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1
Mañería: prestación económica que era satisfecha al señor por el colono estéril o mañero para poder
trasmitir por herencia el predio cultivado y por extensión sus otros buenos cultivos.
Nuncio: prestación que los vasallos satisfacían a su señor para poder trasmitir a sus hijos las tierras que
habían recibido de éste en beneficio. Esta prestación mortuorium tenía origen en el derecho germánico.
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de implantar concejos fracasaron en parte por la resistencia opuesta por los señores
eclesiásticos y por la negativa de los pobladores libres a instalarse en zonas de fácil
control por señores con atribuciones feudales. Con la repoblación de este lugar, Fernando
II recortaba los límites del poderoso concejo salmantino. Obispo y concejo no dudaron el
alzarse contra el monarca y en pedir ayuda al monarca portugués, sin éxito.
5. LA REPOBLACIÓN INTERIOR
La emigración hacia el sur y la insuficiencia demográfica de los reinos cristianos,
obligados a dar preferencia a la repoblación fronteriza, dejaron sin poblar numerosos
lugares del interior, que serán repoblados por artesanos y mercaderes de origen franco a
lo largo del Camino de Santiago (llamado camino francés) bajo la dirección de clérigos
cluniacenses en el XI y por los monjes del Císter a partir de mediados del XII.
En todos los lugares que atravesaba el Camino de Santiago, en sus diferentes ramas, se
estableció una población relativamente importante de francos que trabajaban como
campesinos en algunos casos y en otros como artesanos y mercaderes.
A pesar de la actividad comercial realizada en las ciudades situadas en el Camino, ni en
Aragón ni en Navarra y Castilla surgió una burguesía activa durante la E.M. a causa de
que, en ningún caso, estas ciudades crearon una artesanía e industria de mediana
importancia y se limitaron a recoger los beneficios del comercio efectuado a través del
Camino en Al-Ándalus y Europa, entre los cristianos y musulmanes. Al desaparecer en el
XIII su privilegiada situación de intermediario entre el Islam y Europa por la destrucción de
los reinos islámicos y la apertura del estrecho a la navegación europea, estas ciudades
desaparecieron como centros económicos y perdieron importancia del mismo modo que la
perdió el Camino de Santiago al quedar reducido a su papel de camino de peregrinación.
Los monjes cistercienses llegados a mediados del XII se instalan en lugares desiertos de
las montañas de Galicia, León y en las nuevas tierras de Cataluña y Portugal. Todos los
monasterios (Sacramenia, Veruela, Huerta, Alcobaça, Poblet, etc.) se hallan en la mitad
norte de la Península y la mayor parte está en la Meseta, a ambas orillas del Duero. El
Tajo parece actuar como frontera de las abadías: el sur es zona reservada a las Órdenes
Militares.
El establecimiento de los cistercienses –llegaron a tener 70 abadías- se inicia con la
deforestación de las cercanías del monasterio, realizado por los propios monjes,
auténticos expertos en el trabajo agrícola, ayudados por conversos o por jornaleros
cuando el dominio se extiende lejos de la abadía; en estos casos se crean granjas en las
que residen estos trabajadores y que, con el tiempo, se transforman en villas, en nuevos
centros de población en los que se acepta a cuantos tienen algo que hacerse perdonar.
En determinados casos las abadías cistercienses se transforman en verdaderos señoríos
feudales como ocurre en Las Huelgas de Burgos, o en Poblet.
C. EFECTOS SOCIALES DE LA EXPANSIÓN DEL SIGLO XIII
1. EL REINO CASTELLANO-LEONÉS
La fertilidad de las tierras ocupadas y las facilidades dadas por los soberanos deberían
haber atraído a una gran masa de campesinos semilibres del N, si bien el número de
gallegos, asturianos y leoneses instalados en Sevilla fue menor al de castellanos y
leoneses procedentes de los concejos creados en los siglos XI y XII y de las zonas
castellanas de Burgos, Palencia y Valladolid donde la fuerza nobiliaria era menor; no
obstante, el control del reino por los nobles no fue total y resultó imposible evitar la huída
de los campesinos, según se desprende de la exigencia presentada ante Alfonso X por
los nobles en 1271 para que cesara la creación de las nuevas poblaciones reales porque
hacían disminuir las rentas y vasallos que la nobleza tenía en León y Galicia:
* No podían permitir los nobles que fueran abandonadas sus tierras para acudir a
pueblas reales.
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2.1. Mallorca
Hubo numerosos campesinos procedentes del Ampurdán, zona fuertemente
señorializada, por lo que cabe suponer que se establecerían en las tierras concedidas a
los nobles. Mallorca absorbería el excedente demográfico de la montaña catalana y una
vez restablecido el equilibrio entre la población y los recursos ampurdaneses se impediría
la emigración porque la despoblación de la Cataluña Vieja suponía la pérdida de ingresos
señoriales.
El sistema de repoblación empelado en Mallorca impidió la creación de grandes
propiedades, y el carácter urbano de los repobladores de la ciudad permitió mantener
actividades artesanales y comerciales que la isla había tenido bajo dominio musulmán.
2.2. Reino de Valencia
Pueden distinguirse dos zonas, todavía diferenciables en la actualidad:
* En el litoral, repoblado por catalanes y aragoneses de la frontera, predominó la
pequeña propiedad, y se mantuvo un cierto comercio que alcanzaría su mayor
desarrollo en el XV.
* En el interior, repoblado por nobles aragoneses, abunda la gran propiedad, escasean
las ciudades y la economía es exclusivamente agrícola.
2.3. Reino de Aragón
A lo largo del XIII los nobles obtuvieron de la monarquía concesiones judiciales y
económicas que dejaron a los colonos de las tierras señoriales totalmente en manos de
los dueños de la tierra. Ciertamente, un recrudecimiento de la dependencia campesina
habría sido inconcebible mientras hubiera tierras libres si no hubiese ido acompañado de
una mejora de la situación económica de los campesinos. Las condiciones de trabajo,
arbitrarias hasta el XIII, comenzaron a ser especificadas en los contratos, desaparecieron
o disminuyeron las prestaciones personales que fueron sustituidas por el pago de una
cantidad en productos o en dinero. Este endurecimiento de las relaciones señoriales
parece haber sido mayor en las comarcas del norte, de tierras más pobres, es decir, allí
donde los campesinos habrían abandonado las tierras si los señores no hubieran
dispuesto de la fuerza material y legal para impedírselo.
2.4. Cataluña
La expansión hacia el sur y hacia el Mediterráneo fue acompañada en el interior del doble
fenómeno ya descrito: concesión de franquicias y de privilegios a los campesinos y por
otro lado, aumento de las presiones señoriales en las zonas montañosas y de escaso
rendimiento. De esta forma se produjo una diferenciación en el mundo campesino de la
Cataluña Vieja:
* En las zonas fértiles, de llanura, no fue preciso someter al campesino a una mayor
dependencia para evitar la huída, bastó hacer algunas concesiones económicas que,
por otra parte, el señor podía permitirse dada la fertilidad de la tierra.
* En las zonas pobres, los privilegios y franquicias eran insuficientes para retener a los
campesinos y se les impidió la emigración de manera legal.
Esta diferencia será decisiva a la hora de explicar el distinto carácter de los movimientos
campesinos a fines de los siglos XIV y XV: en la comarca próxima a Barcelona y en Vic
desaparecieron los malos usos a fines del XIII y los campesinos luchan para que se les
permita cultivar la tierra en condiciones ventajosas, mientras que en el N se exige el
derecho de abandonar la tierra, los primeros se muestran dispuestos a negociar, para los
segundos la única opción es la revuelta para conseguir la libertad, para redimirse.
La remensa, la obligación de pagar un rescate para abandonar la tierra, se fijó en el XIII,
sin duda para frenar el movimiento migratorio. En 1283, Pedro el Grande reconoció la
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los años finales del XI y primeros del XII), con la ocupación definitiva y permanente de las
provincias de Segovia, Ávila, Salamanca y Zamora y se crean o restauran estos núcleos y
Olmedo, Medina, Coca, Cuéllar, Sepúlveda. Los pobladores son libres o adquieren
libertad junto con la propiedad de la tierra, por el hecho de instalarse en estos lugares.
Puede afirmarse que gracias a la guerra, en la zona repoblada en este período
predominan los campesinos libres propietarios de la tierra que cultivan mientras en el
Norte se acentúa la dependencia en parte para evitar la migración masiva hacia nuevas
tierras. Pero sería erróneo afirmar que los habitantes de los concejos del Valle del Duero
son todos libres e iguales, pudieron serlo en el momento inicial de la repoblación, pero en
el XII hay claras diferencias:
* Entre los habitantes de la villa o ciudad y los de las aldeas que forman el territorio o
alfoz de cada concejo.
* Entre los que poseen casa y tierra y los que trabajan para otros.
* Entre los agricultores y los pastores que alternan esta actividad con las militares
(guerreros-pastores) en defensa del concejo. Estos nuevos guerreros concejiles o
caballeros villanos tienden a reservarse en exclusiva los cargos concejiles,
aumentando las diferencias con el resto de la población.
A pesar del predominio de los concejos de realengo en el Valle del Duero y la abundancia
en ellos de hombres libres, el rey concede tierras y derechos a nobles y eclesiásticos, los
cuales repueblan sus dominios poniendo a los pobladores condiciones diversas. En
muchos casos, campesinos y señores están ligados por contratos agrarios de clara
naturaleza feudal, reconociendo el señorío de nobles o eclesiástico, pagarle tributos y
trabajar determinados días al año la reserva dominical (prestaciones personales en forma
de corveas, jeras o sernas, durante las cuales los campesinos son alimentados por el
propietario). Este trabajo en la reserva señorial va desapareciendo, sustituido por pagos
en dinero, a medida que se reactive el comercio pues el propietario prefiere ceder nuevas
partes de la reserva a nuevos vasallos o a jornaleros que la cultiven. El campesino sale
beneficiado al no tener que abandonar sus tierras en las fechas clave (siembra, siega,
trilla y acarreo) para cultivar las del señor.
Propietarios teóricos de la tierra que cultivan el resto del año, su propiedad está
fuertemente limitada: están obligados a residir en el lugar para mantener sus derechos y
no pueden vender la tierra sino al señor o a otro vasallo que acepte su dependencia y las
obligaciones que conlleva. La libertad y la propiedad tienen como límite los derechos
señoriales, que en ningún caso deben verse perjudicados. Si el señorío es eclesiástico se
obliga a los campesinos a ser parroquianos de la iglesia local, a recibir de ella los
sacramentos y entregarle los diezmos, primicias y ofrendas de todo tipo.
