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Módulo. Promoción de la salud U.T.

Nº 4 -Higiene de la alimentación

UNIDAD DE TRABAJO Nº 4

HIGIENE DE LA
ALIMENTACIÓN.

Autora:

Elisa I. Liria Gil


Módulo. Promoción de la salud U.T. Nº 4 -Higiene de la alimentación

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Antes de comenzar veamos algunas cuestiones previas...


- ¿Conoces la diferencia entra alimento y nutriente?
- ¿Podrías explicar en qué consiste una dieta equilibrada?
- ¿Sabes interpretar la información que contienen las pirámides o los rombos
de alimentos?
- ¿Conoces las necesidades nutricionales de las personas en las diferentes eta-
pas de la vida?
- ¿Sabrías dar algunas recomendaciones dietéticas básicas a los usuarios de la
farmacia cuando te soliciten asesoramiento?
- ¿Podrías mencionar los nombres de algunos trastornos de la alimentación?

Con esta unidad de


Trabajo podremos..

- Comprender la impor-
tancia de adquirir los co-
nocimientos básicos nece-
sarios sobre alimentación
y nutrición para realizar
un adecuado asesoramien-
to a los usuarios de la far-
macia que lo requieran.

- Identificar y diferenciar
las necesidades nutricio-
nales de las diferentes eta-
pas de la vida.

- Valorar la importancia
de cubrir los requerimien-
tos nutricionales en cada
etapa de la vida para man-
tener el estado de salud y
prevenir la aparición de
enfermedades.

- Conocer las característi-


cas básicas de los trastor-
nos de la alimentación.
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INDICE.

1.– ALIMENTOS Y NUTRIENTES.

2.– NECESIDADES ENERGÉTICAS E INGESTA RECOMEN-


DADA.

3.– GUÍAS DE ALIMENTACIÓN.

4.– NECESIDADES NUTRICIONALES EN LAS DIFERENTES


ETAPAS DE LA VIDA.

4.1.– NECESIDADES NUTRICIONALES EN LA IN-


FANCIA.
4.2.– NUTRICIÓN DEL ADOLESCENTE Y DEL JO-
VEN.
4.3.–NECESIDADES NUTRICIONALES DE LA EDAD
ADULTA.
4.4.– NUTRICIÓN EN LA PERSONA DE EDAD
AVANZADA.

5.. TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA.

5.1.– ANOREXIA NERVIOSA.


5.2.– BULIMIA.
5.3.– TRASTORNO POR ATRACONES DE COMIDA.

6.– OBESIDAD.
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1.– ALIMENTOS Y NUTRIENTES.

Tras reconocerse de forma evidente la relación existente entre dieta y


salud, apareció la necesidad de establecer unas pautas que sirvieran para valo-
rar el estado nutricional de individuos y colectivos para poder mejorar la dieta
alimenticia.

Aunque en un principio el interés estuvo centrado en la prevención de


las enfermedades carenciales (recomendando que la dieta aportara unas canti-
dades mínimas de nutrientes), con el paso del tiempo, dado el aumento de la
mortalidad en países desarrollados por causas estrechamente relacionadas con
la alimentación, las recomendaciones se han ido ampliando a otros campos.
Ahora su objetivo fundamental es ayudar a prevenir las enfermedades cróni-
cas y/o degenerativas, y de todas aquellas cuya aparición parece estar condi-
cionada por la dieta.

La finalidad de las pautas de alimentación es orientar a la población


sobre las cantidades de nutrientes que es necesario ingerir para conseguir un
estado nutricional óptimo.

Previamente estudiaremos algunos conceptos que son


necesarios para comprender los contenidos de unidad.
 Alimento: sustancia, natural o transformada,
apta para la alimentación humana.
 Nutriente: sustancia que integra un alimento.
Pueden ser proteínas, glúcidos, lípidos, vitaminas, mi-
nerales y agua.
 Dieta: es el conjunto de los alimentos ingeridos
por una persona.
 Dieta equilibrada es aquella que contiene los
nutrientes necesarios en cantidad y calidad para mantener el estado de
salud de una persona, en función de su edad, su actividad diaria y su
estado de salud. Para conseguir una dieta equilibrada es necesario inge-
rir alimentos que contengan las proporciones adecuadas de nutrientes
con función plástica, energética y reguladora.

2.- NECESIDADES ENERGÉTICAS E INGESTA RECOMENDADA.

2.1.– NECESIDADES ENERGÉTICAS.

Las necesidades energéticas corresponden a las kilocalorías diarias


necesarias por kg de peso corporal que se requieren para satisfacer las nece-
sidades de la persona.
Para ello hay que tener en cuenta el metabolismo basal o energía nece-
saria para garantizar el mantenimiento de las funciones vitales del cuerpo y de
todas las actividades que se realizan a nivel orgánico y celular, la edad, el
sexo y la actividad diaria de la persona.
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Cálculo de las necesidades energéticas.


PARÁMETRO MUJERES HOMBRES
Metabolismo basal 24 kcal/kg/día 24 kcal/kg/día
Reposo en cama o mínima actividad 30 kcal/kg/día 30 kcal/kg/día
Actividades ligeras: tareas administrativas, estudiantes, docen- 36 kcal/kg/día 42 kcal/kg/día
tes, personas jubiladas, etc.
Actividades medias: trabajo en la construcción o en la industria 40 kcal/kg/ día 46 kcal/kg/día
ligera, trabajos en almacén, trabajo doméstico, etc.
Actividades intensas: sector primario, trabajo en la metalurgia, 47 kcal/kg/día 54 kcal/kg/día
deportistas, etc.
Actividades excepcionalmente intensas, como, por ejemplo, la 55 kcal/kg/día 62 kcal/kg/día
construcción, sector primario, deporte, etc.

2.2.- INGESTA RECOMENDADA.

Para entender mejor el significado de este término es necesario definir,


en primer lugar, el concepto de requerimiento nutricional, que es
la cantidad de un nutriente que cada persona necesita ingerir para
impedir la aparición de la deficiencia en relación con el citado nu-
triente.

De esta definición se desprende que los requerimientos nu-


tricionales son absolutamente específicos de cada individuo y, de
hecho, son distintos incluso en personas con características de edad,
sexo y estado fisiológico (gestación y lactancia) muy similares.

