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LOS SARMIENTO CONDES DE SALINAS EN

Astúlez—Labastida—Miranda de Ebro—Marquinez—Lagrán— Ocio


—Enciso —Peñacerrada—Berganzo y Zambrana.

Lorenzo Sarmiento de Dueñas


Es practicamente desconocido fuera de los círculos de los historiadores que la familia
Sarmiento fue durante al menos tres siglos los señores de estas tierras alavesas,
pertenecientes a los condados Castellanos primero y al Reino de Castilla después, a pesar de
las dicusiones territoriales que sus pobladores protagonizaron con navarros y aragoneses,
propietarios de las tierras cercanas y circundantes. Por ello, algunas de estas
poblaciones cambiaron de manos en varias ocasiones, hasta el extremo de convertirse en
monedas de cambio para los diferentes reyes de los tres reinos.

Sería a partir de del siglo XIV cuando tomaron un mayor protagonismo pasando de ser villas
realengas, o pertenecientes a la Corona de Castilla, a ser cedidas a la nobleza para que
fueran ellos los que se ocuparan de su defensa y protección, armando ejércitos para repeler
los ataques que les llegaban desde Navarra Francia y Aragón. Esa, y solo esa fue la razón
por la que los reyes entregaron poblaciones a los nobles y señores, al objeto de que no
ocasionaran gastos a la corona. Y como ejemplo muy significativo es la entrega del Señorío
de Salinas de Añana a la infanta Leonor de Castilla sobrina del Rey Enrique II, y su matrimonio
con Diego Sarmiento de Velasco, gran guerrero, proveniente de una histórica familia de
terratenientes y militares de primera magnitud, como lo acreditaron sus participaciones en la
batallas de Alarcos, las Navas de Tolosa, Aljubarrota, Toro y la toma de Granada.
Los Sarmiento condes de Salinas nunca residieron en estas poblaciones ni hicieron vida en ellas.
A lo sumo, fueron allí alguna vez para firmar documentos que, por lo general, se los hacían llegar
a Burgos sus merinos y administradores.
Como es de sobra sabido, la concesión de señoríos a los nobles estaba relacionado con las
necesidades de los reyes para poder seguir teniendo anexionadas muchas tierras que, de
otra forma, se escapaban a su control dado los lentos desplazamientos en aquellas lejanas
épocas. Y para ello, el rey contaba con la obediencia de sus nobles quienes, a cambio
de réditos económicos, estaban dispuestos a trabajar para el monarca por lo que hoy
llamaríamos una comisión, que además se sumaba a un título de Señor sobre dichas villas;
más tarde y en función de los méritos del noble, podía ampliarse a zonas adyacentes más
amplias que llamaban condados, marquesados y ducados. Con ello las clases privilegiadas
podían aspirar también a escudos, castillos y palacios, además de acceder a la corte y a los
consejos reales.
Sin embargo no siempre salían las cuentas, pues los administradores reales medían con
precisión lo que dejaban quedarse al noble y lo que costaba mantener un ejército y segurar las
tierras recibidas a costa de dichos señores o condes. Por lo general la operación era casi siempre
buena para la corona, aunque los nobles mordiesen un poco de las rentas de los lugares que la
corona les cedía. Pero de la misma manera que los reyes lo daban, lo quitaban en cuanto el
noble en cuestión se saliese de sus órdenes o, simplemente, intuyeran que podían traicionarlo
o actuar por su cuenta. También los suprimían cuando las arcas reales necesitaban ingresos
extraordinarios, permutándolos por otros lugares cercanos y no se enfadase al noble y siguiera
