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Revista Philosophica 51

Vol. 30 [Semestre II / 2006] Valparaíso


(51 - 63)

PARADOJAS DEL NIHILISMO Y LA VOLUNTAD DE PODER.


ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO DE NIETZSCHE*
Paradoxes of nihilism and the will to power.
Currency of Nietzsche's thought.

MARTA DE LA VEGA
Departamento de Ciencias Sociales
Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela.
martade_la_vega@yahoo.es

Resumen
Este artículo analiza el concepto de "nihilismo" desde la perspectiva de Nietzsche,
como fenómeno propiamente contemporáneo y característico de la cultura europea.
Con este propósito, se distingue entre el nihilismo activo y el pasivo realizando una
proyección de éstos hacia el ámbito político. Se ve cómo esto prepara el terreno para
que la transmutación de los valores pueda al fin realizarse y tenga lugar el advenimiento
del último hombre. Finalmente, se muestra que Nietzsche toma el instinto metafórico
fundamental que caracteriza al hombre como el punto de partida para construir una
verdadera civilización.
Palabras clave: Nietzsche, nihilismo, valores, superhombre, voluntad de poder.

Abstract
This article analyses the concept of "nihilism " from Nietzsche's perspective, as a typi-
cal contemporaneous phenomenon and characteristic of European culture. With this
purpose, the active nihilism is distinguished from the passive, making a projection of
these into the political field. This prepares the ground for the transmutation of values
and the advent of the last man. Finally, it shows that Nietzsche takes the metaphorical
fundamental instinct typical of man as the starting point to build a true civilisation.
Keywords: Nietzsche, nihilism, values, superman, will to power.

Nietzsche es consciente del carácter de corte que vive su época. Pero


al hacer la crítica de su tiempo no puede ignorar el carácter ambiguo de la
"modernidad". Por consiguiente, se pregunta si esa sensación de sin razón y
de absurdo de hoy no anunciará más bien un formidable paso adelante, dado
que son los mismos síntomas que podrían ser interpretados en el sentido del

* Recibido en abril de 2007


52 MARTA DE LA VEGA / PARADOJAS DEL NIHILISMO Y LA VOLUNTAD DE PODER

1
rebajamiento y de la fuerza". Dice:

"Todo crecimiento abundante trae consigo efectivamente una formidable


fragmentación y un deterioro: el sufrimiento, los síntomas de la degene-
ración pertenecen a las épocas que dan un enorme paso adelante; todo
movimiento de la humanidad fecundo y poderoso ha creado, al mismo
tiempo, un movimiento nihilista.
En determinadas circunstancias, ese sería el indicio de un crecimiento
incisivo y de primera importancia, el indicio del tránsito a nuevas condi-
ciones de existencia, si viéramos expandirse en el mundo de las formas
2
extremas del pesimismo, el nihilismo verdadero".

En efecto, el nihilismo, fenómeno esencialmente europeo, que se extien-


de a escala planetaria, representa la conmoción de una determinada noción

1
Jean Granier ha analizado muy bien el problema de la distinción entre el fenómeno
de la decadencia y el nihilismo. El propio Nietzsche había subrayado netamente
esta diferencia al precisar el tipo de relación que mantiene el nihilismo con la deca-
dencia. Cfr. NIETZSCHE, Der Wille zur Machí, Sämtliche Werke in Zwölf Bänden.
Stuttgart: Alfred Kröner Verlag, 1964, Band IX, L. I, § 43 : "El nihilismo no es una
causa sino una consecuencia lógica de la decadencia". Y Granier dice: "El desfase
entre el fenómeno de la Decadencia y el Nihilismo es tanto más neto cuanto que en
su estado primitivo la Decadencia es para Nietzsche un fenómeno que pertenece
a la normalidad de la vida". Cfr. GRANIER, J., Le problème de la verité dans la
philosophie de Nietzsche. Paris : Le Seuil, 1966, p. 246. Por lo tanto, "no es que la
decadencia, el declive, la degeneración sean condenables en sí mismos; hay en ellos
una consecuencia necesaria de la vida, del crecimiento de la vida. El fenómeno de la
decadencia es tan necesario como cualquier otro fenómeno de ascensión y de avance
de la vida; no tenemos el poder de suprimirlo". NIETZSCHE, Der Wille zur Macht,
Ed. cit., § 40 y 4 1 . Ibid., § 70, p. 108.
2
NIETZSCHE, Der Wille zur Macht, Ed. cit., § 71, p. 108; en adelante WM. En espa-
ñol sólo estaba disponible la edición, ahora mejorada con una nueva edición titulada
La voluntad de poder, que corrige algunos de los contrasentidos que se produjeron
desafortunadamente por errores de traducción, en la versión que hemos utilizado,
titulada La voluntad de poderío. Prólogo de Dolores Castrillo, traducción de Aníbal
Troufe. Madrid: ediciones EDAF, 1981, § 594. En adelante, los aforismos citados de
esta obra, postuma (que no fue armada por Nietzsche, aunque sean suyos los textos
y el Esquema de la obra), tendrán K después del número para indicar la edición de
Kröner, y cuando sea el caso, su correspondiente numeración en español, seguida
de E para indicar EDAF, pues los números de los aforismos no son coincidentes. La
edición definitiva de Colli y Montinari, que dejó establecidos los textos de Nietzsche,
devolvió los aforismos ordenados en la Voluntad de Poder al estado en que los dejó
Nietzsche, de Fragmentos Póstumos, T.XII. Por razones prácticas, hemos adoptado
las referencias arriba señaladas. Sin embargo, ha sido fundamental para nosotros la
edición establecida por G. Colli y M. Montinari de los textos de Nietzsche en Werke.
Kritische Gesamtausgabe, Berlin-New York: Walter de Gruyter, 1967 sq. traducido
al francés bajo el título Oeuvres philosophiques complètes. 18 volumes. Paris: Ga-
llimard, 1968-1997, a la que también recurrimos cuando fue necesario, señalándolo
como FP (fragmentos póstumos), tomados de Oeuvres philosophiques.
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de la esencia humana y de una "visión del mundo" que Nietzsche entiende