Para extender este concepto a un colectivo se utiliza el término ingesta


recomendada, que se define como la cantidad media de nutrientes que debe
ingerir un colectivo de personas con características fisiológicas similares, aun-
que esta cantidad cubra con mayor exactitud los requerimientos de algunas per-
sonas que los de otras (que tienen requerimientos más pequeños o más eleva-
dos). Por tanto, se establecen en función de la edad, sexo, actividad física y esta-
do fisiológico especial.

3.- GUÍAS EN ALIMENTACIÓN.

Los términos de requerimiento nutricional e ingesta recomendada están


destinados a ser utilizados por profesionales que trabajan en el campo de la nu-
trición. Sin embargo, para informar a la población sobre cómo debe ser una di-
eta correcta, son indispensables las Guías de Alimentación, dado que a un indi-
viduo medio de poco le sirve saber que tiene que tomar 60 mg de vitamina C al
día, pero sí le es útil conocer el número de raciones de los distintos grupos de
alimentos que le pueden permitir conseguir ese aporte, junto con el recomenda-
do para otros nutrientes.
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Las Guías en Alimentación son pautas que ayudan a la población so-


bre el consumo de alimentos que resulta más aconsejable para conseguir una
dieta que aporte las cantidades adecuadas de energía y nutrientes, y para me-
jorar la salud tanto a corto como a largo plazo.

La población general tiene clara la idea de que conviene seguir una


dieta variada y equilibrada, pero estos conceptos son ambiguos, y cada indivi-
duo entiende algo distinto por dieta variada y equilibrada. Por ello, es necesa-
rio establecer guías alimentarias que orienten a la población a la hora de plani-
ficar su dieta, así como hacer campañas de educación nutricional, que deben
iniciarse desde la infancia y mantenerse a lo largo de la vida, y en las diferen-
tes situaciones fisiológicas (embarazo, lactancia) y de actividad (deportistas,
etc.) para dar pautas específicas para cada uno de los grupos.

Para establecer el número de raciones de ca-


da grupo de alimentos se ha utilizado desde hace
años la Pirámide de Alimentos, difundida en Esta-
dos Unidos de América y que, desde entonces ha
sido utilizada por profesionales de la nutrición, edu-
cadores, medios de comunicación e industria ali-
mentaria.

De manera similar a la Pirámide Americana,


destaca el Rombo de la Alimentación, figura geomé-
trica en forma de rombo y dividida en 7 áreas, cada
una de las cuales representa a uno de los grupos de
alimentos. Estas áreas tienen una superficie propor-
cional al número de raciones del grupo de alimentos
representado que se aconseja tomar cada día para
conseguir una dieta correcta. También se indican los
alimentos que se incluyen en cada grupo y el peso
medio de cada producto que constituye una ración.
Concretamente se aconseja consumir diariamente:

 Cereales y derivados, y legumbres 6-10 raciones.


 Frutas y zumos de fruta. 2-4 raciones.
 Verduras y hortalizas. 3-5 raciones.
 Carnes, pescados y huevos. 2-3 raciones.
 Leche y productos lácteos. 2-3 raciones.
 Grasas y aceites. menos de 80 gr/día.
 Azúcar, dulces y golosinas: con moderación.

Utilizando el Rombo de la Alimentación como punto de partida se


pueden diseñar, fácilmente, dietas ajustadas a las recomendadas. Posterior-
mente, según el peso, sexo, edad, actividad, etc., de cada individuo, pueden
hacerse los ajustes necesarios para adaptar las pautas a las necesidades con-
cretas del sujeto.
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4.- NECESIDADES NUTRICIONALES EN LAS DIFERENTES ETAPAS


EN LA VIDA.

4.1.- NECESIDADES NUTRICIONALES EN LA INFANCIA.

Desde el punto de vista nutricional, la infancia es una etapa muy delica-


da de la vida. Por una parte, las necesidades de nutrientes son elevadas (y por
tanto el riesgo de deficiencias es mayor), pero además, dado que el organismo
está inmaduro, en proceso de crecimiento y formación, los desequilibrios pue-
den tener un mayor impacto que en otras edades y llevar a alteraciones en oca-
siones irreversibles.

Una alimentación correcta es importante para conseguir una salud


óptima, un crecimiento armónico, un rendimiento adecuado y una mejor
calidad de vida. Por otra parte, en esta etapa se van formando los hábitos
alimentarios que posteriormente serán muy difíciles de cambiar. Por ello,
es importante intentar que las pautas de alimentación que se instauren
sean saludables.

En general, cuanto más pequeño es el niño más controlada está su


alimentación porque los conocimientos sobre las necesidades nutricionales de
los niños más pequeños son mayores con respecto a las de los niños de mayor
edad. Además, la preocupación y el control para conseguir una alimentación
correcta son superiores en ésta que en etapas posteriores.

Veamos a continuación la alimentación en la infancia según la edad que


tenga el niño.

4.1.1.- NUTRICIÓN DEL NIÑO EN LOS DOS PRIMEROS AÑOS DE VI-


DA.

En las primeras etapas de la vida, el pediatra y los padres establecen y


controlan lo que debe comer el niño.

4.1.1.1.- La lactancia materna.

Hasta los 4-5 meses, aproximadamente, el mejor alimento es la leche


materna que contiene los nutrientes imprescindibles para el desarrollo del bebé.
Durante este periodo, el crecimiento del bebé es muy rápido, pero sus funciones
digestivas no le permiten absorber cualquier tipo de alimentos y, como no dis-
pone de reservas, la alimentación debe aportarle todas las sustancias necesarias.

La dieta del lactante está formada por las proteínas, los lípidos, los glúci-
dos, el agua, los minerales (hierro, calcio, magnesio, sodio) y las vitaminas que
contiene la leche. En ocasiones se recetan vitamina D, hierro y flúor adicionales.
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El líquido amarillo, espeso y almibarado que el bebé toma desde su


nacimiento, antes de la subida de la leche, se denomina calostro, una sustan-
cia muy rica en anticuerpos procedentes de la madre que actúa como defensa
contra las infecciones hasta que el sistema inmunitario madure lo suficiente
para fabricar sus propios anticuerpos.

Hacia el tercer día se produce la denominada leche de transición,


que es más fluida que el calostro, de sabor dulzón y rica en glúcidos y
lípidos.

