lugar, y la disposición técnica conveniente. P o -
demos, sin e m b a r g o , consignar algunas a n o t a -
ciones, de carácter general, en vista ele los resul-
t a d o s o b t e n i d o s en la última exposición. C a d a
a ñ o h a y aquí u n a exposición.
En la actualidad seleccionan mucho, antes de
exponer, pues, c o m o se ha a u m e n t a d o grande-
mente la cría ele t o d a clase de animales, h a y d o n -
de escoger, y este escogitamiento, c a d a vez m á s
esmerado conduciendo á la perfección.
En g a n a d o v a c u n o , el tipo más corriente,
el que más se ha generalizado, es el Durham, des-
pués viene el Hereford. Entre estos h a y la m a r
de o t r a s razas; y si s ó l o m e n c i o n a m o s á éstas, es
p o r q u e j u z g a m o s que pudiera ser el t i p o que más
conviniera en el Perú, c o m o está conviniendo en
Chile; n o o b s t a n t e que los climas de la c o s t a , los
valles del interior y las dehesas de la sierra, pue-
dan aceptar c o n más preferencia o t r o s tipos.
E s t a es cuestión de m u c h o estudio.
En caballos, tiene mucho aprecio y mucho
uso el meztizo, que ha hecho ver la exigencia que
hay ele reparar el caballo primitivo, nuestro ca-
ballo santeño y c h a n c a y a n o ; el caballo á r a b e
tiene p o r su puesto gran valía en estas exposicio-
nes; pero se está generalizando mucho el perdie-
ron francés. Y c o m o h a y t a n t o s usos y t a n t o s
g u s t o s , demás es decir que el caballo de carrera,
que aquí es el vicio caüital, o c u p a un lugar m u y
distinguido, empleándose p a r a las carretas el ca-
ballo belga de tiro p e s a d o .
Si la Argentina a c a b a de hacer un p a t r i ó t i c o
llamamiento á sus hacendados p a r a el c a i d a d o
del caballo criollo, que á fin de devolverle su ti-
p o original aconseja irlo seleccionando, n o ve-
m o s p o r q u e en el Perú se deje perder la raza de
nuestro caballo nacional. Aquí han visto la ne-
cesidad de hacer florecer esa cría.
En c u a n t o á g a n a d o lanar, existe también la
m a r de razas; pero c o m o en el g a n a d o v a c u n o
pueden destacai'se así: c o m o lana, el merino; c o -
m o carne, el Rambouillet y el Lincoln.
L a cría de puercos está l l a m a n d o m u c h o la
atenrión y se cree que en un t i e m p o n o lejano
Chicago v a á encontrar aquí un rival p o d e r o s o :
h a y graii n o v e d a d p o r la cría de chanchos. Se
ha p a g a d o este a ñ o 7 5 0 pesos p o r una puerca
Middle White Yorkshire; 5 5 0 p o r o t r a Berkshi-
re; 4-50 p o r un berraco de esta misma raza, y 3 5 0
p o r o t r o Middtle White Yorhhire.
Se cree que t a n t o c o m o el g a n a d o v a c u n o , v á
á ser para la Argentina el p o r c i n o .
En nuestra tierra la g r a n cuestión es el forra-
je: el g a n a d o se vate en las cercanías de L i m a en
las l o m a s de San Juan, en las de Amancaes, que
crecen á la buena de Dios; ó c u a n d o bajan á la
planicie apercollan c o n el g r a m a l o t e ó la alfalfi-
t a ratapiche. En las punas r a p a n , p o r entre los
— 204 —
pajonales; y el v a c u n o come la paja verde; y en
las mismas punas, en los valles y en multitud de
partes, inclusive las l o m a s , entendemos eme se
p o d r í a mejorar m u c h o los forrajes. T o m a m o s
al efecto los siguientes apuntes:
L o s m é t o d o s más recomendables p a r a f a v o -
recer la multiplicación de los p a s t o s tiernos, v a -
ría según las tierras.
Se puede arar fajas de d o s metros á distan-
cia de 50 metros. Estas fajas v o l t e a d a s se pres-
t a n p a r a la germinación de la semilla.
Otro sistema consiste en arar y rastrillar las
partes desnudas del c a m p o , y sembrarlas antes
de una lluvia, con semillas que se h a j a n recogi-
r

d o en la é p o c a en que m a d u r a n los mejores pas-


t o s de ese c a m p o .
Otro aconseja simplemente recojer la semilla
de los pastos que parezcan mejores y de esparcir-
las á m a n o p o r el c a m p o , c u a n d o éste se halle hú-
medo ó c u a n d o se prevé una lluvia.
En los p r a d o s naturales h a y una lucha con-
tinua p o r la vida entre las especies que lo cons-
tituyen; c a d a una encuentra o b s t á c u l o á su mul-
tiplicación, y fatalmente son las más fuertes las
que llegan á dominar. Pero varias causas pueden
cambiar momentáneamente la c o m p o s i c i ó n de un
prado, tales son: la seca, el frío ó una tempera-
tura suave p r o l o n g a d a ; los p r a d o s cjue se vuel-
ven húmedos ó los cjue se empobrecen, adquieren
una flora especial y la irrigación de p r a d o s secos
modifica su composición, c o m o también la incor-
p o r a c i ó n de a b o n o s . L o que deseo hacer c o m -
prender sobre t o d o , es la influencia que el m o d o
de explotación tiene sobre la c o m p o s i c i ó n de los
p r a d o s , pues lo ignoran m u c h o s estancieros. El
mantenimiento y la multiplicación ele una espe-
cie vegetal, y la desaparición de o t r a , son las
consecuencias ele las condiciones devida que ca-
cía una de ellas encuentra, y según el estanciero
t r a t e sus prados, favorecerá la multiplicación ele
tal ó cual especie y la desaparición de tal o t r a .
Algunos ejemplos harán comprender esta
idea. Si se retira el g a n a d o de un p r a d o en el que
durante l a r g o tiempo se ha p a s t o r e a d o , las plan-
t a s más v i g o r o s a s (lasquecrecen m á s ligero) d o -
minarán y a h o g a r á n á las demás. Si en vez de
hacer pastorear un p r a d o , se le c o r t a c o n t i n u a -
mente, las plantas más precoces, c o m o el alope-
curus pratensis, el holcus lanatus, y el dectilis
g l o m e r a t a , serán las que tendrán maj-ores p r o -
babilidades de desarrollarse y de d o m i n a r p o r -
que serán las únicas eme habrán p o d i d o semillar.
El p a s t o r e o continuo tiene o t r a s consecuencias:
en un c a m p o que durante t o d o el a ñ o está car-
g a d o de g a n a d o , las plantas de raíces vivaces
y rastreras son las c[ue llegan á d o m i n a r , mien-
tras las que se mantienen p o r siembra natural
disminuirán; p o r o t r a parte, las plantas eme el
g a n a d o rehusa ó que come c o n menos avidez, lle-
g a r á n á m a d u r a r sus semillas y multiplicarse;
finalmente, c o m o n o t o d a s las especies s o p o r t a n
al mismo g r a d o el pisoteo, las que sufren m á s ele
él acaban p o r desaparecer, y de este p u n t o de
vista es útil hacer alternar el corte y el p a s t o r e o ,
y si n o se usan los p o t r e r o s p a r a el p a s t o r e o ,
retirar el g a n a d o periódicamente durante el tiem-
p o suficiente para que el p r a d o pueda descan-
sar y restablecerse.
Un c a m p o continúa á veces d a n d o la misma
cantidad de p a s t o bajo una m a l a administración
pero su calidad cambia y sus propiedades " e n -
g o r d a n t e s " van declinando. Un p r a d o bien tra-
t a d o n o tiene p o r qué degenerar, y si está c o m -
puesto de buenas especies nutritivas, su c o m p o -
sición se volverá con los a ñ o s más estable y hasta
p o d r á ir m e j o r a n d o .
- 206 —
L a invasión de los p r a d o s naturales p o r y u -
y o s , c u y o v a l o r nutritivo es escaso ó nulo, se de-
be atribuir á d o s causas principales, la seca y
el sobrecargamiento. Si el estanciero n o puede
c o n t r o l a r la seca, está p o r lo menos en su poder,
con un p o c o de c u i d a d o , hacer que el p a s t o la re-
sista mejor, y, en t o d o c a s o , siempre le es posible
n o s o b r e c a r g a r su c a m p o .
L o s buenos estancieros del E s t a d o de T e x a s
( E s t a d o s Unidos), nunca dejan el g a n a d o más
de 60 á 90 días sobre un p o t r e r o . P a r a que tal
sistema sea posible, es necesario tener p o t r e r o s á
p r o p ó s i t o sembrados con un p a s t o especial ó cul-
tivar forrajes á grandes rendimientos, c o m o el
maiz, el soi-go etc.
L a c o m p o s i c i ó n de los p r a d o s se modifica
muy desfavorablemente b a j o la influencia de un
p a s t o r e o c o n t i n u a d o a ñ o tras a ñ o , pues las es-
pecies más rústicas (generalmente menos nutriti-
v a s ) t o m a n el lugar de las más débiles.
Entre los y ^ ^ o s , los anuales crecen con mu-
cho v i g o r ; los perennes más lentamente, pero son
más difíciles de hacer desaparecer. A b a n d o n a -
d o s así mismos, los p a s t o s luchan v e n t a j o s a m e n -
te c o n t r a los y u y o s , pero b a j o la influencia debi-
litante del pisoteo y del p a s t o r e o , y a n o o p o n e n
la misma resistencia y se dejan invadir p o r p l a n -
t a s que el g a n a d o c o m e c o n menos avidez,
L o s y u y o s se pueden c o r t a r con una s e g a d o -
ra c u y a cuchilla, fijada a l g o alta, n o causará d a -
ño al p a s t o ; las rastrilladas en la primavera son
también muy beneficiosas p a r a limpiar los pra-
dos.
Un buen sistema p a r a r e n o v a r los p a s t o s vie-
j o s es el siguiente: se p a s a u n a r a s t r a de discos
c a r g a d a de pesos de manera que a b r a bien el sue-
lo; se esparcen á v o l e o semillas de p a s t o s tiernos
y se cubren con una rastra ordinaria seguida p o r
— 207 -
un cilindro; ejecutadas estas operaciones, se deja
descansar el p r a d o durante una estación.
En ciertos casos convendría destruir el p a s t o
duro y los X->ajonales.
El pisoteo del g a n a d o comprime la tierra é
impide que el aire la penetre; también se o p o n e á
la filtración del a g u a , p o r lo que el p a s t o sufre
m a y o r m e n t e de la seca; en el suelo c o m p r i m i d o
las raíces se multiplican mal y se nutren c o n difi-
cultad. L a rastra de discos separa las raíces, de-
ja penetrar hasta ellas el aire y el a g u a , les d a
nueva v i d a y hace que retoñen c o n vigor; si se
siembra entonces una buena mezcla de los mejo-
res p a s t o s que crecen en el c a m p o 3^ se retira el
g a n a d o p a r a darle tiempo de arraigar bien, se
mejora notablemente 3- sin m u c h o g a s t o la c o m -
posición del p r a d o . El procedimiento que aca-
b o de citar, ha d a d o excelentes resultados en
las regiones de ganadería extensiva del oeste
de los E s t a d o s Unidos. En efecto, ha3 mu- T

