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BREVE INTRODUCCIÓN A FASE DEL ESPEJO.

La fase del espejo que Lacan sitúa entre los 6 a 18 meses de edad del niño, si bien esta es la referencia
empírica, más que pensar esta fase como un hito en el desarrollo evolutivo, tenemos que entenderla
como una operación estructural que va a fundar al Moi y al orden imaginario como tal. En otros
términos, la fase del espejo trata de los efectos que se producen en el sujeto cuando este asume la
imagen unificada no sólo de su cuerpo, sino también de otros objetos que el espejo puede reflejar ,
por ejemplo la imagen de ese otro primordial, otros objetos que refleja, etc. Trata de las consecuencias
de esa asunción gozosa de la imagen unificada de su propio cuerpo. “Yo es otro” es la clave para
entender la dinámica de la fase del espejo, porque el yo se constituye a partir de ese primer momento
de sujeción emocional, el yo como instancia imaginaria se constituye a partir de la imagen de ese
otro de los primeros cuidados, por eso el título correcto, “introducción del narcisismo” y no “al”
narcisismo. Es la presencia de ese otro de los primeros cuidados (en términos lacanianos) lo que
sostiene, sustenta la constitución del yo y con ello del narcisismo.
La asunción de la imagen unificada del propio cuerpo permite el velar el propio cuerpo
fragmentado del autoerotismo, porque esa imagen es armónica, está unificada, aunque está invertida
como toda imagen y contrasta con la torpeza de todo sujeto de 6 a 18 meses de edad. Por eso dice Lacan
que “la fase del espejo supone una dramática que va en dirección a una anticipación prematura a
partir de un periodo de insuficiencia”, un periodo de insuficiencia porque es el periodo del
autoerotismo, es decir, el bebe en plena etapa de incoordinación motriz no puede sostener perfectamente
la marcha, no puede sostener la postura de pie, en ese momento de insuficiencia, plantea Lacan, el
niño aprehende, asume la imagen unificada de su propio cuerpo, a partir de una operación que
llama identificación especular imaginaria o narcisista, y que con Freud diríamos Identificación
primaria. “Yo es otro” abre el camino a la agresividad, hay una manera de entender alguno de los
peligros que el capitalismo actual plantea a partir de las vicisitudes de la identificación imaginaria,
cuando por ejemplo en Europa pero también en América latina, el otro, el inmigrante es el sujeto que nos
pone en peligro, nos saca el trabajo, goza de la salud pública, y si no es inmigrante pero es un joven con
gorrita también es un potencial delincuente. Esa agresividad que da lugar a otra cosa que es la agresión,
tiene como base las vicisitudes de esta alienación llevada al extremo de lo social. Si yo me ubico en ese
lugar el otro necesariamente va a ser el enemigo, porque viene a disputar mi casa, lo que tengo, la
seguridad, el trabajo, la salud pública, etc. Es esa identificación primaria, o imaginaria o narcisista para
Lacan, lo que sustenta la frase de Rimbaud “Yo es otro”. Ahora, para que esta apropiación imaginaria se
sustente, para que se produzca una cabal apropiación tiene que intervenir un otro orden I (A) que es el
ideal del yo. Supongamos la mama sosteniendo al bebe en sus brazo diciéndole “ese sos vos” o “que lindo
es el bebe”. El ideal del yo cumple el papel de regular, enmarcar, como si fuera un cuadro, las
relaciones imaginarias. El ideal del yo introduce el significante. “ese sos vos” “que lindo es el
bebe”, es introducir el orden simbólico, un orden tercero a esta especularidad. La función del ideal
del yo es la introducción del significante y el significante organiza los intercambios simbólicos en
la cultura. La palabra implica inscribir una falta, es lo que hace que pongamos distancia de la cosa, del
objeto.

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