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FERNAN MENDEZ PINTO Historia oriental de las peregrinaciones de Fernén Méndez Pinto NOTA A ESTA EDICIO La «PEREGRINAGAO® DE MENDES PINTO ¥ LA TRADUCCION bt HERRERA MALDONADO; HISTORIA DEL TEXTO CASTELLANO: 1. Diferencias entre la princeps portuguesa y la traduccién espatiola de Francisco Herrera Maldonado Redactada, al parecer, entre 1569 y 1578, la Peregrinacdo —titu- lo original de la obra en portugués— no fue publicada hasta 1614, algo mas de treinta aiios después de la muerte de Mendes Pinto. Las causas del retraso son todavia un misterio, y mas si se tiene en cuenta que Mendes Pinto —tal y como comprobé asombrado en su regreso a Portugal en 1558, después de veintitin aiios de pere- grinacién— era un personaje muy conocido en su pais gracias a la publicacion y posterior divulgaci6n por toda Europa de una carta suya, escrita desde Malaca en 1554, en la que narraba su entrada en la Compaiiia de Jestis y su inminente viaje al Japén junto al pa~ dre Francisco Javier, y en la que daba noticia de los paises que ha- bia visitado en los aos precedentes. Su reputacién como experto en temas de oriente era tal que incluso el padre jesuita Pietro Maffei, encargado de escribi en la India, pidié entrevistarse con él en 1582. la hipou po que transcu daccion del manuscrito y su tardia publicacion pudiera deberse al temor del propio autor y de quienes habian de editar el libro ala posible reaccién de la Santa Inquisicién ante una obra que diovanni la historia de los portugues is de que el largo tic parecia poner en entredicho, no sélo los ta del impet lizadora en los territorios infieles del Lejano Oriente, El manuscrito de la obra, despu ¢ de Mendes Pinto, fue entregado por sus hijas a la Casa Pia dos Penitentes de todos de expansion y conq > portugués, sino también su mision evange- és de la mu res NOTA ASIA DDICION Lishe ndo inédito —como se ha dicho— hasta 1614 tus ano ja con ida imprenta de Pedro Crasbeeck, en Lisboa. Parece ser que durante ese largo lapso de tiempo el manuscrito pudo ser consultado por varios autores, sirviendo, por Joao de Lucena para su obra Historia da vida do Padre Francisco Xavier, publicada en 1600. Desafortunadamente el manuscrito original no se conservé, y este hecho originé a su vez una serie de nuevos enigmas, relacionados con la disposicién y organizacién del contenido narrativo. Parece ser que la version autografa, tal como apunta el critico Casais Monteiro, se presen- taba como una extensisima e ininterrumpida carta autobiografi- ca, como una relacién de los avatares de su azarosa vida sin mas preocupaciones estructurales y estéticas que encadenar uno tras otro, sin mediar pausas, los hechos mas destacables de su largo periplo por oriente. Esa presunta falta de pulcritud expresiva ¥ organizativa seria lo que habria provocado que se le encomenda- ra a Francisco de Andrade, cronista oficial del reino de Portugal, la tarea de pulir el texto y de ajustarlo a moldes discursivos mas aceptables en la época. El principal testimonio critico sobre la labor que Ilev6 a cabo Andrade en su edicién de 1614 lo aporto Francisco Herrera Maldonado, el encargado de la traduccién es panola de la obra, quien en un documento titulado «Apologia en favor de Fernan Méndez Pinto y desta Historia Oriental», fechado en Evora en 1618 y que sirvié de prologo a la edicién espaiola, aseguraba que el cronista portugués se habia limitado a dividir el libro en capitulos. Esa «Apologia» de Herrera Maldonado, cano- nigo de la Santa Iglesia Real de Arbas, resulta determinante para rece ejemplo, de fuent nocer las principales claves que explican las diferencias sus les existentes entre la version portuguesa original de 1614 su traduccién espanola, que es la que tomamos como referencia en nuestra edicion. La traduccién espanola de la Peregrinagao se publicé muy poco después de la primera edici6n portuguesa, concretamente en 1620, y entre otras cosas sirvié para una mayor difusién de la obra por el continente europeo. Uno de los primeros cambios signifi- IWAN TERUEL 2x0 cativos que introdi era Maldonado fue el titulo, convertido por el traductor en Historia Oriental de las peregrinaciones de Fernéin Mendez Pinto. Esa primera modificacion muy probablemente se relacionaba con el obj vo medular de la «Apologia»: otorgar es tatuto de verdad historica a una obra cuyo contenido narrativo no tard en levantar sospechas sobre su veracidad. La idea de que carecian de verosimilitud muchos de los acontecimientos relata- dos en el libro debié extenderse durante el siglo xvi, cuando era pensar que Mendes Pinto mentia. De hecho, ese estado de suspicacia permanente dio lugar a un juego de palabras con el apellido del autor: ala pregunta «Ferndo, mentes?», se respondia «Minto». El exotismo, la originalidad o las rarezas de todos los paisajes, gentes y costumbres descritos a lo largo de su voluminosa narraci6n, junto con algunas incoherencias cronoldgicas graves y algunas imprecisiones geograficas, fueron abonando la creencia, cada vez mas generalizada, de que Mendes Pinto habia recurrido mas a la invencién que al recuerdo al relatar su peripecia oriental. Por ese motivo, reformular el titulo de la obra para la edicién es- panola convirtiéndola de simple Peregrinacién en Historia Oriental de las peregrinaciones era una forma de situarla dentro del conjunto de obras de la Historia, y de trasladar, desde el titulo, el presu- puesto de verdad y rigor que se le concedia a dicha disciplina. Esa voluntad de rescatar la Peregrinacién de Mendes Pinto de las ‘injustas’ opiniones que circulaban sobre él y su obra se erigira, como ha quedado apuntado, en la finalidad ultima de la «Apo- logia», a la vez que se convertira en el principal argumento que utilizaré Herrera Maldonado para legitimar los métodos y pro- cedimientos utilizados en su proceso de waduccién —o adapta- cién— de la ob c com tellano. EI discurso de Herr en la «Apologia», después de unas pri- ‘a del autor portugues, se sobre el origen de las causas por nto recelo entre los lectores, Ase- gura que no se hubiera dado el caso «si la perversidad humana meras lineas en | ordena en loro a las que el libro ha causado tuviera justo limite y no corrieran tan sin él las intenciones