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Clase 5
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Temas: la dinámica entre los débiles y los fuertes. Zarathustra como aquel que anuncia el
ideal. Übermensch (superhombre) y eterno retorno de lo mismo. El ciclo de las tres
transformaciones: camello, león y niño. Creación de nuevos valores de una filosofía del
“mediodía”. Temporalidad circular nietzscheana versus temporalidad líneal cristiana.
▪ Así habló Zarathustra es un texto de 1885. Allí Nietzsche prosigue con su revuelta contra
la concepción filosófica totalizadora y su querella al denominado nihilismo. La clave será
la vida como voluntad de poder: afirmar la vida será, en consecuencia, afirmar el mundo.
Los débiles serán aquellos que odian la vida, los fuertes los que la aman. En el
Zarathustra, el filósofo anuncia su ideal al que llama Übermensch traducido como
superhombre o ultrahombre. Aquí las claves serán tres: la afirmación de la vida, la
voluntad de poder, el eterno retorno de lo mismo. El superhombre es una conducta activa,
creadora y espontánea versus la conducta reactiva, impotente y falsamente crítica. El
superhombre crea valores nuevos que se oponen a los del hombre ascético del nihilismo.
En el prólogo Nietzsche anuncia la muerte de dios y predica la llegada en tono profético
del superhombre. Zarathustra a los 30 años se retira a la montaña a meditar e invierte a
Jesús que a la misma edad comienza su prédica.
▪ En el primer discurso Zarathustra anuncia las tres transformaciones del espíritu: del
camello al león al niño. El camello es aquel que carga los viejos valores reactivos y
resentidos. Su pasaje al león implica el dejar la posición de carga para ser señor del
desierto (aquí la frase “El desierto avanza” en connotación) pero la real transfiguración
arriba con el niño que es aquel que crea nuevos valores desde el sí, desde la afirmación.
Dice Nietzsche: “Los dioses han muerto y ahora queremos que viva el superhombre”. El
niño en el espejo es aquel que plantea que donde hay voluntad hay vida. La frase “solo
creería en un dios que supiera bailar” también marca el pasaje del abandono de la filosofía
del martillo para llegar al mediodía del fluir. Precisamente, la filosofía del eterno retorno
de lo mismo es el imperativo nietzscheano del “gran mediodía de la tierra y los hombres”
donde se liberan al pantha rei heraclíteo, donde se da cuenta de lo permanente del cambio.
▪ La vida, de este modo, no es otra cosa que voluntad de poder, es guerra, es oposición, es
afirmación y negativo al mismo tiempo. El mundo es caos sin finalidad, es lo orgánico.
El mundo en sí mismo, para Nietzsche, no tiene justificación más que estética, es decir,
como fábula, como ficción, como obra de arte. Entre esta tensión que se da a partir de la
relación vida – mundo es que se visualizan dos fuerzas en pugna. El Übermensch es el
espíritu libre, el genio, el individuo, la racionalidad al servicio de la vida. El
aristocratismo nietzscheano no es de sangre ni de Edad de oro, ni plutócrata ni nobiliario
ni de cargos del poder. Es una aristocracia de estilo, de excepcionalidad. El superhombre
será aquel que encarne la distinción, el gran estilo, la gran salud, la curación del nihilismo
platónico – cristiano. La moral de señores que postula Nietzsche la veremos más adelante
en oposición a la moral de esclavos (resentidos). Precisamente, su proyecto filosófico no
será sino esta estipulación del diseño del hombre en su vitalismo trágico.
Bibliografía F. Nietzsche:
(1992) Así habló Zarathustra, traducción de Juan Carlos García Borrón, Barcelona: Planeta
Agostini.