prestándole ayuda cuando lo necesitasen. Así, a lo largo de la relación de la familia Sarmiento con
las sucesivas coronas, desde el siglo XI hasta el XVI, tenemos documentos en los que los reyes
cambian derechos sobre poblaciones y tierras entregados hace más de cien años por otros, la
mayor parte de las veces de menor valor. Pero estaba claro que no solo los Sarmiento, sino
todos los nobles lo aceptaban sin rechistar, sabedores de que las protestas no servían para
nada en aquellos tiempos absolutistas.
Por eso, cada vez que un historiador trata estos asuntos, insultan nuestra inteligencia cuando
aseguran que estas cesiones solo eran eran prebendas descomunales e injustificadas, cuando
en realidad eran regalos envenenados cuyo cumplimiento era tremedamente exigente. Es
verdad que no todos los reyes españoles se portaron de la misma forma, pues las entregas de
tierras y villas era directamente proporcional a los apuros en los que estaba metido el
monarca de turno. Por ello, en la Edad Media Enrique II, el primer Trastamara, sería el
primero en ser tremendamente generoso con aquellos que le habían ayudado a derrocar a su
despótico hermanastro Pedro, llamado el Cruel, que había matado entre otros a su hermano
gemelo. Luego llegarían Juan I y Juan II, que fueron muy parcos en donaciones y prebendas,
hasta llegar a Enrique IV, hermanastro de Isabel la Católica, que tuvo poco tiempo de paz y
por ello se vio en la necesidad de acudir a sus nobles para defender su corona, muchos de los
cuales se habían aliado con bandos contrarios, por lo que tuvo que comprar voluntades con
señoríos, tíitulos y tierras.
Luego vendrían unos tiempos muy selectivos en cuanto a la concesión de prebendas por parte
de los Reyes Católicos y sus descendientes Carlos V y Fellipe II. Tras ellos, los Austrias
aumentaron títulos y prebendas hasta llegar a los Borbones, que fueron los responsables de llenar
España de títuos sin valor, entregados a pretenciosos y arribistas, que son los culpables de
que nuestro país esté infectado de tanto inútil titulado, que nada hicieron por España salvo
obtener prebendas sin apenas compensación. Una de las razones sería las enormes dimensiones
del Imperio y la imposibilidad de controlarlo solo con funcionarios reales, por lo que tuvieron
que servirse de tanto trepa para que les ayudasen. Pero este no fue el caso de los Sarmiento,
que recivieron sus prebendas y títulos entre los siglo XIII a XVI por su heroismo bélico y
muerte en combate, como sucedió con varios señores de Salinas y dos condes de Salinas de
Añana en los siglos XV y XVI.
ASTÚLEZ
En otros dos cuadernos de viaje de la historia de los Sarmiento, hemos tratado ya las Villas de
Salinas de Añana y Puentelarrá. Ambas formaban parte de las defensas y vigilancia de la ruta de
la sal, junto a Astúlez; un camino que llevaba la preciada sustancia hasta Burgos, Valladolid y
poblaciones circundantes. Por ello era de extrema importancia proteger los caminos de
asaltantes. Sin embargo ningún historiador cuenta que desde que Diego Sarmiento de Velasco
recibió a través de su mujer la infanta Leonor de Castilla, nieta de Alfonso XI la Villa Salinera, todo
el negocio se lo quedó la corona, y no sería hasta casi cien años después cuando se decidió
entregar a los Sarmiento el 20% de la sal, para compensar los enormes gastos que la familia
estaba asumiendo en la defensa de las fronteras con Navarra, Francia y Aragón. Por ello y para
concluir esa ruta, comenzaré con Astúlez, muy cerca de Puentelarrá y Salinas de Añana.