como el descubrimiento de la "muerte de Dios". Dice:

"Vemos llegar la contradicción entre el mundo que veneramos y el


mundo en que vivimos, el que somos. Nos resta o suprimir nuestra
veneración, o suprimirnos a nosotros mismos. El segundo caso es el
3
nihilismo".

Éste sería en realidad insuperable en el momento en que, con el aniqui-


lamiento de los valores transcendentes al hombre, el hombre se rehusa al
mismo tiempo a la transcendencia de su deseo, es decir, a pretender supe-
rarse a sí mismo. En este caso, su voluntad no es nada, menos aún, quiere la
nada. Es la imagen extrema del "último hombre", para siempre congelado
en la soledad de su errancia sin dios. Dicho de otro modo, es también la
muerte del hombre. Porque para Nietzsche, incluso ante el vacío, hay que
4
querer siempre, pues "querer libera...".
Por eso Nietzsche considera que el pesimismo presente simplemente
acusa a la vida y dice no a la vida porque ella es cruel, exuberante, animada
de un deseo de devenir donde el amor y la muerte se encadenan. En cambio,
hay un pesimismo de la fuerza que no permite ni las falsificaciones de la
vida por las ideas ni los eufemismos, ni la ficción de la Moral por miedo a
la vida o rechazo a su voluptuosidad, al horror, a enfrentar el fondo dioni-
síaco de ésta, metáfora de todo lo que es, de lo ente en total. Un pesimismo
que es, a pesar de todo, lo bastante fuerte para decir sí al mundo, a la tierra,
a la vida, a la suerte del hombre.
Habría que concebir más bien la realidad tal cual es: porque es de ese
modo solamente como el hombre puede tener grandeza. Eso significa que
acepta que la realidad del mundo es trágica, hecha de angustia y de sufri-
miento; de grandeza y heroismo; de lo torvo y lo sublime. Por eso dice Nie-
tzsche: "considerar en general las calamidades de toda especie como una
5
objeción, como algo que hay que suprimir" es otro signo de decadencia.
Sin embargo, ésta es la situación que encuentra en Europa:

"La Europa de hoy es rica sobre todo en excitantes; parece que nada le
fuera más indispensable que los estimulantes y los aguardientes: de ahí
también esa basta falsificación del ideal, ese aguardiente del espíritu: de
ahí también esa atmósfera repugnante, corrompida, cargada de falsedad

3
Ibid.,p. 31.
4
NIETZSCHE, Ainsi parlait Zarathoustra. Trad. Maurice Betz, Paris : N.R.F. 1947,
p. 325. F. Nietzsche, Also sprach Zarathustra, en adelante Za/ZA., en: NIETZSCHE,
Werke. Kritische Gesamtausgabe, Berlin-New York: Walter de Gruyter, 1967 sq.
traducido al francés bajo el título Oeuvres philosophiques complètes. 18 volumes.
París: Gallimard, 1968-1997.
5
NIETZSCHE, Ecce Homo. Sämtliche Werke, Ed. cit., pp.168-150.
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6
y de pseudo-alcohol que se respira en todas partes".

Por añadidura, todo esfuerzo dirigido hacia la conquista de la igualdad


le parece a Nietzsche nihilista. Dice:

"Cuando una especie decadente de hombres ha ascendido al rango de


la especie más alta, ella sólo ha podido elevarse así en detrimento de la
especie contraria, la de los hombres fuertes y seguros de la vida. Cuando
el animal de rebaño resplandece en la claridad de la virtud más pura,
el hombre excepcional es rebajado forzosamente a un grado inferior, al
mal. Cuando la mentira a cualquier precio acapara la palabra "verdad"
para hacerla entrar en su óptica, el hombre verdaderamente verídico se
7
encuentra designado bajo los peores nombres".