chos propietarios de c a m p o s i m p r o p i o s al culti-


v o de la alfalfa, á los que desalientan los g a s t o s
de arar y de sembrar una mezcla forrajera; su
c o n d u c t a se justificará 3 a sea porque el v a l o r
r

de los c a m p o s n o permiten hacer estos g a s t o s ;


ó porque la ignorancia en que sehallan, sobre
la mezcla que deben emplear, les hace temer
resultados p o c o satisfactorios. En tales condi-
ciones el sistema de renovación que hemos acon-
sejado, tendrá éxito seguro; si los p a s t o s natura-
les no son de buena calidad, se pueden emplear se-
millas extranjeras, que p o c o á p o c o se irán acli-
m a t a n d o 3 , b a j o la influencia de un buen t r a t a -
r

miento, irán t o m a n d o el l u g a r de los p a s t o s y


de los y u y o s .
En c a m p o s secos, p o r ejemplo, es fácil hacer
uso de p o a pratensis, festuca o v i n a , festuca ru-
bra, p o a compressa; las festucas tienen particu-
- 208 -
lar v a l o r en tierras arenosas. Si las tierras son
bajas y húmedas, se p o d r á recurrir al phleum
pratense, al a g r o t i s alba vulgaris, al trifolium
hybridum; en suelo fresco pero no húmedo, ven-
drá m u } ' bien el p o a pratensis. E s t o s p a s t o s , im-
p o r t a d o s á veces, no duran m á s de d o s ó tres
años, al c a b o de los cuales se debe renovar la
siembra, pero h a s t a en estos casos la operación
es económica, pues dan un buen forraje é impi-
den que los y u y o s tomen mucho predominio. Re-
comendándose en t o d o caso recoger las semillas
de los p a s t o s que parezcan de buena calidad y
sembrarlas en los espacios vacíos.
El mejoramiento de las razas de animales
domésticos ha tenido p o r consecuencia inevita-
ble la creación de p r a d o s artificiales ,cuyo núme-
ro aumenta c a d a día, á medida que la e x p l o t a -
ción del suelo se extiende y progresa. P a r a esta
trasformación ninguna planta h a presentado las
ventajas de la alfalfa; y ninguna ha d a d o sobre
una extensión tan grande, resultados tan satis-
factorios. En las regiones en que esta buena le-
g u m i n o s a n o d a resultados duraderos, es necesa-
rio recurrir á o t r a s plantas.
C o m o las condiciones locales del suelo y cli-
m a infiuj'en sobre el éxito y rendimiento de los
forrajes y sobre la duración de las mezclas forra-
jeras, fuerza es que c a d a uno experimente p a r a
determinar con qué plantas p o d r á construir su
p r a d o artificial.
En un p r a d o permanente la tierra se queda
sin ser v o l t e a d a , durante l a r g o s a ñ o s , p o n i é n d o -
se más y más dura y p r i v a d a de la acción del
aire, sobre t o d o , el pisoteo del g a n a d o acelera
esta c o m p r e n s i ó n ; es, p o r lo t a n t o , m u y útil
que la primera prepai-ación sea bien h o n d a , s o -
bre t o d o que el g a s t o de esta preparación se re-
partirá sobre un g r a n número de años que du-
— 209 —
rara el p r a d o , es bueno arar de 0.15 á 0.22 muí.
y remover el subsuelo a una profundidad i g u a l .
Si n o se puede alcanzar el subsuelo, se debe en
t o d o c a s o arar y pulverizar la tierra lo más h o n -
d o posible.
L a tierra se debe arar bien algunos días an-
tes de sembrar y rastrillarla en seguida h a s t a que
la superficie esté bien fina. Si ésta se halla endu-
recida y llena de cascotes, el mejor instrumento
p a r a ponerla en buen e s t a d o es la rastra de dis-
c o s , y se debe usarla lo más p r o n t o posible después
de arar, pues si n o , se ponen los cascotes m u } '
duros. L a última r a s t r a d a se debe hacer c o n
un instrumento de dientes c o r t o s que deje la su-
perficie tan plana y suave c o m o sea posible.
L a s semillas chicas y pesadas c o m o las de tré-
bol, p o r ejemplo, se puden sembrar con máquina,
pero para las más gruesas, c o m o las de s o r g o
halepense ó las de consistencias vellosas, c o m o
las de dactylis g l o m e r a t a , lo mejor es sembrar-
las á m a n o . Las semillas de peso desigual se de-
ben siempre sembi'ar p o r s e p a r a d o , pues es casi
imposible mantenerlas en mezcla pareja dentro
del cajón de la máquina, y p o r o t r o l a d o , si la
siembra se hace á m a n o , es preferible hacer la
operación en d o s veces, la primera en un sentido
y la segunda en cruz.
El mejor instrumento p a r a cubrir la semilla
es un cilindro pesado, pues éste las cubre bien y
api'ieta la tierra c o n t r a las semillas, tan firme-
mente, que p o c a s se pierden p o r la lluvia ó p o r la
seca. D a d o el caso que n o se posea tal instru-
m e n t o , se puede hacer u s o de nna rastra liviana
y de dientes c o r t o s ó de una de r a m a s pero re-
comiendo n o usar nunca una rastra pesada, á n o
ser p a r a semillas muy gruesas. C u a n d o la tierra
está en buena condición, recién rastreada, suelta
y que se pueda sembrar inmediatamente antes
T. 1 9 — s. 2 3
— 210 —
de una lluvia, n o es necesario cubrir la semilla.
Es mejor dejar de hacer esta operación que em-
plear una r a s t r a pesada, pues n o h a y nada que
c o m p r o m e t a t a n t o á una sementera de forra-
jes, c o m o un entierro de sus semillas demasiado
hondo.
C a d a agricultor deberá observar, p o r su ex-
periencia, cuál es la época m á s conveniente p a r a
sembrar, pues la m á s propicia en una región n o
es en o t r a . Diré, sin e m b a r g o eme c u a n d o se pue-
de, es preferible hacerla á fines del verano ó á
principios del o t o ñ o , p a r a que las plantas t o m e n
bien posesión del terreno, antes del invierno, y
que c u a n d o v e n g a la primavera, se p o n g a n á cre-
cer con tal v i g o r que ahoguen á t o d o s los y u y o s
que crecen entonces y que son t a n perjudiciales á
t o d a s las semillas que se confían á la tierra en
esa época del a ñ o . Además, lo que más temen
las plantas es la seca; en invierno hallarán más
humedad, v c o m o la transición del invierno al
verano es brusca en este país, s e m b r a n d o en o t o -
ñ o resistirán m á s á la seca del v e r a n o que sigue.
Mientras más rústica es una especie, m á s t a r -
de, en el o t o ñ o , se puede sembrar; pero p a r a los
p a s t o s i m p o r t a d o s conviene sembrarlos lo más
p r o n t o posible al acabarse los calores del vera-
n o . En el c a s o en que la tierra esté o c u p a d a p o r
una cosecha ó que no se pueda sembrar en o t o ñ o
conviene hacerlo en primavera, lo m á s t e m p r a n o
posible, p a r a que las plantas puedan desarrollar
sus raíces hondamente antes de los calores del
v e r a n o . N o se puede aconsejar la siembra c o n un
cereal, pues, p o r lo general, la e c o n o m í a realiza-
ela de un m o d o , n o c o m p e n s a el d a ñ o que el ce-
real le causa al p a s t o .
No h a y ninguna p l a n t a que se pueda consi-
derar á la vez c o m o la mejor pai-a heno, p a s t o
y a b o n o , Además, si hay especies que crecen ca-
— 211 —
si t o d o el a ñ o , n o hay ninguna que lo h a g a c o n
v i g o r en t o d a s las estaciones. P a r a o b t e n e r los
mejores resultados, es casi siempre necesario usar
una mezcla, sobre t o d o c u a n d o se t r a t e de u n a
p r a d e r a permanente.
L a s plantas que se deben escoger p a r a for-
m a r las mezclas, varían, n o s ó l o según las condi-
ciones del suelo y clima, sino también según el
o b j e t o que uno se p r o p o n e . Si el p r a d o está des-
t i n a d o al corte, lo i m p o r t a n t e es sembrar plan-
t a s que florezcan al m i s m o t i e m p o ( t o d o p a s t o
debe cosecharse al florecer) y que crezcan rápida-
mente después del corte; es útil también mezclar
las gramíneas que crecen e n m a t a s elevadas á las
rastreras y á las chicas, p a r a que el heno sea
bien fornido, é incluir siempre en la mezcla una
leguminosa, pues así será más nutritivo. Una
planta demasiado lozana en su crecimiento d a r á
un heno g r o s e r o y d u r o ; un forraje destinado á
ser c o n v e r t i d o en heno, debe tener una g r a n p r o -
p o r c i ó n de hojas que son las partes más comesti-
bles d é l a planta debe poderse secar con facilidad;
debe ser nutritiva, fácil de digerir y a g r a d a b l e al
paladar, y si el p r a d o es permanente, debe ser
perenne. Entre las gramíneas h a y algunas que,
aunque se usan en p r a d o s de p a s t o r e o , conviene,
sobre t o d o p a r a heno, no tener las cualidades
citadas, tales son p o r ejemplo: la fieola de los
p r a d o s , el dáctilo, la festuca alta, el a g r o t i s blan-
c o , la avena alta, el r a y g r a s s de Italia.
P a r a p a s t o r e o no es útil elegir, c o m o se hace
p a r a corte, especies eme maduran t o d a s al mis-
m o tiempo; lo esencial, al c o n t r a r i o , es que las
h a y a t e m p r a n a s medianas y tardías, de manera
que den p a s t o r e o t o d o el a ñ o . Mientras m á s nu-
merosas son las especies que entran en la mezcla,
de mejor calidad será el p a s t o , pero las que for-
man m a t a s se deben usar s ó l o en pequeña p r o -
porción, d a n d o preferencia á las rastreras de t a -
llos entrecruzados y á flor de tierra, que s o p o r -
t a n mejor el p i s o t e o 3' son m á s vivaces. En las
mezclas de p r a d o s permanentes de p a s t o r e o , de-
ben, sobi-e t o d o , entrar gramíneas b a j o las cua-
les son menos exigentes 3' m á s rústicas que las
leguminosas y ofrecen más g a r a n t í a de p o b l a r
el c a m p o permanente. Señalaremos c o m o ejem-
plo p a r a la m a y o r parte de las tierras, entre las
primeras, le bermuda grass las poas ( p o a praten-
sis, p o a c o m p r e s s a ) ; la fleol, el ra3'grass inglés,
la festuca rubra, la a g r o t i s canina, la g r o t i s sto-
lonífera, etc. Entre las leguminosas, citaremos
el trébol híbrido, la lupulina, la lespedeza, etc.
L a clase de tierra 3' el clima (es decir, el tiem-
p o durante el cual puede crecer el p a s t o ) , tiene
mucha influencia sobre las plantas á elegir. L a
m a y o r parte de las gramíneas son mucho más
sensibles á las condiciones higrométricas del aire
y á la frescura del suelo que á o t r a de sus p r o -
piedades. Las leguminosas sobre t o d o requieren
cal en el suelo, aunque á algunas les es dañina,
c o m o á la serradella y al lupino. Entre las g r a -
míneas también se hallan plantas á las cuales la
aplicación de cal al suelo favorece mucho su cre-
cimiento, tales son el soi'go, la avena, la cebada,
la fleola, el b o a de los p r a d o s ; o t r a s son indife-
rentes á la cal, c o m o el maíz, el centeno, el a g r o -
tis b l a n c o 3* el agi'otis canino.
Las leguminosas s o p o r t a n , en general, me-
n o s bien la s o m b r a que las gramíneas, algunas
prefieren la s o m b r a , tales son: el dáctilo y la fes-
tuca rubra. Algunas plantas conviene á tierras
secas (dáctilo, b r o m o inermo, medicago macula-
t a ) , o t r a s á tierras húmedas (trébol híbrido,
a g r o s t i s b l a n c o , paspelum d i l i t a t u m ) . L a s hay
p a r a tierras ricas (fleola b e r m u d a ) , y p a r a p o -
bres (lepedeza, b r o m o inerme), p a r a calcáreas
213 -