La leche materna se adapta perfectamente al bebé, que la digiere


muy bien. Su organismo asimila fácilmente el hierro que contiene. Siem-
pre se encuentra a la temperatura ideal, sale barata y no precisa ninguna
preparación. Además, es aséptica, aporta al niño anticuerpos contra nu-
merosas infecciones y reduce la posibilidad de sufrir alergias e intoleran-
cias. La leche materna se adapta a las necesidades del niño durante cada
toma y también a lo largo de toda la lactancia. Esta leche, clara, rica en
agua y en lactosa al principio de la toma, se espesa luego, y la cantidad de
materias grasas que contiene se multiplica por cuatro.

La composición de la leche es distinta para cada mujer y también cam-


bia de un día para otro e, incluso, a lo largo de un mismo día ( por ejemplo, el
contenido en grasas es mayor durante el día).

4.1.1.2.- Las leches adaptadas de iniciación y de continuación.

La composición de la leche materna ha permitido concretar cuáles son


las necesidades alimentarias del lactante y elaborar lechas sustitutivas.

 La leche adaptada de iniciación es el


alimento de los lactantes que toman bi-
berón durante los primeros cuatro meses.
Se prepara a partir de leche de vaca muy
transformada para su adaptación a la fisio-
logía del lactante, y en muchas ocasiones
se presenta en forma de leche en polvo. No
contiene los anticuerpos de la leche mater-
na, que previenen contra las infecciones.
Existe una gran variedad de marcas a la
venta en las farmacias y los padres suelen
utilizar el consejo del pediatra para elegir
la leche que darán a su bebé.

 La leche adaptada de continuación se da a partir de los 4 ó 5 meses,


con las mismas normas de fabricación. Es rica en ácidos grasos de ori-
gen vegetal y en hierro.
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4.1.1.3.– Introducción de otros alimentos en la dieta del bebé.

 A los 3 meses. Pueden empezar a incluirse cereales mezcla-


dos con leche en la dieta en forma de papillas de trigo y de
maíz, de preparación instantánea, sin azúcar y sin gluten. Los
cereales son dextrinados porque favorecen la digestión.
 A los 4 meses. Se van añadiendo de forma progresiva las
verduras hervidas y trituradas en forma de puré. También
puede utilizarse fruta cocida o cruda, muy madura y sin piel.
No debe incluirse fresas y frambuesas ni moras. La fruta debe
ser triturada en el último momento para evitar la pérdida de
vitamina C, no debe añadirse azúcar para que el bebé se fami-
liarice con los distintos sabores. También puede tomar zumo
de frutas.

Los productos especiales para niños comercializados en las farmacias


están sometidos a controles de las condiciones de cultivo y de la calidad de las
materias primas y en el proceso de elaboración.

 A los 5 meses. Puede introducirse la carne, empezando por la ternera, lue-


go el pavo y el pollo. Hacia el año, pueden introducirse el pescado y el
huevo. No se hace antes para evitar alergias alimenticias.

 A partir de los 18 meses. Toma cuatro comidas diarias con alimentos ca-
da vez más variados. Ya bebe leche de vaca entera o semidesnatada, y co-
me galletas y trocitos de pan.

4.1.2.- NUTRICIÓN DEL NIÑO EN EDAD PREESCOLAR Y ESCOLAR.

Una alimentación correcta no se enseña a los niños desde el punto de


vista teórico, hay que vivirla en la familia, en el comedor escolar, etc. Si los pa-
dres, y la sociedad en general, tienen determinados hábitos es difícil pretender
que los niños tengan otros. La población infantil imitará las costumbres del en-
torno y, por ello, la mejora de los hábitos alimentarios durante la infancia es una
campaña a largo plazo que debe incluir la educación en materia de nutrición de
toda la población.

Un error frecuente es pensar que hay alimentos buenos que se pueden


consumir con tranquilidad, y alimentos malos a evitar. Ningún alimento es bue-
no o malo, sólo las dietas totales se pueden analizar y mejorar. Una dieta correc-
ta lo va a seguir siendo aunque el niño tome una golosina, y una dieta incorrecta
lo seguirá siendo aunque que se evite el consumo de esos productos.

Es necesario transmitir a los padres el concepto de dieta equilibrada y las


pautas que pueden permitir que sus hijos cubran su ingesta recomendada.
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Durante la infancia es frecuente observar que el ni-


ño tiene preferencias y rechazos muy marcados por algunos
alimentos concretos. Dada la importancia que supone el
seguimiento de una dieta correcta, conviene animarle a pro-
bar aquellos productos que rechaza porque se ha comproba-
do una asociación entre los alimentos que le gustan al niño
y el número de veces que se le ofrecen o que comprueba
que los padres los toman. Por tanto, las apetencias de los
padres condicionan las de sus hijos y resulta poco frecuente
que los niños deseen alimentos que resultan desagradables
en su entorno familiar.

Por otra parte, los alimentos nunca se pueden emplear como premio o
castigo. La alimentación correcta es importante y no se debe modificar en fun-
ción de la conducta del niño. No sería aceptable perdonar al niño el puré si se
porta bien o castigarle con comer verduras si saca malas notas.

Se debe intentar que el niño coma de todo, pero no motivado por la


presión o el castigo. Debe saber que tener una dieta correcta le hará más fuerte
y más sano, y los padres tiene que buscar el modo de preparación, presenta-
ción y/o combinación de los alimentos que haga que uno poco apetecible para
el niño pase a ser deseable, o por lo menos aceptable. Las comidas nunca pue-
den ser un drama, siempre deben servir para disfrutar.

Las restricciones nutricionales suponen un riesgo en cualquier etapa de


la vida, y más en los niños, dado que su organismo se encuentra en fase de
desarrollo y tienen mayores necesidades de nutrientes. Además de intentar
que la dieta infantil incluya todos los tipos de alimentos en las debidas propor-
ciones, también es importante la distribución de las comidas a lo largo del día:
por una parte, el niño tiene una capacidad pequeña en su aparato digestivo
para las grandes necesidades de nutrientes que presenta y, por otra, su capaci-
dad metabólica de adaptación al ayuno puede no ser la óptima. Por ello, es
conveniente fraccionar los alimentos en 4-5 comidas al día.

En la distribución de alimentos se aplican las pautas establecidas para


la población general: 4 comidas distribuyendo el total calórico en: 25%, en
desayuno, 30% comida, 15% merienda y 30% cena. En algunos niños, sobre
todo en los más pequeños, es conveniente hacer una quinta toma a media ma-
ñana, disminuyendo las calorías ingeridas en el resto de las comidas del día.

Es aconsejable utilizar alimentos naturales de elaboración casera y dis-


minuir al máximo los alimentos preparados para el consumo.