de los 240 NOTA A ESTA EDICION hombres», y ofrece como figura de autoridad para corroborar la veracidad de la obra al rey Felipe II, quien al parecer pasaba agra- dables ratos escuchando las historias del viajero portugués, «dan- do tanto crédito a sus verdades como era buen testigo el tiempo que gastaba en haberlas». La autoridad real apuntalaba asi la au- tenticidad histérica de las Peregrinaciones y le permitia a Herrera respaldar su tesis desde el principio de su discurso. Después de ese primer movimiento estratégico, Herrera Mal- donado inicia una digresin moral —construida sobre una mul- titud de referencias y citas clasicas— acerca de la perversidad, la envidia, la ignorancia, la presunci6n o la maledicencia, actitudes que creia muy comunes en la época cuando se trataba de valorar los trabajos intelectuales ajenos: Porque la envidia y la adulaci6n son tan poco cortesanas para creer en esta era (lastimosa en cien mil acciones) que, faltandoles para estimar el bien ajeno, les sobran para no reparar en dafos propios, a trueco de des- dorar la opinién mas limpia y quitar el mas merecido premio. El que hoy da el mundo a los escritores es muy sabido, y no sabe nada quien espera otro de sus desvelos; porque hay legiones de hombres baldios, demonios a lo humano, que juzgandose cada uno por otro Sécrates en el oraculo de su presuncién y locura, gastan el tiempo en murmurar a lo soberbio, ta- char a lo satirico y juzgar a lo necio, acomulando necedades a su antojo. Y si esas cualidades humanas reprobables y negativas acuian ante cualquier tipo de historias o de estudios: Je esperar menos el que la escribe de cosas admirables? ia, por la singularidad del asunto, es {Como f Pues por la novedad de forzoso que padezca la verdad alguna injuria, porque la admiracién de novedades es madre de diversas opiniones y pocas veces a favor de quien las dice. Asi que Herrera Maldonado, a través de la reflexi6n moral acerca de determinados vicios y costumbres, cuya intemporalidad IVAN TERUEL. 2 corroboraba con lugares de autores clasicos, considera predecible y esperable la reaccién del piblico lector ante las experiencias ex- taordinarias que se narran en las Peregrinaciones de Mendes Pinto. De este modo, la cultura y la formacién clasica se convierten en herramientas indispensables para detectar —y resolver— los pro- blemas de recepcién de una obra literaria. Asi, Herrera Maldona- do, después de haber presentado al rey Felipe II como testigo y referente de excepcién de la veracidad de la obra, se postula a si mismo como autoridad erudita y académica, e inicia el mecanis- mo de legitimacién de su labor como traductor, que construye a partir de una severa critica a la tarea editorial de Francisco de Andrade. Herrera Maldonado, desde ese espacio privilegiado que ha construido para si al inicio de su discurso, recrimina precisa- mente a Andrade que no haya reparado en ese primer aspecto capital, denunciado en la «Apologia», con lo cual inicia su critica estableciendo una clara diferenciaci6n entre su trabajo y el reali- zado por su colega portugués: Esto pudiera advertir Francisco de Andrada, cronista mayor de aques- te reino de Portugal, cuando vinieron a sus manos estos originales de Fer nan Méndez Pinto, para que los dispusiese, corrigiese y enmendase antes de imprimirlos, pues no salieron bien de las de hombre tan docto sin la averiguacién necesaria destas verdades, para con eso dar mas estimacién ala obra y mas opinién al dueiio, ya que quiso ignorar que para la propia suya no tenia disculpa tan grande descuido, pues dejé tan imperfeto este libro que antes que corregirle le ofendié de nuevo, dando ocasion en lo mal que le dispuso para que de sus verdades criasen dudas y opiniones los hombres de talentos apestados. Dos aspectos capitales se pueden extraer de este fragmento: el primero es que Herrera Maldonado seiala como responsable principal de la desconfianza que suscité la obra de Mendes Pinto al propio Andrade, por no haber corregido el manuscrito original de tal forma que evitase las suspicacias que pudiera generar la na- rraci6n de hechos tan extraordinarios ¢ inusuales; la segunda, que NOTA A ESTA EDICION seria causa de la primera y se vincula directamente con las convic- ciones estéticas de Herrera Maldonado, es que para este ltimo la verosimilitud de una obra literaria no se sustenta Gnicamente en el contenido narrativo de la misma, sino en su disposicion estética y estructural. Los hechos son o no crefbles en funcién de su orga- nizacion externa y de unos adecuados recursos retoricos. Herrera Maldonado expone algunas de las premisas de su retorica citando a Gerolamao Cardano, Gregorio Tolosano y Pietro Vettori —este ultimo considerado el padre de la critica textual—, tres autores renacentistas que, segtin él, desconocia Andrade, con lo cual su autoridad académica vuelve a salir reforzada con respecto a la del editor portugués: Echasele muy bien de ver en este descuido que no habia leido a Car dano, De rerum varietate, las varias lecciones de Vitorio, ni el Dilucidario del doctisimo Gregorio Tolosano, que alli hallara muy por mayor las partes que ha de tener la historia para ser digna, y los apoyos y defensas que ha menester la verdad de cosas admirables, y que no basta decir lo cierto del caso, la computacién del tiempo y el todo del suceso, sino que es forzo- so hacerle verisimil, absolviéndole 0 con razones bastantes 0 con autori- dades ciertas, quietando al docto que duda y al ignorante que no sabe, porque la admiracién y la mentira ficilmente se dan las manos y hallan asiento en el entendimiento mas presuntuoso y discursivo, con que pone en duda la opinién y el premio. La parte de la poética descrita por Herrera concierne a las normas que deben regir una obra que contenga «cosas admira- bles» y resulta decisiva para comprender el alcance de las modi- ficaciones introducidas por el traductor en la versién espanola. Esa obligacion que debe tener cualquier autor de hacer un tex- to «verisimil, absolviéndole 0 con razones bastantes 0 con au- toridades ciertas» explica el proceso de traduccién de Herrera Maldonado, y revela la clave de sus mecanismos de adaptacion y reelaboracion de la obra. Por ahi se explican, por ejemplo, las muchas clausulas