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RECONOCIMIENTO DE _ SAKUNTALA Neti stented Woh Tare «Spel a dU yk pods ge? En medio del esplendor exuberante de la selva indostdnica, de gigantes drboles entre- | lazados pur los arabescos dé-las lianas que, como brazos relorcidos-en actitudes de pasion o de tragedia se abrazan a sus troncos, en- tre el-correr desatado de los arroyos, el rumor multiforme de la monstruosa fauna tropi- cal—elefantes, tigres, serpientes—; entre la embriaguez exética de los matices vegetales y la erplosién de los aromas; en el bosque sa- i grado de los anacoretas, leno de las huellas i de las consagraciones y de los sacrificios, don- i de algunos humanos, lindantes con la divini- ' dad, adelgazan y purifican su esptritu en las ‘ austeridades y las abstinencias, y donde flo- ' f res, animales y hombres viven una vida de | 4 ome et conmovedora hermandad; en este abigarrado paraiso indio, a medio camino entre el ciele y la tierra, ocurre este idilio,—con sugestién de eternidad—, de Duchmanta y Sakuntala. Te Soe ee 3 Sakuntala, “la protegida “de los pdjaros”, sencilla, casta, ingenua, ‘identificada con la naturaleza, ornada de flores de loto, encierva una suprema y eterna poesia en su temblor de virgen ante la presencia del amor, en su cén- dida ternura por las gacelas y las flores, en'su desesperacién y su llanto ante el pérfida des- dén de Duchmanta, en su serenidad augusta -de madre y en su fidelidad de esposa: El rey, por su parte—fuerte y viril, seduci do, embriagado-por el hechizo doble de la na- turaleza y de Sakuntala, que para él se su- perponén y se compenetran; un tiempo volu- ble, juguete de un influjo maléfico, mds tar- de solicitado por la_atraccién vehemente de su progenie—es profundamente humano. Humanos son, en efecto, uno y otro. Y, sin embargo, gno se ve en ellos algo de divino? éNo hay alguna cosa que trasciende de su hu- manidad, que se desborda de su vida actual, transitoria, provisional, inestable? 4No se percibe algo solemne, hierdtico, que los hace instrumentos y colaboradores de un designio providencial? Sujetos estan, ciertamente, a los altos pensamientos de la Providencia, ast co- mo aquellos otros grandes héroes de la trage- dia griega; pero de un modo tan distinto co- mo diferente es el brahmanismo® de las green- cias antropomérficas griegas. Lo que en unos es el drama de la expiacién, desenlazado siem- pre bajo el sino de lo fatal en una hosca tra- gedia, en los-otros es un sentimiento blando.a- los grandes destinos, una resignacién sosegada ; los héroes nunca se rebelardn contra la dure- za inexorable de sus desdichas ni reacciona- rén violentamente contra ellas. No. gQué ha- brian de ganar en esta lucha? La religién de Brahma es de ascetismo y de purificacién. La - vida es un suehoy-un sueno angustioso, en el ansia—reproducida, mil veces.en cxistencias Sucesivas—deque.el alma.acierte a volver a su origen divino. En la tragedia griega, el hom- bre se debate ante la hostilidad de una fuerza implacable; en el teatro de la India, un pais donde el azote de las epidemias, la ferocidad tropical de las bestias, la virwiencia de los ve- nenos naturales quita a la vida gran parte de eu_valor, convirtiendo al hombre en juguete de las fuerzas del mundo, la muerte no es el final ni la expiacién: hay siempre encendido un fuego de esperanza que al consumirse el cuerpo, volverd a arder inextinguible en nue- vas existencias. Esta historia del reconocimiento de Sakun- tala, bajo el romdntico ropaje de poesia hu- mana con que supo vestirla Kalidasa, encu- , 1v bre, en realidad, la genealogia divina de Bha~ rata. La India, pueblo sin historia—‘“los indios lo olvidaban todo, los egipcios lo recordaban todo”, dice Spengler—es, paraddjicamente, eb pueblo de las “historias”. La India es el més rico tesoro de cuentos que el mundo poset. De alli manan, a Occidente y Oriente, las dos grandes corrientes de difusién que, a través del tamiz ardbigo la una y del crisol btidico la otra, han de Uenar el mundo de fdbulas y de consejas maravillosas. El Ramayana pri- ‘mero, y el Mahabharata después, no son sino dos inmensas compilaciones de leyendas en que, a partir del sol o de la luna, supremos ge- nitores de las dinastias, vemos debatirse y lu- char bajo la mirada celosa de los dioses a la serie abigarrada de los monarcas indostdnicos. Cada uno tiene su leyenda y su gesta. Asi también Bharata, que da nombre al inmenso poema de 200.000 versos, en que se describe la lucha de las dos ramas de la dinastia lunar, establecida en Iastinapura (Delhi). Y la le- yenda de su nacimiento—poética, como la de todos los grandes héroes—, arrancada de la gran mole poemdtica, es la que desarrolla con delicado arte Kalidasa, Ese nifio, Sarvadama- na, que en tierna clad juega con un leoncillo, v siendo ya simbolo de su propia indomable na- turaleza, es Bharata, el tronco comin de las dos ramas fraternas que han de sostener una lucha feroz por la preponderancia. Sakuntala es ya en el Maharabhata el es- pejo de la castidad y el prototipo de la fe con- yugal llevada hasta la més alta abnegacién. Ello era necesario para proporcionar a la cu- na de un héroe esclarecido caracteres de pur reza y santidad que ornen sus ilustres hechos. _ Ella misma tiene un origen semidivino: su pa- dre fué el-rey guerrero Visvamitra, converti- do después ‘en piadoso brahm&n, y su madre, la ninfa Menaka, enviada como tentacién al anacoreta por dioses celosos de su santidad. Depositada en un lecho de flores la recién na- cida, unos pdéjaros—sakuntas—la protegicron con sus alas; de aqui su nombre. El piadoso hermitafio Kanva, uno de los cantores de los vedas, la recoge y la educa. Esto debia do ocurrir hacia el siglo XVI antes de J. C. Duchmanta, jefe de la dinastia lunar entro- nizada, conoce y ama a Sakuntala, De ellos nace un nino. Queda éste, sin embargo, con su madre en el bosque sagrado. A los seis aitos marchan en busca de Duchmanta; pero éste, en medio de la magnificencia de su corte, asis- _ .tido de ‘sus consejeros, rodeado de sus muje- ae = res, acoge con una crueldad fingida a la ma- dre y al nifio: es que es necesario que resalte la perfecta pureza de la esposa y la absoluta legitimidad del hijo; pero tras la prueba cruel, que arranca légrimas e imprecaciones a Sa- kuntala, no tardaré Duchmanta én reconocer- ta y en proclamar a su hijo heredero del im- perio. Esta era la versién primitiva de la leyenda; pero posteriormente, no acertando quizds a ~-comprender el pueblo el verdadero sentido del desvio del rey hacia su esposa, se complicé la historia con el bello episodio del anillo perdi- do, que en el drama de Kalidasa constituye el niicleo de.la accién. Y este lindo motivo de conseja pasa después a los griegos, lo recoge Herodoto aplicéndolo a la historia de Poli- crates y se difunde, finalmente, diversificado de mil modos, por todo el folk-lore europeo. La falta de interés por la historia