En lo más alto, la torre de Astúlez, que construyeron los Sarmiento condes de Salinas
Estado actual de la fortaleza
Cuadernos de historia vascongada
2023
MIRANDA DE EBRO
Siguiendo la línea fronteriza existente en el siglo XV, la población intermedia entre las defensas de la
ruta de la sal, que ya hemos visto y las tierras de Navarra y Aragón, la población más importante de
los Sarmiento era Miranda del Ebro, una estratégica villa que fue muy importante en el medievo,
con la que los Sarmiento estuvimos muy unidos, a pesar de las barbaridades escritas por algunos
profesores que desconocen la realidad del apellido y solo se dejan llevar por papeles comerciales
de la época, obviando y ocultando los que favorecen el apellido. En el documento adjunto,
podemos ver la orden de los Reyes Católicos para que todos los habitantes de las villas alavesas
entonces ayudaran a su Capitán General Diego Sarmiento y Villandrando, que se preparaba
para luchar contra los franceses. La requisitoria está firmada por Isabel de Castilla en 1476.
En esta descripción oficial del castillo de Miranda del Ebro podemos leer que fue D. Tello, hijo de
Alfonso XI, quien pidió en 1358 que se construyera una defensa en la única colina existente. El obispo
de Calahorra lo autorizó en 1374. Sin embargo, la banda de sátrapas de la historia vasca acusan
ferozmente a los Sarmiento de haber derribado la hermita que había con una saña sin paliativos. Lo
que demuestra el rigor de sus estudios. Cuando el primer conde de Salinas Pedro Sarmiento y Zúñiga
empezó la construcción de la fortaleza para la defensa de Miranda en 1485, cumplió órdenes, y
continuó con un proceso abierto un siglo antes, que el inminente ataque de las tropas fracesas y
navarras lo hacía nacesario para proteger la frontera castellana.

