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Pero la realidad de la relación de la familia Sarmiento con la villa de Salinas de Añana es otra
muy distinta. Se trata de un entente de amistad y respeto entre sus habitantes y los diferentes
reyes castellanos con muchos miembros de la familia Sarmiento, sobre todo en los siglos XIV,
XV, y XVI. Después, perdida la varonía en el condado de Salinas por parte de los Sarmiento, los
protagonistas fueron aragoneses pertenecientes a la familia de los duques de Hijar, que se
vieron obligados a usar el apellido Sarmiento si querían disfrutar de los bienes incluidos en el
Mayorazgo de los Condes de Salinas originales, pertenecientes a la antigua y noble familia
Sarmiento.
Nos consta que las relaciones de la Familia con sus vecinos fue buena y, aunque los
condes de Salinas de Añana vivieron en Carrión de los Condes y Burgos, siempre mantuvieron
un contacto directo con la villa, origen de su poder y patrimonio. Por ello la sal era
gratuita para los pobladores de la Villa, que siempre fueron defendidos en las incursiones
que hicieron aragoneses y navarros en diferentes épocas de la historia. Salinas de Añana,
por otra parte, nos ha correspondido en aprecio colocando los escudos de los Sarmiento
con sus treces roeles en la insignia de su Ayuntamiento; e, incluso, lo han colocado en sus
furgonetas y dependecias auxiliares..
El primer Sarmiento que disfrutó del privilegio de ser Señor de Salinas de Añana fue Diego
Sarmiento de Velasco. Era el hijo primogénito de Diego Sarmiento y López de Haro, que fue
Adelantado Mayor de Castilla, Adelantado de la Mar Océana, Merino Mayor de Galicia. Divisero
del Rey, Teniente General y Canciller Mayor de la Orden de la Banda. Su hermano segundo Pedro
sería el que abriría la línea de los condes de Santa Marta y Ribadavia, además del
Adelantamiento de Galicia durante 300 años. El padre de ambos, Diego Sarmiento y López de
Haro, murió en Aragón, siendo trasladados su restos, años después, a la desaparecida abadía
de Benevivere.
Éste, a pesar de ser uno de los hombres más importantes en el reinado de Pedro I, apodado el
Cruel, al final tomó partido por Enrique II, el primer Trastamara, por haber ordenado matar a
varios de sus hermanastros y a otros nobles que se opusieron a sus criminales actos. Por ello
tuvo que huir a Aragón siendo acusado de traición, derribándose algunas de sus fortalezas. Pero
la verdadera razón era la locura que se había apoderado del Rey Cruel, tras matar a varias
personalidades, incluidos dos hermanastros, y otros que pudieron esconderse para escapar de
su ira. La razón estribaba en que su padre, Alfonso XI, había tenido varios hijos con su
amante Leonor de Guzmán, de la que estaba enamorado, y Pedro, único hijo de su mujer
legítima, se veía amenazado por sus hermanastros, a los que había empezado a castigar y
expoliar los regalos y concesiones que les había hecho su padre el Rey Alfonso XI
Tras la victoria de Enrique II matando a su hermanastro Pedro en Montiel en 1369, quiso
agradecer la ayuda de todos aquellos nobles que se pusieron de su lado otorgándoles señoríos
y rentas, para compensar los elevadísimos costes que éstos habían financiado. En el caso de
los Sarmiento quiso ir más allá y decidió otorgar la mano de su sobrina Leonor de Castilla, hija de
su hermanastro gemelo asesinado por Pedro, Fadrique, al primogénito de su Mariscal,
Diego Sarmiento y López de Haro, Diego Sarmiento de Velasco, que sería, vía matrimonio,
el primer señor de Salinas de Añana, pues hasta esa fecha la villa era Realenga, esto es, que
pertenecía a la Corona. Y lo hizo con estas palabras extraidas de su Crónica: Salazar y
Castro,53649/M59/ fols.26.31.