(esparceta, melilito). En fin, lo que precede y lo


que hemos dicho á p r o p ó s i t o de las causas que
modifican la c o m p o s i c i ó n de los p r a d o s , b a s t a
p a r a hacer ver que no se puede responder cate-
g ó r i c a m e n t e a l a cuestión: ¿Qué plantas debo
mezclar p a r a mi c a m p o ?
Son muchos los factores eme entran en j u e g o
y que se deben tener en cuenta para escoger las
plantas; además ,los ensayos que llegan á deter-
minar las mezclas que más conviene á cada l o c a -
lidad, necesitan un g r a d o m u c h o m a y o r de espí-
ritu de observación y de perspicacia, que aquellos
hechos con forrajes solos; únicamente el t r a b a j o
m e t ó d i c o de estaciones a g r o n ó m i c a s y el estudio
de los p a s t o s indígenas, llegará á solucionar el
problema.

MEZCLA PARA PRADOS DE CORTIL

Por hectárea

N.° 1.—Arrhenaterum elatlus 28 kilos


Trifolum pratense 10 ,,
N.° 2.—Agrostis alba 13 ,,
Dáctjdis g l o m e r a t a , 18 ,,
Festuca elatius 9 ,,
Trifolium pratense 4 ,,
N. 3.—Lolium italicum
n
8 ,,
Dáctylis g l o m e r a t a 10 ,,
Arrhenaterum elaties 8 ,,
Festuca elatior....... 10 ,,
N.° 4.—Pheleum pratense 1 6 ,,
Agrostis alba 16 ,,
Trifolium pratense 16 ,,
- 214 —

PARA PRADOS DE PASTOREO

P o r hectárer

N.° 1.—Poa pratensis 8


Trifolíum repens 4
L o l i u m perenne 9
Festuca rubra 3
A g r o t i s alba 8
N.° 2 . - P o a compei-sa 2
Trifolium pratense 2
Dástylis g l o m e r a t a 2
Festuca elatior 3
A y n o s t i s alba 13
L o l i u m perenne 8

PARA TIERRAS HÚMEDAS

N.° 3 — Agrostis alba 14-


Trifolium h y b r i d u m 8 ,,
Agrostis stolonífera 5 ,,
Lolium perenne 12 ,,

PARA TIERRAS LIVIANAS ARENOSAS

N.° 4 — Festuca rubra 20 „


Agi-ostis alba.. 10 ,,
P o a pratensis 8 ,,
Trifolium repens 2

Tales son los d a t o s t o m a d o s .