De esta manera, incluso los hombres superiores son empujados al nihi-


8
lismo, comprendido éste solamente como "la lógica de la decadencia" . Por
lo demás, Nietzsche piensa que la decadencia no es en sí misma condenable.
No tenemos el poder de extirparla, porque el fenómeno de la decadencia es
tan necesario como cualquier otro fenómeno de ascensión y de avance de
la vida. El gran peligro estriba en la expansión planetaria de este fenómeno,
en la contaminación de los individuos que quedan sanos. Ahora bien, ésa es
justamente la catástrofe que se ha producido en el transcurso de la historia
de la humanidad, preparando de esta manera la victoria de los débiles sobre
los fuertes y. las vías al nihilismo. En efecto, las metas de la "civilización"
se han impuesto en detrimento de la "cultura" verdadera, ocasionando un
desequilibrio grave entre el instinto descendente y el instinto ascendente de
la vida; es decir, entre la voluntad de poder nihilista y la voluntad creadora.
Ahora bien, lo que se ha considerado hasta el presente como los valores
superiores, la filosofía, la religión, la moral; el arte entendido como "imi-
tación de la naturaleza", la belleza "como lo que es conforme a la razón",
son en el fondo formas decadentes de la humanidad. La tendencia contraria
sería, por una parte, la del arte, en cuanto valor supremo, como mito trágico
y, por otra parte, la del hombre afirmador de la existencia entera, el creador.
Pero este último no puede concebirse justamente sino como aquél que es
anti-moderno por definición y que se opone a la imagen del hombre actual,
del "último hombre", del "hombre bueno".
En esta perspectiva, el nihilismo es la consecuencia ineluctable del
idealismo metafísico, a saber: suponer que lo "verdadero" y el "bien"
son idénticos, porque esta equivalencia implica una negación de la vida.
Para trastrocar tal evaluación, determinante en el pensamiento occidental,

6
NIETZSCHE, Genealogía de la moral, Sämtliche Werke, Ed. cit. III, § 26, p. 277.
7
NIETZSCHE, Ecce Homo, Ed. cit.
8
NIETZSCHE, La voluntad de poder, WM/VP, I, § 74, y en trad. Henri Albert,
Mercure de France, Paris, 1903, p. 113. También, I, § 43.
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habría que romper, por tanto, toda interpretación moral del Ser y repensar
9
la esencia de la verdad, como bien lo ha señalado Jean Granier . Pero el
nihilismo es también la consecuencia de una degeneración de la vida, de
un debilitamiento, es decir, un estado patológico. Más precisamente aún, la
decadencia llevada al límite se transforma al punto en nihilismo.
El nihilismo resulta, por consiguiente, cuando "los valores superiores
se deprecian", cuando "falta la meta", porque a decir verdad, "la síntesis
de los valores y de los fines (sobre los cuales reposa toda cultura sólida) se
10
descompone..." . Ahora bien, el nihilismo debe ser tomado como un estado
patológico intermediario. Por eso el "último hombre" es también necesario:
sin esta degeneración no habría progreso de la especie humana. Es por eso
que el nihilismo se presenta igualmente escalonado en varios grados.
Tenemos, por una parte, el nihilismo pasivo del "último hombre",
sometido ciegamente al engranaje de una sociedad progresivamente "uni-
formada" y por eso más fácilmente controlable y controlada por el Estado.
Ahora bien, la mecánica del poder así ejercida acompaña a la inmovilidad
de estas "sociedades perfeccionadas", y a la agonía de la libertad, en el
gregarismo sin salida de los "hombres-rebaño", en el conformismo organi-
zado de las "ciudades perfectas". El nihilismo pasivo expresa los "valores
de los extenuados", de los hombres "domesticados". Es el hombre incapaz
de soportar su dolor ante el deterioro de los valores, y a la vez incapaz de
crear valores nuevos.
Por otra parte está, según Nietzsche, el nihilismo activo, como el que
proviene de los movimientos de la social-democracia que pretenden ser
revolucionarios. Ahora bien, en realidad, no son sino los últimos destellos
de una moral de débiles ya degenerada por veleidades políticas. El nihilis-
mo alcanza aquí su máximo de fuerza relativa bajo un aspecto violento y
destructivo, porque se trata de la fuerza de los "desheredados" y los deca-
dentes; el nihilismo de aquéllos que no tienen nada que esperar puesto que
con la muerte de Dios les quitan también su último consuelo. Dicho de otro
modo, el nihilismo activo es el de los rebeldes sin esperanza, de los hom-
bres "condenados" por la vida. Sus reacciones no son más que la agitación
desesperada de los moribundos antes de que todo se extinga para ellos. Pero
esto es necesario para despejar el terreno donde Zaratustra llevará a cabo
su tarea, "una vez que la lucha de clases termine" dice Nietzsche. Él tiene
presente aquí su imagen del "socialismo" como un extremo nihilismo, un
humanitarismo decadente de raíz cristiana. En efecto, la tiranía de las masas
se impone con su "injusta justicia", porque esos débiles son incapaces de
reaccionar fuera de todo finalismo, desde el momento en que "la especie