“Nos el rey por facer bien y merced a vos doña Leonor, nuestra sobrina, fija del Mestre don
Fadrique, nuestro hermano que Dios perdone, por vos heredar en los nuestros regnos,
damo vos en donación pura perpetua non revocable por juro de heredad, para siempre
jamás, para vos para vuestros herederos la nuestra villa de Salinas de Añana”
Fue el 12 de abril de 1375. Junto con esta donación recivía todos los términos de la villa, sus
martiniegas, escribanía, portazgos y su jurisdicción, que incluía atribuciones civiles y
criminales. Pero el monarca en principio retenía para sí las rentas de la sal, monedas, tercias
y alcabalas. Así que no participaban en el bien de mayor importancia de la villa como era la sal.
La familia Sarmiento se ganaba la vida con los sueldos de Diego como Adelantado Mayor de
Castilla y Repostero Mayor del Rey Enrique II. Además, éste, en 1370 les había concedido las
villas de Labastida, Lagrán, Puentelarrá y Marquinez. Diego moriría en la batalla de
Aljubarrota en Portugal en 1385. Su hijo García Sarmiento y Castilla también moriría en otra
batalla, la de Santarén en 1393. Lo mismo que su hermano Diego, que perdería la vida luchando
en la batalla de Aragón en 1435.
Por eso es tan duro leer a esta pandilla de bobos ilustrrados cuando desprecian a muchas
familias nobiliarias y se quedan solo con las prebendas que recibían de su reyes. Pues bien,
Diego, receptor de la villa de Salinas de Añana por su matrimonio con la infanta Leonor de
Castilla y sus hijos García y Diego Sarmiento y Castilla pagaron esas prebendas con sus
vidas batallando en defensa de España y al servicio de ese Rey.
No sería hasta 1464 cuando el Rey Enrique IV les concede una parte de los beneficios de la sal
para compensar la bajada de ingresos y los muchos gastos de los condes de Salinas en la
formación de ejércitos por el acoso a la Corona por parte de diferentes enemigos. Lo dice así:
“De las dichas salinas de la vuestra villa de Anna e del señoría de ellas y de la alcavala que
de la sal se ficiere o vendiere os otorgo el 20 por ciento por juro de heredad para siempre
jamás”
Esta columna se llama Rollo Jurisdiccional, y marca el poder para ejercer
justicia civil y criminal por parte del propietario del escudo: en este caso los
Sarmiento en Salinas de Añana, lugar donde se ubica, en la parte Norte
del pueblo. Tiene más de seis siglos de antigüedad.
Estas mercedes recibidas de los reyes sus sucesores solían respetarlas, por ello, al
morir García Sarmiento y Castilla, hijo del Primer Señor de Salinas, su hermano Diego pasó
a ser el adjudicatario de dichos bienes. En este documento le pide al Rey Juan I que lo
ratifique. Es muy interesante comprobar los formalismos y términos en los que se expresaban
en aquellos siglos, y lo formalistas y estrictos que eran sus redactores, que después pasaban
a la firma del Monarca. Más tarde, lo tenía que ratificar un número considerable de nobles y
cortesanos como testigos de lo acordado.
El Rey Juan I le confirmaría sus posesiones en este documento que se conserva en la
biblioteca Nacional y en los Archivos de Aragón, ya que la V Codesa de Salinas y Ribadeo
casaría con un Silva, más tarde Duques de Hijar, de Teruel.
El Rey Enrique IV concedió a los señores de Salinas de Añana el título de Condes de
Salinas de Añana en 1470, cuando Diego Sarmiento y Mendoza, VI Señor de
salinas era el titular de la Villa. Estaba casado con María de Villandrando,
condesa de Ribadeo, que aportó su título. Los Reyes Católicos lo confirmaron
en sus señoríos en 1483 en estos terminos.