sentenciosas, de contenido moral y didactico, IWAN TERUEL 243 con las que Herrera sucle re el traductor, a la competencia lectora y eu ry cerrar las secuencias de la narracién, Es dec ) este caso, no permite que se: ral del receptor de la obra la ‘a ensenanza encargada de extraer la hipoté ica 0 filoséf ume esa funcién que podria denominarse de «glosador moralizante», y ofrece al lector la po- sibilidad de hallar condensada en una sentencia la leccién moral que se deriva del relato. Esos desplazamientos de lo particular a lo general, para que lo segundo refuerce lo primero, servirian, segtin la poética de Herrera, para consolidar y fortalecer la ve- rosimilitud de una narracién que contenga acontecimientos y descripciones maravillosas. Pero no slo se limita Herrera a introducir oraciones de con- tenido sentencioso que apuntalen el sentido del texto, sino que en muchas ocasiones se permite el privilegio de amplificar de forma sustancial una secuencia ahadiendo nuevos datos que no figuraban en el original portugués. Dos ejemplos muy significa- tivos apareceran en los capitulos 1 y CLxxvil: en el primer caso, Herrera Maldonado anade un larguisimo parrafo para describir las exequias que se hicieron en Lisboa a la muerte del rey don Manuel I de Portugal, acontecimiento tan slo citado en la edi- cién portuguesa; en el segundo caso, con motivo de la explicaci6n sobre el betel —planta de origen oriental—, la intromisién es mas deliberada, porque incluso llega a emerger la voz diferenciada del traductor, que se disocia por un instante de la primera persona de la narraci6n: «diré lo que he podido hallar del betel (con licencia del autor, que en este particular qued6 confuso) », La labor de Herrera Maldonado, por tanto, no se limita a la traducci6n literal de la obra. Como él mismo reconoce, su trabajo consiste en reelaborar el texto, corrigiéndolo —y amplificandolo cuando fuere necesario— para ajustarlo a los preceptos retoricos de la époc de un pasaje, sino que [...] de manera que ahora, cuando las traducimos, no fue posible que fuese guardando la regla de San Jerér mo y Roberto Olivetano, que di- a4 NOTA A ESTA EDICION cen que sea palabra por palabra, porque no nos dio lugar su poca corres- ponsién y elegancia. Si, empero, lo hicimos sin apartarnos del sentido cierto de los asuntos, poniendo todo cuidado en buscar frases propias y eligiendo palabras que tuviesen mayor parentesco y energia con las estra- has, sin faltar al tiempo suceso, modo y caso. Inicia entonces Herrera Maldonado una nueva fase de su dis- curso en la que exculpa a Mendes Pinto del desalino expresivo de su obra, tanto por su condicién y formacién académica, [...] que como su dueiio se preciaba mas de soldado que de docto, escribié las jornadas de su vida (admirables por cierto en todo) como las iban haciendo sus sucesos, sin mas advertencia de preambulos, digresio- nes y figuras, no acordandose tanto del deleitable del poeta, como del itil de la verdad, como por las pocas expectativas que el viajero portugués se formé acerca de los destinatarios de su relato: [...] porque éste nunca pensé su dueiio que le viesen tantos ojos, y asi, se content con hacer a los de sus hijos una representacién tosca de sus trabajos, verdades brutas (llamémoslas asi), diamantes por labrar, pero de preciosos fondos y quilates, para que supiesen valerse en los suyos con su ejemplo, porque las experiencias ajenas sirven de muralla y defensa en las adversidades propias, de quien tan mal sabe librarse la vida. Eximir a Mendes Pinto de cualquier responsabilidad estética y organizativa del texto vuelve a colocar en el punto de mira, una vez mas, a Francisco de Andrade, de quien dice Herrera que se limité a dividir la obra en capitulos: [..] y viendo estas verdades tan a lo tosco y a lo por labrar en el len- guaje y ornamentos hist6ricos, [...] dieron a quien ya he dicho cargo de n bastantemente con dividirlas en capitulos, sin considerar las mayores faltas y sin hacerlas mas defensa. pulirlas, que le pareci6 que lo estal IWAN TERUEL 245 Maldon de autores que han escrito sobre oriente © sobre Por ultimo, Herrer: do, ntes de presentar una lar guisima lis otros lugares lej nos como América (y que le serviriin para de- Peregri- reconocer que en su proceso de adaptacién de no ha introducido mostrar de nuevo ante el lector la verdad histérica de las P naciones), vuelve la obra al castell. portantes modificaciones, resultando de esa labor una version bastante mas voluminosa que la original: [...] v asi, siendo forzoso vestir de contentos y sentencias esta escritu- ra. de que estaba mendicante y no se escusaban, porque la elegancia, el gusto, la erudicin y método historial no perdieran su decoro ni queda- ran desiertos, de necesidad habia de salir esta traducién de mayor volu- men, pues lleva de més el adorno que faltaba al original primero. La «Apologia», por tanto, no slo le sirve a Herrera Maldona- do como instrumento para defender la veracidad de la obra de Mendes Pinto, continuamente puesta bajo sospecha, sino que se convierte en un mecanismo de legitimacién de su propia labor como traductor y en un espacio en el que construir su autoridad académica y erudita. De esta forma, del trabajo de Herrera resul- ta —como él mismo reconoce— un producto que no se puede considerar propiamente una traducci6n, sino mas bien una re- elaboracién o una versi6n adaptada a las expectativas retéricas y discursivas de la época. En esta edicién, he anotado, tras un detenido cotejo con la edicién portuguesa, las variantes que presenta la edicién de He- Maldonado. He utilizado la abreviatura HM (1620), segui- da del periodo correspondiente, p a senialar las modificaciones atribuibles a Herrera Maldonade que son muy numerosas. Un pormenorizado —que escapa a los limites y objeti- vos de la presente edici6n— revelaria el engranaje de los prin- cipales procedimientos de reelaboracion Hevados a cabo por el intelectual castellano. Por supuesto que el proceso de adaptacién no que afectd no se limit6 a la inclusion de sentencias y pasajes, 246 NOTA A ESTA EDICION profundamente a la sintaxis y al ritmo de la narraci6n, que se vie- ron con frecuencia amoldados a un estilo mas rebuscado y a una sintaxis mas compleja, ms propios, en fin, del usus