Un patriarca

T o d o s los pueblos cultos, t o d o s los pueblos


grandes, veneran la ancianidad ilustre, y a sea
ella un h o m b r e sabio; ó simplemente b u e n o ; el cul-
t o á los ancianos, c u a n d o éstos han ejercitado su
v i d a en el camino del culto á la belleza, á la ver-
d a d ó al bien, es de lo más respetable. ¿Quién n o
hubiera sido capaz de querer á ese viejecito que
se llamó Francisco de Paula Vigil, c u y a vida ín-
t e g r a fué c o n s a g r a d a á la verdad ? Siempre que
u n o iba á la Biblioteca de L i m a p a r a consultar-
le a l g o , con que suavidad de maneras, c u á n t a
dulzura de palabra, aquel verdadero sacerdote
de la virtud, se prestaba á atender.
L u e g o , ese hombre tan benévolo para el con-
sejo, t a n delicado y tan a t e n t o , era m o d e l o de
justicia y símbolo ele caridad: ese h o m b r e distri-
buía entre familias pobres casi el íntegro de su
haber c o m o bibliotecario; y desde su vida priva-
da hasta su vida de hombre público, no había
en él más que una línea recta, una línea conti-
nuada.
Debemos estudiar á los hombres más nobles,
los más sinceros 3'los más h u m a n o s , aquellos que
han vivido la vida más amplia, más intensa, más
completa, m á s digna de nuestra admiración y de
— 216 —
nuestro a m o r : debemos examinar sus maneras
de pensar, de sentir y de proceder en su existen-
cia diaria y en presencia de casos graves y fata-
les, así aprenderemos á saber vivir.
Siempre n o s h a b í a l l a m a d o la atención el cul-
t o que Jos argentinos tienen por sus h o m b r e s de
valer, culto que en la actualidad se t r a s p a r e n t a
en sus paseos públicos, traducido en decenas de
estatuas, culto que se renueva a ñ o tras a ñ o , el
día del cumpleaños de Guido Spano, que aunque
de l a b o r literaria, menos extensa que la de T o l s -
t o y en Rusia, Ibsen en Noruega y H u g o en F r a n -
cia, quien sabe si más b o n d a d o s a , la juventud
va en peregrinación á saludarle.
Guido S p a n o es un viejecito encantador; es
un espíritu juvenil encerrado en un cuerpo de 9 0
años.
F u i m o s á visitarle á su casita en la tarde,
i g n o r á b a m o s que se recogiera á la c a m a tem-
prano.
Guido vive en uno d é l o s barrios más a p a r t a -
d o s de Buenos Aires, t a n t o por la m a y o r quie-
t u d , c u a n t o p o r la más m ó d i c a pensión; es un
h o m b r e m o d e s t o al que le v a s t a su haber de ce-
santía, c o m o archivero de u n a de las públicas re-
particiones de la administración: p a r a él, su se-
ñ o r a , y una criada, tiene bastante^ t a n t o m á s
c u a n t o que su despensa se llena a ñ o tras a ñ o con
lo m á s esquisito vinos, las a g u a s minerales ar-
gentinas más r e n o m b r a d a s , los cigarros, el café
y cuanta g o l o s i n a puede necesitar una naturale-
za delicada y una vida que se c o n s e r v a bien:
H i c i m o s antesala en la biblioteca del p o e t a ,
muy nutrida de o b r a s , sobresaliendo los clásicos
latinos y t o d o lo mejor de la literatura francesa.
La literatura y el espíritu de este escritor, de es-
te poeta, son eminentemente franceses.
T u v o la b o n d a d de hacernos p a s a r á su d o r -
m i t o r i o , una sala amplia con g r a n d e s ventanas
al oriente y al occidente.
E s t a b a entre s á b a n a s , con su c a m i s ó n de
dormir, r o d e a d o de grandes a l m o h a d o n e s , en
cuja de madera ancha y c ó m o d a . Allí estaba
sentado: parecía muy delgado, de c o l o r encar-
n a d o , blanca la luenga b a r b a ; b l a n c o s los c a b e -
llos, que, á m o d o de melena, le caíansobre las es-
paldas; o j o s v i v o s , movedizos, alegres: fisono-
mía plácida.

Guido Spano

— M e he permitido, caballero, la franqueza de


recibirle aquí, porque me habría sido duro hacerle
regresar. V i v o t a n retirado Además, us-
té es del oficio y ha de explicarse este revoltijo,—
a g r e g ó señalando los folletos y diarios que tenía
sobre la c a m a . No p o r eso le hubiera hecho en-
trar á usted á una c a t a c u m b a : esta habitación
es alegre, p o r la m a ñ a n a me permite ver los pri-
meros r a y o s del sol, y p o r la tarde g o z o de sus
melancolías.
- 218 —
— Es un d o r m i t o r i o de p o e t a .
— C u a n d o menos, de un h o m b r e que a m a la
naturaleza: ciéntese cerca de mí, señor G a m a r r a ;
fumará usted un h a b a n o de Vuelta A b a j o , me los
envía constantemente un viejo a m i g o : diciendo
y haciendo, n o s o b s e q u i ó , en su papel de p l a t a ,
un buen c i g a r r o .
Usted viene del Perú, de Lima. Créame us-
ted que si t e n g o alguna pena, es la de n o haber
c o n o c i d o L i m a . He i d o cincuenta veces á E u r o -
pa, particularmente á Francia: que expansivos,
que alegres, que c o m u n i c a t i v o s , que mundiales,
c o m o se diría ho\' día, son los franceses. A L i m a
n o he p o d i d o ir, y es de advertir eme mi padre
íué g o b e r n a d o r de Lima.
En casa: c o n este m o t i v o , c u á n t o n o o í a h a -
blar de Lima y el Perú; vea usted si habré te-
nido deseo de conocerla. Aquella fué una edad
hidalga: los hombres con desinterés y a b n e g a -
ción batíanse por la g l o r i a y d a b a n , en aras de
la libertad, fortuna, bienestar y c u a n t o tenían;
pero c o n una grandeza, una generosidad y des-
prendimiento admirables: fue la edad caballeres-
ca de la América.
— Pero, en fin: aquí se vé y a los frutos: esta es
y a una florescencia de esa libertad.
— N o t o d a v í a ; aquí e s t a m o s en un hervidero
colosal: t o d o está revuelto, pero t o d o tiene el s o -
plo de los que hicieron estas patrias. E s t o c o n -
suela. Ustedes también llegarán.
Un a m i g o mió del Uruguay h a p r o n u n c i a d o
hace p o c o un magnífico discurso político y en él
dice á sus c o m p a t r i o t a s que dejen la g u i t a r r a y
el baile y sigan el ejemplo argentino: que t o m e n
el a r a d o . M e p r e g u n t a b a este a m i g o qué opina-
b a de su discurso, y y o le he c o n t e s t a d o que era
m u y b u e n o , pero menos lo de l a ' g u i t a r r a ; p o r q u e
un pueblo que p a s a c a n t a n d o y t o c a n d o la guita-
— 219 —
rra, es porque está c o n t e n t o ; y si baila, es p o r q u e
tiene con que comer; que deje, pues, alegrarse al
pueblo urugriayo, que y a llegará la é p o c a de em-
puñar el a r a d o ; que siga e m p u ñ a n d o la g u i t a r r a :
si los peruanos se la llevan también b a i l a n d o , n o
sé si se la llevarán así; no hay más que dejarlos
en su parranda, que ya vendrá la h o r a del t r a -
bajo.
— Es que hay alegrías de alegrías: h a y ale-
grías sxpansivas que nacen de la a b u n d a n c i a y
de la placidez del espíritu; y las h a y que nacen
de la disipación y la holgazanería.
— T o m o n o t a de su abservación, y p o n d r é
una p o s d a t a , porque esta segunda faz del asun-
t o es una enfermedad, es un mal; quizá c o n v e n g a
quemar las guitarras.
— Cambiar la solfa de los guitarristas.
— E s o es, cambiar de música, y antes de c a m -
biar n o s o t r o s de tema, a g r e g ó el venerable p o e -
t a , me v a á permitir invitarle u n a c o p a de v i n o
generoso, y conocer á mi señora.
L l a m ó á la criada y le o r d e n ó sirviera tres
c o p a s de vino, y avisara á la señora que un ca-
ballero peruano deseaba conocerla.
M o m e n t o s después se presentaba u n a de esas
d a m a s cuya beldad apenas lían a m o r t i g u a d o los
años. D a m a de distinguido p o r t e y de conversa-
ción esmerada, vestía c o n sencillez, y su peinado
sin cabellera recogida, permita ver la f o r m a per-
fectamente o v a l de su cabeza. Su m a n o , suave
y pequeña, y lo bien c o n t o r n e a d o de su talle,
acusaban á la mujer de distinción y costumbres
pulcras.
C o n m o t i v o de la presencia de la señora, que
nos fué presentada con t o d a la cortesanía de una
persona de talento, c a m b i ó el g i r o de la conver-
sación; hizo la señora de Guido S p a n o elogio de
la limeña: " n o es sino una flor m á s en aquella
— 220 -
p r i m a v e r a " , dijo aludiendo al clima de L i m a .
Se h a b l ó de flores y de frutas, y hubieron de c o n -
fesar, con grandes elogios, que el Perú aún s o l o
v i s t o p o r este l a d o era p r o d i g i o s o . A la Argen-
tina vienen frutas de países muy distantes. Gui-
d o S p a n o n o s h a b l ó de la huerta Villacampa, que
la creía c o m o un señorial fundo ó la manción de
un millonario, que se había d a d o el g u s t o de t e -
ner la mejor fruta del Perú.
— Villacampa fué, en efecto, uno de esos h o m -
bres de buen g u s t o que, sin fabricar un palacio
p a r a su persona, le dijimos, lo fabricó p a r a de-
terminadas frutas, y aún p a r a determinadas flo-
res: puede decirse que se ha a d e l a n t a d o , después
de él, t a n t o en flores c o m o se ha perdido en fru-
t a s : h o y p o r h o y L i m a tiene m u y p o c o que envi-
diar en floresá los mejores centros de p r o d u c c i ó n
del m u n d o , pues aún en orquídeas, que es el sú-
mun de la rareza y de lo bello, un señor Abel, en
la M a g d a l e n a , qtte es c o m o un barrio de Lima,
es un c u l t i v a d o r de primera fuerza; y los jardines
franceses é italianos de la ciudad son verdadero
p r o d i g i o de flores: l a m a n z a n a a n t i g u a , la chiri-
m o y a misma, los peros y la múltiple variedad de
m e l o c o t o n e s han perdido en calidad, y en t a m a -
ñ o ; es que la generalización en el cultivo de h o r -
talizas ha c a u s a d o la destrucción de las huertas:
faltan h o m b r e s de g u s t o é institucciones que des-
pierten una mejora en la p r o d u c c i ó n de frutas;
u o t o aquí, en Buenos Aires que las frecuentes ex-
posiciones v a n consiguiendo m u c h o de lo que
nuestra dejadez allá a b a n d o n a y arruina.
— En un país de p r i m a v e r a eterna, repitió la
señora, t o d o debe ser primaveral.
Nuestro o b j e t o no había sido o t r o que pre-
sentar nuestros respetos al p a t r i a r c a de los es-
critores argentinos, y h a r t o h a b í a m o s distraído
su atención.
— 221 -
Entre estos d o s ó tres t ó p i c o s de charla, Gui-
d o Spano salpicaba a n é c d o t a s lijeras, frases y
pensamientos o p o r t u n o s , reveladores de un espí-
ritu libre de preocupaciones y mojigaterías: es
una alma h o n r a d a que ha v i v i d o m u y intensa-
mente dentro de una felicidad siempre cumplida:
alegre, á pesar de la p r o l o n g a c i ó n de sus a ñ o s , é
indiferente al día de su quietud final.
— Solo una pequeña contrariedad tenemos
los d o s en los a ñ o s que y a n o s queda, dijo refi-
riéndose á su señora; ese edificio g r a n d a z o que se
íes ha a n t o j a d o levantar al frente y que n o s qui-
t a un p o c o de sol p o r aquella ventana; pero se
compensa con la felicidad de ver así surgir la pa-
tria.
N o s pusimos de pié y estrechamos la m a n o
ele aquel noble argentino y de esa dignísima m a -
t r o n a , que nos recordaron la edad de la hidal-
guía de esta simpática nación.
— Mientras permanezca usted en Buenos Ai-
res, esta casa es suya, y si n o s h o n r a con venir á
almorzar; c o m o usted es criollo, la señora le ofre-
cerá un chupe á la limeña, que es a l g o recomen-
dable. Y o sé p o r Chateaubrinnd que " á d o n d e
quiera que se v a y a siempre aparece un a l g o me-
lancólico, apenas se pierde de vista la chimenea
del h o g a r " : v i v o placer tendríamos en hacer p o r
b o r r a r esa melancolía á caballeros t a n aprecia-
bles y á peruanos c o m o usted.
Agradecimos c o m o debíamos, fineza t a n cum-
plida, y nos retiramos ampliamente satisfechos
de haber t r a t a d o y de haber c o n o c i d o á Guido
Spano.
tluarochlrí ij famafirta