El proceso de crecimiento requiere un aporte abundante de nutrientes,


pero ajustado a las necesidades. Las carencias pueden perjudicar el desarrollo
y la salud, y los excesos pueden ser causa de obesidad y asociarse a enferme-
dades y problemas físicos, psíquicos y sociales.
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El gasto energético varía con la cantidad y composición de los


tejidos metabólicamente activos, los cuales varían a su vez con la
edad. La masa corporal magra de los lactantes y niños pequeños con-
tiene mayor proporción de órganos metabólicamente activos que la
de adultos. En éstos, el músculo esquelético, que tiene una tasa de
metabolismo basal más baja, es un componente fundamental de la
masa magra. Esta masa disminuye a partir de la primera parte de la
vida adulta y el gasto energético también disminuye.

Las necesidades energéticas del niño están condicionadas, en parte, por


el proceso de crecimiento y su pauta de actividad. Durante el primer año de vida
y la adolescencia, se produce un período de crecimiento rápido; sin embargo en
la etapa preescolar y escolar la tasa de crecimiento es más estable y el coste
calórico asociado al crecimiento es inferior. Es necesario tener esto en cuenta,
pues al disminuir el gasto energético, disminuye el apetito, lo que puede llevar a
algunos padres a forzar, equivocadamente, a sus hijos para que consuman mayo-
res cantidades de alimentos.

Respecto al coste energético de la actividad, se constata que la población


infantil es cada vez más sedentaria, lo que resulta perjudicial en su desarrollo
muscular, psíquico, etc. Desde el punto de vista nutricional, el niño que realiza
más actividad física puede tomar más alimentos sin experimentar incrementos
de peso, siendo su aporte de vitaminas y minerales mayor.

La relación entre la ingesta y el gasto energético condiciona el control de


peso del niño, y es importante mantener este balance de manera que permita un
crecimiento adecuado, pero evitando que se produzcan incrementos de peso ex-
cesivos. Para luchar contra la obesidad es preferible prevenir que dejar que el
niño aumente excesivamente de peso para tomar medidas después. En cualquier
caso, las intervenciones tienen que ser ligeras, graduales y cuidadosamente pla-
nificadas. Por otra parte, deben garantizar que el niño consiga aportes adecuados
de nutrientes para así lograr un crecimiento y desarrollo óptimos.

Los niños con sobrepeso y los niños obesos realizan,


con mayor frecuencia, dietas más incorrectas, con mayor
contenido en grasa y menor aporte de carbohidratos, fibra,
vitaminas y minerales. También se han encontrado dietas
más inadecuadas en niños que dedican mayor cantidad de
tiempo a ver la televisión, probablemente por su mayor se-
dentarismo y por la influencia de los mensajes publicitarios,
que estimulan el consumo de alimentos muy energéticos y
bajo contenido en nutrientes. Por tanto, además, de la ali-
mentación, hay que cuidar los hábitos de vida, pues las con-
ductas saludables se potencian entre sí.
Además, un niño obeso tiene un elevado riesgo de seguir siéndolo en la
adolescencia y, a su vez, el adolescente obeso puede llegar a ser fácilmente un
adulto obeso.
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Un aporte adecuado de calcio es fundamental para conseguir una ade-


cuada mineralización ósea, lo que ayuda a disminuir el riesgo de sufrir osteo-
porosis en edades avanzadas y a prevenir la caries dental. Además, para per-
mitir la fijación de calcio se necesita vitamina D.

El niño, sobre todo en edad preescolar, tiene el riesgo de sufrir defi-


ciencia de hierro, debido a que el rápido crecimiento se asocia a un aumento
en la síntesis de hemoglobina y, por tanto, de las necesidades de este mineral.

4.2.- NUTRICIÓN DEL ADOLESCENTE Y DEL JOVEN.

La adolescencia es un período difícil de establecer, aunque se podría


decir que abarca desde los 11 hasta los 18 años. Durante la pubertad y la ado-
lescencia se suceden importantes cambios físicos y psicológicos, por lo que es
fundamental una adecuada nutrición que garantice tanto el crecimiento como
los cambios en la composición corporal típicos de esta etapa.

4.2.1.- CAMBIOS FÍSICOS.

Coincidiendo con la maduración sexual se pro-


duce un aumento de la talla y del peso, así como mo-
dificaciones en el porcentaje de grasa corporal y en su
distribución en el cuerpo. Por ello, hay que modificar
los hábitos alimentarios, de forma que se garantice un
aporte adecuado de energía y nutrientes.

El crecimiento difiere con arreglo al sexo. Por


un lado, en los varones aumentan de manera importan-
te los tejidos no grasos, el esqueleto y el músculo (con
mayor actividad metabólica), mientras que en las ni-
ñas se acumula más grasa, lo cual se relaciona con la maduración sexual. Por
ello, para cada adolescente deben calcularse las necesidades de forma indivi-
dualizada, teniendo en cuenta su edad, sexo y actividad física, sobre todo si
practica deporte con regularidad.

Las restricciones energéticas y de nutrientes en la adolescencia pueden


tener consecuencias negativas, como son incrementos de la altura inferior a la
genéticamente establecida, menor masa ósea de la esperada y retrasos en la
pubertad. Los nutrientes claves en el crecimiento son: proteínas, hierro, cal-
cio, vitamina C y zinc.

Veamos algunas de las necesidades de nutrientes de los adolescentes.


 Las proteínas son imprescindibles para el crecimiento, pero no deben
tomarse en exceso.
 La vitamina A es necesaria en los períodos de crecimiento acelerado,
además de favorecer el transporte de hierro en los tejidos.
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 También son necesarios los folatos (que se obtienen, sobre todo, de los
vegetales) y la vitamina B12 (que se encuentra en carnes, sobre todo, y
vegetales).
 Aproximadamente el 99% del calcio se encuentra en el hueso, por lo que
el importante crecimiento esquelético que tiene lugar en la adolescencia
aumenta las necesidades de este elemento. Para garantizar un
aporte adecuado, debe insistirse en la ingesta de productos
lácteos (3-4 raciones/día). Este consumo debe acompañarse de
un adecuado aporte de vitamina D que permita la fijación de
calcio. Sin embargo, un exceso de fósforo dietético en relación
con el calcio produce importantes pérdidas de calcio, y si esta
situación se mantiene durante períodos prolongados puede tener
un impacto negativo sobre la masa ósea. El fósforo abunda en
los alimentos elaborados y en las bebidas refrescantes de tipo
cola, entre otras.
 Los requerimientos en hierro son mayores debido al aumento de
la volemia y a la mayor concentración de hemoglobina en los
varones, y por las pérdidas menstruales en las hembras. El hie-
rro es un mineral de difícil absorción en el organismo, sobre
todo si es de origen vegetal, por ello es preferible obtenerlo a
partir del consumo de hígado, carne y legumbres.
 El zinc se encuentra directamente relacionado con la síntesis de proteínas
y, por tanto, con la formación de tejidos, por lo que es muy importante en
la adolescencia. Su carencia produce lesiones en la piel, retraso en la cica-
trización de heridas, caída de cabello, fragilidad en las uñas, etc.