scribendi de los estamentos cultos y culteranos del siglo XVII espanol. Anotar exhaustivamente todos los cambios, que estan presentes practica- mente en cada instante de la narracién, hubiera sido una tarea inacabable e impropia de esta sede. Por otra parte, a favor de Herrera hay que decir que se percaté de las graves incoherencias cronoldgicas en las que incurre el tex- to —sobre todo en el episodio tartaro-chino— e intent6 corregir- las, y que enmend6 algunos lapsus narrativos de Mendes Pinto o de Andrade (por ejemplo, en el capitulo CLvul, corrige el nimero de portugueses que acompanaban a Mendes Pinto remitiendo a un capitulo anterior en el que se daba la misma informacién). No parece, sin embargo, que el procedimiento de traduccién de Herrera Maldonado para las Peregrinaciones, basado en la in- clusi6n de sentencias, reflexiones propias e informaciones adicio- nales, fuera un hecho aislado en su labor intelectual. La pista la ofrece un comentario de Menéndez Pelayo —incluido en el estu- dio monografico de Luisa Trias Folch' dedicado a la obra de Men- des Pinto— sobre la traduccion realizada por Herrera Maldonado de los Didlogos morales de Luciano de Samésata. Del traductor dice lo siguiente: [...] tradujo del latin, segiin entendemos, y con tan escaso respeto al texto que interpretaba que no dudé en aijadir pensamientos, frases, pe- riodos y hasta paginas ente no con el tenebroso estilo de los prosistas gongorinos. . No escritas, de cierto, con la atica sal de Luciano, La observacién de Menéndez Pelayo no carece de interés, puesto que implicaria que los argumentos ofrecidos por Herrera Maldonado en su «Apologia» para retocar el texto supuestamente ' Luisa Trias Folch: La peregrinacién, de Ferndo Mendes Pinto. Madrid: Editorial Sin- tesis. 2003: p. 54 WAN TERUEL 27 descuidado de Mendes Pinto no seri: id6éneo n sino el pretexi para legitimar sus habitos de traduccion, igualmente aplicados, por lo que parece, en obras de autores clisicos. Il. La tinica edicién espariola moderna de Las peregrinaciones, de José Agustin Mahieu La tinica edicién moderna de la obra en castellano, siguiendo la waducci6n elaborada por Francisco Herrera Maldonado, fue la realizada por José Agustin Mahieu, en 1982, para la Coleccion Clasicos Alfaguara.* Aunque la edicién contiene algunos aspectos que pueden ser titiles —como la anotacién mediante corchetes de muchas (aunque no todas) de las variantes presentes en la edicién de Herrera Maldonado con respecto a la portuguesa de 1614—, en su conjunto, la labor realizada por Mahieu es confusa e incom- pleta. Y aunque resulte evidente que ni la edicidn ni la coleccién iban destinadas a un publico experto en la materia, existen algu- nos errores que podian haberse evitado y muchos problemas que han quedado sin resolver. En primer lugar, algunas de las informaciones de la Introduc- cin de Mahieu acerca de las diferencias entre las versiones portu- guesa y espanola muestran ciertas incoherencias. Apoyandose en los errores cronolégicos que presenta el texto de las Peregrinacio- nes, Mahieu presupone que éstos se deben a la intervencion del editor Andrade en el texto, quien habria alterado la coherencia de la narraci6n introduciendo nuevos pasajes. Llega a afirmar que muchos elementos —sin especificar cuales ni por qué— «hacen sospechar que esta minima y negligente participacién de Andra- da haya sido en realidad mucho mayor que la supuesta, como lo sugiere el propio traductor espaiol pri ra» (p. XXXIt), La aseveraciOn es ciertamente inexacta porque, como se ha visto, Herrera Maldonado, precisamente, recrimina a Andrade el hecho de haber tivo, el canénigo Herre- imitado su intervencién en el texto * Fernao Mendes Pinto: Las perrgrinaciones. Ed. de José Agustin Mahieu. Madrid: Alfaguara. 1982. 248 NOTA A ESTA EDICION a la division en capitulos. Por otro lado, resulta dificil pensar que si Herrera Maldonado, como sugiere él mismo y recuerda cons- tantemente Mahieu, hubiera tenido acceso al manuscrito original no denunciara que las inexactitudes temporales de la obra eran debidas a la manipulacién de Andrade. Antes bien, Herrera conti- nuamente recuerda que las imperfecciones del texto se deben a la falta de formaci6n de Mendes Pinto, aunque la labor de adecen- tar el estilo no le compitiera a él sino al encargado de su edicién, a quien si se le suponia formacién, erudicion y doctrina para ajustar la obra a las convenciones literarias de la época. Mas adelante Mahieu vuelve a insistir en que «es probable que Andrada no se haya limitado —como dice Herrera— a una di si6n en capitulos, pero que haya variado la estructura misma del relato de Mendes Pinto», y que «es altamente creible que haya pulido algunas reiteraciones de la redaccién y suprimido pasajes donde se embarazaba laboriosamente el autor en sus descripcio- nes» (p. Xxxvil). Evidentemente se trata de suposiciones del pro- pio Mahieu que no apoya ni siquiera con indicios objetivos. Esa clase de hipdtesis requiere un estudio concienzudo y riguroso de las diferencias de redaccién y estilo de ambas versiones, pero, por las afirmaciones del traductor Herrera Maldonado, que al fin y al cabo son el testimonio mas directo sobre la edicién de Andra- de, habria que suponer que, efectivamente, Francisco de Andrade practicamente no retocé el manuscrito que le lleg6 a sus manos. Por otro lado, el estilo de la version portugue: por un encadenamiento fluido en la narra se asemejari: rizado, a, caract n de experiencias, dicién oral —que es la que mas al ritmo de la mejor conocia Mendes Pinto— que al artificio y las convenciones de la retérica culta. No opina lo mismo Mahieu, quien apunta, de forma sorprendente y ecer demostracion alguna de esta nol afirmacion que la intrincada sintaxis de la edicién de Herrera Maldonado seria «un reflejo mas aproximado al original manus- crito de Mendes Pinto, que segtin parece era un fluir parrafos sin puntuacion precisa ni divisiones en materia» (p. XXX- vit). Es probable que el manuscrito origin fuera, efectivamente, IVAN TERUEL 249 un «fluir incesante de parrafos», pero esa circunstancia no impli- ca necesariamente que la sintaxis fuera laberintica. Desde esas convicciones, Mahieu sostiene que para escribir un relato tan voluminoso como el de