Junto a los campesinos libres y dependientes (propietarios en una u otra forma) hay otros
que carecen de tierra y viven como criados en casa de un señor de forma permanente, o
como jornaleros que alquilan su trabajo con carácter temporal. Los primeros se integran
plenamente en la familia del señor, que los alimenta y responde por ellos en juicio.
Los jornaleros están unidos al propietario mediante un contrato verbal o escrito en el que
se especifican sus derechos y obligaciones con respecto al señor para el que trabajan,
contratos que en principio son acordados libremente por las partes, pero en momentos de
crisis es el rey el que debe obligar a los jornaleros a ofrecer sus servicios a precios por él
fijados. Las diferencias de salario son consecuencia del mayor o menor nivel económico y
de la mayor o menor necesidad de mano de obra (menos necesarios en la zona norte, de
predominio de campesinos dependientes, absolutamente necesarios en las tierras
andaluzas). Los sueldos de las mujeres son la ½ que los de los hombres.
B. LA DEPENDENCIA EN NAVARRA, ARAGÓN Y CATALUÑA
Al igual que ocurre en los reinos occidentales, el libre en los siglos iniciales de la
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artesanos. La industria textil fue la más importante, siendo exportada a Castilla y norte de
África. También destacan la elaboración de joyas y la construcción naval. Junto a estas
actividades industriales o artesanales se desarrollan las comerciales, facilitadas por la
proximidad al Mediterráneo y por la pacificación de los condados. Los mercaderes
sufragan mediante préstamos las conquistas y financian la ocupación de Mallorca. Los
mercaderes con sus residencias y tiendas en las ciudades también realizan viajes fuera
de los condados para desarrollar su actividad en ferias y mercados.
Debido a esta expansión comercial surgen peajes como el de Barcelona de 1222 para los
productos locales e importados. En el arancel de 1271 se fijan por los conseller de
Barcelona las cantidades que deben cobrar los corredores o intermediarios y evitar los
fraudes. Los aranceles de Valencia (1243 y 1271) se hallan exentos de peaje, debido tal
vez a la falta de una artesanía capaz de atender a las necesidades locales y que estaban
obligados a la importación de artículos para abastecer el mercado.
La proyección externa de los mercados catalanes no habría sido posible sin una
organización, siendo la primera la de la Ordenanza de la Ribera de Barcelona de 1258, en
la que se definen los derechos y obligaciones de marinos y mercaderes, con
disposiciones como:
* El capitán y los marineros no abandonarán la vigilancia y cuidado de las mercancías,
hasta que éstas hayan sido desembarcadas.
* Un escribano deberá levantar acta de lo que ocurra entre ambas partes; señor de la
nave y los mercaderes o dueños de las mercancías.
* Servicio de vigilancia en función del valor de las mercancías.
* Solidaridad y ayuda que deben prestar a las naves de Barcelona en caso de apuro.
* Nivel de carga que puede transportarse sin peligro.
* Crea la figura de cónsules en el exterior.
Entre 1260 y 1270 los barceloneses procederán a una nueva redacción de las
Ordenanzas en el “Libro del Consulado”. En la segunda mitad del siglo XIV será aceptado
en todo el Mediterráneo como código marítimo el “Llibre del Consolat del Mar” donde
están reguladas la construcción y reparación de naves, derechos y obligaciones de los
accionistas, obligación del patrón y marineros, condición de los fletes, normas de carga y
descarga y forma de compensar los daños causados y las relaciones entre el patrón, los
mercaderes y los pasajeros embarcados.
La expansión del comercio exterior está estrechamente relacionada con la expansión
política, la unión de Aragón y Cataluña (1137), la conquista de Baleares y Valencia y el
protectorado sobre Túnez (Jaime I), la incorporación de Sicilia (Pedro el Grande),
Cerdeña (Jaime II) y los ducados de Atenas y Neopatria (Pedro el Ceremonioso) y
Nápoles y el protectorado de Epira (Alfonso el Magnánimo). Los mercaderes necesitan un
apoyo político militar.
Entre las causas de la expansión tiene lugar preferente la económica, apoyada por los
burgueses. Cataluña en general y Barcelona en particular (desarrollo agrícola, comercio
de esclavos, oro, marina).
Las rutas del comercio fueron:
* Norteafricana, se inicia a comienzos del siglo XIII. La mayor parte de los mercaderes
son catalanes y mallorquines. Los productos eran oro y esclavos. Las ciudades Ceuta,
Túnez y Trípoli. Otros productos como el marfil, incienso, cera, atún, coral, dátiles,
azúcar, pimienta, ámbar, alumbre y desde el siglo XIV, cereales.
* Mediterráneo central y el acceso a Bizancio, a las islas griegas, Siria y Egipto,
amenazada por Carlos de Anjou, con quien se enfrentan catalanes por defender el
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una autoridad que por su condición les estaba negada. Esto hizo que entre la población
cristiana surgiera una gran animadversión hacia los judíos, especialmente a finales del
siglo XIV. Muchos hubieron de emigrar o convertirse al cristianismo. Sin embargo, con
Jaime I de Aragón o Alfonso XI, se autorizó su vuelta y se les protegió.
Los mudéjares eran musulmanes que habían permanecido en los territorios ocupados
por los cristianos, eran muy modestos social y económicamente, pues se dedicaban
generalmente a la agricultura o artesanía. Eran respetados en su religión y tolerados
socialmente (tenían sus propios jueces, como la aljama sarracena de Lérida). No
obstante, esta tolerancia no era aceptación plena al igual que los judíos, eran obligados a
llevar distintivos para no ser confundidos con los cristianos.
Las minorías mudéjares y las judías no pueden equipararse entre ellas, pues a pesar del
desdén que los cristianos sentían por ellos, los judíos podían llegar a ocupar altos cargos
en la sociedad mientras que los mudéjares debían conformarse con puestos más
modestos.
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perpetuas en los territorios. Suelen estar relacionadas con campañas exteriores, como por
ejemplo, la toma de Valencia.
2. LAS CORTES
Los diferentes reinos peninsulares se disputan la prioridad de las Cortes pero es en León
en 1188 donde se convocan las consideradas más antiguas, no sólo en España
posiblemente también en Europa, por ser las primeras en convocar a los ciudadanos junto
con los clérigos y los nobles y que además conllevan el compromiso de seguir los
consejos de los “obispos, nobles y hombres buenos”.
Las Cortes pierden su función de consejo (que procedía de la curia) a favor de la ayuda
económica, política y militar. Las Cortes suponen la debilidad monárquica al exigir
siempre contrapartidas a la ayuda monetaria. Preocupándose con frecuencia, los
representantes, más de sus intereses que de los generales. Los asistentes a cortes
representan al reino según el concepto y la forma de la tradición medieval.
3. LOS COMPONENTES DE LAS CORTES
Los clérigos: arzobispos, obispos, cabildos catedralicios, clérigos regulares (monjes y
frailes) y órdenes militares. Estos no sólo se representan a sí mismos, también a todos los
que viven bajo su protección, son los territorios de abadengo.
Los nobles, con éstos pasa lo mismo no sólo se representan a sí mismos, también a
todos los que viven bajo su protección incluidos otros nobles bajo su jurisdicción, son los
territorios solariegos.
Los ciudadanos: dependen directamente del rey son llamados bien a título personal o
bien elegidos entre los principales de las ciudades, son la caballería villana de los
concejos semi-urbanos y los grandes mercaderes “los burgueses” de las ciudades, son
gentes con gran poder económico. Proceden de las zonas de realengo (brazo real).
La representación es la que corresponde a una sociedad basada en la desigualdad y el
privilegio. Teóricamente todos están representados y a todos atañe lo pactado. En la
práctica sólo una minoría con poder socioeconómico y militar actúa confundiendo en
ocasiones, más que el bien común, sus propios intereses.
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derrotándoles en el paso de Panisars, donde muere Felipe III. Poco después muere el
Papa Martín IV, Alfonso X y el propio Pedro III, superándose la crisis pero consolidándose
una situación favorable a los intereses socio-económicos de la nobleza. Entre las
consecuencias de la aprobación de los Fueros se pueden citar:
* Imposición de la nobleza al poder real.
* Imposición de la nobleza a las nuevas clases sociales emergentes de burgueses y
comerciantes.
* Consolidación de las estructuras feudales.
* Separación de los intereses aragoneses y catalanes.
* Reclamación sobre el reino de Valencia como zona de expansión aragonesa y salida
al mar.
* Intereses por los asuntos estratégicos del Mediterráneo.
B. LOS USATGES DE BARCELONA
Usatges del latín “usatici”, derivado de “usus” (uso, costumbre). Son el fuero de Barcelona
que se extienden a todos los dominios del conde y aunque en sentido estricto no pueden
ser definidos como fuero nobiliario, son mayoría en ellos las disposiciones referentes a los
nobles, comenzando por las que regulan la compensación que se ha de pagar por la
muerte o herida causada a un vizconde, a un caballero, un burgués o un campesino.
Otras disposiciones regulan las relaciones entre caballeros y sus señores, entre éstos y
los campesinos que cultivan sus tierras, pero donde verdaderamente puede verse el
derecho feudal catalán es en las “Conmemoracions” redactadas por el canónigo
barcelonés Pere Albert (siglo XIII), subtituladas “Costumbres de Cataluña entre señores y
vasallos”.
Fijados los derechos feudales en los Usatges y en las Conmemoracions, las
Constituciones de Paz y Tregua confirman la independencia de los señores y su autoridad
sobre los campesinos:
* 1173, Alfonso el Casto ponía bajo la protección de la paz y tregua las iglesias,
personas y bienes eclesiásticos, las personas y propiedades de los campesinos y sus
casas “siempre que no se hallaran en alodios de caballeros” sobre los que el conde-
rey carece de jurisdicción.
* 1202, se precisó aún más la independencia nobiliaria al adoptarse una disposición por
la que los señores que maltrataran a los campesinos o les quitaran sus cosas no
deberían composición alguna al rey, excepto en el caso de que los campesinos o sus
bienes hubieran sido recibidos en feudo del rey o de personas eclesiásticas.
* 1214, tras señalar las personas y bienes protegidos por la constitución, se aludió
directamente a “los hombres de los alodios y castillos de los caballeros en los que el
rey sólo poseía la potestad” (la justicia criminal); estos hombres no podían ser
incluidos en la paz y tregua sin una declaración expresa de sus señores.
Las disposiciones legales no impiden la tendencia a la confusión entre los distintos grupos
de nobles, al igual que en Castilla, y en las Constituciones de Paz y Tregua (1235) se
adoptaron medidas semejantes a las tomadas por las Cortes Castellanas (1258): se
prohibieron los vestidos lujosos. Al mismo tiempo se completó la tendencia a convertir la
caballería en grupo cerrado al ordenar que nadie pudiera ser caballero si no era hijo de
caballero, aunque no todos los hijos de caballeros llegan a esa categoría según se
desprende de los Usatges, que reconocen al hijo de caballero la categoría paterna hasta
que llegan a la edad de 30 años y de aquí en adelante se le considerará como a un payés
si no reúne las condiciones de los caballeros, si ni tiene caballo, armas ni feudo, no va en
hueste ni en cabalgadas, pleitos o cortes como corresponde a un caballero mientras no se
lo impidan la vejez o la enfermedad.
