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LA FAMILIA SARMIENTO Y PUENTELARRÁ

Lorenzo Sarmiento de Dueñas

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Como en toda la historiografía sobre los Sarmiento en Álava y Galicia, de nuevo nos
encontramos defendiéndonos de los pérfidos ataques nacionalistas de dos profesores
pagados por ellos, que pretenden eliminar la palabra España de todo cuanto tocan, a
pesar de que Álava y Galicia siempre hayan pertenecido a los condados castellanos
y al españolísimo Reino de Galicia, del que los Sarmiento fuimos trescientos años
Adelantados de esas tierras en nombre de diferentes reyes. Por eso se nos
hace incomprensible que, tras el paso de tanto tiempo, estos sujetos se
empeñen en contar burdas mentiras sobre los Sarmiento, ocultando la verdad de
su verdadera dimensión humana e histórica, como debe hacer todo aquel que
pretenda ser historiador. Pero, hasta eso, lo ha prostituido la política cutre y cainista de
hoy.
Se da el esperpento de que, incluso cuando los escritos medievales aseguran una
virtud o hecho relevante protagonizado por un Sarmiento, ellos toman solo unas líneas
y las retuercen para que aparezcan como malvados, incluso, cuando están siendo
nobles y generosos.

Por eso estos queridos territorios alaveses, hoy administrados por los nacionalistas, se
empeñan en negar su verdadera historia, inventándose otra a base de cortar y pegar
documentos antiguos, creando gran confusión entre los ciudados que acceden por vez
primera a la historia medieval de esta antes querida provincia española, hoy parte de la
nacionalista y separatista comunidad autónoma vasca.

Y con Puentelarrá no iva a ser distinto, satanizando a los Sarmiento, que fuimos una
parte trascendental en la historia de estas tierras: desde Astulez a Puentelarrá, Salinas
de Añana, Miranda de Ebro y Pancorbo como guardianes de una ruta de la sal tan
necesaria como escasa en Castilla. Por ello se construyeron torres de vigilancia que
albergaban un pequeño destacamento a las órdenes de los condes de Salinas,
sus parciales explotadores por alcabala Real. Como también lo hicieron a lo largo
de la frontera con Navarra en Berganzo, Ocio, Peñacerrada, Labastida, Marquínez,
Lagrán o Zambrana.
Pero todo esto no le salía gratis a los Sarmiento, pues cuando el Rey lo ordenaba,
como hizo en muchas ocasiones, debíamos formar ejércitos con huestes de a caballo y
a pie para proteger las fronteras encomendadas, pagado con esas rentas y alcabalas
que estos tipos dicen haber saqueado a los ciudadanos, pero que en realidad una
gran parte de las mismas eran para protegerlos adecuadamente. Vamos, que son la
versión de un Podemos Medieval, que se olvidan de quien lucha y muere
para que ellos sigan haciendo demagogia y escribiendo las memeces que les
exigen sus jefes políticos.
Pero es verdad que, a base de escuchar tanto desbarío, a veces a uno le da miedo
decir en Álava que se apellida Sarmiento y que desciende de estos señores, lo mismo
que me ha sucedido en algunos lugares de Galicia. Sin embargo mi cruzada para
restablecer el honor de mi familia me llevará todo el tiempo que necesite y, a través de
Internet, seguiré oponiéndome a que la gente solo sepa de nosotros por medio de
estos tipejos que cobran de pesebres nacionalista y separatista.

Además, durante veinte años, Puentelarrá fue para mi y mi mujer un lugar sentimental e
íntimo desde que nos casamos, pues sus padres eran las propietarios de la Finca
Tejuela, situada al otro lado del Ebro, siendo Puentelarrá nuestro pueblo más cercano.
Allí conocí a personas estupendas, como eran los propietarios de la librería
bilbaina Cámara, oriundos de ese pueblo. U otro amigo con el que hice ciclismo por
la zona y con el que ascendí la Sierra de la Demanda. Hoy, tras el paso de más de
50 años, de vez en cuando, Magdalena y yo nos paseamos por allí y por otros
lugares cercanos recordando aquellos tiempos y a Diego Sarmiento y Salazar, hijo
de Bernardino Sarnmiento, conde de Rivadavia y Adelantado Mayor de Galicia, y su
mujer María Sarmiento, hija del conde de Salinas Diego Sarmiento y Villandrando,
ya que Diego, nuestro doceavo abuelo, fue Merino Mayor del conde de Salinas en
1550, del que guardo su espada de combate grabada y otros preciosos objetos.