Mendes Pinto «hacia falta un mayor dominio técnico del arte de escribir» y que, por tanto, el viajero portugués probablemente «no salié bien librado de la prueba [...], y la tarea puede haber resultado confusa ¢ informe» (p. xxx1v). Sorprende, sin embargo, que al final del apartado de- dicado al estilo y sus claves, después de haber dudado de sus ca- pacidades expresivas y literarias, Mahieu afirme que «el autor de la Peregrinacdo se revela dotado de un poder de expresi6n literaria gracias al cual su obra resulté, en lugar de un amontonamiento indigesto e indiferente de hechos, la mas viva, la mas apasionante y bella obra novelesca de su siglo» (p. XXXIX). Con respecto a la edici6n critica del texto conviene senalar algunos aspectos. En primer lugar, la edicién de Mahieu no si- gue las convenciones habituales de modernizaci6n que se siguen para los textos castellanos del siglo xvi. Mahieu asevera que «la norma seguida, como es habitual, es la actualizaci6n ortografica», pero esa afirmacién no es del todo exacta en muchos casos: por ejemplo, se mantiene, en contra de las normas actuales de orto- grafia, la mayuscula inicial en todos los gentilicios (Portugueses, Turcos, Chinos), cargos politicos (Gobernador, Embajador, Cacique), cargos militares (Capildn, General) , cargos eclesiasticos (Obispo, Sa- cerdote), dias de la semana (Domingo) meses del ano (Noviembre), nombres comunes (Corsario, Gigantes) ¢ incluso en algiin adjetivo (Religioso, Christiano). No se entiende tampoco que Mahieu con- serve, como se puede apreciar en el tiltimo ejemplo expuesto, el grupo consonantico inicial ch seguido de consonante, que ya en la época se correspondia fonéticamente con la oclusiva velar sor da y que actualmente equivale a la grafia c. Por lo tanto el grupo. chcarece de pertinencia fonética para conservarlo en la edicién moderna de un texto clasico. En el otro extremo, aunque Mahieu afirma que «también se han conservado giros o contracciones de €poca, como ansi, desto o dello», en su edicion no se respetan los 230 NOTA A ESTA EDICION principales rasgos que se mantienen en la edicién moderna de textos clasicos para intentar respetar algunas caracteristicas esen- ciales de la lengua de la época. No conserva, por ejemplo, la va- cilaci6n del vocalismo dtono (recebir-recibir), moderniza los grupos consondnticos que pueden tener relevancia fonética (efeto-efecto, cosario-corsario, seta-secta, otubre-octubre, estranjero-extranjero) 0 direc- tamente sustituye formas de gentilicios todavia hoy aceptadas por Ja RAE por las de uso mas corriente en la actualidad (chinas-chinos, Jjapones-japoneses). Tampoco respeta rasgos muy caracteristicos de la lengua de la época como el uso del pronombre quien en sin- gular con valor de plural, el uso de formas verbales de indicativo con valor de subjuntivo (y mando [...] que luego al punto os vais— y mando [...] que luego al punto os vaydis, p. 291), el uso de la forma impersonal habia, equivalente a la actual hacia (no habia dos horas que estabamos surtos-no hacia dos horas que estabamos surtos, p. 503) 0 el uso del determinante demostrativo aqueste (ej: p. 784). Respecto a la puntuacién del texto, no se siguen las conven- ciones ortograficas modernas, sobre todo en lo que respecta a los signos ortograficos que delimitan la intervenci6n de un personaje ola transcripcién de un documento escrito. Ni se utilizan guiones en el primer caso ni la letra cursiva en el segundo. Una secuencia ilustrativa de esta puntuaci6n incorrecta seria la siguiente: Como no la haya, en eso respondieron, somos contentos de recebi- ros, pero con condicién: que si eso que decis falta, os hemos de matar a azotes y atados de pies y manos os hemos de echar vivos al mar, después de muchos tormentos. Todo cuanto pidieron aceptamos, que el necesi- tado y el miserable s6lo no lo es en imponerse obligaciones. Como puede apreciarse, el fragmento concentra, al menos, dos errores graves: por un lado no distingue mediante ningun signo ortografico la intervenci6n de los personajes de la voz del narra- dor; por el otro existe un uso improcedente de los dos puntos, co- locados en medio de una locucién conjuntiva. Tampoco se utiliza, como recomienda la norma actual, la letra cursiva para distinguir IWAN TEKUEL 2 n el texto, con lo cual todos anigores, aytanes, conchalijs, etc.) 0 las intervenciones de los personajes en sus lenguas de origen quedan sin delimitacion tipografica. Owo tipo de modificacién que introduce Mahieu, cuyos crite- rios no son demasiado comprensibles, es la relativa a los nombres propios. En la edicién espanola de Herrera Maldonado, como era habitual en la época, los nombres propios también estan adapta- dos a la lengua de origen, con lo cual aparecen castellanizados. Mahieu lleva a cabo una especie de sintesis entre las dos lenguas, dando lugar a una forma hibrida del todo inexplicable. Donde la edicién original escribe Tomé Pires y la edici6n de Herrera Tomas Pérez, Mahieu resuelve con la forma Tomés Pirez (p. 225). Y en otro caso, quizas atin mas incomprensible, recupera el nombre en por- tugués y mantiene el apellido en castellano de la edicién espanio- la: Ferndo Pérez Dandrade (p. 225). Ademas de todo lo comentado, existen miltiples erratas 0 erro- res ortograficos: *averigue (p. 127), *congeturar (p. 332), *ariba (p. 333), *didnos (p. 475), *el (como pronombre personal, p. 564), *sino en lugar de si no (p. 611), */uimos (p. 615), *supisteis (p. 621), "ti (p. 639), *cavalleros (p. 682), *seduccién en vez de reduccion, *pla- taen vez de playa (p. 836), etc. E incluso falta la transcripcién de alguna secuencia. Es el caso que se produce en el capitulo 89, en el cual, donde dice: (..] que se venia a formar de doce, en que estaban cuatro gruesos Uirantes de plata que atravesaban el ancho de la capilla (p. 318), deberia decir: [...] que se venia a formar de doce, en que estaban los huesos de aquella reina a quien aquellos gentiles ciegos € ignorantes veneraban por preciosa reliquia, En torno de aqueste trono, y en la misma propor- cidn, estaban cuatro gruesos tirantes de plata que atravesaban todo el ancho de la capilla, NOTA A ESTA EDICION Tampoco la anotaci6n de la obra alcanza el nivel minimo exi- gible de aclaracién de dudas, sobre todo en el