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parroquias, base de la organización eclesiástica que engloba a los fieles de cada barrio de
las ciudades. El obispo es auxiliado en su tarea pastoral por el cabildo catedralicio, cuyos
miembros forman una especie de aristocracia dentro del clero por su intervención en
ceremonias litúrgicas, misas, horas canónicas y procesiones que se realizan en torno a la
catedral y por la situación económica que disfrutan los canónigos.
En todos los cabildos están las dignidades o personas entre los que se incluyen el deán o
presidente del cabildo.
B. MONASTERIOS Y CONVENTOS
Hasta los reinos hispánicos llegan monjes cluniacenses, símbolo de la independencia de
los monjes respecto al poder civil. Son los agentes de la centralización de la cristiandad
emprendida por Roma. Su influencia se hizo sentir especialmente en Castilla y León. El
primer monasterio, San Isidoro de Dueñas, se fundó en 1073. Monjes cluniacenses o
clérigos formados por ellos llegarían a las más importantes sedes episcopales. La
vinculación a Cluny será decisiva en el cambio del rito mozárabe por el romano.
Pese a la importancia de la reforma, la iglesia mantuvo su estructura feudal, semejante a
la de los laicos. Contra esta situación se alzan numerosos reformadores que exigen la
vuelta de la iglesia al ideal evangélico de la pobreza. Dentro de esta corriente se inscribe
la comunidad cisterciense, creada en 1099 por Roberto de Molesmes, quien aspiraba a
que su grupo viviera del trabajo personal, en el más absoluto retiro y con sujeción estricta
al ideal de pobreza individual y colectiva. Pero el grupo adquirió tal renombre que le
llovieron los donativos y pronto sus monasterios rivalizaron en riqueza con los
cluniacenses. En menos de 25 años el ideal evangélico de pobreza había pasado a un 2º
plano.
Los cistercienses llevaron a cabo una actividad repobladora de extraordinaria importancia.
Entre las condiciones exigidas para aceptar la donación de tierras y fundar en ellas sus
monasterios figuran la propiedad absoluta del lugar y la concesión por el obispo de lo que
podemos llamar inmunidad episcopal, es decir, la renuncia a inmiscuirse en el gobierno de
la abadía. Previamente a la aceptación de las tierras, dos o tres abades de la orden
realizaban una visita de inspección para comprobar si los terrenos permitían la vida de los
monjes en régimen de autosubsistencia y si se hallaban lejos de cualquier aglomeración
urbana, característica que diferencia claramente a los monasterios cistercienses de los
cluniacenses.
San Bernardo de Claraval, cisterciense, está en la base de la creación y organización de
las órdenes militares creadas para acoger y defender a los peregrinos que se dirigían a
Tierra Santa y combatir a los musulmanes, objetivo que despierta gran interés en la
Península, según se vio en el testamento de Alfonso el Batallador. Alfonso es también el
creador de cofradías como Zaragoza, Uncastillo, Monreal y Belchite, precedente de las
órdenes que se crearán en la 2ª ½ del XII, ante la falta de combatividad de las órdenes
internacionales. Así nació la orden de Calatrava, la 1ª de una larga serie que incluye a las
de Santiago, Alcántara, Avis y otras menos conocidas.
Cistercienses, premostratenses, Comunidad de Fontevrault y cartujos aspiraban a
reformar la iglesia mediante el ejemplo personal. Otros grupos aspiraban a reformar las
costumbres mediante la predicación. Entre ellos no sólo hay clérigos sino también laicos.
Entre los laicos destacaron Pedro Valdo y Francisco de Asís. El segundo se adaptaría a
las exigencias de la jerarquía y su movimiento será incorporado tras la adaptación
correspondiente al sistema eclesiástico y sus seguidores formarán la orden franciscana.
Pedro Valdo se negaría a aceptar la injerencia eclesiástica y sus teorías serán
condenadas como heréticas. Para combatir doctrinalmente a los valdenses y a los
cátaros, se crea en el XIII, por Domingo de Guzmán la orden de los dominicos. Completan
esta relación de órdenes surgidas durante este período, las creadas a comienzos del XIII
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últimas en el XIV.
El Románico y el Gótico vinculan a la Península con Europa. El arte Mudéjar recuerda las
diferencias en la Seo, El Salvador y San Martín de Teruel.
En el aspecto literario, las lenguas romances se van imponiendo al latín, aunque éste
conserve su importancia como lengua filosófica, científica y litúrgica.
Tanto Alfonso X como Jaime I están interesados en favorecer la difusión de las lenguas
habladas porque reflejan mejor el sentir de la población y además es una nota diferencial
frente al Pontificado y el Imperio.
La única epopeya conocida en castellano es el Poema del Cid. También hay fragmentos
de otras en las Crónicas del siglo XIII y en el Romancero. Los orígenes de Castilla dan
lugar a diversos poemas. También hay poesía erudita. Gonzalo de Berceo recuerda que
San Millán salvó a los castellanos del peligro musulmán y éstos, agradecidos se obligan a
pagar los Votos a San Millán como los leoneses los de Santiago.
Surge la poesía lírica o cortés en las cortes señoriales europeas, cantadas por trovadores.
Se utiliza como arma política.
Algo después aparece la poesía gallego-portuguesa, también en el XIII, para unos,
derivación de la lírica mozárabe, y para otros, imitación de la poesía provenzal llegada a
Galicia con los peregrinos.
Otra manifestación son los poetas goliardos, vagabundos que no se encuadran en
ninguno de los grupos sociales existentes. Se desplazan siguiendo a los maestros
célebres. Sus poesías atacan a la sociedad, a todos los grupos establecidos y cantan al
juego, al vino y al amor. Uno de sus blancos preferidos es la jerarquía eclesiástica.
Alfonso X está considerado como el creador de la prosa literaria castellana. Reunió todo
el saber de la época en lengua castellana. Trabajan, traduciendo todo tipo de géneros de
obras, árabes y hebreas, sabios judíos, musulmanes y cristianos.
La primera crónica se redacta en el reinado de su hijo Sancho IV es la Primera Crónica
General de España y finaliza en el reinado de Fernando III. También está la crónica o
Llibre dels Feits (libro de los hechos) del reinado de Jaime I, en catalán y escrita por el
monarca. Con esta obra se inicia la literatura catalana, cuyo mejor representante es
Ramón Llull que utiliza por primera vez un léxico científico en catalán.
El latín no perdió su carácter de lengua cultural y se escribieron himnos, poemas
religiosos y obras de tipo histórico. En Ripoll se redacta la que comprende desde Vifredo
el Velloso hasta Jaime I.
En Castilla y León, el continuador de las crónicas del ciclo de Alfonso III es Sampiro.
También está la Crónica Silense, la de Pelayo de Oviedo, la de Alfonso VII. De tema
particular son la Historia Compostelana o de Diego Gelmírez y la Primera crónica anónima
de Sahagún. La crónica de Jiménez de Rada y la rudense defienden la idea unitaria de la
Península, identificando a los hispanos con los visigodos, de modo especial a los astur-
leoneses-castellanos.
TEMA XXVI:
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está obligado a mantener relaciones amistosas con Aragón mientras Pedro tenga en su
poder a los infantes de la Cerda, candidatos al trono castellano.
Pedro III murió mientras organizaba la expedición contra los dominios de Jaime II de
Mallorca y su hijo Alfonso III el Franco dirigirá con éxito la campaña contra el reino de
Mallorca que vuelve de este modo a formar parte de la corona de Aragón. Al morir Alfonso
III dejó sus reinos a Jaime II de Sicilia, que a su vez, debería renunciar a Sicilia a favor del
tercer hermano, Federico.
Por el Tratado de Anagni (1295) Jaime II, rey de Aragón, abandona Sicilia, donde se
proclama rey a Federico, devuelve Mallorca a Jaime II y en la negociación obtiene de
Roma los derechos de ocupación de Córcega y Cerdeña y la paz con los angevinos y con
Francia. Por el Tratado de Caltabellota (1302) se condecía a Federico la posesión del
reino mientras viviera. Este acuerdo no fue respetado y, en definitiva, Sicilia continuará en
manos de la dinastía catalana, pero la paz de 1302 dejó libres a los mercenarios de uno y
otro, cuyos servicios fueron reclamados por diversas ciudades italianas y por el
emperador bizantino para defender sus tierras contra los turcos. Recuperada la Corona de
los gastos ocasionados por la actividad política de Jaime II, pudo el rey llevar a efecto la
ocupación militar de Cerdeña (1323-1324).
La independencia de cada uno de los reinos de la Corona no impide que Cataluña sea el
centro político de los territorios. Los unionistas aragoneses, ante las disensiones entre
Alfonso IV el Benigno (1327-37) y su hijo Pedro, jugaron la carta del heredero, confiando
en recuperar el predominio: durante los primeros años de su reinado, Pedro IV el
Ceremonioso (1336-87) tomó como principal consejero al arzobispo de Zaragoza, pero
pronto el monarca confía el gobierno al catalán Pedro de Ribagorza, lo cual avivó el
malestar aragonés, que halla ocasión de manifestarse en el momento en que Pedro IV
hizo proclamar heredera a su hija Constanza. Los aragoneses se aliaron a los
hermanos de Pedro IV y resucitaron la unión. El monarca aceptó las exigencias
unionistas, pero mientras el rey negociaba con los nobles, sus partidarios organizaban el
ejército que vencería a los unionistas y aseguraba el predominio catalán dentro de la
corona.
Pedro IV intenta en el XIV sustituir la unión personal de sus reinos por una vinculación
más firme que vendría dada por la creación de cargos generales, con autoridad sobre
todos los territorios. Su hijo Juan I creará vicecancillerías en cada uno de los reinos y en
1419 Alfonso V el Magnánimo nombrará para el reino de Valencia un Mestre nacional.
La guerra civil que enfrenta a los catalanes entre 1462 y 1472 es el final de un proceso en
el que se mezclan la pugna por el poder político entre el monarca y los grupos dirigentes
de Cataluña, los enfrentamientos entre patricios y los maestros de los gremios de
Barcelona por el control del municipio y la lucha de los campesinos por su libertad
personal.
2. DEBILIDAD DE LA MONARQUÍA ARAGONESA
Rompe el equilibrio en el reino con un cambio de intereses en los grupos sociales que nos
llevan directamente a un enfrentamiento entre todos: campesinos, ciudadanos, artesanos,
rentistas, etc., y un acentuado pactismo en el reino.
