Está en la página 1de 105
SANTOS Y POETAS (SANTI E POETI) (1948) w ae SANTOS Y POETAS NOTA PRELIMINAR ste libro, publicado el afio 1948, comprende siete ensayos que ~ pudieramos lamar de tipo religioso, y trece de tipo literario. Destaquemos entre estos tiltimos el titulado La venganza de Cervan- tes, expresién del carifio admirativo que se manifiesta a lo largo de todas las obras de Papini hacia el autor de El ingenioso Hidalgo. Papini lee y cita a los eldsicos espafioles en su tdioma original. Lo mismo que a los clasicos ingleses, alemanes y latinos. Y tiene ensa- yosescritos en francés. Por eso resultan igualmente interesantes los pequefios ensayos que nos da en este libro acerca de la desconcer- tante personalidad de «el hombre Shakespeare». Pero Papini no es menos extremado en sus odios que en sus admiraciones. Los ensayos sobre—mejor diriamos contra—André Gide y Jean Paul Sartre son devastadores. La capacidad del escritor florentino para el sarcasmo y la agresién verbal es realmente extra- ordinaria. Su-pluma buida se clava como un pufal en los puntos méds~vulriérables del adversario, porque su sagacidad analitica los sabe descubrir infaliblemente. En el ensayo titulado El poema de los poetas nos ofrece un punto de vista por demés‘curioso, digno de ulteriores y mds amplios estudios: el de la contemporaneidad de poetas, 0 de movimientos poéticos, separados en el espacio por distancias que constituyen mu- rallas insalvables, y que alejan toda posibilidcd de comunicacién material. Los himnos mds*antiguos de los Vedas son contempord- neos de los primeros sélmos de Israel; Isaias lo es de los primeros rapsodas homéricos. Poetas, profjetas, videntes, parecen salvar el te- én de acero del espacio y de los idiomas, para vibrar al unisono dei ritmo de un solo corazén, 820 GIOVANNI PAPINI.—-OBRAS.—TOMO IV I CARACTERISTICAS DE ADAN ' ES mucho lo que se ha escrito acerca de Adan, pero todavia no todo lo que de él puede decirse. Los tedlogos trataron de Addn de una manera racional; Jos poetas lo evocaron de una ma- nera poética. Pero es posible también hablar del primer hombre desde un punto de vista humano, investigando algtin aspecto de su alma, meditando acerca de algtin detalle de su destino. El nombre de Adin es conocido y recordado por todos, pero casi ninguno se preocupa de penctrar en el espiritu del hombre que tuvo un destino tan distinto del de todos nosotros. ;Cudntos son, de Milton acd, los que han sondeado y reconstruido su psicologia? Quizé el recuerdo de Adan resulta molesto para los hombres, que ven en el mismo Ja iniciacién de la desgracia universal, esa raz6n se retraen a fin de no renovar el dolor y para en la tentacién de anatematizarlo. Es preciso, sin embargo, recordar que Dios perdoné incluso a Addn: «Dios rescaté a Addn de su caida.» (Sabiduria, X, 2.) Es preciso recordar que Cristo lo sacé del Limbo, para Ilevarlo al Paraiso, en compaiifa de los.demas pa- triarcas. En efecto, la Iglesia conmemora a Adin y a Eya a la par de los santos, el 19 de diciembre, seis dias antes de la Natividad de Cristo; la fiesta del hombre de la felix culpa esta cercana a la de Ja encarnacién del Hombre-Dios. Dante lo vio en uno de los cielos mas elevados de su Paraiso, en el octavo, precisamente alli donde se contempla el triunfo de Cristo, Puesto que Addn tiene derecho a nuestras oraciones, {no seré necesario conocerlo un poco mas de cerca? Si fue perdonado y salyado, ino, tiene derecho a nuestro amor, 0 por lo menos a nuestra compasién? , 2 Adén (en hebreo, adam, rojo) suele habitualmente identificarse con Ia tierra roja (adamah), es decir, con la arcilla con la que Dios modelé su cuerpo, {Es realmente necesario recurrir a ta idea de tierra? Adin, el ‘a nl a ee * mW ~| RELIGION.—SANTOS Y POETAS 821 rojé, {no podria acaso indicar lo que constituye la sefial y casi la @sencia de la vida, es decir, la sangre? Recuérdese la palabra de Dios‘ Noé: «No ‘comdis la carne todavia con su vida, es decir, sangre.» (Génesis, 1X, 4.) Sangre es, por consiguiente, sinénimo ae vide; ederramer In sangre» significa perder la vida, Empédocles, por su parte, situaba en la sangre cl pensamiento, privilegio maximo del hombre. &Y no seria quizd profe ese nombre mismo de Addn el Rojo, es decir Ia sangre? Su hijo primogénito, Cain, ino fue acaso el primero que vertié sangre, como si con ello se representase cual habia de ser la historia de los posteriores a la caida? ,Y no abrid Ja tierra su boca para sorber la sangre de la primera victima, como anunciando Ja verdad definida por De Maistre de que el sacrificio y la expiacién por la sangre constituye la ley perenne de las vici- situdes humanas? ;Y no debja Cristo, el nuevo Addn, venir a redimir a los descendientes del rojo precisamente con el manantial bermejo de su sangre? El nombre primitivo de Addn es la primera profecia de la Re- dencién. 3 A diferencia de la mayor parte de los hombrés, Ad4n no conocié adre. Dios fue el ereador, su modelador, su sefior; iderarlo’ como padre en el sentido carnal y ni- padre? ni® e ¥ nd pudo” coi ¥ ral ‘dela palabray El.sentimiento de Ja paternidad divina 8610 -adquifira’ vidaven"el Nombre después de la venida de Cristo, Adah "G616 "pudo*eOhsiderat a la mujer como esposa y como hijag"Hio*conocid 'jamés“la*mirada, la sonrisa, la caricia de una ma- dre: Le file dado” conocer todos’ los amores excepto el amor paterno y el amor filial. dahil! cat Niveb genio ni ld alegefa*’de tina mujer acompafaron el naci- miento dé Adati»BrotoMderla 'tiérra como una estatua maravillosa, de pronto por"el ‘soplo divino del Artifice Supremo, que que fuese una de las mis altas obras macstras de cuantas El cred. La mérbida areilla de la tierra recién sali de las aguas le sirvid de Gtero; no el de un ser vivo que pudiera darle el pecho mientras acechaba en el rostro infantil los primeros destellos de una Juz espiritual, ‘Adén tuvo un Autor, pero no tuvo una madre; en este sentido es también el primero de los huérfanos. No salié del vientre de una mujer, como: todos los hombres, sino que fue la mujer’ misma ne nea 822 GIOVANNI PAPINL--OBRAS.—TOMO IV \ la que salié de su pecho, {Debidse, quizd, a esta orfandad suya el que no tuviese fuerza para rechazar lo que le ofrecié la criatura que habfa nacido de su propia carne, de la parte de carne que cafa mas cerca de su corazén? 4 Si se mira bien el conjunto de su historia, Addn fue el mas feliz y el mds infeliz de los hombres. Fue el mis feliz por haber sido el tinico que Dios formé con sus propias manos y vivificé con su aliento; fue el mas feliz porque lo colocé en un lugar de alegria y de inocencia; fue el més feliz porque se vio enriquecido sin esfuerzo alguno con una sabiduria que se asemejaba a la de los angeles; fue el mas feliz porque pudo contemplar cara a cara a Dios; fue el mas feliz porque estaba. des- tinado a ser amigo de todos los seres vivientes de la Tierra. i Pero se convirtié fatalmente en el mds infeliz de los hombres precisamente por haber perdido aquellas felicidades inauditas. Uni- camente a él le tocd bajar stibitamente desde la bienavent excelsa hasta la conciencia del pecado; desde la sabidurfa casi per- fecta, a un estado semejante a la ignorancia; desde verse soberano, < hasta verse esclavo de la gleba; desde la visién de Dios, hasta la f repulsién y la condenacién de Dios; desde la familiaridad pacifica con todos los vivientes, a la enemistad y a las acechanzas de las fieras; desde Ja actividad sin esfuerzo, al trabajo con sudor. Si Adan no hubiese saboreado antes Ia plenitud de la felicidad, = | no habria sido después tan espantosa e indeciblemente infeliz. Nin- ‘gin otro hombre tuvo, como él, todos Ios dones, y ningtin otro los perdié de golpe por culpa suya. Ha habido hombres mas desgra~ ciados y martirizados que Addn, pero estos hombres no habian paladeado antes la alegria inimaginable de aquel, No podian esta- blecer el parangén; no podfan experimentar un dolor tan _ Pesar fan punzante, una nostalgia tan desesperada, un tot duré por espacio de siglos. A ninguno, fuera cal P can