Con carácter general debe recomendarse la ingesta de un determinado


número de raciones de alimento al día: 3-4 raciones de leche y productos lácte-
os, 2 raciones de carnes, pescados o huevos, 6-8 raciones de cereales y legum-
bre, 2-4 raciones de frutas y 3-5 raciones de verduras y hortalizas, y consumir
de forma moderada aceites, grasas, dulces y azúcar.

4.2.2.– PROBLEMAS EN LA ALIMENTACIÓN DE LOS ADOLESCEN-


TES.

Durante esta etapa se produce el paso del mundo del niño al mundo del
adulto. Esto supone la adquisición de independencia, búsqueda de la propia
identidad, necesidad de tomas decisiones propias, etc. Todos estos cambios pue-
den hacer que se rechacen los patrones familiares, incluidos los dietéticos. El
adolescente comienza a prepararse sus propias comidas. A medida que crece,
come más veces fuera de casa, con amigos, existiendo el riesgo de abuso de las
comidas rápidas o de dietas poco variadas. Con frecuencia se saltan comidas,
principalmente el desayuno, a pesar de que esta comida suele aportar importan-
tes cantidades de calcio y otros nutrientes y condicionar la dieta total y el con-
trol de peso. Suelen tener un mayor consumo de snacks como papas fritas, ga-
lletas, dulces y otros productos elaborados que no cumplen los requerimientos
de vitaminas y minerales. También puede aumentar el consumo de comidas de
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preparación rápida o fast-food, que se caracterizan por su elevado valor caló-


rico, alta proporción de proteínas y de grasas y escaso aporte de vitaminas y
minerales.

En los últimos años, el elevado consumo de alcohol entre adolescentes


y jóvenes se ha convertido en motivo de preocupación social, además puede
condicionar una baja ingesta de alimentos y situaciones de malabsorción por
efecto directo del alcohol.

El aumento del tamaño corporal hace que, a veces, el adolescente se


sienta incómodo con su cuerpo, por eso es la etapa con mayores trastornos en
la conducta alimentaria, como anorexia y bulimia, aunque también se dan mu-
chos casos de obesidad.

Entre los pasos a seguir en la prevención de la obesidad cabe señalar


los siguientes:
 Los padres deben conocer los riesgos de la sobrealimentación durante
etapas tempranas de la vida, ya que es probable que el hábito de comer
en exceso instaurado durante la infancia se mantenga durante la vida.
 Debe fomentarse la práctica regular de deportes para que forme parte
del estilo de vida del adolescente, pues los niños con mayor actividad
física tienen menos probabilidad de convertirse en obesos.

4.3.- NECESIDADES NUTRICIONALES DE LA EDAD ADULTA.

La dieta debe ser equilibrada y variada, consumiendo preferentemente


alimentos naturales como verduras, frutas, cereales, lácteos, pescados y car-
nes.

Aunque hay muchas necesidades comunes en-


tre los dos sexos, existen algunas diferencias que rela-
taremos a continuación:
 Los hombres presentan, por norma general, unos
mayores requerimientos energéticos que las mujeres.
 Las mujeres en edad fértil, en cambio, requieren
una mayor cantidad de hierro debido a las pérdidas
producidas en la menstruación. Además, existen algu-
nos periodos en la vida de la mujer con necesidades
nutritivas especiales, como el embarazo, la lactancia
materna y la menopausia.

Veamos algunas de estas etapas especiales de la vida de la mujer con


mayor detenimiento:
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4.3.1- NUTRICIÓN DE LA MUJER EN EDAD FÉRTIL.

La mujer durante toda su vida y, en especial, durante la edad


fértil, presenta características específicas respecto a las necesidades de
ciertos nutrientes, que son mucho más elevadas que la población mas-
culina. Pero estas necesidades resultan difíciles de cubrir pues las muje-
res necesitan consumir menos calorías que los varones de edad, sexo, y
actividad similar a ellas. Además, en muchas mujeres existe una pre-
ocupación por el peso que les puede obligar a restringir tanto la ingesta
de alimentos que llegan a consumir menor cantidad de los nutrientes
que necesitan.

Los aspectos más importantes de la nutrición de los adultos son:


 Energía. Las dietas deben ser superiores a 1500 kcal, porque de lo contra-
rio es prácticamente imposible conseguir aportes adecuados de vitaminas
y minerales.
 Folatos. Un aporte adecuado de esta sustancia es muy importante en la
edad fértil de la mujer porque un déficit del mismo, tanto en etapas pre-
vias a la concepción como en el comienzo del embarazo, puede provocar
descendientes con malformaciones congénitas como la espina bífida. Para
conseguir la cantidad de folatos recomendados se aconseja consumir ver-
duras de hoja verde y hortalizas.
 Calcio. Como ya hemos visto, un aporte adecuado de calcio durante la
infancia y la juventud es fundamental para conseguir una buena masa ósea
y, aunque ésta está condicionado genéticamente, se puede evitar o retrasar
el riesgo de padecer osteoporosis en el futuro. También debe garantizarse
un buen aporte de vitamina D (a partir de la dieta y mediante una adecua-
da exposición al sol) para aumentar la absorción del calcio.
 Hierro. Las mujeres en esta etapa necesitan casi el doble que los varones
de la misma edad, debido a las pérdidas de hierro en la
menstruación. Los productos cárnicos son una fuente
importante de hierro, especialmente del tipo hemo, de
mejor absorción y utilización que el no hemo, aportado
por alimentos vegetales. Además, deben incluirse en la
dieta promotores de la absorción del hierro como la vi-
tamina C y evitar consumir inhibidores de la absorción
del mineral, como la leche, el té o el café, junto con los
alimentos que contengan hierro.
 La realización de ejercicio físico de forma habitual in-
crementa el gasto calórico y permite mejorar la ingesta energética y de
nutrientes sin miedo a aumentar de peso.
 Algunos productos como la soja y derivados, y las legumbres, contienen
fitoestrógenos que ayudan a regular el ciclo hormonal.
 El hábito de fumar y el consumo de alcohol son conductas que se rela-
cionan con un estilo de vida menos saludable y peores hábitos dietéticos.
Además, ejercen un efecto negativo en el aprovechamiento de determina-
dos nutrientes como la vitamina C.
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4.3.2.- NUTRICIÓN DE LA MUJER EN EL EMBARAZO.