B. EL DESCONTENTO CAMPESINO Y LOS MOTINES URBANOS
La colaboración entre el monarca y los ciudadanos mercaderes se rompe porque estos
últimos preferían (s. XIV) comprar propiedades y vivir como nobles sin dejar de controlar
los municipios. Se produce, al tiempo, una desvinculación con los artesanos que al ver
que aquellos se habían alineado con los propietarios ven la solución en la modificación del
régimen municipal de Barcelona para dar peso a los gremios. Al enfrentamiento
ciudadanos-gremios se une el de campesinos-señores.
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impuestos municipales, rebaja de los sueldos de los consellers. Durante algunos meses
los menestrales controlaron las ciudades y los procesos contra los atacantes de los judíos
como contra los que intervinieron en las reuniones del Consejo se prolongaron durante 2
años. En este tiempo se fue consolidando el poder de la oligarquía urbana aunque ésta
asumió algunas de las peticiones de los populares como disminución de impuestos sobre
alimentos, reforma de la moneda y medidas favorables al comercio.
Los impuestos y las contribuciones de ciudades como Barcelona no bastan para hacer
frente a las necesidades de éstas. Se recurre al crédito facilitado por los judíos o por los
cambistas-banqueros; en la práctica cubrirán los gastos del municipio cuando se halle al
descubierto; a cambio Barcelona deposita la mayor parte de sus ingresos en las taulas de
los cambistas a los que se confiará el pago de los gastos previo el cobro de salario.
Esto resuelve los momentos de apuro, pero al necesitar mayores ingresos se emite deuda
pública (de censals y violaris), pero este tipo de préstamo se gasta en necesidades
urgentes y provoca que se renuncie a la producción por parte de mercaderes y a colocar
su dinero en deuda. Es un círculo vicioso: quiebra de cambistas-banqueros, creación de la
Taula de Barcelona que inmovilizó capitales. Medidas para el relanzamiento económico
(comercio, moneda) no ponen fin al problema.
La falta de estabilidad de la moneda catalana trae consigo la tendencia a sustituirla por las
francesas de oro y planta cuyo valor oficial es superior al que da el metal contenido. Esta
sobrevaloración hace que se deje de llevar oro y plata a las cecas reales y el metal es
ofrecido a las cecas francesas. Se dan varios intentos de revalorización de la moneda con
fuerte oposición de los rentistas catalanes que no se fían.
Contención indirecta de precios, rebajando los impuestos municipales, control de
revueltas urbanas, disminución de deuda pública y solución a los problemas monetarios
no bastan para devolver a las ciudades catalanas su esplendor: éste depende del
comercio y para reactivarlo se creará el Consejo de los Mercaderes y se dictarán o
reactivarán ordenanzas proteccionistas como la de 1227 que daba prioridad a los barcos
catalanes para cargar en Barcelona los artículos destinados a Ultramar.
C. LA SUCESIÓN DE PEDRO EL CEREMONIOSO
1. JUAN I
La rivalidad entre Pedro el Ceremonioso y su hijo Juan es un reflejo de la división
existente en el reino de Aragón: Pedro sigue fiel a los ideales mediterráneos de la dinastía
y Juan se inclina hacia la colaboración con Francia y Castilla, países a los que los que
seguirá en la obediencia al Papa de Aviñón, oponiéndose a la política tradicional de la
monarquía aragonesa al negarse a unirse en matrimonio con María de Sicilia, mediante el
cual se pretendía unir de nuevo la isla a la corona de Aragón.
Anuló la reforma del Consell barcelonés y se enfrentó a unas Cortes que exigieron la
expulsión de algunos de sus consejeros más influyentes porque consideraban que
llevaban al rey hacia un gobierno personalista al margen de los fueros y derechos
tradicionales, que reclamaban el derecho a intervenir en la elección del canciller y los
consejeros reales, y que se negaban a enviar tropas tanto a Cerdeña como a Sicilia. A los
problemas planteados por las Cortes, se unieron en 1391 manifestaciones de descontento
popular que acabaron en el ataque y la destrucción de los barrios judíos y un intento de
invasión dirigida por el heredero de Mallorca, conde de Armañac.
En 1392 Juan I, ante la situación de Cerdeña, preparó una expedición que no llegó a
producirse por las acusaciones de corrupción de los consejeros.
El final del reinado acaba con malestar: tema de Benedicto XIII, problema de los
consejeros denunciado por Valencia. Cuando muere el monarca sus fieles son juzgados.
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2. MARTÍN I (1396-1410)
Designado rey a la muerte de su hermano, centró su política en poner fin al cisma de la
Iglesia con una solución favorable a Benedicto XIII, en afianzar la posición aragonesa en
Cerdeña y Sicilia y, en el interior, proteger a los judíos, poner fin a las banderías, ambas
sin éxito, y en recuperar el patrimonio enajenado por sus antecesores. Promueven esta
política de recuperación las ciudades, que exigen al rey que incluya en su juramento de
coronación el no vender ni empeñar los bienes patrimoniales ni siquiera en caso de
extrema necesidad. El monarca, aunque no cumplió esto, ya que enajenó propiedades
para financiar las campañas sardas, buscó la integración a la corona de los derechos
jurisdiccionales y de los bienes cedidos por sus antecesores, de acuerdo con un
inventario de los bienes del patrimonio real realizado por los consejeros de Juan I. La
recuperación de tierras y castillos apenas se llevó a cabo debido a la falta de
disponibilidad de dinero del monarca. Recuperar la jurisdicción se conseguiría si los
habitantes de las villas y lugares enajenados corrían con los gastos de la recompra. Las
Cortes de Valencia y Aragón prestaron al monarca cantidades para la redención del
patrimonio y nombraron comisiones para llevarla a cabo. Esto exigía el nombramiento de
representantes del monarca que controlasen las operaciones, autorizasen la celebración
de asambleas generales que actuasen en nombre de la comunidad y negociasen con los
hombres del rey las condiciones de la redención.
Los campesinos de remensa fueron los más resistentes ante estas redenciones, aunque
adquirieron conciencia de su fuerza, llegando al convencimiento de que el sistema
empleado para la recuperación del patrimonio podría liberarles de los malos usos y de la
autoridad señorial. Entre cataluña y aragón
La ocupación de Valencia fue obra de aragoneses y catalanes, unidos bajo la misma
Corona y diferentes, por su lengua, estructura social, sistema monetario, legislación,
economía. El doble origen de los conquistadores-repobladores se manifestará
posteriormente en sus formas de vida.
En las comarcas montañosas próximas a Aragón se asentaría la población aragonesa
bajo la dirección de su clase nobiliaria, el obispo de Tortosa y las órdenes Militares entre
las que destaca la de Montesa y como consecuencia, con una organización socio-
económica feudal basada según las normas de las Cartas Pueblas aragonesas.
En las zonas bajas, pero sobre todo en el litoral, el origen de los asentados sería de
procedencia catalana y con una organización administrativa preferentemente en concejos.
En estos lugares de realengo los ciudadanos se rigen por el derecho valenciano (los furs),
que se extenderán a las tierras alicantinas (Elche, Orihuela, etc.) tras su incorporación al
Reino en el XIV.
La importancia económica de la ciudad, centro artesanal y comercial, y con una
agricultura intensiva y de regadío y su identificación con el Reino, lleva a la confusión
ciudad-reino que viene propiciada por los furs, que dicen estar vigentes en la ciudad de
Valencia y en todo el reino, villas, castillos, etc.; a pesar de lo cual al menos 50 ciudades
se rigen por el fuero aragonés, unas 12 por las costums de Lérida y unos 100 lugares en
los que está vigente el derecho valenciano que se extenderá hacia Alicante.
Según el franciscano Francesc Eximierais que escribe a fines del XIV, los mercaderes son
la base de la riqueza valenciana. Sus palabras son reflejo de una sociedad próspera
donde caben todos los estamentos sociales porque en la sociedad valenciana todos son
necesarios y útiles. Con una economía relativamente saneada gracias a la fertilidad de
sus tierras, al trabajo de sus artesanos y sobre todo a la actividad de sus mercaderes, a
los cuales hay que favorecer quitándoles impuestos de tránsito, concediéndoles privilegios
y honores especiales.
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D. EL COMPROMISO DE CASPE
Martín I el Humano fue rey de Aragón de 1396 a 1410. Al morir sin descendencia su
hermano, su hijo Martín el Joven tendrá el trono aragonés. En 1409 muere Martín el
Joven sin hijos legítimos, planteándose el problema de la sucesión al no tener Martín el
Humano, viudo, otros hijos. Podía contraer matrimonio buscando un hijo, o designar
alguien capaz de sucederle. Casó nuevamente pero no tuvo descendencia y los juristas
no aceptaron que Fadrique, hijo ilegítimo de Martín el Joven pudiera reinar. Sólo quedaba
la posibilidad de pensar en algún pariente y así, se nombra a Jaime de Urgell como
lugarteniente del reino, que no supo poner fin a las banderías internas y su candidatura no
es aceptada por ninguno de los reinos de la corona. La elección tendrá que hacerse por
acuerdo de las Cortes de Cataluña, Aragón y Valencia. Pero aragoneses y valencianos
tienes parlamentos irreconciliables, al final, en 1412, una comisión de nueve personas
procedió en Caspe a la elección como rey de Aragón del regente castellano Fernando de
Antequera con el que se inicia la presencia de los Trastámara castellanos en la corona de
Aragón. Los historiadores castellanos y catalanes consideran que con Fernando de
Antequera comienza la unidad española y a favor de Castilla. Por otro lado, los
nacionalistas catalanes culpan del declive nacional a las decisiones de Caspe. Los
castellanistas apoyaban a Fernando de Antequera, sobrino de Martín y nieto de Pedro el
Ceremonioso, contra él están Luis de Anjou, nieto de Juan I, Fadrique de Luja, Jaime de
Urgell y Alfonso de Gandía, nieto de Jaime II.
Ante tantos candidatos era lógico que Martín I preguntase a los juristas si el parentesco
de los candidatos debía referirse a él o a sus antecesores. En Aragón, las mujeres no
pueden reinar pero sí transmitir los derechos, mientras en Cataluña la herencia se
transmite por línea masculina. La situación es muy complicada.
Los candidatos con posibilidades eran Jaime de Urgell y Luis de Anjou, a los que apoyan
uno de los bandos en que está dividida la nobleza: a Jaime le apoyan los Luna de Aragón,
los Vilagut de Valencia y parte de la nobleza catalana. Apoyan a Luis los Urrea y los
Centelles, algunos nobles catalanes enemigos de Jaime y parte de la burguesía catalana.