con Jiteralidad espantosa los versos d mas grande que el recordar en la «infeliz mas grande», imaginado por habria debido ser Adan, 5 Dejando a un lado la maligna hipétesis de, Beverland—apetito: hallazgo de los heterodoxos libricos—, las teorfas ace turaleza del pecado de Addn se reducen a dos; desol Vi (RELIGION.SANTOS Y POETAS 823 soberbinyEn‘el fondo pueden reducirse a una sola, ya que la des obediencia tiene casi siempre su ra(z en la soberbia. i @@eAhori bien: és posible estudiar mejor la naturaleza de: aquella yede aquella soberbia de Adin. Se le ocurre a uno poreejemplo, que la desobediencia a Ja prohibicién divina fue-en Addweuncaso de obediencia excesiva a Eva; es decir, ana formia*realide\ amor, un amor ciego hacia la compafiera que Dios mismomte-habia*dado. {No constituye, quiz4, uno de los rasgos mas corrientes del’ amor intenso el acceder a toda invitacién del ser ry amado? =)» © Habowtn ‘instante, inmediatamente después del mordisco de Eva, €n“que“Adin habria podido salvarse todavia: Pero si él tuvo ante su pensamiento la certidumbre del castigo, no pudo evitar pensar en ' que si"él’ no segufa el ejemplo’de"la mujer, habria sido esta la unica enesufrir la sentencia sy ele castigo. Quizd Adin pecé a fin de que | Bva"ho’ se encontrase*abandonada y sola en el castigo que la espera- bala’ culpawdeAddn consistis en haber amado a Eva~mds~que @™Dids; en haber amado a la criatura mds que al: Creadors ‘Culpa sima y funesta, pero que nace de un impulso de amorp i Indudablemente, la pretensién de convertirse en igual a Dios es un pecado de soberbia, parangonable tan solo al gue cometié Luci- fer. ‘Sin embargo, hasta’ en esta orgullosa veleidad no cs imposible dis ir un destello de amor. El amar consiste esencialmente en hag. fundirse casi con ‘el ser amado, en ser como él, = identificarse con él. Se comprende que si Addn amaba hhabria entrado en su corazén la esperanza de poder acre- centiire'Su’ semejanza con Dios hasta alcanzar la igualdad. Se-ama perfectamente lo que se*comprende perfectamente; si Addn hubiese logrado,segiin le prometfa la serpiente, ser como Dios, habria po- dido“comprenderlo mejor, y por esa mismo raz6n, amarlo mejor. El amofdel stibdito es siempre més frio y defectuoso que el del hermanowEs posible vislumbrar®en la’'soberbia de Adan, aunque entremezcladoweon=40nos demon{acos, un* reflejo de amor mistico, deaque!l mismo’amor' que impulsa a los misticos a buscar Ja unién con" Dios. ‘8Ad4nefue el protagonista de la primera tragedia que presencid lantierray pero fue también el objeto del primer perdén, / "Dids*habla hablado con claridad divina: «Puedes comer de todos los drboles del jardin; pero del drbol de Ja ciencia del bien y del re reer 824 GIOVANNI PAPINI.—OBRAS.—TOMO IV mal no comerds, porque el dia que ti comas del mismo, morirds con se,uridad.» (Gén, I, 17.) Addn comié del fruto y, sin embargo, no murid, ni el dia mismo ni en los dias que le siguieron; por el contrario, vivié mas de nueve siglos. Hay intérpretes que pretenden que esas palabras se refieren a la pérdida de la inmortalidad, pero eso no puede ser, porque en otro pasaje nos enteramos de que Dios destierra a Addn del Edén para que no coma también del drbol de la vida, que lo habria con- vertido en inmortal (Gén, III, 22); de ello se deduce que Dios lo habria creado, desde el principio, mortal. Otros entienden que se refiere a la muerte del alma, a la muer‘e espiritual; pero esta opinién, aunque es mas verosimil, no concuerda con el sentido literal y exacto de la amenaza divina. > Queda, por consiguiente, la hipdtesis del perdén. Dios, que es Amor por esencia, pensé que en el pecado de Addn halldbanse gér- menes de amor, aunque deformados y alterados, y quiso otorgar al primer pecador el perdén que més adelante, gracias a la Encarnacién, hizo extensivo a tedos los hombres capaces de amar a Cristo en sus hermanos. 7 Si, segiin ensefia la teologia, tuvo Adan una ciencia infusa de crigen sobrenatural, debiéd de poseer también el conocimiento del fu- turo. Claro estd gue semejante videncia quedé ofuscada por el pe- cado, pero quizé no quedé abolida por completo, Cuando se unid, pues, por vez primera con Eva, debfa de tener Addn, aunque fuese de manera confusa, el presentimiento de las consecuencias inmediatas y remotas de su accién, es decir, la vicisitud eterna del nacer y del morir, el ciimulo de pecados, errores, desgarramientos, que seria durante milenios la historia del género humano por él engendrado. iSinti6 acaso Addn en aquel momento la tremenda responsa- bilidad que estaba aceptando? Que yo sepa, un solo ecritor se ha planteado semejante problema y no era un tedlogo, sino un autor de fabulas, caprichoso y fantastico: Jean Paul Richter, en su Sieben- kaes, pone en boca del primer padre de la Humanidad un discurso burlesco y satirico, porque a ello le Ilevaba la indole de su ingenio. Sin embargo, se podria tratar el mismo tema de otra forma y con otro espfritu, Podriase imaginar eu la mente de Addin una vision rapidisima de la Historia Universal, con todo el Ianto y la sangre que de ella chorrea, Addn asumié aquella terrible responsabilidad no solo por obediencia al mandato del Creador, sino también por- que en medio de aguel camino de tinieblas brota una etapa de luz: la Redencién. «| ¥ RELIGION.-SANTOS Y POETAS 825 8 Entre las demas singularidades que lo distinguen de todos sus descendientes, Addn tiene también la de no haber conocido ni la nifiez ni la adolescencia. Todos los demas hombres se han formado poco a poco; se han descubierto poco a poco a si mismos y al mundo; han germinado, han florecido; en una palabra, han crecido, Addn es el Gnico ser vi- viente que, en lugar de crecer, se achicé, bajd. Fue creado adulto, en la perfeccién plena de Ja juventud; se encontré de golpe cons- ciente de si y de lo aque Je rodeaba. Luego, por efecto del pecado, perdié esos dones; llegé a ser menos consciente, menos sabio, me- nos iluminado; decay6 y se: empobrecié. No fue jamds nifio que sube, va descubriendo y se va formando. Fue, por el contrario, un hombre casi divino que, por culpa suya, Ilegé a ser demasiado hu- mano; que decrecié sin haber jamds crecido. Noso‘ros pasamos de la ignorancia al semisaber, y, en ocasiones, a la iluminacién que podemos encontrar en Ia palabra revelada; Addn, en cambio, pasé de Ja mas rica sabiduria al semisaber; de la iluminacién directa, a la penumbra y a la oscuridad. 9 Addn: fue el menos locuaz de los hombres. En el Génesis aparece, sobre todo, como el nominador, como el que da el nombre a sus hermanos inferiores: «Puso nombre a todas las bestias, a todos los pdjaros del aire y a todos los animales campestres.» (Gén. I, 20.) Puso nombre también a la mujer, Issah, porque habia sido arran- cada de Js, el hombre. Adan no habla en la escena capital de la tentacién satdnica; inicamente abre la boca para comer el fruto del drbol de la ciencia. Solo mds adelante tiene un breve didlogo. con Dios, que Je llama: «He ofdo tu rumor en el jardin y he tenido miedo porque estoy desnudo y me he escondido.» A Dios, gue le pregunta si ha comido del 4rbol prohibido. le contesta: «La mujer que pusiste a mi Jado fue la gue me dio de aquel drbol, y lo he comido del mismo.» (Gén., MI, 9-13.) Adin confiesa el miedo de su propia desnudez y acusa a su com- paficra; nada mas. Después de esas contestaciones, la Biblia ya no vuelve a regis- trar una sola palabra de Addn. Este acepta en silencio la sentencia divina, huye en silencio del jurdin, asisie en silencio al fratricidio, 826 GIOVANNI PAPINI.