terreno lingiistico. Mahieu no comenta expresiones caracteristicas de la época, prac- ticamente no aclara posibles dudas léxicas, no apunta ni resuelve anacolutos u oraciones truncas, no senala —como se expuso mas arriba— rasgos gramaticales caracteristicos de la lengua clasica, no soluciona problemas de anfibologia, etc. La anotacién en ese sentido es tan pobre que no ofrece al lector las herramientas mi- nimas necesarias para resolver las dudas inevitables que surgen en la lectura de un texto clasico. Por otro lado, dentro de la anotacién que ofrece Mahieu, mas circunscrita a cuestiones toponimicas y a algtin comenta- rio sobre la habilidad de Mendes Pinto para poner en boca de personajes extranjeros su critica a los métodos portugueses de expansion, también se producen errores muy importantes. Ma- hieu comete dos traspiés severos: por un lado confunde Calicut, ciudad en la costa occidental de la India que actualmente recibe el nombre de Kozhikade, con Calcuta, ciudad situada en la cos- ta opuesta, sobre el delta del rio Ganges; por el otro, confunde Cambay, una ciudad india situada en el extremo noroeste del pais, con Camboya, nacién ubicada entre Tailandia y Vietnam, al sur de Laos. Por ultimo, hay que decir que José Agustin Mahieu incurre en una falta inaceptable en un editor de textos clasicos. Corrige el texto de referencia sin anotar los cambios, vulnerando el com- promiso de fidelidad que debe existir entre la edicién moderna y el texto original. Mahicu sustituye en varias ocasiones fragmentos de la edicién de Herrera Maldonado por fragmentos de la edicién portuguesa sin dejar constancia ni justificacion del cambio me- diante una nota a pie de pagina. Existen varios casos (pags. 522, 564, 670, 686, 688, 689, 764, 770, 784, 838, etc.), pero baste como ejemplo el que se produce en el capitulo 198, En el texto de He- rrera, se lee lo siguiente: IWAN TERUEL 28 Y toda la gente que acompanaba delante, con confusas voces, respon- dia que sin piedad muriese el que tal habia cometido. Sin embargo, la edicién de Mahieu, sigu tuguesa, resuelve asi: ndo la edicién por A estos pregones respondia la turbamulta de gente que iba delante con voces tan altas que metian miedo; «faxio turque patau acontami- doo», que quiere decir: muera sin piedad el que tal ha cometido (Ma- hieu, 764). Por todo lo expuesto en este apartado, teniendo en cuenta, ademas, que los ejemplos ofrecidos son sélo una muestra bastante parcial —aunque significativa— de todos los errores que contie- ne la que hasta ahora era la tinica edicién moderna en castellano de las Peregrinaciones, es preciso y necesario seialar que la edicién de Mahieu, desde el punto de vista filologico, es una edicién muy descuidada y muy poco rigurosa, con errores inaceptables para este tipo de publicaciones. Es cierto que la modernizacion de este texto presenta un nivel de dificultad alto porque contiene proble- mas complejos, y que una obra tan voluminosa exige de un gran estado de concentraci6n y atencién para intentar evitar errores. Pero esta circunstancia no puede justificar un 1 do de errores y una preocupacién tan exigua por intentar resolver nero tan eleva- Jos problemas que se puede encontrar el lector ante una obra de estas caracteristi La presente edicién ha intentado, por todos los medios, no allos que contenia la edicién de José Agustin Mahieu, publicada por Alfagua incurrir en los mismos Se ha procurado, te- niendo en cuenta, no obs' a desti va te, que la edicion no , ofrecer al lector el maximo de informa- un piiblico especialis f obra, Claro esta que se han de ilitarle, en ta cion pi dida de lo posible, la lectura de esta is Cuestiones sin resol- ites y objetivos de la presente Coleccidn se ha intentado Hevar a cabo tro de los ver y muchos aspectos si 10 de 2M NOTA A ESTA EDICION esta nueva edicién moderna en castellano de las Peregrinaciones con la mayor dedicacién, el mayor esfuerzo y el maximo rigor filolégico. III. La presente edicién El presente texto critico de las Peregrinaciones toma como refe- rencia una edicién de 1645, publicada en Valencia por Bernardo Nogués, en casa de los herederos de Criséstomo Garriz, y llevada acabo por Juan Sonzoni y Benito Durand. El ejemplar que sigue esta edicién es el custodiado por la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, con nimero de referencia 0700 C-213/2/4. Para la regularizaci6n y modernizacién del texto se han seguido los criterios habituales aplicados a los textos del Siglo de Oro espa- nol y las nuevas normas especificas de la Biblioteca de Literatura Universal. Por un lado, se conserva la vacilacion en el vocalismo atono (apercebirapercibir) y en los grupos consonanticos cultos que puedan tener pertinencia fonética (estrario-extrano, acetar- aceptar, efetoefecto, autuado-actuado, pritico-prictico). También se mantienen las contracciones de la preposicién de con pronom- bre o con determinante demostrativo (dél, deste, della, déstos) y los fendmenos de loismo, laismo y leismo. Sin embargo, se regulari- zan las fricativas (truxo-trujo, dixo-dijo, muger-mujer, forcoso-forz0so), Ja alternancia grafica de las geminadas (fuessen-fuesen, dixesse dijese), la alternancia de las grafias y/i con valores vocalicos 0 semivocalicos (reynar-reinar), la oscilaci6n u/v con valores con- sondnticos (uario-vario), y la vacilacién entre v/b (buelto-vuelto) y ¢/q (quando-cuando). También se regulariza segin las normas actuales el uso de h (ombre-hombre), y se reducen los grupos con- sonanticos cultos (christiano-cristiano). Se han deshecho, a su vez, siguiendo los criterios ortograficos actuales, algunos grupos de palabras que aparecian aglutinados en la época (sopena-so pena, desuerte-de suerte, demanera-de manera, entorno-en torno, apique-a pi- que); del mismo modo, se han reagrupado palabras que en la ac- tualidad se escriben de forma conjunta (medio dia-mediodia, mal herido-malherido, tan bien-también, de espacio-despacio, a cerca-acerca, IAN TERUEL, 255 ony la acen @ caso-acaso). La puntuac acién también se adap- tan a las Convenciones ortograficas modernas. En cuanto al uso ambi de mavtisculas 1 se ha procurado ajustarlo a la normativa ado restrictiva en determi actual, aunque ésta, al no ser dem: nados casos, permite la existencia de un