Estas son algunas de las lindezas que escribe un tipo que dice ser profesor de historia, envolviendo
su opinión de un miserablle odio de clases y desconocimiento, digno de esta España inculta,
envidiosa y cainita. Pero la verdad ha quedado recogida en los documentos, no en opiniones iletradas.
Un artículo repugnante releto de falsedades
En esta requisitoria de los Reyes Católicos de 1477 ordenan a los habitantes de Miranda de
Ebro que paguen a su Capitán General Diego Sarmiento, conde de Salinas para ayudar a
la defensa de la plaza. De lo que se desprende que los Sarmiento servimos fielmente a
nuestro Rey. Otra cosa era las formas de sus administradores, merinos y soldados, pero
llamar a los habitantes de una fortaleza de defensa -salteadores y criminales- es estúpido,
cuando los ejércitos se nutrían de los que se presentaban, en un periodo de escasez de
soldados para la defensa, primero, de Miranda del Ebro; después, del Reino de Castilla.
Antiguos grabados de Miranda del Ebro, y una animación de su castillo
Lo que resta de la fortaleza y la placa colocada en la misma, aunque el texto está
equivocado, pues no se construyó solo para lo que dice; se levantó como defensa
fronteriza.
Dos requisitorias más de los Reyes Católicos referentes al pago de
ciertas cantidades y que los ciudadanos contribuyeran a la defensa de la
villa.
Instancia presentada por el Duque de Hijar, que se habían hecho con los condados
de Salinas y Ribadeo por matrimonio, tras la pérdida de varón en la familia Sarmiento
LABASTIDA
La línea fronteriza encargada a los Sarmiento continúa por La Bastida, importante villa provista de
una muralla y un castillo para protegerla. El Señorío sobre la misma lo concedió el Rey Enrique II
en 1354 a Diego Sarmiento de Velasco, cuando se casó con su sobrina Leonor de Castilla, tras la
ayuda de los Sarmiento en su lucha contra su hermananstro Pedro, llamado el Cruel, que
había asesinado a hermano gemelo, padre de Leonor de Castilla. La historiadora Sara Rodicio
nos da una precisa visión histórica del coraje de los Sarmiento y su estancia en Labastida en
1422. Así como el buen hacer de su padre Diego Sarmiento de Velasco, su hijo Diego Sarmiento
y Castilla, que apresaría al Condestable de Navarra y lo llevaría preso a Labastida.
2.023
Esos restos de la muralla y la fortificación de Labastida es lo único que
queda de cuando Diego Sarmiento de Velasco, su primer señor, la
defendía. Y fue el lugar al que condujo prisionero al Mariscal de Navarra
en 1429, tras derrotarlo en el campo de batalla. Así que, si estas piedras
hablaran, podrían defenderían la memoria de los Sarmiento.
En el primer documento hay un error cuando dice que el primer conde de
Salinas fue Diego Sarmiento, lo fue su padre Pedro Sarmiento y Zúñiga.
Estos escudos no son nobiliarios; pertenecen a hidalgos que concedieron diferentes reyes,
sobre todo navarros, a los habitantes de algunas villas fronterizas para que siguieran en
ellas. Investigando un poco, sabemos que pertenecen a los Areta, Tosantos, Landa,
Pater nina, Ruiz de Vergara, Samaniego, Ramírez de la Piscina, Ruiz de Labastida,
Salazar, Amurrio y Arellano, relacionados gran parte de ellos con la industria del vino.
En esta exposición callejera por la calle mayor de Labastida, financiado por la Diputación de
Álava, podemos ver otro de los esperpentos a los que la política del PNV ha llevada a la antes
española Álava. La leyenda dice: escudo español, como si el lugar no fuera España, sin
aceditar a la familia propietaria del mismo, algo indispensable para historiadores y visitantes. Lo
desconcertante es que el Ayuntamiento esté regido por el PP desde hace unos meses y no
hayan puesto el grito en el cielo. Pero como se debió a un acuerdo entre el PP y el PNV, no
sabremos lo que ha pasado en realidad.
En estos dos documentos del Rey Enrique IV, hermanastro de Isabel la Católica, se acredita
de nuevo la relación de la familia Sarmiento con Labastida, aunque pasarán por ella en muy
rara ocasión. Sin embargo, como el condado pasó a los aragoneses duques de Hijar y Silva
por el matrimonio de Ana Sarmiento y Ulloa, que fue la VI condesa de Salinas y de
Ribadeo con Diego de Silva y Mendoza, duque de Francavilla y marqués de Alenquer, a
partir de ahí los Sarmiento perdimos el mayorazgo, y con ello sus bienes, entre ellos la
villa de Labastida. Lo que pasó después es responsabilidad de los aragoneses descritos,
que abandonaron y maltrataron el patrimonio que recivieron, aunque tuvieron que poner el
apellido Sarmiento delante del suyo hasta el siglo XVIII, por el codicilo de Diego Sarmiento y
Villandrando III conde de Salinas de Añana, que les obligaba a ello, además del uso de nuestro
escudo de armas para poder hacerse cargo de los bienes del mayorazgo.

Esta gente nada hizo por ese patrimonio duramente ganado por los Sarmiento, salvo
esquilmarlo primero, y después abandonar toda aquella propiedad que no rentaba. Instalados
como toda la nobleza en Madrid a partir del siglo XVII, se volvieron ineficaces cortesanos
pendientes solo de las prebendas con las que podían hacerse. Y el título de condes
de Salinas y de Ribadeo ya no volvió a aparecer tras entroncar con los Alba, a los que
los títulos que no son estrictamente suyos no les importan nada. Ni siquiera y a pesar
de que la madre del primer conde de Alba, antes de ser duques, fue Constanza Sarmiento
de Guzmán, una extraordinaria mujer que se quedó viuda muy joven y tuvo que llevar el
patrimonio de los Alba hasta que su hijo Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento fue mayor
de edad.