—OBRAS=-TOMO IV contempla en silencio la propagacién de su inte; no bra alguna a la esposa, ni a los hijos, ni a los nietos. Adin cierra su boca para siempre; es el mayor taciturno que registra la Historia, ya que su silencio duré novecientos treinta afios, mas de nueve siglos. Crecen a su alrededor las generaciones que de él han salido, y Adan calla, calla obstinadamente, Es por excelencia, hasta su muerte, el Mudo. iA qué causas obedece tan largo silencio? Desde luego obedece al dolor, al remordimiento, al anhelo, a la angustia. {Qué otra cosa habria podido hacer sino dirigir palabras de reprimenda y de enfado a la hija de su costado, a la madre de sus hijos? {Qué otra cosa habria podido decir sino palabras de horror en presencia de las malas acciones de sus descendientes? Pero quizd experimentaba la sensacién de que no tenia derecho a pronunciar semejantes pa- labras, ni de reproche ni de lamentacién, y entonces se encerré en aquel silenco suyo misterioso y casi milenario. A nadie mds que a uno habria podido dirigir la palabra: a Dios. Unicamente a El podia dirigir palabras de plegaria, de sti- plica, de arrepentimiento, Pero Dios no necesita, para entender, que le dirijan palabras articuladas en voz alta. La Biblia no ha contado cudles fueron las palabras interiores de Addn durante los siglos de su silencio. 10 Una vez expulsado del Paraiso Terrenal, toda la tierra perte- necié6 por completo a Adan, porque era el tinico que la habitaba con su compafiera de desventura, y nadie sino ¢1 podia beneficiarse de ella. Fue, pues—por lo menos en potencia—, el dominador univer- sal, el primero y tnico rey del mundo. Lo que constituyé mas ade- lante el suefio loco de algunos de sus descendientes—Alejandro Mag- no, César, Tamerlin, Carlos V, Napoleén—, es decir, el dominio de todo el planeta, fue realidad para Addn y solo para Adan. Fue el nico que poseyé un reino desmesurado, sin més confines que =. Océano y el cielo. Son muchos los padres y los doctores que una y otra vez han tratado y desarrollado el paralelo Adan-Cristo, que encontramos re- petidas veces en San Pablo (/ Cor., XV, 21-22, 35-49; Rom., XV, 12-21). El concepto paulino arranca esencialmente del contraste entre RELIGION.—SANTOS Y POETAS 827 el primer hombre y el Salvador. Con Addn entra en el mundo el pecado y su pago, que es la muerte; con Cristo queda extinguido el pecado y vencida la muerte. Podrfan, sin embargo, descubrirse otras relaciones que no debi- litan, sino que confirman el contraste. Adin fue el hombre hecho x imagen y semejanza de Dios; Cristo fue Dios, que asumié la imagen y semejanza del hombre. Lo mismo Adan que Cristo fueron tentados por Satands; el uno se dejé vencer, el otro rechazé la tentacién. Por otra parte, Addn pecéd ya al creer que pecando se haria mds semejante a Dios; Cristo nos ensefié el camino opuesto, por el que el hombre puede hacerse més y mds semejante a Dios yeaproximarse mas y mas a El. He aquf otras semejanzas todavia mds misteriosas: al igual que Cristo en la cruz, Addin fue “herido por Dios en el costado, y de este salié, junto con la sangre, Eva, la criatura que habia de ser la iniciacién del pecado, pero también la ascendiente de Maria sin pecado. Adan también, al igual que Cristo, fue traicionado por una’ ¢ria- tura a Ja que amaba profundamente. El lo fue por su esposa, y Cris- to por el discipulo al que salud6é hasta el ultimo instante con el nombre de amigo. Addn fue condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente, y Jestis supo hasta los treinta afios lo que era el sudor del artesano. Addn, como castigo, vio crecer en sus campos los abro- jos y Jas'espinas; Cristo, en su Pasién, fue coronado por esos abrojos y¥ éspinas:’ Addn fue arrojado del Edén por las espadas de los que- rubines; Jestis tuvo que huir de Belén, siendo nifio, para escapar de las espadas de los soldados de Herodes. Otro paralelismo, mds sorprendente avin, pude encontrarse entre Adan y el Padre. Adin vio cémo su primogenito mataba al mas inocente de sus hijos; el Padre vio matar por los hijos terrenales a su divino Unigénito, que se habfa convertido, al hacerse carne, en hermano de aquellos. Puesto que él hombre ‘habfa sido creado semejante a Dios, (no *s'cierto que tenfa que encontrarse en Dios, ab aeterno, alguna espe- cie de bosquejo del hombre? 828 GIOVANNI PAPINL—OBRAS.—TOMO IV I DELITO Y CASTIGO DE EVA Para que Eva pudiera surgir fue preciso sumir a Adin en un suefio profundo. La mujer es hija de la noche del hombre. Para dar vida a la madre de los seres vivientes tuvo el hombre que hacerse parecido a un cadaver. El suefio no es tan solo hermano de la muerte, sino que, segiin resulta del relato evangélico de la noche en el Huerto de los Olivos, lo es también del pecado. La criatura destinada a traer al mundo el pecado y la muerte nos muestra, desde el principio, que tiene una relacién simbélica con la muerte y con el pecado. 2 Dios formé a Eva de una costilla de Addn. La criatura mas mér- bida, mds suave, mis delicada, fue, por consiguiente, extrafda de la sustancia mds dura del varén: de un trozo del esqueleto de Adin. Cuando Ja mujer apoya su cabeza en el pecho del hombre, diriase que quiere examinar la herida de la que ella salié. ai Todas Jas criaturas humanas, a partir de la aparicién de Eva, son hijas de mujer, Pero la primera mujer, ella tinicamente, es hija del hombre, Eva fue moldeada por Dios, pero lo fue con materia tomada de Adan. Este fue, en cierto modo, antes que esposo de Eva, su padre, y por esa razon debfa respetarlo doblemente. Pero se con- virtié, por el contrario, en uno de los instrumentos de suc: Solo bastante mds tarde Ilegé a ser el instrumento de su reden Atta NR EE RELIGION.—SANTOS Y POBTAS 829 4 {Cémo fue posible que Eva diese ofdos a la mentira de la ser- piente? Ella conocia el mandamiento divino de no tocar el drbol de la ciencia, puesto que lo repitid con exactitud al tentador, ,;Cémo, pues, cuando este ultimo calumnia al Creador afirmando que Dios mintié al amenazar a los desobedientes con el castigo—«no, no mo- —, Eva le creyé y cedié sin ofrecer mayor resistencia? En ese momento Eva pone una fe mayor en el demonio que en Dios. La promesa increible y maravillosa de «os haréis como Dios», le resulta mas facil de creer gue las palabras mismas del Creador. Estaba destinada a clegir entre la muerte y la deificacién. Pens6, quizd, gue, convirtiéndose en divina, adauiriria Ja inmortalidad y larse con la divinidad, Eva presté fe al animal mds que a Dios, prefirié el espejismo del engafio al terror de la ley. Este error insen- sato de la fantasia convirtié a la mujer en el primer ser rebelde. 5, Una frase del calumniador hubiera debido poner a Eva en guar- dia contra él, cuando le aseguré que comiendo del fruto prohibido «se abrirdn vuestros ojos». Con ello Ia serpiente quiere dar a entender que los ojos de Eva estén. cerrados, que ella» se,parece a-una ciega. Ahora. bien: tomando, como es preciso tomar, ¢sa.ceguedad en el sentido espi- ritual, ,c6mo pudo Eva creer. posible que un entendimiento cicgo podria juzgar con justeza la,sinceridad 0 el engafio de una promesa tan inverosimil? , 9 heen» + Patni ae oe - hay 6 La sensualidad desempefia un papel muy importante en el error de Eva. Dice el Génesis; «Entonces la mujer observ que el fruto del Arbol era bueno de comer y agradable a la vista...» Vemos, por consiguiente, que el placer de los sentidos ayudé a la tentacién; el placer del gusto y el placer de la vista, No solo fue Eva la primera rebelde, sino. que fue también la primera epi- circa, Su sensualidad fue desastrosa, El placer hizola que perdiese. la 830 GIOVANNT PAPIN! IBRAS~-TOMO IV felicidad, El saborear el fruto tuvo que pagarlo con el dolor con que engendré los frutos de su vientre. 