El embarazo es una etapa fisiológica de la vida femenina que


requiere unas necesidades nutricionales específicas, ya que
desde el momento en el que la mujer queda embarazada se
producen en su organismo cambios encaminados a lograr un
crecimiento y desarrollo fetales óptimos.
Una alimentación adecuada durante la gestación contribuye a
prevenir problemas en el desarrollo del recién nacido
(disminución de peso o talla, menor resistencia a infecciones,
partos prematuros, malformaciones congénitas, etc.) así co-
mo enfermedades maternas durante y después del embarazo.

Durante el embarazo, también pueden surgir algunas complicaciones


que requieren pautas dietéticas especiales:

 Las náuseas y los vómitos son un síntoma habitual durante los primeros
meses de gestación. Cuando son excesivos, intensos y repetidos
(hiperemesis) pueden producir deshidratación, pérdida de peso y trastor-
nos metabólicos. El tratamiento es seguir una dieta hipograsa y muy
fraccionada, con ingesta de alimentos cada 2 horas aproximadamente,
evitando los alimentos que provoquen náuseas. Es importante la reposi-
ción hidroelectrolítica (de agua y minerales) adecuada a las pérdidas por
los vómitos, para evitar la deshidratación, y aumentar el consumo de
líquidos, siempre fuera de las comidas.
 La pirosis (ardor retroesternal) por regurgitación del contenido gástrico
hacia el esófago es un trastorno habitual, sobre todo al final del embara-
zo, por la presión del feto y la relajación del esfínter entre el esófago y
el estómago. Conviene restringir el consumo de alimentos que enlentez-
can el vaciado gástrico como las grasas, el chocolate, el café y el alco-
hol, así como evitar comer desde 3 horas antes de acostarse.
 El estreñimiento y las hemorroides son problemas que surgen o se
agravan durante el embarazo. Para luchar contra ellos se debe aumentar
el consumo de alimentos ricos en fibra como verduras, frutas y cereales
integrales y beber abundante cantidad de agua y zumos. Además, se de-
be realizar ejercicio moderado, sobre todo caminar, para favorecer los
movimientos intestinales. Por su parte, las hemorroides mejoran corri-
giendo el estreñimiento y evitando grasas, picantes, especias y alcohol.
 Otro problema frecuente es la diabetes, ya que el embarazo es una si-
tuación diabetógena (puede originar diabetes) por la existencia de una
resistencia periférica a la acción de la insulina y por la mayor circula-
ción de metabolitos de las grasas. Por ello, conviene evitar que el peso
materno aumente en exceso. Además, se produce un mayor paso de glu-
cosa (que es un importante factor de crecimiento) al feto. Esto hace que
los niños de estas madres, si no se controlan adecuadamente, presenten
pesos elevados (de 4000 g o más), que se asocia a un mayor riesgo de
padecer diversas enfermedades (cardiovasculares, diabetes) en el futuro.
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 El alcohol interfiere en el metabolismo y en la absorción y excreción de


muchos nutrientes por lo que puede afectar al estado nutricional de la ma-
dre. Además, el consumo de alcohol durante la gestación puede provocar
el denominado síndrome alcohólico fetal, asociado a graves alteraciones
físicas y psíquicas en el feto y a un aumento de su morbilidad.
 El hábito de fumar se asocia a peores hábitos alimentarios (con menor
consumo de verduras, frutas, etc.) y con niveles más bajos de algunos nu-
trientes como vitamina C, B12 y folatos. Además, su consumo durante la
gestación enlentece el desarrollo fetal, dando lugar a recién nacidos con
bajo peso para la edad gestacional.
 Aumento de peso. Durante la gestación se sintetizan muchos tejidos nue-
vos, provocando un aumento progresivo de peso. El feto, la placenta y el
líquido amniótico condicionan la mayoría del peso ganado, mientras que
otra parte muy importante se debe al aumento de la reserva de grasa ma-
terna con el objetivo de asegurar la lactancia.
 Necesidades energéticas. El aporte de energía debe tener
en cuenta el desarrollo y crecimiento fetal óptimo y las
necesidades específicas de cada mujer, según peso, edad y
actividad física. Dicha energía debe proceder, fundamen-
talmente, de alimentos ricos en hidratos de carbono
(cereales, frutas, verduras, hortalizas y legumbres), inten-
tando disminuir la ingesta de grasa saturada y colesterol y
de los azúcares de absorción rápida. Los alimentos deben
repartirse en 5 comidas diarias, y evitar el picoteo entre
horas para que no se produzcan aumentos de peso excesi-
vos. No obstante, una dieta cuantitativamente insuficiente
producirá fatiga, disminución de la masa muscular, descalcificación y ane-
mia en la madre, mientras que en el feto se produce un aumento en el ries-
go de abortos, partos prematuros, bajo peso al nacer y mortalidad fetal.
 Proteínas. Sus requerimientos aumentan debido al crecimiento del útero y
al desarrollo de la placenta y del feto.
 Grasas. Aunque hay que reducir el contenido de grasa de la dieta, las ne-
cesidades de ácidos grasos, triglicéridos, colesterol y fosfolípidos se ven
incrementadas porque son necesarias para la síntesis de membranas celu-
lares en el feto. Por tanto, la embarazada debe cuidar el tipo de grasa que
consume evitando las deficiencias en ácidos grasos esenciales.
 Hidratos de carbono. Son la principal fuente de energía para el feto y la
fibra es necesaria para evitar el estreñimiento de la madre.
 Vitaminas y minerales.
 El aporte de ácido fólico debe aumentar por la formación de
glóbulos rojos que tiene lugar en el feto y porque su deficiencia se
asocia a un aumento de malformaciones congénitas fetales, como
la espina bífida y el labio leporino. Por ello, se recomienda tomar
ácido fólico como suplemento a la dieta desde 3 meses antes hasta
unas 10 semanas después.
 La vitamina C favorece la absorción del hierro.
 La vitamina D permite fijar el calcio.
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 El vitamina A es esencial para el desarrollo del feto, la forma-