espacio de indefinicién al respecto. En los casos mas problemiticos se ha siempre por la mintiscula, incluso en los titulos nobiliarios o rea- les cuando sustituyen a un nombre propio, por considerar que el uso de la mayiiscula en esas circunstancias podia provocar pro- blemas de ambigiiedad. Si que se ha utilizado la mayiscula en ciertos tratamientos de cortesia como Su Majestad 0 en la alusi6n a divinidades, sobre todo la cristiana (Nuestro Serior, Su Divina Providencia). El presente texto, sin embargo, presenta algunas peculiari- dades que plantean serios problemas de resoluci6n, en particu- lar en lo referente a las voces orientales que designan titulos de dignidad real o religiosa, cargos politicos y judiciales 0 trata- mientos de cortesia. La principal dificultad tiene su origen en la waducci6n de Herrera Maldonado, quien, al suprimir en mu- chas ocasiones el articulo que en el original portugués precede a estos titulos o cargos y escribirlos en maytisculas, parece que esté aludiendo a nombres propios. Por ejemplo, donde la edi- ci6n portuguesa escribe 0 chaumigrem Herrera Maldonado escri- be Chaumigrem. Pudiera parecer, entonces, que la clave esta en la presencia o no en la edicién portuguesa del articulo determi- nado antecediendo esta serie de voces orientales, pero ocurre que Mendes Pinto también utilizaba el ar te de nombres propios, Con lo cual, y en descargo de Herrera Maldonado, hay que admiti distinguir en determinadas voces nativas entre nombres comu- nes y nombres propios. He intentado resolver estas dificultades »ptado casi iculo 0 («el») delan- que resulta realmente complicado acudiendo a la ed Rebecca Catz,’ c in critica inglesa de la obra realizada por yo voluminoso aparato critico ha servido de * Rebecca Catz: The travels of Mendes Pinto. University of Chicago Press: Chicago. 1989, 256 NOTA A ESTA EDICION ayuda indispensable para acometer muchos de estos problemas. Practicamente todas las notas en las que se han traducido o co- mentado voces orientales estan extraidas de su edicién, asi como también la practica totalidad de las notas referentes a cuestiones toponimicas. En cuanto a la toponimia, sin embargo, cabe se- falar que he corregido algunos top6nimos, cotejandolos con la edicién portuguesa, cuando su vacilaci6n ortografica podia ge- nerar problemas de comprensi6n (es el caso del rio Puneticam), © cuando su escritura divergente parece claramente atribuible al cajista. En aquellos casos en los que las diferencias se redu- cen a la oscilacion de la nasal final (Siam-Sian) he preferido no corregir el texto de la edicién de referencia. En lo relativo a la onomastica, he respetado la castellanizacién de los nombres portugueses Ilevada a cabo por Herrera Maldonado, y he regu- larizado el nombre de algiin personaje que presentaba mucha vacilacion ortografica (Coja Acem) para facilitar la lectura y el sentido de determinados pasajes. La anotacién del texto se propone, en primer lugar, y como indiqué en el primer apartado, establecer las variantes entre la edicin princeps portuguesa de 1614 y la traduccién espaiiola de Herrera Maldonado, de 1620; en segundo lugar, resolver aquellas cuestiones lingilisticas (semanticas, léxicas y sinticticas) cuya di- ficultad puedan entorpecer la correcta comprensién de la obra; y, finalmente, ubicar geogré chos de los incontables top6nimos que aparecen a lo largo del texto. He anotado también algunas otras cuestiones tematicas 0 histéricas que he considerado importantes para facilitar 0 com- plemenuar la lectura de la obra. No hubiera sido posible persistir en el esfuerzo y la dedicacion que requiere una edicidn de este tipo —tampoco superar sus sin- sabores— sin el respaldo de algunas personas, a quienes me veo obligado a expresar mi mas sincero agradecimiento. A mis padres, a quienes debo gran parte de mi formacién personal y académica, ya mi hermano Rafa; a mis amigos Daniel Garcia Vicens y Miguel Angel Macias, al primero por el intercambio constante de dudas, amente, de un modo sucinto, mu- IVAN TERUEL. 27 y al segundo porque una parte de esta edicién también es suya. Pero sobre todo gracias a Patricia, por estar siempre ahi, apoyan- dome en todo sin condiciones. IvAn Tervet CAcEREs Historia oriental de las peregrinaciones de Fernéin Méndez Pinto APROBACION DEL PADRE FR. JUAN BAUTISTA PALACIO, DE LA ORDEN DE LA SANTISIMA TRINIDAD, CALIFICADOR DEL SANTO OFICIO, DOTOR EN TEOLOGIA, MAESTRO Y EXAMINADOR DE LAS FACULTADES DE LOGICA Y FILOSOFIA EN LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA De orden y comisi6n del Muy Ilustre Senior el Dotor don Martin Dolz del Castellar, presbitero, maestro-escuelas de la Santa Iglesia Metropolitana de la ciudad de Zaragoza, oficial y vicario general en esta ciudad de Valencia y su Arzobispado, por el ilustrisimo y reverendisimo senor don fray Isidoro Aliaga, arzobispo de Valen- cia, del Consejo de Estado del Rey nuestro Senor, doy fe que he leido la Historia Oriental de las Peregrinaciones de Fernan Méndez Pinto portugués, traducida de portugués en castellano por el licenciado Francisco Herrera Maldonado, canénigo de la Santa Iglesia Real de Arbas, la cual es muy grande en entretenimiento y apacible. Y de la «Apologia» que va al principio, se colige ser de crédito. No he hallado en ella cosa contraria a nuestra Santa Fe Catélica y buenas costumbres; y asi, podra Su Se dar licencia, que se pide para volverse ustre servirle de Fecho! en este nuestro Convento de Nuestra Senora del Remedio de Valencia, Orden de la Santisima Trinidad, a 7 de febrero de 1645. A MAESTRO PR, JUAN BAUTISTA PALACIO, CALLFICADOR DEL SANTO OFICIO imprimatur El dotor Dolz, vicario general | sPechad 260 HISTORIA ORIENTAL DE LAS PEREGRINACIONES LICENCIA DEL MAGNIFICO ABOGADO FISCAL, Este libro, cuyo titulo es Historia Oriental de las Peregrinaciones de Fernan Méndez Pinto portugués, doy fe que no contiene cosa con- traria al estado y bien puiblico, y regalias del Rey nuestro Seiior; y aunque refiere cosas nuevas y raras, pero no danan a las buenas costumbres. Y asi, no impido su impresién y doy la licencia para ello. En Valencia al primero de marzo 1645. EL DOTOR QUEROL, ABOGADO FISCAL APROBACION DEL PADRE MAESTRO FR. IOSEF DE CASTRO DE LA ORDEN DE SAN AGUSTIN Por comisién