El desenvolvimiento e c o n ó m i c o de las repú-


blicas sud-americanas, apenas si se encuentra
e s b o z a d o : vinculado c o m o está, tan íntimamen-
te, el adelanto material, c o n la mejora institu-
cional de c a d a uno de estos países, t o d o r e t a r d o
en el afianzamiento de las instituciones políticas
implica estancamiento, c u a n d o n o retroceso, en
la prosperidad económica.
Doble resistencia, y cuádruples dificultades,
tienen que vencer los h o m b r e s de t r a b a j o , cuan-
d o h a y desquiciamiento, ó inseguridades en la
administración pública; y á fin de que n o se crea
que es nuestra prevención la que así j u z g a , v a -
m o s á transcribir, literalmente, lo que dice el edi-
torial de h o y , de " L a P r e n s a " de Buenos Aires,
j u z g a n d o la mala política de aquí, que es p o r su-
puesto, santa, c o m p a r a d a c o n la de nuestra tie-
rra.
El editorial se titula Las dos producciones,
y c o m p a r a las del t r a b a j o , con las de la política
funesta: " p a r e c e imposible, dice, que coexistan,
dentro de un mismo país. S o n la luz y la s o m -
b r a " y agrega:
" En el período que c r u z a m o s , t o d o s los ha-
bitantes de esta tierra debieran sentirse felices,
dedicados de lleno a l a gestión d é l a f o r t u n a , p r o -
— 223 -
vistos de recursos p a r a triufar. Las t r a n s a c i o -
nes debieran desenvolverse sin e m b a r a z o s , en su
m á x i m a amplitud " . Pero
" L l e g a m o s en el desarrollo del raciocinio al
p u n t o en que se presenta, c h o c a n d o reciamente,
los d o s elementos antes mencionados en que se
fracciona la actividad nacional: el p r o d u c t o r de
riqueza y el p r o g e n i t o r de intrigas y de compli-
caciones políticas. Es la fuerza v i v a del p r o g r e -
so en p u g n a con los profesionales en las artes
electorales, que enseñan los m é t o d o s de e x p l o t a r
las posiciones públicas, sin opinión y c o n t r a las
aspiraciones p o p u l a r e s " .
" Los políticos en actividad hacen a b s t r a c i ó n
completa de lo que concierne al comercio y á las
industrias, Se preocupan tan solo de su n e g o c i o .
L a s perturbaciones económicas, las dificultades
financieras, el régimen del crédito personal, n o
figuran en ningún número de su p r o g r a m a . Van
anhelosamente en p o s de la posición oficial codi-
ciada; ó se aferran con anhelo no menos intenso
á las conquistadas, e x t r e m a n d o sus recursos p a ;

ra conservarlas."
" ¿ E s concebible, es aceptable que tres ó cua-
t r o centenares de profesionales de esa política
tengan poder é influencia para prevalecer sobre
el resto del país, que es t o d o el país, á término
de imponer la ley de sus apetitos á la c o m u n i ó n
nacional ? ¿ P o r qué ? La imposición es efectiva.
T o d o s la sentimos: el gremio de fabricantes de
escrutinios fraudulentos, l o puede t o d o ; los gre-
mios industriales, comerciales, empresarios, p r o -
pietarios, jornaleros, son cero á la izquierda en
las deliberaciones del g o b i e r n o y del a b u s o .
" Es un o p r o b i o p a r a la república que tres ó
cuatro centenares constituidos en sindicatos elec-
torales, alzados c o n t r a las le3'es, a b s o r b a n 3-
avasallen la vida pública de la Nación, inmolan-
- 224 —
d o á sus apetitos t o d o lo que h a y de respetable,
de grande, de representativo, de cultura y de ri-
quezas dentro de nuestras f r o n t e r a s . "
T a l es el m o d o de j u z g a r del periódico argen-
tino, que tiene más prestigio en el Perú, y cu3 'os i

conceptos n o s parece, en efecto, de una veracidad


inconmovible.
C o n t i n u a n d o c o n el tema, diremos que en
el Perú existe u n a provincia, que en la actuali-
dad comienza á despertar la atención de los in-
dustriales y de los h o m b r e s de capital: es H u a r o -
chirí, unida á Lima y á su principal puerto p o r el
ferrocarril t r a s a n d i n o .
En la región de P u m a g r a n d e y P a c o c o c h a ,
p r ó x i m a s á las líneas férreas, el a c a u d a l a d o mi-
nero Lizandro A. P r o a ñ o , posee cerca de doscien-
t a s pertenencias y una fundición á veinticinco
kilómetros de las minas, con c a p a c i d a d de dos-
cientas cincuenta toneladas que, d a d a s nuevas
instalaciones, pueden subir hasta quinientas.
Esas minas son notables p o r lo c o n t i n u a d o de
su mineralización y sus afloramientos son visi-
bles en más ele d o s mil metros de l a r g o , con u n a
potencia mínima de un metro cincuenta. Las
cantidades de metal puestas en presendia p o r los
t r a b a j o s efectuados, pueden apreciarse en m á s
de un millón quinientas mil toneladas, siendo las
leyes de estos metales, p o r término medio de
1 2 % de cobre; 1 4 m a r c o s de plata; 2 4 % de p l o -
m o ; y cierta cantidad de o r o n o despreciable.
H a b i e n d o s a b i d o el señor P r o a ñ o que existía
un cable-carril en la Argentina, emprendió viaje,
a c o m p a ñ a d o del j o v e n ingeniero señor N o v o a .
Nuestro c o m p a t r i o t a y a m i g o , el n o t a b l e in-
geniero Julio F i g u e r o a , facilitó al señor P r o a ñ o
c u a n t o p o d í a necesitar de la dirección de ferroca-
rriles argentinos, y se t r a s l a d ó así á la Rioja.
— 225 —
El traj^ecto de treinta y cinco k i l ó m e t r o s que
recorre el t r a n s p o r t a d o r aereo y su inmensa ele-
vación, no podían menos que exitar la curiosi-
d a d de la m a y o r í a de los p o b l a d o r e s de Chileci-
t o , que creían m u y expuesta la travesía de p a s a -
jeros, pero el Sr. P r o a ñ o t o m ó la poseción de la
primera v o g o n e t a , y no t a r d a r o n en seguirle, c o n
intrepidez, sus c o m p a ñ e r o s que fueron l a n z a d o s
al espacio. En el t r a y e c t o de la primera á segun-
d a estación, el terreno sobre el eme corre el cable
es lo suficientemente plano, c o m o p a r a que la
v a g o n e t a pueda estar suspendida de seis á diez
metros del suelo: la subida se hacede este m o d o
insensible.
Desde la segunda estación es que se puede n o -
tar, a d m i r a n d o , lo atrevido de la o b r a : el terre-
n o principia á ascender; se comienza á franquear
anchas y h o n d a s quebradas; y las v a g o n e t a s p a -
san sobre precipicios de quinientos metros de al-
t u r a p o r setecientos cincuenta de l a r g o , t r a m o
m á x i m o de la línea aerea.
Fué á partir de la segunda estación que s o -
brevino una tempestad: la v a g o n e t a suspendida
parecía un p u n t o en el espacio; los r a y o s cruza-
loan y los truenos retumbaban en t o d a s direccio-
nes. Este espectáculo, ele h o m b r e s viajando p o r
entre nubes negras; duró hasta el p a s o de un tú-
nel, de ciento cincuenta metros de l a r g o p o r cua-
t r o de a l t o . L a impresión que se experimenta á la
salida de ese túnel, es verdaderamente sensacio-
nal, porque las v a g o n e t a s son lanzadas h través
de un enorme precipicio, y el viajero se hace la
ilusión de v o l a r c o m o sujeto p o r un hilo.
L a fundición Argentina tiene capacidael p a -
ra ciento cincuenta toneladas diarias, y está
m o n t a d a á la moderna; se t r a t a allí los minera-
les empleando la cal para la fundición piritosa:
con objeto de e x p o r t a r barras de cobre, c o n le-
T. V4 -s. 2 5
- 226 -
yes en o r o y plata, se está m o n t a n d o una planta
de refinación, c o m p u e s t a de convertidores a p r o -
piados.
L a empresa m á s i m p o r t a n t e que existe en
esa región es The Famatina Developmeiit Cor-
poration, cuj^o hábil gerente es M r . Arthur T o -
m a s . El t r a n s p o r t e de t o n e l a d a es de c u a t r o
veinte.
Según el ingeniero N o v o a , es enorme la c a n -
tidad de mineral de o r o , p l a t a y cobre que encie-
rra F a m a t i n a ; las leyes en término medio, pue-
den estimarse en seis p o r ciento cobre; veinticin-
c o g r a m o s de o r o y quince onzas de plata p o r t o -
nelada: la región minera que la empresa posee
puede calcularse en siete k i l ó m e t r o s c u a d r a d o s .
El lugar escogido para las usinas dispone de
fuerza hidráulica, p a r a su t r a n f o r m a c i ó n en ener-
g í a eléctrica y para los servicios de h o r n o s ; pu-
diendo agregar, que este lugar es de clima inme-
jorable.
A fuer de peruanos, n o p o d e m o s dejar de
agradecer las facilidades y atenciones dispensa-
das á nuestros c o m p a t r i o t a s p o r los señores D o -
minico, T o m a s , Yellio y el señor jefe de la fundi-
ción; así c o m o las atenciones sociales dispensa-
das p o r los señores d o c t o r Gonzáles, Frías, San-
tillán, ingeniero K o c . P r u d h o m e y Trellaud.
En la Universidad