ción del calostro y la síntesis de hormonas ligadas a la gestación.
Sin embargo, no se debe abusar de esta vitamina porque puede
producir malformaciones congénitas.
 El consumo de hierro debe incrementarse para evitar que se pro-
duzca anemia en la madre y para formar un depósito de hierro en
el hígado del feto, que posteriormente será utilizado en la prime-
ra etapa de vida del recién nacido debido a la baja concentración
de hierro en la leche materna.
 El aporte de calcio debe aumentarse para que no se produzca
desmineralización ósea en la madre.
 El déficit de zinc aumenta la morbilidad materna, el porcentaje
de partos pretérmino, las malformaciones y complicaciones en el
embarazo y parto, y produce un menor crecimiento fetal.
 El déficit de yodo durante la gestación de producir en el feto al-
teraciones en la glándula tiroides que provoquen retraso mental.
Para evitarlo se aconseja consumir sal yodada.
 El aporte de sodio debe disminuir, reduciendo el consumo de sal
común, porque provoca retención de líquido.

4.3.3.- NUTRICIÓN DE LA MUJER EN LA LACTANCIA.

Durante la gestación se almacenan de 2 a 4 kg de


reservas grasas que se van a utilizar para la producción de
la leche. Por tanto, el proceso de lactancia ayuda a la madre
a recuperar su peso con mayor facilidad.

La madre lactante deberá ajustar su dieta a esta si-


tuación para compensar las necesidades que supone la pro-
ducción de leche y evitar deficiencias que puedan perjudi-
car su salud y, en consecuencia, también los del lactante.

Existen sustancias que pasan a la leche y que pue-


den ejercer un efecto nocivo o modificar las características organolépticas
(color, olor, sabor, textura) de la leche materna. Por ello, es recomendable evi-
tar los condimentos picantes, así como los alimentos que pueden dar un sabor
fuerte a la leche (coles, ajos, cebollas, espárragos, rábanos, embutidos, etc.).

El alcohol alcanza en la leche materna concentraciones proporcionales


a las del plasma materno, por lo que conviene evitar su consumo. También se
debe moderar el consumo de bebidas excitantes como café, té o refrescos con
cafeína, ya que también pasan a la leche y producen irritabilidad en el niño.

La leche materna contiene un 85-95% de agua, lo que supone que la


madre lactante deberá ingerir suficiente líquido (por encima de 2 a 3 litros
diarios) para garantizar la adecuada producción de leche, e incluir en la dieta
grandes cantidades de frutas, verduras y hortalizas.
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Los aspectos más importantes a comentar sobre la nutrición de la mujer


en el periodo de lactancia son los siguientes:

 Energía. Las necesidades de la mujer lactante son superiores a las de la


embarazada, ya que la producción de 1 litro de leche supone unas 700-750
kcal. Durante los primeros meses de lactancia parte de la energía se obtie-
ne de las reservas que se han acumulado durante la gestación. Es impor-
tante informar a la madre lactante que la ingesta calórica no debe restrin-
girse con el objetivo de recuperar el peso (que se irá perdiendo paulatina-
mente) y nunca debe ser inferior a las 1500 kcal.
 Proteínas. Se produce un incremento en las necesidades debido a la
pérdida de las mismas con la leche materna.
 Lípidos. Son necesarios, sobre todo los ácidos grasos esenciales, para un
adecuado desarrollo del sistema nervioso y de la retina.
 Calcio. Sus necesidades aumentan porque la leche materna contiene 400
mg en medio litro. Por tanto, la madre debe aumentar el consumo de pro-
ductos lácteos durante la lactación para evitar la desmineralización ósea.
 Zinc. Su déficit retrasa la velocidad de crecimiento del neonato.

4.4.- NUTRICIÓN EN LAS PERSONAS DE EDADAVANZADA.

Desde el punto de vista nutricional, las personas de edad avanzada


son un grupo de población vulnerable, debido a los cambios físicos y psico-
sociales asociados al proceso de envejecimiento y al aumento de la inciden-
cia de enfermedades crónicas.

Los cambios físicos, psicosociales y sanitarios que se producen en


esta etapa y que afectan a la nutrición, son los siguientes:

 La composición corporal varía con la edad, disminuyendo la masa


corporal y aumentando la proporción de grasa, lo que ocasiona una reduc-
ción del metabolismo basal. Además, la pérdida de masa ósea puede au-
mentar la susceptibilidad a las fracturas, que provocan pérdida de movili-
dad.
 Deterioro de las funciones fisiológicas a nivel digestivo, endocrino, res-
piratorio, circulatorio, urinario, inmunitario y nervioso. Los problemas
dentales y digestivos condicionan la ingesta, la digestión y la absorción de
los nutrientes.
 Alteraciones sensoriales: la pérdida de olfato, gusto, vista y oído pueden
repercutir en la elección de alimentos y en la preparación de los mismos,
originando una pérdida del apetito.
 La disminución de la actividad física condiciona un menor gasto de
energía.
 Los problemas psíquicos (depresión, ansiedad, demencia, etc.) conducen
a un deterioro de los hábitos alimentarios.
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 Surgen problemas socioeconómicos (abandono de la actividad laboral,


disminución del poder adquisitivo, soledad, incapacidad de adaptación a
nuevos alimentos, desconocimiento sobre cómo conseguir una alimenta-
ción correcta) que pueden llevar a seguir una alimentación monótona,
descuidada y con omisión de algunas comidas.
 El padecimiento de enfermedades favorece el seguimiento de una ali-
mentación restringida o el consumo de múltiples fármacos, lo que modi-
fica la ingesta y los procesos metabólicos, y favorece la aparición de
problemas nutricionales.
 Fumar o consumir cantidades importantes de bebidas alcohólicas se
asocia al seguimiento de dietas poco adecuadas, con peor absorción de
nutrientes y aumento del riesgo de carencias.
 La frecuencia de enfermedades crónicas aumenta debido al proceso
de envejecimiento. Muchas de estas enfermedades están condicionadas
por la alimentación y se pueden retrasar mediante mejoras de tipo nutri-
cional. Estas enfermedades son las cardiovasculares (una de las más im-
portantes causas de muerte y deterioro funcional entre los ancianos de
las sociedades desarrolladas), la hipertensión arterial, la osteoporosis, el
cáncer, la demencia, las infecciones, y la obesidad, entre otras.