7 Los ojos de Eva abriéronse sin duda, pero en una direccién muy distinta de la que la serpiente le habia prometido. Después de su pecado, Eva no sintié su divinidad, pero descubrié su vergiienza: la verglenza de verse desnuda. Anteriormente, la desnudez perfecta era sefial y demostracién de inocencia; después de la culpa se convirtié en causa de timida pudibundez. Addn y Eva tuvieron que desnudar de sus hojas un Arbol a fin de revestir su propia carne, y no satisfechos con ello, se ocultaron. Sus ojos abiertos los llevaron a una insensatez, a la insensatez de creer que podfan ocultarse a los ojos de Dios. 8 Eva no fue castigada vinicamente con la vergilenza y con la in- sensatez. Los castigos de su pecado fueron bastantes numerosos y dolorosas. En primer lugar, habré guerra eterna entre ella y la serpiente. Esta se arrojara contra su talén y ella le aplastara la cabeza. Esta guerra implacable entre la mujer y Satands ha sido uno de los‘aspec- tos mas visibles de Ja tragedia humana. Una sola Mujer—la unica exenta del pecado de Eva, es decir, Marfa—pudo aplastar la’ cabeza de la serpiente. Pero la serpiente, por voluntad divina, no puede morir: vivird eternamente, y eternamente se lanzar4 contra la mujer. Una visionaria del siglo xvi, la madre Giovanna, de la que se constituy6 Guillaume Postel en pregonero con su extrafio libro La vergine venetiana (1555), desvarié afirmando que Cristo tnicamente habfa redimido a los varones, y que para redimir a las hembras era preciso aguardar la Ilegada de un Mes{as-Mujer, que venceria para siempre al demonio. Se trata de una herejfa olvidada ya y de origen caballstico, pero el hecho es que Ja mujer se encuentra, en grado bastante mayor que el hombre, sometida a las tentaciones del encmigo. Hallamos un bosquejo de esta realidad en las fibulas griegas: Eurfdice, esposa de Orfeo, muere de la mordedura de un serpiente, y, en cambio, Hércules; el héroe libertador y purificador, hace pedazos a la ser- piente cuando todavia es un nifio pequefio que no ha salido de la cuna. 52. oop stapiiese ehim. av ou sho semege..cbam: Sie gin2 _castigo-impuesto por el Padre es el del trabajo y’ los lel. parto. Eya queda condenada a pagar los goces mater- , suomds elevada y pura alegria, con el martirio de sus carnes Tiene que exponerse al peligro de la muerte y a la segu- tortura\cada vez que entrega un nuevo ser vivente al a, Dios..No solo tendré que alimentar al hijo con su san- que habré de derramar también su sangre para que salga Otro castigo le infligié Dios: el de verse para siempre sometida al hombre: «Te sentirés atraida hacia tu marido y él te mandard.» Dios la habia creado para que fuese compafera del hombre, es decir, igual al hombre. Pero de alli en adelante sera su esclava, su sierva. Las hijas de Eva tratarin por todos los medios de sustraerse semejante dominio; pero el castigo no sera abrogado porque no Irén evitar sentirse, atrafdas.por el hombre y soportar su sefiorio, incluso si es cruel. > ov vce hpenis' sd msg. IL ib ie también castigada en los hijos que parié con fob 2.12 ore vO que presenciar cémo, su primogénito convertiase en fratri- cida y era condenado»a»vagar, maldito e intangible, por la faz de- sierta de la tierra, Tuvo que presenciar cémo su hijo segundo, el més. manso y més dulce, era muerto por el hermano, y cémo la tierra abria la boca para beber su sangre inocente. El hijo primero de Eva fue un asesino fugitivo,.y el segundo, un asesinado, La ini- ciacién de su. maternidad, constituyé para Eva una doble angustia, en lugar de ser una alegria. 12 Eva fue castigada también en Adin. Después de la expulsién del Paraiso Terrenal, solo hubo para la primera pareja nostalgia y arrepentimiento, Acorddbase Eva de que habfa sido la primera en el pecado, y descubria la preocupacién en el rostro del marido taciturno, Agregése al dolor propio el dolor del esposo, porque se sentfa en parte responsable del mismo, Tam- wn INI-OBRAS.-TOMO IV 832 GIOVANNI P. bién cl remordimicnto debié de ser en Eva mis penetrante que en el corazén de Adin. La vista misma del amado era para ella un reproche silencioso, pero continuo, que llegarfa al fin a convertirse en un tormento, wo 4 ) #7tvleb 13 # Eva siguié engendrando hijos e hijas después de los dos ros; pero de uno solo de ellos conocemos el nombre, tnicamente cl nombre: de Set. Ignoramos si esos hijos trajéronle la alegria o nuevos dolores. La Escritura solo nos da genealogias descarnadas y no podemos adivinar qué clase de vida llevé Eva en los largos afios del destierro. Ni siquiera de su muerte nos habla el Génesis. La biografia de Eva se acaba en los capitulos de castigo y del fratricidio. 14 A pesar de todo, podemos atin adivinar que Eva, antes de su muerte, fue causa involuntaria de un nuevo dolor para Adan. Aunque los primeros padres hayan disfrutado—jo sufrido?—de una admirable longevidad, no es menos cierto aue también a ellos les Hegé la hora de la vejez. Las consecuencias de la vejez son en la mujer mas visibles y mds entristecedoras que en el hombre. Addn tuvo que presenciar por vez primera el especticulo doloroso de la humana caducidad, contemplando el rostro y el cuerpo de su com- pafiera. Eva, fabricada por las manos mismas del Eterno, debié de ver en su juventud de una belleza extraordinaria. Esta belleza suya fue rebajada, pero no destruida totalmente por la cafda, Mas la vejez tuvo por fuerza que desfigurarla y afearla poco a poco. Addn pudo descubrir en Eva el irresistible ofuscamiento de la gracia femenina, de la decadencia del vigor, del ablandamiento de las carnes, de la aparicién de las primeras arrugas, del apagarse la Juz de los ojos, del inexorable oscurecimiento de su beldad. La mujer que habja sido, en los dias felices, la criatura mas perfecta y hermosa de la tierra convirtidse al correr de los siglos en un virago de cabellos blancos, en un espectro arrugado y encogido. Como Addn Ja amaba a pesar de su pecado, semejante decadencia de la madre amada de sus hijos fue, con seguridad, para él uno de los uiltimos, pero mas vivos dolores. RELIGION.—SANTOS Y POETAS 833 ™ A ee 15 nein y Fampoco nosotros podemos evitar el sentir amor hacia Eva, a suerror funesto. La amamos en la visién de su esplen- G6rosa bélleza primitiva; la amamos porque sufrid y expid dura te; la amamos en su amor y en su sufrimiento, La ama- “todo, porque de ella nacié, a través de Ja sangre de las s pecadoras, la Virgen sin pecado gue estaba llamada a ‘Gancelar} gracias a la sangre dada al Hijo, incluso las consecuencias f mL SAN PABLO, CIUDADANO ROMANO 2 ob" asbu? uulo, Mamado: Pablo, nacié en Tarso, Cilicia, de padres judios Wie Y fariseosi' — Pero todos los genios tienen mds de una patria. La patria étnica de Pablo fue la Judea—segtin Jerénimo, su familia procedia de Giscali patria carnal fue Ci ; su patria por derecho y pondeseo-tue Roma. En efecto, Pablo era ciudadano romano y lo altivamente en distintas ocasiones ante las autoridades (Hechos, XVI. 37; XXII, 24 y sgs.; XXV, 10 y sgs.). En una ocasién en que fue destinado a Cesdrea y estaban a punto de azotarle invocé ese privilegio suyo. «Entonces el tribuno se acercé a Pablo y le pre- gunté: «Dime, {eres ti romano?»; y él le contesté que si. El tribuno le replicé: «Esa ciudadanfa me ha costado a m{ una hermosa suma.» A lo que Pablo respondié: «Yo, en cambio, la poseo por derecho de nacimiento.» Mads adelante proclam6 en presencia de Cesto: «Ape: Jo al César.» Y al César fue enviado. En su calidad de apéstol de los gentiles, Pablo se propuso desde muy pronto dirigir también a los romanos su palabra. Sergio Pablo, procénsul en Chipre, fue uno de los primeros que convirtié (Hechos. XIN, 2-12); convirtié a otros muchos en Roma, incluso dentro de Ja casa misma de Nerén, Un romano célebre, Marco Anneo Navatto, llamado Gallion, hermano de Séneca el filésofo, lo salvo de Jas iras de Jos hebreos de Corinto (Hechos, XVIM, 12-17). Su correspondencia con Séneca el filésofo es indiscutiblemente apécrifa, tal cual hoy la poseemos, pero eso no nos impide creer PAVINE, WW, 27 834 GIOVANNI PAPINI.—OBRAS.