El 1-6-1411 el arzobispo de Zaragoza, cabeza de los partidarios de Luis de Anjou, es
asesinado, esto llevó a los aragoneses a buscar a Fernando de Antequera para que se
enfrentase a los Luna. El nuevo aspirante, que en realidad tiene escasos derechos,
tardará más de 4 meses en presentar su candidatura, pero tiene riquezas personales y es
regente de Castilla (hijo de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón y regente desde 1406),
contando además con el respaldo de Benedicto XIII (el Papa Luna).
El parlamento aragonés se reúne en Alcañiz, mientras las tropas castellanas dominan la
mayor parte de Aragón. Por recomendación de Benedicto XIII se acuerda que la elección
del rey fuese hecha por 9 personas, divididas en grupos de 3, se debería obtener 6 votos,
siendo al menos 1 de cada grupo. En Alcañiz se confía la elección de los 9 al gobernador
y al Justicia del Reino, pero en Tortosa los catalanes eligen 24 personas, de diversas
tendencias, para que nombren a los 9. Los aragoneses designaron rápidamente a los 9,
pero los catalanes no llegan a un acuerdo y al final tuvieron que aceptar íntegramente la
propuesta de Alcañiz.
Fernando será el único candidato posible, un parlamento reunido bajo las armas
castellanas sólo podía elegir compromisarios adeptos al pretendiente castellano al que
además apoyan los valencianos. Mientras catalanes y aragoneses discuten, las tropas
castellanas penetran en Valencia, derrotan a los urgelistas y consiguen que el parlamento
acepte a los 9 ofrecidos por Aragón.
Fernando obtuvo los votos necesarios. El triunfo de Fernando se debió a la división
existente entre los reinos y en el interior de cada uno, al poder que tenía como regente de
Castilla y al apoyo de Benedicto XIII (que hasta 1411 apoyó a Fadrique de Luna, pero
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escisión en el grupo y el relativo fracaso de las medidas económicas le hizo perder parte
del apoyo popular.
Pero el fracaso no es imputable sólo a la Busca, desde el primer momento la Biga
(apoyada por las Cortes y la Diputación) se opuso por todos los medios a las reformas y
las hizo fracasar.
Igualmente unidas, la Busca y la Biga, hicieron fracasar, retrasaron o anularon los efectos
de la devaluación monetaria y de la prohibición de importar paños de lujo.
La ofensiva contra el Consejo buscari continuó especialmente después de la muerte de
Alfonso el Magnánimo (1458). Lentamente recuperó la Biga su ascendencia en el Consejo
y de forma especial se confirmó el resurgimiento de los ciudadanos cuando la Diputación
General creó el Consell Representant de lo Principat de Catalunya y lo puso bajo la
dirección de la Biga: en 1461, después de la Capitulación de Villafranca que prohibía al
monarca entrar en Cataluña y acusando a los buscaris de conspiradores, ajusticiaron a
los más principales.
B. EL SINDICATO REMENSA
Por los mismos años en que se reconoce al Sindicato de los Tres Estamentos barcelonés
tiene lugar la autorización a los payeses a reunirse y crear el Sindicato Remensa,
después de años de dudas y ambigüedades, que se inician en las Cortes convocadas por
Fernando de Antequera en 1412-3. El monarca pide ayudas que le permitan vivir como
corresponde a su categoría y los nobles se la dan tras conseguir la reparación de los
agravios sufridos y lograr la aprobación de la constitución, que alude a los derechos
señoriales, en contra de los payeses que tras cambiar de domicilio pretendían mantener
sus derechos sobre las tierras y amenazaban a los señores y a los nuevos cultivadores.
En 1413 se da plazo de un año para vender a vasallos o ceder las tierras al señor junto
con los documentos acreditativos de sus derechos.
La Constitución tiene carácter retroactivo sin limitación de fecha; el objetivo fundamental
es la recuperación de las tierras para cederlas en condiciones más ventajosas a otros
payeses, cultivarlas directamente o venderlas.
Los campesinos ven coartada su libertad de movimiento y limitados sus derechos sobre la
tierra, pero indudablemente, la situación de los remensas es más dura y desde 1440 el
primer objetivo de los campesinos es conseguir la libertad personal, la supresión de los
malos usos mediante la compra de los derechos de los señores. Con esta finalidad se
forma el Sindicato Remensa, en cuya creación intervienen abiertamente los oficiales del
rey. Éste mantiene la política de ambigüedad que se ha visto al hablar de la Busca. El
problema remensa aparece estrechamente ligado al de la recuperación del patrimonio
real, iniciado en tiempos de Martín I. Ya en 1420 se autorizó a los habitantes de diversos
lugares a reunirse para encontrar el modo de pagar la redención de los derechos
señoriales y volver a la jurisdicción real. Pero esta política no aparece claramente definida
hasta 1446, cuando Pere de Besalú fue encargado de inventariar y amortizar todos los
títulos señoriales de posesión de castillos, villa, masías, casas, lugares y tierras de
realengo y de embargar los bienes de cuantos señores no pudieran presentar títulos
convincentes.
Estas medidas se relacionan con las necesidades económicas del monarca, residente en
Nápoles e incapaz de conseguir la ayuda de las Cortes mientras no las presidiera
personalmente y regresar a Cataluña. Los remensas se ofrecieron a cubrir las
necesidades del rey a cambio de volver a la jurisdicción real y los oficiales del monarca
facilitaron las reuniones de los campesinos. Las protestas de las Cortes contra los
instigadores de estas reuniones no se hicieron esperar y en 1447 llega a culparse de la
agitación campesina a los malos juristas (los oficiales). Alfonso se limitó a disolver las
Cortes y se inclinó hacia los campesinos y hacia los remensas a los que autorizó a
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reunirse en 1448.
Asume la defensa de los señores la Diputación del General, que envía embajadas a
Nápoles, se opone a que se haga pública la decisión real y manda detener a los oficiales
que la pregonan. Colabora activamente con la Diputación el Consejo barcelonés, cuyos
dirigentes y el propio municipio son propietarios de campesinos de remensa. Pese a la
prohibición, se celebraron las reuniones, pero la oferta hecha en 1449 se quedó corta ante
los 400 mil florines que ofrecieron las Cortes en 1452. Nuevas contraofertas payesas y la
negativa de las Cortes a hacer efectiva la ayuda mientras el monarca no regresara a
Cataluña le llevaron a apoyar de nuevo a los remensas y a suspender, provisionalmente,
en 1455, los malos usos y servidumbres hasta que se llegara a un acuerdo. Tras una
nueva anulación, la sentencia fue confirmada en 1457, cuando el rey anunció que
renunciaba definitivamente a volver a Cataluña y recibir la ayuda ofrecida por las Cortes.
Las necesidades económicas por sí solas no explican la actuación de Alfonso el
Magnánimo, al que habría resultado más fácil entenderse con los señores que con los
campesinos. En el fondo, lo que estaba en juego es el poder político de Cataluña: lo que
se discute es la autoridad real, que no podrá ser efectiva por más dinero que se dé al
monarca mientras no se recupere el patrimonio real y no se reduzcan los poderes
señoriales.
C. EL MONARCA SOMETIDO AL CONSELL DE CATALUÑA
Fernando de Antequera reconoció en las Cortes atribuciones políticas a la Diputación del
General. Las Cortes siempre apoyadas por el Consejo barcelonés van perdiendo fuerza
hasta que son disueltas. Pero de nuevo con Alfonso V (1421-22) reconoce la vigencia de
los usos y constituciones de Cataluña, el control a través de la Diputación y la facultad de
nombrar representante ante la corte para vigilar el cumplimiento de las leyes.
En las Cortes de 1454 presididas por Juan de Navarra (futuro Juan II) se produce una
ofensiva contra el monarca, los buscaris y los payeses. Las Cortes, lógicamente hacen
causa común con la Biga barcelonesa. Fueron disueltas sin acuerdos, pero quedó el
problema del hijo de Juan de Navarra, el príncipe de Viana, enfrentado a su padre que se
utilizará como pretexto para oponerse al monarca. Las Cortes asumirán su defensa
cuando es encarcelado en 1460.
Un año más tarde Juan II se ve obligado a firmar la concordia de Villafranca del Penedés
con la que culmina el proceso pactista iniciado en 1283: Juan II no podrá entrar sin
permiso en Cataluña en donde el poder corresponderá a su hijo de forma limitada, ya que
la Diputación, el Consejo de Ciento barcelonés y el Consejo del Principado controlan el
resto de aquel poder. Cuando muere en 1461 Carlos de Viana, el príncipe Fernando, su
medio hermano, inicia los contactos con los aliados monárquicos buscaris y remensas
para establecer el brazo real. El Consejo reacciona utilizando la violencia contra éstos y el
rey, el 28 de mayo de 1462 rompe el acuerdo y entra en Cataluña.
D. LA GUERRA CIVIL
En la guerra de 1462-72 se enfrentan por un lado el monarca (apoyado por buscaris y
remensas) y las Cortes (Biga). La causa de la guerra tiene como antecedente la prisión
del príncipe Carlos cuyo error permite aglutinar, a través de la Diputación del General, a
todos los catalanes y declararle la guerra a Juan II aunque lo que buscas no es su
destronamiento sino la imposición de sus puntos de vista, tanto políticos como socio-
económicos. La Biga, mientras tanto, había afianzado su posición, frente a sus enemigos.
La guerra se internacionalizó ya que Juan II buscó el apoyo de Luis XI de Francia (al que
le da entre otras cosas en garantía el Rosellón y la Cerdaña) y Gastón de Foix (promesa
de heredar Navarra). El Consejo de Cataluña, por su parte, buscará apoyos interiores y la
desarticulación de las fuerzas opositoras: el partido buscari y los remensas. Al no obtener
los resultados deseados, el Consejo comienza a ofrecer el Principado a candidatos que,
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B. CIUDADANOS Y FORÁNEOS
A los problemas económicos se añaden los políticos provocados por la oposición entre la
ciudad y las villas de Mallorca desde la conquista por Alfonso el Franco en 1285: sólo la
parte foránea, los campesinos ofrecen resistencia mientras los artesanos y mercaderes
negocian condiciones de la redención, e igual sucede en 1343. El distinto planteamiento
no se debe sólo a diferencias económicas, sino al malestar de los campesinos ante el
control que los ciudadanos pretenden ejercer sobre todo el territorio insular a través del
Consell creado en 1249. Los campesinos tienen una presencia honorífica porque no están
representados en el Consell restringido.
La reorganización de las villas iniciada en 1300 por Jaime II da a estos una mayor
cohesión y fuerza que se manifiesta en la reforma del rey Sancho de Mallorca en 1315: la
ciudad pagará sus gastos específicos y las villa contribuirán con un tercio de los gastos
comunes y podrán controlar la gestión económica; cada villa tendrá dos representantes en
el Consell amplio y la parte foránea en su conjunto designará 10 síndicos sin cuya
conformidad no tendrán validez las ordenanzas que afecten a villas.