9
GRANIER, Jean, op. cit., pp. 279 y ss.
10
NIETZSCHE, La voluntad de poder, WM/VP, I, § 36 y trad. H. Albert, I, p. 34.
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superior falta, aquélla cuya fecundidad y capacidad inagotables mantienen


la creencia en el hombre"."
Sin embargo, este nihilismo es una forma preparatoria de lo sobrehu-
mano. El "último hombre" es por un lado iconoclasta, es decir, "el más feo
de los hombres", quien asume la ausencia de Dios, pero quien previene a
Zaratustra de prohibirse cualquier clase de piedad, porque reconoce que su
camino no conduce a ninguna parte. No es su sendero el que se habrá de
tomar para encontrar un claro. Por otro lado, el "último hombre" sirve de
puente hacia lo sobrehumano. Son entonces los filósofos-artistas quienes
preparan, por medio del adiestramiento y la selección, el advenimiento del
genio del pueblo y, por consiguiente, la llegada de lo "sobrehumano". Pero
el nihilismo más desesperado es el del tiempo presente. Con el derrumbe
de los valores interpretamos lo que queda como "sin valores", cuando en
realidad es una mediación esencial para una transmutación de los valores y
para llevar a cabo positivamente la superación del nihilismo.
En efecto, Nietzsche vive la angustia de su época como una necesidad
histórica para abrir la vía a una transvaloración activa y querida. Porque
solamente si cambian nuestros juicios de valor podemos cambiar nuestras
condiciones de existencia. En esta perspectiva el fenómeno de la decadencia
está esencialmente vinculado al fenómeno mismo de la vida. Ahora bien, la
vida se exterioriza como Voluntad de Poder y tiende sin cesar a acrecentar-
se, a multiplicarse. Por esto, el nihilismo verdadero significa para Nietzsche
el anuncio de una formidable esperanza. La del renacimiento de hombres
superiores, con el nacimiento de un nuevo tipo de voluntad de poder que
sea afirmativa y creadora. Dice Nietzsche:

"Porque ¿por qué es necesario el advenimiento del nihilismo? Porque


nuestros valores anteriores en sus últimas consecuencias conducen a él;
porque el nihilismo es el resultado lógico de nuestros valores y de nues-
tros ideales más altos 'porque hemos necesitado pasar primero por el
nihilismo para descubrir el valor real de esos 'valores'... Necesitaremos,
12
algún día, valores nuevos...".

En esta óptica, el nihilismo prepara el terreno para que la transmutación


de los valores pueda al fin realizarse. Ahora bien, ésta podría tomar milenios
y, además, llegar silenciosa, porque así como "las palabras más sosegadas
son aquéllas que traen el huracán, los pensamientos que guían al mundo
13
llegan en patas de palomas" . No obstante, para Nietzsche, la humanidad
no tiene una meta general que realizar. Solamente los individuos de élite
podrán lograr la liberación indispensable para superar el nihilismo, más

11
Ibid., I, § 12, y p. 55.
12
NIETZSCHE, Ibid., t. II, 1, § 10, p. 34.
13
Ibid.
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allá del bien y del mal, es decir, más allá de la clásica tradición humanista.
En efecto, toda "transcendencia moral" implica una "depreciación de la
naturaleza". Para Nietzsche un fin moral supone una imagen general que
nos hacemos del hombre; debemos descubrir los "individuos" poderosos y
encontrar en un nuevo orden social una jerarquía determinada por la fuerza
14
esencial de los instintos propios de los hombres superiores, a saber, los
"genios", llamados más tarde los "espíritus libres", capaces de realizar el
querer colectivo de los pueblos.
De manera que parece cierto que Nietzsche interpreta históricamente
al hombre moderno como un fin, como el fin de la metafísica y del cristia-
nismo, como el fin de un movimiento filosófico, moral y espiritual de más
de dos mil años, como el fin de una valoración y de un cierto tipo. En este
sentido, el nihilismo marca el fin de un mundo, pero es también precursor
de una nueva época. De hecho, se trata únicamente del fin de una historia:
la del domino ejercido por la "moral contra-natura" y por la metafísica
"supra-natural", instauradas en el mundo occidental a partir de Platón.
Desde el punto de vista de la "voluntad de poder", este tipo de valoración
expresa un desprecio de la vida y, por consiguiente, un estado patológico
de la Voluntad de Poder. En efecto, hasta ahora los hombres habían basado
sus juicios de valor en una moral del resentimiento. Ahora bien, esa volun-
tad de venganza representa el reverso del Ser como voluntad de poder, es
decir, la negación de la vida. El carácter sintomático de los juicios de valor
responde pues a una actitud moral, en la medida en que todos los valores
son reacciones simbólicas de la vida, según sea ascendente o descendente.
He ahí por qué, según Nietzsche:

"En verdad, los hombres se han dado a ellos mismos su regla del bien y
del mal. En verdad, no la han ni recibido ni encontrado, no les ha llegado
15
como una voz del cielo".