Los Sarmientos por tanto, fuimos señores silenciosos e invisibles de Labastida durante dos
siglos, pero hoy ninguno de ellos está dispuesto a recordarlo y reconocerlo. Pero la historia es
la historia y no hay manera de cambiar las cosas, salvo para la enferma mente de los
nacionalistas, sean de donde sean, que la escriben al margen de ella y de la verdad, buscando
no tener nada que ver con España, en un ficticio mundo de palabras inventadas y desprecio
hacia los que no piensan como ellos.
SALINILLAS DEL BURANDÓN

Este preciso pueblo medieval alavés perteneció a los Sarmiento condes de Salinas, desde que el Rey
Enrique II se lo concedió a Diego Sarmiento de Velasco y a su esposa Leonor de Castilla en 1358. Sin
embargo Diego se lo dió como parte de su dote a su hija María Sarmiento y Castilla, que casó con el
Canciller de Castilla Fernán Lopez de Ayala, cuyas tumbas pueden verse en el monasterio de
Quejana, en Amurrio. Por eso, en el escudo de la Villa aparecen los trece roeles de los Sarmiento y los
dos lobos de los Ayala, además de los condes de Oñate. El palacio se construyó dos siglos después
por los Guevara condes de Oñate, rodeando la primitiva torre palacio que construyeron los
Sarmiento. Un obra singular que se tiene la intención de restaurar.
A partir de finales del siglo XVI serían los Guevara, condes de Oñate, sus propietarios, llegando a ello vía
matrimonios con los López de Ayala, dejando fuera a Los Sarmiento, que ya nada tuvimos que ver con la Villa.
María Sarmiento y Castilla, hija de Diego Sarmiento de Velasco y de Leonor de Castilla, nieta del
Rey Alfonso XI, fue la señora de Salinillas del Burandón por cesión de los derechos de sus
padres. Estaba casada con el Canciller Pedro López de Ayala, señor de los valles de Ayala. Su
hija, María López de Ayala y Sarmiento, seguiría siendo Señora de Salinillas en 1410. Después,
los Ayala emparentaron con los Guevara, olvidando el apellido y los bienes heredados, que
pasaron a los condes de Oñate, que fueron los que construyeron el palacio que rodea la
Torre de los Sarmiento, ubicada en su interior en un mal estado de conservación. María
Sarmiento y su marido Pedro López de Ayala construyeron dos hospitales en Vitoria e hicieron
una gran labor de mecenazgo y ayuda a los más necesitados.
Como dice el texto, el maravilloso retablo que había en la iglesia del monasterio de Quejana fue
vendido tras la Desamortización a un marchante de obras de arte, que lo vendió al Instituto
de Arte de Chicago por cuatro pesetas. Una verdadera atrocidad, de las cientos que se hicieron
con el patrimonio de conventos, iglesias y abadías sin otras consideraciones que las del
enriquecimiento rápido y vil; gentes sin escrúpulos que vivían de las decisiones mafiosas de
unos políticos atroces que permitieron tales desatinos en épocas muy combulsas de mediados
del siglo XIX, donde el liberalismo y el socialismo se convirtieron en libertinaje y falta de control
por parte de la administración, ávida de recursos, con un profundo odio de clases tantos a los
señores y nobles como a la Iglesias y los conventos.
Ínigo Velez de Guevara fue hijo de Pedro. Nació en Salinillas del Burandón. Por su
matrimonio con su prima Catalina Vélez de Guevara y Orbea, condesa de Oñate, fue
titular de dicho condado. Militar y diplomático al servivio de Felipe III y Felipe IV.
Sepulturas de Pedro Velez de Guevara y su esposa Juana de Acuña y Enriquez en la
Iglesia de Salinillas. Abajo, un escrito con su letra conservado en la familia Sarmiento.
ENCISO
Es una pena que la gente de Enciso no conozca su verdadera historia; no sé si es por
puro desconocimiento o por política identitaria, que conlleva una cierta manipulación a tenor de
los componentes institucionales de sus regidores. Sin embargo los primeros Señores de Enciso
fueron Diego Sarmiento de Velasco y su esposa Leonor de Castilla, nieta del Rey Alfonso XI,
como lo demuestra el documento adjunto firmado por el Rey Enrique II, y apostillado por
los Reyes Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos. En 1413 Diego Sarmiento, su padre, se lo
cedió a Juana Sarmiento, casada con Luis de la Cerda y Mendoza, pasando, por tanto, a los
entonces condes de Medinaceli. A partir de ahí, los Sarmiento tampoco nada tuvimos que ver con
las vicisitudes de esta preciosa villa hoy de la Rioja.
OCIO
Hay muchos documentos que acreditan la pertenecia de Ocio al Señorío de los Sarmiento
primero, y al condado de Salinas después. La construcción de esta fortaleza fronteriza debió
de ser una hazaña dado lo abrupto del lugar. Nuestro antepasado Diego Sarmiento y Salazar,
administrador general de Diego Sarmiento de Villandrando, conde de Salinas y de Ribadeo, así
lo aceredita en varios documentos, ya que era el encargado de controlar las defensas
encomendadas por los Reyes a los Sarmiento en las fronteras con Navarra y Aragón.
Confirmación de los Reyes Católicos a Diego Sarmiento de Villandrando de
las concesiones de villas en Álava que reyes anteriores hicieron a su antepasado
Diego Sarmiento de Velasco.
PEÑACERADA