de los ha- bitantes de la ange hace que ni siquiera se- pamos cudndo ) Kalidasa, el mds grande poeta indostdnico de todos los tiempos. gFué realmente una de las nueve perlas literarias, magnifico ornamento de la corona del rey Vi- OE. VIL kramaditia, cuya corte trasciende a nuestra ‘memoria con.el prestigio de la suntuosidad y ' «l esplendor? Pero este mismo Vikramaditia, F gen qué época reind?, gen el siglo I antes de ke J. C., como querian los primeros orientalistas? ; éEn el IV, después de J. C., como se ha dicho I ‘mds tarde tras un detenido estudio del lengua- 4 ; ~ je? gEn el-VI, como parece desprenderse de : las ultimas investigaciones? Lo tinico que pue- i de afirmarse es que, antes del siglo VII, en é que el poeta figura citado como famoso en " ‘monumentos, escasos pero fehacientes, no hay : rastro ninguno.de 4. Sin embargo, iqué poco ayuda esto a la cronologia! Por otra parte, seria intitil buscar en las obras de Kalidasa ninguna alusién que sir- viese de indicio para localizarlas en el tiem- po. En cuanto a su arte, tan pronto parece an- | tiguo, con la antigiiedad de un mundo todavia reciente, como moderno, con ja novedad de un temperamento noblemente sensible y ro- méntico. Y sin embargo, la memoria del indio Kali- dasa llega a nosotros, pero envuelta—jcémo no!—en un suave perfume de poesia y en una bruma de leyenda que lo deshumanizan, con- virtiéndole en el héroe de un cuento azul. she Huérfano de una noble familia, fué recogi- Ome 3% QU PTI vi do y criado por un humilde boyero. La hija del rey de Benarés, que aspiraba.a un esposo de talento, desdefiaba a cierto petulante mi- nistro, pretendiente importuno. Cansado al fin éste de su initil porfia, decidié dar una lec- cidn a la dama. Eché mano del joven Kalida- sa, lo vistié de ricos trajes que realzaban sw natural belleza, y recomenddndole que no. des- plegara los labios, en sefial de menosprecio, lo presenté a la princesa como un gran hombre de ciencia. El desdén, la belleza varonil y eb prestigio de la muda sabidurta de Kalidasa produjeron su efecto en la hija del rey, que terminé casdndose con él poeta. Se descubrié la farsa en el templo, después de la ceremonia, y ello no pudo menos de producir honda in- dignacién en la doncella, que sélo pudo apla- car su reciente esposo adorando a Kali y su- plicdndole que le concediese la sabiduria, do- te indispensable para el’ matrimonio, que aca- baba de contraer. Todo se arreglé felizmente,. porque la diosa le otorgé el don de la poesia; y desde entonces el poeta se llamé Kalidasa, “esclavo de Kali”. Sus obras son: tres dramaticas: Sakuntala. —eu obra maestra—, Vikramorvasi y Mala- vikognimitra; dos poemas liricos: Meghadu- ~ta, que describe las quejas de un enamorado~ Eu TOE Sie TARTS, x ——j ausente y el mensaje que envia a su amante, por intermedio de una nube, y Ritusamhara, “la rueda de las estaciones”. Asimismo se le atribuyen dos poemas épicos: Raghuvamsa, sobr2 el mismo asunto del Ramayana, o sea la historia de Rama, y Kumarasambhava, 0 sea el nacimiento de Kumara, dios de la gue- rra. Pero lo mejor es, sin duda alguna, este dra~ ma Sakuntala, joya eterna del teatro indto, un teatro extrafio y original, en que los persona- | jes hablan diversos lenguajes que no todos los espectadores entienden, en que los actores pa- san de la tierra al cielo, recorren largos espa- cios sin moverse de la escena, o desaparecen cubriéndose con un velo, y en que, finalmente, , la libre y romantica inspiracién del poeta no se contiene en el limitado recinto del clasi- cismo. De dos textos fundamentales proceden las ediciones y traducciones del Sakuntala; Bengalt y el Devanagari, Las mejores ediciones europeas son; A. L. Cheey, Paris, 1830, con traducctOn ¥. Tees Sa j Williams, Oxford, 1876: ° Idem, Oxford, 1887, trad. inglesa. “0. Bohtlingk, Bonn, 1842, con traduccién - alemana. C. Burkhard, Breslau, 1872, con vocabula- rio sénscrito-latino y gramética prakrita. “. RAFAEL SECO EL RECONOCIMIENTO DE _ SAKUNTALA El reconocimiento de Sakuntala BENDICION Que Siva (1) os proteja por estas ocho for- mas visibles de que se reviste: EI agua, la primera creacién del Creador. El fuego, que lleva la ofrenda presentada segan la regla. La persona del sacrificador. Los dos astros (el sol y la luna), que rigen ¢l tiempo. : E] éter, que recorre sin cesar todas las co- 6as con la propiedad de transmitir el sonido al ofdo. La tierra, que ha sido llamada madre de todas las criaturas. YY el aire, por el cual respiran todos los #e- res dotados de aliento vital. persona de Ia trinidad india. Represe ta, em la naturaleza, e] agente destructor, mientras que Brahma es el creador y Vichnii el conservador. \ndxtt dem th su PROLOGO f (Al terminar la bendicién el director, des- pués de haber mirado detrds de la escena, di f rigiéndose a una actriz): Sefiora, si todos los preparativos estan ya terminados, salid. Una actriz (Entrando.)—Heme aqui: {qué mandaba el sefior? {Cudl es la orden que es necesario cumplir? i Ex pirector.—Seiiora, esta asamblea es de Jo mas distinguido_y es necesario representar f hoy ante ella la nueva obra compuesta por ‘ Kalidasa, el drama llamado El reconocimien- i to de Sakuntala. Es menester, pues, que ca- t da uno ponga en su papel el mayor esmero. , La actriz.—Con la excelente direccién del sefior no habrA ningtn descuido. Ex pirector.—Sefiora, os lo declaro fran- | eamente: “Mientras no haya satisfecho a ias personas de gusto, no tendré por buena la re- presentacién de un drama. Por fuerte que sea el temple de un ¢spiritu, siempre desconfia de sf mismo (1).” La actniz.—(Con modestia,)—Es muy cier- (1) La parte del texto, coloe tserita en lenguaje “sinscrito”, que esti en “prakrito”. entre comillas, esté diferencia del resto, 4 KALIDASA to: ordenad, pues, sefior, inmediatamente Lo que sea necesatio*hacer. Ex pirector.—Nade mas que encantar los oidos de los espectadores. La acrriz.—j Qué época del-afio tomaré pa- Ta asunto de mi canto? — Ex _prrector.—)Cual? La que acaba de co- menzar. Es necesario cantar tomando como téema’e] estio, tan digno de ser apreciado. He aqui qué él nos procura: “Los bafios delicio- sos en Jas aguas, las brisas de los - bosques Pperfumados por las flores de los padalas (1), Jas jornadas en las cuales €l suefio es facil ba- jo sombras espesas; y, por ae las tardes Imag de dulzura.”. - La actriz (Cabana Las mujeres her- mosas inflamadas de amor hacen pendientes para sus orejas con flores de ciricha (2), cuyos estambres de cabos delicados besan duleemen- te las abejas. Ex prrecror.—|Bien cantado, sefioral La asamblea entera esté inmévil como en un cua- dro; hasta tal punto la libertad de su pensa- miento esté subyugada por la melodia. {A {1) “Padala”. Flor de un color rojo palido y de uo agradable, i} } (2) “Ciricha” (acacia siricha). Las mujeres de la In @ia se sirven de sus flores para hacer pendientes. Per SAKUNTALA 5 qué obra, recurriremos ahora para merecer sus aplausos? . La acrriz.