Al contrario, esas reglas dependen de la forma en que se toma la volun-


tad de poder como principio de vida. Por eso afirma Nietzsche:

"Nuestros juicios de valor determinan cuáles son las cosas que acepta-

14
Aquí se podría pensar que toda la construcción nietzscheana reposa en un cierto
"biologismo" en el cual se inspiró Spengler para analizar el fenómeno de la "deca-
dencia de Occidente". Por ejemplo, el "gigantismo" como un signo de degeneración
en cuanto "crecimiento hipertrofiado". Y sin embargo, Nietzsche está muy lejos
de esta actitud en extremo fatalista y pesimista, hasta tal punto que anuncia una
catástrofe insuperable para la civilización occidental. Nietzsche utiliza, desde luego,
la terminología "biologista", en boga en esa época, pero para plantear la cuestión
fundamentalmente filosófica de una nueva ontología.
15
NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, trad. G. Bianquis, P a r i s Aubier, 1968,I, p. 139.
Za/ZA, I.
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mos y cómo las aceptamos. Pero esos juicios de valor están inspirados
16
y reglamentados por nuestra voluntad de poder".

Ahora bien, la voluntad de poder ha sido nihilista por cuanto se ha


manifestado hasta ahora como una voluntad de dominación, siempre nive-
lando toda diferencia, siempre calculando, ordenando, empequeñeciendo,
aplanando todo. Su última consecuencia es la civilización "científica", el
universo técnico que destruye la vida bajo el absolutismo de la lógica, así
como hace desaparecer al hombre por la persistencia de la metafísica. En
cambio, Nietzsche concibe la voluntad de poder como una "fuerza plástica"
generadora de formas y de ritmos, cuando responde a una vida afirmativa.
Es por eso que un trastrocamiento de los valores, más aún, de la esencia
misma de los valores, es lo único que permitirá el surgimiento de una vo-
luntad libre, capaz de crear nuevos valores y de exaltar la vida. Es el crea-
dor, el legislador, el artista, y entre los más poderosos, el filósofo, creador
de categorías. Por eso, frente a los valores nihilistas de cara a la "verdad",
el arte se nos presenta como el supremo valor.
En esto consiste, en último término, la transmutación radical de los
valores y, por consiguiente, el advenimiento del "superhombre". Porque,
tan pronto como "el hombre es superado, la idea de lo sobrehumano se
17
vuelve la más alta realidad". En efecto, los valores actuales se han vuelto
impotentes para dirigir la civilización, en la medida en que la mentalidad
"civilizada" provenía de una mutilación del espíritu. Ella consistía en una
reducción opresiva de nuestros instintos esenciales, incluso si Nietzsche
reconoce que por razones prácticas, a partir de Sócrates la facultad que ha
habido que reprimir es la facultad de las imágenes. Ahora bien, hoy la si-
tuación se ha trastrocado y sería desastroso aceptar que un pueblo viva del
puro pensamiento abstracto, aunque éste sea necesario como una condición
de la existencia en medio del devenir. El pensamiento conceptual contra-
dice la multiplicidad siempre cambiante de la vida, y contribuye por eso al
debilitamiento de los instintos y a la instauración de una voluntad de poder
nihilista. Ahora hay que desarrollar un pensamiento capaz de ver la ciencia
en la óptica del arte y el arte en la óptica de la vida, a fin de garantizar la
"fuerza plástica" suficiente para superar el caos al que el pensamiento ra-
cional ha conducido a la humanidad. La creencia en la "verdad" a cualquier
precio es la consecuencia de una ilusión impuesta por ciertas condiciones de
vida. En cambio, hay que apreciar "en más la fuerza plástica, simplificado-

16
NIETZSCHE, La voluntad de poder, WM/VP, I, § 34,1, II, § 30. F. Nietzsche, Werke.
Kritische Gesamtausgabe. Berlin-New York, Walter de Gruyter, 1967. En francés:
Oeuvres philosophiques completes, Fragments Posthumes. Édition établie par G.
Colli et M. Montinari. Paris, Gallimard, 1968-1997, 18 volumes. XII.
17
NIETZSCHE, Ecce Homo, Ed. cit., "Por qué escribo tan buenos libros", 1, 6, p.
53.
REVISTA P H I L O S O P H I C A V O L . 30 ( S E M E S T R E II / 2 0 0 6 ] 59