El escudo de Salinas de Añana no se corresponde con los escudos de los condes de
Salinas, pues ninguno de ellos llevó jamás hojas de vides. Desde la entrega por parte del
Rey Enrique II a su sobrina Leonor la villa salinera, los Sarmiento adoptaron el uso de su
escudo de armas dividido en dos: los trece roles y la insignia de los Reyes castellanos con
los leones y castillos en el otro. O, simplemente, los trece roeles históricos usados
como divisa desde el año 1150. Por eso es extraño que Salinas de Añana haya utilizado
un escudo que solo aparece una vez entre los Sarmiento, pero que no pertencía a la rama
de los Señores y condes de Salinas. Me explicaré:
García Sarmiento de Guzmán fue el único que confeccionó un escudo con ramas de
sarmiento junto a los trece roles, como consta en su maravillosa sepultura situada en la
capilla de los Sarmientos en la iglesia convento de San Francisco en Palencia. Y lo hizo para
diferenciarse de su hermano mayor Diego, heredero de los bienes de los Sarmiento que dejó
su padre Pedro Sarmiento de Velasco. Pero como Diego murió en batalla cuando era todavía
joven, García fue el receptor del Mayorazgo de los Sarmiento así como el título de
Adelantado Mayor de Galicia. Nunca más hemos encontrado el escudo de los
Sarmiento adornado con ramas y racimos de uva, salvo en Salinas de Añana.
Sin embargo, y a pesar del prestigio que suponía estar emparentados con la Corona y poder usar sus
armas en el escudo, la razón de no hacerlo en muchos de los edificios de los Sarmiento condes de
Salinas, fue por expreso deseo de Diego Sarmiento y Mendoza, escrito en la cesión de su
Mayorrazgo a su hijo Diego Sarmiento de Villandrando:, un documento conservado en los archivos
de Aragón, por traspaso de los duques de Hijar, que dice:
Mis armas enteras y no partidas, dice el Conde, como si ello fuera suficiente para resaltar su
esplendor de linaje de casi quinientos años entonces, no queriendo aprovecharse de otros, incluso
reales, según escribió el profesor de historia, mi bisabuelo, Jerónimo Sarmiento.
Este documento recoge todo el proceso de donaciones del Mayorazgo entre padres e hijos,
concedido por diferentes Reyes a los Sarmiento Condes de Salinas, una fórmula jurídica que
los reyes debían ratificar. Es muy concienzudo y repite los conceptos en varias ocasiones. Lo
redactaban los secretarios de los Reyes. Más tarde, lo pasaban a la firma de un gran número de
testigos que acreditasen que en verdad el Rey lo había firmado. Por lo general los testigos
eran cortesanos que estuvieran a mano: no siempre los mismos. También participaban, y eran
trascendentales, los obispos, arzobispos y cardenales, lo que daba al documento todavía más
visos de firmeza y legitimidad. Se confeccionaba en piel de cabra muy fina e iba enroscado y
atado por una cinta, que tenía los sellos y lacres de la Corona.
Fotos tomadas en 2005
En estos párrafos extraidos de varios documentos históricos de los condes de
Salinas podemos ver como le llamaban a Salinas de Añana en el siglo XVI, Annana,
además del tratamiento que el Rey Enrique IV, hermanastro de Isabel la Católica, le
da a la familia Sarmiento, de la que dice que ya trabajaron para sus antepasados
y les prestaron muchos y muy buenos y leales servicios.
En la página siguiente, tras la reunión del Consejo de Añana, formado por más de
veinte personas en el que se trataban todos los aspectos de la explotación de la
sal, podemos ver cómo el conde Salinas se limita a firmar y aplaude lo
acordado por ser necesario y bueno para la población.
Entre ellos estaba que los vecinos de Salinas de Añana no pagasen por la sal, que
no se pudiese recoger por la noche, y que no se vendiesen esas partes gratuitas.
Lo que de nuevo vuelve a alejar a los Sarmiento de esa figura de monstruos de
tres cabezas avariciosos e insensibles que algunos profesores, al dictado de la
política, han querido reflejar.
En este último párrafo está la firma del conde de Salinas y de Ribadeo Diego
Sarmiento de Villandrando, seguida de su sello con los trece roles de la familia
Sarmiento, distinción concedida por el Rey desde el año 1200 aproximadamente. El
documento es de 1527, muerta ya la Reina Isabel. El monarca era Carlos V.