—{jNo acab4is de decir que pars formar el espect&culo se deberfa escoger el drama inédito, titulado El reconocimiento de Sakuntala? Ev pirector.—Sefiora, me lo recorddis » tiempo. En este momento 16 olvidaba comple tamente, pues habia sido arrebatado a mi pe- sar por Ja melodia maravillosa de vuestro can- to, ni mds ni menos que el rey Duthmants por esta gacela de rapides oe (Sor len ambos). = . .. PERSONAJES| Z ___ HOMBRES *Ducumanta, rey dela India. Mannavya, bufén, confidente del rey. Kanva, jefe de los ermitafios, padre adopti- vo de Sakuntala. Sarnoarava xy Sarapvata, brahmanes de la ermita de-Kanva::~ © - Mrrravasu, cufiado del rey, superintenden- te de la policia. DsanuKa ¥ Sucnana, agentes’ de policia. Varayana, chambelin de los departamen- tos de las mujeres. Somarata, sacerdote de la casa real. Karanpyaka, mensajero de la reina madre. * RarvattKa, portero. Maratf, cochero de Indra. Sarvavamana, hijo, atm pequefio, de Sakun- tala, llamado mds tarde Bharata. Kacyapa, sabio adivino, hijo de Marichi y nicto de Brahma; uno de los patriarcas que fueron padres de los dioses y de los hombres. MUJERES Saxuntata, hija del sabio Visvamitra y de Ja ninfa Menaka, educada por Kanva. Prryamvaps ¥ Anasuys, compafieras de Sa~ kuntala. Gorant, santa matrona, superiora de la er- f mita de Jas mujeres. Vasumati, la reina, mujer de Duchmanta. Sanumatt, -partera. PaRaBuRITIKA Y MapHUKARIKA, jardineras de los jardines del rey. Suvrata, nodriza. Apit1, mujer de Kacyapa, hija de Dakcha, nieta de Brahma. Auriga, pecadores, oficiales y ermitafios. + PT, L r Qe ACTO PRIMERO El Rey, en un carruaje con su auriga, Ulevan- do un arco y flechas en la mano, entra persi- guiendo a una gacela. EL AuRIGA (1). © (Después de haber mirado al rey y a la ga- cela.) “Sefior, al posar mi vista sobre la ga- cela negra y sobre vos que habéis tendida el arco, me parece ver ante mi al idloe Siva cazando una gacela.” ‘EL REY Auriga, esta gacela nos ha llevado muy le- jos. Hela ahi todavia que, “curvando gracio- samente el cuello mira a cada instante a este coche que Ja sigue de cerca; por temor a las flechas contrae con fuerza la parte trasera de su cuerpo, de tal modo que parece encajada en Ja parte anterior. Su camino esté sembrado de hierbas caidas de su hociquillo, abierto por la fatiga, y que no ha podido tragar. | Di- (1) Ea Jos dramas y poemas apicos de la India of cochero no es un personaje vulgar por la rarém de que se le exige hablar sinscrito y no prikrito, x jérase por Ia rapidez de sus saltos que no -eotre, sino vuela sobre Ia tierra! (Con asom- tro.) Y yo que la persigo, apenas si puede verla ahora. EL AURIGA Séfior, el terreno esté lleno de desigualda- des, y como retengo las riendas, la veloci- dad del coche se amortigua; ved ahi la razén por qué la gacela se encuentra a tan gran distancia. Pero cuando lleguemos a un terre- no llano, no os ser& dificil alcanzarla. EL REY Pues bien, suelta las riendas. ‘EL AURIGA Obedezco a mi sefior. (Simulando el movi- miento del ‘coche.) |Sefior, ved, ved! “Suel- tas las riendas, los caballos del coche, reco- gido el-pecho, los penachos inméviles, las puntas de las orejas Maras: se lanzan sin que pueda alcanzarles el polvo mismo que levan- tan, como si estuviesen celosos de la veloci- dad de la-gacela.” EL REY (Gozoso.) En verdad, estos caballos sobre- pujan en velocidad a los del Sol (1) y a los de Indra (2), de tal suerte, que “lo que antes me parecia pequefio se hace grande de pron- to; lo que esté dividido en partes me pare- “@) Los Indios representan al dios Sol“en un este tirado por siete caballos verdes, y a éstos es a los que ee refiere. ‘ Dios del firmamento y de ta atmésfera, ef Japi- oer tonante de los Indios. - ee etl | SAKUNTALA 3 Hw es unido; lo que por maturaleza es curvo, Nega a ser recto ante mis ojos; por la rapide del coche nada permanece un instante lejos ni cerca de mi.” EL AURIGA Ved esta flecha, va a matar a ia gacela (Apunta con una_ flecha.) (EUTRE BASTIDORES) iEh! jeh! Sefior. Esa gacela pertenece a la ermita. |No hay que matarla! jNo hay que matarla! EL AURIGA (Después de haber escuchado y mirado en torno.) Sefior, he aqui en verdad a los ens- cotetas, que Ilegan rodeando a Ia gacela ne- gra, que se encuentra en el camino de vues- tras flechas. EL REY (Vivamente.) |Detén los caballos! EL AURIGA Esté bien, sefior.. (Detiene ei carro. Entra _¢un-ermitaiio seguido de otros dos.) EL ERMrraNo > (bedhead la mano.) Esta gacela, oh, rey, pertenece a la ermita. {No vayais a ma- tarla! {No vayais a matarla! “No, no; esa fiecha no debe caer en el cuerpo delicado de Ja gaccla como fuego sobre un biicaro de flo- res. Qué es, en efecto, la vida frigil de las gacelas expuesta a tus flechas aceradas, que tienen la dureza del diamante? Retira, pues, ese dardo, pronto ya a hendir los aires, |Tus ‘ j “armas eben ‘emplearse en defender at opri- * mido ¥_no en herir ‘al inocente!”” EL: REY © Ya tsth retirado. _BL ERMITANO “He aqui un rasgo digno de tu majestad, Tus de la raza dé Puru (1). Tal accién no des- ~ dice de ti, que has nacido en la familia de -_-Puru; jojalé tengas ‘un hijo dotado de con- _” diciones semejantes a las tuyas y que sea duetio: del -universo! LOS OTROS DOS ERMITANOS (Levantando los brazos.) {Ojalé tengas un hijo que mande en todo el universo! EL REY (Inclinéndose con respeto.) Acepto el au- gurio. EL ERMITANO Sefior, hemos salido para recoger lefia. Esa ermita que se ve cerca de las riberas del Ma- lini (2), es la del gran sabio Kanva. Si no habéis de desatender ningiin deber por ello, entrad para recibir las atenciones de la hos- pitalidad; pues “una vez contempladas las bermosas acciones, tranquilamente cumplidas, de los asoctas ricos en austeridad, diréis: Los protege eficazmente mi brazo, que lleva las sefiales de la cuerdw del arco.” (1) El mis joven de tos cinco hijos de Yaya y de Sarmitchtha, sexto rey de la taza lunar; uno de los antepasados de Duchmanta. 42) Rio que, segin dicen, desciende del Himalaya ; pero ba posiciin exacta no esth determinada, SAKUNTALA ie i EL REY E! jefe de la familia yesta? EL ERMITANO Hoy, después de haber tesignado en. su: hija Sakuntala los deberes de la hospitalidad, dirigiése al-estanque consagrado dée-Soma (1) para aplacar al destino que se ieee con- trario a esta joven. 