y mandado de los senores del Consejo Real de Su Majestad, he visto y leido este libro intitulado Historia Orien- tal de las Peregrinaciones de Fernan Méndez Pinto portugués, waducido de lengua portuguesa, en la que escribié su autor, en la nuestra castellana, por el licenciado Francisco de Herrera Maldonado, ca- n6nigo de la Santa Iglesia de Arbas, y no he hallado en él cosa al- guna contra nuestra Santa Fe y buenas costumbres, antes es libro no s6lo digno de alabanza, mas de admiraci6n, asi en la sustancia como en el modo con que procede en referir tan varios aconte- cimientos, leyes, gobierno, ritos, trajes y costumbres de aquellos gentiles. La traduccién también esta hecha con toda propiedad y elegante estilo, guardando en ella el dicho licenciado Francisco Herrera Maldonado todas las significaciones mas propias de nues- tra lengua castellana; por todo lo cual me parece que todo este libro es una historia grave y de mucha estimacién, y muy digna de ser leida, para que se tenga noticia de lo que no era justo quedase sin memoria. Y asi, es libro de cuya leyenda’ se conseguira utilidad y entretenimiento provechoso para todos los ingenios; y este es mi * «Lectura, ‘ re FERNAN MENDEZ PINTO 261 parecer. En este Colegio de la Encarnacién de la Orden de San Agustin nuestro padre, de Madrid en doce de agosto 1617. TASA Yo, Martin de Segura Olalquiaga, escribano de Camara de Su Majestad, de los que reside en su Consejo, doy fe que, habiéndose presentado ante los senores del dicho Consejo un libro intitulado Peregrinaciones de Fernan Méndez Pinto, traducido de portugués en castellano por el licenciado Francisco Herrera Maldonado, cané- nigo de la Santa Iglesia de Arbas, que con licencia de los dichos sefiores del Consejo fue impreso, le tasaron a cuatro maravedis el pliego en papel, que el dicho libro tiene ciento y treinta pliegos con las tablas y principios, que, a raz6n de los dichos cuatro ma- ravedis cada pliego, monta quinientos y veinte maravedis. Y a este precio, y no a mas, mandaron se venda, y que esta fe de tasa se ponga al principio de cada libro de los que asi fueren impresos en virtud de la dicha licencia y privilegio. Y para que ello conste, de pedimiento de la parte del dicho licenciado Herrera Maldonado, di esta fe, que es fecha en la villa de Madrid a seis dias del mes de febrero de mil seiscientos y veinte anos. MARTIN SEGURA AL EXCELENTISIMO SENOR RAMIRO FELIPE DE GUZMAN, SENOR DE LA CASA DE GUZMAN, DUQUE DE MEDINA DE LAS TORRES, &¢ A los pies de Vuestra Excelencia ponemos las peregrinaciones y trabajos de Fernan Méndez Pinto lusitano, para que ya que los que padecio en servicio de su rey en la India Oriental no tuvieron Premio (como lo dice en la historia), lo tenga ella con el esplen- dor de tan gran principe como Vuestra Excelencia, grande por naturaleza, grande por su virtud y letras, y grande por su erudi- 262 HISTORIA ORIENTAL DE LAS PEREGRINACIONES cién y gobierno. Todas las cosas grandes (Senor Excelentisimo) tienen entre si una natural simpatia y congruencia por la similitud de si mismas, y, asi, se miran unas a otras de trino, lo que no milita en las pequenas por la variedad y disonancia que se hacen unas a otras. El sol es el mayor planeta, de mayor magnitud y grandeza; adonde pone primero sus rayos es en el mas levantado obelisco, en el monte mis eminente y en el risco mas encopetado. Que sea Vuestra Excelencia grande por antonomasia condécese, pues ape- nas abrié los ojos para gozar las delicias del tiempo y verdor de la juventud, cuando ocupa la presidencia del Ilustrisimo Consejo de Italia, con tanta madurez y atenci6n a los negocios tan graves (en quien la sentencia de Séneca tuvo excepcién) que la naturaleza dud6, al tiempo de pintar el rostro de Vuestra Excelencia, si le pondria primero canas que bozo, porque para tan poca edad era mucho canas, y para tanta prudencia era poco bozo; mas resolvid- se en no violentar su mismo curso, para dar a los siglos presentes y venideros, un maestro de Sénecas, Numas y Pompeyos. De aqui paso Vuestra Excelencia al gobierno tan dilatado del reino de Napoles, donde mostré con heroicas acciones el corazon magnanimo de principe generoso, asistiendo a él con tanto cuida- do y desvelos que parece trafa consigo la doctrina de Aristételes y Jenofonte, pues cuando en una mano tenfa el timén del gobierno en la otra tenia la cuchilla desnuda en defensa de los reinos de nuestro inclito monarca Felipe Cuarto. Que podemos decir de Vuestra Excelencia lo que dijo don Alonso de Arcila en su Valle de Arauco. Ora ta lanza en mano, ora la pluma. Pero en Vuestra Excelencia tuvo esta accién mas plenitud, pues sin hacer falta al gobierno public, proveyé de tan grandes socorros, de soldados, armas y caballos, que los tesoros de Creso quedaran exaustos’ y consumidos, y las fuerzas mas valientes pos- 5 «Exhaustose, «agotadoss. FERNAN MENDEZ PINTO 2s tradas v acabada’ : que parece que tv rab mas, dos naturale: sy dos providenc liendo a cada con tanto sosiego de no, presteza en la atentada en los negocios, que mai que diligencia humana: zqué es esto sino ser Vuestra Excelencia grande por naturaleza? La Histona Oriental de Fernan Méndez Pinto es grande, asi por los inmensos trabajos que padecié, climas tan remotas que anduvo, mares tan esquisitos que naufragé, como por la diver- sidad de naciones que vido, costumbres de sus naturales, ritos y ceremonias a sus dioses, y sucesos estrafos y inauditos de aquellos gentiles; que todo pone admiracién al entendimiento humano. Parece que, si no le diéramos por dueno principe tan esclarecido en virtud y grandeza, ella se fuera a buscar a Vuestra Excelencia para amparo suyo. Vuestra Excelencia reciba esta poca agua de nuestras manos y bébala, como hizo Artaxerxes, rey de Persia, de las del labrador pobre, que con alegre semblante le agradecié la voluntad del presente; que quien pone a los pies de Vuestra Exce- lencia los bienes de fortuna (que son el alma de la vida) pusiera los de naturaleza que no se confunden. A Vuestra Excelencia nos guarde Dios, con los aumentos que sus criados deseamos. ny resoluc ha parecido disposicién di Menores criados de Vuestra Excelencia que su mano besan. JUAN SONZONI BENITO DURAND

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