—TOMO IV en los testimonios antiguos de San Jerénimo, de San Agustin y del falso Lino, que afirman que se relacioné con él durante su estancia en Roma (1). No solo conocia Pablo la Ley y los profetas, que poseia una cultura profana bastante extensa. Es el tinico de los apéstoles que sabe citar autores clasicos, poetas y filésofos: Arato, Cleantes, Epiménides, Menando, Euripides (Hechos, XVII, 28; a Tito, I, 12; 1 Cor, XV, 33). Uno de los primeros deseos ardientes de su vida fue el de tras- Jadarse a Roma (2); una de sus més célebres epistolas fue la que dirigié a los romanos entre los afios 57 y 58; vivid y ensefié durante largos afios en Roma; en Roma r el martirio; en Roma fue sepultado y venerado. Si, segtin ensefia la Iglesia, el verdadero dies natalis de los santos es el de la muerte, bien puede afirmarse que Ja patria de Pablo fue Roma, porque en ella consiguié el bautismo de sangre y de gloria. Saulo de Tarso puede ser Ilamado con justicia Pablo de Romay ¢ \y ci No nos detendremos a Prepetic las vicisitudes de su vida, sus trabajos y conquistas de apéstol, los encarcelamientos y azotes que tuvo que sufrir, sus viajes y sus pugnas. Trataremos tinicamente de descubrir lo que de romano hubo en su pensamiento y en su obra. ah 2% * si wnat nv S A primera vista, Pablo se nos ofrece como la: negacién hecha carne de Ja esencia de Roma. En su alma més auténtica, Roma representaba el derecho, es decir, el signo y el reino»de® la> ley. Pablo, en cambio, anunciaba que la ley habfa sido. sobrepasada: no-abrogada, sino trascendida en la caritas, que no. es-ya,obediencia, sino conformidad amorosa de voluntades acordes. . Roma aspiraba a reunir a todas las gentes bajo el sefiorfo tinico de un hombre elevado a la dignidad divina, También’ Pablo queria reunir a todos Jos hombres bajo el dominio de un solo Sefior; pero Este era Cristo, hijo de Dios, Dios hecho hombre. Roma, como discipula ‘tardia del helenismo, alimentibase de) racionalismo, hasta en su misma, religién, que era de cardcter con- tractual, templado Unicamente, en las épocas de gran apogeo, por una especie de misticismo efvico. Pablo, nacido en una ciudad que estuvo largo tiempo gobernada por fildsofos, condena y rechaza (1) Gan Jeronimo, De vir. fit, XIT; San Agustin, carta a Mucedonio, Epis CLI en P. L. XXXII, 659; Pseudo-Lino en Fabriclus, Acta apost., pig. 24 (2) Véane especialmente £plstola a los Romanos, I, 10-13, RELIGION.—SANTOS Y POETAS 835 la vana sabiduria de los dialécticos y coloca el fundamento de la certidumbre en la fe. Diriase que la pugna es irremediable, pero la partida desigual. De una parte, un hebreo pequefio y febril, enfermo y desconocido, que \inicamente respira dentro de la incandescencia del absoluto y del amor; en la parte contraria, el mayor imperio de la nueva edad, sostenido por los poderes reunidos de las armas, las leyes y la razén. Cualquier espectador de buen juicio habria apostado en favor de Roma y en contra de Pablo. Sin embargo, el desenlace fue todoslo contrario. Bastara que pasen unas cuantas generaciones para»quense|vea la victoria del pequeio hebreo, embajador del Crucificado: Pero la misma victoria—aunque sea milagrosa y se deba sin duda alguna a la intervencién de Aquel que todo lo mueve—nos invita a meditar mds profundamente. No es posible una victoria cuando no existe entre los dos antagonistas alguna semejanza oculta, pero profunda. También en la Historia existe siempre, ya que no una coincidentia oppositorum, como en los sistemas de los filéso- fos, cierta semejanza y convergencia de los antagonistas. En efecto, un andlisis més atento nos revela que en el romanismo habia un algo de cristiano y que habia un algo de romano en Pablo. La obra de este fue mas de sublimacidn que de negacién, 3 Roma es el imperio de la ley, pero fue también aspiracién a la libertad. De acuerdo con la definicién lapidaria del Digesto, de la que encontramos confirmaciones elocuentes en muchas paginas de Cicerén, para ser verdaderamente libres es preciso servirse de las leyes. La historia de la primitiva Republica, en sus héroes mis re- presentativos, es obediente a la ley por amor a la libertad. Este amor a la libertad de la persona y del espiritu no se habia extin- guido del todo ni siquicra bajo Nerén y sus sucesores. Si nos fijamos bien, San Pablo no rechaza la ley humat sino que le agrega la del amor fraterno en nombre del Dios que vino a prometer y a conceder verdadera libertad a quienes viven en El y para El. Precisamente en la Epistola a los romanos, que no esti dirigida unicamente a los hebreos de Roma ya bautizados, sino tam- bién a los gentiles convertidos, sale abiertamente en defensa de la autoridad: «Que toda persona se someta a las autoridades superio- res, porque no hay potestad sino de Dios, y las actuales estin cons- tituidas por Dios. De modo, pues, que quicn se rebela contra la 836 GIOVANNI PAPINI— OBRAS.—TOMO IV potestad se opone a la orden de Dios; y aquellos que sc oponen se alraeran sobre si el castigo. Porque los magistrados no lo son para temor de las acciones buenas, sino de las malas. {Quieres no temer a la potestad? Obra el bien y recibirds alabanzas de ella: porque es administradora de Dios para el bien tuyo. Pero si obras mal, teme; porque no en vano lleva la espada. De Dios es en ver- dad vindicatoria, y administradora de castigo para quien hace el mal. Pero es preciso estarle sometidos no solo por el castigo, sino tam- bién por la conciencia, Pagad por esa razén también los impuestos. A un servicio de Dios son en efecto adaptados asiduamente. Dad a todos lo que les es debido: a quien el impuesto, el impuesto; a quien la gabela, la gabela; a quicn el respeto, el respeto; a quien el honor, el honor.» (III, 1-7.) Palabras por el estilo, tan terminantes y solemnes, habrian. po- dido ponerse en boca de uno. de aquellos magistrados romanos que sentian religiosamente:la necesidad de obedecer Jos decretos del Im- perio no en servicio de un tirano, sino como salvaguardia'de’ todos los ciudadanos. También el sentimiento de la libertad es tan fuerte en Pablo como en los romanos de las grandes épocas. En los romanos es el senti- miento de la libertad civil, garantizada por el orden juridico «del Estado; en Pablo es el de la libertad de los hijos de la luz, libertad espiritual conseguida mediante la unidad en Cristo, que trasciende, pero no niega la ley. El Cristianismo no es, pues, para San Pablo una abolicién de la Jey, sino una integracién de la ley humana por medio de la Gracia, que hace a todos los hombres hermanos, y no ya fratricidas. Las leyes de la Republica pareciéronles santas’ los romanos justos; tales leyes siguen siendo santas, seguin Pablo, por- que han sido ordenadas por Dios; pero debemos buscar’una libertad mas perfecta en aquella ley nueva, mas que santa, divina: el amor. 4 La historia romana es una historia de conquistas: el espiritu de conquista universal, es decir, de apropiacién de tierras y de some- timiento de pueblos esté en pugna con el espiritu del Cristianismo. En pugna manifiesta, mientras se trate de conquista territorial, en el orden econdmico y politico; pero esa pugna no existe cuando, como sucede con Pablo y los demas apéstoles, se trata de con- quistar a los pueblos para su conversién y resurreccién espiritual. Aqui también Pablo se hace cargo de la avidez de los conquistado- res, pero la transporta desde el reino de la carne al reino de las a r RELIGION.—SANTOS Y POETAS 837 almas, y sublima en el sucfio de un imperio de Cristo sobre todas las gentes. Pablo tiene alma de conquistador, No Ieva ejércitos ni: armas. Su ejército se reduce a un solo compafiero; sus armas son. la labra, Ia clocuencia, ¢l carifio, el pensamiento, la fe. La granvorigi- nalidad de Pablo consiste en negarse a considerar el mensaje reden- tor ‘como monopolio de Israel, y ello fundandose en las palabras mismas del Mesias. Quiso conquistar para Cristo a todas las gentes del mundo, a todas las naciones de la tierra, a todos Jos pueblos conquistados ya por Roma. El también, como Alejandro y como César, quiere formar un imperio universal, sin fronteras, en el que barbaros*y griegos, judfos y gentiles, estén sometidos a una sola ley: a la ley de un nico sefior-legitimo, que'es Cristo. Las iglesias que Pablo funda y adoctrina corresponden a las provincias de otro imperio: él también combate heroicamente por este Imperio y puede recordar con humilde altivez sus campafias, sus heridas, sus expe- diciones y sus victorias. Llegé hasta Espafia, que parecia entonces ebefin de Ja tierra, yiquiso conquistar para su Dios hasta Jacapital P ‘misma del Imperio/ En Roma, que ser cristiana de alli a»pocos:siglos, su sangré‘como*el capitan que sacrificay su vida parayiase- gurar méjor'la conauista a aquellos que han de sucederle-: También los*hebreos habjan