La anexión del reino a la Corona coincide con un recrudecimiento de la guerra de corso
en el Mediterráneo y con la aparición en las islas de la peste negra con un número de
bajas alrededor de 10 mil. El mayor número de bajas se produce en las villas, quizá por
emigrar sus pobladores a la ciudad donde muchos fijan su residencia una vez pasada la
peste, uno de cuyos efectos es la reforma del Consell en 1351 para dar entrada a los
menestrales, que tendrán igual número de representantes que ciudadanos, mercaderes y
caballeros, tanto el Consejo General como en su comisión delegada o Consejo
restringido.
En esta reforma no se alude a los foráneos cuyas protestas contra los impuestos y
representantes se ignoran. Las peticiones serán atendidas en parte por Pedro el
Ceremonioso que pone fin a determinados abusos de la ciudad: las villas estaban
obligadas a abastecer de alimentos a la ciudad y en 1358 el rey dispone que nadie pueda
obligar a los foráneos a llevar sus alimentos a la ciudad, salvo en guerra.
Tan importante como el reconocimiento efectivo de la proporcionalidad es conseguir la
independencia de las villas, sometidos tradicionalmente al control de los jurados de la
ciudad: en adelante, ni los jurados de las villas ni los síndicos estarán obligados a rendir
cuentas ante los jurados de la ciudad, en lo relativo a fondos de cada villa o de comunidad
foránea y la independencia se extiende a los funcionarios reales, prohibiendo a los bailes
y escribanos de su curia intervenir en el manejo de los fondos municipales; los oficiales
del rey no podrán elevar la cuantía de las multas por encima de lo señalado en las
ordenanzas municipales.
C. CRISIS ECONÓMICA Y REFORMA DEL CONSEJO GENERAL
Abella es el encargado de sanear las finanzas del reino mallorquín en 10 años. Éste se
propone reducir el gasto público, fiscalizar las cuentas de la administración y amortizar la
deuda en el plazo de 10 años (emisión de deuda pública cuyos intereses consumen el
90% de los ingresos mallorquines, siendo sus acreedores los barceloneses), reduciendo
salarios y gastos, limitar la inversión en obras públicas, reducir a 2 los representantes del
Reino en la Corte, vigilar la concesión de arrendamientos de impuestos, exigir informe
anual a los jurados, reducción de intereses de violarios y censales.
La oposición al plan de Abella parte de los ciudadanos que dilatan cuanto pueden su
publicación a través del Consell y pretextando la falta de agilidad de éste, se reducen sus
miembros. Se salva la independencia del Consejo y la letra del Privilegio de Franqueza,
que se reserva la elección de los consejeros a los jurados de la ciudad y de las villas. Los
jurados elegirán a los designados por el monarca. El plan Abella fracasa por la sequía, la
peste, impuestos, deuda y por la continua exigencia de ayuda económica para la defensa
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en impuestos normales, a permitir a los ciudadanos vender las cosechas de las tierras
que poseían en las villas e intentan anular préstamos recibidos alegando que sólo tenían
para pagar hasta que las rentas se igualen al capital. La parcialidad del gobernador aliado
a los ciudadanos le llevó a condenar a los foráneos al pago de 2 mil libras anuales en
concepto de servidumbre perpetua irredimible, rechazado por éstos, que inician la
revuelta y asedian la ciudad. El monarca se limitó a restablecer la situación corrigiendo
deficiencias que dieron lugar a la revuelta y exigiendo las responsabilidades oportunas.
En mayo de 1454 libre de asuntos italianos, Alfonso dicta sentencia y concede indulto
general excepto a delitos de sangre y se mantiene la organización tradicional del Reino.
La economía se resintió después de 3 años de guerra abierta. Las tensiones continúan
agravadas por el resurgimiento de bandería en el campo y en la ciudad hasta tiempos de
Fernando el Católico y surgirán en época de Carlos V con el nombre de Germanías.
El levantamiento foráneo se relaciona directamente con los conflictos entre buscaris y
bigaris de Barcelona. La presión ejercida por los acreedores catalanes pudo ser una de
las causas de la tensión entre Barcelona y Mallorca y quizá influyera, junto a la escasa
consideración que el Reino merecía a los dirigentes del Principado en el apoyo de los
mallorquines a Jaime II durante la guerra civil catalana. La primera medida fue la
supresión del pago de las pensiones, que fueron puestas a disposición del rey.
Para remediar la situación se pide al rey autorice a pagar los censales de los catalanes no
en el Principado sino en la ciudad de Mallorca. Dando la razón a Mallorca frente a las
reclamaciones de Pere Catllar y le condene al pago de Carta entre otras peticiones y tras
la explicación ofrecerá al rey 2 mil florines de oro al tiempo que le pide se compadezca del
Reino, destruido por continuas peticiones de donativos para el rey y por el pago de los
censales barceloneses.
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que se extienden ahora a carnicerías, pescaderías, baños y tabernas. Sólo el señor puede
autorizar la instalación de una carnicería y cobrar la autorización o percibir una renta; y
sólo la Orden de Montesa puede vender sal, autorizar el uso de pesos y medidas,
controlar el paso de hombres y mercancías, cobrar el correspondiente peaje, percibir la
sisa de todo cuanto se venda en las tierras del señorío. Completan los ingresos las
multas, derechos de escribanía, impuestos personales pagados por musulmanes y judíos
y las tallas extraordinarias.
A partir del XIV adquiere especial importancia la lana del Maestrazgo exportada de modo
regular a Italia y protegida, lana y ganado, mediante la creación de lligallós o
comunidades ganaderas de municipios comarcales, con la misión de recoger, administrar,
entregar a sus dueños o hacerse cargo del ganado perdido o extraviado. Al desarrollo
ganadero se une un incremento de las actividades comerciales visible por la multiplicación
de ferias y por la mayor importancia que se da a los puertos marítimos.
En esta sociedad, que basa su economía en una agricultura de secano, en el desarrollo
de la ganadería y en la exportación de materias primas como la lana, no faltan tensiones y
enfrentamientos por cuestiones de límites entre los municipios, aprovechamiento de
pastos, conflictos entre campesinos y señores, aunque en la mayor parte de los casos la
tensión se resuelve en una resistencia pasiva, en el incumplimiento de las obligaciones,
hasta que se produce el levantamiento de los unionistas aragoneses y valencianos contra
Pedro el Ceremonioso a mediados del XIV: Montesa se alinea junto al monarca y los
lugares de señorío se adhieren a las posturas de los nobles aragoneses, forman una
hermandad o germanía, destruyen los bienes y los símbolos del poder de la Orden y
cuando los unionistas son vencidos, la Orden recupera incrementados sus derechos
señoriales e impone sanciones económicas que van desde la reconstrucción de las casas
destruidas hasta el pago de cantidades relativamente importantes.
C. VALENCIA Y LA UNIÓN ARAGONESA
La revuelta de los nobles aragoneses contra Pedro el Ceremonioso se explica por su
presencia en Valencia, pero hay algo más que un movimiento nobiliario ya que intervienen
también los campesinos y el Consell de Valencia que nada tiene que ver con la nobleza.
Los orígenes de la Unión se sitúan cuando Pedro el Ceremonioso nombra heredera a su
hija Constanza. Los frustrados herederos hijos de su hermano son los que aglutinan a los
nobles aragoneses descontentos con el rey y sus consejeros catalanes. Por parte del
Consell Valenciano sólo aceptarán al heredero designado por las Cortes Generales de la
Corona.
El Consell llama en 1347 a constituir la Unión recogiendo los agravios y atentados
sufridos por el reino, la ciudad y sus fueros, negando la validez de la decisión real y
autorizando a los abogados a seguir ejerciendo sus actividades por considerar la decisión
del monarca contraria a los fueros y privilegios del reino, oponiéndose al monarca y a sus
consejeros catalanes y rosellonenses. Los nobles aragoneses en defensa de sus
intereses señoriales y los burgueses valencianos que controlan el Consell (protagonistas
de la Unión) contra la excesiva presión fiscal protagonizan la oposición al grupo
dominante so pretexto de que no se respetan sus fueros.
Los nobles agrupados en torno al gobernador del Reino formando una “Fraternitat” o
Germanía y los Unionistas de la ciudad que tendrán el apoyo de los campesinos que
aprovechan el conflicto para plantear sus reivindicaciones se enfrentan por el control del
Reino aunque el predominio burgués y de la ciudad de Valencia en la Unión aparece
claramente cuando se analiza la composición de los organismos de dirección unionistas.
Sofocada la revuelta y vencidos los unionistas en Mislata (1348), Pedro el Ceremonioso
limitará su justicia a castigar a 20 personas de las sólo 4 serán nobles.
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atacar y destruir la aljama, que desaparece (los supervivientes viven entre los conversos o
se trasladan a Murviedro donde se reúnen judíos escapados de otras aljamas y llegan a
formar una comunidad). Ataques similares se producen en Játiva, Burriana, Alcira. Los
sobrevivientes se convirtieron al cristianismo para salvar la vida. Tras los ataques a las
juderías se producen los asaltos a las morerías.
Los judíos al igual que los cristianos están divididos en manos (mayor, mediano y menor)
cada una participa en las elecciones a los cargos de la aljama, cargos que acapara una
oligarquía que basa su poder en tres fuentes: fortuna, saber y ascendencia y que vive del
préstamo, arriendo de impuestos y el gran comercio, también en Valencia encontramos
orfebres, sederos, zapateros, sastres.
Contra las morería también se producen los ataques, si bien la menor importancia social y
económica de este colectivo, en la Corona de Aragón, les permite sobrevivir más de un
siglo a los hebreos.
La separación se inicia con la residencia: los sarracenos habitan en la periferia,
generalmente extramuros, durante toda la Edad Media si bien algunos cristianos no tienen
inconveniente en instalarse entre ellos, algunos conversos y prostitutas. Esta separación
se extiende a hostales, fiestas y convites. Con respecto a las relaciones sexuales entre
personas de diferente religión en Valencia se castiga con pena de muerte en la hoguera,
aunque en la práctica se ejecuta al sarraceno y se encarcela a la mujer cristiana, si se
trata de cristiano y musulmana o judía, la pena se reduce a correr desnudos por la calle,
se deja en libertad al cristiano y se reduce a cautividad a la musulmana y si ésta es
esclava a nadie extraña las relaciones con su señor. A este castigo fijado por las leyes
cristianas se une, más duro, el de las musulmanas, pena de azotes y en determinados
casos lapidación y pérdida de los derechos hereditarios.