3 _EL REY Pues bien, la veré a ella. Me dark @ cono- cer las buenas obras del gran sabio. EL ERMITANO © _ Nosotros vamos, pele para prevenirla. Apo con los ermitafios. : EL REY. J RG oh hates los caballos a fin de que seamos purificados por la contemplacién de la santa ermita. SL EL AURIGA Obedezco a Vuestra Majestad. (Simula una gran celeridad del coche.) EL REY (Después de haber mirado a todos lados.) Auriga, aun sin estar advertido se echa de ver muy bien qué estos terrenos pertenecen un bosque consagrado a las austeridades. EL AURIGA 4Cémo? (1) Lugar de peregrinacién en el Ocste de la India Soma- sobre ¢] lado de Guzerat, cerca del templo de. matha 6 Somnat, Estos lugares santos estn ordinaria- mente situados al margen de algin rio sagrado. rye 44 ‘KALIDASA EL REY 4No lo ves? En efecto: “Los granos de arroz silvestre han cafdo al pie de los Arboles por la hendidura de-sus troncos vacios que ha- bitan- los papagayos. Se ve acé y alld, im- (pregnadas: de aceite; las piedras que sirven para triturar el grano del ingudi (1). Las ga- celas confiadas soportan el ruido sin cam- biar de rumbo, y los-senderos de los estan- -ques estén marcados por una hilera de gotas de agua, caidas de la orla de las vestiduras de corteza; ademas, los Arboles tienen sus rafces bafiadas por el agua de los canales, agitada por el viento; el color de estos frbo- les ornados de tiernas yemas es oscuro por el humo que se levanta de la ofrenda de mante- ca clarificada; y las crias de las gacelas, li- bres de temor, pastan tranquilamente cerca de sus madres en la floresta, de-donde se han eortado los tallos de la hierba darbha” (2). EL AURIGA Todo eso es cierto. EL REY Para no importunar a los habitantes de la ermita, detén aqui mismo el coche, en tanto que entro en ella, EL AURIGA Las riendas estén bien sujetas. Vuestra Ma- jestad puede descender, 41) “Ingudi". Arbo} Namado vulgarmente “Ingua” 6 De SAKUNTALA : 15 EL REY > (Después de poner pie en tierra.) Las er- mitas de los ascetas deben ser visitadas con vestiduras sencillas. Toma, pues, todo® esto. (Da al auriga su arco y sus: ornamentos.) Auriga, en tanto vuelvo de mi visita a la er- mita, ten cuidado de que los caballos refres- quen. EL AURIGA Esta bien, sefior. (Se aleja.) EL REY (Después de haber dado algunos pasos y mirado a su alrededor.) He aqui la puerta de la ermita; voy a entrar. (Entra y da a entender que se manifiesta un presagio.) “Tranquilo es el sitio donde est situada esta ermita, y, sin embargo, ticmbla mi brazo. {Qué va a pasar? Cierto es que las puertas de los acontecimientos futuros estin en todas partes.” (DETRAS DE LA ESCENA) 1Por aqui, por aqui, amigas mias! EL REY (Prestando atencién.) A la derecha, en ese ramillete de Arboles, se oye como una conver- eacién. Voy, pues, hacia ese lado. (Da algunos pasos y observa.) Si; esas son Ins jévenes de Ja ermita, que con regaderas proporcionadas & su estatura, van por ese lado para regar !os tiernos arbolillos, |Qué gracioso es su porte! “Belleza semejante a la de estas jévenes que habitan una ermita, dificilmente se encon- traria en Jas secretas habitaciones de los pa- lacios. Los arbustos de los jardines no pue- A den compararse con los de las selvas.” jPues bien! oculto bajo esta Sombra, voy a espiat las. (Se queda para mirar a las jévenes. En- tra entonces Sakuntala con sus amigas, lle- vando en la mano wna regadera.) SAKUNTALA {Por aqui, por aqui, amigas mias! | 2 ANASUYA ' Mi querida Sakuntala, creo que los arbo- | les de la ermita de nuestro padre Kanva te | son mas queridos que t misma, puesto que { ta, tan delicada como un jazmin recién abier- } to, te ocupas en llenar las zanjas hechas al pie de estos drboles. SAKUNTALA Querida Anasuya, no es sélo por cumplir las érdenes de un padre por lo que hago esta, sina porque tengo para estos Arboles la ter- pura de, vna hermana. (Los riega.) EL REY 1Cémo! Esta es la hija de Kanva? El ve- nerable descendiente de Kacyapa no hace bien, en verdad, al emplear a esta joven en los tra- bajos de la ermita. “Este sabio, al tratar de hacer a este cuerpo, naturalmente gracioso, capaz para soportar las fatigas de Ja auste~ ridad, se empefia en cortar una rama de mi- mosa con el filo de la hoja del loto azul.” jPucs bien! Oculto. tras un frbol, voy, sin que ella lo note, a contemplarla. SAKUNTALA Querida Anasuya, este vestido de corteza que me ha colocado Priyamvada, me aprieta demasiado; afldjale un poco. SAKONTALA 17 ANASUYA Ya esta. (Le suelta el vestido.) PRIYAMVADA (Riendo.) Acusa de ello a la juventud que desenvuelve la redondez de tus senos, pero, 4por qué echarme a’ mi la culpa? EL REY Tiene razon. “Su cuerpo juvenil no se re- vela en toda su belleza con ese vestido de cor-. teza sujeto por nudos ligeros en los hom- bros y que vela las proporciones de su seno como una hoja amarillenta encubre a una flor. ¥ sin embargo, ese tosco vestido, que no es el adorno conveniente que placeria ver so- bre’el cuerpo de esta joven, no deja de-ad- quirir, al cubrirla, la gracia de un ornamen- to. Con efecto: El loto cubierto por la va- Uisneria (1)_no deja de ser encantador; las manchas de Ia luna, aunque sean manchas, realzan su belleza. Esta joven delicada pare- ce mis hermosa con el vestido de cortezas. Qué cosa no es un adorno para las formas graciosas?” SAKUNTALA (Después de haber mirado hacia adelante.) Este Arbol, con sus ticrnas ramas agitadas por el viento, semejantes a dedos, parece invitar- me a que me acerque a él. Voy a responder a su invitacién. (Avanza hacia el drbol.) PRIYAMVADA Querida Sakuntala, quédate asi un ine tante. (1) ‘Planta acudtica que se extiende sobre los estan ques, entrelaaindose con los lotos, SAKUNTALA aPor qué? PRIYAMVADA Es que este arbol, cuando estis junte a él, me parece acompafiado de una liana. SAKUNTALA 1Ah! verdaderamente; con razén te Ilaman Priyamvada (1). EL REY Priyamvada no ha dicho sino una agrada- ble verdad a Sakuntala; con efecto: “Sus la- . bios tienen el color de un fresco botén de ro- sa; sus dos brazos se asemejan 8 ramas flexi- bles; y, como una flor a la que tiende uno sus manos, la juventud resalta en toda ella.” ANASUYA Querida Sakuntala. ,Y esa tierna planta de jazmin que se_ha entregado como una es- posa a un mango odorifero y que has deno- minado “Luz de los kosques”, {te has olvi- dado de él? J SAKUNTALA jAntes me olvidaria de mi misma! (Se apro~ xima y mira los arbustos.) Verdaderamente no puede ser més hermosa la época del aio en que se celebran los desposorios de esta lia- na con ese Arbol. Luz de los bosques es joven; se orna de flores nuevas, y el mango puede abrazarla con sus tiermis ramas. (Se detiene a mirarlas.) G1) Este sombre significa “que dice cosas agrada- bles”, PRIYAMVADA (Sonriendo.) {Sabes ti, Anasuya, por qué Sakuntala mima a Luz de los bosques de ese modo? ANASUYA No; verdaderamente no sospecho por qué; pregantaselo. PRIYAMVADA Es que se dice: Del mismo modo que Luz de los bosques se une a un Arbol digno de ella, ojala pudiera yo obtener un esposo cuya elec- cién fuese digna de mi. + SAKUNTALA Ese deseo, Priyamvada, eres ti quien lo siente. (Sigue regando.) EL REY Pluguiera al cielo que esa joven hubiese nacido de una madre perteneciente a otra cla- se social que su padre. |Pero puede tenerse la certeza! “jAh, sin duda es digna de ser desposada por un hombre de raza real, pues- to que mi corazén, que es el de un noble, se interesa por clla! En las cosas sujetas a la duda, la regla de Jas personas de bien {no es Ja inclinacién del corazén?" Quien quiera que sea, sabré la