Escudo de los Condes de Salinas: en un lado Sarmiento, en el otro Castilla, por la infanta Leonor
nieta de el rey Alfonso XI. El segundo pertenece a los Sarmiento con los trece roles. Y el tercero,
en la parte izquierda Medoza, por la mujer de Pedro Sarmiento y Zuñiga, primer conde de
Salinas de Añana, y su mujer Mencía de Mendoza.
La famlia Sarmiento perdimos Peñacerrada cuando la VI condesa de Salinas, Ana Sarmiento y
Ulloa, casó con Diego de Silva y Mendoza, duque de Francavilla y marqués de Alenquer,
perdiendo los Sarmiento las villas, derechos, castillos y fortalezas. Eso sí, los Silva, luego duques
de Hijar que se quedaron con nuestro patrimonio tuvieron que usar el apellido Sarmiento hasta el
siglo XVII, por imposición en el testamento de Diego Sarmiento de Villandrando, III conde de
Salinas y Ribadeo. Sin embargo la villa de Peñacerrada sigue conservando en su escudo los
trece roles de Sarmiento de una forma muy original, al estilo de los Rendón de Jerez, también
Sarmiento.
2020
Peñacerrada en dos documentos del siglo XVI
Peñacerrada también aparece en el testamento de Diego Sarmiento y
Villandrando, III conde de Salinas y Ribadeo, que casó con la gallega María de
Ulloa. Una hija de ambos, María Sarmiento y Ulloa, casó con nuestro antepasado
Diego Sarmiento y Salazar, único hijo varón del Conde de Santa Marta y de
Ribadavia, Bernardino Sarmiento, uniendo de nuevo las dos ramas de los
Sarmiento. Diego fue el administrador general del III Conde de Salinas, su
suegro, y viviría a caballo entre todas sus fortalezas controlando y asistiendo a
sus merinos y tropas, en unos tiempos combulsos durante los reinados de los
Reyes Católicos y Carlos V. En esos años, las fronteras con Francia y Navarra
fueron lugares decisivos de control. La unión de Aragón y Castilla, por el
contrario, destensó la separación entre ambos reinos y sus fronteras dejaron de
ser otro problema.
MARQUINEZ
En el escudo de Marquinez todavía podemos ver el de los Sarmiento con los trece roeles
concedido en 1222. En nuestra familia hemos conservado el documento original de la venta
de la villa que realizó Diego Sarmiento y Villandrando, III conde de Salinas y Ribadeo en 1559
al obispo de Ávila Diego de Álava y Esquivel, presidente de la Real Chancillería de Valladolid.
LAGRÁN
BERGANZO

En páginas de historiadores se recogen artículos como éste, en el que definen incluso


a la familia Sarmiento desde el siglo XII
2021
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