Debían llevar determinados distintivos que permita reconocerlos a distancia, intentando
además convertirlos a la verdadera fe obligándoles a asistir a las predicaciones, que
duran varias horas. Los conversos siempre fueron mal vistos por los cristianos y por sus
propios colegas que les insultaban, las conversiones se aprovechan para confiscar sus
bienes, a pesar de las disposiciones de los monarcas que obliga a la judería o morería a
hacerse cargo de las cantidades que correspondían al converso.
Aunque raras, también existen conversiones al Islam especialmente de cautivos en
Granada y no faltan enamoradas que aceptan la fe de sus amantes, marinos y soldados o
intelectuales a través de las lecturas de la obra de Averroes.
La libertad para practicar su religión sufre en los siglos XIV y XV recortes y trabas
mediante la confiscación de mezquitas o prohibición de construir nuevas e incluso se llega
a la profanación de mezquitas y de cementerios. También fue prohibido la llamada a la
oración. Se cobra un impuesto a los peregrinos a la tumba del cadi Sid Buna al-Juzai
muerto por Jaime I.
Los musulmanes en su mayor parte son campesinos y su situación es comparable a la de
los payeses de remensa, sometidos a sus señores. A mediados del XIV se les prohíbe el
cambio de residencia y cuando éste se les autoriza pierden parte o la totalidad de sus
bienes muebles. Con el fin de atraerlos, se les conceden privilegios pero con la condición
de permanecer en el lugar, un número concreto de años y si este sistema falla se recurre
a la coacción: los musulmanes podrían cambiar de residencia pero no las musulmanas
solteras que deberán casarse dentro del grupo; para pasar de lugares de realengo a los
de señorío se precisa licencia especial de la Corte.
Las condiciones para cambiar de residencia varían de acuerdo con las Cartas Pueblas por
las que se rigen, las cuales se fueron endureciendo y cada vez fue mayor el número de
años a permanecer en las tierras del señor para recibir de éste tierras el plazo suele ser
de doce años, aunque si hay causas importantes se puede abandonarla mediante una
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cantidad y un porcentaje del salario a quien no tenga casa propia y trabaje para otros; la
recogida y administración de este dinero se encomienda a 12 personas, 4 por cada brazo,
que nombran recaudadores, piden préstamos, vigilan que se cumpla lo ordenado por las
Cortes, y tienen la posibilidad de introducir cambios y decidir en los casos dudosos. Cinco
años más tarde los diputados son 20, distribuidos en comisión:
* 3 oidores de cuentas
* 6 controlan a los combatientes y comprueban el armamento adecuado.
* 11 los administradores de la ayuda
Tres dirigentes siempre en Barcelona (donde se centraliza la administración) y los otros
se desplazan por Cataluña para hacer efectivo el cobro.
La Diputación aragonesa es semejante a la catalana, aunque los datos de que se dispone
no son tan precisos.
La organización interna de estas comisiones delgadas es importante pero también lo es la
creación de impuestos propios de las generalidades. Estos impuestos extraordinarios
acaban por convertirse en permanentes y serán la base del poder de las Diputaciones,
aparecen por primera vez en 1362 en las Cortes de Monzón.
El impuesto de las Generalidades va acompañado del siguiente programa económico: una
parte de estos ingresos se obtiene mediante un impuesto que grava la fabricación y venta
de paños de lana, por eso se prohíbe la venta de paños de lana extranjeros en la Corona,
así los menestrales tendrán más trabajo, también favorece a los ganaderos que
aumentarán los rebaños y las disponibilidades de lana y carne. El auge de la industria
textil atraerá maestros de otras tierras que impartirán aquí sus conocimientos y la
abundancia de paños hará que todos vistan mejor. La forma de hacer efectivo el impuesto
es:
Los paños fabricados en territorios de la Corona deberán llevar dos sellos uno con el
símbolo de la Corona y otro de plomo (por un lado el símbolo del rey y por el otro la señal
de la villa, ciudad o del señor del lugar en el que se ha fabricado), sólo estos paños
pueden venderse en los territorios de la Corona. Los paños extranjeros tendrán que ser
declarados en el plazo de dos días so pena de ser confiscados. El resto de las
generalidades se obtiene de los impuestos sobre la exportación de azafrán, aceite, miel,
plomo, hierro, cáñamo, sebo, alquitrán, vinos, arroz, frutos secos, pescado.
El retraso en el cobro de las generalidades o los errores de cálculo sobre las cantidades y
la urgencia del dinero lleva a las Diputaciones a emitir Deuda Pública, garantizada por las
generalidades. La Diputación es y funciona como una comisión permanente de las Cortes
y su nombramiento dura hasta que nuevas Cortes la revocan. Con la llegada al trono de
los Trastámara, debido a la necesidad de que las comisiones tengan continuidad para
cumplir sus objetivos, la Diputación deja de ser una comisión de las Cortes para
convertirse en un organismo autónomo con:
* 3 diputados, 3 oidores de cuentas, 2 abogados
* El mandato es de tres años tras los cuales ellos mismos y no las Cortes proceden a
nombrar a los sucesores.
La mala gestión de las generalidades entre 1436 1446 permitirá a Juan de Navarra,
Lugarteniente de Alfonso el Magnánimo, modificar el sistema e intervenir en la elección de
diputados evitando la cooptación: el arzobispo de Zaragoza y el Justicia de Aragón
preparan una lista de las personas de cada brazo aptas para ejercer el oficio de
diputados, sus nombres escritos en bolas de cera se meten en sacas extrayéndolos al
azar. En 1461 se pone fin a la inmunidad de los diputados que podrán ser acusados ante
el Justicia como cualquier oficial del rey si no cumplen con su cometido. Las funciones de
la Diputación después del siglo XV son:
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* Administración de la Hacienda
* Garantiza y controla la paz interna y externa.
* Actúa como árbitro entre nobles y ciudades.
* Controla al Justicia pues nombra a sus lugartenientes.
Se convierte en defensora de los fueros aragoneses, protagonizará revueltas como en
1483 que se opone al establecimiento de la Inquisición en el reino aragonés. Pero tendría
que rendirse a las presiones de Fernando el Católico, incluso vencida recordará que el rey
no puede gobernar sin su consentimiento.
C. DEL COMPROMISO DE CASPE A LA GUERRA CIVIL CATALANA
Tras el acuerdo sucesorio adoptado en el Compromiso de Caspe (1412), se hizo cargo de
la corona de Aragón Fernando de Antequera.
Fernando I (1412-16) consciente de que su nombramiento no había contado con todos los
apoyos, puso en práctica medidas conciliadoras con sus viejos adversarios, en especial
con las Cortes catalanas, lo que no impidió la sublevación del antiguo candidato Jaime de
Urgell. Aprovechando esta revuelta, las Cortes Catalanas de 1413 arrancaron del
monarca amplias concesiones, imponiendo su concepción pactista, lo que suponía una
limitación efectiva del poder real; en aquellas Cortes se adoptó la nueva composición de
la Generalitat y el rebustecimiento de sus poderes. Sólo tras la derrota del conde pudo el
rey recuperar parte de sus prerrogativas. Pero la mayor parte de sus esfuerzos se
encaminaron a impulsar la política mediterránea de sus antecesores, pacificando Cerdeña
y Sicilia, estrechando relaciones con Nápoles y reestableciendo las relaciones
comerciales con el N de África. Durante su breve reinado se solucionó definitivamente el
problema del Cisma en la Iglesia, al retirar Aragón su obediencia al Papa Benedicto XIII,
por negarse éste a aceptar las resoluciones del Concilio de Constanza.
A Fernando I le sucede su hijo Alfonso V el Magnánimo (1416-58), gran amante de las
artes y las letras, que también dedicó gran parte de sus esfuerzos a la política
mediterránea, residiendo muchos años en Italia. Uno de sus primeros objetivos fue la
conquista de Córcega, atribuida a los catalanes por el tratado de Anagni (1295), pero
controlada, de hecho, por los genoveses. Un primer ataque, en 1420, no dio los frutos
deseados. Simultáneamente, Alfonso interviene en Nápoles, como consecuencia de una
petición de apoyo de la reina Juana contra Luis de Anjou, lo que fue recompensado por
ésta con la designación de Alfonso como heredero del trono de Nápoles, si bien una
sublevación de los napolitanos en 1423 le obligó a abandonar precipitadamente Italia.
Sólo tras el fallecimiento de la reina Juana en 1435, puso nuevamente Alfonso sus ojos en
Nápoles. Inicialmente su flota es derrotada en Ponza por una flota coaligada de varios
reinos italianos, que veían en la intervención aragonesa un peligro para sus intereses,
siendo el rey hecho prisionero. Tras su rescate, en alianza ahora con los milaneses,
reanuda la lucha y en 1442 entra triunfante en Nápoles, que se convierte así en el centro
efectivo de los dominios de Alfonso V, aunque este reino nunca se incorporase
efectivamente a la corona de Aragón, pues se designó como heredero a Ferrante, hijo
ilegítimo del rey.
Durante sus ausencias italianas, los asuntos peninsulares son atendidos por la reina
María y nuevamente las Cortes catalanas se enfrentan al rey, negándose a apoyar
económicamente las pretensiones políticas de los infantes de Aragón en Castilla, pero
sobre todo se recrudecen los conflictos políticos y sociales, principalmente con las
revueltas de los payeses de remensa en Cataluña y los movimientos contra la oligarquía
ciudadana en Mallorca de 1450, sofocados al cabo de varios años.
A Alfonso le sucede su hermano Juan II (1458-79), hombre de larga experiencia política,
tanto en Castilla (era uno de los Infantes de Aragón), como en Navarra, de donde era rey
desde 1425, o en Cataluña, de donde era lugarteniente desde 1454. Pero durante su
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Cuenta con otras industrias como el trabajo del barro (alfarería de Huesca, Calatayud o
Teruel); metales en la zona del Moncayo o el trabajo de la piel.
Pese a la escasa importancia de la industria aragonesa, el comercio es muy activo y se
basa en la exportación de materias primas del reino (frutos, trigo, lana, azafrán, aceite,
cueros y madera) y la importación de artículos manufacturados y de lujo: especias,
algodón, azúcar, pescado, paños, telas de lujo. Los intercambios son con Cataluña y
Francia y en menor medida con Castilla, Valencia y Navarra.
Las ciudades aragonesas viven en gran parte de la agricultura. La más importante es
Zaragoza con casi 15.000 habitantes. El acceso a los cargos municipales depende de la
posibilidad económica. Las desigualdades sociales en los siglos XIV y XV aumentan por
los privilegios y exenciones que logran los grupos dirigentes, que impiden a otros el
acceso a los cargos; hasta 1441 los impuestos se repartían por parroquias. Para evitar las
injusticias, se clasificó la población en 8 grupos sociales, según ingresos.