18
ra, constructiva, inventiva..." , dice Nietzsche. El arte busca la apariencia
simplemente como una "apariencia" donde solamente de forma estética la
existencia del mundo está justificada y, por ende, estamos liberados de ella.
En cambio, la moral y el optimismo de la ciencia son igualmente falaces
porque quieren la "verdad", mientras que el arte busca la ficción en cuanto
tal, más allá de la "verdad". Nos permite modificar nuestra mirada sobre
la vida y nos ofrece la ilusión de creer posible la salvación hasta que po-
damos aprobar la vida. Éste es el sentido de lo "sobrehumano". De modo
que el arte cumple la inmensa tarea de crear la humanidad venidera. Desde
ese momento, lo imaginario se muestra "realizable" y por eso enriquece lo
real. Lo utópico deja de ser fantasmagórico para transformarse en fuerza
actuante frente al futuro, y en fuerza dinámica respecto a la práctica. Lo
"sobrehumano" aparece, a su turno, como un "correctivo del hombre" por
cuanto se sitúa más allá de la humanidad actual, que debe ser superada y
transfigurada.
Para descubrir la explicación de esta transmutación de los valores de-
bemos referirnos a la parábola de las "tres metamorfosis", expuesta en Así
]9
habló Zaratustra. El espíritu fue primero camello, luego se volvió león y
finalmente accede a la inocencia cósmica del niño. En efecto, el camello es
el hombre de la metafísica, después el león destroza esos valores estable-
cidos y aprende finalmente del niño el significado de la libertad creadora,
cuya esencia es el juego. El devenir recupera así su inocencia en el sentido
de que no hay meta, puesto que responde simplemente al juego cósmico
de la voluntad de poder en cuanto ser de la vida, siendo ésta, a su turno,
fundamento de la realidad trágica del mundo.
El "sobrehumano" es el que realiza la sabiduría trágica y hace visible los
límites de una cultura verdadera, es decir, la presencia de una "civilización
artista". Ésta estará formada "de hombres que tendrán todas las cualidades
20
del alma moderna, pero que tendrán la fuerza de transformarlas en salud".
Para Nietzsche, en efecto, las antiguas valoraciones mostraban una hosti-
lidad innata respecto a la vida. Sin embargo, no se trata de destronar los
principios del pensamiento metafísico tradicional como si fueran extraños

18
NIETZSCHE, La voluntad de poder WM/VP, II, 1, III, § 108, p. 45. F. Nietzsche,
Der Wille zur Macht, "Versuch einer Umwertung aller Werte", § 602. in: Sämtliche
Werke, Band IX, Stuttgart, Alfred Kröner Verlag, 1964, p. 413: "Este mundo perspec-
tivístico, creado para los ojos, para el tacto y para el oído, es muy falso, comparado
con un aparato sensorial aún más fino (...) ¡Somos nosotros mismos los que hemos
creado el mundo que valoriza! Reconocemos también que mensurar la verdad es ya la
consecuencia de una ilusión, y que más que la verdad, deberíamos apreciar la fuerza
que forma (constituye), simplifica, configura e inventa (imagina)...".
19
Cf. sobre este tema, el análisis realizado por GRANIER, J., Le problème de la vérité
dans la philosophie de Nietzsche, Ed. cit., pp. 287 y ss.
20
NIETZSCHE, La voluntad de poder, Ed. cit., II, 1, IV, § 573, p. 377.
60 M A R T A D E L A V E G A / P A R A D O J A S D E L N I H I L I S M O Y L A V O L U N T A D D E PODER

a la vida, sino más bien de demostrar que detrás de ese dogmatismo axio-
lógico existe ya la vida, pero una vida impotente y decadente que imponía
sus valores por el rodeo de un sistema de ficciones protectoras. En adelante,
habrá que reconocer, al contrario, que la vida requiere la ilusión y el error
para conservarse y para crecer. En este sentido, habrá que proteger la vida
contra una voluntad de conocimiento y de "verdad a cualquier precio"
obstinadas en combatir la ilusión y el error, porque responden en realidad
a una voluntad de nada.
Por consiguiente, tanto la "verdad" como la "mentira" deben ser vis-
tas bajo la óptica de la vida; el mito de la "verdad" metafísica debe ser
comprendido como una exigencia original de la vida. Al mismo tiempo,
esto significa reconocer que detrás del valor de las cosas no hay ninguna
realidad que corresponda o que haya jamás correspondido a esos valores,
sino que son, al contrario, un síntoma de fuerza en el creador de valores,
21
una simplificación útil a la vida . La "verdad" busca sin cesar "certezas"
y pretende develar detrás de las apariencias una realidad profunda. Pero lo
verdadero no podrá jamás ser demostrado. Ilusión deliberada. Error nece-
22
sario . Antropomorfismo ético. Significa ser como interpretación, como
ficción, como ilusión. No hay verdad ninguna, sino perspectivas de verdad,
valores. Condiciones para la vida.
La estética es base de la ética. Para Nietzsche: "la verdad y la mentira
23
son de orden fisiológico" . O incluso:
"...en otros términos: lo decisivo no es el puro instinto de conocimiento,
sino el instinto estético; la filosofía poco demostrada de Heráclito tiene
24
un valor artístico superior a todas las proposiciones de Aristóteles" .