verdad acerca de ella. BAKUNTALA (Con miedo.) jAy!... Ahuyentada por el agua de la regadera, una abcja ba abandona- do precipitadamente Ia flor del jazmin para posarse en mi cara. (Hace los gestos de quien quiere repeler a una abeja.) EL REY (Miréndola con amor.) |Con qué gracia se 3 defiende! “Cualquiera que sea el lado por don- de la abeja la ataca, ella vuelve a ese lado -. una mirada de inquietud. Al hacerle: fruncir las cejas, el miedo le ensefia ya, sin que el amor ponga nada de su parte, el juego seduc- ~ : 5 tor de las miradas: Sus ojos, :cuyo fngulo ex- * terior se agita, ti les toeas varias veces, oh ” zs abeja; y, como para hablarle en secreto. te a@proximas miiy cerca de su oido zumbando dulcemente. Mientras que agita su mang, li- bas en su labio, donde estAn reunidos todos los placeres; y cuando los dem4s estamos con- trariados por el deseo de saber la Verdad so- bre su nacimiento, ti, oh abeja, estAs com- pletamente satisfecha.” SAKUNTALA ‘La insolente-no cesa de perseguirme; voy a alejarme de ‘aqui. (Se detiene_a cada paso para mirar.) |Cémo! Ain viene por este lado, jAy!, protegedmé, protezedme, que me persi- gue una abeja importuna y descortés. LAS DOS AMIGAS (Gritando.) {Quién somos para proteger- te? Liama a Duchmanta, puesto que los bos- ques de Ja ermita estan bajo la guarda de eate rey. - £ 4 mL REY He aqui una oeasidn para presentarme. |No temf4is! (Pronuncia a medias estas palabras y s¢ detiene. Aparte.) Pero.la persona de! rey ser& reconocida, {No importa! Me anunciaré, \ BAKUNTALA ws (Deteniéndose a cada paso.) |Cémo, tam- bién por aqui! r SAKUNTALA a EL REY (Apresuréndose a presentarse.)~ “Cuando un descendiente de Puru, que eastiga a los re- beldes gobierna ls tierra {hay quien se atre- va a conducirse groseramenté con las timi- das hijas de los anacoretas? (Ties al ver al rey, se turban un tanto.) ANASUYA Sefior, no ocurre nada grave. Es que nues- tra quérida amiga ha sido hostigada e im- portunada por una abeja. (Y hablando ast muestra a Sakuntala.) EL REY - (Aprocviméndose a Sakuntala:) yProspera vuestra devocién? (Sakuntala, intimidada, queda silenciosa.) ANASUYA Si, ahora prospera por la presencia de un huésped distinguido. Querida Sakuntala, ve a Ja choza y trae un argha (1) mezclado con frutas. El agua servird para lavarle los pies. EL REY Con vuestras palabras, dulces y corteses, ya me habéis dado hospitalidad. r PRIYAMVADA Pues bien, sefior; sentaos un instante sobre este banco que refresea una tupida sombra y descansad de Ja fatiga del camino. PL REY 2Pero sin duda alguna también vosotras es- tar¢is fatigadas de vuestro trabajo? (1) Ofrenda compuesta de agua, leche, arroz, ete. RENT y ANASUYA Querida Sakuntala, la cortesia para con los hu éspedes nos esta recomendada. Sentémonos aqui. (Se sientan todos.) “SAKUNTALA : (Aparte.) {Cémo 4l ver a esta persona he llegado a ser accésible a una emocién ‘contra la cual debia defenderme este bosque consa- grado a la penitencia? EL REY (Después de haber mirado a las tres.) “En verdad, la juventud y la belleza os hacen igualmente seductoras. PRIYAMVADA (En voz baja.) Anasuya, {quién es esta per- sona de apostura cortés y reservada, que al hablar parece tan majestuosa? ANASUYA (Por lo bajo.) Amiga, para mi también es objeto de curiosidad, y voy “a interrogarle. (Alto.) Sefior, la confianza que me inspira la suavidad de vuestras palabras me da dnimos. 4Cual es la familia de sabios reyes de la que el noble extranjero es ornamento? 4Cual es el pueblo que se aflige por su ausencia? YY por qué razén, tan joven y tan delicado, se ha decidido a soportar Ja fatiga de un viaje a es- te bosque consagrado a las mortificaciones? SAKUNTALA (Aparte,) jOh corazé6n mfo, no te agites mis! He aqui a Anasuya que sé preacupa por lo que era objeto de tu pensamiento, EL REY (Aparte.) {Cémo darme a conocer ahora, ni ; ' ‘ 3 t EN * SAKUNTALA 23 cémo ocultar quién soy? {Pues bien! voy a hablar. (Alto.) Santa hija: yo soy el encar- gado, por el rey descendiente de Puru, de ve- lar por la administracién de la justicia; he venido a este bosque sagrado para asegurar- me de que las ceremonias se cumplen sin obs- téiculo. ANASUYA Las gentes virtuosas tienen ahora un pro- tector. (Sakuntala deja traslucir una amorosa timidez.) LAS DOS AMIGAS (Después de haber observado el aspecto de Sakuntala y del rey. A media voz.) Que- rida Sakuntala, si estuviera hoy aqui el reve- rendo padre... - SAKUNTALA , a (Con aire de inquietud.) {Qué hubiera su- cedido? 2 A LAS DOS AMIGAS Harfa feliz a este distinguido huésped pre- sentdndole lo que més quiere en el mundo. SAKUNTALA 1Vamos! Pensad cuanto querdis, dad rien- da suelta a vuestra imaginacién; no escucha- ré vuestras palabras, EL REY También nosotros tenemos que preguntaros algo que concierne a vuestra amiga. LAS DOS AMIGAS Esa pregunta seri una merced para nos- otras. EL REY EI bienaventurado Kanva leva una vida Sere eee re TEE em SE = de austeridad’ pprieabe y ‘esta amiga vues- tra ey no obstante, hija suya. iCémo. puede aoe (0) ANABUYA |) 208 Gruchiarade® Hay cierto sabio de raza real, de una majestad grande, cuyo nom- bre de familia es, pena. iBeo sil coatoruie! con ata tradicién. ANASUYA. Sabed, pues, que él’ es el padre de nuestra , amiga. Pero el, venerable Kanva es llamado 4 i ‘padre porqu fué quien cuidé de alimentar- la wireducaniay pea que la dejaron aban- 4 5 3 4 EL REY Nae M4 ‘idm! senor, En‘otro tiempo, sobre las ori- rhe Ias de Gotami (1), mientras que el sabio Kau- “/) ¢ika, se entregaba'a penitencias terribles, la ninfa llamada Menaka, que sabe poner trabas a lag austeridades, fué enviada por los dioses que comenzaban a el hi a ‘Bh RE! Reta ‘inquietud de los Hitees producida por Ja meditacion mounds de los ascetas, existe ‘en efecto (2). | (1) Gotami on no de los nombres del tio Godavary. « (a). \Las austeridades del Rey Kaucika inquietaban a ' Jos dioses, ‘porque un asceta puede, en fuerza de sus entrhog ‘religiosos, destronar a un dios y ocupar su fre th i { ANASUYA z Entonces, en el momento en que comenza- ba la_primavera, Kaucika, habiendo notado la’belleza encantadora de esa ninfa....(Se de- tiene perpleja medi de la frase.) EL. REY. s - El resto sé paivise, La conducta de las nin- a fas-e8 siempre le mismay Z i _ ANASUYA BL. Sa BL REY . Es natural. .