UNA NOTA SENSIBLE

C o m o nuestra llegada á Buenos Aires coinci-


día con las vacaciones escolares, n o p u d i m o s sa-
tisfacer, desde el primer m o m e n t o , nuestra v i v a
ansiedad de visitar los planteles y orientarnos de
la enseñanza; pero estos se c o m e n z a b a n á abrir,
y, c o m o es natural, c o m e n z a m o s p o r la Universi-
dad, concurriendo á d o s de sus clases, que abrían
su curso, lo que b a s t a b a p a r a dar idea del bri-
llante pie de la enseñanza superior.
Se dictaban las clases de S i c o l o g í a esperimen-
tal, de 5 á 6 p o r el d o c t o r H o r a c i o Piñeiro; y la
de Historia Argentina de 6 á 7, p o r el d o c t o r Da-
vid Peña, jóvenes a m b o s y con las mejores d o t e s
de competencia p a r a dictar una clase universi-
i aria.
L l a m ó nuestra atención, desde luego, el g r a n
número de señoritas y caballeros alumnos de una
3^ o t r a clase, señoritas de 15, 18 y 2 0 a ñ o s , in-
tercaladas entre una g a l l a r d a juventud de igual
edad, y en número de ciento y t a n t o s : t o d o s y
t o d a s , elegantes, sencillamente vestidos; pues las
formas de traje p o c o significan, sino la limpie-
za, muy esmerada en este país.
— 228 —
C o m o la tarde era nublada, estaba oscura y
los b o u q u e t s eléctricos a l u m b r a b a n escasamen-
te los pasillos, iban y venían antes de abrir la
clase, en g r u p o s familiares, señoritas y caballe-
r o s , c o n tan delicada cortesía y c o m p o s t u r a , c o -
m o si hubieran sido h e r m a n o s que departían en
los corredores de su casa. No p u d o menos que
impresionarme gratísimamente aquel h e r m o s o
espectáculo, en que n o se o y e una sola p a l a b r a
descompuesta, ni se vé una manera n a d a inco-
rrecta, ni m u c h o menos se escucha lo que se lla-
m a p i r o p o s en o t r o s países: esto s ó l o b a s t a 3 s o -
r

b r a para dar idea de la cultura argentina.


El profesor Piñeiro tiene tal facilidad de pa-
labra; t a n clara manera de exponer; y tal pene-
tración de la materia, que enseña con precisión
m a t e m á t i c a , y mediante a p a r a t o s eléctricos,finí-
simos y admirablemente manejados, c o m o los fe-
n ó m e n o s exteriores son percibidos p o r los senti-
d o s , recibidos p o r el cerebro, y c o m o nace la con-
cepción y la idea: en los p r o p i o s alumnos, verifica
los experimentos; y luego les explica con tal sen-
cillez y facilidad, que b a s t a un p o c o de atención
p a r a comprenderlo y p a r a adivinar c ó m o se v a
á llegar á ese p r o d i g i o de saber que es el a l m a y
c ó m o funciona aquello que j u z g a m o s misterioso
y sobrenatural.
Q u e d a m o s e n c a n t a d o s de la lección d a d a p o r
el d o c t o r Piñeiro y hubiéramos deseado que se
p r o l o n g a r a la clase.
L a de H i s t o r i a n o s fué m á s g r a t a aún, c o m o
que encuadraba en nuestra t e o r í a política, c o m o
que decía t a n t o en p r o de la verdad y de la h o n -
radez, bases fundamentales, sin las cuales n o es
posible tener patria, en el elevado c o n c e p t o de la
frase. N o dio leccción el d o c t o r Peña, expuso el
p r o g r a m a de sus lecciones; pero al exponerlo,
puede decirse que dio una lección educativa, juz-
- 229 —
g a n d o sin pasión á los hombres, sin excluir á R o -
sas, ni á F a c u n d o Quiroga, y enalteciendo el res-
peto institunacional manifestado p o r Urquisa,
que al día siguiente en que una m i n o r í a p a r -
lamentaria le a t a c a b a furiosa, él, á esa mis-
m a minoría, en respeto á la libertad de o p i n i o -
nes, le ofrecía un banquete, sin c o a c t a r en lo me-
nor, ni traer á cuento siquiera en la conversa-
ción, nacía de lo que en el p a r l a m e n t o p a s a b a .
Después ¡ c u á n t o elogio p a r a la abnegación,
el desprendimiento, la sencillez de las costumbres
de los primeros hombres argentinos, c o n s t i t u t o -
res de este país; con que calor, con que elocuen-
cia d o c t a y con que convicción hacía realzar t a -
les v i r t u d e s !
Y n o s o t r o s a c o s t u m b r a d o s á oir que " eso es
n a d a " y que " e s o n o vale n a d a " ; que " e s o no
i m p o r t a " ; que " t o d a moralidad es r i d i c u l a " y
más a c o s t u m b r a d o s aún á repetir " ad pedem li-
t e r e " ; c o m o unos p a p a g a y o s t e x t o s de historias
estúpidas, que han vestializado una serie de gene-
raciones, sometidas al d ó m i n e g r o s e r o , t o s c o , mal-
criado: n o s o t r o s b a r b a r o s ó " p o n g o s " de una
enseñanza embrutececlora francamente que
escuchábamos a b i s m a d o s á este profesor j o v e n
y de fisonomía intelectual, de p a l a b r a convincen-
te y elevada doctrina, exponer lo que es historia
enseñanza, ejemplo, c u a d r o v i v o puesto ala vista;
siempre el mal y los malos con sus tintes s o m -
bríos; siempre el bien y los buenos con sus inmen-
sas proyecciones de luz.
A n é c d o t a s había, conclusiones expresaba,
que n o s extremecían de júbilo, y q u e r o s hubieran
hecho levantar y aplaudir con a m b a s m a n o s , ex-
c l a m a n d o : ese es nuestro ideal; eso a m a m o s con
t o d o el calor de nuestra vida: ¿ d ó n d e están los
políticos de nuestra tierra que n o vienen á oir
estas verdades d é l a nueva generación ai'gentina,
- 230 -
tan reveladoras de que alguna vez, c o m o de la
Francia, de aquí van á surgir grandes m o v i m i e n -
t o s benéficos, e v o l u t i v o s p a r a el engrandecimien-
t o de estos pueblos
Asi se l a b r a el a l m a de un m a ñ a n a ; así es c o -
m o se hace patria: las h o y señoritas y m a ñ a n a
madres; los h o y alumnos y m a ñ a n a c i u d a d a n o s
y h o m b r e s de e s t a d o , es imposible que n o h a g a n
o t r a c o s a que la felicidad Argentina.
A las siete de la noche salimos de la Universi-
dad, e m o c i o n a d a el alma, satisfecho el espíritu,
g o z o s o s con el bien de nuestros semejantes p a r a
recibir á la salida el golpe de u n a pena: la noti-
cia de la muerte de Alberto Quimper, nuestro
c o m p a ñ e r o de la Unión N a c i o n a l ! nuestro corre-
ligionario y nuestro a m i g o !
De allí n o s dirigimos á la redacción de " El
T i e m p o " , ó r g a n o del radicalismo argentino, cu-
y a s columnas n o s habían sido franqueadas, p o r
el caballeresco y noble espíritu, el de i n n a t a be-
nevolencia, C a r l o s Vega B e l g r a n o , y escribimos,
p a r a su publicación de la m a ñ a n a , el siguiente
artículo.