sofiado con un imperio universal; también ellos habfan esperado que todos los pueblos dé! mundo se inclinarian ante ¢] trono de David. Pero los judfos no» habian in- fentadomuna conquista pais por pais, como lo hace Pablo, sino que Se habian limitado a desparramarse por el mundo con objeto de escapar de las angustias y de las amenazas, para lograr condiciones mejores de vida y de ganancia. Ademds, el imperio que ellos anhela- ban seguia siendo, como el de los romanos, mds temporal que espi- ritual, y esperaban que fuese fundado por un Mesfas guerrero, por concesién y voluntad de Dios, “En realidad, semejante ensuefio era la resaca de. humillante. Pablo; lanza resueltamente a la conquista de las almas, a colonias espirituales, desparramadas aqui y allé por todo el Imperio, para que posible el advenimiento del imperio universal que tendré por cabeza a Cristo. Sus viajes equivalen”a expediciones a paises lejanos que él quiere subyugar; sus predicaciones son sus batallas, sus pordioseros son los tributos que pide’ a los vencidos, sus cartas vienen a ser edictos y sus decretos, y los que 1 convierte se transforman en siibditos suyos, ©, mejor atin, en subditos de Cristo, Pablo tiene todas las virtudes y las pasiones de un conquistador: Ia tenacidad, Ja audacia, el fuego de Ja imaginacién, Sabe que, como consecuencia del pecado, ‘Ia tie» 838 GIOVANNI PAPINL-OBRAS.—TOMO IV rra fue entregada al «principe de este mundo» y concibe su conqui ta como una guerra incansable e implacable contra los principados, es decir, contra Satands y sus vasallos, Vemos, pues, que también en este caso no hace Pablo otra cosa que transferir a un plano superior el anhelo de unidad y de poder que encerraban el imperialismo romano y el mesianismo hebreo. El también quiso que todos los hombres estuviesen integrados en un solo Reino—el Reino de los.Cielos—, sometidos a una sola ley—la ley de la caridad—, obedientes.a un solo sefior—el Sefor del cielo y de la tierra, el/Sefior que se hizo carne para que todo se hiciese al fin espiritu. En este orden superior, su, programa es el mismo de Roma:, parcere subiectis, es decir, perdonar a quien acepta el. yugo de Cristo; debellare superbos, es decir, aplastar a los malvados vi- carios de Lucifer. 5 Pablo, discipulo de rabinos, sabfa razonar, pero estaba demasiado enfervorizado por el fuego de Cristo para ser racionalista. Por el contrario, sentia gran desconfianza de los filésofos. No nacia tal desconfianza de su ignorancia, porque era el tnico entre los apés- toles de la primera generacién que conocia el pensamiento griego. Sabemos (Hechos, XVII, 18) que en Atenas traté con epiciireos y estoicos, pero la manera como recibieron las altas verdades expli- cadas por él en el Areépago debié de afirmarle en su convencimiento de la locura de aquellos estériles escoldsticos de la sabiduria. En su escrito a los colosenses les hacia esta advertencia: «Cuidad de que nadie os arrastre al error con la filosofia y el vano engafio segin la tradici6n de los hombres, segtin Jos elementos del ees y no segiin Cristo.» (Col. I, 8.) Por otro lado, y precisamente en la Epistola.a alas rapa en- contramos la célebre expresién que se ha convertido en norma pe- renne de la Iglesia docente. Pide Pablo a Jos cristianos en nombre de Ja misericordia de Dios un rationabile obsequium (XI 1), es decir, una ofrenda adecuada a la nueva fe. A decir verdad, no se da Pablo por satisfecho con transmitir su fe absoluta por medio de frases fervorosas, abrasadoras, elocuentes y Ilenas de vehemencia que esmaltan sus cartas, sino que recurre siempre a argumentos que, aun no pareciéndose a los que emplea la frigida y puramente formal dialéctica de Jos fildsofos, representan, sin embargo, un llamamiento @ Ja razon natural que Dios concedid al hombre, Para expresarnos con Jos términos de San Agustin, el verbum mentis, en Pablo, fue escalon para subir al verbum cordis, es decir, a las verdades RELIGION.—SANTOS Y POETAS 839 intelectuales que la luz del amor hace evidentes y convir Pero es notable el hecho de que los romanos, que con frecuencia se sinticron tentados y, en ocasiones, corrompidos por la sofist de los griegos, sintiesen hacia la filosofia un recelo parecido al de Pablo, aunque inspirado por un instinto civico mas que mistico. Los viejos romanos que solo consideraban digno del hombre libre el combatir y el juzgar, y que temian, con razén, el fraude corrosive de la desintegracién conceptual, hicieron con frecuencia lo aue Pla- tén se habia limitado a desear: expulsaron a los filésofos de la Republica, teniéndolos por envencnadores de la unidad y de la salud moral del pueblo. El afio 173 antes de Jesucristo fueron desterrados de Roma Jos epicireos Alceo y Fili el 161 a. C. fueron desterrados los filé- sofos junto con los retdricos; el 155 a. C., el Senado expulsé a los célebres delegados de la filosofia helénica Carneades, Didgenes y Critolao, acusados de seduccién y confusién de los cerebros de los quirites. También bajo el Imperio, cuando todavia estaban vivas cier- tas repugnancias vigilantes, los filésofos sufrieron la misma suerte; bastard con recordar la expulsién que tuvo lugar el afio 75 d, C. bajo Vespasiano. Se trata de una de las concordancias mis extraordinarias entre la Roma antigua y el Cristianismo naciente. Ya en otra ocasién de- mostré que no fue la tinica, pues el desprecio del tormento por amor a un ideal comin, el desprecio del oro y de las ganancias ficiles (1), el holocausto voluntario de la vida para la salvacién de todos, estan testimoniados por la historia mas antigua y venerable de los ro- manos de la época durea de la Reptiblica, y son in nuce las virtudes practicadas por los primitivos cristianos con una finalidad incom- parablemente mds sublime. Yo creo que se puede establecer esta conclusién: cuando Roma fue verdaderamente Roma encontrabase bastante menos alejada del Cristianismo que lo estuvo la Roma he- lenizada y asiatizada de los eros siglos del Imperio. Los roma nos de la época imperial persiguieron al Cristianismo porque habian perdido las virtudes mds severas de sus antepasados, cuando no ha- bfan Megado todavia a la latria intolerante de sus rectores. El cristia~ nismo habria sido mejor comprendido—no digo aceptado—en los tiempos de Decio Mus, de Cincinato y de Atilio Régulo que en los de Agripina, Popea y Mesalina. Tenemos, pues, que, incluso en su aversién hacia los filésofos, volvia Pablo a la tradicién romana mis antigua, es decir, a la que (1) Digno de notar es que Tito Livio, en Ju Introduccton coloca entre Jax grandezan de Roma el culto a la pobreza tam div paupertatl ae parsimonine honos suorit. 840 GIOVANNI PAPINL—OBRAS.—TOMO IV los consideraba, como en efecto lo eran, portadores del funesto con- tagio intelectual. A la jactancia de la filosofia de los epigonos opuso valerosamente la locura de la Cruz. 6 Nose’ pretende desconocer aqui las miiltiples y admirables no- vedades' que la doctrina de Pablo, nutrida por la inspiracién de Cristo, trafa al mundo de la cultura mediterrdénea. Tampoco tenemos la pretensién de resaltar y mucho menos de exponer la riqueza de la teologia paulina, que alcanza con frecuencia las cumbres de lo sublime, y, en ocasiones, lo mismo que su autor, legaShasta los misterios del tercer cielo. Hemos pretendido tinicamente sefialar con brevedad los derechos de Pablo a ser considerado no solo como ciudadano, sino también como santo romano. Es cierto que todos los santos de la Iglesia son romanos por derecho en quella Roma onde Cristo @ romano; pero Pablo, predestinado casi por su privilegio hereditario de ciu- dania, puede ser considerado como mas romano atin que los demids, no solo por los hechos de su vida y de su muerte—que no pueden ser efectos de la casualidad, y son signa de su vocacién sobrenatural de apéstol de las gentes—, sino por las similitudes de naturaleza més intima que hemos enumerado de manera rapida. Desde ciertos aspectos esenciales, la obra de Pablo vino a ser la transposicién de algunos elementos del romanismo a un orden inde- ciblemente més elevado, un orden espiritual y mistico en lugar de temporal y civico. La aspiracién a la unidad del género humano bajo una sola ley y un solo dominador, la tendencia ala conquista de los. pueblos, el reconocimiento de la autoridad terrenal en bene- justicia y del bien, la desconfianza hacia las especula- ciones filoséficas, que no excluye el empleo de Ia razén como auxi- liar para la busqueda de la verdad, son los puntos en que concuer- dan la accién de Roma y el alma de Pablo, El apéstol de Tarso transcribe en lenguaje celestial lo que en el idioma completamente humano y terrenal halldbase grabado sobre las rocas del Lacio, pero no pueden negarse ciertas correspondencias ) analogias, aunque hasta hoy no se haya reparado suficientemente en ellas. Quizé cl mismo Pablo tuvo conciencia de esta transfiguracién operada por él, Aunque impregnado de sustancia judaica y abra- sado y resplandeciente en medio del fulgor que le cegd en el camino de Damasco, sintidse, y lo confess, atraido por Roma, Y, a veces, RELIGION.