Las necesidades nutricionales de las personas de edad avanzada


son:
 Gasto energético. El anciano experimenta un descenso del
gasto energético condicionado por los cambios en su composición
corporal (con disminución de masa magra y aumento de grasa) y por
el descenso de la actividad física. La práctica del ejercicio físico re-
gular puede reducir el deterioro físico asociado al proceso de enveje-
cimiento, aumentar el gasto energético (haciendo posible un mayor
consumo de calorías sin que se produzca aumentos de peso), y dis-
minuir la morbilidad y la mortalidad.
 Proteínas. Hay que vigilar la calidad de las proteínas que con-
sumen los ancianos ya que no conviene disminuir el consumo de
proteínas de alta calidad como las del huevo, carne, pescado, lácteos,
etc. Sólo en casos de insuficiencia renal puede ser necesario restrin-
gir algo el consumo proteico.
 Lípidos. Es necesario moderar la ingesta de grasa, pero de manera simi-
lar a lo aconsejable en adultos. Se debe evitar la deficiencia en ácidos
grasos poliinsaturados omega-3 (que se encuentran, sobre todo, en el
pescado) porque previenen las enfermedades cardiovasculares.
 Hidratos de carbono y fibra. En los ancianos se produce una disminu-
ción de la tolerancia a la glucosa. Para intentar controlar las cifras de
glucemia se debe aumentar la proporción de hidratos de carbono com-
plejos y disminuir los hidratos de carbono simples y tomar alimentos
ricos en fibra, que también controlan el estreñimiento.
 Vitaminas. En esta etapa existe una gran variabilidad en los requeri-
mientos de vitaminas por los problemas de malabsorción, enfermedades,
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alto consumo de fármacos. Es conveniente mantener los niveles de vitami-


na B6 (para mantener la inmunidad), vitamina B12 (para mejorar la fun-
ción intelectual), vitamina D (que fija el calcio a los huesos) y vitamina C
(que es un potente antioxidante).
 Agua: las personas mayores tienen riesgo de sufrir deshidratación debido
a la disminución del contenido de agua en el cuerpo, descenso de la sensa-
ción de sed, dificultad de concentración de la orina, temor a beber agua
por problemas de incontinencia y aumento de las necesidades por diversas
patologías. Debe aconsejarse a los ancianos que se esfuercen por beber
más agua de lo que les indica su sensación de sed.

Los ancianos constituyen un grupo heterogéneo, por lo que dar normas


generales es difícil, pero veremos una serie de recomendaciones.
 La dieta debe ser lo más variada posible, comiendo alimentos de todos los
grupos, porque, de lo contrario, se pueden producir deficiencias.
 Moderar el consumo de sal, azúcar y alcohol.
 Las dietas restrictivas son peligrosas y sólo se deben introducir en casos
muy justificados, evitando las deficiencias nutricionales.

5- TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA.

51.- ANOREXIA NERVIOSA.

Es una enfermedad cuyos síntomas iniciales están centrados en


el deseo irrefrenable de adelgazar y en la consiguiente resistencia a co-
mer o a retener lo ingerido. Esto origina una serie de alteraciones de la
conducta dirigidas a evitar la comida, extravagancias dietéticas, percep-
ción distorsionada de la imagen corporal, intenso miedo a engordar que
no disminuye a pesar de la progresiva delgadez y diferentes enfermeda-
des que aparecen como consecuencia de la progresiva desnutrición.

Puede afectar a ambos sexos, aunque sigue existiendo un predo-


minio del sexo femenino. Sin el tratamiento adecuado en unidades hos-
pitalarias especializadas, la enfermedad puede conducir a la muerte.

5.2.- BULIMIA NERVIOSA.

Puede considerarse una variante de la anorexia nerviosa. Se caracteriza


por episodios de sobreingesta seguidos de maniobras (como forzar el vómito)
para evitar los efectos engordantes de la misma y una preocupación patológica
por el peso y las medidas corporales. También puede afectar a ambos sexos,
aunque existe un predominio del sexo femenino. Las crisis bulímicas pueden
consistir en el consumo de gran cantidad de comida, sobre todo hidratos de car-
bono y grasas, en un periodo más o menos corto de tiempo, seguidas de manio-
bras para forzar el vómito, con sentimientos de culpa, vergüenza, tristeza, poste-
riormente.
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5.3.- TRASTORNO POR ATRACONES DE COMIDA.

Es un trastorno en el que el atracón de co-


mida no va seguido de purga. Al revés que en la
bulimia nerviosa, este trastorno suele darse en per-
sonas obesas, observándose mayor prevalencia a
mayor peso corporal.
Las personas con este trastorno están an-
gustiadas por él, sobre todo si pretenden perder pe-
so. Además, se pueden producir problemas orgáni-
cos.

6– OBESIDAD.

La obesidad es el trastorno metabólico más frecuente en la clínica


humana. En los países industrializados, las condiciones de vida moderna ofre-
cen una alimentación abundante y variada a sectores cada vez mayores de la
población, al tiempo que se desarrolla un sedentarismo creciente que favorece
la multiplicación de pacientes con obesidad.

La obesidad es un síndrome clínico caracterizado por un au-


mento de la proporción del tejido adiposo en relación con el peso
corporal total. Esta acumulación se produce cuando el equilibrio
calórico es positivo, es decir, existe un excesivo aporte de nutrien-
tes, generalmente asociado con una vida excesivamente sedentaria.

Se considera que una persona está obesa cuando su índice de


masa corporal (IMC) es mayor de 27,8 en los hombres y mayor de
27,3 en las mujeres.

La obesidad es un factor de riesgo de muchas patologías,


porque puede causar:

 Alteraciones metabólicas. La grasa abdominal aumenta la concentración


de ácidos grasos libres, produce resistencia a la insulina en los tejidos e
hipertensión que finalmente desembocan en diabetes tipo II, hiperlipide-
mias y enfermedades cardiovasculares.
 Alteraciones ortopédicas de las articulaciones que soportan el peso.
 Trastornos cutáneos en grandes obesidades por aumento del sudor y de
las secreciones cutáneas atrapadas en los gruesos pliegues de la piel que
pueden provocar infecciones cutáneas.
 En grandes obesidades se puede producir la apnea del sueño que se ca-
racteriza por momentos durante el sueño en los que la ventilación se in-
terrumpe hasta cien veces en una noche.
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ROMBO DE LOS ALIMENTOS

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