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Eloy Benito Ruano, de su trabajo, El Origen del Condado de Salinas.

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A pesar de los disparates escritos por algunos profesores vascos, al servicio del odio a
España y a los que fueron sus servidores, la realidad descrita en este texto de López de
Ayala es otra radicalmente distinta; ninguno de estos eruditos de la historia de España
hablan de los enormes gastos que los nobles más importantes debían sufragar para
formar los ejércitos que daban servicio al Rey y a la Patria. Parece que solo cobraban
rentas y alcabalas para satisfacer sus gastos y una vida de derroche; pero no es cierto en
absoluto, pues los Sarmiento contamos con los documentos de los condes de Ribadavia y
Salinas en los que se reflejan los números de sus condados, y la gran cantidad de pagos
que debían hacer para mantener a sus militares cuando no había guerra. El cobro de las
alcabalas solo era la forma con que la Corona les pagaba el uso de sus ejércitos, sin que el
Rey tuviera que preocuparse de ello.

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Eso sin contar con los caballeros de su Condado o Adelantamiento que
debían acudir a caballo y con sus ayudantes, a los que no solían pagar
en efectivo, pero sí con prebendas, matrimonios u otras prebendas.
Todos estos gastos eran enormes mes tras mes y había que sufragarlos
también en tiempo de paz, por lo que los reyes les dejaban cobrar de
sus alcabalas o derechos para no tener que pagarles directamente.

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Orden de los Reyes Católicos para que todos los alaveses ayuden con lo que puedan
a Diego Sarmiento ante el inminente ataque de los franceses.

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Este manuscrito recoge las órdenes que Diego Sarmiento y Villandrando recibió de los
Reyes católicos para que protegiera las fronteras del Reino con Francia y Navarra,
cuando los franceses pretendían acudir en ayuda del Rey de Portugal, cuando casó con
la Beltraneja y quiso hacerse con el trono de Castilla.
En ellas se puede apreciar que el conde de Salinas solo cumplía con las órdenes dadas
por su Reyes, sin que pudiera hacer otra cosa que acatarlas, por lo que no son ciertas
las afirmaciones de extrema crueldad de la familia Sarmiento, haciendo salvedad que
quienes hacían cumplir estas órdenes eran sus Merinos Mayores y Administradores.
También es cierto que los modos y maneras de finales de la alta Edada Media,
seguramente, no eran de guante blanco, pero desde luego eran similares para todos los
nobles encargados de condados y ducados cuando debían pagar las mesnadas que el
Rey pedía para defender el Reino y formar ejércitos.

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En este documento original sacado de la constitución de Mayorazgo de
sus bienes por Diego Sarmiento de Villandrando conde de Salinas y de
Ribadeo, se denomina a Puentelarrá, Puente de la Rad, acreditando el
Señorío de los condes de Salinas, Sarmiento, sobre ellos. En él deja
heredero a su hijo Diego Sarmiento y Ulloa. El documento es largo y prolijo
en explicaciones sobre los bienes. Como curiosidad decir que en él
hemos encontrado la explicación de porqué ninguno de los condes de
Salinas posteriores a Diego Sarmiento y Villandrando no utilizaron el
escudo partido Sarmiento, Reyes de Castilla, que les correspondía desde el
matrimonio de la nieta del Rey Alfonso XI, Leonor de Castilla, con Diego
Sarmiento de Velasco, primer señor de Salinas. La razón estriba en la
prohibición de hacerlo por imposición de Diego Sarmiento y Villandrando.

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El primer escudo es el situado en la iglesia de Puentelarrá. A su lado, el de
la villa de Puentelarrá. Los dos de abajo se conservan en el museo
arqueológico de Burgos y pertenecen a dos de las puertas del palacio de
los Sarmiento en dicha capital, derribado a finales del siglo XIX. Los dos
inferiores son los que usaron los primeros Señores de Salinas de Añana,
partido entre los trece roeles de los Sarmiento y los leones y castillos de la
Corona Castellana, por Leonor de Castilla nieta de Alfonso XI.

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