A L B E R T O Q U I M P E R

H o n d a sensación ha p r o d u c i d o entre los pe-


ruanos residentes en esta capital, la n o t i c i a ca-
blegráfica del fallecimiento del j o v e n d o c t o r Al-
berto Quimper.
i Era t a n bueno ! y ¡ tenía t a n t o t a l e n t o !
Ayer, P e d r o Carlos Olaechea: h o y Alberto
Quimper: c o m o si dijéramos la flor de su genera-
ción.
Alberto fué hijo del n o t a b l e publicista y j u -
risconsulto José M a r í a Quimper, uno de los me-
jores estadistas que ha tenido el Perú.
Heredero de su talento y de su temple, des-
- 231 -
de recién recibido de a b o g a d o , se hizo n o t a r Al-
berto p o r su a m o r á la libertad y su g r a n culto
á los principios.
Laintoleranciareligiosa, a b r i ó l a s puertas de
la cárcel p a r a el evangelista Penzoti; se le acusó
de p r o p a g a n d a c o n t r a la í'eligión católica, y, en
pleno siglo X I X , se le a r r o j ó á una prisión.
Alberto Quimper t o m ó la defensa de Penzo-
ti; b a t a l l ó p o r la cultura del país; defendió la
libertad de creer y de pensar, pronunció brillan-
tes discursos ante centenares de gentes que acu-
dían á los tribunales ansiosas de escuchar su pa-
labra: batió en brecha á los retóSgrados, y o b -
t u v o la libertad de su defendido.
Fué a cruel su piñmer triunfo.
Después, cuando la libertad de C u b a fracasa-
b a , cuando el g r a n Pí y M a r g a l l era el tínico que
veía claro; cuando era necesario que la opinión
americana a c o m p a ñ a r a al g r i t o de independen-
cia de aquella hermosa y nueva república, en
metín que la autoridad impidiera, Alberto Quim-
per lanzaba su palabra de f u - g o y hacía palpitar
t o d o s los corazones, al unísono de los heroicos
defensores de la nueva patria.
Tribuno popular, o r a d o r forense de reconocida
competencia Alberto Quimper de un sal-
t o , o c u p ó el pedestal de los Casos y los Cisneros.
En el sillón de un gabinete ó en la curul par-
lamentaria, era donde esta personalidad, de fá-
cil palabra, ele rara erudición y talento p o s i t i v o ,
hubiera brillado plenamente; pero, defensor siem-
pre de ideas a v a n z a d a s y de causas c o n t r a los
p o d e r o s o s y opi'esores, á medida que se extendía
el radio de su reputación en el pueblo, se estre-
c h a b a t o d o camino y se le cerraba t o d a entrada
3^ ascenso á las alturas.
No eran los g a m o n a l e s ni los o m n í m o d o s los
que iban á permitir eme un hombre de la talla de
Ouimper, hubiera p o d i d o llegar al puesto que le
correspondía.
No sabía bajarse ni adular.

WSSm

r\ i

'i w ¡Éíllíl

í.

¡ Y era tan bueno, sin e m b a r g o , y era tan t o -


lerante !
No supo aborrecer.
— 233 -
Supo perdonar, con m a g n a n i m i d a d 3^ g r a n d e -
za: las miserias de sus implacables y o d i o s o s a d -
versarios le hacían sonreír.
Formidable en la tribuna ó en la prensa, pues
h a b l a b a tan bien c o m o escribía, era afectuosísi-
m o en el t r a t o particular, y tierno c o m o un niño
en su casa.
Esto le hacía m á s grande y p a r a n o s o t r o s
m á s queiddo, porque n o es t a n t o de los sabios
c o m o de los buenos, de quienes depende la felici-
dad de estos pueblos; buenos fueron t o d o s los
hombres que constituyeron estas patrias, de lo
cual nos h a b l a b a ayer noche en su brillantísima
lección de historia argentina el elocuente profe-
sor señor David Peña; buenos y hasta humildes,
c o m o lo fué nuestro m a l o g r a d o c o m p a t r i o t a Al-
b e r t o Quimper.
Esa ha sido la escuela del mérito, que funda-
ron en el norte W a s h i n g t o n y en el sur San M a r -
tín: ese el molde en que deben volverse á fundir
, los hombres de estado, p a r a hacer renacer estas
patrias anémicas, pobres de sangre generosa en
su elemento directivo.
Nunca lloraremos lo bastante los peruanos
la desaparición de Alberto Quimper, que á los
treinta y seis a ñ o s de edad baja á la t u m b a ,
cuando le comenzaba á sonreír la vida, á l a d o
de una esposa modelo y de sus tiernos niños, que
rodeaban su cuello con sus b r a c i t o s , y cubrían
su frente de besos, esa frenta p e n s a d o r a y j a m á s
nublada p o r el crime.