“yCémo hubiera podido apare- cerse esa-beldad entre las. mujeres? ;El -re- “sJampago de vivo’. fulyor 110 “sale del seno de : “ia terval” (Sakuntala sigue con los ojos ba- jos. Aparte.) He aqui la explicacién que de- seaba. Mas, después de haber ofdo el deseo de su amiga, formulado entre risas, de que. Sakuntala encuentre un esposo, mi espfritu se halla sumido en la duda y en la turbacién. PRIYAMVADA (Mirando a Sakuntala, sonriéndose y vol- viéndose al rey.) Sefior, parecéis deseoso de decir algo més. (Sakuntala amenaza a su ami- g@ con la mano.) PARAL SI he Verdaderamente, in habeis adivinado, Ten- gis go atin otra cosa que preguntar por el deseo de oir una historia interesante, PRIYAMVADA * Hablad gin vacilacién, pues los anagoretas _pueden oer eer es ae: sin reticencias. itary wcaioome Boa 0 ws. soulan “Loa votog 26 KALIDASA monisticos, contrarios a los del amor, jdeben ser observados por ella solamente hasta que sea dada por esposa, o bien ha de permanecer siempre en compafiia de las gacelas, sus fa- voritas, de ojos semejantes a los suyos?” PRIYAMVADA Sefior, si por cumplimiento de los deberes religiosos esta joven est bajo la tutela de otra persona, es también deber de su protec- tor espiritual darle un esposo digno de ella. © EL REY (Aparte.) {He aqui un asunto muy facil de arreglar! “jCobra valor, corazén mio, ahora que la certeza ha substituido a la duda. Lo que ta creias que era fuego es un diamame que puede tocarse.” SAKUNTALA (Con impaciencia.) \Anasuya, voy a reti- rarme! ANASUYA | Por qué? i: SAKUNTALA Voy a quejarme a ln santa madre Gotami de esta Priyamvada que dice cosas sin sen- tido. ANASUYA Amiga, esté mal en t{ abandonar a un hués- ped distinguido que no ha recibido todos los honores de: Ia hospitalidad, y retirarte as{ por puro capricho. (Sakuntala ge aleja sin decir nada.) EL REY (Hace ademén de detenerla, pero se contie~ ne, Aparte,) |Oh, cémo se manifiesta en las “2 twee gen mE acciones lo que pasa en el espfritu de un amante! Yo mismo, con efecto, “resuelto a seguir a la hija del solitario, he contenido re- pentinamente mi impulso por decoro; pero adn, sin haber abandonado mi sitio, me pa- » Tece que estoy como si hubiera partido.” PRIYAMVADA (Deteniendo a Sakuntala.) No es prudente que te alejes. SAKUNTALA (Funciendo el entrecejo.) 4Y por qué? PRIYAMVADA Tienes que regar todavia dos Arboles; jven, pués! Cuando’ hayas pagado. tu deuda, po- dras ite. (Hablando ast retiene por fuerza a Saicuntala.) EL REY Excelente hija, veo que tu amiguita esté cansada de regar los Arboles; pues “tiene las espaldas dobladas y Ja parte inferior de sus brazos esté enrojecida en fuerza de sostener la regadera; su seno se agita todavia con un respirar anhelante, algunas gotas de sudor im- piden el juego de los pendiertes que adornan sus orejas, y que se pegan a su cara; y, ha- biéndose soltado el lazo de sus cabellos, retie- ne con una mano sus trenzas en desorden.” A mi me toca, pues, pagar su deuda. (Se pre- para a dar su anillo. Las dos amigas, habien- do leido el nombre y visto el scllo, se miran ung a otra.) EL REY No me toméis por quien no soy. Este ani- 28 KALIDASA lo -es un presente del rey. Reconoced en mi & su representante. PRIYAMVADA i Ese anillo no debe s.pararse de vuestro de- do. Por vuestra palabra, scfior, ahora esté li- bre Sakuatala. (Sonriendo.) Sakuntala, estas libre por el benévolo sefior, si es que no es el gran rey. Ahora puedes retirarte. SAKUN'TALA (Aparte.) jAh, si fuese duefia de mf misma! (Alto.) {Quién eres ta para ordenar que me retire ni para retenerme? EL REY ..(Aparte mirando a Sakuntala.) jSentir& 3 por mi lo que yo siento por ella? Sea lo que quiera, mi deseo puede seguir su vuelo, por- que “si no entrelaza sus palabras con las mias, al menos me presta oidos volviéndolos hacia mi cuando hablo. Si no se vuelve hacia mi del todo, su mirada, con mucha frecuencia, 26lo me busca a mi. (ENTRE BASTIDORES) {Vamos! | Vamos! Ermitafios, reunfos para proteger a los animales de la ermita; pues el Rey Duchmanta ha venido para divertirse cazando. “Ya el polvo levantado por los cas- cos de los corceles, y semejante, ante los ra- yos del sol que se pone, a un vuelo de lan- gostas, se posa sobre los drboles de la ermita, de cuyas ramas cuelgan por las vestiduras de- cortezas puestas a secar. Ademds, con una de sus defensas, clavada en el tronco de un firbol que detuvo su impetu, las patas en- redadas eo la cerca de lianas que no pued salvar, imagen viva de nuestras mortificacio- nes, un elefante ha intentado entrar en el bos- - que, dispersando nuestro tebaiio de gacelas, espantado por él coche del Rey: (Las tres j6-.. venes prestan atencién con miedo. El Rey aparte.) jAy! qué contratiempo. Las gentes de la ciudad que vienen en mi busca, invaden el bosque’ sagrado. | Vamos, es necesario vol- ver atris! - 5 LAS DOS. AMIGAS Sefior, estamos completamente tristornadas por el accidente que sucede en la ermita; per- mitidnos volver, a la cabafia, EL_REY (Inqniieto ) Ta, Santen ‘hijas. Y para que no haya més turbacién en Ia ermita. pondremos todos nuestros esfuerzos. (Se levantan.) LAS DOS AMIGAS ~~ Nos causa rubor tener que Nacsa que una hospitalidad indigna del. huésped a quien se recibe, es una razén para volver a verle. EL REY No, nada de eso. Bastante honrado he. sido por la vista de vuestras personas. SARUNTALA Anasuya jmehe herido el pie con Ia punta de esa brizna de yerba, y mi vestido de cor- teza se ha enganchado en una rama de kura- vaka! (1); venid en mi ayuda para que pueda desengancharle, (Hablando ast mira al rey, y buscando un pretexto para retrasarse, sale con tus amigas.) (1) Planta erlzada de agudas espinas y cuyas flores aon de color de parpura, lo tengo si siesoy aged Wie Toren ; dad. Voy, pues, luego. que haya reunido mi_ ~~ -séquito a ordenarle que acampe no lejos del _ bosque sagrado, No 0 puedo evitar el ar en Sakuntala, pues “mi cuerpo va hacia adelante, -y mi espfritu, que no esta de acuerdo con a, vuelve hacia atréis como la tela de seda de -una bandera Ilevada conte el viento.” Soe ACTO SEGUNDO. MADHAVYA (Dando un suspiro.) {Qué desdicha! ,Por qué seré el compafiero de este rey apasionado por la caza? Estoy rendido. ;He aqui una ga- cela! jhe ahi un jabalf! jhe allf un tigre! Atur- dido por semejantes gritos tiene uno que ir, aun en medio del dia, corriendo de bosque en bosque, hasta las regiones donde la sombra de los Arboles es rara en verano. Bebe uno las aguas acres de los arroyos de la montafia que arrastran montones de hojas; come a horas irregulares, y, la mayor parte de las veces, earne asada a‘la parrilla. Ni siquicra puede uno dormir a su gusto por la noche; tan moli- do queda e| cuerpo de correr a caballo tras el rey. Después, a la madrugada, le despiertan as uno hijos de esclayos, enzadores de pijaros con el tumulto que forman al tomar posesién del bosque. Y con todas estas cosas, atin no acaba ah{f mi tormento. {También aquf, en las mejillas, me brotan una multitud de granos! Ayer, precisamente, cuando nos quedamos un pore rezagados, mientras Su Majestad entra- a en la ermita, persiguiendo a una gacela, hubo de ver alli, para mi desgracia, a la hija 32 % KALIDASA del ermitafio, Hamada Sakuntala. Ahora el Tey no ticne el menor deseo de volver a‘la. ciudad; tanto es asi, qué la aurora le ha sor- prendido hoy sofiando’con ella-sin haber ce- rrado los ojos. {Quéhacer? Como quiera que gea voy a verle en cuanto haya acabado de arreglarse. (Hablando asi, da algunos pasos y mira.) Hele ahi que viene mi querido com- - pafiero. rodeado de mujeres yavanies (1), que traen guirnaldas de flores silvestres y susten- _ tan arcos_en las manos. {Bueno! Voy a que- darme aqui como un ser atacado por una pa- rélisis. {Si asi pudiera obtener, al menos, um poco de reposo! (Y diciendo esto, se queda. in- mévil, apovado sobre un palo. El rey entra con la comitiva que se acaba de nombrar.