Para comprender el poder de la ilusión con respecto a la "verdad"


parece necesario no seguir tratando de interpretar lo real en el horizonte
estrecho de la metafísica. En efecto, "allí donde no se puede saber nada

21
Cf. GRANIER, Jean, op. cit., p. 299.
22
NIETZSCHE, Werke. Kritische Gesamtausgabe, Berlin-New York, Walter de Gru-
yter, 1967 sq. traducido al francés bajo el título Oeuvres philosophiques completes.
18 volumes. Paris, Gallimard, 1968-1997, FP Automne 1884-automne 1885 (frag-
mentos póstumos), tomados de Oeuvres philosophiques, frag. 34 (253). "La 'verdad'
es aquella clase de error , sin el que no puede vivir cierto tipo de ser viviente de
determinada especie. El valor para la vida es lo que decide en último término". O
en la edición de Kröner: NIETZSCHE, La voluntad de poder. Der Wille zur Macht,
Sämtliche Werke in Zwölf Bänden. Band IX, WM, § 493, 488E.
23
NIETZSCHE, Das Philosophen-Buch. Le livre du philosophe. Edición bilingüe
alemán-francés. (El libro del filósofo: Estudios teóricos). Trad. Angèle K. Ma-
rietti, París, Aubier-Flammarion, 1969, § 7 1 , p. 87.
24
NIETZSCHE, Ibid., § 6 1 .
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25
de verdadero, la mentira está permitida" . El arte, que busca la apariencia
en cuanto apariencia, es por eso más poderoso que la "verdad". El instinto
de conocimiento está por tanto dominado por la imaginación, por el arte
que ejerce una función unificadora en la civilización de un pueblo: fuerza
26
mítica. No hay una verdad única . "Todo está en devenir", repite Nietzsche
27
con Heráclito: no hay "verdades eternas" , sino perspectivas de verdad
orientadas según una valoración vital, la cual no agota, sin embargo, lo real,
es decir, el devenir expresándose incesantemente de manera metafórica. La
ratio en cuanto actividad niveladora y normativa de todos los seres es una
"fuerza de superficie", dice Nietzsche; y una exigencia antropomórfica de
la existencia:

"Nuestro entendimiento es superficial... Conoce por medio de conceptos:


nuestro pensar es un clasificar, un nombrar, por tanto, algo que viene
a ser lo arbitrario humano y no alcanza a la cosa misma. Es sólo en el
cálculo y solamente en las formas del espacio en lo que el hombre tiene
un conocimiento absoluto; los límites últimos de todo lo cognoscible
son las cantidades, él no comprende ninguna cualidad, sino solamente
28
una cantidad" .

El arte, al contrario, garantiza la energía creadora de un pueblo: "Toda


fecundidad y toda fuerza motriz están contenidas en esas miradas lanzadas
29
al futuro" , afirma Nietzsche. Combate también todo finalismo, metafísi-
co o de otro orden. El esfuerzo humano por ir más allá, por trascender, no
es más que otra exigencia de la vida, es decir, del devenir, puesto que no
hay "verdad" o trascendencia objetiva más allá del hombre, o al menos
es incognoscible. La perspectiva nietzscheana es la del hombre, no la de
la metafísica. Esto significa por tanto que para superar la metafísica hay
que trastrocar también el platonismo. En efecto: Todo lo que atañe a la
metafísica parece no ser más que antropomórfico... Incluso la ciencia está
30
impregnada del antropomorfismo radical que marca a toda civilización" .
Según Nietzsche:

25
NIETZSCHE, Ibid., § 70.
26
"Todo lo que es simple, es puramente imaginario, y, claro, no es 'verdadero'. Pero
lo que es real, lo que es verdadero, no es ni uno, ni reductible a la unidad". NIETZS-
CHE, La voluntad de poder, WM, § 536K, 530E.
NIETZSCHE- Menschliches Allzumenschliches. I. MAI/HHI. Humano, demasiado
humano, trad. A. M. Desrousseaux, París, Denoël-Gonthier, Col. Médiations, 1973,
a
t.I, l p a r t e , § 2 , p. 19.
27
NIETZSCHE, Das Philosophen-Buch. Le livre du philosophe, Op. cit., § 54.
28
Ibid., § 6 1 .
29
Ibid., § 73. Ibid., § 6 1 .
30
Cfr. FINK, Eugen, La filosofía de Nietzsche. Versión española de A. Sánchez Pascual.
Madrid: Alianza Editorial, 1976, p. 163 y ss.
62 MARTA DE LA V E G A / P A R A D O J A S D E L N I H I L I S M O Y LA V O L U N T A D DE PODER

"para alcanzar una civilización necesitamos capacidades artísticas in-


auditas para romper el instinto ilimitado de conocimiento, para recrear
31
una unidad" .