—SANTOS Y POETAS B41 parecié un escultor que a fuerza de cincelar !a dspera., corteza pétrea da vida y alas a un inmenso dngel blanco que invita a los vuelos de las ascensiones supremas. Iv LOS ESTIGMAS DE SAN FRANCISCO 1 Los estigmas de San Francisco no son tnicamente el testimonio ostensible € irrecusable de lo auténtico de su conformidad con Cristo y_de su santidad. Aquel hombre enflaquecido y entregado a la ora- ciéfy’ Nameando de amor entre las heladas rocas de la Auvernia, bien metecia los cinco sellos rojos que confirmaban su unién, cada vez mas perfecta, con Dios. _ Pero no era ni podja ser una gracia completamente personal. Las ‘cinco heridas fueron también simbolos carnales de la participacién Pde todos" Ios hombres, representados en aguel momento ‘por Fran- cisco.’ en el sacrificio y en el suplicio de Cristo: Las auténticas llagas del Crucificado significan la contribucién infinita de Dios en la expiacién _de los hombres; las llagas de Francisco son las sefiales —! sién humana al sufrimiento divino, 1a contestacién del hombre—no en palabras verbales'' escritas, sino grabada! en su propio” cuerpo—, a la gran invitacién del Hijo. Desde aquel mo- mento, toda Ia Cristiandad que lo acepta, sangra en San. Francisco. ieee 8 W wasup asint: ati Bbadds: « y “pds herdae QueveUAtligi el seratin’son cinco, como los sentidos, y €orresponden puntualmente a las actuaciones y a las pasiones de Jos hombres terrestres. Dos en las manos: con las manos el hombre trabaja, es decir. ctea; con las manos el hombre mata, es decir, destruye. Dos en los pies: con los pies el hombre se mueve, unas veces hacia el pecado, otras veces hacia la caridad; hacia la vida y hacia Ja muerte, El iano es el némada inquieto, el peregrino eterna que tiene que caminar (y que sangrar) por el «camino estrecho», el camino de los guijarros puntiagudos y de Jos abrojos que traspasan, Una sola herida en el pecho: tinica, pero la mis dolorosa, la 842 GIOVANNI PAPINL--OBRAS,-TOMO IV mis profunda, la mids clocuente de todas, porque debajo de la piel desgarrada se encuentra el corazén, e| corazén que padece de anhelo, el corazén que padece por efecto del odio y del remordimiento, el corazén que padece por efecto del amor. En esos cinco rojos desgarrones que iluminan los miembros des- carnados del de Asis estén representados y compendiados los mo- mentos y los movimientos esenciales de la vida humana. Son aposti- Mas de la sangre del hombre al libro de la sangre de Dios. a Tal y como Cristo fue mediador de perdén entre el Padre y sus hijos, San Francisco fue también instituido, por medio de los estig- mas, en algo asi como mediador’auxiliar entre Cristo y los pecadores. La redencién no~puede ser. perfecta por nuestro lado si los hom- bres no aceptan con suave alegria la parte que les corresponde en los azotes, heridas y tormentos de la Pasién. Los cristianos—empe- zando por los mértires—habjan aceptado ya el compromiso de esa colaboracién en el sacrificio y en la santificacién, pero con el correr de los siglos habfase debilitado, si no extinguido por completo, el sentimiento de semejante obligacién, Unicamente los ascetas, aunque en formas demasiado egocéntricas, habian mantenido actual.ese inex- cusable ejercici Entonces Dios, en la’ misericordia. que derrama_continuamente sobre el género humano, quiso suscitar en el hijo de, Pietro. di Ber: nardone la vocacién renovada de un intercesor que fuese, y por todo, hermano nuestro. La imitacién de un Dios Se muchos empresa sobrenatural, es decir, imposible para los hombres. San Francisco, aunque no era nada mds que un hombre, demostré a los dudosos indolentes que era posible a todos mirar a Cristo con la ayuda de la Gracia, y les recordé que tnicamente a través de ‘semejante imitacién nos cs dado gozar eternamente de los. bene- ficios de la sangre del Hombre-Dios. Por esa raz6n Ilegé San Francisco a convertirse en un “interme- diario reconfortador entre \la .Pasién divina y la pasién humana. Los hombres renovaron, al cabo de.doce siglos y mediante su cuerpo crucificado sobre la piedra,.los cinco votos de la Cruz. Para corroboracién de esa funcién suya, Dios otorgs a San Francisco—como novisimas cartas credenciales—los estigmas. RELIGION.—SANTOS Y POETAS 843 ¥v RASGOS PARCIALES Y DE SANTA CATALINA DE SIENA (1) Acar fx tne FUEGO Y SANGRE Los dos temas fundamentales del espiritu de Catalina son el fuego y la sangre. Fuego equivale para ella al fervor de la caridad que la consume, es decir, al amor tremendo ¢ irrefrenable que siente por Jessy, solo por amor a. Jestis, hacia los hombres. La sangre ctamente, ligada ala idea de fuego, porque la sangre es y. calor, yes considerada por los cristianos como simbolo del eamor -hacia el género humano que Ilevé a Jesus hasta la atalina aborrece a los tibios y a los anémicos, a los que no sienten, inflamados por el amor y no est4n dispuestos a derramar © a beber sangre. Hay en ella algo del espiritu guerrero y feroz de su época, aun- que sublimado. yelevado a un plano de perfecta espiritualidad en io se manifiesta en actos de caridad y en el que lento de sangre ¢quivale a sacrificarse en fayor,de los LA MUERTE No es posible comprender bien el cardcter de Catalina sino se tiene presente un hecho paraddjico, aunaue fundamental;.,es, decir, que aun siendo clla,un, ser, leno, de vida. y, de energia,, considera a Ie, existencia., sobre, Ja, ti jerra como un castigo, un eeiRr upa pena y, un, martirio, Catalina se resigna a vivir en esta tierra por espacio 86 Jgunos afios por amor tnicamente a las almas que podrd ayudar; pero la parte mayor y mejor de su espiritu esta en otro lugar; esté junto a las almas bienaventuradas, junto a los santos y la Divinidad. Vive, en realidad, en el cielo y su presencia en la tierra representa para ella un sacrificio pasajero, una especie de concesidn, obligada,)a las voluntades del Esposo que la espera. vy oLsriqeon ‘Véase el estudio sobre Santa Catalina de Siena’ en iistoria a th italiana, en el primer tomo de estas Obras. AN. dal 7.9 1) \2{0 6 Rad GIOVANNI PAPINI.