} EL REY “Lo que se quiere no es tan facil de lograr como se descaria, y, sin embargo, el corazdn cobra Animos al ver su porte: Aun cuando el amor no haya obtenido Jo que desea, tna re~ efproca esperanza produce placer.” (Sonrien- do.) jAsi es como un amante, quo jurga et fondo del pensamiento de la persona amada conforme a su propio deseo, se equivoca com-_ pletamente! Y, sin embargo, “ya que, aun- que volviese los ojos a otro lado, su mirada estaba Hena de dulzura; ya que su andar, re- (1) El nombre de Yavana es empleado por Jos anti guos indios para designar a los birbaros de occidente, 'y ‘nhs especialmente a fox Grabes y griegos, También se puede usar él nombre de Vavanl, femenino dé,Vavana, para designar a las mujeres de Ja Tartaria y dela Bac trian. tardado por la amplitud de sus caderas, pa- 3 recia serlo por coqueteria; ya que, cuando su ‘ amiza la detenfa, diciéndole:: —{No te va- ; yas!—ella le respondia con impaciencia, todo esto lo hacia: verdaderamente por mi. |Ah!, jquien ama bien, sabe tomar su parte! z _MADHAVYA : ' (Siempre en la misma postura.) |Pues bien, 2 amigo! Mis manos no ‘sé alargan ya; sola- 7 mente mis labios os saludardn con el nombre ; de _yencédor, MADHAVYA T Como, después de haber empafiado vos mismo mis Ojos, preguntdis todavia la causa de mis lagrimas? EL REY t -» Verdaderamente no comprendo; explicate con claridad. i ; k ‘ 5 g 8 ‘ EL REY ude qué proviene esa enfermedad? By MADHAVYA i |Pues bien, amigo! si la cafia imita los ‘ contornos de la Kubdja (1), {lo hace por su ‘ propio ee © por la rapidez de la co- rriente? EL REY La causa de ello es la rapides de la co- riente, MADHAVYA Y vos de Jo que a mi me sucede, EL REY 4Cémo? (1) Planta cuyo nonibre signifies “jorobado, curve”. 34 KALIDASA J MADHAVYA Después de haber desatendido, como ioh ha- béis hecho, los deberes de un rey, gesté bien que vaydis tomando las costumbres de un ha- bitante de los bosques en semejante comarca salvaje, en donde:no hay un ser humano? Como, verdaderamente, cada dia voy siendo, a causa de la caza de venado de toda clase, menos duéfio de mis miembros, cuyos miscu- los y articulaciones est4n deshechos, os ruego me concediis un dia de asueto durante el cual pueda, al menos, Sepegnser un poco. (Aparte.) {Y asi pHs ocd habla, cuando por el recuerdo de la hija de Kanva, mi espiritu esté tan lejos de pensar en la caza! Verdade- ramente, “jme es imposible tender este arco, pertrechado de una cuerda sobre la cual hay sujeta una flecha, dirigida a las gacelas que, compartiendo la morada de la que amo, pa- recian haberle robado la dulzura de las mi- . radas!” MADHAVYA (Después de haber mirado al rey a la cara.) Su Majestad, después de interrogar a su cora- zn, delibera. He clamado en desierto. EL REY (Sonriendo.) {Qué me podria preocupar sino el consejo de un amigo, que no es digno de desatender? Tanto es asi, que ese consejo me detiene. MADITAVYA iQue gocéis de la vida mucho tiempo! (Hace ademdn de irse.) SAKUNTALA , 35 EL REY : Amigo, detente; escucha lo que me queda por decirte. ‘MADHAVYA ~ Mandad, sefior. > EL REY Cuando hayas descansado, ser4 necesario que me ayudes a una cosa muy facil. MADHAVYA 2A comer golosinas? EL REY Cuando sea tiempo te diré lo que es. ‘MADHAVYA 1Cu&ndo mejor que ahora! EL REY jHola! {Hay alguien por aqui? (UN PORTERO, ENTRANDO) 4Qué ordendis, sefior? ‘ EL REY Revataka, llama al general. EL PORTERO Esta bien, sefior. (Sale y vuelve con el gene- ral, diciéndole.) He aqu{ al rey que desea da- ros una orden, y que mira a este sitio. Apro- ximaos, BL GENERAL or (Mirando al rey.) La eaza, aunque’ hay quien dice que tiene sus inconvenientes, no pa- rece tener sino ventajas para nuestro dueiio. En efecto: El sefior “muestra un cuerpo cuya pare anterior esté endurecida por el incesan- te roce de la cuerda del arco y que soporta los rayos del so) sin sentir la menor fatiga, y, aunque enflaquece por un ejercicio viglen- ee ee PE re 2. 7 36 KALIDASA : 4 to, no muestra trazas de ello; tal un elefan- te errante én la montafia se manifiesta leno de vigor. (Después de aprorimarse’/ {Que nuestro ducio-sea victorioso! El bosque -esté limpio de fieras; {por qué detenerse asi?” EL REY Mi-ardor.se ha apaciguado por culpa de Madhavya, que clama contra Is caza. EL GENERAL © +.(Aparte.) El amigo insiste en Mevarle la contra; en cuanto a mi, voy a lisoujear el gusto del duefio. (Alto.). Ese necio habla a - tontas y a locas; juzgad por vos mismo, se- fior. “El cuerpo, aligcrado porque los costa- dos enflaquecen con la pérdida de la grasa, - se hace propio para un ejercicio violento; ade- mis, se observa el pensamiento de los seres afectados de emocionés diversas, de temor y de célera. La superioridad de los arqueros resulta pa- tente cuando las flechas hacen blanco en un bulto movible. Es injusto decir que el amor a& la ecaza-es un defecto: gdénde encontrar una distraccién que la iguule?” MADHAVYA (Iracundo.) \Fuéra de aqui, ta que preco- nizas Jos ejercicios violentos! Nuestro amo ha vuelto 4 su estado natural; pero’ ta, errante de bosque en bosque, caeris en los dientes de algin oso Avido de carne humana, sg EL REY 7 General, estamos muy cerca de una ‘qinitan y por esto 08 por Jo qué no tomo en cuenta tus palabras. “Que los bafalos entren “ei Jas Oe i DA OO OR IR | SAKUNTALA ‘37 aguas del estanque, agitadas por sus cuer- nos; que el rebafio de gacelas, recogido ‘a la sombra de un kadamba (1) rumie apacible- mente; que Ja hierba musta sea arrancada tranquilamente.del estanque por los rebafios de jabalies, y que este arco permanezcs, quie- to con su cuerda floja.” EL GENERAL Como plazea .al sefior. EL REY r Pues bien; haz volver a los batidores que van delante; es nevesario detenerlos para que mis soldados no turben el bosque de la ermi- ta. Mira, “aqui. donde habitan los ascetas ri- cos en austeridad, en cuyos espfritus reina perenne calma, hay un esplendor oculto de naturaleza ardiente; del mismo modo !az len- tes de eristal suaves al tacto, bajo la influen- cia de otro fuego, hacen saltar la llama.” EL GENERAL Como lo ordene el sefior, MADHAVYA 1Vete, pues, hijo de una esclava!l Tus pa- Inbras, que preconizan los ejercios violentos, han ecafdo on el vacfo. (El general se aleja.) EL REY (Después de mirar a los que le todean.) ¥ vosotros quitnos los trajes de cazador. En cuanto a ti, Revataka, cumple cuidadosamen- te tus funciones. (ua comrrrva) Se hari lo que ordena el rey. (Salen) (1) Planta Wamada “nauclea kadamba*. MADHAVYA | (Al rey.) He aqui, gracias a vos, este lu- gar limpio de moscas..Ahora sentaos sobre esta piedra, protegida por el dosel que forma