Esta es la tarea gigantesca que desde sus primeros escritos hasta sus
fragmentos postumos, persiguió Nietzsche, sin tregua y sin piedad, "a gol-
pes de martillo" sobre el conjunto de valores dominantes en Occidente, para
demostrar su fracaso y su pretensión. En síntesis, no hay dimensión supra-
sensible para la metafísica. En el fondo, esta última hace el papel "de una
gigantesca ficción, de una construcción soñada que el hombre se fabrica,
de una mentira vital de la que se vale para superar su naturaleza perecedera
32
y dar a su existencia una significación infinita" . La actividad metafísica
del hombre ya no consiste en captar el ser en un "más allá" celeste, como
lo uno, fijo, inmutable y absoluto, en oposición a lo aparente, cambiante
del "más acá"; es decir, la "verdad" no puede oponerse ya al "aparecer"; lo
"supra-sensible" a lo "sensible"; el "ser" al "no ser". Porque, para Nietzs-
che, esta ruptura ontológica determinada por el dualismo metafísico no es
más que una ficción: "no hay otro ser que el devenir". Nietzsche substituye
la noción del ser por el valor: la esencia, por la interpretación; la noción
clásica de "verdad", por la perspectiva. Contra el "moralismo" cristiano,
propone una moral "natural" apta para superar las antinomias de los valores
33
que hemos puesto sobre las cosas, porque incluso la moral es "inmoral" .
Responde a ciertas perspectivas de "utilidad" impuestas por la Vida. Dado
que la actividad del hombre son sus proyectos sobre el futuro del mundo,
Nietzsche se pregunta: "...¿qué debe hacer el filósofo?", pues éste se revela
a fin de cuentas como "el médico de la civilización", y añade: "...el filósofo
34
debe reconocer lo que hace falta, y el artista debe crearlo" . Otro saber
más rico, la sabiduría trágica debe, por tanto, oponerse al impulso desen-
frenado de conocimiento para superar el nihilismo y, al hacerlo, superar
también el pensamiento metafísico. En consecuencia, dice:

"La historia y las ciencias de la naturaleza fueron necesarias contra la Edad


Media: el saber contra la creencia. Contra la Edad Media: el saber contra la
35
creencia. Contra el saber dirigimos ahora el arte: ¡regreso a la vida!" .

Con este objetivo afirmador, Nietzsche propone "la superación del sa-
36
ber por medio de las fuerzas formadoras del mito" . En efecto, Nietzsche

31
NIETZSCHE, Das Philosophen-Buch. Le livre du philosophe, Ed. cit., § 27.
32
Ibid., § 43.
33
Cfr. NIETZSCHE, Götzen-Ddmmerung, Crepúsculo de los ídolos. GD/CI, Ed. cit.,
"La moral en cuanto manifestación contra naturaleza", § 4.
34
NIETZSCHE, Das Philosophen-Buch. Le livre du philosophe, Ed. cit., § 124.
35
Ibid., § 6 1 .
36
Ibid., § 43.
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toma el instinto metafórico fundamental que caracteriza al hombre como


el punto de partida para construir una verdadera civilización. Es decir, para
dar un sentido a la cultura, que no radica en un desembocar, un término,
sino en un llevarla a su plenitud. En el fenómeno trágico, Nietzsche perci-
be la verdadera naturaleza de la realidad. Puesto que él hace de lo trágico
una categoría estética, este tema adquiere el rango de principio ontológico
fundamental, como axiología. Ya en El origen de la tragedia Nietzsche
afirmaba que la existencia del mundo no se justificaba sino en forma esté-
tica. Entre los fragmentos póstumos de la Voluntad de Poder, igualmente
sostenía que la verdad es fea y por eso, tenemos el arte para no perecer a
causa de la "verdad". El arte nos revela, en efecto, lo trágico del mundo,
de manera soportable a nuestra existencia. Con esta fórmula, Nietzsche
expresa su concepción filosófica de la realidad. En el mundo trágico hay la
ley inexorable del declinar, pero también la afirmación entusiasta de la vida
frente a la muerte y a lo aterrador. Es la visión estética, ni optimista ni pe-
simista, de la realidad y del mundo, que Nietzsche propuso para trascender
el nihilismo y una voluntad de poder negadora de la vida, y que mantiene
hoy poderosa vigencia.

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