El sistema de cooptación de los dirigentes municipales deja el poder en manos de uno de
los bandos en los que está dividida la población, para poner fin a los enfrentamientos
Alfonso el Magnánimo instaura el sistema de insaculación, que consiste en elaborar una
lista para 10 años de las personas con derecho a ejercer los cargos municipales, sus
nombres en bolsas de las que se extraen a la suerte, así se evita que los salientes
nombren a los sucesores y que el gobierno esté siempre en las mismas familias. Todos
los ciudadanos seleccionados, por una comisión en la que están representados todos los
barrios de la ciudad, tienen las mismas posibilidades.
Un grupo importante de la población aragonesa está formado por judíos que llevaron una
vida floreciente hasta el saqueo de la mayoría de las aljamas en 1391. Los sobrevivientes
emigran o se convierten gracias a las predicaciones de personajes como Vicente Ferrer, a
las que son obligados a asistir bajo pena de fuertes multas y castigos. Estas conversiones
en masa plantean problemas a las aljamas que han emitido deuda y puesto a la venta
censales, que suelen comprar los cristianos; los intereses son garantizados por la
comunidad hebrea, si uno de sus miembros se convierte, al desligarse de todo
compromiso con su grupo, su parte de la deuda recae sobre los demás, se arruinan las
aljamas y los censalistas y hubo que bajar el tipo de interés y obligar a los conversos a
contribuir.
En la ciudad también hay morerías, pero el núcleo más importante vive en el campo bajo
la jurisdicción de la nobleza o del rey. Teóricamente los musulmanes son libres y pueden
fijar su residencia donde quieran; hay momentos en que ante la insuficiencia demográfica
se establece una pugna entre los señores y entre éstos y el rey para atraer a esta
población; se supone que al igual que en Valencia, esta libertad de movimientos moros
fue restringida; aumentaron los impuestos ordinarios, la pecha (un quinto o un sexta parte
de la cosecha) y extraordinarios sobre estos pobladores que, como los judíos, recurrieron
a la emisión de deuda, de censales. En los lugares de señorío han de pagar la utilización
de los monopolios señoriales del horno, lagar y molino, contribuyen con su trabajo, al
cultivo de las tierras del señor, a la reparación de los caminos y fortalezas, y pagar los
impuestos extraordinarios que el señor imponga en momentos de necesidad.
Por lo que respecta a las mujeres, su formación varía según la condición social, las de la
nobleza aprenden buenos modales y recurren a la lectura de libros piadosos y formativos,
de tal manera que sean conscientes de su privilegiada situación y los deberes que ello
comporta. Las del común, sabe de cuentas apenas lo necesario, cocinar, llevar una casa
y en casos concretos los oficios de sus padres o maridos (carnicero, tejedor, etc.). A
veces los ejercen con total independencia, como las panaderas. También hubo
vendedoras internacionales.
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reivindicarán los privilegios recibidos desde la época de Alfonso VII y otros monarcas
anteriores, junto con otra serie de disposiciones a favor de ellos de las que habían estado
privados en anteriores reinados.
La respuesta de la clase nobiliaria tanto como la eclesial no se hizo esperar, sobre todo
en el caso del clero, lo que hizo rectificar a María de Molina ante las amenazas de
Bonifacio VIII de excomunión; las concesiones hechas en 1295 (Cortes de Valladolid) a
los clérigos fueron suficientes para atraérselos a su bando, pero al igual que en el
estamento nobiliario, se producirán devaneos constantes según la situación dominante y
los intereses particulares que harán muy divisible y por medio de diversas concesiones
tanto en tierras como en títulos o dinero o bien cargos que saldrán principalmente de los
concejos y de la monarquía castellana, por lo cual volveremos a la situación de partida de
una nobleza que apenas ha perdido poder y fuerza, frente a sus vecinos. También el reino
perderá ciertas posiciones fronterizas en el juego de alianzas para mantenerse en el
poder. Dionis de Portugal es atraído al campo real cuando se concierta el matrimonio de
Constanza de Portugal con Fernando IV; otros ejemplos: los infantes Enrique y Juan
también fueron tratados y los dirigenes de la nobleza Lara y Haro.
La división de los consejeros del rey explica los fracasos militares contra musulmanes y el
monarca de Aragón, al que se le cede Alicante y otras ciudades en 1304.
A los concejos se les reconoce el derecho a participar en el gobierno, pero la sangría
económica, la administración de justicia, etc., no evitan que a la muerte de Fernando IV el
reino siga en crisis.
En conclusión, se mantuvo la unidad de Castilla frente a las divisiones propuestas por los
aspirantes, que si aceptan a Fernando IV es por el creciente predominio de los concejos
en las Cortes, pero al final del reinado de éste veremos el predominio del estamento
nobiliario que desembocará en una nueva minoría en Alfonso XI con nuevas revueltas.
B. CORTES Y HERMANDADES
Fue María de Molina, viuda de Sancho IV, quien mantuvo la unidad castellano-leonesa
durante la minoría de edad de su hijo Fernando IV, para ello se atrajo la lealtad de los
concejos, ya que éstos aceptaban las divisiones propuestas por los aspirantes a repartirse
el reino: León, Galicia y Asturias para el infante Juan, Castilla, Toledo y Andalucía para
Alfonso de la Cerda y Murcia para Jaime II de Aragón.
Si los nobles aceptan finalmente a Fernando IV es porque quieren poner fin al
ascendiente de los hombres de las ciudades, quienes consiguieron en 1297 que se les
reconozca su papel en el gobierno del reino. En 1302 se puede decir que el poder está ya
totalmente en manos de la nobleza, según se desprende de las Actas de las Cortes,
donde los procuradores de los concejos se quejan de que “ricoshombres, caballeros y
otros poderosos les exigen impuestos indebidos”. Son los campesinos y ciudadanos los
únicos que contribuyen al pago de los impuestos, pues clérigos y nobles están exentos.
La justicia se muestra impotente para reprimir estos abusos y las quejas del pueblo no
serán oídas hasta 1312, cuando un grupo de nobles pretenda sustituir a Fernando IV por
su hermano Pedro. El rey de nuevo se ve obligado a solicitar ayuda a los concejos
ofreciendo:
* La administración de justicia se encomendará a doce alcaldes legos,
* Se prohibirá ejercer como abogados en la corte a los eclesiásticos,
* Se reorganizará la cancillería para evitar que se concedan cartas en blanco y selladas
para que luego sean utilizadas en beneficio de particulares.
Todas estas concesiones habrían permitido la independencia de los concejos frente a
nobles y eclesiásticos, pero el mismo año que las otorga (1312) muere Fernando, dejando
el reino en una nueva minoría (su hijo Alfonso XI contaba un año de edad) y entrando en
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ricoshombres 3 y los demás 2). Las mujeres de la alta nobleza podrán utilizar vestidos de
seda, siempre que no lleven oro; las demás no tendrán este derecho.
El monarca necesitaba mantener a su servicio a los nobles, pero éstos sabían que la
mejor forma de incrementar sus beneficios era servir al rey desde los puestos de
gobierno. Para lograr este objetivo, los nobles no dudarán en sublevarse o aceptar la
voluntad real si ésta les compensa, como ocurrió en 1338, cuando el rey ordena la
reconciliación dando forma a un estatuto que fija los sueldos, tipos de armas, tiempo de
servicio, etc., que será perfeccionado en 1348 con los ordenamientos de Nájera, auténtico
fuero de los nobles, atribuidos a Alfonso VII el Emperador. Los salarios, punto más
importante del estatuto, fueron actualizados en las Cortes de Alcalá de 1348. La
estabilidad dada con estas normas al grupo militar pacificó a los nobles e hizo posible la
realización de campañas contra los musulmanes. La nobleza permanecerá sumisa
durante algunos años, pero el alza de precios que ocasionó la peste negra hará que los
nobles vuelvan a sublevarse e intenten imponerse a Pedro I.
1. PRESIÓN FISCAL
Las revueltas nobiliarias dejaron al reino en ruinas y controlado por los prestamistas ju-
díos. Las Cortes proponen que se perdone la 3ª parte de las deudas. Finalmente se
perdona la 4ª parte de las deudas y el resto se harían en pagos cuatrimestrales durante
un año. Como tampoco eso fue la solución, se decide acuñar moneda, para lo cual
Alfonso XI fija el precio de la plata. Los perjuicios fueron para la población por la
especulación de los prestamistas. Pero las Cortes siguen quejándose. Las necesidades
militares predominan sobre los intereses del reino como se ve en las concesiones a los
nobles y las decisiones sobre la cría caballar.
El control sobre la nobleza es posible gracias a la colaboración voluntaria de los concejos.
Se desarrolla la política de control de las ciudades a través de corregidores. Las Cortes de
1348 confirman el triunfo monárquico frente a las ciudades y la política de colaboración y
apoyo a la nobleza. Otra manifestación de la victoria monárquica se ve en la implantación
del “Código de las Siete Partidas”. Sólo se utilizará cuando las leyes promulgadas por
Alfonso XI y los fueros dados no sean suficientes para resolver las cuestiones planteadas.
2. POLÍTICA EXTERIOR
Como en todos los reinos, los problemas internos condicionan la política exterior. Las
relaciones con la corona de Aragón se afianzan tras el matrimonio de la hermana del rey y
Alfonso el Benigno, aunque habrá tensiones por el afán de Leonor de dejar a sus hijos
herencia (Fernando) en el realengo aragonés.
Para conjurar el peligro benimerí, Alfonso XI pacta con los nobles, aumenta los impuesto,
impone autoridad sobre concejos y Cortes y pide ayuda de otros reinos. Con ayuda de
portugueses y aragoneses el rey derrota a los benimerines en la batalla del Salado (1340)
e inicia la lucha contra los granadinos a los que vence en Palmones (1343) aunque no
logra ocupar la plaza de Gibraltar, en cuyo asedio muere de peste.
3. REVUELTAS NOBILIARIAS GRANADINAS
Los problemas internos de Castilla dificultan o hacen imposible la guerra contra los
musulmanes. Pero Granada no está libre de revueltas nobiliarias en todo semejantes a las
que se producen en los reinos cristianos, que facilitan, en ocasiones, los avances
castellanos.
Entre 1302 y 1354 se suceden al frente de Granada: Mohamad III, depuesto por su
hermano Nasr, quien es nombrado por una coalición de castellanos-aragoneses-meriníes
apoyada por los nobles granadinos. Su vasallaje fue la causa de que los nobles se
volvieran a sublevar y pusieran en el trono a Ismael I, que logró consolidar su poder,
creando un grupo de adictos que asegurarían la sucesión en su hijo, tras su asesinato.
Mohamad IV, menor de edad, fue sometido a la tutela nobiliaria hasta su deposición y
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