la sombra tupida de los Arboles, mientras que yo también me acomodo a mis anchas. EL REY Ve delante. MADETAVYA 4 Siéntese primero. el sefior, (Se sientan los dos.) EL REY Hasta aqui tus ojos no han visto Sale. ya que no has visto lo que hay de mas bello en e] mundo. MADHAVYA 4Cémo puede ser eso, cuando os tengo de- lante de mi? EL REY Cada uno ve-hermoso lo que le perteneve; pero quiero hablar de esa Sakuntala, que cons- tituye el ornamento de la ermita. MADHAVYA (Aparte.) {Seal {No haré nada que pueda dar pfbulo a sus ilusiones sobre el particular! (Alto.) Pero, sefior, si esa joven, hija del ana- coreta, no debe ser solicitada por vos, {de qué sirve haberla visto? BL Rey Amigo, no ¢s a un objeto prohibido a! que se dirige el corazén de los descendientes de « Pnru. “Ciertamente, esta hija del ermitafio es la hija de una ninfa, que por el abandono de la madre ha legado hasta él como la flor delicada del jazmin doble, suelta de su tallo y caida sobre una flor de la gran asclepiada.” MADHAVYA (Sonriendo.) La inclinacién que os lleva hacia esa joven, a vos que desdefidis las per- las de las mujeres de vuestro harén, se ase- meja a! deseo de un hombre que, hastiado de datiles, quisiera probar el fruto de] tamarindo. EL REY Hablas asi porque no Ia has visto. MADHAVYA jAh! sin duda alguna, lo que os ha produ- cido admiracién no puede menos de ser ma- ravillaso. EL REY Amigo, {qué m4s quieres? {Dotada de la perfeccién del ser, no ha sido animada por Brahma, después de haberla representado en pintura, con 1a intencién de reunir en ella to- das las bellezas? Cuando pienso en su hermo- so cuerpo y en el poder del Creador, me pa- rece que es la perla de. las mujeres, con la que ninguna otra puede compararse. MADHAVYA 1Siendo asi, es para volver la espalda en adelante a las mis hermosas mujeres! EL REY Precisamente, eso es lo que pienso, “Flor euyo perfume no ha sido aspirado, tierno ca- pullo que no ha sido arrancado con las ufas, perla intacta, miel nueva, cuyo sabor no ha sido gustado; belleza sin defectos, que es co- mo la recompensa gin reservas de las buenas “obras, ignora cud) serd el dueiio que le dara e el destino.” ‘ MADHAVYA. "Tomadla bajo vuestra proteccién para que no caiga en manos-de algim asceta de cubeza — engrasada con aceite de ingudi. 62 8b REY ~ {Pero esta joven depende. de otro, y quien 7 Ta dirige no esté aquil - MADITAVYA 5 = 4Cual fué la expresién figs su mirada, al po- sarse en vos? a EL REY Por naturaleza, las hijas de los ermitafios son timidas, de suerte que en mi presencia volvja a otro lado la vista y su sonrisa pare- cia nacida de otra causa que el interés; de suerte que el amor, detenido. su. vuelo por el decoro, no estaba manifiesto ni oculto en ella. MADHAVYA 4Pero verdaderamente sélo por haberos vis- to ,iba ya @ arrojarse en vuestros brazos? EL REY Cuando nos separamos me mostrd, aunque con discrecién, su sentimiento, Tanto ea asf, que exclamé sin raz6a: |Me he herido el pie ~ con la punta de la hierba darbha! Después se detuvo dando algunos pasos y permanecié con Ia eara vuclta hacia mi mientras desen- redaba su vestido de corteza, aunque no s@ hubiese prendido, como daba a entender, en Jas ramas de los Arboles. MADHAVYA Entonces pertrechaos de provisiones para el camino; pues, segin veo, habéis hecho un jardin de placeres del bosque consagrado a las mortificaciones, EL REY Amigo, soy conocido de algunos anacore- tas; piensa, pues, algtin pretexto; merced al eual podamos volver a la ermita. MADHAVYA % éQue necesidad tenéis de un pretexto; no soia el rey? aY qué? EL REY MADITAVYA Que los ermitafios deben ofrendaros Ia sex- ta parte de su arroz. EL REY Loco; estos anacoretas me ofrecen otro tri- buto, que yo recibo con jabilo, dejando a un lado los montones de joyas; mira. “El tri- buto que hacen Jas cuatro castas es perece- dero; mientras que los ascetas nos dan la sex- ta parte de gus austeridades, cuyo valor es eterno.” (ENTRE BASTIDORES) Hemos logrado ambos cuanto deseébamos. ox EL REY (Después de escuchar.):Esa vox lena de calma y megura, debe ser In de un ermitaiio, UN PORTERO (Entrando-) {Que seuis victorioso, oh rey! Dos ermitaiios jovenes ¢stin aqui en el um- bral de 1a puerta, ML REY ; introdicelos enseguida, Bien i EL PORTERO Al instante. (Sale y entra con los dos er- mitafos.) |Por aqui, por aqui, sefiores! (Los dos.miran al rey.) - BL PRIMERO Aunque vuestra regia persona irradie res- plandores, infunde confianza; lo cual es muy natural en“un rey semejante a un santo; que “ha establecido su estancia en la ermita abier- ta a todos, y que, por la proteccién que a to- dos dispensa, se enriquece ‘cada dia con los méritos~de las austeridades. Hasta los cie- los va el nombre de este rey duefio de si mis- mo, cantado por parejas de bardos que repi- ten: Verdaderamente es hermoso el nombre de “santo” precedido del titulo de rey.” EL SEGUNDO ERMITANO Gotama, jes, pues, éste, Duchmanta, el amigo de Indra? PRIMER ERMITANO Si; zpor qué? SEGUNDO ERMITANO Entonces “no es asombroso que este prin- cipe, de brazo fuerte como Ias barras de la puerta de la ciudad, gobierne é1 solo la tierra entera que tiene por limite el mar azulado, y que los dioses, siempre enemigos de los ge- nios, esperen Ia victoria en los combates, con- findos en In destreza de este principe para tender el arco, y en el rayo de Indra.” Los DOS (Aproximdndose,) {Sed vencedor, oh rey! EL REY * (Se levanta de su asiento.) Os saludo, se- fiores. LOS DOS ERMITANOS Salud al gran monarcal (% hablando asi ofrecen frutos.) (Aceptando con na eiloiter zB Dad: saber qué os trae aqui. LOS DOS ERMITANOS t Los que habitan la ermita, noticiosos de f vuestra estancia en ella, tienen el atrevimien- to de dirigiros un Tuego. ZB EL REY t &Qué deadant ey E - LOS Dos : & . Por la ausencia de su Reverencia “i gran & Richi Kanva los rakchas (1) no encuentran obstéculo alguno para sus malvados desig- nios; los anacoretas piden que Ja ermita ten- ~ ga en vos, acompaiiado de vuestro escudero,. ’ un protector durante algunas noches. EL REY oy Re ¢ Me hacen un honor con ello, ; x MADHAVYA (Aparte al rey.) He wc una peti opor- > tuna en oste een O e my mers (Sonriendo,) Revataka;. lama al guriga ade mi nay que a Sete ore: sgon el } Zyuellas de ‘vuestros a asados, he aqui lag --disposiciones convenientes: los descendientes - _ del rey Puru estan verdaderamente conSagra-. dos por’ los sacrificios® que dan Ae seguridad 2 a los que estén ee Saludondo,) Ta sain Vor: Cases Fastioveat sigo inmediatamente” vuestros pasos. LOS DO& ERMITANOS {Sed victoriosol (Salen.) EL REY - Madhavya, jno tienes impaciencia por vat, a petals MADITAVYA fee principio, el deseo de verla era como ‘ : EL ‘REY ; No temas nada; {no estar a mi lado? im ; , MADHAVYA > ‘ Si, estoy protegido por vuestro disco. Om EL PORTERO (Entrando.) Bl coche, sefior, est4 dispues- Ai to y sguarda vuestra’ marcha para

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