~ OBRAS,.. TOMO IV Es preciso imaginarse a Catalina como a un ser angélico, alejado forzosamente de su sede paradisfaca y enviado a Ja tierra para cumplir una misién, que siente la nostalgia constante de su verda- dera patria, no deseando sino que Ilegue el instante de retornar a la misma. Obedece al Seflor Supremo que Ia envid a este pequefio ) triste retazo de mundo, pero llama con ansia el instante que para los hombres carnales resulta horrible y para ella marca la jubilosa liberacién. No hay que asombrarse, pues, al ver aue Catalina invoca de continuo a la muerte y sufre por no poder morir, mirando la vida de aqui abajo como un dolor angustioso gue acepta tan solo por amor: Muoio di dolore e non posso morire, Amore, amore la morte Wi addimando, Estas invocaciones a la muerte no tienen nada de comin con las de los pesimistas romAnticos, sino que son la expresién concreta de una fe absoluta, es decir, de que la vida verdadera no esta aqui, sino que comienza tnicamente con la muerte. Cristo es Aquel que es. y Catalina es aquella que no es; y para Ilegar, ella también, a ser algo, es forzoso que vuelva con Cristo, de manera que pueda participar en la auténtica existenc’ Para llegar a ser, tiene que aniquilarse; para vivir, es preciso que muera. Antes incluso de su muerte definitiva, Catalina recibié la gracia de la muerte mistica y sus discfpulos y amigos creyeron mas de una vez que su alma habja abandonado realmente la tierra. Esta muerte pasajera fue en cierta ocasién lo suficientemente larga como para conceder a Catalina de Siena una ascensién a los mundos ultrate- trenales. Ella misma refirié que habja subido hasta las puertas del ciclo y que habia escuchado los cdnticos de los bienaventurados. No se tra- taba, como podria creer algin materialista, de un estado cataléptico, sino de un rapto verdadero y auténtico del alma, que Ileg6 al punto de dejar el cuerpo en un estado tal que parecia un cadaver. Estas muertes breves y parciales eran para Catalina una ayuda para soportar el fatigoso retraso de la muerte corporal. VIRIL Aunque Catalina fuese mujer, habla con un sentimiento de me- nosprecio de todo aquello que trasciende a feminidad. Cuando quie- re reprender a algtin amigo pusilénime y temeroso le dice: «No me se4is mujeruca.» Cuando quiere apremiar a un hombre para que rea- v! “RBLIGION.SANTOS Y POETAS 845 lice una empresa grande, para que se lance a una resolucién heroi- ca, le repite infinidad de veces: «Sedme viril.» Catalina posee en grado admirable algunas de las cualidades mas ’ delicadas de la mujer—el sentimiento maternal y fraternal, la ter- nura (por los nifios, la compasién hacia los enfermos—, pero su se- ‘ereto deseo ses el ser hombre, cn el sentido enérgico del latin vir, es deciryrdpido en las decisiones, enérgico en la ejecucién, agresivo, despreocupado del peligro, inflexible y casi temerario. serReune Santa Catalina en si misma los dos extremos de uno y otro sexo: la sen: dad refinadisima de la mujer y la enérgica fir- meza* del hombre. De la’ misma manera que Miguel Angel Ilamaba a Vittoria Co- Jonna un gran amigo, podria decirse de Catalina de Siena que era un gran’ santo. aca 3 sdaltiee MUJER ENTERA ane we © No es Catalina una de esas santas que ‘parecen estar por com- fo fuera de la vida de los demds hombres. Aunque haya vivido le nifiagy durdnte muchos afios solitaria’ y haya muerto joven, > supo ser’a su manera hija obediente, hermana carifiosa, amiga auxi- Jiadora, italiana apasionada, prometida y esposa de su Sefior, ¢ incl ‘so protagonista de una accién pol(tica’ que tuvo importantes reper- rT historia de su tiempo. 6, pues, a ninguno de los sentimientos, de los lazos las tareas a que la mujer se siente inclinada, llamada o desti- nada, y ademas pudo ejercitar una autoridad que rara vez se concede a las: mujeres. No se puede decir, sin embargo, que Catalina sea una mujer ‘como “las: demas: permanecié virgen, vivid largos afos alejada de la familia, pero sin encerrarse en un claustro; lanzada a conseguir el regréso: del Papa*a‘Romayno=lo hizo:solo por razones de orden politico, ‘sino° también por razones de orden moral y casi mistico. = De ese modo logré estar simulténeamente fuera del mundo y en el centro del mundo; transferida por completo en su espiritu a la patria futura, y, sin embargo, activa y actuante en la patria presente, mezclada en el tumulto de las pasiones terrenales, pero por encima de ellos, transformandolas en algo que tenia mas de divino que de hhumano. 846 GIOVANNI PAPINI.—-OBRAS.—TOMO IV MAGA Aunque santa, tiene Catalina algiin rasgo que podria calificarse de magico en el sentido de gue clla—que no era hermosa, ni rica, ni culta, ni patricia—conseguia hechizar répidamente a cuantos se acercaban a ella, ¢ incluso a quienes iban a buscarla con propdsitos todo lo contrario que amistosos. Posefa Catalina una fuerza de seduccién espiritual subita y ver- daderamente milagrosa, como no Ja encontramos en otras santas. Todos aquellos que se habfan visto por una sola vez atrafdos por su mirada, por su sonrisa, por sus palabras, ya no podian olvidarla nunca. Intentaban, en ocasiones, alejarse de ella y reaccionar contra tal hechizo; trataban de huir o se vefan obligados a apartarse de ella; pero, después de un tiempo mds o menos largo, sentianse for- zados a tomar de nuevo el camino de la casa de Catalina, a seguirla en sus viajes, a obedecer sus mandatos y a tenerla por madre, guia y sefora. A tal punto Ilegaba su fuerza de sugestién, que logré —como en el caso de Niccold Tuldo—hacer que aceptase con jiibilo la muerte en el patibulo un joven Ileno de vida y que no habia cometido un delito que mereciese aquel fin lamentable. Puede calificarse, en el buen sentido, a Catalina de maga ange- lical que empleaba como filtros la pureza y el entusiasmo enfervo- rizado del alma, y, por encima de todo, su comunién intima y: cons- ante con el Divino Amado, que la hacia participe de su poder sobrenatural. ITALIANA Pocas mujeres han representado como Catalina de Siena lo mejor del alma italiana. No solo recogié en si misma los rasgos mds: admi- rables y simpaticos de aquella gentileza itdlica célebre a lo: largo de los siglos tanto como el genio creador de nuestro pueblo, sino que también demostré que, en el] terreno de la accidn, era ciudadana fervorosa y triunfante, Fue notameate,italinneria Serneca, y.-puavided del carhotersigaro cllo no Je impedia mostrarse enérgica y violenta si legaba la oca- sién de serlo; lo fue en la clocuencia espontinea, llena de colorido, personal de su lenguaje y de sus obras, que hacen de ella una de Jas prosistas més sabrosas y vivaces de nuestra literatura; lo fue en el entusiasmo que Ja impulsé a las mis atrevidas empresas, tal como la de la liberacién del Papa de su esclavitud en Avifién y su retorno a Roma, Al igual que los grandes italianos, supo ser RELIGION.—SANTOS Y POETAS 847 al mismo tiempo contemplativa y actuante, artista y diplomiatica, capaz de vivir durante largos afios en la soledad y de penetrar des- i pués en las casas y en las cortes para aduefiarse de corazones y e de voluntades. La pugna eterna entre la mistica y la politica parece , que Megé a ser conciliada por Catalina gracias a la superior armonia espiritual que es propia de las almas italianas mas elevadas. , Los santos no tienen patria desde el punto de vista de lo absoluto yode lo eterno; pero, como seres vivos que han nacido en un punto determinado del tiempo y del espacio, cada uno de ellos tiene una fisonomia propia en la que encontramos Jos rasgos del pueblo que los engendré. Si miramos a Catalina de Siena desde el punto de vista humano e histérico, es la santa mas limpia y gloriosamente italiana que conocemos, Por algo el padre Guillet, maestro general f de Ja orden de Santo Domingo, afirmé que Santa Catalina de Siena representa para Italia lo que para Francia representa Santa Juana de Arco. VI APOSTILLAS A SAN BERNARDINO DE SIENA re easap oo: @Eontemplindolo en los retratos antiguos; se diria que es uno de €808 ‘viejecitos enjutos y. vivarachos que por las noches, en las vela- das de la alquerias, fantasean hablando ‘de +los afios del hambre, de los afios de la peste, de los afios de la guerra. También é1 fantaseaba, nuestro Bernardino, pero no al amor de la lumbre, sino en las grandes plazas y dentro de las catedrales, hablando a Jos pueblos de los afios de la esperanza, de los afios de ’ la concordia, de los ,afios: des la»misericordia. También. Bernardinor era'un fantaseador, pero no al estilo de Masuccio y de Sermini. Sacaba sus telatos de tres grandes libros: el libro del universo, el libro’ de los Dos Testamentos, el libro del ® corazon. ' Haart 2 Poseia San Bernardino, por don de la gracia y por don natural, ears magna de los predicadores: hablaba a millares de personas y cada una de ellas experimentaba la impresién de que se dirigia particularmente a ella sola, de que el serménvera algo asi como.un didlogo entre el alma propia y el alma, del) orador. 2

También podría gustarte