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NARCISISMO.

El término aparece por primera vez en la obra de Freud en el año 1910, pero sólo en el artículo
“Introducción del narcisismo”.
En adelante, Freud lo define como la “investidura de la libido en el Yo”, y lo opone al amor objetal,
en el cual la libido es investida en objetos.

Lacan atribuye gran importancia a esta fase de la obra de Freud, puesto que claramente inscribe al
Yo como objeto de la economía libidinal, y vincula el nacimiento del Yo a la etapa narcisista del
desarrollo.

Momentos: AUTOEROTISMO/ NARCISISMO/ RELACIÓN OBJETAL

El narcisismo es diferente de la etapa anterior de autoerotismo, en el cual el Yo no existe como


unidad, y sólo aparece cuando, “ una nueva acción psíquica “ da origen al Yo.

Lacan desarrolla el concepto de Freud, vinculándolo más explícitamente al mito del que toma su
nombre, el Mito de Narciso. Define entonces el narcisismo como la atracción erótica suscitada por
la imagen especular.

Estadio del espejo

El estadio del espejo, fue el primer aporte oficial de Lacan a la teoría Psicoanalítica, cuando
propuso el concepto ante el XIV Congreso Psicoanalítico Internacional de Marienbad en 1936.

En adelante, el estadio del espejo constituyó un punto de referencia constante en toda la obra de
Lacan.

Frases de Lacan

El test del espejo fue primero descrito en 1931 por Henri Wallon, psicólogo francés amigo de
Lacan, es un particular experimento en el que el infante humano se diferencia de su pariente animal
más cercano, el chimpancé.

El concepto lacaniano de estadio del espejo, es mucho más que un simple experimento: representa
un aspecto fundamental de la estructura de la subjetividad. Mientras que en 1936-1949, Lacan
parece verlo como una etapa que puede ubicarse en un momento específico del desarrollo del
niño, con un principio, a los 6 meses, y un fin a los 18 meses, luego encontramos que el concepto
se fue ampliando.

A principios de la década del 50, Lacan ya no lo considera simplemente un momento , sino que
también lo ve como representativo de una estructura permanente de la subjetividad. El sujeto es
permanentemente captado y cautivado por su propia imagen.

El estadio del espejo describe la formación del yo a través del proceso de identificación: el yo es el
resultado de identificarse con la propia IMÁGEN ESPECULAR. La clave de este fenómeno está en
el carácter prematuro de la cría humana, a los 6 meses el bebé carece todavía de coordinación. Sin
embargo su sistema visual está relativamente más avanzado, lo que significa que puede
reconocerse en el espejo antes de haber alcanzado sus movimientos corporales. La criatura ve su
imagen como un TODO, y la síntesis de esta imagen genera una sensación de contraste con la
falta de coordinación del cuerpo, que es experimentado como un CUERPO FRAGMENTADO, este
contraste es sentido primero como una rivalidad con su propia imagen, porque la completud de la
imagen amenaza al sujeto con la fragmentación.

El estadio del espejo suscita una tensión agresiva entre el sujeto y la imagen. Para resolver esta
tensión el sujeto se identifica con la imagen, esta identificación primaria con lo semejante es lo que
da forma al yo.

El momento de la identificación , en el que el sujeto asume su imagen como propia, es descrito por
Lacan como un momento de júbilo, porque conduce a una sensación imaginaria de dominio, al
anticipar un grado de coordinación muscular que aún no ha logrado.

Esta identificación también involucra al Yo ideal, que funciona como una promesa de totalidad
futura y sostiene al Yo en la anticipación.

El estadio del espejo decimos que es también jubilatorio, en el sentido de : creer que somos eso
que el espejo nos muestra, por lo tanto el Yo se constituye escindido, el sujeto es barrado, dividido
entre lo que dice y quiere decir, entre lo que cree que es y lo que es, entre lo que sabe y lo que
cree que sabe…El Yo es producto del desconocimiento, tiene raigambre icc.

El estadio del espejo tiene una dimensión simbólica importante. El orden simbólico está presente
en la figura del adulto que lleva o sostiene al infante. Inmediatamente después de haber asumido
jubilosamente su imagen como propia, el niño vuelve la cabeza hacia el adulto, quien representa el
gran Otro, como si le pidiera que ratificara esa imagen.

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