T. 19 - s . 2(1
Comercio peruano-argentino

El quince de abril salió de Buenos Aires la c o -


misión comercial, con dirección á Chile, presidi-
d a p o r el señor ingeniero H u e r g o , h o m b r e de res-
p e t o y al parecer de sesenta a ñ o s . En esa misma
techa regresamos n o s o t r o s al Perú.
Si n o s o t r o s los peruanos hubiéramos tenido
que m a n d a r una comisión semejante, h a b r í a m o s
elegido un j o v e n c i t o muy peripuesto y muy á
p o n c h o , p o r ser pariente de d o n F u l a n o , y des-
pués de mil gollerías, le h a b r í a m o s enviado, ha-
ciendo mucha bulla y aplicándole, á guisa de
fiambre, unos doce banquetes.
L a comisión argentina salió sin bulla; pero
bien preparada. Esa comisión a t r a v e z ó la c o r -
dillera c o m o t o d o s los pasajeros, y llegó á Jun-
cal, primera estación chilena, donde fué recibida
p o r el ingeniero Medina, c o m i s i o n a d o de Chile,
con cortesía.; pero sin aspavientos.
N o s o t r o s h u b i é r a m o s m a n d a d o una b a n d a de
música, m u c h o s cohetes, y orden á las a u t o r i d a -
des del t r á n s i t o p a r a echar la c a s a p o r la venta-
na; es decir, antes de saber los resultados clel tra-
t a d o , allá v a n flores y festejos, p o r q u e es necesa-
rio declarar que n o s hemos vuelto fiesteros, y
que y a n o son los habitantes de P e l a g a t o s los
— 235 —
únicos que se la llevan en velorios: la epidemia ha
subido á la capital, d o n d e la J u a n b e m b a d a trae
tales j o l g o r i o s que h a s t a en la catedral e c h a m o s
el resto y p a l m o t e a m o s , mientras un o b i s p o nos
t o m a el pelo desde el pulpito, y n o s mete la p a t a
p a r a después largarse á R o m a á echarnos un
corte de m a n g a desde lo m á s a l t o del V a t i c a n o :
estamos batiendo el record del ridículo.
Repetimos estas cosas é insistimos en ellas,
porque fuera se n o s vá teniendo y á p o r los úni-
cos de calilla.
Decimos que la comisión argentina llegó á
Juncal, que allí la recibió el c o m i s i o n a d o chile-
n o , que allí a l m o r z ó en la mesa c o m ú n de p a s a -
jeros, y que n o h u b o c h a m p a g n e ni discursos; el
señor H u e r g o t o m ó a g u a de Manantiales, que es
a g u a mineral chilena, y lo m i s m o sus d o s j ó v e -
nes c o m p a ñ e r o s , porque á l a d o de la experien-
cia se suele c o l o c a r en la Argentina á la juventud
inteligente y bien p r e p a r a d a .
A guisa de curiosidad trascribiremos, según
c o m e n t a r i o chileno, el " m e n ú " de la c o m i d a de
Juncal.
Ensaladas: n o había.
S o p a : a g ü i t a tibia, con p e d a c i t o s de p a p a s
y carnesita.
Alverjitas saltonas; (es decir, rebeldes al te-
nedor y á los dientes).
Beafteack: un t r o c i t o de carne cuyana, recién
t o r e a d a , bastante b r a v a , a c o m p a ñ a d a c o n p o -
r o t i t o s á la cordillera (es decir e r u d i t o s ) .
Café de buena clase, pero h e l a d o .
Vino, de diversas marcas á c u a t r o pesos b o -
tella.
Cigarros: los que l l e v á b a m o s .
El t r a t a d o que v á á pactarse n o s parece
que n o será de g r a n trascendencia; m á s lo cree-
m o s Un p a s o político que un verdadero eslabón
— 236 -
e c o n ó m i c o , porque los vinos que es el artículo más
noble chileno, no irán, p o r cierto, á a n o n a d a r
la gran p r o d u c c i ó n de M e n d o z a , que s o l o de vi-
n o s m a l o g r a d o s de última cosecha tiene quince
mil bordalesas. Después del v i n o n o a l c a n z a m o s
á ver que gran artículo chileno pueda tener cabi-
d a en la Ai-gentina: será el salitre; pero son tan
fértiles y tan vírgenes t o d a v í a las tierras argen-
tinas, que p o c o salitre han de necesitar; y si lo
necesitan será c o m o u n o el beneficio que Chile re-
ciba y será c o m o ciento el de la Argentina, p o r -
que con tierras facilísimas de labrar y veinte mil
brazos p o r mes para meter a r a d o , aumentará la
expoi'tacíón, subirá el nivel e c o n ó m i c o y crecerá
el r a n g o nacional.
Nos parece llegado m o m e n t o de decir d o s
palabras acerca de las simpatías chileno-argen-
tinas.
No h a y tales simpatías: es un afecto diplo-
m á t i c o : ni los argentinos pasan c o n g u s t o á los
chilenos; ni muchísimo menos estos t r a g a n á los
argentinos: los primeros tienen el orgullo de su-
perioridad, y los últimos la ambición y rencor
con tendencias á predominio m u y mal disimula-
d o : ¡ c u a n t o les pesa n o haberse ido á las m a n o s
en la é p o c a en que la Argentina no estaba pre-
p a r a d a ! " ese fué nuestro error " repiten sin b o -
zo militares y d i p l o m á t i c o s .
N o hay, entre t a n t o , en la Argentina deseo
ninguno de expansión: sus ideales son o t r o s , o t r o
el f o n d o de su carácter, o t r a su alma: la civiliza-
ción y el p r o g r e s o tienen que esperar a l g o más
noble de este pueblo.
Pero v a m o s a h o r a al p u n t o que m á s nos in-
teresa: la posibilidad de algún comercio entre el
Perú y la República Argentina.
¿Puede existir ese c o m e r c i o ? ¿Cuáles son
los artículos que lo pueden constituir?
Nada hay imposible, c u a n d o los h o m b r e s se
preocupan con sinceridad de una c o s a , responde-
m o s á la primer pregunta: y en c u a n t o á la se-
gunda, algo podremos anotar.
¿ P o r qué n o hay n a d a ? P o r la sencillísima
razón de que " n a d i e " se o c u p a de estas c o s a s ,
nadie se o c u p a en la tarea i n g r a t a de investigar
de ver y de informar, p r o p o n i e n d o c o m b i n a c i o -
nes y ensayos que pueden abrir los o j o s de nues-
t r o s productores, estimulándolos y a y u d á n d o l o s .
Las carnes, p o r ejemplo, pueden venir las
congeladas, pero c o n frigoríficos en el C a l l a o é
instalaciones especiales en L i m a ; y las reses en
pié también pueden venir, desde que t r a í d a s á
Iquique p o r prueba, el éxito ha sido inmejora-
ble. P o d r í a m o s traer igualmente o t r o género de
g a n a d o y o t r o s p r o d u c t o s ; pero que se r e t o r n a ?
M a t e r i a es esta de investigación seria, enco-
m e n d a d a á gente a p t a .
Nuestro aguardiente h a sido d e r r o t a d o p o r
el aguardiente chileno, y este asunto tiene su his-
toria.
El instroductor comenzó á expender el pisco
con este n o m b r e ; pero el aguardiente chileno se
empezó á vender c o n el m i s m o ; el peruano recla-
m ó título p a r a él s o l o usar el n o m b r e , pero el
chileno se o p u s o á esa concesión de m a r c a , ale-
g a n d o que " p i s c o " era título general de aguar-
diente. L a cuestión fué á los tribunales, y se hi-
zo c a r g o de la defensa del chileno el a b o g a d o
Estanislao Zevallos, h o y ministro de Relaciones:
se declaró genérica la p a l a b r a pisco, p o r más que
en la defensa salió á relucir h a s t a nuestro tradi-
cionista P a l m a , defensa eme hizo nuestro c o m p a -
t r i o t a industrial en persona.
No fué la calidad sino la argucia que triunfó
y de aquí que Chile expenda sus m a l o s aguar-
dientes con el n o m b r e de Pisco, y eme sea quien
— 238 —
a d o r n a d o con ese falso t í t u l o , se h a y a a d u e ñ a d o
de la plaza. Quien sabe si un p o c o de apoj^o al
buen industrial peruano, hubiera hecho variar el
fallo; ¿ p e r o quien se o c u p a de estos a s u n t o s ?
N o p o d r í a m o s precisar las condiciones del
café; pero si p o d e m o s decir que el que se vé en
Buenos Aires, el c o m ú n es m a l a s o y que la chico-
ria es general. En el Perú tenemos café sobresa-
liente.
L o s s o m b r e r o s de p a j a blanca p a r a h o m b r e s
v señoras es de uso generalizado, v se venden los
finos desde 1 0 0 á 2 0 0 , 4 0 0 , 5 0 0 y 8 0 0 pesos (la
libra esterlina vkle once pesos) ¿se llevan s o m -
breros del Perú ? No lo sabemos. ¿Qué clase y
cuál sombrero sería posible introducir?
Un h o m b r e que ha i d o á ver las cosas al vue-
lo, c o m o n o s o t r o s , n o lo puede decir: s o l o p o d e -
m o s picar p u n t o .
P o n c h o s de vicuña, bufandas de vicuña pue-
den también tener expendio.
Ojalá n o s fuera posible enviar nuestra fruta
porque la que se c o m e , e x c e p t o la u v a , es simple-
mente m a l a : la pina, la p a l t a , la chirimoya, la
manzana, h a s t a el p l á t a n o es m u y mediocre pa-
ra la fruta se necesita ciencia y g u s t o . Nues-
tras conservas l a s d e almíbar, l a s d e caja, las azu-
caradas y secas regalarían el p a l a d a r argentino,
pero en envases pintorescos, p r o v o c a t i v o s , ele-
gantes, arreglados con g u s t o , pi'esentados c o n
arte.
¿ P e r o quien estudia estas c o s a s ?
A Chile mismo ¿ de donde vá p l á t a n o s ? Del
Ecuador que está más lejos.
En Chile j a m á s se teje s o m b r e r o s de paja
blanca y n o o b s t a n t e en el A m a z o n a s , M a n a o s ,
etc., el s o m b r e r o de p a j a peruano se vende c o n el
n o m b r e de s o m b r e r o de Chile, y es el único que
se c o n o c e ¡ á t a n t o llega nuestro descuido!
— 239 -
Un artículo n o entra en parte alguna sino es
á fuerza de fatigas de particulares y de g o b i e r n o s ;
así se han a p o d e r a d o los chilenos de las plazas
de Centro América, p a s a n d o p o r delante de nues-
tras b a r b a s .
L o mismo sucede en la Argentina: s o m o s des-
c o n o c i d o s en su comercio, c o m o s o m o s descono-
cidos en su sociedad.
Otro de los artículos explotables desde Iqui-
que hasta Buenos Aires sería nuestras a g u a s mi-
nerales las " l e g í t i m a s , "
L a cuestión está en estudiar, calcular y fijar-
se mucho en lo p r o v o c a t i v o de la presentación.
También tendría éxito las aceitunas de U o ; pero
teniendo presente que el artículo p u e d a ser lleva-
d o sin interrupción, pues en la Argentina acredi-
t a d o un p r o d u c t o se arraiga poderosamente y se
hace de c o n s u m o incesante: sise lleva un artículo,
se acredita y se suspende de p r o n t o se le sostituye.
Quien sabe si v o l v a m o s á t o c a r o t r a vez este
t ó p i c o , planteándolo b a j o o t r o aspecto, y buscan-
d o para el Perú o t r a salida, porque allí d o n d e no
se nos odia y donde florece u n a c u l t u r a intensa, es
donde debemos acudir c o m o á la fuente clara, p a -
ra satisfacer nuestra sed de adelanto: no es posi-
ble a b a n d o n a r el porvenir de este país, que n o tie-
ne porque permanecer a r r i n c o n a d o , empequeñe-
cido y decadente, haciéndose acreedor á la in-
diferencia de los más, cuando u o al ludibrio de
todos.
ÍNDICE

El p o r qué de algunas candidaturas (nego-


cito redondo) 5
C o m o son a l g u n o s ministros 12
Vista de la ciudad de P e l a g a t o s .. 17
Las rebuscas de un Subprefecto 18
Remedios caseros 46
L a Municipalidad de P e l a g a t o s 50
El correo 53
L a s escuelas 62
L o s panteones 67
El r o c o t o 70
Un socio de Beneficencia 73
Cocinas y cocineros 78
Pascanas 83
Juan Pichón {Poder Judicial) 89
L o s hijos de l o s indios 103
L a mujer en el interior 106
T i p o s de imprenta 111
Soplones de p l u m a 129
L o s extranjeros de a g u a dulce 132
Viaje á la Argentina 135
— 242 —
Arica 150
El último cumpleaños de Grau 154
Pisagua 157
Iquique 160
Antofagasta 165
Coquimbo 167
Valparaíso 170
Viña del M a r 173
De V a l p a r a í s o á B u e n o s Aires 177
L a t u m b a de San M a r t í n 187
L a n o t a triste 196
Ganadería y forrajes 202
El p a t r i a r c a de los p o e t a s argentinos 215
En la Universidad 227
A l b e r t o Quimper 230
Comercio Peruano-Argentino 234
1102816794

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